cambio climático en el mundo

Aumento de la temperatura promedio anual, del nivel medio del mar, elevación y extensión significativa de las sequías, así como variaciones en los regímenes de lluvias son parámetros palpables en el mundo a consecuencia del cambio climático.

La comunidad científica advierte incluso de la ocurrencia de estos eventos de manera simultánea en un futuro cercano.

Sin embargo, la respuesta global aún es escasa. Hasta la fecha, las naciones han tenido 24 años de negociaciones climáticas y todavía no se logran los consensos deseados, a juicio de expertos.

La comunidad internacional avanzó algunos pasos en Katowice, durante la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático

(COP 24) celebrada en diciembre último en esa ciudad polaca, para lograr de manera definitiva que el Acuerdo de París (2015) de lucha contra el cambio climático esté plenamente operativo en 2020.

A pesar de todo, a juicio de especialistas, el reto solo se ha alcanzado a medias, porque el texto final no recoge con toda la contundencia lo que muchos países, organismos internacionales y organizaciones sociales demandaban: la importancia y la trascendencia de avanzar hacia compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero más ambiciosos.

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, explicó que el documento consensuado en la cumbre de Katowice 'demuestra la resistencia del Acuerdo de París como hoja de ruta para la acción climática', frente a quienes cuestionan su validez.

El Acuerdo de París estableció con nitidez una apuesta por la plena descarbonización de la economía mundial para reducir y neutralizar las emisiones de gases de efecto invernadero acumuladas en la atmósfera. Pero también que los países podían y debían revisar sus compromisos.

El texto consensuado en Katowice, a juicio de expertos, reconoce la necesidad de que los países aumenten su ambición climática y hagan mayores esfuerzos para reducir las emisiones más dañinas, pero no incluye un compromiso firme ni vinculante en ese sentido.

Se trata de un conflicto, que a diferencia de otras negociaciones se necesita un cambio en el modelo de producción, de consumo, de cómo vivimos, explicó en un intercambio con la prensa especializada el investigador cubano Orlando Rey Santos, quien desde hace varios años representa a la isla en esas reuniones de Naciones Unidas.

El cambio climático, explicó, es un problema con responsabilidades compartidas pero diferenciadas....es un tema común pero somos distintos en los recursos y tecnologías para resolverlo.

A pesar de todo, se ha llegado a acuerdos y se reconoce a nivel global que el mejor modo de lidiar con estas dificultades radica en el establecimiento de un marco legal común, destacó.

A su juicio, los niveles estimados de emisiones de gases de efecto invernadero en 2020, basados en los compromisos actuales no garantizan limitar el aumento de temperatura a dos grados celcius, tal como sugiere el Acuerdo de París.

Ante las circunstancias, cada nación hará una contribución nacional. En el caso de Cuba, explicó, se trabaja para que en 2030, el 24 por ciento de la energía que se consuma sea de fuentes renovables. De esta manera logramos mitigar los efectos del cambio climático.

LOS APORTES DE CUBA

Tras varios años de estudios, la comunidad científica cubana ratificó en 2018 sus evidencias sobre la pérdida de superficie terrestre para mediados de la presente centuria: un estimado de dos mil 691 kilómetros cuadrados, el 2.3 por ciento del territorio nacional.

Pero la realidad demostrada va incluso más allá. De no tomarse medidas urgentes, se espera que para 2100 la pérdida sea superior a seis mil 371 kilómetros cuadrados, que representa el 5.5 por ciento del país.

Especialistas del ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) estiman además que existen 574 asentamientos humanos y 263 fuentes de abasto de agua vulnerables por intrusión salina marina.

Ante estos fenómenos, las autoridades trabajan de manera ardua para evitar pérdidas humanas sobre todo en zonas costeras y también en la economía, como parte de un programa de prioridad nacional, en marcha desde mediados de 2017.

Bautizado como Tarea vida, contempla cinco acciones estratégicas y 11 labores dirigidas a contrarrestar las afectaciones en las zonas frágiles.

Para sus gestores, del Citma, los resultados ya son palpables: se recuperan playas con vertimiento de arena, otras zonas costeras se benefician con la presencia de protectores naturales como el mangle y las dunas.

Según recientes datos, hasta ahora se han concluido 109 estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo, y se ejecutan 46: de ellos 22 que estudian los peligros de origen natural, 11 de origen tecnológico y 13 sanitarios.

En otra de sus pesquisas, los científicos estimaron que la elevación del nivel del mar aumenta con el paso de los años y el 85 por ciento de las playas arenosas de la isla presentan indicios de erosión, 23 de ellas de manera intensa y 195 moderada.

Por lo tanto era necesario tener un mapa de tipos de costas, estudio ya completado tras el análisis de cada uno de los territorios. Cada localidad estudia a fondo el fenómeno para hacer inversiones de recuperación.

Para los especialistas, en aquellos sitios donde las playas estaban recuperadas y existe proyección natural necesaria, mangle, bosque, duna, la vulnerabilidad ante los eventos meteorológicos es menor.

De esta manera se realizaron vertimientos de arena en la central provincia de Villa Clara, donde se volcaron casi 117 mil metros cúbicos de ésta en mil 300 metros de playa, mientras en la vecina Ciego de Ávila sus dunas fueron beneficiadas con unos 267 mil metros cúbicos de arena en dos mil 500 metros de playa, reflejan los más recientes datos aportados en un informe presentado ante el Parlamento, durante el segundo período ordinario de sesiones de la IX Legislatura, efectuado en diciembre último.

A la par de estas labores, se trabaja en la educación ambiental. De hecho una de las tareas priorizadas son las acciones para elevar la percepción de riesgo, así como aumentar el nivel de conocimiento y grado de participación de toda la población.

Lo primero es lograr que el pueblo conozca y entienda lo que significa la Tarea vida, o sea, conservar la vida.

Es vital que cada persona afectada durante un evento meteorológico, que pierda su vivienda por estar enclavada en su zona costera entienda que su nuevo hogar no debe continuar en el mismo sitio, insisten los especialistas.