DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO
RUZ, EN GUANTANAMO, EL 3 DE FEBRERO DE 1959.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL
PRIMER MINISTRO)
Compatriotas de Guantánamo:
Este acto de Guantánamo, por su extraordinaria magnitud, me recuerda el
mitin del millón en la capital de la república.
He llegado aquí como cuando subíamos los picos más altos de la Sierra
Maestra. He llegado un poco cansado por
la larga jornada, por la intensa tarea que hemos tenido que realizar desde el
Primero de Enero.
Los que mandan a callar están haciendo más bulla que los que están
hablando. Si los que mandan a callar se
callan y los que están haciendo bulla se callan, entonces todos me pueden oír a
mí y yo los puedo oír a ustedes, porque yo también tengo mucho interés en
oírlos a ustedes (APLAUSOS), que han hecho tanto sacrificio; porque todo el
sacrificio que han hecho millares y millares de campesinos para venir desde
muchos kilómetros de distancia bajo un sol abrasador y las horas que llevan
aquí parados en este parque bajo el sol ardiente del mediodía no pueden ser por
gusto, ni los esfuerzos que hemos hecho nosotros para llegar aquí pueden ser
por gusto.
Es necesario que guarden silencio para que pueda hablarles y para poder
oírlos a ustedes.
Vamos a demostrar aquí en Guantánamo que los guantanameros son tan
disciplinados como los habaneros, porque si a la multitud de un millón de
habitantes se le pidió que guardara silencio y lo guardó, ¿cómo es posible que
los guantanameros vayan a tener tanta bulla aquí que no podamos hablar?
Vamos a ser breves hoy porque hace mucho sol, y, además, lo que hace
falta son hechos y no palabras.
He estado leyendo todas las demandas de los campesinos, en primer lugar;
de los trabajadores, en segundo lugar; de los estudiantes, en tercer lugar, y,
en fin, de todos los sectores de Oriente, en particular de esta zona de
Guantánamo, sobre todo de la gente humilde, que es la gente que está necesitada
de la ayuda de la Revolución.
Yo quiero decirles una cosa: No
vengo aquí como gobernante a escuchar demandas, yo vengo aquí como
revolucionario a apoyarlas (APLAUSOS). No
vengo aquí a que ustedes me digan lo que necesitan, vengo aquí a decirle junto
con ustedes al Gobierno Revolucionario lo que el pueblo necesita.
Yo no soy gobierno, yo soy revolucionario (APLAUSOS). No quiero decir con esto que ser gobierno
signifique que no sea revolucionario, no; pero yo no vengo aquí en función de
gobernante, porque no soy el gobierno. Ahora,
yo sí soy un revolucionario, y vengo ante la opinión pública, a escuchar la
opinión pública, a hablarle a la opinión pública y a interpretar los deseos de
la opinión pública.
Nosotros tenemos una fuerza formidable, lo hemos demostrado, esa fuerza
es la opinión pública. Una fuerza
superior a las armas, superior a los tanques, superior a los cañones, superior
a todo, porque esa fue la fuerza que derrotó a la tiranía, esa fue la fuerza en
virtud de la cual fue posible el triunfo, esa es la fuerza que hemos movilizado
contra la amenaza extranjera, esa es la fuerza que hemos movilizado contra la
campaña de descrédito y de calumnia contra nuestra Revolución.
Ustedes constituyen esa fuerza que es la opinión pública. Y la revolución democrática que ha llegado al
poder es la Revolución cuya característica tiene que ser necesariamente la
interpretación de los deseos y de los anhelos de la mayoría del pueblo.
La Revolución ha llegado al poder no para que mande un grupo de hombres,
sino para que mande el pueblo. El pueblo
es el que está gobernando. El triunfo de
la Revolución ha significado, en primer lugar, la desaparición de toda esa
politiquería y de toda esa hipocresía que ha caracterizado la vida pública de
nuestro país.
Esta Revolución ha significado en primer lugar no solo que el pueblo es
libre, no solo que se acabó el crimen, no solo que se acabaron los atropellos,
las torturas, los golpes, las humillaciones que constantemente estaba sufriendo
cualquier ciudadano, sino que el pueblo ha llegado al poder, que ustedes han
llegado al poder, y que los hombres que hoy estamos en el poder no nos
parecemos absolutamente en nada a los hombres que han estado siempre en el
poder, bien bajo una dictadura e incluso bajo gobiernos constitucionales.
Desde el momento en que llegaban al poder los políticos, se olvidaban
del pueblo por entero. No eran más que
unos descarados tomadores de pelo, que estaban engañando siempre a la
ciudadanía.
Aquí el hecho de que un representante le diera la mano a un ciudadano
era un fenómeno. El hecho de que un
alcalde entrara un día en una casa era considerado como un honor
extraordinario, porque aquellos señores, desde que ascendían un poquito, se
consideraban unos dioses ya; se alejaban del pueblo y miraban al pueblo como
algo digno del olvido o como un estorbo al que buscaban en las épocas de
elecciones y al que abandonaban en las épocas de gobierno.
Nosotros, que no hemos llegado al poder mediante la política sino
mediante una revolución victoriosa, lo primero que hemos hecho es volver al
pueblo.
Tardé un mes en regresar a la Sierra Maestra, y me parece que fue mucho. Y si tardé un mes, se debió a que tuvimos que
defender el prestigio de nuestra patria, a que tuvimos que defender la
soberanía amenazada de nuestro país, a que tuvimos que salirle al paso a la
calumnia, a que tuvimos que movilizar al pueblo en todas las ciudades de Cuba,
e incluso fuera de Cuba, para defender a la Revolución Cubana.
Pero yo tenía una extraordinaria necesidad de volver al pueblo, porque
con el pueblo es como me siento bien. Yo
tenía una extraordinaria necesidad de volver a Oriente, de volver a la Sierra
Maestra, porque allí fue donde se gestó la Revolución, allí fue donde se
inspiró el pueblo, allí fue donde se despertó la fe a la nación entera. Y nosotros debemos regresar al pueblo
constantemente; constantemente debemos estar regresando al pueblo, para oír al
pueblo y para seguir pensando y sintiendo junto al pueblo.
Les advierto que en la Sierra Maestra, en las épocas más duras de la
campaña, personalmente me sentí allí más feliz que en las ciudades. Yo realmente añoro aquellos días de lucha,
añoro aquellos tiempos de lucha. Para
nosotros los revolucionarios, el triunfo no ha significado ni significará jamás
un cambio de vida; es decir que viviéramos antes sacrificadamente para vivir
ahora cómodamente. ¡No! Nosotros despreciamos todas las comodidades
de la ciudad, y añoramos todos los sacrificios de la lucha en las montañas.
Yo les decía que al revés de lo que el pueblo ha estado acostumbrado a
ver, hoy los hombres que gobiernan la república son como ustedes, exactamente
igual que ustedes. Aquí nadie ha
cambiado nada, aquí nadie se ha olvidado del pueblo, y yo ni siquiera creo que
para mí sea una virtud o un mérito decir que no me he olvidado del pueblo. Es que, sencillamente, donde yo me siento
bien es junto al pueblo. Me siento bien
cuando me considero un igual a cualquier compatriota (APLAUSOS), porque en ese
hombre humilde del pueblo es donde hay toda la sinceridad, toda la honradez. Toda la moral se concentra en ese hombre
humilde del pueblo; yo me siento entre el pueblo en mi ambiente, y al pueblo lo
necesito, y con el pueblo estoy dispuesto a librar todas las batallas.
Yo no voy a ir a convencer a nadie de que hay que hacer una ley u otra
ley. ¡No! Yo vengo donde está el pueblo, y junto con el
pueblo pido esa ley, ¡la pido! (EXCLAMACIONES
Y APLAUSOS.)
Hay veces que los pueblos van delante de los líderes señalando el
camino, y hay veces que los líderes ven un poco más lejos y trazan una pauta
determinada.
Ustedes recordarán cuáles son nuestras ideas sobre la tierra, cuáles son
nuestras ideas sobre una serie de cuestiones nacionales. Esas ideas, que eran las mismas de cuando el
Moncada y fueron las mismas cuando la Sierra Maestra, son las mismas hoy.
Pero para ahorrar consideraciones, el objetivo de esta concentración
campesina es solicitar del Gobierno Revolucionario de la república la inmediata
aprobación de una amplia ley de reforma agraria (APLAUSOS).
En la Sierra Maestra hicimos la Ley Agraria del Ejército Rebelde, que
concedía la propiedad de la tierra a todos los pequeños arrendatarios,
aparceros, colonos y precaristas. Pero
en uno de los Considerando de la Ley se decía:
“Por cuanto será tarea del Gobierno Revolucionario cumplir el artículo
de la Constitución de la República que dice:
‘se proscribe el latifundio’, y a los efectos de su desaparición, la Ley
señalará el máximo de extensión de tierra a todo cultivo, a toda producción
agrícola o industrial.” Y ya estamos en la etapa del Gobierno Provisional
Revolucionario. La Ley Agraria del
Ejército Rebelde no es suficiente, porque si bien es verdad que ya garantiza la
propiedad a más de 100 000 pequeños
aparceros, arrendatarios y precaristas que tengan parcelas de menos de cinco
caballerías de tierra, queda un problema muy importante: el problema de los que no tienen tierra;
porque ya los que la tienen, bueno, pues reciben su propiedad, ¿y los que no la
tienen? ¿De dónde la sacan? Pues yo les voy a decir de dónde la van a
sacar (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Primero, no voy a decir que de las tierras del Estado, porque las
tierras del Estado están ocupadas ya por los campesinos en una parte, y en una
parte muy considerable por los geófagos y los terratenientes. Yo quiero que ustedes sepan que en Cuba, de
acuerdo con un estudio que se ha hecho, el Estado debía poseer 270 000
caballerías de tierra y lo que el Estado posee son 40 000 caballerías de
tierra. Las otras 230 000 se las
robaron los geófagos (APLAUSOS).
Los problemas nuestros son muchos y afectan a toda la población, lo
mismo campesina que no campesina. Aquí
tenemos los problemas de los campesinos, tenemos los problemas de los
trabajadores, tenemos los problemas de los desempleados, que son tres aspectos
considerables e importantes del problema social cubano, amén de otras muchas
injusticias que hay en Cuba, como es el problema de la discriminación racial,
que es otro de los problemas que la Revolución tiene que abordar (EXCLAMACIONES
Y APLAUSOS).
Aquí naturalmente que la república está sufriendo la consecuencia de 50
años de malos gobiernos. La herencia que
nos han dejado 50 años de malos gobiernos es esta: un cuadro de necesidad por todas partes. Voy a hablar, por ejemplo, de Guantánamo: miles de hombres sin empleo, decenas de miles
de hombres ganando salarios de hambre, decenas de miles de campesinos sin
trabajo, sin tierra. Usted va a
cualquier sitio y se encuentra un pueblo acostumbrado por los políticos a estar
pidiendo casi de caridad y casi de limosna que le resuelvan los problemas.
Pero quien llegue al pueblo como llego yo, quien hable con sus
compatriotas como hablo yo en cualquier lugar, se puede dar cuenta de lo que
son las necesidades de este pueblo. Hablando
en cualquier club aristocrático de la capital, es lógico que nadie se entere de
lo que le pasa al pueblo. Pero usted
viene al campo, a cualquier centro de trabajo y usted va —como fui yo anoche— a
Charco Redondo, centro obrero importante que está actualmente paralizado por
los manejos de la compañía, usted va a cualquier pueblecito de Cuba y se
encuentra la tragedia; se le acerca una madre a decirle que es viuda, que tiene
ocho hijos y que no tiene trabajo. Se le
acerca otra madre a decirle que su hijo está lisiado y que necesita recluirlo
en algún hospital. Se le acerca otra
madre a decirle que su hijo está enfermo y no tiene medicinas. Se le acerca otra madre a decirle que tiene
siete hijos y que nunca han tenido escuela, y que quiere enviarlos a una
escuela. Se le acerca otra madre a
decirle que no tiene trabajo. Se le
acercan decenas de hombres a decirle que no tienen empleo y a tratar de que uno
les resuelva el problema individualmente.
Es lógico, resulta imposible resolver los problemas individuales, porque
los problemas hay que resolverlos colectivamente; no buscarles trabajo a uno, a
dos o a diez como un favor personal, hay que buscarles trabajo a cientos de
miles de personas (APLAUSOS).
Pero se da uno cuenta de las necesidades.
Es verdaderamente desesperante la situación del pueblo, la situación del
pueblo es verdaderamente desesperante. Las
docenas de papelitos que a mí me echan en el bolsillo, si yo los guardara nada
más para leerlos después tranquilamente, tendría un retrato de las necesidades
del pueblo.
Esa es la consecuencia... (CONTINUA
EL BULLICIO EN EL PUBLICO.)
Yo no sé quién será el que está hablando, pero a mí me parece
inconcebible que haya un solo ciudadano que no esté preocupado por estas
cuestiones. ¿O es que aquí hay alguien
que tiene resueltos todos sus problemas y no le importa el problema de los
demás? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
Esa situación actual del pueblo de Cuba es la consecuencia de 50 años
de malos gobiernos, 50 años de politiquería, 50 años de entreguismo a los
intereses extranjeros, 50 años de explotación, 50 años de robo, 50 años de
juego, 50 años de malversación (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Un país tan rico como este, un pueblo trabajador como es el pueblo
cubano, y además un pueblo inteligente, una nación donde pudieran vivir 25 ó 30
millones de habitantes, resulta que los 6 millones que somos nos estamos
prácticamente muriendo de hambre aquí.
Va usted a los campos, y se encuentra por dondequiera los bohíos, que
son inhabitables, que carecen de higiene por completo, que son viveros de
parasitismo y de toda clase de enfermedades; se encuentra a los muchachos
descalzos y comidos de parásitos; se encuentra un porcentaje extraordinario de
mujeres enfermas —están enfermas con una salud deficiente; tienen que sostener
seis, siete u ocho hijos y se alimentan muy mal, y el porcentaje de madres
cubanas en el campo en estado de salud lamentable es altísimo—, los hombres
tienen una alimentación deficiente. No
hay escuelas. El analfabetismo, la
cantidad de muchachos inteligentes —tal vez verdaderos genios— que se pierden
en esos campos es desconsolador. No
tienen maestros, no hay fábricas, no hay caminos, no hay hospitales.
Aquí para que un hombre lleve a un hijo a un hospital tiene primero que
vendérsele a un político y ofrecerle el voto y llevarle la cédula
(EXCLAMACIONES). Aquí para que una
muchacha joven pueda obtener un empleo tiene casi que prostituírsele a la
persona que va a darle el empleo (EXCLAMACIONES). Aquí, para dondequiera que se mire, el pueblo
ha estado sufriendo una serie de injusticias y de explotaciones que son las
causas de los males que estamos padeciendo actualmente. Y menos mal que nos quitamos a los
guardias de arriba, y menos mal que nos quitamos a los policías (EXCLAMACIONES
Y APLAUSOS) porque, aunque no resuelve todos los problemas, es algo, y por lo
menos empezamos a resolver los problemas.
Porque cuando teníamos a esos señores aquí, con el fusilón al hombro,
con el revolvón a la cintura y con el plan de machete al otro lado, no
podíamos siquiera reunirnos para discutir los problemas.
Ya se sabe al servicio de quién estaba el sargento, al servicio de quién
estaba el teniente, al servicio de quién estaba el capitán, al servicio de
quién estaba el comandante, el coronel, el general y todo el mundo aquí,
señores (APLAUSOS). Ya se sabe que los
guardias rurales en el campo lo que hacían era enamorar a las hijas de los
campesinos (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Es verdad!”),
vivir como si fueran los reyes de este país.
Eran impunes, le daban una galleta a cualquiera y nada pasaba; le daban
un planazo a cualquiera y nada pasaba, en esta época y en las otras también,
que eso es bastante viejo aquí en Cuba (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS), me refiero a
la época que acaba de pasar, por supuesto.
Miraban a los ciudadanos como quien les perdona la vida, y el ciudadano
que se encontraba con un guardia rural en la calle pues casi casi tenía que
agradecerle que no le dieran una trompada o no lo mirara con malos ojos o no
le metiera miedo.
Ustedes saben incluso otra cosa. Yo
recuerdo que donde había un guardia rural siempre había un grupito alrededor,
¿ustedes no se fijaban en eso? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) Entonces al guardia rural le pagaban el café,
le pagaban el trago; el que hablaba era él y los que se reían eran los otros
(RISAS). ¿Y eso por qué? Porque el pueblo le tenía miedo, y mucha
gente, para quitarse el miedo, lo que hacía era que guataqueaba a los guardias
rurales.
Eso venía de la época de la colonia, del miedo a los guardias civiles y
de las costumbres de sumisión que nos quedaron a los cubanos; muchas costumbres
malas, costumbres que vienen de la época de la esclavitud y costumbres que
vienen de la época de la colonia, y que nosotros ahora con la Revolución
tenemos que barrer.
Quizás el motivo de la alegría que tiene el pueblo, entre otras cosas,
aparte de que significa el inicio de una era nueva de la cual todos los cubanos
esperamos mucho, es que el pueblo empieza a sentirse seguro quizás por primera
vez desde hace 50 años.
Nosotros nunca habíamos sido independientes, nunca. Decían que esta era una república soberana e
independiente y eso era mentira. Aquí el
Embajador norteamericano era el que daba órdenes y gobernaba en la mayor parte
de los casos (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Habían acostumbrado al pueblo de tal manera a mirar para los
norteamericanos que yo me acuerdo, en los primeros tiempos de la campaña de la
Sierra Maestra, que a cada rato llegaba corriendo un campesino y, como quien
traía una buena noticia, me decía: “Oigame, hay siete barcos americanos que están llegando a La
Habana, y dicen que los americanos van a intervenir.” Habían acostumbrado al pueblo a pensar que intervenir
era una cosa buena; que, por ejemplo, para quitarse la dictadura de encima, el
que intervinieran los norteamericanos era una cosa buena. Habían acostumbrado a muchos cubanos a eso. A tal grado había llegado la
irresponsabilidad y el entreguismo aquí en este país, que le habían creado al
pueblo un complejo de impotencia.
El pueblo no se sentía libre, se sentía como quien tiene que estar
dependiendo de un extranjero. Esto en el
orden político, porque en el orden económico desgraciadamente estamos
dependiendo todavía, y es otra de las batallas que tenemos que librar aquí para
hacer libre económicamente al país (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Pero les decía que el pueblo cubano nunca se sintió libre. ¿Cuándo se ha sentido el pueblo cubano
enteramente libre por primera vez? (EXCLAMACIONES DE: “¡Ahora!”) El ciudadano no se sentía seguro nunca, en
ninguna época, en ningún gobierno.
Esto que ocurre hoy de que venga un rebelde con un fusil y quieran al
rebelde, eso nunca se había visto, porque aquí teníamos al guardia rural y a
ese no lo quería nadie.
Eso de que el pueblo se sienta seguro de su destino, eso de que el
pueblo se sienta seguro de que nunca más se cometerá un crimen y el que lo
cometa será castigado ejemplarmente (EXCLAMACIONES DE: “¡Justicia, justicia!”), eso de que el pueblo
vea que por primera vez se está haciendo justicia en nuestra patria, eso de que
el pueblo vea que se acabaron los golpes, eso de que el pueblo vea que se
acabaron las torturas, eso de que el pueblo vea que se acabaron las
humillaciones, que cualquier ciudadano se sienta libre, que cualquier ciudadano
se sienta seguro, que pueda andar de día y de noche por las calles que nadie lo
va a golpear, que nadie lo va a humillar delante de su mujer y delante de sus
hijos (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva
Fidel!”), ¡eso es una de las causas de que el pueblo se sienta contento!
¿Y cuándo por primera vez en su historia el pueblo se ha sentido seguro
como se siente hoy? (EXCLAMACIONES DE: “¡Ahora!”)
¿Cuándo por primera vez en su historia ha existido justicia
revolucionaria? (EXCLAMACIONES DE: “¡Ahora!”)
Ustedes saben que aquí en nuestra patria, cuya historia comenzó hace
cuatro siglos cuando la descubrieron los españoles y cuando la conquistó Diego
Velázquez, desde el primer indio que asesinaron los españoles hasta el último
joven que asesinó un esbirro de Batista han estado pidiendo justicia, porque
nunca hubo justicia en nuestra patria, y por primera vez hay justicia en
nuestra patria (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE:
“¡Abajo los chivatos!”).
Yo le voy a decir al pueblo una cosa, porque tiene que estar el pueblo
muy atento a esto. Nosotros, para evitar
cometer una sola injusticia, hemos juzgado primeramente a los peores criminales
de guerra, a esos que todo el mundo conoce, porque todo el mundo conoce aquí a
los criminales de guerra. Que vengan
ahora con esa pamplinería de que si prueba documental y qué sé yo. Miren, yo les voy a decir una cosa: ¿Aquí quién le iba a tomar una fotografía a un
esbirro asesinando a un joven a media noche atrás de un cuartel? ¿Quién le iba a tomar una fotografía? (EXCLAMACIONES); sin embargo, todo el mundo
sabe quiénes eran los criminales. ¿Por
qué? Porque la técnica de la dictadura
era destacar en cada pueblo un grupo de criminales.
Esos criminales no ocultaban que ellos eran los que torturaban y
asesinaban, porque parte de la técnica del terror consistía en que todo el
pueblo conociera a determinados sujetos como tipos que le arrancaban el corazón
a cualquiera. ¿Para qué? Para que cuando pasaran en una perseguidora
sembrar el miedo por todas partes, para que cuando un detenido fuese llevado
allí a la cárcel, la mera presencia de “Pata de Ganso”, de “Mano Negra”, de
“Agüero” y de toda esa gente, para que la mera presencia de esa gente... (EXCLAMACIONES DE: “quedan muchos ahí todavía!”)... ¡Bueno, pues si quedan muchos lo que hay es
que aplicar la justicia revolucionaria! (APLAUSOS.)
(LE DICEN ALGO DEL PUBLICO).
Déjennos a nosotros eso, déjennos a nosotros eso. Ustedes verán. De nosotros no se ocupen, que vamos poco a
poco, ¡poco a poco pero seguros!
Estamos conversando ahora, estamos hablando todos ahora en público. Bueno, déjenme hablar, que entre el sueño y
el trabajo... (EXCLAMACIONES.)
Yo decía que cómo no íbamos a conocerlos si casi llevaban un letrero los
esbirros. Si se han pasado siete años
sembrando el terror aquí y allá, es lógico que todo el mundo los conociera;
nadie se iba a equivocar cuando se fusilaba a uno de esos criminales,
¿comprenden?
Ahora viene el caso de los chivatos (ABUCHEOS). El chivato para mí es un ser despreciable,
todo lo más despreciable que pueda concebir; pero, a diferencia del esbirro, el
número de chivatos es cien veces mayor que el número de esbirros, porque por
cada criminal había como 50 chivatos. Y,
señores, no se puede fusilar a todos los chivatos, es imposible, porque son demasiados
chivatos; por lo tanto, hay que fusilar a los criminales de guerra.
Durante la guerra a los chivatos sí los fusilábamos, porque estábamos
allí y si los soltábamos nos podía costar la vida a todos nosotros.
Ahora bien, al criminal de guerra hay que fusilarlo, al chivato hay que
obligarlo a trabajar (APLAUSOS).
Ando investigando cuántos chivatos tenemos ya condenados, porque tenemos
el propósito de empezar la primera ciudad escolar allá cerca de la Sierra
Maestra, y hace falta que los chivatos trabajen ahí, porque ya que hicieron
tanto daño, ya que quisieron vivir de la delación, ya que quisieron ganarse la
vida traicionando a los demás, que doblen el lomo, que suden la camisa y que trabajen
en la ciudad escolar (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Miren, al criminal de guerra hay que fusilarlo, porque el criminal de
guerra es un sujeto al que el más elemental sentido de justicia exige que se le
aplique el castigo que él quiso aplicarles a muchos inocentes y que les aplicó
a muchos inocentes. Porque, además,
había que poner fin definitivamente en nuestra patria con un escarmiento
ejemplar, había que arrancar de raíz el criminal, el delincuente y el esbirro;
había que arrancarlos de raíz en nuestra patria, porque sencillamente existía
esbirro porque nunca le había pasado nada al esbirro; pero como ahora no va a
quedar esbirro con cabeza, se van a acabar los esbirros (APLAUSOS).
Si al chivato lo fusilamos le hacemos un favor, si al chivato lo condenamos
a muerte le hacemos un favor. Para el
chivato será mucho peor estar preso durante 30 años, condenado a trabajos
forzados, porque tendrá que llevar esa culpa sobre él, tendrá que llevar ese
dolor sobre él; porque si no tiene vergüenza ni tiene conciencia, en cambio,
cuando tenga que trabajar 8 ó 10 horas todos los días, va a tener oportunidad de
saber las consecuencias de lo que es haber aspirado a vivir de la delación y de
la sinvergüencería.
Naturalmente, no tenían la culpa solo los chivatos. Una de las causas de que hubiese tantos
chivatos en el país es que había tanta miseria en este pueblo, ha habido tanto
mal ejemplo en este pueblo, ha habido tanto gobernante ladrón y sinvergüenza,
ha habido tanta impunidad, que yo recuerdo casos de chivatos por miedo, casos
de chivatos por infelicidad, de este tipo moralmente sin contextura ninguna,
tipo cobarde, que del miedo que les tenía a los soldados de la dictadura pues
iba allí a dar una noticia lleno de terror y lleno de miedo.
Todos los hombres no tienen el mismo temple, pero es lógico que incluso
esos cobardes y esos tipos que fueron chivatos más bien por miedo que por otra
razón, esos también tienen que ser castigados indefectiblemente.
Ese tipo de hombre hay que eliminarlo de nuestro medio social, y ese
tipo de hombre será eliminado de nuestro medio social cuando se acabe el mal
ejemplo, cuando se acabe el abuso, cuando se acabe la discriminación, cuando se
acabe la explotación. Porque una
sociedad como ha sido la sociedad cubana, tenía que producir un tipo como el
esbirro y un tipo como el chivato.
La sociedad nueva que estamos creando no producirá ni chivatos ni
esbirros, porque los hombres crecerán, los hombres vivirán y los hombres se
educarán en una mentalidad enteramente nueva.
Como el hombre es en gran parte producto del medio ambiente donde vive,
en el futuro ni habrá dictaduras, ni habrá esbirros, ni habrá chivatos, porque
la tarea de la Revolución es precisamente reformar ese medio ambiente y poner
fin no a la dictadura, sino a las causas que originaron la dictadura; no solo a
los esbirros, sino a las causas que originaron a los esbirros; no a los
chivatos solamente, sino a las causas que hicieron posible el chivato, que es
un ser despreciable que va a desaparecer también de aquí.
Lamentablemente ninguna obra es perfecta. Imposible encontrar para cada pueblo un jefe
militar eficiente, inteligente, de mente ágil; imposible encontrar para cada
pueblo un rebelde que sea un juez formidable:
el resultado es que hay por ahí más de un chivato que se ha colado y se
está haciendo el bobo (EXCLAMACIONES DE:
“¡Es verdad!”).
Yo decía que eso obedecía al hecho de que es imposible encontrar un jefe
perfecto. Ustedes tienen que tener en
cuenta que nuestros oficiales no estudiaron en academias, que nuestros
oficiales se hicieron peleando en las montañas, que son muchachos llenos de
buenas intenciones, que son muchachos de vergüenza, pero que todos no tienen
esa experiencia, esa habilidad para hacer las cosas perfectas, y solamente el
tiempo los enseñará.
Cuando nosotros desembarcamos en playa Las Coloradas no sabíamos nada de
guerra, y tuvimos que aprender a lo largo de dos años de lucha. Así, de la misma manera, muchos compañeros de
nosotros todavía no tienen experiencia en la paz para manejar infinidad de problemas
que hay y entonces las cosas no salen perfectas. Pero no es porque aquí se quiera perdonar a
nadie.
Yo cada vez que tengo noticias de un chivato que se escapó lo mando a
detener. Y cada vez que... (SALTO EN LA GRABACION)... si cuando haya que fusilar a un señor
existiera duda, no se debe fusilar; aunque se sepa que es un criminal, si todo
el mundo no está convencido, entonces hay que condenarlo a otra pena.
Pero lo que les quiero decir es que esos casos obedecen a las
circunstancias de que todo el mundo no es un funcionario perfecto.
Otra cosa, en cuanto a los fusilados.
Yo les decía que no podíamos fusilar a todos los chivatos porque eran
muchos miles, eso era imposible, y que la medida es hacerlos trabajar. Fusilar a los criminales notorios, porque ya
eso es un gran ejemplo, y entonces aplicar la sanción de cadena perpetua, o sea
el equivalente de 30 años de cárcel con trabajos forzados, que es también una
sanción, y procurar que no quede nadie sin castigo. Esos individuos ustedes saben que todos
llevarán sus penas, incluso aquel que se pueda escapar y quede en la calle
llevará la pena de que le digan que es chivato.
Miren, ayer en Charco Redondo, en el mitin de ayer —mejor dicho, fue
hoy; porque iba a ser por la noche, pero fue de tres y media de la madrugada a
cinco porque yo llegué a esa hora allá a Charco Redondo—, hubo un señor que se
subió a la tribuna y quiso hablar para plantear un problema, y habló, y se paró
uno que estaba en un caballo y dijo: “Ese
es chivato.” Lo denunciaron varias
personas. Entonces yo le dije al
sindicato que organizara una comisión para investigar si era o no chivato y que
si era chivato que lo mandara a los tribunales.
Pero es que el que no ha estado claro lleva la pena con él de que en
cualquier momento se vayan a parar y digan:
“Este es chivato.” Y eso es una
gran pena. Yo les digo que es mejor
estar en la cárcel que estar pasando esa vergüenza, aunque ellos no tengan
vergüenza. Pero de todas maneras a nadie
le gusta, no le puede gustar que lo saquen, y lleva la pena consigo.
Así que aquí todo el mundo, en un mayor o menor grado, va a quedar
castigado.
También hay el bombín, ¡también hay el bombín! El bombín es otro tipo de personaje que se
cuela, se cuela en momentos como estos, ¿no? Tiene una gran... (SALTO EN LA GRABACION)... Porque yo les voy a decir una cosa, y es que
aquí todo el mundo tiene que seguir una línea muy recta.
Yo les quiero decir a ustedes que nosotros, por ejemplo, Raúl y yo,
hemos seguido una línea inflexible. No
hay un solo familiar de nosotros que tenga un puesto, quiero que lo sepan (EXCLAMACIONES
DE: “¡Es verdad!”). Yo quiero que sepan que incluso una hermana
mía, que fue revolucionaria y que nos ayudó muchísimo, tenía un modesto empleo
en donde trabajaba antes del 10 de marzo, en un departamento del Estado,
y ella siempre decía: “Yo lo único
que quiero es que cuando la Revolución triunfe a mí me devuelvan mi modesto
empleo.” Bueno, pues ni eso le hemos
dado nosotros, porque si no se les puede devolver el empleo a todos los que lo
tenían antes no se le debe devolver a nadie porque sea hermana (APLAUSOS).
¡Ah!, es revolucionaria, pero nosotros somos los primeros en pedirle que
se sacrifique, en pedirle que no acepte nada.
Nosotros teníamos otro familiar que era oficial del ejército y que a
raíz del 10 de marzo lo sacaron. Pues
tampoco ha ingresado en el ejército, porque el problema de nosotros es que no
queremos que nunca nos puedan señalar y nos puedan decir: “Mira, le han dado un empleo a un familiar.” Aunque tenga derecho, nosotros preferimos
pedirle que se sacrifique, porque hemos estado muy acostumbrados al nepotismo,
y nosotros queremos llevar una línea muy recta, muy recta en todo.
Yo les aseguro que son muy pocos los hombres a los que nosotros hemos
situado en determinadas posiciones, muy pocos; pero sí les aseguro que en esos
no hay ningún bombín, porque son revolucionarios probados, revolucionarios
viejos. Pueden haberse colado por ahí
unos cuantos bombines; pero no hay que apurarse, que ya los descubriremos y ya
los quitaremos (APLAUSOS).
El problema desde luego es en el Estado.
Otra cosa que voy a decirles, el Estado está hipertrofiado: una cantidad de organismos paraestatales que
el Estado más parece un monstruo que otra cosa.
Usted saca una lista de departamentos del Estado y se asombra. Por casualidad hace tres días me cayó una
lista, que pedí una lista para ver quiénes eran los que estaban por ahí para
tener una idea, porque oí hablar de bombines y eso (EXCLAMACIONES DE: “Hasta capitanes hay”).
No, ¡hay muchos que se han puesto estrellas, se han puesto galones y
todo! Pero no se apuren (EXCLAMACIONES Y
APLAUSOS).
Son cosas muy curiosas, han aparecido una mano de oficiales tremenda. Seguro que esos no fueron de los que pelearon. El que peleó se ganó los grados y nadie se
los tuvo que poner (ALGUIEN LE DICE: “Como
Mendoza”). Como Mendoza, por ejemplo,
que se ganó sus grados peleando y que fue herido en dos combates; es capitán.
Hay algunos por ahí que se han colado, pero a esos los limpiamos
también, los limpiamos en el sentido de que los quitamos, ¿saben? Hay quien no ha tirado un solo tiro aquí, no
ha peleado, y es capitán. Entonces yo
digo: “Menos mal que aquí el grado
máximo que nosotros nos pusimos fue el de Comandante, porque si nos hubiéramos
puesto el de general aquí habría como 100 mariscales de campo” (EXCLAMACIONES Y
APLAUSOS).
No puedo concebir vanidad más ridícula que la de que un tipo sin mérito
alguno se quiera poner estrellas. Señores,
¿y las estrellas para qué? Nosotros nos
las pusimos porque teníamos que hacerlo, pero nosotros somos exactamente lo
mismo con estrellas que sin estrellas, con uniforme que sin uniforme (APLAUSOS). Si llevamos este uniforme es porque no se ha
deshonrado y porque no queremos que se deshonre el uniforme, y porque queremos
seguir inculcando en nuestras fuerzas y en nuestros institutos armados
revolucionarios el espíritu que tuvo el Ejército Rebelde. Cuando eso esté hecho, sobra el uniforme y
sobran las estrellas.
Afortunadamente podemos decir que esta es la única guerra y la única
Revolución que no ha producido generales ni coroneles; pero cuando veo a esos
tipos que se hacen los bobos y se ponen un galoncito por aquí... Claro, como no se sabe en la calle —incluso
vienen de La Habana y van para su pueblo, y vienen de su pueblo y van para
La Habana, de todos los frentes— y usted no va a estar registrando a todo
el mundo —además, esta es una época en que no se anda registrando a la gente ni
pidiéndole el carnet, ¿no?—; pero cuando llegue la hora de dar los carnets ya
averiguaremos quién se ganó los grados peleando y quién es el que hasta se ha
puesto un uniforme y, haciéndose el bobo, se está dejando crecer la barba (EXCLAMACIONES
Y APLAUSOS).
No crean que nosotros ignoramos esas cosas, pero ustedes deben tener
presente que tenemos mucho que trabajar.
Como me ha pasado a mí, que hace tres o cuatro noches que no descanso,
que el último mitin que di, lo di esta madrugada de tres y media a cinco; si
tengo que llegar aquí, si de aquí tengo que ir para Manzanillo, y si hemos
tenido un trabajo enorme, es imposible.
No es como cuando estábamos en la Sierra, en la Sierra no se me escapaba
nada de eso. Aquí pues se necesita
tiempo para que se vaya organizando todo —porque es toda la república— para
descubrir al bombín, para descubrir al que se hizo el bobo y se puso un
uniforme y se puso unos galones. Yo le
recomiendo al que se haya puesto unos galones que se los quite, se lo
recomiendo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Esta Revolución no se hizo para que los tipos anden de pepillos
exhibiendo méritos que no tienen y estafando a la gente, porque eso de ponerse
unos galones y unas barbas que no se ganaron en combate, es una estafa y una
tomadura de pelos. Y que se anden listos
los que se han autonombrado oficiales, porque pueden ir para Isla de Pinos o
pueden ir a trabajar junto con los chivatos (APLAUSOS).
También hay mucha gente con uniforme.
Yo me he encontrado cada tipos con uniforme por aquí, que lo menos que
uno puede pensar es: ¡Mira que este
señor es descarado, se ha puesto un uniforme!
(LE DICEN ALGO DEL PUBLICO.)
Pues ahora, después que costó tanto trabajo hacer esta Revolución,
después que costó tanto trabajo darle prestigio y darle simpatía al verde
olivo, hay gente con verde olivo incluso que va a una tienda, compra y no
quiere pagar, quiere hacer lo mismo que los guardias. Hay delincuentes que se han disfrazado de
verde olivo, pero a esos los descubrimos nosotros y los eliminamos, porque no
es justo que después de todos los sacrificios que ha hecho el Ejército Rebelde
por darle prestigio al verde olivo, ahora vengan algunos pícaros a ponerse un
uniforme, valiéndose de estos momentos iniciales en que todavía no está todo
organizado.
Pero yo lo que sí les aseguro es que no hay mal que no tenga remedio, y
no van lejos los de alante si los de atrás corren bien —-como dice el refrán
popular, ¿saben? (APLAUSOS.) Así que bombines y descarados de los que se
han puesto grados, esos van a tener que justificar en cuántas batallas
pelearon, cuántas batallas dirigieron, qué servicios prestaron a la Revolución
para poder ostentar el grado que tienen.
Y el que no lo justifique, ahora cuando quede reestructurado el ejército
revolucionario, pues sencillamente se quedará sin uniforme y sin grados.
Con respecto al campo, yo puedo anunciarles a los campesinos que no
tendrán al soldado en el campo. Vamos a
organizar una policía rural igual que la del Canadá: una policía montada (APLAUSOS). Va a ser un individuo... (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO.)
Les iba a decir que estamos organizando una escuela para los hombres que
vamos a mandar al campo. Entonces, el
ejército no va a estar ni cerca de las ciudades. Los batallones del nuevo ejército de la
república tienen que estar en las montañas siempre, nada de campamentos en las
ciudades. El holgazán no. Antes se buscaba al más holgazán, y a ese era
al que metían a soldado. Yo recuerdo de
muchacho un cantico que terminaba: “Te
metiste a guardia rural, sinvergüenza, por no trabajar” (RISAS). Resulta que buscaban al más vago del pueblo
para meterlo, y ahora el que quiera ser soldado tiene que ser el más
trabajador, porque ese no puede estar durmiendo en un catre todo el día ni
durmiendo siestas. Ese tiene que estar
siempre entrenándose, subiendo y bajando lomas; si no sirve para eso, que se
vaya para su casa, porque no queremos tener un ejército tan porquería como era
el ejército que tenía la dictadura (APLAUSOS).
Como ese ejército no se tendrá para oprimir al pueblo, sino para
defender la soberanía del país; ese ejército no se tendrá para abusar de nadie,
es necesario por tanto que sea un ejército bueno, un ejército entrenado y un
ejército que no se dedique a la bolita, ni al juego, ni a la prostitución, ni
ninguna de esas cosas a las que se dedicaba aquí el ejército.
Para el campo se acabó el guardia rural, ¡se acabó! Ahora va un hombre con un uniforme distinto. Lo vamos a entrenar durante seis meses; y
nada de tener 10 guardias en un central, eso es absurdo, con dos sobran, porque
de ahora en adelante el que va a mantener el orden es el pueblo, señores. Antes los que querían mantener el orden y no
lo podían mantener eran ellos. ¿Por qué?
El pueblo no colaboraba con el orden,
porque los principales delincuentes eran las autoridades y el pueblo estaba
resentido siempre.
Ahora, un ladrón que se robe hoy una gallina aquí, mañana un cochinito
allá y luego un caballo en el otro lado, ¿a quién perjudica? Al pueblo, a los vecinos, porque nadie se
siente seguro. Y aquí hay que vivir de
tal manera, que nadie tenga necesidad de llave ni candado en su casa,
¿comprenden?
Entonces, ¿quién es el que tiene que averiguar quién es el que roba y
meterlo preso? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) ¡El pueblo!
Así que para qué vamos a tener 15 soldados en un central. Los 15 soldados se tenían en el central
para apalear a los trabajadores; los 15 soldados se tenían en el central a
las órdenes del administrador del central, ¿comprenden? Porque aquí el sargento y el teniente, lo que
hacían era que además del sueldo del Estado cobraban un sueldo del central, y
siempre estaban a favor del central y en contra de los trabajadores
(EXCLAMACIONES).
Ahora vamos a tener una pareja de dos policías rurales, que van a llevar
uniforme distinto, que van a ser gente culta, gente preparada, gente que sepa
de primeros auxilios, gente que sepa... (INTERRUPCION
EN LA GRABACION)... pensando siempre que
vivía sin derecho de ninguna clase. Tenía
un complejo y si no se fajaba, entonces se sentía mal, porque él tenía que
demostrar que no tenía miedo; y cuando se daba cuatro tragos se fajaba,
¿comprenden? Si estaban los guardias
allí más pronto se fajaba, para demostrar que no les tenía miedo a los
guardias.
Aquí a la fiesta no hay que llevar guardias ni parejas ni armas, y la
gente puede divertirse sin fajarse. Hay
que acabar con esa costumbre, porque es que no hace falta.
Yo lo que digo es que sobran los guardias rurales, y habrá en cada
barrio rural uno o dos policías rurales para prestar distintos tipos de
servicio al pueblo. Tendrán un buen
sueldo para que no se le vendan a nadie; desde luego, si se le venden a
alguien, ya saben que van a tener que ir condenados a trabajo forzado un montón
de años, ¿saben? Porque aquí no habrá
tolerancia, y vamos a poner gente seria en este país.
Dentro de siete meses, a mi entender, ya podremos retirar las unidades
del Ejército Rebelde y mandarlas para las montañas, y entonces sustituirlas en
los centrales, en el campo y en todas las zonas rurales por la policía rural,
que va a tener un entrenamiento especial.
Va a ser un cuerpo para servir al pueblo, y va a ser gente de trato,
gente de educación, para que todo el mundo se sienta igual, para que nadie
tenga que guataquearle, y para que todo el mundo trate al individuo como a
cualquier otro ciudadano, exactamente igual, porque aquí tan digno de respeto
será el más humilde ciudadano como el más encumbrado oficial de cualquier
cuerpo armado, señores (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Para eso, para eso estamos nosotros.
Ahora bien, ¿para defender la patria? Yo les voy a decir quién va a defender la
patria si la atacan: todo el mundo,
¡todo el mundo! El ejército de Cuba es
el pueblo, porque todo el mundo tiene que pelear. Entonces, aquí, en los sindicatos, en los
clubs juveniles, en los institutos, en todas partes, hay que enseñarle a
manejar las armas al pueblo, señores (APLAUSOS). Y los soldados del nuevo ejército, del
ejército revolucionario, serán hombres bien entrenados para que, si hay que
defender la patria, cualquier soldado pueda mandar 20 ó 30 ó 40 ó 100 hombres,
como ha pasado aquí, que hombres que nunca habían peleado, que no tenían
instrucción militar, terminaron siendo magníficos oficiales y mandaban 100 y
200 hombres.
Si el país tiene que defenderse algún día, todo el mundo tiene que
combatir aquí, y así no habrá dictadura nunca, porque a un pueblo bien
instruido, un pueblo preparado, un pueblo que sabe defenderse, no hay quien le
imponga una dictadura por ningún concepto.
Y eso es lo que nosotros queremos:
preparar al pueblo, ¡preparar al pueblo para que nunca más nuestra
patria tenga que pasar por un sistema retrógrado como el que hemos tenido!
Además, si nosotros establecemos un nuevo sistema en nuestra patria, si
nosotros implantamos la justicia en nuestra patria, sobre todo la justicia
social en nuestra patria; si acabamos con el hambre, si acabamos con la
explotación, si acabamos con el desempleo, no puede haber dictadura. Hay dictadura donde hay miseria, donde hay
pobreza, donde una camarilla puede alquilar hombres para que asesinen, donde
una camarilla puede alquilar chivatos. No
puede haber dictadura en un pueblo donde todo el mundo trabaje, en un pueblo
donde todo el mundo tenga vergüenza, en un pueblo donde cualquier obrero gane
mucho más que un guardia rural. ¡Señores,
en ese país no puede haber dictadura! ¿Por
qué? Porque los hombres no estarán dispuestos a alquilarse para matar. Nadie estará dispuesto a alquilarse para
asesinar.
Ustedes saben lo que pasaba aquí.
Que decían: “Siete mil hombres
para el ejército”, les pagaban 30 pesos, y aparecían 10 000. Era porque las condiciones económicas del
país arrastraban a la gente a tener que aceptar esos procedimientos para
ganarse la vida.
Cuando en el país se acabe el hambre, cuando el país progrese y cuando
aquí se acabe la explotación, yo les aseguro que no puede haber dictadura. Eso es una cosa lógica, una cosa clara. Y lo que queremos nosotros es establecer las
bases definitivas de nuestra sociedad, para ponerles fin a todos esos males.
Nosotros no podemos resolver eso en cinco días, no. Nosotros necesitamos la máxima colaboración
del pueblo, porque los males que fueron producidos por 50 años de malos
gobiernos no se pueden resolver en cinco días ni en cinco meses.
Sé que es tremenda la situación: la
cantidad de personas desempleadas, salarios bajos, campesinos sin tierra, alquileres
altos, la industria sin protección de ningún género, discriminación racial,
analfabetismo, falta de higiene y salubridad, falta de vivienda. Todos esos problemas tenemos que resolverlos
y los vamos a resolver, lo que no los podemos resolver de un día para otro
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Ustedes pueden confiar en que los revolucionarios resolvemos esos
problemas, porque la Revolución hay que hacerla. Si la Revolución no se hace, entonces será
peor para el país. Si la Revolución se
frustra, la contrarrevolución triunfa, y la contrarrevolución solo podría
triunfar aquí sobre la base de un mar de sangre, de un verdadero mar de sangre.
A la contrarrevolución no podemos dejarla que triunfe. Tenemos que atrincherarnos y pelear aquí
hasta el último hombre y hasta la última bala; por lo tanto, la Revolución hay
que hacerla (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Lo primero que yo les digo aquí a los campesinos que están presentes, es
que en un plazo inmediato —no hace falta más que redactar la ley, estudiarla
bien y ponerla en práctica— se pondrá en práctica no la ley del Ejército
Rebelde, porque ya no satisface todas las necesidades de este momento, sino una
ley agraria que les dé a los campesinos, a todos los pequeños propietarios,
arrendatarios, aparceros y precaristas, la propiedad. Pero que, además, les resuelva el problema de
la tierra a los que no tienen tierra.
Ahora, ¿de dónde se va a sacar esa tierra? De los latifundios sencillamente, ¡de los
latifundios!
No es justo que haya hombres con 1 000 y 2 000 caballerías de
tierra donde haya campesinos con siete hijos que no tengan un solo pedazo de
tierra, que no tengan ni cuatro pies cuadrados de tierra donde lo vayan a
enterrar (APLAUSOS).
Aquí se suele hablar mucho de patria:
y la patria, y nuestra patria, y nosotros los cubanos, y la patria. Pero ahora yo me pregunto: ¿Patria de quién? ¿Patria de quién?
¡Ah!, pues podrá hablar de su patria el que tiene 2 000 caballerías
de tierra, porque casi toda la patria es de él, ¿no? Ahora bien:
¿Puede hablar de patria el campesino que no tiene ni una vara cuadrada
donde lo entierren? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
Aquí el que más reparto de tierra hasta ahora ha hecho es Batista,
porque repartió muchos miles de varas cuadradas para enterrar a los infelices
que asesinó. Es el que más tierra ha
repartido aquí. Los únicos repartos de
tierra que se han hecho en este país, son los repartos de tierra que hicieron
los esbirros cada vez que asesinaban a uno por ahí y lo enterraban. Son los únicos.
Pero la realidad es que no puede hablar de patria el hombre que no tiene
ni una pulgada de tierra. Es la patria
donde pasa hambre él, donde pasa hambre su familia, donde pasan hambre sus hijos;
no tiene casa, no tiene nada; quiere trabajar y no le dan trabajo, se está
muriendo de hambre. Señores, ¿y ese
señor puede hablar de patria?
(EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Ese ciudadano puede decir: “Yo tengo patria”? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
Si en la patria lo está partiendo un rayo —como diría un campesino—,
porque es que no tiene ni donde trabajar, ni donde sembrar, ni donde vivir.
¡Ah!, habla de patria el que tiene 2 000 caballerías. Bueno, vamos a hacer una cosa: Vamos a hablar de patria todos, pero vamos a
tener todos derecho a hablar de la patria, y vamos a hacer que la patria sea de
todos, como quería Martí (EXCLAMACIONES
Y APLAUSOS).
Es una injusticia y la Revolución no puede aceptar la existencia de
latifundios. Es más: la Asamblea Constituyente de 1940, donde
estaban representados todos los partidos y donde estaban representadas todas
las clases sociales, aprobó un precepto contra el latifundio, porque todos
llegaron a la conclusión de que el latifundio era nocivo para el país, y que
mientras hubiese latifundio en Cuba no podría haber desarrollo industrial.
Aquí se habla de desarrollo industrial, pero para que haya desarrollo
industrial tiene que ponérsele fin al latifundio, porque sobre un sistema
feudal de posesión de la tierra no se pueden establecer nuevas industrias en el
país; no hay estándar de vida en el campesino, no hay consumo interno, no hay
mercado interno y, por tanto, no puede haber industria. Para que haya industria es necesario que se
le ponga fin al latifundio y, al mismo tiempo, se establezcan leyes que
protejan las industrias del país frente a la competencia extranjera (APLAUSOS).
Uno de los problemas más terribles, que es el desempleo, no lo podemos
resolver si no acabamos con el latifundio.
No se puede hablar de resolver el desempleo ni de fuentes de trabajo,
para que haya fuentes de trabajo hace falta invertir un capital
determinado. Con Obras Públicas no se
les va a dar trabajo al medio millón de ciudadanos que están sin empleos. Eso puede aliviar, pero el problema es más
hondo. El problema es que mientras haya
latifundio no se podrá resolver el problema del desempleo; al contrario, el
desempleo aumentará, porque seguirán yendo campesinos a buscar trabajo a las
ciudades puesto que no lo tienen en el campo.
Si nosotros hacemos una ley agraria amplia y repartimos aquí tierras
entre más de 100 000, 150 000 ó 200 000 familias campesinas,
entonces se producirá el regreso del guajiro al campo, a trabajar en el campo,
a vivir en el campo, y cesará la corriente de campesinos que van a la ciudad a
ganarse la vida, aunque sea limpiando botas, jugando bolita, lo que sea. ¿Por qué?
Porque en el campo no puede vivir.
El problema del desempleo no se puede resolver si no se resuelve el
latifundio, porque hay que darles ocupación en la tierra a más de 200 000
familias que no tienen hoy tierra. Hay
que darles la propiedad de la tierra a más de 100 000 pequeños
posesionarios que no tienen la propiedad de la tierra.
Entonces, hay que dictar una reforma arancelaria... (INTERRUPCION EN LA GRABACION)... como se
creen que nosotros somos un pueblo esclavo, como se creen que nosotros no
tenemos derecho a nuestra felicidad, sencillamente. Son las que pagan las campañas de descrédito
contra el pueblo de Cuba, son las que están hablando de intervenciones, son las
que están siempre amenazando con medidas económicas.
Sabemos que van a poner el grito en el cielo, pero eso no nos
importa. Van a perder los latifundios,
porque es la voluntad del pueblo de Cuba, y frente a esa voluntad no puede
pasar nada ni nadie (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
¿Que toman medidas económicas?
Pues no importa que las tomen; en definitiva, nosotros somos un pueblo
que estamos dispuestos a todos los sacrificios.
Nosotros somos un pueblo que estamos dispuestos a privarnos del cine,
del automóvil y de todos los lujos; y si no todo el pueblo, el 98% del pueblo
está dispuesto a hacer todos los sacrificios.
Si para aplastar a la Revolución toman medidas económicas contra
nosotros, nos rebajan la cuota de azúcar o toman la medida que sea no importa,
nosotros idearemos otras medidas para resolver nuestros problemas
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Les advierto a esos intereses que no vayan a cometer el error de tratar
de adoptar medidas agresivas en ningún orden contra nuestro pueblo. Si las adoptan en el orden económico,
reuniremos al pueblo y le diremos: “Los
enemigos de nuestra libertad, los amigos de Batista, los que han dado albergue
a Masferrer, los que han dado albergue a Laurent, los que han dado albergue a
los criminales de guerra; esos que no quieren nuestra felicidad, esos que
quieren que el país retroceda, esos que quieren que aquí Batista vuelva, esos
han adoptado medidas económicas para hacer fracasar a la Revolución.” Entonces le diremos: “¡Pueblo, este es el momento de todos los
sacrificios!”
Renunciamos entonces a todo lo que sea lujo, renunciamos al cine,
renunciamos a todo artículo que sea necesario renunciar. ¡Con malanga, con sal, con manteca, con
carne, nos sostenemos! (EXCLAMACIONES Y
APLAUSOS.) La ropa la hacemos en las
textileras cubanas y nos vestimos con ropa cubana; los zapatos los sacamos de
los cueros de nuestras reses, y andamos con zapatos. Pero si tuviéramos que estar descalzos 15 años,
si tuviéramos que estar descalzos 20 años lo estamos 20 años, porque los
mambises en la Guerra de Independencia anduvieron descalzos, los mambises en la
Guerra de Independencia pelearon durante 10 años descalzos (EXCLAMACIONES Y
APLAUSOS).
Cuando a nuestra Revolución nos la vayan a agredir con medidas de orden
económico, cuando traten de sofocar en el hambre a la Revolución Cubana,
entonces diremos: “Bueno, no respondemos
de las medidas que tomemos aquí.” Llamamos
al pueblo a la unión; en ese momento, si ese caso se presenta, llamaremos al
pueblo a la unión y llamaremos al pueblo a todos los sacrificios, ¡y yo sé que
estos hombres, estas mujeres, jóvenes, viejos, hombres y mujeres, todos, son
hijos de un pueblo que está dispuesto a todo!
(APLAUSOS.)
Que no nos amenacen con medidas económicas, que no nos amenacen con
rebajas de ninguna clase, porque si las cumplen no nos importa, ¡que nosotros
—lo repito— con malanga, con sal y con manteca estamos quince años comiendo! (APLAUSOS.)
Nuestra tierra produce los artículos y los productos necesarios para
vivir; mientras tanto, resolveremos nuestros problemas de esa manera; mientras
tanto, nos industrializaremos, y de todas formas nos independizaremos
económicamente.
(SALTO EN LA GRABACION.)
Yo le digo al pueblo: Has llegado
a la mayoría de edad. Se acabaron todas
las humillaciones, las humillaciones en todos los órdenes.
Considero estúpido que estén persiguiendo en la base naval a los obreros
cubanos (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Eso
es sencillamente una estupidez, eso es sencillamente una provocación, porque no
hay razón de ninguna clase de que, por el hecho de que hayamos derrocado a la
tiranía, se esté allí persiguiendo a los trabajadores cubanos y se les esté
impidiendo... Les advertimos a las
autoridades de la base que no cometan el error de estar tomando medidas
agresivas, que los traten igual, que les paguen allí los salarios que deben
ganar y que no se anden adoptando persecución por razones políticas; porque si
van a botar de la base a todos los revolucionarios, tendrán que botar a todo el
mundo, porque todo el pueblo en estos momentos es revolucionario (EXCLAMACIONES
Y APLAUSOS).
Y otra medida: cuando los marinos
vengan aquí, que vengan con orden; que se acabe el relajo ese de estar tocando
en las casas decentes, porque no hay derecho a que estén por las calles
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). No hay
derecho a estar aquí ofendiendo a nadie y, por lo tanto, las visitas aquí
tienen que ser con orden y con un respeto absoluto al pueblo; si no es en esas
condiciones, no se pueden aceptar las visitas en masa.
Nosotros somos un pueblo hospitalario, aceptamos a cualquier extranjero
que nos visite, siempre y cuando respete nuestras leyes, siempre y cuando
respete nuestra dignidad. Si ellos no
pueden controlar a los marinos para que vengan aquí y visiten al pueblo cortés
y decentemente, entonces nosotros tenemos que impedir la entrada en masa; por
lo tanto, tiene que ser objeto de discusión la visita. No le negamos a nadie el derecho a venir, lo
que le negamos a quien sea es el derecho a ofender a nuestras mujeres, es el
derecho a ofender los hogares decentes de nuestras familias (EXCLAMACIONES Y
APLAUSOS).
Así que se impone una serie de medidas revolucionarias, pero la primera
de todas tiene que ser la Reforma Agraria, ¡la primera de todas tiene que ser y
va a ser la Reforma Agraria! Después de
la Reforma Agraria, irán todas las leyes revolucionarias que hagan falta. No las vamos a decretar todas juntas, porque
no se pueden decretar todas las medidas juntas, iremos poco a poco; pero al
pueblo, a esos millares de campesinos y obreros que me han presentado sus
demandas, yo les digo que esperen seguros, que la Revolución llevará a sus
hogares mucho más tal vez de lo que están esperando.
En este momento lo que necesitamos es la colaboración de todos. No se impacienten, no tienen que
impacientarse. Habría razones para
impacientarse si no estuviéramos nosotros aquí, habría razones para
impacientarse si no estuviéramos nosotros aquí y no se tuviera confianza en
nosotros; pero si se tiene confianza en nosotros les digo que no se impacienten
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). No se puede
cruzar el puente antes de llegar al río. Tengan calma y, sobre todo, tengan confianza;
tengan calma y, sobre todo, tengan confianza.
Si no tuvieran ustedes los líderes revolucionarios en el poder, yo les
diría que no tuvieran paciencia. Les
diría: ¡No tengan paciencia, no tengan
calma! Pero están los líderes
revolucionarios en el poder. Hay que
colaborar con los líderes revolucionarios, porque los líderes revolucionarios
van a hacer la Revolución, porque sencillamente para eso desembarcaron en Cuba,
para eso tiraron el primer tiro, para eso han derrocado la tiranía.
No nos vamos a conformar con lo que había. La patria nueva tiene que ser esencialmente
distinta a la patria vieja, la Cuba nueva tiene que ser esencialmente distinta
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Hago mías aquí las palabras de Antonio Maceo cuando dijo que la
Revolución estaba en pie mientras hubiera una justicia por reparar. Mientras haya un abuso en nuestro pueblo,
mientras haya un obrero pasando hambre, mientras haya un hombre sin trabajo,
mientras haya un enfermo sin asistencia, mientras haya un niño analfabeto,
mientras haya una familia viviendo en un bohío inmundo, mientras haya obreros
maltratados por los trusts extranjeros, mientras haya explotación en nuestra
patria habrá injusticias y, por lo tanto, la Revolución no se detendrá
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
La Revolución seguirá su curso. Ya
yo dije que si a mí me privaban de la vida, detrás de mí vendría otro; y si al
que viene detrás de mí lo privan de la vida, detrás de él vendrá otro.
He venido aquí porque el Comandante del Segundo Frente, Raúl Castro, me
pidió que viniera porque a él le había sido imposible venir. Yo le dije que iba a venir por él y por mí,
que después vendría él, que él visitaría también el pueblo de Guantánamo
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Tenemos que luchar contra muchas dictaduras, y una por una las iremos
venciendo todas.
Sobre las escuelas puedo decirles que reuní a los dirigentes de los
colegios de maestros para solicitar voluntarios para una campaña de
alfabetización, y he tenido la gratísima sorpresa de comprobar que, en vez de
300 ó 400 ó 500 voluntarios como esperaba, se han presentado miles y miles de
voluntarios para enseñar.
No han exigido presupuesto, no han exigido sueldo. Lo que se planteó fue que había cientos de
miles de niños que necesitaban maestros y que había miles de maestros que no
estaban haciendo nada porque no tenían empleo; que comenzaran a trabajar sin
sueldo, que si la Revolución marchaba adelante, que si los planes
revolucionarios iban adelante, la economía del país dentro de breves años sería
tan próspera que muy pronto esos maestros estarían ganando un sueldo mucho
mayor de lo que ganaba cualquier maestro; que lo importante era no estar
ocioso, que lo importante era servir con lo que fuese necesario, y que los
campesinos les darían la comida y nosotros les daríamos el material y el
uniforme del Ejército Rebelde para que lo siguieran honrando.
Quiero decirles que ya está en marcha la primera columna de maestros
hacia la Sierra Maestra; que ya hay en la Sierra Maestra una división blindada,
pero no de tanques, sino de tractores, y que hoy he tenido la inmensa
satisfacción de ver a los aviones de la Fuerza Aérea Rebelde —porque la antigua
fuerza aérea del ejército es ahora Fuerza Aérea Rebelde, aquellos aviones que
antes bombardeaban al pueblo— lanzar más de mil paquetes en paracaídas con
regalos y con ropas para los campesinos (APLAUSOS).
Esos aviones creo que incluso por aquí lanzaron algunos paquetes, porque
se les dijo que por aquí también (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”).
No quise que se olvidara a ninguno de los pueblos del Segundo Frente, no
porque eso resuelva nada; era una cuestión simbólica para que los niños, que
todavía temen a los aviones porque no saben que ya son del pueblo, vean que ya
los aviones no tiran bombas, sino que tiran regalos y tiran juguetes
(APLAUSOS).
Así, mientras la dictadura enviaba columnas de soldados a la Sierra
Maestra, nosotros enviamos columnas de maestros; mientras la dictadura enviaba
columnas de tanques a la Sierra Maestra, nosotros enviamos columnas de
tractores; mientras la dictadura bombardeaba con bombas de 500 libras a los
campesinos, nosotros los bombardeamos con juguetes y con regalos.
Eso allí como un símbolo, porque allí empezó la lucha. Pero mandaremos nuestras columnas de maestros
a todos los frentes de Cuba; mandaremos nuestras columnas de maestros a todos
los rincones de Cuba; mandaremos las columnas blindadas de tractores a todos
los lugares de Cuba a abrir caminos y a ayudar a los campesinos; mandaremos las
columnas de médicos, que también se han ofrecido espontánea y generosamente. Aquí habló, en nombre del ejecutivo del
Colegio Médico, un médico, que es de los que nos han estado ayudando a mandar
también las columnas de médicos.
¿Por qué?, les voy a decir por qué.
Porque nosotros pensamos hacer más que escuelas ciudades escolares,
pensamos hacer hospitales. Pero no le
vamos a decir al pueblo que espere a que las escuelas estén hechas, no le vamos
a decir al pueblo que espere a que los hospitales estén hechos. No, aunque no haya hospitales los médicos van
por delante, para que allí, en cualquier casa de campesino, donde sea, sepan
los campesinos que tienen un médico. Aunque
las escuelas no estén construidas, los maestros van por delante; aunque no haya
escuelas construidas ni presupuesto, los maestros, llenos de entusiasmo, llenos
de buena voluntad, llenos de amor patrio, van por delante a enseñar aunque las
escuelas no estén construidas, a enseñar como enseñaban los maestros del
Ejército Rebelde: en cualquier humilde
casita donde se reúnan 20 ó 30 campesinos.
Además, la vivienda. El Ejército
Rebelde ha creado el Departamento de Construcción de Viviendas Campesinas y ha
gestionado del gobierno la concesión de un crédito de 2 millones mensuales
—¡dos millones mensuales!— para construir decenas de miles de viviendas para
los campesinos.
No pararemos hasta que hayamos acabado con el último bohío, no
descansaremos en nuestra lucha en favor de la vivienda hasta que haya
desaparecido el último bohío, y esperamos que en un plazo de tiempo de breves
años se haya acabado el último bohío en Cuba.
Todo irá parejo: la lucha contra
la miseria, la lucha contra el desempleo, la lucha contra el latifundismo, la
lucha por el desarrollo industrial, la lucha contra las enfermedades, la lucha
contra el analfabetismo, la lucha por la cultura, la lucha por la democracia,
el bienestar y la salud del pueblo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Así que no tengo más que decirles que crean en nosotros. Crean en nosotros, porque, ¿qué harían
ustedes, los que están pidiendo esas demandas, si estuvieran en el poder? ¿Qué harían? Aplicarla.
¿Qué harían? Resolver los
problemas ustedes. Pues ustedes somos
nosotros, y nosotros, que somos ustedes, estamos en el poder (APLAUSOS).
Y he venido aquí
—lo repito— no a oír demandas, ¡vengo a sumarme a la demanda justa del pueblo! (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS.)