DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL
ACTO DE CLAUSURA DE LA PLENARIA NACIONAL DE LA FEDERACION NACIONAL DE
TRABAJADORES AZUCAREROS, EN EL TEATRO DE LA CTC REVOLUCIONARIA, EL 19 DE DICIEMBRE
DE 1960.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER
MINISTRO)
Compañeros del sector azucarero:
Es la primera vez en la historia de
nuestro país que tiene lugar una asamblea semejante. Aquí están presentes, en esta reunión, los
que producen azúcar: está la industria,
está la agricultura en sus distintas formas de producción. En primer lugar, los administradores de los
160 centrales nacionalizados por la Revolución (APLAUSOS); y con cada uno de
ellos, los responsables de las milicias de cada uno de los centrales azucareros
(APLAUSOS); los secretarios generales de todos los sindicatos azucareros de
Cuba (APLAUSOS); los administradores y coordinadores de las 614 cooperativas
cañeras (APLAUSOS); y la genuina representación de los que antes se llamaban
colonos de Cuba (APLAUSOS), y que ya no son colonos, porque no son colonos de
nadie, sino que cultivan su propia tierra en virtud de la Ley de Reforma
Agraria (APLAUSOS), que le concedió la propiedad de la tierra a la inmensa
mayoría de los colonos, es decir, los que tenían dos o menos caballerías de
tierra, o los que tenían más de dos y menos de cinco, el derecho hasta dos, gratuitamente,
de manera absolutamente gratuita (APLAUSOS).
Claro está que los que se arrogaban la
representación de los pequeños agricultores de caña no ponían la mayor atención
en este hecho, puesto que esa representación estaba influida, fundamentalmente,
no por los pequeños colonos, sino por los colonos grandes, que en ningún
sentido se sentían beneficiados por la reforma agraria. Era necesario definir esa situación, y era
necesario sentar aquí, junto a los cooperativistas cañeros, los secretarios de los sindicatos, y los
administradores de los centrales, a los pequeños colonos (APLAUSOS), a quienes
la Revolución ha beneficiado y está dispuesta a ayudar también.
Desde luego que una reunión semejante no
podía haberse efectuado antes de la Revolución.
Antes de la Revolución, en el sector azucarero existía la pugna de
intereses que hoy no existe. Hoy se
pueden reunir aquí todos los sectores, es decir, todos los productores de
azúcar de nuestro país, para discutir lo que les interesa a todos. De ninguna forma lo que convenga a unos puede
ser perjudicial para los demás; y lo que sea perjudicial para los demás, será
perjudicial para todos.
Antes, la política azucarera estaba
dirigida por los grandes hacendados, y, en general, por todos los hacendados, y
por los grandes colonos, en complicidad con los gobiernos de turno. Los intereses del pueblo no contaban para
nada; los intereses del obrero industrial o agrícola no contaban para nada; los
intereses del pequeño colono no contaban para nada. Todos eran explotados: los hacendados y los grandes colonos
explotaban a los obreros agrícolas y a los obreros industriales; pero, además,
explotaban también al colono pequeño, al que obligaban a pagarles un 5% de la
producción en bruto de caña, y cuyas cuotas las sacrificaban siempre a los
intereses de las cañas de administración.
Los problemas del desempleo, no
importaban; los problemas del tiempo muerto, no importaban. Cualquier hacendado prefería vender menos
azúcar a mayor precio para obtener mayores ganancias; prefería dejar las cañas
de un año para otro, las tierras completamente improductivas, a cualquier otro procedimiento,
a cualquier otra cosa.
El problema del azúcar se convirtió, si
bien es cierto que en la mayor fuente de ingresos y de divisas del país, paradójicamente
también en la mayor fuente de hambre en nuestro país. El azúcar era nuestra grandeza y nuestra
tragedia. Tragedia para el pueblo; no
fue nunca tragedia para un hacendado, ni para un colono grande; no fue nunca
tragedia para la compañía extranjera propietaria de las mayores extensiones de
tierras. Y si alguna vez fue
tragedia para el hacendado cubano, el pequeño hacendado, era tragedia en
beneficio de los bancos extranjeros que adquirían esos centrales en épocas de crisis.
El hacendado no tenía problemas, ni el
colono grande tenía problemas. Ellos, en
el breve período de la zafra, reunían recursos suficientes para resolver
ampliamente todas sus aspiraciones; ellos hacían la zafra y se marchaban a la capital,
o se marchaban al extranjero. ¿Qué les
podía importar la suerte del obrero agrícola, al acabarse la zafra? ¿Qué les podía importar la suerte del obrero
industrial, al acabarse la zafra? Con
las últimas cañas que se molían el trabajo se paralizaba y se originaba el
terror del pueblo y el terror, sobre todo, de los trabajadores azucareros: el tiempo muerto. Y así, la caña nos trajo dos tragedias: el tiempo muerto y el monocultivo.
La industria estaba organizada así. ¿Cuántos centrales se hicieron? Los centrales que quisieron hacer. Cuando a alguna compañía extranjera o un
grupo de capitalistas nacionales les venía en ganas poner un central azucarero,
ponían un central azucarero; nunca existió un plan, nunca existió una política. El problema del desempleo durante nueve meses
del año no fue nunca problema para ellos; si sus problemas estaban resueltos, si para ellos era un buen negocio, si ellos
controlaban, además, nacionalmente, la política
azucarera y trazaban el monto de la zafra, ¡qué les podía importar el problema
del tiempo muerto y el problema del monocultivo!
De estos dos males hemos venido oyendo
hablar desde que teníamos uso de razón. Jamás
podrá tener estabilidad la economía de un país, jamás podrá tener sosiego un
sector obrero condenado fatalmente, año tras año, a estar sin empleo durante la
mayor parte del tiempo, se paralizaba el trabajo en la industria y se
paralizaba el trabajo en el campo. Y todavía
era más criminal la situación en el campo, porque los salarios eran más bajos,
porque los obreros tenían menos posibilidades de encontrar otros empleos.
Y lo terrible que es el monocultivo se
puede apreciar, sobre todo, cuando se ha tenido que luchar contra estos
problemas; cuando se ha tenido que meditar mucho sobre ese problema; cuando se
considera que un área de tierra dedicada a un solo cultivo, si ese solo cultivo
es, además, caña, los obreros agrícolas están irremisiblemente condenados al
hambre, irremisiblemente condenados al
hambre, porque una caballería de caña requiere, aproximadamente, 600 pesos de
cultivo al año. Y toda una inmensa masa
de trabajadores en los grandes latifundios cañeros tenía que vivir, la mayor
parte del año, a expensas de esos 600 pesos, si es que los latifundios se
decidían a cultivar la caña; porque cuando ocurría que había sobrante de caña
la situación era peor todavía. Y de
todas formas, una población que tenga que vivir exclusivamente de un solo
cultivo, y que ese cultivo sea caña, esa población está condenada, fatalmente,
al hambre.
Y esa era la situación que encontró la
Revolución al llegar al poder. Desde
entonces, mucho ha cambiado el panorama.
¡Qué diferencia entre esta reunión y las primeras reuniones! ¡Cuánto ha cambiado la situación desde
aquella vez que nos reunimos aquí los representantes de los sindicatos
azucareros y nosotros!
Vale decir aquí, en honor de los
trabajadores azucareros, que en aquella primera reunión se ganó la primera
batalla a favor de los logros que hoy se han alcanzado.
Aquel día pudimos haber hipotecado,
definitivamente, el futuro de la economía nacional; aquel día, en medio de la desesperación
por el desempleo reinante, los obreros creían que la solución del problema, en
parte, podía ser el establecimiento de cuatro turnos en la industria azucarera. Aquella consigna tenía la simpatía apasionada
de la masa de los trabajadores azucareros, y en aquella ocasión, por primera
vez, apelamos al espíritu revolucionario de los trabajadores; por primera vez
apelamos a la fe de los obreros; y, por primera vez, los obreros dieron un gran
paso, hicieron demostración de la fe que tenían en el Gobierno Revolucionario,
demostraron su gran capacidad para conocer qué es lo que a la larga podía convenirles
más, y nos ahorramos un paso, que de haber incurrido en él, de no haber sido
siempre, invariablemente, nuestra línea al hablar aquí hacerlo con absoluta y
total honradez; si aquel día nos hubiésemos dejado arrastrar por una actitud
demagógica; si aquel día no hubiésemos demostrado también nuestra gran fe en
los trabajadores, podríamos decir que el imperialismo tendría clavado, a estas
horas, en el corazón de la patria, la mitad del puñal asesino (APLAUSOS).
Aquel día había que apelar a la confianza
de los obreros. No existía una
conciencia revolucionaria muy definida; existía entusiasmo revolucionario, existía
ardor revolucionario, existía espíritu de sacrificio; pero estábamos muy lejos
todavía de comprender con claridad los problemas económicos y sociales de
nuestro país, tal como los comprendemos hoy.
Entonces había que apelar a la fe más que a la razón; hoy, sin embargo,
los problemas se comprenden mucho mejor, y hoy ya se puede hablar a la razón de
los trabajadores.
Pero en aquella ocasión histórica se dio
el primer gran paso hacia la política presente; nosotros comprendíamos perfectamente
bien las pugnas inevitables que se suscitarían con los grandes intereses
extranjeros y nacionales; nuestro pueblo, en aquellos momentos, no estaba lo
suficientemente organizado y lo suficientemente preparado para afrontar ese tremendo
choque de intereses como lo está hoy. Nosotros
comprendíamos perfectamente bien que algún día esos centrales azucareros de los
grandes monopolios extranjeros, serían de los cubanos (APLAUSOS); nosotros
comprendíamos perfectamente bien que algún día todos los centrales azucareros
serían del pueblo; y por eso, aquel día, hicimos el esfuerzo para evitar pasos
que habrían entorpecido por completo, después, el avance de la Revolución. Y gracias a que muchos pasos erróneos se
evitaron, la Revolución ha avanzado, y la Revolución puede continuar avanzando,
y el país se puede defender de la agresión extranjera (APLAUSOS).
¿Qué habría sido hoy de la Revolución
ante la agresión económica y ante la supresión de nuestra cuota azucarera si hubiésemos
tenido cuatro turnos en los centrales azucareros? Nuestra posición habría sido mucho más débil,
porque el camino correcto no era el camino de dividir el poco empleo que teníamos,
sino el de crear nuevos empleos. Y así,
después de dos años, en la industria nacional, exceptuando los centrales
azucareros, hay un 35% más de empleo y en el campo hay 200 000 cubanos más
trabajando (APLAUSOS).
Esto lo recordamos hoy, porque demuestra
el valor que tiene el saber prever y el valor que tiene pensar en el futuro más
que en el presente; ¡que no vale la pena cambiar ventajas pasajeras por
problemas futuros, sino que es mucho mejor cambiar sacrificios presentes por
ventajas futuras! (APLAUSOS), porque el
mañana nos puede parecer distante y, sin embargo, estar muy próximo, y el
presente nos puede parecer muy próximo y estar muy distante.
Hace dos años esta reunión de hoy y estos
minutos de hoy nos podrían parecer distantes y, sin embargo, hemos llegado
hasta aquí y aquellos primeros días de la Revolución nos parecen muy distantes
(APLAUSOS). ¡El presente no debe
importarnos! Solo los hombres
imprevisores, solo los hombres condenados a permanecer fatalmente en una vida
sin progreso, les dan más importancia al presente que al futuro; el presente es
de lucha, el presente es de duro batallar, el presente lo tenemos delante,
¡pero el presente irá quedando atrás y delante iremos recogiendo la abundante
cosecha de todo lo que estamos sembrando hoy!
(APLAUSOS PROLONGADOS.)
Y hoy se ha reunido aquí el sector del
pueblo en que la Revolución tiene mayores esperanzas; hoy se ha reunido aquí el
sector más sacrificado y aguerrido del pueblo.
Las camisas azules de los milicianos (APLAUSOS), que dan un solo matiz a
los hombres aquí presentes, es buena prueba de que este es un sector obrero de
combate y de lucha, de que este es un sector obrero de quien el pueblo y la
patria tienen derecho a esperar que sabrá dar la batalla mejor, la batalla más
firme y la batalla más decisiva frente a la agresión de los enemigos de la
patria (EXCLAMACIONES DE: “¡Patria o
Muerte! ¡Venceremos!”). El enemigo esperaba encontrar a estas horas
un pueblo vencido. Contra ustedes, los
trabajadores del sector azucarero, se dirigió el peor ataque de los enemigos de
la Revolución y de la patria; ellos pensaban en el hambre del pueblo al
arrebatarnos nuestra cuota azucarera, pero en medio del hambre del pueblo, el
hambre, en primer término, de los obreros azucareros, de los hombres que
libraban su sustento en la producción del azúcar. Es decir que el puñal se dirigió hacia todo
el pueblo, pero para herirlo más profundamente, en ustedes; para sembrar el
hambre, y con el hambre la inconformidad y el derrotismo, con el hambre, el
sometimiento del país y la destrucción de la Revolución. Imaginad un enemigo que ataca por un sector
del frente, y el enemigo atacó con toda rudeza por el sector del frente
nacional donde estaban los obreros azucareros, ¡y en vez de encontrar un pueblo
vencido, en vez de encontrar un sector vencido, el enemigo se ha encontrado un
sector convertido en milicianos, convertido en batallones! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Venceremos!”), convertido en baluarte
invencible, convertido en vanguardia de la Revolución. Donde pensaron sembrar el derrotismo han
sembrado dignidad y heroísmo; donde creyeron sembrar el pesimismo, ha quedado
el optimismo.
Y aquí tienen, señores del imperialismo
(EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”), ¡aquí
tienen a los hombres a cuyos hogares quisieron llevar el hambre, a cuyos hijos
y cuyas esposas quisieron matar de hambre!; ¡aquí tienen a los padres de
familia honestos a los que ustedes, arrebatándonos la cuota, quisieron
disminuirles sus salarios, quisieron disminuirles el ingreso, quisieron
aumentarles el tiempo muerto y la miseria que habían implantado aquí durante
cincuenta años!, porque lo que hizo la Revolución fue desear que no hubiera más
tiempo muerto, que no hubiera más miseria y por querer que no hubiera más
miseria ni más tiempo muerto, ni más latifundio, ni más monocultivo, quisieron
ellos que hubiera más hambre, más tiempo muerto y más miseria para implantar
mayor opresión, mayor sojuzgamiento, para garantizar mayores beneficios, para
garantizar mayor dominio sobre la economía de nuestro país.
“¡Ah!, ¿no quieren hambre?, pues, en
castigo, tendrán más hambre; ¿no quieren tiempo muerto?, pues, en castigo,
tendrán más tiempo muerto; ¿quieren reforma agraria?, pues tendrán que
cocinarse en el propio caldo de la reforma agraria; ¡y tendrán que morirse de
hambre!, ¡y tendrán que rendirse!, ¡y tendrán
que declararse vencidos!, ¡y tendrán que ponerse otra vez de rodillas!”
Ese fue el pensamiento criminal que guió la conducta del gobierno imperialista
al quitarnos nuestra cuota azucarera; ese fue el propósito. Es decir que los culpables del hambre, los
culpables de la miseria, los culpables del hambre de los hijos de ustedes, los
culpables de que los hijos de ustedes no tuvieran escuelas, ni tuvieran
hospitales, ni tuvieran ropas, ni tuvieran zapatos; los culpables de que ninguno
de ustedes pudiera encender el fogón durante todos los días del año; los
culpables del espanto de las guardarrayas; los culpables de la miseria, de la
mortandad infantil, de los dolores y los sufrimientos de todos ustedes: cuando nosotros quisimos, sencillamente,
mejorar de vida; cuando quisimos poner fin a una situación que estimábamos
indigna de seres humanos, nos quisieron condenar a un hambre mayor, y a una
miseria mayor.
Por eso, la respuesta de la Revolución, y
la respuesta de ustedes, la única respuesta, es: ¡No!; ¡nuestros hijos no pasarán hambre!; ¡nuestras
esposas no pasarán hambre, aunque ustedes quieran!; ¡nuestro pueblo no se
pondrá de rodillas, como ustedes pretenden!; ¡la respuesta nuestra no será como
esperaban ustedes, la rendición de nosotros y de nuestro pueblo!; ¡la respuesta
nuestra será la disposición de luchar, la disposición de pelear, la disposición
de trabajar, la disposición de vencer! (APLAUSOS
PROLONGADOS.)
A nosotros no nos pueden amenazar con un
mal que conocemos muy bien: hambre. El hambre, para nosotros ha sido familiar;
con el hambre no nos pueden amenazar, ¡porque nosotros somos veteranos de la
lucha contra el hambre que ustedes implantaron en nuestra patria desde hace
cincuenta años! (APLAUSOS); y nosotros,
por salir del hambre para siempre, ¡estamos dispuestos a pasar todo el hambre
que sea necesario! (APLAUSOS.)
Pero, además, había hambre porque había
tiempo muerto; había hambre porque había monocultivo; había hambre porque había
latifundio; y desde que el tiempo muerto, el monocultivo y el latifundio
desaparezcan, desaparecerá el hambre (APLAUSOS); y desde que podemos proclamar
que desapareció el latifundio y desapareció, o va a desaparecer de inmediato,
el monocultivo, en nuestro país ha desaparecido el hambre.
Había hambre porque las tierras no
estaban en nuestras manos; había hambre porque las fábricas no estaban en
nuestras manos; había hambre porque la economía no estaba en nuestras manos; y desde
que la tierra, las fábricas y la economía están en nuestras manos, ¡no habrá
más hambre! (APLAUSOS PROLONGADOS.) Y menos hambre habrá si lo que los enemigos
de la patria se encuentran delante son hombres como ustedes.
Y hoy nos hemos reunido aquí para decidir
qué vamos a hacer; hoy nos hemos reunido aquí para decidir qué política vamos a
seguir con el azúcar; hoy nos hemos reunido aquí para decidir qué medidas vamos
a adoptar frente a la agresión económica y la supresión de nuestras cuotas.
Esperan los agresores que nosotros nos
veamos en apuros muy grandes; esperan los agresores, tal vez con alegría —si es
que albergan la vana esperanza de que sus hechos tengan éxito—, esperan quizás
con malvada alegría, nuestros apuros. Y puesto
que aquí existían una serie de dogmas: el
dogma de que sin los americanos nos moríamos de hambre, el dogma de que si nos quitaban
la cuota azucarera destruían la Revolución; como aquí existían una serie de
mentiras seculares, los creyentes en esas mentiras esperan ver cómo vamos a
salir nosotros del paso.
Y, efectivamente, con la agresión
económica de que han hecho víctima a nuestro país, y con mucho menos, habrían
derrocado a cualquier gobierno en Cuba los imperialistas. Pero, lo que en Cuba está ocurriendo es un
fenómeno revolucionario, y no es lo mismo derrocar a un gobierno que destruir a
una revolución; y lo que habría bastado para cambiar cualquier gobierno, ¡no alcanza
ni para hacerle mella a la Revolución Cubana!
(APLAUSOS PROLONGADOS.)
Si en épocas pasadas esa agresión hubiese
tenido lugar, los propios hacendados y terratenientes, con sus instrumentos de fuerza
y de opinión, se habrían encargado de cumplir la voluntad de los imperialistas. Pero el error de los imperialistas, en este
caso, ha sido no comprender que la clase obrera jamás sería instrumento de sus
designios, y que la clase obrera jamás reaccionaria como reaccionarían los
terratenientes y los hacendados; que la clase explotada jamás reaccionaria como
reaccionan los explotadores; y que la clase explotada no iba a reaccionar
conforme a sus designios; y que la actitud de la clase obrera ante una agresión
criminal contra nuestro pueblo, originada solo en la lucha del pueblo contra
los explotadores y a favor de los explotados, la clase obrera, ante una
agresión de esta índole, lejos de hacerle el juego al imperialismo, ¡se reafirmaría
en su posición revolucionaria y en su voluntad de lucha! (APLAUSOS.)
La clase obrera no se asusta ni actúa
movida por el miedo jamás. Se asustaban
los terratenientes que vivían de rodillas ante el imperialismo; se asustaban
los hacendados; se asustaban los sumisos; y se asustaban los cobardes. Ellos creían que asustarían a la clase
obrera, y lo que han hecho es enardecer a la clase obrera, llenar a la clase
obrera de más valor todavía y más decisión de lucha. Con la agresión económica no han hecho más
que acelerar el proceso revolucionario; con la agresión económica no han hecho
más que facilitar el traspaso de todos los monopolios a manos nacionales, el
traspaso de todos los centrales a manos nacionales, el traspaso de todos los
latifundios a manos nacionales. Y aquí
estamos, ¡con los centrales, con los latifundios, con la caña, con la riqueza
nacional, y dispuestos a seguir adelante!
(APLAUSOS.)
¿Y qué hemos hecho con los centrales? ¿Qué hemos hecho con las tierras? ¿Qué hemos hecho con las cañas? Cualquiera recuerda —y es bueno recordarlo,
porque recordar las estupideces de los enemigos, y las ilusiones vanas de los
enemigos, ha de servir para reafirmar nuestra seguridad en nosotros mismos y
nuestra confianza en el porvenir— qué decían los voceros de los terratenientes
y de los industriales. Dijeron que se
arruinaba la industria azucarera, que se arruinaban los cultivos de caña,
porque sin ellos, ellos, los superinteligentes, ellos, los supersabios, ellos,
sin cuyos manejos y sin cuya administración el país se hundiría, sin ellos, no
habría quien echara a andar un central, ni habría quien fuera capaz de atender
un campo de caña.
Y lo primero que publicaron los
periódicos imperialistas es que habría que prepararse para una disminución
extraordinaria de la producción azucarera, y que desde el momento en que ellos,
los superinteligentes, no administraban las colonias, el pueblo —el “populacho”,
como dicen ellos—, el pueblo incapaz e inepto, no sería capaz de hacer crecer
una sola mata de caña.
Ellos se habían olvidado de que los que
cultivaban la caña no eran ellos, sino los trabajadores agrícolas; ellos se habían
olvidado de que los que se levantaban a las 6:00 de la mañana, e iban a
arrancar la hierba, e iban a guataquear en los cañaverales, e iban a chapear, e iban a cultivar las cañas, no eran ellos, sino
los trabajadores agrícolas; que los que sembraban la caña, y limpiaban la caña,
y regaban el abono, y cortaban la caña, y cargaban la caña, y tiraban la caña,
no eran ellos, sino los trabajadores agrícolas; y se olvidaban de que quienes
reparaban los centrales no eran ellos, sino los trabajadores industriales; que
los que encendían las calderas de los centrales, los que reparaban las vías y
las grúas, los que movían los trenes y las locomotoras, no eran ellos, sino los
trabajadores industriales; y que los que atendían aquellas máquinas, y producían
aquella azúcar, y cargaban aquella azúcar, y la llevaban hasta los barcos, no eran
ellos, sino los obreros; ¡y que lo que ellos hacían era cobrar el trabajo y el sudor
de los obreros! (APLAUSOS.)
Los obreros hacían lo más difícil, y
ellos hacían lo más fácil; los obreros lo hacían todo, menos cobrar. Y ahora los obreros lo hacen todo, y, además,
cobran también, que es bien sencillo (APLAUSOS).
¿Cuál ha sido el resultado? Que la mayor parte de los centrales están ya
reparados y hay varios moliendo; que en las reparaciones de los centrales se
han hecho grandes ahorros. ¿Y en las
cañas? Pues, sencillamente, tenemos más
cañas de la que ellos tenían. Y no
solamente las cañas fueron mejor cultivadas y mejor abonadas, sino que, además,
¡hasta llovió más este año, como un homenaje a los cooperativistas cañeros! (APLAUSOS.)
Una gran mentira se vino abajo: la mentira de que íbamos a producir menos
azúcar, de que las plantaciones se arruinarían, y de que la industria se
arruinaría. Lo primero que dijeron también,
además de esto, fue que al dividirse las plantaciones y agarrar cada cual un
pedacito del latifundio cañero, la producción disminuiría. Bien; y nosotros les respondimos: “No se preocupen, que no vamos a repartir el
latifundio cañero en pedacitos, sino que vamos a organizar cooperativas” (APLAUSOS
). Es decir, ellos argumentaban primero,
y decían: “La van a repartir en
pedacitos; cada cual atendiendo un pedacito, una parte la va a sembrar de caña,
y la otra la va a sembrar de yuca y de plátano; y, además, no la van a abonar y
no la van a cultivar.”
Bien, la Revolución no dividió los
latifundios cañeros en pedacitos, sino que organizó cooperativas, precisamente
para mantener la producción en gran escala, precisamente para garantizar la
producción. Y entonces, ellos dijeron: “¡Ah!, no han repartido la tierra, no han
cumplido la promesa.” En primer lugar,
en las proclamas revolucionarias, y en nuestros pronunciamientos, desde el
mismo 26 de julio de 1953 (APLAUSOS), hablábamos ya de las cooperativas.
Ellos tenían la esperanza de que nosotros
cometiéramos ese error; imagínense ustedes, los cooperativistas cañeros, lo que
habría sido dividir 80 caballerías de caña entre 250 familias, a un tercio de caballería
por familia, cada cual viviendo en su pedacito de tierra; 250 administradores,
250 créditos, 250 contratos, 250 tractores o, cuando menos, en cada una de esas
80 caballerías, la necesidad de coordinar la voluntad y los planes de 250
personas.
¿Posibilidad de construir un pueblo? Ninguna.
Cada cual iba a vivir en su tercio de caballería de tierra. ¿Posibilidad de construir un centro escolar
para todos los niños? Ninguna. Habría que caminar cuatro kilómetros todas
las mañanas algunos niños, para ir a la escuela. ¿Posibilidad de tener luz eléctrica y agua
corriente? Ninguna. ¿Posibilidad de utilizar la mejor tierra para
un cultivo, y la otra tierra apta para otro cultivo? Ninguna.
Cada cual tenía que diversificar dentro de su tercio de caballería, y si
su tercio de caballería no daba más que para marabú, no podía sembrar ninguna
otra cosa. Si se daba el pasto, pero no
era bueno para maní, tendría que sembrar pasto y entonces vivir del pasto en su
tercio de caballería; si era bueno para caña y no era bueno para arroz, tendría
que sembrar únicamente caña en su tercio de caballería y vivir exclusivamente
de ese pedacito de caña.
Cuando no se trata de una caballería,
sino de 100 o de 120 caballerías, siempre hay un paño bueno para caña, y siempre
hay un paño bueno para maíz, y siempre hay un paño bueno para maní, y si no hay
un paño bueno para algodón, hay un paño bueno para arroz, un paño bueno para
papas; pero en 100 caballerías siempre aparece tierra para diversificar los cultivos,
y entonces hacer de toda esa extensión de tierra un modelo de producción
diversificada que permita trabajar todo el año.
Esto aparte de que a lo mejor a uno le tocaba su tercio de caballería en
tierra rocosa, y a otro le tocaba su tercio de caballería en un valle fértil. El del tercio de caballería en tierra rocosa
y arenosa se moría de hambre, aunque trabajara más que nadie, y el del tercio
de caballería en tierra fértil, iba a vivir mejor que nadie aunque trabajara
menos que nadie.
Si esa tierra no estaba repartida lo
correcto era hacer las cooperativas. Y ya
ustedes saben lo que son las cooperativas; y ya el pueblo sabrá lo que son las
cooperativas; porque las cooperativas cañeras constituyen hoy, sin género de
dudas, la columna fundamental de nuestra economía, y lo que los cooperativistas
cañeros han hecho, constituye verdaderas proezas de producción, y verdaderas
promesas para el porvenir.
Es realmente admirable, aunque no tiene
nada de extraño, lo que los obreros agrícolas han hecho en las cooperativas
cañeras. Baste, por ejemplo, decir que
se les concedió a las cooperativas cañeras 34 millones de pesos,
correspondientes al número de arrobas que debían atender, y a un número
determinado de cañas de fomento. Y con
esos 34 millones, ¿quieren ustedes saber lo que han hecho los cooperativistas
cañeros? Se lo vamos a decir: Con los 34 millones gastaron en cultivos solamente
15 400 000 pesos (APLAUSOS); en la siembra de 500 caballerías de
caña, 593 700 pesos; en 64 000 toneladas de abonos, 3 812 300
pesos; en 35 800 vacas y 600 toros, 3 165 000 pesos (APLAUSOS);
para adquirir más vacas, 1 587 500 pesos; creación de un fondo para
accidentes de trabajo, un millón de pesos; anticipos para la construcción de 10
pueblos, medio millón de pesos; anticipo para la compra de 200 tractores,
200 000 pesos; para diversificación de cultivos, 849 000 pesos; de
subsidio a 1 000 mayorales, para no dejarlos sin empleo, 200 000
pesos (APLAUSOS); de subsidios a empleados de la United Fruit Company, durante
varios meses, para no dejarlos... es
decir, empleados cubanos que trabajaban allí y que habían sido dejados
cesantes, 152 000 pesos; gastos de administración, y gastos varios
generales, 858 000 pesos. Y les
quedan más de cinco millones y medio de pesos (APLAUSOS).
¿Y qué han sembrado? Además de atender la caña, toda la caña, y
abonarla, han sembrado 790 caballerías de frijoles; 522 caballerías de maíz, en
toda la isla; 149 caballerías de tomate; 52 caballerías de papa; 31 caballerías
de naranja; 250 caballerías de viandas; 589 caballerías de otros cultivos.
Es decir, además de la atención del cultivo
de la caña, han cultivado 2 383 caballerías más (APLAUSOS). Y el compañero Santos Ríos nos recuerda que,
además, 600 de hortalizas.
Hace apenas tres meses nos hicimos el
propósito de promover el establecimiento de una lechería por cada cooperativa
cañera, de manera que para mediados del próximo año, en cada cooperativa cañera
existiera una lechería con no menos de 200 vacas en cada una (APLAUSOS). Ya tenemos 36 400 vacas que producen 38 700
litros de leche; 4 186 potreros de pastos.
Es decir, un promedio —unas tienen más y otras tienen menos— de 59 vacas
por cooperativa con 62 litros diarios, y siete caballerías de pastos promedio
por cooperativa (APLAUSOS). Más 14 000
vacas que ya se llevan los coordinadores en los bolsillos, y que harán un total
de 50 000 vacas para principios de año.
Y todas las vacas que se han comprado
hasta ahora, se han comprado con los ahorros que han hecho de lo que se suponía
destinado a los cultivos. Es decir que
dentro de los 34 millones de pesos, han comprado, con el dinero que llevan
ya, 50 000 vacas; han pagado los accidentes de trabajo, han subsidiado a
los mayorales, han abonado las tierras, han diversificado los cultivos, y les
quedan más de 5 millones de pesos, gracias a lo cual los cooperativistas
cañeros recibirán, cada uno de ellos, una factura el día 23 (APLAUSOS). Con los propios ahorros de los 34 millones
que era la refacción para los cultivos, tendrán asegurada, por lo menos, la
cena adquirida a precio de costo, una factura que parece que lleva más
productos, es decir, haber costado un precio mayor de la que costó, porque fue
adquirida al costo y, gracias al esfuerzo realizado por las agrupaciones y por
la administración nacional; estarán todas en todas las cooperativas el día 23,
más una orden de cinco pesos adicionalmente (APLAUSOS). Es decir que tendrán la cena asegurada, ellos
y sus familiares, con lo que han
ahorrado en los cultivos y en los trabajos.
Además, han contribuido con 500 000 pesos a los primeros pueblos. ¡Esas son las cooperativas cañeras que, simplemente,
están empezando! (APLAUSOS.)
El espíritu de los cooperativistas
cañeros es fantástico. En conversaciones
con algunos cooperativistas han estado exponiendo unos planes de tales siembras
y más cuales siembras, y como nosotros sabemos que se envían los presupuestos
por determinados renglones y esas eran iniciativas de ellos, yo les pregunté: Y los créditos, ¿adónde los van a solicitar? Entonces ellos dijeron: “No hace falta, nosotros sembramos esas caballerías
aunque no haya, créditos” (APLAUSOS ). Es
decir que los cooperativistas cañeros han comprendido lo que significa tener la
tierra y que a la tierra no hay más que añadirle trabajo, y que tierra más
trabajo es igual a riqueza; tierra más trabajo, igual a bienestar; tierra más
trabajo, igual a aumento de nivel de vida de todos ellos. Y ellos han aprendido que no tienen que
esperar que venga nadie a decirles: “Toma
para que siembres”, porque ellos tienen sus brazos y tienen su energía, que
antes se consumía inútilmente, que antes se consumía en la inacción, y que, con
su esfuerzo, son capaces de poner a producir esas tierras y sacar de ellas
riquezas ilimitadas.
Y así, por vía de ejemplo, vamos a citar
algunas de las ventajas. Hay una
cooperativa en la zona de Las Villas, cuyo nombre es “Miguel Yabre”, donde un día, de visita, supimos que habían
cultivado cuatro caballerías de frijoles, con un promedio de rendimiento de 200
quintales, es decir, tenían 80 000 libras de frijoles. El frijol.
En esos artículos producidos por las cooperativas, lo que venden tiene
un precio determinado, y el precio establecido ha sido... Es decir, pago al productor de 11,50. Nosotros les decíamos: Si ustedes lo compran en la tienda, a lo
mejor les traen el frijol de Oriente, y, naturalmente, ese frijol hay que
transportarlo, hay que comprarlo, envasarlo, almacenarlo, y eso lo encarece, y
al precio que llega aquí es a un precio mayor.
Ustedes tienen 80 000 libras de frijoles; repartan 20 000 de
la siguiente manera —les insinuábamos nosotros—, entréguenle 20 libras por
miembro de familia. Con eso, el padre
que tiene ocho hijos, él y su señora, reciben 200 libras; el que tiene dos hijos,
él y su señora, reciben 80 libras. Con
eso ustedes ayudan al padre que tiene más hijos, entregándole 20 libras a cada
miembro de la familia. Con eso no tienen
que comprarlo en la tienda.
Supongamos que van a vender el resto a
11,50 el quintal, es decir, 80 000 libras; ustedes reparten 20 000,
posiblemente no necesitarán tanto ni mucho menos para repartir 20 libras por
cabeza, pero nosotros supusimos que fueran 1 000 en total entre todos los
miembros de la familia, que son, desde luego, mucho menos. Pero les quedan 60 000, y ustedes las
van a vender a 11,50, es decir, unos 6 900 pesos. ¿Cuánto les costó a ustedes la siembra de
esas 3 000 caballerías, con semilla, trabajo y todo?, y me respondieron: “Tres mil pesos.”
Es decir que ellos, con el trabajo, en
cuatro caballerías de tierra, podían darle 20 libras por miembro de familia, y con
el resto pagar los 3 000 pesos, y todavía le quedaba a la cooperativa, de
utilidades, 4 000 pesos (APLAUSOS).
Nosotros teníamos interés en hacer
algunos ensayos con respecto a los articulas de producción propia; que no
tengan que comprar en la tienda lo que se produce allí y que, al mismo tiempo,
le entregaran a la familia lo que podían conservar, teniendo en cuenta el
número de miembros de la familia. Y
deseábamos saber los resultados para ir adquiriendo experiencia porque todavía tenemos
que resolver muchos problemas de orden práctico en todas las cooperativas. Ustedes saben que, por ejemplo, hubo que
discutir a cómo se iba a cobrar el litro de leche, porque se supone que a las
vacas hay que atenderlas, hay que trabajar en los potreros, hay que pagarles a
los que las ordeñan, y que, por lo tanto, hay que estipularles un precio. Yo he visto que no están absolutamente de
acuerdo todos en el precio, pero en definitiva es la misma cosa, porque esos
son ingresos para la cooperativa.
Sobre la marcha iremos perfeccionando las
cooperativas. Por lo pronto, ya el
próximo año vean ustedes si es cierto o no aquello que decíamos de que hambre
no va a pasar nadie, ya para el mes de mayo próximo, es decir, cuando comience
la próxima primavera, en todas las cooperativas cañeras todos los niños tomarán
leche; nunca habían tomado leche, ni en la época de la danza aquella de los
millones, ¿se acuerdan?, que precedió a la danza de hambre, pues, nunca, jamás,
ni pensarlo siquiera, los hijos de los cooperativistas, es decir, de los
obreros agrícolas de la caña, consumían leche.
Pues bien, ya para la primavera no habrá un solo niño que no tenga la
leche necesaria, y la leche es un alimento básico. ¿Qué nos ha costado? Lo que se han ahorrado los 120 000
cooperativistas. Con los ahorros casi de
un año, pues por lo menos han comprado la cuarta parte de las vacas. Con bastante poca cosa han resuelto ya un
alimento básico. ¿Y podrá decirse que
haya hambre en nuestro campo cuando cada niño pueda tomarse un vaso de leche, o
medio litro de leche, o un litro de leche?
Desde luego que ahora las vacas pues son vacas compradas donde aparecieron
las vacas. Pero, de ahora en adelante,
¿qué va a ocurrir? Pues que las hijas de
todas esas vacas van a ser vacas lecheras seleccionadas. ¿Por qué?
Porque en el mes de enero comienza un curso de inseminación artificial,
y vamos a preparar 1 000 técnicos en inseminación artificial. ¿Para qué?
Para producir crías de los toros más seleccionados, sin que por eso cada
cooperativa tenga que gastarse 10 000 pesos en un toro... Mediante la inseminación artificial vamos a
lograr ya que las hijas de todas esas vacas a partir del año que viene sean 50%
vacas de leche. Y mediante ese
procedimiento de la inseminación, dentro de seis, o siete, y si ustedes
quieren, dentro de ocho o diez años, todas las lecherías de ustedes serán,
virtualmente, en un ciento por ciento, vacas de los mejores tipos de producción
lechera, que no tendría nada de extraordinario que les promediaran 12, 14 y
hasta 15 litros de leche cada una.
Es decir que hemos sentado las bases para
hacer una lechería de primera en cada cooperativa cañera, con el resultado de
que se desarrollará, además, la industria de queso, de mantequilla, de dulces. En fin, en un solo renglón, en un solo
renglón, ya casi hemos derrotado el hambre, porque mientras los muchachos tengan
leche, ya el hambre es un hambre con leche, que se pasa mucho mejor que un
hambre con agua (APLAUSOS).
¿Pero nos vamos a conformar con eso? No. Vamos
a comenzar, tan pronto se termine la zafra, un pueblo en cada agrupación de
cooperativas cañeras (APLAUSOS). Ya se
están haciendo varios pueblos; los vamos a comenzar uno por agrupación. Pero además de esos 45 pueblos, vamos a
comenzar otros 45 más, distribuidos según las necesidades, porque algunas
agrupaciones son mayores que otras (APLAUSOS).
Y, en total, pensamos, tan pronto se termine la zafra, comenzar la
construcción de 100 pueblos en las cooperativas cañeras (APLAUSOS). Y esto significa que ustedes darán del 80% de
las utilidades, que como ustedes saben se van a destinar a la construcción de
las viviendas, en los primeros años, las de la caña, las 600 cooperativas
entregarán unos 10 millones de pesos, y sin embargo se van a invertir, en los
100 pueblos, 25 millones de pesos. A ese
ritmo, pensamos que en cinco años, seis a más tardar, estarán construidos todos
los pueblos (APLAUSOS).
Unos los irán pagando por adelantado y otros,
pues, estarán pagándolos después de estar hecho el pueblo. Tiene que ser así, porque no se pueden hacer
juntos los 614 pueblos. Por eso algunos
tendrán que esperar algún tiempo, pero en la seguridad de que les llegará su
pueblo, y que además lo van a pagar en pocos años.
Y significará empleo para miles de
cooperativistas, que también tendrán que trabajar en eso, es decir, en sus
propios pueblos. Mientras menos les
cueste cada pueblo, menos tendrán que pagar en definitiva. Pero van los pueblos, y en cada pueblo el
centro escolar, el círculo social, agua corriente, luz eléctrica; en fin, todo
lo necesario para satisfacer las aspiraciones de ustedes y los familiares de
ustedes.
¿Será solo eso? No, estamos empezando. El año que viene tiene que ser el gran año de
la diversificación en las cooperativas cañeras.
¿Cuánto vamos a invertir? Pues,
por lo pronto, irán estos 200 tractores, más 1 800 tractores más, para las
cooperativas cañeras (APLAUSOS). Además,
6 millones para construir los establos (APLAUSOS). Algunos tienen establos; en ese caso, lo
invierten en cualquier otro cultivo, o cualquier otro trabajo. Seis millones más para pastos, construcción
de silos; en fin, para el desarrollo de las lecherías, sin contar 8 millones
más para comprar las vacas que faltan (APLAUSOS).
Hacemos hincapié en esto, porque es una
demostración de cómo cuando se tiene la tierra en las manos y los recursos económicos
en las manos, es decir, cuando desaparecen el latifundio y el monocultivo,
desaparece el hambre; y cómo la nación puede ayudar al sector que era el más
pobre y el más sufrido, al mismo tiempo que ese sector acrecentará extraordinariamente
la producción nacional, al mismo tiempo que ese sector coloca a la nación en
condiciones de afrontar cualquier agresión económica; y que los dos males,
monocultivo y tiempo muerto, en la agricultura, el próximo año habremos liquidado
para siempre el monocultivo y el tiempo muerto (APLAUSOS). Más adelante explicaré cómo.
Es, sin embargo, más difícil de liquidar
el tiempo muerto en la industria azucarera, es más difícil liquidar el tiempo
muerto en el sector industrial. En la
agricultura nos queda el recurso de diversificar, y podemos hacerlo prontamente;
en la industria requiere más tiempo, en la industria es más difícil. Y para liquidar a ese señor que se llama
tiempo muerto, en el sector industrial, pasaremos un poco más de trabajo, desgraciadamente.
¿Qué vamos a hacer? Nos encontramos esa institución que se llamaba
centrales azucareros, que encendían sus calderas a principios, o a mediados, o
a fines de enero, y las apagaban a principios o a mediados, o a fines de abril;
y nada más. Ni un intento siquiera,
durante 50 años, de resolver ese problema obrero industrial; tener una
industria de tres meses al año, divorciada virtualmente de la agricultura.
¿Será el azúcar la única industria de
pocos meses? No, tenemos las industrias
de conservas, tenemos muchas industrias, las empacadoras de algodón. Pero, ¿cómo vamos a resolver ese problema en
las granjas del pueblo? Muy sencillo: instalando esa industria dentro de las
granjas del pueblo, y que los obreros que trabajan allí tres meses sean los
mismos obreros que en época de cultivo trabajan en los cultivos, trabajan en los
tractores, trabajan otros tipos de tareas agrícolas.
En la caña, si fuera posible empezar a
organizar de nuevo toda la producción azucarera, lo que haríamos en primer
lugar es buscar las mejores tierras para esos cultivos; planear un tipo de
agricultura diversificada, y calcular cuántos centrales hacían falta para producir
determinadas cantidades de azúcar.
En el azúcar, tenemos cañas sembradas en
tierras y centrales establecidos, desde regiones fertilísimas hasta regiones
donde las cañas están sembradas en tierras marginales; desde regiones donde el
rendimiento por caballería puede ser de 80 000, hasta regiones donde el
rendimiento promedio es de 30 000. Y
hay cosas tan absurdas como la que ocurre en el central “Washington”, donde
ciertas cañas están tan distantes que su transporte solamente cuesta 250 000
pesos más, teniendo enormes áreas de terrenos próximos al central, que están
completamente cubiertos de marabú, siendo terrenos más fértiles que aquellos terrenos
donde están sembradas las cañas, a 70 kilómetros de distancia. Pues bien, en casos como este se estudia el traslado
de aquellos cultivos a tierras más fértiles, en terrenos próximos al central.
Hay centrales de un alto rendimiento, y
hay centrales que son verdaderos trapiches.
¿Quién organizó eso? La avaricia. La avaricia no podía hacer un plan nunca. Se invertía el dinero de la nación a capricho
de quien tenía ese dinero a su nombre en un banco; y si le daba la gana de
poner un central en la península de Guanahacabibes, ponía un central en la península
de Guanahacabibes; y si no hacían falta más centrales no importaba, él lo ponía.
En el sector industrial, no hay otra
solución que convertir los centrales de más rendimiento en centros
industriales, para garantizar el empleo durante todo el año. La cuestión más difícil de resolver es esa.
En primer lugar, debemos reconocer que
hay que ir a la concentración de los centrales.
Esta es, quizás, la palabra más difícil de pronunciar aquí, siempre hay
alguna palabra difícil, pero nosotros aquí no estamos razonando corno los hacendados;
nosotros estamos discutiendo nuestros problemas, los de los cooperativistas
cañeros, los de los industriales, los de los pequeños colonos. ¿Y cómo debemos nosotros resolver nuestros
problemas? Pues, sencillamente, con
inteligencia; sencillamente, encontrando verdaderas soluciones. Habrá que ir a una disminución de los centrales,
y esta es una palabra dura; pero yo sé que tanto un gobernante revolucionario
corno un líder revolucionario, no vacila en decir las cosas con honradez.
¿Y por qué es dura? Dura, quizás, en el orden sentimental. ¿Por qué?
Porque se encariñan los hombres con su centro de trabajo, y no quisieran
que ese centro de trabajo desapareciera.
En el orden económico, ¿es dura? No,
porque no se podría —y es bueno aquí plantear este principio—, no se podría
proceder a la supresión de ningún central, si previamente no se ha garantizado
empleo permanente, todo el año, a todos y cada uno de los obreros de ese
central (APLAUSOS).
Pero es correcto que sepamos desde ahora
cuál debe ser la política: empeñarnos a
toda costa en mantener una situación de desempleo, de tiempo muerto o ir
resueltamente al establecimiento de industrias que garanticen el trabajo permanente
para todos los obreros. La única
respuesta correcta es, sencillamente, ir a la concentración de la producción; aumentar
el tiempo de trabajo en esos centros; complementario con otras industrias, a
cuyo desarrollo hay que ir con urgencia; y establecer industrias y dar empleo a
aquellos obreros que... o aquella parte
de los obreros de un central que no fuesen trasladados al otro.
No es que se vaya a suprimir gran número
de centrales, pero hay cierto número de centrales tan anticuados, que sería
absurdo proceder a modernizar esos centrales; cierto número, cierta proporción,
que, en un programa paulatino, será necesario ir suprimiéndolos y concentrando,
en determinadas áreas industriales, la producción azucarera, y procediendo a desarrollar
esos centros.
En realidad, nosotros sabemos que no es
problema; el único problema es comenzar a comprender que en el futuro será necesario
seguir esa política. Desde luego, esto iría
irremisiblemente acompañado a la solución del problema de cada uno de esos
obreros, porque la meta debe ser liquidar el tiempo muerto, y encontrar empleo
para todo el año a los obreros del sector industrial. Y, desde luego, no es tan fácil en la industria
como en la agricultura, aunque haremos todo lo posible; con toda honradez lo
decimos aquí, que es más difícil el problema en el sector industrial.
Sin embargo, mientras tanto, hay la
seguridad de que el empleo durante el próximo año, en el campo, aumentará extraordinariamente,
y que el número de nuevos empleos que tendrán lugar en el campo, el próximo
año, ascenderá a 200 000 aproximadamente (APLAUSOS). Es decir que eso, en parte, irá contribuyendo
paralelamente a resolver el desempleo en el sector industrial. Y aparte de la construcción de un círculo social
en cada uno de los centrales azucareros, se comenzará también el próximo año la
construcción de las viviendas, y la reparación de las viviendas existentes en
los centrales azucareros (APLAUSOS).
Pero el problema más importante no lo
hemos tratado todavía. En medio de todo
esto, tenemos la zafra delante; y el gobierno imperialista afirma que no nos
comprará azúcar. Los obreros
industriales nos han escuchado; para ellos tenemos hoy menos que ofrecerles que
para ninguno. Y nosotros veníamos aquí
con esa preocupación: ¡Qué pocas cosas
tenemos para ofrecerles a los obreros industriales! (APLAUSOS.) A pesar de lo que han hecho, a pesar del
esfuerzo que realizan, de la colaboración que prestan y del espíritu
revolucionario de ese sector, ¡qué duro es para nosotros no poderles decir: el próximo año ya estarán resueltos todos los
problemas de ustedes!, y que nosotros,
ante realidades que están ahí, tengamos que expresar que la lucha por la
solución en el sector industrial es una lucha más larga y más dura. Pero que la libraremos, y que algún día —que
nosotros esperamos que no sea lejano— podamos traerles ya palabras más
concretas y más inmediatas a los obreros del sector industrial.
La batalla contra ese mal que se llama “tiempo
muerto” en el sector industrial, nos llevará más tiempo; pero vamos a librarla,
y vamos a derrotar también a ese señor que se llama “tiempo muerto” en el
sector industrial, como hemos derrotado otros males que parecían mucho más difíciles,
y que, sin embargo, se ha logrado (APLAUSOS).
Y, como les decía, todavía faltan las
cuestiones más importantes, y las interrogantes mayores, tenemos que tornar algunos
acuerdos, y nosotros tenemos que plantear algunas cosas. Tenemos delante la zafra, y la gran
interrogante es: ¿Cómo va a ser la
zafra?; ¿a cuánto va a ascender la zafra?; ¿cuánto va a pagarse por el trabajo
en la zafra?; y ¿cómo vamos a pagarlo? El
pasado año, a mediados de año, y cuando todavía faltaba un millón de toneladas
por exportar a Estados Unidos, azúcar producida para ellos a un costo elevado,
vino el zarpazo y nos arrebató ese millón de toneladas. El resultado fue que aun cuando ya se había
dictado el precio promedio provisional a 3,64 y se liquidó a los colonos a
3,64, el precio promedio, con motivo del zarpazo yanki, quedó reducido a 3,43. Había una diferencia de 22 millones de pesos;
los salarios se habían pagado a 4,60; las cañas se habían liquidado a 3,64, y
el promedio resultó ser 3,43.
Ese golpe de inmediato afectaba la economía
de los pequeños productores de caña; iba dirigido hacia ellos también, a disminuir
sus ingresos; y situaba al Gobierno Revolucionario en la situación de que había
liquidado a 3,64, y el precio provisional era de 3,43. El Gobierno Revolucionario aguantó el golpe,
y no lo quiso hacer caer sobre ustedes (APLAUSOS). El Gobierno Revolucionario asimiló la pérdida
de 22 millones de pesos, y paró el golpe yanki que iba dirigido a producir el descontento
entre ustedes.
¡Ah!, los dirigentes de esa asociación
que tanto cacarean ahora (EXCLAMACIONES DE:
“¡Fuera!, ¡Fuera!”), los “mangoneadores” de esa asociación, no han
pasado ninguna circular a los colonos, a los pequeños colonos, a ustedes, diciéndoles
que el Gobierno Revolucionario soportó el sacrificio de 22 millones de pesos para
evitar que cayera sobre las precarias economías de las decenas de miles de
colonos, de pequeños colonos que ustedes constituyen (APLAUSOS).
Los “mangoneadores” del colonato que se
daban golpes de pecho para hablar de las decenas y decenas de miles de colonos,
pretendiendo que fuera posible que en medio de una revolución los grupos
privilegiados pudieran seguir arrastrando tras sí, y hablando en nombre de los
que habían sido grupos explotados dentro del sector agrícola; no se resignaban
a que la asociación de colonos se diera una dirigencia verdaderamente
revolucionaria, que fuera genuina expresión del sector de los colonos, que ha
recibido de la Revolución los beneficios de la propiedad de la tierra, la
liberación del coloniaje y, además, ha
protegido a ese sector asimilando las pérdidas que se derivaban del zarpazo
yanki.
Era necesario, de una vez por todas, que
los pequeños colonos hablaran, hablaran por ellos y por sus intereses, y que
dejaran de hablar en nombre de los colonos los grandes “mangoneadores” del colonato, y los representantes de los
intereses de los grandes colonos, y no de los pequeños colonos que son ustedes
(APLAUSOS).
Uno de esos “mangoneadores” anda allá por
el extranjero haciendo campañas contrarrevolucionarias, creyendo que puede arrastrar
a la inmensa mayoría de los colonos, que son los pequeños colonos, y para no
llamarlos más colonos, porque ya no son colonos, pequeños agricultores
cañeros... (APLAUSOS). Querían restar importancia al hecho de que
los colonos se vieron liberados de la renta; querían restar importancia al hecho
de que dejaron de ser colonos; querían restar importancia al hecho de que esos
pequeños agricultores se convertían en propietarios de sus parcelas y que,
además, podían contar con la ayuda del Gobierno Revolucionario.
Agricultores pequeños tenemos en
distintos sectores del país; unos dedicados a cultivar café y cacao en las
montañas, otros dedicados a cultivar tabaco, otros dedicados a cultivar caña. Nosotros no hemos podido ayudar a todos por
igual, las circunstancias nos han permitido ayudar a uno más que a otros; por
ejemplo, los pequeños aparceros de tabaco, a ese sector lo hemos podido ayudar
más. ¿Por qué? Porque su mercado era, fundamentalmente, un
mercado interno; porque los propietarios de las tierras les quitaban el 30% de
la producción en bruto; les prestaban a alto interés, les vendían el abono malo
y caro; les robaban en el peso los compradores.
Y al triunfar la Revolución, tenemos por ejemplo el caso de Pinar del Río: el valor total de su producción de tabaco era
de 25 millones, de los cuales el 25% o el 30% iba a parar a manos de los dueños
de las tierras y, además, les cobraban el abono de baja calidad a un precio
alto, las semillas a un precio alto, en fin...
Y, además, les robaban en el peso, y en el precio. La Revolución pudo ayudar a ese sector porque
estaba en sus manos mejorar el precio del tabaco, situación que no es igual a
la del azúcar que depende de un precio exterior. El resultado fue que la Revolución libera a
esos aparceros de la tercera parte que tenían que darles a los dueños de la
tierra; les vende un abono bueno y más barato; les presta a más bajo interés,
les vende la semilla más barata, les compra el tabaco sin robarles en el peso,
ni en el precio. Resultado: no tienen que pagar el 30%; mejor abono; han
producido mucha más cantidad de tabaco y, además, mejor precio, de un valor de 25 millones ascendió el año pasado a 45
millones de valor total de la cosecha de tabaco en esa provincia (APLAUSOS). Antes eran 25, de los cuales solo una parte
pequeña quedaba en manos de ellos, y ahora fueron 45, de los cuales,
virtualmente, todo quedó en manos de ellos.
Fue un sector de los pequeños agricultores beneficiados. Nosotros no podíamos, de la misma manera,
beneficiar a los pequeños agricultores cañeros, y he ahí, una vez más, los
inconvenientes del monocultivo, porque la caña tenía un precio en el mercado mundial,
porque los precios del azúcar no los podemos determinar nosotros, y todo lo más
que pudimos nosotros fue parar el golpe dirigido contra ustedes por el
imperialismo yanki; absorber esos 22 millones de pesos, librarlos de la renta,
y todavía podemos hacer más, podemos facilitarles la diversificación, podemos
facilitarles créditos; estamos en disposición de facilitarles la adquisición de
maquinarias, de facilitarles créditos y medios para que ustedes diversifiquen la
producción (APLAUSOS). Hay ciertas
aspiraciones para muchos que no han podido inscribirse en el retiro que pueden
ser resueltas fácilmente.
La agricultura quedará dividida en tres
sectores, es decir, la producción agrícola estará determinada por tres medios
de producción: cooperativas,
agricultores pequeños, y granjas del pueblo (APLAUSOS).
Teníamos otro monocultivo además de la
caña: el monocultivo ganadero. Eso era peor todavía que el cañero, porque
daba menos empleo todavía que el cañero.
Para que ustedes tengan una idea del atraso de nuestra agricultura,
baste decir que en nuestro país se producía la carne mediante un sistema latifundiario. Es decir, un rebaño de reses que estaba pastando
meses y meses, años y años, atendidos por uno o dos hombres, en pastos
naturales. Era un sistema prehistórico
de producción de carne.
¿Saben ustedes qué cantidad de tierra se
necesitaba en Cuba para producir, exclusivamente, la carne del consumo? Se dedicaban 350 000 caballerías a
producir la carne que consume un país de una población reducida.
Una res tenía que vivir y pastar durante
30, 32, 34, 36 meses, antes de venir al matadero. Trescientas cincuenta mil caballerías
dedicadas a producir nada más que la carne de nuestro consumo. ¿Cómo no iba a haber desempleo en el campo? El método de producción era un método
latifundiario.
Frente a eso existía un tremendo
obstáculo: el precio de producción
latifundiaria es un precio bajo. ¿Por qué? Porque no se le sirve pienso al animal, lo
atiende un hombre, no se cultivan los pastos, son pastos naturales, muchos de
ellos, y, claro, se puede producir un tipo de carne barata, pero mala; un sistema
de producción intensivo de carne eleva el costo de producción, pero produce
carne mucho mejor en un espacio mucho más reducido de tierra.
De manera que una caballería de pastos
cultivada con pangola, por ejemplo, en un sistema de producción intensiva, en
un establo, puede alimentar hasta 120 reses.
En el sistema prehistórico nuestro, el promedio de reses por caballería
era de 10 a 12, 6, 8. Es decir que en un
sistema de producción intensiva, en 50 000 caballerías podemos producir
toda la carne que consume nuestro país, y nos quedarían libres para diversificar
300 000 caballerías de tierra. Calculen
ustedes las posibilidades de producción y exportación de carne que tiene
nuestro país. Dedicábamos 350 000 caballerías
a producir carne, y, además de eso, importábamos derivados del cerdo y grasa
animal por valor de 40 millones de dólares.
Vean si se explica o no el desempleo que había
en Cuba. El número de cientos de miles
de familias viviendo en los callejones y en las guardarrayas; además, el
desempleo, como consecuencia de que en una finca de 600 y 700 caballerías trabajasen
solamente 10, ó 12, ó 15 personas.
Luego, teníamos el monocultivo ganadero,
era difícil organizar una cooperativa en una finca ganadera; había que
convertir 12 personas en dueñas de todo el ganado de esa finca, había que hacer
inversiones mucho mayores. No era el
caso del obrero cañero que llevaba muchos años luchando allí con la caña; eran zonas
agrarias donde ni siquiera vivían familias.
Y entonces, hemos iniciado la lucha contra el monocultivo por dos procedimientos
distintos y por dos sectores distintos: desde
el sector cañero, la lucha contra el monocultivo a través de las cooperativas
cañeras; y, en el sector ganadero, la lucha contra el monocultivo a través de
las granjas del pueblo. Y así, con dos
medios de producción dos sistemas de producción, unas como cooperativas, otras
como grandes empresas de producción técnica administradas por el INRA, estamos combatiendo
el monocultivo desde dos ángulos distintos, y vamos hacia un proceso de
intensificación de la producción de carne, de grasas y de alimentos animales.
En las áreas ganaderas y arroceras hemos
propiciado este sistema de producción y esperamos, también, llevarlo adelante con
éxito. Ya en una de esas granjas del
pueblo hay un sistema de cultivo hidropónico de vegetales, que permitirá
abastecer todo el año el mercado de La Habana.
En otra ocasión nos referiremos con más
amplitud a los planes de las granjas del pueblo. Hago referencia para indicar que serán estos
tres los sistemas de producción: la
producción en cooperativa, cuyo núcleo básico son las cooperativas cañeras; la
producción en granjas del pueblo, cuyo núcleo básico son las antiguas haciendas
ganaderas convertidas, una por una, en centro de producción intensiva y técnica;
y, los agricultores pequeños, cuyo núcleo básico son los antiguos colonos
cañeros, los antiguos aparceros de tabaco, y los antiguos colonos de café y de
cacao (APLAUSOS).
En las áreas de café y de cacao el
próximo año vamos a iniciar un programa de inversiones mediante la concesión de
créditos a todos los pequeños agricultores de las montañas; ya hemos iniciado
el plan en la parte occidental de la Sierra Maestra, lo vamos a extender a la
parte oriental de la sierra, a la zona de Baracoa y a todas las zonas de
productores de café y de cacao. Vamos a
promover, en primer lugar, una gran producción de cacao, vamos a desarrollar,
en gran escala, la siembra de cacao en todas las tierras aptas para ello, pero
vamos, además, a llevar un programa de mejoramiento de todas las siembras de café,
porque el problema de la producción cafetalera en Cuba es su bajo rendimiento
debido a la falta de sistema técnico de cultivos. Y en el café hay campesinos que creían que el
problema era que mientras más matas sembraban en un espacio de tierra, más café
cosechaban. ¡Cuando el café se da en las
ramas y hay que dejarle espacio suficiente!
Pues bien, ya hemos formulado un programa para las zonas montañosas. A las zonas montañosas no solamente se les han
llevado ya los maestros, que están en todos los rincones, se han construido los
hospitales, que comienzan a funcionar a principios de año, y, además, se
concederán de 30 000 a 40 000 créditos de 40 pesos mensuales, durante
cuatro años, a un número igual de pequeños agricultores en las montañas, a fin
de promover la producción, en gran escala de cacao y también de café (APLAUSOS). Hoy apenas producimos cacao para el consumo
y, sin embargo, dentro de cinco años estaremos exportando más de 30 millones de
pesos en cacao. Resolveremos el problema
de las montañas, vamos a remover las montañas, no va a quedar una sola “pelúa”
en las montañas que no la sembremos de algo, mediante este plan (APLAUSOS). Resolveremos el problema a más de 30 000
agricultores pequeños de las montañas. A
ese sector podemos brindarle pronto ayuda, y estamos en igual disposición de
brindarles pronta ayuda a los agricultores pequeños de caña (APLAUSOS). Pero es necesario que los pequeños agricultores
en vez de ser cañeros, tabacaleros, cafetaleros, que sean, sencillamente,
pequeños agricultores, y organicemos una gran Asociación Nacional de
Agricultores Pequeños, que comprenda los cañeros, los cafetaleros, a los que
producen papa, cacao, café, tabaco (APLAUSOS).
Y, entonces, la producción agrícola avanzará a través de tres grandes organizaciones: Administración Nacional de Cooperativas
Cañeras, que en definitiva dejarán de ser cañeras por el nombre, y serán
Administración Nacional de Cooperativas Agrícolas, Administración Nacional de
Granjas del Pueblo, y Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (APLAUSOS). Así quedará organizada la agricultura nacionalmente.
Ustedes, los agricultores pequeños, no se
dejen engañar. Los contrarrevolucionarios
afirman que queremos convertir a todos los pequeños colonos en cooperativistas
y eso es mentira. Nosotros estamos en
plan de ayudar a los pequeños agricultores.
Si cualquier grupo de agricultores, de manera absolutamente espontánea,
desea constituirse en cooperativa y que le hagan un pueblo igual al de las
cooperativas cañeras y le brinden las mismas facilidades, se las brindamos
(APLAUSOS). Pero jamás el Gobierno
Revolucionario obligará a ningún agricultor pequeño a constituirse en
cooperativista.
Además, ustedes pueden hacer algunas
agrupaciones como, por ejemplo, para usar el equipo común y para distintos
trabajos en común. Y, en
definitiva, ustedes podrán disfrutar de la condición de pequeños agricultores
mientras lo deseen, sin ningún temor a los infundios de los
contrarrevolucionarios. Nosotros
entendemos que los agricultores pequeños pueden contribuir también,
grandemente, al desarrollo de la economía del país, y a ustedes, los
agricultores pequeños, estamos en disposición de brindarles toda la ayuda que
necesiten si quieren trabajar con entusiasmo (APLAUSOS).
En este momento están comenzando a llegar
grandes cantidades de tractores. En el
próximo año tendremos 200 D-6 más, es decir, C-100 soviéticos (APLAUSOS), es
decir, máquinas pesadas, y unos 5 000 tractores de cultivo, comprados en Checoslovaquia,
Rumania, la Unión Soviética y otros países (APLAUSOS). Eso es para el próximo año. En este momento tenemos 198 buldóceres en
equipo desmontando marabú y tierras baldías para dedicarlas a la agricultura. La agricultura avanza a pasos agigantados. Ese gran número de tractores en equipo
recibirá otros 150 buldóceres más en el próximo año, que hará ascender a 350
los equipos pesados desmontando y abriendo tierras de nuevo fomento (APLAUSOS).
Y para el año 1962 tendremos 500 equipos
pesados más y 8 000 tractores dedicados a la agricultura, 8 000
tractores de cultivo más (APLAUSOS). Pero,
además, ya está en vías de realización el proyecto de establecer en nuestro país
la primera fábrica de tractores que vamos a adquirir en Checoslovaquia
(APLAUSOS), donde produciremos tractores,
camiones, también automóviles y otras maquinarias de transporte y de
trabajo.
Esas son las perspectivas de la
agricultura, vamos a constituir tres columnas de la producción agrícola: ustedes, ustedes, y las granjas del pueblo
que también están organizándose (APLAUSOS) y que ya pueden garantizar, y han
podido garantizar para estas navidades, un stock en reserva de 500 pollos, 50 000
pavos, decenas y decenas de miles de cerdos.
Y que para fines del año 1962 tendrán una producción de aves ascendente
a 100 millones de pesos y una producción de cerdos ascendente a 200 millones de
pesos. Y para que ustedes tengan una
idea del desarrollo de la agricultura, baste señalar que el valor actual de
toda la caña que se envía a los centrales es de unos 250 millones de pesos, y
que solamente en cerdos y aves, dentro de dos años, estaremos produciendo por
el valor de 300 millones de pesos; es decir, un valor superior al total del
valor de la caña (APLAUSOS). En la
producción de 5 millones de cerdos, cuyo valor será de 200 millones de pesos,
trabajarán unas 140 000 personas permanentemente.
En el próximo año, terminada la zafra,
además de los pueblos que se van a construir, y que serán un total de unos 200
pueblos, iniciaremos la construcción de 1 000 criaderos de cerdos, de
cerdos de calidad, destinados a la producción de grasas, de carnes, de jamones,
en fin, todos esos artículos que estábamos importando, y para lo cual ya
tenemos los pies de cría y podemos decir que pocos países en estos momentos nos
aventajan en la calidad de los pies de cría de cerdos que tenemos.
Esas son las perspectivas de la
agricultura. La agricultura acabará con
el desempleo; avanza mucho más rápidamente en esta etapa que la industria, ya
que la industria requiere más tiempo, aunque la industria está avanzando
grandemente; y en medio del desarrollo de la agricultura comenzará a observarse
el extraordinario desarrollo de la industria.
Estas son las perspectivas del país. En nuevos fomentos agrícolas invertiremos 200
millones de pesos el próximo año, y pensamos dar empleo a 200 000 personas
más en el próximo año. Esas son las
perspectivas (APLAUSOS).
Los he molestado con esta explicación
(EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), porque ayuda a comprender el cuadro
general dentro del cual debemos resolver y debemos de adecuar la política azucarera.
Los héroes de esta noche no van a ser ustedes,
no van a ser ustedes; los héroes de esta noche van a ser los obreros industriales,
porque a ellos son a los que menos podemos, de momento, ofrecerles.
Y ahora vamos a decidir el problema del
azúcar (APLAUSOS PROLONGADOS).
Primero, vamos a decidir cuánta caña
vamos a moler, y saber qué somos capaces de hacer aquí nosotros, los de este
sector, vamos a ver qué somos nosotros capaces de hacer.
Los enemigos nos han lanzado el guante,
nos han quitado la cuota; han soñado “en una noche de verano” que nos iban a derrotar;
han movilizado a cuanto de podrido hay en esta sociedad y fuera de esta sociedad,
han movilizado la “suciedad” contra la Revolución; han movilizado esbirros,
terroristas, curas falangistas, jueces venales (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”), mercenarios, plumas vendidas,
criminales de toda laya. No solo eso: han llegado al extremo de que incluso a un
sacerdote dignísimo, porque es un sacerdote que piensa en cubano y que defiende
la Revolución, el padre Lence, ¡le han prohibido dar misas! (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, seguro, a los curas dales duro!”)
Y aquí, donde algunos curas falangistas
se han tomado la atribución de predicar a favor del franquismo, del fascismo, de
la reacción y de la explotación; aquí, donde ninguna jerarquía eclesiástica le
prohibió a ninguno de esos señores reaccionarios dar misa, donde no le prohibió
a ningún cura contrarrevolucionario dar misa, donde no le prohibió a ningún
cura terrorista dar misa, ¡le han prohibido al dignísimo sacerdote cubano padre
Lence oficiar las misas! Y hasta se dice,
y se rumora, que están fraguando la excomunión del padre Lence (EXCLAMACIONES);
y si al padre Lence, en un acto criminal e injusto, lo excomulgan, ¡junto con
el padre Lence tendrán que excomulgar al Gobierno Revolucionario, y tendrán que
excomulgar al pueblo de Cuba! (APLAUSOS
PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel,
seguro, a los curas dales duro!”)
¡No excomulgan a ningún cura defensor de
Franco, con sus 2 millones de españoles asesinados, con sus condes y sus marqueses,
con su aristocracia rancia y reaccionaria, con su guardia civil y con su camarilla
de explotadores y ladrones!; ¡no excomulgan a ningún cura defensor de los que
en Argelia asesinan allí, criminal y despiadadamente, a la población argelina!;
¡no excomulgan a los asesinos de los congoleses, a los torturadores de
Lumumba!; ¡no excomulgan a los grandes explotadores, ni a los grandes
criminales, ni a los grandes aliados!; ¡no excomulgan al cardenal Spellman,
unido al imperialismo explotador y fascista (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”), y abastecedor de los que aquí
ponen bombas, y de los que aquí sabotean industrias, y de los que aquí queman cañas!;
no excomulgan a los criminales, ¡y pretenden excomulgar a un sacerdote por el
solo hecho de defender una revolución que está junto a los humildes, junto al
pueblo, un revolucionario que libró a la patria de la tiranía! (APLAUSOS PROLONGADOS), y pretenden
excomulgar a un sacerdote que defiende su patria frente al poderoso
imperialismo. Por eso, con el padre
Lence, ¡tendrán que excomulgar al Gobierno Revolucionario y al pueblo de Cuba
junto con el Gobierno Revolucionario! (APLAUSOS.)
Contra la Revolución, el imperialismo, y
sus dólares sangrantes y ensangrentados, ha movilizado lo peor de los pueblos
para destruirnos, en un inútil intento, porque seguirán fracasando. De eso no le quede duda a nadie; y a los que
les quede duda, ¡el tiempo se encargará de convencerlos!
El imperialismo y sus aliados saben que
están librando una batalla contra una gran Revolución, una gran batalla contra
una Revolución profunda y verdadera. Y todos
sabemos lo que nos estamos jugando en esta batalla: ellos saben que se juegan el imperio, y, por
eso, echan el resto, gastan hasta el último centavo, y alquilan hasta el último
asesino, y compran hasta el último vendido, para ver cómo liquidan este
fenómeno, para ver cómo aplacan esta tempestad, esta cosa tremenda que ha
tenido lugar, en virtud de la cual ustedes adquirieron la administración de
todas esas tierras y de todos esos latifundios, la están haciendo producir, y
en virtud de la cual ustedes adquirieron la administración de los centrales azucareros,
y en virtud de la cual ustedes adquirieron la propiedad de sus tierras y
dejaron de pagar renta a los terratenientes explotadores; este fenómeno al que
no le han hallado remedio; este problema serio que tienen delante. Y están echando el resto a ver cómo nos crean
problemas, y cómo nos hacen caer, y cómo nos hacen fracasar.
Y esa es la explicación de la supresión
brutal y criminal de una cuota azucarera a la que teníamos un derecho histórico. Y es el acto de agresión cobarde y salvaje,
al modo imperialista. Ese imperialismo
que, mientras nos agrede a nosotros y nos quita la cuota, reúne a las
camarillas gobernantes de otros países para condenarnos a nosotros; ese
imperialismo que, mientras nos quiere acusar a nosotros de intervención en
asuntos de otros países, envía constantemente armas en barcos y paracaídas aquí,
y envía dinamita, y envía fósforo vivo, de una manera desvergonzada, propia de
bandidos, como son los bandidos esos que dirigen la política yanki; y constantemente
están lanzando armas en paracaídas, y constantemente y tan descarada y
desvergonzadamente, y hasta el extremo de que hasta los cohetes los explotan en
nuestro propio territorio —los cohetes matavacas del imperialismo yanki, que
los comevacas del Pentágono nos dirigen (RISAS Y APLAUSOS).
Entonces, en este momento están ellos
ante la gran interrogante de cómo salimos nosotros del paso. Y lo que vamos a discutir aquí es cómo
salimos del paso. En primer lugar,
repito, ¿cuánta caña vamos a cortar? (EXCLAMACIONES
DE: “¡Toda!”) ¿A qué precio la vamos a cortar?, ¿y cómo la
vamos a vender? Nosotros, desde luego,
tenemos algunas noticias, pero lo primero a discutir es cuánta caña vamos a
moler (EXCLAMACIONES DE: “¡Toda!“) .
Nosotros queremos poner algunos ejemplos
de lo que era la política antes, cómo sacrificaban al pueblo, cómo sacrificaban
las tierras. Tenemos, por ejemplo, el
caso de la United Fruit Company, que molió 53 millones de arrobas, y quedaron allí
46 millones de arrobas de caña, quedaron 40 millones de arrobas. Es decir, 1 200 caballerías de caña en
el actual central Guatemala; 1 000 caballerías de caña en el central San
Germán; 30 millones de arrobas en Miranda; 20 millones de arrobas en Palma; 50
millones de arrobas en Morón, que son 800 caballerías de tierra. Es decir, cientos, y en algunos centrales
miles de caballerías de tierras ocupadas por cañas que quedaron sin cortar. ¿Qué hacemos nosotros con 1 000 caballerías
de tierra fértil sembradas de caña, en que no aprovechamos la caña, ni podemos
aprovechar la tierra? Igual podían estar
sembradas de marabú, si la caña no la cortamos, si no utilizamos la caña ni
utilizamos la tierra. ¿Qué sentido tiene
la existencia de miles y miles de caballerías de las mejores tierras, sembradas
de un cultivo que no se aprovecha? ¡Aunque
solo fuera para aprovechar esa tierra en otros cultivos, bien valla la pena
tumbar esa caña, como tumbamos el marabú!
(APLAUSOS.)
Es decir que la política que nos ha
condenado a nosotros a la existencia de miles de caballerías, fertilísimas,
completamente inútiles, ha sido una política absurda, política de los latifundios,
política de los monopolios yankis, que guardaban esas cañas en reserva, por si surgía
algún aumento del precio, muchas veces provocado por conflictos que provocaban los
propios bolsistas. Y la crisis de Corea,
o la crisis de Suez, provocadas por el imperialismo ambas, suscitaban entonces aumentos
de precios; y para esas oportunidades los latifundios guardaban la caña, los
monopolios guardaban la caña. Y es el caso
que nos han dejado miles y miles, más de 10 000 caballerías de tierra fértil,
“tierras maestras”, como se llaman, tierras que son aptas para cereales, para
granos de todas clases, para cualquier tipo de cultivo, inutilizadas por
completo; de donde resulta que nosotros, disecando pantanos por un lado y
tumbando marabú por otro, y por otro tenemos más de 10 000 caballerías
sembradas de cañas que no cortamos.
¿Puede mantenerse esa situación? No. Luego,
la primera conclusión que hay que sacar es que esa caña, a cualquier precio,
esa caña, a cualquier precio, hay que cortarla (APLAUSOS). ¿Cómo vamos a gastar millones de pesos en adquirir
buldóceres para desmontar tierras, si tenemos más de la 10 000 caballerías
que no hay más que mandar los macheteros allí para desmontarlas, sin tener que
gastarnos millones de pesos en la maquinaria, y millones de pesos en el
desmonte? Con la “guámpara”
podemos desmontar esas 10 000 caballerías de tierra fértil. Pero, primera conclusión: esa caña hay que desmontarla, a cualquier
precio.
Al desmontar esa caña, corremos un riesgo: que producimos mucha azúcar y entonces bajan
los precios. Bueno, pero, ¿por qué
tenemos que dedicar esa azúcar al mercado?
Nosotros podemos dedicar esa azúcar a pienso. Así que tenemos tres problemas: primero, el costo de esa caña sobrante; segundo,
la dedicación de esa caña, del producto de esa caña; tercero, el problema de
los mercados. ¿Ustedes están, pues, de
acuerdo con que esa caña hay que desmontarla?
(EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿A
cualquier precio? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) Bien, entonces vamos a desmontar esa
caña (APLAUSOS).
Desmontamos esa caña, la hacemos azúcar,
y la guardamos; pero desmontar esa caña, y hacerla azúcar, y guardarla, cuesta. Luego, esa caña que vamos a desmontar y
hacerla azúcar, tenemos que hacerlo a un bajo precio. Luego, ¿qué queremos proponer ante la crisis,
o más bien, ante la agresión contra nosotros?
Nosotros queremos proponer lo siguiente:
mantener las condiciones de trabajo del año anterior, hasta una cantidad
determinada de toneladas de azúcar (APLAUSOS).
¿Cuatro millones, por ejemplo, en las mismas condiciones? ¿Estarían dispuestos a moler 4 millones en
las mismas condiciones que el año anterior?
(EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Sí? (APLAUSOS
Y EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) Bien. Vamos
entonces a proponer lo siguiente, y esta es la proposición con que vamos a
derrotar la agresión económica. Y es la
siguiente: nos vamos, además, a situar
en una posición en el mercado, formidable; vamos a moler 4 millones en igualdad
de condiciones del año anterior, y vamos a moler el resto de la caña a
condiciones de dos centavos y medio la libra de azúcar (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES DE: “¡Venceremos,
venceremos!” “¡La cortamos, la cortamos!”).
Yo les puedo asegurar, compañeros, que si
hacemos eso derrotamos la maniobra imperialista (EXCLAMACIONES), y si el precio
de la victoria es ese, no es un precio alto para nosotros ese precio, porque
vamos a moler 4 millones en las mismas condiciones, es decir que lo vamos a
pagar a 4,70 pesos el precio en los salarios.
Es decir, igual que el año pasado, hasta 4 millones (APLAUSOS); vamos
entonces a producir el resto y atrincherarnos, atrincherarnos con el resto del
azúcar, para vender en el mercado mundial la parte que nos corresponda y con el
resto atrincherarnos (APLAUSOS).
Es decir, ¿la vendemos? No tenemos necesidad de venderla, porque si
nos sobra ese azúcar, ya estamos haciendo innumerables experimentos utilizando
el azúcar como pienso, y es un azúcar que vamos a producir barata. Esa va a ser la gran ventaja.
Y con lo que les voy a decir ahora, yo
les digo que esta política va a hacer temblar a los imperialistas, y sobre
todo, a los planes imperialistas de fomentar nuevas áreas de azúcar, porque si
los imperialistas van al fomento de nuevas áreas azucareras, nosotros usaremos
nuestra azúcar; es decir, la guardaremos ahí, si no hay fomento de nuevas áreas
guardamos el azúcar ahí.
Pero los que de acuerdo con el
imperialismo crean que van a nutrirse a costa de nuestro país, que sepan, más
de una compañía y más de un capitalista azucarero, que van a salir arruinados. Si nosotros hacemos esto y nos atrincheramos,
podemos vender lo que nos toque en el mercado mundial a buen precio, y
guardamos esa ahí, para pienso mientras no se metan con nosotros.
Y, efectivamente, puede haber ciertos
precios, que no nos convenga venderla baja, y que nos convenga más dedicarla a
la producción de carnes, de aves. Así
que nos situará en una situación ventajosa.
¿Saben por qué? Se lo voy a decir. Porque el gobierno de Cuba acaba de concertar
un convenio con el bloque de países socialistas (APLAUSOS), en virtud del cual si
Estados Unidos no nos compra azúcar, el bloque socialista nos comprará 4
millones de toneladas a cuatro centavos la libra (APLAUSOS PROLONGADOS Y
EXCLAMACIONES DE: “¡Cuba sí, yankis no!”
Se escuchan las notas del Himno
Nacional). Nuestra delegación presidida
por el compañero Ernesto Guevara (APLAUSOS), acaba de emitir el comunicado,
conjuntamente con el gobierno soviético acerca de este acuerdo (APLAUSOS). Es decir, en virtud de los acuerdos realizados
con los países del bloque socialista, la Unión Soviética adquirirá 2 700 000
toneladas; la República Popular China adquirirá un millón de toneladas, y los
demás países socialistas 300 000 toneladas, que hacen un total de 4
millones, a cuatro centavos (APLAUSOS).
¿Qué significa esto? Es la oportunidad nuestra para atrincherarnos
en nuestra azúcar, defender nuestro mercado, ganar tiempo, ganar tiempo,
diversificar nuestra agricultura, porque este año tumbamos toda esa caña que
nos sobre, que se quedaba parada; de la otra manera tendríamos que incurrir en
el absurdo de dejar todas esas tierras completamente inútiles; de esa manera,
la caña que nos sobra la convertimos en otros productos agrícolas. Entonces produciremos de acuerdo con la
demanda, estaremos atrincherados con nuestra azúcar, y si no la vendemos la
podemos ir convirtiendo en carne y en grasa.
La ventaja está, precisamente, en producir esa azúcar barata. Y sería la única manera de hacerlo, porque de
otra manera no podríamos seguir esta estrategia.
Pero, con seguridad que el imperialismo
va a temblar, y los aliados al imperialismo van a temblar, cuando sepan que por
encima de esos 4 millones que tenemos asegurada su venta a un precio
seguro, producimos azúcar a dos centavos y medio, que no la puede producir
ningún país del mundo (APLAUSOS).
Sobre todo, hay que considerar la
formidable ventaja que nos da, frente a los planes imperialistas, el poseer un
stock de azúcar a ese precio, que lo manejamos de acuerdo con nuestros
intereses; es decir que nosotros procuraremos mantener los precios lo mejor
posible.
¿Qué quiere decir que produzcamos hasta 4
millones en iguales condiciones? Es
decir que podemos seguir pagando los salarios, hasta 4 millones, a 4,70;
que a ustedes los cooperativistas, y a ustedes los colonos, hasta 4 millones,
les podemos liquidar a cuatro centavos de promedio, ¿comprenden? Es decir que hasta 4 millones,
proporcionalmente, habrá que hacer unos estudios a ver cuánto le corresponde a
cada cual a cuatro centavos. Liquidación
cooperativas y colonos: 4,70, que eran
las condiciones que tenían los obreros, podemos pagarles.
Pero, además, en el volumen total
tendremos los mismos ingresos que el año pasado, porque será más azúcar. Pero no solo en el volumen total; hay una
ventaja más: tenemos 300 000 de
mercado nacional, un millón y tanto de cuota, y todo lo que vendamos por encima
de 2,50. Si en cualquier momento
vendemos por debajo de 2,50, el gobierno asimila la pérdida; si en cualquier momento
se vende por encima de 2,50 y venderemos por encima de 2,50, cada libra que se
venda por encima de 2,50, les dará derecho a los obreros, a las cooperativas, a
los colonos, a un diferencial entre el precio de 2,50 y lo que se venda (APLAUSOS). Es decir que tienen asegurado un diferencial,
lo tienen asegurado, que lo recibirán, con toda seguridad, para fines del año
próximo; cuando ya podamos hacer bien los cálculos, van a tener asegurado un
diferencial por cada libra de azúcar que vendamos por encima de 2,50.
Pero, sobre todo, es bueno pensar la
formidable ventaja que nos da esto. De
la otra manera tendríamos que limitar la zafra, dejar decenas de miles de caballerías
inutilizadas con cañas, que no podemos dedicarlas a otro cultivo. Piensen, sobre todo, que esa caña que vamos a
cortar, que nos sobra, va a dar empleo a decenas de miles de cubanos, y va a
producir millones de pesos. Hay que
contar, además, que toda esa caña que vamos a moler, y que nos sobra, que este
año la vamos a moler para que no nos sobre, en todas esas áreas donde sobra
caña la diversificamos Y la sembramos de maíz, de millo, de frijoles de soya,
de algodón, de papa, de tomate, de arroz; sembramos ajo, cebolla y malanga (APLAUSOS).
Es decir que esta es la política que
discutida con todos los compañeros responsables del gobierno, de la
administración de cooperativas cañeras, de centrales azucareros, del Banco Nacional,
del Banco de Comercio Exterior, Ministro de Comercio, Ministro de Economía, el
Presidente de la República, todos, han estado absolutamente de acuerdo con que
esta es la política correcta. De lo
contrario, tendríamos que limitar. Los ingresos
serían iguales, porque sería menos caña; la política sería más comprometida, porque,
¿cómo podríamos salir de la situación de que nos quieren crear nuevas áreas?,
si a nosotros el azúcar nos cuesta caro, con ese stock a dos y medio nos sitúa
en el firme de la loma, porque en la guerra nosotros procurábamos tomar siempre
el firme, y quien dominaba el firme dominaba la situación. Con esto nosotros tomamos el firme y dominamos
la situación. ¿Vendemos? Pues vendemos cuando queremos y a los precios
que nos convenga, sin apurarnos, pero sabiendo todo el mundo que somos los
productores de azúcar más barato, porque tenemos un millón del año pasado, que
no nos costó gran cosa, estaba en los almacenes (RISAS y APLAUSOS), como unas
800 000 están ahí; y las que vamos a producir a dos y medio. ¿Comprenden ustedes? ¿Comprenden que es lo que nos permite a
nosotros buscar soluciones futuras, lo que nos defiende nuestra industria, lo
que nos permite dar empleo a miles de cubanos más, lo que nos permite poner a
producir 15 000 caballerías de tierra, que si nosotros demolemos esas cañas,
nosotros vamos a la diversificación en las cooperativas cañeras porque es lo
que nos conviene? ¿Por qué vamos a la
diversificación? Porque, por ejemplo,
una caballería de papa da más salario en los cultivos, da igual número de
salarios, igual cantidad de salarios que ocho caballerías de caña. Luego, a cualquier cooperativa cañera le
conviene sembrar más una caballería de papa que siete de caña; y el año que
viene les van a dar cuota de papa, de tomate, de algodón o de arroz, a todas,
para ir diversificando, en un plan en que por lo menos cada una tenga dos de
papa, o dos de tomate, o cinco o más si tiene tierra suficiente para arroz; o
cinco de algodón o más si tiene tierra suficiente para algodón. Y vamos a una diversificación en que
ellos, por ejemplo, con una caballería de ese cultivo tienen muchos más
ingresos que con varias caballerías de cañas, y el resto de esa tierra de caña
la siembran de maíz, de cereales, de soya, de frijoles, y, en fin... (DEL PUBLICO LE DICEN: “Plátano”)
Plátano también, yucas, malanga,
habichuelas, hortalizas, de todo, de todo, de todo.
Entonces nosotros vamos a la
diversificación en la caña; los colonos pueden ir también a la diversificación,
pero, por lo pronto, tienen asegurados los pequeños colonos su caña fija, las
cañas que tienen, pues nosotros vamos en nuestro programa en las cooperativas a
la diversificación. Beneficiadas así las
cooperativas, beneficiado el colono, beneficiada la industria también porque
con esos recursos es que vamos a desarrollar la economía del país y vamos a
defender la industria azucarera.
Definitivamente, en cualquier momento, si
en el futuro las exigencias del mercado mundial demandaran una producción mucho
mayor con avisarles 18 meses antes a las cooperativas cañeras, a los pequeños
colonos y a las granjas del pueblo, ¡les sembramos caña para producir aquí diez
millones de toneladas de azúcar! (APLAUSOS.)
Así que demoleremos esa caña que nos
sobra y que vamos a cortar este año; diversificamos la agricultura y elevamos
en muchos millones de pesos el valor en bruto de la producción. Esta es, sencillamente, la estrategia para
defender nuestro artículo básico, porque el imperialismo no solo ha querido
quitarnos nuestra cuota, sino crearnos áreas de competencias. Y nosotros, a todas esas compañías que quieran
hacerle el juego al imperialismo, les vamos a decir: “Bueno, vamos a ver cómo compiten ustedes con
nosotros, porque tenemos aquí tantos millones de toneladas de azúcar guardada,
guardadita” (APLAUSOS).
Es decir que vamos a tener parque en
azúcar, cantidad. Esa es la estrategia... si ustedes están de acuerdo (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”).
Bien, pues entonces hasta el último
retoño lo vamos a cortar; afilen las “guámparas” y afilen los machetes
(APLAUSOS). (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO.)
Sí, no me faltaba nada más que una cosa: aunque estemos organizando todos los
batallones en toda la isla y entrenándolos, las armas de los batallones son las
armas de los batallones, y están en el batallón; necesitamos algunos riflecitos
para custodia, es decir que no sean de las armas reglamentarias del batallón y,
por eso mismo, vamos a mandar de inmediato para custodia, independiente de las
armas del batallón, porque eso se queda en el batallón a que pertenezca; el
batallón tiene sus armas, sus morteros, sus ametralladoras, etcétera, etcétera. Bien, pero hay armas que hacen falta para la
custodia, y entonces vamos a mandar 10 fusiles semiautomáticos para cada
central azucarero, para la custodia de allí del central; 10 fusiles,
inmediatamente (APLAUSOS). Y vamos a
mandar, además, inmediatamente, 10 fusiles para cada cooperativa cañera
(EXCLAMACIONES y APLAUSOS). Bueno... los colonos tienen que organizarse también,
que diga, los agricultores pequeños de caña tienen que organizarse; tienen que
hacer la milicia allí, de los pequeños colonos también, de los pequeños
agricultores de caña (EXCLAMACIONES). Ustedes
tienen ahora que ponerse a organizar a su gente rápidamente para que no se les
escondan los contrarrevolucionarios por ahí por la caña. Así que ya saben (EXCLAMACIONES DE: “¿Y las antiaéreas?”) Estamos inventando ahí algunas cosas de
defensa antiaérea; estamos estudiándolo bien, vamos a estudiar bien eso. Pero por lo pronto, aparte de las armas de
los batallones, que ustedes tienen armas de los batallones, pero estas armas
son aparte de las del batallón, para las patrullas que estén custodiando, y
para cuidar las cañas. Y vamos a
ver si queman mucha caña... (EXCLAMACIONES.)
Hay de todo, hay de todo...
¡Ah!, ¡se me olvidaba, sobre eso de los
tiros!: ya saben que por cada bala que
tiren tienen que pagar la centavos (RISAS), porque las balas hay que cuidarlas,
no sea que les tiren hasta a las lechuzas (RISAS), y gasten las balas. Si ustedes tienen que tirar para defenderse,
defender la caña, tienen que traer la justificación. Es decir, no que tiramos a un fantasma, ni
nada de eso... Así que ustedes, tiro que
gasten en balde, la cooperativa lo paga, y ustedes; lo paga el central... ¡No, el sindicato! (RISAS.) El sindicato paga la centavos por cada bala
que tiren, 10 centavos la cooperativa por cada bala que tiren, porque cuando
ustedes estén allí de centinelas, no le van a tener que tirar a nadie, porque
no van a ir por allí, no van a ir por allí.
Así que, por eso, van a tener que gastar muy pocas balas; y, por lo
tanto, no podemos permitir que vayan a gastar muchas balas. ¡Los milicianos tiran tiros que es una
barbaridad!
Así que recuerden eso: tienen que cuidar las armas, tienen que
cuidar las balas, tienen que justificar las balas y tienen que pagar 10 centavos
por cada tiro que tiren, (EXCLAMACIONES).
Sí, 10, para cargarle el transporte y todo eso, a lo que vale la bala
(EXCLAMACIONES).
Esperen, esperen, ¡no se embullen así! Hay que tener cuidado. Poco a poco hay que ir haciendo las cosas, de
acuerdo con el grado de organización y de preparación, no sea que vayan a tener
las armas y no haya mucha organización todavía; eso hay que hacerlo muy
organizado.
En las cooperativas cañeras tienen que
nombrar un responsable de orden público, que es el responsable de esas armas y
de la pequeña guarnición que tengan ustedes allí; y en los sindicatos hay que
nombrar un responsable de orden público también (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO y EL
RESPONDE A LOS AGRICULTORES PEQUEÑOS).
Ustedes, organícense también. Ustedes todavía están un poco separados; nosotros
no sabemos dónde están los núcleos, ya lo vamos a estudiar. Les damos también; tienen que organizarse
(DEL PUBLICO LE DICEN ALGO). Bien, bien,
perfecto. Vamos a ver ahora con la
Asociación Nacional qué vamos a hacer, para que no se les cuelen allí los
contrarrevolucionarios (ALGUIEN DEL PUBLICO LE DICE: “Mire, Comandante, ¿me permite? Nosotros estamos organizados, tenemos
milicias organizadas...”) Sí... pero ahora están organizándose porque hasta
ahora ustedes no tenían la asociación, ahora es que empiezan. Hay que crear la asociación; nosotros no sabríamos
dónde mandar las armas esas, tendríamos que tratar con la asociación, ¿claro? Bien, en donde haya núcleos numerosos de
pequeños colonos, que también organicen su milicia y nombren su responsable de
orden público.
Bueno, yo creo que ya no quedan muchas
más cosas (EXCLAMACIONES DE: “¡Las antiaéreas!”). Eso hay que pensarlo bien, no vayan ustedes a
tumbar ahí hasta los aviones de la compañía de aviación (RISAS), eso hay que
estudiarlo bien. Estamos estudiando ese
problema antiaéreo, y lo estamos estudiando bien. Nosotros le encontramos una solución a ese
problema, a todo le vamos a encontrar solución aquí, y vamos a preparar una
buena fuercecita aérea, no se ocupen; “sin prisa, pero sin tregua”, “sin prisa,
pero sin tregua”, llegará el momento en que cuanta avioneta pase nada más que cerca
de por aquí, va a ir para el suelo. “Sin
prisa, pero sin tregua.” Estamos
preparándolo todo; no hay que apurarse, que cuanto avión viole el espacio
nacional va a ir para tierra, ¡no se ocupen!
El año que viene, además de ser un año de
grandes avances en la economía, va a ser el año “bárbaro” de la Revolución; va
a ser el año del plan de alfabetización,
que vamos a cumplir la consigna de alfabetizar hasta el último analfabeto; el
año del gran desarrollo de la producción agrícola; el año en que comienza la
instalación de las primeras plantas; el año ya de un programa agrícola en
grandísima escala, con formidables perspectivas futuras; y, al mismo tiempo, el
año de la lucha frente a los terroristas, frente a los saboteadores, frente a
los contrarrevolucionarios. El año
que viene va a ser un año de avance en todos los campos y de lucha dura en
todos los campos; el año próximo va a ser uno de los años fundamentales de la
Revolución.
Y nosotros sabemos que saldremos bien del
próximo año, y que destruiremos las esperanzas de nuestros enemigos, y
consolidaremos definitivamente la Revolución.
Y sabemos que ustedes, ustedes, son la vanguardia en esa batalla, ¡y en
ustedes el pueblo tiene puestas sus mayores esperanzas, compañeros!
(OVACION).