DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN CONMEMORACION
DEL VII ANIVERSARIO DEL 26 DE JULIO, EN LAS MERCEDES, ESTRIBACIONES DE LA
SIERRA MAESTRA, EL 26 DE JULIO DE 1960.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Distinguidas delegaciones de
distintos países del mundo que nos visitan (APLAUSOS);
Compañeritos de la Ciudad
Escolar "Camilo Cienfuegos" (APLAUSOS); Maestros Voluntarios de la
Sierra Maestra (APLAUSOS);
Campesinos (APLAUSOS);
Trabajadores (APLAUSOS);
Jóvenes de las Brigadas
Juveniles de Trabajo Revolucionario (APLAUSOS);
Compañeros del Ejército
Rebelde que construyen las ciudades escolares, represas, hospitales y casas
para los campesinos (APLAUSOS);
Compañeros de la Escuela de
Soldados Revolucionarios de las Minas del Frío (APLAUSOS);
Responsables de Milicias
(APLAUSOS);
Cadetes (APLAUSOS);
Cubanos todos (APLAUSOS):
Había
sido nuestra mayor preocupación en los días pasados, el poder asistir a esta
gran concentración. Motivos de salud nos
habían mantenido en la incertidumbre.
Era, después de todo... había
sido ya bastante duro no poder asistir a la última concentración en la capital
de la República, y habría sido más duro todavía —y lo fue en parte— no haber
estado en la provincia de Oriente desde hace varios días. Nosotros habíamos cifrado algunas esperanzas
en esta fecha. Teníamos algunas obras
que pensábamos terminar para este día.
Por ejemplo, el nuevo reparto en la ciudad de Santiago de Cuba para las
familias pobres que vivían allí en las peores condiciones (APLAUSOS), la ciudad
de los Pescadores en Manzanillo (APLAUSOS), 12 pueblos más de varios centenares
de casas cada uno en distintas cooperativas agrícolas (APLAUSOS); y la primera
unidad de la Ciudad Escolar "Camilo Cienfuegos" (APLAUSOS). No porque hubiésemos hecho esas obras
precisamente para conmemorar el 26 de Julio, pero tomamos esa fecha como motivo
de emulación, para que todos redoblásemos el esfuerzo a fin de adelantar los
trabajos.
Ciertamente,
esas obras no se pudieron terminar.
Veinte días consecutivos de lluvias torrenciales hicieron imposible los
toques finales que requerían esas obras; sin embargo, unas sí pudimos terminar
este 26 de Julio, y en realidad, si hemos podido terminar esta no importa que
las otras tarden todavía un mes o dos más.
Hemos
podido terminar la primera unidad de la Ciudad Escolar "Camilo
Cienfuegos" (APLAUSOS), hemos podido cumplir esa meta para esta fecha, y
en realidad nada más emocionante ni más alentador para todos nosotros.
Esta
fecha y este sitio son dos cosas que se juntan muy estrechamente en nuestro
sentimiento y en nuestro recuerdo: 26 de
Julio y Sierra Maestra (APLAUSOS); son dos nombres que han de pesar muy
hondamente en el corazón de cada uno de nosotros, porque antes de que
pudiéramos alcanzar estas cosas, antes de que estas hermosas realidades de hoy
tuviesen vida, antes de estas grandes victorias de nuestro pueblo, era aquel
tiempo en que apenas comenzábamos, era aquel tiempo de los sueños de los primeros
combatientes revolucionarios de nuestra generación; antes que ciudades y
pueblos, antes que cooperativas y escuelas, antes que ciudades escolares y
títulos a campesinos, antes que los maestros, antes que estos soldados
ejemplares de la nueva patria, que trabajan para el pueblo, antes de esta
sensación de libertad y esta emoción presentes, no había más que ilusiones en
nuestras mentes.
Y
así empezó aquel esfuerzo hace apenas siete años. Aquel 26 de Julio de 1953 que fue la
culminación del esfuerzo de un grupo de jóvenes llenos de ideales que se
lanzaron hacia aquella lucha desigual y difícil. Y aquello no fue más que el inicio, el inicio
de una lucha de siete años, porque así son los frutos que los hombres deben
adquirir con su esfuerzo, los frutos que los pueblos han de conquistar con
sacrificio y con trabajo, que muchas veces mientras más próximos parecen, más
se alejan de nuestras posibilidades. Y
así, aquel 26 de Julio fue para nosotros un minuto, en que cuando parecía
culminar una lucha, cuando parecía culminar un esfuerzo para iniciar la batalla
por la liberación de nuestro pueblo, no era el fin, sino el comienzo.
y aquel grupo
de combatientes, los que no fueron asesinados, fuimos a parar a las prisiones
con nuestros propósitos y nuestros sueños, para allí poder madurar tras largos
meses de encierro, el ideal que llevábamos dentro, el propósito que nos animó a
dar la primera batalla, a persistir en nuestro objetivo a pesar de la
adversidad de aquel minuto, a persistir en nuestro propósito; porque hoy, en
esta tarde, no podemos menos que recordar también aquellos días tristes, no
podemos menos que recordar aquella tarde del 26 de Julio de 1953 (APLAUSOS), en
que no era como hoy, día de alegría y de triunfo, en que no era como hoy, día
de optimismo y de alegría, en que no era como hoy, día en que un pueblo recoge
los frutos que los caídos han ido sembrando a lo largo de años (APLAUSOS); no
era como hoy, día de esa emoción profunda con que todos hemos escuchado a este
niño, niño campesino dotado por la naturaleza de viva inteligencia, de
extraordinaria capacidad de orador, que ha venido aquí a esta tribuna, a hablar
en nombre de sus compañeros, como prueba de los tesoros humanos que en la
patria se desperdiciaran antes y como prueba de que el fruto de la patria tiene
que ser necesariamente grande, cuando de allí mismo, de aquel rincón de la
provincia de Oriente, donde pusimos nosotros nuestros pasos al desembarcar, de
allí mismo surge un niño que, con su lenguaje sencillo y su palabra cálida, es
capaz de expresar aquí, ante una imponente multitud, lo que ya en su
inteligencia y en su corazón joven es capaz de comprender y de hacérnoslo
comprender (APLAUSOS). Hoy, al pasar por
delante de nuestra tribuna revolucionaria esos entusiastas hermanos de los distintos
pueblos de la América, que vinieron a traernos el amor, la simpatía y el calor de sus tierras (APLAUSOS), como
para darnos el ánimo, al recibir ese aliento que ellos saben que nosotros
necesitamos en esta hora, vivíamos ciertamente, uno de esos minutos, que en un
marco como este, un día como hoy, frente a esa Sierra donde se gestó la
victoria, tenía que hacernos excepcionalmente felices.
Pero
no fue así siempre y por contraste, venían también a nuestras mentes, los
recuerdos de aquel primer 26, aquella tarde en que todo era amargura y dolor,
en que sobre nuestro ánimo pesaba el dolor de los compañeros que habían muerto
y el dolor de la derrota que obligaba a la patria a una espera, cuyos límites
era imposible imaginarse en aquel instante.
y recordar los
minutos de adversidad es bueno, recordar los minutos en que las realidades
presentes no eran más que sueños, es bueno, recordar la lucha, es bueno,
recordar el sacrificio y el dolor que han costado las victorias, es bueno; es
bueno porque nos enseña, es bueno porque nos dice que en el camino de los
pueblos nada es fácil, nos enseña que los pueblos para conquistar aquellas
cosas que anhelan tienen que sacrificarse y tienen que luchar muy duramente, y
que los pueblos no se pueden desanimar en la adversidad (APLAUSOS), y que los
revolucionarios no se pueden desalentar en la adversidad, ni en los momentos
difíciles, porque los pueblos que perseveran y los hombres que perseveran
triunfan, los pueblos que luchan y los líderes que luchan, llevan adelante sus
sueños; los pueblos que saben erguirse frente a los obstáculos marchan
adelante; los pueblos que no se desaniman ni se acobardan ante el tamaño de las
dificultades que tengan por delante, tienen derecho a la victoria, los pueblos
que no tiemblan ante el adversario poderoso, los pueblos que no tiemblan ante
el precio que tengan que pagar por su libertad, los pueblos que no tiemblan
ante el precio que tengan que pagar por su dignidad, los pueblos que no
tiemblan por el precio que tengan que pagar por la justicia, los pueblos que no
tiemblan ante el precio que tengan que pagar por su felicidad, tienen derecho a
la felicidad, tienen derecho a la victoria, tienen derecho a la libertad,
tienen derecho al progreso, tienen derecho a la dignidad (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: "¡Venceremos!").
Y
nuestro pueblo es uno de esos pueblos que no tembló nunca ante el sacrificio,
es uno de esos pueblos que no tembló nunca ante el precio que le obligasen a
pagar por su dignidad y por su libertad (APLAUSOS); un pueblo que no tembló ni
temblará nunca ante el precio que tenga que pagar por su felicidad (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES DE:
"¡Fidel, Fidel, Fidel!").
¿Qué
quiere nuestro pueblo? Nuestro pueblo
quiere esto, nuestro pueblo quiere, sencillamente, ser feliz. Y quiere ser feliz al precio que cueste ser
feliz (APLAUSOS). Y nuestro pueblo
empezó a ser feliz desde el mismo minuto en que empezó a sentirse realmente
libre (APLAUSOS).
Para
ser feliz un pueblo, no necesita siquiera haber alcanzado el fin propuesto;
para que un pueblo empiece a sentirse feliz, basta con que comience a luchar
por aquellas cosas que lo pueden hacer feliz (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Venceremos, Venceremos!";
"¡Fidel, Fidel!"). Un pueblo
comienza a ser feliz desde el mismo momento en que comienza a luchar por algo,
porque luchar por algo hace felices a los pueblos, como someterse sin lucha,
renunciar a la lucha y al esfuerzo, hace desgraciados e infelices a los pueblos
(APLAUSOS). No somos felices, solamente,
porque hayamos alcanzado algo, sino porque estemos luchando para alcanzar algo.
Y
es posible que las generaciones venideras vivan mucho mejor que nosotros, es
posible que las generaciones venideras lleguen a disfrutar plenamente, mucho
más plenamente que nosotros... (UN
HELICOPTERO INTERRUMPE EL ACTO AL PASAR REITERADAS VECES POR ENCIMA DE LA
TRIBUNA)
Quería
decirles que nuestro pueblo comenzó a sentirse feliz desde el mismo momento en
que empezó a luchar por algo. Esa
aspiración claro que nos tiene que costar esfuerzos, nos tiene que costar sacrificios,
pero no importa, nosotros sentimos la satisfacción de que estamos luchando por
algo y para algo (APLAUSOS). Fuerzas e
intereses poderosos luchan por impedir que nosotros realicemos esas
aspiraciones; pero no importa, nosotros nos sentimos felices de saber que
luchamos y lucharemos contra esas fuerzas e intereses, por poderosos que sean,
para conseguir lo que nosotros queremos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Cuba sí, yankis no!")
¿Por
qué se reúne aquí esta imponente multitud?
¿Por qué han bajado de la Sierra Maestra millares y decenas de millares
de campesinos? ¿Por qué han venido desde
la región occidental de Cuba cientos de miles de cubanos? ¿Por qué se ha desplazado hacia Oriente tan
extraordinario número de ciudadanos?
¿Por qué se ha podido reunir en descampado una multitud? Porque en una ciudad es lógico y explicable
que pueda reunirse una multitud, pero que en un campo absolutamente despoblado
se reúna una multitud como esta, quiere decir algo, quiere decir mucho
(APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel,
Fidel!", "¡Unidad, unidad!").
Que
un río humano se mueva en un torrente hacia este sitio; que decenas y decenas
de miles de personas se hayan trasladado a este punto desde hace varios días, y
que en la noche de ayer un número incalculable de ciudadanos estuviese
durmiendo en los caminos, a las orillas de las carreteras y bajo los árboles
(APLAUSOS y EXCLAMACIONES
DE: "¡Lo que sea, lo que sea!”);
personas que tal vez nunca durmieron al aire libre, nunca durmieron bajo un
árbol o a la orilla de un camino; personas que hasta incluso, quizás,
consideraban la vida imposible en esas condiciones, y hasta se consideraban a
sí mismos incapaces de pasar por esas pruebas (APLAUSOS), las hayan llevado a
cabo como si hubiese sido actividad acostumbrada durante toda su vida, esto
quiere decir algo; eso quiere decir...
(EXCLAMACIONES DE:
"¡Fidel, Fidel!"), ¡Fidel es un nombre pasajero en la
historia gloriosa y eterna de la patria!
(EXCLAMACIONES DE:
"¡Fidel, Fidel!"); eso quiere decir algo más que un nombre,
¡eso quiere decir que nuestro pueblo lucha por algo! (APLAUSOS); ¡eso quiere
decir que nuestro pueblo quiere ardientemente algo! (EXCLAMACIONES DE: "¡Patria o Muerte!", Y
DE: "¡Venceremos!"); eso
quiere decir que nuestro pueblo quiere patria; eso quiere decir que nuestro
pueblo quiere justicia, eso quiere decir que nuestro pueblo quiere libertad
(APLAUSOS).
Eso
quiere decir que nuestro pueblo quiere algo justo; eso quiere decir que nuestro
pueblo quiere algo, por lo que siente que tiene un derecho que nadie se lo
puede discutir (APLAUSOS). Eso quiere
decir que nadie se lo puede discutir (APLAUSOS). Eso quiere decir que nuestro pueblo quiere
algo más de lo que ha tenido hasta hoy; eso quiere decir que nuestro pueblo
quiere vivir de forma distinta a como ha vivido hasta hoy (APLAUSOS). Eso quiere decir que nuestro pueblo no se
puede resignar a seguir viviendo como vivía ayer (EXCLAMACIONES DE: "¡No!"); eso quiere decir que
nuestro pueblo ha decidido trocar la sumisión de ayer, la esclavitud de ayer,
la injusticia de ayer, por la justicia de hoy, la libertad de hoy y la rebeldía
de hoy (APLAUSOS). ¡Que nuestro pueblo
ha decidido cambiar la humillación de ayer por la gloria de hoy! ¡Que nuestro pueblo ha decidido cambiar la
vergüenza de ayer por el orgullo de hoy!
¡Que nuestro pueblo ha decidido cambiar la tristeza y la desesperanza de
ayer, por la alegría de hoy y la esperanza de mañana!
Y eso que se puede decir, o se puede tratar de
decir con palabras sencillas, eso es, sin embargo, un acontecimiento decisivo
en la vida de un país, y en el caso de Cuba, por la fuerza moral que irradia de
su Revolución, por la simpatía que conquista con su dignidad, se va
convirtiendo en un acontecimiento decisivo, no solo ya para la historia de
nuestra pequeña isla, sino para la historia de nuestro gran continente.
Y eso quiere decir que los cubanos, en su
esfuerzo por conquistar la felicidad, se ven ya en la necesidad, no solo de
pensar en nosotros mismos —lo cual sería egoísta, lo cual sería ingrato—, sino
que se ve obligado a pensar en los demás pueblos hermanos de América
(APLAUSOS).
Los
cubanos, en nuestro esfuerzo por conquistar nuestra felicidad, estamos
arrastrando hacia el mismo propósito a los demás pueblos hermanos de América
(APLAUSOS). Y puesto que la principal
causa de la agresión a nuestra patria obedece al propósito de evitar que seamos
un ejemplo para esos pueblos, en esa misma medida, en la medida en que nos
quieran destruir, para que no seamos ejemplo, ¡es deber nuestro tratar de ser
ejemplo para que no nos puedan destruir!
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Venceremos, Venceremos!")
Tenemos
que tratar de ser cada vez mejor ejemplo, para que no nos puedan destruir,
¡porque nos quieren destruir para que no seamos ejemplo! (APLAUSOS.) Y puesto que si pudieran
destruirnos no seríamos ejemplo, ¡si podemos ser ejemplo no podrán
destruirnos! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES
DE: "¡Cuba
sí, yankis no!")
De
este modo, al venir a constituir nuestra patria un ejemplo, de la misma manera
que nos quieren destruir, nuestra salvación está, a la larga, en que los demás
pueblos de América vean en Cuba un verdadero ejemplo (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES
DE: "¡Cuba
sí, yankis no!").
Los
campesinos y los hombres sencillos del pueblo pueden comprender esto
perfectamente bien con algunos ejemplos, con un simple análisis, si se
quiere. Antes no había títulos de tierra
para los campesinos; nosotros vimos desfilar esta tarde una legión de
campesinos de la Sierra con sus títulos en la mano (APLAUSOS). Era imposible dejar de comprender la alegría,
el orgullo y la satisfacción que llevaban en sus rostros; no esa satisfacción
que puede verse al hecho material de poseer un título, no esa satisfacción que
puede derivarse solamente de un mejoramiento en el orden material, porque
ningún bienestar simplemente material, ninguna mejora de tipo simplemente
económico es capaz de hacer tan radiantemente felices a los hombres (APLAUSOS).
Para
nosotros, que sabemos el pasado de esos campesinos, a los cuales no se les da
nada, porque lo que ellos producen y lo que ellos tienen en esas tierras lo han
obtenido con su sudor y con su trabajo (APLAUSOS), nosotros simplemente les
hemos dicho: “de
aquí no pueden botarte como ayer” (APLAUSOS).
Nosotros les hemos dicho: “aquí nunca jamás podrá venir alguien a
arrebatarte tu tierra, a destruirte tu hogar (APLAUSOS), para satisfacer
mezquinos y egoístas intereses"; nosotros simplemente les hemos
dicho: "¡Aquí no podrán nunca más
venir a humillarte!"; nosotros no les hemos dado nada, lo que ellos tienen
lo han trabajado. Nosotros simplemente
les hemos venido a decir:
"campesino, desde que la Revolución triunfó, tú eres un ser
humano” (APLAUSOS). "Campesino,
desde que la Revolución triunfó, tus hijos, tu esposa, tu hogar y tu trabajo
son cosa sagrada. ¡Campesino, tu persona
es sagrada! ¡Campesino, tus hijos
llegarán a tener lo que tú no tuviste!
¡Campesino, tus hijos tendrán escuela!
¡Campesino, tus hijos tendrán médico!"
Nosotros
no les hemos dado nada, porque lo que el campesino recibe se lo da el pueblo (APLAUSOS);
lo que el pueblo recibe lo produce y lo trabaja el pueblo (APLAUSOS), lo que el
pueblo viste, lo que el pueblo calza, lo que el pueblo come, la casa donde
vive, la cama donde duerme, el libro donde lee, lo produce con su trabajo y con
su sudor el pueblo, lo que el maestro que enseña a su hijo, viste, calza y
vive, lo produce con su trabajo y su sudor el pueblo, lo que el médico que
atiende a sus hijos o el ingeniero que construye los caminos o los hospitales
recibe para vivir, lo produce con su sudor y su trabajo el pueblo
(APLAUSOS). Nosotros no le hemos dado
nada al campesino, nosotros simplemente les hemos dicho: "¡Campesinos, ustedes tienen los
derechos que deben tener todos los hijos de esta patria!" (APLAUSOS); y el
derecho no lo dan los hombres, el derecho nace, o debe nacer con cada ser
humano (APLAUSOS). Lo que algunos
hombres han hecho es arrebatarles sus derechos a otros hombres (APLAUSOS); lo
que un pueblo está haciendo hoy en nuestra patria es devolverles sus derechos a
todos los hombres (APLAUSOS).
La
alegría radiante de esos campesinos no era por el pedazo de papel que llevaban
en la mano, la alegría radiante de esos campesinos no era por el grano más de
alimento que van a recibir, un grano ni un millón de granos pueden producir esa
felicidad, la felicidad de esos campesinos es la sensación de que la
humillación desapareció para siempre (APLAUSOS), es la sensación de que la
desesperanza desapareció para siempre, que la incertidumbre y la inseguridad
desaparecieron para siempre, que el abuso desapareció para siempre, que el
privilegio desapareció para siempre (APLAUSOS), que la fuerza al servicio del
egoísmo, desapareció para siempre, que la fuerza al servicio de la explotación
desapareció para siempre, que la fuerza al servicio de los pillos desapareció
para siempre, que los pillos desaparecieron para siempre (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel!",
"¡Venceremos!", "¡Cuba sí, yankis no!", "¡Unidad,
unidad!").
¿Quién
puede comprenderlo mejor que ustedes?
¿Quién puede comprender mejor que el pueblo la necesidad que tenemos de
ser ejemplo? ¿Quién puede comprender
mejor que el pueblo por qué nos atacan?
¿Quién puede comprender mejor que el pueblo por qué nos agreden? ¿Quién puede comprender mejor que el pueblo
por qué quieren destruirnos?
Antes
no había títulos para los campesinos, antes no había tierra, antes no era como
hoy, el respeto, antes no se sentía, como hoy se siente el hombre cubano, padre
respetado en su hogar y hombre respetado en su patria (APLAUSOS); antes eran la
inseguridad y el abuso. Antes no había
ciudades escolares, antes no había estos niños que por aquí marcharon con sus
banderas cubanas desplegadas, antes no había esas voces infantiles que venían a
erguirse y decir su verdad, como para demostrar que la verdad está hasta el
alcance de la mente de nuestros niños, porque son niños que no hablan sino con
el sentimiento, son niños que cuando hablan de las casas quemadas, que cuando
hablan de los aviones bombardeando, que cuando hablan de las injusticias
cometidas con esos campesinos, en la explicación que dio ese niño del porqué el
campesinado y el pueblo se unió al Ejército Rebelde (APLAUSOS); porque es lo
que ha visto, porque es lo que ha vivido, y se le quedará eternamente grabado
en su memoria.
Antes
no había maestros voluntarios que subían a las montañas a entrenarse para ir a
los rincones más apartados de las sierras (APLAUSOS), a llevar la luz, con el
alfabeto y con la enseñanza; antes no había médicos salvando vidas, antes las
vidas se perdían a montones, las inteligencias se perdían a montones; antes no
existían casas para los pescadores, ni casas para los barrios humildes que
vivían desde hacía décadas sobre un basurero en la capital de la provincia
(APLAUSOS), antes no había barcos para los pescadores, como no había casas;
antes no había cooperativas para los campesinos; antes vivían los campesinos en
las guardarrayas, hambrientos y maltratados, antes el amo extranjero poseía la
tierra (APLAUSOS); antes no había soldados que cambiaran el fusil por un pico y
una pala para construir casas, o para construir escuelas, o para construir
represas (APLAUSOS).
Antes
no había honradez; antes no había, como hay hoy en nuestro pueblo, amor; antes
no había, como hay hoy en nuestro pueblo, compañerismo y confraternidad profunda;
antes no se abrían las casas en la ciudad para recibir a los del campo, ni se
abrían las casas en el campo y en los pueblos del interior para los hombres de
la ciudad; antes no había milicias que subían al Turquino preparándose para
defender la patria (APLAUSOS); antes no había soldados esforzados que subían
veinte veces el Pico Turquino (APLAUSOS); antes no había Brigadas Juveniles de
Trabajo que están forjando esas legiones de jóvenes, de los que, quizás, no
tenían por delante sino todas las perspectivas de ruina moral y material que el
pasado brindaba a los jóvenes pobres de nuestra patria (APLAUSOS).
Antes
no había esa igualdad, sin ridículos y absurdos prejuicios, que hoy hay en
nuestra patria (APLAUSOS), antes era la corrupción y la inmoralidad, el abuso
continuo, el saqueo sistemático, la explotación despiadada. Antes no había las compañeras del batallón
"Mariana Grajales" recorriendo la Sierra para recoger niños
(APLAUSOS), antes no era el soldado que llegaba a construir la casa; antes era
el esbirro que iba a quemar la casa (EXCLAMACIONES DE: "¡Fuera!"). Antes era el privilegiado que iba a
arrancarle al campesino el producto de su trabajo de años (APLAUSOS), antes era
el garrotero que venía a explotarlo y no el crédito barato y generoso que hoy
reciben; antes era la tropa asesinando, no conquistando vidas, no construyendo
una ciudad para reconstruir en esas 20 000 almas juveniles las 20 000
vidas que la patria pagó, como dijera ese niño (APLAUSOS); antes era la tropa
arrancando vidas y sembrando huérfanos, antes era el avión ametrallando y
bombardeando, antes era el napalm incendiando los
bohíos y las aldeas, antes eran los rockets de la
base de Caimanera prestados a la tiranía, asesinando
campesinos (APLAUSOS).
Antes,
ni escuelas, ni hospitales, ni médicos, ni maestros, ni soldados trabajando, ni
tierras, ni títulos, ni cooperativas, ni seguridad, ni alegría, ni felicidad,
ni esa gloria y ese orgullo y esa satisfacción de estar luchando por algo
(APLAUSOS).
¿Quién
puede saber mejor que el pueblo lo que va de ayer a hoy? ¿Quién puede saberlo mejor que el campesino,
o el obrero, o la familia humilde? Antes
todo era desesperanza, todo era tiranía y sangre, todo era terror y crimen,
todo era explotación y abuso, todo era enfermedad y muerte, todo era indolencia
y oscuridad (APLAUSOS).
Antes
no se le hacían agresiones a la patria cuando la patria no era del pueblo, sino
que era de un puñado de ambiciosos y explotadores egoístas; antes, cuando la
patria no era del pueblo, cuando la tierra no era del pueblo, cuando la riqueza
no era del pueblo, cuando los maestros no los tenía el pueblo, cuando las
familias humildes no tenían médico, cuando nuestros trabajadores tenían que
morirse de hambre en las guardarrayas, o tenían que morirse de parásitos, de enfermedad,
o de tiros, o de golpes, o de abuso, antes, cuando la tierra no era del pueblo,
sino de las compañías poderosas; cuando la tierra no era del campesino, sino de
los latifundistas egoístas, cuando la patria era de unos cuantos que vivían en
medio de la más triste miseria, la miseria del pueblo, cuando la patria no era
del pueblo, sino de unos cuantos, entonces no le quitaban nada, cuando todos
los millones y millones de sacos de azúcar iban a enriquecer los bolsillos de
los magnates extranjeros, o de los magnates nacionales, y el campesino y el
obrero se morían de hambre, entonces no le quitaban cuota a Cuba (APLAUSOS).
Cuando
los aviones bombardeaban y ametrallaban, cuando las tropas asesinaban, cuando
los bohíos eran incendiados, cuando el crimen se enseñoreaba sobre el suelo de
la patria, no le quitaban cuota a Cuba; se la quitan hoy, cuando esos sacos de
azúcar que producimos son para mejorar las condiciones de vida del pueblo,
cuando esas tierras son del pueblo, cuando estamos construyendo casas para el
pueblo y escuelas para el pueblo, y ciudades escolares para los niños del campo
y hospitales para el pueblo, cuando hemos jurado acabar con la miseria, con el
desempleo, con la pobreza, con la enfermedad, con el analfabetismo; cuando nos
hemos propuesto ser felices, entonces, cuando mayor es el fervor de un pueblo,
cuando más grandes son las esperanzas de ese pueblo y cuando ese pueblo se
sacrifica para ahorrar, para desarrollar su riqueza, sin otro propósito que el
propósito de vivir de su trabajo, el propósito de vivir de los recursos de su
patria, su patria, sí, su patria (APLAUSOS).
Entonces, los que ayer prestaban bombas y prestaban aviones y prestaban
metralla y entrenaban esbirros, esos que armaban las manos asesinas que
destruyeron 20 000 vidas; hoy que no hay esbirros, hoy que una vida nueva
y llena de esperanza surge, nos quieren ponchar la esperanza, nos quieren
destruir el esfuerzo, nos quieren destruir el trabajo, nos quieren someter por
hambre, nos quieren rendir por hambre, y nos agreden, y nos arrebatan nuestra
cuota, y nos confiscan nuestros barcos y nuestros aviones, y nos acosan y
amenazan continuamente, pero como dice el refrán popular: "en el pecado llevarán la
penitencia" (APLAUSOS).
Al
perpetrar esa agresión bárbara y cobarde, contra el esfuerzo de un pueblo que
está luchando tanto por ser feliz, se han acabado de quitar la careta ante
todos los pueblos hermanos de América y les han dicho a esos pueblos, les han
hablado con lenguaje inequívoco a nuestros hermanos de América Latina,
diciéndoles que no traten de ser libres, que no traten de hacer escuelas ni
hospitales, que no traten de recuperar los recursos de su patria, que no traten
de recuperar sus minas, sus petróleos, sus industrias y sus tierras; que no
traten de recuperar su economía, que no traten de recuperar su soberanía plena,
que no traten de hacer ciudades escolares; que no les hagan barcos ni casas a
los pescadores; que no les pongan fábricas ni hogares a los pobres que vivían
en la indigencia; que no le pongan escuelas al pueblo; que no traten de hacer
feliz al pueblo; porque ellos, los oligarcas que gobiernan a Estados Unidos,
son enemigos jurados del progreso y de la felicidad de los pueblos (APLAUSOS).
Les
han dicho a nuestros hermanos de América Latina que son enemigos jurados de los
pueblos de América Latina y les han dicho más, les han dicho: "te compro"; les han dicho a
los gobiernos de América Latina: "te compramos, estamos dispuestos a
comprarte y estamos dispuestos a pagarte un precio porque no apoyen a la Revolución
Cubana; estamos dispuestos a pagarte un precio para que te unas a nosotros
contra la Revolución Cubana". Les
han dicho a los gobiernos de América Latina: “te compramos, estamos dispuestos a
pagarte un precio para que te unas a la maniobra contra Cuba". Aquí, claro que no, pero no faltarán por
allá, quienes se vendan, porque aquí los que se vendían están fusilados o en el
exilio (APLAUSOS).
Los
que asesinaban a sueldo de los grandes intereses, los que vendían la patria a
los grandes intereses, hace rato que nada tienen que ver con los destinos de
Cuba. Pero los oligarcas que gobiernan a
ese país, no solamente les han dicho a los pueblos hermanos que son enemigos
jurados del progreso de los pueblos, sino que son mercaderes de conciencia y
que están dispuestos a sobornar y a comprar gobiernos. Y lo han dicho sin pudor alguno, y han
ofrecido precios para que los gobiernos de América Latina se unan a los
oligarcas de Estados Unidos para combatir y destruir la Revolución Cubana.
¿Quién
puede comprender estas cosas mejor que el pueblo? No podrán comprender estas cosas, claro, los
privilegiados, que vieron con la Revolución el fin de sus privilegios; los
egoístas, los que explotaban al pueblo miserablemente, los insensibles, los
avaros. Esos no podrán comprender esas
cosas.
Quien
puede comprenderlas es el pueblo, y el pueblo ha podido comprender con la
Revolución muchas cosas que no comprendía antes; ha podido comprender no
solamente las realidades nacionales, sino también las realidades internacionales. El pueblo ha llegado a ver muy lejos. La Revolución nos ha enseñado a todos
mucho. Mucho de adentro y mucho de
afuera (APLAUSOS). La Revolución nos ha
abierto los ojos; la Revolución nos ha arrancado del letargo en que vivíamos;
la Revolución ha disipado la anestesia con que nos adormecían. El pueblo ha despertado a las
realidades. ¿Quién le hace cuentos al
pueblo? ¿Quién les hace hoy cuentos a
los ciudadanos? ¿Quién le viene con
cuentos de camino a cualquier guajiro o a cualquier trabajador? (EXCLAMACIONES DE: "¡Nadie!")
La
Revolución nos ha enseñado a todos: a adultos y a niños, al campesino, al
trabajador, al estudiante. Al soldado no
solo lo disciplinó, no solo ha ido erradicando el analfabetismo de sus filas,
no solo ha enseñado a los niños y a los soldados a manejar las
maquinarias. No. La Revolución, además, ha despertado las
conciencias, ha enseñado a ver, y sobre todo a ver las grandes injusticias y
ver las grandes mentiras. La Revolución
ha sido como una luz que se enciende en medio de la noche (APLAUSOS), la
Revolución ha sido como un sol, cuyos rayos alumbran un amanecer para la patria
(APLAUSOS). La Revolución nos ha
enseñado lo que no habíamos aprendido en muchos años vividos; la Revolución nos
ha enseñado a comprendernos unos a otros, a querernos unos a otros.
¿Qué
separaba a los hombres? A los hombres
los separaba el egoísmo, a los hombres los separaba la injusticia, a los
hombres los separaba la explotación. A
medida que la injusticia desaparece, que la explotación desaparece, que el
abuso desaparece, van desapareciendo aquellas trabas que separaban a nuestros
ciudadanos. A medida que la justicia y
la igualdad se abren paso, se abren paso también la comprensión y el amor y el
cariño entre todos los ciudadanos de nuestro pueblo, ese cariño que abre las
puertas de la casa al guajiro que nunca habíamos visto, o abre las puertas del
hogar al vecino de la capital o de las grandes ciudades que nunca habíamos
visto en nuestros pueblos (APLAUSOS).
Ese
sentimiento de solidaridad que hace que las manos generosas lleven
su contribución para ayudar, no ya al cubano de la provincia distante, sino al
hermano de la nación distante de nuestro continente. Esa generosidad que abre los corazones y abre
los brazos, y va integrando esa fuerza formidable, esa fuerza invencible, cual
es hoy la fuerza de nuestro pueblo, esa fuerza de nuestro pueblo unido, esa
fuerza de nuestro pueblo que marcha hacia un gran destino; esa fuerza del
maestro y el soldado, del miliciano campesino y del obrero, del brigada juvenil
o del niño de la ciudad escolar, esa fuerza que es la unión del espíritu y del
esfuerzo de todos, luchando por algo y para algo; esa fuerza que por aquí
desfiló, esa fuerza imponente e invencible.
No
crean que porque había algunas escopetas en los brazos de nuestros campesinos,
no haya armas para esos campesinos. Las
milicias están en un proceso de intensa organización y entrenamiento, y puedo
decirles que ya esta será la última vez que las milicias obreras y campesinas
desfilen sin sus fusiles (APLAUSOS). ¡Y
ya los fusiles de las milicias están ahí, están ahí en el territorio
nacional! (APLAUSOS.) Por tanto, mejorar la organización,
intensificar el entrenamiento, acelerará el minuto en que cada compañía y cada
batallón de milicianos tenga sus armas en el lugar
correspondiente (APLAUSOS). En los
desfiles venideros marcharemos todos con las armas correspondientes (APLAUSOS).
(AL
COMENZAR A LLOVER EL PUEBLO EXCLAMA: "¡No se moje, no se moje!")
Ahora
tenemos que intensificar el esfuerzo...
(EXCLAMACIONES DE:
"¡No se moje!" "¡No se moje!")
Yo
les prometo que voy a terminar, pero quiero decirles que ahora no debemos
dormirnos sobre los laureles, hay que seguir luchando. Las perspectivas de nuestra patria mejoran
extraordinariamente; ya este año vamos a romper todos los récords
de ventas de azúcar, a pesar del zarpazo del imperialismo yanki
(APLAUSOS). Y vamos a romper los récords de producción de arroz, de maíz, de granos en
general, de algodón y de producción agrícola e industrial (APLAUSOS). Vamos a romper los récords
de centros escolares construidos; vamos a romper los récords
de alumnos en las escuelas; vamos a romper los récords
de maestros enseñando, de casas para los trabajadores y para los campesinos;
vamos a romper todos los récords; vamos a romper
también nuestro record de organización, vamos a superar todo lo anterior. Todavía no está puesta en marcha la inmensa
energía del pueblo. ¡No! ¡Un pueblo que es capaz de hacer lo que hace
nuestro pueblo, un pueblo que es capaz de estarse de pie todo un día como hoy,
que es capaz de dormir en las carreteras y en los caminos, que es capaz de
congregar esta multitud en descampado, un pueblo que es capaz de tanto vigor,
de tanta energía y de tanta fuerza, no ha puesto aún en marcha toda su potencia
extraordinaria! ¡No!
Hagámosles
a nuestros compañeros muertos, hagámosles a nuestros compañeros caídos en el
Moncada el 26 de Julio, a los compañeros que cayeron en todas las luchas, a los
compañeros que cayeron en esta Sierra, a los que cayeron en este propio sitio
donde nos reunimos hoy, a los que cayeron en Las Mercedes, a los que cayeron en
El Cerro, a los que cayeron en Las Vegas, a los que cayeron en Sao Grande,
a los que cayeron en las docenas de combates que se libraron en estos campos; a
los caídos, a los que murieron para darle vida a la patria, a los que murieron
para darles vida a nuestros niños, no a 20 000, sino a todos los niños de
la patria, a los que dieron su vida para engendrar la vida nueva de la patria,
una promesa. Prometámosles nosotros los
afortunados testigos de la gloria presente de Cuba, los afortunados testigos de
la libertad y del orgullo presente de Cuba, los afortunados ciudadanos de hoy,
felices en la lucha por algo y para algo; prometámosles a nuestros caídos no
dormirnos sobre los laureles, redoblar todos el esfuerzo: los soldados a construir más viviendas, a
avanzar muy rápido para que en dos años tengamos construidas, no la primera
unidad, sino las 40 unidades de la primera de las 10 ciudades escolares que
vamos a construir (APLAUSOS).
A
los campesinos, a los trabajadores, a las brigadas, a los maestros, a luchar
más, a no dormirnos sobre los laureles, a superarnos cada día, a dar cada uno
de nosotros lo mejor de nosotros mismos, a vencer nuestras propias flaquezas, nuestras
propias deficiencias, para hacer una generación mejor que nosotros, la
generación del futuro, la generación de esos niños que marcharon delante de
nosotros; niños a los que no se les enseñará la mentira de que la libertad se
la debíamos al poderoso vecino del norte, sino niños que han aprendido a marchar
con banderas cubanas, gritando:
"¡Cuba sí, yankis no!" (APLAUSOS.)
Prometámosles
a los que dieron su vida para engendrar la vida de la patria que seguiremos
esforzándonos para que nuestra patria sea cada día mejor ejemplo.
Y
aquí, frente a la cordillera invicta, frente a la Sierra Maestra, prometámonos a
nosotros mismos, comprometámonos a seguir haciendo de la patria el ejemplo ¡que
convierta la Cordillera de los Andes en la Sierra Maestra del continente
americano!
(OVACION)