DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO
RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CONCENTRACION CELEBRADA
A SU LLEGADA DEL EXTRANJERO, EN LA PLAZA CIVICA, EL 8 DE MAYO DE 1959.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS
OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO)
Señor Presidente de la República;
Compatriotas:
Aquí
estamos de nuevo otra vez con nuestro pueblo, y, aunque ha sido larga la
jornada y tremendo el esfuerzo realizado, aun queda un poco de energía para
cerrar con este acto de hoy la gira por todo el continente.
No
fue un paseo al extranjero, fue una necesidad.
Fuimos a llevar el mensaje de nuestra Revolución a todos los pueblos del
continente americano, fuimos a reunirnos con otros pueblos, a hablarles a otros
pueblos, a hacer en otros lugares del continente lo que hacemos aquí: hablarle al pueblo,
exponer los ideales de nuestra Revolución, los propósitos que la animan y ganar
para nuestra justa causa el corazón de otros pueblos.
Nuestra
Revolución es un acontecimiento histórico que no solo interesa a los cubanos,
les interesa a otros pueblos. Como
verdadera revolución que es, ha despertado el interés de los pueblos en todo el
continente. Teníamos que defenderla de
la confusión, teníamos que defenderla de la calumnia, y salimos a responder
todas las preguntas, a responder todas las interrogaciones y a decir a otros
pueblos lo que hemos dicho aquí, en la convicción de que nos entenderían,
porque toda causa justa, toda causa noble, podrá tener enemigos, podrá tener
detractores, pero tiene más amigos que enemigos, tiene más pueblo que la
comprenda que detractores interesados en mancillar con la mentira la revolución
más generosa que se ha hecho en el mundo:
nuestra Revolución Cubana (APLAUSOS).
Al
volver a nuestra patria, al presenciar esta extraordinaria concentración, no
puedo menos que pensar que nuestro pueblo considera que hemos cumplido con
nuestro deber (APLAUSOS).
Salimos
de la patria no a debilitar nuestra Revolución, salimos de la patria a
fortalecer nuestra Revolución (APLAUSOS).
Salimos de la patria no a negar nuestra Revolución, sino a reafirmar
nuestra Revolución, a explicar a los pueblos del continente las causas que
tuvimos para hacerla y las razones que tenemos para llevarla adelante
(APLAUSOS).
Hemos
respondido a las preguntas de 6 000 periodistas, y hemos hablado
aproximadamente a 100 millones de personas (APLAUSOS). Tuvimos que hablar en un idioma que no era el
nuestro, y nos entendieron (APLAUSOS); tuvimos que hablar en pueblos que no
eran el nuestro, y se congregaron muchedumbres para escuchar las verdades de
nuestra Revolución (APLAUSOS). No habían
recibido de nosotros favores, y parecía como si también agradecieran el
esfuerzo que estamos haciendo en Cuba. Y
es que los pueblos se sienten solidarios de los triunfos de otros pueblos, los
pueblos agradecen las victorias justas que obtienen otros pueblos, y es que
muchos pueblos de América desearían tener lo que los cubanos estamos alcanzando
(APLAUSOS).
Cuando
se sale precisamente del país, cuando se visita a otros pueblos hermanos de
América Latina, es cuando puede apreciarse todo lo que ha hecho nuestra
Revolución, y cuando puede apreciarse todo lo que puede hacer nuestra
Revolución (APLAUSOS). Así, por ejemplo,
mientras el costo de la vida sube en todos los demás pueblos de América Latina,
en Cuba —país que encontramos arruinado, país que encontramos sin un centavo en
la tesorería, país que encontramos con sus reservas monetarias virtualmente
agotadas— el costo de la vida baja, y cuando un periodista me preguntó en la
capital de Brasil cómo rebajábamos el costo de la vida, le respondí
sencillamente: ¡Con
leyes revolucionarias! (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS.)
Cuando
se sale de la patria y se observa el panorama de otros pueblos de nuestro
continente, es cuando se siente más íntima la satisfacción de la obra que
nuestro pueblo está realizando.
Cuatro
cosas tiene nuestra Revolución que precisamente constituyen motivos de
admiración por los cubanos: esta es, en
primer lugar, una revolución que tiene pueblo (APLAUSOS); es una revolución donde
el gobierno de la república puede decir que tiene ejército (APLAUSOS); es una
revolución que tiene doctrina, y es una revolución que hace leyes
verdaderamente revolucionarias (APLAUSOS).
Otros
países están sumidos en grandes problemas.
Al revés de nuestra patria, no cuentan con los elementos con que
afortunadamente contamos nosotros para llevar adelante esta obra, porque nunca
en ningún pueblo de América se reunieron, como se reúnen hoy en Cuba, todos los
ingredientes para hacer marchar adelante una revolución (APLAUSOS).
El
pueblo y los hombres que tienen las armas en la mano son una sola cosa
(APLAUSOS). En otros sitios ha ocurrido
que tenían el pueblo, pero no tenían el ejército; otros gobiernos han tenido
ejército, pero no han tenido pueblo; otras revoluciones han tenido doctrina,
pero no han tenido mayorías y han necesitado implantar los cambios
revolucionarios mediante el terror (APLAUSOS).
¡Nosotros
tenemos pueblo, tenemos ejército y tenemos con nosotros una abrumadora mayoría
de la nación cubana! (APLAUSOS.) Es por
eso, por las felices circunstancias en que se está llevando adelante nuestra
Revolución, que Cuba se ha convertido en el modelo y en la esperanza de todos
los pueblos de América Latina (APLAUSOS).
Los
cubanos tenemos hoy algo más que responsabilidades nacionales, los cubanos
tenemos responsabilidades con todos los demás pueblos hermanos del continente
americano (APLAUSOS). Así, tenemos con
nuestra Revolución deberes mayores, porque si nuestra Revolución fracasa
(EXCLAMACIONES DE: “¡Nunca!”),
si nuestro gobierno fracasa (EXCLAMACIONES DE:
“¡Nunca!”), si nuestro pueblo fracasa (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), habremos defraudado a todos los
pueblos del continente americano.
Nuestra
Revolución fracasaría si el Gobierno Revolucionario falla (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), o nuestra
Revolución fracasaría si el pueblo falla (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”). Nuestra Revolución fracasaría si cada uno de
nosotros, los que constituimos el gobierno, no hacemos el mayor esfuerzo, o
nuestra Revolución fracasaría si cada uno de los ciudadanos de la república no
hace el mayor esfuerzo (EXCLAMACIONES DE: “¡Revolución, Revolución!”).
Por
delante tenemos un camino como nunca lo había tenido nuestra patria; de que lo
sepamos llevar adelante, depende únicamente de nosotros mismos (APLAUSOS). Dura y difícil es la tarea que el destino ha
puesto sobre los hombros de nuestro Gobierno Revolucionario.
El
día de hoy me ha recordado en muchas cosas la llegada a la capital de la
república de nuestra Columna No. 1, el 8 de enero de este año (APLAUSOS), y
muchas cosas son también diferentes. Recuerdo
mis palabras aquella noche en el Campamento de Columbia, hoy Ciudad Libertad —no
me olvidé de su nombre, pero hasta aquel día se llamó Campamento de Columbia—,
y recuerdo cuando con toda franqueza y honradez le dije al pueblo que éramos
hombres nuevos, que ninguno de nosotros había sido nunca ministro, que ninguno
de nosotros había sido nunca jefe de organismos armados, que ninguno de
nosotros teníamos experiencia de gobierno, pero que, sin embargo, haríamos el
esfuerzo, porque teníamos el propósito de cumplir con nuestro deber. Que podíamos equivocarnos porque no éramos
sabios, pero que jamás nuestra intención flaquearía; que lo importante no era
el error, que lo importante era la intención; que lo que al pueblo le importaba
era la honradez; que los pueblos perdonaban los errores, que lo que los pueblos
no perdonaban, que lo que el pueblo no perdonaba, era la sinvergüencería y la
inmoralidad (APLAUSOS).
Hoy,
después de cuatro meses, podemos decir que fuimos fieles a esa norma, y que
hemos actuado guiados exclusivamente por el propósito de servir a nuestro
pueblo (APLAUSOS).
Dijimos
también aquel día que nuestra llegada a la capital, nuestra llegada al
gobierno, era algo similar al desembarco del “Granma” (APLAUSOS), cuando
tampoco teníamos experiencia alguna de la guerra; pero que, sin embargo, sobre
la marcha nuestros hombres aprendieron cómo ganar la guerra (APLAUSOS).
Así
también, después de cuatro meses, no podemos decir que tengamos una gran
experiencia, no podemos decir que todavía no nos falte mucho por aprender, pero
sí podemos decir que hemos aprendido algo (APLAUSOS), sí podemos decir que
nuestro pueblo y nuestros hombres han aprendido algo, y que nuestra Revolución
ha hecho algo (APLAUSOS).
Una
diferencia observé entre el pueblo que nos recibió el 8 de enero y el pueblo
que nos recibió el 8 de mayo. Había
alegría en ambas ocasiones, pero la alegría no era igual; había emoción en
ambas ocasiones, pero la emoción no era igual.
Mas la diferencia no estaba en la magnitud de la alegría o de la emoción
—que en ambas ocasiones ha sido extraordinaria—; la diferencia estaba en la
calidad de la emoción y de la alegría. En
aquella ocasión el pueblo disfrutaba el júbilo de la victoria revolucionaria,
pero todo era incertidumbre acerca del porvenir. El pueblo conocía las virtudes de los
revolucionarios como combatientes, mas ignoraba sus virtudes como gobernantes. Había alegría, pero había también
incertidumbre; había alegría, pero había también preocupación por el destino
futuro de la patria.
Con
la caída de la tiranía, el Estado se desplomó virtualmente; fue necesario
reconstruirlo de nuevo y hacerlo todo con hombres nuevos, fue necesario
organizarlo todo sobre la marcha. No
contábamos con otra cosa que nuestra confianza en nosotros mismos, el respaldo
del pueblo y la fe en nuestra Revolución (APLAUSOS).
Hoy,
después de cuatro meses, había algo distinto en los rostros, había algo
distinto en la alegría del pueblo; nos pareció incluso que la alegría era
todavía mayor. Y la diferencia, a
nuestro entender, consiste en que la alegría del 8 de enero era la alegría de
un pueblo que vio romper sus cadenas, era la alegría de un pueblo que se zafaba
el yugo, era la alegría de un pueblo que acababa de destruir una tiranía, y la
alegría del 8 de mayo era la alegría de un pueblo que vislumbra ya para la
patria el más hermoso porvenir (APLAUSOS).
Aquella
era la alegría de un pueblo por lo que había destruido, y hoy era la alegría de
un pueblo por lo que ha construido y piensa construir en el futuro (APLAUSOS).
Son
tantas las cosas que diferencian a esta época cubana de épocas anteriores, que
basta recordar la circunstancia de que otras revoluciones en Cuba, al cabo de
tres meses, habían sido desalojadas del poder; y esta Revolución, al revés de
la Revolución del 33, después de cuatro meses es más sólida, es más fuerte y
tiene más pueblo (APLAUSOS).
Muchos
pensaron, tal vez escépticamente, cómo saldría adelante nuestra Revolución
joven, cómo saldrían adelante nuestros jóvenes líderes, nuestros jóvenes jefes. Y no faltaba quienes creían que al cabo de
cuatro meses la Revolución habría fracasado por sus errores. Han transcurrido cuatro meses y nuestra
Revolución es más fuerte. ¡Transcurrirán
cuatro años y nuestra Revolución será más fuerte! (APLAUSOS.) Transcurrirán 40 años, y la obra que hemos
iniciado en nuestra patria no habrá sido derrotada por sus errores (APLAUSOS).
Si
los propósitos y los ideales que estamos llevando adelante en nuestra patria,
si la semilla que estamos sembrando hoy la cuidamos celosamente, si las ideas
que estamos sembrando hoy las cuidamos celosamente, si los principios que
estamos estableciendo hoy los cuidamos celosamente, si la moral revolucionaria
que estamos implantando hoy la cuidamos celosamente, dentro de 40 años, lejos
de ser más débiles, estos ideales serán más fuertes (APLAUSOS).
Esta
Revolución Cubana presenta muchas características que no hemos presenciado en
otras revoluciones. La corrupción de los
revolucionarios ha sido frecuente en otras revoluciones, el debilitamiento de
los ideales ha sido frecuente en otras revoluciones. Y nosotros aspiramos a que en nuestra
Revolución la moral y los ideales sean cada vez más puros, a que la conducta de
nuestros hombres sea cada vez más recta, a que el fervor de nuestro pueblo sea
cada vez mayor (APLAUSOS).
Dijimos
aquel día al llegar a La Habana que la Revolución había derrotado a sus
enemigos, que los enemigos contra los cuales habíamos combatido habían
desaparecido de la faz de la patria; que la Revolución en el futuro no podía
tener más enemigos que nosotros mismos, que la Revolución en el futuro no podía
tener más enemigos que nuestros propios errores; que si lo hacíamos bien, que
si cumplíamos con nuestro deber, que si teníamos un sentido cabal de nuestras
responsabilidades, nada podría derrotar a nuestra Revolución, nadie tendría
nunca fuerzas para derrotar a nuestra Revolución (APLAUSOS).
De
los errores de los revolucionarios sacan partido los enemigos de la Revolución. Los enemigos de la Revolución desean que nos
equivoquemos para sacar partido de nuestros errores. Los enemigos de la Revolución saben que si
actuamos bien, jamás tendrán oportunidad de volver a apoderarse de la patria
(APLAUSOS), y muchas cartas se han estado jugando contra nuestra Revolución,
muchas formas se han estado usando contra nuestra Revolución para debilitarla o
desacreditarla.
Todos
los medios se han estado usando contra nuestra Revolución para ver si nos
equivocamos o para ver si nos debilitamos; mas tememos que los que creen que
van a derrotar la Revolución por sus errores, están equivocados (APLAUSOS). Se han hecho erróneas ilusiones, porque
derrotar nuestra Revolución no será jamás tarea fácil, hacer fracasar a nuestra
Revolución no será jamás tarea fácil (APLAUSOS).
Una
prueba la hemos tenido en estas semanas:
cuando creían que habían debilitado nuestra Revolución en el campo internacional,
cuando creían que estaban debilitando nuestra Revolución en el campo interno,
los hombres que tenemos en nuestras manos el destino del país hemos sabido
defenderla y hemos sabido consolidarla en la opinión pública del continente
entero (APLAUSOS). Y al regresar de
nuevo a la patria nos encontramos con que, en la misma medida en que nuestra
Revolución se ha fortalecido fuera de Cuba, nuestra Revolución se ha
fortalecido dentro de Cuba (APLAUSOS). Y
así, el pueblo puede confiar en su victoria, el pueblo puede confiar en su
Revolución, el pueblo puede confiar en su destino, porque nosotros estamos muy
conscientes de nuestros deberes, ¡y nuestro principal deber es hacer marchar a
nuestro pueblo hacia adelante! (APLAUSOS.)
Valor
no le falta a ningún revolucionario para morir defendiendo su revolución
(APLAUSOS), valor no le falta al pueblo para morir defendiendo su revolución
(APLAUSOS). Valor para morir a
cualquiera le sobra, lo difícil es el valor de cumplir con el deber (APLAUSOS).
Fácil
camino es el camino de morir por una idea; difícil camino es el camino de hacer
triunfar una idea (APLAUSOS). Fácil
camino es el de llevar a un pueblo a una lucha a muerte; difícil camino es el
de conducir a un pueblo al triunfo (APLAUSOS).
Nuestra misión como gobernantes es conducir el pueblo al triunfo y no a
la muerte (APLAUSOS). Nuestro deber como
gobernantes es conducir a nuestro pueblo al éxito y no al sacrificio
(APLAUSOS).
Yo
sé, y todos sabemos, que con nuestro pueblo podemos contar en cualquier hora,
en cualquier circunstancia y para cualquier sacrificio (EXCLAMACIONES DE: “¡Siempre, siempre!”),
eso lo sabemos; pero nosotros estamos muy conscientes de que nuestro deber es
conducirlo al triunfo, de que nuestro deber es agotar todos los recursos de la
inteligencia y de la razón para conducirlo al triunfo. Y nuestro pueblo hará todos los esfuerzos
necesarios para vencer los obstáculos que tiene delante, nuestro pueblo hará
todos los esfuerzos necesarios para triunfar y para llevar adelante su causa
justa; nuestro pueblo solo iría al sacrificio cuando, después de agotados todos
los recursos de su razón y de su inteligencia, los enemigos de nuestra
Revolución intentasen aplastarla (APLAUSOS).
Con
esto queremos significar una cosa, y es que los gobernantes de Cuba, los
dirigentes de la Revolución, saben cuáles son sus deberes, saben cuáles son las
tremendas responsabilidades que tienen con su patria, y que de esas
responsabilidades la mayor de todas es conducir a su pueblo hacia el triunfo
(APLAUSOS).
Es
por eso que no escatimamos esfuerzos, es por eso que no descansamos un minuto,
es por eso que el pueblo nos ve bregar incesantemente, luchar por su
revolución, dentro y fuera de Cuba, hablarle al pueblo cubano y hablarles a
todos los demás pueblos de nuestro continente (APLAUSOS).
Lo
que queremos hoy, lo que queremos decir al hablarle hoy al pueblo, es que
tenemos la seguridad de que nuestra Revolución seguirá adelante, de que nuestra
Revolución triunfará, de que nuestra Revolución llevará adelante su obra sin
que nada ni nadie lo pueda impedir, y esa fe que tenemos como nunca antes la
habíamos tenido, esa seguridad que tenemos como nunca antes la habíamos tenido,
es la que queremos comunicar hoy a nuestro pueblo (APLAUSOS).
Hablando
más claro, existe algo contra lo que tenemos que luchar: el temor; existe algo que debemos
recalcar aquí, hay un sentimiento que queremos inculcar a todos los cubanos,
hay una palabra que debemos pronunciar aquí:
¡De nuestra Revolución nadie tiene nada que temer! (APLAUSOS.)
De
nuestra Revolución podemos decir que es la revolución más inspiradora de
confianza que haya existido en el mundo (APLAUSOS). Quienes hayan sentido temor sobre nuestra
Revolución es porque han querido, o porque no tienen la conciencia muy limpia
que digamos (APLAUSOS).
¿Temor,
por qué, de una revolución cuyas ideas y cuyos fines están nítidamente claros? ¿Temor, por qué, de una revolución que se
lleva adelante bajo un cielo enteramente libre?
(APLAUSOS.) ¿Temor, por qué, de
una revolución que es tan respetuosa con los derechos y la dignidad del hombre? ¿Temor, por qué, de una revolución donde todo
el mundo puede hablar y escribir libremente?
¿Temor, por qué, de una revolución donde las ideas no se imponen, sino
que se razonan; donde las ideas no se imponen, sino que se discuten? (APLAUSOS.)
¿Temor,
por qué, de una revolución cuyos soldados son los soldados más gallardos, y más
honestos, y más humanos que haya tenido ninguna revolución? (APLAUSOS.) ¿Temor, por qué, de una revolución cuyos
soldados jamás violaron la integridad de una persona humana; donde los hombres
que tienen las armas en su mano aprendieron en la guerra el sentido de la
caballerosidad y del honor, que desde el primer día fue la norma más sagrada de
nuestro Ejército Rebelde, y que no violó una sola vez en toda una guerra donde
el enemigo perpetró contra nosotros todo género de atrocidades; de un ejército
que jamás torturó a un prisionero, de un ejército que jamás violó las leyes de
la guerra, de un ejército que curó a sus enemigos con sus propias medicinas? (APLAUSOS.) ¿Cuándo hombres más humanos y hombres más
nobles y hombres más dignos tuvieron las armas en la mano? (APLAUSOS.)
Luego,
si a nuestra Revolución se le teme, si alguien teme a nuestra Revolución, no
será por la fuerza que ostenta, porque hemos sabido usar la fuerza para
combatir al enemigo, usar la fuerza para combatir la tiranía, ¡pero nadie nos
vio jamás usar la fuerza para abusar de ella! (APLAUSOS.) Si a la Revolución se le teme será por sus
razones, si a la Revolución se le teme será por la justicia que lleva consigo,
porque no existe ninguna otra razón para temerle a una revolución que se
realiza sin empleo de la fuerza, sin dictadura, sin terror (APLAUSOS); a una
revolución que se lleva adelante bajo un cielo libre, en un régimen de opinión
pública donde todo el mundo tiene derecho a hablar y a escribir libremente, y
con una mayoría de pueblo que la respalda (APLAUSOS).
¿Temor
a qué de nuestra Revolución? ¿Temor por
qué y temor para qué? (APLAUSOS.)
¿Por
qué, pues, agitar fantasmas? ¿Por qué,
pues, azuzar temores? ¿Qué puede temer
nuestro pueblo? ¿A quién le puede temer
nuestro pueblo? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nadie!”)
¿Es
que no estamos haciendo una obra que el pueblo respalda? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Es que no estamos haciendo una obra que el
pueblo quiera? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Es que no se siente feliz y satisfecho el
pueblo con lo que estamos haciendo? (EXCLAMACIONES
DE: “¡Sí!”) ¿Es que las ideas de nuestra Revolución no
están bien definidas? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Es que los principios democráticos de nuestra
Revolución no están bien claros? (EXCLAMACIONES
DE: “¡Sí!”) ¿Es que nuestra concepción de los derechos
humanos, como derechos humanos, no está bien clara y definida? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)
Entonces,
si las ideas de nuestra Revolución son bien definidas en el orden político, si
las ideas de nuestra Revolución están más que definidas en el orden
democrático, si existe un movimiento revolucionario que hizo la Revolución con
el apoyo del pueblo y la llevará adelante, ¿qué se teme de nuestra Revolución? (EXCLAMACIONES.) ¿Acaso sus leyes justas? ¿Acaso sus leyes revolucionarias? ¿Acaso su justicia social? Pues bien:
lo que debemos decir aquí, y lo mismo que les hemos dicho a los demás
pueblos del continente, es que esta es una revolución enteramente democrática
(APLAUSOS); es que todos los derechos del hombre son los derechos de nuestra
Revolución; es que la libertad de opinar, la libertad de escribir, la libertad
de hablar, la libertad de reunirse y la libertad de creer, son libertades
sagradas de nuestra Revolución (APLAUSOS); pero también debemos decir, y
también hemos afirmado en todos los pueblos del continente, que los derechos
sociales del hombre son también derechos sagrados de nuestra Revolución
(APLAUSOS), que la justicia social constituye también un postulado fundamental de
nuestra Revolución (APLAUSOS).
Los
que quieran y de verdad sientan la democracia, los que piensen
democráticamente, nada tienen que objetar a nuestra Revolución. Pero a los que crean que la democracia es una
pura teoría, a los que crean que la democracia es una mentira para engañar a
los pueblos, a los que hablan de democracia y se olvidan del dolor y la miseria
de los pueblos, les decimos que no hay democracia sin justicia social; que no
puede haber democracia, ni puede llamarse democracia, ninguna doctrina que se
olvide de las necesidades del hombre (APLAUSOS), y que, por tanto, si lo que se
objeta de nuestra Revolución son sus ideas de justicia social, entonces se
explican algunos temores, se explican los temores de los egoístas, se explican
los temores de los falsos demócratas, se explican los temores de los
hipócritas, que esgrimen las ideas para encubrir intereses, que azuzan los
miedos para encubrir intereses.
Nuestra
Revolución, debemos advertirlo bien claramente, no renunciará jamás a sus
principios democráticos; nuestra Revolución no renunciará jamás a sus
principios humanos, pero nuestra Revolución tampoco renunciará jamás a su
propósito de que exista en Cuba justicia social, y por eso hemos concretado
bien claro nuestras ideas (APLAUSOS).
Temor
a dictaduras no, porque jamás implantaremos dictaduras en nuestra patria
(APLAUSOS). Temor a la fuerza no, porque
jamás utilizaremos la fuerza en nuestra patria, como no sea para combatir
enemigos que vengan armados, ¡y en ese caso sí que nuestros hombres marcharán
con ardor al combate! (APLAUSOS.) Temor
al abuso de autoridad no, temor al abuso del poder no, porque jamás abusaremos
de la autoridad o del poder; por tanto, no caben los temores ni las dudas
respecto a las ideas y los principios de nuestra Revolución, pero no quepan
tampoco las dudas de que esta Revolución, con el apoyo mayoritario del pueblo,
adoptará cuantas medidas de beneficio al pueblo sean necesarias y adoptará
cuantas medidas de justicia social sean necesarias, porque nuestras ideas y nuestros
propósitos son bien claros (APLAUSOS).
En
el mundo se discuten dos concepciones: la concepción que ofrece a los pueblos
democracia y los mata de hambre, y la concepción que ofrece a los pueblos pan y
les suprime sus libertades (APLAUSOS); por tanto, las ideas y los fines de
nuestra Revolución son bien claros, la ideología de nuestra Revolución es bien
clara: ¡No solo les ofrecemos a los
hombres libertades, sino que les ofrecemos también pan! (APLAUSOS.) ¡No solo les ofrecemos a los hombres pan, sino
que les ofrecemos también libertades! (APLAUSOS.) Y esa es nuestra posición ideológica clara y
terminante.
Nuestro
respeto por todas las ideas, nuestro respeto por todas las creencias, porque no
tememos a ninguna idea, porque tenemos confianza en nuestro propio destino y
porque tenemos la concepción de que la democracia no admite excepciones, de que
las ideas no se persiguen con la fuerza, y que solo las ideas creadoras
triunfan, solo las ideas que son capaces de resolver los grandes problemas del
hombre triunfan, solo las ideas que satisfacen al hombre material y
espiritualmente triunfan (APLAUSOS).
Pensarán
algunos que una revolución no se puede llevar adelante con este criterio
generoso y humano; pensarán otros que una revolución no se puede llevar adelante
en estas condiciones, porque las armas que puedan emplearse contra ella sean
superiores a las armas morales e ideológicas con que cuenta la Revolución.
Nuestra
Revolución tiene sus propias ideas, y como nuestra Revolución tiene sus propias
ideas y cree en ellas, nuestra Revolución no persigue ninguna idea, nuestra
Revolución no teme ninguna idea, nuestra Revolución no ahoga ninguna idea, y
por eso nuestra Revolución respeta el derecho de todos a opinar y a dar sus
ideas (APLAUSOS).
Nuestra
Revolución respeta lo mismo el derecho de hablar al más reaccionario, como
respeta el derecho de hablar al más radical.
Nuestra Revolución respeta lo mismo el derecho a opinar de los que creen
que las normas económicas y sociales deben permanecer intangibles, como a los
que creen que hay que suprimirlo todo, que hay que suprimir todas esas normas y
cambiarlas por otras enteramente distintas.
En
dos palabras: la
Revolución respeta el derecho de hablar lo mismo al derechista que al
izquierdista, al de la extrema derecha que al de la extrema izquierda
(APLAUSOS). Nosotros no nos vamos a
poner a la derecha, ni nos vamos a poner a la izquierda, ni nos vamos a poner
en el centro, que nuestra Revolución no es centrista (APLAUSOS). Nosotros nos vamos a poner un poco más
adelante que la derecha y que la izquierda (APLAUSOS). Ni a la derecha ni a la izquierda: ¡Un paso más allá
de la derecha y de la izquierda! (APLAUSOS.)
¿O
es que acaso tengan los hombres que nacer maniatados a ideas determinadas? ¿O es que acaso los pueblos tengan que
aferrarse necesariamente a uno u otro principio? ¿Por qué los pueblos no han de tener derecho
a su propia ideología, nacida de la entraña de la tierra, nacida de las
necesidades del pueblo, nacida del corazón de los pueblos, nacida de la
experiencia de los pueblos y nacida de las aspiraciones de los pueblos? ¿Y por qué nuestro pueblo ha de temer a
alguna idea si tiene la suya? (APLAUSOS.)
¿Por qué ha de perseguir alguna idea? Los que persiguen ideas no son demócratas,
los que persiguen ideas muestran los mismos rasgos que critican a las
dictaduras (APLAUSOS).
Nuestra
Revolución, por eso, puede considerarse la Revolución más humana y más
democrática del mundo, porque no persigue a ninguna idea (APLAUSOS). La Revolución Cubana tiene sus ideas, que son
inconfundibles; la Revolución Cubana tiene sus principios, que son
inconfundibles; la Revolución Cubana persigue sus propósitos, que son
inconfundibles, y con ellos marcha adelante, con su razón, con su persuasión,
con sus métodos humanos y con su mayoría de pueblo (APLAUSOS).
Yo
no sé si las calumnias contra nuestra Revolución de que es comunista o de que
está infiltrada de comunismo se deben únicamente al propósito de que nosotros
no persigamos a los comunistas o no fusilemos a los comunistas. Yo no sé de qué forma se podrá hablar, yo no
sé de qué forma se podrán definir las ideas de una revolución, para que no se
intrigue, para que no se calumnie más de lo que se está calumniando y para que
cesen de una vez los ataques infames contra nuestra Revolución, tendientes a
sembrar la confusión y la división.
Ni
suspender el derecho de los capitalistas a hablar y a escribir, ni suspender el
derecho de los comunistas a hablar y a escribir (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Es que cuando se tiene una convicción firme
de lo que son las libertades del hombre, cuando se tiene una convicción firme
de lo que son los derechos del hombre, cuando se tiene una convicción firme de
lo que es la mente humana, cuando se tiene una convicción firme de lo que es la
equidad y la igualdad humanas, no podemos concebir que nadie aspire a tener un
derecho que se les quite a los demás, a disfrutar un derecho que no tengan los
demás. Es que nos hemos empeñado en
establecer un régimen verdaderamente democrático y justo, es que nos hemos
empeñado en discutir nuestras ideas en igualdad de condiciones con todas las
demás, es que nos hemos empeñado en imponer nuestros ideales no por la fuerza,
sino por la razón y la justicia que entrañan, porque, de lo contrario, si se
acepta la teoría de que algún derecho pueda suprimirse, lo más cómodo para una
revolución entonces sería suprimir el derecho de todo el mundo a hablar, sin
excepción, y hablar exclusivamente los hombres del Gobierno Revolucionario. Mas, como eso no sería democrático, como esa
no es nuestra filosofía, sencillamente el derecho de opinar y de hablar lo
tienen todos por igual (APLAUSOS).
¿Porque
tengamos esa manera de pensar, porque ese sea nuestro pensamiento político, se
puede azuzar el miedo al comunismo para incitar la división en el interior del
país y para concitar enemigos de otros países contra nosotros? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Puede acusarse a nuestra Revolución de
comunista? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Pueden confundirse los ideales de nuestra
Revolución? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
¿Es
que no hemos hablado lo suficientemente claro sobre la doctrina del Movimiento
26 de Julio? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Es que nuestros propósitos no están
nítidamente perfilados? (EXCLAMACIONES
DE: “¡Sí!”) Entonces, ¿qué se persigue con azuzar esos
miedos y azuzar esos fantasmas? ¿No será
el propósito de frenar a nuestra Revolución?
(EXCLAMACIONES.) ¿No será el
propósito de sembrar de obstáculos el camino de nuestra Revolución? (EXCLAMACIONES.)
Si
nuestras ideas son bien claras, si en pos de esas ideas está la mayoría del
pueblo, si al mando de ese movimiento y de esa revolución estamos nosotros, ¿es
que acaso el pueblo no confía en nosotros?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Sí!” y “¡Revolución, Revolución!”) ¿Es que acaso alguien puede pensar que
encubrimos oscuros designios? (EXCLAMACIONES
DE: “¡No!”) ¿Es que acaso pudiera alguien afirmar que
hemos mentido alguna vez al pueblo? (EXCLAMACIONES
DE: “¡No!”) ¿Es que puede alguien pensar que nos ha
faltado alguna vez valor para hablarle al pueblo? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Es que puede alguien pensar que carecemos de
la sinceridad necesaria para expresar al pueblo lo que sentimos? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Es que acaso puede pensarse que somos unos
hipócritas o unos cobardes? (EXCLAMACIONES
DE: “¡No!”)
Entonces,
¿por qué cuando decimos que nuestra Revolución no es comunista, por qué cuando
probamos que nuestros ideales se apartan de la doctrina comunista, que la
Revolución Cubana no es ni capitalista ni comunista y que es una revolución
propia (EXCLAMACIONES DE:
“¡Cubanismo, cubanismo!”), que tiene una ideología propia,
enteramente propia, que tiene raíces cubanas, que es enteramente cubana y
enteramente americana, por qué entonces ese empeño en acusar a nuestra
Revolución de lo que no es?
Es
preciso aclarar de una vez que si nuestras ideas fuesen las ideas capitalistas
lo diríamos aquí, como si nuestras ideas fuesen ideas comunistas lo diríamos
aquí, porque a nadie le reconocemos todavía el derecho de decidir en nuestro
fuero interno lo que somos o lo que tenemos derecho a ser (APLAUSOS). Jamás le hemos concedido a nadie el derecho
de mandar en nuestro fuero interno, y todavía no le hemos reconocido a nadie el
derecho de investigar nuestras conciencias, ni le hemos reconocido a nadie el
derecho —ni se lo reconoceremos nunca— de que se le rinda cuenta de nuestras
conciencias, que son enteramente libres (APLAUSOS). Jamás, por ninguna razón del mundo, prostituiremos
nuestra conciencia con la mentira o con la hipocresía (APLAUSOS).
Era
necesario de una vez abordar esta cuestión, porque a nosotros no se nos puede
imponer principios, porque a nosotros no se nos puede obligar a ninguna línea
oportunista, porque nosotros nos consideramos con el derecho a pensar y a actuar
en cubano, nosotros nos consideramos con el derecho a desarrollar una
Revolución Cubana para servir a las necesidades y a las aspiraciones del pueblo
cubano (APLAUSOS).
No
combatimos a nadie por hacerle gracia a nadie (APLAUSOS). Combatimos a los que nos combatan. Tenemos nuestras ideas y respetamos las ideas
de los demás; tenemos el poder revolucionario en nuestras manos, y con ese
poder revolucionario, mientras tengamos la mayoría del pueblo, llevaremos
adelante nuestra Revolución (APLAUSOS).
¿Para
qué hablar aquí de infiltraciones, para qué azuzar miedo de ninguna índole,
para qué decir que nadie se va a apoderar de los puestos claves o del mando de
nuestra Revolución? ¿Por qué si cuando
los hombres vinieron a luchar nosotros no le hicimos ningún examen de
conciencia a nadie? Cuando vinieron a
luchar no les preguntamos si eran católicos, si eran protestantes, si eran
izquierdistas o si eran derechistas, lo único que les preguntamos es si eran
cubanos (APLAUSOS). Esa, sencillamente,
ha sido nuestra conducta.
No
hay derecho a estar azuzando miedos, no hay derecho a estar intrigando, no hay
derecho a estar concitando enemigos contra nuestra Revolución, porque no es
justo, porque no tiene justificación y, además, porque el pueblo confía y cree
en los hombres que tienen el poder en las manos (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”), porque esos hombres han dado sobradas pruebas
de su independencia de criterio y de su firmeza en los propósitos, y porque
esos hombres han dado sobradas pruebas de saber cómo se lleva adelante una
empresa.
Es
indigno, es vergonzoso, es doloroso, después de todas las pruebas que hemos
dado de nuestra honradez, de nuestra sinceridad, de nuestro criterio propio y
libre, de nuestra conducta propia y libre, que se nos trate de presentar ante
el pueblo como unos juguetes, como unos instrumentos, como si nosotros no
hubiésemos dado sobradas pruebas de que tenemos ideas propias, y que sabemos
cómo llevar adelante una idea propia y sabemos cómo organizar (APLAUSOS); que
tenemos un Movimiento propio que se llama 26 de Julio (APLAUSOS), que ese
Movimiento nació con el ataque al cuartel Moncada el 26 de Julio de 1953
(APLAUSOS), que se gestó en las prisiones durante dos años, que se organizó en
el exilio, que cruzó los mares, que afrontó la derrota una y otra vez, sin
cejar en el empeño; que conquistó las montañas, que conquistó los llanos,
porque conquistó el corazón del pueblo, porque conquistó la simpatía de todos
los que pensaban como nosotros (APLAUSOS); que con el respaldo de todos los
sectores revolucionarios, conquistó el poder revolucionario, lo tiene en sus
manos, lo tiene firmemente, tiene consigo a todo el pueblo, y está realizando
una obra justa con el apoyo de la nación (APLAUSOS).
¿Es
que puede caber alguna duda? (EXCLAMACIONES
DE: “¡No!”) ¿Es que puede alguien dudar de que es el Movimiento 26 de Julio quien asumió las
responsabilidades del gobierno de la nación?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) Entonces, ¿qué
empeño en confundir, en dividir, o en intrigar?
Lo
que ocurre es que nosotros somos hombres sin temores. Lo que ocurre es que nosotros somos hombres
de ideas propias, que creemos firmemente en nuestras ideas. Lo que ocurre es que nosotros somos hombres
de propósitos definidos y que sabemos cómo se alcanzan esos propósitos. Lo que ocurre es que no nos pueden acusar de
malversadores, no nos pueden acusar de dictadores, no nos pueden acusar de
ladrones, no nos pueden acusar de politiqueros, no nos pueden acusar de
criminales, no nos pueden acusar de nepotismo, no nos pueden acusar de ningún
negocio turbio, no nos pueden acusar de traición, no nos pueden acusar de
ningún género de vicio de los que se acostumbraba a acusar a los gobernantes, y
nos quieren acusar de bobos (EXCLAMACIONES), y resulta que los bobos somos los
que cuando aquí todo el mundo estaba dividido y confuso, cuando aquí nadie
creía en nadie, nosotros creímos en nuestras ideas, nosotros creímos en
nuestros planes, nosotros tuvimos fe en el pueblo, y frente a todos los
augurios, frente a todos los obstáculos, llevamos adelante esas ideas y las
hemos conducido al triunfo.
Resulta
que ahora los que conquistaron el poder revolucionario, los que tienen el
respaldo de la inmensa mayoría del pueblo de Cuba, como no la tuvo nunca
ninguna revolución (APLAUSOS); los que tenemos el respaldo de la opinión
pública de todos los pueblos latinoamericanos, respaldo de la opinión pública
en Estados Unidos y en Canadá —que no son latinoamericanos—; que le hemos
hablado al pueblo y nos ha comprendido; que le hemos hablado al pueblo en
distintos idiomas, en distintas naciones del continente, y todos han
reaccionado de igual forma ante nuestras ideas; resulta que los que hemos hecho
todo esto, los que en cuatro meses hemos llevado adelante un sinnúmero de
medidas revolucionarias, los que después de cuatro meses lejos de fracasar en
el gobierno tenemos más pueblo (APLAUSOS), los que hemos defendido a la
Revolución dentro y fuera de Cuba, los que hemos ganado —por la justicia de
nuestra causa y por la sinceridad con que la hemos expuesto— las simpatías de
multitudes de un extremo a otro del continente americano, resulta que ahora
somos bobos, porque unos vivos dicen que los comunistas se están apoderando del
Gobierno Revolucionario (EXCLAMACIONES).
Lo
que hay que ver aquí es quiénes en definitiva son los bobos y quiénes en
definitiva son los tontos: si los
fracasados, si los resentidos, si los frustrados; o los que estamos sembrando
una era nueva en el suelo de nuestra patria, o los que hemos ganado para Cuba
el respeto y la simpatía de todos los pueblos del continente americano, porque
poco menos que lo que pretenden es sembrar las dudas; poco menos que lo que
pretenden es dividir a los hombres de nuestro gobierno, dividir a los hombres
de nuestro ejército, hacer imputaciones tales o más cuales defendiéndome a mí
mientras atacan a otros compañeros, elogiándome a mí mientras atacan a mi
propio hermano. Y lo que digo aquí es
que no quiero esos elogios, lo que digo aquí es que no me interesan esos
elogios; lo que digo aquí es que la Revolución es una, en bloque y en conjunto,
que yo soy uno con todos los demás compañeros, y que los demás compañeros son
uno conmigo (APLAUSOS).
Esta
Revolución la hicieron hombres que tienen sentido del deber y sentido de la
disciplina, que están muy por encima de todas las vanidades y de todas las
ambiciones de este mundo; hombres que supieron pelear cuando eran 12; hombres
que supieron seguir adelante cuando eran tres o eran cuatro; hombres que
supieron enfrentarse a todas las dificultades; hombres que supieron cumplir con
su deber, y que gracias a ellos la patria es libre, que gracias a ellos ya no
hay tiranía, que gracias a ellos hoy el pueblo se siente alegre y feliz, que
gracias a ellos hay leyes revolucionarias, que gracias a ellos Cuba es la
admiración de todo el continente americano (APLAUSOS).
¿Por
qué urdir esas campañas y urdir esas intrigas?
¿No comprenden que los hombres que nos hermanamos en aquella epopeya,
que supimos de todos los rigores de la guerra, cuya vinculación y cuya
hermandad no se hizo en el poder sino en la adversidad, no se hizo en la victoria sino en el sacrificio, somos un solo
hombre en el pensamiento y en la acción?
(APLAUSOS.) ¿O es que acaso se
pretende sembrar alguna duda acerca de la unión tan estrecha que existe entre
nosotros? ¿O es que pueden venir con
intriguitas a confundir y a sembrar los temores y a sembrar el recelo y la
desconfianza en el pueblo?
Entonces,
¿intrigar para qué?, ¿por qué? Entre
nosotros siempre existió la más absoluta identificación, entre nosotros siempre
existió la más absoluta disciplina, entre nosotros existió el líder, y ese
líder no fue nunca discutido por ningún compañero, y ese líder tiene la
confianza de todos sus compañeros, y ese líder tiene la confianza de su pueblo
(APLAUSOS), y ese líder ha hablado con toda claridad al pueblo, y ese líder ha
dado garantías a todos los cubanos independientemente de su condición política
o social, ha dado seguridades a los hombres de todas las clases sociales, respeta
los derechos humanos de cada ciudadano, respeta las ideas de todos y cada uno
de los ciudadanos. Y mientras esté en el
lugar que ocupa, mientras ostente la responsabilidad que ocupa, todos los
cubanos tendrán los mismos derechos (APLAUSOS), todos los cubanos tendrán las
mismas garantías, todos los cubanos tendrán las mismas seguridades, y todos los
cubanos, pobres o ricos, de un partido o de otro, de una idea o de otra, sabrán
que las fuerzas están a nuestras órdenes no para abusar de nadie sino para
defender los derechos de todos (APLAUSOS), no para quitarle la seguridad a
nadie sino para darles seguridades a todos; que el Ejército Rebelde está
sencillamente con el derecho; que las Fuerzas Armadas Revolucionarias están
sencillamente con el derecho; que el poder revolucionario garantiza y respeta
por igual todos los derechos de los ciudadanos; que nadie tiene que albergar
temor respecto a nuestros soldados revolucionarios, que nadie tiene que
albergar temor respecto a nuestras fuerzas revolucionarias, que nadie puede ni
debe albergar ningún temor respecto al uso que hacemos del poder.
Nosotros
no tenemos que violar ninguna ley, porque nosotros hacemos las leyes, y hacemos
las leyes siguiendo las necesidades y las aspiraciones del pueblo (APLAUSOS).
Nosotros
hemos dicho bien claramente cuáles son los fines y los propósitos de nuestra
Revolución, nosotros hemos dicho bien claramente cuáles son las medidas que
vamos a tomar, nosotros hemos dicho bien claramente cuál es el alcance
económico, político y social de nuestro Movimiento, hemos dicho los principios
sobre los cuales se hacen las leyes revolucionarias.
El
poder revolucionario, interpretando el sentimiento del pueblo y con el respaldo
del pueblo, marchará por la senda que se ha trazado, marchará por el camino que
se ha trazado, enarbolando las ideas que sustenta nuestra lucha revolucionaria,
enarbolando las ideas y las aspiraciones que han arrastrado tras sí a todo el
pueblo de Cuba (APLAUSOS); por tanto, deben cesar las intrigas, deben cesar las
campañas malintencionadas, y debe cesar esa agitación de fantasmas y de temores,
porque nunca el ciudadano pudo considerarse más garantizado, nunca el ciudadano
pudo considerarse más respetado, sea cual fuere su condición social.
Nuestros
hombres no están al servicio de un grupo social determinado, nuestros hombres
están junto a un programa revolucionario (APLAUSOS). Nuestros hombres no defienden intereses de
grupo, defienden ideales, defienden principios, y puedo decir aquí, con la
sinceridad y la honradez que siempre me han caracterizado, que el poder
revolucionario existe para brindar tranquilidad y seguridad por igual a todos y
cada uno de los ciudadanos de nuestra patria, a todos los cubanos, porque de
veras queremos hacer una patria como la quería nuestro Apóstol: “Con todos y para
el bien de todos” (APLAUSOS).
Lo
que ocurre es que aquí, en nuestra patria, las fuerzas armadas y los poderes
públicos siempre estuvieron al servicio de algún sector determinado, siempre
estuvieron al servicio de algunos privilegios determinados. Las fuerzas armadas solían estar a favor de
ciertos intereses creados, y hoy las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el poder
revolucionario están sencillamente a favor de determinados principios
revolucionarios, están a favor de las leyes justas de la Revolución, están a
favor no de individuos o de grupos: están
a favor de ideales (APLAUSOS). Antes
defendían privilegios, hoy no defienden privilegios; hoy tienen el mismo
respeto y consideración para todos y cada uno de los ciudadanos.
Pudiera
haber ocurrido algún caso aislado, pudiera haber ocurrido alguna
extralimitación, porque no hay organización humana perfecta, no hay
organización humana que pueda considerarse exenta de casos individuales. Pero eso no justifica ningún género de
campañas, ningún género de temores acerca de la línea y de la conducta del
ejército revolucionario y del poder revolucionario; porque no es justo que se
olvide en qué estado encontramos a la república, no es justo que se olvide cómo
nosotros tuvimos que convertir a un ejército de campesinos, y de gente joven y
de gente humilde del pueblo, que no eran militares profesionales, que no habían
servido nunca en las armas ni habían sido agentes de la autoridad y, sin
embargo, con esos hombres hemos garantizado la paz en toda la república, hemos
garantizado la tranquilidad en toda la república, hemos garantizado el pleno
funcionamiento de la república con un mínimo de contratiempos, con un mínimo de
tropiezos (APLAUSOS).
Esos
hombres se han esmerado por cumplir con su deber, y esos hombres han hecho
esfuerzos inimaginables para tener la república como está hoy, a solo cuatro
meses de la victoria revolucionaria (APLAUSOS).
No se les podía pedir más ni a ellos ni a nosotros, y no se nos podía
pedir más porque sencillamente hemos hecho todo lo humanamente posible, hemos
hecho todos los esfuerzos imaginables.
Cuando
hemos llegado al límite de nuestras posibilidades físicas, nadie nos puede
reprochar que no hayamos hecho más, porque nunca nadie hizo todo lo que han
hecho nuestros hombres y nunca nadie lo hizo con tanto desinterés, con tanta
pureza, ni con tanta honradez, ni con tanta lealtad a la nación, ni con tanta
generosidad como lo han hecho nuestros hombres (APLAUSOS). Y no eran académicos, no eran doctores en
filosofía, no eran generalotes, ni son generalotes, ni son coronelotes: son modestos comandantes de un ejército que
ganó una guerra y que no tiene generales; de un ejército que derrotó a una
veintena de generales, mayores generales y tenientes generales, y que no tiene
generales (APLAUSOS); de un ejército que derrotó a 60, 70 ó 100 —ni se sabe
cuántos— coroneles y que no tiene coroneles, ni tiene medallas, ni tiene
oropeles, ni explotan el juego, ni son cómplices de los traficantes de drogas,
ni tienen cuentas bancarias, ni tienen negocios turbios, ni tienen “botellas”,
ni tienen prebendas, ni tienen sinecuras (APLAUSOS). Que penetraron en las ciudades y hubo un
orden absoluto, que penetraron en las ciudades y no hubo excesos de ninguna
índole, y se ganaron el cariño del pueblo por su conducta, por su modestia, por
su humildad, por su sencillez, por su honradez (APLAUSOS).
Nunca
ningún ejército del mundo fue más generoso en la guerra, nunca ningún ejército
del mundo fue más ordenado y respetuoso en la victoria, nunca un ejército del
mundo aceptó renunciar a sus haberes durante dos meses, a pesar de que ninguno
cobró un centavo por los servicios que prestaron en la guerra (APLAUSOS). No le hicieron reclamos a la república por
los servicios prestados, no le cobraron nada al pueblo por los sacrificios que
hicieron. Y aquí, si alguien tiene
pensiones, son las viudas, los hijos y familiares de las víctimas de los
crímenes que cometió la tiranía (APLAUSOS).
Esos
son nuestros hombres, esas son las normas morales de nuestros hombres, esa es
la calidad de nuestros combatientes revolucionarios. ¿Puede el pueblo albergar alguna? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Pueden haber hecho más de lo que hicieron? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Pudo haber más paz en la república? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Y paz como nunca la hubo, paz que no se impone
por la fuerza, sino por la colaboración del pueblo; paz que se sustenta en la
alegría del pueblo, en el deseo del pueblo de colaborar con la Revolución.
Por
eso, a los tres meses de haber llegado la Revolución al poder, el Primer
Ministro puede ausentarse del país, estar 25 días fuera de Cuba y, sin embargo,
su ausencia en nada entorpecía la tarea del Gobierno Revolucionario y todo
seguía igual: era
igual la disciplina, era igual la paz y era igual la tranquilidad que existía
en nuestro país.
¿Cuándo
en ninguna otra revolución han ocurrido estas cosas? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nunca!”) ¿Cuándo ninguna otra revolución tuvo estas
características? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nunca!”) Luego no es justo que alguien pueda azuzar
temores, no es justo que se azucen miedos y fantasmas, porque aquí las cosas
están bien claras, aquí las cosas se están haciendo bien claras. Por tanto, esperamos que estas cuestiones
queden aclaradas, y si hemos invertido tanto tiempo en este tema es
sencillamente porque le queremos decir al pueblo, a todos y a cada uno de los
ciudadanos, de manera que todo el mundo nos entienda, cuál es la línea y cuáles
son las normas del Gobierno Revolucionario; que nadie debe sentirse preocupado,
que nadie debe dejarse invadir de temores de ninguna índole, que los que
siembran esos temores son los que quieren hacerle daño a nuestra Revolución.
Realmente
nunca habíamos podido sentirnos más optimistas que ahora, nunca había estado
más segura la Revolución que ahora. ¿Por
qué? ¿Por qué al cabo de cuatro meses
podemos afirmar esto? Porque los hombres
que estamos dirigiendo la Revolución Cubana, los hombres en quienes la nación
ha puesto toda su confianza, son hombres responsables, saben lo que hacen y
sabrán conducir la Revolución hacia adelante sin grandes tropiezos (APLAUSOS).
Los
que creían que íbamos a conducir la Revolución al fracaso con errores, supongo
que a estas horas hayan perdido toda esperanza, porque realmente la posición de
la Revolución Cubana es ahora tan sólida que ¡adiós esperanzas de contrarrevolucionarios!
(APLAUSOS.) ¿Por qué los
contrarrevolucionarios han de haber perdido todas sus esperanzas? Por distintas razones: una, que al pueblo no lo van a
confundir (EXCLAMACIONES). ¡Qué importa
que nuestros enemigos hablen, si nosotros también podemos hablar! ¡Qué importa que nuestros enemigos mientan y
calumnien, si nosotros sabemos decir oportunamente la verdad! (APLAUSOS.) ¡Qué importa que nuestros enemigos urdan
maniobras y campañas contra Cuba, si nosotros sabemos ganar amigos y hacer
campañas también en favor de nuestra Revolución! (APLAUSOS.) ¡Qué importa que ellos traten de
desprestigiarla, si nosotros sabemos prestigiarla! (APLAUSOS.)
Luego,
al pueblo no lo van a confundir, porque el pueblo sabe discernir, el pueblo
sabe comprender y el pueblo sabe distinguir.
Al pueblo no lo van a dividir (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) porque la Revolución tiene a
los campesinos (EXCLAMACIONES DE: “¡Uno!”),
a los obreros (EXCLAMACIONES DE: “¡Dos!”),
a los intelectuales (EXCLAMACIONES DE: “¡Tres!”)
—quiero decir a los profesionales—, a los estudiantes (EXCLAMACIONES DE: “¡Cuatro!”), a la juventud (EXCLAMACIONES DE: “¡Cinco!”), a la clase media (EXCLAMACIONES
DE: “¡Seis!”) y al industrial nacional
(EXCLAMACIONES DE: “¡Siete!”), porque
las leyes de nuestra Revolución benefician a todos esos sectores, porque
nuestra concepción revolucionaria no divide, sino que une; porque nuestra
teoría revolucionaria se dirige a unir en pos de una gran aspiración nacional,
en la cual caben los intereses de todos esos sectores, porque la misma Reforma
Agraria, que beneficia al campesino, beneficia al obrero y beneficia al
industrial (APLAUSOS); porque cuando se hace una campaña en favor de los
productos nacionales, se beneficia al campesino, al obrero, al profesional, al
hombre de la clase media y al industrial; porque cuando se suprime el
contrabando, estamos beneficiando al obrero que produce esos artículos, al
industrial y a todo el pueblo (APLAUSOS); porque nuestras medidas han
beneficiado a grandes sectores del país, de las distintas clases sociales,
porque la rebaja del costo de la vida ha beneficiado a hombres y mujeres de
todos los sectores sociales; porque la honradez del Gobierno Revolucionario
beneficia por igual a todos los sectores; porque en la Revolución no hay
privilegios para nadie ni hay favoritismos con nadie, y eso beneficia a todos
los sectores (APLAUSOS). Y no solo eso,
sino que las ideas de nuestra Revolución las hemos expuesto en el seno de una
conferencia internacional, y los delegados de todas las repúblicas del
continente aplaudieron entusiasta y unánimemente la teoría revolucionaria del
gobierno cubano (APLAUSOS).
La
Revolución Cubana no solo tiene una postura nacional, la Revolución Cubana
tiene una postura internacional; la Revolución Cubana tiene no solo prestigio
en Cuba, sino que tiene prestigio fuera de Cuba. El ideal de nuestra Revolución no es solo
grato a los cubanos, es también grato a todos los pueblos latinoamericanos
(APLAUSOS). Nuestros principios
revolucionarios en defensa de la economía nacional, en defensa de los intereses
nacionales, en defensa de los campesinos, en defensa de la industria nacional,
en defensa de nuestros obreros y en pos de un desarrollo que resuelva el
problema crónico del desempleo en los pueblos subdesarrollados tienen el
aplauso de todos los pueblos de América Latina (APLAUSOS).
La
tesis de la Reforma Agraria y el desarrollo industrial como solución de
nuestros problemas económicos y sociales, no solo tiene simpatizantes en Cuba,
sino que tiene simpatizantes ya en otros muchos países de América Latina
(APLAUSOS). La Reforma Agraria no solo
cuenta con simpatías entre nosotros. He
hablado de Reforma Agraria en otros pueblos en actos como este y ha encontrado
un entusiasmo extraordinario. La Reforma
Agraria, como medida indispensable para la solución de nuestros problemas
económicos y sociales, es ya una consigna de otros muchos pueblos de América
Latina.
Así,
pues, que nuestra Revolución está ejerciendo su influjo en otros pueblos. Los pueblos se interesan por nuestras medidas
revolucionarias, y están todos pendientes de lo que sucede en Cuba, a pesar de
todas las informaciones falsas que se han recibido, a pesar de la confusión que
se ha tratado de sembrar.
Fue
para nosotros de extraordinaria satisfacción comprobar ese interés que en todos
los pueblos del continente existe por nuestra Revolución. Así, nuestra tesis revolucionaria ha sido
conocida fuera de Cuba, nuestros puntos de vista revolucionarios los hemos
expuesto en universidades, en círculos de estudio, en asambleas de periodistas,
en mítines de masas, y en todas partes han encontrado un criterio y un respaldo
unánimes.
Por
eso es que podemos afirmar que nuestra Revolución es ahora más fuerte, que
nuestra Revolución es ahora más sólida (APLAUSOS); que Cuba y su Revolución
serán mejor comprendidas, que Cuba y su Revolución tendrán cada día más
simpatizantes, que Cuba y su Revolución tendrán cada vez más amigos en todos
los pueblos del continente, y eso es lo que hace más difícil una contrarrevolución.
Vale
decir que todo intento contrarrevolucionario estaría llamado a fracasar por
eso, porque al pueblo no lo pueden confundir, al pueblo no lo pueden
conquistar, porque nadie conquista pueblos predicando contra sus intereses,
nadie conquista pueblos luchando contra un gobierno que sirve al pueblo
(APLAUSOS). Por tanto, bastaba con haber
presenciado esta concentración de hoy, al cabo de cuatro meses de Gobierno
Revolucionario, para que los más empecinados enemigos de la Revolución
abandonen su mezquina y ruin actitud; bastaba con ver las concentraciones
multitudinarias en todos los pueblos que hemos visitado, para que los elementos
contrarrevolucionarios abandonasen su postura.
Podemos
asegurar que nuestra Revolución es invencible y que nuestra Revolución será
cada día más invencible (APLAUSOS). Ahora
bien: para que nosotros sigamos
adelante, cada vez más fuertes, es necesario que algunas cuestiones queden bien
claras, es necesario que sepamos actuar correctamente, y, aún cuando nos
sintamos un poco extenuados, hay dos o tres cosas que quiero decir aquí hoy,
que son muy necesarias.
Quiero
hablarle al pueblo de dos cuestiones fundamentalmente, que fueron cuestiones
que interesaron en todos los pueblos que visité, y los puntos de vista que
expuse en todos los pueblos que visité, muchos de los cuales, por supuesto, se
conocen aquí a través de las trasmisiones que se hicieron desde otros países.
¿En
qué cuestiones no se comprendía bien a nuestra Revolución? Vale decir que había dos puntos que fueron
objeto de constante aclaración por nuestra parte: el problema de los fusilamientos de
los criminales de guerra y el problema de las elecciones (EXCLAMACIONES DE: “¡Revolución, Revolución!”) No hay que preocuparse, déjenme hablar.
El
problema de los fusilamientos fue uno de los temas más utilizados por nuestros
enemigos para confundir a la opinión pública en todo el continente.
Era
difícil que los pueblos que no vivieron esa tragedia que hemos vivido los
cubanos, tuviesen la sensación de que nuestra Revolución fuese generosa, de que
nuestra Revolución fuese humana. Hubo
necesidad de hablarles con toda claridad a los pueblos, hubo necesidad de
exponer todas las razones que los cubanos habíamos tenido para aplicar con
severidad la justicia revolucionaria. Y
tan claramente comprendieron los pueblos esas razones que, por ejemplo, en
Uruguay —país tradicionalmente democrático de América—, en una conferencia por
televisión, estuvimos durante tres horas respondiendo las preguntas de los
periodistas, muchas de las cuales trataban sobre el fusilamiento de los
criminales de guerra, y al otro día el Instituto de Investigaciones de Opinión
Pública de Uruguay realizó un survey en el pueblo. El 72% del pueblo uruguayo había escuchado la
conferencia por radio o por televisión; de ese 72%, el 30% era contrario a los
fusilamientos antes de la explicación, y después de la explicación solo quedó
un 6% en contra de los fusilamientos (APLAUSOS). Y así ocurrió en todos los lugares, en
asambleas de periodistas, en conferencias en universidades, en actos de
multitudes, en todos los pueblos que visitamos.
Explicamos
bien que nuestra Revolución no castigaba por venganza, que nuestra Revolución
no castigaba por odio; que castigábamos para dar un escarmiento ejemplar, para
que nunca más en nuestra patria nadie volviese a usar un arma para asesinar a
un compatriota (APLAUSOS), para que nunca más en nuestra patria nuestros hijos
se viesen arrancados de sus hogares en medio de la noche, para que nunca más en
nuestra patria los jóvenes fuesen torturados hasta perder la vida, para que
nunca más en nuestra patria se cerniese otra tiranía, para edificar una patria
nueva sobre una democracia humanista y sobre una base de justicia social
(APLAUSOS).
Que
a grandes males, grandes remedios; que nuestro pueblo había sufrido tres
dictaduras en 25 años; que tres veces nuestro pueblo había tenido que derramar
su sangre; que los mismos esbirros tres veces habían perpetrado, en tres
dictaduras distintas, los mismos crímenes, y que, por lo tanto, el pueblo de
Cuba había decidido aplicar un castigo ejemplar, no solo para Cuba, sino para
todos los pueblos de América Latina; que durante cuatro siglos los verdugos
habían ensangrentado a los pueblos en nuestra América y que por primera vez en
la historia de América un pueblo había castigado a los verdugos (APLAUSOS). Pero que ya nuestra Revolución había
completado su obra justiciera, que ya nuestra Revolución había dado un ejemplo —que
será eterno ejemplo— de que con la vida de los ciudadanos no se juega, de que con
la integridad física de los ciudadanos no se juega, de que con la libertad del
pueblo no se juega (APLAUSOS); que nuestro pueblo no albergaba odios estériles,
que nuestro pueblo era un pueblo tan sensible y tan noble, o más sensible y más
noble que cualquier pueblo del mundo (APLAUSOS); que si alguna razón podía
bastar, debía bastar el hecho de que todo el pueblo unánimemente había
respaldado la justicia revolucionaria (APLAUSOS); pero que, sin embargo, la
justicia revolucionaria ya había cumplido su rol justiciero, que la Revolución
no se excedería un ápice de los límites indispensables, y que ya los peores
criminales y los peores esbirros habían sido castigados; que la Revolución
había confiscado ya todos los bienes de todos los malversadores y colaboradores
de la tiranía (APLAUSOS).
Que
estas dos medidas las llevó adelante nuestra Revolución a pesar de la lluvia de
calumnias que lanzaron contra nosotros; que la Revolución estaba superando ya
esa etapa amarga pero necesaria, esa etapa dura pero indispensable, y que dado
ya el ejemplo, el escarmiento histórico cumplido ya su rol fundamental, los
enemigos de la Revolución no continuarían teniendo el pretexto de los
fusilamientos para sembrar la desconfianza, para sembrar la antipatía y para
sembrar la duda en todos los pueblos hermanos de nuestro continente. Que la Revolución había rebasado ya esa
etapa, y que el pueblo, en este momento, sabía que la Revolución había cumplido
su promesa de castigar ejemplarmente a los criminales de guerra. Que el ejemplo estaba dado, y que la
preocupación del pueblo ya no miraba tanto hacia el pasado como hacia el
porvenir. Que la preocupación
fundamental del pueblo era la obra que tenía por delante. Que la etapa destructiva de la Revolución
estaba virtualmente finalizada y que la Revolución seguía adelante con su etapa
constructiva (APLAUSOS).
Quise
decir sencillamente lo que digo aquí: que a nuestro entender la justicia
revolucionaria ha cumplido ya su rol esencial (APLAUSOS), que los Tribunales de
Guerra Revolucionarios han cumplido ya su rol esencial, que ya los peores
criminales han sido sancionados y que, por lo tanto, la Revolución estaba
segura de que había cumplido cabalmente su deber con el fusilamiento de más de
500 criminales de guerra (APLAUSOS). Que
los fusilamientos irían disminuyendo, que cada día los enemigos de nuestra
Revolución tendrían menos argumentos para atacar a nuestra Revolución; que la
Revolución había tenido la firmeza suficiente para cumplir con su promesa al
pueblo, que había tenido valor suficiente para afrontar todas las campañas de
calumnias, pero que nadie podía temer ni debía temer que la Revolución se
excediese de sus límites, que nadie debía temer que los fusilamientos
continuasen indefinidamente, que nadie debía temer que convirtiésemos el
fusilamiento en un sistema, porque los fusilamientos habían sido una necesidad;
que nosotros habíamos sabido aplicar el castigo ejemplar a los criminales, pero
que, de la misma manera que habíamos sabido resistir todas las campañas y todas
las calumnias firmemente, castigando a los criminales, sabríamos también
ponerle el freno a todo género de extralimitación, porque nuestra Revolución
tenía un sentido del límite, y de ese límite no pasaría jamás (APLAUSOS).
Por
lo tanto, como consideramos que los Tribunales Revolucionarios han cumplido su
rol fundamental, el Gobierno Revolucionario tomará medidas que tiendan a ir
condicionando las circunstancias de normalidad que nuestra Revolución necesita
para marchar adelante. El Gobierno
Revolucionario, considerando que la justicia revolucionaria ha cumplido su rol
fundamental, tomará medidas tendientes a garantizar que la Revolución no se
excederá un ápice de sus límites.
Otra
cuestión que le costaba trabajo comprender a los pueblos de América Latina y a
la opinión pública de Estados Unidos era el problema de las elecciones.
Como
América está acostumbrada a dictadores sanguinarios y violadores de los
derechos humanos, como está acostumbrada a golpes de estado y no a
revoluciones, y como la práctica de esos regímenes era precisamente posponer
indefinidamente las elecciones porque tenían miedo a perder, porque estaban
seguros de perder, había muchas personas que no comprendiendo que aquí había
habido una Revolución de verdad, que la Revolución tenía el respaldo del pueblo,
creían que acaso nosotros éramos enemigos de las elecciones porque teníamos
miedo de perder unas elecciones.
Cuando
un día en una entrevista de prensa me preguntaron por qué no dábamos unas
elecciones inmediatas (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), dije, entre otras razones,
que el pueblo no estaba interesado en elecciones (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”). Pero cuando di aquella respuesta, comprendí
cuán difícil iba a ser que creyeran ellos, comprendí cuán difícil les iba a
parecer que un pueblo no quisiera las elecciones inmediatas que se planteaban;
porque en la mentalidad de otros pueblos, acostumbrados a dictaduras, o bien
acostumbrados a elecciones cada cuatro año durante mucho tiempo, no les podía
caber en la cabeza lo que estaba pasando en Cuba: que se había producido realmente un fenómeno
de tipo político en que precisamente el pueblo era el menos interesado en las
elecciones.
Pero,
además, les expliqué que para que hubiera elecciones tenían que existir
partidos políticos, que los partidos políticos habían sido destruidos por la
dictadura, que los partidos políticos eran
consecuencia de estados de opinión, que los estados de opinión se forman como
consecuencia de actitudes críticas frente a las medidas del Gobierno
Revolucionario, y que eso llevaba tiempo.
Si no había partidos políticos, ¿cómo íbamos a hacer elecciones sin
partidos políticos?
Era
difícil que comprendieran estas cosas; además, eso llevaba tiempo. Si el pueblo en su 90% estaba con las medidas
del Gobierno Revolucionario, si no se habían formado estados de opinión, si
esos estados de opinión no se habían formado porque el gobierno estaba actuando
de manera que satisfacía a la inmensa mayoría del pueblo, ¿qué culpa teníamos
nosotros de que no existiesen esas condiciones?
Una
y otra vez repetí que en cualquier instante que se celebrasen unas elecciones,
el movimiento revolucionario las ganaría por inmensa mayoría (APLAUSOS); que no
confundieran nuestra Revolución con un golpe de Estado; que nosotros teníamos a
todo el pueblo; que nadie nos podría discutir la victoria en las urnas, pero
que nosotros no podíamos inventar los partidos políticos ni producirlos en una
incubadora, que los partidos políticos tenían que ser consecuencia de los
estados de opinión, y los estados de opinión tenían que ser consecuencia de la
actitud crítica respecto a las medidas del Gobierno Revolucionario —era difícil
que estas cosas se comprendieran, porque nunca en ningún pueblo de América
Latina, nunca en ningún otro pueblo de América, habían ocurrido las cosas que
ocurrieron aquí ni se había constituido un gobierno con una mayoría tan
abrumadora de pueblo, como el gobierno que se había constituido en Cuba—; que
este era un régimen de opinión pública, que lo que el gobierno hacía era
interpretar los sentimientos mayoritarios del pueblo.
¡Y
qué difícil era que se comprendieran estas cosas!, como si nosotros temiésemos
unas elecciones.
Y
una y otra vez repetí allí, y repito aquí, que nosotros tendremos buen cuidado
de adoptar todas las medidas necesarias para que en el futuro no vuelva a
existir una política corrompida como la que existió siempre (APLAUSOS). Que si creían que la Revolución iba a
degenerar, podían tener la seguridad de que la Revolución no degeneraría porque
la politiquería no volvería a entronizarse jamás en nuestra patria (APLAUSOS). Que nosotros no somos enemigos del gobierno
representativo, que sería absurdo pensar semejante cosa; que cuando esas
condiciones se dieran, nosotros no temíamos absolutamente a unas elecciones,
porque teníamos la seguridad de que íbamos a contar con la inmensa mayoría del
pueblo de Cuba (APLAUSOS). Que, por
tanto, nuestros enemigos no iban a tener pretextos para confundir nuestra
Revolución con los clásicos movimientos de golpes militares de América Latina;
que nosotros teníamos el propósito de convertir a nuestra patria en un modelo
de democracia representativa sobre una base de justicia social, y que nosotros
sabíamos muy bien cómo conducir la Revolución para que desde ningún punto de
vista los enemigos la impugnasen.
Los
que crean que con elecciones van a frenar la Revolución se equivocan, porque la
Revolución seguirá haciendo leyes revolucionarias durante todo el Gobierno
Provisional, y cuando un gobierno —producto de las primeras elecciones que se
celebren— sustituya al Gobierno Provisional, ese gobierno seguirá haciendo
leyes revolucionarias (APLAUSOS).
Que
nuestra Revolución no era una revolución de minorías, sino una revolución de
mayorías, y que nosotros sabíamos adaptar nuestra Revolución a métodos
democráticos; por lo tanto, nosotros tenemos que seguir el camino que arrebate
a nuestros enemigos los argumentos predilectos para desacreditar a nuestra
Revolución.
Nuestra
Revolución necesita la solidaridad de los demás pueblos hermanos de América
Latina, nuestra Revolución necesita de la solidaridad de la opinión pública de
todo el continente, para hacerse más fuerte, para hacerse más firme, y para
llevar adelante un programa de la más vasta dimensión (APLAUSOS).
Nuestra
Revolución necesita el respaldo de la opinión pública de todos los pueblos del
continente para obtener un triunfo más seguro en su obra creadora. La Revolución necesita el respaldo de la
opinión pública de los demás pueblos del continente para llevar adelante su
obra, de manera segura e inevitable, para que los enemigos de nuestra
Revolución no encuentren aliados en los pueblos confundidos con la mentira o la
calumnia (APLAUSOS).
Nuestra
Revolución tiene que adaptar sus métodos, sus medidas, tiene que adaptar su
tarea a métodos enteramente democráticos, para que no exista la menor duda
sobre ella, para que nuestros enemigos no puedan desacreditarnos fuera de Cuba,
para que nuestros enemigos no puedan debilitarnos, por lo que puedo decir aquí
que nosotros adoptaremos todas las medidas oportunamente para que nuestra
Revolución no pueda ser impugnada desde ningún punto de vista. Pero al mismo tiempo que digo eso, puedo
afirmar aquí que nada ni nadie detendrá nuestra Revolución democrática y
humanista (APLAUSOS); que vuelvo a Cuba con más firmeza y decisión que nunca de
llevar adelante nuestra Revolución (APLAUSOS); que he vuelto a mi patria como
salí de ella, sólo que con más fe todavía en la victoria final (APLAUSOS); que
he vuelto a mi patria con toda la dignidad con que salí de ella (APLAUSOS); que
he vuelto a mi patria con toda la entereza con que salí de ella (APLAUSOS); que
he vuelto a mi patria con todo el honor y con todo el decoro con que salí de
ella (APLAUSOS); que vuelvo a mi patria con el orgullo de haber sabido
representar con dignidad a nuestro pueblo (APLAUSOS); que vuelvo a mi patria
después de haber ganado para Cuba el reconocimiento y la simpatía de la opinión
pública de todos los pueblos de América Latina (APLAUSOS); que vuelvo a mi
patria después de haber ganado comprensión para Cuba en todos los pueblos del
continente (APLAUSOS); después de haber ganado para Cuba simpatías en todos los
pueblos del continente (APLAUSOS); después de un esfuerzo tan titánico que
pudiera compararse con los esfuerzos mayores que hicimos en la guerra
(APLAUSOS).
Una
revolución hay que defenderla no sólo en la guerra, sino también en la paz
(APLAUSOS); porque una revolución hay que defenderla no sólo dentro, sino
también fuera (APLAUSOS); porque una revolución no sólo necesita el apoyo del
propio pueblo, sino el apoyo de todos los demás pueblos del continente
(APLAUSOS). Que Cuba es hoy ejemplo y
esperanza de América, que nuestra Revolución tiene ardorosos simpatizantes en
todos los pueblos del continente americano, que tiene amigos en todos los
pueblos del continente americano y que la tesis económica sobre el desarrollo
de los pueblos de América Latina expuesta por la delegación cubana tiene el
respaldo y la simpatía de todos los pueblos de América Latina, y que nosotros
sabremos mantener, porque sabremos defender nuestra verdad, porque sabremos
defender las simpatías ganadas, porque sabremos llevar adelante una obra,
cuanto más perfecta mejor, cuanto más grande mejor.
Hoy
no solamente le interesamos a Cuba, hoy nuestra Revolución no sólo interesa a
Cuba, hoy interesa a todos los pueblos de América Latina (APLAUSOS), y para esa
empresa estamos seguros de poder contar con el pueblo (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”), estamos
seguros de contar con la confianza y el respaldo de nuestro pueblo
(EXCLAMACIONES DE: “¡Siempre, siempre!”),
porque algo vale más que ninguna otra cosa en una revolución, y es su obra
creadora.
Cuba
sobresalió ya por su heroísmo en la guerra, Cuba sobresalió ya por la firmeza
con que castigó a los criminales y a los malversadores (APLAUSOS). Cuba debe sobresalir ahora en mayor grado que
nunca por su obra creadora. Cuba entra
en su etapa creadora. Cuba se dedicará
ahora por entero a llevar adelante su tarea, y nosotros nos dedicaremos a
trabajar con el mayor ahínco (APLAUSOS).
Ustedes y nosotros nos dedicaremos a trabajar con el mayor ahínco
(APLAUSOS).
La
hora es de trabajar sin miedos ni temores (APLAUSOS), la hora es de trabajar
sin desconfianzas ni dudas (APLAUSOS), de trabajar todos, de trabajar todos los
cubanos sin excepción (APLAUSOS); de trabajar todos por el bien de todos,
porque el triunfo de la Revolución es el triunfo de todos, y porque el fracaso
de la Revolución sería el fracaso de todos (APLAUSOS).
Al
pueblo sólo le pedimos que nos permita invertir la mayor parte de nuestro
tiempo en el trabajo creador (APLAUSOS).
Para nosotros una etapa nueva se presenta, una etapa de trabajo, mas no
el trabajo que he realizado hasta hoy: menos actos públicos para mí, menos
mítines, menos reuniones, porque voy a necesitar todo el tiempo para dedicarlo
al extraordinario trabajo que tengo delante, a ocuparme de todas las cuestiones
en el vasto campo de las realizaciones que la Revolución debe llevar adelante
(EXCLAMACIONES DE: “¡Viva Fidel!”).
Ahora
viene la Reforma Agraria (APLAUSOS), la ley fundamental de nuestra Revolución,
la ley definidora de nuestra Revolución, y tenemos que trabajar mucho en todos
los órdenes, tenemos que sentarnos a trabajar; sólo les pido a mis
conciudadanos que nos permitan disponer del mayor tiempo posible, porque la
Revolución entra en su etapa creadora y queremos trabajar (APLAUSOS).
Yo
quisiera ir a todos los pueblos de Cuba, pero no puedo porque no me alcanza el
tiempo; yo quisiera ir a todos los actos, a todos los sindicatos, a todas las
entregas de tractores, pero no puedo porque no me alcanza el tiempo (APLAUSOS);
yo quisiera hablar con todo el que quisiese hablar conmigo, recibir a todo el
que quiera visitarme, pero no puedo porque no me alcanza el tiempo (APLAUSOS).
Necesitamos
trabajar mucho, necesitamos dedicar cada minuto, cada segundo si es necesario,
a la obra creadora que la Revolución tiene delante, porque tenemos que ganar
mucho terreno en el más breve tiempo posible, porque cuanto más adelantemos más
pronto resolveremos el desempleo, más pronto aliviaremos las necesidades de
nuestro pueblo (APLAUSOS).
Que
nos dejen trabajar, que nos ayuden a trabajar, con el menor número de problemas
posibles, es lo que le pedimos a nuestro pueblo (APLAUSOS), porque trabajando y
creando derrotaremos a todos los enemigos de la Revolución sin disparar un solo
tiro (APLAUSOS), trabajando y creando derrotaremos todos los intentos
contrarrevolucionarios sin disparar un solo tiro (APLAUSOS), trabajando y
creando desarmaremos a nuestros enemigos y destruiremos todas las intrigas,
todos los miedos y todas las calumnias (APLAUSOS).
No
pido más que eso: tiempo
para trabajar, para avanzar rápido, más rápido de lo que hemos avanzado hasta
hoy todavía (APLAUSOS). Y lo pido
después de 25 días del más intenso esfuerzo que he hecho en mi vida, lo pido cuando
he llegado al borde casi de mis energías físicas para hacer el resumen de esta
gira y pronunciar estas palabras en el corazón de nuestro pueblo (APLAUSOS).
La
consigna ahora es marchar hacia adelante, sin temores, con la cooperación de
todos (APLAUSOS). La consigna ahora es
crear, la consigna ahora es mejorarlo y perfeccionarlo todo para marchar rápido
hacia adelante, porque cuanto más avancemos, más pronto recibirá nuestro pueblo
los beneficios.
Nuestro
pueblo no puede recibir los beneficios de lo que no haya creado; nuestro pueblo
sólo podrá recibir los beneficios de lo que pueda crear (APLAUSOS). Por eso, la consigna es trabajar y crear.
Esperamos
de todos el máximo esfuerzo, esperamos de todos la máxima cooperación, y, sobre
todo, tener presente que un funcionario no lo tiene que hacer todo, ni lo puede
hacer todo (APLAUSOS); que vayamos quitando de nuestra mente el hábito de creer
que uno lo tiene que hacer todo. Ese uno
se pasó 25 días fuera de Cuba y el mundo no se hundió por eso (APLAUSOS).
Pues
bien, permítasenos trabajar y dedicar el máximo de nuestra energía a la gran
tarea que tenemos por delante, para cultivar y cosechar los frutos para nuestro
pueblo de lo que hasta aquí hemos sembrado.
No
quiero terminar sin elevar un fervoroso recuerdo de aquel mártir de la
Revolución Cubana que cayó en el Morrillo un día como hoy (APLAUSOS
PROLONGADOS). Algún día podríamos
conmemorar dignamente y recordar dignamente la caída de Antonio Guiteras
(APLAUSOS). Con infinita satisfacción
cumplo el deseo de rendirle este 8 de mayo el más emocionado tributo de
recordación y simpatías (APLAUSOS), porque quiso lo que nosotros queremos y
cayó antes de lograrlo, como han caído otros muchos revolucionarios; porque
comenzó a hacer lo que nosotros estamos haciendo hoy; porque combatió los
mismos males que nosotros estamos combatiendo hoy; porque luchó contra el mismo
dictador sanguinario contra el que nosotros luchamos después; porque cayó
víctima de las mismas balas homicidas que privaron después de la vida a tantos
compañeros nuestros; porque fueron hombres del mismo uniforme los que
asesinaron a Guiteras y asesinaron después a miles y miles de cubanos.
Pero
esta vez nos cabe la satisfacción de decir que los crímenes no quedaron
impunes, que los mártires no cayeron en vano, que ninguna mano sacrílega
erigirá junto a la víctima un monumento al victimario, que junto a los restos
de Guiteras no se erigirá ningún recuerdo de sus asesinos (APLAUSOS).
Antonio
Guiteras, podemos decir aquí:
hoy, 8 de mayo, no había tristeza, había alegría, pero nadie dejó
de recordarte. Todos se acercaron a mí
para recordarme que era el 8 de mayo; mas no necesitaba de nadie que me lo
recordase, porque me acordaba de ese día como todos mis compatriotas
(APLAUSOS).
Hubo
alegría porque desde que la Revolución triunfó la tristeza se volvió alegría,
el dolor se volvió esperanza; porque desde que la Revolución triunfó es como si
todos los mártires reviviesen y resucitasen (APLAUSOS); porque desde que la
Revolución triunfó, Cuba comenzó a ver la obra que era el sueño de todos los
hombres que cayeron por un destino mejor para su patria, desde el primero hasta
el último (APLAUSOS).
Antonio
Guiteras: por
primera vez podemos conmemorar un 8 de mayo enteramente soberanos y libres
(APLAUSOS).
Antonio
Guiteras: por primera vez podemos
conmemorar un 8 de mayo digno, porque los hombres que a ti te asesinaron ya no
empuñan armas ni volverán a empuñarlas jamás (APLAUSOS), porque el ejército que
a ti te asesinó cayó vencido y destruido por los gallardos combatientes de tu
pueblo (APLAUSOS), y porque el tirano que a ti te asesinó hubo de morder esta
vez y para siempre el polvo de la derrota y huyó cobardemente de esta tierra
que ensangrentó, pero donde nunca más volverá a pisar con sus botas criminales
(APLAUSOS).
Había
alegría por las victorias obtenidas por tu pueblo, había alegría por la
esperanza que hoy alienta nuestro pueblo, y había alegría porque solo nos
podíamos sentir con derecho y con moral a hablar de ti un día como hoy, ¡con la
tiranía descabezada a los pies!
(OVACION.)