DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO
RUZ, EN LA MAGNA CONCENTRACION POPULAR, EN EL PALACIO PRESIDENCIAL, EL 21 DE
ENERO DE 1959.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS
OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO)
Honorable señor Presidente de la República;
Señores del Cuerpo Diplomático;
Periodistas de todo el continente;
Compatriotas:
(EXCLAMACIONES
DE: “Que bajen
los cartelones”). El pueblo pide que
bajen los cartelones para poder ver. (EL
PUBLICO BAJA LOS CARTELONES). Muchas
gracias.
Y
yo le voy a pedir algo al pueblo y es que me ayuden, que hay un millón de
personas aquí y no se oyen los altoparlantes, que es necesario un silencio
absoluto, y es muy difícil hablar cuando a uno no se le está escuchando
perfectamente bien; y yo quiero decirle al pueblo hoy lo que siento, quiero
decirles a los periodistas de América lo que siente el pueblo de Cuba; quiero
decirles a los representantes diplomáticos de todos los países del mundo el
pensamiento justo de nuestro pueblo, para que nos escuchen. No basta con haber asistido aquí, lo
importante no es haber asistido solamente; es necesario que se guarde silencio. Hay que demostrar la disciplina del pueblo,
guardando silencio. Vamos a ver si es
posible que un millón de personas guarde silencio (SE HACE SILENCIO).
Compatriotas: Es
posible que nuestros combatientes hayan temblado hoy ante esta multitud como no
temblaron jamás frente a las balas enemigas.
Aun para nosotros, que tenemos una fe extraordinaria en nuestro pueblo,
esta concentración ha superado todos los cálculos. Se dice, por los que acaban de llegar, que la
multitud se extiende desde el Malecón hasta el Parque de la Fraternidad. Podemos decir una cosa hoy aquí, ¡y es que no
hay lugar en La Habana para reunir al pueblo que apoya a la Revolución! (APLAUSOS.) Antes bastaba un parque pequeño y sobraba
espacio, ¡esta vez no han alcanzado todos los parques juntos de los alrededores
del Palacio Presidencial! (APLAUSOS.)
Y
les voy a contar una anécdota, para que se comprenda todo el valor moral que
tiene esta concentración para nosotros. Nos
contaba uno de los compañeros, que es Comisionado de la Alcaldía de La Habana,
que esta mañana se les reunieron los empleados para preguntarle —se acercaron a
él para preguntarle— dónde se reunían para venir a la concentración, y la
respuesta de nuestro comisionado fue: “No, señores, vayan los que quieran y los que
no quieran vayan para su casa, que esta no es una concentración como las que se
organizaban antes aquí” (APLAUSOS).
¡Qué
distinto es cuando el pueblo manda, qué distinto es cuando el pueblo se siente
libre, qué distinto es cuando el pueblo tiene fe! ¡A pie han venido desde Matanzas y desde
Pinar del Río! (APLAUSOS.) ¡A pie han venido millares de compatriotas,
porque no alcanzaban los vehículos! Hablamos
aquí de reunir a medio millón de compatriotas y el pueblo dijo: “No,
medio millón no, un millón.” Y ha venido
a resultar un millón y medio (APLAUSOS).
Pasé
por algunas calles de la ciudad antes de llegar y La Habana estaba desierta; no
se veía un alma en cuadras y cuadras por las barriadas de La Habana. Era toda La Habana la que estaba presente,
toda la ciudad, todas las ciudades de los alrededores, y millares, decenas de
millares de compatriotas de las provincias que están más próximas a La Habana. Estoy seguro de que si físicamente hubiese
sido posible, se habrían reunido hoy 6 millones de cubanos (APLAUSOS).
Yo
comprendo que el mejor discurso en la tarde de hoy es la presencia de ustedes;
yo comprendo que nada puede hablar tan elocuentemente al Cuerpo Diplomático y a
los 380 periodistas que han venido de todo el continente como la presencia de
ustedes. Muchos compatriotas de los que
están aquí presentes ni siquiera me pueden oír.
Pregunté a los organizadores del acto y me dijeron que todos los
altoparlantes de La Habana estaban instalados aquí, y, sin embargo, muchos me
dicen que no pueden oírme. Me duele
pensar que están haciendo el sacrificio de encontrarse de pie, desde hace
muchas horas, para ni siquiera poder escuchar nuestra palabra, pero al menos pueden
tener la satisfacción de que su presencia no ha sido inútil, ¡y que este acto
de hoy es la batalla más hermosa que ha librado el pueblo de Cuba en esta
Revolución! (APLAUSOS.) No es una victoria por las armas —no se ha
disparado un solo tiro—, es una victoria mucho más hermosa, es una victoria de
la razón, es una victoria de la justicia, es una victoria de la moral.
Los
que creyeron que nosotros éramos unos simples guerrilleros, los que creyeron
que no sabíamos más que tirar tiros, los que creyeron que después de nuestras
victorias militares nos iban a aplastar en el campo de la información, nos iban
a aplastar en el campo de la opinión pública, se han encontrado con que la
Revolución Cubana sabe también pelear y ganar batallas en ese campo (APLAUSOS).
Los
que creyeron que a través del monopolio de los cables internacionales, los que
creyeron que sembrando mentiras y calumnias por doquier iban a debilitar
nuestra Revolución, iban a desacreditar a nuestro pueblo, para después lanzarse
sobre él cuando lo encontrasen débil, se equivocaron, porque la Revolución está
hoy más firme y está hoy más fuerte. ¡En
vez de debilitarla la han fortalecido! Y
es que la Revolución no se acobarda frente al ataque, la Revolución no se
debilita frente al ataque, sino que se crece, que se hace más fuerte, porque
esta es la Revolución de un pueblo valiente y peleador (APLAUSOS). Con otro pueblo que no fuese este, con otro
pueblo que no tuviese las virtudes del cubano, no valdría la pena siquiera
haber comenzado esta lucha. Pero cuando
se cuenta con un pueblo como este, no solo se comienza, sino que se prosigue y
se continúa hasta la victoria total (APLAUSOS).
Para
el pueblo de Cuba todo está claro: fue la Revolución Cubana una revolución
ejemplar; no se produjo aquí un golpe de Estado. Si nosotros hubiésemos sido un grupo de
oficiales del ejército que sin la participación del pueblo hubiésemos quitado
un presidente para poner otro e inmediatamente nos hubiésemos plegado a todos
los intereses creados, si no hubiese sido una revolución esta, no tendríamos
enemigos, no nos habrían atacado, no nos habrían calumniado.
Mientras
en ese Palacio se albergaba una dictadura y vendía los intereses de la patria,
mientras en ese Palacio se albergaba un dictador que hacía las más onerosas
concesiones al extranjero, mientras en ese Palacio se albergaba un dictador que
traicionaba al pueblo, nadie lo atacaba, no se hacían esas campañas de prensa
contra él en el extranjero, no se levantaban las voces de los congresistas para
acusarlo. Cuando había ahí un miserable
traidor, un criminal que asesinó a 20 000 de nuestros compatriotas, no se
hacían esas campañas contra Cuba y contra él.
Cuando había ahí un ladrón que se robó 300 millones de pesos, cuando
gobernaba a la república una cuadrilla de ladrones que se robaron más de
1 000 millones de pesos, no se hacían esas campañas contra ellos en el
extranjero. Cuando se asesinaba aquí a
docenas de compatriotas todas las noches, cuando los jóvenes aparecían
asesinados con un tiro en la sien, cuando los patios de los cuarteles se
llenaban de cadáveres, cuando nuestras mujeres eran violadas, cuando los niños
eran asesinados, cuando en las embajadas penetraban las hordas policíacas para
asesinar a 10 asilados en unos minutos, no se hacían esas campañas contra Cuba,
ni se levantaban allí los congresistas, salvo raras excepciones, a acusar a la
dictadura.
Pero,
no hay que ir más lejos: ahí está Trujillo, con su dictadura de 27 años
(EXCLAMACIONES); ahí están los 10 000 haitianos asesinados por el dictador
dominicano; ahí están las decenas de miles de hombres asesinados, dentro y
fuera de Santo Domingo, por los esbirros del criminal dictador, y ahí está
Somoza (EXCLAMACIONES), Somoza, el de la dinastía que lleva más de 25 años
oprimiendo a aquel país; ahí están las dictaduras con sus cárceles llenas, con
su censura de prensa, con sus millares de crímenes y no se organizan campañas
contra ellas.
Campañas
contra el pueblo de Cuba, sí, porque quiere ser libre; campañas contra el
pueblo de Cuba, sí, porque no solo quiere ser libre políticamente, sino
económicamente libre también; campañas contra el pueblo de Cuba, porque se ha
convertido en un ejemplo peligroso en toda la América; campañas contra el
pueblo de Cuba porque saben que vamos a pedir la anulación de las concesiones
onerosas que se han hecho a los monopolios extranjeros (APLAUSOS), porque saben
que aquí las tarifas eléctricas se van a rebajar (APLAUSOS), porque saben que
todas las concesiones onerosas que hizo la dictadura van a ser revisadas y
anuladas (APLAUSOS). Y ahí está,
compatriotas, la causa principal de esta campaña.
Hay
que buscar la explicación de esas campañas.
Si me dejan hablar, voy a explicar, quisiera explicar a cabalidad esto,
para que lo comprenda el pueblo y lo comprenda la prensa extranjera.
No
hemos podido obtener la colaboración total de la multitud en el sentido de que
guarde un silencio absoluto, y esto también se debe en parte a que gran
cantidad de personas se han desmayado y hay que prestarles ayuda.
Hay
que buscar la explicación de estas campañas en algo.
¿Por
qué se ha lanzado esta campaña contra Cuba, la campaña más infame, más criminal
y más injusta que se ha lanzado contra ningún pueblo? ¿Por qué?
¿Por qué cuando apenas habían transcurrido cuatro o cinco días del
triunfo, las agencias de cables internacionales y determinados congresistas
americanos iniciaron el barrage de difamación contra el pueblo cubano? El propósito es claro. Nuestra Revolución pudo presentarse en el
mundo como un modelo de revoluciones; la caballerosidad del Ejército Rebelde
para con el enemigo no tuvo precedentes en la historia de las revoluciones y de
las guerras; millares de prisioneros cayeron en nuestras manos, cientos de
heridos fueron atendidos por nuestros médicos; en dos años y un mes de guerra
ni un solo prisionero fue golpeado.
Compatriotas: la
próxima vez en vez de un millón voy a pedir que se reúnan 10 000 cubanos;
es mucho, y no cabemos. Se está
comprimiendo aquí la multitud.
Compatriotas: es
imposible hacer un discurso hoy. Los minutos
que yo me extienda en esta tribuna pueden costar vidas de compatriotas, dado el
número extraordinario de personas y la cantidad de compatriotas que se han
desmayado aquí. Voy a sintetizar las
ideas.
Al
pueblo de Cuba no tenemos nada que decirle, porque el pueblo de Cuba conoce muy
bien la verdad; al pueblo de Cuba no tenemos que convencerlo de nada, porque el
pueblo de Cuba está más que convencido. Hay
que convencer a la opinión pública del mundo, y la vamos a convencer a través
de los periodistas que han venido aquí. Mañana
nos vamos a reunir con los 380 periodistas que han venido de todo el
continente, y allí me voy a someter al interrogatorio como se puede someter
quien ha cumplido con su deber. ¡Me voy
a someter al interrogatorio de América, como se puede someter un hombre que
tiene su conciencia limpia! (APLAUSOS.)
Yo
no tengo que rendirle cuentas a ningún congresista de Estados Unidos
(APLAUSOS), yo no tengo que rendirle cuentas a ningún gobierno extranjero. ¡Yo le rindo cuentas a los pueblos; yo le
rindo cuentas, en primer lugar, a mi pueblo, al pueblo cubano (APLAUSOS) y, en
segundo lugar, a todos los demás pueblos de América!; ¡le rindo cuentas al
pueblo de México, al pueblo de Estados Unidos, al pueblo de Costa Rica, al
pueblo de Venezuela y a todos los pueblos del mundo! (APLAUSOS.)
Para
eso hemos llamado a los periodistas, para que vengan aquí a presenciar, con sus
propios ojos, la verdad. Donde hay
justicia no hay crimen, y donde hay crimen no hay libertad de prensa; donde hay
crimen se oculta lo que se hace, y aquí actuamos a la luz pública, aquí venimos
para que vean que hay justicia. Aquí
podemos invitar a todos los periodistas del mundo, porque hay en Cuba una
libertad de prensa absoluta como no la hay en ninguna parte del mundo; hay en
Cuba un respeto a los derechos humanos como no lo hay en ninguna parte del
mundo. Este pueblo no es un pueblo
bárbaro, ni es un pueblo criminal; este es el pueblo más noble y más sensible
del mundo: si aquí se comete una injusticia, todo el pueblo
estaría contra esa injusticia. Nuestros
intelectuales no son insensibles, nuestros periodistas no son insensibles,
nuestros obreros no son insensibles, nuestros campesinos no son insensibles,
nuestros religiosos no son insensibles, ¡y cuando todo el mundo ha estado de
acuerdo con el castigo es porque el castigo es justo, es porque el castigo es
merecido! (APLAUSOS.)
Las
potencias aliadas castigaron a los criminales de guerra después de la Segunda
Guerra Mundial y tenían menos derecho que nosotros, porque ellos castigaron de
acuerdo con una legislación posterior. Nosotros
estamos castigando a los criminales de guerra de acuerdo con una legislación
anterior al delito, en juicios públicos, mediante tribunales de hombres
honestos. Para no cometer errores, se
está enjuiciando solamente a los criminales más notorios, a los que tienen 5,
10, 15, 20 y 100 asesinatos, a los que todo el pueblo conoce.
Como
no es posible extenderse en consideraciones y yo me voy a reunir con los
periodistas de todo el continente, y vamos a invitar además al honorable señor
Presidente de la república para que asista también a la entrevista, y vamos a
invitar al Consejo de Ministros para que asista a la entrevista, y vamos a
explicarles a los periodistas cabalmente todo lo que quieran que les
expliquemos, no hay que extenderse en consideraciones.
Solo
me resta algo: Imaginad, señores periodistas de todo el
continente, señores representantes diplomáticos acreditados en Cuba, imaginad
un inmenso jurado, imaginad un jurado de un millón de hombres y mujeres de
todas las clases sociales, de todas las creencias religiosas, de todas las
ideas políticas, que yo le voy a hacer una pregunta a este jurado, yo le voy a
hacer una pregunta al pueblo. Los que
están de acuerdo con la justicia que se está aplicando, los que están de
acuerdo con que los esbirros sean fusilados, que levanten la mano.
(LA
MULTITUD LEVANTA LA MANO UNANIMEMENTE.)
Señores
representantes del Cuerpo Diplomático, señores periodistas de todo el
continente: ¡El jurado de un millón de cubanos de todas
las ideas y de todas las clases sociales, ha votado! (APLAUSOS.)
A
los que sean demócratas o a los que se llamen demócratas, les digo que esto sí
es democracia, que esto sí es respetar la voluntad del pueblo (APLAUSOS). Los que sean demócratas o los que quieran
presentarse como demócratas, ¡que respeten la voluntad de los pueblos!
Antes
de terminar quiero decir algo que considero importante: sé que el pueblo de Cuba está
preocupado por nuestra seguridad; millares y millares de compatriotas se
dirigen a nosotros para pedirnos que nos cuidemos, tienen el temor de que
seamos víctimas de una agresión por parte de los enemigos de la Revolución;
teme el pueblo que la muerte de uno de sus líderes pueda ser el fracaso de la
Revolución. Y lo que yo le voy a decir
al pueblo de Cuba hoy es que no, lo que voy a decir al pueblo de Cuba es que
las revoluciones no pueden depender de un hombre, que el destino de los pueblos
no puede depender de un hombre, que las ideas justas no pueden depender de un
hombre y, además, ¡que los líderes no nos podemos meter en una caja de caudales! Que es mi invariable determinación seguir
como hasta hoy, que es mi invariable determinación desafiar tranquilamente
todos los peligros, y que pase lo que pase; por una razón: porque
estoy muy consciente de que esta Revolución no la detiene nada ni nadie, y
porque, además, a mis enemigos les voy a decir algo: que
detrás de mí vienen otros más radicales que yo (APLAUSOS); que del mismo modo
que atacando a nuestra justicia revolucionaria no han hecho más que fortalecer
la Revolución, asesinándome a mí no van a hacer más que fortalecer la
Revolución.
Y
para tomar las medidas de precaución, porque aquí hay que estar prevenidos
contra todo, le voy a proponer a la Dirección del Movimiento 26 de Julio, que
designe al compañero Raúl Castro, Segundo Jefe del Movimiento 26 de Julio
(APLAUSOS). Lo hago, no porque sea mi
hermano —que todo el mundo sabe cuánto odiamos el nepotismo— sino porque,
honradamente, lo considero con cualidades suficientes para sustituirme en el
caso de que yo tenga que morir en esta lucha; porque, además, es un compañero
de muy firmes convicciones revolucionarias, que ha demostrado su capacidad en
esta lucha, que fue de los que dirigió el ataque al Moncada, de los que estuvo
dos años en la cárcel, de los que organizó el Segundo Frente “Frank País”, y de
los que han dado relevantes pruebas de capacidad como organizador y como líder
(APLAUSOS).
Ojalá
que en este caso no se hubiese tratado de un hermano mío, ojalá hubiese sido
otro para que no cupiera la menor sospecha de que se trata de favorecer a un
familiar. Digo, en primer lugar, que así
no se favorece a nadie, porque la patria para nosotros es agonía y deber, no
placer, no vanidad, no satisfacciones de tipo personal; para nosotros este
trabajo es el trabajo de un esclavo que sabe servir a su pueblo; para nosotros,
ser líder es ser sacrificado; para nosotros ser líder no es aspirar al poder,
que todo el mundo sabe que yo renuncié al poder hace mucho tiempo, que todo el
mundo sabe el desinterés con que he luchado y que soy de los hombres que
sostengo que ningún hombre es imprescindible y que cualquier cubano honrado
puede ser un buen presidente de la república (APLAUSOS); todo el mundo sabe que
no solo renuncié a la Presidencia de la República, sino que le he brindado todo
mi respaldo al ciudadano Presidente; todo el mundo sabe el respeto que he
mantenido por las instituciones civiles de la república.
Todo
el mundo sabe que ni me he inmiscuido, ni me inmiscuyo, ni me inmiscuiré, en
los problemas de la Presidencia de la República (APLAUSOS); todo el mundo sabe
que he sabido tener el sentido del límite, que si he respondido a millares de
preguntas es porque me las han hecho y porque me ha autorizado el Presidente;
que si el Presidente me prohíbe dar una sola entrevista de prensa, si el
Presidente me prohíbe hacer una sola declaración más mientras yo sea Comandante
en Jefe de todas las fuerzas de la república, yo acataré incondicionalmente esa
orden (APLAUSOS); que lo que he hecho es defender la Revolución de la calumnia,
lo que he hecho es defender el crédito de mi patria cuando han tratado de
presentarnos como un país de criminales y de salvajes (APLAUSOS), lo que he
hecho es defender el prestigio de esta Revolución que ha costado tanta sangre
generosa y buena. Y decía esto, porque
ser líder es, realmente, no un paseo, ni un baño de rosas, sino un sacrificio
que tal vez muy pocos alcancen a comprender en toda su magnitud, y más todavía
cuando se cuenta con un respaldo tan grande, más todavía cuando siente uno que
pesa sobre sí la responsabilidad de, una fe tan grande como la que ha
depositado nuestro pueblo sobre nosotros (APLAUSOS).
Y
al plantear aquí la necesidad de que el pueblo esté alerta y esté prevenido contra
cualquier agresión en la persona de uno de sus dirigentes, al plantear aquí esa
necesidad, lo hago con una honrada convicción, de hombre que le preocupa no
solo el presente sino también el futuro de la patria, de hombre que le preocupa
la patria no solo mientras viva sino también cuando muera (APLAUSOS). Y al plantear aquí que considero que el
compañero Raúl Castro podría sustituirme en este caso, no es que yo decida
unilateralmente, sino yo quiero consultar con el pueblo si está de acuerdo
(EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”).
Pues
ya lo saben mis enemigos:
¡Me pueden agredir cuando quieran, que no hay problemas! Y, además, si agredieran también a Raúl,
¡detrás de él vendrá otro, y detrás otro, y detrás otro y detrás otro! (APLAUSOS), que al pueblo de Cuba en esta
lucha no le faltará ni líder ni pueblo, porque todo estará prevenido. Los que supimos ganar la guerra contra todos
los recursos, sabremos también ganar la Revolución contra todos los enemigos
que se pongan delante. Así que el pueblo
de Cuba puede mirar confiado hacia el porvenir, que nosotros —no voy a hablar
de traición, que eso no cabe aquí— seremos cada día más leales y seremos cada
día más firmes en nuestra posición de defensa de los intereses de la patria y
de los intereses del pueblo (APLAUSOS).
Por
fin este pueblo ha llegado a donde tenía que llegar: a la
libertad, a la soberanía plena, que no la había tenido nunca antes; un pueblo
que se gobierna a sí mismo sin recibir órdenes de nadie.
Pero
hay una demanda aquí muy justa: vamos a aprovechar esta ocasión para demandar
del gobierno de Estados Unidos la devolución de los criminales de guerra que se
han refugiado allá (EXCLAMACIONES). El
pueblo de Cuba demanda del pueblo de Estados Unidos que no les dé albergue a
los Masferrer, a los Ventura, a los Pilar García
(EXCLAMACIONES). El pueblo de Estados
Unidos debe exigir al gobierno de Estados Unidos la devolución de los
criminales de guerra, porque el pueblo de Estados Unidos no habría estado de
acuerdo en que después de la Guerra Mundial, Goering, y Himler y Hitler, se
hubiesen refugiado aquí en Cuba. Pues
bien, el Himler de nosotros es Ventura; los Goering de nosotros son los
Tabernilla, los Pilar García, los Chaviano, los Laurent; ¡el Hitler de nosotros
es Batista!
Si
Estados Unidos desea ser justo, si Estados Unidos desea respetar los
sentimientos del pueblo de Cuba, debe acceder a la extradición de los
criminales de guerra, porque esos no son delincuentes políticos; no se puede
llamar delincuentes políticos a los que violaron mujeres, porque la violación
de una mujer no tiene nada que ver con la política; no se puede llamar
delincuentes políticos a los que arrancaron ojos, porque arrancar ojos humanos
no tiene nada que ver con la política; no se puede llamar delincuentes
políticos a los que asesinaron a niños y ancianos, a los que torturaron sin
piedad a miles y miles de compatriotas, porque la tortura no tiene nada que ver
con la política, y, por lo tanto, no se pueden amparar en la condición de
delincuentes políticos, porque son delincuentes comunes.
Y los
millones de pesos que se han robado para depositarlos en bancos
norteamericanos, que nos los devuelvan (EXCLAMACIONES), porque echarse en el
bolsillo el dinero del pueblo para llevárselo al extranjero no tiene nada que
ver con la política, porque robarse el dinero de la república para gastarlo en
lujos, no tiene nada que ver con la política, y son ladrones aquí y en
cualquier parte del mundo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Por tanto, el pueblo de Cuba tiene derecho a
reclamar la devolución de los asesinos, de los torturadores y, además, la
devolución del dinero que se han robado, porque es del pueblo, porque salió de
nuestros bolsillos.
No
vamos a perder el tiempo en demandar de Trujillo que devuelva a los ladrones y
a los asesinos; ni siquiera han devuelto los aviones de la fuerza aérea que se
llevaron los prófugos, y no le vamos a demandar a Trujillo que los devuelva,
porque nos los va a devolver el pueblo dominicano (APLAUSOS), y porque con
Trujillo no queremos relaciones de ninguna clase. Desde luego, “Trujillo no es un dictador”;
¡hablen con los congresistas esos que estuvieron atacándonos a nosotros, y
verán que Trujillo es un santo!
Repugnaba
abrir algunos periódicos extranjeros, algunos periódicos de México, por
ejemplo, y encontrarse allí una caricatura donde aparecía Cuba vestida de
blanco en un charco de sangre y nosotros ahí con barba y fusil, como unos
vulgares verdugos. ¿Por qué? ¡Ah!, porque ahí están las agencias de cables
internacionales, esas agencias que a mí me mataron al otro día del desembarco. ¿Ustedes lo recuerdan? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) No me pudieron matar a mí y ahora quieren
matar el prestigio de la Revolución; y, claro, con mucha sutileza. Cualquiera que tenga un poco de raciocinio,
no tiene más que leer los cables internacionales para ver cómo se ha organizado
esta campaña, y lo triste es que han confundido a algunos pueblos de América,
incluso al propio pueblo mexicano, un país al que le arrebataron la mitad del
territorio, un país que ha sido tan humillado y tan maltratado. Hasta ese pueblo han llegado las agencias que
representan intereses monopolíticos y explotadores, a engañarlos y a hacerle
creer que nosotros somos algo peor que Trujillo, algo peor que Somoza, algo
peor que lo más malo que ha habido en el mundo.
Nuestro nombre ha sido presentado como el nombre de un asesino, o ha
querido ser presentado como el nombre de un asesino ante los pueblos de
América, pero no importa: aquí, y en cualquier pueblo de América, me
puedo parar con la frente en alto, con la satisfacción de tener limpia mi
conciencia y limpias mis manos de sangre (APLAUSOS); me puedo parar ante
cualquier pueblo a expresarle la verdad.
Me
duele solo que los pueblos de América se dejen engañar tan miserablemente, me
duele solo pensar en lo que sería el destino de América si esta Revolución es
aplastada. Porque esta Revolución, que
no es un golpe de Estado, que no es la asonada de un grupo de caudillos
militares, sino una revolución de pueblo, de puro pueblo, debe constituir para
los pueblos de América una esperanza. ¿Por
qué? ¡Ah!, porque nosotros hemos tocado
en la llaga que duele a América, porque en América, su historia de más de un
siglo ya se sabe: víctima de los ambiciosos, víctima de los
caudillos militares, víctima de las castas militares. ¡Qué necesitada está América, qué necesitados
están los pueblos de nuestro continente de una revolución como esta que se ha
hecho en Cuba! ¡Qué necesitada está
América de que en todos sus pueblos se diese un ejemplo como este! ¡Qué necesitada está de que los millonarios
que se han enriquecido robándole el dinero al pueblo, perdiesen todo lo que han
robado! ¡Qué necesitada está América de
que los criminales de guerra, en los países de nuestro continente, hubiesen
sido también fusilados!, porque tal vez nuestro continente no sería lo que es
hoy: grupos de naciones divididas, distanciadas, a
pesar de tener los mismos sentimientos, las mismas necesidades, los mismos
intereses, la misma raza y la misma cultura; no sería la agrupación de naciones
divididas y débiles, víctimas de las tiranías consuetudinarias y de las castas
militares. ¡Qué necesitada está la
América del ejemplo de Cuba!
Nosotros,
los cubanos, podemos sentirnos orgullosos de una revolución que surge al mundo
sin ansias de dominio, sin propósito de explotación ni de dominación de otros
pueblos, sino que nace al mundo como ejemplo, con una aspiración de justicia,
de justicia amplia, de justicia honda, dentro del más extraordinario sistema de
respeto a las libertades humanas que ha conocido el mundo. La Revolución Cubana se puede sintetizar como
una aspiración de justicia social dentro de la más plena libertad y el más
absoluto respeto a los derechos humanos.
Nuestra Revolución hay que defenderla como se defiende, no algo de Cuba,
sino algo de América.
Y
a los hombres honrados de América, a los periodistas honrados de todo el
continente, a los pueblos que son nuestros amigos, tenemos que pedirles que
defiendan nuestra Revolución, que no dejen que nos la calumnien porque quieren
destruirla, en daño, no solo de Cuba, sino en daño de América; no quieren que
la Revolución Cubana levante cabeza para que no pueda levantar cabeza ningún
pueblo de América (APLAUSOS).
Siete
años hemos vivido de tiranía, siete años y nadie vino a darnos la libertad, que
tuvimos que conquistarla con nuestro sacrificio. Los gobiernos no nos ayudaron; nos ayudaron
los pueblos. Los pueblos de toda la
América simpatizaban con nosotros, los pueblos de toda la América eran nuestros
amigos, y ahora nos quieren quitar los únicos amigos que teníamos, nos quieren
quitar a los pueblos diciéndoles que estamos haciendo ejecuciones en masa y sin
juicio de partidarios de Batista, porque los cables no dicen que son esbirros,
los cables no dicen que son asesinos, los cables no dicen que cada uno de los
fusilados tiene 10, 12, y hasta 100 muertos, no, los cables dicen que son
ejecuciones en masa y, sin previo juicio, de partidarios de Batista. Y como los pueblos de América han visto los
horrores de las dictaduras, como los pueblos de América están acostumbrados a
oír hablar de ejecuciones en masa y sin juicio de adversarios políticos, pues
quieren hacerles creer que se trata de un caso igual. No han hablado de la conducta del Ejército
Rebelde, no han destacado que esta es la única revolución en el mundo donde no
hubo un solo hombre arrastrado, que no ha habido un pueblo en el mundo que haya
tenido un comportamiento tan civilizado como lo ha tenido el pueblo cubano, que
no ha habido un solo esbirro torturado, que no ha habido un solo enemigo
golpeado; que esta es la única revolución en el mundo en que el pueblo, en vez
de tomar venganza con sus propias manos, puso a los delincuentes en manos de
los Tribunales Revolucionarios (APLAUSOS).
¡Ah,
eso no lo dicen, eso no lo dicen! A esos
que estamos ajusticiando ahora son los mismos que los pueblos suelen ajusticiar
los tres primeros días después de las revoluciones. Estamos ajusticiando a aquellos que el pueblo
hubiera arrastrado de no haberle pedido nosotros que tuviesen fe, que tuviesen
fe en la justicia de la Revolución. Hemos
sido más que generosos: no se han fusilado chivatos (EXCLAMACIONES); a
los chivatos no hay que fusilarlos, hay que mandarlos a trabajar, hay que
condenarlos a trabajos forzados (APLAUSOS).
¡Ya que querían ganarse la vida de la delación y de la traición, pues
que trabajen para el pueblo!, ¡que trabajen!
A
los esbirros sí hay que fusilarlos, a los esbirros sí, porque hasta La Biblia
dice que “el que a hierro mata a hierro muere” (EXCLAMACIONES). Hay que fusilarlos, porque los mismos que
piden hoy que no los fusilen, dentro de tres años van a estar pidiendo que los
soltemos. Y claro, no puede haber paz
sin justicia, no puede haber democracia sin justicia. En nombre de la paz sí se han cometido
verdaderos crímenes.
Y
yo les puedo preguntar a los congresistas que nos atacaron, les puedo hacer
esta pregunta: ¿Qué hizo Estados Unidos? Les puedo hacer esta pregunta a los
congresistas que nos han atacado: ¿Qué se hizo en Hiroshima y Nagasaki? ¡Ah!, en
nombre de la paz se bombardearon dos ciudades y se mataron a más de 300 000
seres humanos. Nosotros no hemos
fusilado a ningún niño, nosotros no hemos fusilado a ninguna mujer, nosotros no
hemos fusilado a ningún anciano; sin embargo, en Hiroshima y en Nagasaki
murieron 300 000 seres humanos de la población civil. ¿En nombre de qué? ¡Ah!, pues se decía que para lograr la paz,
se decía también que para evitar que murieran muchos norteamericanos
combatiendo. Pues bien, yo les digo a
esos congresistas que, aparte de que no tienen nada por qué meterse en los
problemas de Cuba (EXCLAMACIONES), estamos fusilando a los esbirros para lograr
la paz, y estamos fusilando a los esbirros para que el día de mañana no nos
asesinen otra vez a nuestros hijos, y que, al fin y al cabo, los esbirros que
fusilemos no van a pasar de 400, es decir, ¡más o menos un esbirro por cada
1 000 hombres, mujeres y niños asesinados en Hiroshima y en Nagasaki!
¿Si
de decir la verdad se trata, por qué no vinieron aquí a discutir? ¿Por qué, cuando les dijimos: “Vengan
a ver lo que quiere el pueblo”, no vinieron?
Eso sí, vinieron dos representantes que han defendido la causa de Cuba,
vinieron el representante Porter y el representante Power, a darnos la razón
(APLAUSOS); pero los que nos atacan, y a quienes invitamos para que vinieran a
discutir aquí de frente, para que supieran lo que es pueblo, porque ninguno de
ellos es capaz de reunir 5 000 personas en Estados Unidos, no vinieron. Que ya que se llaman demócratas, vean lo que
es democracia; que ya que hablan de la voluntad del pueblo, vean lo que es la
voluntad del pueblo. Los invitamos a que
vinieran, no para darles velas en este entierro, no, sino para que vieran la
verdad.
Hay
un hecho que quiero aclarar para que el pueblo esté bien claro. A nosotros el gobierno de Estados Unidos
directamente no nos ha atacado; a nosotros toda la prensa de Estados Unidos no
nos ha atacado, porque una parte de la prensa, entre ellos Herbert Mathews, nos
ha defendido. Y es claro, en este
momento el gobierno de Estados Unidos no ha tenido una actitud hostil a
nosotros, pero ya sabemos cómo opera la mecánica en Estados Unidos: empiezan
determinadas campañas; los intereses que temen a la Revolución organizan la
campaña contra la Revolución, hacen opinión pública, y entonces demandan del
gobierno de Estados Unidos que actúe. Ahora
no, porque todavía no han hecho la campaña ni se la vamos a dejar hacer
(EXCLAMACIONES), pero la intención es clara.
Porque con la opinión pública ahí, vamos a librar la batalla de la
opinión pública. Si es necesario,
invitamos no solo a los periodistas de América, sino de todo el mundo, a que
vengan a Cuba a saber la verdad; y si es necesario, les damos una invitación
permanente a los periodistas para que vean, porque aquí no tenemos nada que
ocultar al mundo. Y porque tenemos tal
confianza en el pueblo y tal confianza en su madurez política, que sabemos que
nadie lo va a engatusar, ni lo va a desviar, ni lo va a engañar.
Así
que la cosa es bien clara: se empezó con la campaña de calumnias, pero le
hemos salido al paso a tiempo. Nadie
espera que la campaña cese; cuando rebajemos las tarifas eléctricas, verán que
aumenta la campaña contra nosotros (APLAUSOS).
Por
supuesto que quiero aclarar que el pueblo de Cuba no está animado de ningún
sentimiento hostil hacia el pueblo de Estados Unidos, no, al contrario, le
hablamos también a la opinión pública de Estados Unidos para que nos respalde
frente a esos intereses, que son tan enemigos de Cuba como de Estados Unidos;
que nosotros no hemos hecho objeto de agresión a nadie, que la Revolución
Cubana no ha atacado a ningún pueblo, y que ha sido en cambio el pueblo cubano
el que, por el simple hecho de haberse librado de la tiranía con muchos
sacrificios, se ha visto objeto de la más criminal, la más canallesca y la más
cobarde campaña contra sí.
Pero,
compatriotas, yo les aseguro que esta batalla está ganada, y ganada con el
concurso de todos, ganada con el concurso de hombres de todas las ideas, de
todas las religiones, y de todas las clases sociales. Esta es una batalla que pertenece a todos,
que ha unido al pueblo admirablemente en defensa de su justicia, en defensa de
su soberanía y en defensa de su prestigio.
Bien
merece nuestro reconocimiento y nuestra admiración un pueblo que ha sabido
unirse tan estrechamente y como un solo hombre en esta lucha. ¡Un pueblo así no hay quien lo derrote! Hay que impedir que nos lo dividan. Hay que estar unidos para defender los
intereses de la patria, que están por encima de todos los demás intereses. Pero al mismo tiempo ir trabajando dentro y
haciendo, no solo justicia contra los criminales, sino también justicia social.
Un
pueblo como este que, a pesar de sus cientos de miles de desempleados, ha dado
un ejemplo de orden incomparable; una capital como esta, donde existiendo
cientos de miles de desempleados, no hay ni policías, no hay un solo saqueo,
bien merece que el Gobierno Revolucionario empiece a trabajar firmemente para
resolverle sus problemas (APLAUSOS). Un
pueblo que estando hambriento no es capaz de robar, ¡ese pueblo se lo merece
todo! Y uno de los ejemplos que podemos
esgrimir con orgullo es que, a pesar del hambre y el desempleo que hay, no hace
falta ni policías en La Habana, y que los boyscouts son los que están cuidando
prácticamente el orden. ¿En qué país del
mundo hay un orden tan extraordinario y una paz tan absoluta, que los niños son
los encargados del orden en la capital, después de una revolución? (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS.) Pues eso es lo que queremos que los periodistas
del continente americano cuenten a sus propios pueblos.
Compatriotas: mi
felicitación más calurosa, mi gratitud más profunda por lo que han hecho. No es a mí a quien le han hecho un favor,
pero lo agradezco porque se lo han hecho a mi pueblo, se lo ha hecho a sí mismo
el pueblo.
Desde
que bajé de la Sierra Maestra he escuchado muchas veces una frase, miles de
personas se han acercado a mí para decirme: “¡Gracias, Fidel!”, “¡gracias, Fidel!”
(APLAUSOS.) Hoy, después de esta
extraordinaria demostración; hoy, después de la satisfacción que experimentamos
todos nosotros al ver este respaldo del pueblo; hoy, al sentirnos tan
orgullosos de ser cubanos y pertenecer a este pueblo, que es uno de los pueblos
más dignos del mundo, hoy, soy yo quien en nombre del Gobierno Revolucionario y
de todos los combatientes del Ejército Rebelde, quiero decirle a mi pueblo: ¡Muchas
gracias, muchas gracias!
(OVACION.)