Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, en el Parque Céspedes
de Santiago de Cuba, el 1ro. de enero de 1959.
Santiagueros, compatriotas de
toda Cuba:
Al fin hemos llegado
a Santiago (Aplausos). Duro y largo ha
sido el camino, pero hemos llegado (Aplausos).
Se decía que hoy a
las 2:00 de la tarde se nos esperaba en la capital de
Además, yo iba a estar en la capital de
Tal vez la medida
sorprenda a algunos, es una medida nueva, pero por eso ha de caracterizarse,
precisamente,
Pero hay, además, otras razones: el movimiento militar revolucionario, el
verdadero movimiento militar revolucionario, no se hizo en Columbia. En Columbia prepararon un “golpecito” de
espaldas al pueblo, de espaldas a
Puesto que la verdad
hay que decirla y puesto que venimos aquí a orientar al pueblo, les digo y les
aseguro que el golpe de Columbia fue un intento de escamotearle al pueblo el
poder y escamotearle el triunfo a la Revolución. Y, además, para dejar escapar a Batista, para
dejar escapar a los Tabernillas, para dejar escapar a los Pilar García y a los Chavianos, para dejar escapar a los Salas Cañizares y a los
Ventura (Aplausos).
El golpe de Columbia
fue un golpe ambicioso y traidor que no merece otro calificativo, y nosotros
sabemos llamar las cosas por su nombre y atenernos, además, a la
responsabilidad (Aplausos).
No voy a andar con
paños calientes para decirles que el general Cantillo nos traicionó y no es que
lo voy a decir, sino que lo voy a probar.
Pero, desde luego, lo habíamos dicho siempre: no vayan a tratar a última hora a venir a
resolver esto con un “golpecito militar”, porque si hay golpe militar de
espaldas al pueblo,
Esta vez, por fortuna
para Cuba,
Pero, no querían que
fuese así. En los instantes mismos en
que la dictadura se desplomaba como consecuencia de las victorias militares de
Por eso, cuando el
24 de diciembre se nos comunicó el deseo del general Cantillo de tener una
entrevista con nosotros, aceptamos la entrevista. Yo les confieso a ustedes que, dado el curso
de los acontecimientos, la marcha formidable de nuestras operaciones militares,
yo tenía muy pocos deseos de ponerme a hablar de movimientos militares; pero yo
entendí que era un deber, que nosotros los hombres que tenemos una
responsabilidad no nos podemos dejar llevar por las pasiones. Y pensé que si el triunfo se podía lograr con
el menor derramamiento de sangre posible, mi deber era atender las
proposiciones que me hiciesen los militares (Aplausos).
Fui a ver al señor Cantillo que vino a hablarme en nombre del Ejército. Se reunió conmigo el día 28 en el central
Oriente, adonde llegó en un helicóptero, a las 8:00 de la mañana. Allí conversó con nosotros durante cuatro
horas, y yo sí que no voy a hacer una historia inventada ni cosa que se
parezca, porque tengo testigos excepcionales de la entrevista. Allí estaba el Dr. Raúl Chibás, allí estaba un sacerdote
católico, allí estaban varios militares cuyos testimonios no pueden ser puestos
en duda por ningún concepto.
Allí, después de
analizar todos los problemas de Cuba, después de puntualizar todos los
detalles, acordó, el general Cantillo, realizar de acuerdo con nosotros un
movimiento militar revolucionario. Lo
primero que le dije fue esto, después de analizar bien la situación: la situación del Ejército, la situación a que
lo había llevado la dictadura; después de aclararle que a él no le tenía que
importar Batista ni los Tabernillas ni toda aquella gente, no le tenía que
importar nada, porque aquella gente había sido muy desconsiderada con los
militares cubanos; que aquella gente había llevado a los militares a una guerra
contra el pueblo, que es una guerra que se pierde siempre, porque contra el
pueblo no se puede ganar una guerra (Aplausos).
Después de decirle
que los militares eran víctimas de las inmoralidades del régimen, que los
presupuestos para comprar armamentos se los robaban, que a los soldados los
engañaban constantemente, que aquella gente no merecía la menor consideración
de los militares honorables, que el Ejército no tenía por qué cargar con la
culpa de los crímenes que cometía la pandilla de los esbirros de confianza de
Batista; le advertí, le advertí bien claramente, que yo no autorizaría jamás,
por mi parte, ningún tipo de movimiento que permitiese la fuga de Batista. Le advertí que si Batista quería fugarse, que
se fugara enseguida y con él Tabernilla y todos los demás, pero que mientras
que nosotros pudiéramos evitarlo, teníamos que impedir la fuga de Batista (Aplausos).
Todo el mundo sabe
que nuestro primer planteamiento en caso de un golpe militar para llegar a un
acuerdo con nosotros era la entrega de los criminales de guerra, y esa era una
condición esencial.
Y se podía haber
capturado a Batista y a todos sus cómplices.
Y yo se lo dije bien claro que no estaba de acuerdo con que Batista se
fuera. Le expliqué bien qué tipo de
movimiento había que hacer; que yo no respaldaría, ni el Movimiento 26 de Julio
ni el pueblo, respaldarían un golpe de Estado, porque la cuestión es que el
pueblo es el que ha conquistado su libertad y nadie más que el pueblo (Aplausos).
La libertad nos la
quitaron mediante un golpe de Estado, pero para que se acabaran de una vez y
para siempre los golpes de Estado, había que conquistar la libertad a fuerza de
sacrificio de pueblo, porque no hacíamos nada con que dieran un golpe mañana y
otro pasado y otro dentro de dos años y otro dentro de tres años; porque aquí
quien tiene que decidir, definitivamente, quién debe gobernar es el pueblo y
nadie más que el pueblo (Aplausos).
Y los militares deben estar incondicionalmente a las órdenes del pueblo y a
la disposición del pueblo y a la disposición de
Si hay un gobierno
malo que roba y que hace más de cuatro cosas mal hechas pues, sencillamente, se
espera un poco y cuando llegan las elecciones se cambia el mal gobierno; porque
para eso los gobiernos en los regímenes constitucionales democráticos tienen un
período de tiempo limitado. Porque si
son malos, el pueblo los cambia y vota por otros mejores.
La función del
militar no es elegir gobernantes, sino garantizar la ley, garantizar los
derechos del ciudadano (Aplausos). Por
eso le advertí que golpe de Estado ¡no!, movimiento militar revolucionario,
¡sí!, y no en Columbia sino en Santiago de Cuba (Aplausos).
Le dije bien claro, que la única forma de lograr la vinculación y la
confraternización del pueblo y de los militares y de los revolucionarios, no
era dando un “madrugonazo” en Columbia, a las dos o
las tres de la mañana, sin que nadie se enterara como acostumbran a hacer estos
señores, sino sublevando la guarnición de Santiago de Cuba, que era lo
suficientemente fuerte y estaba lo suficientemente bien armada para iniciar el
movimiento militar y sumar al pueblo, y sumar a los revolucionarios a ese
movimiento; que en las circunstancias en que estaba la dictadura era
irresistible, porque de seguro que se sumarían de inmediato todas las
guarniciones del país, y eso fue lo que se acordó.
Y no solo se acordó eso, sino que yo le hice prometer, porque él pensaba ir
a
Yo considero que lo
primero que debe tener un militar es honor, que lo primero que debe tener un
militar es palabra; y este señor ha demostrado no solo falta de honor y falta
de palabra, sino falta, además, de cerebro.
Porque un movimiento que pudo haberse hecho desde el primer momento con
todo el respaldo del pueblo y con el triunfo asegurado de antemano, lo que hizo
fue dar un salto mortal en el vacío. Creyó
que iba a ser demasiado fácil engañar al pueblo y engañar a
Sabía algunas cosas,
sabía que en cuanto dijeran que Batista había agarrado el avión, el pueblo se
iba a tirar a la calle loco de contento.
Y pensaron que el pueblo no estaba lo suficientemente maduro para
distinguir entre la fuga de Batista y la Revolución. Porque si Batista se va y se apoderan allá de
los mandos los amigos de Cantillo, muy bien pudiera ser que el doctor Urrutia
tuviera que irse dentro de tres meses también; porque, lo mismo que nos
traicionaban ahora, nos traicionaban luego.
Y la gran verdad es que el señor Cantillo nos traicionó a nosotros antes
de dar el golpe. Dije que lo demostraba,
y lo voy a demostrar.
Se acordó con el
general Cantillo que el levantamiento se produciría el día
Se acordó el plan en
todos sus detalles: el día
Se acordó que los
tanques que hay en la ciudad serían puestos a disposición de nosotros, y yo me
ofrecí, personalmente, para avanzar hacia la capital con una columna blindada,
precedida por los tanques. Los tanques
me serían entregados a las 3:00 de la tarde, no porque se pensase que había que
combatir, sino para prever en caso de que en La Habana el movimiento
fracasase y hubiese necesidad de situar nuestra vanguardia lo más cerca posible
de la capital. Y, además, para prever
que no se fueran a realizar excesos en la ciudad de
Era lógico que con el odio despertado allí contra la fuerza pública por los
inenarrables horrores de Ventura y de Pilar García, la caída de Batista iba a
producir una desorbitación en la ciudadanía.
Y que, además, aquellos policías se iban a sentir sin fuerza moral para
contener al pueblo, como efectivamente ocurrió.
Una serie de excesos
han tenido lugar en la capital: saqueos, tiroteos, incendios. Toda la responsabilidad cae sobre el general
Cantillo por haber traicionado la palabra empeñada y por no haber realizado el
plan que se acordó. Creyó que nombrando
capitanes y comandantes de la policía —muchos de los cuales cuando los habían
nombrado ya se habían ido, prueba de que no tenían la conciencia muy tranquila—
iba a resolver la cuestión.
Qué distinto, sin
embargo, fue en Santiago de Cuba. ¡Qué
orden y qué civismo! ¡Qué disciplina
demostrada por el pueblo! Ni un solo
caso de saqueo, ni un solo caso de venganza personal, ni un solo hombre
arrastrado por las calles, ni un incendio.
Ha sido admirable y ejemplar el comportamiento de Santiago de Cuba, a
pesar de dos cosas: a
pesar de que esta había sido la ciudad más sufrida y que más había padecido el
terror, por lo tanto, la que más derecho tenía a estar indignada (Aplausos); y
a pesar, además, de nuestras declaraciones de esta mañana diciendo que no
estábamos de acuerdo con el golpe.
Santiago de Cuba se
comportó ejemplarmente bien, y creo que será este caso de Santiago de Cuba un
motivo de orgullo para el pueblo, para los revolucionarios y para los militares
de
Ya no podrán decir
que
Es conveniente que
el pueblo conozca las comunicaciones que intercambiamos el general Cantillo y
yo. Si el pueblo no está cansado (Gritos
y exclamaciones de: “¡No!”)
le puedo leer las mismas.
Después de los acuerdos tomados, cuando nosotros ya habíamos suspendido las
operaciones sobre Santiago de Cuba, porque el día 28 ya nuestras tropas estaban
muy próximas a la ciudad, y se habían realizado todos los preparativos para el
ataque a
“Han variado mucho las circunstancias en sentido favorable a una solución
nacional” —en el sentido que él quiere para Cuba. Era extraño, porque después de analizar los
factores que se contaban, no podía ser más favorable la circunstancia. Estaba asegurado el triunfo, y esto era una
cosa extraña que viniera a decir: “Han variado muy favorablemente las
circunstancias”. Las circunstancias de
que Batista y Tabernilla estaban de acuerdo, asegurado el golpe. “[…] Que recomiendo no hacer nada en estos momentos y
esperar los acontecimientos en las próximas semanas, antes del día
Desde luego, la
tregua prolongada indefinidamente, mientras ellos hacían todos los amarres en
Mi respuesta
inmediata fue esta:
El
contenido de la nota se aparta por completo de los acuerdos tomados, es ambiguo
e incomprensible. Y me ha hecho perder
la confianza en la seriedad de los acuerdos.
Quedan rotas las hostilidades a partir de mañana a las 3:00 p.m., que
fue la fecha y hora acordadas para el movimiento.
(Aplausos)
Ocurrió entonces una cosa muy curiosa.
Además de la nota, que era muy breve, yo le mando a decir al jefe de
En consecuencia del
mensaje, el coronel jefe de
La solución encontrada no es golpe de Estado ni Junta
Militar, y, sin embargo, creemos que es la que mejor conviene al doctor Fidel
Castro, de acuerdo con sus ideas, y pondría en 48 horas el destino del país en
sus manos. No es solución local, sino
nacional; y cualquier indiscreción adelantada podría comprometerla o destruirla
creando el caos. Queremos que se tenga
confianza en nuestra gestión y se tendrá la solución antes del día 6.
En cuanto a Santiago, debido a la nota y a las palabras
del mensajero, hay que cambiar el plan y no entrar. Dichas palabras han causado malestar entre el
personal “llave” y nunca se entregarían las armas sin pelear. Las armas no se rinden a un aliado y no se
entregan sin honor.
Frase muy hermosa
del jefe de
Si
no se tiene confianza en nosotros o si se ataca Santiago, se considerarán rotos
los acuerdos y se paralizarán las gestiones para la solución ofrecida,
desligándonos formalmente de todo compromiso.
Esperamos, debido al tiempo necesario para actuar en una u otra forma,
que la respuesta llegue a tiempo para ser enviada a
Mi respuesta a esta
nota del coronel José Rego Rubido
fue la siguiente:
Territorio
Libre de Cuba, diciembre 31 de 1958.
Señor
coronel.
Un lamentable error se ha producido en la trasmisión a
usted de mis palabras. Tal vez se debió
a la premura con que respondí a su nota y a lo apurado de la conversación que
sostuve con el portador. Yo no le dije
que la condición planteada por nosotros en los acuerdos que se tomaron era la
rendición de
La cuestión es otra: se había llegado a un acuerdo y se
adoptó un plan entre el líder del movimiento militar y nosotros. Debía comenzar a realizarse el día
La medida era,
precisamente, el avance de la columna nuestra sobre Santiago de Cuba.
Se
trataba de una acción unida de los militares, el pueblo y nosotros; un tipo de
movimiento revolucionario que desde el primer instante contaría con la
confianza de la nación entera. De inmediato, y de acuerdo con lo que se convino,
suspendimos las operaciones que se estaban llevando a cabo, y nos dimos a la
tarea de realizar nuevos movimientos de fuerzas hacia otros puntos como
Holguín, donde la presencia de conocidos esbirros hacía casi segura la
resistencia al movimiento militar revolucionario.
Cuando
ya todos los preparativos estaban listos por nuestra parte, recibo la nota de
ayer, donde se me daba a entender que no se llevaría [a cabo] la acción
acordada. Al parecer había otros planes,
pero no se me informaba cuáles ni por qué.
De hecho ya no era cosa nuestra la cuestión. Teníamos
simplemente que esperar. Unilateralmente
se cambiaba todo. Se ponía en riesgo a
las fuerzas nuestras que, de acuerdo con lo que se contaba, habían sido
enviadas a operaciones difíciles; quedábamos sujetos, además, a todos
los imponderables. Cualquier riesgo del
general C., en sus frecuentes viajes a
Bien
aclaré que no podía ser una acción de los militares solos; para eso, realmente,
no había que esperar los horrores de dos años de guerra. Cruzarnos de brazos en los momentos decisivos
es lo único que no se nos puede pedir a los hombres que no hemos descansado en
la lucha contra la opresión desde hace siete años.
Aunque
ustedes tengan la intención de entregar el poder a los revolucionarios, no es
el poder en sí lo que a nosotros nos interesa, sino que
Personalmente puedo añadirle que el poder no me interesa,
ni pienso ocuparlo. Velaré solo porque
no se frustre el sacrificio de tantos compatriotas, sea cual fuere mi destino
posterior. Espero que estas honradas razones,
que con todo respeto a su dignidad de militares les expongo, las comprendan. Tengan la seguridad de que no están tratando
con un ambicioso ni con un insolente [...].
Párenme los tanques allí, hagan el favor (Gritos y aplausos).
Cuando
terminemos nuestras declaraciones y la proclamación del presidente provisional,
los tanques le harán honor al poder civil de
Continúo leyendo la
carta del día 31 al señor coronel jefe de
Personalmente
puedo añadirle que el poder no me interesa, ni pienso ocuparlo, velaré solo
porque no se frustre el sacrificio de tantos compatriotas, sea cual fuere mi
destino posterior. Espero que estas
honradas razones, que con todo respeto a su dignidad de militares les expongo,
las comprendan. Tengan la seguridad de
que no están tratando con un ambicioso ni con un insolente [repite el párrafo
anterior a la interrupción].
Siempre
he actuado con lealtad y franqueza en todas mis cosas. Nunca se podrá llamar triunfo a lo que se
obtenga con doblez y engaño. El lenguaje
del honor que ustedes entienden es el único que yo sé hablar.
Nunca se mencionó en la reunión con el general C. la
palabra rendición, lo que ayer dije y reitero hoy es que a partir de las 3:00
de la tarde del día 31, fecha y hora acordadas, no podíamos prorrogar la tregua
con relación a Santiago de Cuba, porque eso sería perjudicar
extraordinariamente a nuestra causa. Nunca una conspiración es segura. Anoche llegó aquí el rumor de que el general
C. había sido detenido en
Lo que dije al mensajero en cuanto a rendición, que no
fue trasmitido literalmente y pareció motivar las palabras de su nota de hoy,
fue lo siguiente: que
si se rompían las hostilidades por no cumplirse lo acordado, nos veríamos
obligados a atacar
Se
nos pone en el dilema de renunciar a las ventajas de nuestras victorias o
atacar, un triunfo seguro a cambio de un triunfo probable. ¿Cree usted que con
la nota de ayer, ambigua y lacónica, contentiva de una decisión unilateral,
pueda yo incurrir en la responsabilidad de mantener en suspenso los planes?
Como
militar que es reconozca que se nos pide un imposible. Ustedes no han dejado un minuto de hacer
trincheras; esas trincheras las pueden utilizar contra nosotros un Pedraza, un
Pilar García, o un Cañizares, si el general C.
es relevado del mando y con él sus hombres de
confianza. No se nos puede pedir que
permanezcamos ociosos. Vea usted que se nos coloca en una situación absurda. Aunque
defiendan con valor sus armas, no nos queda más remedio que atacar, porque
nosotros también tenemos obligaciones muy sagradas que cumplir.
Más
que aliados, deseo que los militares honorables y nosotros seamos compañeros de
una sola causa, que es la de Cuba […].
Deseo,
por encima de todo, que usted y sus compañeros no se hagan una idea errónea de
mi actitud y de mis sentimientos. He
sido extenso para evitar que se confundan o tergiversen los conceptos.
Respecto
a la tácita suspensión del fuego en la zona de Santiago de Cuba, para evitar
toda duda, ratifico que aunque en cualquier instante antes de que se inicien
los combates podemos reanudar las operaciones, a partir de hoy debe quedar
advertido que el ataque se va a producir de un momento a otro, y que por
ninguna razón volveremos a suspender los planes, ya que todo esto, como son
cuestiones que se tramitan en secreto, puede sembrar la confusión en el pueblo
y perjudicar la moral de nuestros combatientes.
Atentamente,
Libertad
o muerte.
(Aplausos)
El coronel Rego me respondió con una pundonorosa carta que es también
digna de aplausos, y que dice así:
Señor:
Recibí
su atenta carta fechada en el día de hoy [31 de diciembre de 1958] y créame que
le agradezco profundamente la aclaración relativa a la nota anterior, aunque
debo confesarle que siempre supuse que se trataba de una mala interpretación,
pues a través del tiempo he observado su línea de conducta y estoy convencido
de que es usted un hombre de principios.
Yo desconocía los detalles del plan original, pues
solamente fui informado de la parte a mí concerniente, como también desconozco
algunos pequeños detalles del plan actual.
Yo estimo que, en parte, usted tiene razón cuando hace el análisis del
plan original, pero creo que demoraría unos días más en llegar a su consumación
y nunca podría evitarse que muchos de los culpables —grandes, medianos y
chicos— se escaparan.
Soy
de los que pienso que es absolutamente necesario dar un ejemplo en Cuba para
aquellos que, aprovechando las posiciones del poder (Aplausos) cometen toda
clase de hechos punibles, pero, desgraciadamente, la historia está plagada de
casos semejantes y rara vez los culpables pueden ser puestos a disposición de
las autoridades competentes, porque rara vez las revoluciones se hacen como
deben hacerse.
Y por eso se escapan
los grandes culpables como se han escapado, desgraciadamente, hoy.
Continúa la carta:
Comprendo
perfectamente sus preocupaciones en el presente caso. Yo, menos responsabilizado con la historia,
también las tengo.
En
cuanto a la actuación unilateral de que me habla, le reitero que no he
participado en ello. En ambos casos solo
fui informado de la parte que me concernía, estimando que lo ocurrido ha sido
que el general C. tornó
la idea de lo que usted deseaba de acuerdo con sus normas y principios,
actuando en consecuencia.
No
tengo motivos para suponer que persona alguna esté tratando de propiciar la
fuga de culpables y, personalmente, soy opuesto a tal cosa —decía el coronel Rego Rubido (Aplausos)— pero caso de producirse, la responsabilidad histórica por
tales hechos recaería sobre quienes los hicieren posible y nunca sobre los
demás.
Creo,
sinceramente, que todo habrá de producirse en armonía con sus ideas y que el
general está procediendo, inspirado en los mejores deseos para bien de Cuba y
de
Supe de un joven estudiante muerto que se encontraba en
el cementerio, y hoy mismo dispuse que se agotaran los medios investigativos, a fin de
determinar quién fue el autor y las circunstancias en que ocurriera el hecho,
tal como lo realicé en días pasados, hasta poner a disposición de la autoridad
judicial correspondiente a los presuntos responsables.
Finalmente, debo informarle que cursé un despacho al
general interesando un avión para hacerle llegar su conceptuosa carta, y no se
impaciente, que a lo mejor antes de la fecha fijada como límite máximo está
usted en
Cuando
el general se marchó, le pedí que me dejara el helicóptero con el piloto por si
a usted se le ocurría pasear el domingo por la tarde sobre Santiago (Aplausos).
Bueno,
doctor, reciba usted el testimonio de mi mejor consideración y el ferviente
deseo de un feliz Año Nuevo.
Firmado: Coronel Rego Rubido
(Aplausos)
En este estado
estaban las conversaciones cuando, tanto el coronel Rego,
jefe de
¿Qué hicimos nosotros? Tan pronto
supimos del golpe, nos enteramos por Radio Progreso; y a esa hora, adivinando
yo lo que se estaba fraguando, ya estaba haciendo unas declaraciones, cuando me
entero de que Batista se había ido para Santo Domingo. Yo pensé: ¿Será un rumor?, ¿será una bola? Y mando a ratificar; cuando oigo la noticia
de que, efectivamente, el señor Batista y su camarilla se habían escapado y, lo más
bonito es que el general Cantillo decía que ese movimiento se había producido
gracias a los patrióticos propósitos del general Batista, ¡los patrióticos
propósitos del general Batista!, ¡que renunciaba para ahorrar derramamiento de
sangre! ¿Qué les parece? (Gritos).
Hay algo más todavía. Para tener una
idea de la clase de golpe que se preparó, basta decir que a Pedraza lo había
nombrado miembro de
son bastante viejos todos (Risas); y sobre todo un señor que ha sido
presidente, hasta hoy, de un Tribunal Supremo de Justicia, donde no había
justicia de ninguna clase.
¿Cuál iba a ser el resultado de todo esto?
Pues una revolución a medias, una componenda, una caricatura de
revolución. El señor Perico de los
Palotes; lo mismo da que se llame de una manera o de otra. Ese señor Piedra, que a
estas horas si no ha renunciado que se prepare, que lo vamos a ir a hacer
renunciar a
Designan a este señor, y muy bonito: Cantillo, héroe nacional, paladín
de las libertades cubanas, amo y señor de Cuba, y el señor Piedra allí. Sencillamente
habíamos derrocado a un dictador para implantar otro. En todos los órdenes, el
movimiento de Columbia era un movimiento contrarrevolucionario, en todos los
órdenes se apartaba del propósito del pueblo, en todos los órdenes era
sospechoso; e inmediatamente el señor Piedra hizo un llamamiento, dijo que lo
iba a hacer para llamar a los rebeldes y una comisión de paz. Y nosotros tan tranquilos, dejábamos los
fusiles y lo dejábamos todo, y nos íbamos allá a rendirles pleitesía al señor
Piedra y al señor Cantillo.
Era evidente que
tanto Cantillo como Piedra estaban en la luna.
Estaban en la luna porque creo que el pueblo de Cuba ha aprendido mucho,
y los rebeldes hemos aprendido algo.
Esa era la situación esta mañana, que no es la situación de esta noche,
porque ha cambiado mucho (Aplausos). Ante este hecho, ante esta
traición, dimos órdenes a todos los comandantes rebeldes de continuar las
operaciones militares, y de continuar marchando sobre los objetivos; en
consecuencia, inmediatamente dimos órdenes a todas las columnas destinadas a la
operación de Santiago de Cuba a avanzar sobre la ciudad.
Yo quiero que
ustedes sepan que nuestras fuerzas venían muy seriamente decididas a tomar
Santiago de Cuba por asalto. Ello
hubiera sido muy lamentable, porque hubiese costado mucha sangre, y esta noche
de hoy no sería una noche de alegría como esta, y de paz como esta, y de
confraternidad como esta (Aplausos).
Debo confesar que si
en Santiago de Cuba no se libró una batalla sangrienta se debe, en gran parte,
a la patriótica actitud del coronel del Ejército José Rego
Rubido (Aplausos); a los comandantes de las fragatas Máximo
Gómez y Maceo, al jefe del Distrito Naval de Santiago de Cuba (Aplausos),
y al oficial que desempeñaba el cargo de la jefatura de policía (Aplausos). Todos —y es justo que aquí lo reconozcamos y
se lo agradezcamos— contribuyeron a evitar una sangrienta batalla y a convertir
el movimiento contrarrevolucionario de esta mañana en el movimiento
revolucionario de esta tarde.
A nosotros no nos
quedaba otra alternativa que atacar porque no podíamos permitir la
consolidación del golpe de Columbia y, por lo tanto, había que atacar sin
espera. Y cuando las tropas marchaban ya
sobre sus objetivos, el coronel Rego hizo un viaje en
el helicóptero para localizarme. Los
jefes de las fragatas hicieron contacto con nosotros y se pusieron,
incondicionalmente, a las órdenes de
Contándose ya con el
apoyo de las dos fragatas, que tienen un altísimo poder de fuego, con el apoyo
del Distrito Naval y con el apoyo de
Y, efectivamente, en horas de la noche, en los primeros momentos de la
noche, nos reunimos en El Escandel la casi totalidad
de los oficiales del Ejército de Santiago de Cuba, muchos de ellos hombres
jóvenes que se les ve ansiosos de luchar por el bien de su país. Reuní a aquellos militares y les hablé de
nuestro sentimiento revolucionario, les hablé de nuestro propósito con nuestra
patria, les hablé de lo que queríamos para el país, de cuál había sido siempre
nuestra conducta con los militares, de todo el daño que le había hecho la
tiranía al Ejército y cómo no era justo que se considerase por igual a todos
los militares; que los criminales solo eran una minoría insignificante, y que
había muchos militares honorables en el Ejército, que yo sé que aborrecían el
crimen, el abuso y la injusticia.
No era fácil para
los militares desarrollar un tipo determinado de acción; era lógico, que cuando
los cargos más elevados del Ejército estaban en manos de los Tabernilla, de los Pilar García, de los parientes y de los
incondicionales de Batista, y existía un gran terror en el Ejército; a un
oficial aisladamente no se le podía pedir responsabilidad.
Había dos clases de
militares —y nosotros los conocemos bien—: los militares como Sosa Blanco,
Cañizares, Sánchez Mosquera, Chaviano (Gritos y
abucheos), que se caracterizaron por el crimen y el asesinato a mansalva de
infelices campesinos. Pero hubo militares
que fueron muy honrados en su campaña; hubo militares que jamás asesinaron a
nadie, ni quemaron una casa, como fue el comandante Quevedo, que fue nuestro
prisionero después de una heroica resistencia en
El hecho cierto es
que recabé el apoyo de la oficialidad del Ejército de Santiago de Cuba, y la
oficialidad del Ejército de Santiago de Cuba le brindó su apoyo incondicional a
Yo comprendo que en
el pueblo hay muchas pasiones justificadas.
Yo comprendo las ansias de justicia que hay en nuestro pueblo, y se
cumplirá porque habrá justicia (Aplausos).
Pero yo le quiero pedir a nuestro pueblo antes de nada, calma. Estamos en instantes en que debemos consolidar
el poder antes que nada. ¡Lo primero
ahora es consolidar el poder! Después
reuniremos una comisión de militares honorables y de oficiales del Ejército
Rebelde para tomar todas las medidas que sean aconsejables, para exigir
responsabilidad a aquellos que la tengan (Aplausos). ¡Y nadie se opondrá!, porque al Ejército y a
las Fuerzas Armadas son a los que más les interesa que la culpa de unos cuantos
no la pague todo el cuerpo, y que no sea una vergüenza vestir el uniforme
militar (Aplausos); que los culpables sean castigados para que los inocentes no
tengan que cargar con el descrédito (Aplausos).
¡Tengan confianza en nosotros!, es lo que le pedimos al pueblo, porque
sabemos cumplir con nuestro deber (Aplausos).
En esas circunstancias se realizó en la tarde de hoy un verdadero
movimiento revolucionario del pueblo, de los militares y de los rebeldes, en la
ciudad de Santiago de Cuba (Aplausos). Es
indescriptible el entusiasmo de los militares, y en prueba de confianza les
pedí a los oficiales que entraran conmigo en Santiago de Cuba, ¡y aquí están
todos los oficiales del Ejército! (Aplausos). ¡Ahí están los tanques a disposición de la
Revolución! (Aplausos). ¡Ahí está la artillería a disposición de la
Revolución! (Aplausos). ¡Ahí están las fragatas a disposición de la
Revolución! (Gritos y aplausos).
Yo no voy a decir
que
Quiero aclarar que en el día de hoy, esta noche, esta madrugada, porque es
casi de día, tomará posesión de la presidencia de
¿Quién quiere al
señor Piedra para presidente? (Abucheos
y gritos de: “¡Nadie!”). Si nadie quiere al señor Piedra para
presidente, ¿cómo se nos va a imponer al señor Piedra para presidente? (Abucheos).
Si esa es la orden del pueblo de
Santiago de Cuba, que es el sentimiento del pueblo de Cuba entera, tan pronto
concluya este acto marcharé con las tropas veteranas de
Aquí estamos, sencillamente, a las órdenes del pueblo. Lo legal en este momento es el mandato del
pueblo. Al presidente lo elige el pueblo
y no lo elige un conciliábulo en Columbia, a las 4:00 de la madrugada (Aplausos). El pueblo ha elegido a su presidente y eso
quiere decir que desde este instante quedará constituida la máxima autoridad
legal de
Tengo la completa
seguridad de que mañana todos los mandos militares de
Yo solo pido tiempo para nosotros y para el poder civil de
El Che Guevara (Aplausos)
recibió la orden de avanzar sobre la capital no provisional de
De los excesos que
se hayan cometido en
La jefatura del
Gobierno, la jefatura del Ejército y la jefatura de
Esperamos que todos
los militares honorables acaten estas disposiciones, porque el militar, antes
que nada, está al servicio de la ley y de la autoridad —no de la autoridad
constituida, porque muchas veces está una autoridad mal constituida—, la
autoridad legítimamente constituida (Aplausos).
Ningún militar honorable tiene nada que temer de la Revolución. Aquí en esta lucha no hay vencidos, porque
solo el pueblo ha sido el vencedor (Aplausos).
Ha habido caídos de un lado y de otro, pero todos nos hemos unido para
darle el apoyo a la Revolución. Nos
hemos dado el abrazo fraternal los militares buenos y los revolucionarios (Aplausos).
No habrá ya más sangre. Espero que
ningún núcleo haga resistencia, porque aparte de ser una resistencia inútil y
una resistencia que sería aplastada en pocos instantes, sería una resistencia
contra la ley y contra
Ha habido que organizar este movimiento de hoy para que no ocurra otra
guerra dentro de seis meses. ¿Qué pasó
cuando el machadato? Pues que también un
general de Machado dio un golpe y quitó a Machado, y puso a un presidente que
duró 15 días; y vinieron los sargentos y dijeron que aquellos oficiales eran
responsables de la dictadura de Machado, y que ellos no los respetaban. Creció la efervescencia revolucionaria y
expulsaron a los oficiales. Ahora no
podrá ocurrir así; ahora estos oficiales tienen el respaldo del pueblo, y
tienen el respaldo de la tropa, y tienen el prestigio que les da el haberse
sumado a un verdadero movimiento revolucionario (Aplausos).
Estos militares
serán respetados y considerados por el pueblo y no habrá que emplear la fuerza,
ni habrá que andar con fusiles por la calle, ni metiéndole miedo a nadie porque
el verdadero orden, el verdadero orden es el que se basa en la libertad, en el respeto y en la justicia, y no en la fuerza. Desde ahora en adelante el pueblo será
enteramente libre y el pueblo sabe comportarse debidamente, como lo ha
demostrado hoy (Aplausos).
La paz que nuestra patria necesita se ha logrado. Santiago de Cuba ha
pasado a la libertad sin que hubiera que derramar sangre. Por eso hay tanta alegría, y por eso es que
los militares que en el día de hoy desoyeron y desaprobaron el golpe de
Columbia para sumarse incondicionalmente a
No habrá más golpes
de Estado, no habrá más guerra, porque por eso nos hemos preocupado, de que no
ocurra ahora como cuando Machado. Estos
señores, para hacer más parecido el caso de la madrugada de hoy con el caso de
la caída de Machado, aquella vez pusieron a un Carlos Manuel, y ahora pusieron
a otro Carlos Manuel (Abucheos).
Lo que no habrá esta
vez es un Batista (Aplausos), porque no habrá necesidad de un 4 de septiembre,
que destruyó la disciplina en las Fuerzas Armadas, porque lo que ocurrió con Batista
fue que instauró aquí la indisciplina en el Ejército, porque su política
consistía en halagar a los soldados para mantener disminuida la autoridad de
los oficiales. Los oficiales tendrán
autoridad, habrá disciplina en el Ejército.
Habrá un Código Penal Militar, donde los delitos contra los derechos
humanos y contra la honradez y la moral que debe tener todo militar, serán
castigados debidamente (Aplausos).
No habrá privilegios
para nadie. El militar que tenga
capacidad y tenga méritos será el que ascienda, y no el pariente, el amigo,
como ha existido hasta hoy, que no se han respetado los escalafones.
Para los militares
se acabará, como se acabará para los trabajadores, toda esa explotación de
contribuciones obligatorias, que en los obreros es la cuota sindical y en los
militares es el peso para la primera dama, y los dos pesos para esto, y los dos
pesos para lo otro, y les acaban con el sueldo (Aplausos).
Naturalmente, que el
pueblo todo lo debe esperar de nosotros, y lo va a recibir. Pero he hablado de los militares para que
ellos sepan que también todo lo van a recibir de
Nosotros (Gritos de: “¡Microonda!”) de microonda nada (Aplausos), aunque sí
quiero aclarar que en este momento los rebeldes andamos con microondas porque
las necesitamos (Aplausos), pero las microondas ahora no las tendrán los
esbirros, ni nada de eso; nada de asesinos, ni nada de frenazos delante de las
casas y la tocadera a medianoche (Gritos y aplausos).
Yo tengo la
seguridad de que tan pronto tome posesión y asuma el mando el presidente de
No nos olvidaremos
de nuestros campesinos de
No olvidaremos a
ninguno de los sectores de nuestro pueblo (del público le dicen: “¡Viva Crescencio Pérez!”).
¡Que viva Crescencio Pérez que perdió a un
hijo en los días postreros de la guerra!
La economía del país
se restablecerá inmediatamente. Este año
nosotros seremos los que cuidaremos la caña, para que no se queme. Porque este año los impuestos del azúcar no
servirán para comprar armas homicidas y bombas y aviones para bombardear al
pueblo (Aplausos).
Cuidaremos las comunicaciones y ya, desde Jiguaní
hasta Palma Soriano, la línea telefónica está restablecida y la vía férrea será
restablecida (Aplausos). Y habrá zafra
en todo el país y habrá buenos salarios, porque yo sé que ese es el propósito
del presidente de la República. Y habrá
buenos precios porque, precisamente, el miedo a que no hubiera zafra ha
levantado los precios del mercado mundial; y los campesinos podrán sacar su
café (Aplausos); y los ganaderos todavía podrán vender sus reses gordas en
No es a mí a quien
le corresponde hablar de estas cosas. Ustedes
saben que somos hombres de palabra y que lo que prometemos lo cumplimos. Y queremos prometer menos de lo que vamos a
cumplir, no más, sino menos de lo que vamos a cumplir, y hacer más de lo que
ofrezcamos al pueblo de Cuba (Aplausos).
No creemos que todos
los problemas se vayan a resolver fácilmente, sabemos que el camino está
preñado de obstáculos, pero nosotros somos hombres de fe, que nos enfrentamos
siempre a las grandes dificultades (Aplausos).
Podrá estar seguro
el pueblo de una cosa, y es que podemos equivocarnos una y muchas veces, lo
único que no podrá decir jamás de nosotros es que robamos, que traicionamos,
que hicimos negocios sucios, que usamos el favoritismo, que usamos los
privilegios (Aplausos). Y yo sé que el
pueblo los errores los perdona, y lo que no perdona son las sinvergüencerías, y
los que hemos tenido son sinvergüenzas (Aplausos).
Al asumir como
presidente el magistrado, doctor Manuel Urrutia Lleó,
a partir de ese instante, cuando jure ante el pueblo la presidencia de
Nunca nos dejaremos
arrastrar por la vanidad ni por la ambición, porque como dijo nuestro Apóstol: “Toda la gloria del
mundo cabe en un grano de maíz”, y no hay satisfacción ni premio más grande que
cumplir con el deber como lo hemos estado haciendo hasta hoy, y como lo haremos
siempre. Y en esto no hablo en mi
nombre, hablo en nombre de los miles y miles de combatientes que han hecho
posible la victoria del pueblo (Aplausos).
Hablo del profundo sentimiento de respeto y de devoción hacia nuestros
muertos, que no serán olvidados. Los
caídos tendrán en nosotros los más fieles compañeros. Esta vez no se podrá decir, como otras, que
se ha traicionado la memoria de los muertos, porque los muertos seguirán
mandando. Físicamente no están aquí
Frank País, Josué País, Pepito Tey
ni tantos otros, pero están moralmente, están espiritualmente; y solo la
satisfacción de saber que el sacrificio no ha sido vano, compensa el inmenso
vacío que dejaron en el camino (Aplausos).
Sus tumbas seguirán teniendo flores frescas. Sus hijos no serán olvidados, porque los
familiares de los caídos serán ayudados (Aplausos).
Los rebeldes no
cobraremos sueldo por los años que hemos estado luchando. Y nos sentimos orgullosos de no cobrar
sueldos por los servicios que le hemos prestado a
Pero también quiero
aquí repetir lo que dije en La historia me absolverá, y es que también
velaremos porque no les falten el sustento, ni la asistencia, ni la educación a
los hijos de los militares que han caído luchando contra nosotros, porque ellos
no tienen culpa de los horrores de la tiranía (Aplausos). Y seremos generosos con todos porque, repito, que
aquí no ha habido vencidos sino vencedores. Serán castigados solo los criminales
de guerra, porque ese es un deber ineludible con la justicia (Aplausos). Y ese deber puede tener la seguridad el
pueblo de que lo cumpliremos. Y cuando haya justicia, no habrá venganza.
Para que el día de mañana no haya atentados contra nadie tiene que haber
justicia hoy. Como habrá justicia no
habrá venganza ni habrá odio. El odio lo desterraremos de
Triste es que se
hayan escapado los grandes culpables. No
faltan miles de hombres que quieran perseguirlos, pero nosotros tenemos que
respetar las leyes de otros países. A
nosotros nos sería fácil porque voluntarios tenemos de sobra para ir a
perseguir a esos delincuentes, y hombres que estén dispuestos a jugarse la vida. Pero no queremos aparecer como un pueblo que
viole las leyes de los demás pueblos; las respetaremos mientras se respeten las
nuestras. Pero sí advierto que si en Santo
Domingo se ponen a conspirar contra
Es lógico, en primer término, que los perseguidos políticos de Santo
Domingo tendrán aquí su mejor casa y su mejor asilo. Y los perseguidos políticos de todas las
dictaduras tendrán aquí su mejor casa y la mayor comprensión, porque
nosotros hemos sido perseguidos políticos.
Si Santo Domingo se
convierte en arsenal de la contrarrevolución, si Santo Domingo se convierte en
base de conspiraciones contra
Vela por el curso y
el destino de esta Revolución
Debo concluir,
aunque sea enorme el cúmulo de sentimientos y de ideas que con el desorden, el
bullicio y la emoción de hoy acuden a nuestra mente. Decía —y quedó sin concluir aquella idea— que
habría justicia, y que era lamentable que hubiesen escapado los grandes
culpables, por culpa de quienes ya sabemos, porque el pueblo sabe quién tiene
la culpa de que se hayan escapado; y que vinieran a dejar aquí, no voy a decir
a los más infelices, pero sí a los más torpes, a los que no tenían dinero, a
los hombres de fila que obedecieron las órdenes de los grandes culpables. Dejaron escapar a los grandes culpables para
que el pueblo saciase su ira y su indignación con los que tienen menos
responsabilidad. Aunque está bien que se les castigue ejemplarmente, para que
aprendan.
Siempre pasa lo
mismo, el pueblo les advierte que los grandes se van y ellos se quedan, y sin
embargo, siempre pasa lo mismo, los grandes se van y ellos se quedan, pues que
se castiguen también (Aplausos). Si los
grandes se van tendrán también su castigo.
Duro, muy duro es tener que vivir alejado de la patria por toda la vida,
porque, cuando menos, serán condenados al ostracismo por toda la vida los
criminales y los ladrones que han huido precipitadamente.
¡Quién viera por un agujero —como dice el pueblo— al señor Batista en estos
momentos! ¡Al guapo, al hombre soberbio
que no pronunciaba un solo discurso si no era para llamar cobardes, y
miserables y bandidos a todos los demás!
Aquí ni siquiera se ha llamado bandido a nadie, aquí no reina ni se
respira el odio, la soberbia ni el desprecio, como en aquellos discursos de la
dictadura. Aquel hombre que dice que cuando entró en Columbia llevaba una bala
en la pistola (Gritos), se marchó en horas de la madrugada en un avión, con una
bala en la pistola (Gritos). Quedó
demostrado que los dictadores no son tan temibles ni tan suicidas, y que cuando
llega la hora en que están perdidos huyen cobardemente. Lo lamentable realmente
es que haya escapado cuando pudiera haber sido hecho prisionero, y si hacemos
prisionero a Batista le hubiéramos quitado los 200 millones de pesos que se
robó (Aplausos). ¡Reclamaremos el dinero
téngalo donde lo tenga! (Aplausos)
porque no son delincuentes políticos, sino delincuentes comunes. Y vamos a ver los que aparezcan en las
embajadas, si es que el señor Cantillo no les ha dado ya salvoconducto. Vamos a
distinguir entre los delincuentes políticos y los delincuentes comunes. Asilo para los delincuentes políticos, nada
para los delincuentes comunes. Tienen que ir ante los tribunales y demostrar
que son delincuentes políticos, y si se demuestra que son delincuentes comunes,
que los entreguen a las autoridades (Gritos de: “¡Mujal,
Mujal!”). Y Mujal, a pesar
de lo grande y lo gordo que es, no se sabe dónde está en este momento (Gritos). Nadie tiene noticias. ¡Cómo han huido! ¡Yo no me explico cómo
ustedes se acuerdan todavía de esos infelices!
(Risas). Por fin el pueblo se
libró de toda esa canalla.
Ahora hablará el que quiera, bien o mal, pero hablará el que quiera. No es como ocurría aquí, que hablaban ellos
solos y hablaban mal (Gritos). Habrá
libertad absoluta porque para eso se ha hecho
Esos nombres que se
han mencionado aquí, esa gente, Dios sabe en qué embajada, en qué playa, en qué
barco, adónde han ido a parar. Bástenos
saber que nos hemos librado de ellos, y que si tienen alguna casita, alguna
finquita, o alguna vaquita por ahí; la tendremos sencillamente que confiscar.
Porque debo advertir que los funcionarios de la tiranía, los
representantes, los senadores, los alcaldes, los que no han robado
particularmente, pero que han cobrado los sueldos, tendrán que devolver hasta
el último centavo de lo que han cobrado en estos cuatro años, porque han
cobrado ilegalmente y tendrán que devolverle a
Esto, aparte de lo
que se hayan robado, porque el que haya robado, a ese no le quedará nada del
producto del robo, porque esa es la primera ley de la Revolución. No es justo que se mande a prisión a un
hombre que se robó una gallina, o un guanajo, y que los que se roban millones
de pesos estén encantados de la vida por ahí.
¡Que se anden con cuidado! (Aplausos). Y que anden con cuidado los ladrones de hoy y
de ayer. Que anden con cuidado porque la
ley revolucionaria puede caer sobre los hombros de todos los culpables de todos
los tiempos, porque
Voy a terminar (Gritos
de: “¡No!”). Voy a terminar por hoy (Gritos
de: “¡No!”). Bueno, recuerden que tengo que marchar
inmediatamente, es mi obligación, y ustedes llevan muchas horas parados (Gritos
de: “¡No, no!”).
Veo tantas banderas
blancas, rojas y negras en los vestidos de nuestras compañeras, que realmente
se nos hace duro abandonar esta tribuna, donde hemos experimentado, todos los
que estamos aquí presentes, la más grande emoción de nuestras vidas (Gritos y
aplausos).
No podemos menos que
recordar a Santiago de Cuba con entrañable cariño. Las veces que nos reunimos aquí, un mitin
allá en
Pero, cuando nuestro
pueblo se vea amenazado, no pelearán solo los 30 000 ó 40 000
miembros de las Fuerzas Armadas, sino pelearán los 300 000, 400 000 ó
500 000 cubanos, hombres y mujeres que aquí pueden coger las armas (Gritos
y aplausos). Habrá armas necesarias para
que aquí se arme todo el que quiera combatir cuando llegue la hora de defender
nuestra independencia (Aplausos). Porque está demostrado que no solo pelean los
hombres, sino pelean las mujeres también en Cuba (Aplausos), y la mejor prueba
es el pelotón Mariana Grajales, que tanto se distinguió en numerosos combates (Aplausos).
Y las mujeres son tan excelentes soldados como nuestros mejores soldados
hombres (Aplausos).
Yo quería demostrar
que las mujeres podían ser buenos soldados. Al principio la idea me costó mucho
trabajo, porque existían muchos prejuicios.
Había hombres que decían que cómo mientras hubiera un hombre con una
escopeta se le iba a dar un fusil a una mujer.
¿Y por qué no?
Yo quería demostrar
que las mujeres podían ser tan buenos soldados, y que existían muchos
prejuicios con relación a la mujer, y que la mujer es un sector de nuestro país
que necesita también ser redimido, porque es víctima de la discriminación en el
trabajo y en otros muchos aspectos de la vida (Aplausos).
Organizamos las
unidades de mujeres, que demostraron que las mujeres pueden pelear. Y cuando en un pueblo pelean los hombres y
pueden pelear las mujeres, ese pueblo es invencible.
Mantendremos
organizadas las milicias o la reserva de combatientes femeninas, y las
mantendremos entrenadas, todos los voluntarios. Y estas jóvenes que hoy veo con
los vestidos negro y rojo, del 26 de Julio, yo aspiro a que aprendan también a
manejar las armas (Aplausos).
Y esta Revolución,
compatriotas, que se ha hecho con tanto sacrificio, ¡nuestra Revolución!, ¡
Ardo en esperanzas
de ver al pueblo a lo largo de nuestro recorrido hacia la capital, porque sé
que es la misma esperanza, la misma fe de un pueblo entero que se ha levantado,
que soportó paciente todos los sacrificios, que no le importó el hambre; que
cuando dimos permiso tres días para que se restablecieran las comunicaciones,
para que no pasara hambre, todo el mundo protestó (Aplausos). Es verdad, porque
lo que querían era lograr la victoria costara lo que costara. Y este pueblo
bien merece todo un destino mejor, bien merece alcanzar la felicidad que no ha
logrado en sus 50 años de República; bien merece convertirse en uno de los
primeros pueblos del mundo, por su inteligencia, por su valor, por su espíritu (Aplausos).
Nadie puede pensar
que hablo demagógicamente, nadie puede pensar que quiero halagar al pueblo. He demostrado suficientemente mi fe en el
pueblo, porque cuando vine con 82 hombres a las playas de Cuba, y la gente
decía que nosotros estábamos locos y nos preguntaban que por qué pensábamos
ganar la guerra, yo dije: “porque tenemos al pueblo” (Aplausos).
Y cuando fuimos
derrotados la primera vez, y quedamos un puñado de hombres, y persistimos en la
lucha, sabíamos que esta sería una realidad, porque creíamos en el pueblo. Cuando nos dispersaron cinco veces en el
término de 45 días, y nos volvimos a reunir y reanudar la lucha, era porque
teníamos fe en el pueblo; y hoy es la más palpable demostración de que aquella
fe era fundamentada (Aplausos).
Tengo la
satisfacción de haber creído profundamente en el pueblo de Cuba y de haberles
inculcado esa fe a mis compañeros. Esa fe, que más que una fe es una seguridad
completa en todos nuestros hombres. Y esa misma fe que nosotros tenemos en
ustedes es la fe que nosotros queremos que ustedes tengan en nosotros siempre (Aplausos).
Podemos decir con
júbilo que en los cuatro siglos de fundada nuestra nación, por primera vez
seremos enteramente libres (Aplausos), y la obra de los mambises se cumplirá (Aplausos).
Hace breves días, el 24 de diciembre, me fue imposible resistir la
tentación de ir a visitar a mi madre, la que no veía desde hacía varios años. Cuando regresaba por el camino que cruza a
través de los Mangos de Baraguá, en horas de la noche, un sentimiento de
profunda devoción a los que viajábamos en aquel vehículo, nos hizo detener
allí, en aquel lugar donde se levanta el monumento que conmemora
Veía revivir
aquellos hombres con sus sacrificios, con aquellos sacrificios que nosotros
hemos conocido también de cerca. Pensaba en sus sueños y sus ilusiones, que
eran los sueños y las ilusiones nuestras, y pensé que esta generación cubana ha
de rendir, y ha rendido ya, el más fervoroso tributo de reconocimiento y de
lealtad a los héroes de nuestra independencia.
Los hombres que
cayeron en nuestras tres guerras de independencia juntan hoy su esfuerzo con
los hombres que han caído en esta guerra; y a todos nuestros muertos en las
luchas por la libertad podemos decirles que por fin ha llegado la hora en que
sus sueños se cumplan.
Ha llegado la hora de que al fin ustedes, nuestro pueblo, nuestro pueblo
bueno y noble, nuestro pueblo que es todo entusiasmo y fe; nuestro pueblo que
quiere de gratis, que confía de gratis, que premia a los hombres con cariño más
allá de todo merecimiento, tendrá lo que necesita (Aplausos). Y solo aquí me
resta decirles, con modestia, con sinceridad, con profunda emoción, que aquí en
nosotros, en sus combatientes revolucionarios, tendrán siempre servidores
leales, que solo tendrán por divisa servirles (Aplausos).
Hoy, al tomar
posesión de la presidencia de
Nuestras armas se
inclinan respetuosas ante el poder civil en
(Ovación)