DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO DE
CLAUSURA DEL PRIMER CONGRESO REVOLUCIONARIO DE LA FEDERACION NACIONAL DE
TRABAJADORES DE BARBERIAS y
PELUQUERIAS, EFECTUADO EN EL TEATRO DE LA CTC, EL 7 DE JUNIO DE 1960.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER
MINISTRO)
Compañeras y compañeros:
Hoy
se habían juntado todos los compromisos:
la Opera de Pekín (APLAUSOS), la despedida del barco que parte para
Chile (APLAUSOS), unas cuantas cosas más, y el congreso de ustedes, al que
había prometido asistir; pero debido a los demás compromisos, algunos, como el
del barco, hubo que posponerlos para mañana.
Y por eso he llegado a esta hora, que es ya por cierto bastante tarde
(EXCLAMACIONES DE: “¡No! ¡No!”).
Sí, es tarde... Después todo el
mundo me dice, con razón, al otro día por las calles, que yo debo hablar un
poco más temprano. Y a veces hemos
exagerado un poquito, como aquella ocasión en un congreso que terminó a las
6:00 de la mañana.
Y
esas cosas pueden pasar el primer año de la Revolución, pero ya la Revolución
nuestra va siendo viejita, ya tiene más de un año. Yo sí creo que estamos empezando, pero ya
camina, y camina sola (RISAS Y APLAUSOS).
La Revolución propiamente no podrá envejecer, pero sí va adquiriendo
madurez, a medida que gana en experiencia.
Y por eso, algún día llegará también en que demos los actos a su hora, y
que no se nos junten a nosotros todos los compromisos, porque de otra manera la
Revolución podrá durar mucho, pero nosotros, los que la empezamos, no vamos a
durar mucho. Y por eso hoy —por eso, y
además por estar un poquito cansados, para que no vayan a estar pensando que
estoy inventando otras razones— voy a ser lo más breve posible (EXCLAMACIONES
DE: “¡No! ¡No!”).
Es
esta la segunda ocasión en que nos reunimos con ustedes; la vez anterior fue en
el Teatro Blanquita, y en aquella ocasión les dimos una tarea a ustedes. También estaban reunidos los empleados de
comercio, que efectuaron su congreso hace unas semanas, y en aquella ocasión se
juntaron ustedes con los empleados del comercio, y hablamos de la importancia
que este sector tenía para la Revolución, ya que ustedes tenían un trato
directo con el público, y además tenían que discutir mucho.
Cuando
necesito obtener alguna información de lo que se discute y de lo que se habla
en la calle, llamo a Adolfito, que es el que me
pela —bueno, me pela cada vez menos
(RISAS Y APLAUSOS)— desde hace muchos años.
Y, bueno, tengo la ventaja de que él me pela a domicilio, porque cada
vez que estoy apurado, lo mismo un domingo que un sábado, que cualquier día,
llamo a Adolfito y él se aparece enseguida con su
maletín. Y cuando quiero, siempre le
pregunto qué cuestiones están en la calle, qué cuestiones están en el
ambiente. A lo mejor yo le hago un mal
servicio a Adolfito ahora con esto y cada vez que
haya una queja se la van a dar a él; y eso se debe a que ustedes tienen un
trato constante con el público. Y es una
cosa cierta que, tradicionalmente, donde más se conversa es en las peluquerías
y en las barberías, pues las personas que tienen que... Y recuerdo en los tiempos de la política, que
siempre se estaba hablando de política en las barberías; me imagino que ahora
se esté hablando siempre de revolución en las barberías, realmente (APLAUSOS).
Y
hay dos públicos: a
las barberías va todo el mundo, porque no le queda más remedio a todo el mundo
que pelarse; y a las peluquerías no va todo el mundo, porque hay quienes no
pueden ir a la peluquería por carecer de recursos, porque entra ya un poco más
en... Aunque siempre, aunque sea una vez
al año, hay en cada familia algo para ir a la peluquería también. Y se reúnen, fundamentalmente también,
personas que no son muy afines a la Revolución.
Y
yo sé que en las peluquerías las compañeras tienen grandes discusiones
defendiendo a la Revolución, y convenciendo, en ocasiones, a personas que no
van a poder convencer de ninguna manera, pero que hacen bien en tratar de
convencerlas, o por lo menos, salirles al paso cuando critican a la Revolución.
De
esa forma, el sector de ustedes tiene, desde el punto de vista revolucionario,
una gran importancia. No es que la
estemos exagerando, sino que tiene ciertamente una gran importancia, porque
tienen que estar constantemente, o tienen la oportunidad de estar
constantemente haciendo algo por la Revolución, al mismo tiempo que
trabajan. Y la Revolución necesita que
constantemente esté defendida, necesita que constantemente les salgan al paso a
los que la atacan, a los que la critican sin razón. E incluso cuando la critican con razón, ver
si el que la critica es un revolucionario o es un contrarrevolucionario, porque
un revolucionario tiene derecho a hacerle una crítica a la Revolución, un
contrarrevolucionario no tiene ningún derecho a hacerle críticas a la
Revolución, porque la quiere destruir (APLAUSOS).
Y
por eso, porque yo sé que la Revolución tiene entre ustedes los más constantes
defensores, es por lo cual contamos con este sector como uno de los sectores
que más está luchando por la Revolución (APLAUSOS). Ustedes tienen la tarea de mantener
constantemente la lucha en la calle, porque lo único que no se puede hacer en
una revolución, como en una guerra, es dejar de contestar el fuego del
enemigo. En la revolución, como en la
guerra, cada ataque tiene que tener su riposta, cada agresión tiene que tener
su riposta.
No
importa que la Revolución esté fuerte, ni importa que el pueblo, en su inmensa
mayoría, la esté respaldando; la Revolución necesita de toda su fuerza, y tiene
que defender cada átomo de su fuerza, porque esa fuerza la necesita para
defenderse, la necesita para defender al país, la necesita para seguir
adelante, y, sobre todo, porque quedan todavía muchas luchas por librar.
La
Revolución ha marchado bien hasta hoy, la Revolución ha logrado grandes
triunfos. La obra creadora de la
Revolución se observa ya en todas partes, se observa en los campos, en las
cooperativas, en los pueblos que se están haciendo, en el desarrollo de la
producción agrícola en general, en los miles de nuevas aulas que se han creado
—que en muchas ocasiones no es un aula, es un maestro que ha llegado y se ha
puesto a dar clases en un bohío—; la obra de la Revolución se ve ya en esas
grandes fortalezas donde hoy se reúnen miles de niños; la obra de la Revolución
se ve a través de todos los trabajos de calles, de carreteras, de vías de
comunicación que se están haciendo; la obra de la Revolución se ve en las
playas públicas de las cuales están funcionando ya 28 este mismo año.
Y
esa obra es lo que pudiéramos llamar la parte material. Porque la Revolución tiene su gran parte de
carácter espiritual, la Revolución que se ha efectuado en el espíritu del
pueblo, las instituciones que crecen, hechos como el de los soldados trabajando
por millares, haciendo escuelas, haciendo viviendas; las Brigadas Juveniles de
Trabajo Revolucionario, cuyas vanguardias están ya en la Sierra Maestra y que
llegarán a constituir en un período de dos o tres años una fuerza juvenil de
cerca de 80 000 jóvenes, de los que hoy están sin trabajo y no tienen
escuelas, porque las escuelas nuevas que se están haciendo van a beneficiar,
naturalmente, a los de menos edad. Había
toda una generación de jóvenes entre los 12, los 14 y los 18 años que no habían
tenido oportunidad de aprender algún oficio, ni habían tenido oportunidad de
estudiar ni tenían trabajo, y que hoy van a constituir una fuerza, no solo una
fuerza social, una fuerza productiva, porque, dedicados a las siembras de
árboles frutales y forestales en todas esas zonas que no son aptas para los
cultivos, esos muchachos producirán riquezas para la nación que en 10 años, en
madera solamente, tendrá un valor equivalente a 10 zafras completas. La obra de la Revolución se ve también en las
ciudades escolares que se están haciendo, en los hospitales que se están
haciendo. Y en fin, cada día se verá más
esa obra, porque cada día hay más organización, porque muchas de esas obras han
necesitado ser planeadas y proyectadas.
Y nosotros tenemos la seguridad de que se ha marchado hacia adelante en
medio de los obstáculos, con éxito grande.
Nos
tocó el país arruinado, nos tocó recibir las reservas en el índice más bajo que
habían tenido en los últimos años, nos tocó un precio bajo en el azúcar el año
anterior. Y sin embargo, a pesar de
todos esos obstáculos, a pesar de que, dependiendo nosotros del azúcar como
artículo fundamental, nuestros mercados se habían perdido, porque la política
azucarera la dirigía un grupo de magnates que no les importaba para nada la
economía nacional. Y lo que les
importaba era especular, lo que les importaba era ganar más dinero sin
importarles los que trabajaban en la industria o en las dependencias que había
de la industria; a pesar de esas circunstancias adversas, a pesar de que la
guerra destruyó muchos caminos y destruyó puentes, y la zafra se había
retrasado; a pesar de que fue necesario organizar todo el Estado; a pesar de
que fue necesario sustituir una parte grande de los funcionarios del Estado y
sustituirlos por hombres nuevos, por personas que en muchas ocasiones no tenían
la menor experiencia, y hasta acaso, también, por personas que no tenían
tampoco ningún mérito; a pesar de todas esas dificultades que la Revolución
hubo de atravesar el primer año, a pesar de la campaña cruenta que se desató
contra ella para desacreditarla y para aislarla; a pesar de las campañas
contrarrevolucionarias que se promovieron en el país; a pesar de la actitud
hostil y cada día más hostil de una nación poderosa como la de Estados Unidos,
la de un gobierno más que una nación, porque ha sido el gobierno el que ha
promovido esa hostilidad, y los grandes intereses económicos los que han
promovido esa hostilidad creciente contra nosotros; a pesar de esa hostilidad
creciente por parte de un gobierno poderoso y de intereses que habían sido los
que habían estado influyendo en la vida nacional y amaestrando, por así
decirlo, la conciencia nacional, que habían estado matando el espíritu
nacional, que habían estado apartando cada vez más al pueblo cubano de sus
virtudes cívicas, de su dignidad y de su patriotismo... Porque habíamos llegado ya al caso de que
virtualmente hasta el espíritu nacional, que es el sentimiento con que los
pueblos se defienden de intereses que traten de explotarlo, hasta ese espíritu
lo habían mermado considerablemente.
Y
no se puede negar la importancia que tenía para un pueblo pequeño que esos
intereses poderosos que aquí habían campeado por su respeto, que aquí formaron
la economía a su antojo, que la organizaron a su antojo, la manejaron a su
antojo, y que hasta incluso habían escrito los libros de historia de nuestra
patria y que, además, a través de películas, a través de revistas, a través de
propaganda, a través de la moda y a través de todos los medios posibles habían
estado influyendo en la mentalidad de nuestro pequeño pueblo. Era, por tanto, digna de consideración la
circunstancia adversa que implicaba una actitud hostil por parte de todos esos
intereses contra el Gobierno Revolucionario.
Porque ellos eran conscientes de la influencia que tenían en la
mentalidad del pueblo; ellos eran conscientes de todas las siembras de mentiras
y de falsedades que habían estado realizando durante muchos años, y ellos
creían que podían apartar al pueblo cubano del Gobierno Revolucionario; ellos
creían que por miedo o por engaño el pueblo cubano les habría de prestar más
atención a los amos extranjeros, que a los hombres que habían luchado
denodadamente junto al pueblo para librar a la patria de esos amos que fueron
los que armaron las manos asesinas de los enemigos de la patria (APLAUSOS).
Ellos,
que organizaron aquí aquel ejército, que lo instruyeron; ellos, que armaron las
manos de los esbirros; ellos, que enviaron todas las bombas y las metrallas que
se usaron contra el pueblo; ellos, que enviaron los tanques y los cañones con
los cuales se mantuvo en el poder durante siete años sangrientos el tirano
Batista; ellos, que tanta culpa tenían de las desgracias de nuestro país;
ellos, que habían mantenido una economía de monocultivo en esta tierra; ellos,
que habían mantenido a nuestra patria en estado de colonia; ellos, que tan gran
número de culpas llevan sobre sus hombros de los males que ha padecido nuestra
América, la América Latina (APLAUSOS), ellos creían que a ese mismo pueblo,
valiéndose de la influencia que habían ejercido sobre él, y que todavía tratan
de ejercer, aunque no con los frutos que esperaban, creían que podían apartar
al pueblo de los dirigentes revolucionarios.
Y se han encontrado la gran realidad de que las armas, que en otros
tiempos se emplearon para someter gobiernos o impedir revoluciones, les
fallaron esta vez. Y no solamente les
han fallado esas armas, sino que les han fallado otras con las que trataban
aquí de repetir la vergonzosa y criminal maniobra que llevaron a cabo contra el
pueblo de Guatemala (APLAUSOS).
Ellos,
que unas veces habían utilizado la agresión directa, como la que perpetraron
contra Nicaragua, o las intervenciones abiertas como las que perpetraron en
Santo Domingo y en Haití, y en más de una ocasión en nuestra patria, después
que nos impusieron a través de turbia maniobra aquella enmienda alevosa,
impuesta a un pueblo que peleó durante 30 años para conseguir su independencia
y al que le habían dicho que “de hecho y de derecho era y debía ser libre e
independiente” para imponerle después aquella enmienda, una vez que los
soldados mambises habían ya entregado sus fusiles,
reintegrándose a sus casas; ellos, que contra nuestros débiles pueblos,
abusando de su poderío económico y militar, habían actuado con tanta injusticia
y que tan diversos procedimientos habían empleado; que iban, como decía, desde
la agresión directa hasta el golpe de Estado, a través de coroneles, que
primero eran amaestrados en el Pentágono —porque allá les daban clases; allá,
con el pretexto de defender ese mundo que es el mundo de sus monopolios y de
sus intereses, amaestraban a los coroneles—, y que luego hacían trizas de las
constituciones y se encaramaban en el poder mediante la fuerza, con la
seguridad de que obtendrían el apoyo diplomático, y además el stock de tanques,
de aviones y de metralla que requiriesen para mantener allí el imperio de
oligarquías nacionales, asociadas a los grandes consorcios extranjeros
(APLAUSOS).
Y
cuando no era el coronel amaestrado el instrumento del golpe de Estado,
utilizaban el procedimiento de dividir o utilizaban la agresión económica o
cualquiera de entre los métodos variados con que cuenta el stock de la política
del garrote que se ha empleado contra nuestros pueblos débiles de América.
Y
todo eso, ensayado con más o menos éxito en otras partes, viene fracasando en
nuestra patria, porque con coroneles amaestrados en Washington no podrán contar
aquí, porque aquí hay comandantes que se educaron en los combates de las
montañas (APLAUSOS); con oficiales amaestrados por misiones militares no podrán
contar aquí, porque las misiones militares hace año y pico que ya no tenían
nada que hacer en nuestra patria (APLAUSOS); con ejércitos mercenarios no
podían contar aquí, porque hoy el ejército de la Revolución es un ejército de
campesinos y de obreros, que no traicionarán jamás a sus compañeros de clase
(APLAUSOS); con prensa mercenaria no podrán contar aquí, porque hace rato
también que la prensa mercenaria, falta de subvención por parte del gobierno y
falta de ambiente por parte del pueblo, ha caducado ya también; con partidos
tradicionales de los que siempre consultaban la opinión de Washington, con
políticos de aquel tipo, tampoco podrán contar aquí; con la división del pueblo
tampoco podrán contar. Podrán contar
solamente con unos pocos resentidos que no se resignan a renunciar a unos
privilegios que ya han desaparecido para siempre; con unos pocos traidores de
esos que puedan encontrar entre los que se vendan por 30 monedas. ¡Pero no más!
Porque las patrañas y las maniobras que han usado contra otras naciones
pequeñas y débiles de nuestro continente, han fracasado aquí, y ha fracasado la
amenaza y ha fracasado la otra táctica del miedo porque se encontraron con otra
cosa que tal vez no esperaban: a un
pueblo incólume, a un pueblo valiente que tiene la actitud de sonreírse ante
las amenazas que se le hacen (APLAUSOS PROLONGADOS); a un pueblo que, lejos de
temblar, ríe, porque no tiene miedo (DEL PUBLICO LE DICEN: “¿Miedo para qué?”) (APLAUSOS.)
Y han fracasado las amenazas, han
fracasado los intentos de amedrentar al Gobierno Revolucionario, han fracasado
los intentos de aislarnos de los pueblos de América.
El
éxito extraordinario de nuestro presidente, en su recorrido por la América del
Sur (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Dorticós, Dorticós!”) parece haberlos irritado, porque es una
maniobra más que fracasa. Y entre las
últimas está esa maniobra tan descarada, que consiste en presentarse ahora con
el pretexto de Trujillo, cuando Trujillo ha sido su mejor amigo (ABUCHEOS). Trujillo surgió de aquellas fuerzas de
ocupación americana, Trujillo es un producto de los gobiernos norteamericanos,
Trujillo fue sostenido por ellos en el poder, Trujillo ha estado ahí por ellos. Nunca se acordaron del pueblo dominicano, y
ahora, cuando hubo una revolución en Cuba, se acordaron de Trujillo, en una
maniobra que consiste en preparar un procedimiento que va primero contra
Trujillo, sin que les importe Trujillo, pero que en último término es una
preparación del expediente para aislar también a nuestra patria, aislar también
a la Revolución Cubana y situar dos regímenes irreconciliables, como es el
régimen de Trujillo y como es la Revolución Cubana; como para encerrarlos en el
mismo vacío, en la seguridad de que nosotros jamás nos reconciliaremos ni
podremos ser amigos de un régimen como el de Trujillo. Pero la maniobra es esa: usar ese expediente farisaico e
hipócrita, para seguir jugando la farsa de la seudodemocracia
que pregonen y, con esa arma, volverla contra nuestra patria.
Pero
no avanzan tampoco en ese orden, porque los pueblos de América son sensibles ya
a las grandes realidades sociales, y a pesar de las miles de mentiras que se
han escrito contra nuestra Revolución, a pesar de todos los cables de la UPI y
de la AP, a pesar de todos los periódicos que están al servicio de esos grandes
intereses, a pesar de que nuestra verdad se ha tenido que abrir paso por sí
sola, los pueblos la vitoreaban y los pueblos pronunciaban con admiración y
simpatía el nombre de Cuba y de su Revolución, ¡porque había podido más la
verdad cubana que todos los esfuerzos que han hecho para difamarla y para
aislarla! Van fracasando unas tras otras
las maniobras y artimañas de que siempre se han valido para doblegar a nuestros
pueblos de América Latina.
Y
aquí se han encontrado un pueblo digno, un pueblo entero, un pueblo firme que,
aunque pequeño, ha tenido toda la entereza necesaria para erguirse en defensa
de sus derechos más sagrados, para rebelarse contra la imposición y la
injerencia, para labrar su propio porvenir y ser definitivamente libre; se han
encontrado con un pueblo pequeño, pero entero, contra el cual van fracasando
todas las maniobras que han realizado.
Pero, sin embargo, nosotros sabemos que no nos dejarán en paz; nosotros
sabemos que cada día estarán más agresivos contra Cuba; nosotros sabemos que
las agresiones económicas contra nuestro país vendrán; nosotros sabemos que
conspiran contra el Gobierno Revolucionario.
Preparaban la conspiración cuando alentaban a los contrarrevolucionarios
con sus campañas, cuando llevaban a los criminales de guerra al Senado de aquel
país; pero nosotros sabemos que pasan de las campañas a los hechos, nosotros
sabemos que conspiran, y nosotros sabemos que traman contra nuestra Revolución,
y nosotros sabemos que fraguan medidas o maniobras cada vez más insolentes y
cada vez más agresivas, porque se empeñan en seguir equivocándose, se empeñan
en proseguir por el camino errado, se empeñan en apartarse cada vez más del
único camino correcto, que era el respeto pleno a los derechos de nuestro
país. Y en la medida que se apartan del
único camino y de la única actitud que debieron haber mantenido con respecto a
la Revolución, avanzan más y más por el camino funesto, erróneo, absurdo y
estúpido de la agresión, de la agresión económica y de los pretextos
preparatorios, incluso, de la agresión armada.
Y
frente a esas realidades, frente a esas intenciones, lo mejor sería que
meditaran un poco, que no se llamaran a engaño sobre el hecho cierto de que el
país se va a defender, y no solo se va a defender, ¡sino que el país va a
derrotar cualquier agresión armada!
(APLAUSOS.) Y lo mejor sería que rectificaran.
Han
usado, en nota reciente, un lenguaje, un lenguaje soez y agresivo, el lenguaje
del provocador, el lenguaje del intruso, ¡el lenguaje de los que se meten en lo
que no les importa! (APLAUSOS.)
¿Qué
pretenden? Provocar. ¿Pretenden acaso intimidar? ¿Pretenden acaso hablar fuerte? ¿Pretenden asustar? Tal vez.
Tal vez crean todavía, ingenuamente, que pueden asustar a los
cubanos. Mas, a nuestro criterio, era
provocación, más que otra cosa; provocar, por todos los medios. ¿Y qué pretenden? ¿Pretenden que la Revolución retroceda? ¡Lo sentimos mucho, pero no podemos
complacerlos! (APLAUSOS.) ¿Pretenden que aunque el gobierno se mantenga
firme el pueblo vacile? ¡Lo sentimos
mucho, pero no podemos complacerlos!
(APLAUSOS.) ¿Qué pretenden? ¿Que les devolvamos a las compañías
norteamericanas las tierras que el pueblo ha recuperado? ¡Lo sentimos mucho, pero no podemos
complacerlos! (APLAUSOS.) ¿Qué pretenden? ¿Que volvamos a elevar las tarifas
telefónicas y eléctricas? ¡Lo sentimos
mucho, pero no podemos complacerlos!
(APLAUSOS.) ¿Que volvamos otra
vez a la época aquella en que los cubanos tenían que pedirle permiso a “su
señoría” el gobierno de Washington? ¡Lo
sentimos mucho, pero no podemos complacerlos!
(APLAUSOS.) ¿Que nuestra economía
siga siendo una economía colonial, de monocultivo y de país subdesarrollado, al
servicio de los grandes trusts norteamericanos? ¡Lo sentimos mucho, pero no podemos
complacerlos! (APLAUSOS.) ¿Que renunciemos a la libertad de comercio y
les tengamos que comprar a ellos, exclusivamente a ellos, vendan al precio que
vendan y sea cual fuere la balanza comercial?
¡Lo sentimos mucho, pero no podemos complacerlos! (APLAUSOS.)
¿Que sigan las concesiones privilegiadas de nuestra riqueza minera, para
que se lleven toda nuestra riqueza y no nos dejen más que el hoyo? ¡Lo sentimos mucho, pero no podemos
complacerlos! (APLAUSOS.) ¿Que les quitemos a las milicias obreras y
campesinas los fusiles? ¡Lo sentimos
mucho, pero no podemos complacerlos!
(APLAUSOS.) ¿Que Cuba renuncie a
su soberanía y con ella a su derecho a mantener relaciones comerciales y
diplomáticas con los pueblos que estime conveniente? ¡Lo sentimos mucho, pero no podemos
complacerlos! (APLAUSOS.) ¿Que dejemos
de sembrar arroz, y de sembrar algodón, de producir grasas, para seguírselo
comprando eternamente a ellos, cuando podemos producirlo en nuestras fértiles
tierras? ¡Lo sentimos mucho, pero no
podemos complacerlos! (APLAUSOS.) ¿Qué quieren?
¿Que vuelvan los generales y los coroneles? ¿Que vuelvan los esbirros? ¿Que vuelva Batista? ¡Lo sentimos mucho, pero no podemos
complacerlos! (APLAUSOS PROLONGADOS Y
EXCLAMACIONES DE: “¡Patria
o Muerte!”)
Y
si no podemos complacerlos, ¿qué vamos a hacer?
¿Qué se le va a hacer? ¡Son esas
cosas que no tienen remedio! Y, en
verdad que es como para preguntarse: ¿Por qué esa pretensión? ¿Acaso porque nosotros seamos un pueblo
pequeño? Y, somos pequeños, ya se sabe
por qué; porque si toda la América Latina estuviese unida en una gran nación,
entonces no seríamos países geográficamente pequeños. Pero, aun así, divididos como estamos, y
siendo Cuba una de esas naciones geográficamente pequeñas, eso no quiere decir
que tenga nadie derecho a disponer sobre sus destinos. Nosotros somos un país libre, soberanísimo
(APLAUSOS). Y eso lo proclamamos con
orgullo, lo podemos proclamar con orgullo; y ese derecho lo tenemos porque lo
hemos conquistado, y, además, porque estamos dispuestos a defenderlo.
Y
ya sabemos, además, que tenemos que enfrentarnos a esas circunstancias; no nos
sorprenden. Ya lo sabemos, sabemos que
ese es el precio de la libertad, sabemos que ese es el precio de la dignidad
nacional. Que la vida nacional cubana
haya sido una vida de perenne lucha, ¿quién no lo sabe? ¿Desde cuándo están luchando los cubanos? Desde mediados del siglo pasado, desde 1868
hasta 1898. Treinta años en la misma
lucha, con breves reposos, treinta años luchando toda aquella generación de
Céspedes y de Agramonte, Maceo, Máximo Gómez; después
la generación de Martí (APLAUSOS). ¡Caro
que le ha costado a nuestro pueblo su soberanía! ¡Dura que ha sido la lucha, desde hace más de
un siglo! Frente a los intentos de
anexarnos primero... Porque los
esclavistas, los dueños de los esclavos, es decir, los latifundistas de ayer,
eran partidarios de la anexión, porque había Estados en el sur que eran
esclavistas, y ellos querían anexarse a la Unión para mantener sus esclavos; lo
mismo que ahora hay también “anexionistas”.
Algo peor que anexionistas: los hay, afortunadamente pocos, que
prefieren no ya la anexión, sino hasta la destrucción de su patria, antes que
el triunfo de la justicia.
Luchando
Cuba contra las ideas anexionistas, después luchando contra los autonomistas,
luchando contra la metrópoli, para arribar a la independencia con una Enmienda
Platt. ¡Duro tuvieron que luchar las
generaciones en la etapa republicana!
¡Duro ha tenido que luchar nuestro pueblo para librarse de la tiranía,
para librarse de aquellas fuerzas que lo oprimían e impedían su progreso! Para nosotros, los cubanos, la lucha no es,
pues, nada nuevo. Trabajo arduo nos ha
costado llegar hasta aquí; generaciones enteras han luchado y se han
sacrificado una tras otra. Nosotros
hemos venido a ser la generación afortunada, la que pudo ver la soberanía plena
de la nación, la que pudo alguna vez ver triunfante la justicia sobre nuestra
tierra, ilusión esa de los que iniciaron, en el siglo pasado, la lucha por la
independencia.
Y
cayeron unos tras otros:
cayó Céspedes, cayó Agramonte, cayó
Maceo, cayó Martí, y no cayó Máximo Gómez, porque vivió para ver aquella
humillación de los gobiernos interventores yankis, el paso de una colonia
española a una colonia norteamericana. Y
se sacrificaron toda una pléyade de jóvenes en la lucha contra Machado, en la
lucha del 33, y tampoco ellos pudieron tener este privilegio que ha tenido nuestra
generación, de ver alguna vez el triunfo de la verdad y de la justicia sobre su
tierra. La alegría que disfrutan ustedes
hoy, la alegría de aquel 1ro de Enero, la alegría de aquel 26 de Julio del año
pasado, la alegría de este 1ro de Mayo, estos momentos de emoción que ustedes y
nosotros hemos tenido oportunidad de disfrutar, no lo disfrutaron las
generaciones pasadas.
Nosotros
hemos sido la generación que recogió el fruto del esfuerzo de todas las
generaciones que vivieron antes que nosotros; nosotros hemos tenido la
satisfacción infinita de ver al país plenamente libre y soberano, mas no sin
dejar de recordar a todos aquellos que cayeron por hacer posible este triunfo.
Hemos
sido la generación que pudo ver culminada la obra, que pudo ver culminado el
esfuerzo de todas las anteriores, y hemos vivido momentos de felicidad
extraordinaria que no pudieron vivir los cubanos de otras épocas. Pero también por eso esta generación, que es
producto del espíritu patriótico, que con tanta sangre y sacrificio se ha
venido abonando durante un siglo; esta generación, que ha venido a recoger las
cosechas de virtudes cívicas sembradas durante tanto tiempo, ha asumido esa
tremenda responsabilidad. Y de la misma
manera que ha tenido el privilegio de vivir estos años de gloria, de alegría y
de triunfo, esta generación está dispuesta a defender ese triunfo por el deber
que nos exige el privilegio que hemos tenido.
¡Esta generación no será la generación blanda que se deje arrebatar de
sus manos la cosecha! (APLAUSOS.) ¡Esta generación no será la generación que se
deje arrebatar de su mano las banderas triunfantes! ¡Esta generación no será una generación que
entregue a la ambición extranjera la posesión de su tierra y de su soberanía!
Esta
generación se siente orgullosa del rol que está desempeñando; esta generación
está consciente de su gran destino y de su gloria; esta generación no
renunciaría jamás al honor que ha recibido; esta generación está dispuesta a
hacer los sacrificios que sean necesarios, porque si creen que se trata de un
pueblo blando, que se asuste ante los primeros obstáculos, ¡se han equivocado!
Y
nosotros hemos sido testigos de que toda la fe que en el pueblo se pueda tener
siempre será poca, porque nuestro pueblo es uno de esos pueblos que siempre da
de sí más de lo mejor que de él se haya esperado. Este es un pueblo que se crece y que supera a
las creencias más optimistas. Y por
fortuna eso es lo que se necesita en etapas históricas como esta, en etapas
decisivas como esta.
La
lucha, pues, no es nueva para los cubanos; los cubanos tienen una larga
tradición de lucha y saben luchar. Lo
que nosotros hemos hecho es poco todavía.
Más que nosotros lucharon ya los cubanos de la independencia, más que
nosotros, que en el curso de algunos años, jóvenes la mayor parte de los
dirigentes revolucionarios, logramos el éxito; más que nosotros lucharon otras
generaciones. Esta generación está pues,
entera, y esta generación si no puede decir que es la que más haya luchado, sí
debe decir que es la que más está dispuesta a luchar (APLAUSOS).
y nosotros debemos
ser optimistas, nosotros debemos tener la seguridad de que el éxito culminará
nuestro esfuerzo; nosotros debemos tener la seguridad de que nada de lo que
hagamos será en vano, porque, con esa misma convicción de los que se saben
haciendo algo justo, con esa misma convicción de los que saben que tienen
razón, con esa misma convicción de que se actúa correctamente, debemos pensar
que los que no tienen la razón, los que no actúan correctamente, los que se
empeñan en hostigar y hostilizar a nuestra patria, fracasarán. Y por un análisis muy sencillo hay que sacar
la convicción de que fracasarán. y fracasarán, por si intentan ahogar la
economía de nuestro país, no lo conseguirán.
Este
es un país demasiado rico en recursos, este es un pueblo demasiado trabajador. Y económicamente... ¡Ah!, si los enemigos de nuestra Revolución
creyeran que económicamente íbamos a fracasar, nos dejaban tranquilos para que
fracasásemos sin remedio. Pero saben que
no fracasaremos en lo económico, saben que cuando todos los mercados estén
abiertos a nuestro azúcar, cuando todos los mercados estén abiertos a nuestros
productos, Cuba tendrá siempre los recursos económicos suficientes para su
pleno desarrollo industrial. Cuando
nosotros hayamos culminado esa política de comercio internacional que ha hecho
posible la venta, en este año, de cantidades de azúcar superiores a los últimos
años, nosotros sabemos que con el aprovechamiento de nuestras riquezas,
nosotros sabemos que con la política de trabajo y de honradez que lleva adelante
el Gobierno Revolucionario (APLAUSOS), nosotros sabemos que ahorrando como
estamos las divisas e invirtiendo nuestros recursos, cada vez con mayor
eficacia, económicamente jamás fracasaremos, económicamente no nos podrán
ahogar. Eso lo sabemos nosotros. Y como somos dueños de nuestros actos y somos
dueños de nuestra conducta, podemos ir aplicando todas las medidas para
triunfar económicamente, y triunfaremos (APLAUSOS).
Luego,
no tendremos nada que temer en ese orden.
Y si económicamente no podrían destruirnos, ¿qué recursos les
quedan? ¿Agredirnos? ¿Invadirnos?
¿Y quiere decir acaso que el peligro de la invasión pueda ser la derrota
del país? ¿Cuántos hombres hay que
desembarcar aquí para luchar contra un pueblo de 6 millones de
patriotas? ¿Cuántos hombres tienen que
morir aquí para avasallar a un pueblo de 6 millones de patriotas? Los argelinos tienen menos combatientes que
los que nosotros tenemos, los argelinos tienen menos armas que las que nosotros
tenemos (APLAUSOS), y los argelinos hace muchos años que están luchando contra
un ejército de medio millón de franceses.
Y nosotros estamos en muchas mejores condiciones de lucha que los
argelinos, ¡y estamos preparados para resistir!
Eso, en el supuesto caso de que cometan la estupidez de agredirnos, en
el supuesto caso de que cometan la locura de agredirnos. Por si lo ignoran los que tales tácticas
promueven —lástima que en los estudios teóricos de las bombas atómicas y las
estrategias pentagonales se olviden de lo que es el patriotismo de los
hombres—, no hay fuerza superior a esa energía atómica que el átomo de amor a
la patria (APLAUSOS).
Y
eso que se llama amor a la patria, es una materia prima espiritual que produce
mucha más energía que el uranio o el hidrógeno.
Y de eso se olvidan los que desprecian a los pueblos, los que aborrecen
los sentimientos de los pueblos.
¡Lástima que pierdan de vista esas verdades, ya que podrían ahorrarse
muchos males y ahorrarle males no solo al país víctima, sino al país
victimario! Si cometen la locura de
agredirnos, no le quede a nadie la menor duda de que serán derrotados
(APLAUSOS), y que esa derrota no se sabe las consecuencias que puede tener para
los agresores (APLAUSOS).
No
cabe otro remedio que hablarle así al pueblo, clara y honestamente. El porvenir de Cuba no tiene recaída posible;
el porvenir de Cuba está más asegurado que nunca (APLAUSOS), porque ya somos
dueños de lo nuestro, y hacemos, con lo nuestro, lo que estimamos más
conveniente a nuestros intereses. Ya
podemos dedicarnos al trabajo, ya podemos dedicarnos a hacer nuestra propia
economía, a labrar nuestro porvenir económico; y por tanto, nuestro éxito en
ese orden está asegurado, cualesquiera que sean las medidas que se tomen contra
nosotros. Y desde luego, ¡en cada medida
que tomen habrá siempre la contramedida nuestra! (APLAUSOS.)
Y
así, frente a cada agresión económica, una medida revolucionaria más, ¡que
quizás quedemos parejos el día que los cubanos seamos absolutamente dueños de
todo lo que haya en Cuba! (APLAUSOS.) Luego, no tenemos nada que temer. Afrontar la lucha con decisión y optimismo,
porque nunca hemos tenido más razón ni más seguras perspectivas de éxito, nunca
hemos tenido mejor oportunidad.
Ha
tenido problemas la Revolución, pero todo el mundo sabe por qué. No ha sido por cuestiones de vecindad, ha
sido por cuestiones de intereses económicos.
No habría tenido problemas la Revolución si nuestras tierras no hubiesen
sido extranjeras, no hubiesen estado en manos extranjeras; no habría tenido
problemas la Revolución si nuestros servicios públicos no hubiesen estado en
manos extranjeras; no habría tenido problemas la Revolución si la economía del
país no hubiese estado en manos extranjeras.
Y porque manos extranjeras eran las que poseían nuestros recursos y
nuestra economía, la Revolución ha tenido problemas con el “vecino del Norte”, que no habría tenido de no haber
mediado esos intereses. Y la Revolución
no tenía otro camino que escoger, porque si la Revolución se hubiese plegado
ante esos intereses, no habría sido Revolución.
La Revolución ha tenido problemas, porque nuestras riquezas estaban en
manos extranjeras. Y los problemas,
absolutamente todos, han tenido ese origen, y lo que digo no es nuevo para los
cubanos, todos los cubanos lo sabían, todos los cubanos sabían que cualquier
Revolución que afectara intereses norteamericanos tendría problemas. Luego, la culpa no la tiene Cuba, la culpa no
la tiene la Revolución, ¡la culpa la tienen las manos voraces que habían echado
garra de nuestras riquezas! (APLAUSOS.)
Por
tanto, podemos mirar el porvenir con valentía y con fe. Los talentos no abundan, realmente, como para
que tengamos nada que temer de los que tantas equivocaciones cometen, y que lo
mismo que se han equivocado en todos sus pasos acerca de Cuba, no le quede a
nadie la menor duda de que seguirán equivocándose, de que seguirán
estrellándose contra la entereza de nuestro pueblo, de que seguirán fracasando
y de que en realidad lo mejor sería, para ellos y para Cuba, que recapacitaran,
porque si el error los sigue conduciendo por el camino funesto de la agresión,
mal para Cuba, ¡pero peor para ellos!
(APLAUSOS.)
Nosotros
a la larga seremos vencedores. ¡Nosotros
a la larga, seremos vencedores en cualquier circunstancia, lo mismo frente a la
agresión económica que frente a la agresión militar! Nosotros a la larga seremos vencedores, y con
nuestra victoria puede ser que los pueblos hermanos de América Latina también
despierten. Y esos pueblos, tarde o
temprano, seguirán el camino de Cuba. Y no en vano la admiración que sienten
por nuestro pueblo, porque nuestro pueblo no los defraudará. Cuba no se desteñirá, Cuba sabrá estar a la
altura de las circunstancias, Y, en
cualquier circunstancia, la lucha de Cuba ayudará a la liberación de los
pueblos de América Latina; aunque traten de ponernos un cordón sanitario,
venciendo económicamente ante las agresiones de ese orden, o venciendo
militarmente ante las agresiones militares, el ejemplo de Cuba será el ejemplo
que seguirán los pueblos hermanos de América Latina, más tarde o más temprano.
De
todas formas, la Revolución Cubana —como decíamos el 1ro de Mayo— es una
realidad en la historia del mundo, de esas realidades que, mal que les pese a
los que no se resignan a ellas, será una realidad que no podrá borrarse. Nosotros somos hoy la primera trinchera de
América. Las masas humildes de todos los
pueblos de este continente miran hacia Cuba, llenas de esperanza, y no vacilan
en afirmar —sin vacilación alguna— que Cuba es su ejemplo, que del triunfo de
Cuba depende su triunfo. Y ese es el
papel que los cubanos estamos desempeñando en la primera trinchera de América,
¡y esa trinchera la sabremos defender!
¡Esa trinchera no la tomarán jamás los enemigos de nuestras
nacionalidades y de nuestros hermanos de América Latina! ¡Esa trinchera se mantendrá firme e
invencible!, porque los que estamos en ella, los que tenemos el privilegio de
estar en esa trinchera, no la perderemos; los que tenemos el privilegio de
jugar este rol que Cuba está jugando en la historia de este continente,
sabremos estar a la altura de las circunstancias, con la seguridad de que
venceremos, vencerá nuestro pueblo; ¡cueste lo que cueste, vencerá nuestro
pueblo! Porque sus hijos están decididos
a defenderlo, porque sus hijos tienen el valor, el patriotismo y la unión que
en una hora como esta se necesita, porque sus hijos han dicho: ¡Patria o Muerte! (APLAUSOS.) Y han dicho ¡Patria o Muerte!, porque esa es
la consigna de cada cubano. Para cada
uno de nosotros, individualmente, la consigna es: ¡Patria o Muerte!, pero para el
pueblo, que a la larga saldrá victorioso, la consigna es: ¡Venceremos!
(OVACION)