DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN CIUDAD LIBERTAD, EL 31 DE DICIEMBRE DE 1960.

 

(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS DEL

GOBIERNO REVOLUCIONARIO)

 

Distinguidos visitantes que nos acompañan esta noche;

Maestros y maestras;

Compañeros y compañeras:

 

La Revolución entra hoy en su tercer año.  Felizmente, los cubanos podremos ir contando los años de la Revolución con el calendario; felizmente un día Primero de Enero llegó al poder la Revolución.  Y este tercer año es el “Año de la Educación” (APLAUSOS).

Para los hombres que hace dos años vimos culminar una etapa de lucha para comenzar una etapa de trabajo, es realmente emocionante podernos reunir aquí, esta noche, con 10 000 maestros (APLAUSOS), y esperar el “Año de la Educación” con 10 000 maestros.  Y esperarlo, precisamente aquí, aquí, donde por tantos años imperó la fuerza que mantuvo la injusticia y el crimen; aquí, precisamente, ante el Ministerio de Educación que era para nuestro país, antes, no el edificio de la educación, sino el de la opresión.

Ese edificio era el “Pentágono” de la tiranía (EXCLAMACIONES), y este campamento era el campamento básico de la tiranía, y siempre fue un anhelo del pueblo, siempre fue un sueño del pueblo, como tantos sueños ha tenido el pueblo y ha visto cumplidos el pueblo, era un sueño:  convertir, algún día, este campamento en una gran escuela, y era un sueño de todos nosotros.

Ningún lugar más representativo y simbólico para esperar el “Año de la Educación” que este campamento, convertido en Ministerio de Educación, Ciudad Escolar (APLAUSOS), residencia de numerosos becados universitarios (APLAUSOS); y que llegará a ser un gran centro de investigaciones pedagógicas.

De las obras de la Revolución, pocas tan emocionantes como esta, pocas tan extraordinariamente espirituales como esta, porque, sin esta, que es la primera piedra, no podría edificarse todo lo demás.  Campamentos convertidos en escuelas, es decir, opresión convertida en educación, fuerza convertida en persuasión y en razón; lápices donde había bayonetas, libros donde había tratados militares; 40 000 niños hay ya, en estos momentos, estudiando en antiguos campamentos militares, y no queda ya una sola de las grandes fortalezas militares del país que no esté convertida en centro escolar (APLAUSOS).

Pero, ¿era suficiente para darnos por satisfechos?  No.  La Revolución, al llegar al poder, encontró 22 000 maestros y cerca de un millón de niños que todavía no tenían escuelas ni maestros.  Y hoy, en este momento, nuestro país cuenta con 33 000 maestros (APLAUSOS); es decir que la Revolución aumentó, en solo dos años, el 30% de los maestros que habían logrado reunirse en 50 años, digo mal, en 58 años.  Y no queda hoy una sola región de Cuba sin maestros.

¡Cuántas veces clamábamos por los maestros!, y ha sido tan sencillo darle maestros al pueblo.  Era difícil resolver el problema en las montañas, y llamamos al pueblo para pedir voluntarios que estuviesen dispuestos a educar en los más apartados rincones del país, y acudieron en masa estudiantes a ofrecerse, y ya, en estos momentos, hay un maestro en cada uno de los más apartados rincones del país (APLAUSOS).  Y es nuestra patria el primer país de América que llena, ciento por ciento, sus necesidades escolares.  Lo hemos logrado en dos años con la Revolución.

Y un organismo internacional que se ha dedicado al estudio y a la busca de soluciones a este problema en América Latina consideró —ese organismo de las Naciones Unidas— que podía hacerse un programa para resolver el problema en varios años, en más de 10 años, y contemplaba la posibilidad de que para el año 1970 —más que la posibilidad, la aspiración— se satisficieran todas las necesidades escolares en los pueblos de América Latina.  Y decimos que esto es una posibilidad, simplemente, una aspiración, aspiración que nosotros hemos realizado en solo dos años, es decir que hemos ahorrado ocho años con respecto a lo que se consideraba un gran programa de solución de los problemas de la educación en este continente.  Y esa posibilidad de que se resuelvan también en toda la América y que, incluso, lo resuelvan antes de 1970, de que lo resuelvan en dos años como nosotros, dependerá de que en toda la América haya también una revolución capaz de realizar la obra que hemos hecho aquí (APLAUSOS).

Y a esos gobernantes sumisos que rompen con nosotros, a esos gobernantes sumisos que nos quieren proscribir de este continente, hoy, Primero de Enero, inicio del tercer año de la Revolución en Cuba, “Año de la Educación”, les preguntamos:  ¿Cuándo les van a enviar maestros a sus pueblos?  ¿Cuándo les van a enviar maestros —en Perú, por ejemplo— hasta los más apartados rincones de las montañas?

Hoy, a los que traidoramente han roto con nuestro país cumpliendo órdenes del Pentágono yanki (EXCLAMACIONES DE:  “¡Fuera!”), nosotros les queremos hacer una sola pregunta, podríamos hacerles mil preguntas, pero nada más hoy les vamos a hacer una, y es suficiente:  ¿Para qué año la rancia aristocracia que explota a ese país, la pandilla politiquera y militar que explota a ese país, va a satisfacer todas las necesidades de la educación?  Que diga cuándo, que no exponga razones para romper con nosotros.  Que diga:  ¿Cuándo va a hacer por la educación del pueblo peruano lo que hemos hecho por el pueblo cubano?; porque también en Perú hay millones de niños sin maestros, también en Perú esperan el día en que los gobernantes puedan anunciarle al pueblo lo que nosotros, en solo dos años, hemos anunciado esta noche.  Y, además, afirmar aquí que es totalmente imposible que gobernantes lacayos, explotadores y vendidos, que es imposible que ninguna oligarquía explotadora pueda, ni en dos años, ni en un siglo, resolver este problema ni otro problema alguno, porque, en definitiva, desde que las últimas batallas libradas por Bolívar iniciaran la independencia de América, ha transcurrido casi un siglo y medio, y en un siglo y medio las oligarquías explotadoras, las pandillas politiqueras y las camarillas sanguinarias de militares, en un siglo y medio no han podido hacer lo que la Revolución Cubana ha hecho en dos años (APLAUSOS).

Rompan con nosotros, ¡no importa!  ¡El pueblo les pedirá, algún día, cuentas!  (APLAUSOS.)  Rompan con nosotros, ¡no importa!; los pueblos, más tarde o más temprano, lograrán realizar en dos años lo que el privilegio y la explotación no ha podido hacer en siglo y medio.

Y no estamos hablando más que de la educación.  ¿Nos hemos conformado, acaso, con llevar un maestro a cada rincón de nuestro país? No.  Había cientos de miles de analfabetos adultos que no estaban en situación de recibir los beneficios de los niños; y el Gobierno Revolucionario, con el pueblo, se ha propuesto una meta más ambiciosa todavía:  la meta de erradicar, totalmente, el analfabetismo en solo un año (APLAUSOS).

¿Y por qué nos hemos propuesto erradicar el analfabetismo en un año solamente?  Porque la Revolución, la Revolución realiza su trabajo de prisa; la Revolución trabaja rápido y avanza rápido.  Por eso nos va a bastar un año, porque solo las revoluciones son capaces de realizar esas obras.  Y así también, cuando hayamos cumplido el programa de erradicar el analfabetismo en un año, podremos proclamar, al iniciarse el cuarto año de la Revolución, que la Revolución Cubana ha realizado, en un año, lo que el privilegio y las oligarquías explotadoras no han podido realizar en América en un siglo y medio (APLAUSOS).

Nos hemos hecho ese propósito y lo cumpliremos.  Estamos seguros de que lo cumpliremos, estamos seguros de que podremos proclamar, ante el mundo, que en nuestro país no queda una sola persona que no sepa leer y escribir (APLAUSOS).  Y vamos a contar para eso con ustedes, con los maestros en primer lugar, y con todo el pueblo; y si los esfuerzos que ya se han realizado en la organización de esa campaña no fueran suficientes, movilizaremos más recursos y más esfuerzos.  Y, si el número de maestros y de personas que están ya alfabetizando no fuese suficiente, entonces adelantaremos la terminación del curso escolar y movilizaremos a todos los estudiantes desde sexto grado en adelante (APLAUSOS).  Y desde el mes de mayo hasta el 31 de diciembre, igual que hemos organizado y movilizado a las milicias, organizaremos el ejército de los educadores y lo enviaremos a todos los rincones del país, de manera que, si cada analfabeto necesita un maestro, ¡le pondremos un maestro a cada analfabeto!  (APLAUSOS); y ya está realizándose la impresión de 2 millones de cartillas de alfabetización.

Por eso, tenemos la seguridad de que la Revolución cumplirá también este propósito, como cumplirá todos sus propósitos.  De eso íbamos a tratar esta noche, por eso nos reunimos esta noche, ese era nuestro propósito:  hablar aquí de educación, de alfabetización, de maestros, de libros y de plumas.  Para eso nos habíamos reunido esta noche, y solo para fines como estos trabaja la Revolución; y obras como estas, son los únicos propósitos de la Revolución, obras como estas, constituyen nuestra “culpa”.

Habíamos querido celebrar este aniversario con la compañía de 1 000 distinguidos y valiosos representantes de todo el mundo (APLAUSOS) y con 10 000 maestros, y conmemorar también con el gran desfile del día 2, la liberación de nuestro país.  Sin embargo, nuestro deseo de hablar de educación hoy, y solo de educación, se ve o se verá incumplido, por la necesidad de tratar también otras cuestiones.

Hemos llevado a cabo esta reunión y este banquete en un minuto de gran tensión y de gran peligro.  Y así, ¡qué contraste el de esta noche!, qué contraste, que señala dos grandes esfuerzos de la patria, dos grandes aspiraciones de la patria.  El contraste entre este banquete de maestros y la movilización de las milicias y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (APLAUSOS), que nos ha llevado a realizar este esfuerzo en la defensa de la integridad nacional.

Y así, en estos instantes, solo alrededor de la capital y en la capital, hay decenas de miles de hombres con las armas en la mano, ¡en sus trincheras!  (APLAUSOS), ¡y alertas!  (EXCLAMACIONES DE: “¡Venceremos!”  “¡Venceremos!”) Decenas de miles de hombres están en posiciones estratégicas y en guardia para que nuestra patria no pueda correr el riesgo de un ataque sorpresivo, de un zarpazo traicionero del imperialismo, porque la diferencia ante una agresión, entre un ataque al país que sorprenda a los combatientes en sus casas, y un ataque que sobrevenga cuando están en sus trincheras, hay una diferencia de 1 a 100, de 1 a 1 000, o de 1 al infinito, entre el poder cumplirse un propósito criminal y el no poder cumplirse, sencillamente.  Y nosotros no queremos que la historia nos reproche, o nos pueda reprochar, que ante razones poderosas nos dejásemos sorprender.

Y por eso, en el mismo minuto en que tuvimos la certidumbre del peligro, pusimos en marcha toda la fuerza del pueblo en todo el territorio nacional (APLAUSOS).  Y como prueba de que los pueblos que luchan por su liberación no pueden descuidarse nunca, como prueba de que los pueblos que luchan por una gran aspiración y por una muy justa aspiración, no pueden hacerse ilusiones, cuando más calma había en el ambiente, cuando más tranquilo y pacífico lucía el panorama, estábamos en realidad más cerca del peligro.  Y ese peligro obedece a esa ley que quieren imponer al mundo los explotadores de los pueblos, esa ley que le han impuesto a través de la historia:  el empleo de la fuerza y del poder para someter a los pueblos, sobre todo si son pueblos pequeños, el empleo del poder y de la fuerza para mantener la explotación sobre nuestro país y mantenerla sobre toda la América.

Es tan hondo el resentimiento del imperialismo, es tan grande el odio contra nuestra justa Revolución, que no quieren resignarse a dejar de lanzar el zarpazo criminal contra nuestro país, y sobre todo en estos momentos en que se cumple un período en Estados Unidos, y va a tener lugar un cambio de gobierno, esta administración que ha conducido a Estados Unidos a los mayores reveses, que ha conducido a Estados Unidos por un camino de desaciertos, que le ha granjeado la antipatía de la inmensa mayoría del mundo, no hacia el pueblo norteamericano, pero que ve con tristeza cómo ha sido conducida y gobernada la nación hacia los peores peligros para la humanidad, cómo la han ido acercando, paulatinamente, hacia los tremendos riesgos de la guerra, con una política cada día más voraz, más agresiva y más torpe, que si se quisiera no más un indicio, baste decir que uno de los altos oficiales del ejército nazi es hoy uno de los principales jefes del ejército de la OTAN, baste decir que oficiales nazis, que invadieron a más de una docena de pueblos en Europa, son hoy jefes militares de la OTAN, proahijados por el imperialismo, que de esa manera traicionó, tan miserablemente, a los cientos de miles de vidas de norteamericanos que cayeron luchando contra el fascismo y contra el nazismo (APLAUSOS).

Bastaría nada más que esto, esta pregunta también, porque para poner en evidencia las malas causas, no basta más que una pregunta, y podríamos preguntarle al gobierno de Estados Unidos:  ¿Qué se hicieron los principios en nombre de los cuales tantos norteamericanos dieron su vida luchando contra esos mismos oficiales nazis, para que hoy sea el gobierno de Estados Unidos quien los ponga al frente, no ya solamente de los alemanes, sino que los ponga, incluso, a dirigir soldados norteamericanos?  (APLAUSOS.)  Como podríamos preguntarle al gobierno de Francia:  ¿Qué se hizo la dignidad de Francia, después que ha consentido que esos oficiales nazis que un día invadieron su territorio, mataron a millones de franceses y los hicieron vivir en terrible opresión, durante varios años, que fueron como siglos para Francia?  Esos mismos oficiales fundan hoy bases militares en el territorio nacional francés.

Para que los pueblos comprendan, para que las malas causas resulten desenmascaradas, no basta más que una pregunta; y pudieran hacerse mil preguntas, para desenmascararlos no una vez, sino mil veces. Las malas causas no tienen defensa posible, y por eso acuden a la agresión y a la fuerza.  Y ese es, sencillamente, nuestro caso:  la mala causa del imperialismo, la mala causa de ese gobierno imperialista lo conduce a aprovechar sus últimos días de mandato para fraguar una cobarde y criminal agresión contra nuestro país.

Muchos se habían hecho esa pregunta:  si Eisenhower en sus últimos días y antes de entregar el gobierno, es decir, si el imperialismo, antes del cambio de administración, no decidiría limpiarnos a nosotros del camino y presentarse con los hechos consumados, aprovechando la coyuntura, para que la nueva administración hiciera descargar la responsabilidad sobre la vieja administración que está al culminar.

Y así, en los últimos días del mes de diciembre, llegó a nosotros una información de fuente muy veraz, comunicándonos que el Servicio Central de Inteligencia, dirigido por Allen Dulles (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”), había fraguado un plan de provocación a nuestro país, es decir, había fraguado un plan para crear un incidente ficticio, viabilizar un incidente en nuestro territorio o en las cercanías de nuestras costas         —escúchese bien:  un incidente en nuestro territorio o en las cercanías de nuestras costas—, inventar el incidente, propiciarlo, y de todas formas llevar adelante el plan que consistía en valerse de ese incidente provocado para propiciar una intervención militar de las fuerzas imperialistas en el territorio nacional.

La noticia y los datos nos preocuparon seriamente, al extremo de decidir el Gobierno Revolucionario de enviar al canciller Raúl Roa, con toda urgencia (APLAUSOS), a las Naciones Unidas para denunciar el plan y alertar a la opinión pública mundial de que en los últimos 18 días del mandato de la actual administración, en Estados Unidos se había decidido ya realizar la provocación y llevar a vías de hecho la agresión.

Y ya con esa información del Gobierno Revolucionario, comenzaron a aparecer nuevos síntomas, nuevos indicios de que prácticamente se ponía en marcha el plan.  Ellos habían ideado el incidente provocador, pero como se consideraban en la necesidad de preparar previamente el terreno en América Latina, como se consideraban en la necesidad de buscar la colaboración de los gobiernos, de determinados gobiernos de América Latina, y como para preparar esas condiciones no se podía hablar de un incidente futuro, sin embargo, tenían que decirles algo a los gobiernos de América Latina para prepararlos, para llevarlos a determinados actos contra nosotros, y como no les podía decir que iba a ocurrir un incidente, un incidente que naturalmente ellos tenían planeado y tenían que decirles otra cosa, sin escrúpulos de ninguna clase, acudieron a una mentira absurda; que es toda una tomadura de pelo, descarada, a los propios gobiernos títeres de América Latina, porque ni siquiera les dicen la verdad, porque incluso con la mentira intentaban preparar condiciones.  Y ya preparadas las condiciones y lograda la aprobación de esos gobiernos, proceder a fabricar el incidente y llevar a cabo la agresión.

Pero, ¿qué ocurrió?  Es que los hemos sorprendido sobre la marcha; los hemos sorprendido “con las manos en la masa” y en mitad del camino hemos podido darnos cuenta del plan y de las intenciones y salirles al paso.

¿Cuál fue el primer indicio, además de la información veraz, que ya nosotros sabíamos desde hace algunos días?  Ese indicio, que vino a demostrar de manera patente que algo grave se tramaba, fue un cable procedente del Uruguay que en el día de ayer comunicaba lo siguiente:

“Montevideo 30.  El gobierno de Estados Unidos ha comunicado a los gobiernos latinoamericanos que intervendrá militarmente en Cuba ‘para impedir que se instalen en la isla 17 rampas para lanzamiento de cohetes rusos’, según afirma hoy el vespertino El Diario.

“Según el periódico, el gobierno uruguayo ha sido enterado oficialmente de la decisión de Washington, por un informe que Estados Unidos le envió, personalmente, mediante el embajador uruguayo ante Washington y la OEA, Carlos Clulow, que llegó recientemente aquí en uso de licencia.

“El diario dice que se calcula que este informe confidencial se ha hecho conocer también a los gobiernos del resto de América Latina, para que a nadie sorprenda, para que a nadie sorprenda la actitud de Estados Unidos frente a Cuba.

“La información publicada por el citado vespertino afirma que ‘el informe hace conocer que por el momento se ha detenido la construcción de rampas’, pero que ‘la intervención de Estados Unidos se hará efectiva en caso de continuarse con dicha construcción’.

“En el informe que Estados Unidos había enviado a todos los gobiernos latinoamericanos, acusa a Cuba de ‘fomentar’ todos los movimientos populares de inquietud que se llevan a cabo en toda América.”

Simultáneamente se anunciaba, el mismo día, sin que mediara el menor problema, ni la menor queja siquiera, de que el gobierno del Perú rompe relaciones con el gobierno de Cuba.  Y por otra fuente se sabía de los informes que Estados Unidos había enviado a esos gobiernos; pero hasta el día de ayer, era un cable que reflejaba la información de un periódico, era un cable de Prensa Latina, que no está, precisamente, al servicio del imperialismo, quien lanzaba la advertencia (APLAUSOS).

Sin embargo, en el día de hoy —no un cable de Prensa Latina, sino un cable de la AP— dice así:

“El canciller uruguayo, Homero Martínez Montero, hoy declinó confirmar o negar informes atribuidos al embajador de su país en Washington que decían que ‘la Unión Soviética está instalando bases para proyectiles guiados en Cuba’.

“El embajador Carlos Clulow se entrevistó ayer, a puertas cerradas, con el Consejo Nacional de Gobierno.

“Los matutinos, citando fuente altamente fidedigna, dijeron que Clulow se había enterado en Washington, que cohetes nucleares estaban siendo establecidos en Cuba dirigidos contra Estados Unidos.

“Estas fuentes señalaban que el consejo estaba visiblemente alarmado por el informe.  Se dijo que Clulow obtuvo la información de círculos cuya honestidad está más allá de toda sospecha.”

Y otro cable:

“El canciller Martínez Montero...” —es decir, el Canciller de Uruguay— “reconoció que Clulow había presentado un extenso informe al Consejo Ejecutivo.  El Consejo —añadió— convino en que el informe era de naturaleza reservada.  No creo que bajo tales circunstancias pueda yo decir nada más.”

Es decir que el Canciller de Uruguay, oficialmente declara que el informe rendido por el Embajador de Uruguay en la OEA, era de naturaleza reservada y que bajo tales circunstancias él no podía declarar más.  Pero lo que él no dijo lo dijeron los periódicos, porque, evidentemente, la comunicación enviada desde Washington produjo “conmoción” en el seno de los nueve miembros del Consejo de Gobierno de Uruguay y, naturalmente, los distintos periódicos relacionados con esos distintos funcionarios políticos, funcionarios y dirigentes políticos, divulgaron el contenido de la información.

Y así, continúa el cable de la AP:

“El habitualmente bien informado El País —dice la AP— dice que están llegando a Cuba materiales para construir plataformas de lanzamientos que están destinadas a cohetes con cabezas atómicas.

“El diario añadió:  ‘Tan próximos a las grandes ciudades de los Estados Unidos, estos cohetes constituyen un riesgo máximo; si estos hechos pueden ser confirmados, la calma admirable mostrada por el gobierno de los Estados Unidos se desvanecerá; acciones para rechazar tales planes agresivos serían tomadas de inmediato.’

“El diario católico El Bien Público —continúa diciendo el cable de la AP— citó fuentes autorizadas, como diciendo que Clulow, específicamente, acusó a los rusos de instalar las bases de cohetes con el fin, eventual, de lanzar una agresión armada contra los Estados Unidos.”

Y ya este era un cable de la AP con versiones de todos los periódicos, que explicaban el contenido del informe enviado desde Washington.  Y el contenido del informe enviado al gobierno del Uruguay y enviado a los demás gobiernos, es, sencillamente, que en Cuba se están construyendo 17 rampas de cohetes atómicos.  Y, claro, conclusión:  que si se están construyendo rampas de cohetes atómicos, pues, sencillamente, “acciones para rechazar tales planes agresivos serían tomadas de inmediato”.

Es decir que fraguado el plan de agresión mediante un incidente provocado —y nosotros hemos tomado todas las medidas posibles para evitar el menor roce que pueda coadyuvar el plan de provocación— mientras deciden una acción y el Servicio Central de Inteligencia la planea, como tienen que preparar las condiciones con los gobiernos de América Latina y obtener su aprobación previa, no les pueden hablar de un incidente, porque podrían preguntarles cómo saben que va a ocurrir un incidente.  ¿Y qué les dicen entonces?  Lanzan la versión más truculenta, más absurda y más ridícula, inventan sin escrúpulo alguno una gran mentira; y a los gobiernos, en una tomadura descomunal de pelo, les informan, muy seriamente, y viajan los embajadores desde Washington hasta Uruguay, y reúnen con urgencia el consejo de gobierno para comunicar la gran noticia de que en Cuba se están construyendo rampas y que, en consecuencia, frente a esos planes de agresión, el gobierno de Estados Unidos tenía decidido intervenir en Cuba.

Es decir que, con una mentira de esa índole, sorprendiendo a esos gobiernos, predispuestos a dejarse sorprender, con esa bomba que lanzan allí, lógicamente obtienen lo que obtuvieron de Perú, lo que obtendrán, posiblemente, de Uruguay y lo que obtendrán de una gran parte de gobiernos de América Latina:  la aprobación para la intervención, y como dice este cable, “para que a nadie sorprenda la actitud de Estados Unidos frente a Cuba”.

Eran hechos demasiado evidentes que, unidos a los informes que ya tenía el Gobierno Revolucionario, eran el indicio clarísimo de que ya estaba en marcha el plan, pues de buenas a primeras, un 31 o un 30 de diciembre, cuando, por lo general, ni se reúnen los funcionarios; cuando, por lo general, están de vacaciones; cuando, por lo general, ni siquiera se toman medidas, sorpresivamente se reúnen en sesiones urgentes, se reúnen los Consejos de Ministros, toman acuerdos de rompimiento; es decir, actos de naturaleza extraordinaria, precisamente en los días últimos de diciembre, cuando nosotros teníamos noticias de los planes de provocación y de agresión en los primeros días de enero.

Y ante eso, ¿qué ha hecho el Gobierno Revolucionario?  En primer lugar, enviar a su Canciller a la ONU para alertar a la opinión pública mundial; en segundo lugar, alertar al pueblo y, simultáneamente, es decir, inmediatamente, movilizar las fuerzas revolucionarias para que, en todo caso, no sorprendan a ningún combatiente en su casa.  Porque nosotros estamos conscientes de que en la apreciación del gobierno imperialista hay un gran error de estimación, yesos errores de estimación son los que han conducido, no una vez, sino muchas veces, a determinados gobiernos a realizar acciones desastrosas.  Estamos seguros de que hay un error de apreciación, estamos seguros de que creen, los imperialistas, que la intervención en Cuba es una especie de weekend; creen los imperialistas, con toda seguridad, que es una tarea de horas, y que pueden presentarse, al mundo, con los hechos consumados.  Nosotros estamos seguros de que alguna estimación muy errónea está sirviendo de base a esos planes.

¿Qué hemos hecho, pues?  Denunciar al mundo el plan imperialista, alertar al mundo sobre el peligro que está corriendo nuestro país en estos últimos 18 días de la administración actual del gobierno imperialista y, al mismo tiempo, preparar al pueblo, movilizar al pueblo y adoptar aquellas medidas que puedan contribuir a persuadir a los imperialistas de que no será un paseo militar, de que no será un weekend (APLAUSOS), para persuadir a los imperialistas de que están equivocados.

Estamos haciendo un gran esfuerzo por evitar que la agresión se lleve a cabo, y una parte del esfuerzo es hacerles difícil la agresión; una parte del esfuerzo es tomar cuantas medidas sean posibles, para que se persuadan de que están cometiendo un gran error de estimación y que si quieren invadirnos, para invadirnos y para destruir la resistencia, que de ninguna manera la destruirían en unas horas, ni la destruirían nunca, porque mientras quede un hombre o una mujer con vergüenza en este país (APLAUSOS) habrá resistencia; para que se convenzan de que con unos cuantos miles de paracaidistas y unos cuantos barcos no van a tomar la capital de la república (EXCLAMACIONES DE:  “¡Nunca!”), ni van a tomar la capital de Oriente (EXCLAMACIONES DE:  “¡Nunca!”), ni van a tomar las ciudades principales de Cuba; porque para atacar las posiciones que defienden a la capital tendrían que emplear fuerzas mucho más numerosas que las que, posiblemente, hayan calculado, porque para intentar un ataque hay que reunir grandes efectivos; y les costaría más trabajo poner un pie en los territorios que circundan a nuestra capital, les costaría más trabajo, que el que les costó desembarcar en Normandía o en Okinawa (APLAUSOS).

Esa es una de las cosas que hemos hecho:  hacer difícil la agresión, y para eso hemos trabajado intensamente; y por eso, en estos momentos, nuestra capital y los puntos fundamentales de nuestro país pueden sentirse defendidos; y nuestra ciudadanía confiar en las decenas y decenas de miles de hombres que en este momento están en sus puestos (APLAUSOS).

Nosotros estamos en la obligación de defender, hasta con la última gota de nuestra energía, lo que estamos haciendo (APLAUSOS).  Quieren destruir la obra de la Revolución y quieren destruir el ejemplo de la Revolución.  Y así, el pueblo que reúne a sus maestros, el pueblo que en dos años les ha brindado maestros a todos los niños del país, el pueblo que se dispone a esperar el nuevo año con un formidable plan de erradicar la incultura, el pueblo que se reúne para llevar la luz a todos sus hijos, mientras el pueblo forja sus planes, los enemigos de los pueblos forjan los suyos; y mientras nosotros trabajamos para hacer luz, ellos trabajan para sumirnos en la oscuridad, en la esclavitud y en el retraso.

Esos son los grandes contrastes, que nos obligan a poner en tensión todas nuestras fuerzas para cumplir nuestros objetivos, y para no abandonar un solo plan.  Y así, ni siquiera esas circunstancias hicieron que se suspendiera este acto; y ni siquiera esas circunstancias hicieron que dejáramos de recibir el “Año de la Educación”; ni siquiera esas circunstancias impidieron, ni impedirán, la reunión de los 10 000 maestros. Esas decenas de miles de hombres están en sus puestos para que todas las obras de la Revolución —y esta no es más que una de las tantas obras de la Revolución— se lleven adelante.  Y la llevaremos; y no podrán impedirlo, porque en el pecho de cada hombre, que hoy está en su puesto, en el pecho de cada combatiente que, serenamente, espera cualquier ataque, hay ese sentimiento profundo de que está allí por algo y para algo; en el pecho y en la mente de ese hombre está el pensamiento de su patria; en la obra que realiza su patria están estos sueños, y están todos los sueños que hemos concebido.

Y esos hombres serán siempre superiores a los que, sin razón, sin llevar nada en el corazón ni en la mente, llevando nada más que armas asesinas, llevando nada más que el estandarte del crimen y de la explotación de los pueblos, llevando nada más que el estandarte de los que amenazan el progreso de la humanidad, llevando nada más que el estandarte de los que resucitan el nazismo, llevando nada más que el estandarte de los que ponen en peligro la paz del mundo, llevando el estandarte del mal, del crimen, de la sinrazón y de la injusticia (APLAUSOS), tendrán que enfrentarse a los hombres que llevan el estandarte de la razón, que llevan el pecho y la mente henchidos de nobles razones para luchar, que llevan el estandarte del bien; y que, por lo tanto, sabrán morir en sus puestos, sabrán tener mucho más valor que los agresores; y porque, además, ¡están en su tierra!; si, ¡en su pedazo de patria!  (APLAUSOS), defendiendo ese pedazo de la patria, y convertido en una sola cosa con ella, con la tierra de la patria; porque morir defendiendo la patria, morir con un estandarte justo enarbolado contra los que, sin ninguna razón y guiados nada más que por la ambición innoble y repugnante nos agredan, ¡eso será siempre, para cualquier cubano, una gran gloria!; y para la patria, ¡una gran gloria!; y para los agresores, ¡una gran deshonra, y una gran derrota!  (APLAUSOS.)

Nosotros denunciamos aquí, responsablemente, estos planes; nosotros negamos, categóricamente, la criminal mentira que inventaron para tomarles el pelo y lograr, que les hicieran el juego los gobiernos de América Latina, porque, ¡jamás aquí se ha hablado de “rampa de cohetes” y de cohetes, nosotros no sabemos más que del cohete yanki que cayó sobre el territorio nacional!  (APLAUSOS.)

Y es digno de analizar que los mismos que pagan a los terroristas; los mismos que pretenden inundar nuestro país de explosivos, de material inflamable y de metralla, los mismos que ni siquiera les borran la marca a los explosivos de su ejército que envían aquí; los mismos que les han facilitado bases, desde las cuales han realizado múltiples agresiones contra nuestro territorio; los mismos que casi no transcurre una semana sin que lancen armas en paracaídas o traten de hacer desembarco de armas; los mismos que nos han estado agrediendo incesantemente, poniendo en peligro nuestra seguridad, violando nuestro territorio; los mismos que, además, han rodeado una nación de bases atómicas; los mismos que, en todo el mundo, en innumerables naciones, construyeron, descaradamente, bases atómicas apuntando hacia la Unión Soviética; los mismos que han rodeado a una nación de bases atómicas, vengan ahora, para justificar una agresión, a inventar unas rampas atómicas en un país vecino.  Es decir que ellos inventan lo que han hecho con la Unión Soviética; ellos inventan y construyen una mentira que es, en cambio, verdad en numerosos países.

¿Y qué habría sido del mundo si la Unión Soviética hubiese razonado de igual manera?  ¿Qué habría ocurrido si la Unión Soviética, cuando los imperialistas le pusieron allí, en sus propias fronteras, mucho más cerca que nosotros, una base atómica, y cuando le pusieron docenas de bases atómicas, hubieran dicho:  “Frente a tan ostensible acto de agresión, vamos nosotros a invadir esos países?”  La Unión Soviética tuvo que contemplar cómo se le rodeaba de bases por los imperialistas; si hubiese razonado como el imperialismo, el mundo se habría visto envuelto en infernal conflagración; esa conflagración que el mundo quiere evitar, que todos los gobiernos honestos quieren evitar, que todos los pueblos quieren evitar, y que los únicos interesados en no evitarla son los que ven que su mundo se desploma; son los que ven que su imperio se desploma, son los que se ven condenados por el veredicto inapelable de la historia, son los que van en declive irremisible y juegan con la guerra, y bordean los limites de la guerra.  Y los pueblos no quieren guerra, los gobiernos honestos no quieren guerra, y nosotros no queremos guerra; porque lo que nosotros queremos es emplear toda nuestra energía en obras como esta que nos ha reunido esta noche aquí (APLAUSOS); nosotros queremos vivir en paz, y nosotros proclamamos este deseo ante el mundo, con la misma seguridad con que podemos proclamar al mundo:  ¡Los cubanos, en caso de agresión, lucharán hasta la última gota de sangre!  (APLAUSOS.)

Y, ante la inminencia del peligro, ¿cuál ha sido la reacción de nuestro pueblo?  Aquí se puede apreciar, y se ha podido apreciar en el día de hoy, cómo, con una sonrisa en los labios, y con la emoción de los que enarbolan una causa justa, decenas de miles de hombres marchaban a sus posiciones; decenas de miles de jóvenes, con sus baterías de antitanques, de antiaéreas y de morteros (APLAUSOS), marchaban a sus puestos; y el Ejército Rebelde, con sus columnas especiales de combate, sus tanques pesados y su artillería tomaba posiciones, serenamente, sin inmutarse, ni porque nos digan que vienen los “poderosos marines”, ¡aquí nadie los esperará muertos de miedo sino, en todo caso, muertos de risa! (APLAUSOS Y RISAS), serenamente.

Este pueblo, que ha trazado su destino y lo llevará adelante, no se inmuta, ni se asusta, ni siquiera renuncia a su alegría, y ríe; ni siquiera abandona su tradicional emoción, más grande, por cuanto el nuevo año es también un nuevo año de la Revolución.  No se paralizará la producción, porque el día 3, después del gran desfile, ese desfile a donde irá el pueblo para demostrar que no tiene miedo, después de ese día, cuando se abran las fábricas y los centros de trabajo, hay que ocupar los puestos de decenas de miles de hombres que están en las trincheras, ¡y que estarán en las trincheras hasta el mismo día 18 de enero, mientras subsista el peligro del zarpazo criminal y traicionero!  (APLAUSOS); ¡a ocupar los sitios de esos hombres, para que ningún servicio se paralice!, para que ningún centro de trabajo disminuya su esfuerzo; las mujeres, a ocupar también sus puestos en el trabajo, a ocupar el lugar de los hombres que están en sus posiciones, y a hacer lo que ellos no pueden hacer.  ¡Demos una prueba más de lo que es capaz la Revolución, y tracémonos la consigna de que no se paralice un solo servicio, ni una sola fábrica; y tracémonos el propósito de ir a ocupar esos puestos, para que se vea lo que puede el pueblo y lo que puede la Revolución!; para que estas medidas que el deber y el sentido de la responsabilidad nos ha obligado a tomar, no perturben ni entorpezcan el resto del esfuerzo, porque debemos ser capaces de marchar adelante en todos los órdenes.

El pueblo lo puede todo; el pueblo es capaz de las más extraordinarias proezas, y los hechos lo están demostrando.  Y lo que el pueblo nuestro necesitaba era la oportunidad; lo que el pueblo nuestro necesitaba era la Revolución.  Y así se comportan los pueblos revolucionarios, y los revolucionarios.

Hace dos años, ante el peligro de los que avanzábamos con el estandarte de una causa justa, de los que avanzábamos con razón, aquí mismo se reunieron para huir, cobardemente, los servidores del imperialismo; ante el peligro de los que avanzaban, luchando por una causa justa, ellos se reunieron para darse a la fuga.  Y hoy, el pueblo y nosotros, enarbolando una causa justa, frente a los que, sin razón, nos quieren impedir el derecho a vivir en paz, y a progresar, y a desarrollar nuestro destino, no nos reunimos aquí para huir (APLAUSOS).  ¡Los que tienen la razón no huyen jamás!; ¡los que tienen la razón saben morir!; y lo que hemos hecho es reunirnos aquí para decir:

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)