Enrique Alberto Bonne Castillo

Muchos afirman que la estatura de artista de Enrique Alberto Bonne Castillo se eleva cada día porque la inspiración de su obra ha sido su natal Santiago de Cuba, desde donde la ha hecho trascender, la ha hecho universal.

Músico y compositor de alto calibre y linaje, apegado a las raíces de esta singular tierra cuna del son y de la trova, ha devenido patrimonio vivo del acervo cultural de la nación,  que hoy lo reconoce con el Premio Nacional de Música 2016.

Patriarca de la música de la Isla, creador del ritmo pilón, mítico músico, de los más célebres compositores del género popular, estos y otros calificativos no lo envanecen, sigue siendo el campechano de siempre, a quien nunca le falta una sonrisa y el saludo amistoso para los que halla a su paso.

Rozando ya sus fecundos 91 años, nació el 15 de junio de 1926, atesora unas 200 obras musicales, entre danzones,boleros, guarachas, sones, sambas, el ritmo pilón, congas, cha-cha-chá, merengues y montunos, en una carrera artística como compositor que comenzó en la década de los años 50 del pasado siglo.

Otro santiaguero, Pacho Alonso estuvo entre sus más fervientes intérpretes, popularizando  Yo no quiero piedra en mi camino, pero también Fernando Álvarez, Celia Cruz, Adolfo Guzmán, Benny Moré, Alfonso Álvarez, Bebo Valdés, José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, la Orquesta Riverside y una élite de estrellas difundieron sus textos.

Enrique Alberto Bonne Castillo

A Enrique Bonne no le interesa que se le conozca,  ni ser famoso, sencillamente necesita llegar al público y sentirse bien con lo que hace; solo quiere mantenerse en el conocimiento del pueblo y lo logra con la  autenticidad y amor que insufla a su obra.

El notable artista ostenta las medallas Alejo Carpentier, que otorga el Consejo de Estado; la Jesús Menéndez, de la Central de Trabajadores de Cuba;  la Distinción por la Cultura Nacional, el Sello Laureado de la CTC, el Escudo de la Ciudad de Santiago de Cuba y el Diploma de Hijo Ilustre de la Ciudad de Baracoa.

Obra de la sabiduría de este Maestro son los Tambores de Enrique Bonne,  una agrupación de percusión para conciertos que caracteriza la suroriental urbe, donde se cultiva un arte tradicional y popular de una particularidad sui géneris.

Santiago de Cuba necesita de los Tambores de la ciudad, como también suelen decirles, como el aire para la respiración de su gente, tras la suerte de contar con ellos para adueñarse un poquito cada día de esa policromía de sonoridades que la identifican  como referencia de las expresiones más autóctonas de la Isla.

Con sus dotes de director general y fundador, este artista ha logrado incursionar en todos los géneros y sacar sublimes acordes combinando tamboras, cata, tumbadoras, campana, bocúes, chequerés, maracas, batá, güiro y corneta china, al frente de un grupo que no esfolclórico, ni una conga ni un conjunto de música bailable, sino una agrupación de lujo.

Su faena como compositor es vasta: Dame la mano, La tortuga y el conejo, Manigueta, La tragedia del sabor, La jicotea, La cometa, Linda cubana, Quinto batá, El cangrejo y Negro carabalí burundanga son algunas de las piezas en las cuales señorea la conga santiaguera al compás de los cueros, la campana y la corneta china.

El debut de Enrique Bonne y sus tambores, un hecho inédito, fue en 1959 con apenas siete músicos, cuando actuaron en los carnavales de La Habana de ese año, pero es en septiembre de 1961 en que se funda oficialmente con 54 integrantes.

Hoy, con más de cinco décadas de fecunda actividad artística, ha deleitado al público en disímiles escenarios de Cuba y el extranjero, donde  impactan por el sabor y picante que saben extraerle a los tambores estos reconocidos instrumentistas.

Enrique Alberto Bonne Castillo

Maestría y calidad artística por medio, Bonne y sus muchachos han tenido el gusto y el honor de acompañar con la cadencia singular de sus tambores a prominentes personalidades  y orquestas, entre las que resaltan Michel Legrand, Rosita Fornés, Luis Carbonell y Frank Fernández.

Como bendecidos por el arte, con un poder interpretativo y musical que subyuga, los Tambores de Enrique Bonne definen al santiaguero, al preservar las tradiciones culturales de la nación en cada melodía, en sus contagiosos toques y cantos, muestra de la energía revitalizadora de este hombre.

Ahora en sus manos el Premio Nacional de Música 2016, por sus aportes al desarrollo de la cultura de Santiago de Cuba y del país, según veredicto del jurado, presidido por Digna Guerra, directora del Coro Nacional de Cuba, quien lo calificó el cronista del cubano a través de la música.

La tierra de sus amores, de su esposa y de su hijo Angelito, y de los tantos amigos que lo quieren y admiran, se ufana de contar con hijos como él, quien no se cansa de hacerle regalos a su urbe.