Uniforme de béisbol cubano y Grandes Ligas

Es un triunfo humano y deportivo en la batalla contra el bloqueo y el dogmatismo. Pero hay que prepararse muy bien.

Las nuevas relaciones, lógicas, humanas y dialécticas de nuestra pelota con las Grandes Ligas, deben hacernos reflexionar con profundidad para no llamarnos a engaño y jamás caer en derechazos y tergiversaciones históricas.

Hay que resaltar la riqueza de nuestro deporte nacional; y el salón de la fama mismo tiene que ser rescatado, desechando cualquier "sarampión", lanzando por la borda lo dogmático, con flexibilidad y respeto. Ahí deben estar los que merecen estar por sus valores atléticos sin soslayar la dignidad. Muy correcta la entrada en la reapertura, por ejemplo, de Orestes Miñoso y Camilo Pascual. Otros más como ellos lo merecen. Es un solo béisbol y no podemos separar a los hombres de su etapa.

Existen algunos de la época actual que fueron víctimas de debilidades propias y las acciones del enemigo: todos no pueden poseer un alma potente como Omar Linares o Teófilo Stevenson: la patria por encima de la riqueza, ni tenían en su corazón a los peloteros mambises como Carlos Maciá y Ricardo Cabaleiro o al boxeador Giraldo Córdova Cardín, el esgrimista Jorge Agostini, el judoca José Ramón Rodríguez López, el nadador y pesista Marcelo Salado…

El gran pecador es el que paga por pecar y no el que peca por la paga como nos enseña Sor Juana Inés de la Cruz. Para estos encontramos vías justas a recorrer en la Parábola del Hijo Pródigo. 

Ah, cuidado con la alharaca dirigida hacia la mentira y el otro extremo. Ni hablar de aceptar el pedido de algunos de ubicar una placa en el Estadio Latinoamericano con el nombre de un vividor pro gringo, Boby Maduro, a partir de ver pureza en sus acciones para edificar el Coloso del Cerro cuando su fin era lo comercial en estos asuntos, no la querencia por la tierra de los Maceo. El canto ciego a los Reyes del Azúcar es otro error, sin que signifique quitar lo bello del ensueño.

Falla grande: no hace mucho lesionaron desde un programa televisivo, los textos y la profusión de fotografías para mostrar a dos peloteros íntimamente vinculados al batistato. Uno de ellos, oficial del ejército antipueblo, torturó y asesinó, y pagó sus crímenes en los primeros días de 1959; del otro, contaron anécdotas y, entre las fotos, la que capta cuando departe con un niño. 
Personalmente prefiero ofrecer ese espacio a peloteros del pasado de mayor estatura ciudadana y atlética; a la vez, soy contrario a impedir por decreto el reflejo de estos dos tipejos pues forman parte de la historia: pero el tratamiento debe ser tan frío como sus numeritos, enfatizando en sus indignidades, sin una pizca conductora hacia la simpatía o algo que los haga atractivo.

Primordial: no podemos cansarnos de dar cómo, desde antes del bloqueo, lo peor de Estados Unidos se lanzó contra el corazón del deporte cubano al inicio de la victoria del pueblo. Muchos escritos y proyecciones no van a aguas profundas en dicho tópico y hasta priorizan las culpas nuestras: la de los “niños genios” - bastante de ellos terminaron bien lejos de la moral- la retirada masiva impuesta, esquematismo y otras injusticias. Tenemos que mostrar la verdad, en especial a las nuevas generaciones, y abrazar lo cardinal sin obviar errores de acá ni darles la mayor dimensión.

Estimo adecuado, con respecto al asunto, remitir a parte de mi ponencia Tenemos que dar el escón, pronunciada en el coloquio El inning se complica, convocado en el 2013 por la Fundación Alejo Carpentier y publicada en Calibán y, de una u otra forma, en esta página web y la de la Coco.

Temprano, la ofensiva yanqui se dirige a nuestra gran pasión: retiro de la franquicia a los Reyes del Azúcar (1960); ese año prohíbe que sus players actúen en el clásico cubano, nos despoja de ser el escenario de la Serie del Caribe del 61 y, ya con el bloqueo, impone a los peloteros cubanos renunciar a su patria para pertenecer a las Mayores. El Comandante había declarado a la Asociación de Corresponsales de las Naciones Unidas (22-4-1959); “… queremos que (los Sugar Kings) se queden en Cuba y lo que es más, queremos hacer un equipo de Grandes Ligas…. “La situación obliga a cambiar las señas. Contraofensiva: Serie Nacional (1962). Debe sustituir al Campeonato Profesional en el amor de la afición.

Ponen su bregar a favor: atletas, directores, entrenadores, árbitros -muchos han renunciado a salarios elevados en ligas foráneas-, funcionarios; la prensa. Fidel traza la estrategia y la táctica: interviene en aperturas, juega en infinidad de ocasiones, adapta el lenguaje, crea. Es el primero del mundo en inaugurar una temporada bateando la primera pelota: II Serie, 25-2-62. En la I (14-1-62), la envía. Reina el espíritu de nuestros representantes en el Mundial de Costa Rica, abril de 1961. Quieren regresar, enfrentar a los mercenarios. Se les persuade: luchen allí. Retornan invictos.

La gringada continuó dañándonos cuando habíamos alcanzado un enfoque propio del momento sin renegar de los principios, exigidos por una compleja y menos hermosa realidad. Nos impedían obtener experiencias y bienestar económico en la más vigorosa liza beisbolera del orbe. Preferían sonsacar y birlar. Debíamos conformarnos con los contratos en organizaciones de más bajos estímulos deportivos y salariales.

Fidel manifestó en la bienvenida a los peloteros vencedores en Baltimore (4-5-1999): “Quizás algún día haya paz, haya relaciones normales con el vecino del Norte y exista la posibilidad de que podamos participar en esas competencias (Grandes Ligas) y en la medida en que se logre, podríamos mejorar considerablemente los ingresos modestísimos hoy, de nuestros atletas”.

Obamada: relaciones pero el bloqueo es mantenido e intentan doblegarnos con golosinas envenenadas y el garrote presto. Las más frescas trumpadas muestran la faz verdadera. No hay normalidad.

Actualmente, sin embargo, arribó esta victoria humana y de la cultura física con los nuevos tratos nuestros con las Mayores. Pero hay que saber andar por estos senderos, muy por encima de lo estrictamente económico. No podemos confundir, sobre todo en la práctica, el rigor, la especialidad necesaria de la profesionalidad- no solo inherente a las lides del músculo- con el lucro, el negocio por delante, del profesionalismo, Estaremos en ese torneo, es ineludible, y no podemos mancharnos.

Mas marchar por un camino lleno de virus sin antivirus suele terminar mal. Como nunca es indispensable esculpir a nuestros deportistas, los peloteros en lugar preferente. Entrenadores y funcionarios no pueden limitarse a incrementar la velocidad, la fuerza, la resistencia, la habilidad de sus discípulos: tienen que vigorizarles lo humano, lo ideológico, lo espiritual. Así lograremos alegría plena en este cambio histórico y justo.