Libro digital

No he hecho una investigación, ni tengo acceso a algún estudio serio sobre la lectura y... las ya no tan nuevas formas de leer.

Mi amigo Rafael Grillo me regaló hace unos meses seis títulos que  no ocupan dos gigas en mi computadora. Los he leído todos y desde hace un tiempo que tengo un tablet, puedo leer, ver fotos o entretenerme (incluso con juegos inteligentes) en mi cama, donde también consigo acomodar la laptop y ver películas.

Ya sé lo que están pensando ¿se puede ver, por ejemplo el filme El piano de Jane Campion en una pantallita? Sí, aunque yo prefiero verlo en pantalla grande y disfrutar la caída en picada de Holly Hunter arrastrada por el artefacto musical. Es una de las escenas de cine que siempre viene a mi mente cuando hablo de pantallas grandes y pequeñas, más que eso, el misterio de la sala oscura que une a decenas de personas ante un hecho audiovisual. Pero de que se puede, se puede ver El piano hasta en un celular.

Tengo en pdf La herida azul, un libro de “intenciones poéticas” y Papel prensa, de Victor Hugo Morales y los dos títulos impresos. Sin embargo, cuando he necesitado consultar algo voy a la computadora, no al libro (de papel) porque si intento tomar alguna frase tengo que copiarla, no marcarla, cortarla y pegarla en mi cuartilla.

Escribo esto porque me parecería muy útil que se produjeran libros digitales, incluso sin grabar en discos, sino para descargarlos en memoria con “alguna trampa” electrónica que impida su reproducción y que se cobre el hecho de descargar.

¿Imaginan la cantidad de títulos que se podrían hacer de esta forma? Pero además de esa manera cada título podría llevar numerosas fotos e ilustraciones a todo color,  que ahora es imposible por lo que se encarece el libro de papel.

No abogo por eliminar la producción de títulos en papel (como detesto que se piense en las salas de cine como algo obsoleto) opino que debemos caminar con los tiempos actuales: aumentar los digitales y ofrecer la misma propaganda que tienen los otros. Los primeros beneficiados serían los ciegos y débiles visuales que podrían saber qué sucede en cada feria del libro.

Y, estoy segura, que para una buena cantidad de adolescentes y jóvenes serían mucho más atractivos esos libros, que para ellos podrían ser, incluso, una suerte de juego ¿Se imaginan "La bella durmiente" rodeada de las hadas en pequeños videos? En fin, quizás mi descubrimiento desde hace 15 años o más, que en la web me leen más que en un medio impreso, me hace soñar con una posibilidad que no es cara y está más cercana al espacio que hoy habitamos muy cercano al ciber.