DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, A LOS EMPLEADOS
DEL COMERCIO, EL 20 DE DICIEMBRE DE 1959.
(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)
Compañeras y compañeros
empleados del comercio;
Compañeros barberos que
están aquí presentes también y compañeras de las peluquerías que están
presentes aquí hoy:
Hoy
es un día que, por tratarse de un domingo, nos correspondía a todos descansar;
sin embargo, no importaba porque... (DEL
PUBLICO LO INTERRUMPEN).
Bueno,
es que los compañeros que trabajan en la televisión están haciendo posible que
otros muchos empleados, compañeros de ustedes, que viven en el interior o que
no han podido asistir, vean también la asamblea (APLAUSOS).
No
queríamos que finalizara este primer año revolucionario, a pesar de que ha sido
un año de intenso trabajo y de mucho esfuerzo por parte del pueblo y del
Gobierno, no queríamos que en este primer año tan fructífero de la Revolución,
dejásemos de tener una reunión con este sector, con el que hacía mucho tiempo
deseábamos reunirnos.
En
ocasiones traté de visitar algunos centros comerciales, pero me fue
materialmente imposible hacerlo, porque las horas en que se encuentran los
trabajadores en esos centros son horas también muy concurridas y nos cuesta
mucho trabajo visitarlos por la aglomeración de público que, tengo entendido,
incluso, en un caso, en una visita que traté de hacer a distintos centros
importantes —porque quería visitarlos a todos—, creo que hubo hasta pérdidas allí
(RISAS).
De
todas formas, tenía interés en reunirme con tres sectores: el de los empleados y empleadas del
comercio, con el de los barberos y el de las peluqueras (APLAUSOS).
Es
para mí una gran satisfacción el poder cerrar este año con este acto, que será
el último acto público —según tenemos pensado—, de este primer año de
Revolución.
Nuestro
interés en reunirnos con estos tres sectores es un interés verdaderamente
revolucionario. No se trataba de obtener
con este acto ese acuerdo que tan espontáneamente ustedes respaldaron de
contribuir a la industrialización.
Esa
persona, por ejemplo, que llegó tan preocupada a preguntarle al compañero
Eduardo si hoy iba el 4%, en realidad, para ese respaldo del 4%, no era
necesario molestar a los empleados y empleadas un domingo, porque ese aporte
como contribución a la obra de industrializar el país, ese es un aporte que ya
nosotros consideramos como una realidad por parte de todos los sectores obreros
del país, y, aunque de eso hablaré más adelante, me interesa destacar que no
era ese el objeto de la reunión. Este
acto tenía un objeto, si cabe, más importante todavía, ya que nosotros no
hacemos nada con tener el 4%, y con tener todos los recursos, o con movilizar
todos los recursos que están al alcance de nuestras manos si la Revolución se
viera debilitada o si la Revolución fracasara.
Creo por eso que lo más importante es la defensa de la Revolución. Sin Revolución no tendremos leyes
revolucionarias, y, por eso, defender la Revolución es una cuestión capital, y la
tarea principal del pueblo de Cuba en los tiempos venideros, no sé si serán
meses o si serán años, a nosotros no nos importa el tiempo que tengamos que
luchar por defenderla, pero tengo la seguridad de que en los tiempos venideros
la tarea primordial del pueblo de Cuba será defender la Revolución.
Nosotros
hemos convocado este acto como parte de esa tarea de defensa de la Revolución. Lo mismo que la reacción se organiza, lo
mismo que los contrarrevolucionarios se organizan y hacen planes, lo mismo que
todos los intereses afectados por la Revolución se organizan, lo mismo que el
traidor Pedro Luis Díaz Lanz se junta con ese par de buitres que fueron allí a
juramentarse en su propósito de agredir a la patria en defensa de intereses
extranjeros, lo mismo que los trujillistas, los criminales de guerra, la prensa
contrarrevolucionaria, los latifundistas y los reaccionarios de toda clase se
juntan, se organizan y se movilizan, el pueblo también se junta, se organiza y
se moviliza para defender la Revolución (APLAUSOS).
Cada
cual busca a sus amigos. Ellos le mandan
recaditos a Trujillo, reciben favores de Trujillo, reciben ayuda de Trujillo,
se entrenan en Santo Domingo; ellos reciben ayuda de los trusts, de los
monopolios enemigos de la Revolución; ellos reciben ayuda de los grandes
latifundistas que no se resignan a la Reforma Agraria; ellos reciben ayuda de
los malversadores; ellos reciben ayuda de los politiqueros; ellos reciben ayuda
de los garroteros; ellos reciben ayuda de los explotadores de todas clases y se
van juntando, y son defendidos, por ejemplo, por ese periódico que lleva 128
años al servicio de los intereses generales (ABUCHEOS).
De
la misma manera en que los contrarrevolucionarios buscan en esos sectores sus
amigos, nosotros juntamos a nuestros amigos, que son el trabajador, el
campesino, el estudiante, y hay veces aquí en que he oído que se quejan de que
yo nada más hablo de los trabajadores, que nada más hablo de los obreros, y que
hay muchas personas que no son ni trabajadores ni obreros. Bien, yo creo que en nuestra Revolución
tienen abiertas las puertas todos los que quieran defenderla.
Nuestra
causa es una causa justa y todo el que quiera defenderla tiene sus puertas
abiertas para recibir su colaboración. Y
hay, efectivamente, muchos profesionales; hay, efectivamente, personas de las
llamadas clases medias, en fin, que están de acuerdo con la Revolución pero,
desde luego, nosotros vamos a buscar nuestro apoyo en aquellos sectores que más
firmes están, en aquellos sectores que, por haber sido también los más
maltratados siempre y los más olvidados siempre, han recibido de la Revolución
los mayores beneficios; además, porque son los más firmes también, vamos a
decirlo con toda claridad (APLAUSOS).
La
clase media se divide entre los que piensan con las consignas del “Diario de la
Marina” y comparsa, y entre los que piensan con sentido patriótico, con sentido
nacionalista y con sentido de justicia.
Pero,
por ejemplo, hay algunas verdades que son evidentes, son clarísimas. Si ustedes analizan quién cometió un acto contrarrevolucionario: fulano de tal, el
político tal que se exilió, el fraile tal que se exilió también, el piloto tal
que se fue, y, en fin, cuando ustedes van analizando quiénes son los que son
capaces de llevar a cabo una traición a la patria en este momento, difícilmente
se encuentren un guajiro entre los exiliados y entre los que se van al Senado a
hacer reclamaciones ni nada de eso (APLAUSOS).
No
he visto a ningún guajiro exiliado. De
más está decirles que a nosotros no nos molesta que se exilien, desde luego, de
más está decirles que no nos molesta, lo que no tienen que exiliarse, si
nosotros les prestamos hasta un barco a todo el que quiera irse de aquí que no
esté de acuerdo con la Revolución. El
que no quiera ser cubano, el que no quiera defender a su patria, el que no esté
de acuerdo, el que no tenga valor para quedarse aquí a defender esta obra justa
que se está haciendo, ese, si se quiere ir, que se vaya.
Nosotros
estamos muy claros en la apreciación de cuáles son los sectores del país que
más firme y decididamente respaldan a la Revolución y, además, por qué la
respaldan; y, por eso, nosotros sabemos en qué sectores tenemos el más sólido
apoyo y en qué sectores tenemos el más constante ataque, y, además, el porqué
de esos ataques.
Yo
nunca me hice ilusiones creyendo que aquí había gente tan patriota, ¡tan
patriota!, que cuando nosotros hiciéramos una ley de reforma agraria iban a
seguir respaldando a la Revolución (RISAS), o cuando hiciéramos una ley de
alquileres iban a seguir respaldando a la Revolución, o cuando abriéramos las
playas, que estaban cercaditas aquí para que se bañaran unos cuantos
privilegiados, de par en par para el pueblo iban a seguir respaldando a la
Revolución, o cuando nosotros tomáramos aquí una serie de medidas que tienden a
poner fin a un número grande de injusticias que ha estado padeciendo nuestra
patria, cuando nosotros nos propusiéramos recobrar las riquezas que estaban en
manos extranjeras —sobre todo, la tierra—, cuando nos decidiéramos a ponerles
coto a los abusos de los monopolios extranjeros que explotan los servicios
públicos, cuando nosotros nos decidiéramos a ponerles fin aquí a los sistemas
que explotan a los campesinos comprándoles los productos al menor precio
posible para vendérselos al pueblo lo más caro posible, cuando nosotros le
pusiéramos fin al sistema de privilegio que había en nuestra patria, en que el
adulón estaba al servicio del latifundista y del poderoso, la fuerza pública
estaba al servicio del poderoso, las autoridades todas estaban al servicio del
poderoso... Aquí para ingresar en un
hospital se requerían influencias, los politiqueros aquí campeaban a su antojo;
para ir a una escuela se necesitaban influencias; para entrar a un cargo
público, influencia; para entregar un aula, influencia; para todo se necesitaba
siempre tener alguna amistad y tener alguna prerrogativa especial, y, como bajo
esa fórmula habíamos vivido siempre en medio del privilegio y en medio de la
injusticia, nosotros sabíamos que el día que nos propusiéramos ponerle fin a
todo eso, pues ni los politiqueros, ni los garroteros, ni los latifundistas, ni
los intermediarios explotadores del pueblo y de los campesinos, ni todos esos
sectores afectados por la Revolución iban a ser tan patriotas que iban a seguir
junto a la Revolución.
y nosotros
estamos muy conscientes de por qué se nos combate; nosotros estamos muy
conscientes de que no se combate al Gobierno Revolucionario porque haya robado,
no se combate al Gobierno Revolucionario porque fomente el vicio, porque
fomente el juego, porque fomente el abuso, porque la policía nuestra golpee o
vaya a cualquier lugar a comprar y no pague, porque sean insolentes con el
pueblo, porque estén cometiendo cualesquiera de aquellas fechorías o de
aquellos abusos que se cometían en el pasado.
No se combate al Gobierno Revolucionario porque haya hecho cosas malas;
se combate al Gobierno Revolucionario única y exclusivamente porque ha hecho
cosas justas y cosas buenas, que no son más que todas aquellas demandas que
nuestro pueblo desde hacía mucho tiempo venía reclamando, porque la Revolución
no ha hecho sino completar la tarea que se propusieron nuestros mambises. La Revolución es, en realidad, en todos los
órdenes, incluso, en el orden de la soberanía y la independencia nacional, la
culminación de los mambises, porque por primera vez nuestra bandera puede
ondear de verdad orgullosa en nuestra patria (APLAUSOS).
Por
primera vez el cubano tiene sensación real de que pertenece a una colectividad
dueña de sus propios destinos; por primera vez el cubano se siente cubano; por
primera vez, incluso, comienzan a conocer nuestra patria en el extranjero,
porque antes había muchos norteamericanos que, por ejemplo, les preguntaban: ¿Bueno, y Cuba a
qué Estado pertenece?, o, ¿dónde está Cuba?
Y no sabían ni dónde estaba Cuba.
Y había muchos países en el mundo que ni siquiera tenían noticia de que
Cuba existía. Por primera vez el mundo,
incluso, empieza a tener conciencia de que hay una nación que se llama Cuba, y
que esa nación es nación y no colonia, y que esa nación es dueña de su propio
destino (APLAUSOS).
Por
primera vez se está haciendo una obra de desarrollo económico de los recursos
del país; por primera vez el Gobierno de la república se ha ocupado de la
niñez, incluso, al extremo de haber establecido, en este solo curso escolar —entre
las que se han establecido y las que se establecerán antes de que finalice el
curso—, en un solo año, el doble de escuelas de las que se habían establecido
en 50 años de república; por primera vez el Gobierno no solamente se ocupó de
establecer normas morales, de establecer la más completa y absoluta honradez en
la administración de los fondos públicos, de erradicar el vicio, de perseguir
sin tregua todo el juego, de perseguir el contrabando, de perseguir el tráfico
de drogas, de perseguir, en fin, todos los vicios que tenían lastrada nuestra
nacionalidad. Y no solo eso, sino que se
ha preocupado de la cultura, se ha preocupado de la economía, se ha preocupado
de la vivienda, se ha preocupado de la salubridad, se ha preocupado de todos
aquellos aspectos que siempre habían sido olvidados por todos los gobernantes;
y no solo eso, sino que ha tenido el Gobierno Revolucionario que realizar esa
tarea, cuando el precio del azúcar era más bajo de lo que había sido en 17
años, cuando menos divisas ingresaron por concepto de la venta del azúcar y de
los demás productos, como consecuencia de la abundancia de azúcar, como
consecuencia de la política errónea del pasado en materia azucarera, como
consecuencia de la baja en el precio y, además, como consecuencia del derroche
de nuestra reserva, de todas las reservas monetarias que se habían acumulado
durante la guerra.
Ustedes
recuerdan que durante la guerra no se podía comprar goma, ni se podía comprar
gasolina, ni se podía comprar nada; que el precio del azúcar fue alto en
aquellos tiempos, y en consecuencia, la nación pudo ir acumulando divisas; sin embargo,
esas divisas comenzaron a ser gastadas, porque habían acostumbrado al pueblo a
un gasto de importación muy superior a lo que exportaba, y, en consecuencia, de
las reservas que existían —reservas que tenían que haberse invertido para
establecer industrias, porque para dar trabajo hay que establecer industrias y
para comprar una industria hay que pagarla en divisas; es decir, hay que
comprarla con lo que nos pagan por los productos que nosotros exportemos—,
habían acostumbrado a nuestro pueblo a un gasto de automóviles, por ejemplo, de
35 millones de pesos todos los años. Es
decir, se gastaban 35 millones de dólares en automóviles y, en cambio, mientras
los guajiros estaban muriéndose de hambre, mientras no había trabajo en el
campo, mientras nosotros estábamos importando arroz, grasa, algodón y todo
aquí, solamente en equipos agrícolas se gastaban 5 millones de dólares. Y, en definitiva, el que venía a disfrutar de
aquellos automóviles, no era, por cierto, el pueblo; porque yo no conozco a
ningún guajiro de ninguna colonia de caña que tuviera un Cadillac, ni tuviera
un Buick, ni tuviera un carro de aquellos (APLAUSOS).
Ustedes
se preguntan, ¿adónde iban a pasear con aquellos Cadillac? Pues iban a pasear a lugares exclusivos,
porque el guajiro ni tenía Cadillac, ni tenía playa adonde ir, ni tenía mar, ni
tenía centro turístico, ni tenía, en fin, escuela para sus hijos, no tenía
prerrogativas. Y cuando digo el guajiro —aunque
estoy consciente de que la situación en el campo era peor que la situación en
la ciudad—, estoy consciente también de que al empleado que le pagaban 40 pesos
o le pagaban 60 pesos, tenía que pagar 50 de alquiler, pues difícilmente
pudiera tener un automóvil, y difícilmente pudiera tener una casa, y difícilmente
pudiera ser socio de ninguno de esos clubes (APLAUSOS).
Así
que cuando se gastaba la nación 35 millones de dólares en automóviles, era el
gasto que debía invertirse en equipos industriales para sacar a nuestro país
del estrangulamiento y de la parálisis económica en que se encontraba. Sin embargo, esos millones que se gastaban en
divisas eran, principalmente, para disfrute de una parte minoritaria de la
población.
Es
decir que nosotros llegamos a tener que resolver todos esos problemas cuando
esa reserva de la nación estaba virtualmente agotada, y, en esas dificilísimas
condiciones, tuvimos que emprender la tarea de realizar lo que no se había
realizado aquí en 50 años y tuvimos que emprender la tarea de hacer todas las
obras, todas las calles, todos los acueductos, todos los caminos, todos los
alcantarillados, todas las escuelas, todos los hospitales que no se habían
hecho aquí en 50 años, y hacerlos cuando el precio del azúcar era más bajo, y
hacerlos cuando nuestras divisas estuvieran agotadas, y, como si todavía fuera
poco, hacerlos también con la enemistad de muchos políticos vecinos del norte,
con la campaña de casi todas las revistas de más publicación en el vecino país
del norte, que nos estaban atacando, nos están atacando y nos seguirán
atacando, sencillamente, porque hemos tenido el decoro de defender las cosas de
Cuba y defender los intereses de Cuba (APLAUSOS).
Esos
ataques no se lo dedicaban nunca a ningún vendepatria, a ningún gobernante
criminal, a ningún gobernante ladrón, a ningún gobernante explotador del vicio,
a ningún gobernante que hacía concesiones, como esa concesión repugnante y
vergonzosa que se le hizo el mismo día 13 de marzo a la Compañía Cubana de
Teléfonos; a un gobernante que hacía concesiones con nuestras minas y les
entregaba las concesiones mineras para que se llevaran toda la materia prima y
no nos dejaran aquí más que los huecos, a ese gobernante no le dedicaban esos
ataques; al gobernante que permitía que desalojaran a los campesinos y que las
compañías extranjeras tuvieran cada vez más tierras y fueran cada día más
abusadoras con los guajiros y con los obreros, a ese no le dedicaban esos ataques,
al gobernante que permitía aquí
que misiones militares extranjeras estuvieran instruyendo al ejército de la
república —cosa que no hace ningún
ejército que realmente se respete, porque un ejército que se respete,
sencillamente tiene por jefes a oficiales del país y nada más, y no oficiales
que en muchas ocasiones eran los que decidían sobre la conducta que tenía que
seguir aquel ejército—; a los gobernantes que no defendían los intereses de
Cuba, que no defendían los intereses del pueblo, que no defendían la nacionalidad,
a esos gobernantes extranjerizantes, a esos gobernantes vendidos, a esos
gobernantes entreguistas, a esos no los atacaban. Así que es una cosa clara y evidente del
porqué de esos ataques, y demuestra en qué difíciles condiciones el Gobierno Revolucionario
ha tenido que atravesar este primer año de Revolución.
Y,
como si fuera poco, además, aviones partiendo de allá para quemar caña, aviones
partiendo para atacar y lanzar una bomba un día en el central Niágara, y otro día lanzarla en el central Punta Alegre, y
otro día llevar a cabo un raid contra la propia capital de la república. Y, como si fuera poco, allá, en el Senado de
ese país, los vendepatrias hablándoles a los oídos, como si los problemas de
nuestra patria, que tanta sangre y tanto sacrificio han costado a nuestro
pueblo, tuvieran que ir a resolverse en el conciliábulo del Senado de un país
extranjero, cuando esos problemas son problemas que tienen que resolverse aquí
(APLAUSOS).
Así
que como si fueran pocas las dificultades derivadas por la carencia de
reservas, por el bajo precio del azúcar, tenemos, por añadidura la enemistad de
quienes han estado tratándonos de hacer todo el daño posible y de quienes han
estado alentando los movimientos contrarrevolucionarios en el extranjero.
Luego,
la Revolución ha tenido que enfrentarse a obstáculos grandes, y tendrá que
enfrentarse todavía a obstáculos mayores, porque ese es el precio de un destino
mejor; ese es el precio de una patria libre y de un futuro prometedor.
La
nación cubana no tendría dificultades si la política del Gobierno y de la
Revolución hubiese sido la misma política entreguista, y, entonces, no habría
sido una revolución; pero además, por el camino que llevaba nuestro país, ¿qué
esperaba a los cubanos, qué esperanza de mejoramiento, qué futuro esperaba a
nuestra patria?, porque yo no veía otro que el camino que habían tomado ya
muchos de nuestros compatriotas de ir a buscar una visa para ir a ganarse en el
extranjero, en tierra extraña, donde se hablaba un idioma extraño, el pan que
aquí no se podían ganar, porque la economía del país estaba estrangulada por
los monopolios, por los latifundios, por los garroteros, por los politiqueros,
por los malversadores y por los explotadores de toda índole que había en
nuestra patria; y muchos cubanos, miles de cubanos todos los años, tenían que
emprender el camino de la emigración para ir a trabajar en otro país; tenían
que olvidarse casi para siempre de su patria; tenían que olvidarse de sus
hermanos, tenían que olvidarse de su tierra, porque en su tierra, a pesar de
ser una tierra rica, a pesar de ser miembro de una sociedad integrada por un
pueblo trabajador, a pesar de ser este un pueblo inteligente, a pesar de tener
infinidad de recursos naturales, los cuatro, o los cinco, o los seis y tantos millones
—que hemos ido creciendo—, de habitantes que tenía nuestro país, no podían
vivir en una tierra tan rica y con recursos tan abundantes, que pudiera darle
trabajo y pudiera darle albergue a una población cinco o seis veces mayor que
la que tenemos.
Así
que por hacer una obra que velara por encima de todo por los intereses del
pueblo, porque lo único que no se nos puede reprochar es de haber dado un solo
paso en que nuestras miras no hayan estado puestas, primero que nada y por
encima de todo, en el interés del pueblo y en el interés de la nación (APLAUSOS
PROLONGADOS).
(DEL
PUBLICO LE DICEN: “Todavía
sigo explotado.”)
Bueno,
tú no eres el único que sigues explotado, aquí sigue todavía mucha gente
explotada en este país (APLAUSOS).
Ahora, si tú quieres puedes hablar aquí, puedes abundar en las razones,
pero no me estás diciendo nada nuevo, porque tampoco nosotros hemos podido
resolver ni podríamos resolver en un año, ni en dos siquiera, ni en tres
siquiera, todos los problemas de la república, porque son problemas que tienen
hasta 50 años. ¡Ojalá hubiéramos podido
ponerles fin en 24 horas a todos los males de nuestro país! (APLAUSOS), que por nosotros las soluciones
no se harían esperar nunca, ya que hemos tratado de hacer lo más posible
(EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera,
fuera!”).
Hay
muchas injusticias por reparar todavía, pero eso no debe desanimarnos porque en
un año, solamente en un año, hemos reparado bastantes injusticias (APLAUSOS). Luego, nosotros estamos muy conscientes de
por qué se nos combate, quiénes nos combaten y cómo nos combaten. La reacción acude a todas las armas, incluso,
las armas más disimuladas y más sutiles.
Ustedes, que han sido testigos de la última maniobra de la reacción, han
visto, incluso, cómo quisieron poner a Dios contra la Revolución o a la
Revolución contra Dios; es decir que ustedes, que son cubanos protagonistas de
esta etapa que está viviendo nuestra patria y que, además, son inteligentes,
han estado al tanto de todos los planes, porque no han vacilado en acudir a las
armas más refinadas.
¿Qué
es lo que pasa ahí, señores? (DEL
PUBLICO LE DICEN ALGO. )
Bueno,
si ese es un señor que tiene algún problema y lo quiere discutir, que venga
aquí a discutirlo (ABUCHEOS). Yo ignoro
qué problema tiene ese señor, yo lo ignoro, pero si tiene algún problema y
quiere discutirlo lo discutimos aquí, lo que no tiene derecho es a estar interrumpiendo
aquí este acto (ABUCHEOS).
____________.- Muy buenas noches, señoras y señores (ABUCHEOS).
CMDTE. FIDEL CASTRO.- Vamos a
ahorrar trabajo. ¿Cuál es tu problema?
____________.- Bueno, el problema mío es un problema de
trabajo en el giro.
CMDTE. FIDEL CASTRO.- ¿Y cuál es
el giro tuyo aquí?
____________.- Bueno, tengo una barbería que la abrí por el
Gobierno Revolucionario, bajo una ley del Gobierno Revolucionario... (ABUCHEOS)...
en mi derecho de subsistir como trabajador que soy, que me han explotado
toda la vida los dueños de la barbería...
CMDTE. FIDEL CASTRO.- Tú abriste
una barbería, ¿y qué problemas tienes con la barbería?
____________.- Bueno, que no hay... para poderla abrir... (ABUCHEOS).
CMDTE. FIDEL CASTRO.- Bueno,
está bien. Considerando todo el derecho
que tú puedas tener a abrir una barbería, a resolver el problema, yo te voy a
hacer una pregunta que es lo que yo quiero que tú me contestes. ¿Tú estabas oyendo lo que yo estaba hablando? ¿Tú me estabas oyendo?
____________.- No, yo estaba hablando.
CMDTE. FIDEL CASTRO.- Tú no me estabas oyendo, ¿verdad? (EXCLAMACIONES.) Yo te voy a hacer una pregunta. ¿Tú crees que es correcto, que tú, como
ciudadano, que debes tener las mismas preocupaciones que tiene todo el pueblo
por su destino, por su patria, por los grandes problemas que tienen en estos
momentos, tú debes interrumpir el acto, dime, para venir aquí a plantear tu
problema particular? ¿Tú no crees que
debías haber ido al sindicato...? (ABUCHEOS.)
Si tú no estabas oyendo, como has reconocido aquí, tú no tienes derecho a venir
a interrumpir aquí al pueblo, en primer lugar; y, en segundo lugar, a un
miembro del Gobierno que le está hablando al pueblo (ABUCHEOS). Ve al Ministerio del Trabajo, ve al
Ministerio de Comercio, ve al sindicato y resuelve allí tu problema, no
interrumpas el acto de un domingo, que hoy todo el mundo dejó de ir al cine,
dejó de ir a la playa, para efectuar este acto (EXCLAMACIONES DE: “¡Que se vaya, que se vaya!”)
____________.- Le pido disculpas al pueblo de Cuba, porque
abrí mi barbería por las leyes fundamentales de la Revolución, que me dan todo
derecho a abrir la barbería, ¿comprenden?, y están combatiendo a los dueños de
las barberías; le pido perdón al pueblo este porque yo estaba... (ABUCHEOS y
EXCLAMACIONES DE:
“¡Que se vaya!”)
CMDTE. FIDEL CASTRO.- Cuando uno ve estos casos, no le queda más remedio
que meditar sobre los problemas de los pueblos; no le queda más remedio que
meditar en los infinitos obstáculos que un pueblo tiene que vencer para marchar
adelante, porque hay personas que hasta sin darse cuenta hacen daño; hay
personas que hasta sin darse cuenta hacen una tarea contrarrevolucionaria, hay
personas que sin darse cuenta confunden, se dejan confundir, se preocupan por
sus cosas personales. Comprendo que todo
el mundo tiene problemas personales y comprendo que todo el mundo tiene sus
grandes preocupaciones, pero creo que los cubanos debemos olvidarnos un poco
más de nuestros problemas exclusivamente personales (EXCLAMACIONES), porque hay
un refrán que dice, que una golondrina no compone verano, y los individuos no podrán
resolver nunca por sí mismos sus problemas; la fuerza de los individuos está en
el pueblo, en la agrupación; está en la fuerza de todos.
Los
problemas individuales que tiene cada cubano son consecuencia de no haber
sabido actuar colectivamente, son la consecuencia de haber sabido marchar
adelante como pueblo (APLAUSOS), porque la fuerza de los individuos está en que
haya muchos individuos como él dispuestos a juntar sus fuerzas para llevar
adelante una obra, y esa es hoy, precisamente, la gran tarea de nuestro pueblo: olvidarnos de las
cosas individuales.
¡Hay
un millón de problemas que no puede resolver la Revolución!, ¡hay un millón de
problemas individuales!, constantemente nosotros nos encontramos con casos de
personas que tienen una necesidad y los mandamos al Ministerio de Asistencia
Social, sencillamente, porque nosotros no podemos estar metiéndonos las manos
en el bolsillo para dar una limosna, porque una de las cosas que debemos hacer
es erradicar la limosna de nuestra patria.
La limosna es un vicio en nuestra patria (APLAUSOS). La satisfacción de las necesidades de una
persona que no pueda valerse por sí misma no debe depender de que haya un
individuo generoso que la ayude, sino que debe ser todo el pueblo quien la
ayude, debe ser la nación quien la ayude; para eso pertenecemos a un pueblo, para
eso pertenecemos a una nación, para que, cuando algún miembro de esa nación no
pueda valerse por sí mismo, cuando esté viejo, o porque esté inválido por
cualquier accidente, o porque esté enfermo y no tenga recursos, sea la nación
quien se los proporcione, y no tenga que estar dependiendo de los individuos.
Estamos
cruzando esos calvarios que se deben a todos los errores del pasado, a todo el
abandono del pasado y, naturalmente, hay muchos casos individuales que no se
pueden resolver; perderíamos nuestro tiempo si abandonáramos las grandes tareas
de la nación para ir resolviendo, al estilo de los políticos, los problemas uno
a uno, porque por culpa de ese sistema y por culpa de ese individualismo, y por
culpa de considerar al político como a la persona que tenía que resolverles el
problema a todos y a cada uno, y no el problema a todos; y por culpa de estar
considerando los políticos al pueblo, a los ciudadanos, como individuos que
tenían cédulas para que les dieran el voto, es que la república está pagando
ahora al precio de sacrificios y de dolor, como tiene que estarlo pagando.
Nosotros
no podemos resolver todos los problemas, sencillamente, porque hemos recibido
una herencia, que es la herencia de un país atrasado económicamente, la
herencia de un país lleno de necesidades, la herencia de un país lleno de
desempleados, la herencia de una economía estrangulada y la tarea enorme de
tener que resolver esos problemas en medio de las dificultades que nos plantean: primero, la escasez de los recursos de la nación;
segundo, el gran número de enemigos que tiene un pueblo cuando decide librarse
del yugo de la explotación colonial, como la que existía en nuestra patria
(APLAUSOS).
Creo
que tenemos mucho que aprender todavía, creo que los cubanos solos aprendimos;
todos, ustedes y nosotros, hemos aprendido bastante con la experiencia de este
primer año de Revolución, pero creo también que tenemos por delante mucho que
aprender todavía, y tenemos que aprender sobre la marcha, porque el precio de
no aprender sería de nuevo la esclavitud; el precio de no saber afrontar con
inteligencia los problemas y de no sabernos educar sobre la marcha, sería el
regreso al pasado.
Mucho
ha aprendido el pueblo y mucho tiene que aprender todavía, algo hemos aprendido
nosotros y mucho tenemos que aprender todavía; pero, sobre todo, es importante
que estemos claros y conozcamos bien las raíces de nuestros problemas actuales
y las causas de las piedras que le quieren poner en el camino a la Revolución,
y quiénes son los que le quieren poner esas piedras. En lo que más conscientes debemos estar todos
es en el problema general de la Revolución, en la marcha de la Revolución, los
obstáculos que tiene delante y cómo nosotros debemos ir venciendo esos
obstáculos.
Les
hablaba del porqué se nos combatía, cómo se nos combatía, no porque hubiéramos
hecho lo que se hizo en el pasado, sino se nos combate por estar haciendo todo
lo bueno que no se hizo en el pasado y estar erradicando todo lo malo que
existió en el pasado, porque esas deserciones, esas acusaciones, esas campañas,
esas agrupaciones que se forman contra la Revolución, obedecen a una sola
razón, de la cual está consciente el pueblo:
obedecen al propósito de los privilegiados, al propósito de los grandes
intereses de cortar la Revolución; de derrotar la Revolución, para que en Cuba
vuelva a imperar aquel pasado sin esperanzas para el pueblo, pero que, en
cambio, era el pasado de grandes beneficios para los privilegiados, para las
camarillas que hacían y deshacían en los destinos de la patria, sin considerar
para nada al pueblo, porque el pueblo en el pasado era un cero a la izquierda y
el pueblo hoy es un cero a la derecha, cada ciudadano hoy es un cero a la
derecha (APLAUSOS).
Hoy
cada ciudadano cuenta, hoy cada ciudadano vale, hoy cada ciudadano es
necesario, y todo lo que se hace contra la Revolución es el intento de que volvamos
a vivir como en el pasado, pasado al que no quiere nuestro pueblo volver,
porque el pueblo era un grupito de privilegiados, que porque tuvieron la
fortuna de ser ellos los que estudiaron, porque tuvieron la fortuna de ser
ellos los que adquirieron los refinamientos de una cultura ficticia y falsa,
porque no era inculcarles a los hombres la verdad, sino inculcarles a los
hombres los prejuicios, las mentiras y los métodos de tener engañado y tener
explotado al pueblo (APLAUSOS).
El
pueblo no lo constituyen los privilegiados, los privilegiados constituyen, todo
lo más, el antipueblo; porque han sido los enemigos de los intereses del pueblo
y lo que quieren es que volvamos al pasado.
Claro, se valen de todos los medios, de todas las artimañas, de todos
los trucos, de todos los refinamientos, de todos los recursos. Esos que, por ejemplo, riegan bolas, no
dándose cuenta siquiera que la bola está de más, porque una bola puede
prosperar contra un grupo de reaccionarios, contra un gobierno inmoral y
criminal, pero las bolas contra un gobierno revolucionario solo sirven para que
el Gobierno Revolucionario las batee contra la cerca (APLAUSOS).
Y
hay dos estilos completamente distintos, un estilo de los que estén contra los
intereses del pueblo y un estilo de los que están con los intereses del pueblo;
a los que estaban contra los intereses del pueblo les convenía tener al pueblo
confundido y engañado. Antes, por
ejemplo, cuando se hacían campañas de: “no
compre”, “no gaste”, pues en aquella época eso podía hacerle daño a todo aquel
andamiaje, porque no comprar y no vender perjudicaba naturalmente, sobre todo,
los intereses de los que obtenían sus dividendos de sus márgenes de no comprar. Pero nosotros que tenemos no un problema de
superproducción, no un problema de contracción, sino que nuestro problema, por
el contrario, es de falta de producción, nuestro problema es producir en el
país todo lo que se está importando y exhortar al pueblo al ahorro, porque ha
aumentado la capacidad de consumo, y aumenta cada día la capacidad de consumo,
cuando vienen con el truquito de: “no
compren”, les decimos: “muchas gracias,
porque con eso está usted contribuyendo al ahorro”, y, sobre todo, si los que
no compran son esos que les gusta comprar artículos de importación y mucho lujo
y no compran, nosotros les decimos: “muchas
gracias, no compren” (RISAS Y APLAUSOS).
Y
cuando se quieren llevar... Por ejemplo,
sé perfectamente que eso no afectará a los que trabajan en el comercio, porque
sé que cada día es mayor y cada día será mayor el volumen de venta. ¿Por qué?, porque ahora está comprando el
pueblo que antes no compraba (APLAUSOS).
Bien arreglados estaríamos nosotros si tuviéramos que depender de lo que
compraran los latifundistas y todos esos señores (RISAS); a nosotros lo que nos
interesa es que compren todos los ciudadanos, que todos los ciudadanos tengan
con qué comprar y que en todos los centros comerciales haya artículos que venderle
a cada ciudadano que tiene un medio de vida, y que haya cada día más ciudadanos
con medios de vida. Eso es una cosa
clara.
Cuando
vinieron y empezaron a sacar el dinero del banco y bolas de que se iban a coger
el dinero del banco, nosotros dijimos: “ni se molesten, si quieren llévense
todo el dinero del banco porque, en definitiva, esos son papeles, llévense los
papeles si quieren, nosotros podemos hacer otros papeles exactamente igual que
esos” (APLAUSOS). Otra bola para crear
problemas económicos que, en definitiva, al Gobierno Revolucionario no le
hacían ninguna mella.
Cuando
empezaron a regar que venían y que iban a invadir, así, ¿quién le va a callar
el peligro al pueblo?, ¿nosotros? No,
todo lo contrario; nosotros en cuanto hay un peligro de invasión lo que
empezamos es a entrenar al pueblo y empezamos a alertar al pueblo, porque no es
lo mismo el estilo de gobierno con el pueblo que el estilo de gobierno contra
el pueblo. Antes iba a hacer una
invasión y avisaban a los que tenían el poder porque no querían que el pueblo
se agitara; pero cuando empiezan a rodar bolas de que vienen tal día o más cual
día, puede ser todo lo contrario, nosotros somos los primeros interesados en
que el pueblo esté alerta y que el pueblo lo sepa, porque nuestra técnica no
puede ser nunca la de engañar al pueblo, ya que el pueblo es nuestro amigo y
nuestro apoyo, y tenemos que tener al pueblo orientado.
Claro,
hay algunas bolas que son de carácter maligno, porque ya no se habla de
expediciones, son las bolas que regaban en los días en que desapareció nuestro
compañero Camilo Cienfuegos, esas bolas de mala índole, esas bolas horribles en
que empezaron a divulgar las más infames versiones sobre la dolorosa
desaparición del compañero Camilo Cienfuegos (APLAUSOS). Ese es el tipo de bola que ya rompe todos los
records de ruindad y de mala fe, y que son las bolas que se entretienen en
regar por teléfono, ¿quiénes?, los que tienen tres teléfonos en su casa;
¿quiénes?, los que no tienen que trabajar porque les sobra el tiempo; ¿quiénes?,
los que pueden estar jugando bridge, canasta y pocker todo el día porque les
sobra el tiempo para estar jugando bridge y canasta; ¿quiénes?, los que se
reúnen a tomar highball en los clubes aristocráticos; ¿quiénes?, los que tienen
máquina con chofer para estar todo el día chismeando de casa en casa, que son
los que riegan esas bolas; ¿quiénes?, los que tienen cuatro criadas: una para que cocine, una para que lave, otra
para que limpie la casa, otra para que cuide el jardín y otra para que saque el
niño a pasear (APLAUSOS).
Claro
que son los que se dedican a hacer esas campañas, porque disfrutan de todo el
tiempo necesario, de todas las comodidades, de todas las ventajas, y,
naturalmente, tienen las facilidades de hacerlo, los refinamientos para hacerlo,
saben dónde tienen que ir a decir un chisme; cuentan, además, con numerosos
recursos, cuentan con prensa reaccionaria, cuentan siempre con alguno que otro
grupo, cuentan con alguno que otro centro donde regar campañas.
Y
así, mientras, por un lado, por ejemplo, ustedes se encuentran que cualquier
medida que el gobierno tomaba con respecto a la enseñanza, empezaban a decir
que eran medidas contra la enseñanza privada, por otro lado, en algunos lugares
y algunos centros de enseñanza privada, se dedican a hacerles a los muchachos
una conciencia contrarrevolucionaria y a hacer campaña contra la Revolución.
No
estoy más que exponiendo esto y no estoy más que explicando de las armas que se
valen, por todos los medios posibles, todos los instrumentos posibles, todos
los refinamientos posibles para hacerle daño a la Revolución; es decir que
ellos están en posesión de recursos, están en posesión de medios, de una
cultura, una preparación, tienen acceso a los órganos reaccionarios de
publicidad, tienen el apoyo de la UPI, la AP, “Time”, “Life”
y todas esas revistas (ABUCHEOS).
Ustedes
mismos tuvieron la oportunidad de ver una carta, en la cual el señor Núñez
Portuondo informaba de los acuerdos a que había llegado con una de esas
revistas, pagándole una cantidad determinada de dinero para hacer campañas
contra Cuba, y así es como se ha ido tejiendo toda la campaña de calumnias y
todas las consignas contra nuestra Revolución.
¿Por qué?, porque no son solamente los privilegiados de aquí, son los
privilegiados de otros países, los periódicos reaccionarios de otros países,
los recursos de los grandes monopolios que afectados por las leyes
revolucionarias controlan en el mundo miles de periódicos, y a través de los
cables internacionales, a través de las revistas y los periódicos que editan en
todo el mundo, han estado dedicados a hacer campañas. ¿Contra quién? Contra nuestra pequeña nación.
Porque
una revolución que se desenvuelve en un escenario tan pequeño como es nuestra
isla y en medio de una población de 6 millones de habitantes, no tenía por
qué preocupar tanto a ciertos intereses muy poderosos; y si les preocupa es
sencillamente porque estamos actuando dentro de la razón; si les preocupa es
porque estamos haciendo una cosa que tal vez en un futuro más o menos lejano
hagan también otros pueblos, porque este grito de rebeldía del pueblo cubano,
este grito revolucionario del pueblo cubano, lo que preocupa de Cuba es, sobre
todo, el ejemplo, que pueda servir para que otros pueblos vean también claro su
camino e imiten al pueblo cubano en su obra revolucionaria (APLAUSOS).
La
reacción siempre trata de sembrar la confusión sobre el pueblo, ¿por qué?,
porque saben que el pueblo es la fuerza de la Revolución y entonces crean todos
los medíos. Toda su maniobra va dirigida
contra el pueblo y si el pueblo se confunde quien paga es el pueblo, quien
sufre las consecuencias es el pueblo; pero la técnica es confundir al pueblo
para ver cómo debilitan a la Revolución, cómo le resta simpatizantes a la Revolución
y como le pueden volver a poner
el pie encima al pueblo. Esa es toda la
jugada.
Pero,
naturalmente, a pesar de todos los recursos con que ellos cuentan, sin embargo,
nosotros estamos convencidos de que esos propósitos no podrán lograrlo.
Desde
luego que no hay que pensar en la generación espontánea, hay que pensar no que
vamos a ganar la batalla solo porque tenemos la razón; las batallas hay que
ganarlas no solo porque se tenga la razón, sino porque se luche y porque se
pelee; no solo porque se tenga la razón, porque la razón la teníamos desde hace
mucho tiempo, ¿quién lo duda?; la razón la tenía el pueblo hace 50 años, hace
100 años tenía el pueblo de Cuba la razón, y sin embargo, no había podido
hacerla valer. Lo importante no es solo
tener la razón, sino hacer triunfar la razón y esa tiene que ser nuestra tarea: el hacer triunfar
la razón que tiene el pueblo, el conducir la Revolución de manera que esa razón
salga victoriosa frente a todos sus enemigos.
Luego,
yo confío en el triunfo definitivo de la Revolución, pero no solo porque
tengamos la razón, sino porque vamos a seguir dando la batalla en favor de esa
razón, para su triunfo definitivo (APLAUSOS).
Cuando
nosotros reunimos aquí a los empleados de comercio, sabemos por qué los estamos
reuniendo, porque sabemos que los empleados de comercio, como los barberos,
como las muchachas que trabajan en las peluquerías, están en la primera línea
de la batalla frente a los ataques de la contrarrevolución (APLAUSOS), porque
son los ciudadanos que tienen el contacto directo con el público. Ese público es un público variado; una gran
parte del público, la mayor parte del público que va a las tiendas es un
público del mismo pueblo y, por tanto, un público revolucionario. A la barbería, naturalmente, va todo el
pueblo, porque hasta los barbudos van a la barbería de vez en cuando a
arreglarse la barba (RISAS).
Pero
también es cierto lo siguiente: hay algo de lo cual el elemento
reaccionario y contrarrevolucionario no puede prescindir: de la barbería, de la peluquería y de la tienda. No puede prescindir, porque por mucho que se
queje ese elemento reaccionario y contrarrevolucionario, por mucho que se queje
de la Revolución, resulta que le queda de sobra todavía a mucha gente aquí para
ir a comprar a las tiendas, para ir a las peluquerías. Ustedes saben que durante un tiempo disminuyó
el trabajo en las peluquerías, porque frente a la Ley de alquileres y frente a
la Reforma Agraria, en reacción contra eso no fue cierta gente a la peluquería
(RISAS).
Pero
terminó yendo a la peluquería, porque si hay algo de lo cual difícilmente
puedan prescindir ciertas personas contrarrevolucionarias es de ir a arreglarse
a la peluquería (RISAS); están un mes, dos meses, dos meses y medio, tres
meses, pero al cuarto mes van para la peluquería de todas formas (RISAS Y
APLAUSOS). ¿Por qué?, porque si no van a
la peluquería no podrían ir al club, no podrían ir a jugar canasta, no podrían
ir a las fiestas y si no van a las canastas, si no van al club, si no van a los
parques, si no van a la peluquería, ¿adónde van a ir? (RISAS.)
Es
decir que en un principio trataron de sabotearnos, pero tampoco nos preocupaba,
porque nosotros decíamos:
vamos a suponer que alguna gente pueda ir menos a la peluquería, porque
le sobra menos dinero; pero en cambio mucha gente que antes no podía ir a la
peluquería iba a ir a la peluquería (APLAUSOS).
Una empleada de comercio que ganaba 40 pesos no podía ir a la
peluquería, pero si gana 80, si gana 100, si gana 125, puede ir a la peluquería
(APLAUSOS), que para eso las empleadas de comercio son muchachas muy simpáticas
y bien que se merecen ir a arreglarse a la peluquería (RISAS Y APLAUSOS).
Y,
en definitiva, en eso es como en las tiendas, lo que interesa no es que puedan
ir unos pocos a la peluquería, lo que interesa es que la esposa de cualquier
obrero pueda ir a la peluquería, cualquier empleada pueda ir a la peluquería;
es decir, que pueda recibir esos servicios, que mientras más cubanas los puedan
disfrutar, más cubanas trabajarán en ese sector y una parte mayor del pueblo podrá
disfrutar de aquello que antes era privilegio de un grupo reducido. Así que tampoco nos preocupaba aquel sabotaje,
porque, claro, tenemos que pasar por esos períodos de transformación en que
vienen ciertos desajustes, pero que, afortunadamente, son pasajeros y que, sin
embargo, preparan el camino para un futuro mejor.
Y
yo sé que en las tiendas, cuando llega un elemento contrarrevolucionario y
reaccionario, allí van a tratar de inculcar e inyectar el veneno; incluso,
acuden a las peores armas, acuden a las peores intrigas, acuden a las peores mentiras.
Nosotros
hemos tenido informes de personas que simplemente han llegado y decían: “Ven este libro, me
lo regaló tal revolucionario”, eso en una tienda. Claro, cuando hemos ido a ver, como sabemos
todos, es absolutamente falso, pues se ha descubierto que eran elementos
vinculados a ciertos señores del pasado, pero que sin escrúpulos de ninguna
índole llegan a un lugar y hacen una afirmación de esa índole.
Cito
este caso solo por vía de ejemplo, cito este caso por vía de ejemplo, pero sé
que cuando van a las tiendas tratan de regar sus bolas, cuando van a la
peluquería tratan de regar sus bolas, y cuando algún reaccionario va a la
barbería trata de regar sus bolas.
Ellos
utilizan ese procedimiento para hacerle daño a la Revolución, pero la
Revolución tiene derecho a organizar también a los barberos y a las compañeras
que trabajan en las peluquerías, y a los compañeros y compañeras que trabajan
en las tiendas para contrarrestar estas campañas contrarrevolucionarias y
contrarrestarlas con campañas revolucionarias (APLAUSOS). Que no crean que los empleados se tienen que
tragar las mentiras que digan y tengan que soportar las infamias que hablan;
que no crean que no van a encontrar resistencia. Es deber de todos luchar por la Revolución
dondequiera que estemos; que va la más encumbrada señora a comprar algo, se le
atiende con cortesía, con finura, con respeto y con todas las consideraciones
con que podemos atender a la más humilde cubana, que es madre de familia y que
vaya allí (APLAUSOS), pero que va a lanzar una consigna contrarrevolucionaria,
hay que salirle al paso y contestarle inmediatamente (APLAUSOS). Si va allí,
a cualquier tienda, sí, a cualquier tienda, a cualquier peluquería, a
cualquier barbería, cuando vaya a inyectar su veneno contrarrevolucionario hay
que salirle al paso y decirle: ¡Eso es mentira! ¡Eso está contra el pueblo, esto está contra
la Revolución! (EXCLAMACIONES Y
APLAUSOS.)
Hay
que salirle al paso y decirle: ¡Vaya a chismear al club si quiere! Vaya a reunirse allá con los afectados por
las leyes revolucionarias, a hablar mal de la Revolución, pero aquí no venga a
hablar mal de la Revolución, porque de acuerdo con el lema de los empleados de
comercio, el cliente siempre tiene la razón, menos cuando ataca a la Revolución
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).
y no hay que
preocuparse, no hay que preocuparse porque se pongan bravos, porque si no van a
esa tienda, tendrán que ir a otra, y si en la otra van a hacer lo mismo se van
a encontrar otro empleado que les va a hacer lo mismo y si no compra en esa, ni
en la otra ni en la otra, no compran en ninguna parte, no tienen dónde comprar,
entonces tendrían que ir a comprar afuera, pero si van al Banco Nacional a
pedir dólares para comprar afuera, no les dan dólares en el Banco Nacional (APLAUSOS).
Hay
otra cosa muy interesante que es bueno que los empleados del comercio recuerden: ¿Cuándo ustedes
vieron a un guajirito ir a comprar a Miami?
¿Cuándo ustedes vieron una guajirita ir a comprar a Miami? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nunca!”) Ustedes saben que aquí había mucha gente que
se iba a comprar a Miami, no compraba aquí; no les daban vida ni a los
productos del país, ni siquiera a los empleados del país, porque iban al
extranjero a comprar productos extranjeros, ni siquiera los compraban en Cuba,
y ahora, naturalmente, con el aumento de los consumos de los productos del país
y no pudiendo ir a gastar el dinero en el extranjero, no les queda más remedio que
comprar aquí, así que no hay que preocuparse, porque si no compran aquí, dónde
van a comprar.
Y,
desde luego, cada empleado, cada trabajador debe considerar cualquier ataque a
la Revolución como un ataque a sus intereses, como un ataque a sus sentimientos,
como un ataque a sus simpatías. Porque,
¿qué daño le ha hecho la Revolución al pueblo?
¿Qué daño le ha hecho a ningún empleado ni a ningún obrero? ¿Qué ha hecho la Revolución si no ayudar por
todos los medios a su alcance al obrero, al campesino, a las familias humildes
del país? ¿Por qué tiene que venir
alguien a querer faltarle el respeto a un empleado o a un obrero? ¿Por qué tiene que venir ningún señorón o
ninguna señorona encumbradora a herirle los sentimientos a algún trabajador? Por qué tiene que venir a humillarlo, si
saben que los trabajadores están con la Revolución, precisamente, porque la
Revolución ha ayudado a las familias humildes, y que los trabajadores y los
campesinos están con la Revolución, porque los latifundistas están contra ella
y los grandes privilegios y los grandes intereses están contra ella. Si lo saben, ¿por qué tienen que venir a
faltarles el respeto a ningún empleado de ninguna tienda o a cualquier empleado
de una peluquería? ¿Qué creen, que le
están haciendo un favor a la empleada de la peluquería? No, señor, es la empleada de la peluquería,
la que está trabajando allí, para que toda señora vaya más elegante (EXCLAMACIONES).
Todos
los empleados de esa tienda se tienen que levantar temprano y tienen que
montarse en una guagua para ir al trabajo, para que aquella persona pueda salir
al club, muy bien vestida, y muy bien perfumada, y muy bien comida. Es decir que el favor no se lo están haciendo
a ese empleado, es ese empleado el que está prestando un servicio, del cual se
están beneficiando privilegiadamente algunos más que los demás. En último caso, el favor no lo está haciendo
el que va a recibir ese servicio, el favor, en todo caso, el bien, lo está
haciendo quien está prestando ese servicio; luego, no hay derecho ninguno a ir
allí a faltarle a los sentimientos de ese empleado, a faltarle al sentimiento
de ese obrero, a querer convertirlo en víctima de un engaño y de una mentira
más. ¡Mentiras, ya hubo bastante durante
cincuenta años!, ¡engaños, ya hubo bastante durante cincuenta años de república! ¡Las mentiras y los engaños se acabaron! Si quieren engañarse unos a otros que vayan
al club a engañarse unos a otros, pero que no vayan a sembrar el veneno al
revolucionario en las peluquerías y en las tiendas (APLAUSOS).
Es
decir, es norma de cada empleado y de cada obrero, el brindar un servicio con
la mayor eficiencia siempre, con el mayor respeto siempre, porque nosotros
debemos impregnarnos y esmerarnos en servirnos unos a otros, todos. Lo único que no se le puede pedir a un
empleado es que tenga que callarse la boca, porque aceptar una mentira de esas
y un ataque a la Revolución es lo que no se le puede pedir a ningún empleado;
que se quede callado, es lo que no se le puede pedir a ningún empleado, porque
le están atacando sus intereses, le están atacando sus sentimientos, y los
enemigos de la Revolución deben saber que van a encontrar resistencia
dondequiera. Cuando chismean,
resistencia al chisme; cuando intrigan y calumnian, resistencia a la intriga y
a la calumnia, y cuando desembarquen, resistencia armada al desembarco
(APLAUSOS). Es decir que cada uno debe
estar en su puesto.
¿Y
por qué cuando le hacemos resistencia estamos sirviendo a la Revolución? ¿Por qué estamos, tal vez, ahorrando vidas
humanas? ¿Por qué? Porque hay que conocer el estado de ánimo y
el estado psicológico en que se gestan las contrarrevoluciones.
Ellos,
por ejemplo, leen un periódico de estos contrarrevolucionarios, en sus casas,
muy tranquilos; escriben todas aquellas frases y razonamientos
antirrevolucionarios, que halagan a los contrarrevolucionarios, los leen, se regocijan
con aquello que leen y se envalentonan, además.
En
el extranjero, en ese micromundo en que viven los contrarrevolucionarios, como
decía el Presidente de la República, en ese pequeño mundo donde viven, reciben
esos periódicos contrarrevolucionarios que describen lo que ellos piensan, lo
que ellos están hablando con otros contrarrevolucionarios y se sienten
envalentonados; si van a la calle y empiezan a hablar, y por cortesía, por
finura o porque venga el patrón y se lo ordene tiene el empleado que
soportarlo, se envalentonan. En la misma
medida en que encuentren resistencia, en la misma medida en que se encuentren
con que el pueblo está alerta en todas partes y en la misma medida en que sepan
que no engañan ni confunden a nadie, se sentirán menos envalentonados.
A
nosotros, al pueblo, al Gobierno, al Ejército Rebelde, a las Fuerzas Armadas
Revolucionarias, no nos importan los sacrificios que tengamos que hacer, ni las
batallas que tengamos que librar; pero es nuestro deber desarmar moralmente a
los enemigos de la Revolución. ¡Ojalá
pudiera defenderse la Revolución sin que tenga que perderse una sola vida de
ciudadano, una sola vida de obrero, de campesino o de soldado o de militar
revolucionario! ¡Ojalá no haya que
derramar sangre! Los hombres y las
mujeres de nuestro pueblo están dispuestos a derramar la que sea necesaria por
defender la Revolución, pero tenemos que empezar no a darle la batalla en las
trincheras, no en las costas, no en las ciudades, la batalla tenemos que
dársela en todas partes, dondequiera que haya un contrarrevolucionario hay que
salirle al paso, hay que responderle (APLAUSOS).
La
batalla hay que darla constantemente en la peluquería, en la barbería, en la
tienda, en el restaurante, en el hotel, en la guagua; porque cuando lleguen a
la guagua se van a encontrar con que el conductor y el chofer son
revolucionarios, se van a encontrar con que el que está viajando allí es un
empleado de alguna tienda, un hombre humilde del pueblo; cuando vayan a un
restaurante, se van a encontrar con que el que los está sirviendo es un revolucionario,
porque es un hombre humilde del pueblo que está allí también trabajando; cuando
vayan a un hotel, se van a encontrar con que el que está allí es un
revolucionario, porque no están solo los barberos, ni los peluqueros, ni los
empleados y empleadas de las tiendas, ¡no!, los gastronómicos están en la misma
actitud revolucionaria (APLAUSOS), los obreros del transporte están en la misma
actitud revolucionaria, los obreros de los hoteles, los obreros de los centros
de diversiones, los obreros de todos los sectores donde se presta algún
servicio o se produce algo, están en la misma actitud revolucionaria. Ese es nuestro ejército, ese es nuestro
pueblo, que tiene que dar solo vidas, y tiene que demostrar su espíritu de
lucha; dondequiera que pueda abrir la boca un contrarrevolucionario, salirle al
paso y combatirlo y decirle: “usted lo
que está haciendo es una labor disociadora, usted lo que está haciendo es una
labor calumniosa, usted lo que está haciendo es una campaña a favor de los
enemigos de la patria y en favor de los grandes intereses que han explotado a
nuestro pueblo, usted es un contrarrevolucionario”, y salirle al paso
dondequiera que se encuentren (APLAUSOS).
Y
no solo eso, ¿qué es lo que quieren, que vuelvan los esbirros? (EXCLAMACIONES.) ¿Qué es lo que pretenden
esos señores, que vuelvan aquí los esbirros, que vuelvan los criminales de
guerra, que vuelvan los garitos, que vuelva el vicio, que vuelva aquella humillación
en que vivía nuestra patria? Eso es lo
que quieren. Bueno, pues para que no
vuelvan es que tenemos que estar presentes en todas partes, luchando y
combatiéndolos, y no solamente saliéndoles al paso: ¡vigilándolos, observándolos! Porque si ellos estuvieron abusando del
pueblo, manteniendo al pueblo en la humillación, si todos esos chivatos y todos
esos entreguistas, que entregaban a una familia, que entregaban a los
revolucionarios y que costaron muchas vidas, conforme ellos estaban espiando
antes al pueblo, el pueblo entero los va a estar espiando ahora a ellos (RISAS
Y EXCLAMACIONES); conforme ellos estaban antes vigilando al pueblo, el pueblo
los va a estar vigilando a ellos ahora, y los va a estar vigilando en todas
partes: en las tiendas, en las
peluquerías, en las barberías, en los centros de diversiones, en los hoteles,
en los restaurantes, en el barrio, en los edificios de apartamentos. Hay que ver dónde se meten; esa máquina
sospechosa, ir allí, a la primera estación de policía, para allí, cívicamente y
abiertamente, porque es el pueblo vigilando a los enemigos de la Revolución, es
el pueblo denunciando a los enemigos de la Revolución (EXCLAMACIONES Y
APLAUSOS).
Es
el pueblo que no cobra, es el pueblo que está defendiendo una causa justa, es
el pueblo que va a hacer igual que los campesinos de la Sierra Maestra, porque
los campesinos cuando venía una columna de guardias por un lado, antes de que terminaran
de caminar un kilómetro, ya los rebeldes sabíamos por dónde venía el enemigo,
ya los rebeldes sabíamos quiénes eran los chivatos, ya los rebeldes sabíamos
quiénes eran los enemigos de la Revolución.
Nosotros no necesitábamos chivatos, ni necesitábamos fuentes de
información, ¿por qué?, porque todos los campesinos sabían que su primer deber
era informar por dónde venía aquel enemigo que le iba a quemar su casa, que le
iba a matar a sus hijos, que le iba a destruir lo que tenía, y en ese ánimo
tiene que estar el pueblo, porque sabe que si algún día vinieran los invasores
mercenarios a nuestra patria sería para destruir las casas, sería para destruir
los hogares, sería para asesinar al hijo, o al hermano, o al esposo, o al
padre, sería para volver a establecer aquí la bota de la tiranía, de la
opresión y de la explotación, y eso lo sabe el pueblo, y por eso, vamos a ver
cómo pueden poner bombas, vamos a ver cómo pueden hacer atentados.
Y
todos saben que anoche realizaron una de las fechorías, y atacaron a la escolta
del Ministro del Trabajo y trataron de matar a los compañeros militares que viajaban
en esa máquina (EXCLAMACIONES DE: “¡Paredón, paredón!”). Alguien paga esas manos criminales, alguien
sostiene esas manos criminales, en algún automóvil viajan, en alguna casa se
esconden, y es difícil que haya un solo edificio donde no vivan muchos
revolucionarios, es difícil que haya un solo barrio humilde donde no vivan
muchos revolucionarios y aun en esos barrios aristocráticos hay muchos obreros,
porque están los empleados del servicio doméstico, están los empleados de los
jardines, están los empleados de los automóviles, así que nosotros tenemos en
todas partes un revolucionario.
Como
esta es una revolución que está ayudando a los que necesitaban de la ayuda de
la Revolución, como está ayudando a las familias humildes y las familias
humildes son las que han sido víctimas de los abusos, son las que tuvieron que
pagar todas las consecuencias de los malos gobiernos, en dondequiera hay un
hombre humilde del pueblo, en dondequiera hay un empleado, en dondequiera hay
un compatriota que sabe que su deber es ayudar al Gobierno Revolucionario y no
ayudar a los que han estado al servicio de los intereses que lo explotan, no
ayudar a los que han estado al servicio de los intereses antinacionales, y
saben que su esperanza de mejorar, su esperanza de que en un mañana sus hijos
tengan un destino mejor que el que hoy ellos han tenido, su esperanza de que
sus hijos no vivan en la humillación en que han tenido que vivir ellos, en la
pobreza y en la miseria en que han tenido que vivir ellos, en el desvalimiento
en que han tenida que vivir ellos está el que juntos todos los verdaderos
cubanos, juntos todos los hombres humildes, juntos todos los hombres honrados,
juntos todos los hombres dignos de la patria les demos la batalla y les ganemos
la batalla a los enemigos de la patria, a los indignos, a los
contrarrevolucionarios (APLAUSOS).
En
alguna casa se tienen que esconder los asesinos, en alguna casa se tienen que
esconder los mercenarios, en algún lugar tienen que tener su guarida los
criminales de guerra y los asesinos pagados por los trusts, los monopolios y
los intereses extranjeros y por los grandes intereses de los privilegiados y
los reaccionarios. En algún lugar tienen
que ocultarse, en algún lugar tienen que mostrarse, aunque solo sea cruzando
una calle, aunque solo sea cruzando un pasillo; en algún lugar tienen que
esconderse los que no conformes con todos los crímenes que cometieron, los que
no conformes con todo el luto que derramaron, los que no conformes con las
miles de viudas que dejaron, las miles de familias vestidas de negro; los que
no conformes con las casas que quemaron, los que no conformes con los barrios
de campesinos que arrasaron, los que no conformes con los millones que se
robaron, los que no conformes con los compatriotas que golpearon y torturaron,
los que no conformes con las humillaciones que a nuestro pueblo le infligieron,
no conformes todavía quieren seguir asesinando, quieren seguir matando, quieren
seguir disparando sus armas homicidas contra los ciudadanos de nuestro país,
quieren seguir sembrando el luto, quieren seguir sembrando la sangre, quieren
seguir sembrando el dolor, el dolor hace 20 años, el dolor hace ocho años. El dolor durante 11 años primero, el dolor
durante siete años después, el dolor ahora, el dolor y el luto mañana, como si
no tuviesen en este mundo otra faena que sembrar la muerte, sembrar el dolor y
sembrar el luto.
Generosos
hemos sido (APLAUSOS), generosos han sido nuestros tribunales revolucionarios
mientras no se derrame sangre; generosos en exceso tal vez han sido nuestros
tribunales revolucionarios, pero sabemos y vemos que hay hombres malos,
tiranos, corrompidos hasta la médula, enviciados en el crimen, enviciados en la
ruindad, enviciados en la deshonestidad, corrompidos hasta la médula de los huesos que no tienen remedio.
Y
nosotros somos contrarios a las medidas drásticas, nosotros queremos que las
medidas drásticas sean las últimas que se apliquen, pero estamos muy
conscientes también que cuando los tribunales revolucionarios envíen al paredón
a los criminales, estarán enviando a los que asesinaron ayer, a los que
asesinaron durante 11 años, durante siete años y quieren asesinar hoy, y
quieren asesinar hoy para seguir asesinando mañana; quieren mediante el crimen
volver al crimen, a esos crímenes repugnantes que tuvo que padecer nuestro
pueblo de hombres que eran arrancados de sus hogares y desaparecían para
siempre porque no sabían en qué mar los habían lanzado, porque no sabían en qué
fosa los habían enterrado. Hombres que
aparecían acribillados a balazos en cualquier barrio, en cualquier lugar
apartado de los pueblos de Cuba; hombres que aparecían con el petardo en la
mano, las uñas sacadas o los ojos, triturados a golpes y torturados, que en el
pecado encontró la tiranía su penitencia.
En el odio que sembraron, en los crímenes que cometieron, encontraron la
fuerza indignada del pueblo que los desalojó del poder. Y no conformes con lo que hicieron, incapaces
de escarmentar en las consecuencias de sus crímenes, ciegos en su corrupción y
en su criminalidad, no comprenden que fueron aquellos crímenes y todos aquellos
horrores los que, hiriendo hasta lo más profundo la sensibilidad de nuestro
pueblo, pusieron a la nación en pie para desalojarlos del poder y la mantienen
en pie para combatirlos y la mantendrán en pie para impedir que jamás vuelvan a
regresar a nuestra patria.
Pero
son incapaces de escarmentar, son incapaces de comprender que jamás se
resignaría nuestra patria a ver de nuevo a esos verdugos imperando por nuestras
calles, porque, ¿qué sería de nuestro pueblo?
¿Qué sería de nuestra dignidad? ¿Qué
sería de nuestros destinos si pudieran, ayudados por el extranjero, volver
algún día aquellos seres odiosos y repugnantes, aquellos asesinos implacables,
aquellos torturadores despiadados que tenían sumida en el terror y el espanto a
la ciudadanía, que tenían a la patria sumida en la corrupción y en el vicio,
que tenían la nación entregada a los peores intereses, que tenían al país
esclavizado, que habían hecho de nuestro pueblo alegre un pueblo triste, de
nuestro pueblo optimista un pueblo sin esperanza? ¿Qué sería sin la seguridad esa que hoy
siente y palpa cada familia de saber que ese hombre que está en una estación de
policía o en una perseguidora es su defensor, de que ese soldado es su amigo,
de que por cualquier calle, por apartada que sea, se puede transitar de día o
de noche, que no se golpea ni al peor de los malhechores, que no se tortura
absolutamente ni al peor enemigo, que no se mata, que las familias no pueden
tener el temor de encontrar a un hijo desaparecido porque aun los peores
criminales, aun los peores mercenarios extranjeros, habiéndose escapado de
alguna prisión, han sido recapturados sin una magulladura, sin un solo golpe,
sin que nadie les aplicara la ley de fuga?
Porque hoy podemos afirmar con orgullo que el comportamiento de nuestros
hombres ha sido un comportamiento ejemplar y que, en ocasiones, han sido
víctimas de la agresión de malhechores, han sido víctimas de actos de violencia
y, sin embargo, se han sabido mantener con firmeza y han sabido soportar
ecuánimemente porque saben que su deber es ese, cumplir con su deber sin hacer
uso de la fuerza, sin hacer jamás abuso de la fuerza (APLAUSOS).
y esa
satisfacción que experimentan las familias, esa seguridad, esa alegría que permite
al pueblo ahora, por ejemplo, tener unas navidades felices; que le permite al
pueblo divertirse sin importarle los augurios, esa paz y esa alegría que hoy
disfruta nuestro pueblo no se resignará jamás a perderla, porque sabe qué sería
de la nación cubana si aquellos bárbaros, ayudados por el extranjero, ayudados
por los intereses afectados por la Revolución, ayudados por buitres, ayudados
por desertores y ayudados por traidores, pudieran regresar algún día a nuestro
país.
Yo
sé, desde luego, que eso es imposible; yo sé, desde luego, que antes tendrían
que reducir a cenizas la nación entera; yo sé, y no me queda la menor duda
acerca de que eso jamás podrá ocurrir; pero mientras tanto tratan de perturbar,
mientras tanto tratan de cegar vidas de revolucionarios, mientras tanto tratan
de sembrar la intranquilidad y la zozobra en el pueblo, y por eso digo que el
pueblo tiene que estar vigilante en todas partes, porque yo voy a ver dónde se
meten que no los descubramos, voy a ver dónde se esconden que no los descubramos,
voy a ver qué hacen, que no les pase como les pasó a las pandillitas, a las
pandillitas esas de delincuentes (RISAS y APLAUSOS) que, así como en otros
países han podido perdurar por años y años y han constituido males que no han
podido ser eliminados, aquí duraron lo que un merengue en la puerta de un
colegio (RISAS Y APLAUSOS), porque el pueblo se encargó de ponerlas fuera de
combate, vigilándolas y disponiéndose a arreglar cuentas con ellas.
El
mal desapareció como por encanto. ¿Lo
desapareció la policía? ¡No! ¿Lo desaparecieron las autoridades? ¡No! Fue
el pueblo quien le puso fin a ese mal, los hombres del pueblo que cuando salían
de su trabajo se agrupaban por ahí, por donde las pandillas funcionaban, los
hombres y las mujeres, porque era el colmo de la insolencia que cualquier
empleada, cualquier mujer humilde o cualquier mujer de cualquier condición
social, saliera a las calles y se viera expuesta a ser desnuda por las
pandillas de delincuentes que eran hijos de familias adineradas, fundamentalmente
(APLAUSOS). Y aquel malestar
insoportable, porque ya era un malestar, porque ya las familias no querían
mandar las niñas a la escuela, ya las familias comenzaban a preocuparse,
aquella causa de inquietud, fue eliminada por el pueblo y en cuestión de dos
semanas. Y así les daremos la batalla
con el pueblo a todos los males, y el pueblo estará vigilante en todas partes y
observará a los sospechosos, observará a los contrarrevolucionarios, porque el
contrarrevolucionario no es difícil de descubrir en la cara de espanto que
llevan en el rostro (RISAS), a un hijo del pueblo le es fácil descubrir a un
contrarrevolucionario (APLAUSOS).
Y
estará todo el pueblo no solamente dándoles la batalla dondequiera que se paren
a hablar, estará todo el pueblo vigilante, sin alarmas, viendo, vigilando a ver
dónde se puede esconder un asesino de esos que quieran estar poniendo bombas o
quieran estar haciendo atentados, porque no vamos a necesitar policías, con el
pueblo nos basta y nos sobra para hacerles frente a los criminales (APLAUSOS),
el pueblo aquí y el pueblo dondequiera que tenga que estar presente, y el
pueblo sin inmutarse porque el pueblo no se inmuta, el pueblo no se asusta. El pueblo está seguro de cuál va a ser el
resultado de cualquier lucha que se libre aquí; el pueblo sabe y está
completamente seguro de cuál va a ser el resultado, el pueblo sabe que por
dondequiera que vengan, el pueblo sabe que vengan los que vengan y ayúdenlos
quienes los ayuden y tengan las armas que tengan, si de una cosa está seguro el
pueblo es de que los vamos a destruir, si de una cosa está seguro el pueblo es
de que los vamos a barrer, si de una cosa está seguro el pueblo es de que los
vamos a exterminar (APLAUSOS).
Por
eso el pueblo está tranquilo, por eso el pueblo está seguro y estoy por decir
que por eso el pueblo hasta está contento (RISAS Y APLAUSOS), ya que no le
falta al pueblo deseos de arreglar cuentas con unos cuantos de los que se
escaparon aquí el día primero de enero, y no les falta al pueblo deseos de
darles una lección ejemplar y de ahí el ánimo con que la nación se comporta, de
ahí la alegría que reina en todas partes.
Es una alegría que nace de la seguridad de que el pueblo no podrá ser
jamás vencido, es la alegría que nace de la seguridad de que los mercenarios se
van a estrellar contra la fortaleza de la Revolución, es la seguridad que nace
de esa indiferencia ante el día y la hora, el mes o el año, porque sabe el
pueblo que cualquier día, a cualquier hora, cualquier mes o cualquier año que
lleguen a las tierras de la patria será el día que les toque rendir cuentas de
sus fechorías (APLAUSOS); ese día será el día más próximo del final de los
mercenarios invasores.
Y
la seguridad del pueblo nace también de que en Cuba no se repetirá la historia
de otros lugares, de que no nos vengan con el cuento de Guatemala
(EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), porque las
circunstancias de Cuba no son las circunstancias de Guatemala (APLAUSOS) y
solamente los que viven en ese micromundo de la contrarrevolución, esos que
viven intoxicados en lo que les queda de sus latifundios o en los clubes
aristocráticos donde distraen sus horas de ocio, solo esos podrán imaginarse
que tengan la más remota esperanza de triunfar, porque son ciegos en su ignorancia
de lo que es un pueblo dispuesto a defenderse, ciegos en su ignorancia de la
fortaleza de la Revolución, porque nosotros estamos conscientes de las armas de
los enemigos, estamos conscientes de las ventajas que disfrutan en recursos, en
refinamientos, en medios de hacer campañas contrarrevolucionarias, pero estamos
conscientes también en la fortaleza de los recursos del pueblo, en la tremenda
energía que los pueblos en un proceso revolucionario son capaces de
desarrollar, en el poder formidable de la fe de los pueblos, de la moral de los
pueblos, de la dignidad de los pueblos, en el poder formidable de la
generosidad de los pueblos, que los hace no importarles nada con tal de
defender una idea justa, que los hace disponerse a sacrificar lo que sea
necesario con tal de defender su idea justa.
Así
como estamos conscientes de los aliados y de los recursos de los enemigos de la
Revolución, estamos conscientes de los extraordinarios recursos del pueblo y
estamos seguros de que les vamos a ganar la batalla por mucho que se esmeren,
por mucho que se esfuercen.
Pero,
además, estamos seguros de que la Revolución es fuerte porque ha hecho justicia
y seguirá haciendo cada día más justicia (APLAUSOS). Estamos conscientes de los privilegios y de
los recursos que todavía les quedan, y estamos conscientes de los medios que
puedan mover contra la Revolución y quiénes son los que mueven esos medios,
pero también estamos conscientes de los derechos que tiene el pueblo a adoptar
las medidas legislativas que sean necesarias y, por eso, en el próximo Consejo
de Ministros, esperamos tener lista la ley estableciendo la confiscación de los
bienes a todos aquellos responsables de la lucha contrarrevolucionaria
(APLAUSOS).
Y
si quieren conspirar, allá ellos; si quieren apañar criminales, si quieren
ayudar a los planes contrarrevolucionarios, allá ellos, perderán los papeles
que les quedan, perderán las casitas que les quedan y perderán las tierritas
que les quedan. Así que todo aquel que
resulte culpable de delito contrarrevolucionario, además de las sanciones que
establece la ley, tendrá que sufrir como sanciones adicionales la confiscación
de todos sus bienes (APLAUSOS).
Nosotros
hemos querido y queremos una revolución generosa y humana; el Gobierno
Revolucionario jamás ha hecho abuso, ni siquiera uso de su poder y de su fuerza. Hemos querido una revolución con el menor
desgarramiento posible, hemos querido una revolución de manera que las leyes y
las medidas se vayan haciendo y en todas las mentes se vaya produciendo un
proceso de adaptación a las realidades de la Revolución; hemos querido eso y
eso es lo que queremos, mas tememos que la insensatez pueda más que el sentido
común, tememos que la ceguera pueda más que lo que la razón les indique que les
fuera mejor; porque más les valdría que se adaptaran, más les valdría que se
resignaran los criminales a las consecuencias de sus actos, más les valdría a
los intereses extranjeros que han explotado nuestra tierra que se resignaran al
fin del coloniaje, más les valdría a los grandes intereses creados y a los
grandes privilegios que se resignaran al fin de esos odiosos privilegios y más
les valdría que comprendieran las realidades, en vez de tratar de sembrar el
veneno de la confusión, de sembrar el veneno de la división, de sembrar la calumnia
y de tratar de conducir al país hacia la guerra civil, o más que a la guerra
civil, porque aquí nunca habrá guerra civil y no habrá guerra civil porque el
pueblo estará siempre con la Revolución, y todo lo más que habrá será guerra
del pueblo (APLAUSOS).
Todo
lo más que habrá será guerra del pueblo contra mercenarios extranjeros, guerra
del pueblo contra enemigos de la patria al servicio de intereses extranjeros;
todo lo más que habrá es defensa por el pueblo de su soberanía y de sus
derechos, mas si se empeñan en agredir la nación, si se empeñan, ciegos, en la
quimera de destruir a la Revolución, entonces vamos a ver a cómo tocamos, vamos
a ver la parte que les va a tocar después que ya no puedan dar marcha atrás,
después que ya no tengan remedio y, en definitiva, como los vemos ciegos por la
pendiente de la perdición, por la vía del ataque de mercenarios y de traidores,
por la vía del ataque artero; como los vemos ciegos por la pendiente de su
propia ruina, como los vemos ciegos por esa pendiente en que esperan perdidos,
como no tenemos de eso la culpa, como estamos conscientes de que esa actitud y
esa conducta son una consecuencia del bien que la Revolución les está haciendo
a la patria y al pueblo, entonces, por eso advierto al pueblo y por eso expreso
la seguridad de que la Revolución no será jamás vencida y la seguridad, además,
de que a la larga van a tener tiempo los contrarrevolucionarios de arrepentirse
una y mil veces de su insensatez y de su traición, ya que si la Revolución no
puede marchar adelante sin conflictos, si la Revolución no puede marchar
adelante sin sangre, ellos solos tendrán toda la culpa, porque nosotros no
hemos podido ser más generosos de lo que hemos sido, ni más considerados de lo
que hemos sido, para que sea la historia quien señale a los culpables si en Cuba
se vuelve a derramar sangre, para que sea la historia quien señale a los
responsables si en Cuba se vuelve a derramar sangre, porque no sería por culpa
de la Revolución, sería por culpa de los enemigos de la justicia que la
Revolución representa, porque con los sacrificios que hizo nuestro pueblo para
derrocar a la tiranía, con los 20 000 muertos que quedaron en el camino,
era como para esperar que dejaran a nuestro pueblo seguir adelante en su obra
de justicia y en su obra de creación; era como para esperar que ningún
mercenario intentase de nuevo cegar una sola vida y enlutar una sola familia.
¿Qué
habrían conseguido si esta mañana hubiesen asesinado a esos tres compañeros?,
¿qué habría conseguido sino enardecer al pueblo, indignar más al pueblo, agrupar
más al pueblo contra los criminales que quieren regresar? Y si matando no consiguieron mantener el
poder, ¿cómo van a conquistar el poder matando?
(APLAUSOS.) Si cegando vidas de
campesinos, si cometiendo crímenes de todo tipo no pudieron destruir la Revolución
cuando la Revolución era un puñado de hombres, ¿cómo van a destruir la
Revolución matando y asesinando cuando la Revolución es todo un pueblo en pie? (APLAUSOS.)
Es
insensato pensar que puedan amedrentar a nadie; es absurdo pensar que puedan conseguir
con terror lo que con terror no pudieron sostener; que puedan recobrar con el
crimen lo que con el crimen no pudieron defender, porque si no se acobardó el
pueblo cuando ellos tenían todas las armas, si no se acobardó el pueblo cuando
eran dueños y amos en todo el territorio nacional, si no se acobardó el pueblo
cuando mataban todos los días y a todas horas impunemente, cómo se va a
acobardar el pueblo ahora que las armas que tenían los mercenarios las tiene el
pueblo (APLAUSOS). Cómo se va a acobardar
el pueblo que sabe que ahora los criminales no pueden asesinar impunemente, los
criminales no pueden andar en perseguidoras, vestidos de autoridad, torturando
y matando, sino que si quieren asesinar ahora tendrán que vivir como prófugos
de guarida en guarida, vigilando todo el pueblo, y listos para enfrentarse a
los tribunales revolucionarios y a los pelotones de fusilamiento (APLAUSOS).
Hoy
asesinar a un ciudadano no será para ellos tan cómodo como lo hacían antes, no
será para ellos tan fácil como lo hacían antes, porque no es lo mismo por
ningún concepto la impunidad de que gozaban ayer a la certidumbre del castigo
con que tendrán que asesinar hoy.
Por
eso, porque estas cosas son muy claras y muy evidentes y como a pesar de todo
todavía cometen o tratan de cometer la insensatez, como a pesar de todo son
capaces de tratar de matar, envalentonados seguramente porque les habrán dicho
que tienen ayuda extranjera; envalentonados seguramente porque les habrán dicho
que cuentan con millones y más millones, y apoyo y más apoyo en el extranjero;
envalentonados seguramente porque se hagan la estúpida ilusión de que puedan
esclavizar de nuevo a nuestro pueblo; envalentonados por las campañas de los
contrarrevolucionarios y de la prensa contrarrevolucionaria y de los cables de
los monopolios de la calumnia y la mentira, y los órganos de la difamación que
se escriben y se publican en el extranjero, envalentonados por eso cometen la
insensatez de tratar de matar, y si han cometido esa insensatez, es de esperar
que traten de cometer, incluso, insensateces mayores, porque se engañan, porque
se envalentonan con la ayuda y el respaldo que les ofrecen en el extranjero y
creen que ya todo está hecho, y por eso son capaces de las mayores estupideces,
ya que si hay algo de lo cual está seguro cualquier ciudadano en nuestro país,
si hay algo de lo que a nadie le queda aquí la menor duda, es de que el pasado
no volverá (APLAUSOS), que los tribunales no volverán, que los ladrones no
volverán, que el juego y el vicio no volverán, que los latifundios no volverán,
que las playas exclusivas para unos cuantos privilegiados no volverán, que la
discriminación del negro en la escuela y en el trabajo no volverá, que los
entreguistas y los que venden la patria, porque tienen sus intereses por encima
de los intereses de la nación, los gobernantes sanguinarios y corrompidos y el
sistema odioso del pasado, no volverán (APLAUSOS).
Si
de algo está seguro nuestro pueblo es de que cualquiera que sea el precio que
tenga que pagar, un porvenir honroso y feliz le espera, y si nosotros, los de
esta generación, no pudiésemos percibir sus mejores frutos, los percibirán las
generaciones venideras. Si de algo está
seguro nuestro pueblo es de que cuando la nación ha llegado a un grado de
conciencia colectiva, que los propios obreros se descuentan de sus ingresos una
parte de los mismos para invertirlos en el desarrollo económico de su país para
que el desempleo se acabe (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Lo que sea, lo que sea!”)... Y eso sí que es patriotismo, eso sí que es
generosidad, que aquella parte del pueblo que es la que menos ingreso tiene,
que aquella parte del pueblo que es la que más sacrificadamente vive, en vez de
estar pagando contrarrevolucionarios, en vez de estar pagando campañas
contrarrevolucionarias, en vez de estar alentando la agresión contra nuestra
patria, como hacen otros, se quite de lo poco que tiene para invertirlo, para
dárselo a la patria, ya que será la nación entera quien reciba los beneficios
de ese sacrificio de hoy (APLAUSOS).
¿Por
qué apreciamos mucho más ese 4%? No solo
por razones de orden moral y no solo por razones de orden sentimental, ya que
realmente es conmovedor ese espíritu de generosidad que está caracterizando a
nuestro pueblo, sino también porque ese dinero, económicamente, vale más, ya
que no es lo mismo que alguien saque de un banco lo que tiene allí guardado y
lo entregue para la industrialización, a que eso se lo saque el pueblo de lo
que iba a gastar y lo entregue, porque el dinero que vale no es el dinero que
de todas maneras iba a estar guardado, ya que quien lo tiene, tiene satisfechas
todas sus necesidades. Ese dinero no se
iba a gastar, ese dinero no iba a significar que iban a salir divisas; el
dinero que cuenta económicamente, el ahorro que cuenta de verdad en el
desarrollo económico del país es el ahorro de lo que se iba a gastar, porque de
cada peso que se gasta se van 30 centavos en divisas, como promedio, y ese peso
que se ahorre ahora y se entregue para inversión, significa ahorro de divisas,
porque, como repito, nuestro problema no es gastar consumiendo, sino gastar
produciendo.
Si
ese 4%, por ejemplo, son 40 millones en un año, y esos 40 millones no quiere
decir que se dejen de gastar, esos 40 millones se gastan, pero produciendo, es
decir, estableciendo industrias, primero, significa un ahorro de divisas: 40 millones de pesos que no se gastan,
significan que nos hemos ahorrado el 30%, es decir, más de 10 millones; son 10
millones más con los que podemos contar para comprar equipos industriales, ya
que ese no es dinero que se iba a guardar en el banco, sino dinero que se iba a
gastar, y al gastarse ese dinero, no es lo mismo gastarlo cuando se gasta
consumiendo que gastarlo en establecer una fábrica, que gastarlo en establecer
una hidroeléctrica, por ejemplo. Porque
se ha gastado, efectivamente, ha pasado a manos de obreros que trabajaron allí,
pero al gastarse han producido riquezas en el trayecto. Es decir que el dinero de ustedes es el que
más cuenta económicamente. No sería lo
mismo que esos 40 millones los sacaran del banco los que tienen dinero en el
banco y nos los dieran, porque ese dinero no lo iban a gastar, iba a estar ahí. En cambio, ese 4% que ustedes dan, y dan los
obreros azucareros y dan los sectores obreros, es un 4% que iban a gastar y que
en vez de gastos de consumo se convierten en gastos de inversión para obtener
mayores riquezas.
Por
eso, a cambio de ese 4% se entregan los certificados de ahorro del pueblo, que
ganan un interés altísimo, un interés de un siete y medio por ciento, un
interés compuesto, que quiere decir que dentro de cinco años, por cada peso
podrían recibir un peso y medio —en vez de un peso, casi un peso y medio—; pero
que en 10 años habrían duplicado ese peso, y cualquiera que guardara durante 20
años, por cada peso recibiría cuatro. Es
decir, que se va a pagar un interés alto, vamos a pagar un interés alto a quien
queremos pagárselo, no al que tenga mucho dinero, que lo tenga guardado en el
banco y compre su certificado de ahorro, sino vamos a pagar un interés alto al pueblo,
que lo da con sacrificio (APLAUSOS).
Y
ese dinero debe descontarse y los valores guardarse a través de federaciones,
¿por qué? Porque cualquiera, teniéndolo
en sus manos, pudiera estar expuesto a que en un momento de necesidad, se lo compraran
a bajo precio y no se beneficiara; el que diera ese aporte no se beneficiara
con los beneficios, es decir, no se beneficiara con los intereses, y pudieran
venir los especuladores a comprarle. Por
eso debemos guardar esos certificados para que no pasen a manos de
especuladores.
¿Qué
quiere decir el que se van a beneficiar?
¿Qué quiere decir? ¿Cuáles son
los beneficios que van a recibir? No
solo van a recibir los beneficios de los intereses que paguen, que reciban por
ese precio, que vendan, sino que se van a beneficiar todos los trabajadores en
la misma medida en que aumente la producción nacional, en la misma medida en
que aumente la producción global de bienes en el país, porque hay un problema
esencial que todos los trabajadores tienen que saber de memoria: lo que le interesa al trabajador cuando le
pagan 20 pesos más, es mejorar su estándar de vida, poder comprar más cosas;
pero el estándar de vida de un pueblo, visto en conjunto, como lo contemplamos
nosotros, no como se contemplaba antes —y antes muchas veces se incurría en la
demagogia de aumentar los salarios y al otro día aumentaban todos los precios;
es decir que quien creía que ganaba 20 pesos más, no ganaba 20 pesos más, puede
ser que ganara 5 pesos menos—, porque a la vuelta de un tiempo: aumento general de salarios, aumento general
de los precios. Es decir que sería un
engaño creer que el aumento del estándar de vida está en el aumento del
salario; porque se aumenta un sector que, por ejemplo, produce una cosa, vale
más aquel artículo, hay que aumentárselo al otro y al otro, hay que
aumentárselo a todos, porque cuando se aumenta a unos y se encarece un
artículo, ese aumento está cayendo sobre los salarios de todos los demás. Eso lo comprenden ustedes perfectamente.
Por
ejemplo, si los que están sembrando maíz quieren percibir 8 pesos y se les
paga, entonces, todo el que compra maíz, o todos los artículos derivados del
maíz van a valer más caros. Luego, es
una ilusión falsa el creer que el estándar de vida de todo el pueblo visto en
conjunto, no visto como un sector, porque un sector puede producir una mejora,
pero más tarde o más temprano hay que aumentarles a todos los demás que están
por debajo de ese ingreso, o se está cometiendo una injusticia. La elevación del estándar de vida no es
cuestión de elevar los salarios. Si el
problema se resolviera elevando los salarios de todos, ya mañana mismo
tendríamos nosotros duplicado aquí el estándar de vida, porque mañana mismo,
por ayudar a los obreros a que mejoraran sus condiciones de vida, estaríamos
duplicando todos los salarios. Pero es
que, en realidad, no les estaríamos más que tomando el pelo a todo el mundo,
porque al otro día estarían todos los precios aumentados y posiblemente, como
está siempre la intercesión de los intermediarios y de especuladores, se valen
de cualquier circunstancia de esas, para recargar más todavía sobre el
consumidor la carga; y, naturalmente, tienen muchos resortes en sus manos con
qué interferir, y así, muchas veces, cuando menos nos damos cuenta hay un
artículo que se ha puesto por las nubes, ¿cómo es eso? Y cuando se pone a investigar, el robo del
especulador está pesando en todo el trabajo.
Otras veces es consecuencia de la escasez, como pasa, por ejemplo, con
algunos granos, que hay escasez mundial, incluso, y al haber un aumento de la
demanda y del consumo y no haber producción suficiente, pues se encarecen. Algunos son consecuencia del aumento del
consumo, es decir, que haya más personas con dinero para comprar.
Pero
lo importante es esto, que si el problema se resolviera elevando los salarios,
sería un problema para nosotros fácil. Si
el problema del estándar de vida se resolviera por decreto, sería una tarea
fácil; pero los problemas económicos de los pueblos no son tan fáciles, ni
mucho menos, que se resuelvan por un simple decreto, ya que la economía es una
ciencia más compleja, y la obtención de un mejor nivel de vida depende de un
aumento de la producción que, a su vez, tiene que ir acompañado de un aumento
en el perfeccionamiento técnico de la producción. Es decir que nosotros iniciamos una etapa de
aumento de la producción, cuando ponemos más brazos a trabajar porque, si
solamente trabaja una tercera parte de la población, toda la población está
viviendo del trabajo de una tercera parte.
Si nosotros ponemos a trabajar la mitad de la población, el máximo
posible, es decir, todos los hombres y mujeres en condiciones de poder
trabajar, la cantidad de bienes y de servicios que produciríamos sería
incomparablemente mayor. Es decir que
nosotros tenemos que perseguir el objetivo de poner primero a todo el mundo a
trabajar, y después a todo el mundo a producir el máximo, gracias a los
procedimientos técnicos que se empleen. Por
ejemplo, en la agricultura, 10 hombres, con una mala semilla, sin abono pueden
trabajar tres meses y producir 100 quintales de algo, y esos mismos 10 hombres,
con buena semilla, con abono, con empleo de máquinas, pueden producir cuatro
veces más. Es decir que la técnica viene
a ayudar al hombre a producir más con el mismo esfuerzo.
Nosotros
tenemos que dirigirnos, primero, a poner a trabajar todos esos brazos que están
sin trabajar. Segundo, a que cada brazo
trabajando produzca el máximo, porque mientras más producción, mayor estándar
de vida, ya que si queremos producir muchos más zapatos, queremos producir
mucha más ropa y queremos producir muchas más casas —y les pongo un ejemplo con
las casas—: la
aspiración de cada familia es tener su propia casa (APLAUSOS), y nosotros, por
ejemplo, podemos construir 10 000 casas en un año, no podemos repartir más
casas de las que hemos construido. Si el
problema se resolviera dando dinero, magnífico, pero es que, aunque todo el
mundo tuviera más dinero, si no hay casas, no se pueden mudar a ninguna casa, y
sería un engaño el que contaran con dinero si no hay casas. Luego, lo que permite a la familia ese
mejoramiento en la vivienda no es que tengan, siquiera, dinero, sino el que
haya casas construidas. Es decir que si
nosotros podemos construir al año siguiente 20 000 casas, pues ya habrá
20 000 casas para distribuir en vez de 10 000; si como consecuencia
de un aumento, de un desarrollo de la economía que permite al Gobierno
Revolucionario una inversión mayor en casas, al cabo del tercero o cuarto años
podemos producir 50 000, entonces habrá una elevación de la producción que
permitirá ya brindarles casas en un solo año a 50 000.
Lo
mismo pasa con los demás bienes. Si un
día nosotros produjéramos automóviles, pero produjéramos 100 todos los años, no
sería lo mismo que cuando pudiéramos producir 20 000, 25 000 ó
30 000 todos los años. Es decir que
la posibilidad de darle a cada familia una casa, a cada niño una escuela, a
cada persona que se enferme un hospital, a cada jubilado o a cada inválido una
pensión; la posibilidad de hacer centros de turismo, de manera que todas las
familias puedan tener un mes de vacaciones; la posibilidad de brindarles libros
a todos, la posibilidad de brindarles una alimentación eficiente a todos, la
posibilidad de brindarles zapatos a todos los que no tienen zapatos, y ropa a
todos los que no tienen ropa, y medicinas a todos los que no tienen medicinas,
y radio, y televisores y refrigeradores, en fin, todos esos bienes que
constituyen el confort o la satisfacción de las necesidades a que aspiran las familias
eso no se logra si no es produciendo.
Si
el problema se lograra repartiendo dinero, pues sería muy fácil imprimir
billetes; o aumentando los salarios por decreto, sería muy fácil aumentando los
salarios por decreto. Pero por decreto
no se puede producir una libra de frijoles, por decreto no se puede producir
una libra de arroz, por decreto no se puede producir una libra de manteca, por
decreto no se puede producir una vara de tela (APLAUSOS).
Cuando
nosotros estamos sembrando 400 caballerías este año de algodón, y para el otro
3 000 caballerías de algodón, ¿qué quiere decir? Que vamos a tener mayor cantidad de tejidos
que ya no tendremos que importar, porque si todo el mundo tuviera dinero y no
hubiera artículos de producción nacional, ¿qué habría que hacer? Habría que irlos a comprar afuera, y si
gastamos las reservas comprando artículos de consumo, la economía del país se
paraliza y la Revolución, incluso, fracasa.
¿Por qué? Porque nosotros con
buenas intenciones no podríamos poner fábricas, y mucho menos cuando nos están
saboteando y nos sabotean el turismo; a pesar de que hay mejores centros de
turismo, más tranquilidad, más paz, más alegría en el país, los intereses
perjudicados por la Revolución nos sabotean el turismo, aunque eso, desde
luego, no tiene que importarnos tanto, porque lo van a disfrutar los cubanos
(APLAUSOS). Naturalmente, son divisas
menos que vamos a recibir aunque, por otra parte, no va a haber quién vaya a
gastar una divisa afuera, porque el que quiera dinero para pasear, va a recibir
150 dólares una vez al año y nada más (APLAUSOS).
Lo
que debemos saber es que, si tenemos dinero para comprar y no se produce el
artículo aquí, tendríamos que
gastar las divisas en artículos de consumo y al país le esperaría el
estancamiento y la ruina económica. Ya
les dije que nosotros habíamos llegado al actual momento, porque las reservas
que se acumularon durante la guerra se fueron perdiendo; además, el país, en
sus relaciones comerciales con Estados Unidos, ha perdido 1 000 millones
en 10 años. Es decir que ellos han
percibido de Cuba 1 000 millones de dólares más que lo que nosotros hemos
percibido de Estados Unidos; entre lo que hemos comprado allá, entre lo de
flete, entre intereses de compañías y entre pagos de servicios, en fin, una
serie de gastos, ha salido de Cuba hacia Estados Unidos 1 000 millones de
dólares, en 10 años. Así que una balanza
comercial desfavorable, falta de defensa de las divisas, más un pueblo
acostumbrado a consumir artículos de importación durante todos estos años nos
dejó en la peor situación. Y nosotros lo
que tenemos es, para desarrollar nuestra economía, que contar con los recursos
suficientes para invertirlos en maquinarias y en equipos.
Cuando
nosotros estamos sembrando 3 000 ó 4 000 caballerías de algodón, ¿qué
significa? Que estamos aumentando la
producción de tejido, que si el año que viene todas las familias empiezan a
vestirse, que antes no se vestían, por ejemplo, tenían un solo vestido en el
campo, pues mientras más producción, más cubanos podrán vestirse, y la
posibilidad de ir disfrutando de mejores y mayores cantidades de ropa, de
zapatos, de alimentos, de casas, de playas, de hospitales, de escuelas, de
centros de diversión, en fin, de toda la comodidad y el confort, que es lo que
recibe la familia por lo que gana, eso se irá logrando en la misma medida en
que se aumente la producción, y esa es la gran verdad económica, ya que si el
problema se resolviera por simple decreto y simple aumento de ingresos, ya
nosotros lo habríamos resuelto hace rato.
¡Ojalá que por un decreto se pudieran satisfacer todas las necesidades
de la familia cubana!, creo que desde el día 3 de enero ya todos los problemas
de Cuba se habrían resuelto definitivamente (APLAUSOS).
Pero,
desgraciadamente, los problemas no se resuelven, los problemas económicos hay
que resolverlos con un programa económico, con una política inteligente, incluso,
con una política de sacrificios.
Cuando
nosotros le decimos que hace falta la colaboración al pueblo y el pueblo da el
4%, es decir, se está quitando para en vez de consumirlo directamente, gastarlo
directamente, que se gaste estableciendo fábricas y creando riquezas, que se
consuma aumentando el poder de producción del país, eso es lo inteligente. Y claro que en esta vida, en la economía, como
en todas las demás actividades humanas, todo hay que conseguirlo mediante
sacrificio y mediante esfuerzo. Solo los
parásitos aspiran a vivir del esfuerzo de otros, solo los parásitos viven sin
esfuerzo, viven de los demás; pero el pueblo no puede aspirar a vivir del
parásito, el pueblo sabe que tiene que vivir de su trabajo, el pueblo sabe que
tiene que vivir del esfuerzo que él haga y el pueblo sabe que el camino que le
queda no es ponerse a esperar que vengan los privilegiados aquí a resolver sus
problemas, el pueblo sabe que el camino que le queda es hacer su esfuerzo por
desarrollar su economía, por elevar su estándar de vida.
y no solo sabe
el pueblo que tiene que hacer su esfuerzo, además, tendrá que defender ese
esfuerzo para que no se lo destruyan los privilegiados que quieren mantener sus
intereses mientras el pueblo se muere de hambre o no tiene trabajo. El pueblo sabe que lo que no haga él no lo
hará nadie por él; el pueblo sabe que cientos de miles de personas que están
sin trabajo necesitan, sencillamente, de centros de trabajo y que esos centros
de trabajos no se hacen por arte de magia, que hay que comprarlos, que hay
construirlos, que hay que pagarlos y que hay que pagarlos con una parte de lo
que producimos. El pueblo sabe que las
escuelas y los maestros hay que pagarlos, que la alimentación de esos maestros,
la ropa de esos maestros, que las medicinas de los hospitales, todo eso hay que
producirlo y que no habrá solución del problema de todos los inválidos, de
todos los necesitados, de todos los enfermos, si no se produce; el pueblo sabe
que hay más de 100 000 jubilados y pensionados ganando una miseria, y que
no se les podrá pagar 80, 100 120 ó 150 pesos si no aumentamos nuestra
producción; el pueblo sabe que no se podrá repartir casas si no hacemos casas;
el pueblo sabe, en fin, que no podrá disfrutar de un estándar de vida, si ese
estándar no lo logramos mediante el esfuerzo.
Es decir que solo aumentando la producción, aumentaremos la parte de
confort que a cada familia le corresponda.
Y esa es la tarea de nosotros.
Afortunadamente
hemos podido mejorar el estándar de vida; aun dentro de los límites estos
estrechos, hemos hecho el máximo al rebajar los alquileres, al establecer
salarios dignos, decorosos, al prestarle al pueblo los servicios de las playas,
al arreglar calles, al arreglar alcantarillados, al hacer centros escolares, al
establecer 10 000 escuelas; en fin, al tomar todas esas medidas, al abrir
fábricas —como la destilería— que estaban cerradas, al aumentar la capacidad de
consumo del pueblo, en la misma medida en que se rebajaban sus gastos en
alquiler, en luz eléctrica, etcétera, en esa misma medida hemos estado
produciendo beneficios a muchas personas que estaban sin trabajo. En la misma medida en que vamos aplicando la
Reforma Agraria, les estamos dando trabajo a miles de campesinos que no tenían
trabajo y que ahora se van a poner a producir.
Hemos
podido, dentro de los límites humanamente posibles, mejorar el estándar de vida. Y uno de ellos fue, por ejemplo, lo de los alquileres,
donde un mayor número de familias mejoró el estándar de vida. Ahora, este año, vamos a mejorar el estándar
de vida de 10 000 familias que, con una cantidad mínima todos los meses,
van a tener una casa que va a ser de ellos, que no va a ser como el alquiler
que se hacía (APLAUSOS).
Hemos
podido mejorar el estándar de vida dentro de las condiciones tan difíciles de
una zafra del azúcar con menos precio que nunca, de menos reserva que nunca, y,
dentro de esas obligaciones que tenemos, como es la de industrializar el país,
dentro de esos límites, aun dentro de esos límites estrechos, ha podido la
Revolución mejorar el estándar de vida del pueblo. Pero esa mejora es simple, tiene un límite,
un límite que no se puede sobrepasar, es el límite de nuestra producción y de
nuestros recursos.
Además,
incluso, cuando se toman medidas para desarrollar económicamente el país, hay,
en ciertas ocasiones, necesidad de reajustes.
Por ejemplo, todo el mundo está de acuerdo en que tenemos que defender
las divisas; es decir que los artículos de importación y los artículos
suntuarios hay que suprimirlos para importar, por ejemplo, maquinaria agrícola,
para importar fábricas, eso lo comprende el pueblo, sin embargo, hay personas
que han estado trabajando en la venta de televisores o de refrigeradores, o
empleados que han estado trabajando en comercios que importaban determinados
artículos, y eso, naturalmente, la medida más justa y más necesaria que se
tome, medida incluso en la que no hay disyuntiva, crea, además, nuevos
problemas, que es la solución del problema de esos sectores que resulten
afectados por esa medida.
Quiero
decir con esto que todas las medidas de orden económico que se tomen para
garantizar al país un porvenir, esas medidas no son medidas fáciles, todas van
acompañadas de complicaciones que el Gobierno Revolucionario tiene que ir
atendiendo y tiene que ir resolviendo. Es
decir que nosotros, en resumen, hemos mejorado todo lo que hemos podido el
estándar de vida, pero eso tiene ciertos límites.
Si
nosotros propugnáramos, por ejemplo, un aumento mayor del estándar de vida en
estos momentos, cuando lo que necesita el país es ahorrar para invertir y
desarrollarse, estaríamos haciendo una política equivocada. Demagógicamente nosotros pudiéramos decir: bueno, vamos a
aumentar un tanto por ciento más el estándar de vida. Pero eso significaría que, al aumentar los
gastos de consumo, estuviéramos reduciendo a cero los recursos con que la
nación contara para invertir. Y sería
una cosa demagógica, que sería pan para hoy, o mejoras para hoy, y hambre y
ruina para mañana. Y nosotros nunca
podremos querer eso (APLAUSOS), por eso hemos propugnado el ahorro por parte
del pueblo, por eso hemos propugnado que el pueblo ahorre, que el pueblo
adquiera certificados de ahorro.
A
nosotros no nos importa pagar por un peso dos pesos dentro de 10 años. ¿Por qué?
Porque dentro de 10 años nuestra producción estará duplicada o
triplicada, y por un peso que hoy se invierta podremos devolver dos o tres; y
devolver cuatro pesos dentro de 20 años por un peso que hoy se invierta no nos
importa, porque dentro de 20 años, cuando la industria en nuestro país esté
desarrollada, cuando la agricultura esté desarrollada hasta el máximo
técnicamente y sembrada hasta la última pulgada de tierra, nosotros podremos
pagar por un peso, hasta cinco o hasta diez.
Porque lo importante es que para cuando ese peso se vaya a gastar,
nosotros no tengamos que importar; que cuando ese peso se vaya a gastar, se
gaste en productos que ya se estén produciendo aquí, y cada peso que se vaya a
gastar en ese momento tenga su equivalente en servicios o en bienes de consumo,
en casas, en automóviles, en televisores; en fin, todos los artículos que se
puedan ir a comprar con un peso.
Nosotros
preconizamos el ahorro del pueblo, porque es la única política inteligente; lo
otro sería demagógico. Cualquier tipo de
gobernante que fuera demagogo, que no pensara en el futuro, que tratara nada
más que salir del paso, estaría preconizando una política distinta a nosotros. Diría: “Vamos a estar aquí tantos meses o
tantos años. Ya sabemos que cuando nos
vayamos no va a quedar un centavo aquí, y el que venga atrás que se las arregle
como pueda”, y esa no puede ser nunca nuestra actitud. Nosotros estamos en el deber de prever el
futuro, de planear el futuro y de trabajar para el futuro, aunque el futuro
signifique sacrificios hoy (APLAUSOS).
¡Cuánto
más cómodo sería hablar de beneficios hoy!
Sí, hemos dado beneficios, hemos mejorado en todo lo que hemos podido el
estándar de vida del pueblo, pero tenemos un límite, y ese es el límite que nos
señala a nosotros el estado actual de nuestra economía, la escasez de nuestras
producciones, el número de desempleados que hay en el país, la escasez de
nuestras divisas. Es decir que tenemos
un límite sobre el cual no podemos pasar y a partir del cual tenemos que
decirle al pueblo que el problema hoy es sencillamente el de ahorrar, que el
problema hoy no es de disfrutar, sino de invertir y de preparar el futuro.
Claro
está que nosotros no seremos los que recibiremos los mayores beneficios. Sí los vamos a recibir, pero los mayores beneficios
los recibirán las generaciones que vengan detrás de nosotros.
Pero
si esto no lo hizo ninguna otra generación por nosotros, nosotros no podemos
razonar que tampoco nosotros vamos a hacer por otra, porque, en definitiva,
nosotros hemos recibido parte de los sacrificios de otras generaciones. Nosotros tenemos que pensar que, por ejemplo,
ahora mismo, si hay en el país libertad, si podemos reunirnos aquí libremente,
si cada obrero se siente seguro en su trabajo, si cada obrero sabe que el
Gobierno Revolucionario vela por sus intereses, que no lo podrán hacer víctima
de despidos, que no lo podrán hacer víctima de abusos, que no lo podrán hacer
víctima de maltratos; si una serie de beneficios, que hoy disfruta el pueblo: si una escuela que se abre, si una playa
donde puede ir una familia a descansar una tarde en un centro turístico, donde
usted puede disfrutar unas vacaciones, los tiene hoy, es porque hubo compañeros
que cayeron en el camino, porque hubo compañeros, como Evelio Rodríguez, tan
mencionado aquí, que cayó en la lucha (APLAUSOS).
Es
decir que cuando nuestros hombres estaban en las trincheras frente al enemigo,
esperando al enemigo; cuando nuestros hombres estaban en las trincheras
esperando la muerte, aquellos combatientes no se preguntaban si ellos iban a
disfrutar de la libertad por la cual estaban luchando. Ellos no se preguntaban si iban a disfrutar
del bienestar por el cual estaban luchando; ellos no se preguntaban si algún día
iban a escuchar los aplausos del pueblo; ellos no se preguntaban siquiera si
algún día volverían a abrazar a sus hijos, o a sus esposas, o a sus madres;
ellos no se preguntaban los beneficios que iban a lograr con los sacrificios
aquellos, ellos entendían que era el deber, ellos entendían que era su
obligación luchar contra todo aquello que impedía para nuestro pueblo un
destino mejor; ellos entendían que había que luchar, incluso, por los que no
luchaban; ellos no esperaban recompensa.
Los hombres se sacrifican por la idea del bien, los hombres se
sacrifican por la idea de la justicia, los hombres se sacrifican por un
porvenir mejor, aunque ello no puedan disfrutarlo.
Así
que el ánimo de nuestro pueblo debe ser el ánimo de los combatientes en las
trincheras, el ánimo de cada ciudadano debe ser el ánimo de los hombres que
supieron morir sin preguntarse los beneficios que iban a recibir. Ellos solo sabían que su deber allí era
pelear y morir si era necesario, aunque ellos no disfrutaran, con tal de que
sus hijos, sus hermanos, o las generaciones venideras, disfrutaran de los
sacrificios que ellos estaban haciendo (APLAUSOS PROLONGADOS).
Dejemos
el egoísmo para otros, ya que los pueblos no pueden ser egoístas; dejemos la falta
de virtudes y de espíritu de sacrificio para otros, ya que los pueblos no
pueden ser indiferentes; dejemos la imprevisión para otros, ya que los pueblos
tienen que ser previsores y los pueblos tienen que ser generosos; dejemos para
los contrarrevolucionarios el egoísmo, que los revolucionarios tenemos que ser
generosos, y por eso, en esta hora, por encima del confusionismo que tratan de
producir los enemigos del bien, del porvenir y del progreso de Cuba; por encima
de los obstáculos que traten de ponerle en el camino a un pueblo que solo
aspira a la felicidad, y aspira a ella honestamente por la vía y el camino del
esfuerzo; por encima de las dificultades que tengamos que afrontar, por encima
de los sacrificios que tengamos que hacer, nuestro pueblo —es decir, ustedes y
los millones de cubanos como ustedes— la preocupación que debe tener es la de
hacer todo aquello que conduzca al triunfo, la de luchar por ese triunfo,
conscientes de que es nuestra tarea, que nadie vendrá a hacerla por nosotros.
En
esta hora nosotros tenemos que darles la batalla a los contrarrevolucionarios
en todas partes. En esta hora nosotros
debemos aclarar nuestras mentes para que nadie venga a confundirlas, en esta
hora todos debemos saber quiénes son nuestros enemigos y qué quieren nuestros
enemigos; en esta hora nosotros debemos tener muy presente que unos quieren
para nosotros la desgracia y la ruina, y que el pueblo tiene que aspirar a la
felicidad y al progreso; que los caminos pueden ser, o podrían ser, los caminos
del futuro: el camino de la derrota, que
no tomaremos jamás, y el camino del triunfo, que será el camino que tomemos
siempre (APLAUSOS).
Y
aquí, delante de ustedes, a quienes corresponde la primera línea en el trabajo
diario; delante de ustedes, al cumplirse casi un año de la llegada de la Revolución al poder, les digo estas cosas precisamente porque
mi deber es luchar por el triunfo, mi deber es exhortar a la lucha al pueblo,
mi deber es aclarar conceptos, mi deber es combatir también en todas partes y
por todos los medios a los enemigos de nuestro pueblo; porque ustedes y
nosotros los gobernantes somos hoy una cosa, nuestro destino hoy es,
sencillamente, el destino del pueblo. Pueblo
y Gobierno Revolucionario estamos confundidos en una sola idea de justicia y de
bienestar (APLAUSOS); pueblo y Gobierno Revolucionario estamos confundidos en un
solo y noble propósito; pueblo y Gobierno Revolucionario estamos confundidos en
una sola idea patriótica; pueblo y Gobierno Revolucionario estamos
comprometidos con ese destino mejor que hemos vislumbrado para la patria, con
esa vida más decorosa, más feliz y más justa que deseamos, con un futuro
distinto del pasado en que no tengamos que vivir bajo la angustia y la tristeza
que dejan tras sí las frustraciones.
Hoy
ustedes y nosotros, no estamos, sino completando la obra de los que hace
aproximadamente un siglo soñaron para Cuba estas cosas que hoy empezamos a
tener. ¡Quién les habría dicho a
aquellos primeros patriotas que tardaríamos un siglo todavía sin verlas
realizadas! Y nosotros somos la
generación venturosa de la patria que ha tenido la suerte de ver más de cerca
la realización de aquellos ideales que hace un siglo se incubaron en la mente
de otros cubanos, que al igual que nosotros emprendimos este camino lo
emprendieron ellos; camino que ha sido largo, camino que ha estado repleto de
fracasos y de infortunios, camino que, al final, se acerca a esas hermosas
realidades, realidades que están en nuestras manos, realidades que si de ellas
dejamos escapar la culpa no será de nadie más que nuestra; realidades hermosas
que los enemigos de ayer, que son los mismos enemigos de hoy, es decir, los
enemigos de los pueblos porque prefieren ver a los pueblos en la peor
frustración y la miseria, con tal de ser disfrutadores
privilegiados del esfuerzo que sus compatriotas y de la riqueza de su tierra;
realidades que quieren destruírnosla por todos los medios, con los recursos que
han ido acumulando, con los recursos económicos, con los recursos de la cultura
y con los recursos de la experiencia que han ido acumulando y que de nosotros
depende que podamos defenderla.
Y
si de una cosa podemos estar seguros hoy, es de que nuestro pueblo puede
aspirar a ese futuro mejor, de que nuestro pueblo puede aspirar a la gloria que
el porvenir le promete, a la felicidad que el porvenir le promete y al papel en
la historia de América que el porvenir le ofrece, porque es un pueblo que no se
ha lanzado a esa aspiración sin virtudes suficientes para ella, sino un pueblo
que se ha lanzado a conquistar lo que puede conquistar por sus extraordinarias
cualidades, lo que puede conquistar porque tiene el valor necesario para
hacerlo, y un pueblo que al fin se ha dispuesto a hacer lo que hace un siglo
venía intentando hacer la nación cubana, prometiéndose un futuro no para vivir
del trabajo de otros pueblos ni de las riquezas de otros pueblos, no para vivir
oprimiendo a otros pueblos, sino para vivir de la riqueza de la tierra donde
habita, del recurso de sus brazos, y hallar su gloria no oprimiendo a otros
pueblos, sino señalándoles a otros pueblos el camino mediante el cual se
obtiene la liberación.
Así
que si de algo podemos estar seguros es de que Cuba no anda aspirando a más de
lo que puede, porque la nación cubana y el pueblo cubano no andan aspirando a
lo que no tendrían virtudes para conquistar, sino que si el pueblo se ha
lanzado a esta lucha tenaz y firme, en pos de un destino mejor, en pos de una
vida más honrosa, en pos de una patria más digna, es porque tiene virtudes con
que responder a ese propósito y que, además, está seguro de lo que hace y está
seguro de que llegará al triunfo, está seguro de que vencerá a sus enemigos no
porque lo diga, no porque se haga ilusiones, sino porque está dispuesto a tener
el esfuerzo que hace falta, y no solo porque tenga la razón, sino porque sabrá
llevar su razón adelante.
Y
hoy aquí, ante ustedes, en este último acto del primer año de libertad, les
repito que si de algo estamos seguros es de que seguiremos adelante y de que la
Revolución no será jamás vencida, sencillamente, porque todos y cada uno de los
revolucionarios de nuestra patria, que es la inmensa mayoría de nuestro pueblo,
estamos dispuestos a morir para defenderla (APLAUSOS).