DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO
RUZ, DESDE EL BALCON DE LA SOCIEDAD “EL PROGRESO”, DE SANCTI SPIRITUS, LAS
VILLAS, EL 6 DE ENERO DE 1959.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS
OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO)
Compatriotas de Sancti Spíritus (APLAUSOS):
No
podía ser para mí, esta ciudad de Sancti Spíritus, una ciudad más en nuestro recorrido.
Si
las ciudades valen por lo que valen sus hijos, si las ciudades valen por lo que
se han sacrificado en bien de la patria, si las ciudades valen por el espíritu
y la moral de sus habitantes, por el fervor de sus hijos, por la fe y el
entusiasmo con que defienden una idea, Sancti Spíritus no podía ser una ciudad más. Y si las ciudades se admiran y los pueblos se
quieren por lo que han tenido de fe en las horas difíciles, es lógico que hacia
esta ciudad, como hacia otras, especialmente en nuestra patria, sintamos
nosotros especial cariño (APLAUSOS).
Y
hay algo además que se nota en el espíritu de los pueblos, hay ciudades más
entusiastas que otras, y si bien es verdad que es grande el entusiasmo, porque
basta para comprenderlo saber que venimos de Oriente, la fe, el entusiasmo, el
ardor que se observa entre los espirituanos es realmente incomparable (EXCLAMACIONES
Y APLAUSOS).
No
se trata de que se haya reunido una cantidad tan considerable de personas en
este instante. Es posible que nunca
antes, en ningún mitin político de los tiempos anteriores —mítines políticos
porque este es un mitin revolucionario, pero como antes no había revolución los
mítines eran políticos (APLAUSOS)—, se hubiese reunido en número tan
considerable la ciudadanía de Sancti Spíritus, en un acto que no convocó nadie, que lo convocó
el pueblo, cuando no se sabía a ciencia cierta a que hora pasaría nuestra
caravana hacia La Habana y cuando sencillamente no son las 12:00 del día, ni
las 3:00 de la tarde, ni las 10:00 de la noche, son las 2:00 de la madrugada
(APLAUSOS), y es, además, un día de frío y parece que de lluvia también (EXCLAMACIONES
Y APLAUSOS).
¿Pero
qué le pueden importar a nuestro pueblo las inclemencias de la naturaleza en
estos tiempos que ha aprendido a vencerlo todo?
Las noches de frío y de agua impresionaban en otros tiempos la
imaginación del pueblo (APLAUSOS); también impresionaban los tanques,
impresionaban los cañones, impresionaban los aviones (EXCLAMACIONES) —digo que
en otros tiempos (EXCLAMACIONES)—, impresionaban los
fusiles que portaban en sus manos esos hombres de caras hoscas (EXCLAMACIONES),
que miraban al ciudadano como a un ser inferior al que a cada rato le perdonaban
la vida. Casi casi
había que vivir agradecido de que no lo asesinaran a uno por la calle
(EXCLAMACIONES DE: “¡Los
chivatos, los chivatos!).
Pero,
¿los chivatos existen? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿O existían?
¿Dónde están? (EXCLAMACIONES DE: “¡A guindarlos, a
guindarlos!”) No, no, no, a guindarlos
no; no, ¿para qué? (EXCLAMACIONES.) Comprendo el deseo del pueblo de ver a los chivatos
con la lengua afuera (EXCLAMACIONES), pero la soga es algo que han usado muchas
veces los esbirros de la tiranía. ¡Soga no como hicimos siempre nosotros en la Sierra Maestra: los juzgábamos y los fusilábamos
(EXCLAMACIONES DE APROBACION).
En
fin de cuenta, el pueblo pide el castigo ejemplar de los esbirros y de los
confidentes, no porque el pueblo esté lleno de odio; pide el castigo de sus
enemigos y de los enemigos de la patria, no por una sed de sangre o de
venganza; pide el castigo como ejemplo, pide el castigo porque tiene su
pensamiento puesto en las horas terribles de esos largos siete años de tiranía (EXCLAMACIONES);
pide el castigo porque no quiere ni puede olvidar a sus muertos
(EXCLAMACIONES); pide el castigo porque no quiere que nunca más se vuelva a
repetir en nuestra patria lo que hemos vivido (EXCLAMACIONES); pide el castigo,
porque no quiere que la mala semilla germine (EXCLAMACIONES); pide el castigo
porque nuestro pueblo está lleno de ansias de justicia (APLAUSOS); pide el
castigo porque en Cuba no ha habido nunca justicia (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Son viejas penas que llevamos dentro; quizás
el recuerdo de 1895, donde los voluntarios y los traidores a la patria
recibieron el manto protector de la intervención extranjera (EXCLAMACIONES). Piensa tal vez en el año 1933, en que los
traidores recibieron el manto protector de la dictadura castrense
(EXCLAMACIONES).
Déjennos
eso a nosotros y muy particularmente a ese pueblo que estoy seguro de que va a
imitar el ejemplo de Cuba muy pronto (EXCLAMACIONES).
Lo
que ocurre hoy —y tal vez a ello se deba la extraordinaria alegría del pueblo,
no por nuestros méritos que son muy pocos (EXCLAMACIONES), porque no es nada
haber luchado dos años y un mes, cuando en cada uno de nosotros existía la
decisión de luchar 40 si fuera necesario (EXCLAMACIONES)— es que el pueblo
comprende que por primera vez, desde la llegada de Cristóbal Colón, hace 400
años aproximadamente, ¡por primera vez va a haber una revolución en Cuba
(EXCLAMACIONES).
El
abuso empezó entonces cuando llegaron aquí aquellos antepasados nuestros, se
apoderaron de la pacífica isla de Cuba, implantaron su dominio por la fuerza, y
desde entonces Cuba ha vivido bajo el imperio de la fuerza (EXCLAMACIONES);
cuando no han sido las fuerzas opresoras o interventoras de países extraños,
han sido las fuerzas opresoras de los traidores de la patria (EXCLAMACIONES).
¿Cuando
hubo democracia aquí? (EXCLAMACIONES.) ¿En 1944?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) ¿Y Pedraza andaba
por las calles, y tenía unos latifundios enormes en Santa Clara, y todos los
asesinos aquí imperaban por su respeto, y los mismos fusiles y los mismos
hombres que habían estado defendiendo la dictadura estaban todavía allí en los
cuarteles con sus fusiles en la mano? (EXCLAMACIONES.)
Y pasó lo que pasó luego, que cuando le
dio la gana vino otra vez y dio las órdenes (EXCLAMACIONES).
Esta
vez —y eso es lo que comprende el pueblo al cabo de cuatro siglos—, por primera
vez un pueblo manda (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES); por primera vez los hombres que
tienen las armas en la mano se inclinan reverentes ante el pueblo de Cuba
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).
Y
créanme que aquí han ocurrido sentimientos realmente singulares. Es posible que el pueblo lleno de entusiasmo
venga a recibir el paso de las columnas y nos reciba a nosotros con la
sensación de que la Revolución ha llegado al poder, y que, por lo tanto, los
jóvenes revolucionarios están mandando en Cuba.
Y ocurre al revés, la verdad es que yo llego, llegan mis compañeros, y
desde que vemos que quien manda aquí es el pueblo nos sentimos llenos de
admiración y de emoción de ver a un pueblo mandando (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES). Y ahora sí que van a ver lo que es un pueblo
mandando (EXCLAMACIONES), porque el pueblo no se puede traicionar a sí mismo.
¿Quién
protesta cuando hay algo mal hecho en Cuba?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡El pueblo!”) Luego el
pueblo no puede hacer cosas mal hechas (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”).
¿Quién
protesta cuando hay un crimen? (EXCLAMACIONES
DE: “¡El
pueblo!”) Luego el pueblo no puede
permitir el crimen.
¿Quién
protesta cuando hay latrocinios y hay desfalcos, y se roban el dinero del pueblo? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) Luego el pueblo no puede permitir el desfalco,
ni el robo, ni la inmoralidad, ni el privilegio (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”).
¿Quién
protesta cuando no hay libertad de prensa?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡El pueblo!”) Luego el
pueblo no puede permitir la censura (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”).
¿Quién
protesta cuando hay elecciones fraudulentas o cuando no hay elecciones? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) Luego el pueblo no puede permitir el fraude
electoral, ni el secuestro de su propia voluntad (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”).
¿Quién
protesta cuando no hay libertad de reunión?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡El pueblo!”) Luego el
pueblo no puede suprimir la libertad de reunión (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”).
¿Quién
protesta cuando hay hambre?
(EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) Luego el pueblo tiene que ponerle fin al
hambre (EXCLAMACIONES).
¿Quién
protesta cuando los artículos tienen un precio abusivo? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) Luego el pueblo tiene que ponerle fin a la especulación
(EXCLAMACIONES).
¿Quién
protesta cuando hay bajos salarios? (EXCLAMACIONES
DE: “¡El
pueblo!”) Luego el pueblo tiene que
poner salarios altos (EXCLAMACIONES).
¿Quién
protesta cuando los campesinos no tienen tierra? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) Luego el pueblo tiene que darles la tierra a
los campesinos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).
¿Quién
protesta cuando no hay calles pavimentadas, ni hay hospitales, ni hay escuelas,
ni hay higiene, ni hay salubridad? (EXCLAMACIONES
DE: “¡El pueblo!”)
Luego el pueblo tiene que arreglar las
calles, tiene que hacer hospitales, tiene que construir escuelas y tiene que
prestar todos los servicios que el pueblo está demandando (EXCLAMACIONES).
¿Quién
protesta cuando los ladrones andan por la calle? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) Luego el pueblo tiene que encarcelar a los
ladrones (EXCLAMACIONES).
¿Y
qué ha pasado aquí, por qué el pueblo siempre está protestando? (EXCLAMACIONES.) Porque el pueblo nunca ha estado gobernando. Y ahora lo que ha ocurrido aquí es que el
pueblo, no el pueblo que se imaginan los enemigos de la democracia, no el
pueblo que se imaginan los tiranos, no, que piensan del pueblo como algo
desorganizado, como algo anárquico como algo que no tiene disciplina, que no
tiene orientación, que no tiene conciencia.
Eso es lo que piensan ellos... Podían
pensar eso antes, cuando llegaban aquí y se encaramaban en el poder mediante
unas elecciones fraudulentas y no pasaba nada; podían pensar eso antes cuando
llegaban aquí, tomaban el poder por la fuerza, y se dedicaban a saquear la
república como vulgares piratas y no pasaba nada (EXCLAMACIONES). Podían pensar eso del pueblo cuando tenían
50 000 hombres sobre las armas y el pueblo no tenía ni un fusil ni un
hombre armado; pero ahora, que se encaramaron y los botamos (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES); ahora, cuando el pueblo que no tenía ejército, que no tenía
fusiles, que no tenía nada, a la vuelta de dos años se aparece con los tanques,
los cañones, los aviones, los fusiles en la mano (EXCLAMACIONES), un pueblo que
no tenía un solo fusil y los tiene hoy todos en la mano, a ese es un pueblo que
hay que respetar.
¿Ahora
qué pensará el dictador del pueblo de Cuba?
(EXCLAMACIONES.) ¿Qué pensarán
los asesinos que han escapado? (EXCLAMACIONES.)
Y que no había noche que no asesinaran
media docena de compatriotas; porque cuando pasaban por Columbia y veían tantas
trincheras y tantas alambradas y tantas cosas extrañas allí adentro, y tantos
fusiles y tanto armamento y tantas microondas y tantos aviones y tantos
chivatos, decían: esto
es invencible. Y junto con ellos
pensaban los politiqueros, que se dedicaban a combatir la tesis revolucionaria
y a decir que aquí la solución eran las elecciones del primero de noviembre
(EXCLAMACIONES).
Eran
los mismos que habían dicho que la solución eran las elecciones del primero de
noviembre de 1954, y los mismos que iban a decir que la solución era las
elecciones del primero de noviembre de 1962. Y así iban a estar los muy
pícaros, porque lo único que les preocupaba era ir allí y sentarse en el Senado
con una minoría; su botellita, mientras los otros derramaban su sangre.
Horas
muy amargas tuvimos que soportar cuando veíamos a los que trataban de confundir
y de matarle la fe a nuestro pueblo. El
peor crimen que se pueda cometer contra nadie es matarle la fe; incluso cuando
los hombres no tienen otra cosa, mientras conservan la fe, conservan mucho. Lo terrible es cuando los pueblos han perdido
la fe por completo. Y los que venían a
conspirar contra la fe del pueblo y a decirles que nosotros éramos potentes
para resistir pero impotentes para vencer; o que aquellos cuatro gatos que
estaban en la Sierra Maestra (EXCLAMACIONES) cómo iban a tomar Çolumbia, cómo iban a derrotar a Batista que tenía tantas
armas y tantos cañones; que nosotros éramos unos románticos pero que los
pobrecitos, había que salvarlos, había que darles una lección a la carrera para
que se salvaran. Y luego eran tan
descarados que decían que cuando ganaran —cuando ganaran los politiqueros que
decían que eran de la oposición— iban a dar una amnistía (EXCLAMACIONES), como
si todo el problema del pueblo de Cuba consistiera en que a nosotros nos
perdonaran, nos perdonaran (EXCLAMACIONES).
Quiero
decirles una cosa: de
acuerdo con el Código Penal, la ancianidad es un eximente de culpa (RISAS), y,
pasado ya ciertos límites, el Código Penal se abstiene de la aplicación de
penas de ninguna índole (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO).
¡Ah!,
a ese le vamos a exigir cuentas (EXCLAMACIONES). Como el pueblo es el que manda, yo creo que
el pueblo lo que tiene que hacer es precisamente eso, pedir aquí y demandar
aquí todas las cosas (EXCLAMACIONES).
Y
volviendo al hilo de mis palabras, después de estas consideraciones, me vuelvo
a preguntar qué dirá ahora el valiente dictador; el hombre que tenía una bala
en la pistola y que se fue, lo mismo que entró, con nocturnidad y alevosía, sin
que nadie sepa siquiera en este momento por qué caminos anda. Bueno sería que vieran el mitin que vamos a
dar ahora en Columbia con el pueblo (APLAUSOS).
El acto debe ser en Columbia porque el pueblo ahora es quien tiene los
fusiles y es el que manda.
(DEL
PUBLICO LE PREGUNTAN: “¿Y
Masferrer?”) No
me pregunten por aquel que escapó también, pregúntenme dónde están los
sicarios, los esbirros, los asesinos que dejó aquí. Y les diré que los que no han caído ya
deshonrosamente tendrán que afrontar los tribunales revolucionarios.
(DEL
PUBLICO LE PREGUNTAN: “¿Y
Mirabal?”) Mirabal, Casillas, Olayón, habrá
que preguntárselo al mismísimo diablo (EXCLAMACIONES Y RISAS).
(DEL
PUBLICO LE PREGUNTAN: “¿Y
Mujal dónde está”?)
¿Mujal?, hay que tener paciencia.
La
verdad es que no sé si todos pensaremos igual, yo tengo mi filosofía: esa gente muerta,
pues murieron; esa gente viva sufre más. Vivos, huyendo, sin patria, perseguidos por el
odio del pueblo, el desprecio de la ciudadanía que se les tiene que estar
clavando sobre sus conciencias oscurecidas (EXCLAMACIONES), y, sobre todo, un
sufrimiento mayor, el sufrimiento de ver a nuestro pueblo libre (APLAUSOS). No podrá haber para los que escaparon de una
forma tan deshonrosa peor castigo.
(DEL
PUBLICO LE PREGUNTAN: “¿Dónde
está Castillo?”) ¿Castillo? ¿Cuál el bolitero o el secretario, o los dos? (DEL PUBLICO LE CONTESTAN: “¡Cantillo!” Ah, ¿Cantillo? (DEL PUBLICO LE CONTESTAN: “¡Sí!”) Esperando por el tribunal
revolucionario. Y Morales del Castillo,
si es cierto que lo capturaron, esperando también por el tribunal
revolucionario (APLAUSOS). Y Castillo,
uno de los zares del juego, esperando también por los tribunales
revolucionarios (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
(DEL
PUBLICO LE PREGUNTAN: “¿Y
Tabernilla?”) Los Tabernilla, dicen que
se robó el retiro del ejército completo, que son como 40 ó 42 millones, una
cosa por el estilo. Lo tendrán que
devolver, porque para eso lo sabremos exigir dondequiera que estén metidos
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Mas no
creo que el pueblo deba sufrir pensando en los que se escaparon. Está bien que les guarden la deuda
cuidadosamente, para cobrársela ahora o dentro de 50 años (APLAUSOS). Es bueno que los pueblos no olviden, para que
no vuelva nadie más a escribir: Cuba, país de poca memoria. Lo que vamos a escribir la próxima vez es: Cuba, país de mucha
memoria (APLAUSOS).
(DEL
PUBLICO DICEN: “¡Viva
el capitán Castillo!”) ¡Que viva el capitán Castillo!, porque ese es un Castillo
bueno, ¡que viva el teniente Viciedo y vivan todos
los combatientes revolucionarios (EXCLAMACIONES DE: “¡Vivan!”) ¡Que vivan todos los
que han hecho posible la libertad de la patria (EXCLAMACIONES DE:”¡Vivan!”) Y que viva, por encima de todo, nuestro pueblo
heroico y glorioso (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”).
Pero
muchos más motivos de orgullo tiene el pueblo de Sancti
Spíritus, con sus combatientes, porque no son ni dos
ni tres, son muchos, y muchos los oficiales que se han distinguido en esta
guerra, y aquí tenemos a nuestro Comandante Félix Duque, de Sancti
Spíritus, veterano de incontables combates
victoriosos (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS), autor de numerosas proezas, y hay entre
ellas una que tendrá que escribirse y que se la voy a contar al pueblo.
Era
en los días de la ofensiva contra la Sierra Maestra, aquella temible ofensiva
que iba a exterminar hasta el ultimo rebelde y que terminó en Columbia, porque
la batalla que comenzó a librarse en los días finales de mayo del año 1958,
terminó en Columbia, a los seis meses después, aproximadamente —la batalla que
comenzó en la Sierra Maestra—, porque con las armas que se le arrebataron en
aquella ofensiva a la dictadura, se armaron las columnas invasoras que llegaron
hasta Las Villas (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Después de aquellas proezas singulares e incomparables,
que no tienen paralelo en nuestra historia, como fue la travesía de dos
columnas, una de 82 hombres y otra de 110 hombres armados contra miles de
enemigos, por un terreno completamente llano (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS),
dirigidas por los comandantes Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Era
en aquellos días de la ofensiva contra la Sierra Maestra, en que nuestras
fuerzas, después de la batalla victoriosa de El Jigüe volvieron todas sus armas
contra la odiada columna del criminal Sánchez Mosquera, acampado en Santo
Domingo. Cuidaba el entonces capitán
Félix Duque una de las entradas contra los posibles refuerzos enemigos; las
fuerzas de Mosquera hacían un intento desesperado por escapar, y le envío al
capitán Félix Duque una instrucción de que interceptara a la fuerza enemiga por
uno de los caminos posibles de retirada, y por donde, efectivamente, iban a
cruzar. Tenía en aquel momento 60
hombres bajo su mando, la orden —que fue
necesario enviar por escrito, pues en aquellos tiempos no teníamos microondas—
llegó algo retrasada, con motivo de que el campesino que la portaba hubo de
ocultarse de la aviación que durante todo el día trataba de hostigar nuestras líneas,
y lo que ocurrió fue lo siguiente:
En
las primeras horas de la noche, nuestro capitán Félix Duque sale al frente de
su tropa; pero había olvidado algo, a pesar de que no era la primera vez que le
ocurría: que en horas de la noche y por
terreno montañoso es muy fácil que la tropa pierda el contacto, que una hilera
pierda el contacto en cualquier curva y se divida la columna, y que es
necesario en noches oscuras estar constantemente chequeando toda la columna
para que no se corte y no se extravíe una parte de la fuerza o toda la fuerza. Y en el impulso del capitán Duque por cumplir
la orden e interceptar al enemigo, avanzó tan rápidamente que se quedó atrás
toda la columna y cuando vino a darse cuenta no andaba más que con dos
compañeros de los 60 hombres (RISAS).
Quiero
advertirles que está aquí vivo de milagro, pero de milagro de verdad, no de
milagro de casualidades de esas (APLAUSOS).
Porque era nada menos que la tropa más criminal que había pasado por la
Sierra Maestra, la tropa de Mosquera. Cuando
se vino a dar cuenta, estaba metido casi casi dentro
del campamento enemigo, donde había acampado la tropa enemiga, porque al llegar
la noche, en la posición en que se encontraban, acamparon. No se había dado cuenta de que había ido a
parar entre el campamento y las postas enemigas. Al darse cuenta, regresa a buscar su tropa, y
cuando regresa, ha caminado apenas unos 100 ó 150 metros con sus dos
compañeros, cuando se encuentra unos hombres armados en un altico,
y llega Duque y los saluda:
“¡¿Qué pasa?!” “¡¿Qué pasa?!” (RISAS.) Y los hombres armados se aproximan también: “¡¿Qué pasó, qué
pasó?!” (RISAS.) Era nada menos que un capitán rebelde con dos
compañeros más, hablando con una de las postas de Sánchez Mosquera (RISAS).
Pero
lo peor todavía de la temeridad y de la imprudencia del capitán Duque es que en
vez de llevar el arma lista, como se lleva en casos como esos, llevaba la
ametralladora colgada aquí a la espalda (RISAS). Y, por supuesto, que el soldado también tenía
una ametralladora colgada aquí (RISAS). Entonces
cuando va él a tratar de quitarse la ametralladora para hacerle frente a la
situación, ocurre que los otros se abalanzan sobre él —eran varios.
Los otros dos compañeros hacen fuego al aire. Dos soldados tratan de capturarlo porque
realmente no podían, en aquel momento —estaban próximos—, hacer otra cosa, y la
cuestión es que ruedan por una pendiente hacia abajo, en un combate cuerpo a
cuerpo, el capitán Duque y dos soldados enemigos.
Los
compañeros —que tienen que retirarse ante la presencia del resto de las fuerzas
del campamento— informan inmediatamente lo que había ocurrido. Cuando llegan hasta mí y me informan lo que
acababa de ocurrir, a los pocos minutos de haber ocurrido el incidente, pues
entonces una inmensa tristeza, disgusto y dolor se apoderó de todos nosotros,
porque en aquellas condiciones, habiendo sido sorprendidos, habiéndose
escuchado numerosos disparos, era virtualmente imposible contar con la vida del
compañero Duque.
Así
transcurrió toda aquella noche, cuando en horas del mediodía siguiente, como
una verdadera aparición, como un fantasma, ve todo el mundo que se aproxima, un
poco compungido y triste, disgustado por lo que había pasado, entre otras
cosas, de no haber podido cumplir con la misión encomendada: llevar la tropa e interceptar al enemigo. Porque cuando yo llegué a la posición donde
estaba el compañero Duque citado, me encuentro a todos los hombres de él y digo: “¿Y dónde esta
Duque?” Me dicen: “no,
que se fue solo” (RISAS). Regresa —ya
les digo, al otro día, como a las 12:00 del día—, golpeado, amoratado,
hinchado, el pelo alborotado. Y todo el
mundo se quedó realmente como quien ve levantarse a un muerto.
Para
mayor casualidad, por una de las microondas capturadas al enemigo, que
interceptaba las comunicaciones, oigo que Ugalde
Carrillo desde el avión decía: “¡Pues métele un tiro y mátalo pa’l diablo!” Y yo
decía: bueno,
es Duque que lo han hecho prisionero: “¡Métele
un tiro!” Yo no había oído las palabras del
que hablaba desde abajo, pero oí la respuesta del de arriba, y deduje que era
un prisionero. Porque creo que hasta
algo dijo: “un
prisionero, ¡pues mételo un tiro y mátalo!” Y todo aquello nos había hecho perder a
nosotros, los compañeros, todas las esperanzas.
¿Qué
había pasado? Habían tratado de
apresarlo, él se defendió, rodó por toda una pendiente y ha estado luchando en
un arroyo, cuerpo a cuerpo, durante 10 minutos, con dos soldados enemigos,
hasta que pudo deshacerse de ellos y salir al campamento de nuevo. Y gracias a eso lo tenemos aquí (RISAS Y
APLAUSOS).
Ustedes
saben que, al revés de los partes del Estado Mayor, nosotros nunca añadimos ni
una bala más a la que se ocupa en un combate, y cuanto les he referido se
ajusta, rigurosamente y sin exageración de ninguna índole, a la realidad,
porque en la guerra suceden cosas realmente increíbles.
(Félix
Duque dice: “El
que se fajó conmigo esta por ahí y se unió a nosotros). ¡Ah!, pero ahora dice que el que se fajó con
él esta por ahí (RISAS). Dice que se
unió a la Revolución.
De
todas formas, la isla no es tan grande y los protagonistas de esos
acontecimientos se vuelven a reunir fácilmente. Y, al fin y al cabo, el pueblo victorioso
tiene que ser, en estos momentos de triunfo, más que nunca, un pueblo de nobles
sentimientos y un pueblo caballeroso, que tiene que contribuir a la paz,
precisamente, tratando, sin olvidar a los culpables, castigando a los
culpables, de comprender que no todos los militares eran criminales, que no
todos los militares eran hombres de sentimientos crueles, y que una de nuestras
tareas es seleccionar entre los buenos y los malos (APLAUSOS).
Puedo
decirles, por ejemplo, que en la Sierra Maestra murieron más de 20 combatientes
de los soldados que se sumaron a la Revolución, y que combatieron con mucho
valor; los militares tienen muchos mártires que han caído luchando junto con
los revolucionarios. Aquellos hombres
acudieron a nuestras filas cuando se les presentaba la oportunidad, que no
siempre era fácil para ellos, porque durante largo tiempo nosotros, de hecho,
no dominábamos territorio alguno, y era muy difícil hacer contacto con nuestras
filas; les era difícil hacer contacto a los propios dirigentes de la
organización del 26 de Julio, con mucha más razón a los militares.
Así
que nosotros tenemos el propósito de castigar y de expulsar de las filas de las
fuerzas armadas a todo el que deshonra el uniforme (APLAUSOS); pero abrirles
también las puertas en el nuevo ejército de la república a los hombres que
hayan estado ostentando funciones militares y no hayan robado, y no hayan
asesinado, que hayan sabido respetar al pueblo (APLAUSOS).
Se
hace tarde... (DEL PUBLICO LE DICEN
ALGO). Oye, mandar sí, pero dictadura
no; el pueblo manda pero el pueblo no es dictador.
Bueno,
¿y si todos quieren subir, caben aquí? (LE
RESPONDEN: “¡No!”)
Luego, ¿si suben unos y otro no, no sería
un privilegio? (LE RESPONDEN: “¡Sí!” ¿Y no estamos contra los privilegios? (LE RESPONDEN: “¡Sí!”) Como ustedes no caben aquí, pero yo quepo
allá, voy a bajar a verlos a todos (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
(DEL
PUBLICO LE PREGUNTAN: “¿Y
Raúl?”) Raúl está en el cuartel Moncada;
Gómez Ochoa está en el regimiento de Holguín; Juan Almeida está aquí con la
columna blindada y va a ser designado jefe de la división blindada que vamos a
organizar con los veteranos de la Sierra Maestra; Camilo Cienfuegos está en Columbia;
el comandante Ernesto Guevara está en La Cabaña, y el comandante Efigenio Ameijeiras ha de estar
ya a estas horas en la jefatura de la Policía Nacional.
Aquí
está el comandante Juan Almeida (APLAUSOS).
¿Paco
Barrera dicen? Bueno,
es que la columna está repartida creo que por toda la provincia, y no es tan fácil
encontrar a todas las tropas; ahí viene el pelotón “Mariana Grajales” también
en la tropa (EXCLAMACIONES).
Lo
importante ahora es que estén donde estén, cada cual se dedique a cumplir con
su deber (APLAUSOS); lo importante es que el pueblo tenga fe y confianza en
esos hombres (APLAUSOS); lo importante es que esos hombres están hoy y estarán
siempre al servicio incondicional del pueblo (APLAUSOS); que en esos hombres se
puede tener la confianza que se tiene en un hijo, en un padre o en un hermano
(APLAUSOS), porque yo, que los conozco bien, sé que son hombres incorruptibles
y sé que jamás traicionarán a su pueblo (APLAUSOS).
Hemos
hablado hoy con júbilo de los héroes de la Revolución, de los nombres más
destacados, de la alegría de nuestro pueblo.
Faltan por decir algunas cosas y ahí vamos. La zafra ya se sabe que a fines de mes a más
tardar, de acuerdo con nuestros cálculos, habrá comenzado en la mayor parte de
los centrales de la isla (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Iba a decirles, precisamente, que el pueblo
no se puede dormir sobre los laureles; que el camino que tenemos por delante es
un camino largo y duro; que la Revolución en su etapa constructiva no será un
paseo; que por delante tenemos muchos intereses creados; que toda obra justa
encontrará resistencia; que el enemigo agazapado, el enemigo en fuga, pero con
cuantiosos recursos económicos tratará de poner en nuestro camino todos los
obstáculos, se asociará con cuantos enemigos de Cuba pueda encontrar y
estaremos en la obligación de mantenernos siempre alertas, siempre en guardia;
que muchos peligros amenazan a nuestros combatientes, porque ahora ya no es el
tiro que se dispara desde una trinchera, es el tiro alevoso y cobarde que se
dispara desde una esquina, desde una azotea; que agotará todos los medios por
sembrar la muerte entre los dirigentes de la Revolución, lo que no será en
definitiva, tan difícil, porque nosotros nunca nos sustraeremos al contacto del
pueblo, ni andaremos con escoltas ni haciendo ruido por las calles (APLAUSOS). Será ese un deber que afrontaremos,
sencillamente, como hemos afrontado todos los demás.
Es
importante que el pueblo sepa desde hoy y comprenda que la Revolución no podrá
ser tarea de un día, ni de dos, ni de tres; que nuestros males no encontrarán
solución de la noche a la mañana; que será preciso trabajar mucho; que al igual
que la guerra no se ganó en un día, que al igual que la guerra fue necesario
ganarla poco a poco, paso a paso, pero firmemente con un solo propósito, el que
concluyese solo con la victoria o con la muerte como reza nuestro lema, la
Revolución tendrá que realizarse también paso a paso, poco a poco y sin otra
divisa también que la del triunfo.
Vendrán
ahora, porque es natural que vengan y es lógico que los esperemos, los
demagogos, vendrán los oportunistas, vendrán los que no se sacrificaron a
querer medrar a costa del sacrificio de los demás. Vendrán los demagogos que no hicieron nada en
las horas duras de la tiranía a sembrar el descontento, a sembrar la
desconfianza, porque quien no tenga méritos solo encontrará el camino táctico
para ellos de rebajar a los demás; aquellos que no gocen de la confianza de la
nación se dedicarán a restar la confianza del pueblo en sus dirigentes.
Ponía
un ejemplo de lo que es el demagogo. El
demagogo es aquel que si, por ejemplo, en estas circunstancias son fusilados en
un pueblo 25 confidentes, o en una provincia, o en toda la isla se fusilan 100
esbirros, inmediatamente salen a predicar que la Revolución ha sido
traicionada, que hay que matar 10 000, que por ahí no se llega a ninguna
parte, que los chivatos andan por la calle.
Vendrá
el ambicioso, los que no se preocupan realmente por la patria, los que no estén
preocupados más que de sus ambiciones y de su vanidad personal. Vendrán, incluso, los que dentro de las
propias filas revolucionarias deserten del deber, los que se corrompan y,
además, todos los obstáculos que una revolución tiene en su camino. Todos los peligros que una revolución tiene
en su camino los tendremos que afrontar, tal vez amenazas extranjeras, tal vez
agresiones extranjeras; pero frente a todo ello, hay, sin embargo, una inconmovible
fe; la fe que nace de dos cosas: de la
confianza que tenemos en nosotros mismos y de la confianza que tenemos en
nuestro pueblo (APLAUSOS).
Porque
nos sabemos leales, porque nos sabemos honrados, porque sabemos que jamás la
tentación penetrará en nuestros corazones, que jamás nuestras manos se mancharán
con dinero robado o con la sangre del crimen (APLAUSOS). Como sabemos que no vivimos más que para un
solo fin, porque sabemos que nuestro destino ha sido este, el de servir a
nuestra patria y a nuestro pueblo, porque han sido muy grandes y muy profundas
las emociones que hemos vivido, porque cuantas veces nos hemos reunido con el
pueblo, hemos recibido ese aliento y ese cariño, que es el cariño que impulsa a
los hombres idealistas, que los hace más firmes, que los hace más decididos
(APLAUSOS).
Todos
ustedes saben algo del cubano, que por las buenas se obtiene de un cubano
mucho, que por las malas jamás se obtendrá nada de un cubano (APLAUSOS); que a
quien lo quiere, quiere; que a quien lo trata con cariño, con cariño trata a
quien así lo trata (APLAUSOS). Que no
devolvemos el bien por mal, que no odiamos a aquellos que simpatizan con
nosotros; tal somos los cubanos, tal son ustedes, tal soy yo, tal son mis
compañeros, y a ese inmenso cariño, a esas muestras extraordinarias de
simpatía, más allá de todos los méritos que podamos tener nosotros, y que
vuelvo a repetir que son muy pocos, solo pagaremos con un cariño y con una
lealtad igualmente grandes (APLAUSOS).
De
una cosa puede estar seguro el pueblo, cualesquiera que sean las vicisitudes;
de una cosa puede estar seguro —sobre todo el pueblo humilde, el que necesita
de la Revolución, porque es el que ha sido víctima de la injusticia; el pueblo
humilde que es el que más necesita de nosotros, más que los ricos, más que los
poderosos, aunque todos hayan recibido los beneficios de la libertad, porque la
tiranía era igualmente odiosa para todos los cubanos de todas las clases
sociales; pero la Revolución, sobre todo, ha de ser en beneficio de los humildes
y de los pobres—, jamás le fallaremos. Ciegamente
pueden creer en los hombres que han hecho esta Revolución (APLAUSOS), que la
continuarán haciendo, porque hay cosas que los hombres de honor, los hombres de
sentimientos aprecian más que ninguna otra.
El
ladrón es antes que nada un hombre que carece de dignidad y que carece de
pudor, un hombre que al pasar por las calles no le importa que sus
conciudadanos le digan:
aquel es un ladrón. No le
importa que su hijo oiga o lea que su padre es un ladrón, no le importa que su
esposa oiga o lea todos los días que su esposo es un ladrón. El ladrón, el traidor, el criminal es antes
que nada un hombre que carece del más elemental pudor. Los hombres de pudor prefieren la muerte
antes de que se les señale. Los hombres
de pudor prefieren mil veces la muerte antes de que les llamen ladrón, antes de
que sus hijos vean que les llaman y les pueden llamar, con razón, ladrón, o
criminal, o traidor, o inmoral.
Nosotros,
los que hemos tenido el inmenso privilegio de saber lo que es el cariño de un
pueblo, nosotros, los que hemos tenido el inmenso honor de vernos aclamados por
multitudes delirantes, que tienen fe en nosotros, es lógico comprender que
prefiramos mil veces la muerte a venir un día por estas mismas calles y encontrarnos
la indiferencia, el olvido o el odio de nuestros conciudadanos (APLAUSOS).
Duro
ha sido luchar contra la falta de fe. Aquí
nadie creía en nada ni en nadie, porque muchas veces nuestro pueblo había sido
traicionado; nuestra generación se encontró con una semilla de escepticismo,
con una semilla de pesimismo. Hoy de
nuevo ha renacido en el pueblo la fe, de nuevo hay confianza en un grupo de
hombres; aquellos que en otros tiempos la traicionaron, aquellos que en otros
tiempos gozaron de la simpatía de las multitudes y después se resignaron
tranquilamente a vivir en medio del desprecio público, aquellos hombres, aquel
tipo de hombre, resulta inconcebible de acuerdo con nuestra manera de pensar.
Nosotros
solo queremos una cosa, solo queremos poder siempre comparecer ante el pueblo,
poder siempre comparecer ante la multitud, poder hablar con ella, rendirle
cuenta de mis actos.
Dicen
que las elecciones, por ejemplo, son difíciles, que se necesitan tales y más
cuales tramites. Yo creo que los hombres
públicos deben estar en consulta permanente con su pueblo, basta venir aquí y
reunirse con 10 000 personas para saber lo que el pueblo quiere (APLAUSOS). Y lo que el pueblo quiere aquí es lo mismo
que quiere en Camagüey, y lo que el pueblo quiere en Camagüey es lo mismo que
quiere en Holguín, en Santiago de Cuba y en el resto de la isla, porque el
pueblo es uno solo, y tiene un solo sentimiento y una sola opinión sobre todas
las cuestiones (APLAUSOS).
Cuando
nosotros queramos saber lo que quiere el pueblo, basta con venir a hablar con
el pueblo.
El
pueblo ahora, por ejemplo, se preocupa por la zafra, porque lo dice, porque
cuando se habla de que la zafra empieza pronto, todo el mundo se alegra, luego
esa es una preocupación del pueblo (APLAUSOS).
El pueblo se preocupa de que haya justicia, de que los esbirros y los
confidentes sean castigados ejemplarmente (APLAUSOS).
Para
saber lo que el pueblo quiere, no hay más que venir a hablar con el pueblo, y
esa será siempre nuestra línea de conducta; y el día en que yo no pueda pararme
delante del pueblo, el día en que no pueda discutir con el pueblo, ese día para
mí habrá terminado toda misión y toda función de carácter público.
Nosotros
no empezamos ahora, y solo puedo decirles que empezamos llenos de la intención
de cumplir con nuestro deber (APLAUSOS); que lejos de pensar que todo está
hecho, pensamos que todo está por hacer; que lejos de creer que vamos a
descansar después de dos años de subir y bajar montañas y de combatir contra un
enemigo que tenía todos los recursos, ahora tenemos que trabajar el doble y el
triple; porque aquello de que para los revolucionarios no hay más descanso que
la tumba es una gran verdad.
El
revolucionario no viene al poder a disfrutar del poder, a pasear en Cadillac, a robar, a vivir en casas cómodas, a comer bien. ¡No! El revolucionario llega al poder a vivir igual
o peor que antes, a ser tan pobre o más pobre que antes, a ser tan sufrido o más
sufrido que antes. El revolucionario no
viene al poder a disfrutar de él, sino a ser más esclavo del pueblo, a seguir
sacrificándose, en todas las formas posibles, y de eso estamos muy conscientes
nosotros. No nos alegramos de pensar en
el privilegio que signifique tener hoy los resortes del poder en manos
revolucionarias. No, nuestro pensamiento
vive solo puesto en que hay un deber que cumplir, en que hay un deber muy
sagrado con los muertos, porque ellos están ausentes hoy.
Y
no se luchó solo para derrocar la tiranía, se luchó para algo más, para sobre
las ruinas de la tiranía edificar la nueva patria, que tiene que ser una patria
distinta a la que ha sido hasta hoy (APLAUSOS).
El
triunfo de esta Revolución es una reparación moral, no solo para los que han
caído en esta lucha. Pienso con
satisfacción que el triunfo de esta Revolución será la realización no solo de
los sueños de los hombres de nuestra generación, sino también de los sueños de
la generación que se sacrificó en la lucha contra la tiranía de Machado y la
realización de los sueños de nuestros libertadores que no están realizados todavía
(APLAUSOS).
Si
ha habido traidores en nuestra historia, podemos decir que en cambio también ha
habido hombres leales. Si otros
olvidaron a sus muertos, podemos decir que nuestra generación no solo recuerda
a sus muertos, sino a los muertos de todas las generaciones cubanas que
anteriormente se sacrificaron por algún ideal (APLAUSOS).
¡Rendimos
un tributo y lo seguiremos rindiendo no solo a los caídos de hoy, a los caídos
de ayer, a los caldos de nuestras luchas de independencia, porque los mártires de
la libertad, los mártires del progreso de su pueblo, los mártires del ideal,
son los mismos de una organización que de otra, de una generación que de otra,
de hoy como la de ayer, como la de antes de ayer. Son hombres que han muerto luchando por un
sueño, sueño que no se ha realizado, pero sueño que ustedes y nosotros vamos a
realizar! (APLAUSOS.)
No
será esta la única reunión, aquí volveremos.
No nos iremos a vivir a la capital de la república; viviremos en toda la
isla, porque estaremos siempre en todas partes (APLAUSOS). Mi casa desde hoy, lo digo, es la casa de
cualquier ciudadano, en cualquier pueblo de Cuba donde encuentre alberque
(APLAUSOS), y tan pronto haya cumplido con las obligaciones más inmediatas en
la capital de la república volveré.
Volveré
primero que nada a la Sierra Maestra (APLAUSOS), ya no en plan de guerra, sino
en plan de paz; ya no a pedirles sacrificios a los campesinos que nos
sostuvieron en los días difíciles y que con nosotros soportaron las bombas y la
persecución, sino a llevar algo, a hacer algo por ellos, a empezar a cumplir lo
mucho que les hemos prometido, más que prometido, porque nosotros no
prometemos, hacemos, y queremos hacer más que lo que prometemos (APLAUSOS). Vamos a empezar a hacer por ellos lo que
ellos esperan de nosotros.
Más
que deseos de ir a la capital, más que deseos, incluso, de ver a mi propio
hijo, deseo ver de nuevo a aquellos campesinos después del triunfo; deseo ver
aquellos rostros, aquella alegría inmensa que ha de invadir los corazones de
aquellas familias que antes vivían bajo el terror de los geófagos; que apenas
tenían derribada una parte del monte y con mil sacrificios habían podido hacer
una finquita, venían los mayorales de los geófagos con la guardia rural y los
expulsaban despiadadamente y en muchos casos hasta los asesinaban. Por eso aquellos hombres se adhirieron a
nuestra causa incondicionalmente.
Ya
desde que las primeras tropas del Ejército Rebelde recorrieron la Sierra, se
acabaron los desalojos y se acabaron los abusos de los geófagos con los
campesinos. Vinieron entonces los
horrores de las tropas en operaciones, que asesinaron cientos de hombres
inocentes y quemaron millares de bohíos.
Aquellos
hombres están esperando por nosotros, aquellos hombres que tal vez en estos
instantes piensen si volveremos, que tal vez hasta duden, porque siempre ha
vivido nuestro campesinado en el temor al engaño, aquellos hombres tendrán la
satisfacción de vernos pronto de nuevo en la Sierra Maestra. Digo en la Sierra Maestra porque por algún
lugar hay que empezar, y si por allí se empezó la Revolución, justo es que las
reivindicaciones se empiecen por allí (APLAUSOS), y que las mejoras que se
hagan en Oriente sean seguidas por las mejoras que se hagan en Las Villas,
porque después de Oriente vino la Revolución a Las Villas; porque entre Las
Villas y Oriente hay una estrecha vinculación, y ha existido en toda nuestra
Guerra de Independencia y en nuestras luchas por la libertad (APLAUSOS). En prenda de ello, el Ejército Rebelde mandó
a esta provincia a dos de sus mejores comandantes, que atravesaron los llanos
de Camagüey para llegar hasta aquí.
La
vinculación entre las necesidades de los campesinos de la Sierra Maestra y las
necesidades de los campesinos de Las Villas, es grande; lo que allá se haga es
lo que se va a hacer aquí (APLAUSOS).
A
lo primero que voy a tener el gusto de dedicar mi esfuerzo, junto con otras
muchas cosas, es a hacer la primera ciudad escolar, con el propósito de que
pueda albergar y educar, dentro de los más modernos sistemas de la pedagogía,
no 100, ni 500, ni 1 000, sino 20 000 niñas y niños (APLAUSOS). En algún latifundio —-que ya tengo pensado,
de ciertos geófagos, porque por allá hay muchos— iremos a separar las primeras
300 caballerías que van a ser propiedad de la ciudad escolar (APLAUSOS). La vamos a empezar a hacer solo con nuestro
esfuerzo, con el trabajo de los reclutas revolucionarios, con el aporte del
pueblo (APLAUSOS); porque a todo el mundo le voy a pedir ayuda, un poquito a
cada cual, para hacer esa primera ciudad, como un homenaje a la primera zona de
Cuba donde comenzó la Revolución (APLAUSOS), y para poder ir haciendo lo mismo
en las distintas provincias de Cuba.
No
podemos decir que al mismo tiempo vamos a hacer las 10 ciudades escolares que
hacen falta y que es un proyecto monumental, donde realmente se va a crear un
tipo totalmente nuevo de hombre cubano, porque allí no va a recibir solamente
una cultura general, sino que va a aprender a trabajar, va a recibir
conocimientos técnicos y prácticos y va a producir lo mismo que va a consumir
allí (APLAUSOS). Es una de las primeras
ideas que pensamos llevar adelante.
Ustedes
saben cómo se ha constituido el gobierno, ustedes saben que a cada cual le ha
tocado una parte de las funciones. A
nosotros en este momento nos ha correspondido una función muy importante,
relacionada con los institutos armados de la república, pero yo no quiero
concretarme a eso. El hecho de haber
estado con las armas en la mano combatiendo durante dos años, no ha de ser para
privárseme del derecho de hacer otras cosas que no tengan que ver nada con las
armas (APLAUSOS).
Mi
problema no puede ser estar revisando tanques, cañones, ametralladoras, aviones
y todas esas cosas. Yo lo tengo que
hacer ahora, y lo voy a hacer, porque esas armas son del pueblo y me interesa
mucho que el pueblo esté en condiciones de defenderse de cualquier agresión
(APLAUSOS), y tengo que hacerlo como un deber y porque tengo, además, la
seguridad de que voy a inculcar en esos institutos armados el mismo espíritu
que se inculcó en el Ejército Rebelde, que ha sido un ejército de verdaderos
caballeros (APLAUSOS).
Pero
quiero hacer otras cosas. Yo no
intervendré en otros problemas de gobierno, porque para eso esta el gobierno,
con plenas facultades para actuar. Y
aquí no andamos con ambiciones ni con pretensiones de hacer creer que somos
nosotros los que gobernamos, no señor. Nos
concretaremos a cumplir nuestras obligaciones en donde se nos señale; pero si
tengo un especial interés en dedicarme también a ciertas realizaciones de tipo
civil, porque vuelvo a repetir que el haber luchado durante dos años contra la
tiranía con las armas en la mano, no debe ser para que se me prive del derecho
de hacer algo por el pueblo y directamente en contacto con el pueblo
(APLAUSOS).
Y lo
primero pienso hacerlo en la Sierra Maestra, lo primero que pienso
inmediatamente empezar a realizar, porque yo sé cómo se hacen las cosas.
Para
hacer una empresa, por grande y difícil que sea, lo que hay que hacer es
empezarla, como empezamos la guerra aquí cuando parecía que era grande y
difícil (APLAUSOS).
Hacer
una ciudad escolar para 20 000 niños no puede ser más difícil que derrocar
la tiranía de Batista, que parecía bastante difícil (APLAUSOS).
Voy
a empezar por ahí y por tratar de realizar otras muchas cosas en una zona
determinada. Yo no tengo facultades para
hacer más, y hasta prefiero empezar haciendo poco, porque se va adquiriendo
experiencia. Todos nosotros somos
hombres jóvenes, no nos vamos a creer que sabemos; no sabemos nada, lo que tenemos
es que aprender mucho y actuar con buena voluntad. El pueblo nos perdonará los errores, lo que
no nos perdonaría nunca serían las sinvergüencerías, porque esas son las que no
perdona el pueblo (APLAUSOS).
El
pueblo sabe que lo que tenemos, por encima de todo, es honradez; que por el
camino aprenderemos a hacer las cosas lo mejor posible, a hacer las cosas
escuchando las opiniones de los que saben, poniendo siempre el oído al mandato
y al sentimiento de nuestro pueblo.
Sí
diría que el pueblo sabe, y, sobre todo, el pueblo cubano; el pueblo cubano
sabe lo que quiere (APLAUSOS). El
gobernante que fuese capaz solamente de saber escuchar al pueblo, sería un
formidable gobernante. Consúltese la
opinión pública y verá todo aquello que disgusta al pueblo, y al pueblo le
disgusta lo que esta mal hecho; y todo aquello que alegra al pueblo, al pueblo
lo alegra lo que esta bien hecho, porque tiene un sentido critico muy claro, y,
por lo tanto, lo que quiero decirles es que ustedes y nosotros tenemos que
seguir aprendiendo cada día, tenemos que seguir ganando experiencia.
No
pienso que con la generación nueva en los primeros instantes todo sean
aciertos; considero que habrá errores, hay que tenerlo presente, habrá errores. Y no es lo mismo el error que la mala intención,
el error queriendo hacer las cosas y no siempre hacerlas lo mejor posible; pero
cada error se rectificará, se tratará de rectificar siempre, y les aseguro que
de la misma manera que al principio nuestros oficiales no sabían nada de la
guerra y, sin embargo, estaban dispuestos a ganarla —nuestros capitanes pues
sabían muy poco: hacer
una emboscada, disparar algunos tiros, hostigar al enemigo. No sabia lo mismo el Che, Camilo, Efigenio y Raúl cuando desembarcaron allá que lo que saben
hoy; hoy saben lo suficiente para tomar cualquier fortaleza y se puede tener
confianza en ellos—, los hombres que hoy empiezan a gobernar no sabrán lo mismo
ahora ni tendrán la misma eficacia que tendrán dentro de seis meses, o que
tendrán dentro de un año. Eso lo comprende
el pueblo bien, ¿verdad? (EXCLAMACIONES
DE: “¡Sí!”) A nosotros lo que nos interesa es que el
pueblo tenga presente esas cosas.
Les
decía que vamos a empezar por nosotros. Por
lo menos, en lo que a mí se refiere, hay una cosa que sé que voy a hacer bien y
es la reorganización de todos los institutos armados de la república. Estoy seguro de que no fracasaré en eso
(APLAUSOS), porque ya tengo experiencia sobre eso, porque he adquirido la
psicología de los hombres que tienen las armas en la mano, y qué técnica y qué
procedimientos hay que seguir con ellos.
Pero,
además, como les dije, quiero hacer otras cosas, y lo que hagamos en la Sierra
Maestra servirá de ensayo; si allí cometemos errores haciendo algún plan
determinado, esos errores no se cometerán en otros lugares de la isla. Las enseñanzas que allí adquiramos haciendo
primero las carreteras, las hidroeléctricas para la corriente eléctrica para el
campesino —pequeñas hidroeléctricas, no hidroeléctricas grandes, porque allí
hay muchos ríos que se pueden utilizar con hidroeléctricas pequeñísimas, pero
que podrían darle corriente al campesinado allí—, los caminos, la ciudad
escolar, las experiencias, las enseñanzas que allí ganemos servirán para
ponerlas en práctica aquí, por ejemplo, en la zona de Las Villas, o en el norte
de la provincia, o en otros lugares. Así
que, incluso, las mejoras que traigamos aquí —en ese orden, porque naturalmente
que el gobierno aportará una serie de mejoras inmediatas para el país—, la
experiencia que los revolucionarios vayamos adquiriendo en nuestras primeras
obras, servirán para las que después vayamos a realizar en el resto de la isla.
Un
solo propósito nos mueve, un solo deseo, un solo impulso: trabajar. Es una verdadera fiebre que hay de entusiasmo
en todos nosotros; tal es que ni dormimos de día, ni dormimos de noche, y creo
que ya se nos ha olvidado dormir y se nos han olvidado todas las demás cosas,
se lo aseguro (APLAUSOS).
Y
aquí ya se han variado todas las reglas.
Antes los mítines se daban a las 8:00 de la noche, a las 9:00, a las
11:00, ahora los mítines se dan a las 2:00 de la mañana, a las 3:00, son las
3:20 y aquí ni el pueblo ni nosotros descansamos nunca; pero eso es una buena
señal (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Eso
quiere decir que estamos en pie de guerra.
Eso quiere decir que ustedes y nosotros vamos a triunfar, vamos a
triunfar en esta parte difícil que es la parte constructiva de la Revolución;
que ustedes y nosotros, porque no descansamos y porque trabajamos las 24 horas
del día, vamos a triunfar (APLAUSOS). Con
ustedes y con los 6 millones de cubanos que están hoy unidos como no han estado
nunca (APLAUSOS), y esos 6 millones de cubanos van a afrontar todos los
peligros, esos 6 millones de cubanos van a iniciar una ofensiva creadora que
nada la podrá impedir, ni intereses nacionales, ni intereses internacionales,
porque ahora somos libres de verdad, y somos libres por nuestra dignidad y por
nuestro sacrificio (APLAUSOS).
Aquí
no tenemos que pedirle permiso a nadie para hacer nada, aquí vamos a hacer lo
que le convenga a Cuba en todas las circunstancias (APLAUSOS), y nuestro
derecho sabremos defenderlo, porque yo creo en este pueblo como no se pueda
creer en ningún otro pueblo. Creo de tal
manera en la dignidad y el honor de nuestro pueblo, que digo que a este pueblo
hay que respetarlo, porque quien no respete a este pueblo, quien quiera
arrebatarle su libertad, su soberanía o su derecho, tendrá que matar hasta el
último hombre, hasta la última mujer y hasta el último niño (EXCLAMACIONES Y
APLAUSOS). Y porque así pienso de este
pueblo, es por lo que reafirmo mi fe en el triunfo, es por lo que estoy seguro
del triunfo, tan seguro hoy del triunfo de la Revolución en su tarea
constructiva, como estaba tan seguro del triunfo militar del pueblo cuando desembarqué
en la playa Las Coloradas (APLAUSOS).
Soy
un hombre de fe. Hemos triunfado porque
creímos en el pueblo. Mientras otros se
dedicaron a conquistar militares para dar un golpecito de Estado y que siempre
estuviéramos dependiendo de los militares, de que quitaran y pusieran
gobiernos, yo jamás fui a buscar a nadie para conspirar. Fui a buscar al pueblo, me presenté ante los
campesinos con unos cuantos fusiles (APLAUSOS); fui a buscar al pueblo para con
el pueblo conquistar su libertad, y, gracias a eso, podemos decir hoy el grito
con el que voy a terminar estas palabras y que es el grito que está en el
corazón de todos nosotros, ¡qué viva Cuba libre! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”) (APLAUSOS.)