DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, CON MOTIVO DE LA
CELEBRACION DEL PRIMER ANIVERSARIO DEL INSTITUTO NACIONAL DE AHORRO Y
VIVIENDAS, EL 20 DE FEBRERO DE 1960.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Señoras y señores, o por
mejor decir, felices propietarios de los repartos de Wajay,
de Bahía del Trigal, y del Eléctrico (APLAUSOS):
Para
todos nosotros la alegría es hoy tan grande como la de cualquiera de ustedes. Ustedes han visto realizarse la aspiración
que en todas las familias cubanas es un verdadero sueño, de tener su propia
casa, de librarse al fin de ese látigo mensual, porque a mí me parece algo así
como un látigo, y un látigo abusivo y doloroso, que es el alquiler. Y nosotros, por nuestra parte, hemos visto
cumplirse también una aspiración al ver ya como un triunfo indiscutible la idea
del INAV.
Hoy
hace exactamente un año que se firmó la ley; no pudo, sin embargo, comenzarse a
trabajar de inmediato. Se firmó la ley y
después hubo de escogerse la persona que iba a dirigir esa institución. A mí realmente no me costó mucho
trabajo. Yo, desde el primer momento, ya
había pensado que la persona ideal era la compañera Pastorita
Núñez (APLAUSOS). Yo me dije: Bueno, esta cuestión del INAV requiere antes
que nada, una persona muy honrada; es decir, una persona de probada honradez
puesto que va a manejar muchos millones de pesos. Y, ¿quién mejor que la compañera que en los
días difíciles de la Revolución fue la recaudadora de los impuestos del
Ejército Rebelde, la compañera que se jugó la vida diariamente? Porque con toda seguridad, ya que por la
necesidad de visitar a numerosas personas, era sabido por las fuerzas represivas
de la tiranía que ella era la recaudadora del Ejército Rebelde, tenía que estar
recorriendo constantemente las carreteras y los pueblos; podía ser interceptada
en cualquier momento y nosotros muchas veces nos preocupamos de esa
posibilidad, ya que en infinidad de ocasiones llegaban a nuestras posiciones
las dolorosas y tristes noticias que se referían a la caída de algún compañero
valioso de la clandestinidad.
Nadie
con más méritos que ella para ostentar la dirección de un organismo donde
también se habrían de recaudar muchos fondos para una obra de beneficio al país;
mas no solo estaba seguro de su honradez, estaba
seguro de que poseía otra condición indispensable que era el entusiasmo y la
fe. Estaba seguro, además de que poseía
otra condición necesaria:
su extraordinario dinamismo, y, además, la otra condición
fundamental: su espíritu revolucionario
(APLAUSOS).
Por
eso, cuando nos correspondió buscar una persona para encargarse de esta
institución, resultó fácil encontrarla. Y,
en realidad, muy pocas veces se ha visto que una idea haya avanzado tan
rápidamente como la idea del INAV. Pocas
veces se ha visto triunfar una institución tan prontamente como ha triunfado el
INAV. Y esto es particularmente satisfactorio
para el gobierno, por cuanto fue la institución que más se puso en duda los
primeros días, fue la institución que tuvo que atravesar por mayor número de
valladares, constituidos por las dudas que los intereses afectados, los
reaccionarios y los contrarrevolucionarios quisieron sembrar. Y hubo, incluso, instantes en que fue tan
poderosa la campaña de los enemigos del INAV, que se observa en las
recaudaciones, en las ventas de bonos, y no faltaron los que, incluso, creyeron
que el INAV estaba fracasado. Pero
nosotros no podíamos resignarnos tranquilamente a fracasar con el INAV ni con
nada que la Revolución emprenda (APLAUSOS); era una cuestión de honor para la
Revolución llevar adelante su programa de construcción de viviendas; era una
cuestión de honor para la Revolución llevar adelante su programa de convertir
el vicio de jugar en la virtud de ahorrar (APLAUSOS). Porque una revolución que retrocede, una
revolución que no sea capaz de vencer los grandes obstáculos que tenga por
delante, no es una verdadera revolución, y esta Revolución (APLAUSOS) se ha
caracterizado por su espíritu y su decisión en la hora de los grandes
obstáculos. No podíamos permitir, ni
mucho menos, que los contrarrevolucionarios nos ganaran aquella batalla, como
no vamos a permitir que nos ganen ninguna batalla (APLAUSOS).
Sin
embargo, esta es una prueba elocuente de cómo actúa el espíritu revolucionario
frente al espíritu contrarrevolucionario.
Hay cosas que educan más que otras, hay hechos que enseñan más que
otros, hay obras que enseñan más que otras y una de esas obras es el INAV
(APLAUSOS).
¿Quién
puede discutir hoy día lo justo que ha sido esta institución (ALGUIEN DEL
PUBLICO DICE: “Nadie”),
lo útil que ha sido al país este programa?
¿Quién puede hoy poner en duda la satisfacción que todo el mundo tiene
que experimentar cuando sabe de miles de familias que han resuelto
definitivamente el problema de la vivienda?
(ALGUIEN DEL PUBLICO DICE: “Nadie”) ¿Quién puede dejar de alegrarse un día como
hoy? (APLAUSOS) ¿Quién puede dejar de sentirse feliz en
presencia, no ya de los rostros de los padres y de las madres, sino de esas
criaturas inocentes que van a poder crecer en medio de la higiene y de la
comodidad de una casa capaz de satisfacer todas las necesidades de la familia,
con su centro escolar próximo, con sus áreas verdes, con sus jardines y con
todo el espacio necesario para que los niños no tengan que vivir enjaulados,
como viven muchas veces en las ciudades?
¡Quién sabe cuántas vidas se salvarán!
¡Quién sabe, o quién sería capaz de calcular los extraordinarios beneficios
que ello implica para la familia! Y,
¿quién podría negar, sobre todo, que se trata de una medida justísima? Sin embargo, cuando se creó esta institución
se la comenzó a combatir solapadamente, como se han combatido todas las medidas
de la Revolución. ¿Qué querían los que
combatían el INAV? ¿Qué querían los que
deseaban el fracaso del INAV?
Querían
sencillamente que ninguno de ustedes hoy tuviera casa, querían sencillamente
que los vecinos de Wajay tuvieran que seguir viviendo
en las condiciones en que vivían antes (APLAUSOS). Querían que una familia tuviera que continuar
pagando la cuarta parte y hasta la tercera parte de sus ingresos, para no tener
nunca casa, para verse desalojada de su casa en cualquier circunstancia
desfavorable, para no ver jamás el fruto de esos recursos que estaba gastando
en pagar alquiler. Los enemigos de la
Revolución no querían esto, querían el fracaso del INAV, como querían el
fracaso de la reforma agraria, como querían el fracaso de todas las leyes de la
Revolución, como han querido el fracaso —porque eso es lo único que persiguen—
de la Revolución. ¿Para qué? Para volver a lo de antes (EXCLAMACIONES DE: “¡Nunca!”), para
volver a aquella época odiosa, caracterizada no ya por ese número
extraordinario de injusticias en todos los órdenes. Voy a referirme solo a una, a la renta de
lotería (EXCLAMACIONES). Aquella,
aquella institución odiosa y colonial que mantenía las maquinarias políticas y
que era centro de enriquecimiento ilícito, de sobornos y de inmoralidades de
todo tipo. ¿Quién se acuerda ya, un día
como hoy, de aquella renta de lotería, de aquel atraco, de aquella
inescrupulosa explotación, de vicio, de aquella bochornosa institución que
convertía al Estado no en un enemigo del vicio, sino en el explotador del
vicio, porque convertía el vicio en un medio de recaudación, recaudación que,
además, se la robaban? ¿Quién puede
comparar aquella odiosa institución con el INAV? ¿Cuándo se reunieron 1 000 familias,
1 000 familias en una sola tarde para recibir 1 000 casas? ¿Cuándo se vio este espíritu sano y de
alegría que reina en la tarde de hoy? Si
acaso se reunían los botelleros, si acaso se reunían los beneficiados con todas
aquellas gabelas, a recoger su parte del despojo de los recursos del pueblo,
porque, entre otras cosas, aquella institución parasitaria y repugnante se
nutría de los ingresos de las familias más pobres, que eran las que en aquel medio
sin esperanza aspiraban a cambiar de suerte, cambiar de situación, mediante el
azar, mediante la suerte, es decir, renunciando a la esperanza del trabajo,
renunciando a la esperanza del ahorro, querían cambiar de situación mediante el
azar; y es verdaderamente triste el caso del ser humano que tenga que fiar su
destino no al trabajo, no al ahorro, no al pensamiento, sino al azar.
Y
así, ¡quién sabe cuántos cientos de millones le sustrajeron al pueblo, no ya en
la lotería solamente, sino en todas las bolitas y todas las charadas y todas
las chivichanas y traganíkeles
que había en Cuba! ¡Quién sabe cuántos
cientos de millones le han robado al pueblo en 50 años de república! ¡Quién sería capaz de calcular los beneficios
que una institución como esta habría proporcionado al pueblo, no ya en 50 años,
sino en 20 años solamente! ¡Qué familia
no tendría hoy su casa, adquirida honestamente con lo que han estado pagando de
alquiler, y además, todas aquellas personas habrían ahorrado su dinero, todas
aquellas personas que fueron explotadas con aquel sistema inicuo de juego y de
vicio!
Precisamente
por estas preocupaciones es que surge el INAV y tiene el mérito de haber
resuelto dos problemas, dos problemas al mismo tiempo, y dos problemas vitales: primero, el
problema de la vivienda, y segundo, que no es menos importante que el anterior,
el problema del juego (APLAUSOS). Es la
institución que ha podido llenar dos funciones importantísimas para la
Revolución, que está resolviendo dos problemas fundamentales y que surge por la
preocupación, ya vieja, respecto a estos problemas que no eran sencillos,
porque se habían ensayado distintos procedimientos, o sea, se había hablado de
distintos procedimientos para resolver el problema de la vivienda. Lo que en realidad nunca se habló de cómo
resolver el problema del juego. El juego
no se podía resolver de la noche a la mañana, ya era un hábito, y los hábitos
no se arrancan fácilmente. Los hábitos
tienen en algunas personas, en muchas personas, una fuerza tal, que no se
pueden arrancar de la noche a la mañana.
Y a nosotros se nos presentaba el problema de qué hacer con el juego,
qué hacer con la lotería, porque si se suprimían de una vez todos los sistemas
de juego, pues íbamos a correr el riesgo del juego clandestino; aparte del
problema social que implicaba el número de personas que se ganaban la vida
vendiendo aquellos billetes de lotería.
Por eso hubo que buscar idear una solución verdadera, y la solución fue
convertir ese sistema de juego en un sistema de ahorro. De manera que aquella persona que no podía
prescindir del hábito de comprar billetes, esa persona no había que explotarla,
sino había que protegerla, es decir, no explotar ese hábito, sino proteger esa
persona, convirtiendo ese hábito de jugar en el hábito de ahorrar. Es decir que aunque adquiriera aquellos
billetes y no obtuviera ningún premio, aquel billete conservara su valor y lo
recobrara, incluso con intereses, de donde todas esas personas que gastaban una
parte de su ingreso semanal en billetes y que no podían dejar de hacerlo, ni
había quien les arrancara ese hábito de una vez, en virtud del INAV, esa
inversión se convierte en un ahorro y percibe intereses.
Pero
al mismo tiempo, este dinero resuelve otro problema, resuelve el problema de la
vivienda, porque se invierte en viviendas, de donde aquella institución
explotadora y repugnante quedó convertida en una institución que beneficia, en
primer lugar, al que jugaba, puesto que no le roba su dinero; en segundo lugar,
a las familias que adquieren una casa por menos de lo que pagaban de alquiler y
se convierten con ese dinero que antes se lo robaban en propietarios de sus
casas. Esa fue la solución, y tengo la
seguridad de que algún día, algún día, se verán los resultados de cómo cambia
la mente de las personas que jugaban, cómo cambia aquel hábito y se va
convirtiendo efectivamente en un hábito de ahorrar, porque no solamente tiene
el estímulo del dinero que se le devuelve con intereses, sino que, además, la
persona poseedora de esos bonos, si recibe los beneficios de una de las casas
del INAV, cuando vaya a pagar, en esos bonos va a tener una rebaja. Es decir que cuando vaya a pagar en bonos
(APLAUSOS), cuando vaya a pagar en bonos que tengan más de cinco años, tienen
una rebaja del 10%; si van a pagar en bonos que tengan más de 10 años, tienen
una rebaja del 20%, tengo entendido. Es
decir, si alguien tiene que pagar por ejemplo, 30 pesos, si en vez de pagar en
pesos, paga en bonos que tengan 10 años de emitidos, entonces, tendrá que pagar
solamente 24 pesos en bonos (APLAUSOS).
Esto para darle mayor valor al bono y para despertar mayor interés en el
ahorro. Es decir que a la hora de pagar
la parte que le corresponde por las casas, el bono valdrá más que el dinero
(APLAUSOS).
¿Cuáles
son las enseñanzas que hemos extraído de este primer año? Pues que todavía hay una parte de las
personas que adquiere el bono y lo guarda, pero que hay una parte de las
personas que adquiere el bono y lo reintegra.
Es decir que recibe el 40% de su valor, bien para gastarlo o bien para
volver a jugar. Hay personas que en vez
de guardar aquel valor, que dentro de cinco años va a valer más que el ciento
por ciento, lo que hacen es que lo van a reintegrar, recibiendo solo el 40% —cualquiera comprende que es un negocio muy
malo—, y lo peor es que lo reintegran para jugar otra vez. Y, ¿qué ocurre? Pues ocurre que las personas que reintegran
ni se benefician ellos, ni benefician a la familia, porque ese dinero que hay
que reintegrar todas las semanas no se convierte en casa, y por eso en 27
millones ha habido que reintegrar cerca de 7 millones de pesos por parte de los
adquirientes de los bonos que los van a reintegrar para gastarlo o para volver
a jugar.
Esa
es la primera enseñanza, porque ahora podremos ir llevando datos estadísticos
de cómo funciona la mentalidad del pueblo sobre estas instituciones, es decir,
cómo va avanzando el pueblo, cómo se va educando el pueblo, y este es uno de
los mejores instrumentos que contamos para observarlo, porque nosotros tenemos
aquí oportunidad de ir observando si la idea del jugador va desapareciendo para
ser sustituida por la idea del ahorrador, porque no cabe duda de que el que
cambia otra vez, reintegra por un 40% el valor, para volver a jugar, ese no
ahorra, ese es jugador (APLAUSOS). Y
todavía hay una parte considerable de personas que reintegran. Para el INAV, desde el punto de vista de
negocio, sería mejor, desde el punto de vista económico que reintegrara todo el
mundo, pero no sería económico para el pueblo, y lo que le interesa al INAV no
es la economía del INAV, lo que le interesa al INAV no es tener un capital
inactivo grande a su favor, lo que le interesa al INAV es un capital activo a
favor del pueblo. Lo que le interesa al
INAV es que el pueblo no juegue (APLAUSOS).
Y
así, ¿cuáles son las medidas que ya estaban contempladas en la ley para el caso
de que se demostrara que la tendencia al juego era todavía muy elevada? Pues la fórmula es sencilla: rebajamos el reintegro al primer año
—los primeros años—, y lo aumentamos en los últimos años. Si nosotros hemos observado que al 40% de
reintegro en el primer año un 65% de las personas van a reintegrar, ¿qué es lo
que debemos hacer? (DEL PUBLICO LE DICEN: “Rebajar”) Ustedes han dado la solución: Bajar el reintegro el primer año, es
decir que vamos a rebajar el reintegro el primer año (APLAUSOS). Pues vamos a reducir el reintegro al 10% el primer
año; al segundo año será más; al tercer año del bono será más y a los cinco
años será el ciento por ciento más los intereses y a los 10 años, pues, será
todavía más, porque ganará un interés más elevado, y además valdrá más el bono,
porque si va a pagar su casa con el bono le hacen un descuento. Es decir que vamos a rebajar, al cumplirse el
primer año, vamos a rebajar el reintegro de los nuevos bonos al 10%, el primer
año (APLAUSOS). ¿Qué significa eso? Significa que en este próximo año en vez de
tener que devolver esos 7 millones de pesos para reintegro, el año que viene
construiremos 7 millones de pesos más en viviendas (APLAUSOS). y
los adquirientes de los bonos se irán acostumbrando a ahorrar, porque ellos
dirán: “Bueno,
si lo voy a reintegrar me van a dar el 10% del valor, voy a esperar dos años,
pero si espero dos años me van a dar el 20%, voy a esperar cinco años”, y
entonces se vuelve un ahorrador de verdad (APLAUSOS).
Llegará
el día en que aumente el número de bonos, pero no aumentará el número de
premios, es decir que la cantidad que se dedicará a viviendas cada vez será
mayor y aspiramos a que algún día, aspiramos a que algún día no haya que dar
premios sino que aumentarán los intereses de esos bonos (APLAUSOS). Ese será el día posiblemente, en que todo el
mundo esté trabajando y que se haya arrancado por completo mediante un proceso
de educación, el hábito de jugar. Esa
debe ser la meta, porque el hábito de cifrar las cuestiones a la suerte es el
peor hábito de un pueblo, no ya porque signifique una explotación —porque el
juego ha sido siempre una explotación—, no porque perjudique económicamente,
sino que perjudica en todos los órdenes, porque las personas se acostumbran a
la suerte, y no hacen nada bien hecho, no hacen todas las cosas necesarias para
que las cosas les salgan bien, sino que hacen una parte de las cosas
necesarias, y lo demás se lo fían a la suerte.
Es
decir que el carácter de jugador hay que arrancarlo del pueblo, porque
perjudica en todos los órdenes a las personas.
Nosotros tenemos la aspiración de que algún día todo lo que se recaude
sea para ahorrar, de la misma manera que ahora vamos a utilizar los
Certificados de Ahorro del Pueblo, que tienen un interés más grande que los
bonos del INAV. ¿Por qué? Porque no tienen que pagar premios. Se puede pagar un interés más alto, y hay
muchas personas que están ya en disposición de adquirir Certificados de Ahorro
del Pueblo y el INAV, además de los bonos van a tener los Certificados de
Ahorro del Pueblo, que son los que ganan un interés del siete y medio por
ciento todos los años, interés compuesto que permite que cualquier cantidad en
10 años se duplique su valor, y en 20 años se cuadruplique su valor; es decir
que cualquier persona que compre 100 pesos en este tipo de certificados si los
guarda 20 años recibiría 400 pesos por 100 pesos. Ese Certificado de Ahorro va a pagar un
interés alto, y el INAV va a tener también Certificados de Ahorro para
venderles a las personas que quieran invertir en esos Certificados para
construir también viviendas, ya que la recaudación sola del instituto hasta
estos momentos no es suficiente para todas las necesidades de viviendas, y hay
que buscar ingresos por otras vías.
La
cuestión de buscar una fórmula de resolver el problema de la vivienda
definitivamente, surgió para nosotros desde hace muchos años. Hemos considerado que es muy triste para una
familia pasarse toda la vida pagando un alquiler sin tener nunca casa, su
propia casa. Hay numerosos casos de
personas que han pagado durante 20 años, durante 25, durante 30 años..., hay
una persona que dice que tiene 28 años, 28 años pagando alquiler, y no lo que
van a pagar por las casas del INAV, sino un alquiler superior, que era muy
superior antes de que lo rebajáramos, porque yo recuerdo que un apartamento de
dos habitaciones tenía que pagar 50, 60 y 70 pesos, como promedio: ahora se va a adquirir una casa de dos y de
tres habitaciones por menos de 40 pesos.
Es
decir que en el sistema de antes las familias tenían que ir a alquilar las
casas, porque, ¿quién podía comprar un solar, cuando el metro podía valer 10,
15, 20, 30 pesos? Si iban a pedir dinero
prestado, ¿cuánto le cobraban de interés?
Le cobraban un garrote por el dinero para construir la casa. ¿De qué manera una familia humilde podía
tener una casa decente? ¿De qué manera
una familia pobre podía tener una casa con jardín, con tres habitaciones, con
todo lo que necesitaba? ¿Dónde tenían
que vivir las familias? Muchas tenían
que vivir en las cuarterías, incluso, o pagando un interés excesivo. ¿Qué esperanza podían tener? Ninguna.
Si pedían prestado dinero les cobraban el 6%, el 7%, el 10%. Si iban a comprar un solar les cobraban 10 y
15 pesos por el metro, y si les cobraban menos era porque no tenía
alcantarillado, ni calles, ni agua, ni nada.
Es decir que no había esperanza.
Entonces,
¿qué ocurría? Que las familias tenían
que ser víctimas del látigo, del alquiler todos los meses, y cuando iban a
alquilar una casa, ¿quién ponía el precio?
¿La familia o el dueño de la casa?
(DEL PUBLICO LE DICEN:
“El dueño”) El dueño de la
casa. Y mientras más apurada estuviera
la familia y más necesitada de casa, ¿qué pasaba?, que más caro le cobraban. Es decir que construían las casas los
particulares, las casas para alquilar y, entonces, si ellos pedían dinero
prestado, si no tenían dinero o si les faltaba una parte del dinero lo pedían
prestado en los bancos. Entonces pagaban
el solar, compraban los solares, construían los edificios, después venían las familias
y tenían que pagar lo que les cobraron de más por aquel solar, al que construyó
la casa, los intereses que le cobraron a aquel señor, que pidió dinero prestado
para construir un edificio de apartamentos; le cobraban lo que ganó el
contratista en aquellos edificios de apartamentos, le cobraban, además, las
utilidades que iba a percibir aquella persona que había invertido o había
pedido dinero para construir el edificio de apartamentos; es decir que las
familias lo pagaban todo, y nunca se beneficiaban con las casas. Ese era el sistema de antes, era en realidad
un sistema de explotación, pero de explotación completa. La especulación de la tierra la pagaban las
familias, los altos intereses los pagaban las familias, el capital que había
obtenido el constructor de aquel apartamento lo pagaban las familias, las
utilidades de aquel propietario del edificio de apartamentos las pagaban las
familias; es decir que las familias pagaban todo y no les quedaba nada. Por eso el dinero que más dolía era el dinero
que se pagaba en alquiler.
¿Qué
hizo la Revolución? Pues dijo: “Esto es una
injusticia, por qué una parcela de tierra va a aumentar su valor a costa de que
el Estado construya las calles, a costa del trabajo que se ha invertido en las
posibilidades de aquel lugar”; porque el Estado construía las calles, las
avenidas y entonces una parcela, un solar yermo empezaba a adquirir valor. ¿Por qué tienen las familias que pagar
eso? ¿Por qué en vez de permitir que las
familias sean víctimas de esa explotación, no moviliza el Estado el dinero para
que las familias lo que paguen de alquiler sirva para amortizar ese capital,
cobrándoles el precio que tenga un solar?, que ya se sabe que no puede valer
más de cuatro pesos.
Es
decir que las familias no tenían acceso al préstamo, porque si les prestaban
les prestaban el 8%, el 10% o el 20% —como decía aquí—, si les prestaban, si
les prestaban, ninguna familia humilde podía tener esperanzas de que les
prestaran, además. ¿Qué hemos hecho
nosotros? Pues, prestarle a la familia.
¿Y prestarle con qué interés? Pues en
ocasiones sin ningún interés, porque hasta 150 pesos de ingresos la familia no
paga intereses por ese capital invertido.
El interés del 1% cuando es mayor de 150 pesos y menor de 250 pesos. Y así una escala de intereses. ¿Es del dos?
Del 2%. Es decir que incluso el Estado
subsidia esa diferencia de intereses, porque al tenedor de los bonos hay que
pagarle un interés del 5%; sin embargo, la familia que recibe ese capital no
paga intereses, o paga el 2% solamente.
Y esa diferencia, entre el 2% que paga la familia y el 5% que se le paga
al poseedor de los bonos, la subsidia el Estado, porque el 1% de interés o el
2% o el 3%; cada cifra que se le añada, cada unidad que se añada en el interés
se nota en el aumento de todos los meses.
Puede ser en una casa de 5 000 a 6 000 pesos, como de cuatro a
cinco pesos mensuales. y a las familias que ganan menos de 150
pesos no se les cobra interés y se les puede dar hasta 25 años para pagar la
casa.
Eso
es lo que hizo la Revolución:
sustituir aquel sistema de explotación y de privilegios por un
sistema de justicia, donde las familias adquirieran la propiedad de aquella
casa, cuando amortizaran el capital, sencillamente (APLAUSOS). Y claro, esa era una cosa justa, pero
lesionaba intereses y los enemigos de la Revolución entonces empezaron a decir
que se iban a paralizar las construcciones, que los obreros de las
construcciones se iban a quedar sin trabajo, que se iban a acabar las
viviendas, que las necesidades de viviendas no se iban a poder satisfacer. Empezaron a hacer todas aquellas campañas,
como han hecho con cuanta medida justa ha dictado el gobierno. ¿Por qué tenía que ser lo de antes y no lo de
ahora? ¿Por qué tenía que ser aquel
sistema de abusos que había aquí y no el de ahora? Antes era el sistema de los gobiernos que
estaban al lado de los privilegios, de los gobiernos que estaban al lado de la
explotación, pero no podía ser el sistema de un gobierno que estuviera
dispuesto a ayudar al pueblo, a servir al pueblo. Los gobiernos no deben existir para defender privilegios. Los gobiernos no deben existir para defender
minorías o intereses de minorías, los gobiernos deben existir para defender los
intereses de la mayoría (APLAUSOS).
Antes,
naturalmente, le tomaban el pelo aquí a todo el mundo, y hablaban del pueblo y
mencionaban al pueblo y, por lo general, la frase que se oía mucho era “defender
al pueblo”. El fondo de todo eso y de
todo lo que se le enseñaba al pueblo, y de todo, de la forma en que se trataba
de educar al pueblo, era ocultándole la esencia de las cosas. Es decir, el pueblo vivía resignado a aquel
sistema de vivienda. ¿Por qué? Porque ya le habían habituado la mente a que
tenía que aceptar eso, aceptarlo resignadamente y como una cosa inconmovible. Es decir que hasta tenían que ponerse contentos
cuando encontraban una casa.
Habían
educado al pueblo en eso. ¿Quién le
habló al pueblo? ¿Qué órganos de esos
reaccionarios, que hoy hacen campaña contra la Revolución le habló al pueblo de
estos problemas? (EXCLAMACIONES.) ¿Cuál
promovió nunca alguna campaña a favor de un sistema que convirtiera a los
inquilinos en propietarios de esas casas, a medida que fueran amortizando el
capital invertido en ella? No, esas
campañas no se promovían aquí, porque las campañas que se promovían aquí eran a
favor del grupito de intereses que eran los que disfrutaban aquí todos los
beneficios. Es decir que el pueblo
contaba con un sistema de explotación y los gobiernos, pues, eran en realidad
defensores de aquellos sistemas.
La
Revolución ha venido a hacer una cosa tan justa en esto como en todo y como en
todo lo que vaya haciendo, que nadie lo podrá discutir, porque, ¿quién puede
discutir entre lo justo y lo injusto?
¿Quién puede discutir entre la explotación de la familia que le estén
privando a sus hijos a veces hasta de los gustos más elementales, privándoselos
a la familia, para que vayan a engrosar las cuentas abultadas de algún señor
potentado? ¿Quién puede discutir que es
mucho más justo que la familia esos ingresos se los ahorre para sus gastos,
para sus hijos, en ropa, en zapatos, en alimentación, en diversión y que,
además, lo que ha pagado se convierta en propiedad de ellas? (APLAUSOS.)
Ellos
dicen que nosotros estamos contra la propiedad.
Los que están contra la propiedad son ellos, porque no querían que el pueblo
tuviera nada nunca (APLAUSOS). No es lo
mismo estar contra la propiedad, que querer que todo el mundo posea, querer que
todo el mundo disfrute de la riqueza de su pueblo y de su tierra. Que lo que nosotros queremos es que el sol
salga para todos y no para unos cuantos (APLAUSOS). Si usted deja que 100 familias sean las
propietarias de todas las casas y sean las propietarias de todas las tierras, y
sean las propietarias de todas las playas, y sean las propietarias de todos los
solares, y viene un gobierno y permite eso, no hay campaña contra ese gobierno,
es un gobierno democrático, un gobierno bueno (EXCLAMACIONES). ¡Ah!, no hay campaña si usted quiere que 100
sean los dueños de todo, entonces no dicen que uno es enemigo de la propiedad,
porque es la propiedad de 100, la propiedad de 100, y entonces hay todos los
demás sin ninguna propiedad. Si usted
trata de que en vez de 100, cada familia tenga su casa, cada campesino tenga su
pedazo de tierra, cada niño pueda ir a bañarse a una playa, que todo el mundo
tenga escuela, que todo el mundo pueda ir a un médico o a un hospital cuando lo
necesite, que todo el mundo tenga parques, que todo el mundo tenga trabajo, que
todo el mundo pueda ir todas las mañanas al mercado o todas las semanas al mercado
a comprar las cosas que necesita la familia, y que todo el mundo reciba una
educación y todo el mundo reciba una cultura y una preparación para ser útiles
en beneficio propio y en beneficio de los demás (APLAUSOS); cuando uno quiere
que esos beneficios que han estado al alcance de unos pocos, estén al alcance
de todos, entonces dicen que uno es enemigo de la propiedad.
Los
enemigos de la propiedad son ellos, porque la acapararon y la monopolizaron
(APLAUSOS). Es decir, no querían que
nunca nadie tuviera casa, que estuvieran toda la vida pagando un alquiler. ¡Ah!, ¿veintiocho años pagando alquiler sin
tener de aquella casa ni un ladrillo?
¡Ah!, eso les parece muy moral y muy honesto (EXCLAMACIONES). ¡Ah!, si nosotros queremos que en 20 años,
pagando mucho menos, sea dueño de toda la casa, entonces dicen que eso es malo
(EXCLAMACIONES). Y además, el dinero que
deposita la familia en esa casa, que paga todos los meses, no es un dinero que
se va, es un dinero que se guarda, porque es como si lo depositara en una
alcancía, lo que va pagando todos los meses, porque ese dinero no va a parar a
manos de nadie, queda a su favor, porque cada peso que paga, es una parte de
aquella casa, casa que puede vender, puede un día si quiere hacerse otra casa,
ha cambiado de situación, quiere mudarse o quiere cambiarla, lo puede hacer, el
instituto lo autoriza. ¿Qué es lo único
que tiene que preocuparle al instituto?, que la casa no se vaya a estar
alquilando, porque entonces con el dinero que le están prestando a la familia,
va a estar explotando a otra familia. No
puede estar de acuerdo con eso, porque si lo han librado a él de la
explotación, no debe estar explotando después a otro alquilándole la casa, ¿no? (APLAUSOS.) ¿La puede vender? Sí, la puede vender, se la puede vender
también, con autorización, a una familia que la necesite. La puede vender por lo que ha pagado por
ella, más un 20%, porque hemos querido poner, incluso, un margen. Pero no más de un 20%. ¿Para qué?
Para que no ocurra que alguno reciba el beneficio de la casa y después
quiera venderla por el doble de lo que ha pagado, porque eso sería una
injusticia. Es decir que todo eso está
regulado; puede cambiar de casa, puede venderla, no quiere decir que esté
obligado a vivir toda la vida ahí, puede en un momento determinado construir su
casa en otro lado y vender aquella por lo que le ha costado y beneficia a otra
familia. Es decir que esas operaciones
las puede realizar, no está esclavizado con la casa. Y es el sistema que permite que el dinero que
se gaste en esa casa, sea como si lo depositara en una alcancía.
Eso
es, en esencia, lo del INAV. Más a favor
de la familia es
imposible hacer.
Es
decir que mejor sistema para resolver el problema de la vivienda no se puede
hacer. Y al mismo tiempo van a tener
otra cosa, van a tener las escuelas cerca, van a tener las tiendas cerca en los
repartos que hemos hecho. Hemos tenido
que empezarlos rápidamente, no hemos tenido tiempo, no podíamos perder un año
haciendo planes, pero cada vez serán mejores y ya por ejemplo en La Habana del
Este, ya allí tendrán las creches, allí tendrán las
escuelas, allí tendrán las tiendas, allí lo tendrán todo. Allí tendrán el club, con piscina y
todo. Allí tendrán los campos deportivos
(APLAUSOS). Es decir (ALGUIEN DEL PUBLICO
DICE: “Mejor
que el Country Club”), mejor que el Country Club, claro, porque en el Country Club
no están protegidos los niños, como están protegidos allí, porque las calles no
atraviesan la barriada, sino que entran hasta cierto punto. Los niños están protegidos, los niños no
tienen que salir para ir a los campos deportivos, no tienen que salir de la barriada,
de la zona van a la misma zona; para ir a la escuela no tienen que atravesar
calles, van allí a la escuela que está al lado.
Las familias dejan a los hijos en las creches
si son pequeños, si tienen que trabajar, porque las tienen allí cerquita. Lo tienen todo cerca, los campos deportivos, el club; incluso, no
tienen que salir de allí para ir a la piscina, para ir al club, para ir al
cine. Lo tendrán todo y además, tendrán
las áreas verdes. Porque la ciudad es un
amasijo de casas, la ciudad de La Habana, sin áreas verdes, es decir que no hay
ni oxígeno a veces, porque se necesita la vegetación.
Y
como eso lo ha construido el INAV, no lo construyó con el criterio de estar
construyendo aquí para que el solar de al lado aumentara de precio y después
venderlo, sino que construye aquí y la zona del lado se queda para escuelas,
queda para áreas verdes, se queda para campos deportivos, nos va a salir una ciudad
perfecta. Y también ahora tenemos el
reparto Bahía, que va a tener un mercado también allí, que va a ser uno de los
mercados más baratos.
En
fin, ¿cómo se construyó la ciudad antes, cómo se construía la ciudad? Pues se construyó pegando una casa detrás de
la otra. Es decir que no tenía el número
de tiendas, de acuerdo con el número de familias, no tenía el número de
escuelas de acuerdo con el número de familias, porque a veces en una cuadra
había cinco bodegas y después en 30 cuadras no había ninguna bodega, porque no
se construyó con orden; no se reservó áreas para parques, no se reservó áreas
para sembrar árboles, sino que cada uno iba sumando una casa a la otra. ¿Y qué parece la ciudad? La verdad que la ciudad parece una casa de
locos. Se construyó sin orden, después
había que derribar aquí para construir otra cosa, derribar allí para hacer otro
edificio, derribar allá para hacer una escuela, derribar más allá para hacer un
parque. Pues ahora no pasará nada de eso
porque las escuelas, las tiendas, los parques, las áreas verdes, las calles,
todo estará hecho desde el principio.
¿Quién va a discutir que eso es mucho mejor que el sistema de antes? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nadie!”) Ahora tenemos la consecuencia, cualquiera que
va en un helicóptero sobre la Ciudad de La Habana ve un amasijo de casas y da
tristeza ver una ciudad sin áreas verdes; una ciudad de un millón de habitantes
sin parques; porque ahora sí, ahora el INIT está arreglando el Bosque de La
Habana, se están haciendo playas.
Había
otra cosa, la ciudad no tenía playas; si no se bañaban los muchachos por ahí
por el Malecón, no tenían playa adonde ir, algunas playas, las más lejanas; el
ir a una playa, pues, era otro privilegio aquí de unos cuantos. Una ciudad de un millón de habitantes en un
país tropical, que no tenía áreas verdes y que no tenía playas. ¿Eso podía ser bueno? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Y qué dijeron contra eso los que hacen hoy
campañas contrarrevolucionarias? ¡Ah!,
para combatir la Revolución y para combatir las cosas justas que ha hecho la
Revolución sí tienen mucha energía, les sobra energía. ¡Ah!, pero para combatir en el pasado todas
esas injusticias no tenían ninguna energía; en definitiva estaban al servicio
de esas injusticias, no de las cosas buenas de la Revolución, de las cosas
justas, de todo lo que se hace aquí. Y
no aquí solamente porque lo está haciendo en toda la isla, porque es una obra
que estamos haciendo en toda Cuba.
Quisiéramos hacer más pero si la Revolución no hace más, es porque no
puede, porque los recursos están limitados.
Sin embargo, cada día se podrá hacer más, en la misma medida en que la
producción nacional sea mayor, en que los recursos económicos de la nación sean
mayores; la Revolución podrá hacer más casas, la Revolución podrá hacer más
centros turísticos, la Revolución podrá hacer más hospitales, podrá hacer
mejores escuelas. Con las escuelas, lo
que hemos hecho de inmediato es preparar todos los grandes cuarteles y muchos cuarteles
los estamos convirtiendo en escuelas, si la Revolución no hace casas es porque
no puede hacer más casas. Se han hecho varios
miles en un año, en menos de un año, en menos de un año. Se han hecho varios miles. Y este año tenemos esperanza de aumentar el
número de casas que se están haciendo (APLAUSOS). Pero, en realidad se hace todo lo que se
puede hacer de acuerdo con nuestros recursos.
El
INAV realmente ha tenido un triunfo extraordinario. Se debe fundamentalmente a que es un
organismo que está bien dirigido, a la persona que escogimos para dirigir ese
organismo, a las personas que a su vez, la directora del organismo escogió para
trabajar con ella. Si ustedes visitan
aquí el INAV se encontrarán antes que nada, un gran dinamismo, todo el mundo
trabajando, todo el mundo interesado, entusiasmado con lo que están
haciendo. Unos trabajando en proyectos,
otros trabajando en la propaganda, otros trabajando en el aspecto social, en la
distribución de las viviendas, pero lo primero que ustedes encuentran es un
gran dinamismo, un gran espíritu de trabajo.
Ustedes van y se encuentran a los ingenieros trabajando, ustedes van a
las zonas donde se está construyendo y se encuentran a los obreros
trabajando. Y cada día lo hacen con más
gusto. ¿Por qué? Porque saben que están construyendo para el
pueblo, saben que están haciendo una obra justa, tratan de rendir más. ¿Por qué?
Porque saben que no están trabajando para beneficio de un señor determinado
que va a ser dueño de 40 ó de 100 casas, sino que están trabajando para
familias que van a ser felices, desde el mismo momento en que vayan a vivir en
aquellas casas y que mientras más rindan ellos en su trabajo, más baratas van a
ser aquellas casas para las familias. Y
porque, además, ellos mismos van a ser beneficiarios de esas casas, porque
cualquier obrero hoy puede ser beneficiado por estas casas del INAV, y por eso
trabajaban cada vez con mayor entusiasmo, y ya hay núcleos, como el de La
Habana del Este, donde hay cerca de 3 000 obreros trabajando, es un
verdadero hormiguero humano allí trabajando y levantando esos edificios que,
como ustedes ven, crecen día a día.
Es
decir que han trabajado todos: los trabajadores, los técnicos, los
directores del organismo, y una de las causas de ese funcionamiento correcto es
la presencia de compañeras y compañeros revolucionarios en el organismo, porque
cuando visitamos las oficinas del INAV, nos encontramos a muchas de aquellas
compañeras que las veíamos también en las manifestaciones durante la lucha
contra la tiranía, que las veíamos en los trabajos clandestinos de la
Revolución. Es decir, personas que se
sacrificaron por la Revolución y que por eso hoy trabajaban con tanto
entusiasmo en hacer que la Revolución adelante.
A eso se deben los éxitos alcanzados por el INAV, y también, como con
toda justicia recordó el Presidente de la República que el compañero Cesáreo
murió casi por agotamiento (APLAUSOS).
Porque hace apenas ocho meses, en vista del formidable trabajo que había
hecho en el Ayuntamiento de La Habana, lo llamamos, subimos al edificio del
INRA y desde la azotea le explicamos todas las áreas donde podían hacerse construcciones
y la necesidad de realizar un plan con la mayor rapidez posible, porque había
miles de trabajadores de las construcciones que no tenían trabajo y que era
urgente resolver todos esos problemas. Y
se entregó de tal manera a la tarea de construir viviendas, que a pesar de su
juventud, fue víctima de un colapso, y murió.
Para nosotros fue una gran pérdida, pero siempre lo recordamos como uno
de los mártires de esta Revolución, porque hubo mártires en la lucha contra la
tiranía, pero ha habido también mártires en la paz, hombres que han trabajado
hasta agotar sus fuerzas, hasta morir. Y
Cesáreo será siempre recordado por nosotros y será siempre una persona cuyo
nombre estará vinculado al Instituto Nacional de Ahorro y Viviendas.
Gracias
a todos esos factores se ha podido adelantar mucho. Eso, sin embargo, no nos conforma. La compañera Pastorita
Núñez ha cumplido a cabalidad con su deber, con lo que esperábamos de
ella. Ha hecho todo lo que esperábamos
de ella, y como esperamos de ella que siga haciendo cada vez más, estamos
seguros de que cada vez hará más en el INAV (APLAUSOS).
Hoy
han sido 1 000 personas las que han venido aquí a recibir sus casas. En el futuro serán muchos miles más. Era realmente emocionante ver aquí cómo se
alzaban los brazos para indicar el reparto donde iban a recibir sus casas los
aquí presentes. La alegría y la
satisfacción para ustedes y para nosotros es
grande. Ahora estamos empezando, pero no
habremos terminado esta obra —esta obra en la ciudad y en el campo, porque en el
campo también se están construyendo muchas viviendas campesinas—, no habremos
dado por terminado este programa, hasta el día en que cuando se pregunte
quiénes son los que han recibido casas, o quiénes son los cubanos que ya tienen
casa propia, todas las familias, absolutamente, sin excepción, levanten la mano
(APLAUSOS). Y ese día llegará, ese día llegará,
en que cada familia cubana sea dueña de su propia casa y cuando se quiera
saber, en realidad, a quién debemos agradecerle esa obra, lo que hay que
responder es bien sencillo:
esa obra no hay que agradecérsela a nadie en particular, esa obra
hay que agradecérsela al pueblo, porque es el pueblo el que está haciendo esa
obra. Ninguno de nosotros sería nada sin
el pueblo, es decir, ninguno de nosotros podríamos hacer nada sin el
pueblo. Nosotros podemos realizar esta
obra por el pueblo y con el pueblo y, por supuesto, para el pueblo (APLAUSOS).
Esta
es una obra que realiza el pueblo y una obra que se puede estar realizando, que
el pueblo tiene la oportunidad de realizar gracias a los que se sacrificaron,
gracias a los que dieron su vida por esta Revolución, porque para hacer posible
esta proclama de honradez que hizo esta tarde la compañera Pastorita
Núñez, de que no faltaba ni una puntilla, ni un centavo (APLAUSOS). Para que en la patria se haya establecido
para siempre la honradez, para lograr esta oportunidad de que el pueblo pudiera
realizar su obra, para librarnos de las trabas que nos lo impedían, para
librarnos de aquellos males que tenían maniatado a nuestro pueblo fue necesario
que muchos compatriotas se sacrificaran.
Para combatir aquellas formas criminales, para arrancarlas de raíz de
una vez y para siempre de nuestra patria, para acabar de una vez y para siempre
con el abuso y con el crimen, para acabar de una vez y para siempre con el
vicio y el saqueo, para acabar de una vez y para siempre con aquel pasado
bochornoso que no volverá, para acabar con todo aquello fue necesario luchar
duro y fue necesario que muchos jóvenes, que muchos campesinos, que muchos
hombres humildes del pueblo dieran sus vidas.
Sin aquella lucha, sin aquel valor con que luchó nuestro pueblo dejando
miles y miles de hijos en el camino, estas realidades de hoy no habrían sido
posibles. Ya que sin esa sangre generosa
que se derramó, sin el luto que hoy visten muchas madres, sin todos aquellos
sacrificios el país no sería lo que es hoy.
Por
eso tenemos que tener siempre presente a los caídos, por eso debemos tener
presente que la obra revolucionaria costó muchos sacrificios y que los que
conspiran contra una revolución que costó tantos sacrificios, que los que hacen
campañas calumniosas y traidoras contra una revolución que costó tanta sangre,
son como aquellos que ayer ensangrentaron a la patria, son como cómplices de
los criminales, porque los que hoy combaten esta obra hermosa de nuestro pueblo
es como si volvieran a asesinar a los compañeros que cayeron (APLAUSOS), es
como si levantaran sus manos asesinas para dejarlas caer contra las víctimas de
ayer. Porque no se luchó en vano, se
luchó por algo, por ese algo que hoy tenemos y debemos defender. Y tratar de destruir lo que se hizo con tanto
sacrificio y con tanto dolor es como convertirse en victimarios de los hombres
que se sacrificaron, ya que no son otra cosa.
Aquellos fueron los asesinos materiales y estos son los asesinos de hoy;
los que quieren hacer inútil el sacrificio de nuestros muertos, y los que
quieren llevarnos a un pasado, para que el pueblo tenga de nuevo que
sacrificarse por su libertad y por su felicidad. Eso es lo que quieren, y eso es precisamente
lo que no conseguirán jamás (APLAUSOS).
Y
no lo conseguirán por una sola razón: por el pueblo. Porque, ¿de qué manera se las van a arreglar
para hacer nada contra la voluntad del pueblo?
¿De qué manera se las van a arreglar para volver a encadenar a nuestro
pueblo?, ya que convencerlo no lo van a convencer nunca más. ¿Engañarlo?, no lo van a engañar nunca
más. ¿Confundirlo?, no lo van a confundir
nunca más. Y por tanto, todo lo que
traten de hacer, tendrán que tratarlo de hacer contra el pueblo y contra el
pueblo; contra un pueblo despabilado, contra un pueblo despierto, contra un
pueblo que ha aprendido mucho y cada día aprende más; contra un pueblo cada día
más preparado, más consciente, más generoso, más comprendedor, contra un pueblo
en esas condiciones no podrá nadie, no podrá nadie, y esa es una realidad. Por mucho que traten de obstaculizarnos en el
camino, por mucho que traten de perjudicar hay una cosa de lo que nosotros
estamos absolutamente seguros, y es de que no lograrán sus propósitos. Sencillamente, porque hay una fuerza nueva en
la historia de Cuba, hay una fuerza que no contó nunca, hay una fuerza muy
poderosa que antes no decidía en los destinos de nuestro país. Y esa fuerza invencible, que no contaba
antes, pero que cuenta hoy, esa fuerza indestructible, que no hacía acto de
presencia ayer, pero ha hecho acto de presencia definitivamente en la historia de
nuestra patria, es el pueblo.
(OVACION.)