DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO DE
APERTURA DEL CURSO ESCOLAR, EN CIUDAD LIBERTAD, EL 14 DE SEPTIEMBRE DE 1959.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER
MINISTRO)
Compañeros colegiales:
Yo
sé que es un poco tarde y que ustedes llevan varias horas de pie, por eso voy a
hablar brevemente para decirles algunas cosas que siento en estos momentos.
Hacía
mucho tiempo —y yo quiero que me oigan— que estábamos deseando esta oportunidad,
y de todos los actos y de todos los hechos que hemos vivido desde que iniciamos
esta lucha revolucionaria, ningún momento más feliz para nosotros que este, y
les voy a explicar por qué: Porque este
acto de hoy, esta reunión de ustedes, los niños cubanos, con nosotros, es el
acto más hermoso de esta Revolución, porque quiere decir que ustedes no van a
vivir como nosotros, quiere decir que ustedes no van a sufrir lo que nosotros
sufrimos.
Nosotros
nunca pudimos venir aquí a esta fortaleza, nosotros solo sabíamos que aquí se
albergaban millares de soldados, de hombres armados que eran capaces de los
peores abusos, que eran capaces de las peores injusticias. Nosotros nunca tuvimos este privilegio de ver
lo que era una fortaleza militar.
Nosotros nos preguntábamos para qué servían las fortalezas militares;
nosotros nos preguntábamos por qué había tantos soldados aquí dentro, por qué
había tantas compañías y tantos regimientos, qué significaba todo aquello, qué
fin perseguían esos soldados. Y nosotros,
los que en un tiempo fuimos niños como ustedes, tuvimos oportunidad de conocer
para qué servían aquellos soldados.
En
todos nosotros hay un sentimiento de odio contra la injusticia y contra el
abuso. Nadie está de acuerdo cuando en
la escuela el mayor atropella a los más pequeños; nadie está de acuerdo en la
escuela cuando el más fuerte quiere avasallar al más débil; todo el mundo
desprecia en la escuela al que quiere imponerse por la fuerza abusando de sus
compañeros. Y eso era lo que estaba
ocurriendo en todo el país, que los fuertes, porque tenían las armas en la
mano, vivían abusando del pueblo, que era débil.
Por
eso, cuando un día, hablando del papel que desempeñaban aquellos soldados,
ofrecimos que algún día la fortaleza de Columbia se convertiría en una escuela,
estábamos expresando el deseo más profundo de todos nosotros. No fue fácil tomar esta fortaleza; miles de
compañeros cayeron en el camino; conquistar esta fortaleza costó mucha sangre,
costó muchas batallas y costó muchas vidas.
Al principio parecía imposible:
nosotros éramos un grupo pequeño, esta fortaleza estaba llena de
cañones, llena de tanques, llena de soldados, llena de fusiles; nadie creía que
aquellos que éramos unos pocos podríamos algún día tomar esta inmensa fortaleza
que era el símbolo de la fuerza, que era el símbolo de la dictadura. Sin embargo, tuvimos fe; estamos aquí hoy
reunidos con ustedes porque tuvimos fe.
Hacía falta luchar mucho, hacía falta ganar muchas batallas, pero
nosotros sabíamos que las ganaríamos porque teníamos la razón, porque estábamos
defendiendo una causa justa.
Así
fue como un día las tropas rebeldes entraron en Columbia después de derrotar a
las fuerzas de la dictadura, y aquella promesa, aquella promesa se cumple
hoy. ¿Para qué queremos una fortaleza
aquí rodeando la ciudad? ¿Para qué
queremos fortalezas rodeando la ciudad?
¿Para qué queremos cuarteles, si lo que hace falta son escuelas, si lo
que hace falta son campos deportivos, si lo que hace falta es que todo el mundo
viva sin miedo, para que todo el mundo viva en paz?
Ustedes
tienen hoy lo que nosotros estuvimos deseando siempre, es decir, que esta
fortaleza desapareciera, y no pudimos ver realizado ese sueño, cuando nosotros
éramos jóvenes como ustedes. Muchos
jóvenes que fueron estudiantes, colegiales como ustedes, tuvieron que pagar con
su vida esta conquista, así que la mayor gratitud de los niños tiene que ser
para los compañeros nuestros que murieron en la lucha; la mayor reverencia de
los niños cubanos tiene que ser para los rebeldes que murieron, los
revolucionarios que murieron, para hacer realidad este sueño de tener algún día
convertida en centro escolar la fortaleza militar de Columbia.
Habíamos
pensado hacer una ciudad escolar, pero hemos llegado a la conclusión de que lo
mejor era crear un instituto superior de ciencia y tecnología, lo que quiere
decir un centro para preparar ingenieros, para preparar expertos que conozcan
de fábricas, de ingeniería, de física y de química, que adquieran todos los
conocimientos necesarios para industrializar nuestro país.
Nosotros
tenemos muchas cosas que hacer y, sin embargo, no podemos hacerlas, ¿saben por
qué? Porque no tenemos personas
preparadas para hacer esas cosas. Muchas
cosas nos salen mal, muchas de las cosas que queremos hacer nos salen mal,
¿saben por qué? Porque no tenemos
personas que sepan hacer las cosas bien hechas.
¿Y saben por qué no las tenemos?
Porque nadie se ocupó de prepararlas.
Si muchos niños hoy viven pobremente, si muchos niños andan mal
vestidos, si muchos padres de los niños no tienen apenas con qué llevar el pan
a su casa, la culpa la tienen los que no se preocuparon de preparar a su pueblo
y de trabajar para su pueblo.
Ustedes
los niños están sufriendo las consecuencias de todo el olvido y el abandono en
que ha vivido nuestro pueblo. Pero, sin
embargo, no sufrirán muchas cosas de las que hemos sufrido nosotros, porque
nosotros sí vamos a preparar al pueblo para que las cosas salgan bien.
¿Ustedes
creen que nosotros lo estamos haciendo bien?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Sí!”) Bueno, pues yo
creo que no, yo creo que no porque nosotros no sabemos las cosas que ustedes
van a saber el día de mañana, a nosotros no nos enseñaron nada de lo que
nosotros les vamos a enseñar a ustedes.
Hay
muchos rebeldes que son magníficos muchachos, magníficos soldados, muy
valientes, que aprendieron a ganar batallas, y las ganaron, sin embargo no
pudieron ir a la escuela.
Muchos
rebeldes, muchos barbudos de esos que ustedes tanto admiran, tienen que hacer
ahora lo que ustedes están haciendo, estudiar, porque no tuvieron la suerte de
ir a la escuela, como ustedes tienen esa suerte. Así que ustedes tienen que hacer las cosas el
día de mañana mejor que nosotros, tienen que hacerlas mejor que nosotros. A nosotros nos tocó recibir muchos golpes,
sufrir muchos abusos y pasar mucho trabajo, pero ahora tenemos grandes cosas
que hacer y no podemos hacer todas las cosas que queremos porque no está
preparado el pueblo para eso. Por eso
nos interesamos tanto en que ustedes puedan hacer el día de mañana las cosas
mejor que nosotros.
¿Ustedes
creen que la Revolución se hizo ya?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) No. Y si la Revolución no se ha hecho, ¿quién la
va a hacer? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nosotros!”) Ustedes, ustedes son los que tienen que hacer
la verdadera Revolución. ¿Ustedes
quieren ser buenos revolucionarios?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Sí!”) ¿Y qué es lo
primero que tienen que hacer?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Estudiar!”) ¡Ah!,
estudiar. Entonces, el niño que no
estudia no es un buen revolucionario, porque el niño que no estudie no sabrá
hacer las cosas bien hechas y le pasará lo que nos pasa a nosotros, que vamos a
hacer algo y no nos sale bien; así que el niño que no estudia no es un buen
rebelde, ni es un buen revolucionario, porque si quieren ayudar a la
Revolución, si quieren ayudar a los rebeldes, si quieren ayudar a su patria,
tienen que estudiar, porque el que no sabe hacer las cosas no puede ayudar a
nadie, se equivoca, y aunque las quiera hacer bien, no las puede hacer bien
porque no sabe.
Yo
quiero que los niños jueguen, que tengan campos deportivos, que tengan playas,
que naden, que se diviertan, que hagan excursiones por los campos
(EXCLAMACIONES); sí, pero queremos que también estudien. ¡Pero si estudiar no es malo! (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Y por qué se ponen más contentos cuando hablo
de ir a la playa que cuando hablo de estudiar?
¿Ustedes no han leído la historia, ustedes no han leído la vida de
Maceo, de todas las batallas que ganó Maceo?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Sí!”) ¿Ustedes no han
leído la vida de Martí, de todos los sacrificios que hizo, de lo noble y lo bueno
que era? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿A ustedes no les gusta leer toda aquella
historia de lo que tuvieron que hacer los cubanos para ser independientes? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿y no les
gustaba? ¿No es interesante la
historia? ¿A ustedes no les gustaría
visitar todos los lugares donde combatieron los rebeldes? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿A ustedes no les gustaría visitar la Sierra Maestra? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Para qué?
(EXCLAMACIONES DE:
“Para saber.”) Para saber,
para ver. Bueno, pues se estudia para
eso, para saber. ¿A ustedes no les
gustaría ir a la Ciénaga de Zapata y a la Laguna del Tesoro? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Para qué?
Para ver. Bueno, pero todo eso
está también en los libros: la Sierra
Maestra, la Laguna del Tesoro, el valle de Viñales, las cuevas, los ríos, las
montañas, las bahías, la naturaleza toda; todo eso está en los libros. Si cuando nosotros los llevemos a ustedes al
valle de Viñales ustedes no han estudiado, y si no saben lo que es el valle de
Viñales, no disfrutan. Es igual que si
traemos a un niño que nunca ha oído hablar de la Sierra Maestra y lo llevan
allí, no le interesa porque no sabe lo que pasó allí, ni los que vivieron allí,
ni lo que hicieron los que estaban allí, ni por qué lo hicieron.
Nosotros
—que a veces perdíamos el tiempo— nos encontramos que a veces vamos a un río y
no sabemos qué río es, y es porque se nos ha olvidado, pero se nos debe haber
olvidado porque no lo estudiamos bien.
Pero si ustedes se quieren divertir tienen que estudiar, si ustedes
quieren pasar ratos muy agradables tienen que estudiar porque si no estudian no
comprenden.
¿Ustedes
han oído hablar de la reforma agraria? (EXCLAMACIONES
DE: “¡Sí!”) ¿Ustedes están de acuerdo con la reforma
agraria? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) Bueno, pues si ustedes no saben cómo se
siembra una semilla y por qué crece una semilla y por qué la semilla puede
producir más o menos; si ustedes no estudian la atmósfera, las lluvias, el
agua, las plantas, no pueden entender la reforma agraria; si ustedes no
estudian la aritmética, no pueden entender la reforma agraria tampoco; si
ustedes no estudian gramática y un día tienen una buena idea que proponerle al
Gobierno Revolucionario y no saben cómo escribirla, y nosotros abrimos una
carta que está mal escrita y no le hacemos caso, está mal escrita.
Si
ustedes quieren entender al Gobierno Revolucionario, si quieren entender todas
las cosas de que nosotros hablamos, tienen que estudiar literatura. Así que ustedes tienen que estudiar de todo,
porque cuando hay una asignatura en un libro no es para fastidiarlo a uno, como
creíamos nosotros. Nosotros creíamos que
la botánica y la aritmética eran para fastidiarlo a uno, porque no entendíamos
bien que eso fuera para beneficio de nosotros.
Al niño no hay que obligarlo a estudiar, el niño debe sentir deseos de
estudiar, porque el niño que no estudia no se divierte; porque si él está divirtiéndose
todo el día, el día que tiene vacaciones no se divierte porque para él es
vacaciones todo el tiempo, y entonces cuando llega el fin de curso, que tiene
tres meses para pasear, para ir al campo, para ir a la playa, para montar a
caballo, para conocer los lugares, pues no se divierte.
Imagínense
un muchacho que va al zoológico todos los días del año, pues un día entra al
zoológico y no le llama la atención nada de aquello. El muchacho que quiere estar todos los días
de vacaciones, no se divierte los sábados y los domingos, porque los sábados y
los domingos son iguales que todos los demás días de la semana para él, y las
vacaciones son iguales, y después él no sabe y no puede ayudar a nadie, no
puede ser revolucionario. Así que el que
no estudia no es revolucionario, el que no estudia no es rebelde, porque ese no
nos quiere ayudar a nosotros, porque hay muchas cosas que hacer y para hacerlas
hay que saber.
Si
ustedes estudian, nosotros ayudaremos a que se diviertan en el verano, en las
vacaciones, y les haremos todos los campos de pelota, de basketball, de
volley-ball, todos los deportes que ustedes quieran, les hacemos todos los
campos deportivos que ustedes quieran.
Si ustedes estudian, los llevaremos a la Sierra Maestra. Si ustedes estudian les hacemos todas las playas
que quieran para divertirse en las vacaciones.
Si ustedes estudian, nosotros les daremos todos los libros que ustedes
necesiten.
Y
piensen en esto: Hay
muchos niños en el campo que no han tenido la suerte que ustedes tienen de
poder ir a la escuela; hay muchos niños que todavía no saben el abecedario,
tienen la misma edad que ustedes y sin embargo no saben leer ni escribir.
¿Es
justo que un niño pueda ir a la escuela, que se le pague un maestro que lo
enseñe, que se le den los libros, que se le dé todo, y que no estudie? Eso es muy triste. Es muy triste que haya muchachos que tengan
esa oportunidad y haya muchos guajiritos que todavía no han tenido la
oportunidad de ir a la escuela. Esa es
otra cosa que tenemos que hacer, y lo vamos a lograr gracias a los maestros,
porque tenemos 10 000 maestros que nos van a ayudar a enseñar a 400 000
niños, ¡cuatrocientos mil niños!, que no tenían escuelas.
Quiero
explicarles una cosa:
En 50 años anteriores los gobiernos no habían hecho más que 5 000
escuelas para los niños campesinos y ¿saben cuántas vamos a poner nosotros en
un año? Diez mil (APLAUSOS), para que
todos los niños aprendan a leer y a escribir, y aprendan de agricultura,
aprendan de mecánica, aprendan de electricidad y aprendan de todo lo que
necesitan para el día de mañana ser buenos revolucionarios y ayudar a su
patria, y ayudar a los demás.
Miren,
si no fuera por los esfuerzos que los rebeldes hicieron, si no fuera por la
cantidad de trabajo que pasaron, esos 400 000 niños no tendrían ahora
maestros; si no fuera por los rebeldes que murieron, esos 400 000 niños no
tendrían maestros y ahora el 4 de septiembre se hubiera dado un gran acto aquí
lleno de tanques y cañones, y en vez de niños habría soldados aquí, estaría
esto lleno de soldados y lleno de tanques, y la ciudadanía pasando por la
calle, preocupada de que no le fueran a tirar desde aquí, y que no fueran a
abusar de ella.
¿Cuando
antes ustedes pasaban por la Avenida de Columbia, qué pensaban? ¿Ustedes miraban para aquí adentro? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Por qué?
Porque eran unos abusadores y ustedes creían que podían ser víctimas de
cualquier abuso, y además porque los odiaban, porque eran unos abusadores; y
ahora cuando ustedes pasan por aquí ¿ustedes miran? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Por qué?
Porque esto es de ustedes.
Esto
es de ustedes, porque el ejército es de ustedes; está para defender a los
niños, no para abusar de los niños, ni de los padres de los niños, ni de la
familia de los niños. Y a nuestras
escuelas pueden ir todos los niños, no importa que sean hijos de un soldado de
antes, no importa incluso que sea hijo de cualquier hombre que haya cometido un
delito y haya asesinado, porque los niños no tienen la culpa. Y ustedes tienen que saber que los niños son
inocentes, y que en la escuela cualquier niño, aunque sea hijo de un soldado de
antes, hay que tratarlo como un hermano también, y si ese niño tuvo la mala
suerte de que su padre cometiera crímenes, él no tiene la culpa, él es una
víctima también. En la escuela se tienen
que olvidar esas cosas, porque esos niños son inocentes, y si en sus casas les
hablan mal de la Revolución, ustedes tienen que hablarles bien de la Revolución
y explicarles todas esas cosas, y se los tienen que ganar con cariño, no con
desprecio (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE APROBACION) .
Yo
les explicaba cómo antes la ciudadanía, cuando pasaba por aquí, veía una
fortaleza, y ¿saben lo que van a ver ahora?: Un centro de enseñanza. Cuba es el único país del mundo que ha podido
hacer eso; es el único país de América que ha podido hacer eso: conquistar una
fortaleza militar y convertirla en una escuela, en un centro de enseñanza. ¿Fortalezas, para qué?, si lo que hace falta
son centros de enseñanza.
Cuando
haya que pelear por defender la Revolución, ¿quién la defiende? ¡Todos!
Ahora hay más soldados que antes, porque todos ustedes son soldados de
la Revolución. Ahora en vez de 10 000,
20 000, 30 000, tenemos 6 millones de soldados para la
Revolución, porque la defienden los niños, los viejos, los campesinos, los
obreros, los médicos, los maestros, todos; todo el pueblo es saldado de la
Revolución. Ahora sí es verdad que esta
fortaleza no la toman más nunca (APLAUSOS), porque no es la fortaleza de una
pandilla, es la fortaleza de un pueblo; para volver a convertir esto en
fortaleza tienen que ganarles la guerra a 6 millones de cubanos.
Por
eso ahora nos sentimos seguros, nos sentimos seguros porque todo el pueblo
defiende esta fortaleza, y esta fortaleza la conquistó el pueblo, porque ningún
rebelde tenía fusil. Los rebeldes cuando
empezaron no tenían fusiles, esos fusiles se los tuvieron que quitar a los
soldados de Batista; esas armas las tuvieron que conquistar, eran civiles igual
que todos ustedes. Así que fue el pueblo
el que les ganó la guerra a los militares que estaban defendiendo una causa
injusta.
Eso
se ha logrado, como les decía anteriormente, por todos los que se
sacrificaron. Eso quiere decir que si
ustedes quieren ayudar a los demás, tienen también que estudiar, tienen también
que trabajar, tienen que aprovechar el tiempo en la escuela. A cambio de todo lo que nosotros hemos hecho
por ustedes, a cambio de esta fortaleza que les entregamos y las demás que les
vamos a entregar, a cambio de las playas que vamos a hacer, de los campamentos
para excursiones que vamos a organizar, de todo lo que vamos a hacer para los
niños, una sola cosa queremos nosotros de ustedes y es que ustedes estudien
también.
Nosotros
siempre cumplimos nuestras promesas; yo espero que los niños cumplan la promesa
también de estudiar, con un poquito de trabajo todos los días. Y a los niños que más se destaquen los vamos
a premiar, y los vamos a enviar de vacaciones, y los vamos a llevar a la Sierra
Maestra. Vamos a hacer campamentos,
casas de campaña; pero tienen que subir las lomas, ¡tienen que subirlas! (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) Así que mientras más estudien ustedes, más
cosas van a tener, más se van a divertir y más van a poder ayudar al país. Pero sobre todo acuérdense de esto: El niño que no
estudia no es revolucionario.
Así
que vamos a finalizar este acto (EXCLAMACIONES DE: “¡No, sigue, no te vayas!”)... Yo no me voy.
¿Quién dice que yo me voy? Voy a
seguir trabajando, que es lo que tengo que hacer.
¿Hoy
no es el día que empieza el curso?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Sí!”) ¿Y no van a la escuela? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Cuándo van?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Mañana!”) ¡Temprano todo
el mundo a la escuela...! (EXCLAMACIONES
DE: “¡Sí!”)
(Un niño le entrega algo.) Esto es para la reforma agraria. No olviden que hay que seguir trabajando por
la reforma agraria. ¿A ustedes les
gustan los mangos? ¿Les gustan los
anones? ¿Les gustan los platanitos? ¿Les gustan los helados? (EXCLAMACIONES DE APROBACION.) Pues sin reforma agraria no hay nada de
eso. Ustedes tienen además que ayudar a
la repoblación forestal.
¿Ustedes
quieren que haya muchos mangos, muchos anones y muchas naranjas? Pues ustedes tienen que recoger en sus casas
todas las semillas de esas frutas, guardarlas y mandárselas al Ministerio de
Agricultura para que las siembren.
Ustedes, cuando van a los campos, ¿qué prefieren, que haya mucho sol o
que haya sombra? ¿Ustedes prefieren que
haya muchos árboles? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”), y que
además no tengan más que extender la mano para coger un anón o un mango
(EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”). ¿No es mejor que tener los campos
desolados? ¿Por qué hoy los campos están
pelados? Porque nadie se ocupó de eso,
porque nadie quería la tierra, no se preocupaban de que fuera bonito aquel
lugar, ni de que hubiera sombra, ni de que hubiera árboles. Si ustedes quieren que dentro de pocos años
toda Cuba, todo lo que no esté sembrado de arroz o de caña esté sembrado de
árboles para las excursiones de ustedes.
Recojan
las semillas de las frutas en la casa y las guardan, que si ustedes nos ayudan,
dentro de cinco o seis años tendremos millones y millones de árboles frutales,
producto quizás de las semillitas que algunos de ustedes recogerá en sus
casas. Luego, van a ayudar también a la
repoblación forestal.
Ustedes
le tienen que preguntar al maestro cómo se guardan. Así que los maestros tienen que preguntar al
Ministerio de Agricultura cómo se conservan las distintas semillas, y cómo las
deben enviar; si son, por ejemplo, de Oriente, mejor las mandan a algún lugar
de Oriente, no sea que tengan que dar el viaje a La Habana y después regresar a
Oriente las semillas. Así que ustedes
les tienen que preguntar a los maestros, y en la casa tienen que guardar todas
esas semillas. Ustedes verán que con la
ayuda de la niñez nosotros llenamos de árboles frutales toda la isla, y no
habrá niño que quiera una fruta y no la pueda encontrar.
Ustedes
saben que vamos a hacer también un centro de playa grande para que vayan más de
100 000 niños todos los años, de toda la isla, para que conozcan el mar, y
aprendan a pescar, y disfruten de todas las cosas bonitas que tiene Cuba,
porque ustedes saben que Cuba es el país más hermoso que los ojos humanos vieron
nunca (EXCLAMACIONES DE:
“¡Sí!”). Nosotros tenemos
la suerte de tener el país más bonito del mundo, pero lo que no habíamos tenido
la suerte de que el pueblo pudiera disfrutar de todo eso, y ahora sí vamos a
tener esa suerte.
Así
que tenemos un acuerdo entre ustedes y nosotros: Ustedes van a ayudar a la Revolución
por todos los medios posibles (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”), porque la Revolución está por hacer
y ustedes son los que la tienen que hacer, y para hacerla tienen que
estudiar. Eso es lo que más me interesa;
y voy a estar al tanto de cómo están estudiando los niños en la escuela, y les
vamos a preguntar a todos los maestros cómo está cada escuela, para saber
cuáles son las escuelas que más estudian y las escuelas que menos estudian.
El
año que viene nos volveremos a reunir (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”). Vamos a tener un acto con ustedes todos los
años (Cantan el himno del 26 de Julio.) (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE APROBACION), así
que, ¡a estudiar!
Compañero
Ministro de Educación:
En sus manos ponemos esta fortaleza, y de ella arriamos nuestra
bandera victoriosa para entregarle a la educación la fortaleza conquistada.
Esperamos
que este acto marque el inicio de una nueva era en la educación y que el centro
de alta enseñanza que aquí se establezca llegue a convertirse en el primero de
toda la América.
(OVACION.)