DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA MAGNA
ASAMBLEA POPULAR CELEBRADA POR EL PUEBLO DE CUBA EN LA PLAZA DE LA REPUBLICA,
EL 2 DE SEPTIEMBRE DE 1960.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER
MINISTRO)
(EL
PUEBLO RECIBE A FIDEL CANTANDO A CORO LAS CONSIGNAS REVOLUCIONARIAS DE: “FIDEL, FIDEL, QUE TIENE FIDEL, QUE LOS
AMERICANOS NO PUEDEN CON EL”; “FIDEL, SEGURO, A LOS YANKIS DALES DURO”; “CUBA
SI, YANKIS NO”; y OTRAS, Y SE
GUARDA SILENCIO SOLO ANTE LAS NOTAS DEL HIMNO NACIONAL).
Ciudadanos:
Resulta
evidente que cada uno de ustedes, desde el sitio en que se encuentran, no puede
tener una idea siquiera de la inmensidad de la muchedumbre que se ha reunido en
la tarde de hoy. Es un verdadero mar
humano, que se pierde de un extremo a otro de la Plaza Cívica.
Para
nosotros, los hombres del Gobierno Revolucionario, que hemos visto muchas
reuniones del pueblo, esta es de tal magnitud que no deja de impresionarnos
profundamente, y que nos hace ver la enorme responsabilidad que ustedes y
nosotros llevamos sobre nuestros hombros.
El
pueblo se ha reunido hoy para discutir importantes cuestiones, sobre todo de
orden internacional. Pero, ¿por qué no
ha quedado apenas nadie en su casa?, ¿por qué ha sido esta la más grandiosa
reunión que ha celebrado nuestro pueblo, desde el triunfo de la Revolución? ¿Por qué?
Porque nuestro pueblo sabe lo que está defendiendo, nuestro pueblo sabe
la batalla que está librando. Y como
nuestro pueblo sabe que está librando una gran lucha por su supervivencia y por
su triunfo, y puesto que nuestro pueblo es un pueblo batallador y un pueblo
valiente, por eso están aquí presentes los cubanos.
Y
es lástima que hoy, cuando vamos a discutir aquí las mismas cuestiones que se
discutieron en Costa Rica, no estuvieran aquí sentados los 21 cancilleres de
América (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”). Es lástima, es lástima que no se encuentren
presentes para que tuvieran la oportunidad de ver al pueblo que condenaron en
la reunión de Costa Rica. Es lástima que
no se encuentren presentes para que pudieran comparar cuán distinto es el
lenguaje diplomático de las cancillerías y el lenguaje de los pueblos.
Allá,
desde luego, habló nuestro canciller en nombre de nuestro pueblo (OVACION). Pero, los que lo escuchaban, en una parte considerable
de los allí reunidos, no estaban representando a sus pueblos. Si allá, en Costa Rica, se hubiesen reunido
hombres que representaran el interés verdadero y el sentir verdadero de los
pueblos de América, sobre todo de los pueblos de América Latina, jamás se
habría articulado una declaración como la que pronunciaron contra los intereses
de un pueblo de América, y contra los intereses de todos los pueblos hermanos
de América (APLAUSOS).
¿Y
qué se estaba discutiendo allí? Se
estaba jugando allí con el destino de nuestra patria; se estaba cohonestando
allí las agresiones a nuestra patria; se estaba afilando allí el puñal que en
el corazón de la patria cubana quiere clavar la mano criminal del imperialismo
yanki (EXCLAMACIONES DE: “¡Cuba sí,
yankis no!”).
Pero,
¿por qué querían condenar a Cuba? ¿Qué
ha hecho Cuba para ser condenada? ¿Qué
ha hecho nuestro pueblo para merecer la Declaración de Costa Rica? ¡Nuestro pueblo no ha hecho otra cosa que
romper las cadenas! (APLAUSOS.) Nuestro
pueblo no ha hecho otra cosa, sin perjudicar a ningún otro pueblo, sin quitarle
nada a ningún otro pueblo, que luchar por un destino mejor. Nuestro pueblo no ha querido otra cosa que
ser libre; nuestro pueblo no ha querido otra cosa que vivir de su trabajo, y
nuestro pueblo no ha querido otra cosa que vivir del fruto de su esfuerzo;
nuestro pueblo no ha querido otra cosa que sea suyo lo que es suyo, que sea
suyo lo que es de su tierra, que sea suyo lo que es de su sangre, que sea suyo
lo que es de su sudor (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!”).
Los
cubanos no han querido otra cosa sino que sean suyas las determinaciones que guían su conducta; ¡que
sea suya, y suya solo la bandera de la estrella solitaria que ondea en nuestra patria! (APLAUSOS.)
Que sean suyas sus leyes; que sean suyas sus riquezas naturales; que
sean suyas sus instituciones democráticas y revolucionarias; que sea suyo su
destino; y que ese destino no tiene derecho a interferirlo ningún interés por
poderoso que sea, ninguna oligarquía y ningún gobierno por poderoso que sea
(APLAUSOS).
Y
debe ser nuestra la libertad, porque la libertad nos ha costado muchos
sacrificios conquistarla; y debe ser nuestra y plena la soberanía, porque por
la soberanía ha venido luchando nuestro pueblo desde hace un siglo; y debe ser
nuestra la riqueza de nuestra tierra y el fruto de nuestro trabajo, porque por
eso se ha tenido que sacrificar mucho nuestro pueblo; y todo cuanto hay aquí
creado lo ha creado el pueblo; y todo cuanto hay aquí de riqueza, lo ha
producido nuestro pueblo con su sudor y su trabajo (APLAUSOS).
Nuestro
pueblo tenía derecho a ser un día pueblo libre; nuestro pueblo tenía derecho a
regir un día sus propios destinos; nuestro pueblo tenía derecho a contar un día
con gobernantes que no defendieran los monopolios extranjeros, con gobernantes
que no defendieran intereses privilegiados, con gobernantes que no defendieran
a los explotadores, sino con gobernantes que pusiesen los intereses de su
pueblo y de su patria por encima de los intereses del extranjero voraz; con
gobernantes que pusiesen los intereses del pueblo, los intereses de sus
campesinos, los intereses de sus obreros, los intereses de sus jóvenes, los intereses
de sus niños, los intereses de sus mujeres, los intereses de sus ancianos, por
encima de los intereses de los privilegiados y de los explotadores (APLAUSOS).
Cuando
la Revolución llega al poder el 1º de enero de 1959, hace poco más de año y
medio, ¿qué había en nuestra patria?; ¿qué había en nuestra patria como no
fuesen lágrimas, sangre, miseria y sudor?; ¿qué había para nuestros campesinos
en nuestra patria?; ¿qué había para los niños en nuestra patria?; ¿qué había
para los trabajadores en nuestra patria?; ¿qué había para las familias humildes
en nuestra patria?; ¿qué había imperado hasta ese día en nuestra patria? Había imperado la explotación más inhumana; había
imperado el abuso, había imperado la injusticia; había imperado el saqueo
sistemático de los fondos públicos por los políticos rapaces; había imperado el
saqueo sistemático de las riquezas nacionales por monopolios extranjeros; había
imperado la desigualdad y la discriminación; había imperado la mentira y el
engaño; había imperado el sometimiento a los designios extranjeros; había
imperado la pobreza.
Cientos
y cientos de miles de familias vivían sin esperanzas en sus humildes bohíos; cientos
y cientos de miles de niños no tenían escuelas; más de medio millón de cubanos
no tenían trabajo, y los cubanos negros tenían menos oportunidad que nadie de
encontrar trabajo (APLAUSOS); los guajiros vivían en las guardarrayas; los
obreros cañeros trabajaban solo unos meses al año, y pasaban hambre, ellos y
sus hijos, el resto del tiempo. El
vicio, el juego, y todos sus análogos, imperaban en nuestro país; era explotado
el agricultor; era explotado el pescador; era explotado el trabajador; era
explotado el pueblo en su inmensa mayoría.
Para
el pueblo no se hacía nunca nada; para el pueblo no se levantaba ninguna medida
de justicia, para librar al pueblo de su hambre, para librar al pueblo de su
pobreza, para librar al pueblo de su dolor y su sufrimiento; para librarlos a
ustedes, ciudadanos cubanos, para librarlos a ustedes, hombres y mujeres,
ancianos y niños, para librarlos a ustedes, a esta inmensa multitud que aquí se
reúne, para librar a la nación cubana, para hacer algo por ella, para hacer
algo en bien de ella, no se hacía absolutamente nada (APLAUSOS).
Y
el pueblo tenía que soportar impotente; el pueblo tenía que pagar los
alquileres más altos del mundo en nuestra patria; el pueblo tenía que pagar las
tarifas eléctricas más altas del mundo en nuestra patria; el pueblo tenía que
pagar los servicios telefónicos de acuerdo con los intereses de una compañía
extranjera que le arrancó concesiones a un gobierno tiránico, cuando la sangre
de nuestra heroica juventud estudiantil estaba aún caliente en los pavimentos
del Palacio Presidencial (APLAUSOS).
En
las reservas monetarias de la nación quedaban solamente 70 millones;
nuestro país, en comercio desigual con Estados Unidos, había pagado en 10 años
1 000 millones de dólares más de los que ellos nos habían pagado a
nosotros por nuestros artículos. No
había fábricas, ¿quién iba a poner las fábricas para los cientos de miles de
cubanos que estaban sin trabajo? No
había planes de agricultura; no había planes de industria, ¿quién se iba a
preocupar por poner industrias? ¿Y el
pueblo, qué podía hacer?, ¿qué podía hacer el obrero azucarero?; ¿qué podía
hacer el obrero cañero?; ¿qué podía hacer el trabajador? Al trabajador no le quedaba más que su mísero
salario; al trabajador no le quedaba más que el pedazo de pan que escasamente
podía llevar a sus hijos hambrientos. Las
ganancias se las llevaban los monopolios extranjeros, las ganancias las
acumulaban los poseedores...; las ganancias las acumulaban los intereses que se
nutrían a costa del trabajo del pueblo. Y ese
dinero, o se guardaba indefinidamente en los bancos, o se invertía en todo
género de lujos, o, principalmente, marchaba al extranjero.
¿Quién
iba a poner las fábricas para los cientos de miles de cubanos que estaban sin
trabajo? Y como la población cubana crecía,
y como cada año más de 50 000 jóvenes arribaban a la mayoría de edad, ¿de
qué iban a vivir? ¿De qué iba a vivir la
población creciente de nuestra patria?
¿De qué iban a vivir los campesinos, los hijos de los campesinos, cuando
ellos no tenían ni trabajo ni tierra? ¿De
qué iba a vivir una población que se multiplicaba, y cuyo crecimiento humano
era mucho mayor que el crecimiento de su industria y de su economía?
El
pueblo carecía de todas las oportunidades.
¡Ah, el hijo del campesino, o el hijo de un obrero, el hijo de una
familia humilde cualquiera, muy difícilmente podía aspirar a llegar a ser algún
día un profesional, un médico, un ingeniero, un arquitecto o un técnico
universitario! Había hijos de familias
pobres que, a costa de extraordinarios sacrificios, podían llegar a los
estudios superiores, pero la inmensa mayoría de los hijos de nuestras familias
muchas veces no tenían oportunidad siquiera de aprender las primeras letras, y
había regiones enteras de Cuba donde nunca habían visto un maestro. Nuestro pueblo no tenía acceso sino al
trabajo, ¡si lo encontraba! Para nuestro
pueblo quedaba siempre lo peor; para nuestro pueblo no había nunca un campo de
recreo; para nuestro pueblo no había nunca una calle; para nuestro pueblo no
había nunca un parque, y había muchos pueblos donde si había algún parque, a
unos ciudadanos —los ciudadanos negros—, no los dejaban pasear en ellos
(APLAUSOS).
Eso
fue lo que encontró la Revolución al llegar al poder: un país económicamente subdesarrollado, un
pueblo que era víctima de todo género de explotación. Eso fue lo que la Revolución encontró después
de una lucha heroica y sangrienta. Y las
revoluciones no se hacen para dejar las cosas como están; las revoluciones se
hacen para rectificar todas las injusticias.
Las revoluciones no se hacen para proteger y apañar privilegios; las
revoluciones se hacen para ayudar a los que necesitan ser ayudados; las
revoluciones se hacen para implantar la justicia, para ponerle fin al abuso,
para ponerle fin a la explotación. Y
nuestra Revolución se hizo para eso, y con ese fin cayeron los que cayeron. Y para lograr ese propósito se hicieron
tantos sacrificios.
La
Revolución venía a arreglar la patria; la Revolución venía a hacer lo que hacía
mucho tiempo que cada cubano estaba pidiendo que se hiciera. Cuando cada cubano analizaba impotente la
vida de nuestro país y el cuadro en que se desenvolvía la vida nacional,
siempre decía una cosa: “Esto hay que
arreglarlo, hace falta que esto se arregle; hace falta que algún día esto se
arregle.” Y los más optimistas decían: “Algún día esto se arreglará.”
Por
arreglar a su país venían luchando desde hace mucho tiempo los cubanos. Pero había una fuerza muy poderosa que nos
impedía arreglar nuestro país. Esa
fuerza era la penetración imperialista de Estados Unidos en nuestra patria; esa
fuerza fue la que frustró nuestra plena independencia; esa fuerza fue la que no
dejó penetrar a Calixto García y a sus bravos soldados en Santiago de Cuba; esa
fuerza fue la que impidió al ejército libertador hacer la revolución en los
inicios de la república; esa fuerza fue la que determinó, desde los primeros
momentos, los destinos de nuestra patria; esa fuerza fue la que permitió el
apoderamiento de los recursos naturales y de las mejores tierras de nuestra
patria, por intereses extranjeros; esa fuerza fue la que se arrogó el derecho a
intervenir en los asuntos de nuestro país; esa fuerza fue la que aplastó
cuantas revoluciones trataron de hacerse; esa fuerza fue la que se asoció
siempre a todo lo negativo, a todo lo reaccionario y a todo lo abusivo que
había en nuestro país. Esa fuerza fue la
que impidió que en nuestra patria se hubiera hecho una revolución antes. Y esa fuerza es la que nos trata de impedir
que nosotros arreglemos a nuestro país ahora.
Esa
es la fuerza que mantuvo a la tiranía; esa fuerza fue la que entrenó a los
esbirros de la tiranía, la que armó a los soldados de la tiranía, la que
facilitó armas, aviones y bombas al régimen tiránico, para mantener a nuestro
pueblo en la peor opresión. Esa fuerza
ha sido el enemigo principal del desarrollo y del progreso de nuestra patria;
esa fuerza ha sido la causa principal de nuestros males; esa fuerza es la que
se empeña en que la Revolución Cubana fracase; esa fuerza es la que se empeña
en que los criminales de guerra vuelvan, en que los explotadores vuelvan, en
que los monopolios vuelvan, en que los latifundios vuelvan, en que la miseria
vuelva, en que la opresión vuelva a nuestra patria (APLAUSOS).
Los
cubanos tienen que ver con mucha claridad que el imperialismo, que es esa
fuerza a que nos referíamos, trata de impedir que nuestro pueblo alcance su
pleno desarrollo; tienen que comprender que esa fuerza no quiere que ustedes,
los cubanos, puedan alcanzar un estándar de vida más alto; no quiere que sus
hijos se eduquen; no quiere que nuestros obreros perciban el fruto de su
trabajo; no quiere que nuestros campesinos perciban el fruto de su tierra; no
quiere, en fin, que nuestro pueblo pueda crecer, que nuestro pueblo pueda
trabajar y que nuestro pueblo pueda tener un destino mejor.
Nuestro
pueblo no había tenido oportunidad hasta hoy de comprender estas grandes
verdades. A nuestro pueblo le ocultaban
la verdad, a nuestro pueblo lo engañaban miserablemente, a nuestro pueblo lo
mantenían dividido y confundido. Nuestro
pueblo no había tenido oportunidad nunca de discutir estos problemas de tipo
internacional; el pueblo no sabía una palabra de lo que conversaba el embajador
norteamericano con los gobernantes; el pueblo no sabía una palabra de lo que
tramaban los cancilleres; el pueblo no contaba para nada; al pueblo no se le
reunía para darle cuenta de sus problemas; al pueblo no se le reunía para
orientarlo, al pueblo no se le reunía para decirle la verdad. Los destinos de nuestros pueblos eran
decididos en la cancillería norteamericana; nuestro pueblo no contaba para nada
en los destinos del país.
¿Podía
Cuba seguir resignada a esa suerte? ¿Podían
los cubanos seguir soportando aquel sistema?
(EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Qué
han hecho los cubanos? Lo único que han
hecho los cubanos es rebelarse contra todo eso; lo que han hecho los cubanos es
liberarse de todo eso (APLAUSOS).
En
su empeño de hacer fracasar la Revolución, comenzaron por calumniarla,
comenzaron por hacer una campaña contra ella en todo el mundo, para aislarnos
de los pueblos hermanos del continente y para que el mundo no supiera lo que
nuestra Revolución estaba realizando. Después,
cuando fracasaron los intentos de desacreditar a la Revolución, de dividir a la
Revolución, y de frenar a la Revolución, comenzaron las agresiones más o menos
directas, comenzaron los bombardeos a nuestros cañaverales, comenzaron las
incursiones aéreas sobre nuestro territorio, continuaron las maniobras para
dejarnos sin petróleo, y concluyeron agrediendo nuestra economía y
arrebatándonos casi un millón de toneladas de nuestra cuota azucarera.
Esa
era una política agresiva contra nuestro país; era un acto que violaba el
derecho internacional; era un acto que constituía una agresión económica a un
país pequeño, a fin de hacerlo desistir en su propósito revolucionario; era una
agresión económica para obtener un resultado político. La nación más pequeña había sido agredida; la
nación pequeña había visto sus campos bombardeados e incendiados por aviones
que procedían de Estados Unidos.
Era
lógico que en cualquier reunión de cancilleres no se fuese a condenar a Cuba;
era lógico que en cualquier reunión de cancilleres se condenase a Estados
Unidos por sus agresiones a un país pequeño.
Lo absurdo era que el país pequeño fuese a ser condenado por los
cancilleres, precisamente para servir los designios del poderoso país agresor. Y eso es lo que vamos a discutir hoy en esta
asamblea general nacional del pueblo de Cuba.
En
primer lugar, ¿por qué es esta una asamblea general del pueblo? ¿Qué quiere decir esto de una asamblea
general del pueblo? Quiere decir, en
primer lugar, que el pueblo es soberano, es decir que la soberanía radica en el
pueblo y que de él dimanan todos los poderes (APLAUSOS). El pueblo de Cuba es soberano. Nadie podría discutir que aquí está
representada la mayoría del pueblo; nadie podría discutir que aquí está
representado el pueblo. En los anales de
la historia de nuestra patria jamás se reunió semejante multitud; en los anales
de la historia de nuestra patria jamás se vio un acto semejante; en los anales
de la historia de América jamás se reunió semejante multitud; en los anales de
la historia de América jamás se vio un acto semejante (APLAUSOS).
Los
cubanos podemos hoy hablarle a América; los cubanos podemos hoy hablarle al
mundo. Aquí no se ha reunido un grupito
de “sargentos” políticos; aquí no se ha reunido un puñadito de mercenarios; ¡aquí
se ha reunido hoy el pueblo! (APLAUSOS.)
Los que quieran saber lo que es un
pueblo reunido, ¡que vengan y vean esto!; los que quieran saber qué es un
pueblo democrático, ¡que vengan y vean esto!; los que quieran ver lo que es un
pueblo rigiendo sus propios destinos, ¡que vengan y vean esto!; los que quieran saber qué es una democracia,
¡que vengan y vean esto!
Nosotros
hoy podemos hablarle a América y al mundo, porque le hablamos con la palabra... (EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel, Fidel!”) Podemos hablarle a
América y al mundo, porque no habla un grupo de hombres que diga representar a
un pueblo, como hablaron los que dijeron representar allí a los pueblos
hermanos de América. ¡Podemos hablarle a
América con la voz, con la aprobación y con el apoyo de una nación entera! Y los que en América, los que en América
digan que hablan en nombre de sus pueblos, ¡que reúnan a sus pueblos! Los que en América dicen que representan a
los pueblos y que fueron allá, a Costa Rica, a hablar en nombre de sus
respectivos pueblos, ¡que reúnan a sus respectivos pueblos! Los que en América, los que en América se llaman
demócratas, ¡que reúnan a sus pueblos, como lo hemos reunido nosotros hoy aquí,
para tratar con sus pueblos los problemas de América!
Y
para que los acuerdos de cualquier congreso internacional tengan validez, es
necesario que cuenten con la aprobación del pueblo. Si ellos quieren que nosotros acatemos los
acuerdos de Costa Rica, ¡que los sometan a la aprobación de sus respectivos
pueblos! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”; “¡Cuba sí, yankis no!”; “¡Fidel,
seguro, a los yankis dales duro!” y “Fidel, Fidel, qué tiene Fidel, que los americanos
no pueden con él”. SOLO EL HIMNO
NACIONAL LOGRA ACALLAR LAS EXCLAMACIONES).
Es
un principio, es un principio elemental de derecho público, que ningún
canciller puede comprometer a su país en actos de derecho internacional, si ese
acto no cuenta con la aprobación del pueblo.
Un representante de cualquier país no va a una reunión internacional por
su propio derecho. Nadie tiene derecho
por su propia cuenta a comprometer la conducta internacional de un país, y los
que van sin representar a los países, a comprometer la conducta de los países,
no comprometen tal conducta. Todo acto
que se haga por encima de la voluntad soberana de los pueblos, es un acto nulo,
carece de validez. Por tanto, la validez
de la declaración de Costa Rica depende no de los cancilleres, depende de los
pueblos, y al pueblo de Cuba no le pueden venir con el cuento de que esa
declaración tenga validez, porque ellos dicen representar a los pueblos, ¡no!,
a nosotros hay que probarnos que ese es el sentimiento de los pueblos
(APLAUSOS). Y nosotros le pedimos al
gobierno de Venezuela, al gobierno de Perú, al gobierno de Chile, al gobierno
de Argentina, al gobierno de Brasil, al gobierno de Ecuador, al gobierno de
Costa Rica; es decir, les pedimos, respetuosamente, a los gobiernos de América
que convoquen a sus pueblos en asamblea general y les sometan la Declaración de
Costa Rica (APLAUSOS).
Y
que no digan, que no digan que no pueden; ¡estamos hablando democráticamente,
estamos hablando democráticamente!, porque nosotros sí podemos hablar de
democracia; nosotros sí que enseguida reunimos al pueblo y que el pueblo decida
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES). Porque, ¿por
qué el Presidente de Venezuela no reúne al pueblo? (EXCLAMACIONES) Nosotros invitamos respetuosamente al
Presidente de Venezuela a que reúna en Caracas al pueblo de Venezuela y le someta
la Declaración de Costa Rica. Nosotros
invitamos, respetuosamente, al Presidente de la Argentina (ABUCHEOS y EXCLAMACIONES) a que reúna en Buenos
Aires, en asamblea general, al pueblo de la Argentina y le consulte, como
nosotros lo estamos haciendo aquí, sobre la Declaración de Costa Rica
(EXCLAMACIONES). Nosotros invitamos,
respetuosamente, al gobierno de Uruguay a que reúna en la capital de su país al
pueblo de Uruguay y lo consulte sobre la Declaración de Costa Rica. Nosotros invitamos, respetuosamente, al
gobierno de Chile a que reúna en la capital (EXCLAMACIONES) —¡no, ustedes no
digan nada! ¡Vamos a esperar a ver si lo
reúnen! (EXCLAMACIONES)—, que reúnan al
pueblo de Chile en la capital y lo consulten sobre la Declaración de Costa
Rica. Invitamos, así, al gobierno de Perú,
al gobierno de Ecuador, y ya no hablar, por supuesto, del gobierno de
Nicaragua, o de Guatemala, o de Paraguay, porque ya eso es una broma, ya eso es
una broma. ¡No, no voy a hablar de esos
gobiernos tiránicos, como el de Nicaragua ni el de Paraguay, no, no! ¡Vamos a hablar de esos que se llaman
gobiernos democráticos y democracia viene de pueblo! ¡Democracia quiere decir gobierno del pueblo,
por el pueblo y para el pueblo! (APLAUSOS
Y EXCLAMACIONES DE: “¡Con OEA y sin OEA,
ganaremos la pelea!”)
Y
el que no reúna al pueblo, el que no reúna al pueblo, ¡ese no es demócrata!; el
que no consulte al pueblo, ¡ese no es demócrata! ¡Para ser demócrata hay que consultar al
pueblo! (EXCLAMACIONES DE: “¡Eso solo se da en Cuba!”)
y esta sí que
es una representación, porque aquí no hay “pucherazo”, ni hay fraude, ni hay
voto comprado, ni hay sargento político, ni hay maquinaria, ni hay botella, ni
hay nada; ¡esto sí es puro! (APLAUSOS.) Esta sí que es una democracia limpia de impurezas,
limpia de impurezas, es una democracia verdaderamente “pasteurizada” (RISAS Y
APLAUSOS). Y que no nos digan que la
otra es más democracia que esta; que la democracia del sargento político, del “pucherazo”,
de la botella, de la politiquería, del soborno, de la compra de conciencias, de
la coacción, de la maquinaria política, es más pura que esta.
¿Puede
haber algo más puro que una reunión de todo el pueblo? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Alguien trajo al pueblo a la fuerza? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Alguien le pagó al pueblo para que viniera? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) El que vino aquí y está pasando el trabajo que
están pasando ustedes, porque nosotros sabemos que en una multitud apretada son
muchas las personas que se desmayan, y son muchas las personas...
Nosotros
sabemos la sed que ustedes están pasando, nosotros sabemos el sacrificio que
ustedes están haciendo (EXCLAMACIONES DE:
“¡Lo que sea!”, “¡lo que sea!”). Cuando
cualquiera de ustedes viene desde tan remotos lugares como la provincia de
Oriente, o la provincia de Camagüey, o de Las Villas, o de Matanzas, o del
interior de La Habana, o de los barrios más apartados de la capital, viene
aquí, se está horas y horas y permanece a pie firme, hace todos esos
sacrificios, lo está haciendo absolutamente espontáneo, lo está haciendo de
manera absolutamente espontánea. Cada
uno de ustedes siente que ese es su deber y viene aquí porque entiende que ese
es su deber, y que ustedes tienen deberes grandes con su patria, y que ustedes
tienen que defender su patria, y que ustedes tienen que poner el nombre de su
patria bien alto, y que ustedes tienen que levantarse contra la calumnia
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Lo que
sea!”, “¡lo que sea!”).
Y
porque ustedes saben, ustedes saben que tenían que enviarles un mensaje a los
pueblos hermanos de América, y porque ustedes saben que tenían que darle una
respuesta a la Declaración de Costa Rica, y porque ustedes saben que el pueblo
entero debía decir presente, porque es un pueblo consciente de sus deberes,
porque es un pueblo que siente cómo está realizando un gran rol histórico, que
siente cómo está defendiendo una causa muy noble, que siente cómo se ha
convertido en la antorcha de 200 millones de seres humanos que padecen hoy las
mismas cosas que ustedes estaban padeciendo antes aquí (APLAUSOS).
¡Ah!,
¿qué quiere decir eso? Que el pueblo
marcha unido, porque el pueblo sabe que sus intereses son los que cuentan, que
su voluntad es la que cuenta, que en su patria hoy no se hace absolutamente
nada, como no sea para su bien. Y así
deben ser todos los gobernantes, todos los gobernantes deben existir para
hacerle el bien a su pueblo, ¡no para robar, no para saquear, no para vender a
su pueblo, no para traicionar a su pueblo!
(APLAUSOS.)
Y
por eso, por eso nosotros, que sí podemos hablar en nombre de la democracia, es
que planteamos esto, y se lo planteamos a los gobiernos de América, y nosotros
esperamos que no se ofendan por esto, porque nosotros no les estamos planteando
nada malo, nosotros no les estamos planteando nada más, que reúnan al pueblo y
que todo el pueblo reunido diga la última palabra sobre la Declaración de Costa
Rica, y si el pueblo no le da su aprobación, ¡la Declaración de Costa Rica no
tiene validez para nosotros! (APLAUSOS.)
Y esperamos que ningún gobierno
demócrata de América se ponga bravo porque nosotros le pidamos que reúna al
pueblo.
Ya
que dicen que somos nosotros los que nos estamos apartando de la familia
norteamericana, nosotros les estamos diciendo que no, que los que se han apartado
de la familia norteamericana, es decir, la familia latinoamericana, para
asociarse al imperio yanki explotador son los que fueron allí a Costa Rica,
esos sí se están apartando de la familia latinoamericana, ¡nosotros no! Al contrario, nosotros queremos que nuestra
familia, los pueblos de América Latina, se reúnan y digan la última palabra,
porque esa sí es nuestra familia, ¡los pueblos de América Latina sí son nuestra
familia! (APLAUSOS.)
Pero,
¿qué ocurre?, ¿qué hizo el imperio? Nos
quita nuestra cuota azucarera y, entonces, la reparte entre todos esos
gobiernos que tenían que condenar la acción.
Es decir que nosotros fuimos el país víctima; el gobierno norteamericano
nos quita nuestra cuota y, antes de ir a discutir allí, la reparte entre los
jueces. ¿Qué ha hecho el gobierno de
Estados Unidos? ¡Un acto de soborno!; fue
a ofrecerles a los jueces la parte que nos había quitado de nuestra cuota. Pero, además, otra cosa: mientras se está discutiendo en Costa Rica,
acuerdan un crédito de 600 millones de dólares para repartir entre los
gobiernos, es decir, entre las oligarquías de América Latina. ¿Cómo es posible que, en medio de una
conferencia, un gobierno que se respete a sí mismo y respete a los demás, vaya
allí con un crédito de 600 millones de dólares, ofreciéndoselo a los países que
están discutiendo? ¿Cómo puede
concebirse que esa sea una política moral?
Es una política inmoral la política del gobierno de Estados Unidos, que
le quita a Cuba su cuota y la reparte entre las oligarquías, adopta un crédito
de 600 millones de dólares en medio de la conferencia y lo reparte a las
oligarquías, pero con eso, con eso podrán comprar a las oligarquías, ¡pero con
eso no podrán comprar a los pueblos!; si no, ¡que vayan y les pregunten a los
pueblos! (APLAUSOS.) Que vayan y les pregunten a los pueblos, para
que vean que los pueblos van a hacer igual que nosotros, que les van a decir: “No, no, lo que queremos es que las minas
sean de nosotros, y que el petróleo sea de nosotros, y que las industrias sean de
nosotros, y que los monopolios se vayan para su casa, que no necesitamos sus
dólares.” ¡Eso es lo que les van a decir
los pueblos! (APLAUSOS.)
Porque,
¿qué es lo que quiere el pueblo de Venezuela, que le den dólares? ¡No, lo que quiere es que no le lleven los
dólares de allí!, eso es lo que quiere, que no le lleven su petróleo, que no
estén agotando sus recursos naturales; lo que quiere el pueblo de Venezuela es
que le devuelvan su petróleo, sus minas y sus recursos naturales, para ellos
desarrollar sus recursos naturales y progresar; eso es lo que quiere el pueblo
de Venezuela. Y eso es lo que quieren
los pueblos.
Los
pueblos saben que ese dinero se queda entre las manos de la oligarquía, de los
latifundistas, de los explotadores, de todos los que dirigen allí la política
de esos países; los pueblos saben que ellos no reciben nada. Por eso, esa es una diplomacia que se trajina
en secreto, en que a los pueblos no les dicen nada, los pueblos son simples
espectadores, y no son consultados cuando se toman estas determinaciones.
Por
eso, nosotros le decimos al imperialismo que lo que vale no es la opinión de la
oligarquía, que las oligarquías se pueden vender; pero los pueblos hermanos de
América ¡jamás se venderán por ningún oro del imperialismo yanki! (APLAUSOS.)
Fueron
allí a discutir, con la bolsa en una mano y con el garrote en la otra. De más está decirles que aunque no hubieran
llevado la bolsa, hubieran obtenido la Declaración de Costa Rica. ¿Por qué?
Porque llevaban el garrote. Pero,
además, aunque no hubieran llevado el garrote, hubieran votado con el
imperialismo. ¿Saben por qué? Porque los latifundistas de América no
quieren que haya reforma agraria; los monopolios de América no quieren que haya
reforma agraria; los explotadores en América Latina no quieren que haya
justicia en América Latina. Y entonces
ellos, de puro miedo a una revolución que aquí acabó con todos los privilegios,
que acabó con los latifundios, que acabó con la explotación, de puro miedo a
una revolución como esta, y de puro miedo a que los pueblos se contagien del
espíritu revolucionario de Cuba, votan contra Cuba, porque lo que quieren es
que sea destruido el ejemplo de la Revolución Cubana.
Pero
eso no es lo que piensan los obreros de América Latina; eso no es lo que piensan
los campesinos; eso no es lo que piensan los estudiantes; eso no es lo que
piensa el pueblo de América Latina. El
pueblo de América Latina, aunque le han estado haciendo una campaña contra
Cuba, aunque los cables de las agencias yankis están continuamente mintiendo,
calumniando y repitiendo todo género de falsedades sobre la Revolución, los
pueblos no tragan, ¡los pueblos no tragan las mentiras del imperialismo! (APLAUSOS.)
Ahora
bien, nosotros, ¿qué hemos hecho? Nosotros
fuimos allí a discutir, allí expusimos nuestros puntos de vista, discutimos muy
bien. ¿Qué pasó? Lo que todo el mundo esperaba. A pesar de las formidables razones, de la
extraordinaria fuerza moral de Cuba, aquellos cancilleres, aunque avergonzados
muchos de ellos, firmaron la declaración.
No todos, porque el canciller Arcaya, de Venezuela, desoyendo, se negó a
acatar la directriz gubernamental (APLAUSOS); porque aunque la delegación de
Venezuela firmó, siguiendo instrucciones del gobierno de Venezuela, el
canciller Arcaya, representando el sentimiento de ese heroico pueblo de
Venezuela, de ese heroico pueblo de Venezuela que hace una semana que está en
la calle protestando contra la Declaración de Costa Rica (APLAUSOS), el
canciller Arcaya se negó a firmar él la declaración.
Pero
hay otro caso, al Canciller que había convocado aquella reunión, evidentemente
por instrucciones de su gobierno, porque fue el Canciller de Perú el que
convocó la reunión para tratar de la supuesta intromisión extracontinental, fue
tal la repugnancia que le produjo el espíritu autoritario del Departamento de
Estado norteamericano, fue tal la repugnancia que le produjo la farsa, que
también el Canciller de Perú se negó, personalmente, a firmar esa declaración
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Roa, Roa!”).
Y
aun, aun cuando el Canciller de México firmó la declaración, apenas llegó a
México dijo que de ninguna manera él estaba de acuerdo con la condenación de
Cuba; y aunque, desde luego, la declaración era una condenación de Cuba, él,
personalmente, dijo que no era su intención condenar a la Revolución Cubana.
Es
decir que fue tal la fuerza moral de Cuba, fue tal el prestigio de nuestra
Revolución, que varios cancilleres se negaron a firmar la declaración, y
algunos de los que la firmaron hicieron declaraciones expresando su punto de
vista favorable a Cuba.
Claro
está que eso no decide el contenido de la declaración; el contenido de la
declaración es contra Cuba. Pero claro,
pasaron cosas tan extraordinarias en esa conferencia que, según nos informa el
compañero Olivares, la delegación de Argentina presentó un proyecto en inglés,
en inglés presentó un proyecto allí. Después
explicaron, después explicaron que fue un error, pero fíjense qué errores: un país, una delegación de habla española,
presentando un proyecto en inglés (EXCLAMACIONES).
¿Eso
fue una victoria del imperialismo? No,
lo que fue una victoria pero pírrica del imperialismo. Las victorias pírricas son esas en que se
pierde más de lo que se gana. Vamos a
ver ahora qué van a decir de esta asamblea democrática, y cómo van a atreverse
ahora a decir que el pueblo esté obligado a acatar una resolución que no es
democrática; se les va a acabar el cuentecito de la
democracia. Hasta aquí han podido estar
hablando del cuentecito de la democracia en Estados
Unidos (EXCLAMACIONES), porque desde aquí, desde aquí, desde ahora en adelante,
los que hablamos de democracia somos nosotros que reunimos al pueblo y
discutimos con el pueblo los problemas (APLAUSOS). Y los que tengan que andar con leyes de
excepción, leyes represivas, persiguiendo allí con las fuerzas represivas en la
calle al pueblo, encarcelando a los ciudadanos, que no hablen de democracia; el
que no pueda reunir al pueblo y consultar al pueblo, y contar con el pueblo
para que el pueblo decida sobre los destinos del país, que no venga con el cuentecito de la democracia, ¡que ese cuento está muy
viejo!
Y
ahora, vamos a discutir, vamos a decidir, el pueblo de Cuba va a decidir, en
esta asamblea general nacional del pueblo, sobre la Declaración de Costa Rica
y, además, tenemos que formular nuestra declaración nosotros. Conforme ellos hicieron la suya, nosotros
tenemos que hacer la nuestra de aquí, la Declaración de La Habana (APLAUSOS).
Casi
todos los artículos de la declaración están contra Cuba, pero vamos a leer los
tres más importantes, son los que importan.
Y después vamos a decidir si aceptamos o rechazamos —todavía no— la
declaración. Nosotros fuimos a Costa
Rica, no firmamos, y venimos aquí. Ahora
le vamos a someter al pueblo de Cuba la declaración.
Esa
declaración dice en el Artículo Primero:
“Condena enérgicamente la intervención o amenaza de intervención, aun
cuando sea condicionada” —fíjense a donde llegamos, aun cuando sea condicionada—
“de una potencia extracontinental en los asuntos de las repúblicas americanas,
y declara que la aceptación de una amenaza de intervención extracontinental por
parte de un estado norteamericano, pone en peligro la solidaridad y seguridad
norteamericanas, lo que obliga a la Organización de Estados Americanos a
desaprobarla y a rechazarla con igual energía”.
¿Qué energía, la energía de la camarilla o la energía del pueblo? Porque la energía del pueblo, que yo sepa, la
energía del pueblo se está invirtiendo en actos de protesta en las calles de
las capitales de las naciones norteamericanas.
Así
que esto nos obliga a plantearle al pueblo, reunido en asamblea general, la
primera cuestión: si en caso de ser invadida
nuestra isla militarmente por fuerzas imperialistas, ¿acepta o no acepta la
ayuda de la Unión Soviética? (EL PUEBLO EXCLAMA: “¡Sí! ADEMAS,
SE OYEN EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”
“¡Cuba sí, yankis no!” “¡Fidel, Fidel, qué tiene Fidel, que los
americanos no pueden con él!”, “¡Pin, pon, fuera,
abajo Caimanera!”)
Primera
votación y primera respuesta del pueblo de Cuba reunido en asamblea general
nacional. Primera respuesta a los
cancilleres de Costa Rica: Que el pueblo
de Cuba, reunido en asamblea general nacional, declara, que si la isla de Cuba
es invadida por fuerzas militares imperialistas, Cuba acepta la ayuda de la
Unión Soviética (APLAUSOS).
Es
bueno, es bueno que nosotros, además, les hagamos una pregunta a los
cancilleres que condenaban enérgicamente la amenaza de intervención, aun cuando
sea condicionada de una potencia extracontinental. Es decir que ellos declaran que si a nosotros
la Unión Soviética nos brinda su apoyo militar en caso de que seamos invadidos
por Estados Unidos, que ellos condenan el ofrecimiento de ayuda y la aceptación
de la ayuda, ¡qué bonito!
Nosotros
queremos hacerles otra pregunta a los cancilleres de Costa Rica: ¿Con qué cuentan los gobiernos de América
Latina para defender a Cuba si Cuba es invadida por fuerzas militares
imperialistas, como fue invadido ya una vez México, dos veces, varias veces
Nicaragua, como fue invadida Haití y como fue invadida Costa Rica? ¿Con qué cuentan los gobiernos de América
Latina, con qué efectivos militares para defender a Cuba?
En
primer lugar, que no los tienen y, en segundo lugar, que si los tuvieran no podíamos
contar tampoco con ellos. Es decir que
lo que pretendían era que nosotros rechazáramos esa ayuda, la ayuda en caso de
agresión. ¿Para qué? Para que nosotros tuviéramos que estar
dependiendo, exclusivamente de ellos, que con toda seguridad nos iban a dejar
en la encrucijada. Por eso, la respuesta
inteligente, la respuesta correcta, la respuesta revolucionaria y la respuesta
valiente, es la respuesta que el pueblo de Cuba les envía a los cancilleres que
se reunieron en Costa Rica (APLAUSOS). Así
que sobre ese punto ya ellos saben a qué deben atenerse.
Hay
otro punto que dice: “...rechaza,
asimismo, la pretensión de las potencias chino-soviéticas de utilizar la
situación política, económica o social de cualquier estado norteamericano...” —claro, no mencionan a Cuba, pero se refieren
a Cuba— “por cuanto dicha pretensión es susceptible de quebrantar la unidad
continental, y de poner en peligro la paz y la seguridad del hemisferio”.
Ahora
vamos a hacer una pregunta: ¿Considera
el pueblo que la Unión Soviética o la República Popular China tengan la culpa
de esta Revolución que hemos hecho nosotros aquí? (EL PUEBLO EXCLAMA: “¡No!”) ¿Quién tiene la culpa de esta
Revolución? ¿Quién tiene la culpa de que
los cubanos hayamos tenido que hacer esta Revolución? ¿Quién tiene la culpa: la Unión Soviética, la República Popular
China o el imperialismo yanki? (EXCLAMACIONES
DE: “¡Los yankis!”) Es decir, el único culpable de que esta
Revolución esté teniendo lugar en Cuba es el imperialismo yanki, y, por tanto,
el pueblo de Cuba rechaza esa acusación de que la Unión Soviética o la
República Popular China estén tratando de utilizar la situación política,
económica y social de un estado americano, para quebrantar la unidad
continental, y poner en peligro la paz y la seguridad del hemisferio. ¿Quiénes están poniendo en peligro la unidad
continental? (EXCLAMACIONES DE: “¡Los yankis!”) ¿Quiénes están dividiendo a un pueblo latino
de otros pueblos latinos? (EXCLAMACIONES
DE: “¡Los yankis!”) ¿Quiénes son los que reunieron allí a un grupo
de cancilleres latinos para hacer una declaración contra un pueblo latino? (EXCLAMACIONES DE: “¡Los yankis!”) Los yankis.
¿Quiénes han sido los únicos agresores en este continente? (EXCLAMACIONES DE: “¡Los yankis!”) Los yankis.
Luego, nuestra respuesta a ese segundo punto, es que los únicos que han
agredido a los pueblos de América Latina, los únicos que han quebrantado la
unión de los pueblos de América Latina, y los únicos culpables del estado
revolucionario que está teniendo lugar en Cuba, y tendrá lugar en América
Latina, es el imperialismo yanki (APLAUSOS).
Y
para terminar de probarlo, baste un ejemplo.
Aquí, por ejemplo, tenemos un tratado que fue firmado, el 7 de marzo de
1952, por el entonces ministro de Estado, señor Aureliano
Sánchez Arango (EXCLAMACIONES), con el Embajador norteamericano. Este tratado se llamó... (EXCLAMACIONES DE: “¡Se llamaba!”) Se llamaba, llamó o llamaba, es lo mismo,
Convenio Bilateral de Ayuda Militar entre Cuba y Estados Unidos de América. Este es el trato entre el tiburón y la
sardina, por supuesto.
Y,
es interesante, por ejemplo, el punto dos del artículo uno. Yo sé que el pueblo de estas cosas de tratado
no entiende mucho, porque al pueblo no le dijeron ni una palabra sobre eso. Y esta era la política del imperialismo: obligaba a cada uno de los gobiernos a
suscribir un trato de tiburón a sardina con él; un pacto militar, ¡calculen qué
clase de pactos serían esos!, entre Estados Unidos y los países de América
Latina, pacto bilateral para ir atando, por una serie de compromisos, a todos
los pueblos de América Latina. Y en el
punto dos dice: “El gobierno de la
República de Cuba se compromete a hacer uso eficaz de la ayuda que reciba del
gobierno de Estados Unidos de América, de conformidad con el presente convenio,
con objeto de llevar a efecto los planes de defensa aceptados por ambos
gobiernos, conforme a los cuales los dos gobiernos tomarán parte en misiones
importantes para la defensa del hemisferio occidental, y a menos que
previamente...” —atiendan bien lo que
dice el tratado. Dice: “...y a menos que previamente se obtenga la
anuencia del gobierno de Estados Unidos de América...” —a menos que previamente se obtenga la
anuencia del gobierno de Estados Unidos de América— “...no dedicarán esa ayuda
a otros fines que no sean aquellos para los cuales se prestó”. Es decir que si nosotros somos testigos de
que los aviones que les prestaron, los tanques que les prestaron, las bombas
que les prestaron y las armas que les prestaron, sirvieron para asesinar
campesinos, para bombardear campesinos en la Sierra Maestra, y para asesinar a miles
de cubanos, es decir, para oprimir al pueblo y para hacer una guerra despiadada
contra el pueblo, este tratado dice que “a menos que previamente se obtenga la
anuencia del gobierno de Estados Unidos de América, no dedicarán esa ayuda a
otros fines que no sea aquellos para los cuales se prestó”. ¿Qué quiere decir? Que el gobierno de Estados Unidos de América
dio autorización para que utilizaran esos cañones, esas bombas y esos aviones
contra el pueblo de Cuba.
Este
es un tratado que, aunque parezca absurdo...
Desde luego, ya la misión militar había sido despedida hacía mucho
tiempo, pero este tratado estaba todavía vigente. Vamos a someterlo también a la consideración del
pueblo, y vamos hoy a someter a la consideración del pueblo si debe mantenerse
o debe anularse este tratado militar (EXCLAMACIONES DE: “¡Anularse!”). Es decir, los que estén de acuerdo con que
debe anularse este tratado militar ahora mismo, que levanten la mano (EL PUEBLO
REUNIDO, EN SU INMENSA MAYORIA, LEVANTA LA MANO). Es decir que por voluntad soberana del pueblo
de Cuba, queda anulado este tratado militar entre Cuba y Estados Unidos, que
tanta sangre costó (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Que se queme!”). No, no vamos a quemarlo; vamos a guardarlo
para la historia, así roto como está.
Mañana,
el Ministerio de Estado, el Ministerio de Relaciones Exteriores, que es como se
llama en el Gobierno Revolucionario, comunicará al gobierno de Estados Unidos
que el pueblo de Cuba, por voluntad absolutamente soberana y libre, reunido en
asamblea general nacional, ha anulado ese, ya caduco por los hechos y por el
sentimiento, convenio militar (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”, “¡Fuera!” “¡Pin, pon, fuera,
abajo Caimanera!”). Un momento, un
momento, que en el orden del día de esta asamblea, no está todavía el problema
de Caimanera (APLAUSOS). Habrá otras
asambleas generales nacionales. Habrá
otras asambleas, y es preciso que nosotros sepamos plantear cada cosa en su
oportunidad. Y nosotros le proponemos al
pueblo que mantenga para el momento oportuno la cuestión del problema de
Caimanera, le pedimos al pueblo. Porque
nosotros también queremos dar otra explicación; nosotros estamos respondiendo
hoy a hechos de tipo internacional, agresiones de tipo internacional.
Nosotros
hemos sido víctimas de agresiones económicas, y cuando nos quitaron 900 000
toneladas de azúcar, nosotros les advertimos previamente que pagarían, central
por central y empresa por empresa, las agresiones que hicieran a nuestra
economía. Nos quitaron 900 000,
casi un millón de toneladas, y les hemos nacionalizado 36 centrales azucareros,
la compañía eléctrica, la compañía de teléfonos y las compañías petroleras (APLAUSOS)
.
Bien,
a ellos les queda una parte todavía aquí, que está ahí en la reserva, para que
cuando produzcan nuevas agresiones económicas, entonces nosotros les
nacionalizamos las empresas que quedan. Es
decir, ¿cuál será la política del Gobierno Revolucionario? Muy sencilla y muy clara, y eso también es
necesario que el pueblo lo comprenda y que el pueblo lo apoye. Si continúan las agresiones económicas contra
nuestro país, continuaremos nacionalizando las empresas norteamericanas
(APLAUSOS). Mas, si a pesar de la
realidad de que nuestro país y nuestro pueblo está siendo víctima de una serie
continuada de agresiones, el imperialismo continúa con sus agresiones contra
nuestro país, y se empeña en arruinar económicamente a nuestro país, y se
empeña en continuar agrediendo a nuestro país, entonces, reuniremos al pueblo
en asamblea general y demandaremos la retirada de las fuerzas navales de
Estados Unidos del territorio de Caimanera (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: “¡Pin, pon, fuera, abajo Caimanera!”).
Ya
todo el mundo sabe cómo se apoderaron de esa parte de nuestra isla; ya todo el
mundo sabe en virtud de qué procedimientos; no discutiendo con un país
soberanamente libre, sino con un país intervenido y con un país sometido a las
cláusulas de la Enmienda Platt. Además,
todo el mundo sabe el riesgo que entraña para nuestro país, el que una potencia
agresora y guerrerista mantenga una base en nuestro territorio; los riesgos que
implica para nuestra población, en caso de una guerra atómica, la presencia de
una base militar yanki en territorio cubano.
Pero, además, todo el mundo sabe cómo ello, para nosotros, ha sido un
motivo de permanente preocupación, y que aquí mismo hemos denunciado, más de
una vez, que cualquier cosa que allí ocurra será siempre una autoprovocación,
porque nosotros no vamos a incurrir jamás en el error de darles pretextos para
que invadan a nuestro país. Si ellos
quieren invadir nuestro país, que lo invadan sin el menor pretexto, sin la
menor justificación, que nunca la tendrán y ya saben lo que les espera si
invaden a nuestro país. Pero que
nosotros, que conocemos bien los dobleces y las truculencias del Departamento
de Estado norteamericano; nosotros, que sabemos bien los procedimientos de que
se han valido; nosotros, por eso, hemos advertido al pueblo y hemos advertido
al mundo, que nosotros jamás atacaremos la base, porque, al contrario, lo que a
nosotros nos corresponde es advertir contra cualquier autoprovocación, porque
ellos son capaces, perfectamente capaces, ¿quién lo duda?, de planearse allí
una autoprovocación con criminales de guerra, para tener un pretexto, y
nosotros, que tenemos la obligación de estar alertas siempre y de advertir al
pueblo de todo, y de advertir al mundo de todos los peligros, advertimos que
cualquier cosa que ocurra siempre sería una autoprovocación, porque nosotros
nunca atacaremos esa base. Cuando las
circunstancias lo demanden, nosotros demandaremos, soberana y democráticamente,
como ha ocurrido hoy, la anulación de ese tratado para recobrar nuestro
territorio, pero nosotros jamás actuaremos de manera que le vayamos a dar
pretextos al imperialismo para ensangrentar a nuestro país (APLAUSOS).
Y
como nuestro pueblo es un pueblo inteligente, un pueblo que comprende cómo hay
que ir marchando sobre pie firme, y un pueblo que comprende cómo hay que ir
llevando adelante esta lucha con la mayor inteligencia, es por eso que el
pueblo apoya la línea que el Gobierno Revolucionario sigue sobre estas
cuestiones delicadas y espinosas.
Ahora
viene un punto que todavía faltaba de la declaración, porque aquí está el punto
cinco de la declaración que dice:
“Proclama
que todos los Estados miembros de la Organización Regional” —oigan bien— “que
todos los Estados miembros de la Organización Regional tienen la obligación de
someterse a la disciplina del sistema interamericano voluntaria y libremente
convenida, y que la más firme garantía de su soberanía y su independencia
política proviene de la obediencia a las disposiciones de la Carta de la
Organización de los Estados Americanos”.
Vean
qué clase de garantía: “que la más firme
garantía... proviene de las
disposiciones de la Carta de la Organización de Estados Americanos”, que no han
sido capaces de defendernos de las incursiones aéreas, que no han sido capaces
de defendernos de los planes de los contrarrevolucionarios que se gestan allí en
territorio norteamericano, de las expediciones que se organizan, de los
atentados que gesta, prepara y paga el Departamento de Estado yanki, de los
atentados terroristas, de las bombas y de cuanto acto de perturbación inspira,
prepara y paga el Departamento de Estado yanki.
Y que, sin embargo, no han podido defendernos ni de esas agresiones, ni
de la hostilidad creciente contra nuestro país, ni de la agresión económica, y
declara que “los Estados miembros de la Organización... tienen la obligación de someterse a la
disciplina”. ¡Muy bien! Antes de someternos a la disciplina, nosotros
planteamos que todos los Estados miembros, reúnan al pueblo y consulten al
pueblo sobre todas estas cuestiones de la Organización de Estados Americanos y
sobre la Declaración de Costa Rica. Y
cuando ellos consulten al pueblo, y cuando el pueblo esté de acuerdo con eso,
entonces que vengan a hablar de disciplina.
No,
nuestro deber nosotros lo entendemos de esta forma: va nuestro Canciller a Costa Rica con la
delegación cubana, se celebra la reunión, los cancilleres adoptan la
declaración. ¿Qué hace el gobierno de
Cuba? El gobierno de Cuba reúne al
pueblo y le somete la declaración. Ahora,
ningún Estado puede ser obligado a ningún acuerdo de tipo internacional contra
la voluntad de su pueblo. Nosotros hemos
sido el primero y el único en someter la cuestión a la consideración del
pueblo. Y eso es lo que hemos hecho, ese
es nuestro deber. Nosotros obedecemos lo
que diga el pueblo de Cuba, no lo que digan los cancilleres que cumplen órdenes
de Washington (APLAUSOS). El gobierno de
Cuba no está obligado a otra obediencia, ni a otra disciplina, ni a otro
acatamiento que las disposiciones que emanen de la voluntad libre y soberana de
su pueblo.
Todavía
quedan algunas cuestiones que nosotros queremos someter a la consideración del
pueblo, que el pueblo diga si está de acuerdo con que la política de nuestro
país debe ser de amistad y de comercio con todos los pueblos del mundo
(EXCLAMACIONES UNANIMES DE: “¡Sí!”).
Queremos
someter a nuestro pueblo otra consideración.
Nuestro pueblo ha restablecido relaciones diplomáticas con la Unión
Soviética; deseamos preguntarle a nuestro pueblo si está de acuerdo con que
nosotros hayamos establecido esas relaciones (EXCLAMACIONES UNANIMES DE: “¡Sí!”); si nuestro pueblo está de acuerdo
con que nosotros mantengamos relaciones también con los demás países
socialistas (EXCLAMACIONES UNANIMES DE: “¡Sí!”).
Y
queda otra cuestión de suma importancia.
Como ustedes saben, el imperialismo aprovechó para acusar a la República
Popular China de interferir en las cuestiones de América Latina también, cuando
lo cierto es que hasta hoy nuestro país no ha tenido relaciones diplomáticas
con la República Popular China, sino por el contrario, tradicionalmente venía
nuestro país manteniendo relaciones con un gobierno títere, que está allí
protegido por los barcos de la Séptima Flota norteamericana. ¡Ah!, sin embargo, ningún país de América
Latina se ha atrevido a restablecer relaciones, no ya diplomáticas, ni siquiera
comerciales, con la República Popular China.
Por tanto, el Gobierno Revolucionario de Cuba desea someter a la
consideración del pueblo de Cuba si está de acuerdo con que el pueblo de Cuba,
en esta asamblea soberana y libre, acuerde establecer relaciones diplomáticas
con la República Popular China (EXCLAMACIONES UNANIMES DE: “¡Sí!”).
Por tanto, desde este momento cesan nuestras relaciones diplomáticas con
el régimen títere de Chiang Kai Shek
(EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”), y que si la
República Popular China desea ayudarnos también en caso de que Cuba sea
agredida por fuerzas militares del imperialismo, Cuba acepta la ayuda de la
República Popular China (EXCLAMACIONES UNANIMES DE: “¡Sí!” “¡La aceptamos!”).
Esto
quiere decir que nosotros sí somos un país libre en América, que nosotros
decidimos nuestra política nacional y nuestra política internacional de una
manera democrática y de una manera soberana.
Democrática, es decir, con el pueblo; soberana, es decir, sin sujeción a
los dictados de ninguna potencia extranjera.
Esto
quiere decir que nuestro pueblo no le pide permiso a nadie cuando va a adoptar
una determinación. Eso quiere decir
pueblo libre; eso quiere decir pueblo soberano.
Los que no se podrán llamar pueblos libres y pueblos soberanos son los
que tienen que ir a pedirle permiso a Mr. Herter cuando van a dar un paso (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”), los que tienen que pedirle
permiso a la embajada yanki cuando van a dar un paso. Este acto de nuestro pueblo en el día de hoy,
demuestra que, efectivamente, ¡Cuba es el territorio libre de América! (APLAUSOS y
EXCLAMACIONES DE: “¡Cuba sí, yankis no!”)
¿No
querían que en América hubiese revoluciones?
¡Pues aquí tienen una revolución en América! ¿No querían que en un país de América se
hiciera justicia; que al fin nuestros campesinos tuvieran tierra; que al fin
nuestros niños tuvieran escuelas; que al fin nuestras familias tuvieran casas; que
al fin el pueblo tuviera trabajo, tuviera playas; tuviera oportunidad lo mismo
el hijo del campesino que el del obrero de ir también a las universidades? ¿No querían que un pueblo fuera feliz? ¡Pues tendrán un pueblo feliz, aunque no lo
quieran!, porque a ese pueblo esa felicidad no se la ha regalado nadie, esa
felicidad la está conquistando con mucho sacrificio, y es un pueblo que tiene
derecho a la felicidad, porque sabe conquistarla, porque únicamente cuando se
cuenta con un espíritu revolucionario como el que tiene el pueblo de Cuba,
cuando se cuenta con un pueblo tan maduro políticamente y tan formidable como
este, se puede librar una lucha como la que está librando Cuba. ¡Por algo nuestro pueblo se ha ganado el
respeto de todo el mundo, la admiración de todo el mundo, el cariño de los
demás pueblos del mundo!, porque comprenden que somos un pueblo pequeño, que
hemos tenido que enfrentarnos a obstáculos muy grandes. Comprenden que éramos un pueblo pequeño
sometido aquí a la influencia yanki, sometido a la propaganda yanki, sometido a
las películas yankis, sometido a las revistas yankis, a la moda yanki, a la
politiquería yanki, a las costumbres yankis, y que aquí todo era yanki
(EXCLAMACIONES).
¡Ah!,
cómo van a hablar ahora, cómo van a hablar ahora de intromisión soviética, o
cómo van a culpar a la República Popular China, si la única influencia que aquí
veíamos todos los días, los únicos libros que aquí veíamos todos los días, las
únicas películas que aquí veíamos todos los días, las únicas costumbres y las
únicas modas, era todo proveniente de Estados Unidos; es decir que si aquí
había un intruso, el intruso era el imperialismo yanki, que trató de destruir
nuestro espíritu nacional, que trató de destruir el patriotismo de los cubanos,
que trató de destruir nuestra resistencia a la penetración de los intereses
extranjeros. Gracias a que hemos tenido
un pueblo extraordinariamente virtuoso, gracias a que este pueblo empezó su
lucha desde muy temprano, que luchó solo por su independencia hace un siglo, un
pueblo que tuvo hombres como Maceo, como Céspedes, como Agramonte, como Calixto
García, y un pueblo que tuvo tan extraordinario Apóstol, un hombre de visión
tan lejana, un hombre de entraña tan humana, un hombre de elocuencia y de
sabiduría tan extraordinarias como José Martí, que forjó la nacionalidad de la
patria (APLAUSOS PROLONGADOS).
y gracias a
los hombres que en condiciones muy adversas, a los hombres que en la era
republicana libraron una lucha desigual contra la penetración yanki, hombres
que arrancan desde Juan Gualberto Gómez y Sanguily,
que se opusieron tenazmente a esa penetración, hasta los hombres que en las
décadas del 20 y del 30 se inmolaron y cayeron luchando para que sobreviviera
la nacionalidad cubana, el espíritu nacional cubano, para que el alma nacional
no fuese absorbida por el extranjero poderoso; gracias a esos, a esa obra de
generaciones, a esa tradición, nosotros hemos podido cosechar esta madurez y
esta conciencia revolucionaria de nuestro pueblo, que admira la América, que admira
el mundo; lo admira por su espíritu, lo admira por sus hechos, lo admira por su
valor, lo admira por su entusiasmo, porque es un pueblo que cuando se le dice: “¡Hay que reunirse para contestar a la
agresión!, ¡hay que reunirse para demostrarles a los enemigos de Cuba que el
pueblo está con la Revolución!, ¡hay que reunirse para demostrar que el pueblo
no tiene miedo!, ¡hay que reunirse para que vean que el pueblo está dispuesto a
cumplir su promesa de Patria o Muerte!” (EXCLAMACIONES), este pueblo se reúne
en un número tan extraordinario, llena una plaza tan vasta como esta y ofrece
un espectáculo como el que nuestros ojos no se habían imaginado nunca.
¡Ah! Eso es lo que explica la admiración de
nuestros visitantes, porque ¡no hay espectáculo más impresionante y más formidable
que un pueblo cuando tiene vida, que un pueblo cuando tiene conciencia, que un
pueblo cuando tiene alma, que un pueblo cuando tiene moral, cuando tiene razón,
cuando tiene espíritu de lucha, cuando es valiente, cuando es capaz de sentir
un ideal y por ese ideal sacrificar todos los intereses individuales! Porque cuando un pueblo llega a ese grado de
conciencia revolucionaria, los individuos se funden en el alma del pueblo y
entonces individualmente cada uno de nosotros no importa, hay algo que no muere
ni puede morir nunca, ¡ese es el pueblo!
Los hombres individualmente pueden desaparecer, pero los pueblos
perduran. Y este pueblo nuestro, este
pueblo revolucionario, esta multitud, este pueblo que desfila, este pueblo que
se agrupa, este pueblo que trabaja, este pueblo que se prepara, este pueblo que
se educa, es algo que tiene vida eterna, algo que tiene vida inmortal, algo en
lo cual la obra de cada uno de nosotros, el granito de arena de cada uno de
nosotros, se continuará a lo largo de la historia, porque los que vengan detrás
seguirán la tradición de su pueblo, como nosotros hemos seguido la tradición de
los que empezaron a luchar por la nación cubana hace un siglo; los que vengan
detrás seguirán la tradición nuestra y tendrán los ejemplos nuestros, como
nosotros hemos tenido los ejemplos de los que vinieron primero que nosotros
(APLAUSOS). Por eso el pueblo dice: ¡Patria o Muerte! ¿Qué quiere decir ¡Patria o Muerte!? Quiere decir que a cualquiera de nosotros no
le importa morir con tal de que su pueblo viva, de que su patria viva; que a
ninguno de nosotros nos importa entregarle nuestra vida a la patria, para que
la patria siga viviendo (EXCLAMACIONES DE:
“¡Patria o Muerte!” “¡Venceremos!”). Y, ¿por qué el pueblo dice ¡Venceremos!? El pueblo dice ¡Venceremos!, porque aun
cuando muchos de nosotros podamos caer, porque aunque individualmente muchos
compatriotas si la patria lo exige den su vida en sacrificio, ello quiere decir
que no la dan en balde, la dan ¡para que la patria triunfe! Y por eso cada uno de nosotros dice: ¡Patria o Muerte! Y el pueblo dice: ¡Venceremos!, la patria dice: ¡Venceremos!
(EXCLAMACIONES DE: “¡Venceremos!”)
Y
no nos queda ninguna duda de que la patria vencerá. No nos queda ninguna duda, porque sabemos el
terreno que estamos pisando, porque, además, no es la batalla de un grupo de
hombres, es la batalla de un pueblo entero y nunca un pueblo entero ha perdido
ninguna batalla; ¡es una batalla con razón, una batalla por la justicia, una
batalla por el bien de nuestros compatriotas, una batalla por el bien de
nuestros semejantes, una batalla por el bien del hombre, una batalla por el
bien de la humanidad, y nunca un pueblo entero que ha luchado por tan noble
causa ha perdido la batalla! Pero,
además, porque Cuba no está sola. Estaría
sola si no defendiera una causa justa, estaría sola si no estuviera luchando
por el bien de la humanidad. Mas, los
que se quedarán solos son los que luchan contra el progreso de la humanidad,
son los que luchan contra el bien del hombre; esos se quedarán cada vez más
solos, mientras estaremos cada día más acompañados los que estamos luchando por
el bien del hombre y por el bien de la humanidad (APLAUSOS).
Nuestra
patria pequeña representa hoy intereses que se salen de nuestras fronteras. ¡A nuestra patria pequeña le ha tocado el destino
de ser el faro que ilumine a los millones y millones de hombres y mujeres igual
que nosotros, que en la América sufren hoy lo mismo que nosotros sufríamos ayer! ¡Nos ha tocado ese destino glorioso y
nosotros seremos una luz que no se apagará nunca, una luz que será cada día más
brillante y cuyos reflejos llegarán cada día más lejos sobre las tierras de la
América hermana!
Y
eso lo sabe nuestro pueblo, por eso responde tan formidablemente, por eso actúa
tan digna y heroicamente.
Permítasenos
a nosotros, los que tenemos la responsabilidad del Gobierno Revolucionario,
permítaseme a mí y a mis compañeros expresar aquí, permítasenos satisfacer la
necesidad de expresar todo el orgullo que sentimos por nuestro pueblo, toda la satisfacción
que sentimos por nuestro pueblo, la alegría infinita que sentimos por los
éxitos de nuestro pueblo (APLAUSOS y
EXCLAMACIONES). Permítasenos expresarles
el aliento que sentimos nosotros en nuestro trabajo, el entusiasmo que sentimos
nosotros en nuestra lucha, cómo se acrecienta nuestro fervor por esta causa y
cómo sentimos que nuestras fuerzas y nuestras energías se multiplican para
seguir trabajando por el pueblo, para seguir batallando hasta con los últimos
residuos de la injusticia, con los últimos residuos de la pobreza; seguir
trabajando para hacerle el bien a nuestro pueblo; seguir trabajando para hacer
feliz a nuestro pueblo; seguir luchando por superarnos, por cumplir nuestros
deberes cada día con más eficiencia; para actuar cada día con más acierto. Y cómo nosotros, en instantes como estos, nos
prometemos a nosotros mismos que aun los errores más pequeños hay que
eliminarlos; cómo nos prometemos que aun aquellas cosas que no se hayan hecho
enteramente bien o perfectamente bien, o con absoluto acierto, porque, ¿quién
mejor que nosotros sabemos que los hombres yerran, que los hombres cometen errores,
y que las revoluciones, por justas, por nobles y por buenas que sean, aun, hasta
cometen a veces injusticias, debido a que son hombres los que actúan, son
hombres los que resuelven, y son hombres los que deciden? Cómo, en momentos como estos, ante un pueblo
tan formidable como este, nosotros sentimos que también nos crecemos y nos
sentimos todavía con más fuerza, con más amor a esta causa, si cabe más amor, y
con más disposición a hacer los sacrificios que sean necesarios porque
posiblemente, ¡pocas veces en la historia ningún grupo de hombres gobernantes
se ha visto tan correspondido por el pueblo como se han visto los hombres del
Gobierno Revolucionario cubano! (APLAUSOS
PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Con
ustedes!” “¡Con ustedes!”)
Y,
para concluir esta asamblea, todavía queda algo: vamos a someter a la consideración del pueblo
una declaración, contentiva de los puntos de vista del pueblo de Cuba, que
hemos estado discutiendo. Es como una
respuesta a la Declaración de Costa Rica, para contraponer a la declaración de
los cancilleres la declaración de los pueblos, ¡la declaración que se llamará
en la historia de América la Declaración de La Habana! (APLAUSOS.)
Esta
declaración, una vez sometida a la consideración del pueblo de Cuba, les
pediremos a todas las organizaciones revolucionarias de América, a todos los
sindicatos obreros, a las organizaciones estudiantiles, intelectuales,
artísticas y a cuanto hombre revolucionario haya en América, que la apoyen
(APLAUSOS). Tiene el prestigio de una
declaración que la suscribe un pueblo entero, tiene el prestigio del aporte
democrático de nuestro pueblo, porque lo que hay que resaltar, y habremos de
resaltar siempre, es que ¡esta Revolución llegó al poder por la voluntad del
pueblo, gobierna para el pueblo y se sostiene en el poder únicamente por el
respaldo del pueblo! (APLAUSOS); que hay
Gobierno Revolucionario porque hay un pueblo revolucionario que lo respalda; y
los gobiernos se mantienen en el poder, o por la fuerza, o por el apoyo del
pueblo. Se mantienen en el poder por la
fuerza las oligarquías militares y las oligarquías políticas, que representan
los intereses más reaccionarios de cada país, que representan la explotación de
sus obreros y sus campesinos, que representan la explotación de sus pueblos, y
por la conjunción de la fuerza, del dinero y de la mentira, se mantienen en el
poder. Y a pesar de los ataques, a pesar
de las agresiones, a pesar de las campañas de calumnias en que ha invertido
todo su poderío propagandístico el imperio poderoso del norte, a pesar de sus
agresiones económicas, a pesar de sus maniobras diplomáticas internacionales,
la Revolución se mantiene en el poder. ¿Por
qué? ¡Por el pueblo!, ¡y se mantendrá en
el poder mientras tenga al pueblo! (APLAUSOS);
y tendrá al pueblo, ¡mientras luche y trabaje para el pueblo! (APLAUSOS.)
Con
ese prestigio y con ese respaldo va esta declaración.
“Declaración
de La Habana.
“Junto
a la imagen y el recuerdo de José Martí (APLAUSOS), en Cuba, Territorio Libre
de América (APLAUSOS), el pueblo, en uso de las potestades inalienables que
dimanan del efectivo ejercicio de la soberanía, expresada en el sufragio
directo, universal y público, se ha constituido en Asamblea General Nacional
(APLAUSOS).
“En
nombre propio, y recogiendo el sentir de los pueblos de nuestra América, la
Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba,
“PRIMERO: Condena en todos sus términos la denominada Declaración
de San José de Costa Rica, documento dictado por el Imperialismo
Norteamericano, y atentatorio a la autodeterminación nacional, la soberanía y
la dignidad de los pueblos hermanos del Continente (APLAUSOS).
“SEGUNDO: La Asamblea General Nacional del Pueblo de
Cuba condena enérgicamente la intervención abierta y criminal que durante más
de un siglo ha ejercido el Imperialismo Norteamericano sobre todos los pueblos
de América Latina; pueblos que más de una vez han visto invadido su suelo en México,
Nicaragua, Haití, Santo Domingo o Cuba; que han perdido ante la voracidad de
los imperialistas yankis extensas y ricas zonas, como Tejas, centros
estratégicos vitales, como el Canal de Panamá, países enteros, como Puerto
Rico, convertido en territorio de ocupación; que han sufrido, además, el trato
vejaminoso de los infantes de marina, lo mismo contra nuestras mujeres e hijas
que contra los símbolos más altos de la historia patria, como la efigie de José
Martí.” (APLAUSOS.)
Esa
intervención, afianzada en la superioridad militar, en tratados desiguales y en
la sumisión miserable de gobernantes traidores, ha convertido, a lo largo de
más de cien años, a nuestra América, la América que Bolívar, Hidalgo, Juárez,
San Martín, O’Higgins, Sucre, Tiradentes y Martí,
quisieron libre, en zona de explotación, en traspatio del imperio financiero y político yanki, en reserva de
votos para los organismos internacionales, en los cuales los países
latinoamericanos hemos figurado como arrias del “Norte
revuelto y brutal que nos desprecia” (APLAUSOS).
“La
Asamblea General Nacional del Pueblo declara que la aceptación por parte de
gobiernos que asumen oficialmente la representación de los países de América
Latina de esa intervención continuada e históricamente irrefutable, traiciona
los ideales independentistas de sus pueblos, borra su soberanía e impide la
verdadera solidaridad entre nuestros países; lo que obliga a esta Asamblea a
repudiarla, a nombre del pueblo de Cuba, y con voz que recoge la esperanza y la
decisión de los pueblos latinoamericanos y el acento liberador de los próceres
inmortales de nuestra América (APLAUSOS).
“TERCERO: La Asamblea General Nacional del Pueblo
rechaza asimismo el intento de preservar la Doctrina de Monroe, utilizada hasta
ahora, como lo previera José Martí, ‘para extender el dominio en América de los
imperialistas voraces, para inyectar mejor el veneno también denunciado a
tiempo por José Martí, ‘el veneno de los empréstitos de los canales, de los
ferrocarriles...’
“Por
ello, frente al hipócrita panamericanismo que es solo predominio de los
monopolios yankis sobre los intereses de nuestros pueblos y manejo yanki de
gobiernos posternados ante Washington, la Asamblea
del Pueblo de Cuba proclama el latinoamericanismo liberador que late en José
Martí y en Benito Juárez (APLAUSOS). Y,
al extender la amistad hacia el pueblo norteamericano —el pueblo de los negros
linchados, de los intelectuales perseguidos, de los obreros forzados a aceptar
la dirección de gangsters—, reafirma la voluntad de
marchar ‘con todo el mundo y no con una parte de él’ (APLAUSOS).
“CUARTO: La Asamblea General Nacional del Pueblo
declara, que la ayuda espontáneamente ofrecida por la Unión Soviética a Cuba en
caso de que nuestro país fuera atacado por fuerzas militares imperialistas, no
podrá ser considerada jamás como un acto de intromisión, sino que constituye un
evidente acto de solidaridad, y que esa ayuda, brindada a Cuba ante un inminente
ataque del Pentágono yanki (EXCLAMACIONES), honra tanto al Gobierno de la Unión
Soviética que la ofrece, como deshonran al Gobierno de los Estados Unidos, sus
cobardes y criminales agresiones contra Cuba (APLAUSOS).
“POR
TANTO: La Asamblea General Nacional del
Pueblo declara ante América y el mundo, que acepta y agradece el apoyo de los cohetes
de la Unión Soviética (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Muere, gringo!”), si su territorio fuere
invadido por fuerzas militares de los Estados Unidos.
“QUINTO: La Asamblea General Nacional del Pueblo de
Cuba, niega categóricamente que haya existido pretensión alguna por parte de la
Unión Soviética y la República Popular China de ‘utilizar la posición
económica, política y social de Cuba, para quebrantar la unidad continental y
poner en peligro la unidad del hemisferio’.
“Desde
el primero hasta el último disparo, desde el primero hasta el último de los 20 000
mártires que costó la lucha para derrocar la tiranía y conquistar el poder
revolucionario, desde la primera hasta la última ley revolucionaria, desde el primero
hasta el último acto de la Revolución, el pueblo de Cuba ha actuado por libre y
absoluta determinación propia, sin que, por tanto, se pueda culpar jamás a la
Unión Soviética o a la República Popular China de la existencia de una
revolución, que es la respuesta cabal de Cuba a los crímenes y las injusticias
instaurados por el imperialismo en América (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!”).
“Por
el contrario, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba entiende que la política
de aislamiento y hostilidad hacia la Unión Soviética y la República Popular
China, preconizada por el Gobierno de los Estados Unidos e impuesta por este a
los gobiernos de la América Latina, y la conducta guerrerista y agresiva del
Gobierno norteamericano, y su negativa sistemática al ingreso de la República
Popular China en las Naciones Unidas pese a representar aquella la casi
totalidad de un país de más de 600 millones de habitantes, si ponen en peligro
la paz y la seguridad del hemisferio y del mundo.
“POR
TANTO: La Asamblea General Nacional del
Pueblo de Cuba ratifica su política de amistad con todos los pueblos del mundo,
reafirma su propósito de establecer relaciones diplomáticas también con todos
los países socialistas (APLAUSOS y
EXCLAMACIONES DE: “¡Khrushchev,
Khrushchev!”), y desde este instante, en uso de su soberanía
y libre voluntad, expresa al Gobierno de la República Popular China, que
acuerda establecer relaciones diplomáticas entre ambos países y que, por tanto,
quedan rescindidas las relaciones que hasta hoy Cuba había mantenido con el
régimen títere que sostienen en Formosa los barcos de la Séptima Flota yanki
(APLAUSOS).
“SEXTO: La Asamblea General Nacional del Pueblo
reafirma —y está segura de hacerla como expresión de un criterio común a los
pueblos de América Latina—, que la democracia no es compatible con la oligarquía
financiera, con la existencia de la discriminación del negro y los desmanes del
Ku-Klux-Klan, con la persecución que privó de sus cargos a científicos como Oppenhimer; que impidió durante años que el mundo escuchara
la voz maravillosa de Paul Robeson, preso en su
propio país, y que llevó a la muerte, ante la protesta y el espanto del mundo
entero, y pese a la apelación de gobernantes de diversos países y del Papa Pío
XII, a los esposos Rosenberg.
“La
Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, expresa la convicción cubana de
que la democracia no puede consistir sólo en el ejercicio de un voto electoral,
que casi siempre es ficticio y está manejado por latifundistas y políticos
profesionales, sino en el derecho de los ciudadanos a decidir, como ahora lo
hace esta Asamblea General del Pueblo de Cuba, sus propios destinos. La democracia, además, sólo existirá en
América cuando los pueblos sean realmente libres para escoger, cuando los
humildes no estén reducidos —por el hambre, la desigualdad social, el
analfabetismo y los sistemas jurídicos—, a la más ominosa impotencia.
“Por
eso la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba: condena el latifundio, fuente de miseria para
el campesino y sistema de producción agrícola retrógrado e inhumano; condena
los salarios de hambre y la explotación inicua del trabajo humano por bastardos
y privilegiados intereses; condena el analfabetismo, la ausencia de maestros,
de escuelas, de médicos y de hospitales; la falta de protección a la vejez que
impera en los países de América; condena la discriminación del negro y del
indio; condena la desigualdad y la explotación de la mujer; condena las
oligarquías militares y políticas que mantienen a nuestros pueblos en la
miseria, impiden su desarrollo democrático y el pleno ejercicio de su
soberanía; condena las concesiones de los recursos naturales de nuestros países
a los monopolios extranjeros como política entreguista y traidora al interés de
los pueblos; condena a los gobiernos que desoyen el sentimiento de sus pueblos
para acatar los mandatos de Washington; condena el engaño sistemático a los
pueblos por órganos de divulgación que responden al interés de las oligarquías
y a la política del imperialismo opresor; condena el monopolio de las noticias
por agencias yankis, instrumentos de los trusts
norteamericanos y agentes de Washington; condena las leyes represivas que
impiden a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes y los intelectuales,
a las grandes mayorías de cada país, organizarse y luchar por sus reivindicaciones
sociales y patrióticas; condena a los monopolios y empresas imperialistas que
saquean continuamente nuestras riquezas, explotan a nuestros obreros y
campesinos, desangran y mantienen en retraso nuestras economías, y someten la
política de la América Latina a sus designios e intereses.
“La
Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba condena, en fin, la explotación
del hombre por el hombre (APLAUSOS), y la explotación de los países
subdesarrollados por el capital financiero imperialista. En consecuencia, la Asamblea General Nacional
del Pueblo de Cuba, proclama ante América:
“El
derecho de los campesinos a la tierra; el derecho del obrero al fruto de su
trabajo; el derecho de los niños a la educación; el derecho de los enfermos a
la asistencia médica y hospitalaria; el derecho de los jóvenes al trabajo; el
derecho de los estudiantes a la enseñanza libre, experimental y científica; el
derecho de los negros y los indios a la ‘dignidad plena del hombre’; el derecho
de la mujer a la igualdad civil, social y política; el derecho del anciano a
una vejez segura; el derecho de los intelectuales, artistas y científicos a
luchar, con sus obras, por un mundo mejor; el derecho de los Estados a la
nacionalización de los monopolios imperialistas, rescatando así las riquezas y
recursos nacionales; el derecho de los países al comercio libre con todos los
pueblos del mundo; el derecho de las naciones a su plena soberanía; el derecho
de los pueblos a convertir sus fortalezas militares en escuelas, y a armar a
sus obreros, a sus campesinos, a sus estudiantes, a sus intelectuales, al negro,
al indio, a la mujer, al joven, al anciano, a todos los oprimidos y explotados,
para que defiendan, por sí mismos, sus derechos y sus destinos (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel; Fidel,
Fidel, qué tiene Fidel, que los americanos no pueden con él!”).
“SEPTIMO: La
Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba postula: El deber de los obreros, de los campesinos,
de los estudiantes, de los intelectuales, de los negros, de los indios, de los
jóvenes, de las mujeres, de los ancianos, a luchar por sus reivindicaciones
económicas, políticas y sociales (APLAUSOS); el deber de las naciones oprimidas
y explotadas a luchar por su liberación; el deber de cada pueblo a la
solidaridad con todos los pueblos oprimidos, colonizados, explotados o
agredidos (APLAUSOS), sea cual fuere el lugar del mundo en que éstos se
encuentren y la distancia geográfica que los separe. ¡Todos los pueblos del mundo son hermanos! (EXCLAMACIONES DE: “¡Unidad, unidad!”.)
“OCTAVO: La Asamblea General Nacional del Pueblo de
Cuba reafirma su fe en que la América Latina marchará pronto, unida y vencedora,
libre de las ataduras que convierten sus economías en riqueza enajenada al
imperialismo norteamericano y que le impiden hacer oír su verdadera voz en las
reuniones donde cancilleres domesticados, hacen de coro infamante al amo
despótico. Ratifica, por ello, su
decisión de trabajar por ese común destino latinoamericano que permitirá a
nuestros países edificar una solidaridad verdadera, asentada en la libre
voluntad de cada uno de ellos y en las aspiraciones conjuntas de todos. En la lucha por esa América Latina liberada,
frente a las voces obedientes de quienes usurpan su representación oficial,
surge ahora, con potencia invencible, la voz genuina de los pueblos, voz que se
abre paso desde las entrañas de sus minas de carbón y de estaño, desde sus
fábricas y centrales azucareros, desde sus tierras enfeudadas, donde rotos,
cholos, gauchos, jíbaros, herederos de Zapata y de Sandino, empuñan las armas
de su libertad, voz que resuena en sus poetas y en sus novelistas, en sus
estudiantes, en sus mujeres y en sus niños, en sus ancianos desvelados. A esa voz hermana, la Asamblea General
Nacional del Pueblo de Cuba le responde (APLAUSOS): ¡Presente!
Cuba no fallará. Aquí está hoy
Cuba para ratificar, ante América Latina y ante el mundo, como un compromiso
histórico, su dilema irrenunciable: Patria
o Muerte.
“NOVENO: La Asamblea General Nacional del Pueblo de
Cuba.
“Resuelve
que esta declaración sea conocida con el nombre de ‘Declaración de La Habana’,
Cuba, La Habana, Territorio Libre de América.
Septiembre 2 de 1960.” (APLAUSOS.)
Sometemos
esta Declaración de La Habana a la consideración del pueblo, es decir, que los
que apoyan la Declaración, levanten la mano (LA MULTITUD LEVANTA LA MANO). (DURANTE VARIOS MINUTOS EXCLAMAN: “¡Ya votamos con Fidel!” y “¡Fidel, Fidel, qué
tiene Fidel, que los americanos no pueden con él!” y “¡Viva Raúl Roa!”).
Y
ahora, falta algo. Y con la Declaración
de San José, ¿qué hacemos? (EXCLAMACIONES
DE: “¡La rompemos!”) ¡La rompemos! (Fidel la rompe ante la multitud.)
Estos
acuerdos de la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, que acabamos de
efectuar, serán comunicados a todos los pueblos hermanos de América Latina.
(OVACION).