DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO
RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO DE CUBA, DURANTE EL ALMUERZO
OFRECIDO POR LA ASOCIACION AMERICANA DE EDITORES DE PERIODICOS, CON MOTIVO DE
SU VISITA A ESTADOS UNIDOS, EN EL HOTEL STATLER, EL 17 DE ABRIL DE 1959.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS
OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO)
Señoras y señores:
Hasta
mi llegada aquí, estaba pensando en dividir mi intervención en dos partes,
primero una conferencia y después preguntas y respuestas.
Pensé
inicialmente dirigir mis palabras en español, pero como quería hablar de manera
clara, me preocupaba mucho el tener que hablar en un idioma que yo desconocía,
y me interesaba mucho expresar mis ideas claramente, pero, en el último
momento, no pude acostumbrarme a la idea de decidirme a hablar en un idioma en
el cual ustedes no me entenderían perfectamente bien, y recibí una impresión
tan grata aquí por su gentileza —ustedes han sido tan bondadosos y corteses
conmigo— que voy a tratar de hacer el esfuerzo de hablarles en su propio
idioma, si ustedes me ayudan y, desde luego, si ustedes me disculpan.
Tengo
un diccionario aquí (RISAS), así que, si ustedes tienen paciencia, debo repasar
mi inglés, y estoy seguro de que mis traductores harán una buena obra.
Ahora
me acuerdo de lo que dijo un italiano, por traductor dijo traidor. Sin la menor intención, las cosas que se
traducen a otro idioma se cambian. Como
voy a usar el diccionario y el intérprete —y ustedes son testigos— han de
comprender esto y disculparme.
No
me gusta escribir discursos. Bajo estas
circunstancias no es lo mismo venir a conversar con alguien que escribir de
antemano. ¿Ustedes se imaginan por
casualidad las posibilidades de ir a almorzar con un amigo que le escriba su
conversación de antemano? Yo soy un
hombre político y tengo confianza, una confianza absoluta en la sinceridad
absoluta de todos ustedes.
¿Ustedes
saben cuál es la razón verdadera de mi viaje aquí a Estados Unidos? La razón más importante de todas es que se me
había invitado por muchas personas a venir acá, visitar a las universidades y a
distintos lugares. Siempre contesté que
no tenía tiempo, hasta que Jules Dubois vino un día
—él estaba con otros reporteros— y me trajo la invitación para la Sociedad
Norteamericana de Editores de Periódicos, es decir, la invitación de ustedes;
y, como dije, era un honor muy grande para mí, ya que esta era una institución
conocida sobradamente. Me sentí muy
agradecido de que me invitasen, y también porque soy un hombre que le presta
mucha atención a la opinión pública y un creyente firme en las libertades. Nunca me atemorizaré de venir a conversar con
el pueblo, con los escritores, con los editores o con cualquier persona, porque
nuestro sistema de gobierno es un sistema de opinión pública y porque en Cuba
hemos demostrado que este sistema de tener la opinión pública —porque el que
tiene la opinión pública con él— nunca necesita utilizar ningún otro sistema de
gobierno.
Ustedes
han visto repetidas veces que los policías en los países democráticos tienen
que intervenir para resolver problemas, y en nuestro país se resuelven todas
las dificultades hablando con el pueblo; y como tengo una fe suprema en la
opinión pública y en la libertad de prensa, es por lo cual acepté venir
(APLAUSOS).
¿Se
me comprende? No sé lo que va a decir mi
profesor de inglés. Tuve algunos
profesores en la universidad que hoy día son embajadores, pero este no es el
asunto del que se trata ahora, no me hablaron de asuntos de derechos.
En
aquel momento sabíamos que estibamos siendo atacados por algunos escritores,
mientras otros nos defendían, había alguna confusión y algunas medidas del
gobierno habían sido criticadas. A pesar
de eso, decidí venir y contestar.
No
vine a hacer un discurso, vine, muy sencillamente, a hablar; porque cuando un
hombre tiene un principio y cree en sus principios, cuando un hombre cree que
tiene la razón y que su conducta es recta, nunca teme explicar sus actuaciones
y nunca teme ni trata de disculparse o de que se le juzgue.
Algunas
personas han criticado a esta Asociación; a su joven Presidente también se le criticó
porque se me invitó acá; tuvo que aceptar esas críticas y sufrirlas por el
hecho de que yo venía; pero uno de los motivos de las críticas era por qué
invitar a un dictador hoy a la Asociación Norteamericana de Editores de
Periódicos. Y yo pienso que si los
dictadores se enfrentasen a la opinión publica, si se decidiesen a venir para
oír las expresiones de las personas, a hablar con la gente, si esos hombres que
exprimen el sentir del pueblo y de los derechos de los pueblos, creyesen en la
opinión pública en la libertad de prensa, si se decidiesen a hablar
abiertamente los problemas, no habría dictadores en el mundo.
Si
los dictadores se decidiesen a venir aquí, pues es más fácil venir aquí que
contestar a la prensa libre en los países que ellos oprimen, porque lo primero
que hacen los dictadores es acabar con la prensa libre, establecer la censura... No hay duda de que la prensa libre es la
primera enemiga de las dictaduras (APLAUSOS).
Yo
estimo que esa crítica estaba equivocada, ese es el peor error que cometen,
porque si cierran las puertas a sus vecinos, ¿cómo van a saber lo que pienso,
cómo me van a conocer, cómo van a saber los problemas cubanos si ustedes no
permiten que yo hable acá? Si ustedes no
me oyen, eso va en contra de los principios de la democracia y de la libertad,
así como de la libertad de prensa. ¿Qué
hizo el Presidente? Invitarme a venir
aquí para conocerme y para juzgarme.
Aquellos
de ustedes que hacen los periódicos, que contribuyen al progreso de la nación,
oyen a la opinión pública y tienen siempre, frente a la opinión, los problemas
de la nación, y les dicen las cosas de las cuales deben enterarse. Si yo puedo mentirles o engañarles, entonces
yo sería el mayor engañador que hay en este hemisferio, porque creo que alguien
puede engañar a alguien, pero nadie puede engañar a todo el mundo.
Un
pensamiento de Lincoln decía que era posible engañar a alguien todo el tiempo y
a algunos parte del tiempo, pero no era posible
engañar a todo el mundo todo el tiempo (APLAUSOS).
Por
eso yo estaba preocupado, porque su Presidente había sido criticado por mi
culpa; pero creo que mi visita es un bien para la opinión pública y para todos. Quiero agradecerles esta invitación, de
manera que ustedes tengan una oportunidad de aprender cosas interesantes sobre
nuestro país, que es un pequeño país, muy cercano a las costas de Estados
Unidos, y donde se está realizando una revolución sui géneris, una revolución
autóctona.
A
veces nos interesa conocer lo que sucede en Grecia, en Atenas, en Roma, en el
cercano Oeste, lo que sucedió en la historia antigua, y mientras nos interesa
lo que sucedió hace miles de años, se nos olvida investigar lo que está
sucediendo en el momento actual cerca de nosotros. Y, a veces, cuando vemos que la verdad es
difícil de conocer en estos momentos, y cuando no sabemos lo que sucede, ¿cómo
podemos creer absolutamente en lo que nos dice la historia? Porque muy a menudo las cosas no se conocen,
o se conocen imperfectamente.
Ustedes
basan su profesión sobre el principio de la libertad de prensa. Libertad de prensa significa el derecho de
todos a expresar sus ideas y sus verdades y el derecho del pueblo a conocer la
verdad.
Es
un deber de todos los que tienen que ver con la opinión pública y la libertad
de prensa, tratar de que la verdad prevalezca, porque, ¿qué representa la
prensa de un país importante? Las cosas
que ustedes escriben pueden tener una importancia más o menos pronunciada aquí,
pero nuestro país no es lo suficientemente fuerte para resistir cualquier
noticia, cualquier editorial publicado, cualquier cosa que cualquier periódico
publique, y que puede tener unas consecuencias importantes para todos, al
diseminar errores, y siempre hay un equilibrio o un balance; pero cuando
ustedes escriben de un país que no es poderoso, que es pequeño, como somos
nosotros, que estamos tratando de progresar, al invitarnos, como hicieron aquí,
y al publicar una, dos o tres noticias que no se ajusten a la verdad, pues son
capaces de producir daños inconmensurables, si pensamos que el país es Cuba,
por ejemplo, que dependemos de las relaciones económicas con Estados Unidos.
Me
interesaba aclarar cual era el objetivo principal de mi viaje. Digo la verdad, ese era el objetivo
principal.
Aprovechamos
esta oportunidad para responder a otras invitaciones, No he recibido
centenares, sino millares de invitaciones y, desde luego, no pudimos aceptarlas
todas; aceptamos más o menos el 5% de las invitaciones.
Muchas
personas creían que era posible que viniésemos aquí a buscar dinero. Quiero explicar que no vinimos aquí a buscar
dinero. Es posible que muchos otros
gobiernos viniesen por dinero. Mucha
gente cree que cada vez que un gobierno viene aquí, siempre viene a buscar
dinero.
A
mí me interesaba mucho más la opinión pública que el dinero y no estaba de
acuerdo en que el final de mi viaje fuese confuso. Estamos interesados en la opinión pública,
porque no pensamos presentar a nuestro país como un país de mendigos, sino como
un país de gente dispuestas a trabajar para ganar
dinero y ahorrar. Nadie aprecia las
cosas que no se ganan gracias al esfuerzo propio. Somos pobres y haremos poco; pero todo lo que
hagamos lo haremos con nuestro propio esfuerzo.
El
pueblo cubano es un pueblo que tiene los mismos sufrimientos, los mismos deseos
que cualquier otro país, la diferencia solo estriba en que es un pequeño país. Tenemos un país rico en cuanto a su
naturaleza o a sus recursos naturales.
Nuestro
pueblo es un pueblo trabajador, no perezoso ni holgazán, sin embargo, tenemos
el sol, tenemos las brisas frescas y aromáticas que invitan a descansar. El cubano, a pesar de eso, es trabajador e
inteligente.
Tenemos
las cosas que son necesarias para el mejoramiento de nuestro país, pero necesitamos
buenas relaciones económicas con este país, que ha sido nuestro mejor
comprador, y nosotros hemos sido el mejor proveedor de dicho país.
Nuestra
historia es tan larga como la vuestra, con la diferencia de que ustedes fueron
libres 120 años antes que nosotros; han tenido 120 años más que nosotros para
disfrutar de la experiencia de ser un país libre.
Muchas
veces, ustedes han tenido que enfrentarse a dificultades. Nosotros solo obtuvimos nuestra independencia
hace medio siglo, y fue un proceso difícil, pero hemos tratado de progresar.
Ustedes
conocen las guerras en las cuales Cuba ha participado junto a Estados Unidos. Hemos mantenido siempre relaciones amistosas
con Estados Unidos; ambos países han sido siempre buenos amigos, tanto en
asuntos económicos como políticos, pero solo un lado ha participado en estas
relaciones económicas.
Como
no quiero hacer un gran discurso, solo quisiera decir unas palabras sobre esto. Nosotros peleamos por nuestra independencia,
tuvimos una guerra muy larga, y el Congreso de Estados Unidos hizo una
declaración diciendo que Cuba debía ser libre e independiente por derecho
propio, entonces hicieron una Resolución Conjunta con nosotros. Después de dicha Resolución terminó la
guerra; y cuando los cubanos esperaban el momento de izar su bandera de
libertad, el Congreso de Estados Unidos se reunió, y sin oír en lo absoluto a
los cubanos, declaró y estableció el derecho de Estados Unidos a intervenir en
nuestros asuntos para garantizar la propiedad, los bienes y las personas, e
hicieron que los cubanos pusiesen en su Constitución la Enmienda Platt, y
basados en esta Enmienda, varias veces la pusieron en efecto.
Desde
luego, nadie aprende a caminar hasta que no camine solo. De ahí resultaron muchos de los errores
políticos de Cuba, porque desde el inicio de la época republicana se
instituyeron muchos errores. Mucha gente
temía hacer cualquier cosa y dieron origen al contrabando, a la corrupción
política, y surgió el caos político porque todo el mundo temía que, en vez de
mejorar nuestro país, íbamos a perder nuestra independencia por medio de la
intervención de Estados Unidos y, por lo tanto, nos hicimos conformistas con
toda clase de vicios. Esto no era
político. Esa fue una decisión política
que se tomó sin tomar la opinión de Cuba, y esa decisión política inició el
ciclo de política económica cubana.
Ustedes
saben que desde hace 30 años tenemos, no el mismo número, sino un número mayor
de desempleados que los que ustedes tuvieron durante la depresión. Ustedes se acordarán que casi era imposible
soportar y permitir a este país vivir bien.
Hemos vivido desde hace 30 años con un número de desempleados mayor que
el que ustedes tuvieron durante la depresión, eso está en los textos
universitarios.
En
un libro escrito por Nelson, profesor de sociología de la Universidad de Minnesota, explica muchas de las cosas que han sucedido en
Cuba, y lo llevó al conocimiento del gobierno americano. Y al leer ustedes las noticias de Cuba, verán
que ahora estamos adoptando muchas de las medidas que este profesor recomendó;
y al hablar frente a hombres libres, dijo que en el censo de 1943, tomado
durante el tiempo muerto, antes de la zafra, solo había 156 000
desempleados de una fuerza de trabajo de 1 521 000 obreros; es decir,
poco más de la mitad del total. De esta
manera, 665 000 se reportaron como desempleados o sin profesión; había 321 000
que se reportaron como desempleados; es decir, más o menos el 20%; y ustedes
durante la depresión tuvieron el 40%, y este era un año relativamente rico
debido a la guerra. Esto se escribió por
un profesor de la Universidad de Minnesota.
Esta
es una cifra muy elocuente. ¿Por qué? Porque nosotros dependíamos del azúcar desde
el inicio. En Cuba se establecieron los
proveedores de azúcar a Estados Unidos. Desde
el inicio, la historia de nuestro azocar ha sido una historia en la cual hemos
sido los perdedores.
Desde
el inicio de la república empezamos con un acuerdo, en 1903, con derechos de
aduana. Cuando se iba a iniciar la
primera guerra las tarifas arancelarias se redujeron, pero no lo suficiente
para satisfacer las necesidades de esa guerra, y al final, pasamos de un precio
alto del azúcar a un precio bajo sin transición alguna. Durante esos 10 años, siempre sufrimos los
esfuerzos de Estados Unidos para aumentar la producción local.
Las
medidas que hemos adoptado pueden tomarse sin molestar a los cubanos, pero
hemos tenido que sufrir las consecuencias de tarifas cada vez más elevadas. Tenemos el caso de que, durante varios años,
los impuestos pagados por el azúcar eran mayores que todo el precio de la
cosecha cubana en su conjunto, y durante algunos años el dinero que recibía el
gobierno norteamericano por los derechos, era mayor que todo el dinero que
recibía el gobierno de Cuba por los impuestos interiores.
Nuestra
industria siempre sufrió esta política imprevisible y estas medidas económicas
imprevisibles; hemos sufrido de crisis en todo tiempo, hasta 1934, cuando se
estableció el sistema de cuotas.
Cuando
comenzó la Segunda Guerra Mundial, Cuba era el proveedor de Estados Unidos; no
le vendimos ni una libra de azúcar a ningún otro país del mundo. Nuestro azúcar logró un precio elevado. Pagamos un precio elevado también por vender
nuestro azúcar a Estados Unidos durante esta época, hasta 1948, en que se
terminó la zafra libre y se volvieron a restablecer las cuotas. Nosotros aumentamos nuestro porcentaje y
tuvimos que ajustarlo a unas leyes del Congreso. Aquí, en Cuba, se cambió la ley unos cuantos
años después, y al darnos el 96% del consumo norteamericano, nosotros bajamos
después del 96% al 29%.
Nuestros
deberes hacia Estados Unidos estaban en un acuerdo, pero nuestro interés más
importante, que era el azúcar, no se consideró en ningún acuerdo, podía ser
cambiado unilateralmente por Estados Unidos.
Desde
el principio, la política fue de disminuir nuestros intereses, Cuba ha sido el
proveedor de azúcar en más o menos el 50% y, recientemente, este porcentaje se
bajó a 28. ¿Qué sucedió? Que desde 1948 cuando tuvimos una cuota y un
precio, que al principio no era buen negocio, nosotros estimamos que al
transcurrir 10 años tendríamos negocios satisfactorios con Estados Unidos; pero
en vez de eso, se nos redujo la cuota y como resultado, en Cuba, la gente pobre
y la gente del campo tiene que comprar a Estados Unidos y a los demás países
desarrollados más de lo que Estados Unidos compra a Cuba.
Cuba
compra más a Estados Unidos que lo que Estados Unidos compra a Cuba. De este modo, desde 1948 hasta el presente,
hemos gastado en Estados Unidos alrededor de 600 millones más de lo que Estados
Unidos ha gastado en Cuba. Si le agregan
a esto los embarques, el seguro, las ventajas de las inversiones en Cuba, en 10
años hemos perdido más o menos 1 000 millones de pesos; y si a esto le
agregamos la dictadura durante siete años, que robó centenares y centenares de
millones, las pérdidas en 10 años sobrepasan el billón y medio de dólares.
Mucha
gente nos pregunta que cómo es posible que Cuba
resistiese esas pérdidas. La verdad es
que cuando llegamos al poder, las reservas casi se habían agotado. A pesar de eso, empezamos a ahorrar dinero, a
botar o lanzar a la calle nuestras reservas, pero con una balanza desfavorable
de comercio y una balanza desfavorable de pagos, y con la tiranía, hemos
perdido un billón y medio de dólares.
Nuestras
reservas de oro o de dólares han desaparecido.
Eso explica por qué tenemos este número de desempleados; porque solo es
posible emplear a la gente con dinero, ya que no es posible que la gente ahorre
dinero sentados en sus casas. A veces
aquí, en Estados Unidos, la gente queda sentada y gana dinero, que son aquellos
que está recibiendo los beneficios de los seguros
sociales.
Ustedes
tienen un seguro social cuando la mayoría del pueblo trabaja y puede pagar
dicho seguro; pero en Cuba con el pequeño número de personas que esta
trabajando, no se puede pagar el seguro social para todos. Esto es lo que queremos que ustedes
comprendan, que comprendan el porqué de nuestra Revolución.
Estamos
tratando de lograr que el pueblo trabaje y establecer centros de trabajo e
industrias; y solo se pueden establecer industrias comprando maquinarias y
equipando fábricas. Y la única manera de
comprar maquinarias y fabricas es teniendo dólares, oro o reservas monetarias
para comprarlas. Cuando tengan las
maquinarias y las fábricas, lo otro que necesitan es un mercado.
Ustedes
en Estados Unidos tienen un mercado doméstico muy grande. La mayor parte de su producción se vende aquí
mismo en Estados Unidos; hay más gente que compra y más
gente que trabaja en las fábricas. De
este modo, ustedes son una nación que trabaja y que produce, tienen un mercado
doméstico y gente que tiene dinero para comprar.
Nosotros
no podemos competir con la industria de otros países, no tenemos mercado
doméstico. ¿Cómo es posible, si miles y
miles de acres no producen, si nuestros campesinos solo trabajan tres meses al
año? Quisiéramos que ustedes se pusieran
a pensar lo que sucedería si sus campesinos solo trabajaran tres meses al año
como los nuestros, ¿qué sucedería aquí en esta nación?
Necesitamos
desarrollar nuestra agricultura, de tal modo que nuestros campesinos tengan
dinero para comprar los productos industriales y manufacturados; eso es cierto,
porque no existe otro modo. He ahí por
qué el programa económico de nuestra Revolución se basa en el desarrollo de la
industria y en la Reforma Agraria, de tal modo que las tierras que no producen,
se pongan a producir.
Nosotros
en Cuba estamos utilizando muchas cosas que son innecesarias; lujos y, por otra
parte, compramos muchas cosas que podernos producir nosotros mismos en Cuba.
Cuando
hablo de esto, nos enfrentamos con grandes dificultades. Compramos aquí productos manufacturados y
productos agrícolas que, en realidad, deberíamos producir más económicamente en
Cuba; debemos comprar más maquinarias, más fábricas, y máquinas para fábricas,
para nuestras propias industrias.
Nuestro
programa se basa en estas dos ideas: la industrialización de nuestro país,
y que cada metro de terreno cubano sea productivo, porque así podemos asentar
millares de personas en las tierras y darles empleo a millares de cubanos en
las industrias.
Estamos
seguros de que de este modo resolveremos nuestra dificultad mayor, la
dificultad crónica que sufre Cuba y que se empeora de año en año, que es el desempleo. No hay otro modo, salvo que algún buen amigo
nos dé cada año 1 000 millones de pesos, de manera que cada uno se siente
en su casa y pueda comprar todas esas cosas.
Esa es la única manera.
Queremos
que ustedes, en Estados Unidos, comprendan lo que estamos haciendo para hacer
progresar nuestro país de la única manera posible.
Hay
muchos intereses en las distintas naciones y muchas veces esos intereses están
en conflicto, pero nuestras necesidades la única manera que podemos resolverlas
sin discusión alguna, es defendiendo el derecho de los cubanos a mejorar su
país y su propia situación. Eso es lo
que queremos que el pueblo norteamericano comprenda. ¿Significa eso que no le vayamos a comprar a
Estados Unidos? Le vamos a comprar más a
Estados Unidos, pero debemos comprar las cosas que más necesitamos y producir
las cosas que podemos producir en Cuba.
Nuestro
comercio con Estados Unidos puede mejorar de manera que sea mejor para todos, y
es imposible en lo absoluto que, además progresemos si no marchamos juntos con
Estados Unidos, sin ninguna amenaza al comercio de ninguno de los dos.
Usamos
el mismo dinero que Estados Unidos utiliza con nosotros y eso es lo que
queremos. Ustedes comprenden.
Cuando
alguien me preguntó si no veníamos a buscar dinero, de qué manera podía Estados
Unidos ayudarnos, contesté:
únicamente con un trato justo en materias económicas. En segundo lugar, con una comprensión justa y
cabal, porque una comprensión cabal es lo único que necesitamos.
Si
alguien quiere ir a Cuba, que vaya, si alguien, o algún hombre de negocios
quiere ir a Cuba, y encuentra garantías, buenas oportunidades y condiciones,
que vaya a Cuba, pero si se hacen campañas contra nosotros, entonces los
turistas dejarán de venir a Cuba.
No
estoy seguro, pero espero que ustedes comprenderán lo
que les quiero decir.
Si
estas grandes naciones, interesadas en Cuba, si los turistas van a Cuba,
supongan lo que sucedería si un millón de norteamericanos quisieran venir a
Cuba y gastar 100 dólares, esa es una manera de ayudar a Cuba, divirtiéndose al
mismo tiempo (RISAS).
A
ustedes les gusta mucho trabajar, y por lo menos descansar un día o dos, o
descansar, por ejemplo, un mes al año; y yo sé que ustedes cuando descansan no
quieren que nada les moleste. Ustedes
trabajan muy duro, pero les gusta descansar el tiempo que necesitan para
recobrarse de sus fatigas, y para descansar no solo el cuerpo, sino también el
espíritu. Esa es una manera de hacerlo. Tenemos playas magníficas, tanto en invierno
como en verano, magníficos lugares, con cielos azules. Realmente es un lugar delicioso para
descansar.
Tenemos
también pesca y peces desconocidos de ustedes.
No puedo más que alentar a los norteamericanos que quieren ayudar a
Cuba, de ir allá a descansar y así nos ayudarán (APLAUSOS).
En
Cuba tenernos lugares para los que sufren de reuma, de artritis, un magnífico
lugar con baños sulfurosos, me imagino que no se le conoce. La gente de Estados Unidos es muy
hospitalaria. Estoy seguro de que en
ninguno de esos lugares ustedes encontrarán hostilidad; y he hablado con
centenares y millares de visitantes en Cuba, y todos me han contestado lo mismo: “Estamos con usted,
no crea que estamos contra usted”.
Realmente,
ellos en Cuba se divierten mucho, pero si sucede lo que sucedió hace dos días
en un hotel, cuando uno de nuestros compatriotas salía, que un policía abrió la
puerta, estaba vigilándolo, se puso a hablar con él sin saber que era cubano, y
le dijo: “No vaya a Cuba porque allá
están fusilando a todo el mundo”. ¿Cómo
es posible con esta propaganda que el pueblo vaya a Cuba?
Hay
una cosa que ustedes saben:
la mejor manera de conocer las cosas es verlas por ustedes
mismos, y ver cómo el pueblo de Cuba se siente visiblemente feliz. Posiblemente en ninguna otra parte del mundo puedo
decir que esto exista. En otros lugares
o países ustedes se encontrarán gente más feliz, gente esperanzada y optimista,
pero en ningún otro país los encontrarán más esperanzados y optimistas que en
Cuba. Queremos que así sea, porque
nuestras puertas están abiertas.
No
quiero ser yo el que venga a hablar aquí públicamente, pero quiero que cada
ciudadano, cada periodista que así lo desee, vaya a Cuba; no tenemos las
puertas cerradas; tenemos las puertas ampliamente abiertas a todos los
visitantes para que visiten y conozcan la verdad de nuestro país. Y estoy seguro de que aquellos que visiten
nuestro país lo amarán y se divertirán, al mismo tiempo que ayudan a nuestro
país; volverán con la sensación y el sentimiento de las garantías y la honradez
que existen hoy en Cuba; verán cosas que no podrán encontrar en ningún otro
país del mundo.
Ahora
voy a contestar todas las preguntas. No
sé lo que se me va a preguntar, pero ustedes pueden preguntarme lo que quieran
y yo les contestaré (APLAUSOS).