DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA
CONCENTRACION CELEBRADA EN PINAR DEL RIO, EL 20 DE MAYO DE 1960.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER
MINISTRO)
Pinareños:
Hace
algo más de un año se efectuó en esta ciudad la primera concentración después
del triunfo revolucionario; fue, si mal no recuerdo, en el mes de enero del año
pasado. Es esta, pues, la segunda
concentración a la que he tenido la oportunidad de asistir; hay una a la que
falté, estaba por la provincia de Oriente y no tuve posibilidad de
asistir. Pero en esta ocasión, a pesar
de que no se había anunciado mucho y a pesar de que todos nosotros tenemos un
gran trabajo, no me quise perder esta concentración del pueblo de Pinar del Río
(APLAUSOS).
No
solo han transcurrido algunos meses, sino que han ocurrido muchas cosas en
nuestra patria desde entonces. No se
había hecho todavía la primera ley revolucionaria, la obra de la Revolución
apenas había comenzado. En aquella
ocasión era solamente la fe del pueblo, el pueblo tenía fe, el pueblo creía; en
aquella ocasión celebrábamos la hora de la libertad; en aquella ocasión
nosotros acabábamos de llegar de la guerra; en aquella ocasión comenzaba
nuestro pueblo, después de siete años de terror, a respirar la tranquilidad, la
seguridad y la alegría que la Revolución le trajo. En aquellos momentos la alegría no era como
hoy, aquella era una alegría que obedecía a aquel sentimiento de los que nos
habíamos quitado algo de encima. Para
las madres y los padres, era como si se les hubiese quitado el temor a la
muerte de sus hijos; al campesino le habíamos quitado el guardia rural, se lo
habíamos quitado de encima con machete y todo:
al estudiante y al obrero en la ciudad les habíamos quitado a los
policías de la tiranía, el propio pueblo se había librado de esbirros, chivatos
y toda aquella pandilla de criminales y malvados que nos hacían vivir en el
terror, que nos hacían vivir en medio del peligro y del horror. Esa era la alegría de aquella ocasión, la
alegría de un pueblo que se ha quitado algo de encima que le pesaba mucho
(APLAUSOS).
Es
posible que poco a poco lo vayamos olvidando, y es natural; es natural que nos
acostumbremos a vivir libres y nos parezcan cada vez más lejanos aquellos
días. Ya apenas si nos alegramos por las
mismas causas que nos alegrábamos hace un año, porque otras alegrías han venido
a sustituir la alegría de ayer. La
alegría de hoy es la alegría de un pueblo por lo que ha ido creando; la alegría
de hoy no es solamente por lo que nos hemos quitado de encima, sino por lo que
hemos hecho después del triunfo de la Revolución (APLAUSOS); la alegría de hoy
es también, en parte, porque nos hemos quitado muchas cosas de encima, porque
nos hemos quitado de encima, por ejemplo, muchos privilegios y muchos abusos
(APLAUSOS). Primero había que vencer a
los esbirros, después había que vencer a los intereses de los poderosos, y
todavía nos quedan por vencer a poderosos adversarios y enemigos (APLAUSOS).
Hoy
no nos alegramos de una esperanza o de una promesa; hoy nos alegramos de una
realidad y de algunos sueños que se han cumplido. Y, sin embargo, hay un hecho que debemos
considerar, y es que hoy hay aquí más pueblo que en aquella primera
concentración (APLAUSOS). Y eso es por
algo. A los hombres que han venido aquí
no se les han dado premios para venir aquí, no están aquí como en tiempos
pasados iban algunos a los actos públicos, porque les hubiesen dado, o les
hubiesen ofrecido algo (EXCLAMACIONES); los hombres y mujeres que están aquí
han venido de una manera absolutamente espontánea y gustosa (APLAUSOS).
Antes
algunos políticos reunían algún pueblo; eran, en muchas ocasiones, ciudadanos
obligados a asistir a los actos, obreros que trabajaban en obras públicas, a los
que obligaban a asistir a cualquier concentración, empleados públicos, y el que
no asistiera corría el riesgo de perder su trabajo.
Por
eso, lo que importaba para nosotros hoy era algo más que el número de
ciudadanos que se había reunido; había algo todavía más digno de tomarse en
cuenta, y era el entusiasmo de los hombres y mujeres que aquí se han reunido,
los rostros de los hombres y las mujeres que aquí se han reunido (APLAUSOS), la
alegría y la fe de los hombres, las mujeres, los niños y las niñas, los jóvenes
y los ancianos que aquí se han reunido (APLAUSOS); porque eso vale mucho más
todavía que el número, porque eso es lo que más dice y eso es lo que más nos
alienta. Y esa es la expresión de un
hecho: que la
Revolución se está haciendo y que el pueblo reconoce la obra de la Revolución
(APLAUSOS).
Si
hoy hay más cubanos aquí que la vez anterior, es porque la Revolución ha estado
sirviendo al pueblo. Si la Revolución no
estuviese cumpliendo sus fines, este año habría menos ciudadanos en esta
concentración; si la Revolución no hubiese llenado las aspiraciones de nuestro
pueblo, si la Revolución no hubiese cumplido, si la Revolución no hubiese
marchado hacia adelante, hoy no habría más ciudadanos que ayer, porque hoy no
se está por aquella alegría del triunfo del Primero de Enero; hoy se está por
una obra que se está realizando (APLAUSOS).
Y los pueblos responden a los hechos, los pueblos no responden a las
palabras; ¡los pueblos responden a los hechos!
Y nuestro pueblo había sufrido muchas defraudaciones, nuestro pueblo se
había hecho ilusiones muchas veces; y cuántas veces el pueblo albergó una
esperanza, cuantas veces nuestro pueblo forjó una ilusión, no tardó mucho en
sufrir; cuántas veces se hizo de alguna esperanza, no tardó mucho en perderla, porque
muchas veces traicionaron a nuestro pueblo.
Ustedes,
los que están aquí reunidos, son en gran parte campesinos, son en gran parte
obreros de la ciudad, estudiantes, hombres y mujeres humildes del pueblo; y
ustedes recuerdan cuánto tiempo se oyó hablar en Cuba de reforma agraria. Y hablar, se hablaba; todos los demagogos y
los politiqueros hablaban de reforma agraria.
Durante muchos años, se hablaba del pobre guajiro, y empleaban esas
palabras: “el pobre guajiro”, “el
olvidado guajiro”, que lo explotaban con los contratos de aparcería, que no
eran dueños de su tierra, o que no tenían tierra donde trabajar, o que no
tenían trabajo, o que no tenían escuelas, o que no tenían crédito, o que le
cobraban un interés muy alto, o que le cobraban el abono al doble de precio, o
que no le pagaban los precios mínimos que marcaba la ley, o que los
especuladores controlaban el tabaco, o que los políticos se robaban el fondo de
la caja de estabilización, o que las mercancías eran caras y se especulaba con
los artículos de primera necesidad, o que se cometían muchos abusos en el
campo, o que la guardia rural les daba plan de machete a los obreros y a los
campesinos, o que los ministros se robaban el dinero de las escuelas y el
dinero de los hospitales, o que el señor fulano de tal se compró una finca de
300 ó 400 caballerías con el dinero que le había robado al pueblo; o que el
señor fulano de tal era dueño de la península de Guanahacabibes; o mengano,
dueño de la mitad de la cordillera de la Sierra de los Organos;
o que el contrabando entraba por La Coloma, o entraba por La Esperanza, o
entraba por Mariel, o entraba por Cabañas; o que el bolitero tal se había hecho rico, que había tantos
botelleros.
Y
todo el mundo se acuerda de aquel pasado, todo el mundo se acuerda de aquellos
días. Venían los políticos, ¿y a qué
venían? Venían los políticos, ¿y qué nos
ofrecían? Llenaban las paredes de
letreros, llenaban los postes y las palmas de pasquines. No venían con un sombrero de yarey, venían
con un sombrero de jipi-japa; no venían en compañía
de hombres vestidos de verde, venían del brazo de hombres vestidos de
amarillo. Traían mucho dinero en sus
carteras, traían muchos adulones en su corte de acompañantes.
¿Y
cuántos años no estuvieron ofreciendo?
¿Cuántos años no estuvieron prometiendo?
¿Cuántos años no estuvieron dándose golpes de pecho? ¡Y tan descarados, que se presentaban año por
año, elección por elección, reorganización por reorganización, y era siempre la
misma cosa, era siempre la misma burla, era siempre la misma mentira, era
siempre la misma estafa! (APLAUSOS.)
¿Y
cómo nos iban a hacer creer que los males de la república podían
resolverse? ¿Y cómo es que llevaban al
pueblo a las reuniones? ¿Y qué esperanza
cierta podía haber tenido el pueblo de Cuba de resolver alguna vez aquellos
males por esos caminos? ¿Qué esperanza,
mientras existiera aquella institución que se llamaba ejército, armado hasta
los dientes, que jamás habría estado dispuesto a renunciar a sus privilegios, y
que siempre había estado al lado de los enemigos del pueblo y al lado de los
intereses enemigos de la patria?
(APLAUSOS.) ¿Qué esperanza de
resolver aquellos problemas mientras había aquel ejército intocable, aquel
ejército poderoso contra el cual ningún político se habría atrevido a esgrimir
no ya balas, ni siquiera palabras? ¿Qué
esperanza de aquellos charlatanes inmorales podían abrirle paso a nuestro
pueblo? Porque aquí se trataba de abrir
paso, y abrir paso en medio de una muralla de fusiles
que apuntaban hacia el pueblo, y de abrirse paso en medio de una muralla de
intereses (APLAUSOS). Porque aquí
el guajiro o el obrero no contaban para nada; aquí contaba el que venía vestido
de dril cien, en un Cadillac largo, largo (APLAUSOS);
aquí contaba el dueño de las grandes fincas, aquí contaba el coronel, o
contaban los generales, aquí contaban los políticos. Y esos eran los amos todopoderosos de la
economía del país.
Aquí
un guajiro sudoroso con sombrero de yarey, o un trabajador con su camisa de
trabajo, no contaban para nada (APLAUSOS); ante él no se inclinaba nadie, ante
él no guardaba consideración nadie.
Contaban aquellos que iban una vez a la semana; y si saludaban al que
trabajaba en sus fincas, lo hacían como quien prodigaba un favor, como a quien
había que agradecerle si algún día se dignaba tocar con sus finas manos las
manos encalladas de los trabajadores de sus fincas (APLAUSOS). Ese venía y recogía; el otro vivía allí, lo
hacía todo y no recogía nada.
Pero
si de aquellas ganancias pagaban algunos impuestos, que se suponía que eran
para escuelas o para hospitales, aquello se quedaba en manos de los políticos o
de los militares. ¿Y qué le tocaba al
pueblo? ¿Qué le ha tocado al pueblo
durante estos 50 años, como no han sido las miserias? ¿Qué le ha tocado al pueblo que trabaja? ¿Qué le ha tocado al pueblo que produce? ¿Cuántos hijos de campesinos y de obreros
fueron a las universidades? ¿Cuántos
hijos de campesinos y obreros tenían un médico al alcance de su mano? ¿Y qué tenía que hacer aquel campesino, o
aquel trabajador, cuando un hijo se le enfermaba? ¿Qué tenía que hacer, si no vender hasta las
gallinas de la casa? ¿Qué tenía que
hacer el obrero, si no ir a parar en manos del garrotero, e hipotecar su sueldo
a un ciento por ciento de interés?
¿Qué
recibía el pueblo? ¿Qué le dieron al
pueblo, al pueblo que lo producía todo, al pueblo que trabajaba, al pueblo que
creaba? ¿Qué le dieron al pueblo? ¿Qué le dejaron al pueblo? ¿Cuántas escuelas pusieron en nuestros
campos? ¿Cuántos maestros, cuántos
libros repartieron? ¿Cuántos caminos
construyeron? ¿Cuántos barcos les dieron
a los pescadores? ¿Qué hicieron por el
pueblo que todo lo producía y todo lo creaba?
Si
era un cosechero de tabaco y le prestaban dinero, le cobraban el 7%, o el 8%, o el 10%, o el 15%, o el 20%; además,
le vendían el abono, y le daban abono con tierra; además le compraban el tabaco
por debajo del precio que marcaba la ley; además, le pesaban mal el tabaco; y
además, le quitaban la tercera parte del tabaco (APLAUSOS). Pero además, le vendían las mercancías caras;
además, lo sometían al miedo y al terror; además, lo amenazaban, y ya sabían
los campesinos lo que les esperaba si trataban de organizarse para reclamar
algún derecho; ya sabían los campesinos lo que les tocaba si protestaban contra
todo aquello.
Y
así estuvieron saqueando al pueblo durante 50 años, los saquearon a ustedes,
saquearon a los padres de ustedes y saquearon a los abuelos de ustedes
(APLAUSOS). Así, tan tranquilamente,
como si se tratase de una cosa correcta, como si se tratase de una cosa
buena. Y mientras tanto, los hijos de
ustedes no podían ir a las escuelas, los hijos de ustedes no podían ir a las
universidades, los hijos de ustedes en muchos casos no podían ni siquiera
aprender a poner su nombre. Los estaban
preparando para algo. ¿Saben para
qué? Para seguirlos saqueando. ¿Por qué se iban a interesar en poner
escuelas? ¿Por qué se iban a preocupar
de que los campesinos aprendieran? ¿Por
qué se iban a preocupar de que los campesinos adquiriesen una cultura? ¿Por qué se iban a preocupar de que los
campesinos comprendieran? ¿Qué es lo que
les convenía a los que llevaban la tercera parte de todos los frutos, y
cobraban el 20% de interés, y pesaban mal el tabaco, y pagaban por debajo de la
ley, y vendían abono mezclado con tierra?
¿Qué les iba a convenir? ¿Que
ustedes aprendieran? ¿Que el pueblo
permaneciera en la ignorancia? ¡Sí,
porque era la única forma, la única forma de mantener aquella explotación,
desde los bisabuelos hasta los tataranietos, y así sucesivamente!
¿Habría
el pueblo aceptado todo eso, si hubiesen tenido conciencia del abuso que
estaban cometiendo con él? Había casos
de campesinos que hasta se creían obligados a agradecerle a aquel señor que les
diera un pedazo de tierra, que les quitara la tercera parte, les cobrara el
20%, les pesara mal, les pagaba menos de lo que le señalaba la ley, les
vendiera, además, las posturas al doble de lo que costaban, y además de todo
eso, les vendiera abono con tierra.
Había
campesinos que se creían obligados a sentir gratitud por aquel señor. ¿Por qué?
Porque no tenía conciencia de la explotación de que era víctima, no
tenía el pueblo conciencia de su fuerza, los ciudadanos se encontraban en la
calle unos con otros, y se lamentaban, unos con otros, y se quejaban, unos con
otros, y decían: “Aquel
es un ladrón, aquel es un desfalcador, aquel es un explotador; me pagaron tanto
por la cosecha, me llevaron tanto.” Pero
el campesino, el obrero, el estudiante y el trabajador intelectual, las
personas que se sentían indignadas por estas cosas, hablaban, y todo el mundo
hablaba; sin embargo, todo seguía igual.
El
pueblo no tenía conciencia de su propia fuerza, el pueblo no sabía lo que eran
esas milicias de obreros organizados, esas milicias de campesinos organizados,
esas milicias de estudiantes organizados, esas milicias de mujeres organizadas,
esas milicias de niños organizados (APLAUSOS); el pueblo no sabía de lo que era
capaz el propio pueblo, el pueblo no sabía de que de sí mismo podía sacar
soldados más valientes y mejores combatientes que aquellos que mantenían a
nuestro pueblo en el terror; el pueblo no tenía conciencia de su propia fuerza,
y por eso unos pocos, un puñado de militares, más un puñado de politiqueros,
más un puñado de intereses económicos, un puñado de ciudadanos que
representaban esos intereses, mantenían en esa situación a la inmensa mayoría
del pueblo, porque el pueblo no tenía conciencia de su propia fuerza.
Si
el pueblo hubiese tenido conciencia de su propia fuerza, si el pueblo hubiese
tenido conciencia de lo que podía hacer revolucionariamente, si el pueblo
hubiese tenido conciencia de lo que podía hacer rebelándose, no habría
perdurado aquel abuso y aquella explotación desde nuestros abuelos, desde
nuestros bisabuelos, desde nuestros tatarabuelos, hasta hoy, como había
perdurado. Si el pueblo hubiese sabido
de lo que era capaz, si el pueblo se hubiese visto con fusiles, como han
marchado hoy; si esos campesinos se hubiesen visto con esos rifles, si esos trabajadores
y estudiantes se hubiesen visto con esos rifles, si esas mujeres y esos jóvenes
se hubiesen visto con esos rifles, se hubiesen imaginado desfilando un día como
hoy, hubiesen comprendido lo que era su fuerza cuando, en vez de dividirse como
estaba dividido el pueblo, haciendo grupos detrás de cada demagogo, detrás de
cada politiquero, detrás de cada camarilla hubiese comprendido la fuerza que
había en la unión del pueblo, y no en aquella división absurda en que iban con
unos libritos e inscribían a unos campesinos en el partido liberal, y a otros
campesinos en el partido conservador, y a otros campesinos en el partido
nacionalista, y dividían al campesino, que era uno solo y que tenía el mismo
problema, que tenía el mismo sufrimiento y que tenía el mismo dolor, que tenía
el mismo dolor y la misma miseria, que los explotaban los mismos latifundistas,
que los explotaban los mismos intereses, los dividían en grupos, los dividían
en un sinnúmero de grupos.
Y
salían por ahí los sargentos políticos, haciéndose compadres de todo el mundo,
para después ir a decirle al campesino noble y bueno: “Compadre, afíliese aquí, que le conviene;
afíliese aquí, que yo le voy a meter un muchacho en una escuela, y le voy a
meter un hijo en otra, afíliese aquí, que yo le voy a buscar un trabajito en
obras públicas, o yo le voy a buscar un puestecito en
el gobierno, afíliese aquí, que yo le voy a ayudar; y, además, afíliese aquí,
porque usted es mi compadre, y los compadres tenemos que ayudarnos” (APLAUSOS).
Y
así dividían algo que era igual, dividían a los campesinos de un barrio con los
campesinos de otro; y llevaban ron, y mataban reses, y bailaban congas, para
así quitar al campesino de la idea de su miseria, de la idea de su dolor,
alejar de la mente del campesino el espíritu de lucha, y mantenerlo dividido,
de manera que a ese pueblo dividido, a ese obrero dividido, a ese pueblo
dividido, siendo un mismo pueblo y teniendo los mismos intereses, lo mantenían
dividido en mil fracciones, para que el pueblo fuese impotente. En dos palabras, usaban la táctica de enfrentar
a los propios obreros entre sí, a los propios campesinos entre sí, y al propio
pueblo, unos contra otros. Esa era la
táctica que usaban, y si el pueblo hubiese tenido conciencia de la fuerza que
le daba la unión, si el pueblo hubiese tenido conciencia de su tremenda fuerza
cuando todo eso desapareciera, no habría perdurado durante medio siglo la
explotación y el abuso en nuestra tierra (APLAUSOS).
Pero,
en fin, tanto abusaron, tanto explotaron al pueblo, tanto maltrataron al
pueblo, tanto se pasaron de la raya, que tenía que venir lo que vino
(APLAUSOS); ¡tenía que llegar un día en que el pueblo se cansara, tenía que
llegar un día en que el pueblo se asqueara, tenía que llegar un día en que el
pueblo se rebelara, tenía que llegar un día en que el pueblo agarrara los
fusiles, en que el pueblo agarrara los machetes (APLAUSOS); tenía que llegar un
día en que el pueblo se decidiera a pedir cuentas, tenía que llegar un día en
que el pueblo fusilara a 500 criminales
(APLAUSOS), tenía que llegar un día en que el pueblo se cansara de tantos
ladrones y les quitara lo que se habían robado (APLAUSOS), tenía que llegar un
día en que el pueblo recuperara lo suyo, tenía que llegar un día en que el
pueblo acabara con los politiqueros, tenía que llegar un día en que el pueblo
acabara con los latifundios (APLAUSOS), tenía que llegar un día en que el
pueblo acabara con los privilegios, tenía que llegar un día en que el pueblo
dijera: “Basta ya, fuera de aquí,
fusiles para los obreros y los campesinos, machetes para los campesinos,
fusiles para los estudiantes, fusiles para los hombres, fusiles para las
mujeres, fusiles para los ancianos, fusiles para los niños, fusiles para todo
el mundo!” (APLAUSOS.) ¡Tenía que llegar
un día en que el pueblo dijera: “Afíliame en esa milicia, porque esa
es la milicia de mi sindicato, esa es la milicia de mi cooperativa, esa es la
milicia de mi asociación campesina!
(APLAUSOS.)
¡Y
yo soy campesino —el de aquí, como el de Oriente—, y yo soy obrero —el de aquí,
como el de Oriente—, y yo soy estudiante —el de aquí, como el de Oriente—, y yo
soy igual al guajiro de Oriente, y yo soy igual al obrero de Oriente, y yo soy
igual al estudiante de Oriente; yo pertenezco a esa fuerza tremenda que se
llama pueblo, yo formo parte de esa fuerza extraordinaria y poderosa que se
llama pueblo, más poderosa que todos los privilegios de ayer, más poderosa que
aquellos militares que ayer nos oprimían!
¡Yo formo parte de ese pueblo que peleó, yo formo parte de ese pueblo
que cerró filas, yo formo parte de ese pueblo victorioso, yo soy una sola cosa,
yo soy pueblo, y soy pueblo unido, y soy pueblo fuerte!
¡Y
ahora no soy yo solo, ahora no podrá venir nadie a golpearme porque para
golpearme a mí tendrán que golpear a todo el pueblo! (APLAUSOS.)
Ahora
no podrá venir nadie a asesinar a mi hijo; porque para asesinar a mi hijo,
tienen que asesinar a los hijos de todas las madres y a todas las madres y a
todos los padres (APLAUSOS). Ahora no
podrá venir nadie a robarme, ahora no podrá venir nadie a explotarme; porque
para explotarme, para robarme, tendrán que robarle a todo el pueblo
(APLAUSOS). Ahora no podrán venir a
quitarme mi pedacito de tierra, ahora no podrán venir a arrancar mi bohío con
una yunta de bueyes, ahora no podrán venir a dejar a mis hijos sin techo;
porque para arrancarme mi casa, para dejar a mis hijos sin techo, tendrán que
arrancarles las casas a todos los cientos de miles de hermanos que tengo en
Cuba (APLAUSOS).
Porque
ahora no soy yo solo para defenderme.
Antes era yo solo, antes no tenía a quién acudir, antes estábamos
divididos, antes no podía contar con nadie, antes era yo solo; ahora no soy
solo; ahora somos millones de seres humanos (APLAUSOS); ahora no es mi sola
fuerza, ahora no son solo mis brazos, sino la fuerza de millones de brazos;
ahora no soy yo quien se indigna, ahora frente a la injusticia que conmigo
cometan, se indignan todos, se indigna un pueblo entero (APLAUSOS).
Y
ahora no seré más aquel ser que no contaba para nada; hoy cuento algo, hoy
cuento todo; hoy ya no tengo que avergonzarme cuando voy con mi ropa sudada, mi
sombrero de yarey (APLAUSOS), con mi ropa de trabajador por las calles de las
ciudades, porque hoy no es vergüenza ser guajiro ni es una vergüenza ser obrero
(APLAUSOS). Hoy los que sienten
vergüenza son los que ayer se paseaban en sus Cadillacs
ante las miserias de nuestro pueblo (APLAUSOS).
Hoy
ser obrero, o ser campesino, o ser estudiante, o ser trabajador intelectual, o
ser útil de una forma o de otra a la patria, es una honra y es un signo de
honor. Antes solo tenía las miserias, y
no tenía siquiera los honores; lo hacía todo, y no recibía ni el reconocimiento
de su esfuerzo; ayer era pobre, ignorado y desconocido; hoy es el primer
ciudadano de la república, hoy es el ciudadano más querido y más respetado de
la república, el guajiro, el obrero, el estudiante (APLAUSOS).
y no será ya
más la explotación, no será ya más el quitarle la tercera parte al que producía
los frutos de la tierra con su trabajo, no será ya más arrebatarle los
productos de su cosecha, robarle, como le robaban en todos los órdenes, ya no
será jamás, y nunca más volverá a ser como era (APLAUSOS). Y nunca más volverá nadie a abusar del
pueblo, ni volverá nadie a robarle al pueblo, ni volverán a dividir en
fracciones al pueblo, ni a destruir la fuerza del pueblo, ni a empañar la
conciencia del pueblo, ni a mantener al pueblo en la ignorancia para que ese
pueblo siguiese siendo instrumento fácil de los privilegios. Y los hijos ya no crecerán ignorantes, ni
crecerán sin escuelas, y esos valles —esos valles hermosos de esta provincia,
que fue la cenicienta, pero que ya no es ni será nunca más la cenicienta de
Cuba (APLAUSOS)—, esos valles no serán solo valles
hermosos, no serán solo hermosos por el paisaje; serán hermosos por la
felicidad que allí reinará, y más hermosos todavía porque serán más felices los
hombres que porque sean bellas las montañas.
Y
será esta una de las provincias más ricas de Cuba. Y bastan los números para explicar por qué
esta provincia va a ser una de las provincias más ricas de Cuba (APLAUSOS), y
basta comparar el total de dinero, es decir, el valor total de la cosecha de
tabaco del año pasado y el valor total de la cosecha de tabaco este año, en el
campo, sin contar el tabaco ya despalillado, seleccionado y manipulado, el
valor en bruto del tabaco en el campo fue desde 1958 a 1959, de
23 368 892 pesos, y el valor total de este año es de
41 377 600 pesos (APLAUSOS).
Es
decir que, según estimados conservadores, el valor total del tabaco en esta
provincia casi duplica el valor de ese mismo producto, que es el producto
principal de esta provincia, del año anterior a este. Es decir que solo en el tabaco virtualmente
se duplica el dinero que esta provincia recibe.
Los
préstamos concedidos a 18 000 campesinos han sido de 17 millones de
pesos; las casas de tabaco construidas pasan de 500; reconstruidas, más de
1 000; 30 000 toneladas de abono puro (APLAUSOS); y el valor —valor
que nunca se pagó en años anteriores, valor que nunca se pagó el que marcaba la
ley, que nunca se pagó por lo que realmente pesaba, y que por primera vez se
obliga a pagar el año pasado— ha sido este año mayor gracias al esfuerzo del
Gobierno Revolucionario (APLAUSOS).
Porque cuando el Gobierno Revolucionario toma una medida, toma la medida
que puede tomar, no la medida que desearía tomar; y cuando se va a tomar una
medida sobre precios no puede ser el precio que se desee. ¡Ojalá que pudiera establecer un precio
infinito en todos los productos, y que todos tuvieran absolutamente lo que
necesiten para satisfacer todas sus necesidades! Pero los gobernantes tenemos nuestros
límites, que son muy rigurosos, y es que un gobernante no puede alterar el
precio de un producto en el mercado mundial.
Nosotros no podemos alterar por decreto el precio del azúcar en el
mercado mundial, y ese precio depende de la cantidad de azúcar producida en el
mundo, y tenemos que venderla al precio que tenga en el mundo. Quisiéramos poder vender el azúcar a un
precio mucho más elevado, para que el obrero azucarero ganara el doble, o el
triple, pero nosotros no podemos elevar por decreto el precio del azúcar en el
mercado mundial, y tenemos que recibir el precio que nos paguen por ese
producto, de acuerdo con la demanda que haya y las existencias de azúcar que
haya en el mundo.
Los
gobernantes tenemos límites muy rigurosos; no podemos alterar por decreto el
precio del tabaco en el mercado mundial, como no podemos alterar el precio del
café; y esos límites están por encima de nuestros deseos.
Pero
a pesar de estas circunstancias, hemos estudiado las ganancias que se podían
llevar a los campesinos, tratando por supuesto de evitar perjudicar a otra
parte del pueblo; porque hay muchos trabajadores, miles de trabajadores
humildes, que viven de torcer tabaco, hay miles de fabriquitas de tabaco, hay
el pueblo que consume tabaco, ese obrero azucarero al que no se le puede pagar
más, porque el azúcar tiene un precio en el mercado mundial, y que si le
encarecemos algo que usa todos los días, como el cigarro y el tabaco,
estaríamos buscando una solución que mejora a unos a base de lastimar a
otros. Y por eso los gobernantes tenemos
nuestros obstáculos, los gobernantes tenemos nuestros límites; esos límites que
el pueblo comprende, porque hoy gobierno no quiere decir sino velar por el
pueblo, y luchar por el pueblo y tratar de que todos mejoren, sobre todo que
mejoren los que no tienen nada, que mejoren los que menos ganan, que mejoren
los que están más mal.
Y
por eso, dentro de esos límites, a pesar de esos límites, el Gobierno
Revolucionario ha podido elevar el tabaco que se clasificaba de tercera y que
tenía 20 pesos señalados antes, que no se pagaban en muchas ocasiones, lo ha
elevado en un 25%, para valer ahora 25 pesos; y el tabaco de segunda, de 22,50
a 28 pesos; y el tabaco de primera, de 25 pesos a 28 pesos.
Es
decir que además de los créditos, de los equipos, de las rentas que ya no hay
que pagar, de las mejoras en los precios de los abonos y de las semillas
(APLAUSOS), se ha elevado todo lo que ha estado al alcance de nuestras manos,
después de analizar todas las posibilidades, en más de un 20% el precio del
tabaco. Y así esta provincia recibirá
por ese producto casi el doble de millones de pesos de lo que recibió el año
anterior.
Pero
no ha sido solamente el tabaco. En la
zona de San Cristóbal, por ejemplo, han trabajado más de 5 000 personas en
las cooperativas que se han estado organizando (APLAUSOS), en la zona de Mantua
se están sembrando 30 millones de eucaliptos. Y ustedes saben que las tierras
situadas al norte y al sur de la cordillera de la Sierra de los Organos fueron en otros tiempos ricos pinares de donde se
extrajeron cantidades fabulosas de madera, y que hoy han desaparecido, que esa
riqueza tenemos que restaurarla para que dentro de 10, 12 ó 15 años, esta
provincia sea una de las provincias más ricas en madera de las que puedan vivir
miles y miles de pinareños (APLAUSOS).
Y
se están desarrollando las siembras de papa, de maní, de cebolla; se están
haciendo numerosos criaderos de cerdos de raza para la producción de artículos
que estábamos importando; se están cosechando grandes extensiones de arroz, se
están estableciendo grandes centros ganaderos, y además se están construyendo
pueblos, como ese pueblo de los “Hermanos Saíz”, como
ese pueblo de la cooperativa El Rosario, como ese pueblo de San Vicente. Y así son los pueblos que vamos a construir
en toda la provincia.
Con
los recursos de los primeros años, con lo que ganamos los primeros años, porque
tenemos que librar la batalla contra la miseria, no podemos descansar hasta que
con nuestro esfuerzo hayamos ya borrado de nuestros campos hasta el último
bohío, hasta que cada campesino y cada obrero, y cada familia del pueblo no
tenga una casa, como esas casas que hay en cualquiera de las cooperativas, no
podemos descansar y no podemos descansar en nuestra tarea de hacer escuelas
(APLAUSOS).
Ustedes
saben que el escuadrón se convirtió en un hogar de niños.
Ustedes
saben que el regimiento ya está desalojado, y que ahí vamos a hacer una gran
ciudad escolar en ese regimiento (APLAUSOS).
Ustedes saben que el ejército ha convertido en escuelas 16 cuarteles;
ustedes saben que ya no se encuentran los cuarteles por las carreteras; ustedes
saben que en todos esos pueblos donde antes el visitante se encontraba un
cuartel, hoy hay una escuela, donde ya no se conoce ni el rastro de lo que
había sido cuartel (APLAUSOS).
Así
que los visitantes que llegan a esta provincia —provincia que está siendo
visitada más que nunca antes, porque son miles y miles de personas las que se
mueven todas las semanas, y va en aumento el número de personas que vienen a
Viñales, o van a Soroa, o van a Cabañas, o van a cualquiera de los tantos
pueblos, como San Diego, como la antigua Hacienda Cortina y otros centros
turísticos, o como las playas —esos
visitantes ya no encuentran aquí cuarteles; encuentran escuelas.
Y
seguiremos por ese camino, y seguiremos por ese sendero de educar y preparar al
pueblo; seguiremos cumpliendo esa obra, porque esa era la obra que el pueblo
quería, eso era lo que el pueblo quería, y la Revolución está haciendo lo que
el pueblo quería (APLAUSOS).
Ya
no será Pinar del Río la cenicienta de Cuba; Pinar del Río será una de las
provincias de más trabajo, de más alto estándar de vida y bienestar general
(APLAUSOS). Será Pinar del Río una de las
primeras provincias, y tendrá una economía cada vez más floreciente, y tendrá
cada año ingresos mayores, y llegará el día en que no haya un solo
desempleado. Ya hubo zonas
este año, como San Cristóbal y Mantua, que cuando empezó la zafra no había personal,
porque estaban trabajando en las cosechas de tomate, o estaban trabajando en
las siembras de eucaliptos y no había personal para el tabaco y no había
personal para las cañas. Es decir que
por primera vez en nuestra historia faltaban brazos, y eso en un solo año de
Gobierno Revolucionario, que en este orden del tabaco, por ejemplo, o de la
educación si queremos —para no hablar más que de educación—, ha establecido el
Gobierno Revolucionario en un año 600 nuevos maestros, 16 cuarteles
transformados en escuelas, 8 escuelas secundarias, 19 centros escolares urbanos
y más de 200 escuelas rurales (APLAUSOS).
Esa
ha sido la obra de un año. Por eso este
año había aquí hoy más pueblo que la primera vez, porque aquella alegría, la
alegría del triunfo, era una alegría que podía pasar, porque esas emociones van
pasando; en cambio, hay una emoción que no pasa nunca, hay una alegría y un
sentimiento que no pasa nunca, es el sentimiento de progreso de los pueblos, es
el afán creador de los pueblos, es la obra que los pueblos desarrollan, y que
ese sentimiento no pasa nunca, y ese es el sentimiento de hoy y será el
sentimiento de mañana.
Eso
es lo que estamos haciendo, eso es lo que quiere decir patria (APLAUSOS). Patria es lo que estamos haciendo, y patria
se hace con honradez, patria se hace con trabajo, patria se hace con
sacrificio, patria se hace con dignidad.
¡Y nosotros estamos haciendo patria!
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Patria o Muerte!”)
Vivimos
todos soñando con un mañana, con un mañana que será distinto al pasado, con un
mañana que será mucho mejor que el presente; vivimos pensando en esa patria que
estamos haciendo; vivimos pensando en esos niños que crecen; vivimos pensando
en lo que será esa patria cuando todos nuestros campos estén cultivados, cuando
miles de escuelas estén establecidas en todo el país, cuando en nuestras
ciudades escolares cientos de miles de niños estén estudiando, cuando cada
cubano sepa leer y escribir, cuando cada familia tenga una casa como esta,
cuando cada campesino tenga asegurada su tranquilidad y su felicidad y la de
sus hijos y la de sus nietos, cuando estas conquistas que hemos logrado hoy
sean conquistas definitivas para las generaciones venideras (APLAUSOS), vivimos
soñando en esa patria del mañana, en la que tenemos derecho a pensar y a soñar,
porque la estamos construyendo, porque la estamos fundando, porque la estamos
haciendo. ¡Y para arrancarnos ese sueño,
tendrán que arrancarnos la vida!
(APLAUSOS.) ¡Para destruirnos esa
patria tendrán que destruirnos a nosotros!
Y
por eso marchamos, y por eso hemos organizado las milicias, y por eso cada
campesino y cada obrero y cada estudiante, cada cubano que quiera su patria,
tendrá un fusil y sabrá manejar ese fusil (APLAUSOS); porque cuando un pueblo
está construyendo su futuro, cuando un pueblo se ha salido del pasado y ha roto
las cadenas, y ha abierto brecha en medio de una muralla de intereses, ¡ese
pueblo no se resigna jamás a abandonar el camino emprendido, a ese pueblo no
podrán vencerlo nada ni nadie!
(APLAUSOS.) ¡Ese pueblo está
demasiado sembrado en su tierra, ese pueblo está demasiado sembrado en su
esperanza, ese pueblo está demasiado sembrado en sus sueños, para que pueda
resignarse a volver al pasado! ¡A ese
pueblo no podrán dominarlo jamás!
(APLAUSOS.) ¡A ese pueblo no
podrán vencerlo jamás! (APLAUSOS.)
Y
si extranjeros poderosos intentan doblegarnos, si extranjeros poderosos vienen
a destruir esta obra, ¡sepan que en cada brazo se
encontrarán un fusil, que en cada pecho se encontrarán un héroe (APLAUSOS), que
en cada cubano se encontrarán un soldado, y que de nuestra tierra no hay quien
nos arranque, y que de nuestros sueños no hay quien nos arranque, y que la
patria que estamos haciendo no hay quien nos la destruya, porque nuestro lema
es: ¡Patria o Muerte!
(OVACION)