DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN GUINES, EL 29
DE MARZO DE 1959.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER
MINISTRO)
Pueblo de Güines;
Campesinos y compañeros de
toda la provincia de La Habana:
Realmente,
no me había imaginado la extraordinaria concentración que se está efectuando en
la tarde de hoy.
Tal
vez esté todavía impresionado por el contraste entre las soledades de la
Ciénaga de Zapata y la presencia de tantas almas como han acudido en la tarde
de hoy a este acto revolucionario de Güines.
Esto
demuestra que a pesar de haber transcurrido ya tres meses desde la caída del
tirano (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”), a
pesar de que en estos tres meses hemos vivido tres años de emociones, de
trabajo y de lucha, el entusiasmo se mantiene igual en el pueblo, si es que no
ha crecido todavía más.
Cuando
venía en la tarde de hoy en el helicóptero, a medida que me aproximaba a
Güines, encontraba desiertas las casas de campo.
(SE
INTERRUMPE EL DISCURSO DURANTE VARIOS MINUTOS.)
Vamos
a ver, señores, ¿qué le pasa al pueblo de Güines hoy que está tan agitado? (EXCLAMACIONES DE: “¡Los letreros!”)
Bueno,
ya yo los letreros esos los vi. Es mejor
que los bajen para que el público que está detrás pueda ver.
(DEL
PUBLICO LE DICEN ALGO.)
¿La
columna agraria? ¿Los tractores? Pero si están por allí y están por aquí.
¿Por
dónde quieren pasar?
(DEL
PUBLICO LE DICEN: “¡Por
aquí!”)
¿Pero
quién quita a la multitud de ahí?
(EXCLAMACIONES.) ¡Ni con tanques! Los tractores, de todas maneras, vamos a
verlos desfilar luego. Son los tractores
que han dado los obreros, los campesinos y el pueblo en general para la reforma
agraria; pero yo veo muy difícil que por ahí puedan pasar en este momento.
(DEL
PUBLICO LE DICEN ALGO.)
Bueno,
¿quién va a hacer el resumen, ustedes o nosotros? ¡Todo el mundo quiere decir un discurso
aquí! (EXCLAMACIONES.)
Yo
les decía que cuando venía hoy en el helicóptero y pasé por encima del central
Amistad, observé que no había allí apenas un alma, que los obreros y campesinos
de la zona del central Amistad habían partido hacia esta concentración. Aquello estaba desierto y, en general, toda
la zona de los alrededores de Güines; y es que realmente parecen haberse dado
cita aquí todos los vecinos del interior de La Habana, como para demostrar que
las concentraciones en el interior son tan grandes como las concentraciones en
la capital de la república (APLAUSOS). Y
no podía ser menos, porque esta es una revolución eminentemente campesina, que
partió del campo, que tiene su principal fuerza en los campesinos cubanos, y
cuya ley más revolucionaria es la Ley de la Reforma Agraria.
Lo
que todavía no hemos inventado es la manera de hacer las concentraciones estas
sin que se desmayen 15 ó 20 personas cada media hora. Es que no caben. No hay ningún pueblo de Cuba que tenga un
lugar donde pueda reunirse el público cada vez que la Revolución convoca a un
acto.
Los
que crean que la Revolución se está debilitando, los que crean que la
Revolución está perdiendo fuerza en la opinión pública, los que crean que con
sus intrigas y con sus campañitas contrarrevolucionarias van a debilitar a la
Revolución sería bueno que hubiesen venido aquí esta tarde, sería bueno que
hubiesen contemplado esta extraordinaria concentración, aunque sea por una
rendija, para que hubieran visto cómo la Revolución, si bien es verdad que ha
perdido algunos simpatizantes... (DEL
PUBLICO LE DICEN: “¡No!”)
Sí. Los garroteros no simpatizan con la
Revolución; los latifundistas no simpatizan con la Revolución; los “botelleros”
no simpatizan con la Revolución; los esbirros y los criminales de guerra no
simpatizan con la Revolución; los pillos y los malversadores no simpatizan con
la Revolución; los colaboradores de la tiranía, a quienes hemos confiscado sus
bienes, no simpatizan con la Revolución; los racistas no simpatizan con la
Revolución; los enemigos del progreso no simpatizan con la Revolución; los
grandes intereses creados no simpatizan con la Revolución; los que aquí han vivido
del privilegio y de la influencia, los que se han enriquecido disfrutando de
prebendas y disfrutando de favores, no simpatizan con la Revolución; los que le
cobraban alquileres leoninos al pueblo no simpatizan con la Revolución; los trusts y los monopolios que extorsionaban al pueblo no
simpatizan con la Revolución. Es lógico
que esos intereses no simpaticen con la Revolución, es lógico que la combatan.
Pero
también es cierto que el pueblo, los sectores humildes del pueblo, la gente
honrada y patriótica, los que de veras quieren a Cuba, los que de veras tienen
una noción de la justicia y de la patria, esos simpatizan cada día más con la
Revolución (APLAUSOS). Los campesinos,
los trabajadores, la juventud, los profesionales que no están muy acomodados y,
en fin... (SE PRODUCE INTERRUPCION DEL PUBLICO.)
Bueno,
déjenme hablar. Miren, yo les voy a
decir una cosa. Todo el mundo quiere
aquí que yo diga algo, y la verdad es que la inmensa mayoría de todas las cosas
que ustedes quieren que yo diga, yo quisiera decirlas aquí; la inmensa mayoría
de las cosas que les preocupan a ustedes, son las mismas cosas que me preocupan
a mí (APLAUSOS).
Lo
que ocurre, señores, es que son tantos los problemas —problemas nuevos y problemas
viejos— que son imposibles de resolver en un minuto. Yo sé cuál es el deseo de ustedes, y ese es
el deseo mío.
Ustedes
son unos impacientes y yo soy más impaciente que todos ustedes. Ustedes son unos desesperados, y yo soy más
desesperado que todos ustedes. Ustedes
quisieran resolver todos los problemas que les preocupan, y yo les aseguro que
estoy tan preocupado como todos ustedes por resolver cuanto antes todos esos
problemas.
(SE
DESMAYA UNA PERSONA DEL PUBLICO.)
¿Y
los desmayados cuándo se van a acabar, señores?
Vamos a tener que venir a los mítines con máscara de aire, para ver si
la gente trae un poco más de oxígeno. ¿Qué
es lo que pasa por aquí con la gente de Güines?
(DEL
PUBLICO LE DICEN: “El
hambre.”)
No,
no, el hambre no. Porque yo quiero que me
digan si el pueblo, porque tenga hambre, se va a desmayar ahora. ¿Cómo entonces vamos a resolver todos los
problemas que tenemos que resolver?
Ahora es cuando no se puede desmayar nadie aquí, señores. Es cuestión de un poco de voluntad.
Yo
creo que en lo del desmayo influye un poco la autosugestión. La gente cree que se va a desmayar y termina
desmayándose. Se lo digo porque nosotros
tenemos una larga experiencia en cuestiones de tener que soportar esfuerzos
físicos grandes, y a veces cuando íbamos subiendo el Turquino con una mochila
de 60 libras, también creíamos que nos íbamos a desmayar; pero decíamos: “No, nosotros no nos podemos desmayar”, y
seguíamos subiendo el Turquino y llegábamos (APLAUSOS).
Así
que hay que poner un poco de buena voluntad aquí, un poco de voluntad para que
no se desmayen. Vamos a ver si en los
próximos cinco minutos no se desmaya nadie más aquí. Vamos a ver.
Es que se van a matar los miembros de la Cruz Roja. Háganlo por los miembros de la Cruz
Roja. (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Cuídate tú!”) No, tenemos que cuidarnos todos. Ustedes también (EXCLAMACIONES).
¿Y
por qué no puedo hablar yo aquí en Güines hoy?
Yo
creo que lo que ocurre es que el entusiasmo del pueblo de Cuba es cada día
mayor (EXCLAMACIONES); la fe del pueblo de Cuba es cada día mayor; la confianza
del pueblo de Cuba en sí mismo y en su destino es cada día mayor.
Antes
en los mítines —yo me acuerdo— iba la gente y se paraba. Desde luego, no venían tantas personas a los
mítines, venían aproximadamente... Yo
recuerdo que el acto más grande que vi en Güines tendría la décima parte de la
cantidad de personas que se han reunido hoy aquí. Pero, sobre todo, no existía este entusiasmo.
Recuerdo
aquellos mítines anteriores al funesto 10 de marzo, porque después del 10 de
marzo se acabaron los mítines. Los
únicos que se podían reunir aquí eran los apapipios, los guatacas, los
batistianos, los “botelleros” (EXCLAMACIONES).
Y el pueblo también se reunía pero para soportar los palos de los
esbirros, para soportar el plan de machete y para soportar los golpes de fustas
y los fuetazos de los policías de la dictadura, porque cuantas veces el pueblo
se reunió para pedir algo justo, lo disolvieron a palos y a tiros y por todos
los medios posibles. ¡Y después no
quieren que los fusilen! (EXCLAMACIONES.)
Realmente,
los que no soportaron las cosas que soportó el pueblo de Cuba, los que no
vivieron esos siete años infernales —allá, a mil leguas de distancia de aquí y
a un millón de leguas de distancia de la realidad que sufrió nuestra patria—
pueden escribir y ser muy piadosos y ser muy sentimentales con respecto a la
justicia revolucionaria, porque ellos no soportaron nada de eso. Como mucha gente aquí —o no mucha gente, pero
sí alguna gente— cuando la Revolución comenzó a dictar leyes en beneficio del
pueblo, empezaron a añorar los tiempos pasados. Los que no vivieron esos días, ni los
comprenden, es lógico que les hayan hecho el juego a las campañas de calumnias
que la oligarquía internacional, los grandes intereses, le han hecho a la Revolución
Cubana.
Pero
bueno es que el pueblo no lo olvide, bueno es que el pueblo no olvide aquellos
días, porque dicen que “con las glorias se olvidan las memorias”. Y es bueno que el júbilo y la alegría de la
libertad no nos hagan olvidar aquellos días en que el pueblo no tenía la menor
oportunidad de reunirse, de manifestar sus sentimientos, porque en definitiva
aquí el pueblo, si en los tiempos anteriores al 10 de marzo contaba poco, bajo
la dictadura no contó absolutamente nada.
Yo
decía que antes, en los tiempos en que el pueblo podía reunirse, el ánimo de la
multitud era completamente distinto al de hoy.
Era un ánimo más bien de oposición, de odio a todo lo que existía; no
era ese fervor creador que caracteriza al pueblo en estos momentos.
Yo
recuerdo que antes lo que el pueblo les decía a los oradores, era: “¡Echale, échale, pica, ataca!” Venían a los mítines a oír cómo se criticaban
los males existentes, y yo he observado que hoy el pueblo viene con un ánimo
muy distinto. Todo el mundo plantea algo,
todo el mundo dice algo, todo el mundo quiere hacer llegar una idea, un
proyecto, una solución. Yo creo que aquí
cada ciudadano se ha vuelto un gobernante.
Estoy por decir que cada ciudadano se ha vuelto un primer ministro, y
todo el mundo viene con una idea y con un proyecto, y a mí me llenan los
bolsillos de proyectos revolucionarios.
En realidad, tratan de ayudarnos por todos los medios a hacer obras de
beneficio para el país. Pero, ¿por qué
vienen con ese ánimo? Sencillamente
porque saben que nosotros queremos resolver los problemas, saben que nosotros
queremos resolver sinceramente los problemas.
(DEL
PUBLICO LE DICEN ALGO.) Las promesas las
dejan para luego. Yo también tengo una
promesa aquí con el pueblo que todavía no he cumplido (APLAUSOS).
Como
todo el mundo sabe que todo lo que sea bueno para el pueblo encontrará nuestro
respaldo; como todo el mundo sabe que no estamos aquí haciendo política; como
todo el mundo sabe que, por primera vez en la historia de nuestra patria, los
gobernantes se preocupan por una cosa distinta de sus intereses personales, los
gobernantes se preocupan por una cosa distinta a su camarilla política, los
gobernantes se preocupan por algo distinto que robar y lucrar en el poder; como
todo el mundo sabe que por primera vez en la historia de Cuba puede decirse
realmente que se está gobernando en beneficio del pueblo, es por lo que todo el
mundo acude a estos actos a poner su granito de arena en favor de la
Revolución.
La
Revolución es la obra de todos, la Revolución es el sacrificio de todos, la
Revolución es el ideal de todos y la Revolución será el fruto de todos. Por eso, el que no trae una idea, el que no
trae un proyecto, el que no trae una frase, el que no trae un letrero, se trae
a sí mismo aquí. Viene él para demostrar
que respalda esta causa, para demostrar que el pueblo la apoya, para
demostrarles a los enemigos de la Revolución, para demostrarles a los que se
oponen a las leyes revolucionarias que el error más grande que puedan cometer
es ese, que el daño más grande que puedan hacerle a la república, el daño más
grande que puedan hacerle a la patria, es tratar de impedir que la Revolución
siga su marcha victoriosa.
¿Por
qué? Porque la Revolución no es obra de
una minoría; la Revolución es obra de la voluntad absolutamente mayoritaria del
pueblo de Cuba, y es virtualmente imposible oponerse a la idea que cuenta con
el respaldo arrollador y casi unánime de una nación entera.
Ninguna
revolución en el mundo ha contado con un respaldo tan grande como el que cuenta
la Revolución Cubana; ninguna revolución en el mundo, ningún gobierno en el
mundo ha logrado el respaldo con que cuenta hoy la Revolución Cubana
(APLAUSOS).
Los
que conocen acerca de estas cuestiones, los que tienen informes de todos los
cálculos y de todos los surveys, que se han hecho en
distintas partes del mundo para auscultar la opinión pública, aseguran que
nunca, en ninguna parte del mundo ni en ningún momento de la historia, se
produjo un hecho semejante, un respaldo semejante, un respaldo tan mayoritario
como el que cuenta el gobierno revolucionario cubano (APLAUSOS).
Esa
es una verdad que debe constituir para el pueblo de Cuba un orgullo, porque
nunca un pueblo había estado tan unido en defensa de una causa justa, nunca un
pueblo había estado tan decidido en defensa de una causa justa.
Es
verdad que la Revolución ha perdido algunos simpatizantes, y eso era
lógico. Pero, ¿por qué hemos perdido
algunos simpatizantes? ¿Por haber
actuado mal? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¡No! Por
haber actuado bien. ¿Por haber actuado injustamente? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¡No! Por
haber actuado justamente. Porque apenas
se lesionan algunos intereses, hay gente que empieza a llorar —como acaba de
decir alguien aquí. Apenas se lesionan
algunos intereses, hay quienes se olvidan de todos los sacrificios que costó la
victoria del pueblo sobre la tiranía.
Apenas algunos pierden algunos pesos, o algunas varitas de tierra en la
ciudad; o algunos ingresos mensuales, o algunas caballerías de latifundio, se
olvidan de las madres que perdieron a sus hijos, se olvidan de que hubo madres
que perdieron hasta tres hijos, se olvidan de los hombres y de los jóvenes y de
las mujeres que murieron en esta lucha, se olvidan de las decenas de miles de
hombres torturados, se olvidan de todos los sacrificios que hizo nuestro
pueblo. Porque hay quienes pierden unos
pesos y se duelen más que las madres que han perdido a sus hijos, ¡cuando un
hijo para una madre vale más que todo el oro del mundo! (APLAUSOS.)
¿Y
quiénes son los que pierden algunos pesos con la Revolución? ¿Acaso los que menos tienen? ¡No! Hasta
ahora había sido así: el
que menos tenía era el que más perdía.
Aquí,
por ejemplo, el que ganaba 150 pesos era el que tenía que pagar 60 pesos de
alquiler y era el que tenía que pagarlo todo aquí: tenía que pagar los víveres caros, las
casas caro y, además, no recibía del Estado ningún beneficio. Aquí el hijo del hombre humilde tenía que
pagar en la universidad la misma matricula que el hijo del millonario, y en el
instituto tenía que pagar la misma matrícula que el hijo del millonario, y los
libros le costaban tan caro como al hijo del millonario; le costaba todo igual.
El alquiler, por supuesto, que le
costaba más que a nadie, porque tenía que pagar hasta la tercera parte de su
sueldo. Cuando se enfermaba, tenía que
ir a pedir la recomendación de un político para que le ingresasen al hijo o a
la mujer en el hospital. Si quería una
beca para el hijo tenía que ir corriendo y tocar a las puertas de un político
para que le dieran una beca al hijo. Si
quería un trabajo tenía que buscar una recomendación. Y eso no era todo, por supuesto; de la misa
ni la mitad. Esto se puede decir que es
a titulo de ejemplo, relacionado con lo que pasaba aquí en Cuba. Porque en realidad aquí en Cuba la ley que
imperaba era la “ley del embudo”: lo ancho para unos y lo estrecho para
otros.
A
ver, este pueblo aquí, esta multitud, ¿de dónde salió? En esta multitud de aquí, ¿cuántos
latifundistas hay? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) A ver, que levante la mano el que tenga un
latifundio aquí. Que levante la mano el
que tenga un central azucarero.
(UNA
PERSONA DEL PUBLICO LEVANTA LA MANO.)
¡Ah!,
¿tú tienes un central azucarero? Está
bien. ¿Tú tienes un central? ¡Te aplaudimos, chico! ¿Tú respaldas la Reforma Agraria? ¡Te aplaudimos, pero de verdad!
Yo
también era terrateniente, yo era hijo de terrateniente y ahora me siento un
cortador de caña (APLAUSOS). Así que si
sigo preguntando quién tiene diez manzanas de solares, bueno, a lo mejor se me aparece
uno y me levanta la mano también. Y no
sería nada extraño.
Yo
les voy a decir una cosa:
no son todos los dueños de edificios de apartamentos los que se
han puesto en contra de la Revolución.
Yo sé de muchos casos de personas que son dueños de edificios de
apartamentos y han reaccionado bien, y han dicho: “Bueno, yo perdí tanto, pero la ley era
justa.” Yo sé de un caso que dijo: “Mire, después de
todo nosotros hemos estado gobernando aquí durante todos los tiempos
anteriores; vamos a dejar a esta gente ahora a ver si lo hace mejor que
nosotros.” Y hay personas que han
perdido y dicen que están contentas. No
todos. Yo no he podido hacer un survey para ver si es todo el mundo —mejor dicho—, la mitad
o menos de la mitad; yo calculo que es una cuarta parte —eso es un cálculo—,
pero sí sé que hay personas perjudicadas que han tenido el civismo, la
generosidad de reconocer que las leyes eran buenas.
Aquí,
¿qué pasaba? Un colono grande ganaba
50 000, 60 000 pesos, y en vez de invertirlos en la agricultura,
intensificar la agricultura, tecnificar la agricultura, los metía en un
edificio de apartamentos a ganar dinero cómodo allí. En vez de poner una
industria, la mayor parte del capital iba a parar a los edificios de
apartamentos. Por eso la agricultura
está tan atrasada como está, por eso no hay industrias, porque mientras la
gente podía ir a meter el dinero en un edificio de apartamentos, nadie invertía
en industrias. Y si usted invertía
100 000 pesos en un edificio de apartamentos, aparte de los que trabajaban
un tiempo en la obra, después nada más trabajaba un encargado allí. No
le daba trabajo a nadie, a unos pocos mientras se construía el edificio;
después no le daba trabajo a nadie, mientras estuviera en pie el edificio: un encargado.
Así
que invertían el dinero en edificios de apartamentos. Bueno, que lo inviertan ahora en
industrias. Si quieren invertir, que
inviertan en industrias; en edificios de apartamentos, no.
Algunas
personas han reaccionado bien ante las leyes revolucionarias, pero no
todas. Una parte importante ha
reaccionado contra las leyes revolucionarias.
¿Y cómo han reaccionado? Han
reaccionado diciendo que hay una contracción económica, que el país va a la
ruina, que el gobierno revolucionario va al fracaso, sencillamente, porque como
son los que tienen el dinero quieren obligarnos a pasar bajo las horcas
caudinas de sus intereses.
Entonces,
¿cómo quieren que el país no se arruine?
¿Continuando el latifundio, continuando el pueblo pagando las medicinas
a un precio exorbitante, continuando el pueblo pagando la tercera parte de sus
ingresos en alquileres? ¿Cómo quieren
que el país no se arruine? ¿Cómo iba
hasta hoy? Pero si el país más arruinado
de lo que estaba no podía estar; si el país peor de lo que estaba no podía estar.
Yo
les pregunto a ustedes:
¿Podía estar peor de lo que estaba el país? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
Yo
les pregunto a los trabajadores azucareros: ¿Podía estar el país peor de lo que
estaba? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
Yo
les pregunto a los campesinos: ¿Podía estar el país peor de lo que
estaba? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
Yo
le pregunto al pueblo de Güines, como les puedo preguntar a todos los pueblos: ¿Podían estar las
ciudades más abandonadas de lo que estaban?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”)
¿Podía
haber más miseria de la que había? (EXCLAMACIONES
DE: “¡No!”)
¿Podía
haber más politiquería de la que había? (EXCLAMACIONES
DE: “¡No!”)
¿Podía
haber más inmoralidad de la que había aquí?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) ¡Era virtualmente
imposible!
Así
que nos dicen que el país se arruina. Bueno,
veremos si se arruina o no se arruina el país (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡No se arruina!”). Bueno, ellos tienen el dinero. Nosotros les hemos dicho reiteradamente que
el gobierno revolucionario no quiere arruinar a nadie. No. Hemos dicho que lo que queremos es que
el capital se invierta en lo que debe invertirse, y que está bueno ya de
invertir capitales en latifundios, en solares, en garrote, en edificios de
apartamentos; que lo inviertan en industrias para darle trabajo al pueblo
(APLAUSOS).
(LE
PIDEN AL COMANDANTE FIDEL CASTRO QUE LE DIGA AL PUEBLO QUE ABRA UNA BRECHA POR
DONDE PUEDA DESFILAR LA COLUMNA DE TRACTORES DE LA REFORMA AGRARIA.)
Bueno,
vamos a dejar pasar la columna. Después,
al final, le vamos a pedir al pueblo que haga un claro para que pasen por aquí
las “divisiones blindadas” de la reforma agraria, que son los tractores y los
arados (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Sí,
van a desfilar los tractores, cómo no, van a desfilar después, si esta es una
concentración precisamente en favor de la reforma agraria. Los tractores van a desfilar.
(LE
DICEN ALGO DEL PUBLICO.)
Aunque
sea un cheque. ¡No nos van a sobornar
con eso!
Bueno,
vamos a someter a votación esto aquí. A
ver, ¿cuándo pasan los tractores, ahora o luego? A ver (EXCLAMACIONES DE: “¡Luego!”). Bueno, ya el pueblo votó (LE DICEN ALGO DEL
PUBLICO). Avísenle al del micrófono, que
parece que no ha oído, que van a desfilar después, porque el problema es que
para desfilar ahora habría que desalojar a las personas de aquí, señores. Es materialmente imposible sacar a las
personas de frente a la tribuna, que esperen.
Yo
voy a hablar poco (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), porque no me dejan ni seguir
el hilo de lo que estoy diciendo. Ahora
hay quien quiere que yo firme hasta un autógrafo aquí, que yo interrumpa el
discurso para firmar un autógrafo (EXCLAMACIONES).
Bueno,
¿por dónde iba, señores? Es que me
tienen cortado hasta la idea.
Yo
decía que los intereses creados están tratando de intimidar al gobierno
revolucionario con la idea de que si continuamos llevando adelante nuestros
planes revolucionarios va a haber una gran contracción
económica.
Yo
digo: bueno, el gobierno revolucionario
ha hablado claro: el gobierno revolucionario
ha dicho que quien quiera invertir invierta en industrias, que nosotros estamos
dispuestos a brindar garantías al capital que se invierta en industrias siempre
y cuando no aspire a pagar salarios de miseria, ¡siempre y cuando no aspire a
pagar salarios de miseria! Estamos
dispuestos a brindar garantías al capital que se invierta en industrias a
condición de que se les paguen salarios decorosos a los trabajadores
(APLAUSOS).
Es
cierto que necesitamos capital.
Necesitamos capital para desarrollar la industria del país, necesitamos
capital porque no tenemos capital; pero eso no quiere decir que porque estemos
necesitados de capital vamos a renunciar a hacer las leyes revolucionarias,
que, desde luego, aquí no se va a morir nadie de hambre.
El
progreso del país, la industrialización del país podrán tardar más o menos
según encontremos la mayor o menor colaboración en los que tienen el capital, podrán
tardar más o menos según sea mayor el apoyo o la oposición de los que cuenten
con capitales para invertir; pero eso no quiere decir que la Revolución vaya a
dejar de hacerse, eso no quiere decir que nosotros les tengamos miedo a las
consecuencias de la Revolución.
Aquí
no se va a morir nadie de hambre. Ya
veremos cuando aquí todos los campesinos tengan tierra, a ver si alguien se va
a morir de hambre aquí.
Yo
lo que creo es que si el pueblo sufriera las consecuencias de la inhibición de
los capitales que necesitamos para la industria, las consecuencias para los
poseedores de esos capitales van a ser peores todavía que para el pueblo. Porque hemos dicho bien claramente y bien
terminantemente que la Revolución llegará tan lejos como la obliguen a llegar,
que las medidas revolucionarias serán tan drásticas como nos obliguen a ello,
que las medidas revolucionarias serán tan enérgicas como nos obliguen a tomar
medidas enérgicas.
De
mis palabras no se derive una amenaza para nadie. He hablado bien claro; necesitamos la
colaboración de todos; pero lo peor que puede hacerse es tratar de obstruccionar la Revolución, porque aquí la reacción parece
haber descubierto la piedra filosofal al reflexionar de esta manera: “Bueno, el pueblo
está con la Revolución, es verdad” —dicen ellos—, “el pueblo está con la
Revolución, pero ese mismo pueblo, si pasa hambre, no va a estar con la
Revolución”.
Entonces
razonan de esta forma y dicen: “Si nosotros no prestamos el dinero,
si nosotros nos retraemos, si nosotros no colaboramos en el desarrollo
industrial del país, si nosotros escondemos el dinero, entonces no va a haber
industrias, y si no hay industrias, el pueblo va a pasar hambre. Y cuando el pueblo pase hambre se va a poner
de parte de nosotros y va a decir que teníamos razón cuando criticábamos las
leyes revolucionarias.”
Ellos
creen haber descubierto una forma para combatir la Revolución: retrasarla, esconder el dinero,
obstaculizar el progreso económico y hacernos pasar trabajo a todos. Y, entonces, piensan que cuando todos estemos
pasando trabajo, ellos van a poder filtrar mejor sus ideas reaccionarias, ellos
van a poder inyectar mejor sus ideas contrarrevolucionarias, y que entonces
podrán echarle la culpa a la Revolución de todo el trabajo que por culpa de
ellos vayamos a pasar. Eso es lo que
ellos piensan.
Yo,
desde luego, sé que cuando llega la hora de los sacrificios siempre hay muchos
que vacilan; ¡cuando llega la hora de los sacrificios siempre hay muchos que
vacilan! Yo, sin embargo, tengo la
seguridad de que el pueblo de Cuba no está tan inculto políticamente, no está
tan inmaduro como para dejarse engañar por esas maniobras.
El
pueblo de Cuba sabe que si determinados sectores obstaculizan la Revolución, si
determinados sectores le crean problemas al gobierno revolucionario, si
determinados sectores se niegan a prestarle colaboración a la patria en estos
momentos, no será por bondad, no será por generosidad, sino por egoísmo, sino
por ambición, sino porque echan de menos a los privilegios que han estado
disfrutando desde que se fundó la república (APLAUSOS). El pueblo sabe que la culpa no la tendremos
nosotros, que si ellos le crean obstáculos a la Revolución será únicamente
porque el gobierno revolucionario no quiso ponerse al servicio de esos
intereses, será únicamente porque el gobierno revolucionario quiso hacer
justicia, será únicamente porque el gobierno revolucionario ha querido, quiere
y está dispuesto a poner fin a muchos de los abusos y a todos los abusos que ha
estado sufriendo nuestro pueblo (APLAUSOS); será porque el gobierno
revolucionario no se ha intimidado ante las amenazas, porque el gobierno
revolucionario no se ha vendido, ni se vende, ni se venderá jamás a los
intereses creados (APLAUSOS).
Si
la Revolución encuentra obstáculos porque quiere ser justa, ¡que vengan los
obstáculos! Si el pueblo de Cuba tiene
que hacer sacrificios porque la Revolución es justa, ¡que vengan los
sacrificios! (APLAUSOS.)
(DEL
PUBLICO LE DICEN: “¡Si
hay que comer malanga, la comemos!”) Sí. Me dicen que si hay que comer malanga la
comemos (APLAUSOS). Bueno, pero que
cuando llegue la hora de comer malanga la comamos de verdad, la comamos de
verdad sin protestar, no sea que al cabo de dos o tres meses comiendo malanga
se aburra la gente de la malanga (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”).
El
problema es que yo les voy a decir una cosa: tengo en estos días una espinita por
dentro, tengo una espinita y se la voy a decir.
Les voy a decir que el pueblo no está completamente maduro todavía, les
voy a decir que el pueblo no está completamente preparado todavía. Y les voy a decir una cosa: que no vaya a dejar embarcado al
gobierno revolucionario en las medidas que está tomando (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), porque aquí antes los gobernantes
embarcaban al pueblo; ahora que el pueblo no vaya a dejar embarcado al gobierno
revolucionario.
Les
voy a decir por qué digo esto, porque yo tuve una experiencia muy amarga en días
recientes, y fue porque planteé una injusticia más de las que se han cometido
aquí, toqué una injusticia más. Y con la
misma honradez y con la misma claridad que he hablado de todos los problemas,
con el mismo espíritu revolucionario con que he hablado del latifundio y del
nacionalismo y de otras ideas, planteé el problema de la discriminación racial,
y hablé claro.
(ALGUIEN
SE DESMAYA.)
Bueno,
se desmayó uno después de veinte minutos.
Por lo menos se aguantaron los demás.
Eso demuestra que cuando el pueblo quiere, ni se desmaya nadie.
Planteé
el problema serenamente, lo planteé claramente, expliqué sus causas, dije bien
que era una cuestión fundamentalmente de educación y, sin embargo, me encontré
con una triste realidad, que mucha gente no me había entendido, que mucha gente
me criticó. Y yo, desde luego, dije que
si por hablar con justicia me tienen que criticar y me tienen que hacer lo que
me tengan que hacer, ¡jamás renunciaré a hablar con justicia! (APLAUSOS.)
Yo
me pregunté entre otras cosas por qué no me comprendió mucha gente cuando
planteé este problema. ¿No era una
injusticia igual que las demás?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Sí!”) ¿Y por qué gente
que aplaudía cuando rebajamos los alquileres o cuando hablamos de proscribir el
latifundio, me criticaba cuando hablé del problema de la injusticia de la
discriminación racial? Lo triste es que
había hasta gente del pueblo, gente humilde, señores, no de la “high life”, sino de la “low life”.
Hay
gente que le están poniendo la bota encima y está protestando de la bota que le
tienen puesta y, sin embargo, no protesta de la bota que le están poniendo al
lado al vecino (APLAUSOS). Y el problema
no es protestar de las cosas que nos duelen, sino protestar también de las
cosas que les duelen a otros, porque el hombre no puede ser egoísta, y mucho
menos puede ser egoísta el hombre del pueblo.
Por eso yo, ese que es humilde y tiene prejuicios, digo que pertenece a
la “low life”. Si tuviera plata, no habría quién lo
soportara.
¿Pero
eso por qué? Señores, porque hay
prejuicios. ¿Por qué? Porque el pueblo no ha sido educado. ¿Por qué?
Sencillamente, porque los gobernantes anteriores no hicieron
absolutamente nada por ponerles fin a los prejuicios. Inmediatamente salieron los sembradores de
intrigas, salió la gente de algunos lugares aristocráticos y no aristocráticos
a intrigar. Era como si hubiera revuelto
todos los prejuicios que yacen en el fondo del pueblo porque los hemos heredado
a través de los siglos.
Planteé
una cosa tan justa como es que todos los cubanos deben tener un derecho por
igual a trabajar. ¿Puede plantearse algo
más justo? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Y sin embargo, hubo gente que se confundió y
se dejó confundir.
¿Qué
me demostró eso a mí? Pues me demostró
que el pueblo no estaba todavía tan preparado, que el pueblo tiene todavía
muchos prejuicios, que el pueblo tiene en su mente muchas ideas viejas. Y tuve la sensación de que la Revolución
estaba marchando más de prisa que el pueblo, ¡tuve la sensación de que la
Revolución estaba marchando más deprisa que el pueblo!, y tuve la preocupación
de si nosotros nos habíamos hecho sobre el pueblo más ilusiones de las que debíamos
habernos hecho. Porque los únicos que se
aprovechan de esas ideas viejas y de esos prejuicios, los únicos que salen
ganando con esos prejuicios son los enemigos de la Revolución, son los grandes
intereses creados, son los que quieren debilitar y dividir al pueblo, son los
que quieren destruir el espíritu de hermandad y de confraternidad que debe unir
a todos los cubanos.
Juntos
debemos estar todos los que hemos sufrido injusticias. Juntos debemos estar todos los que hemos sido
víctimas de algún atropello, de algún abuso, de alguna explotación
(APLAUSOS). Juntos debemos estar los que
en el campo han vivido sin tierras.
Juntos hemos de estar los que en las ciudades han tenido que pasar
hambre y han tenido que sufrir atropellos.
Juntos deben estar aquellos que han tenido que sufrir de la injusticia
social, de la discriminación. Junto debe
estar todo el hombre que se quedó analfabeto porque no le dieron una
escuela. Juntas deben estar todas las
familias que han tenido que sufrir las consecuencias de la politiquería, las
consecuencias de la corrupción, las consecuencias de los malos gobiernos y las
traiciones que se han cometido con la república. Junto tiene que estar todo el pueblo, porque,
¿cómo vamos a marchar por un lado unos y por otro lado otros?
En
esta hora de dar la batalla en favor de la justicia, todo el pueblo tiene que
estar junto; todo el que ha sufrido alguna injusticia tiene que estar
junto. Y los únicos interesados en que
no estemos juntos son los enemigos de la Revolución, los únicos interesados en
sembrar la intriga son los enemigos de la Revolución. De ninguna manera un hombre del pueblo puede dejarse
llevar por el prejuicio, de ninguna manera un hombre del pueblo puede dejarse
llevar por las aberraciones que le han sembrado en los siglos pasados.
No
hay nada más absurdo ni nada más criminal que la discriminación, porque la
discriminación no distingue de nada. La
discriminación aquí ha sido con el negro, y en otros lugares fue con el blanco
o con el trigueño o con el amarillo. Los
alemanes, que se creían una raza superior, persiguieron a los judíos porque
eran judíos, persiguieron a los yugoslavos porque eran yugoslavos, persiguieron
a los polacos porque eran polacos, persiguieron a los eslavos porque eran
eslavos, y en nombre de esos prejuicios cometieron los peores crímenes y las
peores depravaciones.
Nosotros,
que somos un pueblo en el que figuran hombres de todos los colores y de ningún
color; nosotros, que somos un pueblo constituido por distintos componentes
raciales, ¿cómo vamos a cometer la estupidez ni el absurdo de dar albergue al virus
de la discriminación?
Aquí
en esta multitud veo blancos y veo negros, porque el pueblo es eso, ¡el pueblo
está integrado por blancos y por negros y por mulatos y por hombres de todos
colores! (APLAUSOS y EXCLAMACIONES.)
Y
eso debe ser Cuba, eso es lo que debe predominar entre nosotros: si hay que defender
la Revolución y empuñar un fusil, que defendamos la Revolución blancos y negros
y mulatos; si hay que defender la patria, que empuñemos las armas blancos y
negros y mulatos y trigueños y rubios.
¿O es que aquí hay alguien tan insensato que a la hora del sacrificio,
que a la hora de pelear le diga a un hombre que está al lado con un fusil para
defenderle la vida y defender su causa: “Oye, quítate del lado mío y vete
porque tú eres negro”? ¿Quién va a hacer
eso? (APLAUSOS.)
Si
nosotros hubiésemos hecho eso, quizás la Revolución no se habría ganado; si
nosotros hubiésemos hecho eso, la batalla de El Uvero, que fue la primera y una
de las batallas que más contribuyeron al triunfo de la Revolución, no se habría
ganado, porque allí el que yo tenía al lado mío era un negro, ¡y ese fue el
compañero que salvó la situación! Cuando
yo digo esto todo el mundo sabe que lo digo sin demagogia, porque si algo
detesto, si algo aborrezco es la politiquería y la demagogia.
Inmediatamente,
algunos quisieron tomar aquellos planteamientos para suscitar problemas; es
decir, todo lo contrario de lo que nosotros queríamos. Nosotros queremos fomentar la hermandad, la
comprensión entre todos los cubanos. Y
cuando descubrí que había gente tratando de fomentar la división y de crear
conflictos, lo que dije:
“No, ahora más que nunca debe haber amistad entre todos los
cubanos, ahora más que nunca debe haber respeto entre todos los cubanos, ahora
más que nunca debe haber amabilidad entre todos los cubanos, para no darles la
menor oportunidad a los enemigos de la Revolución de sembrar el prejuicio y de
crear conflictos, porque eso es lo que quieren.
Y pedí —como pedí el otro día— más respeto, ahora más respeto que nunca,
ahora más comprensión que nunca y más amistad que nunca, porque lo que yo
quiero es precisamente unir, despertar el sentimiento revolucionario y de
justicia en el pueblo, desterrar los prejuicios.
No
hay nada más difícil que enfrentarse al prejuicio. Y es difícil porque la gente que tiene
prejuicios no piensa, la gente que tiene prejuicios no se detiene a pensar.
Les
salí al paso a las campañas y a las intrigas de los enemigos para pedirles a
todos los cubanos blancos y negros más comprensión, más confraternidad y más
respeto ahora que nunca, para ayudar al gobierno revolucionario a seguir
adelante con el pueblo unido, a seguir adelante en sus propósitos de justicia
no para unos cuantos, ¡que la justicia no ha de ser para unos cuantos, la
justicia ha de ser para todos! (APLAUSOS.) Y por eso es necesario que el pueblo se
detenga a pensar.
A
mí aquello me preocupó, a mí aquello me llamó la atención, y aquello me hizo
ver que el pueblo todavía tiene mucho que aprender, que el pueblo todavía tiene
mucho que madurarse, porque fácilmente lo hacen víctima del engaño, porque fácilmente
lo hacen víctima de la confusión (APLAUSOS)...
(INTERRUPCION EN LA GRABACION.)
Bueno,
yo lo que digo es que el pueblo tiene que estar a la altura de las
circunstancias, y no nos vaya a dejar embarcados a nosotros en esta Revolución. Porque ustedes no saben una cosa, y es que el
enemigo cuenta con recursos poderosos, que el enemigo cuenta con todos los
medios para engañar y para confundir, y que el enemigo haré todo lo posible por
debilitar la Revolución. (DEL PUBLICO LE
DICEN: “¡Pero
no cuenta con el pueblo!”) Sí, pero al
pueblo lo pueden confundir (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”). Por eso lo mantuvieron en la ignorancia, por
eso lo quisieron mantener en la ignorancia, porque nunca quisieron combatir el
analfabetismo, porque cuando el pueblo sabe es muy difícil engañarlo, si no,
¿por qué hay tantos analfabetos aquí en Cuba?
¿Por qué? Porque a los gobernantes
les interesaba mucho que los analfabetos siguieran siendo analfabetos aquí,
porque sabían que si el pueblo llegaba a adquirir un grado mayor de cultura,
todos esos intereses y todos esos tinglados electoreros y politiqueros se iban
por tierra. Ustedes lo saben.
Ustedes
son del interior de La Habana y, sin embargo, yo les voy a recordar una cosa,
les voy a hacer una crítica. ¿Qué pasó
en el año 1950 cuando aspiraron, por un lado, Eduardo Chibás
y, por otro lado, Virgilio Pérez? ¿En el
interior de La Habana quién ganó?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Virgilio!”) ¡Ah!, ganó
Virgilio. ¿Por qué? (EXCLAMACIONES DE: “¡Por la maquinaria!”) La maquinaria, si; pero él que votaba en las urnas
no era una maquinaria, eran los individuos.
A
ver, si digo aquí que levante la mano todo el que votó por Virgilio aquel día,
yo les aseguro que si hay sinceridad más de la mitad de la gente aquí levanta
la mano. No la levanten, que no hace
falta (ALGUIEN LE DICE ALGO). Bueno,
algunos, no; ya yo lo sé. Pero ahora no
me van a decir que más de la mitad de la gente no votó por Virgilio. Sin embargo, ¿quién era Virgilio Pérez? Había sido machadista, policía de Machado, y además
de todo eso un señor que se hizo millonario en el Instituto del Café.
Yo
no tengo especialmente nada contra él, ni me acordaba de que existía; pero
realmente me acordé ahora. Sin embargo,
¿ese señor por qué ganó? Porque había
maquinaria política. ¿Y la maquinaria
qué es? Pues es un conjunto de sargentos
políticos, un conjunto de “compadres” y de “comadres”, que ustedes saben bien
la política que hacían en el campo: “Compadre, tiene que votar por mi
amigo porque es el que nos ayuda, es el que nos resuelve, es el que le metió al
hijo suyo en el hospital, es el que le va a conseguir una beca para el otro
hijo y es el que le va a conseguir un trabajo para la hija.” Y a base de compadreo y a base de amiguismo
controlaban a los electores, porque en aquella elección no hubo ni bravas ni
trampas, ¡ni bravas ni trampas!
Comprometían al elector, lo comprometían, ¿comprenden?
¿Qué
quiere decir esto? Que las maquinarias
políticas tenían acogotado al pueblo, lo llevaban a actuar contra sus propios
intereses. Y claro, ¿podían
resolverse así los problemas de la república?
¿Podían resolverse? (EXCLAMACIONES
DE: “¡No!”)
Yo
no le echo la culpa al que votó por Virgilio, no señor; yo no le estoy ni
siquiera criticando eso, porque cuando el hombre es una consecuencia del medio
ambiente donde vive y es una consecuencia del atraso político y cultural, y es
una consecuencia de los vicios que tienen siglos, cuando su mentalidad es una
consecuencia de todo eso, lo que hay que hacer no es criticar a ese hombre sino
redimirlo del error, redimirlo de la ignorancia y prepararlo para una vida
mejor, enseñarlo a luchar por sus propios intereses y no por los intereses de
sus enemigos. Pero la gran verdad es que
en el campo las maquinarias políticas controlaban al electorado, y lo llevaban
a votar incluso por un ladrón, por un malversador.
En
eso es en lo que yo quiero que el pueblo piense para que encuentre en eso una
explicación de por qué no había más escuelas, de por qué aquí todo el mundo no
sabe leer y escribir, porque a los políticos les interesaba mantener al pueblo
en la ignorancia, porque un pueblo ignorante es el peor enemigo del progreso y
el mejor aliado que pueden tener los intereses creados, sembradores de
prejuicios y sembradores de fanatismo.
En
un pueblo ignorante se puede sembrar el prejuicio y se puede sembrar el
fanatismo. Por eso el pueblo de Cuba
tiene que aprender mucho. Aquí tienen
que aprender no solo los niños, aquí tienen que aprender los grandes también;
los grandes tienen que aprender a pensar y a observar. Por ejemplo, a mí me parece que hay muchas
personas que se creen que una revolución es un paseo triunfal. Pues yo quiero decirles que una revolución es
una cosa muy dura, y que la lucha no ha terminado ni mucho menos, que la lucha
está empezando, y que esta etapa de la Revolución es una etapa tan difícil o
más difícil que la anterior.
A
los que crean que vamos a recoger los mangos bajitos o que vamos a comernos la
fruta ya madura, les digo que no, que todo lo contrario, que los frutos de la
Revolución no van a llegar de un día para otro, porque tenemos que trabajar
mucho y tenemos que luchar mucho. Nadie vaya
a creer que va a conquistar la felicidad de un día para otro.
El
pueblo tiene que tener mucha conciencia de que el camino de la Revolución es un
camino largo, es un camino difícil y es un camino duro, y que la Revolución
tiene que vencer muchos obstáculos, que el problema no es que vayamos nosotros
a poder resolver todos los problemas aquí en el acto, que los frutos tenemos
que sembrarlos; los frutos, si queremos percibirlos, tenemos que primero
sembrarlos, regarlos, cultivarlos y después cosecharlos. Ahora, todo lo más, estamos abriendo el
surco.
Es
bueno que advierta esto porque los enemigos de la Revolución pueden, inclusive,
utilizar la impaciencia del pueblo. Como
la Revolución no puede ser una obra que se realice en el acto, que se realice
en cuestión de semanas o de meses, los enemigos de la Revolución pueden empezar
a explotar la impaciencia del pueblo y aprovecharla en su favor para
desilusionar al pueblo, para desengañar al pueblo, para confundir al pueblo.
Lo
que yo decía frente al Palacio, a raíz de la manifestación obrera, es que
nosotros tenemos que luchar principalmente para nuestros hijos. No quiere decir eso que deje de mejorar el
pueblo. El pueblo va a mejorar
extraordinariamente con la Revolución, las medidas de la Revolución van a
llevar extraordinario beneficio al pueblo, desde luego; pero no lo van a llevar
en un día, será cuestión de trabajar mucho y de saber esperar.
Ahora
tenemos por delante la reforma agraria, que es la obra cumbre de la
Revolución. ¿Quiere decir eso que tan
pronto dictemos la ley agraria toda la agricultura va a estar organizada? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Que todos los campos van a estar
sembrados? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¡No!
Tenemos que trabajar mucho.
Hay
que organizar la agricultura, distribuir las zonas de cultivo, preparar a los
campesinos, porque no es cuestión de que empecemos a mandar tractores. Si no saben manejar los tractores, los rompen
y no hacemos nada con ellos, si no tienen créditos, si no tienen semillas. No es cuestión de sembrar cualquier cosa, hay
que sembrar el tipo de semilla ideal.
Por
ejemplo, yo veo que por ahí se siembran melones. Recogen las semillas de otros melones y las
siembran y salen unos melones chiquiticos (RISAS). Si en vez de sembrar esos melones, obtuvieran
un sobrecito de semillas especiales, sacarían unos melones de este tamaño. Y así pasa con casi todas las frutas.
No
es cuestión de sembrar cualquier cosa; sembrar, injertar, mejorar la
agricultura, sembrar el producto adecuado, no para comer solamente sino para
vender, porque el campesino no hace nada con tener su pedacito de tierra donde
sembrar malanga, ñame, boniato; no. El
problema es sembrar algo que lo pueda vender y obtener ingresos para comprar
ropa, herramientas y todo lo que él necesita, porque lo que queremos no es
solamente que tenga tierra donde sembrar para comer, sino que tenga tierra
donde sembrar un producto para vender.
No
es cuestión de sembrar cualquier cosa, sino sembrar en la época del año
adecuada, utilizar el regadío y utilizar toda la técnica, toda la técnica más
adelantada para lograr extraer de la tierra el máximo de productos.
No
se sabe lo que vale el conocimiento técnico, la preparación del pueblo para
dedicarse a la tarea de crear y de producir.
Por ejemplo, esta mañana yo conversaba con dos ingenieros holandeses,
que vinieron desde Holanda a prestarnos sus servicios técnicos en la desecación
de la Ciénaga de Zapata, y les preguntaba sobre Holanda. Los holandeses han tenido que quitarle tierra
al mar, porque no les alcanzaba lo que tenían.
Holanda
es del tamaño de la provincia de Oriente.
Tiene 12 millones de habitantes, y solamente hay en este momento 100 000
personas sin trabajo; además, Holanda tiene un invierno que imposibilita la
agricultura durante una parte del año.
Nosotros tenemos 110 000 kilómetros cuadrados, tenemos la mitad de
la población de Holanda; sin embargo, aquí hay 700 000 personas sin trabajo.
En
aquel pueblo, mayor que el de nosotros, en una tierra más pobre que la de
nosotros, allí se aprovecha cada hectárea de terreno, cada pulgada de terreno,
y se aprovecha debidamente. Allí se ha
desarrollado una industria; allí, un pueblo limitado por la naturaleza, con una
tierra más pobre que la nuestra, tiene un estándar de vida muy superior al
nuestro.
Nosotros
tenemos por delante, con la reforma agraria, un trabajo muy grande, no solo
distribuir las tierras, convertir en propietarios a todos los pequeños
aparceros, arrendatarios y precaristas.
Hoy
al mediodía hice escala en una finca. Me
bajé, hablé con un campesino que tenía una caballería y media de tierra, y le dije: “¿Usted no sabe que
de acuerdo con la Ley 2 de la Sierra Maestra usted tiene derecho a la propiedad
de este pedazo de tierra arrendada, que el Estado se lo va a dar gratuitamente,
pagándoselo al propietario?” ¡Y aquel
hombre no sabía eso!
Hay
muchos pequeños arrendatarios, aparceros y precaristas que todavía no saben que
tienen derecho a la propiedad de esa tierra y que, tan pronto la ley agraria
—porque existe la ley de la Sierra Maestra, pero vamos a aprobar una ley que
incluya también el latifundio— se apruebe, todos los arrendatarios, aparceros,
precaristas, posesionarios de cualquier tipo que
tengan una parcela de dos caballerías o menos, recibirán gratuitamente la
propiedad de esa tierra (APLAUSOS).
¡Pues hay mucha gente que no sabe eso todavía!
En
el central Australia me encontré con que una compañía de favorecidos de la
dictadura tiene arrendada la tierra y tiene arrendado el central, y en una
tierra del Estado le estaban cobrando renta a 300 colonos. Eso es el colmo, ¡una compañía privada
cobrando rentas en tierras del Estado a los colonos! Y yo les dije: “Esa tierra es del Estado. Por lo tanto, ustedes no tienen que pagar más
renta, porque de acuerdo con la Ley 2 de la Sierra Maestra, vigente, los que
están en tierras del Estado no pueden pagarle renta a nadie” (APLAUSOS).
Luego
entonces, es verdad que el pueblo tiene que aprender.
¿Cómo
es posible que a estas horas haya pequeños arrendatarios, colonos, aparceros y
precaristas que no sepan que la Revolución les da derecho a la propiedad de la
tierra sin pagarla? Si tienen más de dos
caballerías o menos de cinco, tienen derecho a que el Estado les dé dos y a
comprar las otras hasta cinco, o hasta cuatro, o hasta tres, de acuerdo con lo
que tengan ocupado. Pero, además, el que
tiene más de cinco —seis, siete,
ocho— y sea colono o arrendatario, tendrá derecho a comprarla. No le regalará el Estado ninguna al que tiene
más de cinco, pero le da derecho a comprarla.
Estas
cosas las tiene que conocer el pueblo.
Luego,
la tarea del Instituto Nacional de Reforma Agraria, que será creado muy pronto,
es una tarea inmensa. Y nadie piense que
va a ser feliz al otro día de tener la propiedad de la tierra.
La
Revolución les va a dar algo más que la tierra a los campesinos: les va a hacer
casas decentes, y tampoco se las va a cobrar; ni les va a cobrar la tierra ni
les va a cobrar las casas (APLAUSOS).
Los tractores y los arados sí se los va a cobrar al precio de costo, sin
intereses, en un período de cuatro, cinco o seis años, los que quieran; los
instrumentos de trabajo, sí, porque es necesario que los aprecien, es necesario
que los conserven. Si se los regalamos,
posiblemente no los cuiden tanto como si los compran (APLAUSOS).
Les
daremos créditos, créditos baratos. El
crédito actualmente es del 7% y el 8%.
¿Por qué? Porque el BANFAIC pide
prestado para prestar. Tenemos que hacer
una ley para que los créditos agrícolas no sean superiores nunca al 5%,
modificar el BANFAIC y dotarlo de los recursos propios necesarios para que le
pueda prestar al campesino a bajo precio.
Pero
no solo eso, tenemos que organizar los mercados, tenemos que acabar con los
intermediarios que especulan con los productos agrícolas pagándoselos barato a
los campesinos y vendiéndoselos caro al pueblo (APLAUSOS). Desde ahora lo digo: ¡el intermediario que especula con los
productos agrícolas no tiene razón de ser!
Ese es un parásito que lo que hace es sacrificar por un lado a los
campesinos y sacrificar por el otro a los consumidores.
Luego,
la reforma agraria es un trabajo enorme.
Hay
que buscar mercados. Hay que organizar
la producción de manera que cada cual produzca de acuerdo con la demanda y no
más de la demanda existente, para evitar que los productos sobren. Hay que indicarle a cada campesino los
productos que debe sembrar y organizar la producción general.
Hay
que reestructurar el Instituto del Azúcar.
Hay que reestructurar la Caja de Estabilización del Tabaco. Hay que reestructurar todos esos
organismos. ¿Por qué? Porque nosotros hemos recibido el país
completamente desorganizado:
la agricultura desorganizada, los pequeños cosecheros de tabaco arruinados. Nos encontramos con que hay miles y miles de pequeños
cosecheros que están en la miseria.
Aquí
una gran cantidad de personas fumaban cigarros norteamericanos que venían de
contrabando, mientras los campesinos cosecheros de tabaco estaban pasando
hambre (APLAUSOS). Aquí pasaba lo mismo
que con la industria textil, que mientras venían aviones y aviones diariamente
cargados de artículos de tejidos de contrabando, había de 10 a 12 fábricas de
tejidos paradas y otras trabajaban dos o tres días solamente. Ahora se acabó el contrabando de tejidos, se
acabó el contrabando de cigarritos norteamericanos y, además, hay mucha gente
que antes fumaba cigarros norteamericanos y ahora no quiere fumar cigarros
norteamericanos, quiere fumar cigarros cubanos (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Pero
todavía tenemos muchos problemas por resolver.
En el sector tabacalero, por ejemplo, tenemos muchos problemas que
resolver. Hay muchos torcedores,
pequeños productores de tabaco, cosecheros, que están en la peor situación
económica y cuyos problemas tiene que estudiarlos la Revolución para
resolverlos.
Ha
habido un aumento, por ejemplo, en el consumo de tabaco; ha habido un aumento
en la venta de cigarros y de tabacos. Si
eso se ha logrado, los beneficios deben ir no para los que están ganando
más. Por ejemplo, hay determinados
sectores en el tabaco que ganan mucho más que otros; hay, por ejemplo,
vendedores que tienen entradas altísimas, y si un vendedor está ganando 500
pesos y aumenta la venta del cigarro, lo justo es que las ventajas del aumento
vayan a parar a los escogedores, o a los cosecheros, o a los vegueros que están
pasando hambre (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Antes que nada, siempre que haya una mejora en un sector industrial, que
los beneficios vayan primeramente a los que tienen menos ingresos dentro del
sector. Siempre que haya una mejora en
cualquier sector, los beneficios deben ir a aquellos elementos de ese sector de
la producción que tienen menos ingresos.
Tenemos
que reestructurar el Instituto del Azúcar para darles participación no solo a
los hacendados, sino también a los obreros y a los colonos en el Instituto del
Azúcar (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS), porque el azúcar no solo interesa a los
hacendados, el azúcar interesa a todo el pueblo, el azúcar interesa a los
trabajadores, a los colonos y al pueblo en general, porque el azúcar es la
primera industria del país.
En
la agricultura tenemos que revolucionarlo todo, tenemos que tecnificarlo
todo. Da pena que Cuba, con unas tierras
tan ricas, entre los países productores de azúcar el país que obtiene más bajos
rendimientos por caballería es Cuba; entre los países productores de azúcar el
que obtiene menos caña por caballería es Cuba.
¡Y luego no quieren que se acabe el latifundio! Pues sí señor, se tiene que acabar el
latifundio, para que siembren más caña en menos tierra, para que críen más
ganado en menos tierra, para que produzcan más artículos en menos tierra.
Aquí
el latifundista es el ingeniero agrónomo de su finca, el veterinario de su
finca, el abogado de su finca, el contador de su finca, y no le da chance a
nadie. Por eso aquí no hay estímulos
para las profesiones técnicas. Por eso
aquí el ingeniero se muere de hambre, el veterinario no tiene trabajo, porque
el latifundio... (EXCLAMACIONES.)
La
reforma agraria es la obra cumbre de la Revolución, y estoy seguro de que
nunca, en ninguna revolución, en ninguna parte del mundo, la reforma agraria ha
tenido la simpatía que tiene hoy en Cuba, el respaldo que tiene hoy en
Cuba. El pueblo ha comprendido
perfectamente que tenemos que empezar por la tierra, que tenemos que empezar a
resolver nuestros problemas a través de la reforma agraria. El pueblo ha comprendido que el país no puede
marchar adelante sin la reforma agraria.
Solamente
la reforma agraria va a absorber más del 60% de los desempleados que hay en
Cuba. Y no solamente vamos a proscribir
el latifundio, no solamente vamos a poner un límite máximo para el cultivo en
cada finca, sino también vamos a desecar todos los lugares que se puedan
desecar; vamos a recuperar toda la tierra que podamos recuperar de los lugares
que hoy son improductivos como la Ciénaga de Zapata, la ciénaga de Morón, los
bajos del Cauto, la ciénaga de Guanahacabibes.
Simultáneamente vamos a hacer una tarea de desecación y, por lo tanto,
no solamente vamos a disponer de todas las tierras que excedan al límite que
establece la ley, sino que vamos a disponer de todas las tierras que hoy no se
pueden siquiera cultivar porque hay que prepararlas.
El
pueblo ha comprendido que la batalla más importante es la batalla de la reforma
agraria, y el hecho de que todo el pueblo esté con ella, el hecho de que todos
los obreros hayan contribuido, el hecho de que la ciudad se haya volcado por
entero en favor de la reforma agraria, el hecho de que hasta los niños
entreguen los centavitos que tienen para merendar, que los niñitos de la
escuela pública —que son los más pobrecitos— entreguen en un sobre sus centavos
para la reforma agraria (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS), demuestra hasta qué punto
ha penetrado en el corazón del pueblo esa medida revolucionaria, hasta qué
punto el pueblo ha comprendido que el primer paso es la reforma agraria, no
solo en beneficio de los campesinos, que van a tener tierras, sino en beneficio
del hombre de la ciudad. Porque si el
campesino no tiene con qué comprar, las fábricas se paralizan; si el campesino
no tiene con qué comprar, el obrero en la ciudad no tiene a quién venderle sus
productos, el obrero en la ciudad no tiene dónde trabajar.
Si
nosotros logramos aumentar el ingreso de los campesinos en 500 millones de
pesos en un plazo de cinco años, serán 500 millones de pesos más que el
campesino gastará en las ciudades, porque el campesino su dinero no lo gasta en
productos del campo, lo gasta en productos de la ciudad. Se va a beneficiar el obrero, se va a
beneficiar el industrial, se va a beneficiar el comerciante en las ciudades,
sobre todo el comerciante que practique la buena doctrina de vender más a menos
precio, en vez de vender menos a mayor precio.
Encarecer los artículos por el camino no solamente perjudica al
consumidor sino que perjudica al industrial, porque el pueblo compra menos y el
obrero entonces tiene menos trabajo en la fábrica; encarecer los artículos por
el camino es antieconómico y va en perjuicio de unos y de otros.
La
reforma agraria beneficiará al comerciante que practique la buena doctrina de
vender más a menos precio, en beneficio del consumidor y en beneficio del
industrial y del obrero. Eso lo ha
comprendido el pueblo, y por eso le ha dado tanto respaldo a la reforma
agraria. Ese entusiasmo y ese respaldo
tienen que seguir adelante, sobre todo aquí, sobre todo en las poblaciones del
interior de la república, muy especialmente Güines, que es un centro
eminentemente agrícola, aquí donde se estableció la primera comunidad regante
que yo sé que no beneficia a todos.
El
regadío es otra de las medidas que tiene que fomentar el gobierno
revolucionario, para que tengan agua no solamente los que hoy la tienen, sino
que la tengan también los que no la tienen (APLAUSOS), estudiando las
condiciones hidráulicas del suelo, haciendo embalses, cavando pozos,
construyendo lagunas artificiales y, en fin, cuantas medidas sean necesarias
para resolver el problema del agua que es fundamental en la agricultura.
Los
cultivos no solamente deberán tener regadíos, sino también deberán ser
abonados. Y los cultivos no solamente
deberán tener abono y regadío, sino que han de tener dirección técnica. Y no solamente abono, regadío y dirección
técnica, sino también maquinaria agrícola para producir a más bajo costo.
Hay
que poner todos los beneficios de la máquina en favor del campesino: que no haya una
sola finca sin tractor; que no haya una sola finca sin créditos; que no haya
una sola finca sin dirección técnica.
Nosotros
tenemos que colocar nuestra agricultura entre las mejores del mundo, entre las
más adelantadas del mundo, porque si Cuba es una de las tierras más fértiles
del mundo, ¿por qué nuestra agricultura tiene que estar atrasada? Nuestra agricultura tiene que estar entre las
más adelantadas del mundo.
Así
que la reforma agraria no será solamente cuestión de promulgar la ley, de
buscar tractores, de buscar créditos, de repartir la tierra; tenemos que hacer
un gran trabajo, y necesitamos la colaboración sobre todo de los
campesinos. Con un campesinado próspero
podrá desarrollarse la industria.
Lo
que tienen que hacer los hacendados después de la reforma agraria es convertir
los centrales en centros industriales, convertir los centrales en unidades
industriales, invertir el dinero en nuevas industrias, elaborar el bagazo de
caña, elaborar los productos derivados del azúcar, y establecer cuantas
industrias tengan mercado en Cuba o puedan tener mercado fuera de Cuba. Lo que tienen que hacer los hacendados, si
quieren colaborar con la Revolución, no es solamente entregar tanta cantidad de
dinero para la reforma agraria, porque tienen que resignarse a que van a contar
con un límite de tierras, tienen que resignarse a una ley que va a limitar la
cantidad de tierra disponible. Y no solo
eso, tendrán que cumplir las disposiciones de la Ley de Coordinación Azucarera
sobre las cañas de administración: el central debe ser una cosa y el
cultivo de la caña debe ser otra (APLAUSOS); quererlo monopolizar todo va contra
la economía. El central, que sea central,
y el cultivo de la caña, que sea empresa de los pequeños colonos y de los
colonos en general, porque hay que darles oportunidades de vivir a los demás.
El
hacendado lo que debe hacer es convertir el ingenio en un centro industrial, no
conformarse con moler caña. Que ponga y
establezca fábricas para extraer la pulpa del bagazo de caña, que es un
artículo que tiene demanda en el mercado mundial, que es el sustitutivo de la
pulpa de madera, cuyas reservas se van agotando en el mundo; que establezca
cuantas industrias tengan mercado nacional e internacional. He ahí una buena colaboración de los
hacendados con la Revolución:
que inviertan su dinero en industrias y que conviertan los centrales
azucareros en unidades industriales, para darle trabajo al que no tiene, para
darles trabajo a los hijos y a los nietos de los obreros azucareros, para que
el obrero azucarero no solamente trabaje tres meses sino para que trabaje todo
el año (APLAUSOS).
Lo
que hay que hacer, si se quiere ayudar a la Revolución, es fomentar la creación
de cooperativas de consumo en todos los centrales azucareros, para que los
obreros azucareros paguen los artículos a precios de costo y no tengan que
pagar allí los artículos mucho más caro en beneficio del propio central, como ocurre
muchas veces. Eso de querer acaparar el
central, el centro comercial, la tierra, la caña, es querer acapararlo todo,
señores.
Nosotros
queremos hacer una distribución más justa de la economía del país, nosotros
queremos hacer una distribución más equitativa.
No es posible ni es justo que mientras unos andan viajando por Europa,
mientras unos disfrutan de cientos de miles de pesos, haya gente muriéndose de
hambre, haya obreros cruzados de brazos cuyos hijos están pasando hambre
(APLAUSOS). Entendemos que promover una
política más justa es deber de la Revolución.
Nosotros
no queremos arruinar a nadie, nosotros no queremos quitarle el central
azucarero al dueño del central azucarero.
Nosotros lo que queremos es que establezca nuevas industrias, que no
dedique su dinero a la especulación, que no dedique su dinero a construir
edificios de apartamentos, que no se lleve su dinero para afuera, que no guarde
su dinero en los bancos, sino que lo invierta en la industria para ayudar a
resolver el grave problema social, porque si los trabajadores lo ayudaron a
obtener ese dinero, justo es que ayude también a los trabajadores a obtener más
trabajo y a ganarse su sustento (APLAUSOS).
Nosotros
no queremos quitarles los centrales a los hacendados. Lo que queremos es que esos centrales dejen
de echar humo tres meses al año para que allí, junto al central, haya fábricas
que estén echando humo todo el año (APLAUSOS).
Nosotros lo que queremos es que no se mueran de hambre los obreros azucareros,
ni los obreros agrícolas en el campo, que trabajan solamente tres meses y que
desde antes de empezar la zafra ya lo deben todo. Nosotros lo que queremos es que colaboren con
la Revolución y que colaboren con el pueblo, porque no es justo que los beneficios
de nuestra riqueza los perciban solo unos cuantos; es justo que ese dinero
—cuando menos— se invierta en buscar la manera de enriquecer al país, en buscar
la manera de enriquecer al pueblo. ¿Que
ganen? ¡Está bien!, pero que ganen
ayudando a los demás, que ganen ayudando a los que ayudaron a labrar esa
fortuna, que ganen ayudando al pueblo (APLAUSOS).
Nada
tienen que temer los hacendados si siguen esa política, nada tienen que temer
los hacendados si colaboran con el pueblo y con la Revolución después de la
reforma agraria; no sea que después de la reforma agraria, porque establezca un
límite máximo de la tierra, se retraigan y no quieran ayudar, porque si eso
ocurriera en Cuba lo lamentaríamos mucho.
Si viene un retraimiento, si lo que quieren es arruinar a la Revolución,
la Revolución no vacilará en tomar las medidas que sean necesarias. ¡La Revolución no se detendrá ante nada y
ante nadie! (APLAUSOS.)
¡Colaboren
con nosotros y tendrán garantías! ¡Ayuden
al pueblo y tendrán garantías! ¡Ayuden a
la patria y tendrán garantías! ¡Ayuden
al trabajador y tendrán garantías! ¡Ayuden
a la Revolución y tendrán garantías! (APLAUSOS.)
Lo
que tienen que hacer es cambiar de inversión, pensar en nuevas industrias y no
pensar en estar explotando la tierra a 35 000 ó 40 000 arrobas por caballería,
porque eso va contra el progreso del país, eso va contra la economía del país,
y la Revolución y el gobierno revolucionario no pueden permitir nada que vaya
contra el progreso y contra la economía del país.
¡Ayuden
a la Revolución y la Revolución será considerada con ustedes! ¡Ayuden al pueblo y el pueblo será considerado
con ustedes! Eso sí, no cometan el error
de combatir la Revolución, porque esa sería una reacción errónea, una reacción
equivocada.
Nosotros
no hacemos la reforma agraria por disgustar a nadie, nosotros no hacemos la
reforma agraria por perjudicar a nadie; nosotros hacemos la reforma agraria
porque es necesaria para el bien del país, porque es necesaria para el progreso
de Cuba, porque es necesaria para resolver las necesidades de los campesinos y
de los trabajadores, porque es necesaria para establecer un mercado de consumo
interno sobre el cual pueda desarrollarse la industria nacional.
Nosotros
no hacemos la reforma agraria por amargar a nadie, ni por odio contra nadie;
nosotros hacemos la reforma agraria porque es una necesidad esencial de nuestra
patria, ¡y nuestro deber es hacer aquello que convenga a la patria! (APLAUSOS.)
Por tanto, sería egoísta y sería antipatriótico retraerse, sería propio
de cobardes atemorizarse ante las medidas revolucionarias. Los cobardes nunca llegan a ningún lado.
Los
hacendados no deben reaccionar cobardemente, deben reaccionar valientemente,
respaldar esa medida y decir:
aunque se haya hecho una reforma agraria, vamos a invertir todos
nuestros créditos y todos nuestros capitales en desarrollar industrias
alrededor de los ingenios. Eso es lo que
le convendría a Cuba y les convendría a ellos, porque con eso la Revolución marcharía
hacia adelante con su ayuda y no se vería en la necesidad de tomar medidas
contra ellos, no se vería en la necesidad de tomar medidas para perjudicarlos.
Desde
luego, hablo con entera franqueza y con entera sinceridad, que nos ayuden y
tendrán todas las garantías; si no nos ayudan, no tendrán ninguna garantía
(APLAUSOS).
Más
claro no puedo hablar, como les hablo también a los industriales, que no tienen
que escandalizarse ni atemorizarse por un paso de jicotea porque, en
definitiva, nunca ha habido menos huelgas que ahora, nunca ha habido más paz
que ahora. Precisamente, gracias al
espíritu revolucionario de los obreros azucareros hay zafra, y gracias al
espíritu revolucionario de los obreros industriales las industrias textileras
están andando, las industrias alcoholeras empezaron a funcionar, nuevas
fábricas están estableciéndose. Gracias
al espíritu de sacrificio de los obreros, que les hemos pedido la máxima
colaboración, la colaboración a su gobierno, hay calma.
¿Por
uno o dos pasos de jicotea van a alarmarse los industriales y van a tomar eso
como pretexto para decir que aquí no se puede invertir? Bueno, ha habido uno o dos pasos de
jicotea. También a la gente la han
tenido ahí a paso de cangrejo hace 50 años haciéndole dar marcha atrás, que
nada de extraño tiene un paso de jicotea.
Y a pesar de todo, no han sido muchos, han sido mínimos; no pueden tomar
eso como pretexto para decir que no hay garantía.
¡Ah!,
si la garantía consiste en que hay que permitir botar al que quieran del
trabajo, les decimos que no, porque eso no es justo en ningún sentido
(APLAUSOS); si la garantía consiste en permitir que paguen salarios de hambre,
les decimos que no, porque eso no lo permitiremos jamás (APLAUSOS). Pero si la garantía consiste en que van a
tener un mercado donde vender sus productos, les decimos que sí. Si la garantía consiste en que van a poder
comprar tierras barato donde establecer sus maquinarias, les hemos dicho que sí,
porque la Ley de Reforma Urbana permitirá a los que quieran establecer
industrias obtener solares a un precio bajísimo, y no como ocurría antes que
costaba más el terreno que la maquinaria.
Si la garantía consiste en que habrá un gobierno honrado que administre
honestamente los fondos del país, les decimos que sí. Si la garantía consiste en que el producto de
los impuestos no se lo van a robar, ni se lo van a llevar a Estados Unidos ni a
Suiza, sino que se va a gastar en obras públicas, en el pago a los maestros, a
los empleados públicos, a la asistencia social y a todos los servicios en
general, les diremos que sí, que habrá dinero en el país, y dinero abundante,
porque nadie se lo va a robar.
Antes,
bajo la dictadura, se robaban el dinero, se lo llevaban para los bancos
extranjeros; las reservas monetarias las agotaron, estuvimos a punto de que el
peso fuese devaluado. Incluso, tenemos
que luchar enormemente para elevar las reservas monetarias, porque dejaron
prácticamente agotadas nuestras reservas monetarias, y el peso iba a ser
devaluado.
¿Qué
hubiera ocurrido aquí si el peso hubiese sido devaluado? Que se arruinaba todo el mundo, que todo el
mundo perdía, perdía el comerciante, perdía el industrial, perdía el que tiene
su dinero depositado en los bancos, porque el que hubiera tenido 10 000
pesos depositados en los bancos, si la moneda se devalúa, pierde 4 000 ó
3 000 ó 5 000 pesos.
¿Qué
hizo la Revolución? Vino con tiempo
suficiente para salvar el peso; vino con tiempo suficiente para empezar una
política de ahorro (APLAUSOS); vino con tiempo suficiente para lanzar una
consigna nacionalista de consumir artículos del país, de consumir artículos
nacionales para ahorrar divisas y salvar a nuestro peso de una devaluación;
vino con tiempo suficiente para aumentar la venta (INTERRUPCION EN LA
GRABACION).
¿Se
pueden quejar los industriales? ¿Se
pueden quejar los comerciantes? ¿Se
pueden quejar los hombres de dinero? No
se pueden quejar, porque la Revolución vino a salvar el peso cubano del
desastre, la Revolución vino a salvar la moneda, la Revolución vino a defender
la industria nacional, la Revolución vino a defender el consumo de los artículos
del país, la Revolución vino a parar aquel torrente de oro que se marchaba a
los bancos extranjeros; la Revolución, incluso, está cargando con todas las
deudas pasadas, y las está cargando por no arruinar el crédito bancario, por no
crear perturbaciones.
Si
se quejan de la Revolución es porque quieren, si se quejan de la Revolución es
porque son egoístas, si se quejan de la Revolución es porque son unos ingratos,
si se quejan de la Revolución es porque son muy malagradecidos (APLAUSOS),
porque la Revolución vino a prestarles a ellos tantos beneficios como al
pueblo, porque la Revolución en definitiva les prestó a ellos más beneficios
que al propio pueblo, porque el propio pueblo no tenía nada y, por lo tanto, no
tenía nada que perder, y ellos tenían mucho y tenían mucho que perder, ¡y
gracias a la Revolución no se han arruinado todos! (APLAUSOS.)
Aquí
se saben ya las “garantías” que tenía el capital con la dictadura: la garantía de que
Batista, Papo, Morales del Castillo y compañía eran los dueños de todos los
negocios que se establecían aquí, eran los dueños de todas las industrias
nuevas que se ponían. Aquí nadie tenía
oportunidades.
La
Revolución, en cambio, le da oportunidades a todo el que quiera poner una
industria, y no le pide dinero, ni le pide comisión, ni le pide que la lleve en
el negocio. Ningún funcionario del
gobierno revolucionario va a exigirle a ningún comerciante dinero, ningún policía
va allí a tomarse el café y a fumarse el tabaco gratis (APLAUSOS); ningún
inspector se aparece ahora en las oficinas, en las fábricas, a extorsionar al
industrial, ni a extorsionar a la administración, ni a extorsionar al
comerciante. Han vivido toda la vida la industria
y el comercio bajo una plaga de inspectores rapaces que no hacían más que estar
saqueando; han vivido toda la vida el comercio y la industria bajo una plaga de
agentes llamados “del orden” que no hacían más que coger gratis y cobrarle
barato aquí a todo el mundo.
Vino
la Revolución a adecentar nuestras costumbres, a acabar con todos esos
vicios. ¡Bien malagradecidos son si no lo
reconocen, bien malagradecidos son si no la ayudan, bien inconscientes son si
no comprenden que la Revolución ha traído para ellos tantos beneficios como ha
traído para todo el pueblo! (APLAUSOS.)
Y
aun a los mismos a quienes la Revolución haya perjudicado, como son los dueños
de edificios de apartamentos, es verdad que sus rentas pueden haber disminuido;
pero también es verdad que hoy salen sus esposas a la calle y se les respeta
(APLAUSOS); también es verdad que hoy salen sus hijos a la calle y se les
respeta, nadie se los tortura y nadie se los mata (APLAUSOS); también es verdad
que hoy viven en paz, en la seguridad de que no volverán los esbirros a sembrar
el terror, no volverán los esbirros en horas de la noche a arrancar a los
jóvenes del seno de sus hogares (APLAUSOS).
Es
verdad que sus ganancias pueden haber disminuido, pero a cambio de ello viven
sin miedo, viven en libertad, viven sin el temor de perder a sus seres
queridos, porque el triunfo de la Revolución, el respeto y la libertad que la
Revolución trajo para el pueblo, no solamente ha beneficiado a los hombres
humildes, ha beneficiado también a aquellos que tenían recursos y que tenían
con abundancia los medios materiales necesarios y más que necesarios.
Los
beneficios que el más humilde obrero, los beneficios que el más humilde
campesino recibió al ser recobrada la libertad, los recobró también, al mismo
tiempo, el más rico de todos los ricos y el más pudiente de todos los pudientes;
los beneficios de la Revolución los alcanzaron a ellos por igual (APLAUSOS).
Hay
que ser demasiado egoísta, hay que ser demasiado insensible y hay que ser
demasiado ingrato para no comprender que la Revolución los ha beneficiado a
todos, que la Revolución los ha salvado a todos. El hecho de que nosotros no hayamos estado dispuestos
a seguir la rutina de los gobernantes anteriores; el hecho de que nosotros
estemos convencidos de que nuestro deber es llevar los beneficios de la
Revolución sobre todo a aquellos sectores que más lo necesitan, sobre todo a
aquella parte del país que más olvidada ha estado, que más abandonada ha
estado; el hecho de que la Revolución se preocupe de los pobres y de los
humildes, de los campesinos, de los obreros, del negro, del niño analfabeto y
pobre, de hacer escuelas, de llevar los beneficios materiales y espirituales a
aquellos sectores del pueblo que han sido siempre olvidados por todos los
gobiernos, no es razón para que nos pongan mala cara, ni es razón para que los
intereses creados traten de llenarnos el camino de obstáculos; no es razón para
habernos ganado el odio de unos cuantos porque les hemos privado, en sus
ganancias, de unos míseros pesos.
La
patria está por encima de unos pesos miserables, los derechos del pueblo están
por encima de esos intereses, los derechos del hombre, como hombre, son mil
veces más sagrados y mil veces más respetables que el exceso de ganancias de un
sector minoritario del pueblo.
Yo
no soy enemigo de los ricos, yo no soy enemigo de nadie; yo lo que soy es amigo
de los humildes, amigos de los pobres, amigo de los sufridos y amigo del pueblo
(APLAUSOS). Enemigo de nadie soy, pero
amigo de los que necesitan de nosotros sí soy.
Yo no soy enemigo de las clases pudientes, yo lo que soy es amigo de los
que nada tienen (APLAUSOS). Y, en
definitiva, yo también pude haber sido rico y yo también pude haber sido
pudiente; sin embargo, he renunciado gustoso a todo eso por dedicarme a esta
que es mi vocación, y por dedicarme a esto que es mi sentimiento, y por
dedicarme a esto que es mi deber (APLAUSOS).
Por
lo tanto, yo creo que tanta obligación tienen los demás como yo; tanta
obligación tienen...
(INTERRUPCION EN LA GRABACION)...
de esta tierra como yo. ¡Y más
obligación que nadie tienen aquellos que más que nadie han disfrutado de los
frutos y de la riqueza de esta tierra!
(APLAUSOS.) ¡Más obligación que
nadie tienen aquellos que son los únicos que han disfrutado de la patria! Porque patria no hubo aquí nunca para el
campesino que estaba pasando hambre; patria no hubo aquí nunca para el infeliz;
patria no hubo nunca para aquel que, queriendo trabajar, no encontraba trabajo.
No
se le puede decir al que pasó hambre que tenía patria. De la patria habrá disfrutado una parte del
pueblo; pero de la patria no ha disfrutado todo el pueblo. Nuestro principio es que de la patria
disfrute todo el pueblo, nuestra justicia es que de la patria disfrute todo el
pueblo (APLAUSOS).
No
es que queramos volver pobre al rico, lo que queremos es que no haya ningún
pobre que se acueste sin comer, lo que queremos es que no haya ningún cubano
pasando hambre (APLAUSOS). No es que
combatamos la riqueza, lo que hacemos es combatir la miseria. No es que combatamos la riqueza, sino que
combatimos la pobreza.
Que
haya ricos no nos importa, mientras hasta el más humilde cubano tenga comida y
tenga casa y tenga ropa y tenga educación y tenga descanso (APLAUSOS). No me importa que haya ricos con tal de que
no haya cubanos pasando hambre, con tal de que no haya niños descalzos, con tal
de que no haya niños analfabetos. No hay
derecho a que algunos aspiren para sus hijos los mejores colegios y las mejores
universidades y los mejores zapatos y las mejores ropas, mientras sean indiferentes
a los niños que no tienen ni casa, ni comida, ni escuela, ni ropa, ni zapatos, ni
medicinas, ni nada, señores (APLAUSOS).
Lo
que queremos es llevar la felicidad a aquellos que nunca han podido disfrutar
de nada, a aquellos que nunca han ido ni a un cine, a aquellos que no saben lo
que es un parque, a aquellos que no saben lo que es un juguete el Día de los
Reyes, a aquellos que no saben lo que es una medicina o una patente cuando se
enferman, a aquellos que no saben lo que es un pantalón nuevo, unos zapatos
nuevos; a aquellos que no saben lo que es un maestro, lo que es un libro, lo
que es un cine, lo que es un teatro (APLAUSOS).
Y
si por querer esto, si por querer esto para unos cubanos que son tan cubanos
como los demás, tan hijos de esta tierra como los demás, tan seres humanos como
los demás, me odian, ¡pues que me odien!; si por eso me van a combatir, ¡pues
que me combatan! (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Yo no digo el pueblo, yo digo esos intereses
creados que ya hace rato que están refunfuñando contra la Revolución, que hace
rato que están intrigando contra la Revolución, que hace rato que están
sembrando aquí el miedo.
Miedo
no debe haber. ¿Miedo para qué? Y que no nos metan miedo con contracciones
económicas, porque si al pueblo de Cuba no lo han
asustado el hambre que ha sufrido, los palos que ha llevado y los fuetazos que
ha llevado, ¡nada lo va a asustar! (APLAUSOS.)
Así
que esa es nuestra línea. Si por eso —yo
decía— esos intereses nos van a combatir y se van a retraer, pues que nos
combatan y que se retraigan.
Nosotros
tendremos siempre los brazos abiertos para los que quieran ayudarnos
patrióticamente y honestamente; nosotros tendremos siempre todas las garantías
para el que quiera ayudarnos patrióticamente, generosamente; nosotros siempre
tendremos todas las consideraciones para los que quieran ayudarnos. Oportunidades tienen todos los cubanos;
oportunidades tiene aquí todo el mundo que sea honrado, todo el mundo que
quiera servir a Cuba y que quiera servir a su pueblo; oportunidades tiene el
rico como las tiene el pobre.
Yo
espero que no cometan el error de combatir a la Revolución, porque combatir a
la Revolución no es solamente hacerles daño al pueblo y a la patria, sino
hacerse daño a sí mismo, hacerles daño a sus propios intereses. Lo único práctico, lo único inteligente, es
también en este caso lo único honesto y lo único patriótico: colaborar con la Revolución. ¡La Revolución tiene sus brazos abiertos para
todos los cubanos, ricos o pobres, que quieran honradamente colaborar con ella! (APLAUSOS.)
(DEL
PUBLICO LE PREGUNTAN SOBRE LOS SOLARES.)
Los solares a plazos. ¿No saben
de los solares a plazos? Léanse la
Gaceta Oficial cuando salga la ley (APLAUSOS).
(DEL PUBLICO LE DICEN ALGO.) Pero no se apuren, que todo lo vamos a ir
arreglando poco a poco, no se escapa nada (APLAUSOS).
(LE
PREGUNTAN SOBRE LOS CAMINOS.) ¿Los
caminos? ¡Cómo no van a hacerles los
caminos!
Bueno,
ahora que han transcurrido ya varias horas y que esta multitud ha mantenido una
presencia tan firme y tan ejemplar, que se ha mantenido nutrida como al
principio, vamos ahora al último acto, al desfile de los tractores
(APLAUSOS). Vamos ahora a ver desfilar
los tractores y las maquinarias con que el pueblo está contribuyendo a la
Revolución, vamos a ver desfilar ahora la “división blindada” de la reforma
agraria (APLAUSOS).
Los
compañeros han venido de todas partes, de todos los municipios con sus
tractores y sus arados, tractores y arados que han sido adquiridos con la
contribución de los hombres del pueblo, y van ahora a desfilar aquí en este
acto. Así que yo quiero que les abran un
camino para que pasen (APLAUSOS).