DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL CAMPAMENTO
“AGRAMONTE”, EN CAMAGÜEY, EL 21 DE OCTUBRE DE 1959.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER
MINISTRO)
Camagüeyanos:
En
instantes como este se pueden experimentar los sentimientos más disímiles.
Me
siento alegre por un lado y triste por el otro.
Más que alegre, agradecido del pueblo (EXCLAMACIONES), reconocido del
pueblo. Se experimenta esa sensación de
lo que es un pueblo leal, de lo que es un pueblo revolucionario.
y frente a
eso, la otra idea, la que nos entristece porque no tenía razón de ser, porque
son de esos errores y de esos males que los hombres muchas veces cometen sin
razón, porque es un daño a la patria sin razón; la idea de los hombres
desleales, la idea de los hombres ambiciosos, la idea de los hombres que ponen
su ego, su yo, por encima de los más sagrados intereses del país, y que por
encaramarse, por encumbrarse, son capaces de hundir hasta su propia patria (EXCLAMACIONES).
Más
que traidor, lo primero que lo llamaría es ingrato (EXCLAMACIONES). Ingrato, porque no supiste pagar con lealtad
las simpatías espontáneas y los aplausos gratuitos que te daba el pueblo de
Camagüey (EXCLAMACIONES). Ingrato porque
quisiste realizar una maniobra contrarrevolucionaria en la provincia más
revolucionaria de Cuba (EXCLAMACIONES).
Ingrato porque confundiste las simpatías del pueblo con la incondicionalidad.
Ingrato porque te endiosaste.
Ingrato porque te autosugestionaste con la misma propaganda que
constantemente estabas promoviendo a favor de tu persona (EXCLAMACIONES). Ingrato porque te creías que los pueblos
pueden ser traidores. ¡Y hombres puede
haber traidores, pero no pueblos!
(APLAUSOS.)
Confundió
lo que es simpatía por una causa, lo que
es adhesión con una causa; confundió lo que es gratitud del pueblo no con los
que están vivos, sino gratitud principalmente para los que cayeron en la lucha
y no oyeron el aplauso (APLAUSOS); gratitud del pueblo para aquellos que fueron
los pioneros, para aquellos que vivieron y murieron en la noche de la tiranía
sin llegar a ver un solo rayo de luz de la libertad que hoy disfrutamos. ¡Gratitud para los que cayeron, aplausos para
los que cayeron! (APLAUSOS.) ¡Lealtad para los que cayeron! ¡Incondicionalidad
para los que cayeron!, porque los que cayeron hicieron posible la victoria de
la patria, porque los que cayeron hicieron posible que hoy haya un ejército
rebelde, y porque los que cayeron hicieron posible que hoy haya comandantes que
reciben el aplauso del pueblo (APLAUSOS).
Ingratos
y torpes y vanidosos y fatuos los que creen que esa gratitud y ese aplauso y
esa incondicionalidad es para ellos, porque hombres
puede haber traidores, pero no pueblos (APLAUSOS).
Ingrato
porque no solo fue ingrato con el pueblo, sino que fue ingrato con sus
compañeros de Revolución, los que lo recibieron cuando ya llevaban muchos meses
peleando en las montañas, los que lo recibieron cuando ya habían pasado por
años de cárcel y de exilio. Porque algunos
vinieron siete meses antes de que la Revolución concluyera, otros vienen
luchando desde el 10 de marzo de 1952 (APLAUSOS), otros vienen desde el
Moncada, otros vienen desde el ataque al Palacio, otros vienen del Granma y
otros vienen de cuando el camino ya estaba trillado por los que vinieron
delante (APLAUSOS).
Ingrato
con sus compañeros que le otorgaron toda la amistad, que no le regatearon
honores, que no le regatearon cargos, que no le regatearon
reconocimientos. Ingrato con la patria,
que tanto necesita de hijos leales hoy más que nunca (APLAUSOS).
¿Qué
hicimos al llegar a Camagüey? Aquí había
un comandante rebelde que había cruzado la frontera en la provincia de Oriente
y se había mantenido valerosamente durante varios meses en esta provincia. Al finalizar la guerra era lógico que fuese el
jefe de la provincia, y, sin embargo, ¿por qué no lo nombramos? Víctor Mora era mucho más antiguo, era mucho más
antiguo que Hubert Matos en la guerra. Víctor Mora llegó mucho antes. Víctor Mora participó en un número mucho
mayor de combates; sin embargo, víctor Mora no había tenido la suerte de ir a
la escuela, Víctor Mora no había tenido la suerte de ostentar títulos
profesionales, Víctor Mora no había recibido una cultura. Era un campesino rudimentario que se ganó los
grados a base de servicios y a base de valor.
Víctor Mora tenía méritos, pero era el campesino que apenas sabía leer
ni escribir, era el campesino que no había podido ir a la escuela, era el
campesino que no tenía cultura, y aunque a él le habría correspondido el mando,
no le dimos el mando a víctor Mora.
Llamamos al inteligente, llamamos al culto, llamamos al que podía
ostentar títulos profesionales, al que sabía leer y escribir, al que tenía
alguna cultura.
Mas,
había otro camagüeyano que combatió con nosotros en la Sierra Maestra, otro
compañero que un día cruzó la línea divisoria para invadir a esta
provincia. A ese compañero, que también
le habría correspondido ser en derecho, tampoco lo nombramos. Y no lo nombramos porque había desobedecido
una orden, aun cuando al desobedecer aquella orden fue el más valiente, porque
se le dijo: “No
uses camiones de transporte”, y él usó los camiones de transporte: ¡Pero iba delante, pero iba en la primera
máquina, pero pasó en la vanguardia de sus tropas! (APLAUSOS.) Desobedeció una orden, pero iba a la
vanguardia de sus tropas, y cuando después de la derrota volvió a reunir a
algunos hombres, continuó la campaña.
Pero había cometido una indisciplina y, aunque él era camagüeyano y fue
el primero en cruzar con una columna, no lo nombramos.
Llamamos
al inteligente. Llamamos al culto. Llamamos al que gustaba de pronunciar
discursitos y posar de doctor. Llamamos
al que le gustaba mucho retratarse.
Llamamos al que le gustaba mucho invitar periodistas para que le
hicieran el panegírico. Llamamos al que
le gustaba ir a todos los lugares donde hubiera un acto público para hablar y
hablar y hablar. No llamamos a aquellos
compañeros que con más méritos quizás, y con más sacrificio, no tenían —uno— la
cultura, había cometido una falta leve —otro de ellos— que resultó
costosa. Llamamos al que tuvo más
suerte, y en sus manos pusimos esta provincia noble, y en sus manos pusimos
esta provincia pacífica. En sus manos
virtualmente, porque tenía todas las atribuciones, dejamos el destino de la
provincia, de la provincia que con más simpatía nos recibió a nuestro cruce por
ella (APLAUSOS); de Camagüey, que es la provincia que en los surveys aparece en primer lugar, de Camagüey que es la
provincia más entusiasta.
E
ingrato, ¡ingrato!, quería pagar todos estos honores con la traición. Ingrato que ni siquiera le importó las
consecuencias de su acto. Porque, ¿qué
pretendía? Desde que llegó a Camagüey se
dedicó a controlar incondicionales: un incondicional para el periódico, un
incondicional para la estación de radio, un incondicional para el movimiento, y
dondequiera que no había un incondicional suyo, no paraba hasta hacerlo saltar
de la posición, valiéndose de la influencia del cargo, y situar allí a un incondicional
suyo.
Estaba
preparando el camino, estaba preparando no el camino de la patria, sino su
camino, el camino de Hubert Matos, y lo preparaba con
arte, lo preparaba con esmero. Y la
reacción sabía su posición. La reacción,
que es hábil; la reacción, que es aguda; la reacción, que anda vigilando las
debilidades de los revolucionarios, sabía que la debilidad de Hubert Matos era el afán de publicidad y el afán de
encumbramiento, que la debilidad de Hubert Matos era
la ambición. Y mientras se hacían campañas
contra Camilo, contra el Che, contra Raúl, mientras se trataba de desprestigiar
a los mejores, a los más sólidos baluartes de esta Revolución, trataban de
endiosar al ambicioso, trataban de endiosar al vanidoso, para ver cómo podían
contar con un caballito de Troya dentro de la Revolución, para ver cómo podían
abrir una brecha.
Eso
creyó la reacción y eso creyó él. Lo que
no contaron fue con el pueblo (APLAUSOS).
Creían que iban a engañar al pueblo, desde hace días venían preparando
su trama. ¿Y cuál era el pretexto? El mismo pretexto que Díaz-Lanz, el mismo pretexto que Urrutia (EXCLAMACIONES).
No
solo eso: vísperas
de la traición de Díaz-Lanz, Hubert
Matos lo había visitado en su casa, y nosotros guardamos silencio y lo pasamos
por alto; vísperas de la traición de Urrutia, Hubert
Matos había estado alentando los propósitos de Urrutia y Urrutia los propósitos
de Hubert Matos (EXCLAMACIONES), sin embargo, lo
pasamos por alto. Eso y otras muchas
cosas más pasamos por alto.
Pero
él venía preparando cuidadosamente su trama, y ya cuando tenía controlado el
movimiento y a una serie de lidercillos —entre los cuales hay unos cuantos
lidercillos estudiantiles, cuyos nombres voy a decir aquí para que los
estudiantes los destituyan...
(APLAUSOS). Y como al mismo
tiempo veía que al frente de la reforma agraria había sido designado un
verdadero revolucionario, un compañero de la Sierra Maestra (APLAUSOS), un
rebelde que no vacila ante el poderío de los latifundios ni se acobarda ante
las amenazas de los enemigos de la patria que dicen que si hay reforma agraria
se hunde el país; como veía que estaba perdiendo terreno por la reforma
agraria, que es obra de la Revolución, quiso presentarse como alma de aquella
reforma. Trataba de hacer creer que las
leyes de la Revolución fueran las leyes de él, que a él había que agradecérselas.
Aquí
la reforma agraria estaba bastante frenada, como ustedes recordarán, y aquí,
como ustedes saben, se intervinieron los latifundios aquella vez que vinimos a
Camagüey y dimos la orden de intervenir los latifundios (APLAUSOS); y la
primera cooperativa arrocera, que fue la primera cooperativa de la reforma
agraria, se inició también aquí a raíz de aquella visita que hicimos a
Florida. ¡Ellos frenaban, mas nosotros
impulsábamos!
Y
para que la reforma agraria avanzara de veras llamé al compañero Mendoza
(APLAUSOS), que estaba en Oriente, y le encargué la tarea de hacer avanzar la
reforma agraria. Mas eso es lo que no
toleraba Hubert Matos: no toleraba que hubiera un
revolucionario de veras y que estuviera haciendo una reforma agraria de veras.
Mientras
hacíamos Revolución, mientras nos dedicábamos a todas las leyes y medidas
revolucionarias, mientras los obreros están trabajando en muchas obras del
gobierno nueve y diez horas, mientras los trabajadores están descontando parte
de su salario para la industrialización (APLAUSOS), mientras los maestros están
dando clases —los nuevos maestros— por la mitad de su sueldo, mientras los
niños recogen centavitos para defender sus divisas, ¿qué hacía Hubert Matos?
Conspirar, atar cabitos. Y cuando
se consideró lo suficientemente fuerte, alentado por la propaganda de la
reacción, alentado por los halagos de la reacción, que estaba tentándolo, que
estaba halagándolo a ver si conseguían obras de él, ¿a qué se dedicaba? ¡Se dedicaba a acusarnos a nosotros de
comunistas! (ABUCHEOS.)
Siempre
lo mismo, siempre lo mismo. Siempre lo
mismo de Díaz-Lanz y de Urrutia. ¿Acusarnos de comunistas para qué? Acusarnos de comunistas para ganarse el
halago y para ganarse el apoyo de la reacción, para ganarse el apoyo de
cancillerías extranjeras; presentarse acusando a los compañeros más valiosos de
esta Revolución de comunistas. Es decir,
acusar a la Revolución de lo mismo que la acusan los latifundistas, de lo mismo
que la acusan los criminales de guerra, de lo mismo que la acusan los
garroteros, de lo mismo que la acusan los especuladores, de lo mismo que la
acusan Trujillo y su emisora desde Santo Domingo, de lo mismo que la acusan los
grandes monopolios internacionales.
Quien se dedique a la innoble y ruin tarea de acusar de comunistas a los
compañeros revolucionarios, lo que está haciendo es hacerles el juego a
Trujillo, a la reacción nacional, a los grandes intereses internacionales, a
los criminales de guerra, a Masferrer, a Batista, a
Ventura, a Carratalá y a todos esos criminales (EXCLAMACIONES).
Y
así, cuando consideró que todo estaba listo planea su gran trama. Me envía una carta renunciando y alegando una
serie de razones... (DEL PUBLICO
LE DICEN: “Lea la carta”).
¡Es
que no puedo leer todos los papeles aquí!
(EXCLAMACIONES.) El preparó una cartica para
la publicidad:
“Compañero
Fidel:
“En
el día de hoy he enviado al jefe del Estado Mayor, por conducto reglamentario,
un radio interesando mi licenciamiento del Ejército Rebelde.
“Por
estar seguro de que este asunto será elevado a ti para su solución, y por
estimar que es mi deber informarte de las razones que he tenido para solicitar
mi baja del Ejército, paso a exponerte las siguientes conclusiones:
“Primero: No deseo
convertirme en un obstáculo para la Revolución (EXCLAMACIONES), y creo que
teniendo que escoger entre adaptarme o arrinconarme para no hacer daño, lo
honrado y lo revolucionario es irme.
“Segundo: Por un elemental
pudor debo renunciar a toda responsabilidad dentro de las filas de la
Revolución, después de conocer algunos comentarios tuyos de la conversación que
tuviste con los compañeros Agramonte y Fernández Vila”,
coordinadores provinciales de Camagüey y La Habana respectivamente. “Si bien en esa conversación no mencionaste
mi nombre, me tuviste presente.
“Creo
igualmente que después de la sustitución de Duque y de otros cambios más, todo
el que haya tenido la franqueza de hablar contigo del problema comunista” —como
esto es para la publicidad... ¿Comprenden?—
“debe irse antes de que lo quiten.” Como
si yo le hubiera preguntado nunca a nadie, cuando fue a pelear, qué pensaba ni
de qué partido era, porque nunca, cuando se estaba luchando se le ha preguntado
a nadie por filiación política. Jamás he
andado en esas averiguaciones (APLAUSOS).
“Tercero: Solo concibo el
triunfo de la Revolución contando con un pueblo unido, dispuesto a soportar los
mayores sacrificios.” Y él trata de
dividir a ese pueblo.
Y
añade: “Porque
vienen mil dificultades económicas y políticas.” Vienen mil dificultades
económicas, y él es el que las está agrandando; dificultades políticas, y él es
el que está engrandeciendo.
“y ese pueblo unido y combativo no se
logra ni se sostiene si no es a base de un programa que satisfaga parejamente
sus intereses y sus sentimientos” —¿es que la
Revolución no ha hecho leyes
revolucionarias? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Es que la Revolución no está cumpliendo su
programa? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)— “y de una
dirigencia que capte la problemática cubana en su justa dimensión y no como
cuestión de tendencia ni lucha de grupos.” Y él está fomentando un grupo.
“Si
se quiere que la Revolución triunfe dígase a dónde vamos y cómo vamos”
(EXCLAMACIONES). Exactamente lo que
ustedes oyen leer, lo oyen en el diario de La Marina, señores. Exactamente.
“Oiganse menos los chismes y las intrigas.” Y él es el primero que renuncia porque dicen,
le hablan de una conversación —según dice— en que no lo menté, pero lo tenía
presente. “Y no se tache de reaccionario
ni de conjurado al que con criterio honrado plantee estas cosas. Por otro lado recurrir a las insinuaciones
para dejar en entredicho a figuras limpias y desinteresadas que no aparecieron
en escena el Primero de Enero...” ¡Que
no aparecieron el Primero de Enero, pero que no aparecieron tampoco el 2 de
Diciembre, ni aparecieron tampoco el 26 de Julio, señores! “...que estuvieron presentes en las horas de
sacrificio y están responsabilizados en esta obra por puro idealismo, es además
de una deslealtad una injusticia. Y es
bueno recordar que los grandes hombres comienzan a declinar cuando dejan de ser
justos.
“Quiero
aclararte que nada de esto lleva el propósito de herirte, ni de herir a otra
persona. Digo lo que pienso y lo que
siento, con el derecho que me asiste en mi condición de cubano sacrificado por
una Cuba mejor. Porque aunque tú
silencies mi nombre cuando hablas de los que han luchado y luchan junto a ti,
lo cierto es que he hecho por Cuba todo lo que he podido ahora y siempre. Yo no organicé la expedición de Cienaguilla,
que fue tan útil a la resistencia de la ofensiva de la primavera, para que tú
me la agradecieras, sino por defender los derechos de mi pueblo. Y estoy muy contento del deber cumplido, como
estoy muy contento de haber cumplido la misión que me encomendaste al frente de
una columna del Ejército Rebelde, como estoy contento de haber organizado una
provincia.
“Creo
que he trabajado bastante y esto me satisface, porque independientemente del
respeto con que hablan los que me han visto cerca, los hombres que saben
dedicar su esfuerzo a la consecución del bien colectivo disfrutan dentro de la
fatiga que proporciona el estar consagrado al servicio del interés común. Y esta obra que he enumerado no es mía en
particular, sino producto del esfuerzo de unos cuantos que, como yo, han
querido cumplir con su deber.
“También
quiero que entiendas que esta determinación, por meditada, es irrevocable. Por lo que te pido, no como el comandante Hubert Matos, sino sencillamente como cualquiera de tus
compañeros, que accedas a mi solicitud cuanto antes, permitiéndome regresar a
mi casa...”
Esta
es la carta que envía. Entonces la
recibo ayer por la tarde y la estoy contestando, la estoy contestando en estos
términos (EXCLAMACIONES):
“Comandante
H. Matos:
“Acabo
de recibir tu carta en la que me comunicas la solicitud de licenciamiento al
Estado Mayor y los motivos que tienes o alegas tener para ello. Particulares contenidos en tu carta me
obligan a hacerte estas líneas.
“Creo
—dices entre otras cosas— que después de la sustitución de Duque y otros
cambios más, todo el que haya tenido la franqueza de hablar contigo sobre el
problema comunista debe irse antes de que lo quiten.” Considero que una
afirmación semejante —le digo— estaría bien en boca del locutor de la
radioemisora de Trujillo, en el libelo de Masferrer
en Miami o en las planas de los periódicos de la reacción. La rechazo por falsa y, además, por
insidiosa. Es el argumento con que Pedro
Luis y Urrutia quisieron justificar su conducta traicionera. En el fondo era un problema de inmoralidad y
ambición. Aunque solo fuese por respeto
a ti mismo, no debiste haber hecho semejante afirmación.
“Los
cambios a que te refieres fueron hechos en virtud de atribuciones que no
incluyen la obligación de darte cuenta a ti sobre los mismos, ya que no
competen a ese mando ni suponen tampoco ningún derecho tuyo a juzgarlos, ni
mucho menos a prejuzgarlos, como sería lógico en un cabecilla, jefe... Y no en quien se limite a las funciones que le
corresponden.
“De
la lectura de ese párrafo y otros de tu carta, creo tener motivos más que
suficientes para pensar que eres incapaz de comprender lo excesivamente
generoso y tolerante que he sido contigo, y que, imaginándote que se te quieren
restar glorias y méritos, olvidas la parte considerable que les debes a los
demás en el papel que hoy desempeñas.
Actúas como si te dejaras perder por la idea errónea de que, en un
proceso como este que está viviendo Cuba, se puedan alcanzar las cumbres por
otros caminos que no sean el del mérito, el del desinterés. Debo decirte —por si albergas la menor duda
de lo lejos que he estado de ser injusto contigo— que paso por alto, primero,
tus conversaciones con numerosos oficiales rebeldes, mientras yo estaba en Estados
Unidos, para aglutinar un núcleo alrededor de ciertos planteamientos políticos;
tus magníficas relaciones con Pedro Luis Díaz-Lanz y
la visita que le hiciste en vísperas de su traición; tercero, tus relaciones y
conversaciones con Urrutia, que sirvieron a este de aliento en sus planes;
cuarto, una serie de circunstancias y detalles desfavorables a tu conducta que
he pasado por alto. En ocasiones, hasta
evitando cuidadosamente mencionar tu nombre en documentos que he leído en
público para denunciar determinadas maniobras.
En cada una de esas ocasiones había motivos más que suficientes para
retirarte la confianza o, al menos, realizar una investigación a fondo. Creo que si alguien ha sido desleal ese eres
tú. Mi defecto o mi falta en este caso
no ha sido deslealtad o injusticia, sino
tolerancia. Y tal vez no me habría visto
precisado a escribir estas líneas, si en la primera ocasión en que te
manifestaste de forma descompuesta e insubordinada te hubiese retirado definitivamente
el mando en la Sierra Maestra (APLAUSOS).
“Temo
que estés haciendo un estimado falso de la situación, y solo me preocupa el
daño que puedas ocasionar a la Revolución por el camino que llevas.
“Puesto
que tu decisión de renunciar es irrevocable, el Comandante Cienfuegos recibirá
el mando (APLAUSOS). Después harás lo
que creas que pueda convenir o perjudicar más.
Si es lo primero, siempre habrá oportunidad de que volvamos a
encontrarnos en el camino de servicio al país, cuando hayas tenido tiempo de
meditar y madurar los últimos dieciocho meses de tu vida. El camino para ti ha sido demasiado fácil y
eso te ha hecho daño. De todos modos te
advierto que el plan que tienes de licenciarte y regresar a la vida de antes,
solo servirá en estos momentos para hacer daño.
Y eso tú lo sabes perfectamente bien” (APLAUSOS).
Yo
recibo la carta por la tarde y la estoy contestando. Se suponía que era una carta
confidencial. Sin embargo, ya él la
había regado, porque ya desde hacía muchos días venía con el plan de que, al
producir él la renuncia, produjeran también la renuncia toda una serie de
oficiales, es decir, crear un estado de anarquía. Pero, al mismo tiempo, tratar de aprovechar
esa benevolencia con que lo miraba el pueblo de Camagüey por creer que se
trataba de un revolucionario; aprovechar esa ventaja, aprovechar la propaganda
que se había estado haciendo, para presentarse como una víctima. Es decir, él manda la carta ayer. Ayer mismo por la tarde sus paniaguados, por el periódico y por rumores, empiezan a
regar la noticia de que Hubert Matos va a renunciar y
que Hubert Matos va a renunciar, para crear una
atmósfera de intranquilidad. Calculen
ustedes el agrado con que reciben esa noticia los periódicos de los criminales
de guerra, las estaciones de Trujillo y los voceros de la reacción. ¡Calculen!
El lo sabe, pero no le importaba.
Entonces ya empiezan a sembrar la intranquilidad.
Es
decir que él empieza a comunicar y a preparar una reunión para que
renuncien. No era la renuncia de
él. No era una cosa tan desinteresada, que
renunciaba para irse. No. Ya había reunido una serie de oficiales, y
había estado dándoles la consigna a toda una serie de amigos que él había hecho
oficiales para que renunciaran, y ya aquí había un montón de firmas de
oficiales para renunciar. (Del público
le dicen algo.)
Sí, ¡cómo
no! ¡Mejor! Antes que casquitos, cuartelarios
y golpistas... Antes que casquitos, cuartelarios y golpistas —porque por culpa de casquitos, cuartelarios y golpistas tuvo que derramar mucha sangre
Cuba (ABUCHEOS)—, antes de casquitos, cuartelarios y golpistas que siguen a jefecillos y cabecillas,
que renuncien. ¡Mejor! ¡Más recursos para pagar maestros! (APLAUSOS.) ¡Más
dinero para hacerles casas a los campesinos, para hacer carreteras! Porque para el servicio que le prestaban al
país: conspirar,
renunciar...
Así
que él manda la carta ayer por la tarde, pero ya está preparando la
maniobra. Tiene en combinación a ese
tal... ¿Cómo se llama?... No, al del Movimiento, al que se exiló y
después vino por aquí (EXCLAMACIONES).
¿Se llama Agramonte ese hombre?... ¿Cómo se llama? Joaquín, el coordinador (EXCLAMACIONES). Joaquín Agramonte
—que no debe llevar ese nombre. En
combinación con Joaquín Agramonte, algunos
lidercillos estudiantiles y algunos peones que había tratado de colocar entre
los obreros, está preparando la maniobra.
La maniobra era bien sencilla: renunciar ayer. Entonces él está esperando la respuesta, pero
ya se lo comunica a todo el mundo; ya están firmando una serie de oficiales y
les está tomando renuncia. Al mismo
tiempo está preparando al del Movimiento, al incondicional que tiene allí, para
producir una serie de renuncias en el Movimiento, y entonces, al otro día,
comenzar una agitación sobre la base de explotar la sensibilidad pública, y
porque creían, creían que iban a poder engañar al pueblo.
Como
ellos han visto que a veces en un ayuntamiento, pues, se han dado casos de que
por un problema del ayuntamiento ha habido gente exaltada que ha tomado
ayuntamientos, etcétera, etcétera, el plan de ellos era producir una renuncia
masiva en la provincia, a ver si se extendía después por el resto de la isla, y
entonces los grupitos de Joaquín Agramonte y los
lidercillos estudiantiles y los demás, tratar de movilizar al pueblo para pedir
que no se fuera. Es decir, crear un
estado de caos, crear un estado de verdadero caos y de anarquía en el
país. Qué oportunidad tenía de
encumbrarse él, el muy ambicioso, que se olvidó del pueblo.
Esa
misma noche, esa misma noche un incondicional que tiene en el periódico, que se
llama Faustino Miró (ABUCHEOS), ya lo tiene todo preparado y tiene una
noticia. Un señor que fue un politiquero
toda su vida y que es una vergüenza que lo hayan puesto ahí de director del
periódico revolucionario (EXCLAMACIONES).
Entonces
decía Faustino Miró: “La
noticia de renuncia del comandante Hubert Matos
Benítez al cargo que ostenta en esta provincia, causó conmoción en la
ciudadanía.” Eso lo tenían para hoy por
la mañana (EXCLAMACIONES).
“Sin
confirmarse dicha renuncia, se vieron rostros tristes (ABUCHEOS); se oyeron
confesiones de adhesión al gran líder de la Columna Nueve 'Antonio Guiteras',
el que ha sabido ganarse el afecto de todo un pueblo.”
Es
decir, este señor no habla de la Revolución ni de la obra del Gobierno
Revolucionario. Nada, nada, nada. O sea, se dedica por la mañana a decir que
hay conmoción, tristeza, lágrimas en los ojos por la renuncia y la noticia esa
(ABUCHEOS).
“Es
el mejor homenaje, es el mejor homenaje que puede recibir el comandante Hubert Matos Benítez, porque un hombre que sin haber nacido
en este pedazo de tierra agramontina tiene tanto
apoyo (ABUCHEOS), es algo que se convierte en sincero afecto. Sus dolores o alegrías se vierten
emocionalmente en el pueblo, que lo admira y lo estima como algo suyo.”
Es
decir, él manda la renuncia ayer, empiezan a suscribir renuncias una serie de
oficiales, ya tienen las galeras montadas para empezar la agitación.
Y
entonces, otro párrafo, otro párrafo de Faustino Miró. Vean el fondo. Copia, copia una frase de Ingenieros que
dice:
“Rebelarse”
—¡fíjense!—, “rebelarse es afirmar un nuevo
ideal. Tres yugos imponen el espíritu
quietista a la juventud:
rutina en las ideas, hipocresía en la moral, domesticidad en la
acción. Todo esfuerzo por liberarse de
esa coyunda es una expresión del espíritu de rebeldía. La sociedad es enemiga de los que perturban
en sus mentiras vitales; frente a los hombres que traen un nuevo mensaje, su
primer gesto es hostil. Olvida que
necesita de esos grandes espíritus que de tiempo en tiempo desafían su encono
predicando verdades vitales. Todos los
que renuevan, crean; son subversivos contra los privilegios políticos, contra
la injusticia social y contra...”, etcétera, etcétera. El empieza: “Rebelarse es afirmar un nuevo ideal.”
Y
en el mismo periódico, unas declaraciones de la llamada Federación Provincial
de Estudiantes Secundarios de Camagüey, cuyos líderes entiendo que los propios
estudiantes deben destituir por contrarrevolucionarios (APLAUSOS). Dice así:
“La
Federación Provincial de Estudiantes Secundarios de Camagüey teniendo
conocimiento por la prensa de la renuncia del doctor Matos Benítez, Comandante
del Distrito Militar de Agramonte, y preocupados por
el triunfo y afianzamiento total de la Revolución, plenamente conscientes del
sentido humanista y nacionalista que tantas vidas ha costado a la patria, y
conocedores de la gran labor de Hubert Matos,
queremos dar a conocer al pueblo en general y a todos los estudiantes de la
provincia que nos mantenemos expectantes (EXCLAMACIONES) en estos momentos y
esperamos las noticias oficiales del Gobierno Revolucionario, porque brille la
verdad y solo la verdad, única forma de triunfo verdadero de este proceso
revolucionario.
“José
A. García Alemán, Presidente.
“Dagoberto
González Bonet, Secretario de Correspondencia y
Relaciones Exteriores.”
“A
la prensa radial y escrita” —otra nota.
“Se
cita por este medio a todos los estudiantes del Instituto, Escuela Normal para
Maestros, Escuela de Comercio, Normal de Kindergarten, Escuela del Hogar, Artes
y Oficios, en general a todo el estudiantado camagüeyano, para que asistan a la
Asamblea General de carácter emergente que se celebrará en la Escuela de
Comercio a las 8:00 de la noche.
“Dado
lo importante de esta Asamblea General urgente, se ruega que no falte un solo
estudiante camagüeyano a la misma.
“Por
Juan Gregorisch, Sofía González, Dagoberto González,
Mercedes Alvarez Puga, Norma Vega, Víctor M.
Rodríguez y Leandro Morejón Estévez.”
Yo
entiendo que los estudiantes deben ir a las 8:00 de la noche, ¡pero a destituir
a esos descarados y a esos contrarrevolucionarios, que es lo que tienen que
hacer! (APLAUSOS.)
Y
así la cosa es clara:
manda la renuncia; preparan renuncia en masa; y entre el movimiento,
los dirigentes —no el pueblo, porque el pueblo estaba ajeno a todo esto—, los
lidercitos estudiantiles, los periodistas incondicionales, el Faustino Miró
este, están preparando la agitación para el otro día. Están preparando la agitación ya, el molote,
la reunión: ¡El
mundo se está acabando, eso es por culpa de los comunistas!, etcétera, etcétera
(EXCLAMACIONES).
Ahora,
calculen cuáles habrían sido las consecuencias si llevan a estos soldados
rebeldes a una posición de rebeldía contra el Gobierno Revolucionario. ¿Cuáles habrían sido las consecuencias,
compañeros, si estos planes prosperan?
¿Qué hubiera podido ocurrir aquí, compañeros? (Del público le dicen algo.)
Desde
luego, pero ellos no sabían eso. Ellos
tenían que haber pensado en las consecuencias de un hecho de esa índole, de
poner a una provincia en estado de rebeldía.
¿Qué hubiera costado eso?
Sangre. ¿En beneficio de
quién? En beneficio de los enemigos de
Cuba y de los enemigos de la Revolución.
En beneficio de los que quieren destruir la Revolución; sin embargo, no
les importaban absolutamente las consecuencias de sus actos.
Naturalmente
que se engañaron. Se engañaron, porque
estimaron incorrectamente la situación.
Ellos no sabían lo que era el pueblo; trataban de confundirlo con esa
noticia de que el pueblo, que tiene llanto, que tiene lágrimas, etcétera,
etcétera. ¿Pero no está claro que
estaban preparando un plan? ¿No está
probado ahí? La maniobra de renunciar,
renunciar todos los oficiales, estado de anarquía en la provincia, agitación en
los centros estudiantiles, declaraciones en los periódicos, declaraciones en
las estaciones de radio. Era una cosa
evidente.
¿Y
qué momento esperan para hacer eso, compañeros?
¿Qué momento espera este señor?
El momento en que Cuba estaba obteniendo uno de los triunfos más grandes
de carácter económico, compañeros; en el momento en que hay más de 2 000
delegados de todos los países, agentes de turistas; en el momento en que se va
a abrir una nueva era de turismo que puede significar cientos de millones de
dólares, de divisas todos los años, compañeros.
Después que han trabajado miles de hombres (APLAUSOS); después que los
obreros gastronómicos han trabajado incesantemente, los hoteleros. Después que los trabajadores han dado
40 000 pesos para un acto, después que la nación se ha gastado casi un
millón de pesos; después que se estaba obteniendo un éxito extraordinario que
vislumbraba unas perspectivas maravillosas para nuestro turismo, esa misma
semana exactamente, este señor... Que
pudo haber esperado la semana que viene, pudo haber esperado la otra
semana. No, no espera y crea un
trastorno de estas consecuencias en el día de hoy, con el resultado que ya
ustedes saben: la
incertidumbre, las bolas. Todos esos
enemigos que nosotros tenemos en distintos sectores, regando bolas, publicando
noticias alarmistas: que se estaba combatiendo, que se
estaba peleando. Y los delegados del
ASTA ninguno fue hoy a las reuniones, los delegados del ASTA no asistieron a
sus casas.
Así
que ellos provocan todo ese escándalo en el mismo momento en que Cuba está
obteniendo una gran victoria.
Ustedes
saben el esfuerzo que estamos haciendo por desarrollar la economía del país, el
esfuerzo que hicimos hasta por ganar en la pelota (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS), y
ahora, el esfuerzo que estábamos haciendo por desarrollar el turismo. No era justo que el trabajo de miles de
hombres, un ambicioso sin escrúpulos, un fatuo, un desleal, un ingrato, un
equivocado, lo viniera a echar por tierra (ABUCHEOS).
Y
si algo compensa, si algo compensa ese daño, ha sido la actitud del
pueblo. Porque ellos verán las
fotografías del pueblo y sabrán lo que hizo el pueblo. Sobre todo, sabrán lo siguiente: Había una conjura
en un cuartel. ¿Y qué pasó? Nosotros teníamos tanques, cañones, aviones,
tropas entrenadas, soldados numerosísimos.
¿Qué hicimos? (En la multitud se
produce un incidente.) (EXCLAMACIONES)...
Bueno. No, que había un grupito
de los incondicionales de Hubert Matos que estaban
tratando de agitar a los estudiantes (ABUCHEOS), un grupito de los
directivos. Pero no importa. Los estudiantes los van a destituir, porque
aquí están los guajiros y aquí están los obreros de Camagüey (APLAUSOS). ¡Aquí están los guajiros, y aquí están los
trabajadores, y aquí está el pueblo humilde de Camagüey! (APLAUSOS.)
¿Y
qué hicimos? ¿Qué hicimos? ¡Ah! ¿Que
hay una conjurita en Camagüey? Un
momento, ¡un momento! Ningún soldado,
ningún cañón, ningún mortero. No, no,
no. No hace falta. Me traslado a Camagüey. Eso sí es creer en el pueblo, eso sí es tener
confianza en el pueblo. Vengo solo a
Camagüey (APLAUSOS). Vengo solo a
Camagüey y me bajo en mi cuartel, que es la plaza pública (APLAUSOS). Vengo solo a Camagüey y me bajo en mi
cuartel, que es la ciudad. Me bajo, y
allí no hubo que convocar a nadie ni dar mitin.
No, no, no. ¡Nada de eso! Me bajé allí en el pueblo, porque yo sí creo
en el pueblo (APLAUSOS).
Yo
no pensé, no me preocupé de la conjurita qué tamaño tenía, cuánta gente. No, no, no.
Yo digo: Allí
está el pueblo de Camagüey, a ese pueblo lo conozco bien; ese es un pueblo
revolucionario y voy para Camagüey (APLAUSOS).
Otros, cuando han tenido problemas de ese tipo, buscan soldados. ¡No, no, no!
¿Soldados contra los rebeldes?
No, si los rebeldes son el pueblo (APLAUSOS). Los soldados rebeldes no son los casquitos
(EXCLAMACIONES DE: “¡No!”). Los soldados son del pueblo. Aquí había que venir con el pueblo. Y en el camino, pues, se iban sumando
rebeldes, policías, soldados. Todo el
mundo, ¡todo el mundo! ¿Y quién, quién
se opone contra el pueblo?
Así
que me bajé en mi cuartel, que es la ciudad, porque el ejército de nosotros es
el pueblo. Nosotros para qué queremos
estos cuarteles tan grandes ni mucho menos (EXCLAMACIONES). ¿Para qué?
¿Para que haya conjuritas y conspiracioncitas? ¡No, hombre!
Si para defender esta Revolución tenemos a los guajiros, a los
trabajadores, ¡al pueblo, señores!
(APLAUSOS.)
¿Ustedes
vieron lo que pasó en Pinar del Río al cabo Lara y a una pandilla, a una banda
de contrarrevolucionarios? La capturaron
12 guajiros, ¡doce guajiros! (APLAUSOS.)
Contra
la Revolución sí que no caben golpecitos ni conjuritas, porque para eso están
los guajiros desde la Sierra Maestra hasta la península de Guanahacabibes, y
para eso está el pueblo desde Baracoa hasta Cortés o La Fe, por allá, que es
uno de los últimos pueblos. ¡Para eso
está el pueblo y para eso están los guajiros!
Aquí, lo mismo expediciones que conjuritas (APLAUSOS), les repartimos
armas enseguida a los guajiros. Aquí no
hacía falta porque, como eran rebeldes, ¿para qué les vamos a repartir armas,
si los rebeldes no luchan contra el pueblo?
Pero
una expedición que viniera de fuera, ¿qué hace?
¡Si tenemos una cantidad enorme de pueblo dispuesto a pelear hasta
morir! (APLAUSOS.)
Así
que esto no puede ser lo de antes, ni lo que pasa en muchos países de América
Latina, que viene un caudillito enseguida que se pone una estrella... La gente fatua, la gente que no es demócrata,
se endiosa y ya se creen superiores a todo el mundo. Por algo nosotros hemos quitado los grados de
coronel y de general (APLAUSOS). ¿Para
qué?, si de Comandante es, y ya hay algunos aquí que se creían mariscales
(EXCLAMACIONES). (Le entregan mensajes.)
“Reunidos
Dirección Nacional Segundo Frente del Escambray, respaldamos plenamente el
Gobierno Revolucionario.
“Por
la Dirección Nacional del Segundo Frente Escambray, Comandante Eloy Gutiérrez Menoyo, Jefe Nacional; Comandante Armando Fleytes, secretario general nacional (APLAUSOS).
“Comandante
Camilo Cienfuegos, Campamento de Columbia.
“El
Cuerpo de Defensa Nacional apoya al Gobierno Revolucionario. José Roque Naval, Comandante Jefe Nacional”
(APLAUSOS).
Si
aquí, aquí no puede haber contrarrevolución.
¡No puede haber contrarrevolución!
Aquí no puede haber golpe de Estado.
¡Todo eso se acabó hace mucho tiempo aquí!
Y
ya ustedes vieron: ¡Vine;
me bajé en mi cuartel, que es el pueblo, y vine con el pueblo sin armas para el
cuartel! No había problema. Eso es una lección formidable. Porque se creían... Ya es el tercero. Ya los “tres mosqueteros” cayeron, ¡los tres
mosqueteros cayeron! Y espero que por un
buen tiempito no haya ya más traidores. Les
digo que ya... (EXCLAMACIONES Y
APLAUSOS). Fueron cayendo uno tras otro
sin gloria, porque no contaron con el pueblo.
¡Siempre se equivocaron! ¡No
contaron con el pueblo! ¡Perdieron! Perdieron, porque no entienden de
pueblo. Están equivocados. Ellos se creen que el pueblo es tan ingrato
como ellos; ellos se creen que el pueblo es tan confundido como ellos; ellos se
creen que el pueblo son ellos. Por eso
se equivocan, mientras que nosotros tenemos una conciencia muy clara de que
hemos cumplido con nuestro deber; nosotros tenemos una conciencia muy clara de
los esfuerzos que estamos haciendo por cumplir con nuestra patria (APLAUSOS
PROLONGADOS). Y nosotros la mayor parte
del tiempo ni descansamos, y muchas noches ni dormimos, y no tenemos un minuto
de aliento, y vivimos con sacrificio, y no nos importa lo que tengamos que
trabajar y no nos mueven intereses materiales de ninguna clase. ¡Y tenemos un sentido muy grande y muy profundo
de los deberes sagrados que tenemos con la patria, con los muertos! Consideramos que hemos actuado bien. ¡Por eso podemos presentarnos ante el pueblo
cuando haya que presentarse! (APLAUSOS
PROLONGADOS.)
Pero
aquí el pueblo ha resuelto un problema sin una gota de sangre, y el pueblo hoy
se va alegre y feliz, salvo que cualquiera de esos incondicionales, paniaguados... Que
yo no creo que se atrevan a desafiar la ira del pueblo, que yo creo que no se
atreven a enfrentar a las masas. Si hoy
todo el mundo se acuesta feliz, tranquilo; si mañana comienzan de nuevo las
deliberaciones del ASTA; si hemos dado una gran prueba: se resuelve una conjura
contrarrevolucionaria sin un tiro, sin un golpecito, sin un rasguño, sin
un... ¡Bueno, los que nos dieron por el
camino! Exclusivamente así es como se
resuelven los problemas de Cuba, y es como hemos resuelto todos los problemas: ¡Sin sangre!
Y
estos señores, ¿qué nos importan? Son
fracasados y frustrados. Estos señores
como Díaz-Lanz son frustrados, podemos gastarnos el
lujo de ser generosos con ellos (APLAUSOS).
¡Vamos, vamos a tenerles en cuenta los momentos
en que hayan hecho algo útil por el país, para... (Le entregan mensaje).
“Los
estudiantes, en pleno de Periodismo, respaldamos la política humanista del
Dr. Fidel Castro.” Mi compañero de
escuela Jorge Enrique Mendoza (APLAUSOS).
Así
que los pueblos, porque son fuertes, pueden ser generosos. Y por lo tanto... (Le entregan otro mensaje).
“Fidel,
la Normal de Camagüey, los que son la masa de estudiantes, te apoyamos todos,
estamos contigo” (APLAUSOS).
Así
que es un problema resuelto sin sangre.
¡Que se vayan para sus casas si quieren, como se fue el señor
Urrutia! Que haga lo que quiera, que
hable, que vaya a explicarle a la gente...
¡Que vaya, a ver si los pueblos van a estar creyendo en ambiciosos!
Así
que los pueblos, cuando son fuertes, pueden ser generosos. ¡Que hagan lo que quieran! Pero ya no podrán hacer la conjurita
contrarrevolucionaria, ya no podrán hacer daño.
¡Ya no podrán hacer daño! Y el
día que quieran hacer daño, ¡los guajiros se encargarán de resolver el
problema! (APLAUSOS.) El día que estén tratando de producir algún
hecho insurreccional, ¡los guajiros se encargarán de resolver el problema! (APLAUSOS.) Y en el pueblo, cuando traten de crear
dificultades, ¡el pueblo se encargará de resolver como hoy el problema! ¡Y Camagüey marchará adelante!, porque
siempre la Revolución sale vencedora de todos los obstáculos. Vean, si no, cuántas batallas ha ganado la
Revolución y cómo las ha ganado: ¡Sin sangre, con el pueblo!
Es
decir que cada traición se convierte en un ejemplo de pueblo patriótico que la
rechaza. ¡Cada traición se vuelve
respaldo del pueblo a la Revolución!
¡Cada traición produce en el pueblo la virtud de superarse y de ser
mejor!
Y
esta lección de hoy no ha ocurrido en ningún lugar del mundo. Es una lección extraordinaria. ¡Desde hoy admiro más y quiero más a nuestro
pueblo! ¡Desde hoy admiro más y quiero
más a Camagüey! (APLAUSOS), porque creo
que pocos gobernantes en el mundo podrán sentir el orgullo que sentimos
nosotros de contar con un pueblo semejante.
¡Con un pueblo así la Revolución jamás será vencida! ¡Con un pueblo así Cuba jamás volverá a ser
esclava! (APLAUSOS.) ¡Con un pueblo así la Revolución alcanzará
todas sus metas! ¡Con un pueblo así
todas las leyes revolucionarias se cumplirán!
(Un compañero se acerca y le dice algo.)
¡Magnífico! (El pueblo pide que lo diga.)
Alumnos
que dicen que estaban engañados y vienen a respaldar al Gobierno de la Revolución
(APLAUSOS).
Y
Camagüey marchará. Camagüey marchará,
porque ya no habrá más retrancas a la Revolución. ¡Camagüey marchará! ¡Y las obras de Camagüey avanzarán, y la
reforma agraria en Camagüey avanzará!
(APLAUSOS.) (Le entregan otro
mensaje).
“Compañero
Fidel, todos los dirigentes ferroviarios presentes aquí respaldamos al Gobierno
Revolucionario, y pedimos destitución de todos los traidores que se
confabularon para dar al traste con la buena marcha de la Revolución. Frente de Organizaciones Ferroviarias.”
Así
que la reforma agraria irá, y los latifundistas habrán perdido su última
esperanza (APLAUSOS). Porque es insólito
que en el mismo momento...
Para
que ustedes vean cómo actúan, cómo coincide la campaña de los confabulados aquí
con la campaña de Trujillo y de los criminales de guerra, y cómo el mismo día
casi en que —procedente de allá de Estados Unidos con toda seguridad— un avión
deja caer en Punta Alegre dos bombas, estos señores están produciendo una
renuncia masiva. Es decir que cuando
están aquí poniendo en peligro la vida de los ciudadanos es cuando la patria
está recibiendo arteros ataques desde bases extranjeras. Porque el colmo no es que hayamos tenido que
soportar bombardeos durante la guerra, ¡el colmo es que después de haber derrotado
la tiranía y haberle quitado las armas, los tanques y los aviones, todavía
quieran estar tirando bombas; y todavía por allá, por ese vecino país del
norte, tengan todas las facilidades necesarias para dejar caer hasta bombas
aquí!
¡En
ese momento, es el momento de levantar al pueblo, de darle ánimo al pueblo,
valor al pueblo! Porque nosotros ya lo
dijimos: ¡Haremos
la Revolución, la reforma agraria y todas las leyes, aunque caigan raíles de
punta! (APLAUSOS.) Aunque aquí tiraran todos los días, aunque
aquí tiraran todos los días un racimo de bombas, que todos los días lloviera
bombas, ¡la reforma agraria va!
(APLAUSOS.) ¡Va! Y aunque llueva lo que llueva aquí, ¡la
reforma agraria va! (EXCLAMACIONES Y
APLAUSOS.) Y no quedarán
latifundios. Y que pierdan la esperanza,
que pierdan la esperanza de impedir, porque a los traidores ya ustedes ven lo
que les pasa, lo que hace el pueblo. El
pueblo resuelve los problemas.
Y
si un día nos atacaran, tendríamos a todo el pueblo para pelear, ¡y pelear de
verdad! (EXCLAMACIONES.)
Luego,
¿Cuba? Cuba es un país al que hay que
respetar, por un pueblo tan firme, tan valiente y tan unido como el que tiene;
por un pueblo tan inteligente y por un pueblo tan entusiasta. Así que Cuba es un país al que hay que respetar.
Esos
que quieren dividir para debilitar, lo que han hecho es fortalecer, porque el
pueblo, cada vez que tiene un caso como este, tiene más fe; porque, además,
hemos tenido la suerte de que es tan grande la inteligencia de nuestro pueblo,
que todos los problemas los resolvemos sin sangre aquí dentro, ¡todos!, y con
el pueblo, y en la plaza pública. Así
que hoy más que nunca le digo al pueblo y les digo a los guajiros —porque veo
muchos sombreros de guajiros aquí... Y
eso que no tuvimos tiempo de movilizar a los guajiros, ¡y eso que no tuvimos
tiempo de movilizar a los guajiros! Que
si movilizamos a los guajiros con caballos y machetes aquí... (EXCLAMACIONES.)
Así
que, camagüeyanos, se pueden sentir firmes.
¡Ah,
pero si traen los machetes! ¡Miren,
miren! (Agitan los machetes.) ¡Vean cómo vinieron los guajiros con sus
machetes! ¡Y vean en qué breve tiempo se
reunió el pueblo, se reunieron los trabajadores, y se reunieron los guajiros
con sus machetes! (EXCLAMACIONES Y
APLAUSOS.) Porque saben que somos
hombres que cumplimos nuestras palabras, porque saben que somos hombres leales,
porque saben que nosotros siempre hemos cumplido con el pueblo. Y por eso el pueblo es leal con nosotros,
porque somos sus amigos. No hay quien lo
confunda, ni hay quien lo engañe: el pueblo cree en nosotros, porque
nosotros creemos en el pueblo. El pueblo
es leal con nosotros, porque nosotros somos leales con el pueblo. El pueblo nos ayuda (APLAUSOS), el pueblo cumple
con su Gobierno Revolucionario, porque el Gobierno Revolucionario cumple con el
pueblo. Y de esta unión
...(Interrupción en la grabación)...
que material y físicamente no estemos con el pueblo, cuantas veces sea
necesario pelear junto al pueblo (APLAUSOS).
¡Firmes estaremos! (Le entregan
un mensaje.)
“Fidel,
los electricistas aquí presentes estamos dispuestos a morir por la patria. ¡Fuera los traidores!”
Nos
mantendremos firmes en nuestros puestos, firmes en nuestras leyes. No importan los traidores. Si no hubiera Revolución, no habría
traidores. Pero como hay Revolución de
verdad y no hay politiquería como antes, como hay justicia de verdad, como de
verdad vamos a llevar la cultura y el pan a nuestros campos y a nuestros
pueblos (APLAUSOS); como de verdad iremos construyendo una patria que será respetada
por todos los pueblos del mundo, y de la cual los cubanos nos sentiremos orgullosos,
¡por eso, sencillamente por eso, podemos y podremos contar siempre con el
pueblo! ¡Y por eso, cuando haya
dificultades, iremos al pueblo como hicimos hoy! (APLAUSOS), porque sencillamente tenemos una
fe absoluta en nuestro pueblo.
¡Esta
ciudad militar la convertiremos en una escuela!
(APLAUSOS.) Así que esta ciudad militar la convertiremos en una escuela
donde asistan cientos de niños, porque nuestros cuarteles están en el pueblo, ¡nuestra
Revolución la defiende el pueblo! ¡Y
cuando haya que combatir contra un enemigo extranjero, todo el pueblo estará
listo a defenderla! (APLAUSOS.) Y cuando ese momento llegue, cuando haya que
combatir contra un enemigo que venga de fuera, ¡entonces vendremos con los
brazos llenos de fusiles para dárselos al pueblo! (APLAUSOS.)
¡Camagüeyanos: En nombre del
Gobierno Revolucionario, en nombre de la patria, en nombre de toda Cuba,
nuestra gratitud por el gesto magnífico de hoy, y por la página extraordinaria
de civismo que acaban de escribir!
(OVACION)