DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE
FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO DE
ENTREGA DEL CUARTEL MONCADA, CELEBRADO EN SANTIAGO DE CUBA, EL 28 DE ENERO DE
1960.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros colegiales:
Hoy,
como ustedes comprenderán, es un momento muy emocionante para nosotros; lástima
que sea ya el mediodía (EXCLAMACIONES) y el sol de Oriente sea un sol fuerte y
un sol bravo que pueda estar fatigando un poco (EXCLAMACIONES DE: “¡No!, ¡no!”).
Por
lo menos, el deseo de hablar mucho no se nos quita y tienen mucha disciplina
los muchachos. ¿Saben marchar? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Son obedientes? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Saben guardar silencio cuando les dicen
“guarden silencio”? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) Bueno, vamos a ver si es verdad. Vamos a ver si tienen de verdad disciplina,
todos —ustedes y los de la tribuna también, para que vean que es parejo—
guarden silencio, para conversar un rato, ustedes y nosotros. Porque, como nosotros contamos con ustedes, y
porque como hay que contar con ustedes, y ustedes tienen que entender bien
estas cosas de la Revolución, y ustedes saben comportarse ya como buenos
ciudadanos y buenos patriotas y buenos revolucionarios, es preciso que hablemos
de estas cuestiones de la Revolución; por qué hemos convertido esta fortaleza
en escuela, por qué podemos convertir esta fortaleza en escuela, por qué antes
hacían fortalezas en vez de escuelas, y no podían convertir las fortalezas en
escuelas. ¿Ustedes saben eso? (EXCLAMACIONES) ¿Seguro?
¿Por qué podemos convertir esta fortaleza en escuela? (EXCLAMACIONES) ¿Quién defendía antes a los gobiernos? (EXCLAMACIONES) El ejército; aquel ejército. ¿Quién defiende hoy la Revolución? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) ¿Dónde están las
fortalezas de la Revolución hoy?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡En el pueblo!”) En todas
partes. ¿Ustedes ven cada una de esas
montañas? Cada una de esas montañas es
una fortaleza de la Revolución (APLAUSOS), así que este edificio no lo
necesitamos para fortaleza. Antes
necesitaban una fortaleza para defenderse del pueblo; y ahora, cuando el pueblo
es el que defiende a la Revolución, no necesitamos fortalezas. Como lo que necesitamos son escuelas, pues,
por eso nosotros estamos convirtiendo todas las fortalezas en escuelas. Y así, donde antes vivían millares de
soldados, con sus fusiles, y sus sargentos, y sus capitanes, y sus generales,
ahora van a trabajar y a estudiar millares de niños con sus lápices, con sus
libros, con sus maestros, con sus superiores; y así tenemos una ventaja, que
como antes se habían gastado muchos millones en hacer cuarteles y en hacer
fortalezas y no habían gastado dinero en hacer escuelas —porque el dinero se lo
robaban, y lo que no se robaban lo gastaban en cosas muchas veces inútiles,
como cuarteles—, pues nosotros ahora aprovechamos esos millones que se gastaban
en fortalezas y los empleamos en escuelas.
No nos alcanzan todavía, ni convirtiendo todas las fortalezas en escuelas;
no nos alcanzan, todavía tenemos que construir muchas más pero ya tenemos una
ventaja que puede hacer el Gobierno Revolucionario, porque el Gobierno
Revolucionario no necesita tener fortalezas.
Tenemos una ventaja convirtiendo todas las grandes fortalezas de Cuba en
escuelas. Después tendremos que seguir
construyendo grandes centros escolares, y tendremos además que seguir
construyendo miles de escuelas en los campos, porque no tenemos escuelas
suficientes. Ahora, llenando estas
fortalezas de niños y de libros y de lápices, la Revolución es más fuerte, y
será mucho más difícil, es decir, será imposible tomar una república que ha
convertido sus fortalezas en escuelas.
Por muchos fusiles que tenían aquí y muchas ametralladoras, y por muchos
soldados que tenían aquí adentro, como no tenían la razón, como defendían una
causa injusta, no pudieron defenderla y al fin y al cabo las perdieron, al fin
y al cabo el pueblo tomó las fortalezas.
Lo
que no podrán quitarnos nunca más serán las escuelas para convertirlas de nuevo
en fortalezas (APLAUSOS).
¿Quiénes
fueron los primeros que lucharon para convertir las fortalezas en
escuelas? (EXCLAMACIONES) Los mambises: Carlos Manuel de
Céspedes, Agramonte, Máximo Gómez, Maceo. ¿Quién fue uno de los que con su pensamiento...? (EXCLAMACIONES DE: “¡Martí!”) ¡Ah, ustedes saben que es Martí! Martí fue el que más se preocupó por los
niños, el que más se preocupó por la educación y el que más deseó convertir las
fortalezas en escuelas.
Las
fortalezas antes no eran el Cuartel Moncada; las fortalezas antes eran el
Castillo del Morro, era El Viso, es decir, eran fortalezas que tenían varios
siglos, y los mambises, y los patriotas: Martí, todos los jefes de la Revolución,
luchaban por hacer desaparecer aquellas fortalezas que significaban... ¿Qué significaban aquellas fortalezas? La opresión.
Pero cuando se acabó la guerra de independencia, en vez de desaparecer
las fortalezas, construyeron más fortalezas y entonces vinieron estas
fortalezas que estaban en el medio de las ciudades, para mantener al pueblo
dominado por la fuerza. Para eso tenían
esas fortalezas: para
que nadie pudiera protestar contra una injusticia; para que el pueblo no
pudiera protestar contra lo que estaba mal hecho. Y cuando los estudiantes salían a la calle a
dar un acto patriótico, a protestar contra la corrupción, a protestar contra el
robo, a protestar contra el crimen, entonces salían los soldados de las
fortalezas y golpeaban a los estudiantes o golpeaban a los obreros, o golpeaban
a los campesinos. Ya ustedes saben lo
que pasaba el campesino:
que le daban con el plan de machete, porque todos esos soldados,
además de fusiles, tenían machetes, y cuando salían por el campo, golpeaban a
los campesinos. Aquí los hijos de los
campesinos no tenían escuelas, ni tenían maestro, pero a cada rato veían una
pareja de la guardia rural con sus machetes y sus fusiles. Y un niño no tenía oportunidad de ir a la
escuela, pero sí tenía oportunidad, muchas veces, de ver llegar un día a su
padre golpeado por los machetes de la guardia rural. Además, para que no pudiera protestar, para
quitarle la tierra, cuando tenían tierra, estaban esos soldados, estaban las
parejas de la guardia rural. Es decir
que lo que nosotros queremos que ustedes comprendan bien, por qué antes había
cuarteles aquí, por qué había tantos soldados, por qué tenían un machete, y por
qué antes los que tenían el machete eran ellos, y no los campesinos. Los campesinos recibían los planazos. Ahora, los que, tienen los machetes son los
campesinos, y los que van a recibir los planazos son los contrarrevolucionarios
si vienen aquí a quererles quitar la tierra a los campesinos (APLAUSOS).
Y
eso es lo que ustedes deben saber, porque ustedes tienen la oportunidad de
conocer muchas cosas que nosotros no sabíamos, porque cuando nosotros éramos
muchachos igual que ustedes íbamos a la escuela, pues no, los gobiernos no nos
enseñaban estas cosas. Nosotros
pasábamos por aquí y veíamos una gran fortaleza llena de garitas y llena de
aspilleras, todo apuntando para el pueblo.
Porque todas las aspilleras apuntaban para el pueblo, no apuntaban para
el mar, no apuntaban para el extranjero.
No, apuntaban para el pueblo.
Todas las aspilleras estaban hechas contra el pueblo, para proteger las
fortalezas contra el pueblo, y nosotros no teníamos oportunidad antes de que
nos explicaran estas cosas, porque nosotros lo que sí vimos cometer muchos
abusos, pero nadie nos decía que eso era un abuso, es decir, los políticos, los
líderes políticos, los hombres públicos, no hablaban de eso, no les explicaban
esos problemas a los niños, y los maestros no se los podían explicar, porque si
los maestros se los explicaban, los dejaban cesantes, los botaban, los
maltrataban, es decir que los hombres públicos no les hablaban a los niños, los
maestros no les podían hablar, nadie podía decir la verdad, y entonces los
niños crecían viendo injusticias, pero no veían las cosas con mucha claridad,
porque nadie se las explicaba bien.
Ustedes tienen la oportunidad que nosotros no tuvimos. Por eso nosotros estamos tratando de dar les
a los niños todo aquello que nosotros no tuvimos cuando éramos igual que
ustedes.
Y
a pesar de todo, nosotros pudimos conocer muchas cosas buenas, nosotros pudimos
conocer muchos ejemplos buenos, nosotros pudimos conocer el pensamiento de
Martí, porque Martí, al principio, cuando él comenzó, tenía muchos
enemigos. Hoy todos reconocen lo que
hizo Martí, todos reconocen su pensamiento, todos reconocen su obra, pero al principio
lo que hicieron fue que lo encarcelaron, lo persiguieron, lo exilaron y muchos
lo atacaban, lo calumniaban, lo insultaban, y el pueblo y muchos cubanos no
sabían quién era Martí, no sabían todo su pensamiento hermoso, no conocían sus
prédicas.
Hoy,
al fin, después de muchos años ya, todos los cubanos conocen a Martí e incluso
los políticos hipócritas ya no hablaban mal de Martí, lo que hacían es que
venían a una tribuna e invocaban el nombre de Martí, invocaban el pensamiento
de Martí, los muy descarados, mientras estaban robando y enriqueciéndose por un
lado, y estaban haciendo todo lo contrario de lo que Martí decía, por otro lado
hablaban de Martí e invocaban el pensamiento de Martí.
Y
así, poco a poco, a través de libros, a través de los maestros que sí podían
hablar de Martí y hablar de la historia del pasado, aunque no podían explicar
bien las cosas presentes, así todo el pueblo fue conociendo el pensamiento de
Martí, y por eso se fue forjando un espíritu patriótico que hizo posible, al
fin, la victoria de la Revolución. Por
eso nosotros tenemos tanto interés en los niños y tanto interés en las
escuelas, porque nosotros queremos hacer un pueblo futuro mejor que este
todavía. Porque actualmente hay cientos
de miles de personas mayores que no saben leer y escribir, hay cientos de miles
de personas mayores que no han podido recibir una educación, y nosotros
queremos que en el futuro todos sepan leer y escribir, nosotros queremos que en
el futuro ni un solo niño deje de aprender a leer ni a escribir; nosotros
queremos además que los niños aprendan a trabajar y adquieran conocimientos que
sean útiles a su patria, les sean útiles a sus padres y les sean útiles a ellos
mismos. Y, además, queremos que los
niños lleven una vida feliz, no solamente queremos que estudien, sino que
queremos también que jueguen; no solamente queremos que estén en las aulas,
aunque estar en las aulas es agradable, porque aprender siempre es agradable;
saber lo que pasó, por ejemplo en Cuba, conocer todas las guerras de
independencia, conocer la geografía, conocer los ríos, conocer los peces,
conocer los árboles, conocer los animales, conocer las estrellas, conocer las
nubes, conocer todas las cosas que vemos, eso es muy interesante, y eso es muy
bonito y ustedes tienen oportunidad de aprender en las aulas, pero también es
interesante conocer las montañas, conocer los ríos, también es interesante
conocer el mar, conocer las cuevas, conocer los valles, conocer los
paisajes. Es decir, ustedes tienen
oportunidad de pasear, tienen oportunidad de divertirse, haciendo ejercicios,
que eso también es educarse. Ustedes
tienen oportunidad de aprender deportes.
¿Ustedes saben cómo nosotros aprendimos a hacer la guerra? No vayan a creer que nosotros aprendimos a
hacer la guerra en la Sierra Maestra; nosotros aprendimos a hacer la guerra
cuando éramos muchachos igual que ustedes.
¿Saben cómo? ¿Quieren que les
diga cómo? Bueno, nosotros aprendimos a
hacer la guerra jugando pelota (EXCLAMACIONES), jugando básquet, jugando
fútbol, haciendo todos los deportes, nadando en el mar, nadando en los ríos, y
subiendo montañas. Nosotros aprendimos a
hacer la guerra en estas montañas, porque también estudiábamos aquí en
Santiago, y cada vez que nos llevaban de excursión, pues, siempre subíamos
alguna loma.
Así
que nosotros aprendimos a hacer la guerra cuando teníamos la edad de ustedes,
porque después fue lo mismo, después era cuestión de quién hacía mejor las
cosas, hacía las cosas con más práctica, con más inteligencia, porque la
habíamos aprendido, todos nosotros habíamos aprendido a hacer la guerra, a
vencer al enemigo, cuando éramos muchachos igual que ustedes.
Así
que todos ustedes deben practicar deportes, ningún niño debe quedarse sentado
en el momento del recreo, ningún niño debe dejar de aprender a nadar, de
aprender a subir las lomas. Es decir que
nosotros queremos no solamente que ustedes estudien en los libros, nosotros
queremos que ustedes estudien en las montañas, que ustedes estudien en los
ríos, nosotros queremos que los maestros les expliquen también las cosas, no en
el aula, que los lleven a las fortalezas para que les expliquen la historia,
que los lleven a los lugares donde, por ejemplo, se libraron las batallas de la
guerra de independencia; donde murió Martí en Dos Ríos, por ejemplo, donde hay
una estatua que es un lugar muy venerado por todos los cubanos, que es un lugar
muy bonito y que además allí tenemos una cooperativa ya de algodón, de maíz y
otros productos agrícolas para que ustedes vayan conociendo todas esas cosas.
Porque
ustedes han oído hablar de las cooperativas, ¿verdad? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) Bueno, ustedes deben decirles a los maestros
que los lleven a ver las cooperativas, para que les expliquen lo que son las
cooperativas; deben decirles a los maestros que los lleven a los museos, en los
museos están las cartas de Martí, de Maceo, las casas de campaña, las armas que
usaban, y así hay muchas cosas interesantes, y ustedes pueden aprender todas
esas cuestiones de historia también. Y
cuando haya una película, por ejemplo de historia, ustedes le dicen al maestro
que los lleve también al cine, o si no que le traigan la película de historia
para que aprendan historia. Y además,
los mayorcitos, cuando haya un libro, una novela, sobre cuestiones históricas,
pues también que les compren esas novelas, y los libros, los libros que
escribieron los griegos, los poemas sobre cuestiones de guerra, y sobre
cuestiones de historia, que son muy interesantes, díganles a los maestros
también que se los presten, los mayorcitos, cuando ya ustedes comprendan mejor
las cosas, porque esa edad que tienen ustedes es la mejor edad para estudiar,
porque a esa edad que ustedes tienen no se les olvida nada, porque ustedes si
ven una película y van a la casa y se la cuentan al hermanito, se la cuentan al
papá y se la cuentan a todos. ¿No es
cierto que cuando ustedes ven una película y cuando a ustedes les hacen un
cuento, no es cierto que ustedes después lo cuentan
más adelante porque se acuerdan? ¿Y a
todos ustedes no les gustan los cuentos?
Bueno, pues los cuentos que luego nos hacen son cuentos corticos, y que nosotros queremos que nos los hagan otra
vez, porque no estamos contentos con los cuentos muy corticos,
y así hay cuentos que son largos y son muy interesantes, y están en los libros
y cuando ustedes, por ejemplo, tengan un rato en la casa y no quieran hacer
mucha bulla en la casa, ni quieran molestar a los padres que están descansando,
ustedes pueden encontrar libros muy bonitos de cuentos largos, interesantes,
que a ustedes les gustan, y así se pueden entretener muchas horas y al mismo
tiempo aprenden.
Yo
tengo entendido que el Ministro de Educación es un compañero joven, un poquito
mayor nada más que los colegiales, y con los cuales el compañero Ministro de
Educación, que es para orgullo de la Revolución, uno de los ministros de
educación más jóvenes del continente, posiblemente sea el ministro de educación
más joven de todo el continente, y eso es bueno, porque no se le pueden haber
olvidado muchas de las cosas que a él le gustaban cuando era igual que ustedes,
y de los libros que le gustaban y él está organizando la biblioteca nacional
para publicar muchos libros, de manera que los niños pobres, los niños que no
tienen dinero para comprar esos libros, puedan tener los libros baratos, se les
puedan facilitar los libros en las escuelas, para que ustedes se entretengan.
Es
decir que, algunos de ustedes... yo
recuerdo que de muchacho había algunos compañeros —y por cierto que no me
excluyo por completo de esos compañeros— que nos gustaba “comernos la guásima”. ¿Ustedes saben lo que es “comerse la
guásima”? Es que en vez de ir a clase se
van a jugar. En vez de jugar el sábado,
y en vez de jugar el domingo, y estudiar, porque estudiar es muy bonito y muy
interesante, pues nosotros queríamos jugar también a veces el lunes, el martes
y el miércoles, y no íbamos a clases.
Eso naturalmente que estaba muy mal, eso lo hacíamos porque todavía no
comprendíamos bien estas cosas, y yo quiero por eso que ustedes las comprendan
bien. Bueno, pues el Ministro de
Educación conoce todas las cosas que hacen y hacían los muchachos, y por eso él
está haciendo un gran esfuerzo por ayudarlos a ustedes, por hacerles libros,
por hacerles campos deportivos, porque antes ustedes recuerdan que tenían una
escuelita chiquita, y no tenía patio, y no tenían donde jugar. Bueno, pues ahora, cuando ustedes tienen los
recreos ustedes pueden jugar en los campos deportivos que estamos preparando, y
van a tener todo lo que necesiten para divertirse también en la escuela.
Yo
les decía que nosotros, muchas veces, no teníamos esas cosas, no teníamos
campos deportivos en la escuela, y por eso nos íbamos a jugar fuera de la
escuela en los días de clases, pero con todas las cosas que está haciendo la
Revolución, el venir a la escuela es lo mejor que hay y lo más agradable que
hay. ¿Ustedes no creen que está mal “comerse la guásima”? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) Porque el niño que “se come la guásima” no es
revolucionario, el niño que se haga el enfermo para no ir a la escuela no es
revolucionario; el niño que viene a la escuela, el niño que estudia, el niño
que hace deportes, el niño que lee libros interesantes, el niño que se porta
bien en su casa, el niño que critica al otro cuando se porta mal y habla bien
de los que se portan bien, ese niño es un buen compañero y ese niño es un buen
revolucionario, y nosotros queremos que ustedes sean buenos revolucionarios
desde ahora, y ustedes tienen que ser mejores revolucionarios que nosotros,
ustedes tienen que saber más que nosotros, ustedes tienen que ser más fuertes
que nosotros y ustedes tienen que hacer después las cosas mejor que nosotros,
porque ustedes van a tener más escuelas, ustedes van a tener más campos de
deportes, ustedes van a tener más libros, ustedes van a tener más maestros, y
van a aprender más de lo que nosotros pudimos aprender.
Así
que nosotros esperamos que todo lo que nosotros no podamos terminar lo terminen
ustedes, y que las cosas que a nosotros no nos salgan perfectas, las terminen
mejor ustedes. ¿Ustedes no quieren ser
revolucionarios? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Ustedes no quieren también hacer lo mismo
que estamos haciendo nosotros?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Sí!”) Bueno, ustedes
cuando sean hombres, no van a tener que hacer la guerra, porque ya todas las
cosas en Cuba estarán tan sólidas y habrá avanzado tanto nuestra Revolución que
nos dejarán tranquilos, pero de todas maneras es necesario que los niños sean
fuertes. ¿Por qué? Para defender lo que nosotros estamos haciendo
ahora. Posiblemente y ojalá nunca tengan
ustedes el día de mañana que tomar las armas para tener que pelear porque
alguna injusticia se quiera cometer con nuestro pueblo, pero la mejor manera de
que a ustedes los respeten el día de mañana, y a nuestro pueblo lo respeten el
día de mañana, es que haya muchos revolucionarios, que haya muchos patriotas,
que los niños sean fuertes, que los niños sean educados, que los niños tengan
cultura y que los niños de hoy, el día de mañana sean magníficos soldados si la
patria los necesitara para defenderse; pero la Revolución no es solo pelear en
las montañas, la Revolución no es solo hacer la guerra. Más revolucionario todavía que conquistar
esta fortaleza en la guerra es convertir esta fortaleza en una escuela, porque
para lo primero, lo primero era ganar una batalla, pues no se podía tomar la
fortaleza. Pero nosotros la fortaleza no
la tomamos el 26 de Julio, ni la tomamos el día Primero de Enero... ¿Ustedes saben cuándo hemos tomado la
fortaleza? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Hoy hemos tomado la fortaleza, hoy hemos
tomado esta fortaleza, porque hoy la hemos convertido en un centro de
enseñanza, hoy sí hemos ganado esta batalla.
Y tenemos todavía que ganar muchas batallas como esta, porque yo quiero
que ustedes sepan que estas batallas son muy hermosas, las batallas más
hermosas no son las batallas que se libraban en las montañas, las batallas más
hermosas son estas, porque cuando había de las otras batallas siempre había
compañeros muertos, siempre había compañeros heridos, siempre había cadáveres,
siempre había tristeza, siempre había luto; cuando se ganaban aquellas batallas
y en cambio en estas batallas que hemos ganado hoy, todo es alegría, todo el
mundo está contento, no hay luto, no hay tristeza, no hay cadáveres, lo que hay
es alegría en todo el mundo. Estas
batallas sí son bonitas y nosotros quisiéramos siempre ganar estas batallas,
más que ganar las otras batallas. Y otra
cosa que les voy a decir, estas batallas se van a recordar mucho más que las
otras, porque las otras con el tiempo se habla de ellas, pero se olvidan, pero
esta batalla de haber convertido esta fortaleza en una escuela será una batalla
que no se olvidará nunca, porque de esta escuela, cada día saldrán más niños,
cada día saldrán más ciudadanos capacitados que serán alumnos de esta escuela. Es decir que va a haber más de 2 000
niños que van a estudiar en esta escuela, que antes era una fortaleza donde
asesinaban, donde torturaban, donde abusaban del pueblo y hoy es un centro
donde los niños crecen, donde los niños juegan, donde los niños estudian, donde
los niños se preparan para servir a su patria y para ser buenos ciudadanos.
Yo
quiero que ustedes sepan que hay que ganar todavía muchas batallas de todas
clases, quizás haya que combatir, quizás alguna vez tengamos que combatir otra
vez para defender la Revolución de sus enemigos. Si nosotros tenemos que combatir otra vez,
los niños nos pueden ayudar, los niños nos van a ayudar, porque todo el mundo
aquí, desde los niños hasta los ancianos van a ser soldados de la Revolución y
van a hacer algo por la Revolución para defenderla, para que no le quiten las
escuelas y las conviertan en fortalezas (APLAUSOS).
Y,
además, tenemos muchas obras que hacer, tenemos muchas carreteras que
construir, muchas represas, muchos pueblos, muchas fábricas, tenemos que arar
todos los campos, tenemos que construir muchas playas, muchos centros
turísticos. Es decir, tenemos una gran
tarea que hacer y no nos alcanzan los hombres que saben para hacer todas estas
cosas y por eso la mayor esperanza de nosotros no está en lo que estamos haciendo
hoy, sino en lo que ustedes van a hacer mañana.
Nosotros estamos muy interesados en que ustedes estudien para que
ustedes puedan terminar los trabajos que nosotros estamos haciendo hoy; porque
nosotros nada más vamos a poder hacer una parte, y ustedes tienen que hacer la
otra parte.
¿Ustedes
comprenden bien eso? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿O ustedes no lo comprenden? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Ustedes lo comprenden? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Ustedes comprenden que tienen que terminar
el trabajo que nosotros estamos haciendo ahora?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Sí!”) Bueno, eso es lo
que nos interesa a nosotros, que ustedes comprendan bien esas cosas.
Y
por último... (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Yo quiero que los niños de este centro
escolar piensen siempre y recuerden siempre con gratitud a todos los cubanos
que murieron para que ustedes pudieran tener hoy esta escuela y pudieran tener
una patria libre. Ustedes tienen que
recordar siempre a todos los cubanos que desde el siglo pasado, desde la época
de Carlos Manuel de Céspedes hasta hoy, han estado haciendo grandes sacrificios
para que nosotros tengamos esto que ahora tenemos. Quiero que recuerden también, muy
especialmente, a los compañeros que murieron aquí el 26 de Julio, que recuerden
a aquellos compañeros que aquí fueron asesinados, que aquí fueron torturados.
Pero
yo no quiero que recuerden los asesinatos, yo no quiero que recuerden las
torturas, porque esos recuerdos ingratos y desagradables los irán borrando
ustedes y los irá borrando esta escuela, porque una escuela los
borra mucho mejor que si hubiéramos destruido todo esto y hubiésemos
hecho aquí un parque. La mejor manera de
borrar aquellos recuerdos es llenando esto de niños, llenando esto de libros, y
llenando esto de alegría para borrar aquellos recuerdos.
Lo
que queremos que ustedes piensen es en lo valiente que fueron aquellos
compañeros, que piensen en su heroísmo, que piensen cómo los torturaron para
que hablaran, y no hablaban, y cómo los asesinaron. Ellos no temblaron ante la muerte, porque
sabían que estaban defendiendo una causa justa y sabían que algún día esa causa
justa triunfaría. Yo quiero que
recuerden cómo fue, gracias a esos sacrificios, que pudo ganarse la guerra
contra la tiranía, y que pudo triunfar la Revolución, porque el ejemplo que
dieron aquellos primeros que cayeron fue el ejemplo que siguió toda la
juventud, y el ejemplo que siguieron muchos cientos y miles de jóvenes que
cayeron después, porque todos aquellos compañeros fueron la admiración de los
demás jóvenes que después continuaron la lucha y la llevaron hasta la victoria.
Yo
quiero que recuerden siempre a aquellos compañeros que murieron el 26 de Julio,
a aquellos compañeros que murieron en todas las batallas, que murieron en la
ciudad y que murieron en los campos, porque gracias a esos compañeros fue
posible que ustedes tengan hoy, que miles de niños en toda la república, que
cientos de miles de niños en toda la república, tengan maestros, tengan libros
y tengan escuelas.
Quiero que recuerden siempre a Abel Santamaría, a
Boris Luis Santa Coloma, a Renato Guitart, a José
Luis Tasende, y a toda aquella lista de más de 60
compañeros que murieron en el Moncada; que recuerden a Frank
País, a Pepito Tey, a Otto Parellada, a Tony Alomá, y a aquella larga lista, que sería imposible
enumerar, de jóvenes que murieron después del 26 de Julio para hacer posible el
triunfo de la Revolución, porque gracias a ellos, gracias a los que murieron,
gracias a todos esos sacrificios, que ustedes muchas veces tienen oportunidad
de pensar cuando van por una carretera y ven un pequeño obelisco o cuando
visitan el cementerio y ven las tumbas de todos aquellos compañeros queridos
que cayeron, tienen oportunidad de meditar sobre todos los sacrificios que se
hicieron, sobre todos los hombres jóvenes que murieron, para que ustedes
pudieran tener estas escuelas, y por eso ustedes tienen un deber con aquellos
compañeros, y es el deber de estudiar, porque para poder estar aquí hoy, para
poder destruir esos muros, para poder tener este centro escolar donde van a
estar 2 000 niños, muchos niños se quedaron huérfanos, como esa niña que
Raúl cargó aquí, ella es como un ejemplo de los tantos y tantos niños y niñas
que perdieron a sus padres. Ustedes tienen
la oportunidad de ir a sus casas y ser felices viendo a sus padres; sin embargo
hay muchos niños que perdieron a sus padres en la Revolución y ellos también
son sacrificados, porque no solo se sacrifican los que mueren, se sacrifican
sus esposas, se sacrifican sus padres, se sacrifican sus hermanos, se
sacrifican sus hijos, y toda la obra de la Revolución ha costado muchos
sacrificios y mucho dolor. Por eso hay
que aprovecharla, por eso hay que estudiar, porque cada lápiz, cada pupitre,
cada pizarrón, cada tiza, cada libro costó sangre, costó vidas, vidas que se
sacrificaron y sangre que se derramó para que ese dinero de comprar libros y de
hacer escuelas no se utilizara en hacer cuarteles, no se utilizara en pagar
criminales, no se lo robaran para comprar fincas y para comprar negocios
particulares. Es decir que cada libro,
cada hoja de papel donde ustedes aprenden a sumar y donde ustedes aprenden a
escribir, costó vidas, costó sangre, costó luto, costó tristeza, madres que
visten de negro, niñas que se quedaron huérfanas y que en la emoción de un
minuto como el de hoy, lloran y nos hacen llorar a todos nosotros. Y eso es lo que no podemos olvidar nunca, ni
podemos olvidar que los malos cubanos, los pocos malos cubanos, porque son
pocos afortunadamente los malos cubanos, que hablando mal de la Revolución y
haciendo campañas contrarrevolucionarias, hagan que el pueblo pueda olvidarse
de todo ese dolor y de todo el sacrificio que costó la Revolución; que los
malos cubanos no puedan hacer posible que regrese el pasado, que los malos
cubanos que hoy hablan mal de la Revolución, como ayer hablaban mal de Maceo,
como ayer hablaban mal de Máximo Gómez, como ayer hablaban mal de Martí, porque
hoy todo el mundo reconoce la obra que hicieron, antes tenían enemigos y los
llamaban bandidos, y los llamaban locos, y los llamaban con los peores
calificativos y las peores palabras. A
ellos no les importó, al pueblo no le importó, y al fin y al cabo triunfaron
sus ideas, y al fin y al cabo todo el mundo reconoció lo que estaban haciendo.
Hoy
hay también algunos malos cubanos que no comprenden los sacrificios que se
hicieron por hacer la patria libre, que no comprenden la obra hermosa de la
Revolución y hablan mal de la Revolución, pero eso no importa, el día de mañana
todo el mundo hablará bien, el día de mañana cuando esos egoístas de hoy hayan
desaparecido porque hayan envejecido y hayan muerto como murieron ya los que
hace 70 u 80 años hablaban mal de Martí, y hablaban mal de Céspedes, de Agramonte y de Maceo; cuando los egoístas de hoy
desaparezcan, cuando la semilla de hoy fructifique, cuando un pueblo nuevo
resurja, cuando un pueblo culto progrese, cuando generaciones de hombres
preparados, de ciudadanos mejores todavía que los que tenemos hoy, sean el
fruto del trabajo que se está haciendo hoy, entonces todos hablarán bien de
nosotros, todos hablarán bien de esta Revolución, como todo el mundo habla bien
hoy de la guerra de 1868, como todo el mundo habla bien hoy de la guerra de
1895, la revolución de 1868 y la revolución de 1895, algún día todos reconocerán
esta obra, algún día las generaciones venideras se sentarán también a leer y a
estudiar, y ustedes los niños de hoy tienen el privilegio de ser testigos de lo
que la Revolución está haciendo, tienen el privilegio de vivir estos momentos
que son momentos extraordinarios. Los
niños de Cuba, dentro de 50 y de 100 años se sentarán a ver las fotografías del
que era un cuartel Moncada y que esta generación convirtió en escuela; las
fotografías de los primeros niños que estudiaron en esta fortaleza cuando se
convirtió en una escuela; los niños que vivieron la Revolución; los niños que
conocieron a los rebeldes; los niños que vivían en Santiago de Cuba y en los
campos de Cuba, cuando en Santiago se luchaba, cuando en las calles se
combatía, cuando en las montañas se luchaba; los niños que oyeron y vieron los
aviones; los niños que vieron, que oyeron los disparos de los fusiles; los
niños que vivieron estos momentos de la Revolución; los niños que son veteranos
de la Revolución. Estos niños también
serán la admiración de los niños del futuro, porque fueron testigos de la
Revolución, fueron los que estudiaron en las primeras escuelas que hizo la
Revolución, fueron los que contemplaron la obra de la Revolución, y son los que
van a terminar la obra de la Revolución (APLAUSOS).
Hoy,
aunque es cierto... aunque es cierto que
nos entristece por un lado el recuerdo de los que cayeron; aunque es cierto que
no es posible visitar esta ciudad y no evocar el nombre de tantos compañeros
queridos que desaparecieron, también es cierto que hay en sus familiares, como
en sus compañeros, como en todo el pueblo, la satisfacción de que ellos
lucharon por algo útil, de que ellos fueron como la semilla que fructificó esta
obra, de que gracias a ellos el pueblo es feliz; gracias a ellos los niños son
felices, y por eso, al ganar esta batalla de hoy, esta batalla sin muertos,
esta batalla sin cadáveres y sin heridos, esta batalla hermosa, esta toma del
cuartel Moncada sin sangre, hoy tenemos que sentirnos verdaderamente
emocionados y tenemos que sentirnos verdaderamente felices. Hoy Santiago está feliz; hoy toda Cuba está
feliz; hoy los niños están felices; hoy el Apóstol, el Apóstol que nació el 28
de enero, y que hoy, al conmemorarse el 107 aniversario, se inaugura este
centro escolar que se llama “26 de Julio”, hoy el Apóstol está contento; hoy
nuestros muertos están contentos; hoy es un día feliz de la patria.
(OVACION)