DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO
RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, CON MOTIVO DE CONMEMORARSE EL
PRIMER ANIVERSARIO DE LA HUELGA DEL 9 DE ABRIL, EN LA ALAMEDA DE PAULA, EL 9 DE
ABRIL DE 1959.
(VERSION
TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO)
Familiares de los mártires de la Revolución;
Señoras y señores:
Hace
un año, un día como hoy, esta misma ciudad, estas mismas calles, estaban bajo
el terror. Desde allá desde la Sierra
Maestra, donde también pasamos por el dolor de aquel 9 de abril, imaginábamos
la capital de la república y a todos los pueblos de Cuba en aquella noche
triste del 9 de abril, en aquella noche triste después de la derrota, en
aquella noche triste que significó uno de los momentos más duros de la
Revolución Cubana. Me imaginaba estas
calles, estas calles que ustedes vieron; me imaginaba aquellas perseguidoras,
aquellos carros cargados de criminales, aquellas calles repletas de cadáveres,
y aquel minuto de escepticismo general que sigue a las grandes derrotas.
No
fue la única que hubo de sufrir la Revolución.
La Revolución tuvo muchos días tristes, la Revolución tuvo el fracaso
del ataque al Moncada, la Revolución tuvo el fracaso del ataque al Goicuría, la
Revolución tuvo el fracaso de la insurrección de Cienfuegos, del desembarco del
Corynthia, del ataque al Palacio Presidencial, de la dispersión de los
expedicionarios del “Granma” y de la huelga frustrada del 9 de abril. No fue el triunfo del pueblo un triunfo fácil. Muchas veces tuvo que sufrir nuestro pueblo
la humillación de la derrota y la represión que siguió a cada una de aquellas
derrotas.
Bueno
es recordar también cómo se sobrepuso el pueblo a cada una de ellas, porque si
bien es cierto que fueron amargas y que muchos hombres valerosos cayeron,
también es cierto que nuestro pueblo se hizo un propósito y ese propósito se
cumplió a pesar de todos los reveses. Pero
aquella del 9 de abril fue la más dura, y fue la más dura porque nunca había
concebido el pueblo tanta esperanza como la que concibió aquel día, nunca nos
hicimos tantas ilusiones como las que nos hicimos en aquella ocasión. Puede decirse que fue el golpe más duro que
sufrió la Revolución a lo largo de todo su trayecto; pero golpe del que supo
rehacerse nuestro pueblo, golpe que cuanto más duro fue para nosotros tanto más
honra le cabe al pueblo de Cuba haberlo sabido superar (APLAUSOS), porque en
aquella ocasión muchos perdieron la fe, en aquella ocasión muchos se
desalentaron, muchos creyeron la Revolución irremisiblemente perdida. Y bueno es recordarlo, porque de cada
acontecimiento histórico debemos sacar nuestra lección, porque precisamente
solo los pueblos que aprenden de los acontecimientos históricos pueden llegar
adelante, muy lejos en la marcha hacia adelante (APLAUSOS).
Es
bueno recordar las horas difíciles, porque hay dos clases de hombres, hay dos
clases de ciudadanos: los que permanecen
firmes en las horas difíciles y los que se acobardan en las horas difíciles;
dos clases de pueblos: los que creen en
las horas difíciles y los que pierden la fe en los momentos difíciles; los que
se sumen al carro de los vencedores, que son los mismos que lo abandonan en los
momentos duros; los que tienen fe en las horas de triunfo y los que tienen fe y
son firmes en todas las circunstancias; los que escriben en la hora del triunfo
y los que guardan cobarde silencio en las horas de adversidad.
Hablo
así por la experiencia que hemos adquirido en estos años, y hablo así porque sé
que hay muchos pusilánimes, muchos mediocres y muchos timoratos que se
acobardan de cualquier cosa y que, apenas se tiene que enfrentar la Revolución
a los primeros obstáculos, se desalientan y se vuelven pesimistas. Pienso que nuestro pueblo tiene que estar
preparado para todas las horas; pienso que nuestro pueblo tiene que estar
preparado para todos los momentos (APLAUSOS); pienso que nuestro pueblo tiene
que permanecer firme frente a todos los obstáculos. Y mientras más obstáculos, más firmes; y
mientras más peligro, más firmes (APLAUSOS); y mientras más enemigos dentro,
más firmes (APLAUSOS); y mientras más enemigos fuera, más firmes (APLAUSOS); y
mientras más poderosos nuestros enemigos de dentro y de afuera, más firmes
(APLAUSOS), y cuanto más infames, más cobardes, más ruines y más repugnantes
los ataques de la oligarquía internacional contra nuestra justa Revolución —la
revolución más justa, más noble y más humana del mundo—, más firmes (APLAUSOS). Para que no crean que nos van a acobardar con
sus ataques y sus maniobras; para que no crean que nos van a frenar la
Revolución con sus ataques y sus maniobras; para que no crean que nos van a
derrotar con los millones de pesos que pagan en campaña ruin y cobarde; para
que no crean que nos van a vencer escribiendo desde allá sus calumnias,
escribiendo desde allá sus calumnias por esos órganos que tienen millones y
millones de ejemplares para circular, por esas revistas que cuentan con decenas
de millones de pesos y que representan los intereses de los grandes trust y los
grandes monopolios explotadores de los pueblos; y que tratan de sembrar la
cizaña en todo el mundo, tratan de sembrar la calumnia en todo el mundo y
tratan de volver al mundo contra la Revolución Cubana.
Un
límite tienen: Pueden
llegar a todas partes del mundo, ¡menos aquí! (APLAUSOS); pueden confundir a
todo el mundo, ¡menos al pueblo de Cuba! (APLAUSOS.)
Y
el pueblo de Cuba, con su Revolución, con su justa causa, aunque lo aislaran,
aunque lo trataran de sepultar en la infamia —no por hacer cosas injustas, no
por hacer cosas malas, no por ser traidor a su propia historia, no por servir a
los intereses extranjeros, no por ponerse de rodillas frente a los poderosos,
sino por hacer una revolución justa, por ponerle fin a los privilegios odiosos,
por enfrentarse resuelta y valientemente a los grandes intereses creados—, el
pueblo de Cuba, aunque lo dejen solo, aunque lo aíslen, siempre permanecerá
unido, siempre permanecerá firme y tiene valor suficiente para enfrentarse a
todas las calumnias del mundo (APLAUSOS), y tiene valor suficiente para arrostrar
todas las dificultades, todas las campañas y todas las mentiras. Porque el pueblo es no la minoría lesionada
por las leyes de la Revolución, no la minoría... (EMPIEZAN A MOSTRAR CARTELONES EN EL PÚBLICO).
Bueno,
bajen ya los letreros. No distraigan,
compañeros, no distraigan la atención del pueblo, al pueblo se le reúne para
orientarlo. Cada cosa tiene su momento y
no debemos distraer un átomo de la atención del pueblo, porque el pueblo tiene
que estar más alerta y más atento que nunca, compañeros (APLAUSOS).
Estos
momentos deben aprovecharse para que nuestra ciudadanía se despabile, para que
los revolucionarios nos despabilemos, para que no nos durmamos sobre nuestros
laureles, porque la Revolución tiene muchos enemigos, y mientras más Revolución
es, más enemigos tiene (APLAUSOS), como también es verdad que mientras más
revolución es, más pueblo tiene (APLAUSOS).
Y si bien es cierto que hoy no será un 95%, un 96% o un 94%, y que un
grupito se ha apartado del número, ¡los que hay ahora son mejores, los que hay
ahora son más entusiastas, los que hay ahora son más decididos! (APLAUSOS.) Y hay un refrán que dice: Más vale pocos... Bueno, yo no sé si será un refrán (RISAS),
pero lo que nosotros pensamos —y para nosotros es un axioma— es que valen más pocos
buenos que muchos regulares (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES), y eso se ha demostrado
una y mil veces.
El
pueblo cada día tiene que estar más atento, y les voy a decir por qué: porque cada día más
asoma sus orejitas la reacción, porque cada día más asoman sus orejitas los
enemigos de la Revolución, porque cada día más se sueltan de la lengua los
enemigos de la Revolución. Hoy empiezan
asomando las orejas y luego continúan enseñando las garras, para terminar
clavándolas en la primera oportunidad.
Hay
muchos aquí que están esperando permiso de afuera para empezar (EXCLAMACIONES),
hay muchos aquí —yo digo muchos, quiero decir muchos si los juntamos, quiero
decir que pasan de 10, de 15, de 20, hasta de 100—, que están esperando la
orden de afuera para escribir, que están esperando que la Revista Time, y la
revista tal y más cual, escriban, para escribir (EXCLAMACIONES), para empezar a
sembrar la intriga y la cizaña, para empezar a hacer sus campañitas
demagógicas, para empezar a escribir las mismas consignas que vienen del
extranjero; esos que durante la primera etapa de la Revolución se replegaban
tácticamente, y que están esperando a ver cómo amasan todos los elementos de
descomposición posible, cómo agrupan a todos los descontentos, para empezar a
llevar adelante sus planes siniestros. Y
hay muchas pruebas de eso, por algunas cosas se empieza, y ya hubo aquí alguien
que quiso dar a entender que en estos actos donde viene el pueblo —el pueblo
que no está en los cabarets, el pueblo que no está jugando canasta, el pueblo
que no está jugando póquer, el pueblo que no tiene palacetes de recreo ni tiene
recursos para irse los fines de año a pasear a Europa—, que este pueblo que se
reúne aquí es algo así como una multitud enardecida e irracional, cuyas
manifestaciones no son espontáneas, sino que es obra de 10, ó 12, ó 15, ó 20
que se sitúan por ahí.
Porque
aquí resulta que en dos ocasiones hablamos de elecciones...
(EL
PUEBLO DICE QUE NO QUIERE ELECCIONES.)
Yo
quiero hacer una prueba aquí, quiero hacer una prueba aunque con ello no quiera
decir cómo pienso sobre esta cuestión; vamos a hacer una prueba, porque alguien
dijo que estas manifestaciones obedecían al hecho de que 10 ó 12 se situaban
por ahí y eran los que daban ese grito, y que a mí me estaban engañando, que eso
era mentira (EXCLAMACIONES). Yo quiero
saber si el pueblo me está engañando a mí (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), o si hay, por el contrario,
gente que me quiere engañar a mí y al pueblo.
Y voy a hacer nada más que una prueba: voy a preguntar aquí primero quiénes
son los que quieren las elecciones. Que
levanten la mano los que quieren las elecciones (NO LEVANTAN LAS MANOS). Que levanten la mano los que no estén
interesados en elecciones (EL PUBLICO LEVANTA LAS MANOS). Por lo que veo no son 10 ó 12, por lo que veo
no son 15 ó 20.
Ahora
bien, vamos a meditar sobre todo esto. En
primer lugar, ¿qué es lo que pasa? Que
había mucha gente que quería elecciones aquí cuando el pueblo no las quería,
porque el pueblo sabía que todo lo que habla era una maniobra politiquera, que
lo que querían era una mascarada electoral, y le estuvieron metiendo elecciones
fraudulentas al pueblo por la cabeza durante un montón de años. Y resulta muy curioso que cuando el pueblo no
quiere, que cuando el pueblo no está interesado, ahora haya gente hablando de
elecciones.
Yo
quiero agotar este tema, porque es necesario salirles al paso a tiempo a
ciertos sofismas para que algunos no se vayan fabricando sus trincheritas de
francotiradores contra la Revolución; salirles al paso a tiempo a ciertos
convencionalismos y acabar de decir aquí quiénes son demócratas de verdad, y
cuál es la verdadera democracia y cuál es la falsa e hipócrita democracia que
muchos han estado pregonando; porque, a lo que parece, me imagino que los que
están interesados en elecciones pues serán los que no están aquí, serán los que
están jugando canasta o póquer, serán los latifundistas, serán los
politiqueros, serán los botelleros, serán los sargentos políticos, serán los
aspirantes eternos a cargos electivos; porque, a lo que yo veo, el pueblo, el
que se reúne aquí —¡y que son unos cuantos!— no está interesado en elecciones.
Entonces
me hago esta pregunta:
¿Y por qué están hablando de elecciones? ¿Qué hay detrás de eso? Pues, sencillamente, han visto que la Revolución
va en serio, que el Consejo de Ministros aprueba y la Presidencia de la
República sanciona leyes revolucionarias una detrás de otra (APLAUSOS). ¿Y qué es lo que quieren? Empezar a frenar la Revolución, empezar a
irle poniendo una retranca al movimiento revolucionario.
Pero
como nosotros no tememos enfrentarnos a ningún tema, como nosotros no tememos
enfrentarnos a ninguna cuestión, quiero tratar en un día como hoy estas
cuestiones.
En
primer lugar, ¿por qué se ha producido una reacción en el pueblo contra las
elecciones? Porque todo el mundo
recuerda lo que ha sido siempre la política en Cuba, porque todo el mundo
recuerda lo que fueron siempre los congresos, porque todo el mundo recuerda y
piensa que aquí nunca hubo democracia, que aquí gobernaban las oligarquías, que
aquí gobernaban los grandes intereses creados, y porque saben que cuando viene
la política sacan el dinero a la calle a corromper conciencias, sacan el dinero
a la calle a sobornar al ciudadano, sacan el dinero a la calle a comprar actas
de senadores y de representantes. Y por
eso están añorando la política, lo que añoran no es la democracia, lo que
añoran no son las elecciones; lo que añoran es la politiquería, lo que añoran
es aquel sistema de corrupción, lo que añoran es aquel sistema asqueroso y
repugnante de maquinarias políticas y de compradera de votos (APLAUSOS).
Entonces
dicen: “Cuanto
antes mejor.” ¿Por qué? Dicen cuanto
antes mejor, porque dicen: Cuanto antes
las hagamos, más pronto frenamos la revolución; cuando antes las hagamos, menos
conciencia revolucionaria alcanza el pueblo; cuanto antes las hagamos, menos
lejos llega el avance de la nación y será para nosotros más fácil recobrar el
poder político a través del soborno y de la compra de conciencias.
Aquí
hay que dejarse de cuentos, aquí no gobernaba el partido tal ni el partido más
cual, aquí siempre gobernaron los grandes intereses, aquí siempre gobernó la
oligarquía, aquí siempre gobernaron los grandes latifundistas, los grandes
usureros y los grandes negociantes, y piensan que pueden penetrar las filas de
la Revolución a través de la politiquería; por eso están desesperados porque se
cree inmediatamente un ambiente politiquero para tratar de recuperar el poder
político, tratar de encaramarse otra vez en las posiciones claves y desde allí
comenzar a castrar a la Revolución; comenzar a moderar las leyes
revolucionarias para cada vez que pasara por allí una ley revolucionaria, que
llegara al final convertida en una ley inofensiva.
Ese
es el interés que tienen:
tratar de recuperar el poder político mediante la corrupción y la
compra de conciencias.
Ahora
bien, cuál es nuestra posición en este problema. ¿Es que acaso, como dice uno de esos
escritores, estamos formándoles una conciencia
totalitaria al pueblo? Qué malintencionados
son cuando afirman eso o si creen eso. ¿Es
que acaso estamos formando una conciencia al pueblo contra la democracia? Qué malintencionados y pérfidos son cuando
afirman eso.
¿Es
que podríamos nosotros tenerles miedo a unas elecciones? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Es que en la forma en que
está luchando el gobierno revolucionario, ese esfuerzo sobrehumano que está
haciendo en bien del país puede temer la revolución el perder unas elecciones? ¿Es que nos estamos echando algo en el
bolsillo?... (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)... ¿Es que aquí hay alguien robando?... (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Es que para nosotros el poder significa
enriquecernos? (EXCLAMACIONES
DE: “¡No!”)... ¿Qué es lo que significa para nosotros el
poder?... Trabajo, sacrificio,
dedicación perenne a los deberes para con la patria y el pueblo. ¿Qué es lo que significa para nosotros el
poder sino una pesada carga, una durísima carga, una responsabilidad enorme,
una constante preocupación por un sinnúmero de problemas públicos y un batallar
sin descanso por la solución de los innumerables problemas que nos han dejado?
¿Qué
interés podríamos tener nosotros en permanecer indefinidamente en el poder? ¿Qué interés podríamos tener nosotros en
estar en el poder el mayor tiempo posible?
¿Qué interés podemos tener nosotros, sino en que concluyamos cuanto
antes esta obra, en que concluyamos cuanto antes la tarea de la Revolución? ¿Qué interés podemos tener nosotros, sino el
de que nuestro pueblo conquiste cuanto antes...?
Yo
quiero saber si el grupito que está allí, es un grupo de asistentes al acto o
es un grupo de saboteadores, porque hace rato que está con el letrero, porque
no pierden la oportunidad de estar levantando el letrerito cada vez que aquí
hay un minuto de atención en el pueblo. Si
se creen que vamos a estar aquí tolerando malacrianzas o que esto es un juego... Porque, si no lo saben, mejor es que vayan
aprendiendo. Y si es que creen que son
revolucionarios los que hacen eso, desde aquí les digo que serán unos
malcriados, pero no son revolucionarios (APLAUSOS). Y para esto no voy a preguntar cuántas bombas
pusieron ni cuántos cocteles tiraron, porque, en definitiva, el deber del
revolucionario, mientras más cosas haya hecho, es ser
más disciplinado, más humilde y respetar más a la Revolución (APLAUSOS). Y si el letrerito lo vuelven a sacar, el
pueblo se va a encargar de llevárselos de ahí a todos (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES).
Es
que esas son muchas de las cosas que nuestra juventud no sabe, son muchas de
las cosas en que nuestra juventud tiene que superarse; porque hay personas que
no tienen noción de la disciplina y que no tienen noción de las tareas que
lleva por delante la Revolución, que no es una cosa de juego ni de chiquillos
malcriados (APLAUSOS). Es una batalla
muy grande la que el pueblo de Cuba tiene que librar y una lucha muy dura la
que tiene que librar para estar distrayendo sus energías en cuestiones
minúsculas y en cuestiones que se apartan de la gran estrategia y de los
grandes objetivos de la Revolución.
Y que
nadie aquí pretenda que la Revolución haya de olvidar a ninguno de sus muertos
ni que la Revolución haya de olvidar a ninguno de sus mártires; los mártires no
se recuerdan con letreros, ¡los mártires se recuerdan con hechos
revolucionarios! (APLAUSOS.) Los
mártires no se recuerdan con letreros, ¡los mártires se recuerdan con leyes
revolucionarias! Los mártires no se
recuerdan con letreros, ¡los mártires se recuerdan con una conducta
verticalmente revolucionaria! Porque hay
quienes gustan de atrincherarse detrás de los nombres de los muertos en pos de
mezquinas ambiciones; hay quienes se escudan en los nombres de nuestros muertos
en busca de oscuros propósitos, y los muertos no pertenecen a nadie, los
muertos no pertenecen a ningún grupo, los muertos no pertenecen a ningún
movimiento, ¡los muertos pertenecen a la patria! (APLAUSOS.)
Es
bueno que estas cosas se digan, porque muchas veces los nombres de los muertos
se han tomado para propósitos infames, y hemos visto cuántas cosas se hicieron
en nuestra patria con el nombre de Martí en la boca, con el nombre de Maceo en
la boca, con el nombre de Guiteras en la boca, con el nombre de Trejo en la
boca y con cuantos mártires ha tenido nuestra patria. ¡Saquemos a los muertos de los grupos y
elevémoslos al sitial que merecen en el altar de la patria, donde todos los
veneren y todos los respeten! (APLAUSOS.)
Son
muchas las batallas que tiene que librar el pueblo para detenerse en problemas
subalternos, y por esos conceptos erróneos, por esas desviaciones, se filtran
los enemigos de la Revolución, se siembra la cizaña, se siembra la división. Y esos mismos que no saben poner los
intereses de la patria por encima de sus intereses personales, el día de mañana
son los que nutren las filas de los enemigos de la patria.
Y
aquí, entiéndase bien, el problema cubano no es un problema interno, entiéndase
bien que contra la Revolución Cubana están principalmente los intereses de la
oligarquía internacional, que es poderosa, están los poderosos intereses
extranjeros cuyo único interés es hacer frustrar esta Revolución, para lo cual
tratarán de encontrar aliados en todos los inconformes, tratarán de buscar
aliados en la reacción nacional, tratarán de buscar aliados en los gangsters,
tratarán de buscar aliados en los hombres sin conciencia, tratarán de buscar
aliados en los botelleros, en los chivatos, en los sargentos políticos y en
todos aquellos a quienes la Revolución ha lesionado sus apetitos y sus
intereses.
Hablaba
aquí del problema de la democracia y del problema de las elecciones. Explicábamos aquí cómo nosotros no podemos
tener el menor interés en permanecer en el poder más tiempo del necesario, cómo
nosotros no podíamos temer a ningunas elecciones. Y cuando planteábamos ese problema era para
poner los puntos sobre las íes, para orientar al pueblo, para que no se dejase
confundir, porque es necesario que el pueblo esté alerta. ¿Por qué?
Por una razón muy sencilla; se la voy a explicar también.
En
Cuba hay libertad de prensa y de radio, existe una absoluta libertad de prensa
y de radio, y todo el mundo sabe que los grandes vehículos de información no
han estado nunca controlados por los limosneros, no han estado nunca controlados
por los desempleados, no han estado nunca controlados por los campesinos de la
Sierra Maestra ni los campesinos hambrientos, no han estado nunca controlados
por los humildes; los grandes vehículos de información, por la naturaleza misma
de cada uno de ellos y porque, sencillamente, es necesario un gran capital para
poder mantener un gran vehículo de información, es necesario contar con grandes
recursos —y son muy costosos, los grandes vehículos de información dependen
fundamentalmente de los recursos económicos de las clases más pudientes del
país.
Es
necesario que prestemos la debida atención a estas cuestiones para que
comprendamos algunas cosas. Los que más
influencia tienen en los grandes órganos de información son las clases más
pudientes del país, porque un gran órgano de información tiene que depender de
los anuncios y de la propaganda, que lo mismo paga una poderosa compañía
nacional que una poderosa compañía extranjera.
En cierto sentido, los grandes órganos de información son clientes de
las grandes empresas nacionales y extranjeras; en cierto sentido los grandes
órganos de información dependen de los anuncios y de la propaganda de las
grandes empresas nacionales y extranjeras.
Es
preciso que el pueblo comprenda estas cosas, porque son sumamente claras. Abrimos cualquier página de un periódico y
nos encontramos un anuncio de “K-listo Kilowatts”, o un anuncio de la Compañía
Cubana de Teléfonos, o un anuncio de un banco extranjero o un anuncio de
cualquiera de las grandes empresas extranjeras.
¿Qué quiere decir eso? Que
naturalmente esos grandes intereses tienen grandes influencias en los grandes
órganos de información, porque esos grandes órganos de información dependen de
los anuncios y dependen de la propaganda que hacen esas grandes empresas. ¿Quiere decir que se compre con eso un
periódico o una empresa de televisión o de radio? No. Pero
sí quiere decir que económicamente los grandes órganos de información son
dependientes de esas empresas, y cuando se rebajan, por ejemplo, los teléfonos,
cuando se dictan medidas revolucionarias que perjudican a un sector
determinado, cuando se hace una reforma agraria amplia, esos grandes intereses
reaccionan contra la Revolución. Y en un
momento dado —atiéndase bien—, en un momento dado la Revolución puede ser
víctima de una campaña sin precedentes, puede ser víctima de una campaña de
publicidad sin precedentes.
Y
yo observo cómo se notan ciertos síntomas, observo ciertos escritos contra la reforma
agraria, observo ciertos escritos tendientes a convertir la reforma agraria en
una cosa suave, en una cosa inofensiva, y ya, por ejemplo —cosas que no se
dieron el primer día— hemos visto ciertos anuncios en los periódicos, ¿firmados
por quiénes? Pues firmados nada menos
que por los candidatos en las elecciones de 1954 y 1958 (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”)
Los
primeros días no se atrevieron ni a escribir, pero ya han pasado tres meses y
empiezan a alentarse. Ya escribieron en
el extranjero contra la Revolución, pues ya empiezan a escribir ellos también. Ya los de afuera les dieron la consigna y
entonces escriben que ellos son grandes patriotas y que la Revolución es
injusta con ellos porque les prohíbe aspirar durante 30 años; que es injusta
con ellos porque les confisca los bienes o les obliga a pagar lo que estuvieron
cobrando en el Congreso; la Revolución es dura porque les obliga a devolver los
3 000 y 4 000 pesos que durante todos los meses estuvieron cobrando
en el Congreso. Y ya empiezan a
escribir.
¿Dónde
debiera estar toda esa gente en buena lid?
(EXCLAMACIONES.) Debieran estar
en las prisiones; pero la Revolución no se ha ensañado con nadie, la Revolución
se ha limitado a inhabilitarlos por 30 años y a decirles que tienen que
devolver todo el dinero que cobraron. Esos
señores en los primeros días no se atrevían a decir nada, porque tenían miedo
de que como las cosas estaban muy calientes fuesen a parar a Isla de Pinos;
pero ahora empiezan a escribir, empiezan a escribir porque ya no tienen miedo
de que los manden a Isla de Pinos. Están
esperando que las aguas lleguen a su nivel para empezar a escribir contra la
Revolución. Y ya empiezan. Y así se desatarán, uno tras otro, y después
harán campañas para que soltemos a los criminales de guerra (EXCLAMACIONES) y
después escribirán aquí las mismas cosas que se escribían en el extranjero y
que se escriben en el extranjero contra la Revolución; y después seguirán, para
levantar todo el confusionismo y todo el odio posible.
Porque
les voy a decir una cosa:
para escribir contra la Revolución sobra dinero. Está todo el dinero de los grandes intereses
aquí, está todo el dinero de la oligarquía internacional para escribir contra
la Revolución, y para organizar campañas contrarrevolucionarias y para armar
expediciones contrarrevolucionarias, tienen miles de millones de pesos, tienen
todo el dinero robado, tienen todo el dinero cosechado aquí y tienen todo el
dinero de la oligarquía internacional, que es poderosísima, y que tiene miles
de millones de pesos para financiar campañas contra la Revolución Cubana;
cuentan con infinitos recursos para hablar, para escribir, para comprar
conciencias, para engañar, para sembrar el confusionismo, el divisionismo, el
odio y todos los medios que se han ideado para combatir una revolución (DEL
PUBLICO LE DICEN: “Al pueblo ya no lo
engañan”).
Al
pueblo no lo engañan, pero a fuerza de repetir, y de repetir, y de repetir, y
de repetir, confunden a mucha gente. Es
que se valen de toda la técnica y se valen de todos los medios para confundir
al pueblo. Que no se vaya a creer el
pueblo que esa oligarquía y esos grandes intereses lo van a defender: que no se crean que
van a defender a la Revolución, que lo que van a hacer es atacarla, que lo que
van a hacer es tratar de difamarla afuera todo lo que puedan y aislarla, y
después sembrar dentro el confusionismo.
Es
necesario que el pueblo esté muy claro, es necesario que el pueblo esté muy
alerta, es necesario que el pueblo aprenda a leer bien claro, y a entender bien
claro, que sepa olfatear quiénes son sus amigos y quiénes son sus enemigos,
quiénes defienden sus intereses y quiénes son los enemigos de sus intereses
(APLAUSOS), quiénes son los que impulsan la Revolución y quiénes los que tratan
de frenarla; porque hay escritos apoyando la reforma agraria, pero cuando
ustedes los leen es un escrito apoyando la reforma agraria —porque no se atreven
a combatirla de frente—, pero planteando que tiene que ser una reforma de
marabú y de Ciénaga de Zapata solamente, una reforma que no toque los grandes
latifundios, una reforma que no lesione ningún interés. Hay que estar atento y hay que saber leer.
Yo
decía que uno de los temas que se habían planteado ya y que se estaban
esgrimiendo eran los de las elecciones; pero yo quiero definir nuestro concepto
democrático sobre ese tema. En primer
término, somos y nos consideramos mucho más demócratas que esos que están
hablando de elecciones, porque esos quieren elecciones como antes, y nosotros
queremos elecciones completamente distintas a las de antes (APLAUSOS), porque
esos quieren politiquería y nosotros queremos crear en el pueblo una conciencia
contra la politiquería; porque nosotros queremos que cuando las elecciones
vengan, aquí todo el mundo esté trabajando, aquí la reforma agraria sea una
realidad (APLAUSOS). Nosotros queremos
que cuando las elecciones vengan todos los niños tengan escuelas y nadie pueda
venir a comprar un voto ofreciéndole una beca al hijo de un obrero, o de un
campesino, o de una familia humilde (APLAUSOS).
Nosotros queremos que cuando las elecciones vengan todas las familias
tengan acceso a los hospitales y cada cubano que se enferme, sin necesidad de
pedir la influencia a nadie, tenga un salón de operaciones, tenga una cama y
tenga un buen médico en el hospital (APLAUSOS).
Nosotros queremos que cuando las elecciones vengan todos los cubanos
tengan trabajo y perciban un sueldo decoroso y no pueda venir nadie a ofrecerle
cinco pesos a un ciudadano hambriento para comprarle la cédula (APLAUSOS).
Nosotros
queremos que cuando las elecciones vengan haya una verdadera carrera
administrativa y no se pueda hacer politiquería con los cargos del Estado. Nosotros queremos que cuando las elecciones
vengan todo cubano conozca sus derechos y sus deberes, cualquier cubano sepa
leer y escribir, para que nadie lo engañe, para que nadie lo confunda. Y cuando hayamos logrado eso, ¡entonces
sí se podrán hacer elecciones verdaderamente democráticas!
Lo
que hay que hablar ahora es de acabar con el desempleo, acabar con el
analfabetismo, acabar con la miseria, acabar con la pobreza (APLAUSOS).
Yo
invito a los que quieren elecciones a que nos ayuden a librar primero esa
batalla, a que no nos saboteen, a que no le creen obstáculos a la Revolución,
porque mientras más pronto avance la Revolución, mientras más rápidamente
realice su obra, más pronto podremos hacer esas elecciones que quieren. Porque, en definitiva, nosotros por principio
somos demócratas, nosotros por principio somos defensores de la soberanía del
pueblo y del derecho del pueblo a elegir a sus gobernantes. ¿Por qué?
Porque es una garantía para el pueblo.
Cuando el pueblo sepa escoger y sepa elegir, cuando el pueblo no esté pasando
hambre, cuando el pueblo vote libremente, escogerá siempre a los mejores.
¿Qué
es lo que ocurre? ¡Ah!, antes no había
democracia. ¿Qué ha visto el pueblo
ahora en los gobernantes? Ve a
gobernantes que están a su servicio, ve a gobernantes que viven modestamente,
ve a gobernantes que no roban, ve a gobernantes que trabajan, ve a gobernantes
que se confunden con el pueblo, que no viven aislados del pueblo, que se juntan
con el pueblo, que le tienden su mano, lo mismo al cubano humilde que al cubano
rico, lo mismo al cubano blanco que al cubano negro (APLAUSOS).
Por
primera vez se produce una identificación completa entre gobernantes y pueblo,
por primera vez hay una democracia verdadera, por primera vez cualquier
ciudadano humilde puede llegar al gobernante a hablar de igual a igual con él,
exponerle sus proyectos, exponerle sus ideas, y si no llegan más, es porque
resulta materialmente imposible.
Por
primera vez el ciudadano ve que vale, por primera vez el ciudadano ve que se le
respeta, por primera vez el ciudadano se considera algo dentro de su patria,
por primera vez el pueblo no ve al gobierno como una cosa alejada e
inaccesible, por primera vez hay democracia en nuestra patria, por primera vez
hay honradez, por primera vez hay sinceridad, por primera vez hay
identificación (APLAUSOS).
Y
por eso, ¿cuál es el deseo del pueblo? Pues
tener ese gobierno el mayor tiempo posible, porque lo beneficia, porque lo
ayuda, porque está a su servicio.
Yo
me pregunto si es que acaso la Revolución no es obra de la voluntad popular
(APLAUSOS), si es que alguna revolución en el mundo ha contado con el respaldo
con que cuenta la Revolución Cubana si es que de nada vale la voluntad de la
inmensa mayoría del pueblo. Pues para
definir de una vez esta cuestión yo deseo aclarar aquí que los más interesados
en que la Revolución acabe cuanto antes su obra somos nosotros, que los más
interesados en poder someter nuestra obra a la consideración del pueblo somos
nosotros, que los más interesados en poder concluir este trabajo somos
precisamente nosotros. Por lo tanto,
nadie se inquiete, nadie tema, que nosotros pondremos el gobierno en manos del
pueblo, que nosotros pondremos los cargos de la república en manos del pueblo. ¿Cuándo?
Pues cuando la obra de la Revolución haya avanzado lo suficientemente
para estar consolidada, cuando la obra de la Revolución haya avanzado lo
suficientemente para que las elecciones sean verdaderamente democráticas,
cuando la tarea de la Revolución haya avanzado lo suficientemente como para que
el pueblo no tenga ningún temor a que vengan las oligarquías a encaramarse de
nuevo en el poder.
Si
quieren y si tienen interés en que se hagan cuanto antes, pues que no nos
saboteen, que no lleven adelante su tarea contrarrevolucionaria, que no
obstaculicen a la Revolución, porque mientras más la retarden, más tendremos
que tardarnos en hacer esas elecciones; mientras más nos obstaculicen, más
tiempo nos llevará esta obra. Y nosotros
queremos que sea una obra que se concluya lo más brevemente posible. ¿Por qué?
Porque mientras más pronto alcance su objetivo, más pronto recibirá el
pueblo sus beneficios.
Así
que, por el bien del pueblo y por nosotros mismos, nuestro deseo es que la
Revolución cumpla su cometido en el más breve plazo de tiempo posible, porque
somos más demócratas que esos que ahora hablan de democracia. La democracia que existía aquí antes era el
derecho a comprar libremente las conciencias, era el derecho de corromper
libremente al pueblo, era el derecho de la oligarquía a gobernar, nunca el
derecho del pueblo. Y la democracia que
nosotros vamos a implantar es una democracia donde el gobierno sea de verdad un
gobierno del pueblo, y que el gobierno no sea de las oligarquías, sino un
gobierno de la mayoría del pueblo (APLAUSOS).
Este
punto y el hecho de que el pueblo debe prepararse para los ataques más
emponzoñados contra la Revolución son las cosas en que quiero hacer hincapié
esta noche, porque los mismos que en los primeros momentos nos dedicaban
elogios, ya empiezan a atacarnos. Y,
como ningún ataque debe quedar sin contestar, yo voy a responder hoy aquí de un
ataque, como vamos a responderlos todos.
Al
leer hoy —-y no quiero que se hagan manifestaciones hostiles contra nadie—, me
voy a limitar sencillamente a leer y a razonar, porque los ataques que
consideramos no justos deben responderse, y nosotros tenemos que responder de
nuestra obra. Hay aquí un editorial de
alguien que ha escrito luego en favor de la Revolución, pero que luego escribe
en una forma, de cuyos criterios nos tomamos la libertad y el derecho de
discrepar. Es un editorial del señor
Sergio Carbó (EXCLAMACIONES). No quiero,
compañeros, no quiero que se hagan manifestaciones, porque no es mi propósito;
mi propósito es responder. No quiero que
se piense que nos valemos de las simpatías en el pueblo para crear estados de
ánimo contra nadie, no quiero hacer ninguna campaña de sabotaje contra nadie,
quiero simplemente orientar al pueblo, contestar. Y naturalmente que nosotros contestaremos en
la misma medida en que nos ataquen y replicaremos con la misma energía con que
nos ataquen (APLAUSOS). Y si se
razona, razonaremos; y si se nos trata con respeto, trataremos con respeto; y
si se nos calumnia, responderemos a la calumnia con la verdad; si se nos ataca,
responderemos al ataque con la réplica basada en lo único en que nosotros
basamos nuestra conducta: en nuestra
moral y en nuestra razón (APLAUSOS).
Pero
yo no estoy de acuerdo con el párrafo segundo de este editorial, que dice así:
“Todo
el que trabaja puede considerarse seguro en su puesto, ha dicho en más de una
oportunidad el Jefe máximo de la Revolución, con una percepción clara del
efecto catastrófico, en lo económico y en lo moral, que producen los despidos
injustificados. Pero a pesar de eso,
siguen las cesantías colectivas. Aislados
o en grupos, son lanzados los servidores del Estado a las tinieblas exteriores
del desamparo. Eso no estaba,
ciertamente, en el programa justiciero de la Revolución. ¿Serán todos botelleros? ¿Todos esos infelices que ganaban apenas para
vivir, estarían en complicidad con la aborrecida dictadura? Seguro que la inmensa mayoría son personitas
humildes que mantenían una familia con el mísero sueldo que paga la república a
sus servidores de última fila.
“Con
todo derecho” —escúchese bien—, “porque todavía la queja no está considerada
como delito” —lo que no nos explicamos es eso de que “todavía la queja no está
considerada como delito”, tal como si se pensase que nosotros vamos a
considerar delito la queja—, “esos modestos trabajadores del servicio público
protestan, pidiendo a las altas autoridades rectificación de las medidas
implacables que los condenan a la miseria.
Pero, ¡por Dios!, no califiquemos sus lamentaciones desgarradoras de
siniestra maniobra de la contrarrevolución.
¡Que el clamor de las víctimas no se confunda con la intriga de la
reacción agazapada en la sombra!”
¿Por
qué estoy en desacuerdo con este párrafo?
Primero, porque de la forma en que está redactado se deriva una
culpabilidad que nosotros no tenemos. En
primer término, al decirse que afirmé que todo el que trabaja puede
considerarse seguro en su puesto, pero que a pesar de eso siguen las cesantías
colectivas, parece darse a entender que estoy engañando al pueblo; que a pesar
de decir que todo el mundo que trabajaba se consideraba seguro, a pesar de eso,
como si por bajo cuerda estuviese dando instrucciones de cesantear a los
empleados públicos colectivamente. Y
protesto de esa afirmación, de esa imputación, sea o no sea la intención de
hacerla, porque de ella se deduce. Y
protesto porque mi conducta ha sido muy clara en esto.
En
primer término, porque la Revolución ha sido más que generosa. ¿En qué lugar del mundo —yo me pregunto—, en
qué lugar del mundo se hizo una revolución como esta, que no fue una campaña política
sino una guerra a muerte contra la tiranía, una guerra que duró siete años? ¿Y en qué lugar del mundo al concluir esa
victoria que costó tanta sangre, han quedado en la administración pública mucho
más del 50% de los empleados que allí había bajo la tiranía? (APLAUSOS.)
¿En
qué lugar del mundo, después de una guerra contra una tiranía, quedaron en la
administración pública más del 50% de los empleados? Empleados muchos de los cuales fueron
nombrados después del 10 de marzo; empleados que de alguna manera tuvieron que
acercarse al ministro de la tiranía y aceptar el cargo del ministro de la
tiranía; empleados que yo no los he estado atacando, que más bien he dicho
reiteradamente y he tendido a predicar la generosidad con respecto a ellos;
empleados que tal vez muchos de ellos recibieron la recomendación de algún
político; empleados que estaban allí mientras los hombres morían en las calles,
mientras las madres perdían a sus hijos asesinados y torturados.
¿Por
qué, sin embargo, la Revolución fue generosa con ellos? Porque hay un gran número de desempleados en
nuestra patria, porque el desempleo es uno de nuestros más grandes males, y si
nosotros hubiésemos cesanteado a miles y decenas de miles, a los cientos y pico
mil empleados públicos, habríamos lanzado a la calle a un número extraordinario
de familias sin ingresos. ¿Por qué hemos
sido generosos con los empleados públicos?
Porque no queríamos que la Revolución victoriosa y limpia, se
convirtiera en un reparto de posiciones burocráticas, porque estimábamos que
eso debilitaba la moral revolucionaria, porque entendíamos que eso podía
despertar los apetitos en el pueblo, y que nosotros tenemos que enseñar al
pueblo a no pensar más en los cargos públicos y sí a pensar en otros trabajos,
sí a pensar en otro tipo de trabajo en el cual se produzca, en el cual se creen
valores para la nación y no en la burocracia, que ha sido una desgracia de
nuestra patria.
¿Por
qué, además, hemos sido generosos con los empleados públicos? Porque para quitar a 100 000 empleados
públicos había que situar allí a 100 000 personas en su lugar, o a 50 000,
y en realidad no había tanto revolucionario en la república. Entonces íbamos a quitar a unos para poner a
otros y, además, por razones humanas, he sido un defensor del empleado público. ¿Y qué dijimos?, que debían cesantearse los
empleados de los cargos de confianza, los recomendados por Ventura, por Pilar
García, por Chaviano, por Batista, por Morales del Castillo y por los
criminales de guerra, los botelleros, los confidentes, los sargentos políticos
y los funcionarios corrompidos, pero nadie ha librado una batalla más enérgica
para que no sean cesanteados aquellos empleados a quienes no pudieran
imputárseles esos cargos.
Hemos
sido muy generosos con el empleado público.
Se han cometido injusticias, pero han resultado inevitables, porque hay
personas que no saben cuál es el término medio, que no saben aplicar
perfectamente una regla y desgraciadamente es imposible que todo el mundo sea
perfecto, y así ha ocurrido que en algunos casos se han cometido injusticias. ¿Cuál es nuestra actitud ante eso? Investigar cómo ha cumplido su deber cada
funcionario, y aquellos que hayan faltado a las reglas y cometido esas
injusticias, en la oportunidad debida serán
sustituidos por otros funcionarios. Pero
no es justo que con la batalla que hemos librado, para que se haga justicia en
la administración pública, no es justo que después que hemos aumentado a 85
pesos el sueldo mínimo de los empleados públicos, se nos vaya a presentar
haciendo una cosa en público y otra en la administración pública, porque
nuestras normas se guían por un principio moral recto, decimos lo que pensamos
y hacemos lo que decimos.
Además,
no dije todo el que trabaje puede considerarse seguro, porque podría haber estado
trabajando un recomendado de Ventura, un recomendado de Pilar García, un
criminal de guerra, o un chivato; lo que dije no fue eso, y no se me puede
aplicar caprichosamente una frase que no he pronunciado. He dicho que todo empleado que trabaje y no sea
un confidente, no sea un recomendado de Ventura o no sea un politiquero o un
inmoral, debía ser respetado. No decía
que “estaba seguro”, decía que “debía ser respetado”.
Debía
ser respetado no quiere decir que no pueda darse un caso, y hasta muchos casos,
en que no fuesen respetados, porque yo no puedo estar en todos los ministerios,
yo no puedo estar en todas las Cajas de Retiro, yo no puedo estar en todas las
alcaldías, y nos es totalmente imposible evitar que se pueda cometer alguna
injusticia. Por eso yo no dije “pueden
considerarse seguros”, que es una frase absoluta, y yo no hice afirmaciones
absolutas en ese orden, que debían ser respetados y que por nuestra parte hemos
hecho todo lo posible porque fuesen respetados.
Y no solo eso, sino que hace una semana se restableció la inamovilidad
del empleado público y se aprobó una ley, que para ser cesanteado debía hacerse
expediente de ahora en adelante, un expediente sumario para los casos de
funcionarios inmorales que quedasen en la administración pública, un expediente
sumario por determinadas faltas, porque todavía desgraciadamente ha quedado
alguno que otro. Pero ya nadie será
cesanteado sin expediente.
Y
hemos librado una batalla y una lucha muy grande en ese orden para que ahora se
nos vaya a presentar como los antiguos políticos, y para que se nos vaya a
presentar cometiendo determinado tipo de injusticia, o contradiciéndonos con
nuestras palabras y nuestra conducta.
(DEL
PUBLICO LE DICEN ALGO.)
Poco
a poco, los casos notorios; pero se quitan con expediente, ¡con expediente!,
con el procedimiento de expediente. No
me explico el porqué se hable aquí y se diga “porque todavía la queja no está
considerada como delito”, porque nosotros no tenemos la menor intención de
considerar como delito las quejas.
Y
resulta innecesario decir aquí que “no califiquemos las lamentaciones de esos
empleados como siniestra maniobra de la contrarrevolución”. ¿Por qué se afirma eso? Porque se quiere desacreditar el término de
contrarrevolucionario. ¿Por qué? Porque en la misma medida en que la
contrarrevolución se organiza dentro y fuera, es negativo desacreditar la
palabra contrarrevolución. Tal como si
aquí a cualquier cosa se le llamase contrarrevolución, tal como si aquí se
cometiese la injusticia de llamar contrarrevolución a cualquier cosa. Afirmar eso es distraer al pueblo; afirmar
eso es confundir al pueblo; afirmar eso es decirle al pueblo que no le haga
caso a la palabra contrarrevolución, que la palabra contrarrevolución es una
fábula.
Fácil
resulta a cualquiera presentarse ahora como defensor del empleado público. ¿Por qué?
Porque todos los botelleros que fueron cesanteados están resentidos, y
se consideran también que han sido víctimas, o se pueden llegar a considerar
que han sido víctimas de la injusticia; los confidentes que han sido
cesanteados se pueden considerar también que han sido víctimas de la injusticia. Y los que están en la administración pública,
ante ellos pudiéramos aparecer nosotros, de acuerdo con estas palabras, como
enemigos del empleado público, mientras resultara evidente que el empleado
público tiene grandes defensores.
Fácil
es reclutar simpatías y simpatizantes, reclutar inconformes en la masa de los
empleados públicos, presentando al Gobierno Revolucionario como enemigos de ellos. ¿Qué se pretende? ¿Poner a los empleados públicos contra el
Gobierno Revolucionario? ¿Poner a los
funcionarios del Estado contra el Gobierno Revolucionario? ¿Convertir a esos hombres de la
administración pública en enemigos del Gobierno Revolucionario y de la
Revolución? ¿Qué se pretende con eso?
Justo
sería consignar los esfuerzos que hemos hecho porque las cesantías fuesen las
menos posibles, justo es consignar el aumento de sueldos que hemos hecho a los
empleados públicos, justo es consignar que la inamovilidad se ha restablecido y
justo es consignar la batalla que hemos librado para que esos empleados
públicos no pasen a engrosar las filas de los desempleados.
Así
que por eso resulta conveniente responder a estas afirmaciones, como también es
necesario consignar aquí una cosa: En las empresas privadas se han
producido cesantías, se han estado produciendo cesantías, sobre todo, bajo la
tiranía, y resulta curioso que cuando se trata de obreros cesanteados, cuando
se trata de obreros lanzados de su trabajo por algunas empresas, nadie escribe
un editorial a favor de esos obreros (APLAUSOS).
Cuando
los rentistas, cuando algunas familias pudientes han estado botando a las
empleadas del servicio doméstico, y a las criadas, y a los empleados de los
autos, a los choferes, nadie ha escrito un editorial contra esas injusticias. Cuando se trata de obreros no se escribe. ¡Cuando se trata de obreros no se escribe! ¡Ah!, en cambio, cuando se trata de empleados
públicos, se escribe enseguida, ¿por qué?
Pues porque el Estado no es una empresa privada, porque hay quien tiene
aquí sus posiciones muy definidas en el problema obrero, y cuando escribe,
escribe, en todo caso, a favor de las empresas y no a favor de los obreros
(APLAUSOS).
¡Ah!,
pero cuando no son empleados particulares, sino son empleados del Estado,
entonces sí resulta muy fácil hacer campañas a costa del Gobierno
Revolucionario, resulta muy fácil hacer campañas a costa del Estado, porque el
Estado no es una empresa privada.
Justo
es que se consigne la protesta contra cualquier desplazamiento, pero que se
consigne no solo cuando se trata de empleados públicos, sino que se consigne
también cuando se trata de desplazamientos en las empresas privadas, porque ha
habido muchos, ha habido muchos, ha habido muchos empleados domésticos, y
muchos infelices, y muchos empleados de edificios de apartamentos, que han sido
lanzados de su trabajo. Es justo que se
consigne y se escriba contra eso, y es necesario que el pueblo aprenda a
definir actitudes, que el pueblo aprenda a comprender las cosas.
Cuando
se trata de empresas privadas, no hay protestas, o sea, nunca se defiende un
derecho obrero y cuando se trata de empleados públicos, entonces sí hay
protestas, aunque en más de algún caso se pueda tratar de confidentes, de
recomendados de Ventura y de botelleros (APLAUSOS).
Claro,
la masa de empleados públicos es una masa donde fácilmente los amigos de los
latifundistas pueden reclutar adictos. Claro
que no se escribe a favor del obrero, pero se escribe a favor del empleado
público. A favor del obrero no se
escribe, porque los derechos de los obreros en algunos casos pueden estar en
conflicto con los intereses de determinadas grandes empresas. Pero ahí van a buscar adictos, van a buscar
adictos en las filas del empleado público, porque resulta muy fácil confundir
las cosas. Y si se quiere escribir
honestamente sobre esto, debe escribirse con cuidado, porque la Revolución no
puede permitir que nadie venga a hacer demagogia en el seno de los empleados
públicos y de los servidores del Estado (APLAUSOS).
Los
servidores del Estado pueden asegurar que nunca una Revolución fue tan generosa: que después de una guerra sangrienta más del
50% de los empleados están en sus cargos, que la Revolución les ha aumentado a
85 pesos los sueldos a los empleados públicos, que la Revolución ha rebajado
los alquileres, que la Revolución ha rebajado las medicinas, que la Revolución
ha rebajado las tarifas eléctricas, que la Revolución ha duplicado el tiempo
para el pago de las deudas en la compra-venta de muebles a plazos, que la
Revolución ha ido abaratando la vida, que la Revolución ha ido elevando el
estándar de vida del pueblo, y que la Revolución se tiene que cuidar mucho de
su prestigio, que los gobernantes se tienen que cuidar mucho de su autoridad y
de su moral, y que —al menos nosotros— estamos dispuestos a replicar cualquier
ataque, a reconocer los errores cuando sea necesario reconocerlos y a replicar
aquellas afirmaciones que entendamos injustas o negativas, cualesquiera que
sean los editoriales que se hayan escrito en favor de la Revolución.
No
es el caso que se hayan escrito editoriales en los primeros días en favor de la
Revolución para empezar a escribir editoriales contra la Revolución en la
medida en que la Revolución se acerca a sus horas difíciles (APLAUSOS); no es
el caso escribir editoriales en favor de la Revolución en los primeros días,
sino escribir editoriales en favor de la Revolución en sus horas difíciles,
porque a medida que los meses transcurran, la batalla de la Revolución será más
dura, si no obsérvese la campaña de difamación internacional que se hace a la
Revolución.
Yo
tengo aquí una prueba, aquí tengo un periódico del extranjero (EXCLAMACIONES) y
me voy a limitar a leer un cable de la United Press, que dice así, en el
extranjero, en un periódico del extranjero: “Sigue la agitación obrera en toda la
isla. .
Para que ustedes vean —con la paz que hay aquí, con la alegría que hay
aquí— la sensación que se quiere dar de que el país se está hundiendo; para que
ustedes vean la obra canallesca y criminal que se está realizando contra Cuba,
un cable de la United Press hacia el extranjero: “El primer caso de sabotaje
contrarrevolucionario, desde el primero de enero del actual año, ocurrió en
Pinar del Río, donde, según despachos recibidos de La Habana, personas no
identificadas incendiaron y destruyeron un cuartel del Ejército Rebelde
(EXCLAMACIONES) en el principal campo de vía del ferrocarril occidental que une
a esa ciudad con la capital.
“Por
otra parte, despachos de Santiago de Cuba dicen que continúa la inquietud allí
por la presencia de grupos armados que recorren la región en esa provincia
oriental.” Esto sale de Cuba, para
informar de Cuba.
“Informaciones
de la capital provincial dicen que patrullas reforzadas del Ejército Rebelde
custodian las inmediaciones de Santiago de Cuba para frustrar cualquier intento
de ataque. Los soldados patrullan por
parejas”, como si Santiago estuviera a punto de ser atacada por fuerzas que
estuvieran alzadas. Este es un periódico,
en todos los periódicos de América Latina, son cables que salen de aquí por la
United Press. Oigan, oigan, para que
después de esto digan que no hay contrarrevolución.
“En
despachos anteriores se dijo que había sido doblada la guardia por lo menos en
dos ciudades de esa provincia, que es el punto fuerte del Movimiento 26 de
Julio. Mientras tanto sigue en aumento
la agitación obrera en todo el país, más de 700 trabajadores de las obras de
construcción de la terminal marítima de Cayo Luz ocuparon hoy el lugar en señal
de protesta por su cesantía dictada por la compañía mercantil del puerto de La
Habana, que anunció que abandonaba el proyecto valuado en 22 millones de pesos,
aunque ya ha invertido 9 millones de pesos.
“Afirma
la compañía que los barcos son incosteables en vista de las exigencias de los
obreros. Los trabajadores acusaron a la
compañía de cierre forzoso y denunciaron que la empresa está formada por
colaboradores batistianos” —todo esto lo ponen entre comillas, como para dar a
entender que es una mentira inventada por los obreros.
“El
Colegio Nacional de Maestros protestó al gobierno por la cesantía de 2 500
miembros de esa agrupación en las últimas 48 horas, y afirmó que la medida se
basó en conceptos arcaicos de la educación cubana” —dicen ellos que los maestros dijeron—, “y
dicen que las cesantías son injustas e ilegales y no están de acuerdo con los
ideales revolucionarios”. Eso es más o
menos lo que se escribe por aquí. Agrega
que “alienta la esperanza de que haga rectificaciones de esas medidas
desacertadas.
“Las
dos estaciones nacionales de televisión Canal 6 y 2, anunciaron que a partir de
las 10:00 de la noche trasmitirán simultáneamente la presentación del Primer
Ministro en el programa Ante la Prensa y que iba a mencionar ese problema. Se dice que en el citado programa el Primer
Ministro hará pronunciamientos ‘importantes’.” Pone importantes entre comillas.
Así
que esto les da una idea. Quien lea
esto... Y este no es el único. Cuando ocurrió el problemita en la CTC,
publican en grandes cintillos: “Ocupan los obreros el edificio de la
central sindical. Dicen que no se irán
de allí hasta que el Primer Ministro no les resuelva los problemas.”
No
hablan nada a favor de Cuba, no explican una sola ley revolucionaria, lo que se
escriben son estas cosas. ¿Qué opinión
puede hacerse el que desde afuera lee estas cosas? La sensación de que el país está bajo un
vórtice de agitación y de desbarajuste, de guerra civil y de caos, la sensación
de que el Gobierno Revolucionario está fracasando; la sensación de que se está
cometiendo aquí todo género de disparates, ¡ahuyentar a todo el mundo, que
nadie invierta un centavo, que nadie preste un centavo!
En
las carreteras de Estados Unidos, los criminales de guerra, los agentes
trujillistas, los agentes batistianos, están poniendo carteles: “No consuma
productos cubanos, no ayude al Kremlin”, diciéndoles a los americanos, a los
ciudadanos americanos, que comprar productos cubanos es ayudar al Kremlin. ¡Esa es la campaña que hacen
allá, la campaña que hacen las agencias internacionales radicadas aquí! Y por eso es necesario que nosotros les
salgamos al paso resueltamente a la campaña que se haga fuera y a la campaña
que se haga dentro. Por eso es necesario
que cada día esté más alerta el pueblo. Aquí
hay libertad y esa libertad que se ha comprado a costa de tanta sangre generosa
puede ser usada por los enemigos de la Revolución para combatir a la Revolución
y para tratar de destruir a la Revolución.
Es
un cinismo y es un verdadero descaro que los mismos agentes y reporteros que
escribieron que yo había muerto al desembarcar en el “Granma” estén realizando
desde aquí mismo esa campaña; es un cinismo y es un descaro inaudito que desde
aquí mismo, abusando del respeto de la Revolución por las libertades, abusando
de la libertad que existe en nuestra patria, desde aquí mismo se escriban esas
campañas criminales contra la Revolución Cubana (EXCLAMACIONES). Y es inaudito que, mientras desde aquí no
solamente usan de las libertades que existen, sino que hasta abusan de las
libertades que existen, mientras aquí abusan de esas libertades, escriban allá
que comprar productos cubanos es ayudar al Kremlin. Es criminal que mientras realizan estas
campañas de infundios, quieran matar al pueblo de hambre, quieran cercarnos de
infamia y aislarnos del resto del mundo, pintarnos como un país en el caos,
pintarnos como un país anarquizado, y además cercarnos por el hambre, rendirnos
por hambre.
Se
olvidan de un aspecto de la Revolución Cubana, se olvidan de la historia de la
Revolución Cubana y se olvidan de que a nosotros cuando estábamos en la Sierra
Maestra no pudieron derrotarnos con la calumnia, ni pudieron rendirnos con
hambre; porque nosotros, cuando no nos dejaban pasar víveres, comíamos malanga
(APLAUSOS); porque nosotros, cuando no nos dejaban pasar víveres, sabíamos
soportar todos los sacrificios, y pasábamos meses sin fumar, meses sin probar
azúcar y meses sin probar cosas que todo el mundo las tiene a diario. ¡Por mucho que traten de apretarnos, al menos
aquí siempre tendremos azúcar, al menos aquí siempre tendremos muchos productos
que nuestra tierra rica sabe producir! (APLAUSOS.)
Y si fuese necesario, ¡sembrar decenas de miles de caballerías de alimentos! Y lo vamos a hacer a través de la reforma
agraria, para que el pueblo soporte todos los cercos, para que el pueblo de
Cuba soporte todos los aislamientos y para que el pueblo de Cuba soporte todas
las maniobras que contra él se hagan; por defender su libertad, por defender su
dignidad, por defender su Revolución, lo hacemos (APLAUSOS).
Es
evidente que cuando se leen estas cosas, cuando se hacen esos letreritos en las
carreteras de Estados Unidos por los agentes de Trujillo, por los criminales de
guerra, por los malversadores que saquearon a la república, y esas campañas se
unen a las campañas de las agencias cablegráficas de noticias, y se unen a las
campañas que realizan las grandes revistas contra la Revolución Cubana, y junto
a eso se preparan piquetes, y junto a eso se preparan todo género de acusaciones,
y se acusa aquí a todo el mundo de comunista, se siembra el fantasma del
comunismo, no hacen más que acusar aquí a todo el mundo de comunista, cuando se
está viendo eso, se pueden observar las intenciones que traen, se pueden ver
claramente las maniobras: cercarnos con
la calumnia, cercarnos de hambre, pagar expediciones de criminales de guerra,
permitirles que allí en Miami compren armas, trasieguen armas, se muevan entre
la Florida y Santo Domingo, anden armados, tengan millones de pesos para hacer
todo el daño posible a la Revolución Cubana.
Está
claro que nuestro pueblo tiene que estar muy alerta, que nuestro pueblo tiene
que estar muy decidido a defender su Revolución, que nuestro pueblo tiene que
estar muy claro, que nuestra juventud no puede perder el tiempo en cuestiones
subalternas, que la atención del pueblo no se puede distraer en cuestiones
minúsculas, que el pueblo tiene que colaborar con nosotros, que los obreros
tienen que colaborar con nosotros. Para
el más insignificante acto, el más inofensivo acto, como es situarse en un
edificio o tomar un edificio —no porque estén contra la Revolución, no con
ánimo de combatir a la Revolución, sino sencillamente sin pensar en que eso
puede ser tomado por los enemigos para atacarnos—, aunque se reúnan a discutir,
que todas las medidas se tomen cuando hay un problema: dar un acto, invitar al Ministro del Trabajo,
invitar a un funcionario del gobierno, dar actos en la CTC, porque la más
insignificante cosa se toma para querer hacer ver ante el mundo que hay el
caos, que hay la anarquía, y que hasta el mismo pueblo está contra nosotros, y
después utilizarán esos argumentos para justificar todas las agresiones,
utilizarán esos argumentos para justificar todas las maniobras contra Cuba.
¿Cuál
es la estrategia del enemigo? Ellos
piensan crearnos dificultades en nuestra campaña de desarrollo de la industria nacional,
crearnos dificultades en nuestra gran consigna de reforma agraria y desarrollo
industrial; ellos tratan, y tratarán por todos los medios, de impedirnos el
avance económico. ¿Para qué? Para que haya hambre, y cuando haya hambre
poder entonces moverse mejor, poder conquistar adeptos en el pueblo, o sea,
hacer pasar hambre al pueblo para que el pueblo le eche la culpa a la
Revolución y entonces poder ellos reclutar hombres y mujeres para las filas de
la contrarrevolución.
El
pueblo tiene que estar muy alerta de que el plan del enemigo es crearnos
dificultades económicas para fomentar el descontento, y para reclutar
partidarios en las filas de la contrarrevolución. Por eso nosotros necesitamos todo el respaldo
del pueblo, toda la colaboración del pueblo, para enfrentarnos a las medidas
del enemigo, para enfrentarnos a las maniobras del enemigo, para poder llevar
adelante nuestros planes, para poder llevar adelante nuestra reforma agraria,
para poder llevar adelante nuestra industrialización (APLAUSOS).
Ellos
tratarán de apurarse todo lo posible, tratarán de retrasarnos todo lo posible,
porque saben que cuando la reforma agraria esté hecha habrá comida para todo el
mundo y aquí nadie pasará hambre (APLAUSOS).
Saben que cuando la reforma agraria esté hecha nuestros campos se
llenarán de siembras, nuestros campos se llenarán de riquezas y al menos hambre
no pasaremos.
Deben
saber nuestros enemigos que nuestro pueblo está preparado para defender su
Revolución. A un pueblo maduro, a un
pueblo firme todo el mundo lo respeta. No
se respeta a los pueblos débiles, no se respeta a los pueblos inmaduros, no se
respeta a los pueblos vacilantes. Por
eso tenemos que aprender mucho, por eso tenemos que meditar mucho y analizar
mucho, por eso tenemos que aprender las tácticas del enemigo y oponerles a las
tácticas del enemigo nuestras tácticas. Ellos
cuentan con las ventajas de sus ingentes recursos, ellos cuentan con los
ingentes recursos de la oligarquía internacional, ellos cuentan con la prensa
de la oligarquía internacional, ellos cuentan con la libertad que hay en Cuba
para tratar de sembrar la calumnia desde fuera y desde dentro, la cizaña desde
fuera y desde dentro. Ellos saben que
hay muchos botelleros en la calle, ellos saben que hay muchos confidentes,
ellos saben que hay muchos perjudicados por la Revolución: aquellos que vivían de la tiranía;
ellos saben que hay miles de exmilitares en la calle; cuentan con millones,
cuentan con influencias poderosas en el extranjero, y con eso cuentan para
combatir y derrotar a la Revolución.
Sería
un error creer que la Revolución ha vencido las etapas más difíciles, sería un
error creer que la Revolución es un paseo.
La Revolución entra en sus etapas de prueba, la Revolución entra en sus
etapas difíciles, la Revolución entra en la etapa de lucha contra los poderosos
intereses extranjeros, contra los poderosos intereses que se oponen a toda
revolución, contra los malversadores que se llevaron cientos de millones,
contra los criminales de guerra —que son muchos—, contra los descontentos con
las medidas revolucionarias. La
contrarrevolución cuenta con muchos aliados en potencia, que se unirán a ella
en la misma medida en que la Revolución avance.
El
pueblo de Cuba debe saber que Revolución es lucha, y lucha es una palabra que
no debe asustar a ningún pueblo; lucha es una palabra de timbre de orgullo para
cualquier pueblo. ¡Sí!, que lo que
obtengamos tengamos que lucharlo, que lo que obtengamos tengamos que pelearlo,
que lo que obtengamos tengamos que defenderlo y sepamos defenderlo! (APLAUSOS.)
De
una cosa sí puede estar seguro el pueblo y es de los hombres que tiene al
frente, de los hombres que lo orientan en esta hora, de los hombres que lo
guían en esta hora, porque son hombres que saben permanecer en sus puestos,
porque sabe que son hombres que jamás se han dado por vencidos (APLAUSOS),
hombres que se han enfrentado a todos los momentos difíciles resueltamente y
con fe en el triunfo.
De
una cosa pueden estar seguros y es que ahora tenemos los tanques, los cañones y
las armas que ellos abandonaron cobardemente (APLAUSOS). De una cosa pueden estar seguros, y es que
con 12 fusiles conseguimos todos los demás fusiles, que con 12 fusiles les
ganamos la guerra (APLAUSOS). De una
cosa pueden estar seguros los enemigos de la Revolución, de una cosa pueden
estar seguros los apadrinados del extranjero, de una cosa pueden estar seguros
los contrarrevolucionarios, y es que hoy tenemos los suficientes fusiles para
quitarles todos los que traigan (APLAUSOS).
De una cosa pueden estar seguros los enemigos de la Revolución, de una
cosa pueden estar seguros los criminales de guerra, de una cosa pueden estar
seguros los contrarrevolucionarios, y es que tenemos fusiles suficientes para
quitarles todos los que puedan comprar o todos los que les puedan entregar
(APLAUSOS).
De
una cosa pueden estar seguros los enemigos de la Revolución, y es que no sueñen
con que van a actuar impunemente. Los
que ataquen a los ciudadanos para combatir la Revolución, los que ataquen a los
hombres de las Fuerzas Armadas Revolucionarias para combatir la Revolución, los
que se alcen en armas contra la Revolución, los que vengan en expediciones
pagadas por el extranjero para combatir la Revolución, a esos nosotros no los
maltrataremos, a esos nosotros no los torturaremos, a esos nosotros no los
asesinaremos, a esos no los lanzaremos al mar con una piedra al cuello como
hacían ellos —hoy tuvieron nuestros marinos que lanzar coronas al mar allí
donde se supone que fueron lanzados cuerpos de revolucionarios, cuyas madres
aún no saben donde están sus restos—; nosotros no los asesinaremos, no les
daremos un pistolazo en la noche y los lanzaremos a la calle. ¡No! ¡Nosotros
los llevaremos ante los Tribunales de Guerra y ante la faz del mundo los
fusilaremos! (APLAUSOS.)
Nosotros
odiamos el crimen, pero amamos la justicia; somos firmes enemigos del crimen,
pero firmes defensores de la justicia. Nosotros
actuamos de acuerdo con la ley, y actuamos a la faz del mundo como actúan los
que tienen la razón, como actúan los hombres honrados, como actúan los
revolucionarios, como actúan los que defienden a su patria (APLAUSOS).
Bueno
es que sepan los mercenarios, los mercenarios que no contentos con todo el daño
que hicieron, los mercenarios que no contentos con todo el luto que sembraron,
los mercenarios que no contentos con todas las madres y hermanas y esposas que
dejaron vestidas de luto, los mercenarios que no contentos con los 20 000
crímenes que cometieron, quieran de nuevo derramar sangre cubana, quieran de
nuevo asesinar, ¡bueno es que sepan que nada ni nadie los salvará del pelotón! (APLAUSOS), porque nosotros hemos probado
suficientemente que no nos arredramos ante todas las conjuras del mundo, que no
nos arredramos ante todas las campañas infamantes que puedan hacerse contra
nosotros.
Nos
sabemos defendiendo la patria, nos sabemos defendiendo la justicia, nos sabemos
defendiendo una causa noble, y en defensa de esa causa noble estamos dispuestos
a derramar hasta nuestra última gota de sangre (APLAUSOS), estamos dispuestos a
entregar hasta nuestro último átomo de energía.
Y el pueblo peleará junto a nosotros (APLAUSOS) porque sabe que el
Gobierno Revolucionario pelea junto a él, porque sabe que el Ejército Rebelde
pelea junto a él, porque sabe que todos los revolucionarios, porque sabe que
todos los militares revolucionarios, pelean junto a él (APLAUSOS), y pelean en
cualquier hora, y pelean en cualquier circunstancia, favorable o desfavorable.
Que
no se engañen, que no se ilusionen, porque aquí tienen que pelear de veras
(APLAUSOS), y después de pelear tienen que comparecer ante los Tribunales
Revolucionarios. Que no se hagan
ilusiones, que esas peleas no son para mercenarios, que no se hagan ilusiones,
que esos sacrificios no son sacrificios que soporten los mercenarios, porque se
probó que los mercenarios nada pueden contra los que tienen la razón, que los
mercenarios nada pueden contra los idealistas, que los mercenarios no soportan
rigores físicos, que los mercenarios no soportan grandes riesgos, que los
mercenarios aman la vida, porque pelean por dinero, que los mercenarios aman la
vida porque pelean por intereses, y si pierden la vida pierden el dinero, y si
pierden la vida pierden la paga, y si pierden la vida pierden los intereses
(APLAUSOS).
El
mercenario no es tenaz, el mercenario es cobarde. Y solo mercenarios osarían combatir contra la
Revolución, solo mercenarios osan traicionar la patria, solo por dinero se
traiciona la patria. Y los que allá
andan con el dinero de Batista, el dinero de Trujillo y el dinero de los
malversadores; los que allá preparan campañas, preparan maniobras y preparan
movimientos, esos que no se engañen, que esta es empresa de hombres idealistas
y no de mercenarios, que aquí pelean los idealistas pero los mercenarios no
pelean; aquí resisten los idealistas, pero los mercenarios no resisten; aquí
pasan hambre los idealistas, pero los mercenarios no la soportan.
Aquí
no hay duda de ninguna clase de que por primera vez en nuestra historia los
campos han quedado bien deslindados, los campos han quedado bien claros; por un
lado el interés nacional, por otro lado los enemigos de la nación; por un lado
el pueblo, por otro lado enemigos del pueblo; por un lado la justicia, por otro
lado el crimen; de un lado la honradez, de otro lado la deshonra y la
malversación; de un lado la lealtad, de otro lado la traición; de un lado la
dignidad, del otro lado la maldad y la villanía; de un lado el bien, del otro
lado el mal. De un lado la causa noble y
justa de un pueblo sufrido, que quiso ser libre y ya es libre, que quiso
progresar y ya está progresando, que quiso ser soberano y ya es soberano
(APLAUSOS), un pueblo que estuvo oprimido y no quiere ser jamás oprimido otra
vez, un pueblo que vivió bajo el crimen y el terror y no quiere volver a vivir
bajo el crimen y el terror; y del otro lado los que quieren regresar ayudados
del extranjero, ayudados de los intereses enemigos de la nación y del pueblo,
los que quieren volver para implantar de nuevo la tiranía, para implantar de
nuevo el crimen, para destruir la reforma agraria, para destruir las leyes
revolucionarias. De un lado el pueblo,
del otro lado los enemigos del pueblo.
Nunca
en nuestra historia, como hoy, los campos se deslindaron; nunca en nuestra
historia, y pocas veces en la historia de ningún pueblo, hay un fervor y una
voluntad de lucha como los que existen hoy en Cuba. ¡La historia de los grandes movimientos
revolucionarios, la historia de las grandes revoluciones, no cuenta ningún
hecho, ninguna revolución, ningún gobierno, que haya tenido el respaldo inmenso
de pueblo, de multitudes y de masas, con que cuenta hoy la Revolución Cubana y
su Gobierno Revolucionario! (APLAUSOS.)
Ninguna
causa justa se vio jamás apoyada de tanto pueblo, ningún pueblo se vio jamás
apoyado por tanta historia. Ninguna
revolución ha contado con la fuerza con que cuenta esta, la voluntad de lucha
con que cuenta esta. Ninguna revolución
tal vez haya tenido tantos enemigos, pero ninguna Revolución tal vez haya
estado tan decidida a defenderse como está la Revolución Cubana (APLAUSOS).
Y
no faltará nunca al pueblo la palabra clara y precisa, no faltará nunca al
pueblo la verdad, y habrá que orientarlo muchas veces y habrá que decir la
verdad muchas veces, porque el pueblo debe saber que, afuera y adentro, los
poseedores de grandes recursos, los representativos de grandes intereses, harán
todo lo que esté al alcance de su mano, emplearán todos los medios materiales,
todos los medios de cualquier índole y de cualquier orden, todas las mentiras,
todas las intrigas, todos los procedimientos y todas las armas para debilitar y
vencer a la Revolución.
Sabemos
que tenemos que defenderla, sabemos que el camino será duro, ¡pero estamos
dispuestos! Somos hombres de lucha,
somos un pueblo de lucha, y la lucha no nos amedrenta.
Al
cumplirse un año del 9 de abril, al cumplirse un año de aquella inmolación
heroica de 100 jóvenes cubanos, al cumplirse un año de aquellos bravos que
cayeron, ¡y no en vano!, porque aunque sufrimos la derrota, aunque sufrimos la
adversidad, supimos levantarnos sobre la derrota. Y lo que nos dio ánimo en la derrota fue el
recuerdo de nuestros muertos queridos (APLAUSOS), lo que nos dio aliento en la
adversidad fue el recuerdo de los compañeros caídos, lo que nos dio fortaleza
fue pensar en aquellos compañeros que habían quedado en el camino, desde los
que cayeron en el Moncada hasta los que cayeron el 9 de abril.
Ningún
sacrificio fue estéril, ningún sacrificio fue en vano, porque los compañeros de
aquellos muertos del 9 de abril siguieron peleando aquí en La Habana, los
compañeros de aquellos caídos el 9 de abril siguieron peleando en las montañas,
y aquella derrota en seis meses —primero en tres meses—, se convirtió en
grandes victorias militares y en menos de ocho meses se convirtió en gran
victoria nacional.
¿Quién
lo iba a creer aquella noche del 9 de abril, en medio del terror y de la
sangre, en medio del luto y de la tristeza, que antes de ocho meses la patria
sería libre (APLAUSOS), que antes de ocho meses los criminales habrían sido
derrotados, que antes de ocho meses aquella manada de lobos feroces —tan
valientes cuando andaban en la calle asesinando indefensos, tan valientes
cuando de asesinar se trataba, tan valientes contra el indefenso— habrían de
huir tan precipitadamente la última noche de ese mismo año. (APLAUSOS.)
¿Quién iba a decir aquella noche que hoy estaría reunido aquí el pueblo? ¿Quién iba a decir aquella noche que hoy
estaríamos rindiendo tributo a aquellos muertos, a los que ni siquiera pudimos
acompañar al cementerio? ¿Por qué? Porque los muertos sirvieron de bandera,
porque los muertos sirvieron de aliento, porque los muertos dieron el ejemplo,
porque los muertos trazaron el camino. Los
muertos del 9 de abril, los muertos de todos los combates de la libertad, los
muertos del llano y de la montaña, de la lucha heroica mil veces del llano y de
la lucha heroica de las montañas, les señalaron a unos y a otros el camino de
la victoria.
Aquellos
compañeros que cayeron, estas madres que perdieron a sus hijos, las esposas que
perdieron al compañero, los hijos que perdieron a sus padres siempre pensarán
con orgullo y siempre tendrán en medio del dolor la alegría de saber que los
sacrificios no fueron en vano; que aquellos hombres cayeron para que una nación
se irguiera; que aquellos hombres dieron su vida para que una nación viviera;
que aquellos hombres quedaron en el camino para que un pueblo siguiera su
marcha hacia adelante; que ellos lo dieron todo para que otros fuesen felices
(APLAUSOS); que ellos dieron su vida para que los campesinos tengan tierras;
que ellos dieron su vida para que el pobre tenga pan y libertad, para que el
que pasa hambre —porque no tiene trabajo— tenga trabajo decoroso, para que hoy
los alquileres sean el 50% ó el 40% ó el 30% de lo que se pagaba antes, para
que hoy haya justicia social y justicia política, para que hoy haya honradez,
para que hoy haya lealtad (APLAUSOS).
Si
ellos hubiesen contemplado este espectáculo, si ellos hubiesen contemplado este
mar de cabezas cubanas que han venido hoy a rendirles tributo, que han venido
hoy a recordarlos, a decir presente, si ellos hubiesen podido contemplar el
espectáculo de este pueblo de hoy, de esta Cuba nueva, de esta patria que
marcha; si ellos hubiesen podido contemplarlo... Mas, no lo contemplaron, ¡pero lo soñaron!;
no lo vieron, ¡pero lo presintieron! Por
esto lucharon, por esto cayeron.
Y
si triste es ver que la muerte sea inútil, cuando ha sido inútil; si triste es
ver que los sueños se frustran; si nunca es más amargo el recuerdo de un
compañero caído como cuando no se logra el objetivo por el cual cayeron, pocas
cosas consuelan y alientan como el espectáculo de ver que un pueblo está
logrando los objetivos por los que ellos cayeron. ¡Nada nos consuela tanto como saber que no
murieron en vano! ¡Nada nos consuela
tanto como saber que su sacrificio está rindiendo los mejores frutos! Y nada nos consuela tanto como pensar que
estamos cumpliendo con nuestros muertos, que los sueños se están convirtiendo
en realidad, y que hoy podemos decir aquí, al cumplirse este aniversario de
aquel día heroico del 9 de abril, que estamos rindiendo a nuestros mártires el
mejor tributo, no de palabra, sino en hechos, ¡no en promesas, sino en hechos!
(OVACION.)