Pelotero santiaguero al bate

Estaban los santiagueros gozando de lo lindo en el Guillermón Moncada, mientras yo iba a tomarme mi taza de café y en un instante, otro racimo de seis clavó el aguijón hasta sumar un 15-1 en la pizarra. Santiago de Cuba batea demasiado, lo justo para poner la bola en juego y hacer daño con su velocidad. Mientras que, Villa Clara, obsequia muchos corredores, cuando todos sabemos que una final de tres a ganar dos está más cerca de una barrida, que de llegar al límite.

Algo como este detalle sucedió este viernes, sobre todo en la primera hora y media del juego, hasta que las Avispas picaron la naranja a la mitad en su primer enfrentamiento durante la historia del evento.

Este sábado, atentando contra la afición que desea llenar el graderío o simplemente disfrutar el juego desde la pequeña pantalla, a las 10:00 AM Santiago de Cuba podría terminar con 8-0 en postemporada desde 2016 y quedarse con su segundo cetro en años consecutivos de la Serie Nacional de Béisbol Categoría Sub-23.

1. ¡Back-to-Back! Había pasado un mes y una semana desde que, Oscar Colás y Lionard Kindelán, protagonizaron el back-to-back con sendos jonrones contra los envíos de Carlos Vera, lanzador de Las Tunas. Después de 16 cuadrangulares, el Grand Slam de Bartelemy es el primero de un bateador de Santiago de Cuba en el Guillermón Moncada, justo para dictar sentencia en el momento donde la pizarra mostraba el 4-1. Antes, solo Yoelquis Guibert —quien regresó a la alineación en esta final— en el segundo inning contra el derecho holguinero Joel Aguilera, tenía un Grand Slam santiaguero. Ese fue el 30mo HR del equipo en general, hasta que 20 palos de vuelta entera después, apareció el descomunal batazo de Bartelemy.

Un punto es justo señalar en lo que aprendimos este viernes, donde el manager debutante Ariel Pestano ordenó una base intencional al zurdo Luis Veranes, la cual llenó el circuito. Seguidamente, el relevista Eduardo León golpeó a Ricardo Ramos, y fue sustituido –demasiado rápido— por el zurdo Marlon Cabrera, que tenía poco en la bola. Cabrera cayó abajo en 3-0. Luego marcó el 3-1, y mejoró a 3-2, pero lanzó una recta demasiado débil en un punto al centro donde Bartelemy haló a gusto.

Gráfico computarizado de un pelotero al bate

No estoy pensando en que León habría trancado el inning…, el decisivo instante. Solo me llamaban poderosamente la atención dos estadísticas: León jamás permitió un jonrón entre sus 51 elevados en contra, el poder aislado de sus rivales era un pálido .065 y lanzaba con una probabilidad de 19.1% de admitir un rodado hacia territorio derecho. Pestano, como en el juego que perdió en abril ante Isla de la Juventud, ganándolo por 8-3 en el noveno, tenía el peor de los resultados en la estrategia.

2. Carlos Font recibió demasiada colaboración. Con 25 pitcheos en el primer capítulo y dos boletos entrando la tanda de remolcadores, parecía que Font estrenaría las duchas de manera temprana. Pero, no eran ideas mías: Otra vez aparecía el triste intento de robar la tercera almohadilla, una jugada para la cual aún los villaclareños no están preparados. Es cierto, Jesús Olivera y Julio Miranda habían dejado a 10 corredores en posición de anotar esta postemporada. Sin embargo, el intento de robar esfumó la amenaza que, quizás, habría sido decisiva.

Font seguía dispersado de la zona de strike en el segundo round, pero Duviel Zamora, que no aprende de las 14 veces que había sido atrapado en bases, fue pescado en un alarde de adelantar. Villa Clara pudo haber guardado los bates después del cuarto, cuando marcaron dos hits y otra vez Zamora y David Machado fueron incapaces de empujar una a la goma.

3. ¿Dónde está la potencia del pitcheo naranja que vimos en semifinal? Quiero ver lanzar a Javier Mirabal frente a Santiago de Cuba. Espero que sea este sábado, en un duelo contra Digney Arévalo, para ver cómo produce la alineación santiaguera.
Es raro decirlo: los naranjas solo permiten una paliza así cada largo tiempo, y desde el 15 de agosto de 2014 no perdían por un margen más amplio que 13-3, en aquella ocasión frente a La Habana. Mi pronóstico fue de 2-1, a favor de Santiago de Cuba, por lo que aún creo que los villaclareños batearán, y sus pitchers regalarán algo más decente que esta paliza recibida.

4. Los robos de tercera, el toque de bola y la base intencional. ¿Será que hemos retrocedido en la estrategia? Nuestros managers envían toque de bola para mover al corredor a posición de anotar, desde donde lo mandan al robo de tercera. Ok, dirigir no es nuestro trabajo. Pero pensar, sí. Suena contradictorio y tradicional el toque de bola en cualquier inning, sin importar el marcador ni quiénes están en el círculo de espera. Es, sin dudas, una epidemia bastante desagradable. El vivo ejemplo estuvo antes de ver caer los primeros seis outs, pues en el primero y segundo episodio de cada equipo hubo al menos un cogido robando y uno que otro toque, contando los intentos. Vuelvo a preguntarme, ¿en qué era por fin estamos?...

Rectas rápidas del pensamiento… Santiago de Cuba podría irse invicto de nuevo en la final y por segundo año consecutivo 4-0, para así arribar a un 8-0. Ellos han ganado 2-0 y 8-3 vs Ciego de Ávila, 6-0 y 4-1 en la final de 2016 contra Artemisa, y este año ya tienen 3-0, luego de haberle quitado la serie a Holguín, 5-1 y 9-6, y vencer por 15-1 en este primer desafío de la final. …Santiago de Cuba anotó por vez primera un rally de seis en entradas consecutivas, aunque ya tenía un quinto capítulo de seis carreras contra Guantánamo el 4 de julio de 2016.

¿Terminará o no la historia inédita de Santiago de Cuba y Villa Clara? ¡Despiértense temprano si quieren ver!