Estos tiempos de redes sociales han hecho mucho más visibles a las mujeres de todas las edades y cualquier sector social que se niegan al estereotipo de la escoba, el fregadero y la delicadeza, y así, incluso sin dejar la comida adelantada, se van al estadio.
Yo siempre discutí de pelota “como si fuera un macho” (así me decían los y las machistas). Cuando estaba en la Universidad no me perdía de comprar cada año la guía de béisbol en la Feria del Libro y hasta me bromeaban mis compañeros de la FEU con nombrarme DT del equipo de la UH.
Pero no soy, para nada, una rareza, ni pionera en el tema, solo una más de las muchas, muchísimas cubanas, que sienten la pelota y la siguen “como una mujer”, que nadie lucha ni se defiende con más garra que nosotras, quizás por el entrenamiento en el terreno de la vida.
Que las mujeres seamos “peloteras” desde las gradas es tradición, mi mejor ejemplo es Delia, la abuela de una amiga, que a los 80 años todavía quería ir al estadio y cuando ya se le hacía muy difícil, nos animaba a que fuéramos nosotras, para tener las noticias de primera mano.
Pero estos tiempos de redes sociales, nos han hecho mucho más visibles a las mujeres de todas las edades y cualquier sector social, que se niegan al estereotipo de la escoba, el fregadero y la delicadeza y así, incluso sin dejar la comida adelantada se van al estadio.
Este año, incluso una de nosotras se estrenó como comentarista en la emisora Radio 26 de Matanzas, la primera cubana en ese rol, aunque ya muchas llenan páginas y segmentos de periodismo deportivo.
Hasta una peña con su correspondiente página en Facebook tienen las Cocodrilas de Matanzas. He capturado los post de algunas de mis amigas virtuales, para que usted vea de qué hablo…
