Alazanes y Leñadores se enfrentan
Tras perder par de veces como visitantes, a los Alazanes de Granma no les quedaba otra que imponer respeto ellos también cuando fueran anfitriones, y ganar los tres desafíos previstos en su sede del Mártires de Barbados.

No resultó fácil, sobre todo en los dos últimos encuentros, que fueron bastante cerrados, sobre todo el cuarto, para mi gusto el mejor celebrado hasta ahora en esta final rabiosamente dominada por el bateo. Según mi suegra, que no puede ocultar su filiación almendarista, estos son juegos de manigua, pero cuando ninguno de los dos rivales logra despegarse en el marcador se mantiene el encanto, aunque la pizarra termine 16x15.

Los que más han sufrido son los abridores de ambos bandos, porque cada alineación está empeñada en sacarlos rápido del box, y casi siempre lo han logrado. Solamente Lázaro Blanco, en su segunda salida, y el zurdo Luis Ángel Gómez, lograron sostenerse durante más tiempo con efectividad, porque aunque Ulfrido García aguantó en el quinto choque, no fue dominante y se apoyó sobre todo en la amplia ventaja que le habían dado sus compañeros.

A los Leñadores se les ha venido abajo sobre todo la defensa, pues aunque no han ligado como hubieran querido, sí han bateado bastante. En este tipo de desafíos, y ante un rival como Granma, no se pueden dejar de sacar los outs hechos, porque te cuesta, y así ha sido la tónica.

Los dos mentores han movido bien sus piezas, tanto a la ofensiva como el cuerpo de lanzadores, y también apelado a la estrategia en momentos puntuales con bastante exactitud o al menos con lógica, independientemente de que los resultados no siempre hayan sido los mejores.

Sencillamente, los Alazanes jugaron mucho mejor en sus predios, y por eso ahora van con ventaja de vuelta al Julio Antonio Mella, donde no obstante les será bien difícil conseguir la victoria que necesitan para mantener la corona.

Párrafo aparte para Roel Santos y Alfredo Despaigne. El primero ha sido todo inspiración, el motor ideal para echar a andar el rodillo granmense, y todo un peligro también cuando se embasa. En tanto, Despaigne merece ser recibido de pie cada vez que salga a consumir un turno al bate, porque lo que está haciendo tiene todo el mérito del mundo. Pese a jugar sin descanso casi durante todo el año, con alto rendimiento además, y no tener ninguna necesidad de tipo económico o personal, el Caballo de los Caballos no dudó en sacrificar su físico y ponerse a jugar a la defensa pese a no haberlo hecho por más de un año para abrir un hueco a Lázaro Cedeño, que reclamaba en silencio, pero a gritos, valga la paradoja, un puesto bien ganado en la alineación de los titulares del patio. Ojalá tuviéramos a muchos como Despaigne, que ponen su terruño por encima de cualquier cosa, sin pararse a mirar riesgos. Nada más por eso, ya esta final vale la pena.

De lo que falta por ocurrir, no me atrevo a pronosticar cómo, pero mantengo mi opinión inicial de que Granma debe imponerse, ya sea en seis o en siete desafíos.