DISCURSO PRONUNCIADO POR EL DOCTOR FIDEL CASTRO RUZ,
PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO, EN EL BANQUETE OFRECIDO POR EL COMITÉ CONJUNTO DE
INSTITUCIONES CUBANAS A LOS MIEMBROS DE LA “ASTA”, CELEBRADO EN EL HOTEL
HILTON, EL 11 DE JULIO DE 1959.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS
OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO)
Señoras y señores:
Recuerdo
aquella ocasión anterior en que nos reunimos con las instituciones cívicas —fue,
si mal no recuerdo, en el mes de marzo, ¿verdad?—, y recuerdo también el
ambiente en aquella ocasión. Era un
cambio de impresiones, que tan saludable resultó para disipar algunas dudas de
aquellos primeros días, dudas, si acaso, muy sutiles, y que no eran sino la
consecuencia natural de todo proceso revolucionario y, también, en parte, del
esfuerzo que hacen los que tratan de oponerse a toda obra justa de los pueblos
para sembrar esas dudas. Aquella ocasión
resultó muy esclarecedora al efecto de orientar a las instituciones cívicas,
que constituyen un núcleo importantísimo del país.
Esta
reunión de hoy, sin embargo, evidencia otro ambiente, ya no es como aquel, de
expectación. Yo diría, como el señor Mestre, que me siento aquí en un ambiente muy familiar y,
sobre todo, que veo también que el sentido de esta reunión es ya con el
propósito de canalizar el esfuerzo de las instituciones cívicas hacia un
trabajo de colaboración con las medidas y con los planes del Gobierno
Revolucionario; por lo tanto, en el día de hoy no voy a pronunciar palabras que
tiendan a disipar dudas, porque aquí las dudas ya no existen (APLAUSOS), porque
cada día es más evidente la identificación de todo el pueblo con los propósitos
de nuestra Revolución, porque cada día nuestro pueblo está más definido, y si
existen dudas será en el ánimo de aquellos que creían que iban a poder
confundir aquí a la parte sana de nuestro pueblo, a los que creían que podían
contar con aliados para sus propósitos de hacer retroceder a nuestro país hacia
aquel pasado que tanto trabajo y tanto sacrificio nos costó rebasar.
Cada
día se define más nuestro pueblo, cada día se esclarecen más los problemas de
nuestro país, cada día son más los sectores que van manifestando su adhesión a
la tarea del Gobierno Revolucionario y cada día se comprenden mejor nuestras
medidas. Ahí está, por ejemplo, el caso
de la reforma agraria, cómo aquellas dudas que algunos interesados trataron de
sembrar han desaparecido y cómo, al fin y al cabo, se ha demostrado que la
inmensa mayoría de aquellos sectores que en los primeros instantes expusieron
sus dudas acerca de la ley, han terminado anunciando que son beneficiados por
la misma, como sucede con la inmensa mayoría de los ganaderos, de los colonos y
de los agricultores en general, que han declarado en días recientes que
reconocen cómo efectivamente la ley los beneficia.
Eso,
naturalmente, va consolidando la Revolución, puesto que no son solo los
campesinos que están sin tierras los que respaldan esa ley, sino que la mayor
parte de los propietarios de tierra la respaldan también, ya que la misma solo
perjudica a menos del 1% —¡menos del uno por ciento!— de los propietarios de
tierra, solo que en ese 1% están incluidos grandes latifundios extranjeros, y
que da la casualidad que ese menos del 1% tenía la inmensa mayoría de nuestras
tierras.
Esas
cosas, en los primeros instantes, en medio de las cortinas de humo y del
confusionismo que esos intereses trataron de sembrar, no se veían claramente,
pero una vez más esa fe que nosotros tenemos en la inteligencia de nuestro
pueblo y en la opinión pública de nuestro país ha sido premiada con el éxito, y
en estos momentos puedo decir que, como en ningún otro anteriormente, creemos
que el pueblo de Cuba está bien orientado sobre estas cuestiones y firmemente
al lado de la Revolución.
Sin
duda que, aunque quizás sean un poquito menos —pueden ser un 1%, un 2% o un 3%,
hay que tener en cuenta, si se hacen datos estadísticos, la cantidad, por
ejemplo, de personas que vivían aquí de la política, que vivían de las
prebendas del poder, que vivían del juego, que vivían como auxiliares de la
policía (RISAS), que vivían aquí del garrote, porque no había un sindicato, no
había un sector de trabajo donde no hubiera un garrotero o dos garroteros—,
realmente, si se suman todos los que vivían aquí de estar sirviendo a la
tiranía desde un cuerpo armado, o a la policía, o a los políticos, los miles y
miles de botelleros que había en la administración pública, en los municipios,
en los organismos autónomos; en fin, los que vivían de actividades ilícitas
aquí en nuestro país, de actividades antieconómicas, no eran tres o cuatro,
eran varias decenas de miles. O sea, si
cabe, hay un poquito menos hoy de los que había el primero de enero con la
Revolución, pero eso significa que la opinión pública se ha depurado, que las
fuerzas más sanas, más honestas, más limpias del país, las que no viven de una
actividad ilícita, las que no viven de una actividad indecorosa, las que viven
de su talento, las que viven de su trabajo, las que viven de actividades
dignas, esas están todas con la Revolución, porque la Revolución aquí no le ha hecho
daño a ninguna persona decente (APLAUSOS).
La
Revolución ha actuado en todo instante guiada por un espíritu de justicia, de
ayudar al pueblo, de darle al país lo que le habían negado durante tantos años,
de satisfacer, en fin, una serie de demandas que desde los inicios de la
república se venían planteando aquí. Esa
es sencillamente la explicación del porqué, y si no he tratado con adjetivos
más duros a esos que evidentemente no pueden estar con la Revolución, es porque
no vengo aquí a ensañarme contra ningún grupo, por minoritario que sea, y
porque sencillamente tenemos conciencia de que esos elementos negativos de
nuestra sociedad son una consecuencia de todo el pasado de nuestro país, porque
si desde el principio de la república se hubiesen hecho las cosas como debieron
hacerse, pues no hubiéramos tenido nosotros hoy que lesionar determinados
intereses, ya que nadie habría estado viviendo aquí de la botella, del juego,
del garrote o de la chivatería, en fin, si ustedes
quieren que lo diga (APLAUSOS).
Y
es una cosa cierta, eso lo sabe todo el mundo, lo conoce todo el mundo. En fin, ¿cuáles han sido los intereses
perjudicados por la Revolución? Incluso,
¿cómo la reforma agraria viene a perjudicar a quiénes? A los amos extranjeros de nuestra tierra, a
los que tienen 5 000, 10 000, 15 000 caballerías de nuestra
tierra, a los grandes geófagos, señores que se pasaron aquí años y años
cambiando las cercas de su sitio y quitándole las tierras al Estado; y
perjudicará también, si cabe, por excepción, a algunos que las hayan adquirido
en forma legal, pero que sencillamente constituían un sistema de propiedad de
la tierra, completamente contrario a los intereses y al futuro económico del
país. Porque, en definitiva, no existen
en nuestra patria extensiones de tierras del Estado como, por ejemplo, en otros
países, que nos hubiesen permitido a nosotros asentar al campesino sobre la
tierra, y era necesario hacer una redistribución de la misma.
Así
que con las medidas de la Revolución han sido afectados un número reducidísimo
de compatriotas, a los cuales, por cierto, no hemos lanzado al hambre ni mucho
menos, sino que les hemos tenido que limitar algunos privilegios, les hemos
tenido que limitar una parte de sus ingresos, pero tengan la seguridad de que,
como consecuencia de las leyes de la Revolución, nadie va a pasar hambre aquí
(APLAUSOS).
¿Y
ahora qué tiene que hacer el país? El
país tiene que dedicarse a trabajar. Lo
que tenemos por delante es mucho trabajo; fundamentalmente, la tarea
constructiva y creadora de la Revolución es lo que tenemos por delante. Cuba está en la necesidad de recobrar lo que
ha perdido durante tantos años, el tiempo perdido, la riqueza perdida, y eso
solo se puede lograr mediante un gran esfuerzo de todo el país.
Si,
por ejemplo, ustedes van a los hospitales de toda la república, ¿qué se
encuentran? Se encuentran que el número
de camas y de hospitales es insuficiente, que los recursos con que se cuenta
para alimentar a los enfermos son insuficientes, que las medicinas son
insuficientes. Van a hospitales y se
encuentran a dos enfermos en una cama, tres enfermos en una cama, dietas
deficientes, falta de medicinas.
El
número de hospitales es escasísimo en nuestro país. Antes había que obtener una recomendación
política para ingresar en un hospital; hoy se trata de atender a todo el que
llega. Pero, ¿cómo es posible atender a
todos los enfermos, si no hay establecimientos suficientes, si no hay camas
suficientes, si no hay recursos suficientes?
Nos
han dejado esos males los tiempos pasados y nosotros no podemos, en el curso de
unos meses solamente, construir todos los hospitales necesarios aunque
quisiéramos; tenemos que hacer una distribución de los ingresos, porque hay que
construir también acueductos, alcantarillados, pavimentar calles, ya que los
datos estadísticos demuestran cómo una gran parte de las enfermedades son
consecuencia de la falta de filtros para el agua, de la falta de acueductos, de
la falta de drenajes, de la falta de higiene, de la falta de viviendas.
Combatir
las enfermedades no es solamente la tarea de llevar medicinas y llevar médicos. Tan importante como eso, y más importante
todavía, es realizar una serie de obras que permitan vivir en condiciones
higiénicas al pueblo, que rebajen en un 50%, ó en un 70%, ó hasta quizás en un
80% las enfermedades, que son epidemias consecuencia de la falta de salubridad
que hay en todos nuestros pueblos, porque tampoco había acueductos, ni filtros,
ni alcantarillados, ni las más elementales condiciones higiénicas que son
necesarias si se quiere evitar el índice de enfermedad.
La
tarea no es solo de comprar camas y de comprar hospitales, sino también hay que
ir a la raíz de los males de nuestras enfermedades para poder ponerles fin
algún día. Y así nosotros tenemos por
delante, sumadas a estas necesidades urgentes, las necesidades de caminos, de
vías de comunicación, de establecimientos educacionales y, en fin, toda esa
enorme tarea a la que se tiene que enfrentar el Gobierno Revolucionario con los
recursos de un país subdesarrollado que no puede contar con más ayuda que con
el esfuerzo de sus hijos, con la honradez de sus hijos, porque nadie nos lo va
a traer de afuera, ¡y de afuera si hacen algo es quitarnos! (APLAUSOS.)
Tenemos
una ingente tarea en todos los órdenes. No
es solo la reforma agraria. La reforma
agraria, con toda la secuela de enemigos extranjeros que le ha ganado a la
Revolución, no es sino una parte de las tareas que tiene por delante el
Gobierno Revolucionario, que es grande también en el campo de la salubridad, grande
en el campo de la educación, grande en el campo del desarrollo industrial,
grande en el campo del desarrollo turístico y, en fin, en todos los órdenes de
la vida nacional, porque no hay apenas un aspecto de las actividades del país
en que no veamos de inmediato la necesidad de renovarlo y de cambiarlo todo.
Así
que la Ley Agraria, digo, es solo una parte, y de por sí nos va a tener
atareados a nosotros por lo menos durante tres años, y bien atareados, porque
no se afectan impunemente una serie de intereses poderosos, sobre todo, los
intereses extranjeros, que son los que están dando más fe de su saña y su odio,
más que contra nuestra Revolución, contra nuestro pueblo, porque es el odio
contra un pueblo que quiere liberarse (APLAUSOS).
Siempre
me ha correspondido en estas reuniones con las instituciones cívicas tener que
hablar claro, de manera que las cosas se comprendan perfectamente bien.
En
definitiva, todo hombre honrado, todo cubano de veras, no cubano de títulos ni
de papeles ni de pasaporte, sino cubano de pensamiento y de sentimiento; cubano
que quiere a su tierra y quiere a su pueblo porque aquí nacimos y aquí están
nuestros hermanos; cubanos que deseen —como desean todos los pueblos— lo mejor
para sí, sin saquear a otros pueblos, porque lo que queremos es vivir de la
riqueza que nos tocó por la naturaleza, vivir de los recursos de nuestro
pueblo, de su inteligencia, de su entusiasmo para hacer lo que han hecho los
pueblos desde que existe el hombre sobre la Tierra: vivir de la naturaleza, explotarla para
satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, todo cubano que tenga,
por lo tanto, una idea de lo que es un pueblo y de lo que es la patria, tendrá
que sacar la conclusión de que lo único que nosotros queremos y lo único que
estamos haciendo, es defendiendo a Cuba y defendiendo a los cubanos (APLAUSOS).
Queremos
vivir de lo nuestro, no de explotar a otros pueblos; queremos vivir de nuestras
riquezas, no de explotar la riqueza de otros pueblos; queremos, sencillamente,
lo nuestro, defendemos lo nuestro, y no para que viva un grupo mientras los
demás se mueren de hambre, sino para que nadie pase hambre, para que vivan
todos, y, si es posible, para que les sobre a todos (APLAUSOS).
Cualquier
cubano que estas cosas las vea claras, porque tenga alma, porque tenga
sentimientos, comprenderá que si tenemos enemigos, si tenemos campañas tenaces
de calumnias contra las que el país no tiene otra arma para defenderse que su
frente alta, su dignidad y su valor; que si hay maniobras de todo tipo contra nuestra
patria, maniobras raras, maniobras extrañas, eso se debe a una sola causa: a que por primera
vez en cincuenta y tantos años estamos defendiendo a Cuba. Porque cuando a Cuba no se le defiende —como
otros no la defendieron—, cuando el país es entregado a intereses poderosos del
extranjero, no se observan entonces esas extrañas maniobras, esas
manifestaciones de hostilidad, esas manifestaciones ensañadas y sistemáticas de
ataque contra nuestra Revolución, y de esas campañas no tenemos otra culpa que
sencillamente querer defender nuestra tierra y querer defender nuestro pueblo.
Cualquiera
lo comprende, como cualquiera comprende quiénes son los que en estas horas
están junto al pueblo y los que están con los enemigos de su patria.
Cualquiera
diría que en Cuba están ocurriendo cosas horribles, que en Cuba se tortura, que
en Cuba se oprime, que en Cuba se asesina, que aquí todas las mañanas aparecen
10 cadáveres, 15 cadáveres en cualquier esquina, que esos centros policíacos
son centros de terror y de crimen. Cualquiera
diría que patrullas rebeldes asesinan 50 campesinos en una tarde, cualquiera lo
diría; pero resulta extraño que cuando esas cosas pasaban en Cuba, ni había
maniobras raras, ni se convocaba a cancilleres, ni se invocaban violaciones de
principio como está ocurriendo en estos instantes (APLAUSOS).
Cualquiera
diría que el 99,5% del pueblo está contra la Revolución, que los que respaldan
al gobierno son la peor escoria, que los confidentes, los verdugos y toda
aquella caterva de parásitos que hasta hace apenas unos meses eran los dueños y
señores de vidas y haciendas en nuestro país eran seres generosos y nobles, y
que todos los profesionales, todos los estudiantes, los campesinos, los obreros
y todos los que hoy respaldan al Gobierno Revolucionario, que no es respaldar a
un gobierno, sino a un gobierno que tiene el propósito de encarnar el interés
exclusivo de la patria, son los malos y que los buenos eran aquellos.
Así
se quiere escribir la historia del mundo, como si el prestigio de los pueblos,
el honor de los pueblos, la vergüenza y el decoro de los pueblos fuesen un
artificio, fuesen algo que se fabrica por plumas mercenarias o se destruye por
plumas mercenarias, y digo aquí que no! (APLAUSOS.)
Digo que el prestigio, el decoro y la
dignidad de los pueblos, la honra de los pueblos y de los hombres, ni se construye con dinero, ni se destruye con dinero; ni se
construye con intrigas, ni se destruye con intrigas; ni se construye con
campañas, ni se destruye con campañas. Podrá
elaborarse una idea falsa, podrá regarse la confusión y la duda, pero eso es
algo muy independiente de la verdad que los pueblos viven, eso es algo muy
independiente de la dignidad y de la honra de los pueblos, que los pueblos
saben apreciar, saben palpar, saben disfrutar y saben vivir con grandeza,
aunque en el resto del mundo traten de tender una cortina de infamias. Y mientras más infamia, más meritoria es
nuestra honra, porque es la honra, la dignidad y la entereza que no se doblega
ni ante la amenaza ni ante el miedo (APLAUSOS).
Hemos
venido a hablar de una actividad que está muy relacionada con el interés
nacional; aunque en esa tarjeta se expresa antes que todo el apoyo de las
instituciones cívicas a la obra de la Revolución, es evidente que el tema
central de esta reunión lo constituye el turismo. Sin embargo, ¿por qué ha sido necesario
hablar de otras cosas? Precisamente por
la relación que tiene todo con el interés económico del país, porque por
lesionar intereses económicos tiene enemigos en el extranjero la Revolución
Cubana, y porque lesiona injustamente los intereses de nuestro país tienen
importancia las campañas que se realizan fuera de Cuba contra nuestra
Revolución.
¿Qué
hemos hecho nosotros que merezca nuestro país el esfuerzo de alejarlo de sus justísimas aspiraciones, que queremos lograr con nuestro
esfuerzo, que queremos lograr noble y honestamente? ¿Qué fin se persigue, el estrangulamiento
económico de nuestro pueblo? ¿Alejar de
nuestro país, por ejemplo, todas las posibilidades turísticas? ¿Impedirnos a nosotros lo más posible el
desarrollo de nuestra economía, como si se quisiera que los pueblos no llegasen
a liberarse, que los pueblos no ganasen la batalla contra el hambre, la
miseria, la enfermedad y la desesperación que se origina por la falta de los
medios elementales para que los ciudadanos se ganen la vida? ¿Impedirnos que ganemos la batalla contra el
desempleo y les demos trabajo a los 500 000 cubanos que carecen de él,
como si se persiguiese el propósito de que este justo empeño de Cuba, de una
Cuba que no es nueva en el camino del sacrificio, porque lo inició hace más de
un siglo cuando cayeron bajo los piquetes de fusilamiento de la metrópoli
extranjera los primeros patriotas cubanos; de Cuba, que ha luchado un siglo,
con tres guerras de independencia, con varias revoluciones, con innumerables
movimientos cívicos y políticos por alcanzar un destino que no había logrado y
que hoy ve más cerca que nunca la esperanza de lograrlo?
Si
hay un pueblo que ha luchado y que ha sabido luchar solo, como si el destino de
nuestra patria fuese siempre luchar sola como luchó sola contra España, sola
durante 30 años cuando ya otras naciones se habían librado del yugo; si hay un
pueblo que ha luchado, si hay un pueblo que merece triunfar, ese pueblo es el
cubano. Y ha luchado no sólo solo, ha
luchado en las condiciones más difíciles que pueda imaginarse, ha luchado no
solo venciendo al interés poderoso que se le opone, sino que ha luchado contra
el vicio que le han sembrado, contra los malos hábitos que le han inculcado,
contra el pesimismo —el pesimismo, sí—, el escepticismo que fue uno de nuestros
peores vicios y del cual nos estamos liberando como lo demuestra ese
entusiasmo, esa frente alta y esa fe probada de nuestro pueblo que se hace cada
día más palpable en todos los sectores de nuestro país y que se evidencia en
ustedes cuando se ponen de pie sencillamente porque tienen el valor de ponerse
de pie para decir que sí, que están de acuerdo con que se exprese aquí el
sentimiento de la patria herida (APLAUSOS PROLONGADOS), que están de acuerdo
con que se diga: ¡Basta ya!
Basta
ya de calumnias, basta ya de campañas, porque lo que hacen con eso es hacer más
fuerte todavía la Revolución. Basta ya,
porque Cuba está muy consciente de su destino, Cuba está muy consciente de sus
derechos, Cuba está muy madura para que la confundan, para que la desalienten,
y está muy madura y ha luchado mucho para que se acobarde; porque no de otra
forma hay que hablar ni hay que pensar cuando tan injustamente y tan
injustificadamente se conspira en el extranjero contra nuestro pueblo. Y frente a ello, el primer deseo, y el primer
grito que quiere surgir de nuestras almas es, sencillamente, decir que somos
soberanos, que somos mayores de edad, que nosotros nos gobernamos, que sabemos
hacia dónde vamos y que nadie tiene derecho a interferir en los asuntos de
nuestro país (APLAUSOS), que nadie tiene derecho a faltarle el respeto a
nuestro país, que nadie tiene derecho a insultar a nuestro país, y no menos que
un insulto, no menos que una ofensa resultan cosas que suceden en este
continente, en donde algunas cosas inconcebibles se han hecho costumbre, porque
si no fuesen una costumbre, habría un poco más de respeto y un poco más de pudor
en la consideración a otros pueblos.
Cuando
digo esto es porque los hechos son suficientemente evidentes como para poder
hablar así, y aquí leemos un cable de una agencia extranjera que dice
textualmente: “Declara
Díaz Lanz ante un Comité del Senado de Estados Unidos”
(ABUCHEOS).
Esto,
en primer lugar, viene a confirmar sospechas de que una serie de raras
circunstancias han rodeado el caso de este típico traidor, por la forma en que
actúa, por la circunstancia de que las agencias internacionales supiesen muchas
horas antes que ningún otro órgano del país sus declaraciones, por la forma
rara en que se desaparece, por la forma rara en que transcurre una semana y al
cabo de una semana las autoridades de un país extranjero anuncian que ha
llegado allí, y silencio y no se dice una palabra, cosa que no pasó aquí con
ningún exiliado en ninguna época. Y
ahora, la noticia de que compareció y se reunió secretamente con el Senado de
un país extranjero, de una nación extranjera; es decir, con el órgano de
gobierno de una nación extranjera. Un
señor que, ostentando un cargo, de manera sospechosa se presenta allí a
reincorporarse, que de manera sospechosa hace unas declaraciones ocultamente al
paso que deserta, que de manera sospechosa se va, que de manera sospechosa lo
reciben y que de manera sospechosa se reúne; un señor que era jefe de uno de
los cuerpos de seguridad de la república, se reúne en sesión secreta con el
Senado de un país extranjero.
¿Qué
es esto sino una falta de respeto a nuestra patria? ¿Qué es eso de recoger al desertor, de
recoger al traidor y recibirlo en sesión secreta por un órgano de gobierno de
un país extranjero?
¿Qué
tiene que ir a dar cuenta el señor Díaz Lanz de las
cosas de Cuba ante el órgano de gobierno de un país extranjero? ¿Qué tiene allí que ir a informar de las
cosas de Cuba? ¿Qué es eso sino honrar a
los traidores? ¿Qué es eso sino alentar
a los traidores? ¿Qué es eso sino
interferir en la política de nuestro país?
¿Qué es eso sino insultar y ofender a nuestra patria, que es un país
soberano? (APLAUSOS.)
¿Qué
diría el pueblo de Estados Unidos si un jefe de cualquier cuerpo armado de ese
país traiciona a ese país, deserta de ese país, huye sospechosamente y el
Gobierno Revolucionario cubano lo recibiera con todos los honores en una
reunión secreta del Consejo de Ministros?
¿Qué diría el gobierno de Estados Unidos si nosotros recibiéramos en
sesiones secretas a sus enemigos? ¿Qué
diría el pueblo de Estados Unidos si nosotros actuáramos de esa forma? ¿Quién vería las campañas que se harían
contra nosotros, los insultos que se dirigirían contra nosotros, las palabras
que se escribirían contra nosotros? Se
sentiría ofendido con razón el pueblo de Estados Unidos si a un desertor del
ejército norteamericano lo recibiéramos aquí en sesión secreta para que nos
rinda cuenta de las cuestiones de Estados Unidos, porque no tenemos derecho a
pedirle cuenta a nadie de las cuestiones del gobierno de Estados Unidos, como
el gobierno de Estados Unidos no tiene derecho a pedirle cuenta a nadie de las
cuestiones del gobierno cubano (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
En
Estados Unidos se escribió con letras de eterna ignominia el nombre de Bennedit Arnold, el traidor de
los norteamericanos que lucharon por su independencia, y, sin embargo, en el
Senado de Estados Unidos se recibe, en sesiones secretas y sospechosas, al Bennedit Arnold de Cuba.
Todo
esto para qué sirve, si la lógica dice, si la razón dice que estas cosas no
tienen pies ni cabeza, que esa no es una actitud amistosa hacia Cuba y que a
nosotros nadie nos puede obligar por la fuerza a ser enemigos de nadie y mucho
menos nos pueden obligar con la ofensa.
Los
amigos se ganan con actos de amistad y no con ofensas, y esa no es una actitud
amistosa, esa es una actitud que bien merecería llevarse también ante el seno
de la Organización de Estados Americanos, por interferencia en los problemas de
Cuba (APLAUSOS), y no viene sino a confirmar nuestra sospecha, muy fundada, de
que agentes extranjeros pusieron su mano en el caso del traidor Díaz Lanz, de que agentes extranjeros tienen mucho que ver con
ese caso y los hechos no han hecho sino probarlo.
Eso
es lo que hacen: enaltecer
a los traidores, alentar a los traidores, con esa sutileza que podrá parecerle
a la mente sajona que pasa desapercibida a la inteligencia clara de los cubanos
(APLAUSOS).
Pero
la importancia que tienen estos incidentes —incidentes sí, solo incidentes,
porque las cosas han cambiado mucho en Cuba y hoy hay pueblo aquí y hay
Gobierno Revolucionario, hay pueblo y un pueblo muy claro y un gobierno muy
decidido a ser leal a ese pueblo—, porque estos no pasan de ser meros
incidentes, ya que no van a cambiar el curso de nuestra historia, es que frente
a un pueblo entero de 6 millones de cubanos firmemente detrás de un propósito,
dos, tres, cuatro, diez o cien traidores no importan; uno, dos, tres o mil
enemigos por poderosos que sean no importan.
Un pueblo de 6 millones de habitantes, unido tras una idea justa, es un
pueblo que hay que respetar, si no por su tamaño, por su grandeza, por su
dignidad y por la justicia de la causa que representa; un pueblo al que no van
a ablandar, porque esas son como campañas de ablandamiento, si no un pueblo que
se endurece; un pueblo al que no van a acobardar, porque esas son campañas a
ver si los pusilánimes, los cobardes, los ratoncillos —si hay alguno por ahí—
abandonan la nave; no lo van a acobardar ya que hay algo que no entienden, hay
algo que al parecer son incapaces de entender, y es que mientras más evidentes
se hagan esas cosas, más fuerte es la Revolución; mientras más evidente se haga
el interés de hacer fracasar esta Revolución, más se empeña el pueblo en hacer
triunfar la Revolución (APLAUSOS). Son,
pues, incidentes.
¿Se
desalienta alguien aquí? (EXCLAMACIONES
DE: “¡No!”) Al contrario, lo que ocurre es que se alienta
el pueblo, porque estas cosas tienen el efecto de indignar a los pueblos,
tienen el efecto de despertar la decisión y el coraje de los pueblos. Estas cosas lo que sirven es para fortalecer
al pueblo.
Como
que cuantas manifestaciones de fe hemos hecho en la dignidad y en las cualidades
del pueblo cubano se han cumplido, puedo tener derecho a sentir la seguridad de
que cada día y mientras más maniobras realicen, más fuerte será la entereza de
nuestro pueblo.
Esos
incidentes, debo declararlo aquí, y todos los que vengan; esas traiciones, debo
declararlo aquí, y las que vengan, si quedaran alguna o algunas, debo decir que
no desalientan a nadie, que no debilitan nuestra Revolución, porque sabemos que
esta es una revolución, y una revolución de hombres y de pueblo honrado, de
hombres que aquí no vienen a hacerse millonarios, de hombres que solo esperan
como premio de sus esfuerzos el ver realizado el ideal por el cual estamos
luchando; de hombres que han hecho de esta lucha su razón de ser y que son
inmunes a las tentaciones que sirven para arrastrar a las traiciones, y que,
claro, podrán venir a probar con el oro a ver a quién compran, que por cada
uno, que por cada Judas que puedan encontrar aquí, se encontrarán 99 hombres a
los cuales todo el oro del mundo no será capaz de hacerlos siquiera vacilar.
Vienen
los poseedores del oro a sobornar allí donde los hombres ganan un modesto
sueldo, porque no se sostiene este régimen por la prebenda, porque los pueblos,
y sobre todo los regímenes de gobiernos, se unen o por un gran ideal o por un gran
interés; se unen y luchan o porque tienen un gran ideal o porque tienen un gran
interés material.
Unía
antes a las fuerzas y a los resortes de la tiranía la tajada en el reparto del
botín, porque no eran más que piratas; los unía el juego que proporcionaba
millones a los jefes; los unía la Renta de Lotería que proporcionaba millones a
los jefes políticos o militares; los unía la malversación que permitía a cualquier
jefe o jefecillo tener 100 000, 500 000, 1 millón ó 10 millones, una
casa en Varadero, o una finca de 100, 200 ó 300 caballerías, o cuentas en
bancos nacionales o cuentas en bancos extranjeros.
Une
en cambio a los jefes políticos y militares de este Gobierno Revolucionario un
gran ideal y solo y exclusivamente un gran ideal; no nos unen las cuentas, no
nos unen las fincas, no nos une la explotación del juego o del contrabando, no
nos une la Renta de Lotería, no nos sostiene un interés material a cada uno de
nosotros en el cumplimiento del deber, porque nos une y nos sostiene un gran
ideal.
Los
hombres, repito, luchan y son capaces de luchar o por un gran interés o por un
gran ideal, con una diferencia: los del interés material huyen
cobardemente para defender la vida miserable que aspiran a vivir
ignominiosamente, disfrutando de los millones robados, y los hombres que luchan
por un gran ideal son los únicos hombres capaces de morir en su puesto,
defendiendo su ideal (APLAUSOS PROLONGADOS).
(Lee
un cable): “Washington,
11:00 p.m.- El cotidiano ‘Washington
Post’ publica en su edición de hoy, firmado por David Craslow,
un despacho del Servicio de Noticias del ‘Chicago Daily’
en el que afirma lo siguiente: ‘El más
importante de los elementos que se han separado del Gobierno Revolucionario de
Fidel Castro, contó ayer su historia en secreto a los investigadores del Senado. El Mayor Díaz Lanz
fue presentado ante el Presidente del Subcomité de Seguridad Interna del Senado
por el Servicio de Naturalización e Inmigración. El Presidente del citado comité es Senador
demócrata por Missisippi, James Island’.
“Díaz
Lanz ha sido objeto de muchas discusiones desde que
él y su esposa escaparon de Cuba a Miami en un pequeño barco. Díaz Lanz dejó la
Fuerza Aérea Cubana después de lanzar una andanada contra Castro, denunciando
penetraciones comunistas en las fuerzas armadas cubanas. Castro denunció como un traidor a Díaz y
ordenó su arresto. Joseph Swing, jefe
del Servicio de Inmigración, mantuvo en secreto la llegada de Díaz por espacio
de una semana.
“La
Agencia Central de Inteligencia y funcionarios del Departamento de Estado
describieron de irregular el procedimiento seguido por el Departamento de
Inmigración en el caso de Díaz. Esos
funcionarios temen que la maniobra de Díaz sea utilizada por Castro,
nulificando el valor que pueda haber tenido la defección de Díaz.”
¿Ahora
se dan cuenta que se han equivocado? ¡Qué
casualidad!
Temen
ahora que sea demasiado descarada la forma en que tramitaron a este traidor
(EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
“En
septiembre pasado Island formuló opiniones favorables
con relación al enemigo mortal de Castro, dictador Rafael Trujillo, de la
República Dominicana. Dichas opiniones
fueron expresadas por Island en el transcurso de una
sesión conjunta del Congreso Dominicano.
Por lo tanto, los funcionarios norteamericanos no se sorprenderán si
Castro cita la comparecencia de Díaz ante el Comité Senatorial como prueba de
que la defección de este forma parte de un complot.”
¡Miren
qué casualidad, veníamos hablando de todo esto!
(RISAS.)
“Díaz
ha sido entrevistado por agentes de la Agencia Central de Inteligencia y del F.B.I.”
Los
comentarios que los haga el pueblo de Cuba, porque parece como si quisieran,
incluso, que no descubriéramos lo que hay detrás de todo eso; se preocupan
ahora, incluso, de que el pueblo no saque las únicas conclusiones que tiene que
sacar de esos hechos. No solo aspiran a
realizar todas esas cosas tranquilamente y con una falta de respeto absoluta
por la dignidad y soberanía de nuestra patria, sino que, además, quieren que el
pueblo no saque las conclusiones únicas que tiene que sacar. Pero, en fin, no le demos mayor tiempo, que
no será ni mucho menos lo único que veremos, si es que se empeñan en el error
de creer que van a conmover al régimen revolucionario cubano.
Por
parte nuestra no han surgido los agravios, porque semejante agravio jamás se lo
hará el pueblo de Cuba a ningún pueblo (APLAUSOS); y pueblo que sabe respetar a
los demás, sabe respetarse a sí mismo y exige de los demás pueblos el respeto
que merece (APLAUSOS).
Como,
en definitiva, nuestra tarea no es solo lidiar contra estos problemas, hemos
dicho que estamos aquí dispuestos a lidiar contra este y todos los problemas
que vengan, serenamente, sin que aquí nadie se altere, porque los nervios no se
le van a alterar a nadie aquí en Cuba.
Como
nuestra tarea no es solamente atender esas cuestiones, porque son muchas las
tareas de un gobierno revolucionario; como desde el primero de enero aquí ha
habido que trabajar muy duro —y lo que hemos hecho no es nada comparado con lo
que hay que hacer todavía—, pues dediquémosles nuestra atención a nuestras
cosas, porque lo que no podemos permitir —y esto es muy importante— es que nos obstruccionen la obra, que nos perturben la obra, porque la
batalla donde tenemos que ganarla es en la realización de nuestra obra revolucionaria. Por eso decimos que el pueblo tiene que estar
siempre muy preparado para que nadie ni nada pueda entorpecer la obra, es
decir, en cualquier circunstancia, siempre llevando adelante nuestros planes de
Gobierno Revolucionario, porque esa es la victoria, y el fracaso, el único
fracaso posible, es que hagan fracasar la obra revolucionaria, que la
perturben, que la retrasen, y mientras más traten de perturbarla y más traten
de retrasarla, más debemos esforzarnos en hacerla adelantar.
Han
transcurrido seis meses y en seis meses al menos se ha hecho algo, ya se ven
algunas de las obras, pero no es hora todavía de hacer recuentos. El pueblo los hace, porque la Revolución no
solo ha traído al país la rectificación de un sinnúmero de males morales que se
palpan —tal vez nos acostumbremos a las cosas nobles que la Revolución ha
traído, nos acostumbremos a no ver el robo, el juego, el contrabando, el
tráfico de drogas, el abuso, el plan de machete, la explotación de la bolita,
de los garitos y de todos los medios esos, y, en fin, de todas las cosas que en
Cuba estábamos acostumbrados a ver antes y que hoy ya nos estamos acostumbrando
a que no existan—, sino que el pueblo ve también las obras. Los campesinos, sobre todo, las están viendo,
porque es allá en el campo donde la Revolución avanza más notoriamente; pero
las ven también en las ciudades, las ven las provincias, donde hay en total 50 000
hombres trabajando en obras públicas, en un esfuerzo por contrarrestar el
tiempo muerto. El pueblo las ve, no es
necesario que hagamos el recuento. Si de
algo no se preocupa el Gobierno Revolucionario es de hacer propaganda.
Algún
día todas y cada una de las cosas el pueblo las verá y las irá comprendiendo
cabalmente, porque el pueblo no es insensible a lo que ve, y hoy, como todo se
distribuye, pues cada uno ve lo que se está haciendo allí y algún día verá lo
que estamos haciendo en todo el país y en todos los órdenes.
Baste
solo consignar el hecho de que nosotros no recibimos un gobierno con las arcas
repletas de barras de oro, que no recibimos un país de economía desarrollada,
que no recibimos el azúcar a un precio en el mercado mundial de 5 ó 6 centavos,
que no llegamos siquiera en la época en que la cosecha de la remolacha viene
mala, sino que llegamos en la época en que las cosechas de remolacha rompieron
todos los records en Europa; que no recibimos el
gobierno con 400 millones de divisas en reserva como el 10 de marzo de 1952;
que no recibimos siquiera el país en estado de normalidad, que las carreteras
estaban obstruccionadas, los puentes volados, las
vías de ferrocarril destruidas, las comunicaciones telefónicas, telegráficas y
eléctricas deshechas. Un país con 70
millones de pesos en reserva, con el azúcar a tres centavos en el mercado
mundial, con una política azucarera que había sido consecuencia de siete años
de errores, interesados por grupos que manejaban a su antojo y con propósitos
especulativos la economía de la principal industria del país; que recibimos un
país que necesitaba reconstruirse, en primer lugar, y después hacer todo lo que
no se había hecho antes.
Todo
eso, en esas condiciones económicas tan adversas, debe servir de base para
analizar el esfuerzo que hemos tenido que hacer y que estamos haciendo,
luchando contra esas limitaciones de un país subdesarrollado y saqueado además,
con enemigos poderosos que hacen campañas fuera de nuestra patria, con
criminales de guerra que cuentan con decenas y decenas de millones saqueados a
nuestra nación, en el año en que no solo el precio del azúcar es el más bajo,
sino en que la producción de los países importadores de nuestro azúcar fue
mayor que nunca; con 70 millones de pesos de reserva en el instante en que,
precisamente, nuestro país recibe 100 millones de dólares menos por concepto
del azúcar. En esas condiciones es
cuando vale la pena analizar el esfuerzo que hace el país, cómo a pesar de todo
hemos ido elevando nuestras divisas y las mantenemos ahí forcejeando, llamando
al pueblo a que ahorre, llamando al pueblo a que consuma productos del país,
acelerando la producción de todo aquello que podemos producir aquí en vez de
importarlo, explicando la necesidad de importar tractores en vez de Cadillacs, y producir aquí lo que injustificadamente
importamos; tratando de ahorrar, de hacer que el pueblo ahorre. Ahorrar por parte del pueblo es antes que nada
consumir lo de aquí y además ahorrar.
Si
hemos elevado el standard de vida no es para que se
gaste impensadamente creyendo que el progreso de los pueblos y la felicidad de
los pueblos se conquista sin sacrificios. Es ahora el momento en que nosotros debemos
pensar en el futuro, y si tenemos más ingresos no es para que lo gastemos
impensadamente, y cuando lo gastemos por necesidad, que sea en los productos de
nuestro país, que no basta solo con que hoy no se vayan las divisas robadas,
que no basta con que no se depositen 10 millones ó 20 millones todos los meses
o cada tres meses, o 100 millones todos los años en el extranjero; que no basta
con eso, sino que hay que ahorrar nuestras divisas consumiendo los productos
del país y a través de otras formas, como vamos a establecer mediante un
programa de industrialización con recursos del pueblo, emitiendo certificados
de contribución al ahorro y a la industrialización del país, a un interés del
5% y del 7%, para que el pueblo adquiera esos valores y lo invirtamos en
industrias.
La
consigna de ahorrar no quiere decir ahorrar por ahorrar, sino ahorrar para un
plan de desarrollo económico; es decir, sacrificarnos hoy e invertir en la
industrialización del país para poder disfrutar mañana no solo los ahorros de
hoy, los intereses que se deriven de esos ahorros, sino, además, la parte que
nos corresponderá a cada uno de nosotros cuando la economía se desarrolle, lo
que querrá decir que cada familia tendrá más ingresos el día de mañana y podrá
recibir no solo ese aumento en sus ingresos, sino los ahorros de hoy más los
intereses que le proporcionan esos ahorros.
Toda
nuestra filosofía revolucionaria se basa no en obligar al pueblo a sacrificios,
sino en que el pueblo espontáneamente se sacrifique; no rebajando salarios al
objeto de poder invertir más, sino diciéndole al pueblo: “Si hoy ganas más, no lo gastes
impensadamente, ahórralo e inviértelo a través de los planes de
industrialización que vamos a poner pronto en marcha con los recursos del
pueblo, porque el pueblo debe estar cada día más consciente de que no tenemos
otra cosa que nuestro pueblo, de que no podemos contar con ninguna otra cosa
que con nuestro pueblo. Nosotros no nos
pondremos de rodillas ante nadie para pedirle, porque tenemos a nuestro pueblo
y con él vamos adelante (APLAUSOS).
Ahorramos
nuestras divisas cuando acabamos con el contrabando, cuando acabamos con la
malversación, cuando acabamos con la inmoralidad; ahorramos nuestras divisas
cuando consumimos artículos nacionales; ahorramos nuestras divisas cuando en
vez de gastar libremente estamos conscientes de que todos tenemos la obligación
de contribuir al desarrollo de nuestra economía. Y así, por ejemplo, quien guarde hoy 1 000
pesos, dentro de 10 años tendrá 1 700, porque vamos a hacer planes de
ahorro para que el que lo guarde 10 años cobre el 7% y el que cobre todos los
años el interés reciba el 5%. Pero vamos
a movilizar los recursos del pueblo porque con nuestro esfuerzo solo debemos
buscar nuestra felicidad, que nadie va a venir a dárnosla, nadie va a venir a
hacerla por nosotros, tenemos que hacerla nosotros mismos, y no hay pan que
sepa mejor ni felicidad más grande que la que conquista el propio pueblo con
sus propios sacrificios (APLAUSOS).
No
tememos al porvenir: tenemos los
recursos de nuestra riqueza natural, los recursos de nuestra azúcar, que un año
habrá mucha cosecha, otro no habrá tanta cosecha; tenemos los recursos de
nuestros minerales, los recursos de nuestras frutas; estamos desarrollando la
industria ganadera, que dentro de cinco años podrá estar exportando entre 80
millones y 100 millones de pesos; tenemos los recursos de nuestra agricultura,
que dentro de tres años nos permitirá estar ahorrándonos 150 millones que hoy
gastamos en artículos alimenticios y que podemos producir aquí; tenemos
recursos suficientes, por fortuna, para marchar adelante si sabemos actuar, si
sabemos ahorrar en el sentido real.
Ahorrar
no quiere decir pagarle menos el Estado al empleado público, no quiere decir
dejar de hacer obras; quiere decir que lo que el pueblo gane lo gaste en
productos del país o adquiera valores del país para los planes de
industrialización. Ahorrar quiere decir
trabajar más en cualquier obra de la administración pública para que, por lo
que consumamos ese día y por lo que recibamos ese día, construyamos más;
aumentar la productividad de nuestro trabajo es ahorrar y ayudar al desarrollo
de nuestro país; consumir artículos nacionales es ahorrar; adquirir valores
para el desarrollo industrial de nuestro país es ahorrar. Ello no producirá contracción porque
permitirá seguir manteniendo un gasto público determinado, y mantener el mayor
caudal posible en nuestra circulación ayudará a las industrias del país, dará
más trabajo y nos permitirá ir afrontando todas las contingencias y, sobre
todo, convertir a Cuba, con sus propios recursos, con el esfuerzo único de sus
hijos, en el país más próspero del mundo.
No
es una exageración decir que Cuba puede llegar a ser el país de más alto standard de vida del mundo, porque no tenemos solo la
riqueza de nuestra naturaleza, tenemos, sobre todo, la riqueza de nuestro
pueblo, esa inteligencia del cubano, el entusiasmo, la disposición del cubano a
luchar, a colaborar, a moverse por todo lo que sea noble, justo y creador; el
espíritu de lucha y de trabajo, el patriotismo y la vergüenza del cubano que
también es una gran riqueza, porque es lo que nos permite tomar las cosas con
interés y decoro, esforzarnos más para sacar de nuestra naturaleza y de nuestro
pueblo los recursos que necesitamos para labrar nuestra felicidad. La energía y la inteligencia de nuestro
pueblo son la mejor riqueza, la que podemos emplear en esta tierra que es una
de las tierras más ricas del mundo.
Así
que, ¿cuál debe ser el empeño de toda la nación, de los sectores sociales que
en su inmensa mayoría pueden esperar las ventajas y los beneficios futuros de
esta obra que todos estamos realizando? ¿Cuál
es la tarea de todos, de nuestra juventud, de nuestras instituciones cívicas,
de nuestros campesinos, de nuestros obreros, de todos los sectores de la
producción que han visto claro los beneficios que aporta esta Revolución a toda
actividad que sea realmente productora y no meramente lucrativa? ¿Cuál es la tarea?, y debemos estar todos muy
conscientes: luchar,
trabajar, producir, porque, sencillamente, lo que queremos solo puede ser
producto del esfuerzo, no será producto jamás del azar ni será producto del
esfuerzo ajeno, sino que lo tenemos que hacer y así es como lo queremos. Si otros vinieran a ofrecer el esfuerzo por
nosotros les diríamos que no, que queremos hacerlo nosotros; porque no somos
sino un pueblo trabajador que quiere labrar su felicidad con su propio
esfuerzo, y solo es feliz el pueblo que la labra con su propio esfuerzo, porque
solo así será enteramente libre y no tendrá que depender de ningún amo (APLAUSOS).
En
la lucha armada conquistó el pueblo su libertad, en la lucha posterior su
libertad política, y en la lucha que tenemos delante ha de conquistar el pueblo
su libertad económica, porque es una verdad axiomática que los pueblos que no
son libres económicamente no pueden considerarse pueblos enteramente soberanos;
que solo en la medida en que nosotros desarrollemos los inmensos recursos de
esta rica tierra con el trabajo de este pueblo entusiasta y noble, podremos
llamarnos un pueblo enteramente libre, y solo así las extraordinarias
cualidades de nuestros compatriotas podrán desarrollarse plenamente, porque es
la libertad, es la independencia, es la libre determinación lo que hace
realmente posible el desarrollo mental y espiritual de los hombres y de los
pueblos. Pueblos maniatados no pueden
desarrollarse enteramente libres, como los hombres maniatados no pueden
desarrollarse plenamente en su inteligencia y en sus sentimientos.
Solo
de nosotros depende el futuro del país, y si nunca como hoy en número tan
crecido un pueblo se puso detrás de una obra, ¿por qué no hemos de tener las
más halagüeñas esperanzas en el futuro de nuestra patria? Si cada cual cumple aquí con su deber, si
cada uno de ustedes lo cumple, si lo cumplen los directivos como lo está
cumpliendo el compañero Raúl de Velasco que tan magnífico esfuerzo está
realizando (APLAUSOS), si lo cumplimos todos, ¿por qué no hemos de esperar el
más rotundo triunfo? Si llevamos un
siglo luchando y hemos adelantado, si estamos más cerca que nunca de las metas
que se trazaron nuestros primeros luchadores, ¿por qué no hemos de alcanzarla,
si todo lo que se necesita para lograrlo lo tenemos y no falta sino, quizás, la
conciencia enteramente clara de estas verdades?
Si estas verdades se hacen realidad en las conciencias de la parte buena
que es la inmensa mayoría de nuestro pueblo, a nosotros por delante no nos
espera sino el más glorioso de los triunfos, cuando estas verdades que aquí se
han señalado se hagan realidad en la conciencia de todos y cada uno de nosotros. En muchas cosas se ha ido haciendo conciencia
desde el primer día y nadie puede negar que hay como un extraordinario cambio
en la mentalidad de nuestros compatriotas, nadie puede negar que hemos ido
adelantando cada día, nadie puede negar que el cubano luce como mejor que
nunca, como más entusiasta y más optimista que nunca, porque aquí no hay
actividad que no encuentre un calor y un respaldo inmediato de todos.
Baste,
por ejemplo, el hecho de que los organizadores de la concentración del 26 de
julio, sin ayuda del Estado, recabando el entusiasmo del pueblo, en unos días
han podido reunir hasta 2 millones de pesos y puedan contar hoy con los
víveres, servicio de pasajes y, en fin, elementos para satisfacer las
necesidades de esa concentración, porque no tocaron a ninguna puerta sin que
los recibiese el entusiasmo, y se está preparando así la más grande
concentración de nuestra historia, y, posiblemente, si se tiene en cuenta la
población relativa de nuestro pueblo, una de las concentraciones más grandes
que se haya dado jamás y que hoy más que nunca tenemos necesidad de darla para
que todo el mundo vea, frente a las maniobras de los enemigos de nuestra patria,
lo que es Cuba, lo que es nuestro pueblo y lo decidido que está nuestro pueblo
a defender su soberanía y sus derechos (APLAUSOS).
Y
así todo es entusiasmo porque todo es nuevo en nuestra patria, por tanto, en la
conciencia de toda la ciudadanía, debe grabarse muy hondamente la gran verdad
de que solo de nuestros esfuerzos y nuestros sacrificios podemos, debemos y
queremos esperarlo todo. Esta es una
etapa de creación, de la creación del futuro.
Ningún pueblo puede aspirar a disfrutar lo que no ha hecho. Los pueblos solo pueden disfrutar de su
esfuerzo cuando lo hayan hecho, de sus creaciones cuando las hayan realizado; y
la, meta que se propone nuestra Revolución es canalizar toda la energía de la
nación en un esfuerzo creador, canalizar todos los brazos, todas las
inteligencias y todos los recursos de la nación en un gran esfuerzo creador. La hora no es de disfrutar —grabémonos eso en
nuestra conciencia—, la hora es de crear, y si triunfamos en nuestra labor
creadora, nada ni nadie podrá derrotar nuestras aspiraciones y nuestros
ideales.
Un
día la reforma agraria, otro día las campañas en favor de los productos
nacionales y las exhibiciones de nuestros productos al objeto de ilustrar al
pueblo lo que tenemos; hoy esta reunión sobre el turismo que es, sin duda, una
de las ramas de la economía del país que no pudiera calificarse como industrial
en el sentido preciso de la palabra y que bien pudiera conceptuarse —como decía
el señor Mestre— como una tercera rama de la
actividad económica; porque, efectivamente, el turismo no necesita importar
maquinarias, no necesita gastar decenas y cientos de millones de pesos en
maquinarias, para lo cual se requiere contar con reservas. El turismo tiene por base las bellezas del
suelo del país, su historia, su cultura, y las características hospitalarias de
ese país.
Nosotros
contamos con una de las naturalezas más privilegiadas del mundo y contamos
también con uno de los pueblos más hospitalarios del mundo, luego tenemos la
base para desarrollar el turismo, para desarrollar una economía que no tiene
cuotas, porque el desarrollo del turismo dependerá de nuestra capacidad, de
nuestra inteligencia, ya que ello únicamente dependerá del número de turistas
que vengan a Cuba y del número de millones que dejen al país y que servirán
como contribución a nuestro desarrollo industrial.
El
turismo es al revés del azúcar, del café, del tabaco y de otros aspectos de la
economía, el tipo de actividad que no tiene otro límite que la inteligencia del
país que se proponga desarrollarlo, y si no lo hemos desarrollado no es por
falta de medios, sino por falta de vergüenza.
No faltaron los recursos, las playas las tenemos ahí, nuestros valles
los tenemos ahí, nuestros lugares históricos los tenemos ahí; no se ha
organizado, sin embargo, y lo organizado se organizó sobre bases de
explotación, pero no de explotación económica pensando en el país, sino de
explotación desorganizada y exclusivamente lucrativa.
En
materia de turismo hemos andado tan al revés como hemos andado en la mayor
parte de las cosas hasta hoy. Así, por
ejemplo, nos encontrábamos con que en el verano, que es cuando van los cubanos
a las playas, los precios eran en Cuba elevadísimos y en Miami, por el
contrario, bajísimos; y en invierno, que es cuando los turistas que nos interesaba
atraer aquí van a buscar el sol y el mar, no teníamos nosotros organización
turística. ¿Y qué hacíamos? Al turista le prestábamos el peor servicio
posible y le cobrábamos lo más caro posible.
Sin
ánimo de crítica digo simplemente lo que había aquí. No hubo, por supuesto, ninguna actividad por
parte del gobierno en favor del turismo, no hubo ninguna organización del
turismo, y el resultado fue algo realmente increíble: en vez de ser importadores de turistas,
nosotros éramos exportadores de turistas; en vez de recibir más por el turismo
de lo que gastábamos, nuestros turistas gastaban más en el extranjero de lo que
los turistas extranjeros gastaban aquí. Aunque
parezca increíble, este pueblo, que importaba Cadillacs
en vez de arados y tractores, que compraba arroz en vez de sembrarlo aquí,
exportaba también turistas en vez de atraerlos.
Y así gastábamos, por ejemplo, 50 millones de pesos en turismo en el
extranjero. ¿Qué pueblo se ha podido
permitir esos lujos como no sea el nuestro?
Afortunadamente,
las cosas están cambiando, y, por lo pronto, ¿qué es lo primero que puede hacer
nuestro turismo? ¿Qué es lo primero que
puede hacer la Revolución con el turismo?
Pues ganar esos 50 millones que estábamos gastando fuera. ¿Por qué irse a veranear en el extranjero? Desde luego, me dirán —y me dirán con razón o
con alguna razón— que si van a Varadero les cobran 600 pesos por una casa
(APLAUSOS), 15 centavos por una Coca-Cola y una peseta por un periódico —acaban
de decir—, y los de Varadero dirán: “Bueno, si aquí no vienen nada más que
dos meses al año, tenemos que tener desalquilado el resto del tiempo.” No había propaganda del turismo, el solar
costaba 35 pesos el metro, las construcciones eran muy caras. Míster tal tenía
tantos kilómetros de playa y una cerca puesta por allí; todas las playas eran
privadas; no había playa que no tuviera una cerca de púas, y, en fin, la gente
se iba para Miami. Es lo cierto que tal
era todo el turismo con que contábamos aquí.
Si caía un turista, a extraerle el máximo, aunque viniera uno en vez de
veinte; cuando aquí hay que empezar por casa, hay que empezar por ahorrarnos
los 50 millones que nos gastábamos afuera.
Ya
las playas no son privadas, ya podemos empezar a ir a nuestras playas, porque
las playas nuestras no eran nuestras, eran o extranjeras o de unos cuantos nada
más; hoy son nuestras, nuestras playas, y nadie se ha muerto porque la gente se
bañe en el mar.
Así
ya empezamos a tener algo, aunque no lo que vamos a tener; pero lo primero es
invertir esos 50 millones, invertirlos en el país y fomentar el turismo
nacional primero que nada, lo que significará una ganancia de 50 millones que
nos gastábamos afuera, que los ganarán nuestros hoteles, nuestras industrias y
nuestros empleados, porque son 50 millones que ganamos. Empecemos por recuperar y, recuperando lo que
gastábamos, podemos establecer las bases para un extraordinario desarrollo del
turismo. ¿Por qué? Porque gastando aquí lo que antes gastábamos
afuera, con eso solamente podemos financiar todo el desarrollo que necesita
nuestro turismo; gastando aquí lo que gastábamos afuera, financiamos todo lo
que tenemos que invertir en preparar al país para el turismo, y al efecto ya
están casi terminados los planes generales y aun detallados para preparar al
país y ponerlo en condiciones de explotar correctamente sus extraordinarias
posibilidades turísticas.
Nosotros
no podemos decir si son 100, 200, 300 ó 400 millones de pesos los que puede
significar el turismo, pero sí podemos decir que si hacemos el máximo esfuerzo
podemos obtener más divisas por el turismo que por el azúcar incluso, sin
necesidad de construir 160 fábricas azucareras ni líneas de ferrocarril, sino,
sencillamente, condicionando lo que ya tenemos en riqueza natural y organizando
lo que ya tenemos.
¿Cómo
entendemos que debe desarrollarse el turismo que venga del extranjero? Preparando todas nuestras atracciones,
preparándolas para poder movilizar después, mediante la propaganda, mediante
todos los medios posibles, el caudal de turistas que, por las ventajas que
ofrece nuestro país, vendrían aquí. Para
ello es necesario invertir, pero si nosotros cambiamos el sistema como era
hasta hoy, si en vez de organizar un turismo nacional para un número escasísimo
de personas —que son las que pueden pagar las cantidades fabulosas que se
tenían que pagar aquí—, organizamos el turismo y establecemos un precio de
manera que todo el pueblo pueda disfrutar de las riquezas naturales del país,
con la aspiración de que en vez de uno fueran 20 ó 50 a la playa, movilizaremos
todos los recursos necesarios para financiar las inversiones que vamos a hacer
para el turismo.
Y
ponemos un ejemplo: en
la playa pública de Bacuranao, que fue preparada y
organizada de acuerdo con este criterio, ¿cuál fue el resultado? Pues se hicieron 800 taquillas; el último
domingo no solo se ocuparon las 800 taquillas, sino que el administrador tuvo
que comprar miles de jabas para poner la ropa de las miles de personas que
fueron allí, y se recaudó el domingo —a 20 centavos por taquilla—, solamente en
taquillas, 720 pesos. Si la entrada en
esa playa hubiese sido por sociedad, a 15 pesos al mes, o hubiese sido a 2
pesos la entrada, es posible que hubieran ido 200 ó 300 personas allí.
Luego,
la asistencia masiva del pueblo a los centros turísticos, la organización del
turismo de manera que en verano sea más barato que en invierno, y pueda
volcarse todo nuestro pueblo en las 60 playas que vamos a hacer en toda la
isla, en los cientos de lugares para el turismo que vamos a preparar en toda la
isla, la participación masiva del pueblo, que permitirá invertir en la nación
los 50 millones que se iban para fuera, más los 50 ó 100 millones que el
pueblo, cuando tenga las playas al alcance de sus manos, gastará en ellas, nos
permitirá financiar todo el plan de 200 millones de pesos que vamos a invertir
en desarrollar nuestro programa de turismo y que nos permitirá en invierno —cuando
los cubanos no van a la playa, porque los cubanos van en el verano; en el
invierno vienen los turistas extranjeros buscando el sol de Cuba— poner los
precios para ese turismo, pero no un precio desorbitado, sino uno mucho más
barato que en los lugares que nos hacen la competencia (APLAUSOS).
Eso
es lo que vamos a hacer. Para octubre
vamos a tener ya preparado y en realización el plan que han trazado en la Junta
Nacional de Planificación los técnicos más capacitados y más conocedores en
estas cuestiones del turismo, los mejores arquitectos y los mejores ingenieros,
en el cual se invertirán 200 millones de pesos aproximadamente en cuatro años,
sobre la base de que facilitamos al pueblo el acceso a todos esos centros en el
verano y los tenemos preparados para los meses de invierno, de manera que en
verano los disfruten los cubanos y en invierno —cuando los cubanos prefieren ir
a otro sitio o quedarse en casa— los disfruten los turistas extranjeros, pero
un plan perfectamente estudiado, científicamente estudiado, que en estos
momentos está en manos de los compatriotas que más conocen en esa materia y que
están trabajando intensamente con vistas a la Convención de la ASTA, donde
esperamos que 3 000 agentes de turismo concurran. Así que no solamente tendremos la oportunidad
de la Convención de la ASTA, sino que tendremos ya el plan realizándose y que
les presentaremos a los 2 000, 2 500, 3 000 ó 3 500 que
vengan aquí.
La
convención se encontrará con un gran plan a desarrollar en tres puntos, porque
hemos dividido la isla en tres zonas turísticas: la uno, que va desde Viñales hasta
Varadero; la dos, que tiene por centro a Santiago de Cuba, la zona de la Sierra
Maestra y la zona de Baracoa; y la tres, que, teniendo como eje la zona de
Trinidad, comprende toda la zona central de Cuba. Así se desarrollará el plan en toda la isla.
Los
expertos en cuestiones turísticas consideran que, por ejemplo, la zona de
Santiago de Cuba es la que tiene mayor posibilidad de desarrollo turístico en
toda Cuba, a lo cual se une la circunstancia del atractivo que significan los
centros donde se desarrolló la lucha revolucionaria, los atractivos naturales
de las montañas y la historia de la Revolución Cubana. Así, allí donde tiene la mayor posibilidad de
desarrollo turístico, donde hay que llevar un plan de no menos de 30 millones
de pesos, nos encontramos con que hoy esa zona, que pudiera convertirse en la
zona más importante para el turismo en Cuba, cuenta solamente con 180
habitaciones en los hoteles. Es decir
que Santiago de Cuba, con una población de casi 200 000 habitantes, tiene
una capacidad de 180 habitaciones solamente para atender visitantes, y eso demuestra
el retraso en que estaba nuestra organización turística.
Vamos
a desarrollar ese plan en esas tres zonas, de manera que el turismo convierta
en posibilidad económica todos los puntos del país que tienen condiciones para
ello. Será un desarrollo que beneficiará
a todos los lugares del país, sin contar que el desarrollo del turismo
significará un beneficio para todas las industrias y para todas las actividades
económicas de la nación cubana, porque tanto el turismo nacional, desde el
momento en que gasta aquí lo que gastaba en el extranjero como un aumento del
caudal de turistas extranjeros, beneficiará todos los sectores de la producción
nacional. Así que no solamente el
turismo significará un beneficio directo para esas tres zonas, sino que
significará un beneficio indirecto para todo el país.
El
hecho es que podemos anunciar que el Gobierno Revolucionario propiciará un plan
de 200 millones de pesos en el turismo para cuatro año, y que ese plan está ya
realizándose en algunos aspectos porque comprende todas las playas que se han
hecho y se están haciendo, en un plan trazado por las personas más conocedoras
de estas cuestiones y aprovechando la magnífica oportunidad que significa la
Convención de Agentes Turísticos; por lo tanto, creemos que es uno de los
sectores de la economía que tiene mayores posibilidades.
Algunos
dirán: “Bueno,
pero está dependiendo, en cierto sentido, de las campañas que se hagan fuera.” Es verdad, pero tenemos también una ventaja: al desarrollarse el
turismo nacional, al gastar aquí lo que antes gastábamos fuera, eso solo es
suficiente para financiar todo el plan. O sea,
que aunque inicialmente podamos tener algunas dificultades con las campañas, el
turismo nacional solamente es ya garantía del éxito de ese plan, y todo lo que
desarrollemos desde el punto de vista del turismo extranjero será, por
añadidura, beneficio para el plan. Así
que, aunque no viniera ningún turista extranjero, estará garantizado por el
turismo nacional. Luego todo el
incremento que alcance el turismo extranjero será para aumentar las
posibilidades económicas de ese programa.
De
esta manera ya tendremos asegurado que la inversión no será inútil y por
delante la oportunidad de desarrollar un turismo extranjero sobre verdaderas
condiciones, porque el turista no tenía aquí nada. Nos acostumbramos a un turismo no movido por
las bellezas naturales de nuestro país, sino a un turismo de tapete verde que
venía aquí a gastar en la ruleta. De ahí
que fue indispensable mantener un determinado número de casinos de lujo para
que no se quedaran sin empleo nuestros obreros y empleados hoteleros; pero
tenemos que pensar en un turismo distinto, no en turismo de juego ni en turismo
de ron, hay que pensar en un turismo que busque y —puedo añadir— en un turismo
que no sea de prostíbulo, si se quiere (APLAUSOS); un turismo que venga a
disfrutar de nuestra naturaleza sanamente, y no un turismo raquítico en número,
sino un turismo masivo, tanto de dentro como de fuera.
El
ejemplo lo tenemos en la experiencia de estos meses con las playas que hemos
hecho, pues va todo el mundo y se divierte muchísimo en nuestras playas a pesar
de que no están totalmente acondicionados esos lugares. Son 60 centros completos los que se van a
hacer para el pueblo en todo el país, porque precisamente estamos combinando lo
nacional y el interés del país desde el punto de vista de la satisfacción de
las necesidades de nuestro pueblo y los intereses económicos para la nación
derivados del turismo del exterior.
La
prueba está en esas playas nuestras donde no se venden bebidas alcohólicas y
donde reina un completo orden, donde el pueblo se divierte sana y
ordenadamente, y de esos puntos podemos afirmar —según nos informan los
administradores— que el ambiente moral es extraordinariamente sano. Algunas quejas se oyen de si tiran papeles,
pero esas pequeñas cosas serán superadas —no me queda la menor duda— cuando al
pueblo se le diga que eche los papeles en la cesta, que mantenga limpias sus
playas, que no permita que los enemigos de la Revolución critiquen al pueblo,
porque hay quien se vale de si tiran los papeles de los alimentos y de las
frutas dentro o fuera del cesto; si los tiran en la arena hay quien quiere
utilizar ese detalle para rebajar moralmente a la ciudadanía. Esas cosas irán superándose, porque tengo la
seguridad de que basta que el pueblo sepa que lo que conviene es que en esas
playas se mantenga no solo el ambiente moral, sino en todos los órdenes la más
completa higiene. Esas cosas irán
superándose, de manera que tendremos en el futuro unas playas enteramente
distintas, donde no se verá ningún beodo por la orilla del mar tambaleándose en
medio de las familias que van allí a divertirse y no a que las molesten.
El
ambiente moral que se está logrando en las playas públicas es extraordinario. Hemos suprimido la bebida y nadie está más
triste, sino que todo el mundo está más contento, porque el que lleva a sus
hijas, a su señora, a su familia a la playa lo que quiere es que las respete
todo el mundo, y ese ambiente de respeto, limpio y sano es el que hoy existe en
nuestras playas, con lo que no solamente se le está brindando al pueblo un
servicio que nunca tuvo, sino que se está creando otra mentalidad, se están
saneando las costumbres. Las playas no
son ni garitos ni centros donde ir a embriagarse, las playas son centros de
diversión y de recreo sano, centros de salud donde va el ciudadano a
desintoxicarse y no a intoxicarse más, donde va a descansar del trabajo de la
semana y a adquirir nuevas energías, donde van los ciudadanos a descansar su mes;
porque entendemos que cada ciudadano tiene derecho a descansar y debe descansar
por lo menos un mes cada año y debemos brindarle esas oportunidades.
Así
que la experiencia nos enseña que no vamos mal (RISAS Y APLAUSOS), sino que
vamos bien encaminados cuando hemos suprimido el alcohol en las playas y cuando
hemos promovido la asistencia masiva del pueblo, porque las hace costeables,
pero las hace costeables al mismo tiempo que le permite a todo el mundo
disfrutar de las playas. Precisamente
dándoles acceso aun a las familias de más modesta economía es como se hacen más
costeables los centros turísticos, porque un centro turístico con un solo
huésped no es costeable aunque ese huésped pague 50 pesos.
Así
tenemos el caso del hotel Colony, en Isla de Pinos,
que fue un hotel recuperado por el Gobierno Revolucionario, porque allí
quisieron organizar un turismo, pero un turismo para ellos —no para los
pineros, sino para los socios de la dictadura—; establecieron la zona franca
para atraer personas a la isla, para que fueran allí no a bañarse en la playa,
sino a comprar perfumes baratos, aunque fuesen importados. A ellos no les importaba que el país perdiese
un millón de pesos por concepto de aranceles con tal de ganarse ellos el millón
de pesos en aquellos hoteles.
Lo
primero que hicimos fue rebajar el precio de las habitaciones. Ese hotel, que es una verdadera maravilla,
tiene habitaciones donde cobraban 42 pesos.
¿Qué instrucciones le dimos al interventor? Que rebajara las habitaciones, y estas han
quedado rebajadas en verano a 5 y 8 pesos y a 12 pesos las cabañas (APLAUSOS). Claro que tan pronto los pasajes por mar y
por aire a Isla de Pinos sean rebajados, el pueblo acudirá allí y en vez de 3
huéspedes tendrá 30 ó tendrá 50 y el obrero allí podrá obtener las ventajas del
huésped; porque un obrero no importa que gane un buen sueldo si no hay
huéspedes en el hotel.
Ese
será un centro que ahora estará perfectamente organizado con campos de tiro,
yates de pesca, piscina, en fin, con todos los atractivos, que estará al
alcance del ciudadano que no tendrá que ir a Miami, podrá ir a Isla de Pinos,
porque podrá hospedarse allí sin arruinarse.
Y esos son los planes que tenemos que hacer, de manera que cualquier
familia, por modestos ingresos que tenga, pueda ir a una casa amueblada en una
playa buena, que esté al alcance de su economía, de manera que el que disponga
de 125 ó 150 pesos pueda pasarse con su familia 15 días de vacaciones.
No
hay más que hacer los cálculos estadísticos de los ingresos por familia y establecer
precios para que todo el mundo pueda asistir.
Ya se puede saber el número exacto que puede asistir, y, en Cuba, con la
afición que hay por el mar, por ejemplo, no hay familia que pudiendo pasarse 15
días en la playa con sus hijos no se los pase.
Y hoy era imposible, porque había que ser millonario o multimillonario
para ir a las playas, y no había turismo ni de invierno ni de verano; nos
gastábamos 50 millones de pesos en el extranjero.
Como
el turismo es un aspecto de nuestra economía tan importante como la reforma
agraria, que no lo será en el orden social por cuanto la reforma agraria es
antes que nada una medida de elemental justicia, pero en el orden económico
puede significar tantos ingresos para nuestro pueblo como puede significar la
producción aquí de todo lo que actualmente estamos importando del extranjero;
si el turismo puede tener tanta importancia como la reforma agraria y tanta
importancia como el desarrollo industrial, hay que empezar a dedicarse al
desarrollo industrial y del turismo con el entusiasmo con que nos hemos
dedicado a la reforma agraria.
He
aquí tres aspectos de nuestra economía a desarrollar: la reforma agraria, que va por delante,
porque tenemos la tierra, los guajiros, algunos tractores y algunos recursos
para irla llevando adelante (APLAUSOS).
Parejamente
comenzaremos a llevar adelante nuestros planes de industrialización estudiados
por proyectos. Así, por ejemplo, se está
trabajando en un proyecto de 25 millones de pesos para el desarrollo de la
industria textil, e iremos sector por sector de posible desarrollo, pidiéndole
al pueblo su colaboración con la adquisición de los certificados para la
inversión en esas industrias, con un interés asegurado. Llegará el momento en que empecemos a recabar
por parte del pueblo la adquisición de esos certificados, de manera que el más
modesto ciudadano pueda invertir 10 pesos en la industrialización del país,
parte de su sueldo que va a significarle 17 pesos dentro de 10 años si lo
acumula; es decir que se va a beneficiar el ciudadano que invierta 10 pesos no
solo con los intereses que va a recibir, sino con el aumento en los ingresos
que significa para él el aumento de la producción que tengamos por año.
Tendremos
que poner todo nuestro empeño en esos planes que tenemos hoy, y las
instituciones cívicas, particularmente, pueden hacer mucho por el desarrollo
del turismo nacional y extranjero.
En
cuanto al nacional organizaremos programas, no como esos de gastar primero y
pagar después —esos planes en que le dan 150 pesos para que los gaste y después
pague 170— sino de ahorrar primero y gastar después. Por ejemplo, si en el verano es la temporada
en que un grupo de empleados de la Compañía Cubana de Electricidad —pongamos
por caso—, de Artes Gráficas, del Estado, o de familias, en fin, quiere
asegurar su mes de vacaciones, lo conveniente no es que le prestemos en esas
vacaciones 200 pesos y los pague durante todo el año, sino que desde septiembre
empiece a guardar, en algún sistema de ahorro, ya con su casa separada —sabe
qué casa es, en qué playa va a estar— para ahorrar lo que se va a gastar,
porque, además, se ahorra con mucho más gusto lo que está por gastar que lo que
ya está gastado; aparte de que si a usted le prestan 150 pesos, le cobrarán
170, y en los planes que se van a hacer será al revés, que al que ahorre 150 se
le dan 160, por ejemplo, con beneficios para el país por el ahorro y para la
persona que va a disfrutar de esas ventajas.
Tengo
la seguridad de que lograremos un desarrollo extraordinario y esa es una
actividad donde ustedes pueden colaborar grandemente.
Ahora
tenemos la Convención de la ASTA: preparemos al país para recibir a los
agentes de turismo; esmerémonos en darles la mejor y más completa recepción y
en hacerles agradable la estancia; expliquémosles nuestros planes; brinde cada
cual de su idea al instituto o a la Junta del Turismo lo que crea útil al
desarrollo del turismo.
Aquí
tenemos un secretario del instituto —que es poeta, además de buen orador,
aunque pronuncia el inglés un poquito peor que yo (RISAS Y APLAUSOS)— y muchas personas inteligentes trabajando en esto. Ahí está el Comité de Organización de la
Convención de la ASTA, y todos podemos contribuir conscientes de que no es una
cosa inútil ni mucho menos, o para pasar el tiempo, sino de que le estaremos
prestando un extraordinario servicio al país, porque hay tres direcciones de
desarrollo: la de la agricultura, la de
la industria y la del turismo, como parte de las tareas que tenemos que
realizar; porque satisfacer todas las demás necesidades, de educación, de
salubridad, de comunicaciones, de bienestar del pueblo, lo podremos hacer en la
misma medida en que se desarrolle nuestra economía, porque somos un país
subdesarrollado con muchas necesidades y nosotros no podemos gastar más que lo
que permite el desarrollo de nuestra economía.
Los
gastos públicos están determinados por los recursos con que cuenta el país; el
número de escuelas, de hospitales, de caminos y de obras que realicemos estará
determinado por los recursos de la economía del país, y somos un país
subdesarrollado que tenemos que explotar las riquezas de nuestra tierra,
desarrollar plenamente nuestra economía para alcanzar niveles superiores de
vida, tanto en el orden material como en el orden espiritual.
Así
que todo está en nuestras manos. En
nuestras manos está vencer todos los obstáculos que tengamos delante; en
nuestras manos están todas las oportunidades de crear, y todas las
oportunidades de luchar contra los enemigos de nuestra Revolución y todas las
oportunidades de triunfar están en nuestras manos. ¡Solo en nuestras manos hay el valor de
luchar, el entusiasmo y la fe de luchar frente a todos los obstáculos, hay la
voluntad de crear, hay el propósito de triunfar!
Concretemos
nuestra tarea en estos tres puntos, en estas tres posibilidades: la de luchar, somos
lo suficientemente maduros, lo suficientemente entusiastas, lo suficientemente
fuertes para vencer las maniobras de nuestros enemigos; somos lo
suficientemente enérgicos, entusiastas, inteligentes y trabajadores para crear,
y tenemos el más firme propósito de llegar a la meta que nos hemos trazado.
En
nuestras manos está, no importan los pocos vacilantes que pueda haber, no
importan los pocos traidores que pueda haber; en nuestras manos está. Nadie tema nada, nadie se acobarde ni se
atemorice, porque en nuestras manos está llevar adelante esta Revolución, en
nuestras manos está aprender cada día más, en nuestras manos está hacer cada
vez mejor las cosas. Que haya errores,
no importa; lo que importa es saberlos superar.
Que haya inexperiencia al principio, no importa; lo que importa es ir
adquiriendo la experiencia sobre la marcha (APLAUSOS). Que haya obstáculos, no importa; nunca hubo
lucha sin obstáculos, nunca hubo ideal sin obstáculos, y mientras más grande es
el ideal y mientras más amplio es el propósito, más obstáculos. Solo los propósitos mediocres carecen de
obstáculos. Nadie emprende tareas
difíciles si es un mediocre; solo los mediocres buscan obtener la meta sin
sacrificio y sin obstáculos.
Alegrémonos
de los obstáculos, porque significa que nuestra meta es grande, que nuestro
ideal es elevado, y mientras más justa esta causa, mientras más noble, más
grandes los obstáculos, porque son obstáculos que vienen de muy atrás, son
obstáculos que tienen siglos, es la unión de los vicios de ayer y los males de
ayer con los males de hoy. Así que lo
que debemos es sentirnos optimistas al pensar que todo está en nuestras manos y
que solo de nosotros depende. En
nuestras manos está, lo que quiere decir que el destino de este pueblo está en
manos del pueblo.
Al
marcharnos de aquí, podemos irnos con la idea que debemos inculcar en el ánimo
de todos nuestros compatriotas, en el ánimo de todos los cubanos. ¡Y llamo cubano al que no se acobarda en esta
hora, al que no traiciona la patria en esta hora, al que no se vende en esta
hora, al que no deserta en esta hora, al que no desalienta a sus compatriotas
en esta hora, al que cree en la patria más que nunca en esta hora! Por tanto, solo dos palabras caben en este
momento: ¡A
luchar y a crear para triunfar, porque el destino está en nuestras manos!
(OVACION).