DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DE LAS ORI y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO
REVOLUCIONARIO, EN EL TEATRO DEL PALACIO DE LOS TRABAJADORES, PARA DAR INICIO A
LA CAMPAÑA DE ORGANIZACION DEL 1º DE MAYO, EL 7 DE ABRIL DE 1961.
(DEPARTAMENTO
DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO
REVOLUCIONARIO)
Compañeras y compañeros:
¿Por qué hay
tanto júbilo y tanto entusiasmo entre los trabajadores? (EXCLAMACIONES.)
Durante siete
años de tiranía todos recordarán cómo el 1º de Mayo no podía conmemorarse en la
calle; el 1º de Mayo, bajo los gobiernos inmorales y reaccionarios, era como un
dolor de cabeza para ellos. Y durante
los últimos siete años anteriores al triunfo de la Revolución ni siquiera
permitían que los trabajadores salieran a la calle; durante esos siete años, el
1º de Mayo debía conmemorarse bajo techo, y aquí en este salón trataban de
simular una celebración de los 1º de Mayo.
Hoy, a 24 días
de esa fecha, nos hemos reunido en este salón.
¿Para qué? ¿Para conmemorar el 1º
de Mayo? No, sino para preparar el 1º de
Mayo. Y solamente en este acto de
preparación acuden muchos más trabajadores de los que acudían en aquellos
tiempos a celebrar la propia fecha (APLAUSOS).
¡Y no se trata más que de una simple reunión preparatoria!
Y aun en los
años en que se les permitía a los obreros salir a la calle, cada desfile obrero
era una interminable caravana de cartelones exigiendo demandas; se les daba a
los obreros, una vez al año, la oportunidad de pedir. Lo que no podían darles aquellos gobernantes
a los trabajadores, era la oportunidad de recibir. Es decir que los obreros presentaban sus
demandas todos los años; aquella demanda era el reflejo de la pugna de
intereses en el seno de nuestro pueblo; eran las demandas de millones de
trabajadores frente a los intereses de minorías adineradas y egoístas que
controlaban todas las fábricas, las tierras, los bancos, es decir, la economía
del país.
Los obreros
tenían que vivir en una perenne lucha contra aquellos intereses, y cada demanda
que lograban arrancar les costaba a los trabajadores arduas batallas contra
aquellos intereses, que tenían de su parte todo el poder del Estado, todas las instituciones
del Estado, todos los recursos del Estado, todas las armas del Estado y todos
los aparatos represivos del Estado. Las
huelgas, ya se sabe cómo terminaban casi siempre; las huelgas de los obreros,
las protestas de los campesinos, las manifestaciones estudiantiles, siempre
terminaban bajo los golpes y las balas de aquella fuerza armada al servicio de
aquella minoría del país que monopolizaba los intereses económicos de la nación.
El día 1º de
Mayo, día de los trabajadores, día de los hombres y mujeres humildes del
pueblo, no era, como es desde el triunfo de la Revolución, y cada vez más, una
verdadera fiesta nacional. ¿Y fiesta por
qué? Sencillamente porque aquellos
intereses que dominaban la economía de nuestro país han desaparecido de la vida
pública nacional.
Hay que
meditar que hoy el poder del Estado no está al servicio de esos intereses; hoy
las instituciones del Estado no están al servicio de esos intereses; hoy la
maquinaria del Estado no defiende esos intereses; hoy las armas de la nación no
están al servicio de esos intereses. Hoy
ocurre todo lo contrario:
los soldados rebeldes y los milicianos no están a las órdenes de aquellos
magnates, no están a las órdenes de aquellas compañías extranjeras, no están a las órdenes de los
administradores y mayorales, de los dueños de centrales azucareros y de los
grandes latifundios. Hoy ocurre
exactamente todo lo contrario. Esos hombres
armados y esa fuerza que constituye el poder de la nación cubana no están para
desahuciar campesinos ni para aplastar manifestaciones de protestas obreras o
estudiantiles. Hoy, de forma
absolutamente distinta, esas armas y esos hombres, con toda la fuerza y el
poder del Estado, están al servicio de los intereses (APLAUSOS) de esos
campesinos, de esos obreros y de esos estudiantes.
Ese es, en
esencia, el gran cambio que ha tenido lugar en nuestro país. Es que hoy esas armas no están en manos de
hombres ajenos a los campesinos, los obreros y los estudiantes, sino que esas armas
están precisamente en manos de los campesinos, de los obreros y de los
estudiantes (APLAUSOS).
Cuando ha
ocurrido un cambio tan profundo y radical en la vida de un país, se explica
esta alegría y se explica este entusiasmo, se explica este júbilo del 1º de
Mayo que se avecina, se explica este enardecimiento, esta alegría con que los
trabajadores se preparan a conmemorar esa gran fecha.
¿Y será acaso
un acto bajo techo? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) No.
¿Será acaso un acto en un parque cualquiera de la ciudad? (EXCLAMACIONES
DE: “¡No!”)
No. ¿Será un acto frente al Palacio
Presidencial, aunque es un lugar amplio?
(EXCLAMACIONES DE “¡No!”) No. ¿Por
qué? Porque no cabemos allí (APLAUSOS).
¿Y dónde será
el acto del 1º de Mayo? En la Plaza
Cívica. ¿Por qué? Porque casi cabemos allí; aunque, en
realidad, el próximo 1º de Mayo no vamos a caber allí (APLAUSOS). Pero ya La Habana, esta Habana construida por
latifundistas, donde al pueblo por lo general no le dejaban ningún espacio, no
tiene ya otro sitio mayor donde reunirse el pueblo. Y ese es uno de los problemas de la
Revolución, que no tiene dónde reunir al pueblo, porque ya no cabe la masa
gigantesca en ningún sitio. Y ese
problema será cada día mayor, porque cada día habrá más pueblo en cada 1º de mayo
(APLAUSOS).
¿Y por qué la
Revolución no conmemora bajo techo esta fiesta, y la conmemora en los más
amplios espacios de la capital, y esos espacios se llenan? Sencillamente, porque el poder ha pasado a manos
del pueblo (APLAUSOS), y pueblo y poder constituyen una sola cosa.
¿Y será una
masa de hombres y mujeres desarmados?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) ¿Será una masa de
hombres y mujeres obligados allí a escuchar la palabra de los dirigentes
revolucionarios? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Será una masa que se tenga que conformar con
oír solamente? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Será una masa que no tenga participación en
la vida activa de su país?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) ¿Será una masa
rodeada de soldados por todas partes?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) ¡No! Será nada menos que una masa armada
(APLAUSOS); será una masa con participación decisiva en los destinos de su
país.
y qué distinta circunstancia del pasado, en que aquella masa estaba
solamente obligada a oír, en que aquella masa no contaba para nada, en que la
fuerza de la nación no estaba en manos de esa masa, sino que estaba en manos de
una minoría siempre frente a los intereses de esa masa.
¿Y por qué
tiene que ser una masa armada hasta los dientes? ¿Por qué tienen que reunirse allí los hombres
y mujeres con todas sus armas?
Sencillamente, porque tenemos que defender esos derechos que hemos
conquistado (APLAUSOS); porque tenemos que defender ese derecho a reunirnos al
aire libre; porque tenemos que defender ese derecho a ser parte activa y
decisiva en los destinos de nuestro país; porque tenemos que defender ese
derecho de no mendigar más; porque tenemos que defender ese derecho de no pedir
más en balde; porque tenemos que defender ese derecho a no depender del egoísmo
de unos pocos que nos maltrataban y nos explotaban; porque tenemos que defender
ese derecho a conquistar por nuestra propia fuerza y nuestro propio trabajo, y
para recibir el fruto de ese trabajo que antes teníamos que estar mendigando a
los que nos lo robaban (APLAUSOS).
Antes los
obreros producían la riqueza del país, pero esa riqueza no iba a parar a manos
de los obreros. Una parte de la riqueza,
miserable parte en muchas ocasiones, servía para mantener en pie a los
trabajadores, y para que cada día pudiesen acudir a los campos o a las
fábricas, a continuar produciendo riquezas para otros. Y la mejor parte de la riqueza de la nación
iba a parar a los bolsillos de unos cuantos, de unos cuantos magnates de nuestra
economía, de unas cuantas compañías y monopolios extranjeros, y de una buena
banda de pícaros que saqueaban al tesoro público.
Antes la mejor
parte de esas riquezas no se invertía en preparar mejores condiciones de vida
para el pueblo; la mejor parte de esas riquezas iba a parar a los bancos
extranjeros, iba a parar a las cuentas particulares de unos cuantos señores, e
iba a parar en lujo, ocio y diversión para una minoría parasitaria, que muchas veces
se iba a gastar, en los hoteles de Europa o del norte, el fruto del sudor de
los obreros.
y como si aquí nadie supiese contar, como si aquí nadie supiese razonar,
como si aquí nadie supiese sumar y restar, todavía hay ingenuos (APLAUSOS),
ingenuos, señores, digo ingenuo, pero sin que ello los exima de la
circunstancia de ser además unos pillos y unos sinvergüenzas (APLAUSOS). Pero digo que son unos pillos ingenuos,
porque todavía albergan la ilusión de que puedan hacer creer a nadie en este
país que aquello era mejor que esto (APLAUSOS); y que era mejor que las
compañías norteamericanas (EXCLAMACIONES) se llevaran para los bancos de su
país las ganancias de nuestras fábricas; hacer creer que fuera más útil y
beneficioso al país que las riquezas de la nación se invirtieran en paseos y en
vacaciones a Europa; que las riquezas de la nación sirvieran siempre para
enriquecer a un puñado de pillos, mientras el pueblo tenía cada vez menos.
Todavía son
tan ilusos y de tal manera se engañan, y de tal manera se hacen ilusiones con
el padrinazgo de los monopolios extranjeros, con el padrinazgo de los cuerpos
de espionaje extranjeros, de tal manera se ilusionan y se engañan con el aliento
que les brindan los esbirros del Pentágono yanki (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”), que se
imaginan por un segundo que el pueblo no comprende estas cosas. De otra manera, ¿qué sentido tiene que
nuestro pueblo tenga que vivir constantemente sobre las armas?; ¿qué razón
habría, a quién podrían convencer aquí (EXCLAMACIONES DE: “¡A nadie!”) de que se podría afrontar
la gran fuerza de los trabajadores y de los campesinos de nuestro país?
Esa masa tiene
que acudir con las armas en la mano, sencillamente porque tiene que defender lo
que hemos conquistado.
¿Y cuánto
tiempo tendremos que conmemorar el 1º de Mayo con las armas en la mano? (EXCLAMACIONES DE: “¡El que sea!”) No se sabe cuántos años (EXCLAMACIONES
DE: “¡Los que sean!”), pero sí deben
saber nuestros enemigos que conmemoraremos el 1º de Mayo con las armas en la
mano cuantas veces sea necesario (APLAUSOS); y que cada día lo conmemoraremos
con más disciplina, más organización, más preparación y más armas (APLAUSOS),
mientras el imperialismo nos amenace con sus agresiones, mientras los
contrarrevolucionarios no se convenzan que una y mil veces se van a estrellar
contra la fuerza del pueblo (APLAUSOS).
El año pasado,
al conmemorar el 1º de Mayo, desfilaron nuestras milicias, pero todavía no
tenían armas, todavía no tenían gran organización. Y para que el imperialismo y sus criados sepan
la diferencia de fuerza, la diferencia de organización y de disciplina, y la
diferencia que va de un año a otro, este año los que antes desfilaron
desarmados desfilarán perfectamente armados (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: “¡Venceremos!”),
perfectamente disciplinados y perfectamente entrenados.
Eso quiere
decir que los imperialistas y sus criados han perdido tiempo; eso quiere decir
que los imperialistas y sus criados tendrán cada día menos esperanzas de
derrotar a la Revolución; eso quiere decir que la Revolución no ha perdido
tiempo en organizarse y en prepararse.
Y ahora que
los contrarrevolucionarios andan apurando sus trajines y sus planes de
invasiones, nos imaginamos que el crecimiento de la fuerza revolucionaria del
pueblo ha de constituir para ellos un verdadero dolor de cabeza. Y siempre hemos tenido la sinceridad de
advertírselo: cada
día que pasa, cada mes y cada semana que pasa, la Revolución es más fuerte.
Y los
contrarrevolucionarios, por mucho apoyo y mucha asistencia técnica que hayan tenido
de sus amos yankis, no han podido marchar, ni podrán marchar nunca, tan de
prisa como marcha la Revolución (APLAUSOS).
Y el día 1º de Mayo verán desfilar a la clase
obrera cubana perfectamente preparada para resistir a la agresión imperialista
(APLAUSOS).
Hemos tenido
que vivir siempre a la espera de esa agresión.
Eso no ha obstaculizado que la Revolución avance en todos los campos,
pero siempre hemos considerado que la más importante de todas las tareas es la
defensa de la Revolución. El pueblo se
ha preguntado muchas veces:
¿Cuándo vendrán?; y el pueblo, incluso, se ha impacientado muchas
veces, esperando a sus enemigos; nosotros a veces nos hemos impacientado
también.
¿Y vendrán,
vendrán? Nosotros creemos que los que se
ponen a jugar a la guerra, los que se ponen a preparar expediciones, los que se
llenan de ilusiones y de vanas esperanzas en esos trajines, no les queda más
remedio, más tarde o más temprano, que venir.
Y aunque no se sintieran con mucho entusiasmo, los meten en un barco y
los mandan aquí.
Nosotros no
creemos que la Agencia Central de Inteligencia… que de inteligente no tiene
absolutamente nada (RISAS), porque si fueran inteligentes no nos habrían
mandado tantas armas como nos han mandado últimamente (RISAS Y APLAUSOS); si
fueran inteligentes, se habrían dado cuenta de que la mayor parte de las veces
los que estaban esperando las armas abajo eran nuestros milicianos (APLAUSOS);
si fueran tan inteligentes, no se habrían hecho tantas ilusiones. Y, en realidad, por eso, mejor que “Agencia
Central de Inteligencia Yanki”, debiera llamarse “Agencia Central de Cretinos
Yankis” (APLAUSOS).
Y la “Agencia
Central de los Cretinos Yankis” hace meses que viene preparando, en tierras de
Guatemala y otros países gobernados por títeres del imperialismo, bases
militares y ejércitos de mercenarios para atacar a nuestro país. Conjuntamente con eso, han estado tratando de
introducir explosivos y material inflamable en nuestro país, para equipar a los
terroristas que tienen a su servicio, y en muchas ocasiones han llevado a los
terroristas a Estados Unidos y los han introducido en el país para realizare
atentados, a fin de que destruyan nuestras riquezas, y que destruyan, incluso,
vidas humanas. Destruir, por ejemplo, la
compañía eléctrica, porque ahora, naturalmente, no es de un monopolio yanki,
sino que es cubana (APLAUSOS); destruir las refinerías que, naturalmente, ya no
son de un monopolio yanki, sino cubanas (APLAUSOS); destruir los comercios, que
ya no pertenecen a compañías yankis, sino a los cubanos (APLAUSOS). Y, claro, la “Agencia Central de los Cretinos
Yankis” no preparaba antes terroristas ni asesinos para destruir esas
industrias cuando eran de los monopolios yankis; en cambio, hacen todos los
esfuerzos para destruirlas cuando ya no pertenecen a los monopolios yankis,
sino cuando pertenecen al pueblo (APLAUSOS).
Y no han
querido darse por vencidos, no han querido darse por vencidos. Para preparar las condiciones de la supuesta
invasión, trataron de organizar bandas contrarrevolucionarias en el interior
del país. Ya todo el mundo sabe lo que
les ocurrió a las bandas contrarrevolucionarias, que fueron virtualmente
barridas, dondequiera que trataron de levantar cabeza (APLAUSOS).
Se hicieron
ilusiones con el Escambray (RISAS), y nosotros lo advertimos aquí en una
ocasión, que hasta una aguja que lanzaran en esas montañas la podíamos
encontrar (APLAUSOS), y que, cuando las circunstancias lo exigieran, es decir,
cuando valiera la pena, podíamos movilizar cuantos batallones de milicias
fueran necesarios (APLAUSOS). Y así se
hizo, se movilizaron batallones de milicias de distintas provincias, para que
todas las provincias participaran de alguna manera en la limpieza del Escambray
(APLAUSOS).
Y así, por
ejemplo, las milicias obreras de La Habana enviaron 15 batallones a esas
montañas (APLAUSOS), los que, sumados a los batallones enviados por las
milicias de otras provincias, barrieron de un extremo a otro las montañas de
Las Villas y pusieron fuera de combate, sin que presentaran ninguna resistencia
seria, sin que dispararan siquiera sus armas, salvo en muy contadas ocasiones,
y las “gloriosas” huestes del “Servicio Central de Cretinos Yankis”
(EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”) fueron
barridas del mapa, con el cura esbirro y todo, que tenían allí (EXCLAMACIONES
DE CONSIGNAS REVOLUCIONARIAS). Y solo
muy contados esbirros pudieron escapar, abandonando por completo aquella zona,
donde difícilmente podrán intentar organizar de nuevo una fuerza
contrarrevolucionaria, porque allí ha quedado un número suficiente de
batallones de milicias (APLAUSOS), para evitar que la gusanera vuelva a
resurgir allí (EXCLAMACIONES).
Y en todas
partes les hemos hecho exactamente lo mismo.
Parece ser que se hicieron la ilusión de que podían organizar grupos de
contrarrevolucionarios en distintas partes de la isla. Claro, ni siquiera por las circunstancias de
contar con los envíos de armas por avión constantemente, y ustedes lo han
podido apreciar en la Plaza Cívica. En
la Plaza Cívica hay armas para hacer tres revoluciones; si nosotros hubiésemos
tenido esas armas de la Plaza Cívica, en realidad no habría dado ni gusto hacer
una Revolución con tantos recursos.
Por ejemplo,
nosotros, al cabo de un año y dos meses de lucha, teníamos el mismo número de
armas que cuando habíamos desembarcado; es decir, después de haber perdido casi
todas las armas empezamos, y al cabo de más de un año todavía no habíamos
llegado a 100 armas, ¡al cabo de más de un año!
Y faltando cinco o seis meses para el 1º de enero, en la Sierra Maestra
solamente teníamos 300 armas, y por supuesto que no eran esas armas automáticas;
teníamos muy pocas armas automáticas, muy pocas balas, y, sin embargo, cuando
la tiranía movilizó sus fuerzas para combatirnos, en solo 70 días aumentamos el
número de armas de 300 a 800 (APLAUSOS).
Y con esas armas se organizaron todos los movimientos de tropas hacia
Las Villa, hacia Camagüey y hacia distintos sitios de la provincia de
Oriente. Es decir que, cuando logramos
reunir un número menor a 1 000 armas, lanzamos la defensiva contra las
fuerzas enemigas.
Eso puede dar
una idea de lo distinto que es una Revolución a una contrarrevolución. Los revolucionarios tuvimos que luchar sin
recursos de ninguna índole. Las armas
que nosotros poseíamos eran armas arrebatadas al enemigo en cada combate;
nosotros nunca perdíamos un arma, el deber fundamental de cada soldado rebelde
era recuperar siempre el arma, en cualquier circunstancia. A nosotros no nos mandaba armas ningún grupo
de millonarios, ninguna organización extranjera, y nos veíamos obligados a
luchar siempre con una gran escasez de recursos militares.
Era la
Revolución de los campesinos de las montañas, la Revolución de los hombres
humildes del pueblo, y, naturalmente, para la Revolución de los humildes no hay
ayuda de millonarios, no hay ayuda de ninguna clase; el pueblo tiene que hacer
siempre su Revolución con sus propios recursos, con sus propios esfuerzos
(APLAUSOS).
Y, ¡qué
distinta es la contrarrevolución de los millonarios, la contrarrevolución de
los latifundistas, la contrarrevolución de los curas falangistas
(EXCLAMACIONES), la contrarrevolución de los monopolios yankis (EXCLAMACIONES
DE: “¡Fuera!”),
la contrarrevolución de los imperialistas!
(EXCLAMACIONES DE:
“¡Fuera!”)
¡Ah!,
nosotros, para llegar a Cuba, tuvimos que navegar en un barquito de 60 pies,
los 82 hombres que constituíamos la expedición del “Granma”
(APLAUSOS). Las armas, las teníamos que
adquirir en el extranjero con mucho sacrificio, y bajo la constante persecución
de la policía extranjera. Nosotros no
poseíamos aviones, ni barcos, ni arsenales de armas; nosotros teníamos que ir
adquiriendo una a una las armas. No
teníamos morteros, ni bazukas, ni cañones sin
retroceso, ni armas automáticas, ni barcos, ni aviones, ni millones de dólares.
Frente a nosotros
teníamos un ejército de decenas de miles de hombres, armados y entrenados por
el imperialismo. Nuestro barquito era un
barquito de madera, que navegaba ocho nudos, y uno de cuyos motores estaba en
malas condiciones.
Esos eran los
únicos recursos que poseíamos; así se hizo la Revolución del pueblo, con esos
recursos comenzamos. Y durante meses,
durante dos años tuvimos que luchar, partiendo virtualmente de la nada,
arrebatándoles las armas a los enemigos, y arribar a la victoria del 1º de
enero (APLAUSOS).
La
contrarrevolución de los monopolios, de los curas reaccionarios
(EXCLAMACIONES), de los latifundistas (EXCLAMACIONES) y de los esbirros
(EXCLAMACIONES), tiene bases militares en todas partes; campos de entrenamiento
en la Florida, en Louisiana, en Nicaragua, en Guatemala; los arsenales de armas
yankis están a su disposición; los cabecillas contrarrevolucionarios tienen
acceso al Pentágono, son recibidos por el Departamento de Estado, cuentan con
millones de dólares. Y así vemos a
cualquiera de esos señores “panzudos”, que forman el consejo ese, organizado
por la central de los esbirros y de los cretinos, cómo entran y salen al
Pentágono, cómo entran y salen del Departamento de Estado, cómo entran y salen
de las oficinas policíacas, cómo entran y salen de los arsenales imperialistas,
cómo entran y salen de los palacios de los cardenales.
¡Qué distinta
es la Revolución del pueblo, y la contrarrevolución de los millonarios!
Cuando
nosotros fraguábamos nuestros planes, no contábamos más que con un solo
factor. Nuestras armas eran muy escasas,
nuestros recursos eran nulos. Nosotros
contábamos y poníamos nuestra fe solamente en el pueblo (APLAUSOS).
“No hay armas,
no hay armas. Las armas están en manos
de los soldados de la tiranía; los tanques, y los aviones y las naves de
guerra, están en manos de la tiranía. No
hay recursos, los recursos están en manos de la tiranía, ¡pero hay pueblo, y eso
es lo que importa! (APLAUSOS.) Hay pueblo, y no importa siquiera que el
pueblo no tenga armas; el pueblo sabrá arrebatarles las armas a sus enemigos
(APLAUSOS). No hay armas, pero hay razón;
no hay armas, pero hay propósitos patrióticos; no hay armas, pero hay moral,
hay valor y hay dignidad” (APLAUSOS).
Y con esa
convicción cruzamos silenciosamente, navegando miles de kilómetros, las aguas
del Golfo de México y del Caribe, para arribar a las costas de nuestro país
(APLAUSOS).
¡Qué distinta
actitud la de los contrarrevolucionarios!
Ellos no tienen, ni pueden tener, fe en el pueblo. ¿En quién ponen la fe? En el Pentágono yanki (EXCLAMACIONES), en el
gobierno imperialista (EXCLAMACIONES), en los monopolios extranjeros
(EXCLAMACIONES), en los esbirros (EXCLAMACIONES), en los mercenarios
(EXCLAMACIONES), en los curas (EXCLAMACIONES), en los latifundistas (EXCLAMACIONES
DE: “¡Paredón!”,
“¡Para los curas paredón!”, que solo son acalladas con las notas del Himno Nacional).
Los propósitos
son, por supuesto, bien distintos.
Nosotros veníamos con la mente puesta en los intereses del pueblo; nosotros
veníamos con el pensamiento puesto en los campesinos explotados; nosotros
veníamos con la mente puesta en los trabajadores de nuestro país; nosotros
veníamos con la mente puesta en los intereses nacionales, nosotros veníamos con
el sueño de ver un día a nuestro país libre de los monopolios extranjeros;
nosotros veníamos con el sueño puesto en ver un día levantarse nuestra bandera
con entera dignidad (APLAUSOS), con aquella dignidad con que no pudo izarse el
20 de mayo de 1902, porque los yankis vinieron a imponernos la Enmienda Platt y el derecho de intervención (EXCLAMACIONES);
veníamos con el pensamiento puesto de ver un día a nuestra patria soberana;
veníamos con el pensamiento puesto en un pueblo como este, en un pueblo que se
supiese dueño de sus destinos (APLAUSOS); veníamos con el pensamiento puesto en
el día en que de nuestro país se pudiese erradicar para siempre el robo, el
pillaje, la politiquería y la corrupción (APLAUSOS); veníamos con el
pensamiento puesto en la idea de ver un día imperar la justicia en nuestra patria;
veníamos con el sueño de un país donde se acabara la explotación, se acabara el
abuso, se acabara el hambre y se acabara el crimen (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES
DE: “¡Fidel!”); veníamos con el sueño de
ver un día a los campesinos convertidos en personas, a los obreros convertidos
en personas, a los negros convertidos en personas, a los pobres convertidos en
personas (APLAUSOS); con el sueño de ver un día a los hijos de nuestros
campesinos convertidos en personas (APLAUSOS), con derecho a tener un maestro,
con derecho a tener un médico, con derecho a tener pan; veníamos con el sueño
de poder decir un día que todos los centrales azucareros pertenecían al pueblo
cubano (APLAUSOS), que todas las refinerías pertenecían al pueblo cubano, que
todos los trenes y los servicios públicos pertenecían al pueblo cubano, que
todas las minas pertenecían al pueblo cubano, que todas las grandes industrias
pertenecían al pueblo cubano, que todos los latifundios pertenecían al pueblo
cubano, y que los cubanos éramos dueños de nuestra tierra, de nuestra riqueza,
de nuestros recursos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!” y
otras consignas revolucionarias que tienen que ser acalladas con las notas del
Himno Nacional).
Nosotros
navegábamos hacia nuestro país con el sueño de acabar un día el hambre y el
desempleo en nuestra patria, con el sueño de que todos los cubanos sin
excepción supiesen leer y escribir, con el sueño de que los hijos de cualquier
familia tuviesen acceso a los centros de enseñanza y a las universidades, con
el sueño de que los hijos de los obreros y de las familias humildes de nuestro
pueblo...
(SON LANZADOS
UN GRUPO DE GLOBOS SOBRE EL PUBLICO)
Yo creo que el
pueblo le hace más caso a los globos estos que a las amenazas del imperialismo.
Hablábamos de
las diferencias entre los revolucionarios y los contrarrevolucionarios, de la
distinta actitud de unos y de otros; hablaba de lo que nosotros traíamos en
nuestras mentes cuando veníamos hacia Cuba, y, sin embargo, ¿qué traen en sus mentes
los contrarrevolucionarios?
Absolutamente todo lo contrario.
Los
contrarrevolucionarios no vienen pensando en la soberanía nacional, no vienen
pensando en situar nuestra bandera en un lugar más alto, no; ellos vienen
pensando en poner nuestra bandera como antes, ni siquiera a media asta, sino en
la base del asta.
Como antes, en
la época de la intervención y de la Enmienda Platt,
ellos no vienen pensando en la soberanía de nuestro país, sino pensando
encaramarse en el poder con la ayuda de sus amos, como lo han hecho siempre los
títeres, para servir sus órdenes. Ellos
no vienen pensando en enseñar a leer y escribir a todo el mundo, no; ellos
vienen pensando en que mientras más bruto, mientras más ignorante, mientras más
analfabeto sea un ciudadano, más fácil víctima de la explotación.
Ellos no
vienen pensando en poner un maestro en cada rincón de las montañas, en
construir un centro escolar en cada pueblo; ellos no vienen pensando en darles
becas a los hijos de los obreros para que estudien en los institutos y en las universidades,
no. Ellos no vienen pensando en darles
tierras y empleo a los campesinos, ellos vienen pensando en todo lo contrario;
ellos vienen pensando en que en las universidades deben estudiar nada más que
los hijos de los ricos, de que en los institutos no deben tener acceso los
hombres humildes del pueblo; en que un hombre negro no puede ir a un círculo
social, no puede ir a determinados sitios, porque son sitios exclusivísimos
para la aristocracia blanca y esclavista; ellos vienen pensando en devolverles
los centrales azucareros a las compañías yankis, en devolverles las refinerías
a los monopolios yankis; en devolverles las fábricas a los propietarios yankis,
ellos no vienen pensando en darle una casa a cada familia, sino en obligar a
cada familia a pagar aquellos alquileres que pagaban antes, y a devolverles las
casas a los propietarios antiguos.
Ellos no
vienen pensando en un pueblo armado. ¿Pueblo
armado?, jamás. Los explotadores siempre
han temido a los pueblos, y mucho más a los pueblos armados. Un pueblo armado no puede ser explotado, un
obrero armado no puede ser explotado, un campesino armado no puede ser
explotado; el obrero y el campesino son explotados cuando tienen frente a él un
ejército profesional, dedicado exclusivamente a prepararse para mantener el
miedo en el pueblo. Ellos no vienen
pensando en librar al pueblo para siempre, como lo ha librado la Revolución,
del miedo a la fuerza; ellos vienen pensando en imponer de nuevo el miedo a la
fuerza, como base para cometer todas las inmoralidades y todos los abusos que
cometían con el pueblo; ellos no vienen pensando en abrir las playas ni los
centros de recreo al pueblo, sino a cercarlos de nuevo otra vez para que allí
nada más puedan ir unos cuantos; ellos no vienen pensando en acabar el
desempleo, no, porque cuando hay mucho desempleo entonces siempre sobra la
gente para trabajar en el campo por un peso, para cortar caña por salarios de
miseria (APLAUSOS).
La Revolución
tiene que llamar al pueblo a cortar caña voluntariamente, porque faltan
brazos. Antes, cuando llegaba la zafra,
decenas de miles de hombres que no tenían empleo durante todo el año iban allí
a ganarse un salario durante unas cuantas semanas. Hoy, al abrirse enormes extensiones de tierra
al trabajo y al cultivo, cientos de miles de hombres han encontrado empleo
permanente, y entonces es necesario movilizar a los obreros para que
voluntariamente vayan, en sus ratos de ocio, en estos tiempos de zafra a cortar
caña, debe movilizar a los estudiantes...
(APLAUSOS). ¿Por qué? ¡Ah!, porque no sobran brazos, sino que
faltan brazos.
A los
latifundistas les convenía esa masa de hombres sin trabajo, porque tenían
asegurado el trabajo barato para cultivar sus tierras. Ellos no vienen pensando en la preocupación de
darle un pedazo de pan a cada boca, no; ellos vienen, como siempre, pensando en
enriquecer a los privilegiados y que el pueblo pase hambre, como pasaba hambre
el pueblo, ese pueblo donde había cientos de miles de desempleados y donde hay
que estar llamando hoy muchas veces a los trabajadores voluntarios, por falta
de brazos (APLAUSOS).
¡Ah! Ese pueblo, ese pueblo que muchas veces
carecía de lo más elemental, porque ahora faltan algunas cosas, sí, pero sobre
todo faltan aquellas cosas que eran del uso y disfrute de una minoría,
exceptuando ciertos artículos que escasean con motivo de la agresión y del
bloqueo imperialista. ¿Qué le importa a
un campesino de la Sierra Maestra que no haya Cadillac?;
¿qué le importa al pueblo que no haya confituras importadas del extranjero?;
¿qué le importa al pueblo que no haya muchos objetos de lujo?
Naturalmente
que la agresión y el bloqueo están imponiendo escasez de algunos artículos que
el pueblo necesita también. Pero el
pueblo sabe que eso es consecuencia de la agresión yanki; el pueblo sabe que
nuestra economía era una economía subdesarrollada y atrasada, que ellos habían
organizado esta economía como economía dependiente por entero del mercado yanki;
cómo hasta los tornillos más insignificantes de nuestras fábricas venían de
Estados Unidos, las máquinas venían de Estados Unidos, las materias primas y
los repuestos venían de Estados Unidos; el pueblo sabe cómo nuestro país había
sido obligado a comerciar con un solo mercado, y cómo de repente fue despojado
nuestro pueblo de ese mercado tradicional; cómo en venganza de las leyes justas
de la Revolución, de esas leyes que han acabado con el hambre y el desempleo en
nuestros campos, de esas leyes que acabaron con el espectáculo de los guajiros
viviendo en las guardarrayas, de esas leyes que acabaron con el espectáculo de
los campos sin hospitales, sin caminos, sin escuelas, de esas leyes que
acabaron con la explotación, de esas leyes que acabaron con la discriminación,
de esas leyes que acabaron con el imperio del monopolio, de esas leyes que
acabaron con la humillación y de esas leyes que acabaron con una gran parte de
los sufrimientos de nuestro pueblo, y cómo en venganza y solo en venganza, y
para impedir que nuestra Revolución se convirtiera en un ejemplo, se ensañaron
contra nuestro país despojándolo abruptamente de ese mercado, a un país que
había atravesado siete años de tiranía, que fueron siete años de robo, siete
años de derroche de nuestras reservas, y a un país que había llegado al final
de la guerra prácticamente sin reservas monetarias, y que dependía por entero de
los ahorros que realizara.
Y cuando el
Gobierno Revolucionario elevaba día a día sus reservas para la
industrialización del país, como todos sus cálculos habían fracasado, como la
reforma agraria no llevaba a la ruina, sino que aumentaba la producción,
entonces acudieron al procedimiento criminal y cobarde, propio de los regímenes
imperialistas y reaccionarios, de suprimirle, arrebatarle el mercado del cual
dependía no por culpa de nosotros, sino por culpa de ellos; de suprimir las
exportaciones a nuestro país, para dificultar el funcionamiento de las
industrias cuya materia prima y cuyas piezas de repuesto procedían de las
fábricas norteamericanas. Y no se puede
concebir peor y más cobarde y más criminal ataque contra la economía de un país
que luchaba tesonera y honradamente por un porvenir mejor, que luchaba tesonera
y honestamente por mejorar aquellas condiciones terribles de vida en que nos
habían colocado.
El pueblo sabe
a qué se deben esas escaseces, y el pueblo sabe que
la agresión imperialista tenía, precisamente, ese objetivo, para tratar de
obligarnos a ponernos de rodillas ante ellos (EXCLAMACIONES DE: “¡Nunca!”) ¡Creyeron que nos iban a poner de rodillas,
sin comprender que —como dijera nuestro inolvidable Camilo Cienfuegos (OVACION)— de rodillas nos pondríamos solamente delante de nuestros
muertos heroicos para decirles que hemos cumplido con el deber! (APLAUSOS), para someter a un pueblo por la
violencia de la agresión económica y para someterlo por todos los medios,
porque el imperialismo no puede tolerar, no puede resistir, el espectáculo de
un pueblo puesto de pie como se ha puesto nuestro pueblo; el imperialismo no
puede resistir ni puede tolerar la idea de que un pueblo se alce con su
dignidad y con su soberanía; el imperialismo no puede resistir la idea de un
pueblo latinoamericano libre, ni gobiernos independientes, porque los
imperialistas estaban acostumbrados a gobiernos sometidos y a pueblos
esclavizados; el imperialismo no puede acostumbrarse a la idea de que de la
noche a la mañana desaparecieran de un país de América sus latifundios, sus
monopolios, sus bancos y sus propiedades, propiedades que habían adquirido a
base de las concesiones y de las prebendas de los gobiernos sometidos, para
dominar la economía de nuestro país.
El
imperialismo creía que amenazando con quitarnos la cuota azucarera nos iba a
doblegar; el imperialismo creía que con la agresión económica nos iba a rendir;
el imperialismo creía que bloqueando el envío, la importación de materias
primas y de piezas de repuesto, iba a vencer a nuestro país; el imperialismo
creía que nuestro pueblo se acobardaría y que nuestro pueblo se sentiría
atemorizado ante las consecuencias que la agresión implicaría para él. Y es cierto que la agresión imperialista
significará, inevitablemente, sacrificios para nuestro pueblo; pero nosotros
sabemos que esos sacrificios son el precio de llevar la frente en alto
(APLAUSOS), son el precio de poder mirarlos frente a frente, y decirles, con
todo su poder: ¡No lograrás jamás
vencerme! (APLAUSOS.)
Es el precio
de que no nos vuelvan a poner otra vez el yugo sobre nuestros cuellos; es el
precio de que no puedan volver jamás a humillarnos ni a despreciarnos.
Y esos
sacrificios no llegarán tan lejos, y esos sacrificios el imperialismo se los
impondrá, más que al pueblo, a sus aliados.
¿Quiénes?: los
reaccionarios, esos que se pasan el día rezando para que los imperialistas
vengan; esos que se pasan el día suspirando porque lleguen los extranjeros a
devolverles sus privilegios.
El pueblo
podrá verse privado de algunos artículos, pero primero se verán privados los
parásitos de esos artículos (APLAUSOS). Cuando
haya que establecer alguna restricción, tomaremos medidas para que el que
trabaja, el que produce, reciba su parte primero que aquel que no hace nada ni
produce nada (APLAUSOS). Y estamos
estudiando esos problemas de abastecimiento, para garantizar que en
cualesquiera circunstancias las restricciones no sean restricciones para el
pueblo, sino restricciones, primero que nada, para los holgazanes (APLAUSOS).
Y lo que
conseguirán es que la Revolución se radicalice más; y, si no quieren caldo, ¡tendrán
tres tazas!; y, si no quieren Revolución, ¡tendrán Revolución multiplicada por
dos! (APLAUSOS); si no quieren
Revolución, ¡tendrán algo más que Revolución y media aquí en nuestro país! (APLAUSOS.)
¿Qué quieren
los imperialistas, que no haya Revolución en Cuba?, ¡pues habrá mucha más
Revolución de lo que se imaginan!
(APLAUSOS); si eso es lo que no quieren, ¡eso es lo que tendrán aquí de
sobra, sin que lo puedan impedir!
(APLAUSOS); si lo que quieren es volver a poseer nuestras riquezas, ¡lo
que no va a quedar es ni el recuerdo de que fueron de ellos una vez! (APLAUSOS); y si quieren destruir nuestras
riquezas, no podrán destruirlas, y a los que les sirvan de instrumento para
sabotear nuestras riquezas (EXCLAMACIONES DE: “¡Paredón!”), no les va a quedar la
oportunidad de hacer el cuento (APLAUSOS).
Y si pudieran llegar a destruir nuestras riquezas, eso es muy distinto a
volver a recobrar nuestras riquezas; destruirlas sí, pero recobrarlas ¡jamás! (APLAUSOS); y los malvados criminales que les
hacen el juego, los malvados mercenarios que vendieron su alma a los enemigos
de la patria, que se quiten la ilusión de que podrían recuperar aquí un solo
ladrillo en pie, porque, de recuperar ¡nada!
(APLAUSOS), de volver aquí a encontrar un solo pedazo de ladrillo entero
¡nada!, de volver a encontrar un solo tornillo entero ¡nada!
Se hacen
ilusiones. Es inconcebible que no
comprendan que es imposible; que no comprendan que aquí no existe para ellos la
menor oportunidad de recobrar lo perdido (APLAUSOS); que no comprendan la
decisión de nuestro pueblo; que no comprendan que aquí la lucha podría empezar
contra la Revolución, lo que no se terminaría nunca, nunca, ni en los campos,
ni en las ciudades; y que, en cuanto pongan un pie aquí —pie que seguramente no
van a poner los Miró Cardona y compañía (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”), porque esos se van a quedar con
las manos recostadas sobre el ombligo, esperando a ver qué pasa (RISAS), esos,
por supuesto, no se van a montar en ningún barquito, porque esos saben lo que
hacen, perfectamente bien—, en cuanto pongan un pie, el día que sea, lo mismo
hoy, que mañana, que dentro de un mes, que nosotros hemos tenido que vivir
perennemente bajo la amenaza, cualquier día que sea, ¡van a comprobar la furia
con que les va a caer el pueblo encima!
(APLAUSOS.)
Ese día,
quizás, se convenzan de unas cuantas cosas que no pueden comprender hoy. Se imaginan que con unos cuantos millares de
mercenarios, a los que tienen encerrados desde hace una serie de meses, pueden
enfrentarse a los obreros y a los campesinos armados. Ellos, naturalmente, desprecian al obrero y
desprecian al campesino; ellos se imaginan que no podrían resistir a sus bandas
de mercenarios entrenados por el Pentágono, y hasta que no lo vean, hasta que
no los vean hechos polvo, quizás no se convenzan de ello.
Ellos son los
que se han buscado ese lío, ellos son los que se han buscado ese dolor de
cabeza; ellos son los que se han buscado ese tremendo compromiso, ellos son los
que se han metido en ese callejón sin salida, y que no tiene otra salida que el
paredón (APLAUSOS y EXCLAMACIONES
DE: “¡Paredón!,
!Paredón!”).
Con apoyo
interior no podrán contar, porque las bandas que trataron de organizar están
aniquiladas, las armas están en nuestras manos, los batallones de milicianos
han aumentado extraordinariamente, los batallones de tanques y de artillería han
aumentado también considerablemente, y la fuerza de la Revolución ha crecido, y
el espíritu de la Revolución se ha fortalecido, y el pueblo está preparado para
todas las contingencias, y a los hombres y las mujeres que están dispuestos a
dar su vida en los frentes de combate (APLAUSOS), no les importan los
sacrificios que deban hacer ni las cosas de que tengan que privarse.
Vamos a
suponer que no pudiéramos ir al cine, porque no hay películas:
pues bien, ¡nos estamos el tiempo
que sea necesario sin ir al cine! Vamos
a suponer que nos falten algunos artículos, o que tengamos escasez de algunos
artículos, vamos a suponer que tengamos escasez de algunos de esos artículos, cuatro,
seis, ocho o diez artículos: pues, no importa, ¿van a asustarnos con
escasez de artículos? ¿A quién van a
asustar con escasez de algunos artículos, a un guajiro que nada más trabajaba
tres meses al año?, ¿a un desempleado, que carecía de esos y de todos los
demás? ¿Qué creen?, ¿que nos van a
cambiar la soberanía nacional por un pedazo de jabón, o por unas cuantas piezas
de repuesto de automóviles, o por unas cuantas películas de Gary
Cooper o de Marilyn Monroe? (RISAS.)
Cuestiones
fundamentales que no deben faltar aquí: medicinas, alimentos, ropa, zapatos, libros y
centros de recreo para el pueblo (APLAUSOS).
Por mucho que ellos bloqueen, la Revolución le puede garantizar al
pueblo esos elementos básicos: medicina, ropa, zapatos, alimento,
educación y recreo (APLAUSOS).
No quiere
decirse que vayan a faltar todas las películas, no, pero que se pueda observar
alguna escasez. Y así, porque nosotros
debemos restringir las divisas que tenemos, para las cuestiones fundamentales,
mientras el país avanza en su desarrollo económico, mientras se establecen las
plantas metalúrgicas y mientras se establecen las plantas industriales que nos
permitan producir aquí toda una serie de artículos que hoy tenemos que
importar, limitaremos nuestros gastos de divisas a las cosas más estrictamente
necesarias.
Algunos artículos
importantes que puedan faltar, y de los cuales no tengamos la totalidad,
trataremos de evitar la especulación y el desorden, y antes de que ocurran esos
desórdenes, mediante los cuales alguien compre para seis meses, y otros se
queden sin nada, estamos dispuestos a racionar aquellos artículos para
garantizar al pueblo... (APLAUSOS)
Así que todo
el mundo recordará que durante la guerra escaseaban muchos artículos, la última
guerra mundial; en aquella época vivía nuestro país dedicado a producir azúcar,
para que a los yankis no les faltara nuestra dulce azúcar. Y ahora, el gobierno de los yankis se empeña
en que en este país, que durante dos guerras le sirvió de fuente de
abastecimiento de un alimento tan importante como el azúcar, nos falten
determinados artículos. ¿Para qué? Para imponernos aquí a los esbirros, para
imponernos a los criminales de guerra, para imponernos a los “sesudos” y a los “panzudos”
esos que tienen allí a su servicio (EXCLAMACIONES).
Es decir que
todos ustedes y todos nosotros tengamos que aceptar que aquí, en esta mesa, de
dirigentes obreros revolucionarios nos pongan a Mujal
y nos pongan a toda la camarilla de asesinos (EXCLAMACIONES); tengamos que
aceptar que le quiten los fusiles al pueblo y se los vuelvan a dar a los
esbirros (EXCLAMACIONES); tengamos que aceptar que nos aumenten ciento por
ciento el alquiler otra vez, y tengamos toda la vida que estar pagando casa. Es decir que tengamos que aceptar que al
pueblo le estén robando descaradamente todos los días, y unos cuantos señores
estén engordando y estén enriqueciéndose a costa del pueblo.
Claro, nuestro
país en las épocas de guerra fue el abastecedor, y ahora cuando nuestro país
lucha por progresar ahí tenemos a los peores enemigos, a los que quieren que
nuestro pueblo se vea privado de muchas cosas.
Ellos creen que con eso van a poner al pueblo a implorar que vengan los
yankis con sus esbirros.
Y esos son los
hechos: imponerle
al pueblo privaciones. No importa; aquí
hay una cosa: si
nos vemos obligados a pasar privaciones, no serán privaciones para unos y para
otros no. ¡Parejo por igual! (APLAUSOS), ¡por igual! Pero pasaremos los años de crisis y pasaremos
los años de privaciones.
Los
contrarrevolucionarios deben saber que, efectivamente, el bloqueo imperialista
ha hecho posible la escasez de algunos artículos, pero hay algo que no escasea
aquí, hay algo que abunda, ¡y son balas de todos los tipos para los
contrarrevolucionarios! (APLAUSOS.) Ese
artículo no estará racionado nunca, y los contrarrevolucionarios recibirán
grandes cantidades de ellas cada vez que las deseen (APLAUSOS). Nosotros nos sometemos a las privaciones que
sean necesarias, pero ¡no nos someteremos jamás al yugo yanki! (APLAUSOS); ¡no nos someteremos jamás a los gángsteres
del imperialismo! (APLAUSOS); no nos
someteremos más a los ladrones, a los criminales, a los explotadores, a los discriminadores
y a los mercenarios.
Haremos
cuantos esfuerzos estén en nuestras manos para que el pueblo tenga ropa, zapatos,
pan, educación, medicinas y recreo (APLAUSOS).
Es decir que esas cosas no faltarán: ¡Pan, medicinas, ropas, zapatos,
educación y recreo! (APLAUSOS.) Podrán faltar algunos artículos, pero sobrará
trabajo para todo el pueblo; sobrarán escuelas, y maestros y libros para todo
el pueblo; sobrarán centros de recreo y de deportes para todo el pueblo;
sobrarán becas para estudiantes hijos de familias humildes; sobrarán playas y
centros de distracción (APLAUSOS).
¿Y el pueblo
tenía todo eso? ¿Todo el pueblo lo tuvo
siempre? No. Una parte del pueblo lo tenía, y la Revolución
aun sin las épocas de crisis, no podrá garantizar ciertos lujos, sin embargo le
garantizará al pueblo la seguridad de su Revolución, la seguridad de su
libertad, la seguridad de su dignidad y la seguridad de su destino. La Revolucion
brindará al pueblo esas oportunidades, aun en los años duros.
¿Por qué no
faltará el pan? Por el extraordinario
desarrollo de nuestra producción agrícola.
¿Por qué no faltará la ropa? Porque
ya el año que viene estaremos produciendo el total del algodón que se necesita para
nuestros vestidos (APLAUSOS). Y aquellos
recursos de que disponemos, los emplearemos: medicina, en primer lugar; materias
primas para las fábricas, en segundo lugar; alimentos de importación, en tercer
lugar, porque debe saberse que ya la Revolución está produciendo virtualmente
la mayor parte de los alimentos que antes se importaban (APLAUSOS).
Las grasas no
las estaremos produciendo para el total
consumo, hasta finales del año próximo.
Se está desarrollando un plan gigantesco de producción de grasas;
incluso, algunos artículos que nos puedan faltar, nos faltarán pasajeramente, ¡y
no faltará la totalidad!; habrá escasez, pero lo que dispongamos lo
distribuiremos con orden. Ya idearemos
la forma para que se acaben todos los truquitos y todas las burlas (APLAUSOS).
Y en esta
época en que nos faltarán algunos de esos artículos, en cambio se incrementará
la educación, se incrementará el desarrollo cultural, se incrementarán los
deportes, se incrementarán los centros de recreo, y se incrementará el trabajo
(APLAUSOS). Es decir, habrá más empleo,
habrá trabajo virtualmente para todo el pueblo (APLAUSOS).
Y aunque haya
una parte que antes podía recibir de todo mientras una gran parte no recibía de
nada, ¡hoy todos recibirán algo!
(APLAUSOS), hoy todos recibirán lo fundamental. Y mientras tanto, seguiremos mirando de
frente a los imperialistas, y riéndonos de ellos (APLAUSOS); seguiremos
confiados en el destino de la patria, ¡siempre de frente, siempre de pie y
siempre firmes! (APLAUSOS.)
Y los
imperialistas verán un pueblo que ríe de sus agresiones, verán un pueblo que
ríe de sus amenazas, verán un pueblo que ríe de sus bloqueos, y verán un pueblo
que sabe tratar debidamente a sus mercenarios y a sus terroristas, ¡y a sus
terroristas se los vamos a exterminar!
(APLAUSOS.)
¿La Revolución
se ha caracterizado, acaso, por la drasticidad? No, no se ha caracterizado por eso, pero
tampoco se ha caracterizado por su debilidad.
La Revolución se ha caracterizado por su firmeza, y por tomar las
medidas que sean necesarias, cuando sean necesarias.
¿Que se
empeñan en introducir explosivos aquí?, ¿que se empeñan en alquilar
mercenarios?, ¿que se empeñan en destruir fábricas? Pues que sepan que no hay más que una palabra
para los terroristas: aniquilamiento,
exterminio de los terroristas. Es un
deber del pueblo y es, además, un derecho del pueblo exterminar a los
criminales que, al servicio del imperialismo, quieren destruir nuestras
fábricas, quieren destruir las vidas de los hombres y mujeres, jóvenes y niños
de nuestro pueblo (APLAUSOS).
Ellos podrán
segar alguna vida, podrán destruir alguna fábrica, pero recibirán el castigo
que se merecen, y se cumplirá con ello aquello de que “el que a hierro mata a
hierro muere” (APLAUSOS). Y nadie,
nadie, se apiadará de los terroristas, nadie se apiadará de los traidores,
nadie se apiadará de los mercenarios, nadie se apiadará de los vendepatrias, y el pueblo será duro con ellos, duro con
ellos, como son ellos y los imperialistas duros con el pueblo; y si ellos son
duros con el pueblo, y si ellos son despiadados con el pueblo, si ellos no se
conduelen ante la vida inocente que puedan segar, si no se conduelen ante la
destrucción criminal de las riquezas que producen los obreros con su trabajo
honrado, el pueblo no se condolerá de ellos, el pueblo no se apiadará de ellos,
¡el pueblo será duro con ellos!
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE DISTINTAS CONSIGNAS REVOLUCIONARIAS QUE
TIENEN QUE SER ACALLADAS CON LAS NOTAS DEL HIMNO DEL 26 DE JULIO).
¿Quiénes son
los que se quejan? Se quejan los
débiles, se quejan los cobardes, se quejan los que no están acostumbrados a
pasar sacrificios. Esos son los que
estarían dispuestos a cambiar su dignidad y su patria por cualquier ventaja
material.
Los verdaderos
revolucionarios, los hombres y las mujeres que tienen espíritu de sacrificio,
los que han pasado trabajo, aquellos para quienes la vida no fue un regalo,
porque para muchos la vida fue un regalo siempre, sin tener que trabajar, sin
tener que saber lo que era levantarse todas las mañanas para ir a ganarse el
pan... Hay muchos para quienes la vida
fue siempre comodidad, holgura y regalo; esos no tienen una fuerte conciencia,
esos son los que por lo general se quejan cuando algo les falta. Y en su queja va implícito su espíritu entreguista, en su queja va implícito su espíritu cobarde,
en su queja va implícita su disposición a rendirse.
El país, como
una trinchera cercada por los enemigos, debe mantener alto ese espíritu de
dignidad y de sacrificio, de entereza y de firmeza; y como en una fortaleza
rodeada, los pesimistas son enemigos, los derrotistas son enemigos; en una
fortaleza rodeada el derrotista sirve al enemigo, el que se queja sirve al
enemigo (APLAUSOS).
Cuba es hoy
como una fortaleza rodeada por el imperialismo, defendida por un pueblo
heroico, y los heroicos defensores de esta fortaleza, ni se venden ni se rinden
(APLAUSOS); los heroicos defensores de cualquier fortaleza pasan hambre, pasan frío,
pasan sed, pero no rinden su bandera (APLAUSOS). Y Cuba es hoy la fortaleza de la dignidad de
América; Cuba es hoy la fortaleza de la esperanza de América; ¡Cuba es hoy el
bastión invencible de la justicia y de la Revolución de América! (APLAUSOS y
EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel,
Fidel!”, “Fidel, seguro, a los yankis dales duro”, y otras consignas revolucionarias).
Nuestra patria
es hoy la fortaleza de los campesinos de América, de los obreros de América, de
los humildes de América. ¡Y en esta
fortaleza no queremos derrotistas ni cobardes que quieran entregar la bandera
al enemigo que nos cerca! ¡Esta fortaleza
no se rendirá, esta fortaleza sabrá resistir el tiempo que sea necesario,
porque la defenderán hasta la última gota de su sangre los hombres y las
mujeres dignos de esta tierra! (APLAUSOS.)
Por eso hay
que templar el espíritu, hay que acerar el corazón del pueblo, y que los que no
comprendan esto, sepan lo que es esto, sepan la fortaleza que es hoy la
Revolución y la patria cubana, y la fe que nuestro pueblo tiene en la victoria,
la seguridad que tiene nuestro pueblo en su destino, seguridad y fe que le
nacen en la conciencia de saber que tenemos razón, que defendemos lo justo y
que estamos en nuestro derecho (APLAUSOS).
¡Movilicémonos
para el 1º de Mayo!, ¡movilicémonos con el entusiasmo de hoy en todos los
centros de trabajo, en todos los pueblos y en todos los campos de nuestro país!;
¡movilicémonos en las cooperativas, en las granjas del pueblo, en las
asociaciones campesinas, en los centros de estudio, en las asociaciones femeninas,
en las asociaciones juveniles!; ¡movilicémonos en nuestras unidades de combate!,
y preparémonos para la gran fiesta del 1º de Mayo, para la gran fecha del 1º de
Mayo, para que los enemigos de la patria y para que los enemigos de la
Revolución sepan lo que la Revolución ha crecido, y que no se hagan ilusiones
por el puñado de traidores que ha desertado de las filas de la Revolución, que
no se hagan ilusiones, que la Revolución ha crecido en fuerza, que la
Revolución ha crecido en disciplina, que la Revolución ha crecido en
organización, que la Revolución ha crecido en conciencia, que la Revolución ha
crecido en poderío, que la Revolución es hoy más fuerte que nunca (APLAUSOS).
¡Movilicémonos
para el 1º de Mayo, para que el próximo 1º de Mayo sea el 1º de Mayo más
jubiloso y más entusiasta de los que hayamos vivido, que sea la movilización
del 1º de Mayo la movilización más grande que hayamos tenido!
Los
imperialistas acaban de publicar un “libro blanco”, y aparte de la respuesta
cabal que el gobierno le dará al “libro blanco” imperialista, ¡démosle el
pueblo, los obreros, los campesinos, los estudiantes, los jóvenes y las
mujeres, démosle, el día 1º de Mayo, la respuesta que merece el “libro blanco”
yanki!:
¡Patria o
Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION.)