Cuando Mijaín cierra el agarre para desbalancear es practicamente indefendible.

Mijaín, después de su título en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla se ha mantenido entrenando, sin excederse ni someterse a excesivos volúmenes.

Principalmente enfocado en que el 2019 será un año de mucho peso en la búsqueda de su cuarto oro olímpico en Tokio 2020.

Puede parecer que sobre Mijaín López queda muy poco de que hablar. Aquel que así lo haga estaría errando. Cada día el gigante de ébano de Herradura demuestra el porqué merece ser considerado entre los mejores deportistas cubanos de todos los tiempos.

Mijaín, después de su título en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla se ha mantenido entrenando, sin excederse ni someterse a excesivos volúmenes, pero enfocado en que el 2019 será un año de mucho peso en la búsqueda de su cuarto oro olímpico en Tokio 2020.

El as de los 130 kg del estilo grecorromano, cinco veces campeón del orbe, tres veces rey bajo los cinco aros, además de atesorar un trío de subtítulos universales, está consciente que llegará a la cita en Tierras del Sol Naciente con 38 años, por lo que cuidarse en el aspecto físico devendrá crucial.

Muestras de disciplina constante da a diario, pues a sus sesiones en los colchones del Cerro Pelado, adiciona el hecho de ser consejero de todos sus homólogos, sin distinción de estilo, lo que lo convierte en una especie de “padrino” de los gladiadores de nuestra preselección nacional.

Galardonado entre la decena de mejores gladiadores cubanos en el 2018, el muro infranqueable de 1.96 metros de estatura accedió a dialogar con CubaSí, luego de estrecharme la mano, darme un abrazo que más bien parecía como si me estuviese abrazando un pulpo enorme y sonreírme antes de disparar sus reflexiones:

“Este 2018 pudiera decir que rompí el hielo, a pesar de que los Juegos Centroamericanos y del Caribe no eran una competencia propiamente para medirme, sino más bien para enfrentarme al peso corporal, que constituye en este minuto mi mayor enemigo. Sin embargo lo hice bien, sin dificultades, peleé en 128 kg.

Posteriormente fuimos al Campeonato mundial a hacer trabajo de scouteo. Hice una buena preparación, mantenerme en 135 kg y además de no desvincularme tanto contribuir a la puesta en forma de Oscar Pino. El hecho de que él sea doble medallista mundial es importante para ambos, nos sube la parada a diario en el colchón y ha venido evolucionando muy bien”.
 

¿Cómo vislumbras el 2019?

“El 2019 debe tener indiscutiblemente otra perspectiva. Lo principal será mantener el peso. Eso implicaría un régimen más intenso de preparación y algunos cambios. Disciplinarme la forma de vida y centrarme por completo en la lucha.

Algo que me gustó mucho de lo que pude observar en el Mundial de Budapest, es el hecho de que los contrarios siguen siendo los mismos: el turco, el estonio, un ruso y un armenio. Ningún luchador nuevo que asuste.

La idea es cuidarme, a tono con la edad. Físicamente en estos momentos tengo una ligera molestia en la rodilla derecha, pero me hicieron todo tipo de pruebas en el hospital Hermanos Ameijeiras y afortunadamente no tengo nada serio, ni problemas en el menisco. Solo un poco de líquido derramado. En estos días me extraerán ese líquido y continuaré bajo tratamiento para que todo continúe bien. Salvo esa pequeña cuestión estoy entero”.
 

¿Buscarías la clasificación en el Mundial de Astaná?

“Eso pretendemos. En el orden individual quiero participar al menos en dos competencias previas en Europa además de los Juegos Panamericanos de Lima, para ir modelando, calibrando mis potencialidades y para que los adversarios sientan que aún Mijaín está activo y al nivel requerido por la élite”.
 

¿El plano familiar equilibrado?

“Todo bajo control. Mis hijos, los viejos, mi esposa. Todo el mundo bien y a la expectativa para ver qué sucederá conmigo en estos dos años”.

Mijaín es una leyenda indiscutibe del olimpismo. Suma 16 victorias y una única derrota frente al ruso Kashan Baroyev en la edición de Atenas 2004, en la cual recaló quinto en definitiva. Dueño de la más letal técnica de desbalance que he conocido, posee todos los recursos para llegar a Tokio y pelear con uñas y dientes por su cuarto cetro olímpico. De seguro sus adversarios tendrán mucho de qué preocuparse cuando lo vean reaparecer en el 2019.

Mi apuesta por él está hecha de antemano, como también de seguro la de millones de cubanos. El cierre, su pleito final frente al turco Ryza Kaayalp en Río 2016, victoria que determinó su tercer vellocino olímpico.