DISCURSO
PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO
REVOLUCIONARIO, ANTE LOS OBREROS DE LA BASE NAVAL DE CAIMANERA, EN EL LOCAL DEL
INSTITUTO DE SEGUNDA ENSEÑANZA DE DICHA CIUDAD, EN GUANTANAMO, EL 13 DE
NOVIEMBRE DE 1960.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL
GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Buenas noches, compañeros:
Hacía mucho tiempo que tenía la idea de
celebrar una reunión con ustedes, los obreros de la Base Naval de Caimanera. En realidad, como tenemos mucho trabajo, habían
ido transcurriendo los meses y no había podido venir a cumplir este propósito. Por fin hoy, haciendo un esfuerzo y
pidiéndoles, al mismo tiempo, la excusa por la hora en que hemos llegado,
decidimos hacer el viaje aquí y organizar, discretamente, esta reunión.
Esta reunión se comunicó por la tarde,
les avisaron a los compañeros, hemos sabido, casa por casa. En fin, no quería que se armara agitación
alrededor de esta visita nuestra y de esta reunión. No se trata de que no se
vaya a saber después lo que vamos a conversar; al contrario, nosotros tenemos
mucho interés de que se les comunique a todos los trabajadores cubanos de la
base. Lo que sí queríamos es que fuera
una reunión tranquila como la de esta noche, para poder aquí conversar como
pocas veces nosotros tenemos oportunidad. Ustedes saben cómo son las concentraciones y
los actos, y vamos a tratar las cuestiones que les interesan a ustedes, y no es
bueno tener al público que no está relacionado directamente con estos asuntos,
porque a lo mejor no nos dejan aquí analizar tranquilamente las cuestiones que
interesa analizar esta noche.
Los compañeros deben estar interesados en
saber de qué se trata, pues son dos cuestiones fundamentales. En primer lugar, el gobierno se cree en la
obligación de actuar en todo este problema relacionado con la base con mucho
cuidado. En primer lugar, ya todos han
tenido oportunidad de escuchar nuestros pronunciamientos, en el sentido de
advertir que continuamente... —incluso en las Naciones Unidas lo planteamos, me
imagino que una parte de ustedes estaría escuchando también (APLAUSOS)––, nuestra preocupación de que se quisiera tomar la base
como un pretexto para crear conflictos al Gobierno Revolucionario, y también,
incluso, un punto que nos preocupaba a nosotros, como lugar donde se podía
propiciar una autoprovocación.
Les voy a decir con entera franqueza, que
yo creo que los elementos reaccionarios, retrógrados que gobiernan Estados Unidos,
no son más que poderosos intereses económicos que allí controlan toda la vida
de la nación, desde los periódicos hasta los bancos, pasando por todas las
grandes empresas. Un puñado de señores
allí son los que dominan toda la vida de ese país, y se han caracterizado por
ser siempre gente sin escrúpulos. Y nosotros,
sinceramente, siempre hemos estado preocupados con esa posibilidad de que un
día quieran fraguar una autoprovocación.
Por eso hemos tomado todas las medidas, y siempre hemos advertido al
pueblo; incluso, en ocasiones, el pueblo en los actos se ha puesto a gritar: “¡Sin fronteras!”,
“¡Abajo Caimanera!”, y, efectivamente, todas esas cosas.
Ustedes saben cómo es el pueblo. Nosotros lo sabemos. El pueblo, en su fervor revolucionario, en su
entusiasmo sin límites, en su espíritu patriótico y, además, en su espíritu de lucha,
pues, naturalmente, se exalta, y yo tengo la completa seguridad de que lo que
están haciendo lo están haciendo con mucha sinceridad. La tarea de nosotros, en estas ocasiones, no es
la de exaltar más al pueblo, sino todo lo contrario, explicarle los problemas cómo son, y sobre
todo estas cuestiones, que son cuestiones delicadas, por cuanto el deber
nuestro y el deber de nuestro pueblo es tener la suficiente inteligencia, no
solamente el suficiente valor, sino también la suficiente inteligencia, para ir
llevando adelante su obra, y lograr un día ver realizados todos sus deseos y
todos sus sueños, sin que ningún factor, ningún enemigo pueda destruir esa
obra.
Nosotros lo que queremos es eso;
nosotros, los dirigentes de la Revolución, y el pueblo también, quizás por
espíritu y por temperamento, muchos de nosotros somos personas que más que la vida
tranquila nos gusta la lucha y, más que la seguridad, puede ser que hasta nos
guste el peligro.
He notado que todos los hombres que
tenemos, cada cual tiene su manera de ser, y nosotros no somos ajenos a esas
cuestiones de temperamento. Sin embargo,
cuando tenemos sobre nuestros hombros una responsabilidad como la que tenemos
hoy, pues nosotros lo que tenemos es que estar por encima de todas las pasiones
y de todas las inclinaciones, en fin, de nuestro propio temperamento, y ser los
más, ser serenos y, sencillamente, guiarnos solo por las responsabilidades que
tenemos. Y nosotros podemos tener la
responsabilidad de guiar a nuestro pueblo hacia la victoria, y lograr que todo
lo que queremos tener en nuestra patria sea realidad y no se trate de un sueño,
porque muchas de las cosas ya hoy empiezan a ser realidad, pero faltan muchas
todavía. Podríamos decir que nos quedan muchos años de trabajo para que
logremos cambiar a nuestro país como lo vamos a cambiar.
Sin embargo, eso va a llevar tiempo. Cada cosa que intenta el gobierno realizar,
cada problema que intenta resolver, a nosotros nos preocupa mucho, cuando
todavía vemos muchos cubanos que están sin trabajo, cuando todavía vemos muchos
bohíos, cuando vemos todavía mucha pobreza, pues siempre estamos anhelando ver
que algún día todo eso haya desaparecido. Y estamos seguros de que va a desaparecer,
igual que creemos que si lo que estamos haciendo desde hace dos años se hubiese
estado haciendo en este país desde hace 20 años, pues, sencillamente, sería
extraordinariamente distinta la vida de nuestro pueblo; si en 20 años se
hubieran dedicado los gobernantes a trabajar honradamente, a hacer justicia, a
desarrollar las inmensas riquezas de nuestro país, sencillamente, faltarían
brazos aquí. ¿Cómo iba a haber cubanos
sin trabajo? Pues, el problema sería al
revés, que no habría suficientes cubanos para cumplir todo lo que nuestra
capacidad industrial y nuestra capacidad económica, los recursos naturales de
nuestra patria, pudieran permitir.
Por esto nosotros —y hablando aquí en
estos términos bastante íntimos— podemos decir: nuestra preocupación es llevar al país
hacia la victoria, no dejarnos arrastrar a lo que el enemigo nos quiera
arrastrar. Por encima de todo está
vencer sobre los enemigos de nuestra patria y de nuestro pueblo. Y nosotros esa victoria no la podemos nunca
poner en riesgo porque nos dejemos arrastrar por provocaciones o por lo que el
enemigo quiera que hagamos, y nosotros debemos hacer lo que es necesario hacer
para llevar a nuestro país a la victoria.
Nuestro país está enfrascado en una lucha
dura, en una lucha importante, está jugando un rol muy importante en América y
en el mundo. Eso debería ser para todos nosotros un motivo de orgullo, y no en
balde a los cubanos hoy todo el mundo nos mira con verdadera admiración y
reconocimiento. Sencillamente, por la obra
que está haciendo nuestro pueblo, y cómo sale adelante nuestro pueblo por
encima de tantos obstáculos, y cómo este país, que era un país colonizado, el
país más sometido prácticamente al imperialismo, a la explotación extranjera; y
es un país que se ha puesto de pie, a pesar de ser un pueblo pequeño, ha estado
venciendo contra los poderosos recursos, la propaganda, las amenazas, las
agresiones económicas; y, en fin, marchamos adelante y vamos a seguir marchando
hacia adelante.
Luego, nosotros tenemos que saber muy
bien lo que estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo, y sencillamente seguir por
ese camino en que cada vez es más impotente el imperialismo frente al Gobierno
Revolucionario. Esta es una lucha que nosotros
la estamos ganando y la vamos a seguir ganando, y que además ellos no tienen
cómo evitar que nosotros sigamos adelante, triunfalmente (APLAUSOS). Pero esto no se conquista por casualidad, es
una cuestión de hacer las cosas como deben hacerse.
Y es así como nosotros analizamos este
problema de Caimanera. Esta es una base militar importantísima, que está de
manera evidente por la fuerza. Con la Enmienda Platt llegaron a ella
contradiciendo su propia determinación del Congreso de Estados Unidos de que
Cuba debía ser un país independiente; después de 30 años luchando los cubanos,
los padres de todos ustedes, ya que ustedes posiblemente la mayor parte son
orientales y proceden de esta zona, y esta zona, pues, dio decenas de miles de
patriotas.
Luego, todos tienen que haberse
encontrado con esa cosa triste de que su país no era totalmente independiente,
teníamos ahí un embajador que era el que mandaba, teníamos, la Enmienda Platt,
con el derecho de intervenir. Es decir,
decapitaron el sueño de nuestro pueblo de ser un pueblo independiente, que es
un derecho de todos los pueblos; tuvimos que soportar, o tuvieron que soportar,
primero que los desarmaran, después que estaban desarmados presentaron la
Enmienda Platt, y después con la Enmienda Platt cercenaron nuestra
independencia, teniendo la facultad de ejercer ellos su control político, y ser
ellos los que controlaran la vida de nuestro pueblo. No lo hicieron para ayudarnos a nosotros,
ellos no lo hicieron para ayudar a nuestros obreros, ellos lo hicieron para
ganar más millones y más millones. Y así,
esa herencia de pobreza, de bohíos, de analfabetos.
Y usted recoge de cualquier zona del
campo 100 muchachos de 16 años, de 18 años, y se encuentra con que el 70% y el
80% son analfabetos. Y lo mismo es en
los cañaverales y en toda esa zona, que hoy se empieza a cambiar, porque ya,
efectivamente, la gente sabe que la tierra es de ellos, que nadie podrá
quitársela, y están esforzándose en producir y saben que todas las riquezas que
allí produzcan van a ser para ellos. Pues,
como diría Martí, nunca lucharon con el propósito, ni mucho menos, de ayudarnos
a nosotros; lo hacían con el propósito de saquearnos. Durante 50 años nos estuvieron saqueando, y
aquí tenemos los resultados. ¿Qué
ocurrió en esos 50 años? Pues miren,
todavía tenemos ahí la base, una base militar impuesta por la fuerza y que se
mantiene, sencillamente, por la fuerza; incluso, ustedes han visto que se pusieron
a hacer maniobras y prácticas de tiro, los aviones volando sobre el territorio
en zafarrancho de combate, una cosa, sinceramente, porque a nosotros no nos va
a asustar. Eso nos da ganas de reír,
porque es un ridículo tremendo el que están haciendo, una cosa fantasmagórica
por completo, una cosa sencillamente absurda.
La posición de nosotros es, sobre la
base, una posición legal; nosotros no
podemos darles el pretexto a ellos para crear aquí un conflicto y mucho menos
para agredirnos.
Lo que sí es una cosa segura es que, como
den un paso de esa puerta, va a ser una cosa muy seria lo que se van a
encontrar aquí (APLAUSOS PROLONGADOS).
Y estas no son meras palabras. Nosotros sabemos bien por qué lo decimos. Nosotros sabemos el estado de ánimo en que
está el pueblo, y sabemos, además, que el pueblo cada día está más preparado
para resistir cualquier agresión. Y no
es solamente la fuerza con que contamos, sino también con la solidaridad del mundo.
Así que nosotros nos sentimos seguros de
la capacidad de nuestro pueblo para resistir, y, simplemente, contemplamos este
problema de la base como un problema delicado, como un punto neurálgico, y sobre
todo un punto donde nosotros tenemos que actuar con la mayor inteligencia; un
problema legal, un problema de derecho, un problema moral, no un problema de
fuerza. Y que tenemos la seguridad que a
la larga este derecho nuestro, esa razón moral, eso, triunfará.
Pero, sobre todo, tenemos que estar muy
cuidadosos de la política que debemos seguir, para que a ellos no pueda
facilitárseles el camino de una autoprovocación y de un pretexto para la
agresión a nuestro país. En esta
política tiene que haber una línea muy recta y una postura muy patriótica por
parte de los trabajadores de la base, los trabajadores cubanos, en el sentido
de cooperar con el Gobierno Revolucionario a seguir una política como la que debe
seguir con relación a la base de Caimanera.
¿Qué quiere decir eso? Pues, ustedes en
esto deben esforzarse por contribuir a la política del Gobierno Revolucionario,
que incluso les impone sacrificios, sacrificios de tipo sentimental. Es una situación muy especial: ustedes son
cubanos, y cubanos que sienten de verdad los problemas de su país, ustedes son
los nuestros, y sin embargo están allá, trabajando en aquella base; es el medio
de vida que ustedes han tenido durante muchos años. Incluso nuestro país, que todavía no tiene
capacidad económica suficiente para llamarlos a todos ustedes a trabajar, el
día que podamos, el día que podamos brindarles un trabajo mejor y un trabajo
más remunerado, el día que ya podamos resolver el problema de todos los que
están sin trabajo, los llamaremos muy gustosamente, y ese día ustedes volverán
aquí a ganarse la vida (APLAUSOS).
Ustedes son los nuestros, y nosotros
somos los de ustedes. Aquí están los
familiares, aquí nos entendemos, aquí hablamos el mismo idioma, aquí hablamos
el mismo sentimiento. Sin embargo,
ustedes se han visto obligados a ganarse la vida en ese trabajo; incluso, el
trabajo de estar trabajando en fortificaciones, que son fortificaciones que
constituyen hoy una amenaza para nuestro país, y eso, naturalmente, es una cosa
amarga, que nosotros lo comprendemos, como comprendemos la devoción de los
trabajadores de la base, los trabajadores cubanos, hacia su país y hacia la
Revolución. Comprendemos perfectamente esa situación.
Y en estas cosas es en las que tenemos
que saber actuar. A nosotros nos
interesa que ustedes no sean allí objeto de tratos arbitrarios y de
persecuciones. Cuando les decía que la política que debemos seguir es una
política que impone sacrificios de orden sentimental, lo decía por lo siguiente: ustedes, por
ejemplo, tienen el problema de la milicia. Muchos de ustedes son milicianos y, sin
embargo, a nosotros nos preocupa que eso pueda ser motivo de pretextos para
persecuciones contra los cubanos allí y para maltratos a los cubanos.
Yo quiero preguntarles a ustedes si
ustedes son capaces, por amor a su país y porque el bien de su país se lo pide,
si ustedes son capaces, los obreros de la base, de no pertenecer a las milicias
(EXCLAMACIONES DE: “¡No!”).
Es decir, sí, sí, precisamente eso es lo
que yo les vengo a pedir, muy consciente de lo que les estoy pidiendo, y creo
que cualquiera no se atreve a venir a pedir eso.
Yo he tenido una norma:
siempre con la verdad, con la
razón y con la claridad de plantear las cosas. Y sé que se les pide una cosa dura, y se lo
pide un compatriota que tengan la seguridad de que tiene una línea muy firme en
todo eso, y que está muy decidido, igual que todo el resto de su pueblo, a dar
mil veces la vida por su patria y que, además, tiene la seguridad de que su
patria triunfará frente a todos los enemigos. Y por eso les pido eso, con esa fuerza moral.
Es una de las cosas que nosotros debemos
pedirles a los obreros, es decir, el problema quizás más difícil que se les
pueda pedir. Pero, además, yo lo he
venido a pedir con la seguridad de que ustedes lo comprenderán y que, además,
estarán de acuerdo con nosotros; estarán de acuerdo con nosotros sabiendo,
sobre todo, que eso contribuye a que el enemigo no tenga pretextos, a quitarle
ocasión al enemigo.
¡Esto no quiere decir que si nuestro país
se viese agredido, no tuviese cada uno de ustedes un puesto y un fusil para
defender a su patria! (APLAUSOS); quiere decir que nosotros debemos seguir una
política, que esa política exige sacrificios.
Verdaderamente, para nosotros es un gran sacrificio que ustedes estén
trabajando en la base; para nosotros es un dolor que ustedes estén trabajando en
la base. Sin embargo, nosotros tenemos que aceptar esa situación, mientras
nosotros no podamos hacer otra cosa.
Y lo hacemos, aceptamos esa situación. Y no solo la aceptamos, sino que nos
preocupamos por la situación de ustedes, y, además, nos preocupamos por la
situación del país; nos preocupamos porque no solo no sean perseguidos ustedes,
sino por quitarles pretextos a los enemigos de nuestra patria. ¿Y ellos? ¡Ah!
Ellos, si quieren tener todos los pretextos para ir creando una
situación difícil, seguro que lo van a tratar de
hacer, como han hecho todas las demás cosas, como nos han quitado la cuota,
como nos han hecho el embargo, como han tenido esa política agresiva y realmente
provocadora contra nuestro pueblo.
Pero, sin embargo, nosotros no les planteamos
esto, sabemos por qué lo hacemos; sabemos que es nuestro deber plantearlo. Es decir que nosotros sabemos que estamos
diciéndoles a ustedes lo que debemos decirles.
A nosotros nos interesa que no haya el
menor pretexto para estar persiguiendo a los trabajadores allí; hasta, incluso,
para mantener más la unión de todos aquí, para no dar lugar a que unos luzcan
más tibios que otros, lo cual, en cierto sentido, los iría alejando de las
cosas de su patria, iría creando un complejo, una línea equivocada. Porque hay que mantener la unión y el espíritu
patriótico de todos. Eso no se mantiene solamente con un grupo.
Figúrense, nosotros comprendemos el
mérito que tienen ustedes, todos los que se han inscripto en las milicias, y
nosotros apreciamos extraordinariamente esa prueba; es más, eso a nosotros nos
emociona. Sin embargo, nosotros tenemos que trazarnos una línea y venir a
plantear estas cosas, porque tenemos la seguridad de que ustedes lo van a
entender, porque saben que con eso le están haciendo un servicio a su patria. A la patria no siempre se le sirve con un
fusil en la mano. Muchas veces, ese
servicio se le presta mejor haciendo otras que cuestan más trabajo; como
nosotros al plantearles estas cosas también, porque cuestan trabajo todas estas
cosas, porque interpretando esa fibra patriótica de todos ustedes, yo podría venir
y pronunciar aquí un discurso agitador. Claro, podía ser una cosa cómoda decir
eso. Posiblemente se enardezcan todos. Sin embargo, después nos queda atrás una
situación difícil. Después habremos dado un pretexto al enemigo para ir
preparando su campo de agresión contra nuestro país.
Y nosotros, que estamos dispuestos a
defender pulgada a pulgada el territorio de nuestra patria, y estamos
dispuestos a cumplir la consigna de que nadie abandonará su puesto de combate y
todo el mundo convertirá su trinchera en su tumba antes que retroceder un paso,
que está en la misma disposición, sin embargo, eso no nos ciega, eso no nos
envanece, eso no nos lleva al engreimiento, eso no nos lleva a renunciar a la
política inteligente que debemos seguir, y a la forma en que debemos actuar
para todo, precisamente para obtener el triunfo.
¿Qué van a hacer ellos si no nos agreden?
Tienen ellos una situación mucho más
difícil que nosotros. No nos agreden y
la Revolución seguirá victoriosa, constituyendo un ejemplo para todos los
pueblos de América. Nos agreden y la alternativa sería peor para ellos todavía.
Ojalá no cometieran esa locura, porque
nosotros no queremos que se cometan locuras que puedan costar muchas vidas,
pero, si se cometen, eso equivaldría a su destrucción definitiva.
Nosotros sabemos que esa es la situación
y tenemos que actuar sin renunciar a la inteligencia, sin renunciar a la
victoria y al triunfo que nosotros tenemos asegurado. Por eso lo que nos interesa es tener el
acuerdo de ustedes, la comprensión de ustedes. Además, tenemos la seguridad de que nos van a comprender.
No es posible que nadie venga a
hablarles como nosotros les estamos hablando hoy y que no se comprendiera que
tenemos razón, porque eso interpreta no solo la opinión mía, interpreta la
opinión de los compañeros responsables del gobierno, de los compañeros
responsables de la Revolución, del ejército, de las milicias, del gobierno en
general, como la actitud correcta. Y esa
es la primera cosa que les venimos a pedir, la primera cosa que esperamos de
todos ustedes, sin excepción, que nos acepten.
Yo les cedo la palabra sobre esa primera
petición. ¿Todos los que trabajan están
de acuerdo?... ¿Los mismos milicianos?... Bien, muchas gracias, compañeros.
Yo creo que no debimos de hacer una
asamblea, porque las cosas que aquí puedan empezar a discutirse quizás no
convengan.
Y ahora viene la segunda cuestión, que sí
es un problema moral para ustedes y para nosotros: el problema del cambio. Es un problema moral y un problema difícil;
difícil, porque dentro de la base, allí, no tiene jurisdicción el Gobierno
Revolucionario; luego, porque las
ofertas de cambios que se han estado haciendo son ofertas que han implicado una
constante tentación para los trabajadores, al mismo tiempo que una especie de
intento de soborno y de corrupción moral de los trabajadores de la base. Ha sido un arma de corrupción. Imagínense que es la línea del menor esfuerzo,
la línea de la mayor conveniencia económica, del aumento de ingresos, y eso ha
ido avanzando al extremo de que solo un 5% cambiaba los dólares dentro del
país.
Ello significaba casi una prostitución de
la conciencia del trabajador cubano. Ha
sido necesario afrontar también ese problema; esa era una de las cuestiones que
desde hacía tiempo me tenía tentado a hacer una visita y una reunión con los trabajadores.
Habría sido más amplia, pero se ha hecho
más discreto, para no verme con la situación de tensión existente. No queríamos
que empezaran a especular los cables de los monopolios imperialistas sobre
nuestra visita aquí, nuestra reunión con los obreros de la base.
Esa era una cuestión que me habría
gustado tratar y discutir con ustedes. Todos estarán de acuerdo en que esa línea
de acomodamiento a una situación de tipo monetario implicaba, por el cambio de
dólares en pesos, la elevación en un ciento por ciento, y hasta un 200%, del
ingreso a las familias pobres, que tienen hijos, familiares, y que tienen
muchas necesidades; eso no dejaba de ser una circunstancia que conspiraba
contra la integridad de nuestros trabajadores.
El Gobierno Revolucionario no podía
contrarrestar eso con medidas de control; no tenía control allí. No quería hacer cambios; ese podía ser un
procedimiento, pero un procedimiento inmoral para nosotros; nosotros no
podíamos depreciar nuestra moneda y hasta ir en contra de la ley para hallarle
solución a ese problema difícil. Es
mucho más conveniente que lo cambiaran allá. Les voy a explicar luego el porqué. ¿Era conveniente que el gobierno ofreciera lo
mismo que allí los garroteros y los especuladores ofrecían y, sobre todo, los
que se han robado el dinero de la república, los que les han robado el dinero a
ustedes, los que le han robado el dinero a nuestro pueblo, los que han
explotado a nuestro pueblo y lo han saqueado, un dinero de fuera y lo van a cambiar
allí?
Sin embargo, nosotros no podíamos acudir
a ese procedimiento inmoral. Nosotros
teníamos que defender simplemente los espíritus revolucionarios, la integridad
y el patriotismo de los trabajadores, al extremo de que realizaran el
sacrificio de esas ventajas materiales por inmorales, para sacrificarse,
cambiando los dólares de acuerdo con el cambio en su país dentro del país.
Es deber de nosotros, por razones
económicas, encontrarle una solución al problema. Pero todavía lo es más por razones morales: es muy triste que
ese sistema de corrupción continúe perpetuándose y aumentando, y llegue a
destruir la moral del trabajador, la integridad del trabajador; habituarlo a
una solución inmoral de sus necesidades económicas. Incluso, otra cosa todavía más triste: obtener mejoras en
sus ingresos a costa de los demás trabajadores del país. ¿Por qué? Se lo voy a explicar y ustedes lo van a
comprender perfectamente bien.
Ustedes están trabajando en una obra que
no es de producción nacional, dado que no significa la producción de bienes
para el pueblo; no es como construir una escuela, construir una carretera,
construir un camino, un hospital. Están
construyendo fortificaciones; les pagan en una moneda extranjera; los que la cambian,
los 100 dólares por 200, 250 ó 300, ¿qué hacen?
Trabajan en una obra que no reporta ningún beneficio para su país; les
pagan en una moneda extranjera; en cambio, vienen... Les pagan en el papel ese, porque es dinero
robado, que no lo pueden cambiar. Los
que robaron el dinero en nuestro país, los que les robaron el dinero a los
trabajadores, no lo pueden cambiar, entonces van allí, lo cambian por dólares,
y resulta que es el pueblo de Cuba el que está pagando las fortificaciones allí.
¿Por qué? Porque reciben un papel que de todas maneras
no valdría nada, lo cambian por dólares, y el obrero viene a gastar esos pesos
aquí, que significan mercancías, ropas, zapatos, bienes de producción nacional, que son los
bienes con los cuales se alimenta, alimenta a su familia y se sostiene,
mientras trabaja allá en una obra que no reporta nada para el país.
Luego, qué resulta, la cosa tristísima, tristísima, de
que nuestro pueblo esté pagando las fortificaciones que se hacen allí,
sencillamente porque quien recibe 100 dólares y los está cambiando en pesos,
recibe 100 dólares y gasta 250 aquí en zapatos, ropas, carne, leche y otros
artículos de la nación sin traer nada, porque lo que traen son los pesos que no
los podían cambiar los que los tienen, los que se los robaron, los que los tienen
en el extranjero, no los podían cambiar: son papeles. Luego, con bienes de la producción nacional
están pagando las fortificaciones de la base, y esto, realmente, no puede ser
más triste. No es lo mismo que si
trajeran las divisas. ¿Por qué? Porque vienen aquí y, efectivamente, consumen
los 100 pesos, pero con esos 100 dólares en divisas se traen alimentos, se
traen materias primas, se traen miles de cosas. Y entonces el obrero que trabaja allí, si trae
esos 100 dólares en divisas, no está afectando a la economía, porque está
pagando lo que consume ahí con un dinero que equivale a mercancías de todas
maneras.
Es un dinero que se puede cambiar por mercancía de
afuera, mientras que de otra manera
nosotros tenemos que comprar las mercancías que consumen con los pesos que les
dan allí, tenemos que sacar dólares de la reserva para traer la harina que se comen,
para traer la materia prima de las telas que consumen, para traer las medicinas
que pueden comprar en las farmacias; necesitamos extraer dólares de la reserva,
dólares de la banca nacional, y, sin embargo, lo compran con pesos que vienen
de los ladrones, vienen de los explotadores que se los llevaron y que de otra
manera no los podían cambiar, y que han encontrado un lugar donde están
convirtiendo en valores el dinero robado a nuestro pueblo, por un lado, y donde
han inventado un procedimiento que sirve para que nuestro pueblo pague las
fortificaciones de la base. Esa es una
cosa clarísima.
En cambio, cuando el obrero trabaja y
cobra divisas, no importa lo que él consuma, pues nos ha traído en dólares
divisas con las cuales se puede comprar lo que él consuma. Los que no están produciendo una obra de
beneficio nacional, una obra para el país, por lo menos, lo que él consuma aquí
lo aporta y lo paga, que de otra manera nosotros estamos haciendo dos cosas muy
tristes: convirtiendo en valores, pero
sin divisas, todo el dinero que estaba fuera, el dinero robado a nuestro
pueblo, el dinero robado a nuestros trabajadores; y, por otro lado, que nuestro
pueblo y nuestros trabajadores estén pagando las fortificaciones de esa base, y
que todos esos obreros estén consumiendo bienes del país sin traer nada. Esa es
la verdad.
Nosotros no hemos pedido que se tomen
medidas de control aquí. No, porque todo lo que nosotros hagamos con los
trabajadores tiene que ser a base de persuasión y de buena voluntad de ellos hacia
su patria y hacia su Revolución (APLAUSOS). Por eso, no hemos pedido ninguna medida de
control ni de sistema, y tenemos que llevar ese espíritu a todos; hay que
llevarles ese espíritu a todos.
Hay que ver que son más de 4 millones
de dólares que se pagaron en salarios. Vamos a hacer un cálculo por semanas: 130 000 dólares,
pero que aquí se cambian solamente 30 000. Cien mil se han convertido en moneda nacional
allí en la base. Cien mil en una semana,
400 000 al mes, que vienen siendo casi 5 millones de dólares al año,
convertidos en 10 millones de pesos, en 12, en 15 millones de pesos;
significan un gasto que nuestro pueblo ha estado pagando 10 millones o 15 millones
de pesos por las fortificaciones que se hacen en la base de Caimanera. Esa es una verdad clarísima, innegable.
La proporción ha variado; en unos
momentos más, en otros momentos menos. Pero
nosotros debemos llevar al cambio la totalidad de lo que se percibe aquí en
dólares, excepto el gasto imprescindible que haya que hacer allí, de manera que
no haya ni un solo dólar que se convierta en dinero para los que nos robaron a
nosotros, y que nuestro pueblo no pague un solo peso por las fortificaciones en
la base, que es una deshonra y una vergüenza para nuestra patria (APLAUSOS).
Y cada dólar que se cambia aquí a los
especuladores, a los garroteros, son dos y hasta tres pesos que paga la nación
en bienes.
Ahora bien, el reintegro de todo el
dinero por cambio por moneda nacional, ¿qué significa? Significa que van a ahorrar al país grandes
gastos, gastos que hoy el país está haciendo para construir fortificaciones del
imperialismo.
Por eso, traigo una idea, que no es de
ahora; que es clara y que corresponde a nuestro criterio de que debemos siempre
lograr los propósitos de nuestra Revolución mediante el estímulo a la honradez,
el estímulo al patriotismo, pero no por medios inmorales. Y entonces, tenemos una idea que queremos
plantear hoy aquí, y que deseamos que ustedes se la comuniquen a todos los obreros
cubanos de la base, y es la siguiente, algo para premiar honestamente a los que
cumplan con su país, y al mismo tiempo ayudar a resolver aquí algunos problemas
de desempleo; y la idea es esta: hacer
un reparto, por el Gobierno Revolucionario, construir 1 000 casas, con
círculo social, centro escolar, y entregarles esas 1 000 casas —que, por
cierto, van a significar empleo para cientos y tal vez para más de 1 000
trabajadores compatriotas de ustedes que están sin trabajo— y cederles gratuitamente,
¡gratuitamente!, esas 1 000 casas a los 1 000 obreros cubanos de la
base naval que cambien en las oficinas del banco nacional una proporción mayor
de lo que perciben allí semanalmente de salario (APLAUSOS PROLONGADOS Y
EXCLAMACIONES DE: “¡Cuba sí, yankis
no!”).
Este pueblo lo vamos a comenzar a hacer
inmediatamente, antes de un año (APLAUSOS). Y antes de un año ya habrá unos cuantos
viviendo aquí, en ese pueblo, que no es el mérito de la casa, sino que va a
significar que esa familia que vive allí, esos hijos, esa esposa, esas madres,
son familias de un obrero a quien la patria y la Revolución le ha otorgado
aquella casa, más que como un bien material, como reconocimiento a su amor a su
país, como reconocimiento a su honradez, como reconocimiento a su integridad,
porque no será solo vivir en una casa, que vamos a tratar de que sea agradable,
sino el honor que va a significar para ustedes, y para la familia de cada uno
de ustedes, vivir en aquella casa; el honor que va a significar ante todo el
pueblo, y el prestigio que aquel barrio donde van a vivir ustedes, va a tener a
los ojos de nuestra patria, de los que nos visiten, que sepan que aquello, más
que casas, es como medallas que la Revolución ha puesto en los pechos de los
verdaderos revolucionarios, de los verdaderos patriotas, de los verdaderos
cubanos que no construyeron fortificaciones para los enemigos de la patria, que
no le robaron al pueblo, que no abandonaron egoístamente los sagrados deberes
que tiene todo cubano y todo obrero, sino que cuando se les llamó y se les
habló, y sobre todo se les explicó la entraña triste de ese problema, supieron
comprender.
¡Y ojalá que mil casas no basten, ojalá
que tengamos que construir una casa para cada uno de los obreros que trabajan
allí, porque cada uno de ellos haya sabido cumplir con su deber!
(OVACION.)