DISCURSO
PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO
REVOLUCIONARIO, EN LA SEDE DE LAS NACIONES UNIDAS, ESTADOS UNIDOS, EL 26 DE
SEPTIEMBRE DE 1960.
(VERSION TAQUIGRAFICA DE
LAS OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO)
Señor Presidente;
Señores delegados:
Aunque nos han dado fama de
que hablamos extensamente, no deben preocuparse. Vamos a hacer lo posible por ser breves y
exponer lo que entendemos nuestro deber exponer aquí. Vamos a hablar también despacio, para
colaborar con los intérpretes.
Algunos pensarán que
estamos muy disgustados por el trato que ha recibido la delegación cubana. No es así.
Nosotros comprendemos perfectamente el porqué de las cosas. Por eso no estamos irritados ni nadie debe
preocuparse de que Cuba pueda dejar de poner también su granito de arena en el
esfuerzo para que el mundo se entienda.
Eso sí, nosotros vamos a
hablar claro.
Cuesta recursos el envío de
una delegación a las Naciones Unidas. Nosotros,
los países subdesarrollados, no tenemos muchos recursos para gastarlos, si no
es para hablar claro en esta reunión de representativos de casi todos los
países del mundo.
Los oradores que nos han
precedido en el uso de la palabra han expresado aquí su preocupación por
problemas que interesan a todo el mundo.
A nosotros nos interesan esos problemas, pero, además, en el caso de
Cuba existe una circunstancia especial, y es que Cuba debe ser para el mundo en
este momento una preocupación, porque con razón han expuesto aquí distintos delegados,
entre los distintos problemas que hay actualmente en el mundo, el problema de
Cuba. Además de los problemas que hoy preocupan
a todo el mundo, Cuba tiene problemas que le preocupan a ella, que le preocupan
a nuestro pueblo.
Se habla del deseo
universal de paz, que es el deseo de todos los pueblos y, por tanto, el deseo
también de nuestro pueblo, pero esa paz, que el mundo desea preservar, es la
paz con que nosotros los cubanos no contamos desde hace rato. Los peligros que otros pueblos del mundo
pueden considerar más o menos lejanos son problemas y preocupaciones que para
nosotros están muy próximos. Y no ha
sido fácil venir a exponer aquí en esta asamblea los problemas de Cuba. No ha sido fácil para nosotros llegar aquí.
No sé si seremos unos
privilegiados. ¿Seremos nosotros, los de
la delegación cubana, la representación del tipo de gobierno peor del mundo? ¿Seremos nosotros, los representantes de la delegación
cubana, acreedores al maltrato que hemos recibido? ¿Y por qué precisamente nuestra delegación? Cuba ha enviado muchas delegaciones a las
Naciones Unidas, Cuba ha estado representada por diversas personas y, sin
embargo, nos correspondieron a nosotros las medidas de excepción: confinamiento a la Isla de Manhattan, consigna en todos los hoteles para que no se nos
alquilasen habitaciones, hostilidad y, bajo el pretexto de la seguridad, el
aislamiento.
Quizás ninguno de ustedes,
señores delegados, ustedes, que traen no la representación individual de nadie,
sino la representación de sus respectivos países, y que por lo tanto las cosas
que a cada uno de ustedes se refieran han de preocuparles por lo que cada uno
de ustedes represente a su llegada a esta ciudad de Nueva York haya tenido que
sufrir tratos personalmente vejaminosos, físicamente vejaminosos, como tuvo que sufrir el Presidente de la
delegación cubana.
No estoy agitando aquí, en
esta asamblea. Me limito a decir la
verdad. Era hora también de que nosotros
tuviéramos la oportunidad de hablar. Sobre
nosotros han estado hablando desde hace muchos días, han estado hablando los
periódicos, y nosotros en silencio. Nosotros
no podemos defendernos de los ataques aquí, en este país. Nuestra oportunidad para decir la verdad es
esta, y no dejaremos de decirla.
Tratos personales vejaminosos, intentos de extorsión, desalojo del hotel en
que residíamos, y cuando marchamos hacia otro hotel hemos puesto de nuestra
parte todo lo posible para evitar dificultades, absteniéndonos por completo de
salir de nuestro alojamiento, no asistiendo a ningún otro punto que a esta sala
de las Naciones Unidas, las contadas veces que hemos asistido, y la aceptación
a una recepción en la embajada del gobierno soviético. Sin embargo, eso no bastó para que nos
dejaran en paz.
Había aquí, en este país,
una numerosa inmigración cubana. Pasan
de 100 000 los cubanos que en los últimos 20 años se han trasladado a este
país desde su propia tierra, donde ellos habrían deseado estar siempre, y
adonde ellos desean regresar, como desean regresar siempre los que por razones
sociales o económicas se ven obligados a abandonar su patria. Esa población cubana se dedicaba aquí al
trabajo, respetaba y respeta las leyes, y, naturalmente, sentía por su patria,
sentía por la Revolución. Nunca tuvo
problemas, pero un día comenzaron a llegar a este país otro tipo de visitantes: comenzaron a llegar criminales de guerra,
comenzaron a llegar individuos que habían asesinado, en algunos casos, a
centenares de nuestros compatriotas. Aquí
no tardaron en verse alentados por la publicidad, aquí no tardaron en verse alentados
por las autoridades, y, naturalmente, ese aliento refleja su conducta, y son
motivos de frecuentes incidentes con la población cubana que desde hacía muchos
años trabajaba honestamente en este país.
Uno de esos incidentes,
provocado por los que aquí se sienten respaldados por las campañas sistemáticas
contra Cuba, y por la complicidad de las autoridades, dio lugar a la muerte de
una niña. Ese hecho era de lamentar, y
era para que lo lamentásemos todos. Los
culpables no eran, precisamente, los cubanos residentes aquí. Los culpables no éramos, mucho menos,
nosotros, los de la delegación cubana y, sin embargo, seguramente todos ustedes
habrán visto esos cintillos de los periódicos donde se hablaba de que
"Grupos Pro Castro" habían dado muerte a una niña de 10 años. Y con esa hipocresía característica de los
que tienen que ver con las cosas de las relaciones entre Cuba y este país, un
vocero de la Casa Blanca inmediatamente expidió declaraciones a todo el mundo,
señalando el hecho, acusando, casi casi, de
culpabilidad a la delegación cubana. Y,
por supuesto, su Excelencia, el señor delegado de Estados Unidos en esta
asamblea no dejó de sumarse a la farsa, enviando al gobierno de Venezuela un
telegrama de condolencia a los familiares de la víctima, tal como si se
sintiese en la obligación de dar una explicación desde las Naciones Unidas, por
algo de lo que, virtualmente, fuese culpable la delegación cubana.
Pero eso no era todo. Cuando nosotros fuimos obligados a abandonar
uno de los hoteles de esta ciudad, y nos dirigimos hacia la sede de las
Naciones Unidas, mientras se hacían otras gestiones, hay un hotel, un hotel
humilde de esta ciudad, un hotel de los negros de Harlem,
que nos dio alojamiento. La respuesta
llegó mientras nosotros conversábamos con el señor Secretario General. Sin embargo, un funcionario del Departamento
de Estado hizo todo lo posible por impedir que nosotros nos alojásemos en ese
hotel. En ese instante, como por arte de
magia, empezaron a aparecer hoteles en Nueva York. Y hoteles que habían negado alojamiento a la
delegación cubana anteriormente, se ofrecieron entonces para alojarnos hasta gratis. Mas nosotros, por elemental reciprocidad, aceptamos
el hotel de Harlem.
Entendíamos que teníamos derecho a esperar que se nos dejase en paz. No, no se nos dejó en paz.
Ya en Harlem,
en vista de que no se pudo impedir nuestra estancia en aquel lugar, comenzaron
las campañas de difamación. Comenzaron a
esparcir por el mundo la noticia de que la delegación cubana se había alojado
en un burdel. Para algunos señores, un
hotel humilde del barrio de Harlem, de los negros de
Estados Unidos, tiene que ser un burdel.
Y además, han estado tratando de cubrir de infamia a la delegación
cubana, sin respeto siquiera para las compañeras que integran o trabajan con
nuestra delegación.
Si nosotros fuésemos de la
calaña de hombres que se nos quiere pintar a toda costa, no habría perdido su
esperanza el imperialismo, como la ha perdido hace mucho rato, de comprarnos o
seducirnos de alguna manera. Mas como la
esperanza la han perdido desde hace mucho rato, y no tuvieron nunca razón para
albergarla, al menos, después de afirmar que la delegación cubana se alojó en
un burdel debían reconocer que el capital financiero imperialista es una ramera
que no puede seducirnos. Y no
precisamente "La Ramera Respetuosa" de Jean Paul
Sartre.
El problema de Cuba. Quizás algunos de ustedes estén bien
informados, quizás algunos no. Todo
depende de las fuentes de información, pero, sin duda que para el mundo el
problema de Cuba, surgido en el transcurso de los últimos dos años, es un
problema nuevo. El mundo no había tenido
muchas razones para saber que Cuba existía.
Para muchos era algo así como un apéndice de Estados Unidos. Incluso para muchos ciudadanos de este país Cuba
era una colonia de Estados Unidos. En
el mapa no lo era; en el mapa nosotros aparecíamos con un color distinto al color
de Estados Unidos. En la realidad sí lo
era.
¿Y cómo llegó a ser nuestro
país una colonia de Estados Unidos? No
fue precisamente por sus orígenes. No
fueron los mismos hombres los que colonizaron a Estados Unidos y a Cuba. Cuba tiene una raíz étnica y cultural muy
distinta, y esa raíz se afianzó durante siglos.
Cuba fue el último país de América en librarse del coloniaje español,
del yugo colonial español, con perdón de su señoría, el representante del
gobierno español. Y por ser el último,
tuvo que luchar también más duramente.
A España solo le quedaba
una posesión en América, y la defendió con tozudez y ahínco. Nuestro pueblo pequeño, de escasamente algo
más de un millón de habitantes en aquel entonces, tuvo que enfrentarse solo,
durante casi treinta años, con uno de los ejércitos considerados de los más
fuertes de Europa. Contra la pequeña
población nacional, el gobierno español llegó a movilizar un número de fuerzas
tan grande como todas las fuerzas que habían combatido la independencia de
América del Sur juntas. Hasta medio
millón de soldados españoles llegaron a combatir contra el heroico e
indoblegable propósito de nuestro pueblo de ser libre.
Treinta años lucharon los
cubanos solos, por su independencia. Treinta
años que también constituyen sedimento del amor a la libertad y a la
independencia de nuestra patria. Pero
Cuba era una fruta —según la opinión de un presidente de Estados Unidos a
principios del siglo pasado, John Adams—,
era como una manzana pendiente del árbol español, llamada a caer, tan pronto
madurara, en manos de Estados Unidos. Y
el poder español se había desgastado en nuestra patria. España no tenía ya ni hombres ni recursos
económicos para mantener la guerra en Cuba; España estaba derrotada. La manzana estaba aparentemente madura, y el
gobierno de Estados Unidos extendió las manos.
No cayó una manzana,
cayeron varias manzanas en sus manos. Cayó
Puerto Rico, el heroico Puerto Rico que había iniciado su lucha por la
independencia junto con los cubanos; cayeron las Islas Filipinas, y cayeron
varias posesiones más. Sin embargo, el
expediente para dominar nuestro país no podía ser el mismo. Nuestro país había sostenido una tremenda
lucha y a su favor existía la opinión del mundo. El expediente debía ser distinto.
Los cubanos que lucharon
por nuestra independencia, los cubanos que en aquellos instantes estaban dando
su sangre y su vida, llegaron a creer de buena fe en aquella Resolución
Conjunta del Congreso de Estados Unidos, del 20 de abril de 1898, que declaraba
que Cuba es y de derecho debe ser libre e independiente.
El pueblo de Estados Unidos
simpatizaba con la lucha cubana. Aquella
Declaración Conjunta era una ley del Congreso de esta nación, en virtud de la
cual declaraba la guerra a España. Mas
aquella ilusión concluyó en un cruel engaño.
Después de dos años de ocupación militar de nuestra patria, surge lo
inesperado: en el mismo instante en que
el pueblo de Cuba, a través de una Asamblea Constituyente estaba redactando la
Ley Fundamental de la República, de nuevo surge una ley en el Congreso de
Estados Unidos, una ley propuesta por el senador Platt, de triste recordación
para Cuba. Y en aquella ley se
establecía que la Asamblea Constituyente de Cuba debía llevar un apéndice, en
virtud del cual, le concedía al gobierno de Estados Unidos, el derecho a
intervenir en los problemas políticos de Cuba y, además, el derecho de arrendar
determinados espacios de su territorio para estaciones navales o carboneras.
Es decir que mediante una
ley emanada de la autoridad legislativa de un país extranjero, la Constitución
de nuestra patria debía contener esa disposición, y bien claramente se les
indicaba a nuestros constituyentistas que si no había
Enmienda no habría retirada de las fuerzas de ocupación. Es decir que se le impuso a nuestra patria
por el órgano legislativo de un país extranjero, se le impuso por la fuerza, el
derecho a intervenir y el derecho a arrendar bases o estaciones navales.
Es bueno que los pueblos
recién ingresados a esta organización, los pueblos que inician ahora su vida
independiente, tengan muy presente la historia de nuestra patria, por las
similitudes que puedan encontrar en su camino.
Y si no ellos, los que vengan después de ellos, o sus hijos, o sus
nietos, aunque nos parece que no vamos a llegar tan lejos.
Entonces comenzó la nueva
colonización de nuestra patria, la adquisición de las mejores tierras de
cultivo por las compañías norteamericanas; concesiones de sus recursos
naturales, sus minas; concesiones de los servicios públicos, para la
explotación de los servicios públicos; concesiones comerciales, concesiones de
todo tipo, que unidas al derecho constitucional —constitucional a la fuerza— de
intervenir en nuestro país, convirtieron a nuestra patria, de colonia española
en colonia norteamericana.
Las colonias no hablan, a
las colonias no se les conoce en el mundo hasta que tienen oportunidad de
expresarse. Por eso nuestra colonia no
la conocía el mundo, y los problemas de nuestra colonia no los conocía el mundo. En los libros de geografía aparecía una
bandera más, un escudo más; en los mapas geográficos aparecía un color más,
pero allí no existía una república independiente. Nadie se engañe, que con engañarnos no hacemos
más que el ridículo; nadie se engañe, allí no había una república
independiente, allí había una colonia, donde el que mandaba era el embajador de
Estados Unidos.
No nos da vergüenza tener
que proclamarlo, porque frente a esa vergüenza está el orgullo de poder decir,
¡que hoy ninguna embajada gobierna nuestro pueblo, que a nuestro pueblo lo
gobierna el pueblo! (APLAUSOS.)
Nuevamente tiene que
recurrir la nación cubana a la lucha para arribar a esa independencia. La logró después de siete años de sangrienta
tiranía. ¿Tiranizada por quién? Tiranizada por quienes en nuestro país no
eran más que los instrumentos de los que dominaban económicamente a nuestra
patria.
¿Cómo puede sostenerse
ningún régimen impopular y enemigo de los intereses del pueblo como no sea por
la fuerza? ¿Tendremos que explicarles
aquí nosotros a los representantes de nuestros pueblos hermanos de América
Latina lo que son las tiranías militares?
¿Tendremos que explicarles cómo se han sostenido? ¿Tendremos que explicarles la historia de
varias de esas tiranías que son ya clásicas?
¿Tendremos que explicarles en qué fuerzas se apoyan, en qué intereses
nacionales e internacionales se apoyan?
El grupo militar que
tiranizó a nuestro país, se apoyaba en los sectores más reaccionarios de la
nación y se apoyaba sobre todo en los intereses económicos extranjeros que
dominaban la economía de nuestra patria.
Todos saben y entendemos que hasta el propio gobierno de Estados Unidos
lo reconoce así, todos saben que ese era el tipo de gobierno preferido por los
monopolios. ¿Por qué? Porque mediante la fuerza se reprime toda la
demanda del pueblo, mediante la fuerza se reprimían las huelgas por mejores
condiciones de vida, mediante la fuerza se reprimían los movimientos campesinos
por poseer las tierras, mediante la fuerza se reprimían las más caras
aspiraciones de la nación.
Por eso, los gobiernos de
fuerza eran los gobiernos preferidos por los que dirigen la política de Estados
Unidos. Por eso, gobiernos de fuerza se
mantuvieron durante mucho tiempo en el poder y gobiernos de fuerza se mantienen
todavía en el poder en América. Claro
que todo depende de las circunstancias para contar o no contar con el apoyo del
gobierno de Estados Unidos.
Por ejemplo, ahora dicen
que están contra uno de esos gobiernos de fuerza: el gobierno de Trujillo, pero no dicen que
están contra otro de esos gobiernos de fuerza, el de Nicaragua, o el de
Paraguay, por ejemplo. El de Nicaragua ya no es un gobierno de fuerza, es una
monarquía casi tan constitucional como la de Inglaterra, en que el poder se
sucede de padres a hijos y también habría sucedido otro tanto en nuestra patria. Era el tipo de gobierno de fuerza el gobierno
de Fulgencio Batista, el gobierno que convenía a los monopolios norteamericanos
en Cuba, pero no era por supuesto el tipo de gobierno que convenía al pueblo
cubano y el pueblo cubano con un gran derroche de vidas y de sacrificios, lo
lanzó del poder.
¿Qué encontró la Revolución
al llegar al poder en Cuba? ¿Qué
maravillas encontró la Revolución al llegar al poder en Cuba? Encontró en primer lugar que 600 000
cubanos con aptitudes para el trabajo, no tenían empleo; un número igual en
proporción al número de desempleados que había en Estados Unidos cuando la gran
crisis que sacudió a este país, eso que a poco produce una catástrofe en
Estados Unidos, era el desempleo permanente en nuestra patria. Tres millones de personas de una población
total de algo más de 6 millones, no disfrutaban de luz eléctrica ni de ninguno
de los beneficios y comodidades de la electricidad; 3 500 000 personas
de un total de algo más de 6 millones, vivían en cabañas, barracones y
tugurios, sin las menores condiciones de habitabilidad. En las ciudades los alquileres absorbían hasta
una tercera parte de los ingresos familiares.
Tanto el servicio eléctrico como los alquileres eran de los más caros
del mundo. Treinta y siete y medio por ciento
de nuestra población era analfabeta, no sabía leer ni escribir; el 70% de
nuestra población infantil rural no tenía maestros; el 2% de nuestra población
estaba padeciendo de tuberculosis; es decir, 100 000 personas en un total
de algo más de 6 millones. El 95% de
nuestra población rural infantil estaba afectada de parasitismo; la mortandad
infantil por tanto era muy alta, el promedio de vida era muy bajo. Por otro lado, el 85% de los pequeños
agricultores pagaban rentas por la posesión de sus tierras, que ascendían hasta
un 30% de sus ingresos en bruto, mientras que el uno y medio del total de
propietarios controlaba el 46% del área total de la nación. Por supuesto que las comparaciones del número
de camas de hospitales por el número determinado de habitantes del país era
ridículo, cuando se le compara con los países donde la asistencia médica está
medianamente atendida.
Los servicios públicos, compañías
eléctricas, compañías telefónicas, eran propiedades de monopolios
norteamericanos.
Una gran parte de la banca,
una gran parte del comercio de importación, las refinerías de petróleo, la
mayor parte de la producción azucarera, las mejores tierras de Cuba y las
industrias más importantes en todos los órdenes, eran propiedades de compañías
norteamericanas. La balanza de pagos en
los últimos 10 años, desde 1950 hasta 1960, había sido favorable a Estados Unidos
con respecto a Cuba en 1 000 millones de dólares.
Esto sin contar con los
millones y cientos de millones de dólares sustraídos del tesoro público por los
gobernantes corrompidos de la tiranía que fueron depositados en los bancos de
Estados Unidos o en bancos europeos.
Mil millones de dólares en
10 años. El país pobre y subdesarrollado
del Caribe, que tenía 600 000 desempleados contribuyendo al desarrollo
económico del país más industrializado del mundo.
Esa fue la situación que
encontramos nosotros y esa situación no ha de ser extraña a muchos de los países
representados en esta asamblea, porque, al fin y al cabo, lo que hemos dicho de
Cuba no es sino como una radiografía de diagnóstico general aplicable a la
mayor parte de los países aquí representados.
¿Cuál era la alternativa
del Gobierno Revolucionario? ¿Traicionar
al pueblo? Desde luego que para el señor
Presidente de Estados Unidos lo que nosotros hemos hecho por nuestro pueblo, es
traición a nuestro pueblo; y no lo sería con toda seguridad si en vez de ser
nosotros leales a nuestro pueblo hubiésemos sido leales a los grandes
monopolios norteamericanos que explotaban la economía de nuestro país. Al menos, ¡quede constancia de las
"maravillas" que encontró la Revolución al llegar al poder, que son,
ni más ni menos, que las maravillas del imperialismo, que son, ni más ni menos,
que las “maravillas” del "mundo libre" para nosotros los países
colonizados!
Nadie podrá culparnos a
nosotros de que en Cuba hubiese 600 000 desempleados, 37,5% de población
analfabeta, 2% de tuberculosos, 95% de parasitados. ¡No! Hasta
ese minuto ninguno de nosotros contábamos en los destinos de nuestra patria; hasta
ese minuto en los destinos de nuestra patria contaban los gobernantes que
servían a los intereses de los monopolios, hasta ese minuto contaban en nuestra
patria los monopolios. ¿Los estorbó
alguien? ¡No! Nadie los estorbó. ¿Los perturbó alguien? ¡No! Nadie
los perturbó. Ellos pudieron realizar su
tarea y allí encontramos nosotros los frutos de los monopolios.
¿Cómo estaban las reservas
de la nación? Cuando el tirano Batista
llegó al poder había 500 millones de dólares en la reserva nacional, buena suma
para haberla invertido en el desarrollo industrial del país. Cuando la Revolución llega al poder quedaban
en nuestras reservas 70 millones.
¿Preocupación por el
desarrollo industrial de nuestra patria?
¡No! ¡Nunca! Por eso nos asombramos tanto y todavía no
salimos de nuestro asombro cuando oímos decir aquí de las extraordinarias
preocupaciones del gobierno de Estados Unidos por la suerte de los países de
América Latina, de los países de Africa y de los
países de Asia. Y no salimos de nuestro
asombro, porque nosotros después de 50 años teníamos ahí los frutos.
¿Qué ha hecho el Gobierno
Revolucionario? ¿Cuál es el delito cometido
por el Gobierno Revolucionario para que recibamos el trato que hemos recibido aquí, para que
tengamos enemigos tan poderosos como lo que se ha demostrado que tenemos aquí?
¿Surgieron desde el primer
instante los problemas con el gobierno de Estados Unidos? ¡No! ¿Es
que nosotros al llegar al poder estábamos poseídos del propósito de buscarnos
problemas internacionales? ¡No! Ningún gobierno revolucionario que llega al
poder quiere problemas internacionales. Lo
que quiere es invertir su esfuerzo en resolver sus problemas propios, lo que
quiere es llevar adelante un programa, como lo quieren los gobiernos que
realmente están interesados en el progreso de su país.
La primera circunstancia
que por nuestra parte fue considerada como un acto inamistoso fue el hecho de
que se le abrieran de par en par las puertas de este país a toda una pandilla
de criminales que habían dejado ensangrentada a nuestra patria; hombres que
habían llegado a asesinar a cientos de campesinos indefensos, que no se
cansaron de torturar a prisioneros durante muchos años, que mataron a diestro y
siniestro, fueron recibidos aquí con los brazos abiertos. Y a nosotros aquello nos extrañaba. ¿Por qué ese acto inamistoso por parte de las
autoridades de Estados Unidos hacia Cuba?
¿Por qué ese acto de hostilidad? En
aquel momento no lo comprendíamos perfectamente; ahora, nos damos cuenta cabal
de las razones. ¿Correspondía esa
política a un tratamiento correcto, con respecto a Cuba, de las relaciones
entre Estados Unidos y Cuba? No, porque
los agraviados éramos nosotros, y los agraviados éramos nosotros por cuanto el
régimen de Batista se mantuvo en el poder con la ayuda del gobierno de Estados
Unidos; el régimen de Batista se mantuvo en el poder con la ayuda de tanques,
de aviones y de armas proporcionadas por el gobierno de Estados Unidos; el
régimen de Batista se mantuvo en el poder gracias al empleo de un ejército
cuyos oficiales eran instruidos por una misión militar del gobierno de Estados
Unidos; y nosotros esperamos que no se le ocurrirá a ningún funcionario de
Estados Unidos negar esa verdad.
Incluso cuando el Ejército
Rebelde llega a la ciudad de La Habana, en el campamento militar más importante
de esa ciudad estaba la misión militar norteamericana. Aquel era un ejército que había colapsado,
aquel era un ejército vencido y rendido.
Nosotros pudimos considerar perfectamente como prisioneros de guerra a
aquellos militares extranjeros que estaban allí ayudando y entrenando a los
enemigos del pueblo. Sin embargo, esa no
fue nuestra actitud; nuestra actitud se limitó a pedirles a los miembros de esa
misión que regresasen a su país, que, después de todo, nosotros no
necesitábamos sus lecciones, y que allí sus discípulos estaban vencidos.
He aquí un documento (Lo
muestra). Nadie se extrañe de su aspecto,
porque es un documento roto. Se trata de
un antiguo pacto militar en virtud del cual la tiranía batistiana había
recibido generosa ayuda por parte del gobierno de Estados Unidos; y es
importante conocer lo que dice en el Artículo 2 este convenio:
"El gobierno de la
República de Cuba se compromete, a hacer uso eficaz de la ayuda que reciba del
gobierno de los Estados Unidos de América de conformidad con el presente
convenio, con objeto de llevar a efecto los planes de defensa aceptados por
ambos gobiernos, conforme a los cuales los dos gobiernos tomarán parte en
misiones importantes para la defensa del hemisferio occidental; y, a menos que previamente
se obtenga la anuencia del gobierno de los Estados Unidos de América...” —repito—: "...y,
a menos que previamente se obtenga la anuencia del gobierno de los
Estados Unidos de América, no dedicarán esa ayuda a otros fines que no sean
aquellos para los cuales se prestó."
La ayuda fue dedicada a
combatir a los revolucionarios cubanos; luego contó con la anuencia del
gobierno de Estados Unidos. Y aun cuando
algunos meses antes de finalizar la guerra, se produjo en este país un embargo
de armas de las enviadas a Batista, al cabo de seis años y algo más de ayuda militar,
una vez declarado solemnemente ese embargo de armas, tuvo el Ejército Rebelde
pruebas, pruebas documentales, de que nuevamente habían sido abastecidas las
fuerzas de la tiranía con 300 "rockets"
para lanzar desde aviones.
Cuando los compañeros de la
emigración presentaron esos documentos a la opinión pública de Estados Unidos,
el gobierno de Estados Unidos no encontró otra explicación que decir que
estábamos equivocados, que no le habían dado nuevos abastecimientos al ejército
de la tiranía, sino que, simplemente, se habían limitado a cambiarle unos
"rockets" de otro calibre que no servían
para sus aviones, por unos "rockets" que si servían para los aviones de la tiranía y, por cierto, que a nosotros nos los lanzaron mientras estábamos en las montañas. Una manera sui géneris de explicar las
contradicciones cuando se hacen inexplicables; no se trataba, de acuerdo con su
explicación, de una ayuda, sería entonces una especie de "asistencia
técnica"...
¿Por qué, entonces, si
existían esos antecedentes, que eran motivos de disgusto por parte de nuestro
pueblo, ya que todo el mundo sabe, lo sabe aquí hasta el más inocente de todos,
que en estos tiempos modernos, con la revolución que ha tenido lugar en los
equipos militares, esas armas de la guerra pasada son absolutamente obsoletas
para una guerra moderna? Con 50 tanques
o carros blindados, y unos cuantos aviones pasados de moda, no se defiende a
ningún continente, no se defiende a ningún hemisferio. En cambio, sirven para oprimir a los pueblos
desarmados; en cambio, sirven para intimidar a los pueblos. Sirven para lo que sirven: sirven para defender los monopolios. Por eso, estos pactos de defensa hemisférica,
mejor pudieran llamarse pactos de defensa de los monopolios norteamericanos.
El Gobierno Revolucionario
comienza a dar los primeros pasos. Lo
primero que hace es rebajar los alquileres que pagaban las familias, en un 50%,
medida muy justa, puesto que como decíamos anteriormente, había familias que
pagaban hasta la tercera parte de sus ingresos. Y el pueblo había sido víctima de una gran
especulación con la vivienda, y las tierras urbanas habían sido objeto de
tremendas especulaciones a costa de la economía del pueblo. Mas, cuando el Gobierno Revolucionario rebaja
los alquileres en un 50%, hubo disgustados, sí, unos pocos que eran los dueños
de aquellos edificios de apartamentos, pero el pueblo se lanzó a la calle lleno
de alegría, como ocurriría en cualquier país, aquí mismo en Nueva York, si les
rebajan un 50% los alquileres a todas las familias. Mas no significó ningún problema con los
monopolios. Algunas compañías
norteamericanas tenían grandes construcciones, pero eran relativamente pocas.
Después vino otra ley. Vino una ley anulando las concesiones que el
gobierno tiránico de Fulgencio Batista le había hecho a la Compañía de
Teléfonos que era un monopolio norteamericano.
Al amparo de la indefensión del pueblo habían obtenido provechosas
concesiones. El Gobierno Revolucionario
anula esas concesiones y restablece los precios de los servicios telefónicos al
nivel que tenían anteriormente. Comienza
el primer conflicto con los monopolios norteamericanos.
La tercera medida fue
rebajar las tarifas eléctricas, que eran de las más altas del mundo. Surge el segundo conflicto con los monopolios
norteamericanos. Ya nosotros empezábamos
a parecer comunistas; ya empezaban a embadurnarnos de rojo, porque habíamos
chocado, sencillamente, con los intereses de los monopolios norteamericanos.
Pero viene la tercera ley,
ley imprescindible, ley inevitable, inevitable para nuestra patria, e
inevitable, más tarde o más temprano, para todos los pueblos del mundo... al menos para todos los pueblos del mundo que
no lo hayan hecho todavía: la Ley de
Reforma Agraria. Claro está que en
teoría, todo el mundo está de acuerdo con la reforma agraria. Nadie se atreve a negarlo, nadie que no sea
un ignorante, se atreve a negar que la reforma agraria es, en los países
subdesarrollados del mundo, una condición esencial para el desarrollo económico. En Cuba también hasta los latifundistas
estaban de acuerdo con la reforma agraria, solo que una reforma agraria a su
manera, como la reforma agraria que defienden muchos teóricos: una reforma agraria a su manera, y sobre todo,
¡que ni a su manera ni de ninguna manera se llegue a realizar mientras pueda
evitarse! Es algo reconocido por los organismos
económicos de las Naciones Unidas, es algo sobre lo cual ya nadie discute. En nuestro país era imprescindible: más de 200 000 familias de campesinos
moraban en los campos de nuestra patria, sin tierra donde sembrar los alimentos
esenciales.
Sin reforma agraria,
nuestro país no habría podido dar el primer paso hacia el desarrollo. Y, efectivamente, dimos ese paso: hicimos una reforma agraria. ¿Era radical?
Era una reforma agraria radical. ¿Era
muy radical? No era una reforma agraria
muy radical. Hicimos una reforma agraria
ajustada a las necesidades de nuestro desarrollo, ajustada a nuestras
posibilidades de desarrollo agrícola. Es
decir, una reforma agraria que resolviera el problema de los campesinos sin
tierra, que resolviera el problema de los abastecimientos de aquellos alimentos
indispensables, que resolviera el tremendo desempleo en el campo, que pusiera
fin a aquella miseria espantosa que habíamos encontrado en los campos de
nuestro país.
Bien: ahí surgió la primera dificultad verdadera. También en la vecina República de Guatemala
había ocurrido lo mismo. Cuando se hizo
la reforma agraria en Guatemala, surgieron los problemas en Guatemala. Y se lo advierto con toda honestidad a los
compañeros delegados de América Latina y del Africa y
del Asia: cuando vayan a hacer una
reforma agraria justa, prepárense a confrontar situaciones similares a las
nuestras, sobre todo si las mejores y mayores fincas son propiedades de los
monopolios norteamericanos, como ocurría en Cuba (APLAUSOS PROLONGADOS).
Es posible que nos acusen
luego de estar dando malos consejos en esta asamblea, y no es, por cierto,
nuestro propósito... no es, por cierto,
nuestro propósito el quitarle el sueño a nadie.
Estamos, simplemente, exponiendo los hechos, aunque los hechos son
suficientes como para quitarle el sueño a cualquiera.
Se planteó inmediatamente
el problema del pago. Comenzaron a
llover notas del Departamento de Estado norteamericano. Nunca nos preguntaban por nuestros problemas;
nunca, ni siquiera por conmiseración o por la parte grande de responsabilidad
que tenían en ello, nos preguntaban cuántos se morían de hambre en nuestro
país, cuántos tuberculosos había, cuántas personas sin trabajo. No. ¿Sentimiento
de solidaridad hacia nuestras necesidades?
Nunca. Todas las conversaciones
de los representantes del gobierno de Estados Unidos se basaban sobre la
Compañía de Teléfonos, sobre la Compañía Eléctrica, y sobre el problema de las
tierras de las compañías norteamericanas.
¿Cómo íbamos a pagar? Por supuesto, lo primero que había que
preguntar era con qué íbamos a pagar, no cómo, sino con qué. ¿Conciben ustedes que un país pobre,
subdesarrollado, con 600 000 desempleados, con un índice tan alto de
analfabetos, de enfermos, cuyas reservas han sido agotadas, que ha contribuido
a la economía de un país poderoso, con 1 000 millones en 10 años, pueda tener
con qué pagar las tierras que iban a estar afectadas por la ley agraria, o al
menos pagarlas en las condiciones que querían que se pagaran?
¿Qué nos planteó el
Departamento de Estado norteamericano, como aspiraciones de sus intereses
afectados? Tres cosas: el pronto pago..., "pago pronto,
eficiente y justo". ¿Ustedes
entienden ese idioma? "Pago pronto,
eficiente y justo.” Eso quiere decir: "Pago ahora mismo, en dólares y lo que
nosotros pidamos por nuestras fincas" (APLAUSOS).
Todavía no éramos
comunistas 150 por 100 (RISAS). Estábamos
luciendo un poco más matizados de rojo. Nosotros
no confiscábamos las tierras; nosotros, simplemente, proponíamos pagarlas en 20
años, y de la única manera en que podíamos pagarlas: en bonos, que habrían de vencer a los 20 años;
que cobraban el cuatro y medio por ciento de intereses y que se irían amortizando
año por año.
¿Cómo íbamos nosotros a
poder pagar en dólares las tierras, y cómo las íbamos a pagar de inmediato, y
cómo íbamos a pagar lo que pidieran por ellas?
Era absurdo. Cualquiera comprende
que, en esas circunstancias, teníamos que optar entre hacer la reforma agraria
y no hacerla. Si no la hacíamos, perduraría
indefinidamente la espantosa situación económica de nuestro país. De hacerla, estábamos exponiéndonos a
ganarnos la enemistad del gobierno del poderoso vecino del Norte.
Hicimos la reforma agraria. Claro que, por ejemplo, para un representante
de Holanda, o de cualquier país de Europa, los límites nuestros establecidos a
las fincas, casi asombrarían.
Asombrarían por lo extenso. El límite
máximo que establecía nuestra ley agraria era el de unas 400 hectáreas. En Europa 400 hectáreas constituyen un
verdadero latifundio; en Cuba, donde había compañías monopolistas
norteamericanas que tenían hasta cerca de 200 000 hectáreas —¡doscientas mil hectáreas!,
por si alguno cree que no ha oído bien—, allí, en Cuba, una reforma agraria que
redujera el límite máximo a 400 hectáreas era para esos monopolios una ley
inadmisible.
Pero es que en nuestro país
no solo las tierras eran propiedad de los monopolios norteamericanos. Las minas principales también eran propiedad
de esos monopolios. Cuba produce, por
ejemplo, mucho níquel; todo el níquel era explotado por intereses norteamericanos. Y, bajo la tiranía de Batista, una compañía
norteamericana, la Moa Bay, había obtenido concesión
tan jugosa que en cinco años solamente —escúchese bien—, en cinco años
solamente iba a amortizar una inversión de 120 millones de dólares; 120
millones de dólares de inversión, amortizable en cinco años.
¿Quién le había hecho esa
concesión a la Moa Bay, por intercesión del embajador
del gobierno de Estados Unidos? Sencillamente
el gobierno tiránico de Fulgencio Batista, el gobierno que estaba allí para
defender los intereses de los monopolios.
Y este es un hecho absolutamente cierto.
Libre de todo pago de impuesto, ¿qué nos iban a dejar a los cubanos aquellas
empresas? Los huecos de las minas, la
tierra empobrecida, sin una contribución mínima al desarrollo económico de
nuestro país.
Y el Gobierno
Revolucionario establece una ley de minas, obligando a esos monopolios a pagar
un impuesto del 25% a las exportaciones de esos minerales. La actitud del Gobierno Revolucionario había
sido ya demasiado osada. Había chocado
con los intereses del "trust" eléctrico
internacional, había chocado con los intereses del "trust"
telefónico internacional, había chocado con los intereses de los "trusts" mineros internacionales, había chocado con los
intereses de la United Fruit
Company, y había chocado, virtualmente, con los
intereses más poderosos de Estados Unidos, que como ustedes saben están estrechamente
asociados entre sí. Y aquello era más de lo que podía tolerar
el gobierno de Estados Unidos, o, es decir, los representantes de los
monopolios de Estados Unidos. Y comenzó,
entonces, una nueva etapa de hostigamiento hacia nuestra Revolución. Cualquiera que analice objetivamente los
hechos, cualquiera que esté dispuesto a pensar con honradez, no a pensar
conforme le diga la UPI o la AP, sino a pensar con su cabeza, y a extraer las
conclusiones de su propio raciocinio y ver las cosas sin prejuicios, con
sinceridad y con honestidad, ¿las cosas que había hecho el Gobierno
Revolucionario eran como para decretar la destrucción de la Revolución Cubana? No. Pero
los intereses afectados por la Revolución Cubana no se preocupaban por el caso
de Cuba, no se arruinaban con las medidas del Gobierno Revolucionario cubano,
no consistía en eso el problema. El
problema consistía, en que esos mismos intereses eran poseedores de la riqueza
y de los recursos naturales de la mayor parte de los pueblos del mundo. Y la actitud de la Revolución Cubana tenía
que ser castigada. Acciones punitivas de
todo orden, hasta la destrucción de aquellos atrevidos, tenían que seguir a la
audacia del Gobierno Revolucionario.
Por nuestro honor juramos
que todavía no habíamos tenido la oportunidad ni de cambiarnos una carta con el
distinguido primer ministro de la Unión Soviética, Nikita
Jruschov. Es
decir que cuando ya para la prensa norteamericana y para las agencias internacionales
que informan al mundo, Cuba era un gobierno rojo, un peligro rojo a 90 millas
de Estados Unidos, un gobierno dominado por los comunistas, ni siquiera el
Gobierno Revolucionario había tenido oportunidad de establecer relaciones
diplomáticas o comerciales con la Unión Soviética.
Pero la histeria es capaz
de todo. La histeria es capaz de hacer
las afirmaciones más inverosímiles y más absurdas. Por supuesto, nadie crea que vamos a entonar
aquí un "mea culpa". Ningún "mea
culpa". Nosotros no le tenemos que
pedir perdón a nadie. Lo que hemos
hecho, lo hemos hecho muy conscientes, y sobre todo muy convencidos de nuestros
derechos a hacerlo (APLAUSOS PROLONGADOS).
Comenzaron las amenazas
contra nuestra cuota azucarera, comenzó la filosofía, la filosofía barata del
imperialismo, a demostrar su nobleza, su nobleza egoísta y explotadora, a
demostrar su bondad con Cuba, que nos pagaban un precio privilegiado por el
azúcar, y que era como un subsidio al azúcar cubano, que no era un azúcar tan
dulce para los cubanos, por cuanto los cubanos no éramos los dueños de las
mejores tierras azucareras, ni éramos los dueños de los mayores centrales
azucareros, y que, además, en esa afirmación, se ocultaba la verdadera historia
del azúcar cubano, de los sacrificios que se le habían impuesto a Cuba, de las
veces que Cuba había sido agredida económicamente. Antes no era una cuestión de cuota, era una
cuestión de tarifas arancelarias; en virtud de una de esas leyes o de esos
pactos que se producen entre el "tiburón" y la "sardina",
Estados Unidos, mediante un convenio que llamaron de "reciprocidad",
obtuvo una serie de concesiones para sus productos, a fin de que pudiesen
competir holgadamente, y desalojar del mercado cubano a los productos de sus
"amigos" los ingleses o los franceses, como ocurre muchas veces entre
"amigos". Y a cambio de eso,
ciertas concesiones arancelarias a nuestra azúcar, que por otra parte podían
ser variadas unilateralmente, a voluntad del Congreso o del gobierno de Estados Unidos. Y así ocurrió.
Cuando lo estimaban más conveniente
a sus intereses elevaban las tarifas, y nuestra azúcar no podía entrar, o
entraba en condiciones desventajosas en el mercado norteamericano. Cuando se aproximaba una etapa de guerra
reducían las tarifas. Claro que como
Cuba era la fuente de abastecimiento de azúcar más próxima, había que
garantizar esa fuente de abastecimiento.
Las tarifas eran reducidas, la producción era estimulada y en los años
de guerra, cuando el precio del azúcar era estratosférico en todo el mundo,
nosotros vendíamos nuestra azúcar barato a Estados Unidos, a pesar de que
éramos la única fuente de abastecimiento.
Finalizaba la guerra, y al
finalizar la guerra venían los colapsos de nuestra economía. Los errores que aquí se cometían en la
distribución de esa materia prima, los pagábamos nosotros. Precios que ascendieron extraordinariamente
al finalizar la guerra mundial primera; enorme estímulo a la producción, baja
brusca de los precios que produce la ruina de los centrales azucareros cubanos,
que por cierto pasaron tranquilamente a manos, ¿saben de quién? Pues a manos de los bancos norteamericanos,
porque cuando los nacionales cubanos arruinaban, los bancos norteamericanos en
Cuba se enriquecían.
Y así prosiguió esa
situación, hasta la década del 30 y el gobierno de Estados Unidos, tratando de
encontrar una fórmula que conciliara sus intereses de abastecimiento con los
intereses de sus productores internos, establece un régimen de cuotas, esa
cuota se suponía que tendría por base la participación histórica que hubiesen
tenido en el mercado las distintas fuentes de abastecimiento y en que nuestro
país había tenido una participación histórica de casi un 50% en el
abastecimiento del mercado norteamericano.
Sin embargo, cuando se establecieron las cuotas, nuestra participación
quedó reducida a un 28% y las ventajas que nos había concedido aquella ley, las
pocas ventajas que nos había concedido aquella ley, fueron sucesivamente en
nuevas legislaciones suprimidas, y claro, la colonia dependía de la metrópoli;
la economía de la colonia había sido organizada por la metrópoli. La colonia tenía que estar sometida a la
metrópoli y si la colonia tomaba medidas para liberarse, la metrópoli tomaría
medidas para aplastarla. Consciente de
la dependencia de nuestra economía a su mercado, el gobierno de Estados Unidos
inicia su serie de advertencias de que se nos arrebataría nuestra cuota
azucarera y paralelamente otras actividades tenían lugar en Estados Unidos, las
actividades de los contrarrevolucionarios.
Una tarde un avión
procedente de los mares del norte vuela sobre uno de nuestros centrales
azucareros y deja caer una bomba. Aquello
era un hecho extraño, un hecho insólito, pero desde luego, nosotros sabíamos de
dónde procedían esos aviones.
Otro avión, otra tarde,
vuela sobre nuestros cañaverales y deja caer ciertas bombitas incendiarias. Y aquello que comenzaba esporádicamente,
continuaba sistemáticamente.
Una tarde, cuando, por
cierto, estaban de visita en Cuba, gran número de agentes de turismo de este
país, en un esfuerzo que realizaba el Gobierno Revolucionario, por promover el
turismo como una de las fuentes de ingreso nacional, un avión de fabricación
norteamericana, de los que se usaron en la guerra pasada, vuela sobre nuestra
capital lanzando panfletos y algunas granadas de mano. Naturalmente, que algunas piezas de defensas
antiaéreas entraron en acción. El
resultado fue más de 40 víctimas, entre las granadas lanzadas por el avión y el
fuego antiaéreo, puesto que algunos de los proyectiles —como ustedes saben—
estallan al hacer contacto con algún objeto resistente. Resultado:
más de 40 víctimas. Niñas con las
entrañas desgarradas, ancianos y ancianas.
¿Era para nosotros la primera vez?
No. Niñas y niños, ancianos y
ancianas, hombres y mujeres, muchas veces habían sido destrozados en nuestras
aldeas de Cuba por bombas de fabricación norteamericana, suministradas al
tirano Batista.
En una ocasión, 80 obreros
perecieron al estallar misteriosamente, demasiado misteriosamente, un barco
cargado de armas belgas que había llegado a nuestro país, después de grandes
esfuerzos por parte del gobierno de Estados Unidos, a fin de evitar que el
gobierno de Bélgica nos vendiera armas. Docenas
de víctimas en la guerra, 80 familias que se quedaron huérfanas con la
explosión. Cuarenta víctimas por un
avión que vuela tranquilamente sobre nuestro territorio. ¡Ah!, las autoridades del gobierno de Estados
Unidos negaban que de Estados Unidos partiesen esos aviones, mas el avión
estaba tranquilamente posado en un hangar y cuando una revista nuestra publica
la fotografía del avión, entonces es cuando las autoridades de Estados Unidos
ocupan el avión y desde luego, la versión de que aquello no tenía importancia,
de que las víctimas no eran víctimas como consecuencia de las bombas, sino del
fuego antiaéreo y los autores de aquellas fechorías, los autores de aquel
crimen paseándose tranquilamente por Estados Unidos, donde, ni siquiera, se les
perturbó en la continuación de aquellos actos de agresión.
Su señoría, a su señoría el
delegado de Estados Unidos, aprovecho la oportunidad para decirle, que hay
muchas madres en los campos de Cuba y muchas madres en Cuba, esperando todavía
sus telegramas de condolencia por los hijos que les asesinaron las bombas de
Estados Unidos (APLAUSOS).
Los aviones iban y venían. No había pruebas. Bueno, no se sabe qué se entienda por pruebas. Allí estaba aquel avión retratado y
capturado, pero bueno, decían que el avión no tiró bombas. No se sabe por qué estarían tan bien
informadas las autoridades de Estados Unidos.
Continuaban volando aviones piratas sobre nuestro territorio lanzando
bombas incendiarias. Millones y millones
de pesos se perdieron en los cañaverales incendiados, muchas personas del
pueblo, ¡sí!, del pueblo humilde, que veían destruida una riqueza que ahora sí
era suya, sufrieron quemaduras y sufrieron lesiones en la lucha contra aquel persistente
y tenaz bombardeo por aviones piratas.
Hasta que un día al lanzar
una bomba sobre uno de nuestros centrales azucareros, estalla la bomba, estalla
el avión, y el Gobierno Revolucionario tiene oportunidad de recoger los
fragmentos del piloto, que era por cierto un piloto norteamericano, cuyos
papeles fueron ocupados, y un avión norteamericano y todas las pruebas del
sitio de donde había salido. Aquel avión
había pasado entre dos bases de Estados Unidos.
Ya era una cuestión que no negarse, que los aviones estaban saliendo de
Estados Unidos. ¡Ah!, ¡entonces sí, ante
la prueba irrefutable, el gobierno de Estados Unidos dio una explicación al
gobierno de Cuba! Su conducta no fue
igual a la del caso del U-2; cuando se demostró que los aviones salían de
Estados Unidos, el gobierno de Estados Unidos no proclamó su derecho a quemar
nuestros campos de caña, en esa ocasión dijo que nos daba excusas y que lo
sentía mucho. ¡Suerte para nosotros
después de todo!, porque cuando ocurrió el incidente del U-2, el gobierno de
Estados Unidos, entonces, no dio excusas.
¡Proclamó su derecho a volar sobre el territorio soviético! ¡Mala suerte que tienen los soviéticos! (APLAUSOS.)
Pero nosotros no tenemos
muchas defensas antiaéreas y los aviones siguieron volando, hasta que pasó la
zafra. Ya no había más caña y cesaron
los bombardeos. Nosotros éramos el único
país del mundo, que soportaba ese hostigamiento, aunque bien recuerdo que en
ocasión de la visita del presidente Sukarno a Cuba,
nos dijo que no, que no creyéramos que nosotros éramos los únicos, que ellos también
habían tenido ciertos problemas con ciertos aviones norteamericanos que estaban
volando también sobre su territorio. No
sé si habré cometido alguna indiscreción, pero no lo espero (RISAS Y APLAUSOS).
Lo cierto es que al menos
en este pacífico hemisferio nosotros éramos un país que sin estar en guerra con
nadie, teníamos que estar soportando el incesante hostigamiento de los aviones piratas. ¿Y aquellos aviones podían entrar y salir
impunemente del territorio de Estados Unidos? A ver:
invitamos a los delegados a que mediten un poco y también invitamos al
pueblo de Estados Unidos, si el pueblo de Estados Unidos tiene, por casualidad,
la oportunidad de informarse de las cosas que aquí se hablan, a que medite
sobre el hecho de que, según las propias afirmaciones del gobierno de Estados Unidos,
el territorio de Estados Unidos está perfectamente vigilado y protegido
contra cualquier incursión aérea, que las medidas de defensa del territorio de
Estados Unidos son infalibles. Que
las medidas de defensa del mundo que ellos llaman "libre" —porque por
lo menos para nosotros no lo ha sido hasta el día primero de enero de 1959—,
son infalibles, que ese territorio está perfectamente defendido. Si eso es así, ¿cómo se explica que, no ya
aviones supersónicos, sino simples avionetas, con una velocidad de apenas 150
millas, puedan entrar y salir tranquilamente del territorio nacional
norteamericano, pasar de ida junto a dos bases y regresar de vuelta junto a dos
bases, sin que el gobierno de Estados Unidos siquiera se entere de que esos
aviones están entrando y saliendo del territorio nacional? Eso quiere decir dos cosas: o bien que el gobierno de Estados Unidos
miente al pueblo de Estados Unidos y Estados Unidos está indefenso frente a
incursiones aéreas, o el gobierno de Estados Unidos era cómplice de esas
incursiones aéreas (APLAUSOS).
Se acabaron las incursiones
aéreas y vino entonces la agresión económica.
¿Cuál era uno de los argumentos que esgrimían los enemigos de la reforma
agraria? Decían que la reforma agraria
traería el caos en la producción agrícola, que la producción disminuiría
considerablemente, que el gobierno de Estados Unidos se preocupaba de que Cuba
no pudiera cumplir sus compromisos de abastecimiento del mercado norteamericano. Primer argumento, y es bueno que por lo menos
las nuevas delegaciones aquí presentes se vayan familiarizando con algunos
argumentos, porque quizás algún día tengan que responder a argumentos similares: Que la reforma agraria era la ruina del país. No resultó así. Si la reforma agraria hubiese sido la ruina
del país, si la producción agrícola hubiese descendido, entonces no habría tenido
necesidad el gobierno norteamericano de llevar adelante su agresión económica.
¿Creían sinceramente en lo
que decían, cuando afirmaban que la reforma agraria iba a producir un descenso
de la producción? ¡Tal vez lo creían! Es lógico que cada cual crea según como haya
preparado su mente para creer. Es
posible que se imaginaran que sin las todopoderosas compañías monopolistas, los
cubanos éramos incapaces de producir azúcar.
¡Es posible! Tal vez hasta
confiaron en que nosotros arruinaríamos el país. Y, claro, si la Revolución hubiese arruinado
al país, Estados Unidos no habría tenido necesidad de agredirnos, nos habrían
dejado solos, habría quedado el gobierno de Estados Unidos como un gobierno muy
noble y muy bueno, y nosotros como unos señores que arruinábamos a la nación y
como un gran ejemplo de que no se puede hacer revoluciones, porque las
revoluciones arruinan a los países. ¡No
fue así! Hay una prueba de que las
revoluciones no arruinan a los países, y la prueba la acaba de dar el gobierno
de Estados Unidos. ¡Ha probado muchas
cosas, pero entre otras cosas, ha probado que las revoluciones no arruinan a
los países y que los gobiernos imperialistas sí son capaces de tratar de
arruinar a los países!
Cuba no se había arruinado,
había que arruinarla. Cuba necesitaba de
nuevos mercados para sus productos, y nosotros honradamente pudiéramos
preguntarle a cualquier delegación de las aquí presentes, ¿cuál de ellas no
quiere que su país venda los artículos que produce, cuál de ellas no quiere que
sus exportaciones aumenten? Nosotros
queríamos que nuestras exportaciones aumentasen. Eso es lo que quieren todos los países, esa
debe ser una ley universal.
Solamente el interés egoísta
puede estar en oposición al interés universal del intercambio comercial, que es
una de las más viejas aspiraciones y necesidades de la humanidad.
Y nosotros quisimos vender
nuestros productos, y fuimos en busca de nuevos mercados, y concertamos un
convenio comercial con la Unión Soviética en virtud del cual vendíamos un
millón de toneladas y comprábamos determinadas cantidades de artículos o
productos soviéticos. ¡Claro!, nadie
dirá que eso es incorrecto. Habrá
quienes no lo hagan, porque disguste a determinados intereses. Nosotros no teníamos, realmente, que pedirle
permiso al Departamento de Estado para hacer un convenio comercial con la Unión
Soviética, porque nosotros nos considerábamos, y nos consideramos, y nos
seguiremos considerando para siempre, un país verdaderamente libre.
Cuando las existencias de
azúcar comenzaban a disminuir, en beneficio de nuestra economía, recibimos
entonces el zarpazo: a petición del
ejecutivo de Estados Unidos, el Congreso aprueba una ley en virtud de la cual
el presidente o poder ejecutivo quedaba facultado para reducir a los límites
que estimase pertinente las importaciones de azúcar de Cuba. Se esgrimía el arma económica contra nuestra
Revolución. La justificación de esa
actitud ya se habían encargado de estarla preparando los publicistas; la
campaña hacía mucho rato que se venía haciendo, porque ustedes saben
perfectamente bien que aquí monopolio y publicidad son dos cosas absolutamente
identificadas. Se esgrime el arma
económica, se reduce de un tajo nuestra cuota azucarera en casi un millón de
toneladas —azúcar que ya estaba producida con destino al mercado norteamericano—,
para privar a nuestro país de los recursos de su desarrollo, para reducir a nuestro
país a la impotencia, para obtener resultados de tipo político. Esa medida estaba expresamente proscripta por
el Derecho Internacional Regional. La
agresión económica, como lo saben todos los delegados aquí de América Latina,
está expresamente condenada por el Derecho Internacional Regional. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos
viola ese derecho, esgrime el arma económica, nos arrebata de nuestra cuota
azucarera casi un millón de toneladas, y nada más. Ellos lo podían hacer.
¿Qué defensa le quedaba a
Cuba frente a esa realidad? Acudir a la
ONU, acudir a la ONU para denunciar las agresiones políticas y las agresiones
económicas, para denunciar las incursiones aéreas de aviones piratas y para
denunciar la agresión económica, amén de la interferencia constante del
gobierno de Estados Unidos en la política de nuestro país, de las campañas
subversivas que realiza contra el Gobierno Revolucionario de Cuba.
Acudimos a la ONU. La ONU tiene facultades para conocer esas
cuestiones; la ONU es, dentro de la jerarquía de las organizaciones
internacionales, la máxima autoridad; la ONU tiene autoridad, incluso, por
encima de la OEA. Y además, a nosotros
nos interesaba que el problema estuviera en la ONU, porque nosotros
comprendemos la situación en que se encuentra la economía de los pueblos de
América Latina, la situación de dependencia de Estados Unidos en que se
encuentra la economía de los pueblos de América Latina. La ONU conoce la cuestión, pide una
investigación a la OEA; la OEA se reúne.
Muy bien. ¿Qué era de esperarse? Que la OEA protegiera al país agredido; que
la OEA pudiese condenar las agresiones políticas a Cuba; y, sobre todo, que la
OEA pudiese condenar las agresiones económicas a nuestro país. Eso era de esperarse. Nosotros, al fin y al cabo, éramos nada más
que un pueblo pequeño de la comunidad latinoamericana; nosotros, al fin y al
cabo, éramos un pueblo más, agredido; ni el primero ni el último, porque México
había sido ya agredido más de una vez, y agredido militarmente. En una guerra le arrancaron una gran parte de
su territorio, y en aquella ocasión los hijos heroicos de México supieron
lanzarse del Castillo de Chapultepec, envueltos en la
bandera mexicana, antes de rendirse, ¡esos son los niños héroes de México! (APLAUSOS.)
Y no fue la única agresión,
no fue la única vez en que fuerzas de infantería norteamericanas hollaron el
territorio mexicano. Nicaragua fue
intervenida, y durante siete años resistió heroicamente Augusto César Sandino. Cuba más de una vez fue intervenida, así como
Haití, y Santo Domingo. Guatemala fue
intervenida. ¿Quién es el que
honestamente aquí sería capaz de negar la intervención de la United Fruit Company
y la del Departamento de Estado norteamericano en el derrocamiento del gobierno
legítimo de Guatemala? Yo comprendo que
haya quienes entiendan su deber oficial ser discretos sobre esta cuestión, y
hasta sean capaces de venir aquí y negarlo, pero en lo hondo de sus conciencias
saben que, sencillamente, estamos diciendo la verdad.
Cuba no era el primer país
agredido; Cuba no era el primer país en peligro de ser agredido. En este hemisferio todo el mundo sabe que el
gobierno de Estados Unidos siempre impuso su ley: la ley del más fuerte; ¡esa ley del más
fuerte en virtud de la cual ha estado destruyendo la nacionalidad
puertorriqueña y ha mantenido allí su dominio sobre esa isla hermana!, esa ley
en virtud de la cual se apoderó del Canal de Panamá y mantiene el Canal de
Panamá.
No era nada nuevo. Nuestra patria debió haber sido defendida,
mas, nuestra patria no fue defendida. ¿Por
qué? Y aquí lo que hay es que ir al
fondo de la cuestión y no a las formas. Si
nos atenemos a la letra muerta, estamos garantizados; si nos atenemos a la
realidad, no estamos garantizados en absoluto, porque la realidad se impone por
encima del derecho establecido en los códigos internacionales, y esa realidad
es que un país pequeño, agredido por un gobierno poderoso, no tuvo defensa, no
pudo ser defendido.
Y en cambio, ¿qué sale de
Costa Rica? ¡Oh,
milagro de producción ingeniosa lo que allí resultó en Costa Rica! En Costa Rica no se condena a Estados Unidos
o al gobierno de Estados Unidos... Permítaseme
evitar que se confunda nuestro sentimiento en relación con el pueblo de Estados Unidos. No fue
condenado el gobierno de Estados Unidos por las 60 incursiones de
aviones piratas, no fue condenado
por la agresión económica y por otras muchas agresiones. No. Condenaron
a la Unión Soviética. ¡Qué cosa tan
extraordinaria! Nosotros no habíamos recibido
ninguna agresión de la Unión Soviética; ningún avión soviético había volado
sobre nuestro territorio, y, sin embargo, en Costa Rica condenan a la Unión
Soviética por intromisión. La Unión
Soviética se había limitado a decir que, en caso de una agresión militar a
nuestro país, los artilleros soviéticos, hablando en sentido figurado, podían
apoyar al país agredido.
¿Desde cuándo el apoyo a un
país pequeño, condicionado al caso de una agresión por parte de un país
poderoso, es una intromisión? Porque hay
en derecho lo que se llaman las condiciones imposibles: si un país considera que él es incapaz de
perpetrar determinado delito, pues entonces baste decir: "No existe posibilidad ninguna de que la
Unión Soviética apoye a Cuba, porque no existe la posibilidad de que
nosotros agredamos al país pequeño.” Pero no se establece ese principio. Se establece el principio de que había que
condenar la intromisión de la Unión Soviética.
¿De los bombardeos a Cuba? Nada (APLAUSOS). ¿De las agresiones a Cuba? Nada.
Desde luego, hay algo que
debemos recordar, y que de alguna forma
debe preocuparnos a todos. Todos
nosotros, sin que ninguno de los aquí presentes se escape, estamos siendo
actores y partícipes de un minuto trascendental de la historia de la humanidad. A veces, aparentemente, la censura no llega,
es decir, la crítica y la condenación de nuestros hechos, aparentemente no nos
percatamos de ella, y es, sobre todo, cuando nos olvidamos de que así como
nosotros hemos tenido el privilegio de ser actores de este minuto trascendental
de la historia, algún día también la historia nos juzgará por nuestros actos. Y frente a la indefensión en que quedó
nuestra patria en la reunión de Costa Rica...
Por eso nosotros nos sonreímos, porque la historia juzgará ese episodio.
Y lo digo sin amargura: es difícil condenar a los hombres. Los hombres son, muchas veces, juguetes de
las circunstancias, y nosotros que sabemos lo que fue la historia de nuestro
país, además de que somos testigos excepcionales de lo que nuestro país, hoy,
está viviendo, comprendemos cuán terrible es la supeditación de la economía y
de la vida en general de las naciones al poder económico del extranjero. Baste consignar simplemente, cómo nuestro
país quedó indefenso, y algo más: el interés
que hay en que no se traiga a la ONU, tal vez porque se considere que sea más
fácil obtener una mayoría mecánica en la OEA.
Y después de todo, no resulta muy explicable ese temor, cuando nosotros
hemos visto que aquí también, en la ONU, muchas veces han funcionado las
mayorías mecánicas.
Y con toda lealtad a esta
institución, yo debo decir aquí que por eso los pueblos, el pueblo nuestro, sí,
nuestro pueblo, ese pueblo que está allá en nuestra patria, pero que es un
pueblo que ha aprendido mucho, y que es un pueblo, lo decimos con orgullo, que
está a la altura del rol que está jugando en este momento, y de la lucha
heroica que está librando..., nuestro pueblo que ha aprendido en esta escuela
de los últimos acontecimientos internacionales, sabe que a última hora, cuando su
derecho ha sido negado, cuando sobre él se enciman las fuerzas agresivas, le
queda el recurso supremo y el recurso heroico de resistir, cuando su derecho no
sea garantizado ni en la OEA ni en la ONU (APLAUSOS PROLONGADOS).
Por eso los países pequeños
todavía no nos sentimos tan seguros de que nuestro derecho sea preservado; por
eso, los países pequeños cuando queremos ser libres, sabemos que lo estamos
siendo a nuestra cuenta y riesgo, y porque de verdad los pueblos, los pueblos
cuando están unidos, cuando defienden un derecho justo, pueden confiar en sus
propias energías, porque no se trata, por supuesto, de un grupo de hombres,
como nos han querido pintar a nosotros, gobernando un país. Se trata de un pueblo gobernando un país; se
trata de un pueblo entero firmemente unido y con una gran conciencia
revolucionaria, defendiendo sus derechos.
Y eso lo deben saber los enemigos de la Revolución y de Cuba, porque si
lo ignoran están cometiendo un lamentable error.
Estas son las
circunstancias en que se ha desenvuelto el proceso revolucionario cubano; cómo
encontramos el país, por qué han surgido las dificultades. Y, sin embargo, sin embargo, la Revolución
Cubana está cambiando lo que ayer fue un país sin esperanzas, un país de
miseria, un país de analfabetos en parte, lo está convirtiendo en lo que pronto
será uno de los pueblos más avanzados y más desarrollados en este continente.
El Gobierno Revolucionario,
en solo 20 meses, ha creado 10 000 nuevas escuelas, es decir, en tan breve
período de tiempo se ha duplicado el número de escuelas rurales que se habían
creado en 50 años. Y Cuba es hoy ya el
primer país de América que tiene satisfechas todas sus necesidades escolares,
que tiene un maestro hasta en el último rincón de las montañas.
El Gobierno Revolucionario
ha construido, en ese breve período de tiempo, 25 000 viviendas en las
zonas rurales y urbanas; 50 nuevos pueblos están surgiendo en este momento en
nuestro país; las fortalezas militares más importantes albergan hoy decenas de miles
de estudiantes, y, en el próximo año, nuestro pueblo se propone librar su gran
batalla contra el analfabetismo, con la meta ambiciosa de enseñar a leer y
escribir hasta el último analfabeto en el próximo año, y, con ese fin,
organizaciones de maestros, de estudiantes, de trabajadores, es decir, todo el
pueblo, están preparándose para una intensa campaña y Cuba será el primer país
de América que a la vuelta de algunos meses pueda decir que no tiene un solo
analfabeto.
Nuestro pueblo está
recibiendo hoy la asistencia de cientos de médicos, que han sido enviados a los
campos para luchar contra las enfermedades, contra el parasitismo, y para
mejorar las condiciones higiénicas de la nación.
En otro aspecto, que es en
el de la conservación de los recursos naturales, podemos también afirmar aquí
que en un solo año, en el más ambicioso plan de preservación de recursos
naturales que se esté efectuando en este continente, incluyendo Estados Unidos
y Canadá, ha sembrado cerca de 50 millones de árboles maderables.
Los jóvenes que estaban sin
trabajo, que estaban sin escuela, organizados por el Gobierno Revolucionario
están hoy prestándole trabajos útiles al país, al mismo tiempo que están siendo
preparados para el trabajo productivo.
La producción agrícola en
nuestro país ha registrado un hecho casi único, que es el aumento de la
producción desde el primer instante. Desde
el principio se logró un aumento en la producción agrícola. ¿Por qué?
Porque el Gobierno Revolucionario, en primer lugar, convirtió en
propietarios de sus tierras a más de 100 000 pequeños agricultores, que
pagaban rentas, al mismo tiempo, preservó la producción en gran escala, por
medio de cooperativas agrícolas de producción, es decir que la producción de
gran empresa se mantuvo a través de cooperativas, gracias a lo cual se han
podido aplicar los procedimientos técnicos más modernos a nuestra producción
agrícola, y se ha registrado, desde el primer instante, un aumento en la
producción.
Y toda esta obra de
beneficio social, de maestros, de viviendas y de hospitales, la hemos llevado
adelante sin sacrificar los recursos para el desarrollo, ya que el Gobierno
Revolucionario, en este momento, está llevando adelante un programa de
industrialización del país, cuyas primeras fábricas ya se están montando en
Cuba.
Hemos empleado
racionalmente los recursos de nuestro país.
Antes, por ejemplo, en Cuba se importaban 35 millones de dólares en
automóviles, 5 millones de dólares en tractores. Un país eminentemente agrícola, importaba
siete veces más automóviles que tractores.
Nosotros hemos invertido los términos, y estamos importando siete veces
más tractores que automóviles.
Cerca de 500 millones de
dólares fueron recuperados a los políticos que se habían enriquecido durante la
tiranía. Cerca de 500 millones de
dólares, en bienes y en efectivo, es el valor total de lo recuperado a los políticos
corrompidos que durante siete años habían estado saqueando nuestro país. La inversión correcta de esos productos, de
esas riquezas y de esos recursos, es lo que permite al Gobierno Revolucionario,
que al mismo tiempo que desarrolla un plan de industrialización y de incrementación de nuestra agricultura, puede construir
viviendas, construir escuelas, llevar los maestros hasta los últimos rincones
de nuestro país y brindarles asistencia médica, es decir, llevar adelante un
programa de desarrollo social.
Y precisamente ahora, como
ustedes saben, en la reunión de Bogotá, nuevamente el gobierno de Estados
Unidos propuso un plan. ¿Pero un plan
para desarrollo económico? No. Propuso un plan de desarrollo social. ¿Qué se entiende por eso? Pues también un plan de hacer casas, un plan
de hacer escuelas, un plan de hacer caminos.
¿Pero es que eso, acaso, resuelve el problema? ¿Cómo puede haber solución a los problemas
sociales sin un plan de desarrollo económico?
¿Es que se les quiere tomar el pelo a los pueblos de América Latina? ¿De qué van a vivir las familias que van a
habitar esas casas, si es que las casas se hacen? ¿Con qué zapatos, con qué ropa y con qué
alimentos van a subsistir los niños que van a ir a esas escuelas? ¿Es que acaso no se sabe que cuando las
familias no tienen ni ropas, ni zapatos para los niños, no los mandan a la
escuela? ¿Con qué recursos se van a
pagar los maestros? ¿Con qué recursos se
van a pagar los médicos? ¿Con qué
recursos se van a pagar las medicinas? ¿Quieren
un buen remedio para ahorrar medicinas? Auméntese
la nutrición del pueblo, que lo que mejora el pueblo en nutrición, se lo
ahorrará en hospitales.
Luego, frente a la tremenda
realidad del subdesarrollo, el gobierno de Estados Unidos se sale ahora con un
plan de desarrollo social. Desde luego,
ya es algo que se preocupe por los problemas de América Latina. Hasta ahora no se había preocupado nada. ¡Qué casualidad que ahora le están
preocupando esos problemas! Y cualquier
parecido con el hecho de que esa preocupación haya surgido después de la
Revolución Cubana, pues posiblemente dirán que sea pura coincidencia.
Hasta ahora los monopolios
no se habían preocupado de otra cosa que de explotar a los países
subdesarrollados. Pero surge la
Revolución Cubana, y surgen las preocupaciones de los monopolios, y mientras a
nosotros se nos agrede económicamente, y se nos trata de aplastar, pues con la
otra mano ofrecen la limosna a los pueblos de América Latina. No los recursos para el desarrollo económico
que es lo que quiere la América Latina, sino que le ofrecen recursos para el
desarrollo social; para casas donde van a vivir hombres que no tienen trabajo,
para escuelas donde no van a ir niños y para hospitales que no harían tanta
falta si hubiera un poco más de nutrición en la América Latina.
Después de todo, aunque
algunos compañeros de América Latina crean que su deber es ser discretos aquí, ¡bienvenida
sea una revolución como la Revolución Cubana, que al menos ha hecho preocuparse
a los monopolios de devolver aunque sea una parte pequeña de lo que han estado
sustrayendo de los recursos naturales y del sudor de los pueblos de América
Latina! (APLAUSOS.)
Aunque en esa ayuda no
estemos incluidos nosotros, no nos preocupa.
Nosotros por esas cosas no nos ponemos bravos; nosotros esos mismos
problemas de las escuelas, de la vivienda, y todo eso, hace mucho rato que lo
estamos resolviendo. Pero pensamos que a
lo mejor alguno tiene dudas de que nosotros estemos haciendo propaganda aquí,
porque el señor Presidente de Estados Unidos dijo que algunos venían a tomar
esta tribuna para propaganda. Y, desde
luego, cualquier compañero de las Naciones Unidas, está invitado
permanentemente a visitar a Cuba. Allí
no le cerramos las puertas a nadie, ni confinamos a nadie; allí cualquiera de
los compañeros de esta Asamblea puede visitar a Cuba, y ver por sus propios
ojos... Ustedes saben ese capítulo de la
Biblia que habla de Santo Tomás, que él tenía que ver para creer. Creo que fue Santo Tomás.
Y, después de todo,
nosotros podemos invitar, lo mismo a cualquier periodista, que a cualquier
miembro de la delegación, a que visite a Cuba y vea lo que un pueblo es capaz
de hacer con sus propios recursos, cuando los invierte honestamente y racionalmente.
Pero nosotros no estamos
resolviendo solo nuestros problemas de vivienda y de escuela, sino nuestros
problemas de desarrollo, porque sin resolver el problema del desarrollo, no
habrá jamás soluciones a los problemas sociales.
Pero, ¿qué ocurre? ¿Por qué el gobierno de Estados Unidos no
quiere hablar del desarrollo? Muy
sencillo, porque el gobierno de Estados Unidos no quiere pelearse con los
monopolios, y los monopolios exigen recursos naturales y mercados de inversión
para sus capitales. He ahí la gran
contradicción, por eso no se va a la verdadera solución del problema, por eso
no se va a la programación con inversiones públicas del desarrollo de los
países subdesarrollados.
Y es bueno que se diga aquí
con toda claridad, porque al fin y al cabo, nosotros, los países
subdesarrollados, somos aquí mayoría, por si alguno lo ignora, y al fin y al
cabo, nosotros somos testigos de lo que pasa en los países subdesarrollados.
Sin embargo, no se va a la
verdadera solución del problema, y siempre se habla aquí de la participación
del capital privado. Desde luego, eso
quiere decir mercado para inversión de capital sobrante. Inversiones como esas que en cinco años se
amortizaban.
El gobierno de Estados
Unidos no puede proponer un plan de inversión pública, porque eso lo
divorciaría de la razón de ser del gobierno de Estados Unidos que son los
monopolios norteamericanos.
Esa es, y no hay que darle
más vueltas, la razón por la cual no se promueve un verdadero programa de
desarrollo económico para preservar nuestras tierras de América Latina, de Africa y de Asia, para las inversiones del capital
sobrante.
Hasta aquí nos hemos
referido a los problemas de nuestro país.
¿Por qué esos problemas no se han resuelto? ¿Acaso porque nosotros no queremos
resolverlos? No. El gobierno de Cuba siempre ha estado
dispuesto a discutir sus problemas con el gobierno de Estados Unidos, pero el
gobierno de Estados Unidos, no ha querido discutir sus problemas con Cuba, y
sus razones tendrá para no querer discutir los problemas con Cuba.
Aquí mismo está la nota
enviada por el Gobierno Revolucionario de Cuba al gobierno de Estados Unidos,
el 27 de enero de 1960. Dice:
"Las diferencias de
opinión que pueden existir entre ambos gobiernos como sujetas a negociaciones
diplomáticas, pueden resolverse, efectivamente, mediante tales negociaciones. El gobierno de Cuba está en la mejor
disposición para discutir sin reservas y con absoluta amplitud todas esas
diferencias y declara expresamente que entiende que no existen obstáculos de
clase alguna que impidan la realización de esas negociaciones a través de
cualquiera de los medios e instrumentos tradicionalmente adecuados a ese fin. Sobre la base del respeto mutuo y recíproco
beneficio con el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos, desea el gobierno
de Cuba mantener e incrementar las relaciones diplomáticas y económicas y
entiende que sobre esa base es indestructible la amistad tradicional entre los
pueblos cubano y norteamericano."
El 22 de febrero de ese
mismo año:
"El Gobierno
Revolucionario de Cuba, acorde con su propósito de reanudar por los canales
diplomáticos las negociaciones ya iniciadas sobre los asuntos pendientes entre
Cuba y Estados Unidos de Norteamérica, ha decidido nombrar una comisión con
atribuciones al efecto, para comenzar sus gestiones en Washington en la fecha
que convenga a ambas partes.
"El Gobierno
Revolucionario de Cuba desea aclarar, sin embargo, que la reanudación y
desenvolvimiento ulterior de dichas negociaciones, tienen necesariamente que
estar supeditadas a que por el gobierno o el Congreso de vuestro país, no se
adopte medida alguna de carácter unilateral que prejuzgue los resultados de las
negociaciones antes mencionadas o que pueda irrogar perjuicios a la economía o
al pueblo cubano. Parece obvio añadir
que la adhesión del gobierno de vuestra señoría a este punto de vista no solo
contribuiría al mejoramiento de las relaciones entre nuestros respectivos
países, sino que también reafirmaría el espíritu de fraternal amistad que ha
ligado y liga a nuestros pueblos. Permitiría,
además, que ambos gobiernos pudieran examinar en una atmósfera serena y con las
más amplias miras, las cuestiones que han afectado las tradicionales relaciones
entre Cuba y los Estados Unidos de Norteamérica."
¿Cuál fue la respuesta del
gobierno de Estados Unidos?
"El gobierno de los
Estados Unidos no puede aceptar las condiciones para negociar expresadas en la
nota de su Excelencia, al efecto
de que no se tomarán medidas de carácter unilateral por parte del gobierno de
los Estados Unidos que puedan afectar la economía cubana y la de su pueblo, ya
sea por las ramas legislativa o ejecutiva.
Como ha expresado el presidente Eisenhower en
enero 26, el gobierno de Estados Unidos debe mantenerse libre, en ejercicio de
su propia soberanía, para tomar los pasos que considere necesarios, consciente
de sus obligaciones internacionales para la defensa de los legítimos derechos o
intereses de su pueblo."
Es decir que el gobierno de
Estados Unidos no se digna discutir con el pequeño país, que es Cuba, sus
diferencias en las relaciones.
¿Qué esperanza tiene el
pueblo de Cuba en la solución de estos problemas? Pues, los hechos todos que hemos podido
observar aquí, conspiran contra la solución de esos problemas y es bueno que
las Naciones Unidas tomen muy en cuenta esto, porque el gobierno de Cuba y el
pueblo de Cuba, están muy fundadamente preocupados del sesgo agresivo que toma
la política del gobierno de Estados Unidos con relación a Cuba y es bueno que
estemos bien informados.
En primer lugar, el
gobierno de Estados Unidos se considera con el derecho de promover la
subversión en nuestro país; el gobierno
de Estados Unidos está promoviendo la organización de movimientos subversivos
contra el Gobierno Revolucionario de Cuba y nosotros lo denunciamos aquí en
esta Asamblea General y queremos denunciar concretamente que, por ejemplo, en
una isla del Caribe, territorio que pertenece a Honduras y que se conoce con el
nombre de la Isla Cisne, el gobierno de Estados Unidos se ha apoderado "manu militari" de esa isla;
hay allí infantería de marina norteamericana, a pesar de ser un territorio que
pertenece a Honduras y allí, violando las leyes internacionales, despojando a
un pueblo hermano de un pedazo de su territorio, violando los convenios
internacionales de radio, ha establecido una potente emisora de radio, que ha
puesto en manos de los criminales de guerra y de los grupos subversivos que
mantiene en este país y que allí se están haciendo, además, prácticas de entrenamiento
para promover la subversión y promover desembarcos armados en nuestra isla.
Sería bueno que el delegado
de Honduras ante la Asamblea General reivindicara aquí el derecho de Honduras a
ese pedazo de su territorio, pero esa es cuestión que a él le incumbe. Lo que a nosotros nos incumbe es que un
pedazo del territorio de un hermano país arrebatado de manera filibustera por el gobierno de Estados Unidos a ese país,
sea utilizado para base de subversión y de ataques a nuestro territorio, y pido
aquí que quede constancia de esta denuncia que hacemos en nombre del gobierno y
del pueblo de Cuba.
¿Se considera el gobierno
de Estados Unidos con derecho a promover la subversión en nuestro país,
violando todos los convenios internacionales, violando el espacio radial aéreo? ¿Quiere eso decir acaso que el Gobierno
Revolucionario de Cuba tiene también derecho a promover la subversión en
Estados Unidos? ¿Se considera el
gobierno de Estados Unidos con derecho a la violación del espacio radial aéreo,
con gran perjuicio para nuestras emisoras radiales? ¿Quiere acaso decir que el gobierno de Cuba
tiene derecho también a violar el espacio radial?
¿Qué derecho puede tener
sobre nosotros o sobre nuestra isla el gobierno de Estados Unidos, que permita
exigir por parte de los demás pueblos igual respeto? Que se le devuelva a Honduras la Isla Cisne,
porque sobre esa isla no ha tenido nunca jurisdicción (APLAUSOS).
Pero hay todavía
circunstancias más alarmantes para nuestro pueblo. Sabido es que en virtud de la Enmienda Platt,
impuesta por la fuerza a nuestro pueblo, el gobierno de Estados Unidos se
arrogó el derecho de establecer bases navales en nuestro territorio. Derecho impuesto por la fuerza y mantenido
por la fuerza.
Una base naval en el
territorio de cualquier país es motivo de justa preocupación. Primero, la preocupación de que un país que
mantiene una política internacional agresiva y guerrerista es poseedor de una
base allí en el corazón de nuestra isla, que hace a nuestra isla correr los
peligros de cualquier conflicto internacional, de cualquier conflicto atómico,
sin que nosotros tengamos absolutamente nada que ver con el problema, porque
nosotros no tenemos absolutamente nada que ver con los problemas del gobierno
de Estados Unidos y con las crisis que provoca el gobierno de Estados Unidos. Y, sin embargo, hay una base allí en el
corazón de nuestra isla que entraña para nosotros un peligro en el caso de
cualquier contingencia bélica.
Pero, ¿es acaso solo ese
peligro? ¡No!, todavía hay un peligro
que nos preocupa más, ya que nos toca más de cerca: ¡El Gobierno Revolucionario de Cuba ha venido
reiteradamente expresando su preocupación de que el gobierno imperialista de Estados
Unidos tome como pretexto esa base, enclavada en nuestro territorio nacional,
para promover una autoagresión que justifique un
ataque a nuestra nación! Repito: ¡El Gobierno Revolucionario de Cuba se
preocupa grandemente, y lo expone aquí, de que el gobierno imperialista de
Estados Unidos tome como pretexto una autoagresión
para tratar de justificar un ataque a nuestro país! Y esa preocupación por parte nuestra es cada
vez mayor, debido a que es mayor la agresividad y son más alarmantes los
síntomas.
Aquí, por ejemplo, hay un
cable de la UPI, llegado a nuestro país, que dice textualmente:
"El almirante Harley Burke, jefe de operaciones
navales de Estados Unidos, dice que si Cuba intentara ocupar la Base Naval
de Guantánamo, lucharemos. En una
entrevista registrada por la revista 'U.S. News and World Report' —ustedes me perdonan cualquier deficiencia al
pronunciar estas palabras—, se le preguntó a Burke si
la Armada estaba preocupada por la situación que prevalece en Cuba bajo el
régimen de Castro. Sí, nuestra Armada
está preocupada no por nuestra base de Guantánamo, sino por toda la situación
cubana, respondió Burke. El Almirante agrega que todos los cuerpos
militares norteamericanos están preocupados.
‘¿Se debe a la estratégica posición de Cuba en el Caribe?, se le
interrogó a Burke.
No, particularmente, manifestó, se trata de un país cuyo pueblo era
normalmente amigo de Estados Unidos, que gustaba de nuestro pueblo y que a
nosotros también nos agradaba. A pesar
de esto se ha presentado un individuo con un pequeño grupo de comunistas
empedernidos que están decididos a cambiarlo todo. Castro ha enseñado a odiar a Estados Unidos y
ha hecho mucho para arruinar a su país.' Burke
manifestó que reaccionaríamos muy rápido si Castro tomara alguna decisión
contra la base de Guantánamo. Si
trataran de tomar el lugar por la fuerza, lucharemos, agregó. Ante la pregunta de si la amenaza hecha por Jruschov de que los cohetes soviéticos apoyarían a Cuba le
había hecho pensar tal decisión dos veces, el Almirante dijo: 'No, porque él no lanzará sus cohetes, él
sabe muy bien que será destruido si así lo hace'."
Quiere decir que Rusia será
destruida.
En primer lugar, he de
hacer resaltar cómo para este señor el haber aumentado la producción industrial
en nuestro país en un 35%, el haber dado empleo a más de 200 000 nuevos
cubanos y las soluciones que nosotros hemos llevado a los grandes problemas
sociales de nuestro país, equivalen a "arruinar al país". Y en virtud de esos "fundamentos"
se toman el derecho de preparar las condiciones de la agresión.
Vean ustedes cómo hace un
cálculo, un cálculo que sí es peligroso, porque este señor virtualmente calcula
que en caso de un ataque a nosotros, nosotros vamos a estar solos. Es simplemente un cálculo del señor Burke, pero imaginemos que el señor Burke
esté equivocado. Imaginemos que el señor
Burke, con todo lo almirante que es, esté equivocado
(Se oyen voces de la delegación soviética, del propio Jruschov
y aplausos).
Entonces el almirante Burke está jugando irresponsablemente con la suerte del
mundo. El almirante Burke
y todos los de su grupo militarista agresivo están jugando con la suerte del
mundo, y por la suerte de cada uno de nosotros realmente no valdría la pena
preocuparse; pero entendemos que nosotros, representativos de los distintos
pueblos del mundo, ¡tenemos el deber de preocuparnos por la suerte del mundo, y
tenemos el deber de condenar a todos los que juegan irresponsablemente con la
suerte del mundo! ¡Que no están jugando
solo con la suerte de nuestro pueblo, que están jugando con la suerte de su
propio pueblo y que están jugando con la suerte de todos los pueblos del mundo! ¿O es que cree este almirante Burke que estamos viviendo todavía en la época del arcabuz,
o es que no se ha acabado de dar cuenta este almirante Burke
que estamos viviendo en la era atómica, cuya desastrosa fuerza destructiva no
pudieron siquiera imaginar el Dante o Leonardo da Vinci,
con toda su imaginación, porque supera todo lo que el hombre pudo imaginar
jamás? Sin embargo, él calcula, y, claro,
ya la United Press esparció
esto por el mundo, la revista está al salir, ya se empieza a preparar la
campaña, ya se empieza a crear la histeria, ya se empieza a divulgar el peligro
imaginario de una acción nuestra contra la base.
Y esto no está solo. En el día de ayer aparece aquí otra
información de la UPI, conteniendo unas declaraciones de un senador
norteamericano, que según me parece se pronuncia su nombre Stail
Bridge, miembro, tengo entendido, de la comisión
militar del Senado de Estados Unidos, quien dijo hoy: "Los Estados Unidos deben preparar a
toda costa su Base Naval de Guantánamo en Cuba"; dijo: "Debemos ir tan lejos como sea necesario
para defender la gigantesca instalación de los Estados Unidos. Tenemos allí fuerzas navales, tenemos infantería
de marina, y si fuéramos atacados, yo la defendería, ciertamente, porque creo
que es la base más importante en la región del Caribe."
Este miembro del Comité
Senatorial de las Fuerzas Armadas, Bridge, no
descartó por completo el uso de armas atómicas en caso de un ataque contra la
base.
¿Qué quiere decir esto? Esto quiere decir que no solamente se está
creando la histeria, que no solamente se está preparando sistemáticamente el
ambiente, sino que incluso se nos amenaza hasta con el uso de armas atómicas. Y, realmente, entre otras muchas cosas que se
nos ocurren, una de ellas es preguntarle a este señor Bridge
si no le da vergüenza amenazar con armas atómicas a un país pequeño como el de
Cuba (APLAUSOS PROLONGADOS).
Por nuestra parte, con todo
respeto, debemos decirle que los problemas del mundo no se resuelven amenazando
ni sembrando miedo; y que nuestro humilde y pequeño pueblo, ¡qué le vamos a
hacer!... Estamos ahí, mal que le pese,
y la Revolución seguirá adelante, mal que le pese: y que, además, nuestro humilde y pequeño
pueblo tiene que resignarse a su suerte, y que no siente ningún miedo por sus
amenazas de uso de armas atómicas.
¿Qué quiere decir eso? Que por ahí hay muchos países que tienen
bases norteamericanas, pero al menos las tienen allí situadas no contra los
propios gobiernos que les hicieron esas concesiones, al menos que nosotros
tengamos información. El caso de
nosotros es el caso más trágico; el caso de nosotros es una base en nuestro
territorio insular, contra Cuba y contra el Gobierno Revolucionario de Cuba. Es decir, en manos de quienes se declaran
enemigos de nuestra patria, enemigos de nuestra Revolución y enemigos de
nuestro pueblo. De toda la historia de
las bases situadas hoy en todo el mundo, el caso más trágico es el de Cuba: una base a la fuerza, en nuestro territorio inconfundible,
que está a buena distancia de las costas de Estados Unidos, contra Cuba, contra
el pueblo, impuesta por la fuerza, y como una amenaza y una preocupación para
nuestro pueblo.
Por ello es que debemos
declarar aquí, en primer lugar, que estas habladurías sobre ataques tienen por
fundamento crear la histeria y preparar condiciones de agresiones a nuestro
país que nosotros nunca hemos hablado, nunca hemos dicho una sola palabra que
implique la idea de ningún tipo de ataque a la Base Naval de Guantánamo. Porque nosotros somos los primeros
interesados en no darle pretextos al imperialismo para agredirnos, y eso nosotros
lo declaramos aquí terminantemente; pero también declaramos que desde el instante
en que esa base se ha convertido en una amenaza para la seguridad y la
tranquilidad de nuestro país, y una amenaza para nuestro pueblo, el Gobierno
Revolucionario está considerando muy seriamente solicitar, dentro de los
cánones del derecho internacional, la retirada de las fuerzas navales y
militares del gobierno de Estados Unidos de esa porción del territorio nacional
(APLAUSOS PROLONGADOS). Y al gobierno
imperialista de Estados Unidos no le quedará más remedio que retirar esas
fuerzas, porque, ¿cómo podrá justificar ante el mundo su derecho a instalar una
base atómica o una base que entrañe un peligro para nuestro pueblo en un pedazo
de nuestro territorio nacional, en una isla inconfundible, que es el territorio
del mundo donde radica el pueblo cubano?
¿Cómo podrá justificar ante el mundo ningún derecho a mantener soberanía
sobre un pedazo de nuestro territorio? ¿Cómo
podrá presentarse ante el mundo para justificar esa arbitrariedad? Y por cuanto ante el mundo no podrá
justificar ese derecho, cuando nuestro gobierno lo solicite, dentro de los
cánones del derecho internacional, el gobierno de Estados Unidos tendrá que acatar
ese derecho.
Pero es preciso que esta
Asamblea quede muy bien informada sobre los problemas de Cuba porque nosotros
tenemos que estar alertas contra el engaño y contra la confusión. Nosotros tenemos que explicar muy claramente
todos estos problemas, porque en ello va la seguridad y la suerte de nuestro
país. Y por eso, pedimos que quede
constancia bien clara de estas palabras, sobre todo, si se tiene en cuenta que
no tiene traza de mejorarse la opinión o la interpretación errónea que acerca
de los problemas de Cuba tienen los políticos de este país.
Aquí mismo, por ejemplo,
hay unas declaraciones del señor Kennedy que son como para asombrar a
cualquiera. Sobre Cuba dice:
"Debemos usar toda la
fuerza de la OEA para impedir que Castro interfiera con otros gobiernos
latinoamericanos, y devolver la libertad a Cuba."¡Van a devolverle la
libertad a Cuba!
"Debemos dejar sentada
nuestra intención de no permitir que la Unión Soviética convierta a Cuba en su
base en el Caribe, y aplicar la doctrina de Monroe.” ¡En plena mitad, o más de la mitad del siglo
XX, este señor candidato hablando de la Doctrina Monroe!
"Debemos hacer que el
Primer Ministro Castro comprenda que nos proponemos defender nuestro derecho a
la Base Naval de Guantánamo.” ¡Es el
tercero, el tercero que habla del problema!
"Y debemos hacer saber al pueblo cubano que simpatizamos con sus
aspiraciones económicas legítimas...” ¿y
cómo no simpatizaron antes? "...que
conocemos su amor por la libertad, y que nunca estaremos contentos hasta que la
democracia vuelva a Cuba...” ¿Qué
democracia? ¿La democracia
"made" por los monopolios imperialistas del gobierno de Estados Unidos?
"Las fuerzas que
luchan por la libertad en el exilio —préstese atención, para que luego
comprendan por qué hay aviones que vuelan desde territorio norteamericano hacia
Cuba; préstese atención a lo que dice este señor— y en las montañas de Cuba,
deben ser sostenidas y ayudadas; y en otros países de América Latina debe
mantenerse confinado el comunismo, sin permitirle que se expanda."
Si Kennedy no fuera un
millonario analfabeto e ignorante (APLAUSOS), debería comprender que no es
posible hacer una revolución contra los campesinos en las montañas, apoyados en
los terratenientes, y que cuantas veces el imperialismo ha tratado de fomentar
grupos contrarrevolucionarios, en el curso de unos pocos días las milicias
campesinas los han puesto fuera de combate.
Pero él parece que leyó, vio en alguna novela de Hollywood,
o en alguna película, alguna historia sobre guerrillas, y cree que es posible,
socialmente, hacer hoy una guerra de guerrillas en Cuba.
De todos modos, es
desalentador, y nadie piense, sin embargo, que estas opiniones sobre las
declaraciones de Kennedy indiquen que nosotros sentimos ninguna simpatía por el
otro, el señor Nixon (RISAS), que ha hecho unas
declaraciones similares. Para nosotros,
los dos carecen de seso político.
Hasta aquí hemos expuesto
el problema de nuestro país, deber fundamental nuestro al acudir a las Naciones
Unidas, pero comprendemos perfectamente que sería un poco egoísta de nuestra
parte si nuestra preocupación se limitara a nuestro caso concreto. También es cierto que nosotros hemos
consumido la mayor parte de nuestro tiempo en informar a esta Asamblea sobre el
caso de Cuba, y no es mucho el espacio que disponemos para las demás
cuestiones, sobre las cuales solo queremos referirnos someramente.
Sin embargo, el caso de
Cuba no es un caso aislado. Sería un error
pensar en el caso de Cuba. El caso de
Cuba es el caso de todos los pueblos subdesarrollados. El caso de Cuba es como el caso del Congo,
como el caso de Egipto, como el caso de Argelia, como el caso de Irán
occidental (APLAUSOS), y, en fin, como el caso de Panamá, que quiere su canal;
como el caso de Puerto Rico, al que le destruyen su espíritu nacional; como el
caso de Honduras, que ve segregado un pedazo de su territorio; y, en fin,
aunque nuestra atención no haya recaído específicamente sobre otros países, el
caso de Cuba es el caso de todos los países subdesarrollados y colonizados.
Los problemas que
describíamos sobre Cuba pueden aplicarse perfectamente a toda la América Latina. El control de los recursos económicos de
América Latina por los monopolios, que cuando no son dueños directamente de las
minas y se encargan de la extracción, como en el caso del cobre de Chile, de
Perú o de México, el caso del zinc de Perú y de México, el caso del petróleo de
Venezuela, es porque son dueños de los servicios públicos, de las compañías de
servicios públicos, como ocurre en Argentina, en Brasil, en Chile, en Perú, en
Ecuador, en Colombia, o dueños de los servicios telefónicos, como ocurre en Chile,
en Brasil, en Perú, en Venezuela, en Paraguay, en Bolivia, o porque si no
comercializan nuestros productos, como ocurre con el café de Brasil, de
Colombia, de El Salvador, de Costa Rica, de Guatemala, o con el banano,
explotado y comercializado, además de transportado por la United
Fruit Company, en
Guatemala, en Costa Rica, en Honduras, o como con el algodón de México, o el
algodón de Brasil ejercitan el monopolio en las más importantes industrias del
país.
Economías dependientes por
completo de los monopolios. ¡Ay del día
en que quieran hacer también una reforma agraria! Les pedirán pago pronto, eficiente y justo. Y si, a pesar de todo, hacen una reforma
agraria, al delegado del país hermano que venga a la ONU lo confinarán a Manhattan, no le alquilarán hotel, lloverán infamias sobre
él, y hasta es posible que sea maltratado de obra por la policía.
El problema de Cuba no es
más que un ejemplo de lo que es la América Latina. Y, ¿hasta cuándo estará esperando la América
Latina para su desarrollo? Pues, tendrá
que esperar, de acuerdo con el criterio de los monopolios, hasta las calendas
griegas.
¿Quién va a industrializar
la América Latina? ¿Los monopolios? No. Hay
un informe de la secretaría económica de las Naciones Unidas que explica cómo,
incluso, el capital privado de inversión en vez de ir hacia los países donde
más se le necesita para establecer industrias básicas, para contribuir al
desarrollo, van preferiblemente a los países más industrializados, porque
encuentran allí, según dicen o según creen, más seguridad. Y, por supuesto, que hasta la secretaría de
economía de las Naciones Unidas ha reconocido que no hay posibilidad de
desarrollo a través del capital privado de inversión, es decir, a través de los
monopolios.
El desarrollo de América
Latina tiene que ser por medio de inversiones públicas, programadas y
concebidas sin condiciones políticas, porque, naturalmente, a todos nos gusta
representar a un país libre y a ninguno nos gusta representar a un país que no
se sienta libre. A ninguno nos gusta que
la independencia de nuestro país esté supeditada a intereses que no sean del
país. Por eso, la ayuda debe ser sin
condiciones políticas.
¿Que a nosotros no nos
brinden ayuda? No importa. Nosotros no la hemos pedido. Pero sí, en interés de los pueblos de América
Latina, nos sentimos en el deber de solidaridad de plantear que la ayuda debe
ser sin supeditación a condiciones políticas.
Inversiones públicas para el desarrollo económico, no para el
"desarrollo social", que es lo último que se ha inventado para
ocultar la verdadera necesidad del desarrollo económico.
Los problemas de América
Latina son como los problemas del mundo, del resto del mundo, Africa y Asia. El
mundo está repartido entre los monopolios.
Esos mismos monopolios que vemos en América Latina también los vemos en
el Oriente Medio. Allí el petróleo está
en manos de compañías monopolistas que controlan intereses financieros de
Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Francia... En Irán, en Iraq,
en la Arabia Saudita. En fin, en
cualquier rincón de la Tierra. Es lo
mismo que pasa, por ejemplo, en Filipinas.
Es lo mismo que pasa en el Africa. El mundo está dividido entre intereses
monopolistas. ¿Quién se atrevería a
negar esa verdad histórica? Y los
intereses monopolistas no quieren el desarrollo de los pueblos. Lo que quieren es explotar los recursos
naturales de los pueblos y explotar a los pueblos. Y mientras más pronto recuperen o amorticen
el capital invertido, mejor.
Los problemas que ha tenido
el pueblo de Cuba con el gobierno imperialista de Estados Unidos son los mismos
problemas que tendría la Arabia Saudita si nacionalizara su petróleo, o el Irán,
o el Iraq. Los
mismos problemas que tuvo Egipto cuando nacionalizó, bien nacionalizado, el
canal de Suez, los mismos problemas que tuvo Oceanía cuando quiso ser
independiente, es decir, Indonesia, cuando quiso ser independiente. La misma invasión sorpresiva de Egipto, la
misma invasión sorpresiva del Congo.
¿Alguna vez les ha faltado
pretexto a los colonialistas o a los imperialistas para invadir? ¡Nunca!
Siempre han echado mano de algún pretexto. ¿Y quiénes son los países colonialistas, quiénes
son los países imperialistas? Cuatro o
cinco países son los poseedores. No
cuatro o cinco países, sino cuatro o cinco grupos de monopolios son los
poseedores de la riqueza del mundo.
Si aquí a esta Asamblea
llegara un personaje interplanetario que no hubiera leído ni el Manifiesto
Comunista de Carlos Marx, ni los cables de la UPI o de la AP, o de las demás
publicaciones monopolistas, y preguntara cómo anda repartido el mundo, cómo
está distribuido el mundo, y en un mapa viera que las riquezas están divididas
entre los monopolios de cuatro o cinco países, sin ninguna otra consideración,
diría: "El mundo está mal repartido, el mundo
está explotado."
Y aquí, donde hay una gran
mayoría de países subdesarrollados, podría decir: "Una gran mayoría de los pueblos que
ustedes representan están explotados, han estado explotándolos desde hace mucho
tiempo. Han variado la forma de
explotación, pero no han dejado de ser explotados.” Ese sería el veredicto.
En el discurso del premier Jruschov hay una afirmación que nos llamó poderosamente la
atención, por el valor que encierra, y fue cuando dijo que "la Unión
Soviética no tenía colonias, ni tenía inversiones en ningún país".
¡Ah!, qué formidable sería
nuestro mundo, nuestro mundo hoy amenazado de cataclismos, si los delegados de
todas las naciones pudieran decir igual:
"¡Nuestro país no tiene ninguna colonia, ni tiene ninguna inversión
en ningún país extranjero!" (APLAUSOS.)
Para qué darle más vuelta a
la cuestión. Este es el quid de la cosa,
incluso, el quid de la paz y de la guerra, el quid de la carrera armamentista o
del desarme. Las guerras, desde el
principio de la humanidad, han surgido, fundamentalmente, por una razón: el deseo de unos de despojar a otros de sus
riquezas. ¡Desaparezca la filosofía del
despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra! (APLAUSOS.)
¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por
los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de
progreso!
Mientras ese paso no se da,
mientras esa etapa no se alcanza, el mundo tiene que vivir constantemente bajo
la pesadilla de verse envuelto en cualquier crisis, en una conflagración atómica. ¿Por qué?
Porque hay quienes están interesados en mantener el despojo, hay quienes
están interesados en mantener la explotación.
Nosotros hemos hablado aquí
del caso de Cuba. Nuestro caso nos ha
enseñado, por los problemas que hemos tenido con nuestro imperialismo, es
decir, el imperialismo que está contra nosotros... Pero, en definitiva, los imperialismos son
todos iguales, y son todos aliados. Un
país que explote a los pueblos de América Latina o de cualquier otra parte del
mundo es aliado en la explotación de los demás pueblos del mundo.
Hay algo que realmente nos
alarmó mucho en el discurso del señor Presidente de Estados Unidos, cuando
dijo:
"En las zonas en
desarrollo debemos tratar de promover cambios pacíficos, así como asistir a que
lleven a cabo su progreso económico y social.
Para hacer esto, para conseguir ese cambio, la comunidad internacional
debe poder manifestar su presencia en los casos de necesidad, mediante el envío
de observadores o de fuerzas de las Naciones Unidas.
"Desearía que los
Estados miembros tomasen medidas positivas acerca de las sugestiones que
figuran en el informe del Secretario General, con miras a la creación de un
personal calificado dentro de la Secretaría, para que asista a hacer frente a
las necesidades de fuerzas de las Naciones Unidas."
Es decir que después de
considerar "zonas de desarrollo" a la América Latina, el Africa, Asia y Oceanía, propugna que se promuevan
"cambios pacíficos", y propone para ello incluso se empleen
"observadores" o "fuerzas de las Naciones Unidas". Es decir que Estados Unidos surge al
mundo en virtud de una revolución contra los que lo colonizaban. El derecho de los pueblos a liberarse
revolucionariamente del coloniaje o de cualquier forma de opresión, fue
reconocido por la propia Declaración del 5 de Julio de 1775 en Filadelfia y hoy
el gobierno de Estados Unidos propugna el uso de las fuerzas de las Naciones
Unidas para evitar cambios revolucionarios.
El Secretario General ha
sugerido ahora que los Estados miembros deben mostrarse dispuestos a hacer
frente a futuras peticiones de las Naciones Unidas, para que contribuyan al
mantenimiento de dichas fuerzas. Todos
los países aquí representados deben responder a esta necesidad, aportando
contingentes nacionales que podrían integrar estas fuerzas de las Naciones
Unidas en caso de necesidad. El momento
de hacerlo es ahora, en esta misma Asamblea.
Aseguro a los países que ahora reciben asistencia de Estados Unidos de
América que nosotros estamos en favor del uso de esa asistencia para ayudarles
a mantener los contingentes en la forma que sugiere el Secretario General. Es decir que les propone a los países que
tienen bases y que reciben asistencia, que están dispuestos a dar les más
asistencia para la formación de esa fuerza de emergencia. Para cooperar a los esfuerzos del Secretario
General, Estados Unidos de América está dispuesto a prestar, de igual modo,
facilidades importantes de carácter aéreo y marítimo para transportar los
contingentes que las Naciones Unidas pidan en cualquier futura emergencia. Es decir que incluso ofrecen sus barcos y sus
aviones para esas fuerzas de emergencias y deseamos expresar aquí que la
delegación cubana no está de acuerdo con esa fuerza de emergencia en tanto
todos los pueblos del mundo no puedan sentirse seguros de que no son para
ponerlas al servicio del colonialismo y del imperialismo (APLAUSOS), y mucho
menos cuando cualquiera de nuestros países, puede ser en cualquier instante víctima
del uso de esa fuerza contra el derecho de nuestros pueblos.
Hay aquí varios problemas,
sobre los cuales han hablado ya las distintas delegaciones. Simplemente por razones de tiempo, queremos
dejar solo constancia de nuestra opinión sobre el problema del Congo. Es de imaginar que siendo nuestra posición
anticolonialista y contraria a la explotación de los países subdesarrollados,
nosotros condenemos la forma en que se llevó a cabo la intervención de las
fuerzas de las Naciones Unidas en el Congo.
Primero, no fueron esas
fuerzas allí para actuar contra las fuerzas interventoras, para lo cual habían
sido llamadas. Se dio todo el tiempo
necesario para que se promoviese allí la primera disensión. Cuando esto no era todavía suficiente, se dio
tiempo y se viabilizó la oportunidad a que se produjese la segunda división, y
por último, mientras se ocupaban allí las estaciones radiales y los aeródromos
se dio la oportunidad de que surgiera el tercer hombre, como les llaman a esos
hombres salvadores que surgen en estas circunstancias. Los conocemos ya demasiado bien, porque en el
año 1934 en nuestra patria surgió también uno de estos salvadores, que se llamó
Fulgencio Batista. En el Congo se llama Mobutu. En Cuba
visitaba todos los días la embajada norteamericana y parece que en el Congo
también. ¿Porque lo digamos nosotros? No. Porque
lo dice nada menos que una revista que es la mayor defensora que hay de los
monopolios y por lo tanto no puede estar en contra de ellos. No puede estar a favor de Lumumba,
porque está contra Lumumba y está a favor de Mobutu. Pero además
explica quién es, cómo surgió, cómo se dedicó a trabajar, y dice finalmente la
revista "Times" en su última edición:
"Mobutu comenzó a ser visita frecuente de
la embajada de los Estados Unidos y sostuvo largas conversaciones con sus
funcionarios. Una tarde de la semana pasada
Mobutu conferenció con oficiales del Campo Leopoldo y
logró su apoyo clamoroso. Esa noche fue
a Radio Congo, la misma Radio Congo que no le habían permitido usar a Lumumba y abruptamente anunció que el ejército asumía el
poder."
Es decir, todo eso después
de frecuentes visitas y largas conversaciones con los funcionarios de la
embajada de Estados Unidos —lo dice
"Times", defensor de los monopolios.
Es decir que la mano de los
intereses colonialistas ha estado clara y evidente en el Congo y por lo tanto
nuestra opinión es que se ha actuado mal, que se ha favorecido a los intereses
colonialistas y que todos los hechos indican que el pueblo del Congo y la razón
en el Congo están del lado del único líder, que se quedó allí defendiendo los
intereses de su patria, y ese líder es Lumumba
(APLAUSOS).
Si los países
afroasiáticos, en vista de esta situación, y este tercer hombre misterioso que
ha aparecido allá en el Congo, llamado a desplazar junto con los intereses legítimos
del pueblo congolés a los gobiernos legítimos del Congo, logran que esos
poderes legítimos se reconcilien en defensa de los intereses del Congo, mejor,
mas si esa reconciliación no se logra, la razón y el derecho han de estar junto
a quien no solo tiene allí el apoyo del pueblo y del Parlamento, sino que es el
que ha sabido mantenerse frente a los intereses de los monopolios, ha sabido mantenerse
junto a su pueblo.
En el problema de Argelia
hay que decir que estamos ciento por ciento al lado del derecho del pueblo de
Argelia a su independencia (APLAUSOS), y, además, es ridículo como muchas otras
cosas ridículas que tienen esa vida artificial que les dan los intereses
creados. Es ridículo pretender que
Argelia sea parte de la nación francesa.
También lo han pretendido otros países para mantener sus colonias en
otros tiempos. Eso, que se llama
"integrismo", históricamente fracasó.
Analicemos la cuestión a la inversa, que la metrópoli fuese Argelia y
declarara que un pedazo de Europa forma parte integral de su territorio. Eso es sencillamente una razón traída por los
pelos y que carece de sentido. Argelia,
señores, pertenece al Africa, como Francia pertenece
a Europa.
Hace varios años que, sin
embargo, ese pueblo africano libra una lucha heroica contra la metrópoli. Quizás mientras nosotros estamos discutiendo
aquí tranquilamente, sobre aldeas y pueblos argelinos estén cayendo la metralla
y las bombas del gobierno o del ejército francés. Y están muriendo los hombres, en una lucha
donde no hay la menor duda respecto al lado de quien está el derecho y que
puede resolverse tomando en cuenta incluso los intereses de una minoría, que es
la que se toma también como pretexto para negarles el derecho a la
independencia a las nueve décimas partes de la población de Argelia. Sin embargo, no hacemos nada. ¡Tan pronto como fuimos al Congo y tan
poco entusiasmados como estamos para ir a Argelia! (APLAUSOS.)
Y si el gobierno argelino —que también es un gobierno porque representa
a millones de argelinos que están luchando— pide que las fuerzas de las
Naciones Unidas vayan también allí, ¿iríamos con el mismo entusiasmo? ¡Ojalá fuésemos con el mismo entusiasmo, pero
con propósitos bien distintos, es decir, con el propósito de defender los
intereses de la colonia y no los intereses de los colonizadores!
Estamos, pues, al lado del
pueblo argelino, como estamos al lado de los pueblos sometidos al coloniaje que
quedan todavía en Africa y al lado de los negros
discriminados de la Unión Sudafricana y estamos al lado de los pueblos que
desean ser libres, no solo políticamente, porque es muy fácil poner una
bandera, un escudo, un himno y un color en el mapa, sino libres económicamente. Porque hay una verdad que debiéramos
sabérnosla todos como la primera, y es que no hay independencia política si no
hay independencia económica, que la independencia política es una mentira, si
no hay independencia económica. Y que,
por tanto, la aspiración de ser libres política y económicamente la respaldamos
nosotros, no solo a tener una bandera y un escudo y una representación en la
ONU. Nosotros queremos plantear aquí
otro derecho, un derecho que ha sido proclamado por nuestro pueblo en reunión
multitudinaria en días recientes: el
derecho de los países subdesarrollados a nacionalizar sin indemnización los
recursos naturales y las inversiones de los monopolios en sus respectivos
países. Es decir que nosotros
propugnamos la nacionalización de los recursos naturales y de las inversiones
extranjeras en los países subdesarrollados.
Y si los altamente
industrializados lo desean hacer también no nos oponemos (APLAUSOS).
Para que los países puedan
ser verdaderamente libres en lo político, deben ser verdaderamente libres en lo
económico, y entonces ayudarlos. Nos
preguntarán por el valor de las inversiones y nosotros preguntamos por el valor
de las ganancias, las ganancias que han estado extrayendo de los pueblos
sometidos al coloniaje y subdesarrollados durante décadas cuando no, ¡durante
siglos!
Hay también una proposición
del presidente de la delegación de Ghana, que nosotros deseamos apoyar. La proposición de que se libere al territorio
africano de bases militares y por lo tanto de bases de armas nucleares; es
decir, la proposición de liberar al Africa de los
peligros de una guerra atómica. Ya se ha
hecho algo con la Antártida. ¿Por qué, mientras se avanza en el camino del
desarme, no vamos avanzando también en el camino de la liberación de ciertas
zonas de la tierra del peligro de la guerra nuclear? Si Africa renace,
esa Africa que hoy estamos aprendiendo a conocer, no
el Africa que nos enseñaban en los mapas, no el Africa que nos enseñaban en las películas de Hollywood y en las novelas, no aquella Africa
donde siempre aparecía la tribu semidesnuda, armada de lanzas, dispuesta a
correr al primer choque con el héroe blanco, y el héroe blanco, tanto más héroe
cuanto más naturales de Africa mataba. Esa Africa que se
yergue aquí con líderes como Nekruma y Sekou Touré, o esa Africa del mundo arábigo de Nasser,
esa verdadera Africa, el continente oprimido, el
continente explotado, el continente de donde surgieron millones de esclavos,
esa Africa que tanto dolor lleva en su historia, a
esa Africa, con esa Africa
tenemos un deber: preservarla del
peligro de la destrucción, compensen en algo los demás pueblos, compensen en algo
el occidente de lo mucho que ha hecho sufrir al Africa,
preservándola del peligro de la guerra atómica, declarando a Africa como zona libre de ese peligro, que allí no se
establezcan bases atómicas, y que por lo menos quede ese continente, mientras
no podamos hacer otra cosa, como el santuario donde se preserve la vida humana
(APLAUSOS PROLONGADOS). Apoyamos
calurosamente esta proposición.
Y sobre la cuestión del
desarme, sobre la cuestión del desarme apoyamos enteramente la proposición
soviética —y no nos sonrojamos aquí por apoyar la proposición soviética. Entendemos que es una proposición correcta,
precisa, definida y clara.
Hemos leído detenidamente
el discurso que pronunció aquí, por ejemplo, el presidente Eisenhower;
y no habló, realmente, ni del desarme, ni del desarrollo de los países
subdesarrollados, ni del problema de las colonias. En realidad, vale la pena que los ciudadanos
de este país, tan influidos por la propaganda falsa, se situasen en un minuto
de objetividad a leer los discursos del Presidente de Estados Unidos y del
Primer Ministro soviético, para que se vea en dónde hay una sincera
preocupación por los problemas del mundo, para que se vea dónde se habla con
claridad y con sinceridad; y para que, además, se vea quiénes son los que quieren
el desarme y quiénes son los que no quieren el desarme, y por qué.
La proposición soviética no
puede ser más clara. Al planteamiento
soviético no se le puede pedir más. ¿Por
qué reservas, cuando nunca se ha hablado de un problema tan tremendo como este
con tanta claridad?
La historia del mundo ha
enseñado trágicamente que las carreras armamentistas han conducido siempre a la
guerra; pero, sin embargo, en ningún minuto como este la guerra significa una hecatombe
tan grande para la humanidad y, por lo tanto, nunca la responsabilidad ha
podido ser mayor. Y ha planteado la
delegación soviética sobre este problema que tanto preocupa a la humanidad —como
que le va virtualmente la existencia a la humanidad— una proposición de desarme
total y completa, amplia. ¿Se puede
pedir más? ¡Pídanlo, si se puede pedir
más!, más garantías, si se pueden pedir, ¡pídanlas!, pero no puede ser más
clara y más definida, e históricamente no se podrá responder con una negativa
sin asumir la responsabilidad que entraña el peligro de la guerra y la guerra
misma.
¿Por qué se quiere sustraer
de la Asamblea General el problema? ¿Por
qué la delegación de Estados Unidos no quiere discutir este problema entre
todos nosotros? ¿Es que nosotros no
tenemos criterio? ¿Es que nosotros no
debemos enterarnos del problema? ¿Es que
tiene que reunirse una comisión? ¿Por
qué no lo más democrático? Es decir que
la Asamblea General, todos los delegados, discutan aquí el problema del
desarme, y que todo el mundo ponga las cartas sobre la mesa, para que se sepa
quiénes quieren y quiénes no quieren el desarme, quiénes quieren y quiénes no
quieren estar jugando a la guerra, y quiénes traicionan esa aspiración de la
humanidad; ¡porque la humanidad no debe ser jamás llevada a una hecatombe por
intereses egoístas y bastardos!, la humanidad, nuestros pueblos, no nosotros,
han de ser preservados de esa hecatombe, para que todo lo que el conocimiento y
la inteligencia humana han creado no sirva para la propia destrucción de la
humanidad.
Ha hablado claro la
delegación soviética, y lo digo objetivamente, e invito a que se estudien esas
proposiciones, y que ponga todo el mundo sus cartas sobre la mesa. Sobre todo, esta no es solamente una cuestión
de delegaciones, ¡esta es una cuestión de opinión pública! ¡Los guerreristas y los militaristas deben
ser descubiertos y condenados por la opinión pública del mundo! Este es un problema que no le incumbe a
minorías, le incumbe al mundo, y hay que desenmascarar a los guerreristas y a
los militaristas, y esa es tarea de la opinión pública. No solo debe discutirse en el pleno. Debe discutirse a los ojos del mundo entero. Debe discutirse ante la gran asamblea del
mundo entero, porque en caso de una guerra no serán exterminados solamente los
responsables. Serán exterminados cientos
de millones de inocentes que no tienen la menor culpa, y por lo cual nosotros,
que nos reunimos aquí como representantes del mundo —o de una parte del mundo,
porque el mundo no está completo aquí todavía, ¡no estará el mundo completo
hasta que aquí esté la República popular China!— debemos tomar medidas
(APLAUSOS). Una cuarta parte del mundo,
por supuesto, está ausente de esta Asamblea;
pero la parte que está aquí tiene el deber de hablar con claridad y no
andar escurriendo el bulto, y de discutirlo todos, que este es un problema
demasiado serio, este es un problema más importante, que ayuda económicamente
más que todos los demás compromisos, porque este es el compromiso de preservar
la vida de la humanidad. A discutir
todos, y a hablar todos de este problema y a luchar todos porque haya paz o
para que, al menos, queden desenmascarados los militaristas y los guerreristas. Y, sobre todo, si nosotros los países
subdesarrollados queremos tener una esperanza de progreso, queremos tener una esperanza
de ver a nuestros pueblos disfrutando de un estándar de vida más alto, luchemos
por la paz, y luchemos por el desarme, que con la quinta parte de lo que el
mundo se gasta en armamentos se podía promover un desarrollo de todos los países
subdesarrollados, con una tasa de crecimiento del 10% anual. ¡Con la quinta parte! Y podría elevarse, por supuesto, el estándar
de vida de los países que gastan sus recursos en armamentos.
Ahora, ¿cuáles son las
dificultades del desarme? ¿Quiénes son
los interesados en estar armados? Los
interesados en estar armados hasta los dientes son los que quieren mantener las
colonias, los que quieren mantener sus monopolios, los que quieren conservar en
sus manos el petróleo del Medio Oriente, los recursos naturales de América
Latina, de Asia, de África; y que, para defenderlos, necesitan la fuerza. Y ustedes saben perfectamente que en virtud
del derecho de la fuerza se ocuparon esos territorios y fueron colonizados; en
virtud del derecho de la fuerza se esclavizó a millones de hombres. Y es la fuerza la que mantiene esa
explotación en el mundo. Luego, los
primeros interesados en que no haya desarme son los interesados en mantener la
fuerza, para mantener el control de los recursos naturales y de las riquezas de
los pueblos, y de la mano de obra barata de los países subdesarrollados. Prometimos que íbamos a hablar con claridad,
y no se puede llamar de otra manera a la verdad.
Luego, los colonialistas
son enemigos del desarme. Hay que luchar
con la opinión pública del mundo para imponerles el desarme, como hay que
imponerles, luchando con la opinión pública del mundo, el derecho de los
pueblos a su liberación política y económica.
Son enemigos del desarme
los monopolios, porque además de que con las armas defienden a esos intereses,
la carrera armamentista siempre ha sido un gran negocio para los monopolios. Y, por ejemplo, es de todos sabido que los
grandes monopolios en este país duplicaron sus capitales a raíz de la Segunda
Guerra. Como los cuervos, los monopolios
se nutren de los cadáveres que nos traen las guerras.
Y la guerra es un negocio. Hay que desenmascarar a los que negocian con
la guerra, a los que se enriquecen con la guerra. Hay que abrirle los ojos al mundo, y
enseñarle quiénes son los que negocian con el destino de la humanidad, los que
negocian con el peligro de la guerra, sobre todo cuando la guerra puede ser tan
espantosa que no queden esperanzas de liberación, de salvarse, al mundo.
Y esa es tarea a la que
nosotros, país pequeño y subdesarrollado, invitamos a los demás pueblos
pequeños y subdesarrollados, especialmente, y a toda la Asamblea, a luchar, y
que se traiga aquí, que después no nos perdonaremos las consecuencias, si por
dejadez nuestra o por falta de firmeza o por falta de energía en este problema,
el mundo se ve envuelto, cada vez más, en los peligros de la guerra.
Nos queda un punto que,
según hemos leído en algunos periódicos, iba a ser uno de los puntos de la
delegación cubana, y era lógico, el problema de la República Popular China.
Ya lo han expuesto otras
delegaciones. Nosotros queremos exponer
aquí que es realmente una negación de la razón de ser de las Naciones Unidas
y de la esencia de las Naciones Unidas el que ni siquiera se haya entrado a
discutir ese problema aquí. ¿Por qué? Porque es la voluntad del gobierno de Estados
Unidos. ¿Por qué la Asamblea de las
Naciones Unidas va a renunciar su derecho a discutir ese problema?
Aquí han ingresado, en los
años recientes, numerosos países. Es negar
la realidad de la historia, y negar la realidad de los hechos y de la vida
misma, el oponerse aquí a la discusión de los derechos de la República Popular
China; es decir, del 99% de los habitantes de un país de más de 600 millones de
habitantes a estar representados aquí. Es
sencillamente un absurdo, un ridículo, que ni siquiera se discuta ese problema
y, ¿hasta cuándo vamos a estar haciendo nosotros ese triste papel de ni
siquiera discutir este problema?, cuando aquí están, los representantes, por
ejemplo, de Franco, en España...
Queríamos hacer una
consideración sobre el hecho de cómo surgen las Naciones Unidas.
Surgen después de la lucha
contra el fascismo, después que decenas de millones de hombres murieron. Y así, de aquella lucha que tantas vidas
costó, surgió esta organización como una esperanza. Sin embargo, hay extraordinarias paradojas: cuando los soldados norteamericanos caían en Guam, o en Guadalcanal, o en
Okinawa, o en una de las muchas islas de Asia, caían también en el territorio
continental chino, luchando contra el mismo enemigo, esos mismos hombres a
quienes se les niega el derecho a discutir su ingreso en las Naciones Unidas. Y, mientras al mismo tiempo soldados de la
División Azul luchaban en la Unión Soviética en defensa del fascismo, a la
República popular China se le niega el derecho a que se discuta su caso aquí,
en las Naciones Unidas.
Sin embargo, aquel régimen,
que fue la consecuencia del nazismo alemán y del fascismo italiano, que tomó el
poder con el apoyo de los cañones y los aviones de Hitler,
y de los "camisas negras" de Mussolini,
recibió este generoso ingreso en las Naciones Unidas.
China representa una cuarta
parte del mundo. ¿Qué gobierno es la
verdadera representación de ese pueblo, de ese pueblo que es el mayor del mundo? Sencillamente, el gobierno de la República
popular China. Y allí se mantiene otro
régimen, en medio de una guerra civil, que interrumpió la intromisión de la
Séptima Flota de Estados Unidos.
Cabe todavía aquí
preguntarse en virtud de qué derecho, la flota de un país extracontinental —y
vale la pena que lo repitamos aquí—, cuando tanto se habla de intromisiones extracontinentales, que a nosotros se nos dé una
explicación del porqué la flota de un país extracontinental interfirió allí en
un asunto interno de China, con el único propósito de mantener allí un grupo
adicto e impedir la total liberación del territorio. Como esa es una circunstancia absurda y una circunstancia
ilegal desde todo punto de vista, ese es el porqué el gobierno de Estados
Unidos no quiere que se discuta el problema de la República popular China. Y nosotros queremos dejar constancia aquí de
este punto de vista nuestro y de nuestro apoyo a que se discuta y que la
Asamblea de las Naciones Unidas siente aquí a los legítimos representantes del
pueblo chino, que son los representantes del gobierno de la República popular China.
Comprendo perfectamente
bien que es un poco difícil el que se libre nadie aquí de los conceptos
estereotipados con que suelen juzgar a los representantes de las naciones. Debo decir que aquí hemos venido libres de
prejuicios, a analizar objetivamente los problemas, sin miedo a que crean lo
que crean, o sin miedo a las consecuencias de nuestra actitud.
Hemos sido honestos, hemos
sido francos —sin franquismo—(APLAUSOS), porque no queremos ser cómplices de
esa injusticia que se comete con gran número de españoles, que todavía están hace
20 años, más de 20 años, presos en España, y que lucharon junto con los
norteamericanos del batallón "Lincoln", compañeros de esos mismos
norteamericanos que fueron allí a poner en alto el nombre de ese gran
norteamericano que fue Lincoln.
En definitiva, vamos a
confiar en el razonamiento, y vamos a confiar en la honestidad de todos. Hay cosas, sobre estos problemas del mundo
con lo cual nosotros queremos resumir nuestro pensamiento, sobre lo que no cabe
duda. Nuestro problema lo hemos expuesto
aquí. Forma parte de los problemas del
mundo. Quienes hoy nos agreden a
nosotros son los que ayudan a agredir a otros en otras partes del mundo.
El gobierno de Estados
Unidos no puede estar con el pueblo argelino, porque es aliado de la metrópoli,
Francia. No puede estar con el pueblo
congolés, porque es aliado de Bélgica. No
puede estar con el pueblo español, porque es aliado de Franco. No puede estar con el pueblo puertorriqueño,
cuya nacionalidad han estado destruyendo durante 50 años. No puede estar con los panameños, que
reclaman el Canal. No puede estar con el
auge del poder civil ni en América Latina, ni en Alemania, ni en Japón. No puede estar con los campesinos que quieren
tierra, porque son aliados de los latifundistas. No puede estar con los obreros que reclaman
mejores condiciones de vida, en cualquier lugar del mundo, porque son aliados
de los monopolios. No pueden estar con
las colonias que quieren liberarse, porque son aliados de los colonizadores.
Es decir que están con
Franco, con la colonización de Argelia, con la colonización del Congo, están
con el mantenimiento de sus privilegios e intereses en el Canal, con el
coloniaje en todo el mundo. Están con el
militarismo alemán y el resurgimiento del militarismo alemán. Están con el militarismo japonés y el resurgimiento
del militarismo japonés.
El gobierno de Estados
Unidos se olvida de los millones de hebreos que fueron asesinados en los campos
de concentración de Europa por los nazis que hoy recuperan su influencia en el
ejército alemán. Se olvidan de los
franceses que fueron asesinados allí en su heroica lucha contra la ocupación. Se olvidan de los soldados norteamericanos
que murieron en la línea de Sigfrido, en el Ruhr, o en el Rhin, o en los
frentes de Asia. No pueden estar con la
integridad y la soberanía de los pueblos.
¿Por qué? Porque necesitan
cercenar la soberanía de los pueblos para mantener sus bases militares, y cada
base es un puñal clavado en la soberanía, cada base es una soberanía cercenada.
Por eso tiene que estar
contra la soberanía de los pueblos, porque necesita estar cercenando la
soberanía para mantener su política de bases alrededor de la Unión Soviética, y
entendemos que al pueblo norteamericano no se le explica bien estos problemas,
porque basta que el pueblo norteamericano se imagine qué sería de su
tranquilidad si en Cuba, en México, o en Canadá, la Unión Soviética comienza a
establecer un cordón de bases atómicas. La población no se sentiría segura, no se
sentiría tranquila.
Hay que enseñarle a la
opinión mundial, que incluye, por tanto, a la opinión norteamericana, a
comprender los problemas desde otro ángulo, desde el ángulo de los demás. No presentarnos siempre a los pueblos
subdesarrollados como agresores, a los revolucionarios como agresores, como
enemigos del pueblo norteamericano. Nosotros
no podemos ser enemigos del pueblo norteamericano, porque hemos visto
norteamericanos como Carleton Beals,
o como Waldo Frank, a ilustres
y distinguidos intelectuales como ellos, salírseles las lágrimas pensando en
los errores que se cometen, en la falta de hospitalidad que particularmente se
cometió con nosotros. En muchos norteamericanos,
los más humanos de los escritores, los más progresistas de sus escritores, los
más valiosos de sus escritores, veo la nobleza de los primeros dirigentes de
este país: de los Washington, de los Jefferson, y de los Lincoln. Lo digo sin demagogia, con la sincera
admiración que sentimos por aquellos que un día supieron liberar a su pueblo de
su colonia y luchar, no para que hoy su país fuese el aliado de todos los
reaccionarios del mundo, el aliado de todos los gangsters
del mundo, el aliado de los latifundistas, de los monopolios, de los
explotadores, de los militaristas, de los fascistas. Es decir, el aliado de los más retrógrados y
de los más reaccionarios, sino para que su país fuese siempre defensor de
nobles y de justos ideales.
Sabemos, por cierto, lo que
le dirán hoy y mañana y siempre de nosotros al pueblo norteamericano para
engañarlo. Pero no importa. Cumplimos nuestro deber con expresar estos
sentimientos en esta histórica Asamblea.
Proclamamos el derecho de los pueblos a su integridad, el derecho de los
pueblos a su nacionalidad, y conspiran contra el nacionalismo, los que saben que
el nacionalismo significa afán de recuperar lo suyo, sus riquezas, sus recursos
naturales.
Estamos, en fin, con todas
las nobles aspiraciones de todos los pueblos.
Esa es nuestra posición. Con todo
lo justo estamos y estaremos siempre: contra
el coloniaje, contra la explotación, contra los monopolios, contra el
militarismo, contra la carrera armamentista, contra el juego a la guerra. Contra eso estaremos siempre. Esa será nuestra posición.
Y, para finalizar,
cumpliendo lo que entendemos como un deber nuestro, traer al seno de esta
Asamblea la parte esencial de la Declaración de La Habana. Ustedes saben que la Declaración de La Habana
fue la respuesta del pueblo de Cuba a la Carta de Costa Rica. No se reunieron 10, ni 100, ni 100 000,
se reunieron más de un millón de cubanos.
Quienes duden, pueden ir a contarlos en la próxima concentración o
asamblea general que demos en Cuba, en la seguridad de que van a ver un
espectáculo de pueblo ferviente y de pueblo consciente, que difícilmente hayan
tenido oportunidad de ver, y que solo se ve cuando los pueblos están
defendiendo ardorosamente sus intereses más sagrados.
En aquella asamblea de
respuesta a la Carta de Costa Rica, en consulta con el pueblo y por aclamación
del pueblo, se proclamaron estos principios, como los principios de la
Revolución Cubana:
"La Asamblea General
Nacional del Pueblo de Cuba, condena el latifundio, fuente de miseria para el
campesino y sistema de producción agrícola retrógrado e inhumano; condena los
salarios de hambre y la explotación inicua del trabajo humano por bastardos y
privilegiados intereses; condena el analfabetismo, la ausencia de maestros, de
escuelas, de médicos y de hospitales; la falta de protección a la vejez que
impera en los países de América; condena la discriminación del negro y del
indio; condena la desigualdad y la explotación de la mujer; condena las
oligarquías militares y políticas que mantienen a nuestros pueblos en la
miseria, impiden su desarrollo democrático y el pleno ejercicio de su soberanía;
condena las concesiones de los recursos naturales de nuestros países a los
monopolios extranjeros como política entreguista y traidora al interés de los
pueblos; condena a los gobiernos que desoyen el sentimiento de sus pueblos para
acatar mandatos extranjeros; condena el engaño sistemático a los pueblos por
órganos de divulgación que responden al interés de las oligarquías y a la
política del imperialismo opresor; condena el monopolio de las noticias por
agencias monopolistas, instrumentos de los trusts
monopolistas y agentes de esos intereses; condena las leyes represivas que impiden
a los obreros, campesinos, estudiantes y a los intelectuales, a las grandes
mayorías de cada país, organizarse y luchar por sus reivindicaciones sociales y
patrióticas; condena a los monopolios y empresas imperialistas que saquean
continuamente nuestras riquezas, explotan a nuestros obreros y campesinos,
desangran y mantienen en retraso nuestras economías, y someten la política de
la América Latina a sus designios e intereses.
"La Asamblea General
Nacional del Pueblo de Cuba condena, en fin, la explotación del hombre por el
hombre, y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero
imperialista.
"En consecuencia, la
Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, proclama ante América" —y lo
proclama aquí ante el mundo:
"El derecho de los
campesinos a la tierra; el derecho del obrero al fruto de su trabajo; el
derecho de los niños a la educación; el derecho de los enfermos a la asistencia
médica y hospitalaria; el derecho de los jóvenes al trabajo; el derecho de los
estudiantes a la enseñanza libre, experimental y científica; el derecho de los
negros y los indios a la 'dignidad plena del hombre'; el derecho de la mujer a
la igualdad civil, social y política; el derecho del anciano a una vejez
segura; el derecho de los intelectuales, artistas y científicos a luchar, con
sus obras, por un mundo mejor; el derecho de los Estados a la nacionalización
de los monopolios imperialistas, rescatando así las riquezas y recursos
nacionales; el derecho de los países al comercio libre con todos los pueblos
del mundo; el derecho de las naciones a su plena soberanía, el derecho de los
pueblos a convertir sus fortalezas militares en escuelas, y armar a sus
obreros" —porque en esto nosotros tenemos que ser armamentistas, en armar
a nuestro pueblo para defendernos de los ataques imperialistas—,
"campesinos, estudiantes, intelectuales, al negro, al indio, a la mujer,
al joven, al anciano, a todos los oprimidos y explotados, para que defiendan,
por sí mismos, sus derechos y sus destinos."
Algunos querían conocer
cuál era la línea del Gobierno Revolucionario de Cuba. Pues bien, ¡esta es nuestra línea!
(OVACION)