DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO
RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL COLEGIO DE ARQUITECTOS,
EL 16 DE FEBRERO DE 1959.
(VERSION
TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO)
…(SIN
GRABACION)... que han construido para beneficiar a unos pocos privilegiados en
nuestra patria.
Es
por eso que pienso que esta idea que nosotros estamos tratando de llevar
adelante ha de contar con el entusiasmo de todos los arquitectos, o al menos de
la inmensa mayoría de los arquitectos; quizás no tanto del arquitecto que se ha
convertido en constructor de sus propios edificios de apartamentos. Es principalmente una idea que aspira a
contar con el apoyo de los arquitectos jóvenes y de los arquitectos que no
tienen trabajo en este momento.
Me
expresaba así porque realmente en Cuba hay que decir muchas verdades que nunca
se han dicho, porque ocurren en nuestra patria cosas que uno se explica que se
hayan soportado solamente porque nos hemos acostumbrado a todo.
Respecto
a la vivienda, considero que es uno de los problemas a resolver y, además, uno
de los peores campos de explotación que han existido en el país.
En
primer lugar, el campesino no tiene viviendas.
No se puede llamar vivienda el bohío de tierra, de techo de guano, lugar
inhóspito para el ser humano, donde viven allí como seres inferiores, se
enferman; no hay plan de higienización que pueda progresar, no hay plan
económico que pueda progresar en aquellas viviendas de los campesinos donde
residen de 300 000 a 400 000 familias.
El
Estado tiene que resolver el problema de la vivienda de los campesinos; pero
tiene, sobre todo, también la tarea de resolver el problema de la vivienda del
que vive en la ciudad, del que no es campesino.
Y hay veces que quien paga 90 ó 100 pesos por un apartamento de dos
cuartos, situado quizás en un lugar apartado de su trabajo, construido
caprichosamente con el propósito de lucrar, tiene que envidiarle la suerte al
campesino que aunque sea un bohío propio tiene, porque por aquel bohío no tiene
que pagar absolutamente nada a nadie; lo construyó él en la medida de su fuerza
y de sus conocimientos, y no tiene que pagar alquiler.
En
la ciudad pues yo considero que las familias viven explotadas por los
propietarios de los edificios de alquiler.
Yo
no voy a decir por esto que se trate de unos señores despiadados, desalmados,
no tengo que predicar absolutamente el odio contra nadie. El país se ha organizado así desde el
principio, cada cual se ha adaptado a lo que había y, en medio de un egoísmo
general —porque el dinero era lo que podía todo aquí, el dinero servía para
sobornar funcionarios, el dinero servía para que respetaran a las personas, el
dinero servía para que considerasen a las personas, y, en fin, el dinero lo era
todo en este país donde la virtud y la honradez no eran nada—, en medio de ese
egoísmo, se ha desarrollado el país, en la peor anarquía en todos los campos.
Ustedes
en el orden de las construcciones habrán podido observar cómo cada cual ha
construido donde le ha parecido, en la forma en que le ha parecido, con el
sistema que le ha parecido; las calles a veces hay que trazarlas derrumbando
casas que se hicieron atrás, y todo es un completo desorden: puede haber cinco manzanas sin una bodega y
una manzana con cinco bodegas; grandes zonas sin centros escolares, sin zonas
verdes, sin campos deportivos y, sobre todo, todo eso se ha desarrollado bajo
el signo del privilegio.
Cuando
se ha hecho una avenida no ha beneficiado al pueblo. Cuando se hace, por ejemplo, la Quinta
Avenida de Miramar, tan hermosa, con sus flores, con su doble vía, ¿a quién ha
beneficiado? Ha beneficiado a los que
residen en aquella zona, ha beneficiado a los clubes que se habían apoderado de
la parte costera, pero realmente no se podía decir que el pueblo se había
beneficiado.
Las
propiedades adquirieron valores extraordinarios, aumentaron de precio en forma
fabulosa los terrenos, ¿y quiénes fueron los beneficiados? ¿Fueron acaso los inquilinos que cuando se
mudaron allí, porque tenían necesidad de vivir bajo techo, tuvieron que aceptar
las condiciones leoninas del alquiler que le impusieran, porque había más
demanda que oferta de viviendas? ¿Fue
acaso esa familia la que se benefició con las avenidas, o fue el que tenía el
terreno adquirido, o el que obtuvo un préstamo para hacer aquella construcción
y la llevó adelante?
Cada
vez que se ha hecho aquí una avenida sencillamente, en realidad, no ha hecho
más que beneficiar a determinado sector reducidísimo del pueblo, y es por lo
que pienso que la Revolución tiene el deber de resolver ese problema y
resolverlo sin catástrofe, resolverlo sin quitarle de hecho nada a nadie y
resolverlo de una manera inteligente como creo que lo vamos a resolver.
Dicen
que para llegar a Roma hay muchos caminos, y nosotros hemos ideado también
nuestro camino para solucionar este problema (APLAUSOS), problema que vamos a
resolver junto con otros, que vamos a resolver junto con el problema del juego,
que era otra lacra social, otra explotación inmoral, desvergonzada por parte
del Estado, porque ante la realidad de que existía el vicio del juego —vicio
detestable y dañino en todos los órdenes porque el hombre cifra sus esperanzas
de mejorar no en el trabajo sino en el azar, vicio que va no solo contra la
economía sino también contra el carácter del ciudadano—, el Estado, lejos de
adoptar alguna medida para ponerle fin, lo que hacía era fomentarlo y
explotarlo.
El
Estado lo que ha hecho es explotar legalmente el vicio, y se nos planteaba a
nosotros el problema de que había que erradicar el juego.
Eran
fabulosas las cifras de millones que se invertían en el juego, y todo juego era
antes que nada un robo y una explotación, sobre todo, de las clases humildes
del pueblo.
Estábamos
también ante el hecho de que los gobernantes anteriores nos habían dejado una
herencia de 50 años de juego, sumada a la herencia que nos dejó la colonia de
cuatro siglos de juego. Abolir el juego
no era una tarea fácil, por decreto no se podía abolir. Son muy pocas las cosas que se pueden obtener
—y yo estoy por decir que nada bueno se obtiene— por la fuerza y por la
imposición.
Más
de un millón de personas compraban billetes, amén de otro millón que jugaba
bolita, dados, charadas, y hasta quien jugaba en la esquina con la chapa del
automóvil que pasaba por allí primero (RISAS).
Ante
esa realidad, yo sé que en estos momentos de entusiasmo revolucionario era
fácil prohibir el juego con armas de orden psicológico, pero que cuando el país
volviera a su normalidad nos íbamos a encontrar que el juego de nuevo volvería
a aflorar por el hábito, por el desempleo que hay y que tardará algún tiempo en
resolverse, y porque, sobre todo, el juego es una costumbre y las costumbres no
desaparecen de la noche a la mañana.
Reprimir
el juego mediante el esfuerzo de la policía requeriría el trabajo de miles de
agentes. Prohibirlo tajantemente de
manera legal era llevar a muchas personas a la ilegalidad, porque por algo se
llama vicio: vicio
es aquello de lo cual los hombres no pueden sustraerse fácilmente. Fue por eso que ideamos un procedimiento para
convertir el juego en ahorro, lo que llamamos el vicio de jugar en la virtud de
ahorrar, y hacerlo mediante un procedimiento que operase sobre la mentalidad
del ciudadano, de manera de distraerle la mente cada vez más del azar y
llevarla hacia los beneficios palpables, concretos y grandes del ahorro,
mediante el sistema que vamos a instaurar.
Pero
el dinero que se habría de lograr mediante el juego era necesario invertirlo en
algo. No invertirlo en obras de
beneficencia porque hace un bien por un lado y hace un mal por otro, le quita a
un pobre para darle a otro pobre, combate un mal —que el Estado tiene otros
muchos medios de combatirlo— fomentando otro mal.
Así
que había que invertirlo en algo seguro, porque el sistema se iba a basar en
pagar un interés por los bonos, dar un premio que cada vez será menor a medida
que aumente el número de billetes —porque aumentará el número de bonos y el
número de premios no aumentará en la misma medida en que aumente la demanda, y
los bonos van a tener una demanda extraordinaria por las ventajas
extraordinarias que ofrece el plan—, y hay que invertirlo a un interés
determinado para poder pagar un interés a los tenedores de los bonos, pagar los
gastos del instituto y pagar los premios.
Desde luego que la carga de los premios es mayor en la primera etapa —a
medida que aumenta el número de bonos y se mantiene la misma cantidad destinada
a premios es menor la carga— y que algunos se pondrán a sacar números y se
preocuparán un poco porque tal vez no les cuadre bien, amén de que no habrán
podido entender muy bien el plan.
El
pueblo no lo habrá entendido, pero está seguro de que es un plan formidable y
está muy contento todo el mundo, aparte de que no se va a dejar en la calle a
ningún vendedor de billetes, que antes era explotado también porque había un
intermediario que le daba a ganar un centavo o dos, y ahora se le va a entregar
directamente el billete al que lo venda; vamos a abolir también el
intermediario.
Cada
billetero va a ganar —o bonero, que no me oiga la directora del instituto
(RISAS)— un sueldo superior incluso al empleado
corriente, va a empezar ganando de 80 a 100 pesos semanales.
Ahora
ya no serán billeteros, ahora serán corredores de valores del Estado (APLAUSOS)
y estarán realizando una función social útil porque estarán recogiendo dinero
del pueblo para prestarle al pueblo. Y
el que compra bonos no será ya un jugador, será un ahorrador porque, aunque no
quiera, le devolverán el dinero con intereses, aunque no quiera. Si gana su premio se le paga en el acto, no es
como algunos han pensado que el premio se le guarda. No, no; esos son planes viejos, anticuados,
que existen por ahí, porque son planes con afán de lucro. La ventaja que tiene este es que le tiene
prohibido por ley al instituto lucrar un solo centavo, como el departamento de
viviendas tiene prohibido por ley lucrar un solo centavo. Así que las ventajas que se van a ofrecer en
ese sentido son extraordinarias.
Antes
el que compraba los antiguos billetes iba a ver la lista y si ganaba pues
cobraba. Los que ganaban eran muy pocos. Yo hice un cálculo estadístico y descubrí que
para ganarse el “premio gordo” —como le llaman— había que jugar durante 600
años todas las semanas un número de billetes —la verdad es que hay que ser muy
optimista para pensar que se va a ganar un premio—, y haciendo un cálculo
estadístico, ahorrando eso mismo, al cabo de 30 años usted habría ganado el
premio mayor. Así que no era negocio de
ninguna manera.
Esto
hay que explicárselo a la gente, porque el objetivo del instituto por un lado
no es vender mayor número de bonos. No. Si vamos a vender mayor número de bonos es
porque le vamos a hacer una gran campaña a las ventajas que ofrece.
Nosotros
pudiéramos decir: Bueno,
un premio de 150 000. Quizás atraía
más la venta, pero la atraía por el premio, y lo que hay es que combatir la
idea del premio, combatir la idea del juego y resaltar las ventajas de ahorrar,
que no va a ser la simple ventaja de que va a ganar un poco más o va a gastar
más dinero dentro de cinco años. No. Por las ventajas que en otro orden le va a
ofrecer también.
Así
que, en esencia, el plan consiste en recoger todo ese dinero que antes se
recogía para repartirse en botellas, en primas a una serie de señores aquí que
se hacían millonarios con la lotería e invertirlo en algo, y ese algo es en la
construcción de viviendas, que se van a construir con un interés. Ese dinero el instituto va a pagar un interés
del 20% y va a invertir al 50%. Los tres
puntos de diferencia van a servir para pagar el premio y los gastos del
instituto. Si sacan cuentas dejando de
tener en cuenta otros detalles les va a salir mal la cuenta, porque el plan
tiene otros aspectos.
¿Tiene
que esperar cinco años el tenedor de los bonos para cobrarlos? No. Si
hay el sorteo el sábado y el lunes él quiere vender sus bonos, los puede vender
al instituto, y el instituto los puede reintegrar; le da el 40% del valor. Ahora, si lo guarda un año le da el 50%, si
lo guarda dos le da el 60%, si lo guarda tres ya salta en 15 puntos, le da el
75%; si lo guarda cuatro salta al 90%, son 15 puntos más, y si lo guarda cinco
salta 20 puntos, 110% (APLAUSOS).
¿Eso
tiene por objeto qué? Estimular al
individuo a no ser bobo, o sea, a no ir a vender su bono por 40 centavos, y
esperar los cinco años para obtener 60 puntos más.
Ahora
bien: al cabo
de cinco años puede pedir el reintegro del bono más sus intereses. Pero si lo desea conservar, entonces el
instituto le paga el 3% el quinto año y el sexto año, al séptimo año le empieza
a pagar el 4% si lo quiere guardar, pero interés compuesto —o sea que ya su
bono vale un peso diez centavos, por ejemplo, lo que él ha gastado—, y si
quiere tenerlo un año más le pagan interés no por el valor del bono, sino por
el valor del bono más los intereses que ya había devengado en cinco años,
porque al que lo guarda al cabo de cinco años le dan el valor total más un 2%
por cada año. Por eso son un 2% en cada
año, un peso en valores, sería un peso diez centavos. Los próximos dos años si lo guarda ese peso
diez centavos gana un 3%, y si lo guarda, todo lo acumulado, empieza a ganar de
siete años en adelante el 4%; pero lo puede cambiar desde el primer día. Ahora, las ventajas están en guardarlo. Pero estas no son las únicas ventajas, como
yo les voy a demostrar.
Claro
que pueden ocurrir dos cosas:
que todo el mundo el lunes vaya a reintegrar. Bueno, pues entonces el instituto ganaría 12
millones de pesos, y ese no es el fin del instituto. No es el fin de invertir en viviendas que van
a ser de él. No, no quiere dinero, el
instituto no quiere dinero, lo que quiere es invertir lo que se recoge por un
lado; y eso no sería ahorrar, todo el mundo estaría comprando por jugar y
entonces estarían reintegrando.
Desde
luego, ¿en ese caso hay 12 millones? Pues
el instituto ha hecho sus cálculos estadísticos y al cabo de seis o al cabo del
año dice: De
ahora en adelante al que quiera reintegrar le damos el 20% en el primer año, el
30% en el segundo, el 40% en el tercero, el 60% en el cuarto, entonces salta de
20 puntos en 20 puntos y después de los cinco años le da el 120% ó el 125%. ¿Por qué? Porque dispone de 12 millones para invertirlos
en interés, en estimular el ahorro.
Si
le pasa al revés: que
todo el mundo guarde. Bueno, pues
entonces al cabo de cinco años tendría pérdidas si todo el mundo guardara,
aparentemente, les voy a explicar por qué, he ahí las cuentas que ustedes sacan: Bueno, ¿cómo el 3%
va a alcanzar para pagar premios más los gastos del instituto? El instituto tiene 200 000 pesos de
premio semanales y 100 000 de gastos.
Pero
ahora verán. Si el primer año da la
cuenta que nadie va a reintegrar, se presentaría teóricamente el caso —teóricamente—
de que al cabo de cinco años todo el
mundo fuera a reintegrar y de repente el instituto tuviera déficit. Primero, no ocurre nunca que al cabo de cinco
años vayan a reintegrar. Hay muchos que
lo van a guardar, y les voy a explicar por qué, desde luego; pero además no se
va a dar el caso de que haya déficit, porque si aumenta la demanda se aumenta
el número de bonos a 80 000 —porque se empieza con 40 000—, se deja
el mismo número de premios. Ya la carga
es mucho menor y la cubre la inversión al 5%, ¿se dan cuenta? Porque ya se recauda mucho más, se venden
muchos más bonos, pero se paga la misma cantidad de premios.
Vamos
a suponer que no hay demanda, no quieren comprar más que 40 000. Entonces está todo el mundo guardando los
bonos, la gente no está comprando bonos por jugar sino por ahorrar. Entonces disminuye el número de premios: en vez de mil
premios de 100 pones 500, y ya esos 50 000 le permiten cubrir el déficit. Eso aparte de que nadie va a devolver, muchos
no van a devolver al cabo del quinto año, lo van a guardar dos años más y
entonces hay un 2% más de interés que va ganando en dos años más. Luego, después del séptimo año, un 1% de
interés.
Bueno,
pues eso cubre, en el peor de los casos, los gastos del sorteo más los
intereses; o sea, los premios, más los gastos, más el 2% que hay que pagarle. Se cubre perfectamente con el 5%, calculado
de manera matemática.
Pero,
además, el instituto es rico. No importa
un déficit porque el instituto va a empezar con bienes por valor de 60 ó 70
millones, porque La Cabaña está ahí con todos sus millones de metros
cuadrados, terreno valiosísimo, se lo damos al instituto; bienes malversados,
le damos al instituto. El instituto va a
empezar rico, no le importa perder; en eso no hay problemas (APLAUSOS).
Lo
seguro, lo matemático, es que el instituto no va a perder; seguro, lo
matemático, todo bien calculado. Aunque
todo el mundo guardara y fuera a cambiar al cabo de cinco años, puede; porque
el primer año sí, observa con datos estadísticos... Los próximos cuatro años restantes cambia,
disminuye el número de premios, la cantidad; no disminuye el grande, aunque el
objetivo final del instituto es desaparecer el premio. Cuando haya 200 000 bonos vendiéndose,
entonces el instituto dice:
Bueno, pues ya aquí todo el mundo está comprando por ahorrar,
porque aumenta el número de bonos, no aumenta el número de premios, vamos a
rebajar el premio. Y puede llegar un día
a suprimir el premio y hasta a decir: Bueno, el que adquiera estos bonos
cobrará el 4% de interés desde el primer momento, se le reintegrará en todo su
valor inmediatamente, se suprime el premio, porque no les he hablado de las otras
ventajas que son suficientemente alentadoras como para pensar que se acabe el
juego y que suplimos totalmente el juego por el ahorro en Cuba.
Ahora,
otro aspecto: ¿En
qué se va a invertir el dinero acumulado? En construcciones de viviendas, construcciones
que se van a hacer con el mismo celo que cualquier particular. Desde luego, aquí vamos a discutir, porque el
que más y el que menos tiene algo que preguntar, pero vamos a hacer las
construcciones con un departamento de construcciones muy bien organizado. Se va a construir a precio de costo, o sea
que no va a haber ganancias de contratista.
Ya
sé las impugnaciones —me han hecho algunas—: que si el Estado puede construir y que
es un desbarajuste. En el Estado de
antes sí, en el de ahora no (APLAUSOS), porque el Estado de antes llamaba a los
amiguitos y el Estado de ahora llama a los arquitectos, a los que saben de eso
(APLAUSOS). Desde luego que hasta para
eso se pasa algún trabajo, porque yo dije: Llámenme al Colegio de Arquitectos. Me llamaron al Colegio de Arquitectos, se
reunieron algunos arquitectos conmigo, yo no los conocía, nada más sabia que
eran arquitectos, y al otro día veo que un grupo sale en los periódicos
diciendo que si bombines, que si cosas de esas (RISAS Y APLAUSOS).
Yo
no sé absolutamente nada, pero si hay bombines y batistianos la culpa no la
tengo yo, la culpa la tienen ustedes (APLAUSOS). No llamé a fulano ni a mengano ni a zutano,
yo llamé al Colegio de Arquitectos, y ahí salvo mi responsabilidad. Como si el plan de construcciones fracasa la
culpa no la tengo yo, la culpa la tienen ustedes (RISAS). Yo he llamado a los arquitectos; incluso,
cuando vi que había tan pocos allí dije: Yo quiero reunirme con todos los
arquitectos.
Bueno,
son problemas, accidentes de menor cuantía, pero quiero aclararlos porque
quiero que todo el mundo sepa cuál es el procedimiento que usamos nosotros y la
opinión que tenemos sobre estas cuestiones.
Se
hace sumamente difícil hacer las cosas ahora en estos tiempos.
Hace
unos días estaba tratando de localizar una casa de la que tenía información que
estaba construida con un sistema de bloques, de tierra y cemento —no me
llevaron a donde estaba la casa, me llevaron a la casa del dueño—, y el dueño
era un contratista que había hecho obras a no sé quién de otro gobierno. Cuando llego allí, el escándalo: si el señor era
batistiano y tenía negocios (RISAS).
Yo
por instinto pregunté, porque siempre ando desconfiado, y dije: ¿Y este señor? Dicen: ¿Este? Este es esto y esto, me hablaron en esos
términos. Realmente ni eran tan graves
los cargos, o al menos por lo que yo pude apreciar: le había construido a uno de estos
señores, era constructor; tenía un familiar que había sido piloto de los
aviones. Pero la cuestión es que la
gente está desde luego muy exaltada y muy sensibilizada, y uno tiene que
tenerlo muy en cuenta, porque por algo nosotros hemos sembrado en el pueblo ese
instinto moral, esa preocupación y esa vigilancia revolucionaria. Pero se hace difícil, porque si usted tiene
que buscar una persona que sepa hacer las cosas y no es un revolucionario
porque no lo conocen, pero es la capacidad necesaria, no lo puede poner porque
dicen que es un bombín; si pone al revolucionario y no sabe hacerlo, fracasa y
no va adelante el plan. Y encontrar
las personas que vayan reuniendo las dos cosas no es tarea muy fácil,
¿comprenden? (APLAUSOS.) Se encuentran, pero son muchas las tareas a
desarrollar, y se acaban. Además, uno
hizo una labor muy destacada y le crecieron barbas, pero otro hizo otra labor muy
destacada y no tenía barbas, nadie lo conoció.
Y tiene usted que dar explicaciones a todo el mundo por el camino, y no
es nada fácil.
Y
les advierto que, por mi parte, la verdad es que el trabajo que me han dado
ahora es el peor que me podían haber dado nunca. Los demás me los busqué yo, este me lo
buscaron a mí (RISAS). Así que estoy
haciendo algo para lo que no aspiré y muy consciente de lo difícil que es.
Todo
será sometido a discusión, porque si uno camina para la izquierda se discute y
si va para la derecha se discute también; unos que eran partidarios de que
fuera por aquí y otros de que fuera por allá, y es sumamente difícil la tarea. Pero sobre todo cuando pasan estas cosas, en
lo que menos usted se imagina ya hay veinte que protestaron porque llegó un
señor allí y yo lo que creo es que las cosas hay que resolverlas en el seno de
las instituciones y no exponer a uno a que le pasen esas cosas.
No
discuto si es verdad o no es verdad, no estoy informado. Yo no debo hacer afirmaciones, ni afirmando
ni negando, porque no sé. Yo estaba en
la Sierra Maestra y a veces allí no llegaban periódicos; además, los periódicos
no publicaban nada porque había censura.
Tenía poca oportunidad de enterarme de aquí quién habló en un discurso a
favor de quién o en contra de quién, y esas cosas, señores, no hay quién las
sepa.
Ahora,
creo que es deber de todos ir depurando responsabilidades en cada caso para
evitar estas confusiones, pero al fin y al cabo pienso que sea cuestión de
tiempo y que cada vez nos conoceremos mejor.
Y habrá hasta incluso muchos que parecen muy buenos que en
definitiva no lo sean, porque no me he imaginado que estemos rodeados en todas
partes de mirlos blancos; y habrá más que uno u otro sepulcro blanqueado por
ahí, disfrazado de magnífico revolucionario (RISAS).
Espero
que podamos lograr, a medida que transcurran los días y todo vaya entrando en
la normalidad, que las funciones, los trabajos, las actividades marchen mucho
más rápidamente y cada cual se dedique a lo suyo.
Pero
yo decía que buscábamos a los arquitectos para organizar ese departamento, para
construir al más bajo costo posible y con la mejor calidad posible. Con un departamento de construcción de
edificios bien organizado, si tiene la ventaja de que puede comprar en masa, si
tiene la ventaja de que puede organizar en grande, si tiene la ventaja de que
puede adquirir equipos sin impuestos; si, además, no hay lucro, cada cual
recibe su sueldo y buen sueldo, yo no voy a invitarlos a una fórmula más o
menos de 10 años. Soy partidario de
menos años, porque en muchos años es más lo que se paga de intereses, y si lo
hacemos barato lo que tenemos que procurar es que se paguen plazos módicos; yo
digo que lo que hoy se paga de alquiler, ni más ni menos, y quizás menos, y en
10 años es dueño del edificio, amortiza el capital y los intereses al 5%.
Ese
es el plan. Pero hay algunas ventajas
más, y por eso yo decía que adquirir los bonos es lo formidable para todo el
que aspire a tener su casa. Y les voy a
explicar por qué. El interés del 5%
hasta puede parecer alto —no lo es, por ahí se cobra más, desde luego—, pero
hay un procedimiento para que el interés sea menor. Desde luego, cuesta menos capital invertido
porque la compañía construye sin lucro, construye en masa; además, construye
más barato, y, por lo pronto, es menos capital y menos intereses lo que tiene
que pagar; pero tiene un procedimiento mediante el cual ahorre intereses.
Por
ejemplo, una persona que piensa acogerse a ese plan, dentro de año y medio o
dos años estarán terminados los primeros edificios, si empieza a adquirir bonos
desde ahora, ya está ganando el 2%, ya le lleva una ventaja; todavía no está
pagando su 5% y ya desde ahora está cobrando su 2%. Además, en el tiempo que está pagando el 5%
por el capital, está ganando el 2%. Cuando
llega a cinco años, empieza a ganar el 3%, ya nada más está pagando el 2% de
capital. Si llega a siete ya está
ganando 4%. Pero el negocio de él es
decir: Bueno, ya cumplieron cinco años
estos bonos, estos bonos me están ganando a mí el 3% entre los cinco y los
siete años, pero yo estoy pagando por este capital el 5%, ese no es mi negocio. Va al instituto y dice: Óigame, mire, yo quiero terminar de
amortizar un año o dos, o terminar de amortizar esta casa, porque aquí me están
pagando el 3% y aquí estoy pagando el 5%, no me conviene. Y amortiza con lo que haya guardado en
esos años, cuando le falten tres o cuatro termina de amortizar la casa. No paga intereses en ese tiempo y ha
invertido un dinero al que sí le ha estado ganando. O sea, que ha invertido dinero, ha estado
ganando y cuando llega al cabo del quinto año no paga intereses por cinco años,
porque aquel capital invertido al que le ganó el 2% lo va a invertir para pagar
el que le prestaron; ventajas extraordinarias donde puede ser —tendría que
ponerme a calcular— que le costara a uno que pensara bien las cosas menos del
2% del capital que le prestan o el 1,5%, y no tendría que pagar las comisiones
de las construcciones.
Y,
además, le construyen la casa comoquiera.
Si es un edificio de apartamentos, no será un apartamento como esos,
donde le ponen el servicio sanitario entre el comedor y la cocina, porque lo
hacen porque no hay espacio, para meter más apartamentos de los que caben,
etcétera, etcétera, porque hasta ahora es el lucro lo que ha dirigido las
construcciones. Se construyen
dondequiera, comoquiera; no les entra luz, la luz entra para uno solo, al de 120,
y no le entra luz al de 40 o al de 50. Ese
es el problema (RISAS Y APLAUSOS). Además,
no tiene vías de comunicación, se lo construyen lejísimo de donde trabaja.
¿Qué
pasa actualmente con las construcciones? Vamos a decirlo como es en muchos casos. Los bancos, ¿a quién le prestan? A mí nunca me hubieran prestado un centavo,
porque no tenía ningún central, ningún edificio ni nada. Naturalmente, el banco le presta al que tiene
un central, al que tiene un edificio grande; o sea, le presta al que tiene
dinero.
El
dinero que se presta para construir, el que recibe el dinero lo invierte. Entonces el inquilino paga. Además, al invertirlo, se lo da a una
compañía. La compañía gana en la
construcción el 10%, el 15% o el 20%; es su negocio en la contratación. O sea, ahorra para ganar más: pone un ladrillo
menos, un poquito menos de cemento, un poco más de arena, lo que sea para ganar. Entonces gana. El inquilino paga el interés, la comisión de
la compañía constructora, el capital —que lo está pagando durante 10 o durante
15 años—; no le queda nada. Pagó el
edificio más caro, pagó un interés que puede ser del 6% o del 7% —él no tuvo
que ver nada con eso—, pagó la construcción y amortizó el capital, pero lo
amortizó para aquel a quien le prestaron el dinero, amortizó para otro. Bueno, si él es el que amortiza el capital y
paga los intereses y paga todo, ¿por qué no lo amortiza para él? ¿No sería lo justo? Amortiza el capital para otro. Y creo que esa es una explotación inicua aquí
y en cualquier parte del mundo, señores (APLAUSOS).
Ahora,
¿quién presta? No presta el banco. El banco recoge el dinero de los clientes y
lo presta: el
que guarda 100 pesos, 200 pesos. Ese es
el sistema, en eso se basa el funcionamiento de los bancos —creo que aquí hay
algunos banqueros porque vienen a apoyar el instituto, dicho sea de paso—, y la
realidad es que recogen el dinero y lo prestan, pagan un interés e incluso
pagan interés al que lo invierte, lo invierten a un interés mayor.
¿Aquí
quién presta? El pueblo. ¿A quién le presta? Al pueblo.
El
que adquiere bonos, en vez de billetes, invierte su dinero y se lo presta al
que alquila su apartamento, que no es el rico, que es el pobre también.
Ahora
bien: puede
darse el caso de que se preste a sí mismo, porque si es tenedor de bonos y
además se muda para una de esas casas, él se prestó él mismo y lo único que le
descontaron fueron los gastos. ¿De
premio al principio? Sí, cuando hay
40 000 bonos, 200 000 de premios es un gasto; pero cuando haya 150 000
bonos, ó 200 000, ó 300 000 bonos, los 200 000 no son
nada ya. Así que las ventajas que se
ofrecen son extraordinarias.
Además,
¿cómo se van a construir esas viviendas? ¡Ah, no!: en una ciudad nueva.
Esta
es la ciudad de los privilegios, construida en medio de la anarquía, con todos
los inconvenientes, no tiene nada de racional.
Aquí no hay una calle que tenga lógica:
una la hicieron los españoles en el año 700 y otra la hizo un bodeguero
en el año 800 y otra la hizo un malversador en el año mil novecientos y tantos,
¿comprenden? No hay una sola calle que
tenga lógica aquí. Nada tiene lógica
dentro de esta ciudad.
Ya
estaban en el lado de allá haciéndola igual que esta, ya habían adquirido
terrenos antes de hacer las vías, ya tenían las playas tomadas, ya estaban
haciendo repartos. ¿Para qué? ¡Ah!, para que el metro de terreno a dos pesos
se pusiera a 40 y para que después ahí una compañía constructora invirtiera con
un dinero que le prestaron a fulano para que el infeliz inquilino tuviera que
pagar 120 ó 130 pesos y seguir el relajo, ¡el relajo! (APLAUSOS.)
Pero
por suerte hemos llegado a tiempo y hemos agarrado aquella ciudad todavía con
algunas calles, algunos alumbrados y demás.
Y digo desde ahora que se despidan de todos esos planes de construcción
allí, porque eso será sencillamente expropiado por el Estado (APLAUSOS).
Lo
sentimos mucho, pero nosotros tenemos deberes muy grandes con el pueblo, y
seríamos traidores a la Revolución si no apartásemos a nuestro pueblo de esos
caminos.
Allí,
como no hay nada construido, podrá trazarse científicamente una ciudad con sus
centros escolares, sus establecimientos comerciales, distribuidos de una manera
racional los locales para los establecimientos de acuerdo con el número de
familias, sus parques, sus paseos; en los edificios, sus locales para los
muchachos, sus patios para los muchachos, porque uno se muda a un apartamento
de dos cuartos y le cobran 80 pesos y tiene tres hijos, no hay un parque por
todos los alrededores, no tiene criada de mano y tiene que dejar los muchachos
encerrados allí cuando se va a trabajar, prisioneros los muchachos; no tienen
dónde ir sin peligro de que los arrollen o los maten.
Pues
cada edificio tiene que tener para los niños un local donde puedan estar, y
debe haber parque y debe haber patio, y tiene que tener todo, y campo deportivo
y la ciudad trazada ya con alguna racionalidad:
hacia dónde va a crecer, qué calles va a tener, para no tener que
derrumbar un edificio después para hacer una avenida. Hay que hacer desde ahora las avenidas.
Esa
ciudad será completamente distinta, y será del pueblo. Amortizarán los edificios los que vivan allí
para ellos, y estará trazada sobre bases absolutamente distintas de las de
ahora y algunas innovaciones más que en su oportunidad vamos a introducir.
Pero,
¿qué vamos a hacer? ¿Un plan minúsculo? ¿Un intento de construir cuatro casitas? ¿Un FHA o como se llame el instituto ese de
basura? (RISAS Y APLAUSOS.) Como todo lo que hizo Batista, porque Batista
no podía hacer nada bueno, señores (APLAUSOS).
Cosas minúsculas que cuando usted ha pagado 116 pesos ha amortizado
treinta y tantos de capital y setenta y tantos de intereses, señores (APLAUSOS). Díganme si eso no es un atraco. Además, construidas las casas a un costo a lo
mejor del doble de las que vamos a construir, y esperando tanto tiempo. ¡No! Aquí
hasta que está terminado el edificio no se le cobra nada a nadie; desde el
momento en que se muda allí empieza a pagar, ya está mudado hasta con muebles y
todo si quiere, y sin más requisito que el ser una persona seria, honrada, que
tenga un trabajo. ¿Investigación? Sí, pero no hacen falta diez años de
investigaciones ni nada; elementales requisitos. Eso estará en los reglamentos.
Ahora,
¿qué? ¿Vamos a construir diez casitas? ¡No! Vamos
a invertir este primer año 100 millones de pesos en construcciones en La Habana
y en el interior, 50 en la capital y 50 en el interior (APLAUSOS). Pensamos invertir 1 000 millones en
cinco años (APLAUSOS).
¿Se
arruina el capitalista? ¡No, qué va! Tiene su gran oportunidad y le quitamos
muchos dolores de cabeza. Que nos preste
a nosotros, al instituto, y le pagamos sus intereses. ¡Ah!, lo que no tienen que prestarle a otro
para que ese otro construya y ese otro después amortice el edificio para él. No, señor.
Que nos preste a nosotros, que todo lo que nos preste a menos del 5% lo
aceptamos y lo invertimos; porque como nosotros no lucramos, lo invertimos
también al 5%.
Que
nos presten, y, además, como tenemos un extraordinario capital para empezar,
somos más ricos que nadie, pues tendrán que prestar garantizado todo y a un
interés justo.
Así
que hasta los que tienen dinero tienen oportunidad de invertirlo y ganar, pero
vamos a enderezar las cosas y vamos a ponerle fin a la explotación. Que nos hagan el favor de prestarnos y les
hacemos el favor de pagarles un interés, pero que no nos hundan con el sistema
establecido, señores, porque hay que enderezar esto; esto hay que enderezarlo
de alguna manera, con la buena voluntad de todos. Y creo que si no lo enderezamos ahora nunca
más lo arreglamos nosotros, porque si esto se sigue torciendo es terrible
(APLAUSOS).
Entonces
vamos a empezar construyendo 100 edificios enseguida, allí a lo largo de un malecón;
pero ya los edificios de alante tendrán una altura, porque los que saben de eso
dirán cómo deben ser los de a’lante, los de más atrás de aquello. No es que a uno le construyan una casita
chiquitica atrás y le pongan un edificio grande delante, señores (RISAS). Y eso es lo que pasa, porque el que
compró el terreno delante hace lo que le dé la gana con él, y el que compró más
para atrás se fastidió.
¡Ah!,
¿que viene un señor y quiere que le hagan una casa a su gusto de 40 000
pesos? Muy bien: se la hacemos a su gusto, de 40 000
pesos, en un reparto para casas de ese tipo, y entonces le decimos: Bueno, a usted le vamos a dar también las
mismas ventajas que a todos los demás, no le vamos a lucrar y va a pagarla en
10 años. Porque ese señor tiene 800 de
entrada y puede pagar 200 mensuales y hacerse una casa de 20 000 o de
25 000, magnífico, al gusto.
¿Que
la quiere en la playa? Se la hacemos en
la playa. ¿Que después que construyó una
en la ciudad quiere una de recreo? Se la
hacemos también. Mientras más quiera que
le hagamos, mejor.
Ahora,
¿quiénes se van a beneficiar de inmediato? Bueno, pues se va a acabar el juego por un
lado, el que juega va a ahorrar, al que antes lo explotaban con el alquiler y
lo obligaban a amortizar un edificio que no era para él va a ser de él, se les
va a empezar a dar trabajo a decenas y decenas de miles de obreros; pero si
nosotros empleamos directamente 30 000 ó 40 000 ó 50 000, hay
que contar los que se van a emplear en las fábricas de cemento, de ladrillos,
de cabillas, etcétera, etcétera.
Pero,
además, no es eso. El que empezó a
trabajar y ganó dinero y compró y consumió, sobre todo si son artículos del
país, ha producido un aumento de la demanda de trabajo en todas las industrias;
porque si antes no vendía la fábrica tal zapato ahora va a vender zapatos y va
a haber zapateros trabajando. Y es
incalculable el dinero que vamos a invertir, porque en las construcciones hoy
casi todo es nacional.
Me
ha explicado el ingeniero Ray el porcentaje que se va para el exterior y que va
a haber demanda de cemento. Pues hay que
ponerse inmediatamente a trabajar, a poner otra fábrica más de cemento o a
aumentar la producción de las existentes para no tener que importar cemento, y
aumentar la producción de hierro, o tratar de poner aquí y fabricar las
cabillas directamente y mejorar los objetos sanitarios, los muebles y todo lo
que traemos de afuera, para darle trabajo aquí al pueblo (APLAUSOS).
Así
que de inmediato los beneficios van a ser incalculables.
Forma
parte de un programa. Si pensamos
invertir 1 000 en viviendas, es porque estamos pensando en invertir
2 000 millones en industrias, y estamos pensando hacer eso de acuerdo con
el sistema de protección a la industria nacional, la propaganda del consumo de
artículos del país, la reforma agraria (APLAUSOS), y en condiciones extraordinariamente
ventajosas, porque todas las clases del país se están adaptando a la
Revolución, siguiendo, desde luego, una ley biológica de que el que no se
adapta desaparece (RISAS). Además,
porque hay un signo nuevo dirigiendo, un signo nuevo que es lo que está
orientando, una consigna nueva, una divisa nueva, una mentalidad nueva: ya no va a ser el
dinero el Todopoderoso aquí, va a ser la virtud y va a ser la honradez y va a
ser el trabajo (APLAUSOS).
Entonces
se les puede preguntar a las personas que ganen unas cantidades fabulosas de
dinero: ¿Un
millón de pesos para qué? ¿No les
alcanza con cien mil? Pero miren, los
100 000 no van a tener cómo gastarlos, porque no hay quien gaste 10 000
pesos al mes, no hay quien se pueda comer más de tres filetes al día (RISAS),
no hay quien se pueda poner más de un traje al día, ni hay quien pueda montar
en más de un automóvil al mismo tiempo ni dormir en más de una cama al mismo
tiempo (RISAS). Y yo les digo que el que
gana 100 000 se compra tres automóviles todos los meses si quiere y va dos
veces a París a pasear y le queda dinero; y come él todo lo que pueda comer y
toda su familia, y puede dar propina y pagar el doble y le queda dinero, y se
puede hacer dos casas, tres casas todos los años. ¿Para qué más dinero? Lo que tenemos es que tratar de que los que
ganen mucho ganen menos y que todo el mundo gane más.
Es
lo que yo digo: nosotros
podemos organizar de tal manera la nación que el cubano más humilde viva mejor
que un rey de Europa en el siglo XV, porque el rey de Europa en el siglo XV no
tenía ni televisor ni radio (RISAS Y APLAUSOS).
Hoy
un cubano humilde puede tener en su casa la orquesta filarmónica de Londres o
de Nueva York, porque tiene un tocadiscos allí, tiene la comida en conserva,
refrigerador, teléfono, todas las comunicaciones, medicinas, higiene. Yo digo que en aquellos tiempos los reyes se
morían hasta de piojos (RISAS) —creo que hay el caso de un rey que murió de
algo parecido—, y hoy tiene el hombre todas las ventajas que ha puesto el
hombre, los sabios, los inteligentes, los que han producido para la humanidad,
que han puesto al mundo en condiciones —de tal forma ha progresado en el orden
técnico—, que si lo organizamos un poquito justamente en lo social, puede tener
hoy el más humilde lo que no tenía un rey.
O sea que ascendemos a rey al más humilde de todos. Y les aseguro que el rey en aquella
época era un egoísta que no quería que nadie le quitara ni un poquito de las
ventajas que tenía. Y hoy ya nosotros
queremos poner al más humilde de los cubanos mejor que un rey, y podemos decir: Vive como un rey. Vive mejor que un rey —es lo que vamos a
decir.
Se
trata, señores, de que cuando le pongamos fin aquí a una serie de cosas...
Otro
problema insólito: cualquiera
de ustedes habrá tenido el problemita de comprarse un automóvil —el que más y
el que menos—, o el deseo, o lo compró alguna vez. Si lo compró a plazos, a lo mejor se encontró
con que por el automóvil que valía 2 000, tuvo que pagar 3 000 y
tantos. Y, además, que hasta el último
mes le estuvieron cobrando todo el dinero del capital que le prestaron al
principio, aunque ya hubiera pagado casi todo.
Interés de usureros es el que le cobran.
Entonces, lo insólito:
el rico, el que tiene mucho, lo compra al contado y le cuesta la
mitad; el pobre, el que tiene poco, tiene que pagar el doble. ¡Absurdo!
(APLAUSOS.)
Con
los muebles. Yo, por ejemplo, fui
inquilino con muebles comprados a plazos, y la verdad es que cuando no le
quitaban la luz, le quitaban el teléfono, le querían quitar los muebles a
cualquiera que compraba a plazos, que tenía necesidad de comprar y no tenía
dinero. Calculen cualquiera que compre y
lo dejen cesante.
Lo
mismo, el rico lo compra al contado y le cuesta la mitad; el pobre lo compra a
plazos y le cuesta el doble, y así.
¿Por
qué el Estado no puede organizar instituciones que presten? Porque a uno cuando le venden a plazos,
averiguan si puede pagar. Bueno, ¿por
qué el Instituto de Ahorro...? Porque la
ley dice que podrá hacer otras inversiones de utilidad nacional.
Que
preste al 5% al año, en vez de la barbaridad esa que cobran. Después que tenga un departamento especial,
todo el que quiera comprar un automóvil, que vaya al instituto; que dé el
dinero de contado y cobre el 5%, que a lo mejor lo puede pagar hasta en bonos
si quiere, porque el instituto acepta bonos también, ¿comprenden? (RISAS.) Y se acaba eso.
Ya
sé que a lo mejor arman una manifestación los empleados que trabajan en la cosa
de quitar los muebles (RISAS Y APLAUSOS).
Si es así lo siento, porque a esa manifestación no le hacemos caso,
tengan la seguridad.
Trataremos
de asimilar. Yo les voy a decir: “Bueno, ¿ustedes quieren
trabajar? Vayan al instituto.” Les van a pagar lo mismo que les pagan, pero
van a estar al servicio del pueblo, señores.
Además, aquí con la demanda de trabajo que va a haber, no va a haber
problemas sociales de ninguna clase, pero es incuestionable que hay que acabar
con eso y hay que decirles a las casas de empeño que se acabó el interés
usurero: o
prestan como tienen que prestar, y vigiladas por la ley y controladas, o el
Estado también pone las casas de empeño aquí.
¡Se acabó! (APLAUSOS.)
Claro,
yo creo que el que más y el que menos, de estudiante, tuvo que empeñar algo. Pero es insólita la explotación de que se
hace objeto al pueblo en las casas de pignoración. Pues se ajustan, o buscan otro negocio. ¡Industrias, señores! Que se acabe ya esa inversión de hipotecas,
de apartamentos. Eso es un dinero
muerto, es una inversión parasitaria. Lo
que hay que hacer es invertir en industrias para crear mercancías, para crear
riquezas (APLAUSOS).
A
la industria estamos dispuestos a darle toda clase de protección con una sola
condición: salarios
altos (APLAUSOS). Y lo van a poder
hacer, porque cuando aumente la capacidad adquisitiva del pueblo, podrán vender
cuatro veces más.
Yo
les voy a poner un ejemplo:
una finca de un batistiano —senador—, la ocupamos; 180 caballerías,
a producir arroz. Buscamos 300 familias,
de los familiares de los que trabajaban allí.
Pues ahora es una cooperativa de producción agrícola, y en esa
cooperativa, cada familia, además de que ahora van a tener escuelas, que van a
dedicar parte a casas, al mejoramiento de todo aquello, familias que tenían una
entrada de 150 ó 200 pesos al año, van a tener una entrada de 180 a 200 pesos
al mes. O sea que van a ganar doce veces
más.
Pues
las fábricas de Coca-Cola, y de zapatos, y de Cawi, de Pepsi-Cola y de todo
eso, venderán cinco veces más, seis veces más, en la misma medida en que
aumentemos la capacidad de producción.
Lo
mismo que el problema de vender caro le hace un daño tremendo a la economía. Cuando una Coca-Cola se vende a 15 centavos,
el individuo compra una sola. Si se
vende a medio, en cualquier lugar... Por
eso yo digo que en las playas vamos a organizar restaurantes administrados allí
por instituciones como, por ejemplo, los gastronómicos, durante los meses de
verano. ¿Por qué si usted va a ir a la
playa le van a cobrar tres veces más? ¡Ah!,
¿porque son unos meses nada más? Bueno,
pues no puede ser un negocio entonces de ese tipo, de inversión privada. Que se le pague bien al que trabaja allí, pero
que se le cobre lo más barato posible al que va a la playa; porque si compra
una Coca-Cola, es un obrero que produce una Coca-Cola, una botella y una onza
de azúcar. Si compra tres, son tres
Coca-Colas, tres onzas de azúcar, tres botellas: hay que trabajar tres veces más, señor. En consecuencia, más trabajo en la industria.
Por
eso aquí todo está empantanado, aquí todo está atascado, y cada vez es peor. De ahí el giro que hay que darle al país si
queremos salvarlo. Y si no lo salvamos,
ya saben lo que nos espera:
tenemos aquí a Batista, a Ventura, a toda esa gente otra vez
gobernando. Y eso sí es una cosa...
¡A
invertir en industrias porque la era de las inversiones en apartamentos y de
las inversiones en tierra se acabó, ¡se acabó!
Es la era de la industria, porque es lo que conviene a la economía del
país; y lo demás hay que reestructurarlo, y que los que tienen intereses allá,
vengan a hacer industrias y a adaptarse.
Hay que adaptarse, porque el que no se adapta desaparece. Esa es una ley biológica.
Y
la Revolución es tan poderosa en estos momentos, ¡tan poderosa!, y tiene tal
respaldo de pueblo —de pueblo justo, que quiere ordenar las cosas justamente—,
que no hay quien la derrote:
ni intereses internos, ni intereses extraños. ¡Eso es una verdad! (APLAUSOS.)
Aquí
hay espacio suficiente para que todo el mundo viva en paz, para que todo el
mundo tenga lo necesario y de sobra, sin temores de ninguna clase.
El
país puede alcanzar un estándar de vida tan alto, que yo calculo que dentro de
unos cuantos años el estándar de vida en Cuba, si los planes siguen adelante y
si no nos ponen zancadillas, va a ser más alto que en Estados Unidos y que en
Rusia (APLAUSOS), y les voy a decir por qué: porque en esos países se invierte un
enorme porcentaje de la energía y del esfuerzo humano en producir bombas
atómicas, aviones, barcos de guerra y armas.
Y aquí nosotros, nada. ¡Riquezas
para la nación! (APLAUSOS.)
Nosotros
no tenemos que ponernos a construir armas, porque con unos cuantos fusiles
viejos sabemos defendernos bien aquí (APLAUSOS).
Una
isla que no tiene fronteras, una isla que no tiene problemas religiosos, una
isla en que los problemas raciales son menos graves que en muchos otros
lugares, y se pueden ir resolviendo y se deben resolver, debe ser el paraíso
terrenal —que decían que se había desaparecido, y puede ser que lo encontremos
aquí otra vez—, porque tiene todas las ventajas. Y aquí pueden vivir no seis millones: aquí pueden vivir
30 millones, señores.
Cuando
se organice bien el país, podrá tecnificarse todo. Porque, claro, cuando se haga la reforma
agraria, entonces faltarán brazos en la industria azucarera, y se podrá poner
un central de botones si quiere, de esos en que se aprieta un botón, porque
entonces habrá demanda de brazos. Y cuando
podamos producir barato, pues entonces sacamos 10 millones de toneladas y
competimos con el que quiera competir con nosotros y se acabó (APLAUSOS).
Y
no se van a aprovechar otros países de los problemas que tenemos de orden
social, para arruinarnos y quitarnos el mercado y quitárnoslo todo, porque
entonces sí que andamos mal.
La
cuestión es hacer un plan racional. Si
tenemos ventajas que no tiene ningún país del mundo, no tenemos problema con
nadie, además, no les tenemos miedo a los problemas de nadie. Y como el miedo lo que produce es todo ese
armamentismo y toda esa fabricadera de armas, nosotros, como no tenemos miedo,
no hacemos nada de eso; por lo tanto, nos podemos dedicar a organizar a Cuba
sobre bases tan justas que elevemos extraordinariamente, cinco veces más, el
estándar de vida; que haya más satisfacción.
Y
hay que ver las ventajas de un poco de justicia. Hay que ir a las playas ahora: se las encuentran
llenas. Era invierno, un domingo de
invierno ayer, y ayer, por ejemplo, estaba Guanabo repleto.
Yo
andaba buscando playas de acuerdo con los planes que tenemos, porque es otro
fenómeno que me encontré:
todas se las habían cogido.
Dejaron al pueblo sin salida al mar (APLAUSOS). Entonces fui y me reuní con los médicos que
tienen allí su club, me reuní con los bancarios, con todos, pidiéndoles que nos
ayudaran, hablándoles —porque
era justo— a los propietarios de allí. Porque
no se trata de imponer una ley a la fuerza, porque se puede imponer, sino de
persuadir, que es una necesidad, para que haya el menor número de
resentimientos, para que todos nos ayuden.
A
cambio de eso podemos darles otras ventajas.
Eso
puede ser una zona turística. Los dos
kilómetros que están entre Boca Ciega y Santa María del Mar, que sean playa y allí
se hagan casetas para el pueblo, pero construidas tan bonitas como estas —porque
no porque sean del pueblo tienen que ser una basura (APLAUSOS). Las hacemos.
Ahí está el Ministro de Obras Públicas... (SALTO EN LA GRABACION)... formidable, y tiene ideas muy geniales sobre
construcciones.
Y
allí estarán también los restaurantes, funcionarán. Aquí lo público parece malo, inmoral. La palabra público asusta. No señor, lo público de ahora en adelante va
a ser lo más decente, lo más fino, lo mejor organizado.
Y
en las zonas donde hay residencias, pues institutos, hoteles de turismo.
Hay
cuatro kilómetros de playa ahí fantástica en La Habana. Eso es un privilegio, tener cuatro kilómetros
ahí al lado de nosotros, en una ciudad calurosa como esta. ¿Cómo nos los van a quitar?
Entonces,
vamos a ajustar los intereses y que las playas sean libres. Y ya los intereses establecidos pues que
aíslen el barrio de alguna manera. Todos
coincidir, porque es perfectamente posible hacer coincidir los intereses. Desde luego que para nosotros lo que es muy
difícil... (SALTO EN LA GRABACION)... 15 000 ó 20 000 ó 25 000. ¡Una cosa terrible! Y cuando por un lado está beneficiando a
uno, se lo encuentra más para a’lante que lo está perjudicando, porque todo
está mal organizado.
Ese
problema de las playas es terrible. Le
dejaron al pueblo nada más el diente de perro y los pantanos (APLAUSOS).
Le
vamos a dar a tiempo instrucciones a la Marina de Guerra de que vaya
inmediatamente y ocupe las playas que no estén ocupadas, para que no se las
cojan también (RISAS). Y entonces,
arreglar lo de las otras, no imponer una ley.
Vamos a ir haciendo un trabajo de persuasión, ir organizando de una
manera en que todas las playas queden libres.
No
voy a decir los clubes ya que están hechos, aquellos que es imposible de hecho
liberarlos, no hace falta; pero sí las playas libres, las extensiones grandes
de arena, organizarlas de manera que todos quepamos allí bien. En cuatro kilómetros cabe La Habana entera
(RISAS), y en menos.
Y
sin perjudicar propiamente. Claro, si
hay un señor que quiera tener unos 100 metros de playa para él solo y su
familia, no puede ser de ninguna manera.
Pero si lo que quiere es aislamiento —que las calles vayan por aquí
porque los niños juegan allí—, muy bien.
Pero vamos a hacer más: vamos a que aquellos terrenos se
vendan a un precio justo. Y, además, el
que tenga su terreno comprado allí, pero que no tiene casa, el instituto se la
puede hacer. Vamos a llevar los
beneficios incluso hasta esos repartos, las ventajas que sean necesarias, pero
a cambio de que se establezca también el principio justo de que los demás
tienen derecho.
Yo
les voy a rogar a los periodistas que estas cosas me las escriban claras,
porque a veces me pasa (RISAS Y APLAUSOS), y no se trata de mala intención,
porque yo les voy a decir sinceramente: casi
todos los reporteros que han estado conmigo en todas partes han estado tratando
de ayudar lo más posible, pero es que, como se toman las notas —no es como
cuando uno habla por televisión o radio, que el pueblo lo oye—, que no les
preocupa que después se haga una versión que no salga con exactitud. Porque recientemente, hablando en el Palacio
de los Deportes, se lanzaron ataques a determinados hoteles. Yo no mencioné nombre de hoteles, pero
mencionaron nombres de hoteles. Ya se me
veía a mí atacando específicamente a hoteles, haciendo imputaciones; que cuando
no hay necesidad de hacer imputaciones concretas no hay que hacerlas, sino
hablar en los términos generales, y aparecieron los ataques a los hoteles. Y después, algunas cosas que yo dije allí,
alguna frase que dije:
“Nosotros no teníamos por qué temer a nadie dentro ni fuera”,
apareció dicha como en un tono bravucón.
Una
cosa que es sin quererlo, no es que quisieran.
Pero es que a veces el tono lo dice todo, y cuando a usted lo oyen
hablando en un tono y después aparece escrito, pues la escritura no tiene tono
(RISAS). Y estas cuestiones, si no se
explican bien, bien, le puede pasar a uno que los que se informen después por
escrito de lo que se habla, lleven una impresión completamente distinta.
Así
que en todos esos problemas estamos trabajando.
Pero, en resumen, lo que importa aquí hoy: lo que queremos de los arquitectos.
Queremos
que los arquitectos nos organicen el departamento de construcciones del
Instituto de Ahorro y Viviendas. ¿Quiénes?
Los arquitectos que están sin trabajo. ¿Quiénes en el futuro? Todos los arquitectos. Porque en el futuro, bueno, habrá el que haga
una fábrica, habrá construcciones, habrá de todo; pero un porcentaje grande de
los arquitectos irán a trabajar con buenos sueldos, buenos, lo que pueda pagar
la mejor compañía, al Instituto de Ahorro y Viviendas.
El
departamento de construcciones nos lo organizan ustedes, ustedes buscan a la
gente. No me digan después si hay un
batistiano o no hay un batistiano, esa responsabilidad es de ustedes; pero lo
que sí pido una cosa que sea rápida, no sea que nos pasemos un mes discutiendo. Y lo desesperante es que uno tenga
deseos de empezar, y tenga hasta el dinero y no pueda porque los planos no
estén.
Lo
que queremos de los arquitectos es que nos tracen el plan de una ciudad grande —como
la quieran soñar—, cumpliendo requisitos de economía, higiene, estética. Porque ahí, si hay que pagar un 5% más caro
para que esté más bonito, para que haya que darles trabajo a artistas para que
pinten murales, o a los dibujantes para que lo hagan en colores, se lo damos
también (APLAUSOS). A la estética se le
puede dedicar un 5%; no es mucho, pero se vive más agradablemente y se les da
trabajo a otros cubanos que también lo necesitan. Que la tracen para el presente y para el
futuro, previendo cómo va a crecer dentro de 50, dentro de 100 años incluso: las direcciones que
van a tener las calles, hacia qué dirección, los parques que debe tener, el
tipo de construcción que sea económica pero que sea buena, cuántos pisos debe
tener. Y a veces hay que sacrificar
también a las conveniencias humanas el tamaño.
Alguien me decía que los edificios de muchos pisos pudieran resultar. Desde luego, no resultan económicos, pero
puede ser que fuera en el piso 15 donde empezar a ponerse, por ejemplo, más
caro, pero que no convenga la casa de 15 pisos porque el que vive allá arriba
vive alejado del mundo.
Así
que el problema es cinco, seis, siete, de acuerdo con el lugar. Se hace un plan racional para las
construcciones.
¿Cuál
debe ser el ideal de un arquitecto? Construir una ciudad, no un edificio. Yo les digo a los arquitectos: vengan y vamos a
hacer una ciudad nueva sobre estas bases.
Incluso,
nosotros podríamos de inmediato en tareas de planificación —aunque no fuese al
empezar con un sueldo muy alto, porque es para empezar, todavía no es la
construcción—, darles trabajo por lo menos a 100 arquitectos. Quisiéramos que se hagan varias comisiones,
que cada una presentara proyectos y después que se conciliaran esos proyectos,
como aquí está presente el Ministro de Obras Públicas, porque obras públicas es
el que tiene que hacer las calles y los parques. Pudiera ser que el plano lo pudieran hacer
20, pero si digo 100 es porque tengo interés
en que todo el mundo se entusiasme y se interese por el proyecto, y que
después, con los acuerdos a que lleguen, los planos a que lleguen —teniendo en
cuenta todas las consideraciones de orden económico, de orden social, de orden
estético, todo—, pues se concilien con el Departamento de Planificación del
Ministerio de Obras Públicas, porque hay que trabajar en estrecha colaboración. Pero sí quiero que antes de 45 días ya haya un número determinado de ingenieros
y todo listo, para empezar a construir los primeros 100 edificios.
Vamos
a tener que trabajar todos mucho; antes de dos meses que ya haya miles y miles
de obreros trabajando y por cada edificio, un ingeniero ahí, un arquitecto;
porque hay que organizar el departamento —por ejemplo— de planes, hay que organizar
el departamento de construcciones, de equipos, de materiales, de compras, de
todo. Ahora, los organizan bien. Después no me digan que el Estado no sirve. Yo diría entonces, después: el Colegio de Arquitectos no ha hecho
bien las cosas (RISAS Y APLAUSOS), porque si les hacen bien los edificios a los
particulares, tienen que hacérselos bien ahí.
Si los particulares pagan buenos sueldos, nosotros los pagamos mejores
si es necesario. ¿No es verdad? (RISAS.) Bueno. Están
comprometidos.
Algunos
me han preguntado cuánto vamos a invertir.
Pues invertimos lo que se recaude por la venta de los valores; invertimos
las facilidades que nos den los bancos, el dinero que nos presten a un interés
determinado.
Aquí
hay representativos de tres bancos: del
Banco Núñez, del Banco Agrícola Industrial y del Banco Continental Cubano,
interesados en colaborar con el Instituto de Ahorro y Viviendas (APLAUSOS), lo
que significa más garantía, la seguridad del éxito de estos proyectos. No les estoy hablando sobre bases falsas.
Sé
que en la calle hay interés, sé que va a ser extraordinaria la demanda de bonos. Y cuando aumente el número de bonos: más corredores de
valores, menos desempleados, más obreros construyendo. Eso va a ser como una centrífuga: va a empezar a circular
el dinero, con beneficios extraordinarios al país. Se consolidará la Revolución. Y esto es una parte de los muchos proyectos
revolucionarios que se van a llevar adelante con la colaboración y la paciencia
de todos, porque hay que tener un poco de paciencia.
Aquí
los que más impacientes estamos somos nosotros, porque ya les digo: a veces está el
dinero y los planes tardan.
Aquí
también está el arquitecto que está haciendo los planos de la primera ciudad
escolar para 20 000 muchachos. Ya
hizo una maqueta y otra, porque no se pueden hacer los planos en tres días, y
no se puede empezar a construir sin que estén los planos.
Yo,
por mi parte, casi tengo deseos no de construir antes de que esté la ley: antes de que estén
incluso los planos a veces. Por lo
pronto, separar el terreno, hacer algo, porque créanme que se impacienta uno. Sabe que están esperando, y que ya,
teniéndose los proyectos, tardan, por lo que tardan en planificar.
Se
nos podría decir: “Bueno,
¿y por qué no hicieron los planos antes?” La verdad es que había que hacer muchas cosas
antes, y luchar mucho, y era imposible. Y
es nuestro deseo de empezar cuanto antes lo que nos impacienta.
Está
el instituto, a principios de marzo. Ya
está la ley, porque aquí está el compañero Yabur, que trae la ley, que le está
dando los últimos toques. ¿Tú la tienes
ahí? (Le dice que sí.)
Les
voy a leer los Por Cuantos aquí en la asamblea, y quisiera que antes de dos
meses se empezaran a construir los primeros 100 edificios. Ahora, eso depende de ustedes. Deben reunirse con la Dirección Provincial, y
lo demás depende de ustedes. Hay que
trabajar en La Habana y hay que trabajar en el resto de las provincias.
Los
Considerandos dicen:
“Por
Cuanto: El
juego constituye un vicio, siendo práctica deleznable de los gobernantes
explotar con fines de lucro personal o de recaudación fiscal, en vez de adoptar
las medidas necesarias para erradicarlo.
“Por
Cuanto: De
todas las formas de juego, la peor es aquella que se nutre de los escasos
recursos de las clases más humildes del pueblo, al que prostituye moralmente y
lo empobrece en el orden material.
“Por
Cuanto: Desde
los inicios de la República la Lotería Nacional ha sido un departamento estatal
encaminado a explotar el vicio, así como sentina donde, a expensas del pueblo,
las camarillas políticas del gobernante de turno se nutrían de fondos con
primas y dividendos. Y al ser derrocada
la tiranía, existían en dicho departamento 3 684 personas que devengaban
sueldos sin prestar servicio alguno, lo que demuestra hasta qué grado de
descomposición había alcanzado la práctica viciosa.
“Por
Cuanto: No
existe hoy apenas sector social, comercial o industrial, que no emplee el juego
con fines de lucro y de competencia, lo que perjudica al ciudadano en el orden
moral y económico, y sustituye la competencia en la calidad y los precios de la
industria y del comercio por la competencia en los planes de regalos, con grave
detrimento en el desarrollo económico del país.
“Por
Cuanto: Uno de
los objetivos esenciales de la Revolución consiste en reducir el juego y
combatir las causas que lo fomentan hasta suprimirlo totalmente.
“Por
Cuanto: El juego como vicio, enraizado a
través de siglos de colonia y decenios de República, no puede abolirse por
simple decreto ni tampoco por medio de una represión policíaca, porque ello
daría lugar a que se practicara dicho vicio al margen de la ley.
“El
Gobierno Revolucionario, atendiendo a la psicología e idiosincrasia del pueblo,
se propone sustituir el vicio por el hábito de ahorrar, que reintegre por ley
al jugador lo que este invierte en el mismo.
“Por
Cuanto: El
Gobierno Revolucionario se propone crear nuevas fuentes de riquezas, que
terminen definitivamente con el enorme desempleo que existe en el país y dar
empleo digno a los vendedores de billetes, que eran explotados por toda clase
de intermediarios.
“Por
Cuanto: Lo que
hasta hoy ha sido explotación del pueblo y estímulo del vicio debe sustituirse
por un instrumento de ahorro, que permita controlar todas las demás formas de
juego ilícitos, ofreciendo las abrumadoras ventajas que sobre el juego
representa el nuevo sistema de ahorro que se propone implantar.
“Por
Cuanto: Gobernar,
orientar y educar a un país es obra de paciencia e inteligencia más que de
fuerza, y la solución científica del problema del juego puede ir unida a la
solución de otros males sociales, teniendo en cuenta que el Estado posee
infinidad de recursos técnicos y materiales para lograr sus fines de convivencia
superior en las sociedades humanas.
“Por
Cuanto: El
jugador se convertiría en ahorrador mediante la acción del Estado, haciendo
evolucionar su mentalidad en un proceso de superación social, al brindarse
mayor estímulo al que ahorra y menor ventaja al que juega; el hábito de ahorrar
debe sustituir al hábito del juego.
“Por
Cuanto: El Gobierno de la Revolución se
propone solucionar definitivamente el problema de la vivienda, haciendo que la
necesidad de vivir bajo techo deje de ser también una explotación, brindando a
los que carecen de techo propio la oportunidad de adquirirlo en corto número de
años y por las mismas sumas que hoy pagan en concepto de alquiler.
“Por
Cuanto: Lo esencial de la función
bancaria desde sus inicios históricos hasta hoy ha consistido en recibir y
acumular dinero de los particulares para movilizarlo e invertirlo con fines de
lucro, debiendo esta gestión ser encaminada a que rindan una verdadera función
social.
“Por
Tanto: En uso
de las facultades que otorgan la Constitución y las leyes de la República...”
Esos
son los Por Cuántos de la Ley, ya la parte resolutiva es todo más o menos lo
que hemos explicado aquí.
Esa
ley se va a aprobar esta noche en el Consejo de Ministros, ya bien arregladita,
a ver si mañana se la podemos dar a publicar a los periódicos (APLAUSOS).
Los
modelos de bonos, como existen máquinas en las cuales se imprimían los antiguos
billetes, todavía en el tamaño y en algunas cosas se parecen. Después incluso el tamaño será distinto. Pero todo va a cambiar.
Y ahora,
por ejemplo, dos modelos aquí. Uno de
los modelos: aquí
uno dice “26 de Julio”; vamos a poner “Cuba Libre”, para que no parezca nada de
tipo sectario. Aunque el 26 de Julio
haya sido el que inició la Revolución, eso es justo reconocerlo, pero no lo
vamos a poner, como no vamos a poner las banderas en ningún lugar de
departamentos oficiales ni nada (APLAUSOS).
Este
es el mejor tipo. Pueden ser los
dos. Aparece una Sierra, un combatiente
con su arma. Es uno de los modelos. ¿Cuántos modelos son? (LE RESPONDEN QUE 52.)
Cincuenta
y dos modelos. Aquí unas casas, un brazo
depositando una moneda (LO MUESTRA).
Entonces,
al dorso van a llevar la fecha. Este
bono, entre la fecha tal —9 de marzo, por ejemplo, de 1959 y el 9 de marzo de
1960—, se reintegrará el 40%. Entre el 9
de marzo de 1960 y 9 de marzo de 1961, se reintegrará el 50%. Y así lo llevará todo para que... (MURMULLOS Y RISAS).
(LE
DICEN: “El 9 de
marzo, cerca del 10 de marzo.”)
¡Está
tan lejos ya, que casi lo hemos olvidado!
(RISAS Y APLAUSOS.) Pero vamos a
poner el 9 de abril. Y del 9 de abril de
1959 al 9 de abril de 1960 se reintegrará...
De 1959, ¿no? ¿Voy bien? (RISAS.) ¡Tengo a Camilo aquí! (APLAUSOS.)
Entonces,
de cada año y cada fecha, a qué tanto por ciento se reintegrará. Así que el que lo adquiere sabe cuándo lo
puede ir a cambiar y qué le van a dar, cuánto va a ganar de interés tal
año. Así que esto, que parece
complicado, va a ser muy sencillo al dorso, explicado.
(ALGUIEN
LE DICE: “¿Y el
extracto de la ley lo van a poner?”)
El
extracto de la ley va a ser difícil, porque es un poco larga. Los detalles de la ley; pero, sobre todo, lo
importante es que sepa cada cual...
Hay
un peligro aquí, y es la especulación.
Va a haber quien le diga al que tiene bonos: “Mira, no vayas al instituto, que te
da el 40%. Yo te doy el 50%.” Y hemos estado pensando en alguna medida, pero
por el momento, esa medida puede hacer peor el remedio que la enfermedad. Porque pudiéramos poner que se inscriba el
tenedor de bonos, pero ya tendríamos que armar todo un aparato para que se
inscriban, poner una cantidad límite, estaríamos poniendo límite al que los
quiera adquirir. Por ejemplo, los
médicos, que quieran construir también su club y quieran comprar 100 000
pesos. Si ya les ponemos límite para que
no haya especulación, el remedio va a ser peor que la enfermedad. Mejor es hacer una intensa campaña en favor
de que nadie venda los bonos, y luego idearemos la forma, porque la
especulación puede interferir el sistema de ventajas, porque llega el
especulador...
Puede
ser que pongamos una ley muy severa al que especule, y entonces ya no nos
interfieran con las especulaciones.
Desde
luego que el especulador puede ir olvidándose, que las especulaciones se van a
acabar aquí de una manera o de otra.
La
cuestión es que así va a estar el plan, y todo claro.
Yo
creo que en términos generales esta ha sido la idea. Como ven, hemos adelantado algo, no se ha
perdido todo el tiempo en estos 40 días.
Hay muchas cosas que se han estado planeando, lo que, como la semilla
que usted siembra, no se ve el árbol ni se ve el fruto desde el primer día,
sino con el tiempo. Y lo digo, porque sé
que la gente se impacienta mucho, y realmente hace falta tiempo para que se
vean los frutos de la Revolución. Se ven
algunos; por lo pronto, las “botellas” se acabaron, el robo se acabó, la
malversación se acabó. El menor despunte
que aparezca por ahí, pueden estar seguros de que será ejemplarmente castigado. Estamos esperando que venga el primero
(RISAS).
Y
hay libertades, se acabó la censura. Y
así, se restablecerá el habeas corpus y todo, cuando esté todo organizado, pero
bien organizado; aunque nos tardemos un poquito más, mejor es organizarlo un
poquito mejor. Porque después de hacer
un poder judicial bien organizado, de jueces decentes —si hubiera que hacer
alguna revisioncita otra vez, hacerla para que no se nos cuele nadie por ahí,
¿comprenden? (RISAS)—; además, los
jueces tienen que tener mentalidad revolucionaria, porque a tiempos nuevos y
leyes revolucionarias nuevas, jueces nuevos (APLAUSOS). No sea que tengan la mentalidad… y que
empiecen a aparecer recursos de todas clases, complicaciones y que aquí no
marche nada. Puede ser que decidan de
acuerdo con el espíritu de la ley, y nos ahorremos problemas.
Hay
que ir preparando nueva gente, porque mucha gente está viviendo en los tiempos
de atrás. Se lo digo por lo que me pasa
en la calle: mucha
gente me viene a pedir que yo les resuelva un problemita, que eran los
problemas que antes le presentaban al concejal del ayuntamiento (RISAS). Y se olvidan de que uno tiene un trabajo
extraordinario.
En
muchas cosas se manifiesta que todavía la gente vive atrás. Hay otros que están ya evolucionando
rápidamente. Mucha gente tiene el mismo
esquema mental de las cosas, el mismo estilo, todo, de atrás. Y hay que ver lo que es una revolución,
cómo todo empieza a cambiar, y sobre todo esta, por fortuna, que es una
revolución pacífica. Se está aplicando
el castigo a los de atrás, a los crímenes de atrás, pero no hay conflictos
presentes, no se emplea la violencia ni se siembra el odio. Se tratan de buscar procedimientos armónicos,
sin sacrificar —eso sí— el alcance de la proyección revolucionaria, ¡sin
sacrificar el alcance de la proyección revolucionaria! Tratamos de hacerlo lo más armónicamente
posible, con el menor número de conflictos posible y sin el empleo de la
fuerza. Aquí no hay que guillotinar a
nadie ni fusilar a nadie, ni nada de eso, por los problemas de las leyes revolucionarias
que vamos a hacer. Fusilar a los
criminales de guerra, que ya van quedando menos y que vamos a acelerar los
procesos también ya, para poner la mente en otras cosas. Ya han hecho bastante daño (APLAUSOS).
Pudiéramos
dedicarnos al trabajo creador, a organizar sobre bases nuevas el país, sobre
bases firmes, con la ayuda de todo el pueblo.
Eso es una ventaja extraordinaria, porque a pesar de que sea enorme el
trabajo, la ayuda del pueblo, la buena voluntad del pueblo, la inteligencia del
pueblo, la comprensión del pueblo, significa una ayuda y un factor de triunfo
enorme.
Las
mismas bases de la política hay que cambiarlas.
Pensamos hacer las elecciones generales en un plazo de tiempo que no va
a ser extenso, sino en lo que habíamos pensado.
Y una cosa: el
ministro que sea bueno no debe irse a aspirar a representante ni a senador, que
siga de ministro. El funcionario bueno,
que siga de funcionario; que se acabe la politiquería (APLAUSOS); que el hombre
no tenga que vivir de la cosa pública ni pedirle favores a nadie para ingresar
en un hospital o para buscar trabajo, que eso es lo que ha corrompido y
enviciado, hecho que hizo caer al país en un círculo vicioso por completo; que
el representante no gane 2 000 ni 3 000 pesos de sueldo, que se
conforme con 500 o que siga en lo que tiene que seguir, señores
(APLAUSOS). Y que se acabe la impunidad
parlamentaria.
En
ese orden hay que reformar la Constitución: que se acabe la impunidad
parlamentaria (APLAUSOS PROLONGADOS); que se exija requisitos especiales si se
quiere. Por ejemplo, que en vez de un
juez sea un tribunal el que decida si puede ser procesado o no, encarcelado o
no; pero que se acabe ese procedimiento criminal de que cuando un representante
mataba a un ciudadano cualquiera no le pasaba nada, vivía fuera de la ley. ¡Ah!, cuando mataban a un representante sí,
porque les interesaba que no los mataran a ellos; entonces sí. A ese que violaba el interés de la camarilla
o de la pandilla que estaba allí, a ese sí.
Los
ladrones no podrán ir a refugiarse en el Parlamento por encima de las leyes,
como ha sido hasta hoy, que aquí las leyes han sido nada más que para el
infeliz.
Les
digo esto porque es necesario que ustedes piensen. Esta obra que vamos a hacer no es una sola
obra, forma parte de una grande que comprende todos los aspectos del país.
Que
el día de mañana los hombres no se interesen por la política porque la política
era un negocio y se metió el bodeguero a político. El que tenga cualidades para el negocio, que
no venga a hacer negocio con la política.
El funcionario bueno que no abandone su puesto y siga sirviendo al país,
porque si hacemos todo esto y después viene una política como la que estaba
antes, con mentalidad de antes, se fastidia la obra revolucionaria.
Por
eso queremos instaurar el sistema democrático representantivo lo antes
posible. Aquí nadie tiene interés en
quedarse; porque aquí, donde uno tiene que trabajar tanto, lo que la gente
seguro que está deseando es descansar.
El tiempo menos posible para nosotros, porque cuando se cumple con el
deber hay que trabajar mucho y cuando no se lucha por lucro, sino por cumplir
con un deber, uno considera que tiene derecho a descansar también, o no a
descansar por descansar, sino a descansar para no “fundirse” como dicen por ahí
(RISAS). No hay maquinaria mecánica que
resista lo que tiene que resistir un revolucionario en estos tiempos de
trabajo.
Así
que nosotros no tenemos ningún interés en mantenernos. Y si se reformara la Constitución para que
algunos pudieran aspirar a presidente, yo digo por mi parte que no tengo ningún
interés, que si en el cargo en que me han puesto ahora lo hago bien y me puedo
quedar ahí o me dejan ahí y tengo éxito, no tengo interés en aspirar a
presidente de ninguna clase.
Hay
que abolir de la mente de la gente la idea del cargo y los honores y las
vanidades, porque aquí todo el mundo aspiraba a presidente de la república,
pero una vanidad tremenda; todo el mundo quería arreglar los problemas del
país, aunque no supiera nada de los problemas del país. Y así veíamos que a nadie se le ocurría darle
un hijo para que lo operara a un estudiante de primer año de medicina, pero
cualquier “ñame con corbata” quería ser presidente de la república, “salvar” la
república (RISAS). Y todo estaba al
revés.
Tenemos
que organizar nuestro país sobre la base del mismo sistema este
semiparlamentario o parlamentario, de alguna manera que se ajuste a nuestra
idiosincrasia y acabe con el caudillismo, el presidencialismo y todo eso, y
trabajar dentro de la ley. Esa es
nuestra aspiración, y para ese proyecto específico y para las demás cosas —porque ayudar en esto es ayudar la
Revolución— es que pedimos el respaldo de los arquitectos. Y para comenzar a hacer los planos
inmediatamente, planos para aquí y planos para el resto de la isla. Hay que buscar también arquitectos del
interior que estén sin trabajo, principalmente los arquitectos que estén sin
trabajo. Nos pueden ayudar algunos que
tengan ideas aunque estén trabajando, nos pueden asesorar, hacer varios planos;
pero antes de 45 días tienen que estar por lo menos los planos para los
primeros 100 edificios a la orilla del mar, aunque lo otro lleve más tiempo.
¿Dónde
se van a situar los primeros edificios? ¿Qué tipo de edificios se van a construir? Eso lo organizan ustedes lo antes
posible. Se reúnen mañana, se citan los
arquitectos que quieran trabajar, para hacer las comisiones de planificación,
para organizar la comisión de planificación de la ciudad. Entonces organizar el instituto.
Queremos
que el Departamento de Construcciones del Instituto de Ahorro y Viviendas lo
organicen los arquitectos (APLAUSOS) con este principio, con el principio de la
menor burocracia posible. Y los
arquitectos van a trabajar allí algunos, pero principalmente van a estar en las
construcciones, porque se les va a pagar por edificio. Van a dirigir la obra, la van a fiscalizar;
lo que la economía del instituto permita, el número que permita. Creo que habrá trabajo para todos los
arquitectos que estén sin trabajo.
Organicen
ustedes el departamento, eso es lo que les pedimos, y con la esperanza de poder
tener los planos y el departamento organizado lo antes posible, ya está el
nuevo local. Si quieren aire
acondicionado, aire acondicionado, todas las comodidades que sean necesarias
allí; pero que ustedes mismos se reúnan, y organicen y digan cómo van a
organizar el Departamento de Planificación ahora para aquí y para las demás
ciudades del interior.
En
Oriente se van a invertir 20 millones en distintas ciudades, en los terrenos
que posee el Estado y en donde vaya a ser más barata la construcción. Y se van a hacer planes similares a los que
se van a hacer aquí en La Habana, aunque la parte del proyecto donde va a ser
más extenso es aquí en la nueva ciudad que se está organizando.
Si
alguno de ustedes quiere preguntar algo —es un poquito tarde, y me imagino que
algunos no han almorzado todavía—, tienen la palabra.
____________.- Quiero hacer una pregunta. ¿Qué límites tiene la ciudad nueva esa?
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- ¡Ah, puede llegar hasta Batabanó! (RISAS.)
____________.- ¿Y los límites con La Habana?
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Bueno... (SALTO EN LA GRABACION)... de este lado, del oeste, aunque cueste más
trabajo. Porque aquí cuando usted va a
hacer una vía que hace falta, se encuentra con 200 edificios por el medio, y
allí las vías que hacen falta no se encuentran con nada por el medio, no hay
que derrumbar nada. Aquí es más difícil
adaptarse que allá; allá el Estado posee grandes cantidades de terreno. Y el límite es tanto como pueda crecer. Por eso yo digo, si es necesario, que llegue
a la costa sur con el tiempo; a lo mejor un día será tan grande la ciudad que
llegue al otro lado también.
Así
que los límites los van a trazar los propios arquitectos.
Del
lado de allá la ciudad nueva, la nueva Habana, como ustedes quieran ponerle.
____________.- ¿Qué requisitos habrá que llenar para poder
obtener una casa de ese pueblo?
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Los requisitos que hay
que llenar hoy para ser inquilino de cualquier edificio de apartamentos nada
más, los requisitos que hay que llenar para ser inquilino de cualquier casa; o
sea, necesitar una casa y poder pagar el alquiler que se señala. Ningún requisito especial, en dos palabras.
Bueno,
habrá que establecer una prioridad, porque me parece que va a haber mucha
demanda. Y va a haber que establecer
algún reglamento, de acuerdo con la prioridad que se vaya a dar, porque eso no
está regulado. Pero el departamento
tendrá que regular cómo va a distribuir las casas, en vista de que todo el
mundo va a querer acogerse al plan.
Yo
creo que lo mejor es inscribirse y todo el mundo hacer la solicitud —-el que
quiera una casa en un lugar determinado, la forma en que la quiere—, para que
de acuerdo con la demanda el instituto construya.
Hay
una ventaja: el que espera, el que tiene
que esperar dos o tres años porque quiere la casa, tiene la ventaja de poder ir
adquiriendo los bonos, y el tiempo que está esperando ya se lo va ahorrando de
pagar intereses; tiene sus ventajas esperar también.
____________.- ¿Cuando los arquitectos se reúnan para la
planificación de esas viviendas, escogerán exclusivamente La Habana del Este o cualquier otra zona de La Habana?
CMDTE. FIDEL CASTRO.- Bueno, es que el centro principal de
construcción va a ser La Habana del Este, es donde lo vamos a hacer, porque es
donde nos permiten las condiciones económicas, de espacio y todo hacer una
ciudad nueva, que por algo ya estaban allá preparándolo todo para establecer
otra ciudad allí, pero ciudad de privilegio.
Ahora,
a cualquiera que tenga un terreno, que quiera construir su casa en un lugar
determinado, se le construye allí; pero el centro principal de construcciones
va a ser hacia allá.
Ahora,
¿que en Santa Fe quieren casas? Se hacen
casas también en Santa Fe, en Jaimanitas y en todas las zonas. Porque yo digo que la parte en que pueda
dirigir el instituto las construcciones las concentrará en una ciudad nueva.
____________.- La Agrupación Católica Universitaria ha hecho
un plan por el que los alumnos y arquitectos de allí, de la Universidad de La Habana
y la Universidad de Villanueva, han trabajado en colaboración en un proyecto de
casas económicas. ¿Esta agrupación
podría dirigirse a la entidad para solicitar el préstamo para estas casas
económicas?, porque tienen el terreno.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Cómo no. El instituto se las construye.
____________.- Los planos están muy adelantados. ¿Pudieran presentarse?
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Sí, cómo no.
Una
de las cosas que he observado en algunos de los barrios que se decían barrios
para obreros, para familias humildes, es que desde lejos parecían un cementerio: todas las casitas
iguales, todas las casitas del mismo color, una monotonía horrible. Entonces el problema es que no se trata de
hacer solamente casas económicas, sino casas de todos los tipos y para todas
las clases, de manera que la más pobre sea una casa decente y bien presentada y
lo tenga todo, ¿comprende?
Las
casas de los campesinos es otro departamento.
El instituto no hace casas para los campesinos. Las casas para los campesinos las hace un
departamento y las hace gratuitamente, que hay dos millones de pesos mensuales
para la construcción de viviendas a los campesinos, y se está organizando un
departamento también; hace casas económicas a los campesinos, pero no se las
cobra (APLAUSOS).
Entonces
en las casas de los obreros lo que se pretenderá es elevar el estándar de vida
de tal manera que pueda adquirir una casa igual que la de cualquier empleado de
entradas altas. Porque hoy día yo sé,
por ejemplo, de casos con 200 pesos de entrada que tienen un apartamento
alquilado de 60 pesos. En ese plan por
60 pesos se puede adquirir una casa mucho mejor de la que tiene alquilada por
60 pesos.
____________.- ¿O sea que ese plan contempla no solamente la
fabricación de esa gran ciudad, a gran escala, sino el individuo que quiera
fabricar su casa con su terreno propio?
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Donde sea.
____________.- ¿O sea que eso trabajaría como un FHA más
económico?
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Ni me lo mencione
(RISAS). ¿En el FHA quién construye el
edificio?
____________.- Cualquier arquitecto.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Bueno, pero por su
cuenta.
____________.- No.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Sí, por cuenta del
individuo que pide el préstamo. Aquí lo
construye una sola compañía, la del instituto.
____________.- ¿Aquí construye una sola compañía?
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Si, el instituto.
____________.- ¡Ah!, esa es la gran diferencia.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Claro, porque construye
más barato.
____________.- O sea que la familia modesta tiene su
terreno, presenta los planos al nuevo organismo que se ha fundado y entonces ese organismo es el que le construye la
vivienda —ese es el plan en síntesis—, bajo la dirección del arquitecto que ha
presentado esa obra.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- El instituto o la
compañía esa, que se llama Departamento de Viviendas del instituto, organizado
por los arquitectos, es la que va y construye la casa, partiendo de la base de
que lo hace mucho más económico porque adquiere en masa. El cemento le cuesta más barato, hace grandes
contrataciones para la adquisición de millones, por ejemplo, de sacos de
cemento; tiene sus equipos de transporte.
Ahora,
el que quiera construir una casa y tenga dinero, por su cuenta la construye
también.
____________.- Eso es natural.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Pero los fondos se
invierten, porque el objetivo para lo cual se ha creado el instituto no es para
facilitar el préstamo. Tiene el objetivo
de invertir el dinero que se ha obtenido pero, al mismo tiempo, desarrollar un
departamento que construya. Lo más que
puede hacer es construirle al gusto, los planos incluso, o decirle al
arquitecto: Quiero
una casa de esta forma, ¿cuánto costará?
Y
el arquitecto dice: Tanto
aquí de empleo, tanto de material, le costará tanto. Entonces lo que procuraremos es tratar de
satisfacer la demanda lo más posible, pero comprenderá que las ventajas son
tantas que va a aumentar el número de personas que quieran construir.
____________.- No, desde luego que sí.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- De tal manera que si
nosotros podemos, invertiremos todo lo que sea necesario.
Y
ya digo que aquí el que espera, si tiene la habilidad de adquirir los bonos,
pues va ya ganando de antemano el interés que va a tener después que pagar por
el capital que le prestan.
____________.- Muchas gracias. Lo he entendido perfectamente.
____________.- Siguiendo las orientaciones de adaptación en
que nos encontramos, queremos también como banqueros, representando aquí al
Banco Agrícola e Industrial, anticiparnos un poco, para mayor rapidez y para
una cooperación que deseamos de todo corazón.
Naturalmente
que yo podría esperar o nuestro banco podría esperar que la ley que ustedes
informan que saldrá esta tarde y el plan de planificación nos orientaran y nos
aclararan algunas de las cosas que yo deseo solicitar de usted.
A
nombre del Banco Agrícola e Industrial, quisiera conocer qué ayuda podríamos
prestarle los bancos, el Banco Agrícola Industrial. Y aunque no puedo hablar ni estoy
autorizado para ello, tengo casi la seguridad de que los bancos cubanos, todos
los bancos cubanos, estarían gustosos en hacerlo también. ¿Qué ayuda podríamos prestar los bancos?
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Bueno, pues los bancos
pueden prestar tres tipos de ayuda aquí, una de ellas es de orden técnico: pueden facilitar
expertos en la organización del Instituto de Ahorro, o sea de la parte relativa
a las recaudaciones, organizarlo lo más técnicamente posible; de asesoramiento
en ese orden.
En
cuanto a los bonos, descontando los bonos, no solamente los premios. Por ejemplo, cualquiera que sea poseedor de
bonos en un pueblo pequeño del interior de la isla que desee que le reintegren
parte del valor; o sea, de acuerdo con la tabla establecida, que el banco le
haga el descuento que le hace al cheque, por ejemplo, los descuentos que hace
el banco, y le reintegre, le pague, y después lo transfiera al instituto; en el
pago de los premios de los sorteos.
Y
la tercera y la más importante de todas: en la movilización de capital. Cuando la demanda de construcciones sea
superior a los ingresos del instituto y el instituto requiera de fondos, le
faciliten los fondos a un interés inferior al 5%. Por ejemplo, siempre que sea inferior al 5%,
el banco puede invertir porque lo que el instituto cobra es el 5%. Todo el capital que le puedan
prestar a menos del 5% el instituto lo puede aceptar, y en un momento dado
estoy seguro de que será tan grande la demanda de construcciones que será
necesario movilizar capital. Esa será la
colaboración más importante que los bancos cubanos le puedan prestar al
Instituto de Ahorro y Viviendas.
____________.- Muchísimas gracias.
Puede
contar con que, en cuanto a nuestro banco, a la medida de nuestras
posibilidades, en lo económico haremos cuanto nos sea posible, y en lo técnico
y la cooperación de servir como vehículo en nuestras 30 sucursales de la
república, le prestaremos el apoyo más decidido (APLAUSOS).
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Muchas gracias.
____________.- Doctor Fidel Castro, le ruego a su amabilidad
que me perdone una pregunta y, al mismo tiempo, un ruego que le voy a hacer después
de la pregunta.
La
pregunta es la siguiente:
En el plan de viviendas económicas que usted tan acertadamente
está proyectando, se les dará miles de viviendas a los jornaleros y empleados
de pequeños sueldos. Este es un plan
desde luego financiado, puesto que va a ser financiado por los mismos bancos
para que pueda tener el gran volumen que usted proyecta, porque de lo contrario
no podría tener de ninguna manera ese volumen que está en sus ideas.
Ahora,
yo hago la siguiente pregunta: en la ciudad de La Habana solamente —y
esto también debe ocurrir en las ciudades del interior— hay más de un 20% de la
población que tiene entradas menores de 70 pesos. Esos son los individuos que habitan
desgraciadamente en los barrios de indigentes, los individuos que desgraciadamente
habitan en la promiscuidad amoral de los solares, individuos que no tienen
entradas para poder hacer un plan de viviendas económicas financiadas, o sea
que no pueden pagar una vivienda no solamente para adquirirla, ni siquiera para
pagar un alquiler modesto.
Este
es un caso desde luego que no es de Cuba, es un caso universal, un caso que
desgraciadamente lo hay en el mundo entero, porque aun en una nación tan
poderosa y tan rica como Estados Unidos he leído que hay ciudades en que llegan
al 10% esos individuos que están en esas condiciones.
Ahora,
mi pregunta es la siguiente: ¿Ustedes
han contemplado, desde luego no ya con un plan de financiamiento —porque no es
posible de ninguna manera—, sino, por ejemplo, sacando recursos de esos juegos
ilícitos, de los casinos o de otras cosas que se pudiera sacar, han contemplado
el poder construir cierto número de viviendas modestísimas, un poco más
modestas quizás que las anteriores, para darlas con un alquiler mínimo a esas
clases desheredadas que de ninguna manera podrán adquirir casas comprándolas ni
pagando alquiler, como usted ha expresado?
Esa
es la pregunta. Y después que usted me
la conteste le voy a hacer un ruego.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Bueno, de ninguna manera
nosotros podemos olvidar a ese sector.
Los
problemas de ese sector se resolverán, primero, en el orden económico con la
campaña y el esfuerzo que vamos a realizar para darles empleo decoroso a todos
los cubanos.
Hay
incluso empleados públicos que hoy ganan 60 pesos, 70 pesos. El objetivo de nosotros es elevar todo lo más
posible ese ingreso, elevar el salario lo más posible, el nivel de empleo todo
lo posible hasta acabar con el desempleo.
Desde luego que en este momento las condiciones económicas serán
difíciles, pero aparte de eso hay lo que se llama la Comisión de Viviendas, que
va a pasar a Obras Públicas.
Está
el Departamento de Construcción de Viviendas Campesinas que es una cosa, la
Comisión de Viviendas que existía se va a pasar a Obras Públicas para hacer ese
tipo de construcciones, para el momento, para los barrios de indigentes; y
entonces el Instituto de Ahorro y Viviendas es el que va a hacer construcciones
para ricos y para pobres, porque van a tener distintos tamaños. Desde luego que cuando se eleve el estándar
de vida de todo ciudadano, cualquier familia que tenga ingreso de 200 ó 300
pesos, podrá acogerse perfectamente a las ventajas del Instituto de Ahorro y
Viviendas.
Pero
hay algo más: el
más humilde, el más modesto, el que juega billetes, que posiblemente sea uno de
esos desempleados o que tiene niveles de 60 pesos y gaste 5 ó 10 pesos en
billetes todos los meses, ese también está entrando en el plan, porque ya ese
empieza a ahorrar, empieza a ganar dinero y en un momento dado se puede acoger
al plan y pagar con los bonos. Esperará
cinco años, esperará seis, esperará siete, pero desde ahora ese mismo empieza a
ser beneficiado por el instituto, aparte de que le haga casa la Comisión de
Viviendas de Obras Públicas, que es para viviendas urbanas. Porque está el Departamento de Viviendas
Campesinas gratis, Viviendas Urbanas gratis; no se les puede cobrar porque no
vamos a cobrar cinco pesos, con eso no se resuelve nada.
Con
los fondos del juego en los casinos no se haría nada, porque el juego en los
casinos, ¿qué es? Un juego que tenemos
que permitir en estos momentos, dadas las circunstancias económicas, pero con
la aspiración también de erradicarlo cuando haya otro turismo. En este momento las condiciones económicas no
nos permiten erradicarlo; sí será controlado para no permitir inmoralidades de
ninguna clase, y será facultad del instituto porque el instituto tendrá que ver
con el juego.
Todos
los planes de regalos y todo se acabarán, habrá un año para ponerles fin a
todos los planes de regalos. El juego en
los casinos lo podrá permitir o prohibir la dirección del instituto; ahora, el
dinero que ingresa nosotros no queremos que pase al instituto, porque no
queremos que parezca que esto sea posible por el juego de los casinos ni mucho
menos. Se hará una caja aparte y se
invertirá en obras de beneficencia: ciegos, inválidos y eso. O sea que con lo que venga de los casinos no
se construirán casas, porque eso sería un ingreso extra y la idea entonces
podría decirse que se sostiene a base del juego en los casinos, y este plan es
un plan que después podrá aplicarse en otros países de América y queremos que
quede bien claro que no necesita del juego de casinos para llevarlo adelante;
por lo tanto, los fondos que provengan del juego en los casinos irán a obras de
beneficencia, en una caja aparte del instituto.
Esa es la idea.
Ese
sector será atendido por Obras Públicas, Comisión de Viviendas Urbanas.
Queda
aclarada la pregunta, ¿verdad?
____________.- Muchas gracias.
Ahora
quisiera hacerle una petición.
Usted
sabe, doctor Castro, que en las naciones en que está mejor organizado el asunto
de la vivienda —entre ellas podemos citar a Estados Unidos, donde se
construyen miles y miles de viviendas por un plan parecido al que usted va a
implantar, aunque desde luego el de aquí puede ser que sea más económico para
los adquirentes—, usted sabe bien que en esos países siempre se procura
conjuntamente incrementar esos planes de vivienda públicos, hechos por los
Estados o —pudiéramos decir— administrados por el Estado, o financiados por el
Estado o en que intervenga el Estado de alguna forma, esos planes siempre se
coadyuvan con el plan de construcciones privadas, porque es imposible que un
plan de ese tipo pueda subvenir a los cientos de miles de casas que le faltan a
una nación; así que siempre se procura que a la par que marche el plan público
marche también el plan privado, porque el plan privado trae a la economía del
país nuevos ingresos en la renta nacional, hace aumentar la renta nacional.
Así
que yo lo que le pido a usted, el ruego de muchos arquitectos que trabajamos,
por ejemplo, privadamente y que aunque alabamos el plan suyo no trabajaremos
seguramente en el plan de viviendas públicas, y en bien de la economía del
país, que usted al mismo tiempo que armonice su gran plan lo armonice con la
construcción privada, que siempre tiene que tener una marcha ascendente para
que el país pueda seguir la economía (APLAUSOS).
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Las construcciones
privadas no quedan prohibidas ni mucho menos.
El que quiera construir una casa y tiene su arquitecto, la hará.
Pero
yo quiero que usted me diga de qué forma los edificios de apartamentos privados
pueden competir con el plan del Instituto de Ahorro y Viviendas. Dígame si económicamente pueden competir. Tendrán que empezar por rebajar los
alquileres, porque los alquileres son leoninos en el país, eso es una gran
verdad; y cuando rebajen los alquileres no pueden tener esas ganancias, y
pensarán en invertir el dinero en industrias.
Yo
le digo a usted que, con el tiempo, el Instituto de Ahorro y Viviendas hará
todas las casas que necesite el país.
¿Qué le parece? Porque esto no es el FHA. El FHA es un plan minúsculo (APLAUSOS). O si no, haga el cálculo estadístico de
lo que se invierte en construcciones, y yo le voy a decir que vamos a duplicar
lo que se invierte en construcciones. O
sea, que es más que todo lo que se construye todos los años en el país.
Realmente,
lo que yo digo siempre implica una revolución en cierto sentido. La idea es revolucionaria, por cuanto le va a
poner fin a un negocio que no debe existir: el negocio con la vivienda. Los arquitectos, su oficio no es ser dueños
de edificios de apartamentos. El que
porque trabajó mucho y ahorró es dueño, pues que lo disfrute todo lo que pueda;
pero el oficio del arquitecto es construir, no negociar. Es el profesional al que se le paga por los
servicios técnicos que presta, no es comerciante. Cuando el arquitecto se ha hecho dueño, pues
se ha hecho inversionista:
ya no es arquitecto, es inversionista (APLAUSOS).
Yo
lo que quiero es que nos ayuden todos los arquitectos. No tengo nada contra los arquitectos que
invirtieron, señores; no tengo nada contra nadie. Ahora, yo lo que tengo es una obligación que
me han puesto sobre los hombros, y es arreglar muchas cosas aquí, llevar el
país hacia un camino de felicidad. Si no
lo hago, ya sabe lo que nos toca a todos: pierde aquí todo el mundo: el que invirtió, el que no invirtió, el
arquitecto que tiene, el arquitecto que no tiene.
Batista
tiene la culpa. Si le van a echar la
culpa de esto a alguien, se la echan a Batista, que puso las cosas de tal
manera aquí, que arreglamos esto o nos hundimos; y tenemos que arreglarlo y a
medias no se arregla. Con FHA y
plancitos de ese tipo, porque los plancitos de ese tipo se hicieron
contemplando los intereses creados.
Nosotros los hemos contemplado también.
Nosotros no hemos abolido la propiedad de los edificios ni los hemos
prohibido. No, señor. Pero lo que sí vamos a hacer es una
competencia. ¿Para qué? Para que se adapten.
Será
un proceso evolutivo. Habrá pérdidas
naturalmente, señor. Como el que compró
un terrenito para que se le pusiera caro, pues también se les echarán por
tierra los planes porque el terreno va a empezar a dejar de tener valor, ya no
va a ser objeto de lucro y el Estado pagará por él lo que considere
conveniente, ajustado a los ingresos del pueblo, para construir ajustado a la
economía del pueblo.
El
Estado no va a pagar 100 pesos por un solar allá en un lugar determinado, ¿por
qué los va a pagar, si ese solar aumentó de valor sencillamente porque invirtió
el Estado allí dinero, porque hizo calles? Eso es una especulación. Ese dinero no se reprodujo como consecuencia
del trabajo, sino que fue un capital parasitario que se invirtió allí y se puso
a esperar, y después aspiró a que se centuplicara el precio, y el que compró a
un peso, quiere que le paguen a 100. Eso
no es justo (APLAUSOS).
Entonces,
el Estado dirá: “Bueno,
¿cuánto vale eso? ¿Cuánto le costó?” Y pagará lo que valga. La especulación en el terreno y la
especulación en el alquiler, ¡no! Porque,
señores, nosotros somos seres humanos.
Nos traen al mundo incluso sin pedirnos permiso (RISAS), y aquí nos
presentan ante una serie de necesidades que tenemos que resolver. Una es la de comer —que dicen que es la
primera y yo creo que sí—, la segunda es la de vestirse y la tercera es la de
dormir bajo techo. ¿Y mucha gente cómo
vive en esta Habana? Vaya al barrio de
Cayo Hueso y verá 200 edificios de solares.
Viven hacinados. Allí en esos
lugares no puede haber higiene, no puede haber moral, y ya usted sabe todo lo
que se incuba allí.
Bueno,
pues los constructores privados han tenido 50 años para resolver el problema y
no lo han resuelto. ¡La Revolución lo va
a resolver! (APLAUSOS.)
____________.- Bueno, doctor Castro, usted por los aplausos
ha visto que los arquitectos estamos en contra de toda especulación y estamos a
favor de sus planes. Yo solamente le he
pedido que, como su plan es un plan evolutivo, que
empieza a desarrollarse ahora y que...
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- ¿Qué me pide usted
concretamente? ¿Que armonice?
____________.- Que se pudieran armonizar las dos cosas.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Pero, ¿cómo?
____________.- ¿Cómo? Dejar que la construcción siga su ritmo...
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Bueno, yo los dejo y al
cabo de los dos años no va a haber quien construya aquí.
____________.- Bueno, está bien. Cuando llegue ese momento, encantados de la
vida. Estaremos todos
en...
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Yo los dejo. Yo no les hago nada, absolutamente nada.
Puede
ser que venga una rebajita de alquileres después (RISAS), eso sí, porque
también tenemos que acordarnos de los que están viviendo. Yo no lo he querido anunciar. Miren, aquí pasó una cosa muy curiosa: veo que me ponen un
programa en primera página del periódico.
Ahí está puesto un programa de una serie de leyes. Pues yo no estoy de acuerdo, porque si vamos
a empezar a hablar de rebaja de alquileres, se va a paralizar la construcción y
vamos a lanzar a la calle a un montón de obreros (APLAUSOS).
Aquí
resulta que, en vez de esperar a que yo diga lo que creo que debo decirles como
Primer Ministro, como sea, o como lo que me nombren, hablan por mí y me
empiezan a perturbar los planes. Yo creo
que se debe hablar de esto cuando llegue el momento de hablar y cuando estén
organizadas las construcciones, y nosotros entonces podamos suplir ese trabajo.
(DEL
PUBLICO DICEN: “¡Cuando
lo diga Fidel!”)
Cuando
sea lo adecuado. Yo trataré de decirlo
cuando convenga, ¿comprenden?
____________.- Esa es la armonía que yo pedía.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Lo que resulta es que en
estos momentos, pues perturban. Si se
paralizan las construcciones, nos hacen un perjuicio y nos crean
problemas. Y eso es por estar hablando
más de la cuenta, cuando no se tiene que estar hablando (APLAUSOS).
____________.- Esa es la armonía que estaba yo buscando: que esos asuntos se
estudien, se mediten y se vaya piano, piano.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Es que el gobierno tiene
que tener una táctica, señores. Y la
táctica, entre otras, de no asustar y de no perturbar.
____________.- Esa es la cosa.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Porque el gobierno no
puede estar perturbando. Ir haciendo los
planes evolutivamente, y tocar los problemas cuando haya que tocarlos; de lo
contrario, los intereses se van a atrincherar, van a empezar a crear
dificultades. Ahora mismo, si se
paralizaran las construcciones nos harían un daño, porque nosotros tardaremos
por lo menos dos meses en empezar, y nos crearían problemas.
Así
que esa es la cuestión. Armonizar, sí,
armonizar dentro de lo posible; por lo pronto, no estamos actuando violando
derechos. Estamos actuando dentro de un
régimen legal constituido.
¿Tiene
o no derecho el Estado a hacer esto que va a hacer, dentro de la Constitución y
la Ley? (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)
El
Estado no va a violar los derechos de nadie, pero se va a organizar, porque el
Estado tiene la obligación de organizarse.
Además, lo que yo veo es que no hay manera de que se mantenga la
competencia. Es imposible. En el Estado de antes sí; pero en el de ahora
no. Son los arquitectos...
____________.- Sí, sí, ahora sí. Ahora también. Cuando se trata de servir a Cuba hace falta todo, aquello y esto, las dos cosas se pueden juntar.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Bueno, vamos a ver. El tiempo lo dirá.
____________.- Eso es así.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Ojalá.
____________.- ¡Cómo no!
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Ojalá se construyan,
junto con los 1 000 millones que nosotros invirtamos, otros 1 000
millones. ¡Formidable!
¿Por
qué no los invirtieron antes para haber resuelto el problema del desempleo? Porque aquí todo iba para atrás.
Ahora,
yo le digo lo mismo: queremos
el máximo de cooperación de todos. Y
parto del principio de que no le quiero hacer daño a nadie por gusto, que no le
queremos hacer daño a nadie por beneficiarnos nosotros, que somos hombres
honrados, que nunca nos verán una cuenta en un banco, que trabajaremos aquí
simplemente pensando en el país. Si
algún interés resulta perjudicado es con dolor de nosotros, porque no lo
hacemos por las leyes con el propósito de perjudicar a nadie (APLAUSOS).
____________.- ¿Me permite hacer una pregunta?
Con
permiso. Nosotros queríamos hacer
algunas aclaraciones sobre la cooperación de los arquitectos. Primeramente, una digresión. Comparando no con un país como Estados
Unidos, que tiene una situación económica muy diferente a la nuestra;
comparándolo con un país como Chile, que tiene prácticamente la misma población
que Cuba —seis millones y medio.
En
Chile, anualmente, se hacen más de 8 000 viviendas por parte del
Estado. Es decir, no solo del Estado,
sino es uno de los servicios sociales que tienen todas las industrias y todas
las compañías. A 8 000 viviendas
por año corresponde que existen además 1 200 arquitectos en todo el país; es
decir, 400 más que en Cuba. Y del
resultado de la actividad estatal, allí lo que ha crecido enormemente es el
sentido social del arquitecto.
Yo
no sé si habrán crecido tanto las grandes ganancias de algunos arquitectos,
pero sé que los 1 200 arquitectos viven bien y están contribuyendo bien a su
país (APLAUSOS). Y no solo se dedican a
satisfacer la vanidad propia, nuestra, de los arquitectos, sino que con su gran
sentido social están interviniendo en las industrias, en las exposiciones y en
todas las actividades de la nación. Es
un buen ejemplo, yo creo (APLAUSOS).
Sobre
otros aspectos que quisiéramos aclarar de la cooperación de nosotros los
arquitectos en este plan que presenta el doctor Fidel Castro.
Nosotros
los arquitectos, desde hace muchos años, junto con otros profesionales, otras
profesiones, junto con mucha gente consciente en Cuba, teníamos una gran
inquietud por la planificación y por la organización del país. Resulta que en este país, que se pudrió
tanto, y se pudrió —como se decía aquí— el sentido de lo público, se tiene
todavía cierta reserva sobre instituciones del Estado que ayer fueron una
vergüenza. Me estoy refiriendo
concretamente a la Junta de Planificación, que anteriormente fue hecha con el
propósito de intimidar y de sobornar a los arquitectos, y que a medias lo logró
en algunos sectores, pues el 13 de marzo de 1955, Día del Arquitecto, se quiso
dar una medalla y un homenaje al dictador por la aprobación de esa ley que es
una vergüenza y que es un engendro, y que simplemente era una careta con que se
trataba de acallar las voces nuestras.
Yo
sé que en aquella época tal vez sería más digno estar en el Colegio Médico, que
tuvo siempre una posición muy clara frente a la dictadura. Y hago la salvedad de que la actual dirigencia
es otra, para satisfacción nuestra (APLAUSOS).
Como
es verdad que esta Junta de Planificación...
(SALTO EN LA GRABACION)...
economía del país 1 400 millones de dólares de empréstitos, en que el
metro cúbico de hormigón que por la empresa privada se pagaba a 17 pesos el
señor Pérez Benitoa lo estaba pagando a 95 pesos. Sobre eso no decíamos, no decíamos las
desvergüenzas de todo lo que se estaba haciendo.
No
obstante eso, la Junta de Planificación hoy, que está compuesta, revivida y
está dentro del Gobierno Revolucionario, puede en este momento histórico
satisfacer todas las aspiraciones de los arquitectos y de las demás profesiones
que intervienen en este aspecto. Y
quiero decir, no como arquitecto sino como cubano, que el problema de la
vivienda es muy importante, por ejemplo, y especialmente la vivienda social,
por las trabajadoras sociales, los economistas, y en un problema también de las
urbanizaciones pues también intervienen ingenieros y demás.
Aprovechando
esta circunstancia y que está aquí, además, el presidente de la Junta de
Planificación, el ingeniero Ray, quisiera hacer la pregunta a ambos, al doctor
Fidel Castro y al ingeniero Ray, de si es adecuado que esa cooperación nuestra
se encauce por las instituciones estas del Estado, que ahora sí hay que
exigirles que cumplan y que no sean caretas.
Quisiéramos
saber sobre eso.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Bueno, el instituto debe
tener su Junta de Planificación también para los edificios, pero no puede
trabajar independiente por completo de la otra Junta de Planificación, porque
es que hay que hacer parques, calles, todo eso.
Y precisamente yo tenía interés en que empezaran a trabajar muchos
arquitectos, que muchos se interesaran por la idea y que hicieran su proyecto y
el proyecto final entonces lo discutieran con la Junta de Planificación.
Esa
es mi opinión, sujeta a cualquier otra sugerencia mejor. Lo que queremos es que se hagan los planes y
se hagan bien hechos, eso es lo que queremos.
Ahora, ¿cómo? Podemos discutirlo.
Yo
quería aquí decir algo, porque cuando se estaba discutiendo sobre las
construcciones privadas y las que va a hacer el
instituto, me refería a que la competencia se le va a hacer a las
construcciones privadas para alquileres.
Pero hay una verdad:
las de alquileres no son las únicas construcciones que se
hacen. Habrá cientos de fábricas,
cientos de construcciones de otro tipo, de clubes, miles. Pero yo me refiero a la vivienda.
Es
indiscutible que el trabajo que van a tener los arquitectos es
extraordinario. Van a faltar arquitectos,
porque quedan las construcciones que no son de alquiler, pero que hay infinidad
de construcciones de otro tipo que paralelamente con el progreso del país se
van a desarrollar y ahí tendrán trabajo.
A lo mejor tenemos arquitectos industriales, que en vez de invertir en
casas pues invierten en una industria, hacen el edificio y lo hacen todo;
edificios para oficinas de las industrias, que nosotros no tenemos ningún
interés en construirlos. Nosotros lo que
queremos es resolver el de la vivienda fundamentalmente.
Puede
ser que hagamos en algunos lugares también un club, porque esté relacionado con
el vecindario; es lo más que nosotros lleguemos a inmiscuirnos en
construcciones. Pero quedan infinidad de
edificios dedicados a otros usos que ahí es donde precisamente invertirán su
esfuerzo todos aquellos arquitectos que ya estén establecidos con negocios
propios.
El
porvenir del instituto es principalmente para aquellos arquitectos jóvenes, los
arquitectos que están sin empleo, los arquitectos que realmente no hayan
alcanzado un estándar económico adecuado a su profesión; pero a los demás no
les vamos a hacer ningún daño. A lo que
sí le haremos daño será al negocio de construir para alquilar. Debe quedar esto bien aclarado.
Nosotros
no aspiramos a hacer todas las demás construcciones ni remotamente, que las
hagan como les parezca.
____________.- Quisiera hacerle una pregunta. Hubiera preferido hacerla desde mi puesto,
pero veo que no es posible de otra forma.
Doctor,
comprendo y todos creo que comprendemos que en los planes del instituto se
abarca no solo la vivienda de tipo económico, sino que va aún más allá, al caso
del individuo que quiera hacerse una residencia de determinadas condiciones,
que también se resolvería allí.
Yo
lo que veo es lo siguiente:
quizás todos queramos contribuir en lo que podamos a esta
obra. La capacidad será limitada en
cierto sentido, porque todos los arquitectos no cabremos allí.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Sí caben. La mitad.
____________.- Bueno, yo creo que sí. Bueno: hablando de esa otra mitad.
En
el caso específico, por ejemplo —y le pongo un ejemplo para ser más explícita
porque mis medios son muy cortos para hablar—, de un arquitecto que tenga —y yo
creo que todos los tenemos, y aún más los arquitectos jóvenes que empezamos
ahora: generalmente
nuestros clientes son de ese tipo de clientes que no tienen casi con qué hacer
una casa... En el caso específico de un
cliente de esa índole, si nosotros no pertenecemos al instituto, como un
ejemplo, o sea que no cabemos en el instituto, ¿independientemente nosotros
podemos llevar ese caso y trabajarle a ese individuo en cuanto a solución de su
casa? ¿O tiene que ser a través de él? En el caso específico de que haya comprado
bonos...
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- ¿Quiere decir solicitar
fondos para construir esa casa, del instituto? ¿Quiere decir usted eso?
____________.- No, no.
Que el instituto suministra esos fondos.
El problema es la actuación del arquitecto que no pertenece a ese
instituto; porque, claro, todos quisiéramos pertenecer a él, pero en el caso de
los que estemos fuera de él. No me sé
explicar.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Bueno, yo digo: ¿En qué puede
interferir el instituto su caso? Porque
quien está construyendo ya se supone que tiene un presupuesto y un capital (APLAUSOS).
____________.- No. No
es privadamente. Es el mismo caso que
planteó el arquitecto Gutiérrez. No es
en cuanto a solución económica se refiere, sino en cuanto a solución de
proyectos. Si tiene que ser a través del
instituto o si podemos llevar ese caso.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Pueden hacer una casa
donde quieran y como la quieran hacer.
____________.- Sí, pero a través del instituto, pero con un
arquitecto determinado, aunque no pertenezca al instituto.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Ah, ¿un arquitecto? Bueno, el Departamento de Construcciones puede
contratar un arquitecto para una casa determinada, por supuesto (APLAUSOS).
____________.- No, óigame, no...
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Eso me pasa por no ser
arquitecto. A ver, usted quiere
explicar, señorita.
____________.- Oigame, no es un caso particular, yo creo que
es el caso de todos.
Aun
en el caso que como arquitecto...
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Póngame un caso concreto,
señorita.
____________.- Bueno, por ejemplo, una persona a quien yo
conozco y sus medios son pocos hasta el punto que puedo hacerle una obra sin
cobrarle nada. O sea, ese caso. Entonces esa persona quiere que yo, por
determinados motivos, le haga su casa.
Entonces, si puedo hacerla a través del instituto, aunque no pertenezca a
él... Hacerla, sí; planearla.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Bueno, lo que yo he
entendido: el
caso de una persona que quiere hacer una casa con un arquitecto que está
dispuesto a ayudarla y hacérsela, pero el que quiere hacer la casa tiene pocos
recursos. Entonces ella pregunta, a lo
que yo entiendo, que si él puede solicitar los fondos del instituto y ella
hacerle la casa (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)
En
cierto sentido esa pregunta se había planteado.
Se había planteado si era un instituto para prestar fondos.
____________.- No, no.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Bueno. Yo dije cuál era mi criterio, pero en el
ajuste con la realidad el instituto tiene las facultades suficientes para
resolver estos problemas, porque lo que tiene es que invertir al 5%, eso es lo
que le importa. Lo que velando, porque
este caso no es la generalidad...
____________.- Sí, sí es la generalidad, sí lo es.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Señores, ¿pero no tiene
una gran ventaja precisamente el ir a solicitar su casa allí al instituto?
____________.- Seguro.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Bueno, ¿qué es lo que
quieren? ¿Qué es lo que quieren? (EXCLAMACIONES.) Un momento, vamos a ponernos
de acuerdo, ¿qué es lo que quieren? ¿Que
les presten dinero? Si el instituto
tiene fondos suficientes, no veo por qué no haya de prestar el dinero al 5% si
lo quieren así para hacer la casa.
____________.- Seguro, sí.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Pues no veo
inconveniente.
____________.- Ni yo tampoco.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Así que eso es una
facultad.
Pero
naturalmente que cuando uno hace un proyecto, está pensando en lo esencial,
está pensando en construir.
Fíjense,
el que quiere hacerse una casita individual tiene que irse para los repartos
bastante lejos, porque no me digan que tiene escasos fondos el que quiere hacer
un edificio de 20 pisos, a ese no se le puede llamar un modesto
constructor. A ese no le prestamos,
saben, se lo participo desde ahora.
Ahora, el de modestos ingresos que quiere hacer una casita, tiene su
arquitecto amigo y quiere fondos del instituto al 5% y el instituto dispone de
fondos, no va contra sus propósitos prestárselos, se los puede prestar. Pero el instituto está pensando, por ejemplo,
en el caso de la millonada de personas que vive en estos edificios de apartamentos,
que quiere vivir cerca del centro de la ciudad; está pensando en hacer
edificios de apartamentos también, porque para hacerle una casa individual a
cada ciudadano se necesita un espacio enorme de terreno, tendrían que alejarse
y que vivieran en una casa a una hora de distancia del centro de la ciudad.
El
instituto piensa en los problemas también del que vive en un apartamento. Hará casas, hará edificios de apartamentos; o
sea, el facilitarle fondos en ese caso no está contra el espíritu del
instituto, lo puede hacer perfectamente, porque lo que el instituto quiere es
invertir los fondos que provengan de la venta de los bonos y, al mismo tiempo,
facilitar la construcción.
El
ideal es que todo el mundo tenga su casa, pues le facilitará el dinero al 5% y
le dará 10 años, y podrá pagarlo en bonos si tiene, podrá pagarla en bonos si
tiene. Ese mismo que va a hacer su casa
con fondos que solicitó y la va a hacer con el arquitecto que quiera y en la
forma que quiera, pues podrá tener bonos también; eso es perfectamente posible.
Si
lo que le interesa es eso, la respuesta es que sí, que es posible.
____________.- Muchas gracias.
____________.- ¿Me permite una pregunta, Comandante? De su exposición sobre los planes y fines del
Instituto de Ahorro y Viviendas, me parece que hemos entendido todos que hay
dos aspectos. Uno es el que usted estaba
explicando ahora en relación con la construcción privada —digamos— por personas que escogen su
arquitecto; y otro, grandes planes que a su vez inicia el Instituto de Ahorro y
Viviendas. Pero usted se refirió también
a otro aspecto cuando decía sobre todo en el interior de la creación de nuevas
ciudades.
Mi
pregunta va dirigida a esto, doctor Castro.
En el pasado ha habido una gran desarticulación, en toda la era
republicana, entre las distintas iniciativas e inversiones que el Estado hacía
a través de sus distintos organismos, llámense como se llamaban BANFAIC,
BANDES, o Financiera Nacional, FHA, que aquí usted ha mencionado.
Mi
pregunta es esta, ¿en la creación de esas nuevas ciudades y también en las
direcciones hacia donde se quiere canalizar la construcción del sector de la
vivienda, no han de ser coordinadas esas inversiones con todas las otras
inversiones propiciadas por el Estado, tanto las oficiales como las privadas?
La
pregunta tiene como base esto: se
reconoce, creo que ya mundialmente, que el problema de la vivienda no solamente
es construir, dar paredes y techos, sino que implica una serie de
interrelaciones con servicios comunales que usted aquí ha mencionado también,
como clubes, etcétera; pero más aún, una relación muy íntima con las fuentes de
trabajo. Si entonces los planes de
vivienda hacia donde se dirige este Instituto de Ahorro y Viviendas no están
perfectamente coordinados con las iniciativas y las acciones que tomen los
otros organismos estatales al invertir en nuevas zonas, al desarrollar nuevos
puertos, al abrir nuevas zonas, entonces se corría el peligro de que se canalizaran
esas inversiones hacia sectores donde tal vez no hayan sido los mejores. Y a eso es a lo que se concreta mi pregunta.
ING. RAY.- Precisamente
es ese el trabajo que está a cargo de la Junta Nacional de Planificación, es la
preocupación fundamental —lo que ha expresado el primer ministro Fidel Castro—
de que hay que organizar mejor y justamente la nueva ciudad y las nuevas
construcciones físicas de nuestro territorio.
Quiere
decir que precisamente la interrelación entre el trabajo y esas necesidades
básicas del humano son las que se van ahora a atender sin un régimen de
privilegio como era el que existía anteriormente.
Creo
que en la exposición que hizo Fidel Castro existe un propósito fundamental,
bien claramente expuesto, y ya se ha creado el primer instrumento, el instituto
de viviendas, que es el primer paso fundamental.
Los
detalles en sí de cómo se va a hacer la edificación se irán perfilando con más
cuidado dentro de los próximos días.
Creo
que todo lo fundamental está puesto.
Ahora, los detalles, por ejemplo, que aquí sé que les preocupan y que
algunos no han sido todavía expuestos, como la actividad esa diferenciada entre
la actividad profesional del arquitecto y la que es en sí de la construcción,
que son dos cosas distintas (APLAUSOS), en esto estoy seguro de que no tienen
nada por qué temer ni por qué afectarse.
Incluso, puede ser que un arquitecto venga con su cliente que tenga su
confianza en él, incluso los pobres tienen el derecho de escoger con gusto
quién es el mejor arquitecto que él estime, y venir aquí y que sea el organismo
de construcción de viviendas quien les construya a ellos (APLAUSOS).
Y
es también absolutamente seguro —porque lo conocemos en nuestra parte de
práctica profesional— que cuando vienen en el caso de la familia modesta que
quiere su casa a buscar a ese arquitecto —que fue el caso que se planteó aquí—,
tampoco ese arquitecto explota a esa familia para hacerle su casa, sino que se
hace todo. Porque se está haciendo hoy,
aun con el régimen que obligaba hasta a la casa más ínfima a pagar más que a la
casa más grande, porque así es como se obliga hoy la tarifa: las casas más modestas tienen que pagar más
que las casas mayores. Sin embargo, los
arquitectos por sí mismos se han encargado de hacer la justicia en este caso y
no les cobran a los infelices lo que les cobran a los grandes (APLAUSOS).
____________.- Para una aclaración.
Era
simplemente para agradecer al ministro Ray la respuesta, y que me ratifica que
será la Junta de Planificación entonces la que intervendrá activamente como
coordinador de esos órganos del Estado, a diferencia de lo que no hizo en el
pasado.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Yo voy a explicar una
cosa. Aquí se originó un poco de
confusión cuando me hicieron al principio una pregunta, una de las primeras, de
que si el instituto se hacía para facilitar los fondos para construcciones de
tipo privado. Yo dije que ese no era el
objetivo del instituto, porque para hacer una construcción privada de una casa
cualquiera no tenía necesidad de ir al instituto, va al banco y el banco le
presta. Claro que si el banco no le
presta puede ir al instituto y si el instituto tiene fondos le presta.
No
se trata de nosotros intentar monopolizar a todos los arquitectos. Eso es absurdo. Lo que vamos a hacer es una cosa: darles trabajo a
todos los que no tienen. Eso sí va a ser
(APLAUSOS).
Yo
digo que pudiera necesitar los servicios de todos, pudiera necesitarlos; pero
como también hay un aumento en los arquitectos que se van graduando, lo que
entiendo es que necesitará el instituto —supongo que necesite— unos 150
arquitectos o unos 200 arquitectos, que me imagino que serán más o menos los
que puedan estar en estos momentos sin trabajo —no sé, ese dato no lo conozco—;
pero que no se hacía el instituto con el fin específico de prestar dinero para
hacer construcciones, porque partíamos de la base de que las construcciones
serían más baratas haciéndolas en masa.
Estábamos
pensando en el caso no del que va a hacer una casa, sino en el caso de un
edificio de apartamentos precisamente para que vivan cerca del centro de la
ciudad. Porque, por ejemplo, hay un
solar. ¿Que se puede construir un
edificio de apartamentos? Se construye
ahí. Ese no es el caso del hombre de
pocos ingresos que quiere construir su casa.
En
realidad, nosotros lo que necesitamos son los servicios de los arquitectos, de
una parte de los arquitectos.
El
hecho es que hay que hacer infinidad de construcciones, que las que va a
realizar el instituto son las construcciones de viviendas fundamentalmente y no
las casas particulares, sino las construcciones grandes, porque calculen la
extensión de terreno que se necesitaría para que cada familia viviera en una
casa propia. Se continuarán haciendo
miles de casas, ¡miles de casas!
Ahora,
yo digo que el instituto ofrece tales ventajas y debe ofrecerlas sobre todo en
la construcción, porque un arquitecto no es una empresa, un arquitecto que hace
una casa para alguien no es una empresa; es, sencillamente, un arquitecto
trabajando. Yo digo que las empresas no
podrán competir con el instituto, porque las empresas tienen que lucrar con la
construcción, tienen que pagarle al arquitecto, tienen que pagarle al obrero,
tienen que lucrar con la construcción.
Las
ventajas del instituto sobre las empresas que construyan casas para vivienda es
que no lucra. Ahí es donde está la
ventaja. Un arquitecto construyendo una
casa no es una empresa, sino es un técnico construyendo una casa.
¿Se
explica ahora mejor? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Tienen alguna preocupación ustedes los
arquitectos de que perjudique a los arquitectos? Díganmela.
____________.- Sí, yo quiero hacer una pregunta.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- No sea que yo, que quiero
ayudar a los inquilinos, me vaya a pelear con los arquitectos ahora (RISAS), me
hagan una huelga de constructores.
____________.- Yo creo una obligación moral mía y de todos
los arquitectos hacer en estos momentos una pregunta que voy a basar en una
serie de razonamientos. La parte que
nosotros vemos difícil aquí, la que puede traer conflicto, es la siguiente: está claro que el
instituto va a ser de la vivienda, no va a afectar otra clase de edificios;
esos tipos de edificios seguirán siendo para el arquitecto privado, eso está
claro. Pero hay un punto ahí que hace
falta aclarar: ¿Hasta
qué precio será esta vivienda? Porque lo
que no encontramos justo es que el instituto haga viviendas de lujo para ayudar
al rico. El rico tiene dinero para
hacerse su vivienda ahora, antes y en cualquier época (APLAUSOS). Y el dinero del instituto, que tiene que irse
invirtiendo poco a poco, debe ir primero al pobre y a la clase media. El rico que vaya al arquitecto privado y que
se deje explotar, porque si el rico quiere algo de lujo que lo pague
(APLAUSOS).
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Ahora les voy a explicar
precisamente, porque el instituto se hace pensando en el pobre. Lo que decía es que las ventajas las podía
tener hasta el rico, porque no estamos contra los ricos. Eso es lo que digo.
Ahora
bien: le voy a
explicar. ¿Qué concepto de vivienda se
tiene aquí para el pobre? Pues
sencillamente una porquería, señores, lo voy a decir bien claro
(APLAUSOS). ¿Cuáles son los sistemas de
construcciones de viviendas para el pobre? Unas casas en “remanganagua” que parecen un
cementerio más que un barrio de residencia.
¿Por
qué el pobre no va a poder vivir en el apartamento en que vive un hombre de la
clase media y lo pueda obtener por 60 ó 70 pesos? ¿Por qué tiene que irse a vivir a 60 leguas de
la ciudad? ¿Por qué?
Lo
que yo he dicho: tiene
el pobre, sin necesidad de irse a vivir a 60 leguas de la ciudad, el derecho a
tener un apartamento en el centro de la ciudad y a adquirirlo por lo que paga
de alquiler. ¿Es eso o no ayudar al
pobre? Se ayuda al pobre, se ayuda a la
clase media. En dos palabras, ¿saben a
quién se ayuda? A ese inmenso sector del
pueblo que hoy paga alquiler y que no son los ricos, porque los ricos no pagan
alquiler, tienen casa propia. El que
necesita del instituto es el que paga alquiler, más pobre o más rico. A ese es el que vamos a ayudar, sin
desterrarlo a la Siberia por el problema de que quiera una casa, que es lo que
se hace hoy, que lo mandan lejísimo. Le
hacemos su apartamento propio en el centro de la ciudad por lo que paga de
alquiler.
¿Puede
no entenderse bien esta idea? ¿Puede
entrañar alguna injusticia? ¿Puede
entrañar algún privilegio?
Señores,
¡queremos ayudar a todo el que hoy paga alquiler en la ciudad! Dicho clara y concretamente ese es el
objetivo del instituto:
convertir en propietario de su apartamento o su casa a todo el
que hoy paga alquiler en la ciudad y que se acabe el alquiler. Ese es el objetivo del instituto (APLAUSOS).
____________.- Muy bien, Fidel.
OSMANY
CIENFUEGOS.- Compañeros, yo quiero aclarar
algo que creo que debemos aclarar nosotros los arquitectos.
El
compañero doctor Fidel Castro ha estado conversando con nosotros, y yo noto una
preocupación bastante grande entre todos los arquitectos aquí presentes. Noto una preocupación que a mí me preocupa,
una preocupación que yo no entiendo mucho.
Todos
los que hemos tenido oportunidad durante estos años de ver el desenvolvimiento
de los arquitectos y de nuestra dirigencia, hemos sabido de esa dirigencia que
todavía muchos de esos miembros —no de la dirigencia, sino de los que
integraban las fuerzas regresivas del país y de nuestra clase, que integraban
las filas batistianas— hoy todavía son bombines y batistianos en dependencias
oficiales. Eso todavía está por depurar
(APLAUSOS). Estamos acostumbrados por
ello a oír constantemente la cacareada función social del arquitecto. Ahora la Revolución nos brinda la oportunidad
de hacer esa función social. Es lógico
que en nuestra clase vamos a estar afectados; es lógico que nuestra clase, que
estamos acostumbrados a vivir cómodamente, que es quizás la clase profesional
que más cómodamente vive en Cuba, se va a ver afectada; es lógico que vamos a
tener que pensar en una forma distinta; es lógico que vamos a estar
afectados. Ahora, hay que reconocer de
hecho una cosa: estamos
en un proceso revolucionario. Y hay que
reconocer que tenemos que integrarnos como profesionales en ese proceso
revolucionario, aunque de nuestras filas salgan las fuerzas regresivas que
estaban durante el batistato y que se van a poner a operar ahora en contra de
la función social del arquitecto (APLAUSOS).
Así
que no vamos a confundirnos los que actuamos de buena fe. No vamos a tener preocupaciones. La Revolución se hizo para hacer
justicia. Para eso se luchó.
Y
es bueno que sepa el doctor Castro, que sepa el Gobierno Revolucionario, que
los arquitectos tienen en las filas de ellos los que van a garantizar
precisamente que el proceso revolucionario se lleve a cabo dentro de nuestras
filas, y que esas fuerzas regresivas no puedan sumarse en contra del proceso
social (APLAUSOS).
Para
aclarar eso.
____________.- Yo creo que vale la pena también decir aquí
un momento, algo que tuvimos oportunidad de decir hace unos días en la Sociedad
Cubana de Ingenieros, que todos los profesionales tenemos que darnos cuenta de
que el país no es nuestro.
Esto
lo digo, y lo dije primero ante los ingenieros, donde tuve el honor de ser
Presidente, porque todos tenemos el privilegio de haber recibido de toda la
nación un gran esfuerzo para que nosotros nos capacitáramos. Eso nos da la oportunidad de ser de los que
mejor vivimos en general, como promedio, dentro de la sociedad. Pero el fin de ese esfuerzo que ha hecho toda
la nación, no es para eso. Es para que
esa capacidad rinda una función social, de la que tanto se ha hablado. Y eso es una responsabilidad que adquirimos
al aceptar esa capacitación de hecho.
Eso
lo ha probado en este proceso revolucionario el gran número de profesionales
que se incorporaron a la lucha, en una medida y en una proporción mucho más
alta de lo que les correspondía desde el punto de vista de su nivel económico y
de su bienestar social que disfrutaban.
Porque, tenemos que reconocerlo así, gran número de arquitectos,
ingenieros, médicos, de la clase profesional, ocuparon los primeros lugares de
la lucha en este proceso en una proporción mucho más alta que otras clases de
igual nivel social, desde el punto de vista del bienestar social de que disfrutaban.
Eso
es una medida del reconocimiento implícito en la conciencia de las
responsabilidades que tenemos por la capacidad que adquirimos, con el esfuerzo
no nuestro, sino de toda la nación, para que nosotros tuviésemos la posibilidad
de hacer algo por ella (APLAUSOS).
ARQUITECTO
NOVOA.- ¿Puedo hablar?
Yo
soy el arquitecto Novoa. Algunos me
conocerán y otros no. He dudado mucho de
si venir a hablar aquí o no. Pero negar
mi concurso a esto, parecería que no coopero con la Revolución.
Para
demostrar que no me mueve ningún otro interés, más que aclarar principios y
hablar como industrial —porque todos saben que yo tengo la construcción de las
casas prefabricadas, que inicié hace 33 años—, quiero primero, antes de hablar
de esto, leer lo que le ofrecí a la Junta de Planificación hace unos días,
cuando me llamaron para consultarme sobre unos problemas.
“Sintetizando
nuestra conversación del día de ayer” —esto es de fecha 11 de febrero—, “paso a
exponerles lo tratado en el cambio de impresiones sostenido con ustedes.
“En
primer lugar, deseo agradecerles el interés que ustedes se han tomado en
estudiar y conocer en todos sus detalles nuestros sistemas de construcción,
que, a nuestro juicio, y con los costos reales.
en las manos, no tienen paralelo con ningún otro
sistema conocido hasta hoy.
“Ese
interés demostrado por ustedes representa los nuevos ideales de la Revolución,
encarnada en una juventud entusiasta y activa, pero también consciente del
valor de la experiencia y vigilante celosa del progreso.
“Industrias
Novoa ofrece al Gobierno de la República el uso y disfrute gratuito de todas
sus patentes de construcción, siempre que se utilicen en obras económicas de
beneficio social, y siempre que el empleo de las mismas sea supervisado por
arquitectos y técnicos competentes, para garantizar el empleo correcto de las
mismas.
“Industrias
Novoa ofrece al Gobierno de la República su cooperación decidida y gratuita en
todo lo concerniente... (SALTO EN LA
GRABACION)...” Pueden hablar de la casa popular o de la casa económica —no casa
barata, sino de la casa económica— como yo.
Porque he construido más de 1 300 casas.
Una
vez en una asamblea aquí en el Colegio de Arquitectos, cuando habían limitado
el número de obras que podía hacer un arquitecto a seis, mientras que podía
hacer ese mismo arquitecto seis obras como la de la CMQ o como el Focsa, yo protesté. Y dije que iba a ser el primer clandestino de
Cuba, el primer arquitecto clandestino de Cuba, porque se había olvidado el
Colegio de Arquitectos de las clases populares, que había que ayudarlas por
encima de todo, y que esa yo encontraba que había sido la misión y el deseo que
siempre me había movido.
Así
he construido casas sumamente económicas.
Por ejemplo, de portal, sala-comedor, tres habitaciones, baño y cocina,
con sus lavaderos, etcétera, con placas de hormigón, por el precio de 3 000
pesos. Y esas casas se han asombrado los
arquitectos de cómo es posible que se puedan hacer a esos precios.
Estas
mismas casas construidas por el instituto de la vivienda seguro que podrían
—con sus materiales y hechas por los propios obreros— costar 800 pesos.
Ahora,
yo lo que quiero es preguntar si pueden en alguna forma utilizar mis servicios,
que esos servicios están a la disposición de la Junta de Planificación y del
instituto de la vivienda (APLAUSOS).
____________.- Nosotros nos alegramos mucho del criterio del
compañero Novoa, pero el Colegio de Arquitectos también tiene la política hace
tiempo de reducir al mínimo, y en muchos casos a nada, los honorarios para las
casas de gran proyección social.
CMDTE.
FIDEL CASTRO.- Vamos a darle ya fin a
este acto, porque tenemos otras obligaciones que cumplir.
Sólo
me resta decirles que creo que esta medida que vamos a tomar, como toda medida
revolucionaria y que afecta intereses, será una medida discutida. No es la primera vez y hace muchos días que
vengo viéndome en la necesidad de decir lo que más conviene, aun a quienes no
piensen exactamente como nosotros. No
está muy lejano el día en que me vi en la necesidad, en una asamblea obrera de
los representantes de 500 000 trabajadores, de hablar en contra de una
medida que tenía el respaldo de todos, por considerar honradamente que no era
lo que más convenía al futuro económico del país.
Desde
luego que si fuésemos a dejar las cosas como están en Cuba, no habría problemas
para nosotros de ninguna clase. Pero
para dejar las cosas como estaban en Cuba, no valía la pena que hubiese muerto
un solo cubano en esta lucha.
El
problema no es sólo de libertad; el problema no es sólo de que todo el mundo
tenga derecho a hablar, a escribir, a votar, a reunirse, el problema es que
tengan derecho también a vivir.
Hay
muchos crímenes sociales que no se mencionan nunca, y se dedican libros enteros
a hablar del asesinato tal o más cual por un esbirro de la policía. ¡Valdría la pena que se hiciese un cálculo
estadístico de los niños que mueren en la ciudad y en el campo por falta de
higiene, por falta de condiciones de vida decorosas, y de los cuales nunca se
habla! ¡Crímenes que nunca se combaten!
Hay
muchos intereses creados, y toda obra revolucionaria tiene necesidad de chocar
con esos intereses. Nosotros, más que
chocar, tratamos de conducir el país hacia adelante con la mayor armonía entre
todos los intereses, para evitarle conflictos a la Revolución, pero decididos a
llevar sus propósitos adelante.
Comprendo
que esta es una tarea muy dura y comprendo, naturalmente, que los intereses que
puedan resultar afectados no hayan de tener con nosotros la mayor
indulgencia. Pero sí sé que lo que
estamos haciendo va a beneficiar al país, y eso es lo que importa. Y aun beneficiando al país, va a beneficiar a
todas las profesiones; y aun cuando los arquitectos sean entre los
profesionales los que han alcanzado un estándar de vida más alto, aunque sean
los que mejor están entre los profesionales, nuestras medidas revolucionarias
van a ayudar a muchos arquitectos de ahora y de luego: los que hoy son arquitectos y los que
hoy están estudiando en la universidad para arquitectos. Y serán los que en realidad tengan más
derecho a recibir los beneficios de la Revolución, porque son los que más la
necesitan.
Bien
dijo aquí el compañero Ray: son ustedes profesionales, porque la
nación los ha ayudado a ser profesionales.
Y es justo que los profesionales que hizo la nación, ayuden a la nación.
Ignoro
cuáles serán los efectos definitivos de estos pronunciamientos en el seno de
los arquitectos. Espero que los
arquitectos nos ayuden, y nos ayuden pronto.
Todo
lo demás queda ahora en manos de ustedes.
Sobre todo de los más entusiastas, de los más revolucionarios.
No
puedo aspirar a que todos sean revolucionarios, ¡pero sí aspiro a que los
verdaderos revolucionarios nos ayuden!
(OVACION.)