DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, AL HACER ENTREGA
DE LA FORTALEZA MILITAR AL MINISTERIO DE EDUCACION, EN LA CIUDAD DE HOLGUÍN,
ORIENTE, EL 24 DE FEBRERO DE 1960.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER
MINISTRO)
Compañeros colegiales;
Pueblo de Holguín:
Hace
hoy exactamente 65 años del Grito de Independencia en el histórico pueblo de Baire, el 24 de Febrero de 1895.
Esa
fecha ustedes la conocen perfectamente bien, porque la han estudiado en los
libros de Historia de Cuba, y, precisamente, hemos querido escoger este día
para inaugurar esta ciudad escolar.
Ningún
homenaje mejor a los fundadores de nuestra república; ningún homenaje mejor al
Apóstol de nuestra independencia, José Martí; ningún homenaje mejor a todos los
hombres que cayeron en aquellas luchas y a todos los cubanos que se
sacrificaron en las luchas posteriores, que este acto de hoy, donde entregamos,
convertida ya en escuela, en una formidable escuela, lo que fuera un baluarte
de las fuerzas de la tiranía. Y ningún
homenaje más justo al pueblo de Holguín, que dio tantos patriotas en la lucha
por la independencia y en las luchas revolucionarias, sobre todo en la última
lucha, que significó para este pueblo de Holguín el sacrificio de muchos de sus
mejores hijos.
Por
eso, ninguna satisfacción mayor para nosotros que el poder cumplir la promesa
que hicimos de entregar el 24 de febrero la fortaleza de Holguín, convertida en
una ciudad escolar, donde van a estudiar —aspiramos a que puedan estudiar en
ella— 4 000 niños (APLAUSOS). No es
solo lo que significa moralmente y lo que significa revolucionariamente haber
convertido en escuela esta fortaleza, que ya es la cuarta ciudad escolar que ha
hecho la Revolución, de las grandes fortalezas, en menos de un año, sino porque
además, los niños de las escuelas públicas de Holguín, que carecían en muchas
ocasiones de locales apropiados para dar sus clases, que carecían de campos
deportivos, que carecían de espacio donde desenvolverse, van a tener ahora una escuela
con la cual no se podrá comparar ninguna otra escuela existente en la ciudad de
Holguín. Es decir que los niños humildes
de las escuelas públicas tendrán una escuela de primera clase que no tendrá que
envidiar nada a nadie (APLAUSOS), con sus campos deportivos y con todo el
espacio que necesitan no solo para estudiar, sino también para jugar y hacer
ejercicios y, además, van a tener lo que se intenta por primera vez en una escuela
pública: van a
tener ómnibus de la escuela para el transporte de los niños desde la ciudad
hasta aquí.
Es
decir, antes nosotros veíamos que solamente las escuelas particulares tenían
ómnibus y solamente las familias que podían pagar esas escuelas y podían pagar
esos ómnibus podían enviar a sus hijos en ómnibus a las clases.
Ahora
cualquier niño pobre, cualquier familia humilde, podrá tener la satisfacción de
ver cómo también los ómnibus pasan por allí, cerca de su casa, para recoger a
sus hijos y traerlos al centro escolar.
Van a tener aquí, además, un magnífico comedor para que puedan recibir
alimentación también durante el día (APLAUSOS).
Pero además, otra ventaja que nunca habían tenido los niños de las
escuelas públicas: que
los sábados y los domingos podrán los 10 ómnibus organizar viajes a las playas
y al campo (APLAUSOS).
Ahora
mismo me decía una de las estudiantes de enseñanza secundaria, una jovencita,
que ella sentía no estar ahora en primer grado.
Y es que verdaderamente los niños van a tener ahora una oportunidad y
una serie de ventajas que no tenían los que ahora están ya en la universidad y
están en la enseñanza secundaria. Los
niños antes no tenían estas ventajas.
En
ese sentido, ustedes se pueden considerar que han tenido la fortuna de poder
estudiar en condiciones muy distintas de las que estudiaron los niños
anteriormente en esta ciudad de Holguín.
Incluso, antes pasábamos por aquí, ¿y qué veíamos? Guardias, fusiles, esbirros, hasta que
llegaron los rebeldes y conquistaron esta fortaleza, y la conquistaron no para
quedarse con ella, porque los rebeldes no necesitan esta fortaleza, los
rebeldes conquistaron esta fortaleza para entregársela a los niños.
Los
rebeldes no necesitan fortaleza, el pueblo de Cuba no necesita fortaleza, ¿por
qué? ¿Quién defiende ahora a la Revolución? ¿Dónde están las fortalezas de la Revolución? En el pueblo, y en los caminos, y en las
cooperativas, y en las montañas. ¿Para
qué queremos estas fortalezas, si tenemos la Sierra Maestra completa, la Sierra
Cristal, la Sierra de Gibara, y tenemos todas las
sierras de Cuba? Y tenemos, además, una
fortaleza en cada pueblo, tenemos una fortaleza en cada casa. Pues nosotros no necesitamos fortalezas;
ellos sí necesitaban fortalezas, ellos necesitaban fortalezas porque no tenían
una fortaleza en el pueblo, ellos necesitaban una fortaleza contra el pueblo, y
por eso, a pesar de que, por ejemplo, Holguín era una ciudad desarmada por
completo, ellos tenían que tener aquí un gran regimiento, ellos tenían que
tener estas lomas convertidas en fortalezas, ellos tenían que tener estas
fortalezas rodeadas de aspilleras.
¿Para
dónde apuntaban esas aspilleras? Para el
pueblo. Y aquí tenían que tener una
fortaleza muy grande. ¿Por qué? Pues porque tenían que defender los grandes
latifundios que hay en toda esta zona norte de la isla de Cuba; pero como ahora
no hay que defender los latifundios, pues no hace falta la fortaleza esa. Como ahora el pueblo es el que defiende la
Revolución, no hace falta que haya fusiles apuntando contra el pueblo, porque
los fusiles no apuntaban hacia otro peligro, no apuntaban hacia el extranjero;
los fusiles apuntaban hacia el pueblo. Y
a pesar de que en el pueblo no había fusiles, pues ellos necesitaban, aquí en
Holguín, que era un pueblo desarmado, un ejército completo. ¿Eso tiene lógica? ¿Tiene sentido eso? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Ahora es cuando el pueblo comienza a
comprender todas estas cosas. Antes se
había acostumbrado a pasar por aquí y ver una fortaleza. No podía pasar nadie porque le ponían un
fusil. Y el pueblo veía aquellas cosas y
no entendía bien para qué hacían falta tantos soldados, y tantos fusiles y,
sobre todo, tantas fortalezas; ¿qué hacían más de 1 000 soldados ahí en
esa guarnición?
Y
el pueblo ahora empieza a comprender esas cosas, y las comprenderá, sobre todo,
cuando pasen ahora por aquí y en vez de soldados vean el espectáculo de
millares de niños jugando aquí en estos campos, de millares de niños
correteando, estudiando, preparándose para ser útiles a su patria, preparándose
para ganarse la vida honradamente, porque la cantidad de niños inteligentes, el
número de inteligencia que hay en el pueblo, de inteligencia firme, es
extraordinario. Constantemente nos encontramos
con alguien que, sin haber estudiado pintura, pinta un cuadro; que sin haber
estudiado artesanía, fabrica un objeto, e incluso un niño de 13 años me acaba
de traer un fusil, que él... ¡Cuántas inteligencias se habrán perdido por falta de escuelas! Hoy que la república necesita hombres
preparados, que necesita hombres que sepan manejar una fábrica, que sepan
construir, elaborar un producto, que sepan construir caminos, que sepan
construir edificios; hoy que la república necesita hombres que sepan,
confrontamos trabajo para encontrar estos hombres. Y sin embargo, cuántas inteligencias se
perdieron, cuántos niños inteligentes perdieron la oportunidad de estudiar, y
que hoy podrían estar ayudándonos a hacer revolución.
Es
decir que nosotros tenemos que empezar por sembrar, sobre todo escuelas. Tenemos que empezar por llenar de escuelas la
república, para que todas las inteligencias tengan oportunidad de prepararse y
adquirir conocimientos para que la república, el día de mañana, tenga lo que
nosotros no hemos tenido hoy, para que la república, el día de mañana, tenga
decenas de miles y cientos de miles de técnicos, de hombres que puedan
contribuir a elevar la riqueza de nuestro país, para que el estándar de vida de
todas las familias sea más alto, para que todas las familias puedan vivir
mejor, para que todas las familias puedan tener casas decorosas, para que todas
las familias puedan tener trabajo, para que todas las familias puedan vivir de
una manera que no tengan que carecer de lo más elemental. Para eso necesitamos que los niños estudien,
para eso necesitamos que los niños aprendan; para que la república, el día de
mañana, pueda brindarles a todos los ciudadanos lo que hoy no les puede brindar;
porque, nosotros, ¿qué herencia fue la que recibimos? Recibimos la miseria, recibimos esos bohíos
que se están cayendo, recibimos esas escuelas derrumbadas, recibimos esos
latifundios, recibimos esos pueblos sin acueducto, sin alcantarillado, sin
hospital; recibimos un pueblo que no estaba preparado para la gran tarea de
producir.
Si
cada familia no puede tener hoy un estándar de vida más alto; si cada cubano no
puede tener trabajo todo el año; si cada familia no tiene lo indispensable para
vivir cómodamente, ¿a qué se debe? A que
hemos heredado un país colonizado, a que hemos heredado un país pobre. Si muchos niños no tienen ropas, si muchos
niños no tienen zapatos, si muchos niños no tienen ni con qué comprar unos
caramelos, si muchos niños no tienen oportunidad de ir al cine, si muchos niños
no tienen oportunidad nunca de pasear, si muchos niños carecen de todo, ¿por
qué eso? Porque hemos heredado un país
colonizado, un país pobre, con 500 000, 800 000 desempleados, y hemos
tenido que empezar a hacerlo todo. Hemos
tenido que empezar a hacerlo todo con lo poco que tenemos, y hemos tenido que
empezar a hacerlo todo con un pueblo donde todavía hay cientos de miles de
hombres que no saben leer ni escribir, con un pueblo que no tuvo escuelas, con
un pueblo que no tuvo salubridad, con un pueblo que no tuvo hospitales, con un
pueblo que no tuvo centros técnicos de educación, con un pueblo que no tuvo
tierra, con un pueblo que no tuvo fábricas; es decir, con un pueblo que era un
pueblo colonizado y explotado. Ese es el
por qué la Revolución se encuentra ahora con la gran tarea que tiene que
realizar por delante.
Es
natural que los frutos de esa obra que estamos haciendo, los frutos de estas
ciudades escolares que estamos construyendo, los cosecharán ustedes: esta propia
generación de niños que el día de mañana vivirá de una forma muy distinta de lo
que ha vivido esta generación. Esta
generación de niños y las generaciones venideras serán las que recojan los
frutos, porque dentro de 10, dentro de 15 años, muchos de los niños que ahora
van a estudiar en estas escuelas se habrán graduado en universidades y estarán
capacitados, y otros gobernantes en el futuro podrán disponer de lo que
nosotros no hemos podido disponer hoy.
Podrán disponer de cuantos hombres capaces necesiten, podrán disponer de
un pueblo preparado, porque este es un pueblo cívico, es un pueblo con conciencia
revolucionaria, es un pueblo valiente, pero no es un pueblo preparado todavía,
preparado como lo necesitamos para hacer la obra que estamos haciendo.
Sin
embargo, este pueblo tiene un gran mérito, y tiene el mérito de haber derrotado
la tiranía, tiene el mérito de haber conquistado la liberación nacional, y
tiene el mérito de empezar una obra que si él no va a recibir los mejores
frutos de ella, tendrá la satisfacción de que el día de mañana las generaciones
venideras tendrán que reconocerle a este pueblo todo lo que está haciendo por
su felicidad en el futuro (APLAUSOS).
Es
necesario que todas esas manos infantiles, que agitan las banderas de la
patria, sean las manos que el día de mañana dirijan nuestras fábricas, que el
día de mañana dirijan nuestros hospitales, que el día de mañana dirijan
nuestros centros de trabajo, que el día de mañana sean las manos también que,
con la ayuda de la maquinaria y con la ayuda de la técnica, produzcan todas las
riquezas que la patria necesita. Que
esas manos que hoy esgrimen la bandera de la patria, esgriman mañana la
herramienta del trabajo fecundo; esgriman la pluma, esgriman el libro,
esgriman, en fin, todos los instrumentos que hay que esgrimir para hacer a un
pueblo feliz. Que esas manos que hoy se
levantan agitando las banderas orgullosas de la patria, en un instante
emocionante como este, los que van a esgrimir mañana en estas aulas los lápices
y los libros, sean también los brazos poderosos, los brazos revolucionarios que
sepan defender la obra de hoy, que sepan defender la patria (APLAUSOS); los
brazos revolucionarios que defiendan esta obra y que continúen esta obra, y eso
es lo que debe estar en nuestras mentes.
Este
acto de hoy es un acto de niños y un acto donde también han acudido muchas
personas mayores. Y lo que tenemos que pensar
nosotros, los mayores, lo más honesto, y lo más noble, y lo más correcto que
debemos de pensar nosotros, es en el futuro, es en esta generación de
niños. Nosotros no hemos tenido la
fortuna de tener lo que ellos tienen hoy y, sobre todo, lo que van a tener
mañana. Pero el deber nuestro es
precisamente hacer para estos niños lo que nosotros no tuvimos la fortuna de
recibir. Nuestro pensamiento ha de
estar, sobre todo, en ellos, porque ellos serán los que el día de mañana constituyan el núcleo fundamental de la nación. Ellos serán los que trabajen para sus padres;
ellos serán los que trabajen para los que ya no puedan trabajar. Ellos serán los que produzcan para los que ya
no puedan producir.
Nosotros
también recibiremos parte de los frutos, porque cuando muchas de las personas
aquí presentes tengan que retirarse del trabajo y ya no puedan trabajar,
tendrán su vejez asegurada en la misma medida en que estos niños progresen, en
la misma medida en que estos niños sean capaces de producir grandes bienes para
la patria, en la misma medida en que el país se industrialice y progrese
económicamente, será el mejoramiento de todos nosotros y será la seguridad y el
bienestar de los que hoy trabajan para ellos y mañana tendrán que recibir los
frutos del trabajo de estos niños.
Y
en eso es en lo que más debemos pensar: en los niños de hoy, que son el pueblo
de mañana. Hay que cuidarlos y velar por
ellos como los pilares con que se funda una obra verdaderamente hermosa y
verdaderamente útil. Hay que pensar en
ellos, repito, más que en nosotros. La
tarea de esta generación es, sobre todo, crear para el futuro, y nosotros
seguiremos convirtiendo las fortalezas en escuelas, y esta zona de Holguín se
convertirá en una gran área escolar, porque allí tenemos otros edificios que se
van a llenar de niños y de estudiantes también, y así tendremos en esta sola
área más de 6 000 niños (APLAUSOS).
Y continuaremos convirtiendo las grandes fortalezas en escuelas y no
daremos tregua hasta que se hayan convertido todas las grandes fortalezas en
escuelas como esta, que realmente emocionan, que realmente impresionan, y esta
en particular, porque es de las que mejor nos han quedado hasta este
momento. Por eso hay que felicitar a los
trabajadores, hay que felicitar a los ingenieros de Obras Públicas y hay que
felicitar al Ministerio de Educación, por este verdadero monumento que hoy se
levanta a los mártires de la Revolución y, simbolizando a estos mártires, a
aquel heroico compañero de Holguín, Oscar Lucero, cuyo nombre hemos escogido para
el de este formidable centro escolar (APLAUSOS).
Y
ahora, después del esfuerzo que hemos realizado todos, solo les pedimos a los
niños una cosa: les
pedimos que jueguen, les pedimos que se diviertan, les pedimos que hagan
ejercicios, les pedimos que hagan excursiones, pero, sobre todo, ustedes van a
decir lo que queremos de ustedes:
Estudiar.
(OVACION).