DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA
CONCENTRACION DE OBREROS GASTRONOMICOS, CELEBRADA EN EL TEATRO “BLANQUITA”, EL
15 DE JUNIO DE 1960.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER
MINISTRO)
Compañeros del sector
gastronómico:
Nos
hemos reunido esta noche en una asamblea —que, por cierto, es concurridísima—,
porque tenemos muchas cosas de que hablar (APLAUSOS). Yo creo que no me expresé bien, quise decir
que entre todo lo que han hablado los compañeros que me precedieron y lo poco
que me toca a mí... (EXCLAMACIONES DE PROTESTA).
Hace
unos días, cuando nos reuníamos en este mismo teatro con el sector de la
construcción, les decíamos, les explicábamos, cómo una revolución es un proceso
muy complejo y que a veces ocurría que las leyes de la Revolución o las
actitudes de la Revolución no solo afectaban siempre a intereses de instituciones
o personas ricas, sino que, a pesar de ser la Revolución un proceso cuyo
objetivo fundamental es la ayuda a los sectores más humildes del país, a los
más necesitados, ocurría a veces de que alguna medida revolucionaria afectaba
también algún sector humilde, como cosa inevitable de un proceso tal. Eso ocurría, desde luego, por excepción, pero
que los trabajadores nunca debían preocuparse si algún sector obrero resultaba
excepcionalmente afectado por la Revolución, de que nosotros nunca olvidaríamos
la situación de ese sector; es decir que nosotros estábamos conscientes. Explicábamos el caso, por ejemplo, de que los
controles sobre el cambio, la política de consumo de productos nacionales,
podía afectar a una parte del sector que trabajaba en esos centros, como ha
ocurrido también con el sector gastronómico, y ese día lo mencionaba también,
que una parte del sector ha sido afectado por la Revolución; es decir, para
hablar con más propiedad: no ha sido
afectada, pero en sí esa rama de la economía del país que es el turismo sí ha
sido afectada. ¿Por qué no han sido
afectados los obreros? Sencillamente,
porque hasta ahora se han tomado todas las medidas para que no sean afectados;
más propiamente todavía:
podíamos decir con exactitud que ha habido un grupo muy pequeño
afectado.
Me
voy a explicar con algunos detalles: en los grandes hoteles no ha habido
disminución de empleo, porque en ocasiones, en los momentos de crisis se han
estado financiando para evitar el desempleo en esos hoteles. No se ha podido, sin embargo, evitar que los
choferes de turismo, por ejemplo, hayan sido afectados.
La
Revolución desde el primer momento comprendió las dificultades que en cuanto al
turismo iba a tener; incluso, cuando mediante una ley revolucionaria se puso
fin a todo tipo de juego en el país, hubo una excepción con los casinos. Nosotros habríamos deseado que no quedara
ningún juego legalizado, y hablamos cómo el aceptar que prosiguieran los
casinos era una política que se seguía únicamente por tener en cuenta el caso
de los obreros gastronómicos.
Como
sabíamos la importancia que el turismo tenía para este sector, como sabíamos
además muy bien que en nuestro país nunca se había seguido una política
turística correcta —el turismo que venía a Cuba era un turismo de millonarios,
y en una parte de los casos un turismo de jugadores— se iba a aquella práctica
de sacrificar hasta el pudor nacional con tal de beneficiar determinados
intereses; el juego era manejado por gangsters, las
mafias de gangsters manejaban el juego. Pero, además, se nutrían esos casinos de los
funcionarios ladrones, que se iban a jugar allí todas las noches miles y miles
de pesos. Nosotros sabíamos que al
desaparecer aquellas mafias, al desaparecer el robo en el gobierno, ya habría
una merma considerable en los ingresos de los casinos y, por tanto, de los
hoteles, puesto que había hoteles que se hacían costeables por los casinos. Y por eso, como sabíamos las preocupaciones
de los trabajadores gastronómicos en aquellos días, expresadas en una asamblea
con nosotros; como nosotros no teníamos, de momento, forma de resolver aquel
problema, como no podíamos desentendernos de la realidad de aquellos obreros
que libraban el sustento gracias al turismo, no quisimos extremar la medida
hasta la suspensión de los casinos. Y aquello
dio lugar, si ustedes recuerdan, a algunas discrepancias en el seno del
gobierno, porque los había, y si quieren no pluralizamos. Había un señor en el gobierno que era
absolutamente contrario a que se permitieran los casinos. Y lo extraño es que aquel señor no era ningún
radical, porque si se hubiese tratado de un señor partidario de la reforma
agraria y partidario de todas las medidas radicales que ha tomado la
Revolución, uno podía pensar: bueno, se trata de un caso de sincero
revolucionario, que quiere llevar las cosas hasta el extremo de no permitir
absolutamente nada de juego y por lo tanto actúa honestamente. Pero se trataba de uno de aquellos casos de
radical de mentiras, un radical de mentiritas, que era radical en eso.
Es
decir, esas personas que son radicales en algunas cosas, para fingir que son
revolucionarios, pero que en realidad no tienen nada de revolucionarios, sobre
todo cuando se trata de esos detalles en que afectan a los trabajadores, en que
son radicales a costa de los trabajadores y sobre todo, como en este caso, en
que era muy cómodo, con la mesa servida todos los días, y muy bien servida por
cierto en ese caso, adoptar posturas que no tenían en cuenta para nada el caso
de los trabajadores, que se iban a quedar sin sustento. Y era muy cómodo adoptar aquellas posturas en
esas condiciones, y aquello dio lugar a una seria discusión y nos costó mucho
trabajo el lograr que se mantuvieran los casinos. No faltó el argumento de que permitir los
casinos era mantener una brecha abierta para que después se diera lugar a que
el juego resurgiera.
Nosotros
no podíamos concebir la Revolución de esa forma y mirábamos las cosas
exactamente lo contrario. El que se haya
llegado hasta aquí en cualquier orden no significa que se renuncie a llegar
hasta allá. Nosotros desde el primer
momento concebimos la Revolución como un proceso de avance, en que se debían ir
dando los pasos que fuesen posibles. Y
en este caso, como en todas las demás medidas revolucionarias, siempre hemos
tratado de ajustarlas a la realidad, sin renunciar a la posibilidad de seguir
más adelante. Si la Revolución hubiese creído que sus límites estaban en las
primeras medidas adoptadas, no habría sido revolución, porque la revolución es
un proceso y sobre todo es obra de hombres realistas, pero realistas en el
sentido correcto de la palabra, no en ese sentido inmoral de los que hablan de
realismo para renunciar a metas más altas.
Realismo para el revolucionario quiere decir, avanzar con los pies en la
tierra, pero avanzar (APLAUSOS).
Los
hay quienes retroceden con los pies en la tierra (APLAUSOS). Y para eso hablan de la realidad, para
retroceder, y nosotros siempre hablamos de las realidades para avanzar
(APLAUSOS), que es muy distinto.
Y
hacía este recordatorio, porque fue la prueba de que nosotros estábamos atentos
a la situación de todos los sectores y comprendíamos desde el primer momento
que el turismo iba a ser afectado por la Revolución. Y no nos limitamos a ese cuidado en las
primeras medidas revolucionarias, sino que posiblemente nunca se haya hecho en
nuestro país un esfuerzo mayor por atraer el turismo. Reciente está la Convención del ASTA, más
reciente todavía el congreso de Agentes Latinoamericanos de Turismo (APLAUSOS). El Gobierno Revolucionario ha invertido
millones de pesos en favor del turismo. Y
no solo eso, sino que nunca se había llevado a cabo un plan de obras como el
que se ha llevado a cabo para construir centros turísticos y explotar las posibilidades
extraordinarias que hay en ese orden en nuestro país.
Nosotros
hemos tratado de contrarrestar las inevitables consecuencias de la Revolución en ese campo,
haciendo un esfuerzo extraordinario en favor del turismo. No quiere eso decir que nosotros ilusamente
estuviésemos imaginando que en medio de un proceso revolucionario de las
características del proceso revolucionario cubano, en lucha frontal contra los
poderosos intereses extranjeros que dominaban en nuestro país, fuese posible
mantener un volumen creciente y ni siquiera estándar de turistas
norteamericanos. Pero nosotros no
podíamos dejar de librar la batalla. Las
circunstancias de saber que el turismo iba a ser considerablemente afectado por
aquellas campañas que se desataron desde el primer momento y por las campañas
que nosotros sabíamos que se iban a desatar como consecuencia de las leyes
revolucionarias, no significaba el que nos cruzáramos de brazos, nuestro deber
siempre es librar las batallas que sean necesarias, sino para impedir la
disminución, impedir una disminución radical de aquella corriente turística. Algo se ha logrado, aunque solo sea evitar
que se produjera una crisis inmediata.
Y
también se ha logrado esa convicción que tienen ustedes de que nosotros hemos
hecho por el turismo todos los esfuerzos (APLAUSOS). Por lo pronto, nuestros grandes hoteles
estaban dependiendo del turismo extranjero, fundamentalmente del turista
norteamericano, el costo de las habitaciones era elevadísimo y mediante aquella
corriente turística, una parte de la cual, repito, venía a los casinos, unido a
las circunstancias de que los funcionarios ladrones y malversadores dejaban en
el tapete verde cientos de miles de pesos todas las semanas, permitía que
aquellos hoteles fuesen costeables. Como
todo en nuestro país, el turismo estaba orientado exclusivamente para disfrute
de los privilegiados, nunca se hizo un turismo en Cuba tendiente a propiciar
que los obreros norteamericanos visitasen a Cuba y que las condiciones
estuviesen al alcance de esos obreros (APLAUSOS). No podían disfrutar de esos beneficios los
obreros norteamericanos, como no podían disfrutar de esos beneficios los
obreros cubanos (APLAUSOS). Los obreros
cubanos no tenían que ir a buscar nada a un casino de juego; los obreros
cubanos no podían hospedarse en ninguno de esos hoteles; las familias humildes
de nuestro país no podían gastarse esos lujos.
Pero así estaba organizado el turismo y aunque orientado de una forma
tan incorrecta, aunque lógica, por el sistema de vida de nuestro país,
dependían de esa organización miles de trabajadores y no se podía encontrar una
solución inmediata a ese problema.
Así
han transcurrido los primeros 18 meses del Gobierno Revolucionario y ya se
perfila perfectamente cuáles han sido los resultados. Por un lado aumento considerable del consumo
interno, mayores ingresos en las familias, lo que ha permitido un incremento
considerable del turismo nacional. De
esa forma, una parte del sector resultaba beneficiado, pero quedaba el tremendo
problema de los grandes hoteles, por un lado, y el problema de los choferes de
turismo, por el otro. Además, la
intranquilidad de los trabajadores del sector, la permanente preocupación por
su situación futura, y la realidad es, que mientras los dueños o los “managers” —el inglés mío está cada día peor (APLAUSOS)—, los administradores de esos hoteles permanecían
indiferentes a la corriente turística y hasta saboteaban todo lo posible al
turismo, estaban actuando de acuerdo con su pensamiento contrarrevolucionario y
de acuerdo con los intereses que combaten a nuestra Revolución.
Los
trabajadores de los grandes hoteles vivían permanentemente preocupados de
cuántos turistas habían llegado ese día al hotel, cuánto había disminuido el
número de turistas, y eran ellos los que llevaban dentro la preocupación y la angustia;
si el turismo disminuía, como ocurría también en los centros de diversión que
se nutrían de la corriente turística extranjera. No vivían ni podían vivir tranquilos los
obreros de los hoteles, y lo mismo le ocurría a los choferes del turismo.
Nosotros
recordamos perfectamente bien que cuando se inició la campaña a favor de las
divisas, los que más puntualmente acudían al Banco Nacional a llevar cuantos
dólares caían en sus manos, eran los choferes del turismo (APLAUSOS).
Ellos
no se guardaban los dólares para venderlos en bolsa negra, ellos no se
guardaban los dólares para vendérselos a un precio mayor a los que viajaban por
el extranjero, no; eso es lo que hacían los administradores y los dueños de los
grandes hoteles, esos sí actuaban como lógicamente era de esperarse. Mientras el humilde chofer de turismo se
abstenía de lucrar con esos dólares y los llevaba al Banco Nacional, los dueños
y los administradores de los hoteles, que no vivían en la pobreza de ese
obrero, que tenían todo en abundancia, eran en cambio incapaces de actuar
honradamente en beneficio de la economía nacional.
Ocurría
lo de siempre: el
egoísmo entre los que poseían de todo, el egoísmo entre los que nadaban en la
abundancia y la generosidad inagotable en el trabajador, en el que carecía de
todo. Y así, los dólares que llegaban a
los hoteles no iban a parar al Banco Nacional, iban a parar en la bolsa negra
de los eternos especuladores, de los eternos negociantes, de los que en aras de
su provecho y su enriquecimiento personal, pasan no solo por encima de las
leyes de la república, sino por encima de las leyes más elementales de la moral
y de la solidaridad humana (APLAUSOS).
Un
obrero era incapaz de lucrar con un dólar, un obrero se privaba de la
satisfacción de poderle llevar a sus hijos cualquier obsequio, y se privaba
gustosamente de ello; un obrero era incapaz de robarle a la república una sola
divisa. En cambio las empresas, no, las
empresas eran incapaces de ahorrarle a la república una sola divisa (APLAUSOS). Y nosotros tuvimos oportunidad de comprobarlo
perfectamente tan pronto se intervino el primer hotel hace varios meses, las
divisas que aportaba ese hotel al Banco Nacional, aumentaban considerablemente,
y se podía apreciar a la perfección cómo los millares y millares de dólares que
habían recaudado en los meses anteriores, habían sido sustraídos a la
obligación de llevarlos al Banco Nacional.
y decía que
los obreros del turismo, es decir, los choferes del turismo, eran los que más
puntualmente cumplían esa obligación, y por eso nosotros nos preocupábamos
doblemente de su situación, aunque sabíamos que estaban pasando días difíciles,
hasta que recientemente tuvimos oportunidad de conocer que cerca de 80 choferes
del turismo habían perdido sus carros, y eso sí que nos produjo ya una
impresión más amarga, porque entre los que tuve oportunidad de ver, observé una
especie de resignación, una especie de conformidad, es decir, una comprensión
tan grande, que ni siquiera se quejaban, que ni siquiera se les veía
disgustados con la Revolución. Veía en
aquellos hombres ese desprendimiento y ese espíritu de sacrificio, que
realmente admiran, porque habían perdido lo único que tenían para ganarse el
pan: su automóvil;
y era el producto de lo que habían ahorrado, automóviles que compraron a plazo,
que se los vendieron al doble de precio, porque ya sabemos cómo operaban esas
ventas. Vendían el automóvil caro, le
cargaban un interés usurario, le cargaban además el seguro, gastos de
administración, gastos legales, etcétera, de donde un automóvil que se adquiría
a plazo valía casi el doble, y naturalmente, como consecuencia de las medidas
de control, cualquier automóvil había aumentado considerablemente de precio. Cuando un chofer del turismo perdía su carro,
aquella empresa prestamista lo recuperaba, se quedaba con todo lo que le había
cobrado y, además, tenía un carro que valía mucho más que cuando lo había
vendido. Era un negocio redondo, como
todos los negocios que se hacían aquí en nuestro país (APLAUSOS).
Por
otro lado, los trabajadores del hotel Nacional, llevaban ya tres quincenas sin
cobrar. Ya en ocasiones anteriores, el gobierno
había estado haciendo financiamientos a los hoteles para evitar que los
trabajadores se quedaran sin recibir sus salarios. Pero en realidad, no tenía el Gobierno Revolucionario
ninguna razón para estar sosteniendo, indefinidamente, esos hoteles, cuyos
empresarios ni siquiera se habían preocupado por ayudar nuestra campaña a favor
de las divisas; no teníamos por qué continuar aceptando una situación que era a
todas luces injustificable, porque a eso había que añadir la realidad de que
los tres hoteles más importantes, habían sido construidos con recursos de la
nación (APLAUSOS). Entre las cosas
absurdas de una política entreguista a los intereses foráneos, había esta de
los hoteles. El
Riviera había sido construido con financiamientos del
Estado en su mayor parte y entregado a intereses extranjeros; el hotel Nacional
era propiedad del Estado desde hacía muchos años y había sido entregado a
intereses extranjeros. Pero donde se
llegó al colmo, en donde se cometió una de las cosas más inmorales y más
vergonzosas que se habían cometido en nuestro país, fue con el caso del hotel Hilton (APLAUSOS).
Lo
curioso es que hay un señor que es propietario de una cadena de hoteles en todo
el mundo. Se le supone una inmensa fortuna,
pero quería tener también un hotel en La Habana. Lo lógico, por lo menos, es
que hubiese realizado una inversión para añadir un eslabón más a su cadena de
hoteles. Pero no, no hacía falta, no
tenía que traer una sola divisa a nuestro país, para eso estaba el amo de
turno, el criado de turno y su cohorte de criaditos, porque no se puede
calificar de otra manera a los que hicieron posible semejante operación. Ahí estaba el Retiro Gastronómico, ahí
estaban los millones de pesos, que se habían reunido con el sudor de la frente
de los trabajadores; ahí estaban los fondos que habrían de servir para que los
obreros, después de muchos años de trabajo, tuviesen la esperanza de una
jubilación, de un descanso merecido y pagado con el fruto de su contribución
durante toda la vida; ahí estaban esos millones de los trabajadores.
Y
lo absurdo, lo que no puede tener jamás justificación, y bien vale la pena que
los que andan por ahí, llenos de resentimiento contra la Revolución, comprendan
la forma recta y justa de actuar de la Revolución (APLAUSOS), para que
comprendan bien si había o no necesidad de una revolución en nuestro país, para
que comprendan si era necesaria o no una revolución radical en nuestro país
(APLAUSOS), para que comprendan de una vez que esta Revolución era la
consecuencia inevitable de todas las inmoralidades y desafueros que se cometían
en nuestra república, sirva de ejemplo esta en que el dinero de los
trabajadores se invertía en construir un hotel, en construir un gigantesco
hotel, costearlo absolutamente todo, todas las instalaciones y todos los lujos,
para entregárselo graciosamente a una compañía extranjera. No se trataba siquiera de una inversión
extranjera, ¡se trataba de la inversión de los fondos de los trabajadores, para
entregárselo al extranjero, que es peor todavía! (APLAUSOS.)
Y
de esa forma se invirtieron nada menos que 27 millones de pesos. El Retiro Gastronómico entregó 14 millones,
pero, además, se hizo una emisión de bonos hipotecarios por valor de 13 500 000
pesos, de los cuales debía responder la Caja de los Gastronómicos. De acuerdo con la inversión realizada, el
hotel Havana-Hilton es el
segundo más caro del mundo, ¡con el dinero del sudor de la frente de los
trabajadores cubanos! (APLAUSOS.) Y, ¿cuándo los trabajadores iban a recobrar
sus 27 millones, con lo que les pagaban?
En un año, el primer año, lo cobrado por la caja, en concepto de renta,
era la cantidad de 188 508 pesos y 65 centavos. Es decir, suponiendo unos 200 000 pesos
por año, un millón de pesos equivalían a cinco años; es decir que 5 por 27,
creo que son 135, si no me equivoco. Suponiendo
que no contáramos los intereses que debían pagar por la emisión de bonos; suponiendo,
además, que renunciaban a recibir un solo centavo de interés por esos 27
millones, la Caja del Retiro Gastronómico iba a tardar 135 años para recuperar
lo invertido en aquel hotel. Claro, la
empresa no invertía un solo centavo, y en cambio sí tenía aseguradas sus
ganancias todos los años. Posiblemente
los bisnietos de los actuales obreros gastronómicos, si el hotel duraba más de
100 años, habrían podido recobrar algo de su inversión.
Sobre
lo del nombre del hotel (EXCLAMACIONES), de este hotel que es de ustedes, de
ustedes... (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS) Sobre el nombre de este hotel que se llamaba Hilton (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS), nosotros habíamos
tenido, al principio, una idea un poco irónica, pero después un trabajador me
sugirió un nombre mejor. Nosotros
habíamos pensado, con alguna ironía, por si venía algún norteamericano
preguntando por el hotel Hilton, decirle: “Bueno...”, y llevarlo
al hotel Hilton, recordando que había un compañero
muerto en la Revolución que así se llamaba.
Pero, de todas formas, podía caber la presunción de que nosotros
utilizábamos ese ardid y que de alguna forma íbamos a depender del nombre del
hotel, y por eso nos agradó, y podemos decidirlo aquí esta noche, cuando un
compañero sugirió un nombre que no estaba relacionado con algún compañero en
particular y sí estaba relacionado con todos los compañeros en general: el nombre de Habana
Libre (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Habana
Libre!”).
Y
puesto que es el nombre propuesto por un trabajador, y aceptado por ustedes,
que fueron los que pagaron el hotel, el hotel se llamará, desde hoy, Habana
Libre (APLAUSOS). Y ya lo sabe el
compañero Rancaño, que es el interventor del hotel
Habana Libre, para que le cambie el nombre a los letreros a la mayor brevedad
posible (APLAUSOS).
Era
necesario buscar una solución, y encontrar una solución al problema de los
hoteles y al turismo en general. Constituirá
una victoria más de la Revolución, porque se usó el turismo como arma de
presión política, se pretendía usar el turismo como arma de presión económica,
se pretendía agredir económicamente a nuestro país haciendo todo lo posible
para que no viniesen turistas norteamericanos.
Y, como una prueba de lo que es la altísima educación cívica y la
cultura de nuestro pueblo, por lo menos como una prueba de la extraordinaria
madurez de los cubanos, podemos afirmar, para orgullo de nuestro pueblo, que a
pesar de todas las campañas de odio que se hacían contra Cuba, a pesar de la
propaganda venenosa que se ha hecho contra nuestro país por la prensa vendida a
los grandes intereses norteamericanos, a pesar de las agresiones constantes, a
pesar de los ataques aéreos, a pesar de la acogida que le han dado y la ayuda
que le han brindado a los criminales de guerra, a pesar de tantos y tantos
motivos de justa indignación contra esa política, no se dio nunca el caso de
que un ciudadano nuestro o un obrero gastronómico dejase de recibir con las
mayores atenciones y con las más extraordinarias muestras de hospitalidad y de
consideración a cuanto turista norteamericano ha visitado nuestro país en estos
18 meses (APLAUSOS); y eso habla muy alto a favor de nuestro pueblo, porque
nunca se dejó llevar por el odio irracional, porque nunca se dejó arrastrar por
la pasión ciega, y este mismo pueblo nuestro que está dispuesto a morir en
defensa de su soberanía, que está dispuesto a morir en defensa de su Revolución
(APLAUSOS), fue siempre caballeroso y amable con cuanto norteamericano visitó
nuestra tierra. ¡Eso habla muy alto de
lo que es nuestro pueblo, y expresa el esfuerzo honesto y el esfuerzo
inteligente que nuestro pueblo realiza por salir adelante!
Pero,
de nada valía esa actitud nuestra; las campañas proseguían, y las cosas más
absurdas se escribían en periódicos norteamericanos, sembrando no ya el miedo
sino hasta el terror a los posibles visitantes de nuestro país, afirmando las
cosas más inauditas, escribiendo con la mayor tranquilidad que aquí los
turistas norteamericanos eran asesinados por las calles.
Y
así, frente al esfuerzo de nuestro pueblo, se presentaba la incesante campaña
contra el turismo cubano. Porque, no
solo fueron las amenazas con las cuotas azucareras, no solo fue la suspensión
de las líneas de créditos que tenían nuestros bancos, no solo han sido las
maniobras para dejarnos sin combustible, sino que nos han agredido de cuantas
formas les ha sido posible, y a todas estas hay que añadir las agresiones al
turismo. Y todas, absolutamente todas,
tendientes a un solo fin: el fin de
ahogarnos económicamente, de crearnos problemas internos, de sembrar el
desempleo y el hambre en nuestro país; y las campañas que no hicieron cuando
nuestros jóvenes aparecían asesinados por las calles, las campañas que no
hicieron cuando las estaciones policíacas eran centros de terror y de muerte,
las campañas que no hicieron cuando nuestros ciudadanos eran asesinados en masa
en los campos de nuestra patria, las campañas que no hicieron cuando todo era
podredumbre y corrupción, cuando todo era asesinato y robo, ¡las campañas que
no hicieron cuando los ministros exhibían esa vergonzosa conducta de ir a los
casinos a jugarse por la noche el dinero que se robaban por el día! (APLAUSOS), las campañas que no hicieron
entonces, contra aquel régimen de sangre y de corrupción, las han hecho contra
la Revolución que puso fin al crimen y al robo, que puso fin a la corrupción y
que ha establecido esta atmósfera de seguridad tal que ¡hasta los espías
extranjeros se pasean tranquilamente por nuestras calles! (APLAUSOS.)
Y
esa es la realidad, el esfuerzo que han hecho por crearle problemas a la
Revolución; no importa que signifique hambre para las familias de los
trabajadores, no les importa ¡y qué puede importarles los sufrimientos de los
obreros que se queden sin trabajo!; eso no les podía importar, como no les
importó jamás, con tal de defender sus privilegios, con tal de castigar la
dignidad y la conciencia revolucionaria de nuestro pueblo.
Luego,
encontrar soluciones a los problemas, en estas circunstancias, será siempre una
victoria más; encontrar soluciones será un fortalecimiento más de la Revolución
Cubana, encontrar una solución frente a cada situación, encontrar una réplica
frente a cada agresión. Por eso, aquí estamos
librando una batalla contra los enemigos de nuestra Revolución, y esa batalla
la tenemos que ganar, ¡como hemos ganado y seguiremos ganando todas las
batallas! (APLAUSOS.)
Si
lo que quieren es arruinar nuestra industria turística, es decir, si lo que
quieren es matar de hambre a nuestros trabajadores gastronómicos, ¡no lo
conseguirán!; si lo que quieren es sembrar el desempleo, ¡no lo conseguirán!; si
lo que quieren es frenar el desarrollo de nuestro programa de turismo nacional,
¡no lo conseguirán!; porque, una vez
más, se estrellarán contra el espíritu de nuestros trabajadores y de nuestro
pueblo (APLAUSOS).
Y
he aquí las primeras medidas:
más que la intervención, ¡la recuperación de los hoteles que eran
del Gobierno Revolucionario! (APLAUSOS.)
Ahora, el pueblo administrará sus
hoteles, y el pueblo afrontará como debe esa situación. ¿Que son incosteables esos hoteles?, ¿que el
hotel Riviera solamente le cuesta a la república
180 000 pesos todos los meses, 180 000 pesos con los cuales se puede
construir cada mes un nuevo centro de trabajo para los gastronómicos? (APLAUSOS): vamos a hacer costeables los hoteles. Pero, vamos a hacer costeables los hoteles
con el menor sacrificio para los trabajadores, y vamos a hacer costeables los
hoteles sin que se quede sin trabajo, sin empleo, un solo trabajador de esos
hoteles (APLAUSOS).
Es
decir que si un hotel tiene un número mayor de empleados del que en realidad se
necesita, vamos a limitar el hotel al número de empleados que cada hotel
requiera, pero nunca sin antes haberle encontrado un empleo igualmente
satisfactorio (APLAUSOS), sin haberle encontrado previamente un empleo
igualmente satisfactorio a cada empleado (APLAUSOS).
El
pueblo tiene que resolver sus problemas, pero de esta forma; el pueblo no
resuelve sus problemas a base de sacrificar a ningún trabajador. Y lo que cueste lo sufragará el gobierno,
mientras se vayan haciendo las necesarias reorganizaciones y dándole empleo a
cada uno de los obreros y empleados que deban reducirse de esos hoteles. El Gobierno Revolucionario tiene donde hallar
esos empleos y desde hace tiempo hemos ido tomando medidas para disponer, en
distintos sitios, de los empleos necesarios para emplear, es decir, para
redistribuir el personal que en exceso haya en cada uno de esos sitios.
Eso
es lo que tiene que hacer la Revolución, distribuir el esfuerzo adecuadamente,
hacer uso de todos sus recursos para ir resolviendo los problemas; se acabarán
las preocupaciones de los obreros de los hoteles, ¿por qué?, porque ya no
tendrán que vivir en esa incertidumbre y en esa preocupación, ya tendrán la
seguridad de que, por intensas y calumniosas que sean las campañas que se hagan
contra nuestra Revolución, él está seguro, él no va a perder su trabajo y sus
hijos no se van a quedar sin sustento (APLAUSOS).
Haremos
costeables los hoteles, de la única forma correcta y mediante la única política
correcta que puede aplicar el Gobierno Revolucionario. Por eso ningún obrero gastronómico debe
preocuparse para nada de su trabajo, ningún obrero quedará desplazado
(APLAUSOS). Y por supuesto que todos sus
derechos sociales, si por ejemplo pasa de este sector a otro sector, todos los
derechos adquiridos los mantienen. Es decir,
en cuanto al retiro y en cuanto a todos los derechos que tenían en el sector,
los tendrá en cualquier sector donde vaya a trabajar (APLAUSOS), e incluso el
derecho a volver a este sector, si en algún momento posterior se presentan
oportunidades de empleo otra vez para él dentro del sector gastronómico
(APLAUSOS).
Y
cuando ya hayamos resuelto este problema, pues habremos alcanzado una victoria
más y tendrán un arma menos para presionar políticamente o agredir
económicamente a la Revolución; como hemos ido resolviendo y continuaremos
resolviendo todos los problemas, porque los que quieren destruir la Revolución
tantean constantemente cuáles pueden ser los puntos débiles, atacan
constantemente los flancos que les parecen vulnerables. Es como un enemigo que trata de penetrar en
una fortaleza. Y frente a esto, ¿cuál
debe ser la posición nuestra, defensores de esa fortaleza?, salir a luchar por
dondequiera que nos ataquen, enfrentarnos a las agresiones y a las maniobras
por dondequiera que vengan, trátese del turismo, trátese del petróleo o trátese
de lo que se trate. Vamos a ver quién
gana esta batalla (EXCLAMACIONES DE: “¡Nosotros!”), vamos a ver quién sale
victorioso, vamos a ver si se puede derrotar a un pueblo como este, vamos a ver
si es posible destruir una Revolución que tiene por defensores una clase obrera
como esta (APLAUSOS).
Si
esos métodos les han dado resultado alguna vez, porque los pueblos no tenían
las lecciones históricas que ha aprendido nuestro pueblo, lo mejor será que
vayan desilusionándose y lo mejor será que cambien el librito (RISAS), o lo
mejor para nosotros es que no lo cambien, y lo ideal es que lo rompieran de una
vez, porque una por una iremos ganando las batallas. Ahora esta, que es la del turismo y después
la otra, que es la del petróleo (APLAUSOS), la otra, que es la de las divisas,
la estamos ganando también (APLAUSOS). Y
así iremos venciendo, por eso el pueblo dice: ¡Venceremos! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Venceremos!” y “¡Yankis
no, Cuba sí!”)
Y
con los choferes del turismo, ¿qué vamos a hacer?, si no hay norteamericanos
para montar en los carros de turismo, ¿qué vamos a hacer?, pues montar cubanos,
porque también los cubanos tienen derecho al turismo; ¿qué debemos hacer con
los que tienen sus carros y con los que no tienen sus carros? Y por eso traíamos aquí algunas ideas en ese
sentido para discutir y consideramos que pueden resolver el problema.
Lo
primero es el caso de aquellos que no han terminado de pagar sus carros y que,
naturalmente, no pueden pagar esa cantidad mensual. ¿Qué sugerimos? Sugerimos por lo pronto, darles el doble de
tiempo para pagar sus carros (APLAUSOS) a través, por ejemplo, de un crédito
del gobierno. Y no solo eso, podíamos
también considerar la posibilidad... (APLAUSOS);
sugerimos plantearles a las compañías de préstamos, si redimimos esos créditos,
una rebaja, porque aparte de duplicar el tiempo, sería duplicar el tiempo sin
emplear intereses de ninguna clase, en primer lugar (APLAUSOS). Pero hay algo más: plantear una rebaja del préstamo total
en consideración a que en realidad ya sabemos que los carros se vendían caro y
los intereses eran muy altos. Y con esa
cantidad que rebajemos de la deuda total de los carros que están pendientes de
pago, facilitarles los recursos a los choferes de turismo que perdieron sus
carros, para que saquen carros otra vez y lo paguen con su trabajo (APLAUSOS). Y que los del sindicato tienen que traer las
listas de los que son, de los que realmente perdieron sus carros por no
poderlos pagar y se han quedado sin trabajo.
Vamos a hacer un estudio del cómputo total de lo que deben, para
plantear esas demandas, vamos a plantear demandas ahora, a las casas de
préstamos, a los prestamistas, y resolverles el problema a todos.
Pero
con eso no bastaría, y también teníamos otra solución para sugerir. Actualmente tenemos déficit en el transporte
a las playas y a los centros turísticos.
Por ejemplo, ocurre lo siguiente: los sábados, los domingos, los días
festivos y en general durante toda la semana, y es que no alcanzan los ómnibus,
no alcanza el transporte para ir a los centros turísticos de las tres
provincias, por ejemplo, occidentales, no alcanzan los medios de transporte
para ir a las playas, para ir a Varadero y entonces se nos ocurría lo
siguiente: establecer, no..; no, los propios carros del turismo (APLAUSOS).
Por
aquí hay un programa que los del Sindicato de Choferes del Turismo han
confeccionado y desde luego tiene aspectos positivos, pero tiene otros aspectos
negativos. Vamos a sacar de aquí lo que
tiene de positivo. Ellos han hecho un
programa de paseos: paseo uno, paseo
dos, tres, cuatro, cinco, ocho paseos, para cuando quiera la familia visitar
distintos lugares, incluyen muchos de ellos algún viaje a la playa un número de
horas y está bien, hay muchas personas que pueden pagar estos paseos. Aquí, por ejemplo, está el tres: “Salida del Capitolio, estatua de Martí,
monumento a los estudiantes, Fortaleza de la Punta, monumento de Máximo Gómez, Anfiteatro
Nacional, Plaza de la Catedral, el Ayuntamiento, Palacio del Segundo Cabo,
Capitolio Nacional…”; este no tiene playas… (RISAS).
Aquí
hay uno, que es el número dos, que es: “Salida del Capitolio, estatua de
Martí, monumento a los estudiantes, Fortaleza de la Punta, Torreón de San
Lázaro, hotel Nacional, monumento al “Maine”,
embajada norteamericana (EL PUBLICO EXCLAMA:
“¡No!”) Le podemos quitar lo de
la embajada... (RISAS); hotel Habana Riviera, parque
de recreación “Camilo Cienfuegos”, playa municipal, Castillo de la Chorrera,
nuevo túnel del Río Almendares, parque Coney Island, carreras de perros,
universidad, Iglesia de Villanueva, Club Obrero Cubanacán, Jaimanitas, Santa Fe,
Baracoa (APLAUSOS), playa popular El Salado, visita de dos horas; centro
turístico Barlovento, visita de media hora; residencial Country Club, el Laguito, centro turístico L y 23, hotel Habana
Libre (APLAUSOS), Universidad de La Habana, regreso al Capitolio, duración: cuatro horas, pero vale dos pesos 50 centavos”,
y hay personas que lo pueden pagar, pero hay otras que no lo pueden pagar y ese
es un inconveniente. Pero hay además,
otro, por ejemplo el paseo seis, que dice:
“Salida de L y 23, parqueo del Río Almendares,
bosque de La Habana, Alturas del Vedado, Parque Zoológico, Plaza de la República,
regreso a L y 23...”, tiene un inconveniente, puede ser que una persona visite
el Río Almendares, o el bosque de La Habana, o el
Parque Zoológico, a lo mejor no los quiere visitar otra vez, ya lo ha visto una
vez y este programa estaría llamado a ir teniendo cada vez menos personas,
porque ya hayan visitado esos lugares. En
cambio, por ejemplo, el que va a una playa, el que va una vez, va dos, va diez;
hay quien dice que si se baña una vez se tiene que bañar ocho veces, algo de
eso (APLAUSOS).
Y
eso quiere decir que hay sitios que no son edificios, a los cuales la persona
no va una vez, sino muchas veces, y ese es el tipo de viaje que se debe buscar
con preferencia. Por lo pronto, hay que
poner precios que los puedan pagar los trabajadores. Ahora, ¿cómo puede ser posible mantener estos
programas para las personas que quieren hacer uso de este itinerario y de este
servicio? Pero hay otra forma que se nos
ocurre, de garantizar esos mismos viajes, por ejemplo a las playas, en vez de
hacer un viaje con el carro alquilado cuatro horas, y es lógico que si son
cuatro horas, pues entonces haya que pagar más, sino por ejemplo, dividir los
carros del turismo en general, situar en los hoteles el número que puede
trabajar, de acuerdo con la corriente turística que hay, y entonces, con el
otro grupo organizar estos pasos y organizar alguna piquera en la zona céntrica
de La Habana, de manera que las personas que quieran ir a la playa y se
encuentren con que los ómnibus están repletos o que tienen que esperar mucho
tiempo y pagan 30 centavos, creo que 30 por ir al Mégano... (EL PUBLICO LE DICE: “22”).
¿A Guanabo cuánto? Yo creo que rebajaron algo. ¿Y a Varadero cuánto? (EL PUBLICO LE DICE: “Un peso cincuenta y cinco centavos.”)
Como
el problema que tenemos es ese, se ha aumentado el número de viajeros a las
playas, a esos centros, pero no ha aumentado el número de ómnibus, y hay
déficit; no le podemos hacer competencia a la ruta, porque resulta que no
alcanza; resolvemos el problema, y se pone un precio que tienen que calcular,
de manera que por una cantidad más o menos igual o ligeramente superior a la
que tienen que pagar en ómnibus, vayan en automóvil, de esos que montaban los
millonarios norteamericanos (APLAUSOS), y con eso el carro no tiene que esperar
allí. Si tienen, por ejemplo, un sitio
grande de estación, cada vez que se reúnan tienen, por ejemplo, los distintos
sitios, con los distintos costos de los pasajes, a las distintas playas: Bacuranao,
El Mégano, playa Bermejo (EL PUBLICO EXCLAMA:
“¡El Salado!”), El Salado del lado de acá, estoy hacia el este ahora; Varadero,
y entonces El Salado. Luego tienen,
antes de El Salado el club obrero Cubanacán y tienen,
además, todos los centros turísticos que están hacia occidente: Soroa, Viñales, San Diego, la Hacienda, que
se llamaba Hacienda Cortina, ¿no?, había una discusión sobre eso, le habían puesto
la Hacienda la Güira, pero la verdad es que tenía un
nombre, como quiera que sea, igual que el Castillo del Morro, y no le vamos a
cambiar el nombre, ahí había que dejarlo, como recuerdo de lo que fue un
latifundio y que hoy es uno de los más bonitos centros de recreo que se han
hecho (APLAUSOS). Está Soroa, la playa
de Bairén que se ha hecho nueva, y, en fin, todos
esos valles que son maravillosos, y, como decía un obrero, las cooperativas,
que también son dignas de verlas.
Y
hacia el este, también se puede llegar hasta la Ciénaga de Zapata y esos sitios;
en fin, se puede tener un programa con los costos. Si alguien quiere alquilar el carro por el
día completo, con su familia, lo alquila.
Si no, cada vez que se reúnen cinco o siete, según el número de
pasajeros que quepan, entonces viaja y regresa; posiblemente traiga pasajeros
también y estén trabajando constantemente.
Eso es cuestión de estudio; deben poner los precios que les cubran los
gastos y les permitan una retribución justa por su trabajo, pero recuerden bien
que mientras más económico más personas podrán disfrutar de ese servicio y más
asegurado tendrán el trabajo. No importa
si, por ejemplo, pasa el verano; siempre quedarán numerosos sitios donde el
pueblo acudirá en número cada vez mayor, y ustedes podrán asegurar así su
trabajo, dividiéndose entre las distintas posibilidades. Al principio, tal vez, con algunos
inconvenientes; todas las iniciativas tienen que vencer ciertos obstáculos en
los primeros momentos, pero entonces, a esos carros que han sido afectados por
el problema del turismo extranjero, les autorizamos, pero con mucho orden, para
que tengan sus piqueras y puedan hacer estos programas. Este que hicieron, por si alguien quiere
hacer todo este recorrido, y ese programa que le sugería en que no salieran con
el carro un número de horas, sino llevando y trayendo distintos pasajeros.
Esas
sugerencias las pongo en manos del sindicato del turismo, para que no solo
resuelvan el problema suyo, sino que ayuden a resolver el problema a los
trabajadores, que muchas veces no pueden ir a las playas porque no hay pasajes
suficientes.
Ahora,
por ejemplo, tienen también el club obrero, que están pidiendo que les
extiendan las líneas hasta allí, y yo sé que en muchos de estos casos hay
dificultades de equipos suficientes para atender esos servicios, y que los
choferes del turismo, con sus carros, pueden ayudar considerablemente a
resolverlas.
Ustedes
tienen que sugerir y le explican al sindicato cuáles son las necesidades
mayores, yo tengo la seguridad de que van
a resolver su situación, como medida adicional a las otras medidas de carácter
económico. En realidad, le van a hacer
un favor a todo el pueblo, porque el número de personas que van a las playas es
cada día mayor (APLAUSOS).
Hay
otro problema que debemos resolver adecuadamente: la actuación por parte de los
dirigentes de los gastronómicos, de acuerdo con lo que le interesa a la
Revolución. Es decir, nosotros hemos
creado el Instituto Nacional de la Industria Turística, encargada de administrar
primero los centros de recreo que se recuperaron, después todos los centros de
recreo que se han construido, y ahora, más adelante, tan pronto quede resuelto
el problema en esos hoteles, administrará los hoteles. Actualmente tiene un gran número de playas y
de centros turísticos en toda la isla; ustedes habrán podido visitar algunos de
ellos. Y es el propósito del Gobierno Revolucionario
seguir creando otros centros de recreo para el pueblo, y, sobre todo, que estén
al alcance del pueblo.
Antes
no se podía ir a una playa; ustedes lo saben, que estaban cercadas. Era para un número muy reducido de familias;
al que se le ocurría bañarse en una de esas playas sin permiso, se lo llevaban
preso, y, por supuesto, que no le iban a dar permiso. Si era trabajador humilde, o si era negro, no
le daban permiso; nada más tenían derecho un grupo muy reducido de familias.
Hoy
todas las playas están abiertas; las taquillas son muy baratas, el alimento
está al alcance de las familias más humildes; se cobran los precios necesarios
solamente para los gastos del personal, pues los que trabajan allí son obreros
gastronómicos, y para ir recuperando lo invertido, en pequeña escala, pero solo
con el propósito de volverlo a invertir, y se han puesto los precios al límite
posible de las posibilidades económicas de esa organización.
Ustedes
saben que allí, en las cafeterías, se vende muy barato. Es necesario mantener esos precios, pero
deben tener esos centros una organización muy racional y muy perfecta. ¿Para qué?
No solo para que sean costeables, sino para que permitan una pequeña
renta que asegure la continuidad del programa.
El Gobierno Revolucionario les facilita cerca de un millón de pesos
mensuales al Instituto Nacional de la Industria Turística, para que desarrolle
sus planes (APLAUSOS), para que continúe construyendo centros de recreo al
alcance del pueblo. Si ese dinero se
invierte en costear centros incosteables, el programa se paralizaría. La aspiración debe ser no solo el poder
invertir esa cantidad que entrega el gobierno todos
los meses, sino que de todos los centros turísticos venga una pequeña renta
para invertir de nuevo y ampliar
el programa.
Eso
es lo único correcto, porque si no contamos con recursos para invertir,
significará que el programa se paralice y
no podamos crear nuevos centros de trabajo para los obreros
gastronómicos. Sin recursos no podemos
invertir y tenemos que
organizar las cosas de manera que continúe desarrollándose ilimitadamente, y sin interrupción, el programa.
Algunos
dirigentes obreros no entendieron eso. Ustedes
saben quiénes son los buenos dirigentes; yo no voy a mencionar nombres, no hace
falta, voy más bien a definir qué es un buen dirigente, y quién no es un buen dirigente.
Un buen dirigente muchas veces es el que tiene que decir las cosas más difíciles;
un buen dirigente plantea estas cuestiones y busca fórmulas que convengan a los obreros y a la nación. Un mal dirigente no se preocupa de estas
cuestiones; un mal dirigente no saca cuentas, no hace cálculos, no piensa lo que
es la economía de un país, no le preocupa en absoluto la realidad de que para
invertir es necesario tener qué invertir.
Parecen
ignorar que el dinero no viene del cielo, que el dinero se obtiene con trabajo y se acumula con el ahorro; que cada
uno de esos centros cuesta cientos de miles de pesos, que salen de la
producción, salen de los recursos del país; que si el Gobierno Revolucionario
ha asumido la tarea de desarrollar todos los centros turísticos y lo está llevando adelante en una
escala nunca vista, como lo prueban las obras que están a la vista de todos,
para desarrollar ese programa donde hoy trabajan cientos y miles de obreros
gastronómicos, necesita invertir.
Hay
a quienes no les preocupa en absoluto esa idea.
¿Que no son costeables? Pues no importa. ¿Y de dónde ha de venir el dinero? Pues no tienen idea de que el dinero tiene
que salir del pueblo, que sale del trabajo, que cada peso que se invierte en
una de esas obras es un peso que produjo un trabajador.
Al
mal dirigente no le preocupa la economía de la nación. Es un ignorante, o un mal intencionado, o,
cuando menos, un desorientado o un irresponsable. Y al dirigente obrero que, en una etapa
revolucionaria, en un régimen revolucionario como este, no le preocupe la
economía de la nación, no es un revolucionario (APLAUSOS).
Hay
un procedimiento muy fácil para simular que se es revolucionario; hay hasta una
manera que pudiera llamarse simpática, de parecer revolucionario, cuando no se
tiene una conciencia clara de lo que es un verdadero revolucionario, y es
aparecerse defendiendo un interés de los trabajadores, un interés de tipo
económico, cuando en realidad está cambiando ventajas pasajeras por fracasos
futuros; que a lo mejor está defendiendo algo que parece bueno para los
obreros, y sin embargo es malo; que puede ser la ruina de la institución,
aunque signifique, o parezca significar, una ventaja determinada. Ese más bien es el demagogo, ese no les habla
claro a los obreros, ese despierta el egoísmo, la idea egoísta de resolver los
problemas pasajeramente, o de un grupo, con olvido del interés general.
Lo
que hemos dicho en otras ocasiones, cuando se crea un centro de trabajo nuevo,
es que no es un centro de trabajo para el hijo del millonario, es un centro de
trabajo para el hijo, o para el hermano de un trabajador.
Cuando
se invierte se está resolviendo el problema de un hombre humilde y de una
familia humilde, se resuelve el problema de ese obrero de la construcción que
allí trabaja y se resuelve el problema del empleado permanente que allí libra
su sustento, atendiendo esos centros (APLAUSOS).
Si
nosotros no tenemos qué invertir, se paralizará el ramo del turismo; si
nosotros no tenemos qué invertir, no podremos darle empleo a un solo obrero más;
resuelto el problema de los que están trabajando, sin resolver, ni remotamente,
el problema de los que no tienen trabajo.
Luego, hay que invertir, para aumentar el empleo; hay que invertir, para
desarrollar la economía de todos; hay que invertir, para progresar. Y, para invertir, es necesario que haya
costeabilidad; y si no hay costeabilidad no hay inversión, sin inversión no hay
progreso, sino paralización. Luego, cada
obrero debe preocuparse si es costeable ese centro, porque ese centro no
pertenece a la empresa tal o más cual extranjera, ese centro no pertenece a un
interés privado, ese centro pertenece a su economía, ese centro pertenece al
pueblo, el dueño de ese centro es el pueblo, lo que se invierte en ese centro
se invierte para el pueblo (APLAUSOS), lo que se ahorra en ese centro no se lo
echará nadie en el bolsillo, se invertirá para hacer más centros de recreo para
el pueblo; centros de recreo adonde podrán ir ustedes y sus hijos, donde podrán
ir los hijos y las familias humildes de nuestro país que antes no tenían donde
ir; centros de alegría y de descanso, centros de salud y de felicidad para los
que nunca tuvieron esas oportunidades; centros de trabajo para los obreros de
la construcción, centros de empleo para los obreros gastronómicos. Si lo que se ahorra se invierte en beneficio de
un obrero gastronómico, los obreros gastronómicos deben ser de los más
interesados en que los centros sean costeables (APLAUSOS).
Los
dirigentes que no entiendan esas realidades, pueden engañar a los obreros una
parte del tiempo, pero no podrán engañar todo el tiempo a los obreros. Los dirigentes que practican esa política de
olvido a los grandes intereses de la clase y de la nación, ¡a la larga irán
siendo relegados como corresponde a los demagogos y a los falsos dirigentes en
un proceso revolucionario! (APLAUSOS.) Porque lo que vale en una revolución son las
grandes verdades, lo que vale en una revolución no es el interés de un día,
sino el interés futuro, el interés eterno de los trabajadores; lo que vale en
una revolución no es lo más cómodo, sino, muchas veces, lo más difícil.
Hacer
costeable no quiere decir sacrificar los salarios, no quiere decir sacrificar
los ingresos actuales; la costeabilidad muchas veces es cuestión de
distribución y de organización. Así, por
ejemplo, a veces hemos ido a una playa y nos hemos encontrado que en el
restaurante hay nueve obreros trabajando, o en la cocina nueve sirvientes, pero
el mismo número de los que trabajan durante la semana son los que trabajan los
sábados y domingos; los sábados y domingos no alcanzan, los días de la semana
sobran. Un poco de organización indica
que debe haber un número durante la semana, un número mucho mayor los domingos;
que no estén durante la semana cruzados de brazos, ni que tengan que trabajar
sobrehumanamente los sábados y los domingos, con detrimento para su salud y
detrimento para el servicio. Es lógico
que la condición de los que vayan a trabajar dos días a la semana no sea igual
a los que trabajan toda la semana, pero con un escalafón, esos que trabajan dos
días a la semana estarían en primer lugar para en los nuevos empleos trabajar
ya permanentemente (APLAUSOS).
Nosotros
considerábamos que la solución de la costeabilidad en numerosos centros que
habían sido recuperados era mediante el establecimiento de nuevos centros de trabajo;
es decir que si uno de los centros era incosteable y se construía un nuevo
centro, podía hacerse una distribución del personal y llevar de unos centros
incosteables donde hubiese exceso de personal, personal para el nuevo centro. Con esa idea se estaban invirtiendo
considerables sumas; no se acudía, desde luego, al procedimiento de rebajar
personal, se acudía al procedimiento de crear nuevos centros, con la esperanza
de redistribuir aquel personal en exceso de algún centro incosteable. Cuando nosotros estábamos descansando en esa
idea, nos encontramos con que algunos dirigentes, muy mal orientados, hicieron
presiones sobre el Instituto Nacional de la Industria Turística, sobre una
fórmula en realidad errónea: había dos intereses,
el interés de los que estaban en las listas de suplentes, el interés de los
trabajadores que estaban empleados en un centro incosteable, el interés del
instituto, es decir, un solo interés; porque, cuando uno salga perjudicado
saldrán perjudicados todos. Y, ¿qué
plantearon esos dirigentes? Pues,
plantearon que a un nuevo centro no se podía llevar ni un solo empleado de otro
centro, sino que, en todo caso, había que acudir siempre a la lista de
suplentes; y que había que hacer una reducción, reducir de esos centros donde
estuviesen trabajando en exceso, para llevarlos a la lista de suplentes.
Se
planteaba una cosa absurda, hay que atender los dos intereses. Es muy justo velar por el interés del que
está en una lista de suplentes, y eso tiene que ser tomado en consideración,
pero es absurdo y es muy amargo decirle a un obrero que está trabajando: “Vamos a reducirte
para que vayas a ocupar el último lugar en la lista”; es quitarle el empleo al
que está trabajando, y eso es en realidad muy duro y muy amargo. Pero, ¿de qué manera entonces podía el
instituto hacer costeable algún centro? Imposible,
porque tendría que acudir al expediente de dejar sin empleo durante muchos
meses a un obrero, y el instituto no podía hacer eso; de donde se creaban
nuevos y nuevos centros de recreo a base de grandes inversiones, y no se podía
hacer costeable uno solo de los centros que tenían exceso de personal.
Esa
era una solución equivocada; una solución correcta habría sido dividir las
nuevas plazas: la
mitad para los que estaban en la lista de suplentes, y la otra mitad para
emplear el personal que por ser en exceso e innecesario en un centro hacían
incosteable ese centro (APLAUSOS). Esa
era la solución correcta, la otra solución era una solución demagógica, y
quizás con aspiraciones de tipo político personalista, ya que fingía defender
el interés de los que estaban sin trabajo y, sin embargo, conspiraba contra el
interés de los que estaban sin trabajo; porque si a causa de la incosteabilidad
de esos centros, el INIT no puede invertir un solo centavo, el INIT no puede
crear una sola plaza nueva, jamás se resolvería el problema de las listas de
suplentes. Y ese dirigente que parecía
hablar en favor del que estaba sin trabajo, realmente estaba actuando contra el
que estaba sin trabajo; porque, ¿de qué forma iban a resolver el problema sin
crear nuevos centros? Y he ahí que lo
que puede parecer justo, en realidad es demagógico y en realidad es nocivo a
los intereses de los trabajadores (APLAUSOS).
Actualmente,
gracias a la jornada de verano, tengo entendido que, virtualmente, han sido
cubiertas todas las listas de suplentes; es decir que están trabajando. Tengo entendido, además, que el sector
gastronómico en general tiene mucho más empleo del que había antes del triunfo
de la Revolución (APLAUSOS). Esto quiere
decir que el aumento del turismo nacional ha beneficiado numerosos centros y
que en cambio los grandes hoteles y determinados centros de diversión, pero que
se pueden contar perfectamente, han sido afectados. Sin embargo, en general, la situación en
conjunto es mucho mejor, y el hecho de que se haya resuelto el problema de los
suplentes por la jornada de verano quiere decir que todavía tenemos que
invertir más y crear más centros, pero también que tenemos que reorganizar para
que cada centro sea costeable, y la costeabilidad debe ser la primera
preocupación de cada obrero gastronómico, porque eso es lo que le permitirá dar
empleo en el futuro a familiares suyos, o a otros obreros, o a sus hijos, o a los
hijos de otros obreros; porque, recuerden que la población se multiplica, que
los jóvenes crecen. Y así tenemos el
tremendo problema de buscar empleo a los que crecen, de buscar empleo a los que
están sin trabajo, y si nosotros no lo hacemos y no lo buscamos, ¿acaso va a
venir alguien a buscarlo por nosotros? ¿Acaso
los enemigos de nuestra Revolución van a venir a resolver esos problemas?, o,
¿acaso estamos esperando nosotros que vengan otros a resolverlos? ¡No, somos nosotros los que tenemos que resolverlos,
y resolverlos correctamente! (APLAUSOS.)
Por
eso es necesario la estrecha colaboración con el Instituto Nacional de la
Industria Turística y la perenne preocupación por la costeabilidad, porque
nuestra batalla debe ser:
¡Hacer costeables todos los centros de trabajo! (APLAUSOS.)
Y,
por último, el sindicato único ya es una consigna aprobada unánimemente por
todos los trabajadores gastronómicos (APLAUSOS).
Algunos
trabajadores se preocupaban de si el sindicato único iba a ir en detrimento de
sus intereses y nosotros les respondíamos, cuando nos preguntaban sobre esa
cuestión: El
Gobierno Revolucionario jamás estará de acuerdo con nada que perjudique los
intereses de los trabajadores (APLAUSOS).
Es posible que algunos tuvieran esas preocupaciones, pero el hecho
cierto es que el número de dirigentes era extraordinario en el sector, que el
costo del ramo era muy alto y que el sector de los gastronómicos tenía un
número superior a 100 dirigentes. Y eso
lo que promueve es la rivalidad, eso lo que promueve son las aspiraciones de
tipo personal, eso conspira contra la unión de los trabajadores y en la unión
de los trabajadores está su tremenda fuerza; en la unión de los distintos
sindicatos que integraban el sector de los gastronómicos estará también la
fuerza del sector gastronómico (APLAUSOS).
Y eso no afectará el interés de ningún trabajador, jamás el Gobierno
Revolucionario estará de acuerdo con nada que afecte el interés de ningún
trabajador.
Y
lo que nos faltaba era sobre una idea que el Gobierno Revolucionario va a
llevar a la práctica y que está muy relacionada también con ustedes, y es la
creación de los círculos sociales obreros (APLAUSOS). Anteriormente los obreros no tenían centros
de diversión, no tenían centros de recreo, porque en cada pueblo nos
encontrábamos un casino de la cámara tal o del grupo tal, un club del grupo
tal; los obreros no tenían centros de recreo, en ningún pueblo existía el
centro social de los obreros. El primero
se creó con la recuperación de un club donde el Estado había invertido
graciosamente un millón de pesos. Es
decir que en vez de hacer una playa para los trabajadores, un centro para los
trabajadores, habían invertido un millón de pesos en mejorar las confortables
condiciones de un club de los que tenían medios para divertirse. En consecuencia, el Ministerio de
Recuperación de Bienes recuperó ese club y lo convirtió en el primer club de
los trabajadores (APLAUSOS), donde no hay que pagar entrada para ser socio y
donde la cuota está de acuerdo con los ingresos. Es decir que si un obrero que gana 90 pesos
paga dos pesos, un obrero que gana 350 pesos paga seis pesos por ser socio de
ese círculo social; más que club, vamos a llamarlo círculo social obrero
(APLAUSOS).
Pero,
un círculo obrero no sería nada, porque hay muchos obreros que viven en Luyanó, en distintos barrios de la capital, que pueden
resultar demasiado distantes para ir, por ejemplo, de noche, a practicar algún
deporte a ese círculo social. Un círculo
es demasiado poco; tenemos que ir a la creación de círculos en todos los
lugares de la república, círculos obreros, pero con una ventaja que no tenían
los círculos aristocráticos, porque en el círculo aristocrático cada club tenía
su grupito aristocrático, cada club tenía su núcleo, el de un club no podía ir
a otro club, el de una playa no podía ir a otra playa, estaba eternamente
condenado a estar viendo siempre las mismas caras y estar visitando siempre el
mismo sitio (APLAUSOS). Los círculos
obreros no pueden ser constituidos con ese estrecho horizonte, el círculo
obrero tiene que ser una institución que pertenece no a un grupo de obreros,
sino a los obreros de cualquier lugar de la república. Es decir que el obrero de Santiago de Cuba,
si viene a La Habana, puede visitar los círculos obreros de La Habana,
porque es socio, no de aquel círculo, sino de todos los círculos obreros de la
república (APLAUSOS).
Y
así, por ejemplo, ya tenemos el primer círculo social obrero, el Cubanacán. Allí
tenemos, como ustedes saben, algunas instalaciones que no son suficientes; pero
tenemos dos caballerías de campos de golf, que están magníficas para establecer
allí un sinnúmero de campos deportivos (APLAUSOS).
Ahora
los círculos obreros van a tener una nueva institución: el teatro obrero. ¿Y saben ustedes cuál va a ser el teatro
obrero? Están ustedes en el teatro de
los trabajadores... (APLAUSOS).
A
veces los obreros no podían llevar a su familia a ver una buena película,
porque tenían que pagar por sentarse cómodamente en un cine, tenían que pagar
un peso por cada miembro de la familia. Ahora,
con este teatro, que estará operado por
el Instituto Nacional del Cine y que formará parte de los círculos sociales
obreros, será un centro donde los trabajadores podrán ver las mejores películas
por 20 centavos (APLAUSOS). Pero además,
si ese trabajador es socio de los círculos sociales obreros, tendrá que pagar
solamente 10 centavos (APLAUSOS).
Sin
embargo, eso no basta. El comisionado
municipal de La Habana, el compañero Llanusa
(APLAUSOS), está construyendo varios centros que los va a poner a disposición
de la organización de los círculos sociales obreros. Está construyéndose el centro de recreación
infantil, está construyéndose el parque “Martí”, se están construyendo otros,
y, sobre todo, una gran idea. El tenía
planeado hacer una inversión de un millón y medio de pesos con vistas a un
centro de turismo orientado hacia el turismo exterior, extranjero. Pero, con las nuevas circunstancias, ha
pensado que es mucho mejor invertir ese millón y medio en crear círculos
sociales obreros en distintos barrios de la capital (APLAUSOS).
Es
decir que los gimnasios, salones de conferencias, de fiestas, piscinas, juegos
de salón, pero no juego de interés, quiere decir, ping-pong es un juego de
salón (RISAS), lo tendrán todos esos centros, donde el trabajador o su familia
puedan, después de las horas de trabajo o los días de descanso, asistir; si por ejemplo lo
tenemos en las proximidades de sus casas, si quieren ir al círculo social Cubanacán, va; si no quiere ir allí, puede venir al cine y
por 10 centavos puede venir él, y por esa misma cantidad los demás familiares
(APLAUSOS). Y eso, naturalmente, no
afectará, por supuesto, no afectará a los demás cines, a los obreros de los
demás cines, porque vendrán a ver esas películas los que antes no podían
verlas.
Es
decir que lo que ocurrirá es que vendrá mayor número de personas, verán
determinadas películas que ahora no las podrían ver, y los demás cines seguirán
teniendo su gran concurrencia; supongamos que no quiere ir al círculo Cubanacán o no quiere ir al cine, puede ir a bañarse en la
piscina del círculo social que está en su barrio. Si viene de Santiago de Cuba un obrero de
vacaciones —porque también vamos a organizar las vacaciones— a base de ese
sistema de 20 días cada 7 meses, en vez de un mes cada 11 meses (APLAUSOS). Si viene el obrero de Las Villas o de
Camagüey, y va a visitar La Habana, tendrá derecho a ir a los círculos sociales
obreros de la capital; y si va un obrero de La Habana a Santiago de Cuba,
tendrá el mismo derecho a ir a los círculos sociales obreros de Santiago de Cuba.
Es
decir que eso permitirá que por una módica cuota y sin entrada, los obreros
obtengan beneficios que antes no obtenían ni siquiera los millonarios, porque
los millonarios, como allí todo era círculo estrecho, iban junto al grupito y
no podían ir más que a un solo club. Y
vean qué sencillo cuando se organiza debidamente un país, cuando se organiza un
país de acuerdo con normas justas, equitativas y generosas, un obrero podrá
tener mucho más de lo que antes tenían los millonarios (APLAUSOS).
Desde
luego, vamos a suponer que un obrero no sea socio, no quiera ser socio o no le
preocupe ser socio. No quiere decir que
no pueda disfrutar de esos centros adonde por fin viene, solo que paga 10
centavos más, porque hay que crear ventajas a favor del obrero que se asocia y
cumple puntualmente. No están excluidos
los obreros que no se asocien, pueden ir, y puede ir cualquier persona del
pueblo, y si un millonario quiere ir —si todavía quedan muchos millonarios por
ahí, si todavía quedaran muchos y quisieran venir al círculo obrero—, los
obreros no hacen lo que hacían ellos con el trabajador, los obreros le permiten
que venga a su círculo social obrero (APLAUSOS).
Y
en esos círculos sociales no habrá la amarga discriminación para ningún cubano,
y serán como esos centros de recreo que son hoy las playas públicas, donde todo
es alegría, todo es orden y todo es moral, porque el comportamiento de los
trabajadores y de los hombres del pueblo ha superado, con mucho, todos los
ejemplos de conducta que habíamos presenciado anteriormente. La moral y el comportamiento de los trabajadores
en los centros, no en esos que ha creado la Revolución, indica que una nueva
moral está imperando en nuestra patria, la moral extraordinaria de los humildes
(APLAUSOS).
Y
decíamos que teníamos que estimular a los que se asociaran, porque ello es lo
que realmente permitirá contar todos los meses con una cantidad fija de
recursos para atender los gastos de esos círculos sociales. El primero para nosotros es, naturalmente, el
más caro, porque era un centro de recreo de grupos que contaban con recursos y
allí no importaba que las comidas fuesen muy caras anteriormente, pues pagaban
también cantidades grandes de dinero y tenían un número determinado de personal. Sin embargo, como nosotros no podemos reducir
a esos trabajadores el número, tenemos que ir ideando la forma de hacerla
costeable todo. Y si logramos tener, por
ejemplo, 100 000, 200 000, o varios cientos de miles de asociados a
los círculos obreros, estará garantizado el funcionamiento de esta nueva
organización. Pero todavía el Gobierno
Revolucionario puede hacer más, porque a pesar de que es muy económico el
precio de los centros turísticos del INIT, cuando un obrero que sea socio de
los círculos sociales vaya a usar de los servicios del Instituto Nacional de la
Industria Turística, también le podemos hacer una rebajita (APLAUSOS).
Así que, poco a
poco, iremos creando estas
nuevas instituciones que son el reflejo
del cambio que está ocurriendo en
nuestro país. Antes eran los casinos de
unos cuantos, las sociedades de unos cuantos; los obreros no tenían centros de
recreo; los obreros no tenían círculos sociales, esos círculos sociales
pertenecían a la clase dominante.
Hoy
los obreros, con los campesinos, marchan a la vanguardia de la Revolución; hoy,
los obreros se organizan en milicias para defenderla a cualquier precio; hoy,
los obreros están conjuntamente con los campesinos, construyendo una nueva
patria. Luego, los círculos sociales
obreros serán la expresión social y cultural de la nueva era que está viviendo
nuestra patria.
Los
obreros antes no contaban, ni ellos ni sus hijos, ni sus familiares tenían derecho
al recreo ni a la cultura; los obreros hoy cuentan, y así como antes lo más
selecto de cada pueblecito era la colonia tal o el casino más cual, en lo
adelante lo más selecto, lo más ilustre y lo más distinguido de cada pueblecito
será el círculo social obrero tal (APLAUSOS), porque tenía que llegar también
ese día. Y, de seguro que muchos no se
daban siquiera cuenta de estas realidades; estaban como acostumbrados a no
tener derechos, estaban como acostumbrados a las privaciones, y con seguridad
que muchos nunca se detuvieron un minuto a pensar, ¿por qué aquella familia
tiene club? ¿Por qué aquella familia
puede ir allí a bailar el 31 de diciembre o a reunirse los sábados por la
noche, o a bañarse en aquella piscina, o a jugar en aquel campo y yo no? ¿Por qué pueden ir los hijos de aquella
familia y mis hijos no pueden ir? ¿Por
qué puede ir la esposa de aquella familia y la mía no puede ir? ¿Por qué?
Con seguridad que muchos, a fuerza de costumbre, no se habían detenido a
preguntarse el por qué. Y era lógico,
porque aquello que a él le privaba de todo, constituía un régimen de
privilegios; aquel era el mundo que se habían forjado los que tenían todos
aquellos disfrutes, precisamente, gracias a los que trabajaban, gracias a los
que producían; no era la esclavitud, como en siglos pasados, pero algo parecido
a la esclavitud; algo que en ocasiones era más cruel que la esclavitud, porque
los dueños de los esclavos se preocupaban de que los esclavos no murieran, y
los que han usufructuado el trabajo de los obreros, no les importa que un
obrero, si no lo necesitan, se muera de hambre (APLAUSOS).
Aquellos
habían hecho su mundo, el mundo organizado a su modo de pensar y de disfrutar
lo que otros trabajaban. Eso es lo que
con tanto tesón defienden, eso es lo que añoran los enemigos de la Revolución,
eso es lo que sueñan volver a implantar, eso es lo que pintaban como todo ideal
de una nación, en que la triste realidad es que las grandes mayorías estaban
privadas de las cosas más elementales de la vida. Estaban privadas hasta de las alegrías más
sanas y más sencillas, no conocían más que el trabajo; las alegrías, las conocían
otros; la cultura, la adquirían otros; las comodidades, las disfrutaban otros; la
abundancia, la disfrutaban otros. Ellos,
nada. Hoy la esclavitud nos parece una
cosa muy injusta; sin embargo, hubo aquellos tiempos en que los ciudadanos
pasaban por el lado de un esclavo encadenado y lo miraban como lo más natural
del mundo; veían aquel hombre arrancado de su mundo, en algún lugar lejano del Africa, arrebatado al calor de su familia, a los paisajes
donde había crecido y a los cuales se había encariñado y lo traían a un mundo
donde se hablaba un idioma que no conocían, lo vendían a un amo que no tenía
piedad, lo encadenaban, lo hacían trabajar de la noche a la mañana y no solo
eran esclavos ellos, sino que sus hijos tenían que nacer esclavos, y destinados
también, aquellas inocentes criaturas, a llevar algún día los grillos a sus
pies (APLAUSOS).
Y
había quienes pasaban por el lado del esclavo encadenado y le parecía aquello
natural, se habían habituado a la ignominia; veían las fiestas cargadas de
perfumes, llenas de los colores, de las sedas y los tejidos brillantes, y les parecía
natural que mientras aquellos reían o viajaban en carruajes, en algún cepo o en
alguna celda, o en algún corral, como rebaño, morasen los hombres encadenados. Se habían acostumbrado a aquello que hoy nos
parece una tremenda injusticia, pero que ayer parecía algo natural a los que se
acostumbraron a ello. Y cuando los
primeros hombres comenzaron a hablar de la libertad de los esclavos, con tesón y
con furia, los usufructuarios de aquel sistema lo defendían y estaban
dispuestos a dar las más enconadas batallas por impedir que aquellos hombres se
librasen de sus cadenas. No querían
perder sus esclavos, y los esclavistas tenían quiénes los defendían, tenían
periódicos que hablaban a favor de aquello, tenían voces y plumas mercenarias
que defendían aquella iniquidad, tenían innumerables razones para justificar
aquello y, algo más, decían que el mundo se iría abajo el día que los esclavos
desaparecieran.
Pues
bien, similar es lo que estamos viendo hoy.
Los esclavos sin cadenas, pero esclavos al fin y al cabo como aquellos,
porque han estado trabajando para los que disfrutaban del esfuerzo de sus
brazos, esos esclavos se están liberando y están haciendo un mundo justo, están
luchando por un porvenir distinto.
Hoy,
como ayer, tratan los grandes intereses, los usufructuarios de esa situación,
de defender con furia sus privilegios, y dicen que el mundo se echa abajo si
nuestro país no vive como vivíamos ayer.
Por eso, algún día miraremos también con asombro los tiempos en que el
obrero no era nada, en que el campesino no tenía un pedazo de tierra, en que
sus hijos no tenían una escuela, en que el trabajador no tenía siquiera un
modesto círculo donde ir a descansar del trabajo en sus horas de ocio.
¡Cuando
vemos la transformación que está experimentando nuestra patria, cuando vemos
los esfuerzos que se hacen para detener al pueblo en su justo y noble propósito,
nos vienen a la mente aquellos tiempos, ya pasados, que hoy comprendemos mejor,
como mañana comprenderán, mejor que hoy, la obra que esta generación está
realizando!
¡Patria
o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION.)