DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO
RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA INAUGURACION DEL X
CONGRESO DE LA FNTA, EN EL PALACIO DE LOS TRABAJADORES, EL 22 DE MAYO DE 1959.
(VERSION
TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO)
A
pesar de no haberme encontrado hoy en las mejores condiciones físicas para
asistir a este acto, por sentir un poco las consecuencias del cansancio y la
salud —que a veces, igual que a todos los demás, me puede flaquear—, no quise
por ningún concepto dejar de asistir aunque llegara un poquito tarde; a pesar
de que dije en días recientes que iba a necesitar todo el tiempo para trabajar
y para ordenar las cosas en nuestro país —bastante desordenadas por cierto, con
ese desorden que nos viene de atrás—, yo no quería dejar de asistir a esta
inauguración del primer congreso azucarero en muchos años, con delegados que no
fueron designados de dedo, sino que los escogieron los propios trabajadores,
porque por más que en alguno u otro caso se ha tratado de intrigar —y,
efectivamente, podrá existir algún caso de algún exceso—, no hay la menor duda
de que ha predominado en la elección de los delegados azucareros un absoluto
espíritu democrático, y que los inconformes son aquellos que no teniendo masa
para triunfar, no se conforman nunca con ningún tipo de elección donde aquellos
que tengan las masas son los que triunfan.
A
nosotros no nos interesa cuál sea la militancia política de los concurrentes
(APLAUSOS), a nosotros solo nos interesa una cosa: que los delegados asistentes aquí hayan sido
escogidos por los trabajadores, que representan la voluntad de los trabajadores
y siempre haremos cuantos esfuerzos estén en nuestras manos para implantar un
efectivo sistema democrático en el que los que vengan aquí no sean ni ayer ni
hoy designados de dedo, sino designados por la votación libre de los
trabajadores en cada centro de trabajo (APLAUSOS).
No
quería dejar de asistir porque me sentía obligado con este congreso; me sentía
obligado con este sector obrero del país, puesto que en aquellos días
inciertos, cuando fue necesario tocar a las conciencias de los trabajadores
azucareros, cuando fue necesario tocar al corazón patriótico y revolucionario
de los obreros azucareros, cuando en este mismo escenario hube de dirigir un
llamamiento a todos ustedes explicándoles la importancia vital que para
nosotros tenía la zafra, encontré —y lo he repetido reiteradas veces— la mayor
acogida, la acogida unánime del sector azucarero (APLAUSOS), gracias a lo cual,
y a pesar de los augurios de nuestros enemigos, a pesar de la guerra, a pesar
del retraso en la zafra, hemos hecho la zafra, hemos salvado la zafra y,
gracias a ello, la Revolución ha contado con un respiro importante para seguir
adelante (APLAUSOS).
Nunca
me he dirigido a los trabajadores para engañarlos; nunca me he dirigido a los
trabajadores para defender un interés que no sea un interés del pueblo
(APLAUSOS). El pueblo, en su inmensa
mayoría, el pueblo trabajador, el pueblo que desgraciadamente no tiene siquiera
trabajo, el pueblo es lo que comprende a la inmensa mayoría de los campesinos,
de los obreros y de las capas humildes del país. Cuando he hecho un planteamiento, lo he hecho
pensando en el interés de ustedes, lo he hecho pensando en el interés del
pueblo. Jamás me pararé en una tribuna a
defender ningún interés egoísta o bastardo (APLAUSOS). Jamás me pararé en una tribuna a defender un
interés creado.
Consideramos
que nunca un gobierno en nuestra patria —y es posible que pocos gobiernos en el
mundo— haya tenido el valor de enfrentarse a los intereses a los que se ha
enfrentado el Gobierno Revolucionario cubano (APLAUSOS). Y los hechos hablan por sí solos de cada uno
de nuestros actos, porque ustedes mismos serán los primeros en comprender
cuáles habrían sido las consecuencias para Cuba si la zafra no se hace; cuáles
habrían sido las consecuencias si esos 600 millones de pesos, que es el grueso
de nuestros ingresos, de nuestros ingresos propios, de nuestras divisas, se
hubiesen reducido a 300 millones de pesos.
¿Qué
habría pasado aquí si con la balanza desfavorable que teníamos, con las
reservas monetarias por el suelo, en vez de 5 800 000 toneladas
hubiésemos podido producir solamente dos millones y medio de toneladas o tres
millones de toneladas? ¿Cuál sería nuestra
situación, la situación de la Revolución en estos instantes?, porque la
Revolución es nuestro interés principal y la Revolución depende mucho de
circunstancias que se encontró a su arribo al poder, y esas circunstancias
limitan nuestro avance, esas circunstancias pueden retardar, aunque no impedir,
nuestro avance.
Esas
circunstancias nosotros no podemos cerrar los ojos para no verlas, porque son
realidades que están ahí y ustedes, que son líderes obreros; ustedes, que día a
día tratan con decenas y hasta con cientos de compañeros suyos que se presentan
planteándoles sus necesidades, planteándoles sus miserias y su pobreza,
planteándoles su hambre; ustedes que son líderes que tienen en cada uno de los
sindicatos el problema que nosotros tenemos en escala mayor desde el gobierno,
porque somos líderes también de una revolución (APLAUSOS), saben perfectamente
las amarguras que sufre un líder, los obstáculos que encuentra un líder, el
dolor que produce el cuadro de nuestras miserias y la desesperación que se
apodera de los compañeros de ustedes cuando hay hambre, de la angustia que se
apodera de los compañeros de ustedes cuando hay hambre, de los dolores de
cabeza que tienen cada uno de ustedes cuando sus compañeros sufren hambre;
porque vienen a verlos, vienen en un número crecido a querer que les resuelvan
sus problemas, vienen desesperadamente, y ustedes, que son líderes que tienen
que estar bregando día a día con esos problemas que son la consecuencia del
cuadro de miseria a que ha sido conducida la república por toda la política del
pasado, saben qué terrible es marchar en medio de la desesperación y del
hambre.
Ustedes
allí en la lucha diaria, constantemente tienen que estar calmando,
constantemente tienen que estar pidiendo que se esperen; quisieran resolver,
mas no pueden; saben que hay que esperar, que es necesario esperar, mas los que
tienen que esperar se desesperan; tienen que esperar, mas no pueden (APLAUSOS).
Tienen
que realizar sus planes, y lo que quisieran de cada uno de sus compañeros es
que les ayudasen a realizarlos, que les diesen tiempo para realizarlos. Cada uno de ustedes, líderes de los
sindicatos después de las elecciones —porque ya sabemos lo que son las
elecciones, la pugna por triunfar, cada cual se considera el mejor y las
elecciones se convierten en una verdadera competencia a ver quién parece más
radical, más leal y más decidido con los compañeros (APLAUSOS)—,
ahora que han sido electos, ahora que se encuentran con los problemas, lo que
quisieran es que les ayudaran. Cuando la
tendencia minoritaria, inconforme con la derrota, les crea obstáculos, los
planes de cada uno de ustedes sufren (APLAUSOS); cuando la tendencia
minoritaria, inconforme con la derrota, trata en cada ocasión de perturbar los
planes de ustedes, cuando un problema tratan ustedes de llevarlo
inteligentemente al éxito y se lo sabotean, ustedes sufren, porque entonces es
más bonito en cada caso la posición demagógica, el grito demagógico, el grito
radical, el grito politiquero y el grito hipócrita (APLAUSOS).
Ustedes
me pueden comprender perfectamente bien porque, en cierto sentido, ejercen
funciones similares en el mundo más pequeño de cada central y de cada
sindicato, y estos problemas son iguales: la ambición humana, la ambición de
poder, la vanidad y en algunas ocasiones hasta la buena fe, la buena fe de
aquellos que creen que el mundo gira alrededor de ellos, que si no son ellos
nada es posible, que los demás son incapaces de hacer las cosas. A nosotros, en cierto sentido, y en escala
mayor y en escala mucho más grave, nos ocurre lo mismo.
Tenemos
planes, cada cosa en su lugar, cada medida por su turno; planes que son de
conjunto, planes que constituyen un programa que va realizándose. Y ciertamente que nuestras leyes no han
esperado mucho unas por las otras, desde la primera, que fue la rebaja de los
alquileres (APLAUSOS), junto a la creación del Instituto de Ahorro y Vivienda
que va a poner fin a la explotación de los alquileres después, la ley de los
solares yermos que pone fin a la especulación de la tierra para la construcción
de viviendas, la ley sobre las ventas a plazos, la ley sobre el crédito y sobre
los intereses, la ley sobre las playas públicas, las asociaciones de tiendas
campesinas, la intervención de la compañía de teléfonos y la rebaja de las tarifas
telefónicas (APLAUSOS), y, por último, entre otras muchas medidas, la medida
fundamental de la Revolución que fue la reforma agraria (APLAUSOS PROLONGADOS),
que no fue una medida tibia, que no fue una reforma fría e intrascendente, sino
que es una verdadera revolución agraria (APLAUSOS). Así, junto a otras medidas como la reforma
arancelaria para proteger nuestra industria nacional que viene de inmediato, la
reforma fiscal para establecer sistemas de tributación más equitativos, el
castigo de los criminales de guerra (APLAUSOS), la recuperación de los bienes
malversados, las medidas que han puesto en nuestras manos 80 millones de pesos
(APLAUSOS).
Para
empezar, la reforma agraria, nuestros planes en el campo educacional, la
creación de 5 000 nuevas aulas en los próximos presupuestos de la
república, los planes de construir 500 campos deportivos en toda la isla y
otras muchas medidas, como las de reintegrar los salarios a los obreros
ferrocarrileros de los ferrocarriles de occidente, el aumento de los salarios
de los obreros de Omnibus Aliados en la misma medida que aumentábamos nuestras
recaudaciones, el aumento de los sueldos a los empleados públicos
concediéndoles un sueldo mínimo de 85 pesos en el Estado, la creación del Banco
de los Seguros Sociales, que va a resolver uno de los problemas más cruciales
de nuestros trabajadores y que tanto interesa sobre todo a ustedes, los obreros
azucareros, que tienen que esperar tres años para retirarse y a los que se les
paga la miseria de 29 pesos todos los meses (APLAUSOS), el aumento de salarios
a los obreros agrícolas, que eran los más mal pagados de todo el país
(APLAUSOS), son medidas más que suficientes para acreditar que el Gobierno
Revolucionario ha estado actuando bien, para acreditar que el Gobierno Revolucionario,
en cuatro meses apenas, ha desarrollado un programa récord en beneficio no de
ningún interés creado, sino en beneficio de la nación.
No
habría quien en justicia pudiera decir que hayamos dejado de hacer una sola
cosa de las que estaban dentro de nuestras posibilidades. En tan breve período de tiempo —en cuatro
meses—, se ha hecho lo que no se había hecho nunca en 50 años (APLAUSOS). No incluí dentro de esas medidas, aquella de
rebajar las tarifas eléctricas en el interior del país, donde había sectores y
lugares pagando hasta a 18 y 20 centavos el kilowatt; en fin, si continuamos
pasando revista, encontraríamos otras muchas medidas, porque nosotros no nos encargamos
de estar llevando la cuenta ni de estar haciendo un recuento, porque no trabajamos
por la propaganda, no trabajamos para ganar simpatías, porque las simpatías las
tenemos ganadas desde el mismo momento en que derrocamos a la tiranía
(APLAUSOS).
Ha
tenido el Gobierno Revolucionario que enfrentarse, uno tras otro, a intereses
muy poderosos contra ninguno de los cuales se habían atrevido los gobiernos
anteriores. Y ese examen demuestra una
cosa, hemos sido honrados; demuestra una cosa, hemos estado preocupados de un
solo punto y de un solo objetivo: satisfacer cuanto antes las necesidades
de nuestro pueblo. ¿Quiere decir eso que
es justo que se perturbe al Gobierno Revolucionario? ¿Que es justo que por alguna razón se nos
impida continuar adelante ordenadamente con nuestros planes? ¿Qué cosa, de las que hayan estado en
nuestras manos hacer, no hemos hecho? Y
solo en cuatro meses de Gobierno Revolucionario puede decirse que hemos sentado
las bases para todo el desarrollo ulterior de la Revolución.
¿Cuando
hicimos la rebaja de alquileres fueron necesarias manifestaciones y mítines
para que se hiciera? ¿O es que acaso no
se levantó el pueblo un día y se encontró con que los alquileres estaban
rebajados? Y así con cada una de las
medidas.
¿Qué
hicimos con la reforma agraria? Tal vez
si algún gobierno anterior estuvo en disposición de hacerlo, la medida hubiera
sido dictar una ley agraria como, por ejemplo, se dictó la Ley de Alquileres;
sin embargo, eran dos leyes distintas, puesto que era una ley fundamental que
necesitaba el apoyo del pueblo. ¿Qué
hicimos primero? Hacer conciencia en
favor de la reforma agraria, y todos ustedes han visto cómo en unos meses se
convirtió la reforma agraria en conciencia nacional, conciencia que no existía
antes del triunfo de la Revolución, porque en las ciudades no se sabía lo que
era la reforma agraria; además, creían que no interesaba la reforma agraria
porque era una cuestión del campo. Lo
primero que hicimos no fue repartir las fincas, porque eso hubiera liquidado la
producción y no tendríamos hoy una sola vaca que entregar a una sola familia. Si nuestro pueblo hambriento comenzase a
comer la carne que necesita para su salud, no quedaría en el país una sola
vaca, porque nuestros campesinos nunca comen carne (APLAUSOS); pero si nos la
comemos, comeríamos carne tres meses y pasaríamos hambre 15 años, porque no
tenemos dinero para comprar la carne afuera, porque el dinero que tenemos no
está para comprar carne, sino para comprar fábricas, y para comprar
maquinarias.
Entonces,
el resultado con medidas de esa índole, que muchas veces las hemos visto agitar,
sería el caos, sería el fracaso de nuestra Revolución, y por eso, a pesar de
todo el impulso que le hemos dado a esa lucha, a pesar de que vivimos para
ella, a pesar de que no anhelamos otra cosa, a pesar de que lo que queremos es
adelantar mucho pero adelantar seguros, más de una vez hemos sido los que hemos
tenido que salirles al paso a medidas descabelladas, a maniobras locas, que
aparentemente son buenas y tras ellas se esconde la ruina de nuestra
Revolución; serían la ruina de todos (APLAUSOS).
Agricultores
y productores son ustedes que saben que producir es cosa de tiempo y de
trabajo, que recoger el fruto de algo es cosa de tiempo y de trabajo, que unas
cosas llevan más y otras menos, que un cultivo puede durar cuatro meses en
producir frutos o puede durar cuatro años, puede durar 20 años si se trata de
un cedro, por ejemplo. Y es que nada en
esta vida se logra por arte de magia, nada en esta vida se logra sin trabajo,
nada en esta vida se logra sin grandes obstáculos, y nosotros tenemos 50 años perdidos. ¿Qué queremos? Recuperar esos 50 años, recobrar lo que hemos
perdido en tanto tiempo, recobrarlo lo más pronto posible. Pero, ¿puede recobrarse sin plan? ¿Puede recobrarse en medio de la anarquía? ¿Puede recobrarse en tres días?
¿Qué
ocurriría si, por ejemplo, nosotros hoy aquí le repartimos 1 000 millones
de pesos a ustedes? Mil millones significaría que las tiendas se quedan vacías. Entonces, no hay más artículos. ¿Qué ocurre?
El artículo se duplica, se triplica, se cuadruplica de precio. Con 1 000 millones posiblemente se
pongan diez veces más los precios de los artículos, si son artículos nacionales. Mas, si no son
artículos nacionales, ¿qué pasaría? Que
como afuera no vale nuestro dinero y hay que echar mano del dinero extranjero que
tenemos para comprar maquinaria, porque no la podemos producir aquí; para
comprar equipos, porque no podemos producirlos aquí —aunque tenemos la
esperanza de producirlos más adelante (APLAUSOS)—, se
agotarían las reservas, las pocas que nos dejaron, las que estamos ahorrando
con nuestra campaña de consumir artículos nacionales.
Cuando
decimos: Cómanse una lata de cascos de
guayaba y no una lata de melocotón, es porque, sencillamente, en esa lata de
cascos de guayaba trabaja un cubano y hay un fruto cubano, que lo recogió un
cubano que se gana la vida recogiendo guayabas en el campo; y cuando compramos
una lata de melocotón no solo estamos olvidándonos del cubano que se gana la
vida en ese producto, sino que, además, aquí se paga un peso, un “Martí”, pero
cuando esa lata se va a pagar fuera, ese dinero va para el banco y del Banco
Nacional sale no ese peso —que ojalá pudiéramos comprar allá con los pesos,
porque no tendríamos más que imprimirlos y tendríamos resueltos todos los
problemas—, sencillamente, allá hay que pagar con un dólar, o con oro, y ese es
el dinero producto de nuestras zafras y nuestras exportaciones.
Si
ese dinero se agota, nos habremos comido la semilla (APLAUSOS). Es como cuando a un campesino le dan un
barril de papas para que la siembre. Vamos
a suponer que el campesino tiene hambre, ¿qué debe hacer con ese barril de
papas? Sembrarlo. ¡¿Cómo?! Si se la come, desayuna ese día y al otro día,
pero a los tres meses deja de tener 20 barriles de papa. Comida para hoy y hambre para después. Preferible es hambre para hoy y comida para
después (APLAUSOS). Cuando se tiene un
barril, eso hay que sembrarlo. Si
nosotros nos comemos en melocotones, en arroz importado —porque todavía no lo
producimos— y en víveres lo que no podemos producir aquí, sencillamente es como
si nos estuviéramos comiendo la semilla.
Digeriremos los melocotones, el arroz y todas esas chucherías, pero no
tendremos tractores para hacer producir nuestra tierra (APLAUSOS); no tendremos
fábricas para hacer producir nuestra riqueza, darles trabajo a nuestros obreros
y a nuestros desempleados. Siempre
viviremos en la miseria, porque nadie nos va a prestar. Es difícil que nos presten y más vale que
tengamos la seguridad de nuestros ahorros, porque si no ahorramos, si nuestro
pueblo no ahorra, no se crea que nadie va a venir a
regalarle lo que necesita para su desarrollo, lo que necesita para su
crecimiento económico (APLAUSOS).
Esa
batalla la tenemos que librar nosotros y eso lo comprenden ustedes. Suficientemente inteligentes son para
comprender estas razones que solo no se comprenden cuando a los pueblos se les
seduce con principios falsos, como hemos estado viendo muchos años, porque aquí
hay cosas que si hubiesen estado en manos de nosotros, las habríamos dado de
corazón, con el mayor placer, que es el placer que recibimos cada vez que vamos
a un campesino y le damos un tractor, cada vez que vamos a un campesino y le
damos crédito, cada vez que vamos a un campesino y le damos tierra; cuando
proporcionamos alguna medida que hace felices a nuestros compatriotas, que eso
es lo único que perseguimos nosotros, cueste lo que cueste a los intereses
creados, porque, en definitiva, estamos aquí para hacer una patria nueva, sobre
bases distintas, con medidas propias, que conduzcan a la felicidad de todos
nosotros y que conviertan a Cuba en ejemplo de América y en ejemplo del mundo (APLAUSOS).
Eso
es lo que hacemos con absoluta honradez, con infinito desinterés, y entendemos
que si más no hemos hecho es porque no ha estado al alcance de nuestras manos,
mas no al alcance de nuestra voluntad, con la que queremos hacer todo lo que
creemos que podemos hacer por Cuba, y hacerlo cuanto antes.
¿Es
que puede hacerse todo eso sin plan? ¿Es
que además de todo el trabajo que tenemos constantemente hay que sufrir a cada
instante la amargura de saber que en un pueblo por allá se sublevaron?, porque
casi equivale a una sublevación cuando se levantan barricadas en una calle; y
no han faltado casos, como en Manzanillo, donde en una ocasión se levantaron
barricadas por las calles, casos de pueblos que no se sabe qué móviles ocultos,
qué intereses ocultos han llevado a los pueblos al estado de exaltación. ¿Exaltación contra quién? ¿Contra gobiernos de politiqueros? ¿Contra gobiernos de traidores? ¿Por qué hay todavía quienes no se dan cuenta
de que este es un gobierno revolucionario, enteramente revolucionario y
radicalmente revolucionario, al que se le ayuda o se le combate? (APLAUSOS.) Porque la Revolución es una, y se está con
ella o se está contra ella, porque aquí no hay margen para otras posiciones,
porque a nosotros nadie nos va a superar la parada, porque creo que tenemos un
récord en realizaciones en cuatro meses, y hemos apuntado hacia una revolución
verdaderamente profunda, que cuando haya cumplido sus objetivos muy pocas cosas
quedarán por hacer en nuestra patria (APLAUSOS).
Estos
razonamientos llevan como de la mano los problemas que hemos estado observando,
tan evidentes que ustedes los han sufrido: han subido los precios en diversos artículos
de primera necesidad. La vida en el
interior de la república —con extraordinaria sorpresa nuestra— encontramos que
había subido su costo en el almidón, en los frijoles colorados y, sobre todo,
en los zapatos y en la ropa. ¿Ese
aumento de precio puede tener justificación?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) Si es por
especulación, no puede tenerla, porque no estamos haciendo una campaña a favor
de los productos nacionales para que vengan los egoístas a aprovecharse de esa
campaña subiendo los precios de los artículos de productos nacionales. Si es porque aumentaron los costos de
producción, tampoco tiene justificación, porque no es justo que aumenten los
costos en centros de trabajo que tienen salarios más altos y que esos costos
los vayan a pagar precisamente aquellos que tienen los salarios más bajos, los
vayan a pagar precisamente nuestros obreros azucareros, los vayan a pagar —peor
todavía— nuestros obreros agrícolas, que ganan dos pesos, dos cincuenta y tres
pesos (APLAUSOS), o que los vayan a pagar —peor todavía— los que ni siquiera
tienen trabajo y viven hasta de un garrotero, si es que quedan garroteros por
ahí.
Sencillamente
cuando no hay orden, cuando no se tiene la paciencia de esperar que el gobierno
dicte las medidas, si los precios van a estar aquí expuestos a todas las
batallas campales que en cada sindicato se puedan librar, pues las
consecuencias son que de la anarquía y del desorden no se produce nunca nada
útil, no se produce nunca nada fijo. Cuando
se discutan esos salarios hay que garantizar, antes que nada, que los dos pesos
que se le van a aumentar a un obrero de ocho pesos no lo vaya a pagar un obrero
de 12 pesos, porque entonces queda el patrono como generoso, como que accede, y
resulta que se le carga en los productos al pueblo, a los sectores que menos
ganan, y eso es lo doloroso, lo que a nosotros nos impresionó profundamente
cuando fuimos a la Sierra Maestra, cuando fuimos a la cooperativa “José Martí”
y allí, en la tienda, que es también una cooperativa de consumo, nos encontramos
una serie de artículos que habían subido de precio.
Eso,
¿cómo se puede calificar? De engaño, de
injusticia. Sería cruel que nosotros
cayéramos en la demagogia de comenzar a elevar los salarios para que juntamente
con ellos se eleven los precios, y esa es la consecuencia cuando se exceden de
sus límites, porque la producción ha estado ajustada al consumo.
Ahora
les voy a explicar una cosa tan sencilla que no quedará nadie sin entenderlo: no es posible
duplicar el estándar de vida del pueblo si no se duplica nuestra producción, no
es posible triplicar el estándar de vida del pueblo si no se triplica nuestra
producción, no es posible cuadruplicar el estándar de vida del pueblo si no se
cuadruplica nuestra producción. Y
hacerle la ilusión al obrero de que el problema es de decretos, de que el
problema es de guerra sin cuartel y no de aumentar por todos los medios
posibles nuestra producción, es una demagogia y es un engaño que los primeros
en sufrirlo mañana son los propios obreros, las propias clases humildes de
nuestro pueblo, al que queremos redimir y al que no se podrá redimir si no es
con la técnica, si no es con la industrialización y con el aumento de nuestra
producción (APLAUSOS).
Solo
los demagogos o los cobardes ocultan al pueblo esas verdades, porque es más
cómodo decir aquellas cosas que gustan de momento, ofrecer a los labios
hambrientos de nuestro pueblo una confitura hoy para mañana no poderles dar
nada; es más cómodo despertar ilusiones falsas y eso hacen aquellos hombres que
no tienen responsabilidad de sus deberes, que no están claros en su conciencia
de que el gobierno no puede engañar al pueblo, y que, en definitiva, los
pueblos son lo suficientemente nobles para agradecerle al que les dice la
verdad, aunque la verdad no sea la que alegre de repente; pero es la que
depara, sin embargo, un porvenir verdadero para sus pueblos (APLAUSOS).
Esto
es lo que nosotros hacemos constantemente con el pueblo y cuando tengamos que
enfrentarnos a cualquier maniobra, a cualquier plan entorpecedor que no persiga
frutos verdaderos para la patria, sino el propósito de tipo político del
engrandecimiento de poderes determinados o de influencias determinadas,
nosotros, que como gobernantes estamos por encima de cuestiones tendenciosas y
de cuestiones partidaristas, como gobernantes también estamos en el deber de
decirle al pueblo la verdad y de advertirle aquellas cosas que no le hacen
bien, sino que le perjudican (APLAUSOS).
Es, por tanto, necesario que en la conciencia de cada obrero se abra hoy
la consigna de qué es lo que conviene a la clase obrera, la consigna de que
darle tiempo a la Revolución es lo que conviene a la clase obrera.
Si
como consecuencia de nuestra situación mala, como consecuencia de nuestra
estrechez económica, nosotros creemos que la solución es producir menos, o
creemos que la solución es producir la inflación y llenarnos de ilusiones de
que vamos a mejorar sin aumentar nuestra producción, nos estaríamos haciendo un
tremendo daño, porque desde aquí, desde donde llevamos la dirección del Estado,
de un Estado que necesitamos tiempo para cambiar porque muchas veces ni sirve
para nada, les puedo decir —desde luego que nosotros sabemos las dificultades
que encuentran los gobernantes— que todo lo que perturbe los planes del
Gobierno Revolucionario le hace daño al pueblo, que todo lo que tienda a
agravar la crisis de ese pueblo le hace daño, porque nuestras leyes producen
descontento en determinados intereses —intereses que se contraen, intereses que
todavía aprovechan los recursos que tienen en sus manos para hacernos daño— y
no puede ser de ninguna manera inteligente ayudar a que el daño que hagan sea más
grande, a que la contracción sea mayor y a darles pretextos para que todavía
ejerzan con mayor fuerza los recursos que tienen en sus manos para obstruccionar
la tarea revolucionaria.
Conclusión: estamos en tiempos
nuevos, estamos en tiempos distintos y no podemos plantear los mismos métodos,
los mismos procedimientos y las mismas actitudes mentales que nos planteábamos
en el pasado, en que la única aspiración del obrero no era reformar al país,
sino ganar unos centavos más; en que no había una gran aspiración política de
por medio, sino, simplemente, cuestiones meramente económicas.
Cómo
es posible estar tan ciegos que no veamos el gran objetivo político que hoy
tiene delante la clase, junto a todo el pueblo, de cambiar la estructura
económica y social de la nación (APLAUSOS).
Cómo vamos a comportarnos como si nuestras aspiraciones fuesen meras
aspiraciones de demandas económicas, como antes, y no la gran aspiración
revolucionaria de transformar radicalmente a Cuba, que es lo que de veras
permitirá un ascenso extraordinario en el nivel de vida de todo el pueblo,
sobre todo para llevar cuanto antes el alivio a los que están sin trabajo,
llevar después cuanto antes el alivio a los que ganan menos y después que
hayamos ido nivelando, porque todos tenemos los mismos derechos, todos tenemos
las mismas necesidades, hay que ir a un equilibrio en el salario.
De
la misma manera que se establece que a igual trabajo igual salario, podemos
decir que a igual condición de obrero igual salario, porque todos tienen hijos
y todos tienen familia (APLAUSOS). La
justicia no puede ser justicia por sectores y lo que es justicia para un sector
debe ser justicia para toda la clase; lo que es justicia dentro de un sector, y
todo el mundo lo considera justo cuando dice a igual trabajo igual salario,
debe ser justo y es justo también para toda la clase. Sin embargo, nos olvidamos de eso y actuamos
como sectores divorciados del resto de la clase, como sectores divorciados del
resto de la nación, porque nos olvidamos de que hay un gran objetivo
revolucionario por delante, un gran objetivo político por delante y nos
concretamos por completo a las demandas como lo hacíamos en otros tiempos,
cuando no aspirábamos a lo que hoy podemos aspirar, a una transformación de la
nación.
Nosotros
tenemos que estar muy conscientes de ese objetivo que perseguimos y lo estamos
consiguiendo desde el gobierno, lo estamos consiguiendo con el beneplácito del
pueblo, porque ve que no nos guía otro interés que servir a la patria, que no
nos guía otra orientación que cumplir con nuestro deber, que sabemos lo que es,
porque sabemos cómo se pone fin a la explotación, porque sabemos cómo se pone
fin a la injusticia, porque sabemos cómo se pone fin a los privilegios. Lo estamos haciendo con nuestros propios
métodos y estamos avanzando rápidamente, y tenemos la seguridad más absoluta de
que lo lograremos, como pocas revoluciones lo han logrado, tan pronto como
pocas revoluciones lo han logrado nunca, porque la historia de otras
revoluciones demuestra los sinsabores y los sacrificios que tuvo que hacer el
pueblo.
Nosotros
no queremos cometer errores y debemos advertir al pueblo de cada error que le
obligue a pagar un precio muy alto, un precio demasiado alto de sacrificio, por
lo que nosotros con inteligencia, con coordinación, con cooperación podremos
lograr en beneficio de ustedes, en beneficio de nuestros hijos, más
prontamente, más fructíferamente, porque las culpas de nosotros, el fracaso de
nosotros, no podremos echárselo a nadie, sino que tendremos que echárnoslo
nosotros mismos (APLAUSOS).
Tengo
la seguridad de que estas palabras, dichas al corazón de nuestro pueblo,
verdades que son irrebatibles, nuestro pueblo las comprenda, porque si nuestro
pueblo no comprendiera estas cosas, desdichado nuestro pueblo porque estaría
condenado a vivir arrastrando esa larga cadena de penas y miserias de las que
solo se libran los pueblos cuando tienen las virtudes, la identificación y las
cualidades necesarias para librarse de ellas.
Ahora
ustedes se reúnen en un congreso, estudien, discutan aquellas cosas que crean
que caben dentro de nuestro proceso en este momento, aquellas aspiraciones que
sean alcanzables, sin ir a obstaculizar un átomo nuestro programa, sobre todo
ahora que la reforma agraria plantea la tremenda conmoción en determinados
intereses que pueden producir contracciones y que nosotros necesitamos
adelantar, invertir todos los millones posibles cuanto antes para poner en
producción nuestra agricultura, con métodos técnicos y fundamentalmente a
través de cooperativas.
Ahora
tenemos que hacernos cargo lo más rápidamente posible de todas las tierras
comprendidas dentro de la reforma agraria y ponerlas a producir (APLAUSOS),
conscientes de que esa es nuestra tarea inmediata, que vamos a aliviar la
terrible situación del hombre de campo, que vamos a aliviar el exceso de
personal que pesa sobre las fábricas.
Así,
en la misma medida en que vayamos convirtiendo los centrales en centros
industriales, iremos logrando primeramente el ideal de trabajar todo el año. ¿Cómo?
Fomentando la industria en todos los medios posibles. Vamos a industrializar el bagazo, vamos a
industrializar el cogollo y todo lo que sea posible industrializar (APLAUSOS).
Incluso,
el instituto con sus propios recursos promoverá aquellas industrias que sea
posible promover, porque para eso tenemos fondos, y donde haya un proyecto y
técnicos, vamos a poner una fábrica con los recursos de la nación. No vamos a estar dependiendo solo de que los
intereses particulares se movilicen, porque si ellos no se movilizan, nosotros
movilizaremos los recursos de la nación para industrializar al país (APLAUSOS
PROLONGADOS).
Así,
lo que necesitamos es ahorrar, lo que necesitamos es producir y vamos a ir
produciendo sobre una base económica social distinta, porque en esas
cooperativas los que recibirán los frutos de sus esfuerzos serán sus
integrantes. No habrá huelgas ni
problemas, porque estarán los hombres produciendo y recogiendo los frutos de su
trabajo. Allí no habrá problemas de
ninguna índole y nosotros, poco a poco, iremos llevando adelante la institución
y nuestra Revolución en la misma medida en que vayamos aumentando la
producción, única forma —lo repito— de aliviar el estándar de vida.
Si
tenemos un millón de huevos, no podemos dar 2 millones si las gallinas no ponen
ese otro millón de huevos; no podemos dar 3 millones si tenemos uno, mientras
las gallinas no pongan esos otros 2 millones.
No podemos dar lo que no se ha producido, no podemos repartir lo que no
se ha producido; no podrán comer carne nuestras familias en los centrales y en
los campos si no triplicamos nuestra producción de carne. Por eso nuestras medidas deben ir hacia el
aumento de la producción en todos los órdenes, ayudados por los más modernos
métodos técnicos y sobre una base económica social distinta de la que ha sido
hasta hoy, solo el privilegio y la explotación del pueblo; y esa es la obra que
ustedes comprenderán que necesitamos ayuda de todos para llevarla adelante.
Debemos
discutir aquí aquellas cosas que se ajusten a ese programa, y al demagogo
salirle al paso y decirle: “No venga con
demagogia, no venga a hacer política aquí”; tener el valor de decir las cosas,
que esa es la virtud de un líder, ese es el valor de un líder, y ajustar
nuestros planes a lo posible, a la estrategia de la Revolución, que nosotros lo
que podemos dar, lo damos sin vacilación; lo que no podemos dar, lo que no está
todavía al alcance de nuestras manos dar...
Ahora
se va a discutir la superproducción (APLAUSOS), y sobre esa aspiración quiero
decir aquí que nosotros podemos dar lo que aspiran nuestros trabajadores sobre
la superproducción (APLAUSOS). Eso
aliviará sin producir inflación, sobre todo porque va a parar a manos de los
obreros en este tiempo muerto que comienza, y precisamente eso significará un
alivio en medio de las consecuencias que nuestra ley agraria va a producir.
Mas
no solo eso, sino vamos a tomar medidas para que los precios de los artículos
industriales vuelvan a lo que estaban cuando empezó la Revolución, de manera
que no resulten estafados nuestros obreros con los precios (APLAUSOS), y vamos
a establecer el principio de que nadie puede alterar un precio sin el
consentimiento del Ministerio de Comercio, y que solo se hará —cuando se haga
en el futuro— en favor de aquellos artículos donde los salarios sean bajos,
para ir aliviando el ingreso de ese sector.
Por lo tanto, siempre que se resuelva un problema laboral, el primer
punto a ponerse de acuerdo será sobre los costos, a fin de que esos problemas
se resuelvan en la escala de salarios en los casos en que va a revertirse la
mejora, sobre la parte más pobre del pueblo, que es la tesis que hemos venido
sustentando nosotros desde el principio.
También
nosotros desde el gobierno comenzaremos, junto con todo el programa agrario e
industrial del Gobierno Revolucionario, que es donde único está la solución de
nuestros males, de nuestro estado actual de estrechez económica, en que no nos
alcanzan las cosas que hay para vivir malamente, y que solo resolveremos con la
fórmula de la reforma agraria y el desarrollo industrial por todos los medios
posibles; iremos hacia soluciones definitivas de los problemas económicos, como
son todos los que afectan la cultura de nuestro pueblo, la vivienda de nuestro
pueblo, la salud de nuestro pueblo y la seguridad económica de nuestro pueblo.
Nosotros
vamos a darnos a la tarea de resolver el problema de la vivienda en los
centrales azucareros, porque si nos ponemos a esperar que la construyan los
señores hacendados, sería una tomadura de pelo más. No confío en otra solución sino que los
organismos del Estado, con los recursos del Estado que se perciben mediante
impuestos determinados, construyan, con un estándar igualitario, más o menos,
las viviendas en los centrales azucareros (APLAUSOS), y en el establecimiento
allí de todos los centros escolares necesarios, con sus campos deportivos y su
asistencia material a los alumnos; porque cuando una familia tiene siete hijos
y cinco van a la escuela y allí se les puede dar el desayuno, los libros, las
medicinas y el médico, es como si a esa familia se le aumentaran 100 ó 150
pesos de sueldo, puesto que se les está brindando un servicio a los hijos, y
los hijos yo sé que son la preocupación fundamental de cada padre o de cada
madre, porque cada vez que vemos a un obrero sin trabajo, cada vez que vemos a
un obrero preocupado, no está preocupado por él, está preocupado porque los
hijos están pasando hambre, está preocupado porque los hijos están descalzos,
porque no tienen escuelas, porque no tienen ropa, porque no tienen medicinas,
porque no tienen zapatos, y del conjunto de sentimientos que lleva el hombre
dentro, una parte importantísima la estamos eliminando cuando el Estado brinde
lo que hasta hoy no ha brindado nadie.
Las
familias irán elevando su estándar de vida cuando tengan una casa cinco o diez
veces mayor a las que tienen hoy, si es que se pueden llamar casas a las que
tienen hoy muchos obreros; estaremos elevando el estándar de vida cuando en
esas casas tengan todo lo necesario que pueda tener cualquier familia de clase
media o rica; cuando tengan la alimentación que pueda tener una familia de
clase media o rica, estaremos elevando el estándar de vida; cuando los hospitales
nuestros sean como los mejores hospitales privados, estaremos elevando el
estándar de vida; cuando tengan sus hijos escuelas como las mejores escuelas
privadas, y tengan la seguridad de adelantar de acuerdo con sus cualidades y
que si es un talento tenga la oportunidad de ir después a grandes centros de
educación y ser un día famoso por su inteligencia, aunque sea el hijo del que
fuera obrero de un central azucarero, estaremos elevando el estándar de vida de
la familia (APLAUSOS).
Cuando
vayamos dando, mediante el esfuerzo y mediante el trabajo de todos, mediante el
aumento de la producción, después de vencer todos los obstáculos que una
revolución tiene que vencer, los intereses que una revolución tiene que vencer,
porque tenemos que producir a toda marcha, tenemos que producir sobre la
batalla, tenemos que marchar, luchar con obstáculos y al mismo tiempo producir;
cuando vayamos dándole todo eso, que es la aspiración material y espiritual del
hombre, dentro de nuestra concepción de las libertades humanas, estaremos
llevando adelante nuestra concepción revolucionaria, que nosotros aspiramos a
que sea una concepción mejor de cuantas concepciones revolucionarias se han
planteado en el mundo (APLAUSOS). Y así,
ir poco a poco adaptando nuestra mente a estas verdades, que no las dice un
farsante, que no las dice un demagogo, que no las dice un hipócrita, que las
dice un compatriota honrado puesto aquí, en el lugar que el destino lo ha
puesto (APLAUSOS).
No
quiero, al dirigir al pueblo, nada; no quiero otro premio sino la satisfacción
de cumplir con nuestro deber, porque, ¿qué títulos y qué gloria puede haber
para los que aquí vivimos con esta cruz a cuesta? Todos los días las incomprensiones de esta
lucha. ¿Qué premio puede haber mayor que
saber que con interés infinito ha sabido ayudar a sus hermanos, ha sabido
ayudar a su pueblo, ha sabido llevarlo por el camino del bien, ha sabido
responder a la confianza que se ha puesto en él?
Y
para finalizar, quiero decirles que, junto con la medida de la superproducción,
muy pronto implantaremos otra medida, que es una pensión mínima de 160 pesos a
todos los jubilados azucareros (APLAUSOS), donde estarán posiblemente,
familiares de ustedes, allegados a ustedes, y cuando menos, amigos...