DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO
RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO DE RECORDACION A LOS MARTIRES DEL ASALTO AL PALACIO
PRESIDENCIAL EL 13 DE MARZO DE 1957, CELEBRADO EN LA ESCALINATA DE LA
UNIVERSIDAD DE LA HABANA, EL 13 DE MARZO DE 1961.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES
TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Estudiantes;
Trabajadores;
Ciudadanos todos:
Hoy venimos a conmemorar un
aniversario más, de un sacrificio más, de un grupo de mártires más, en una
fecha más de la patria.
Muchas son las fechas que
podríamos conmemorar, mas, hay algunas que son como símbolos; y esta fecha del
13 de Marzo es una de esas fechas símbolos, que la patria debe recordar siempre.
Hace unos días nos
reuníamos para recordar a los obreros y a los soldados que cayeron cuando
estalló “La Coubre”; hoy, para recordar aquel hecho
heroico y para recordar a los compañeros que cayeron aquel día, para recordar a
esos jóvenes estudiantes universitarios que pagaron un precio tan alto por lo
que tenemos hoy.
Y era lógico que aquí nos reuniéramos
los que representamos al pueblo revolucionario, ya que aquí se reúnen esta
noche los que representan a las fuerzas revolucionarias del país, a las fuerzas
sociales revolucionarias, y a las organizaciones revolucionarias que las
representan.
Los compañeros que me han
precedido hacían el recuento, y es muy cierto que los que aquí han permanecido
fieles a la bandera de la Revolución son los que, efectivamente, quisieron hacer
una verdadera revolución. El compañero
Cubelas enumeraba a aquellos miembros del Directorio Revolucionario que
lucharon junto al compañero Echeverría, y señalaba que todos estaban aquí
presentes, todos aquellos dirigentes de aquella organización revolucionaria. Exactamente lo mismo podríamos decir de todos
aquellos compañeros que en los días más difíciles de la lucha en las montañas
permanecieron allí dispuestos a afrontar todos los obstáculos que tenían
delante, y exactamente podría decirse de aquellos miembros del Partido
Socialista Popular (APLAUSOS), que en los días difíciles de la persecución y de
la clandestinidad no desertaron de su causa; lo mismo podríamos decir de todos
aquellos cubanos que durante mucho tiempo, durante largos años, y quizás
durante vidas enteras, habían estado deseando esta hora de Cuba; y lo mismo
podríamos decir, si vivieran, de todos aquellos jóvenes y aquellos
revolucionarios que a lo largo de nuestra vida republicana supieron ofrendar su
vida por un ideal; y lo mismo podríamos decir de aquellos mambises que en el 68
y en el 95 supieron luchar y supieron morir, y aun aquellos que no murieron no
tuvieron esa suerte que hemos tenido nosotros, ¡de ver ondearse, enteramente
libre, la enseña de la patria!
(APLAUSOS.)
La historia de los pueblos
la hacen los hombres leales, los hombres que perseveran, los hombres que no
desertan de su causa. Y así, la propia
Revolución ha ido depurando sus filas. Días
hemos visto, en conmemoraciones como esta, en que a la tribuna donde se venía a
recordar a los mártires de la Revolución acudían, hipócritamente, quienes por
carecer de ideales, quienes por carecer de moral, quienes por carecer de honor,
no tenían derecho a estar en esta tribuna.
La propia Revolución se ha
encargado de irlos dejando en el camino; muchos de ellos están hace rato del
otro lado. Pero, en realidad, los que
aquí quedamos nos sentimos mucho mejor. Había
caras que nosotros necesitábamos, todos, mucha paciencia para tolerar y que,
sin embargo, puesto que la Revolución no le ha negado a nadie un puesto en la lucha,
puesto que la Revolución no ha sido excluyente, puesto que la Revolución no era
monopolio de nadie, ellos podían ejercer el derecho, si querían, de volverse
revolucionarios. Y no lo ejercieron, prefirieron
ejercer el derecho de volverse mercenarios.
Ellos tenían el derecho a permanecer leales; el pueblo fue generoso en
el olvido de muchos pecados, pero los pecadores reincidieron, en vez de ser
leales fueron traidores.
Los que aquí quedaban junto
a la Revolución, son como esos hombres y esas mujeres que no se mueven de su
sitio, que son capaces de sonreír y hasta de soportar divertidamente un aguacero,
como si cualquier cosa (APLAUSOS). Y en
eso pensábamos nosotros, en la firmeza de los hombres y mujeres del pueblo; en
eso pensábamos nosotros, en lo maravilloso que es un pueblo revolucionario, en
la diferencia que va de ayer a hoy, en la diferencia que va entre aquellas
muchedumbres que se reunían al calor de un entusiasmo pasajero y el pueblo que
se reúne hoy, aferrado a su bandera y enraizado en su tierra, con el cual se
puede contar para todo (APLAUSOS).
A ese pueblo, que no
lograrán conmover ni la agresión económica, ni el sacrificio que esa agresión
nos imponga, ni los peligros, ni el terror; a ese pueblo, que despreciaban ayer
los que lo explotaban, los que todavía no han sabido calibrar suficientemente hoy;
a ese pueblo, que desprecian los que nunca han sentido con el pueblo; a ese
pueblo, que desprecian los que se asocian a los más inmorales intereses para
tratar de quitarle lo que la Revolución le ha dado, para tratar de arrebatarle
lo que la Revolución ha conquistado para él; pero sobre todo, para tratar de
arrebatarle no el presente, que el presente está lleno de horas de lucha, el
presente está lleno de esfuerzo, el presente puede estar lleno de sacrificios,
sino para arrebatarle el futuro, para arrebatarle la esperanza que alienta
nuestro pueblo, el porvenir por el cual estamos luchando todos.
Y es hora de que vayamos
aprendiendo, es hora de que vayamos comprendiendo, es hora de que vayamos sabiendo
lo que es una revolución. Una revolución
es un acontecimiento demasiado serio; una revolución es un hecho demasiado
profundo y grande en la vida de los pueblos; una revolución no se hace
fácilmente. Y de los acontecimientos de
las revoluciones hablan siempre las generaciones venideras; y de las grandes
revoluciones hemos leído y hemos hablado siempre con verdadera admiración, pero
sobre todo de los pueblos y de las generaciones que hacen las revoluciones.
Y nuestra Revolución es uno
de esos acontecimientos que hará historia; y del pueblo que está haciendo la
revolución, y de la generación que está haciendo la revolución, hablarán mañana
con admiración las generaciones venideras de Cuba, de América y del mundo
entero (APLAUSOS).
Por eso, debemos sentirnos
dignos de la empresa que estamos realizando; no debemos hacernos ilusiones de
que es una empresa fácil. Es posible que
hasta aquí no haya sido muy difícil; es posible que hasta aquí no haya
implicado grandes sacrificios; es posible que hasta aquí el pueblo haya podido
recibir mucho, y en poco tiempo hemos recibido mucho y hemos hecho pocos
sacrificios. Porque en realidad, el
pueblo no los ha hecho; en realidad, quienes aquí han tenido que observar la
ausencia de algunos beneficios o de algunas satisfacciones personales, han sido
los que explotaban al pueblo. Y los que
explotaban al pueblo han visto desaparecer muchos de sus gustos y muchos de sus
privilegios. Pero todavía esa clase
ejerce sobre el pueblo alguna influencia; esa clase no es la que predica el
sacrificio; esa clase es la que predica la inconformidad. Esa clase no es la primera en aconsejar
fortaleza frente a las privaciones; es la primera en iniciar la protesta, es la
primera en expresar su queja, y trata de contagiar su resentimiento y su
amargura a los demás.
Por eso, debemos aprender a
analizar la revolución tal como es: una
pugna enconada de intereses, y que las revoluciones se hacen velando por el
interés del pueblo; que las revoluciones se hacen velando por el interés de
ustedes, jóvenes, hombres y mujeres humildes del pueblo; las revoluciones se
hacen para llevar a aquellos la felicidad que nunca han tenido, para llevar a
aquellos los beneficios que nunca han recibido, aunque para lograr ese justo
propósito haya que sacrificar todos aquellos privilegios y todos aquellos
beneficios que hayan tenido con exceso unos cuantos (APLAUSOS).
Las clases dominantes no
solo eran corrompidas, no solo vivían dedicadas a la frivolidad y a la
holgazanería, sino que además esparcían su corrupción, o trataban de
expandirla, a otros sectores del pueblo; trataban de contagiar de su espíritu
frívolo y de su holgazanería crónica, a otros sectores del país; trataban de
contagiar, con sus gustos y sus caprichos, a las propias clases dominadas por
ellas; trataban de contagiar a esas clases con su falta de espíritu de
sacrificio, con su falta de espíritu creador, con su falta de deseo de
progresar.
Y en realidad, para que
comprendamos bien la revolución, es necesario saber que ustedes, hombres y
mujeres humildes del pueblo, deben tener presente siempre que esta es una lucha
entre los que ayer los explotaban, y entre ustedes —y los que luchamos junto a
ustedes— para que el pueblo pueda tener lo que siempre le habían negado; deben
saber que los sacrificados aquí en virtud de la realidad de la revolución, los
sacrificados conscientemente, son los privilegiados; a los que la revolución
sacrifica sin consideración alguna son a los que explotaban al pueblo
(APLAUSOS). Y los otros sacrificios, los
otros sacrificios, los que la lucha nos impone a nosotros, son los sacrificios
que necesariamente debemos hacer para alcanzar el triunfo.
Antes, como decíamos hace
poco, el pueblo no poseía nada; pero había, sobre todo, una extraordinaria
diferencia entre los que nadaban en la abundancia, y los que nadaban en la
miseria; entre los que tenían varias casas, varios automóviles, grandes
negocios y grandes ingresos —piénsese, por ejemplo, en aquella familia que
percibía mensualmente 150 000 pesos por concepto de rentas—, entre los que
tenían sus escaparates llenos de ropa, entre los que tenían en su casa los
muebles más lujosos, los equipos eléctricos más modernos, a cuya disposición
estaba todo el confort y todo el lujo que podía imaginarse, y aquellos que no
tenían ni casas, ni zapatos, ni muebles, ni medicinas, ni alimentos siquiera. Había un verdadero abismo entre unos y otros.
Por eso, cuando en medio de
una revolución se carece de algunas cosas, los que notan la carestía no son
precisamente aquellos que siempre carecieron de todo. La familia campesina que vivía en un bohío de
tierra y hoy recibe una casa moderna, con luz y con agua, que tiene una escuela
para sus hijos, que tiene un médico y que tiene trabajo, no observa que falte
nada; los que carecían de todo no le echan hoy de menos a nada, y los que lo
tenían todo hoy le echan de menos a todo (APLAUSOS).
Es bueno que abordemos este
tema por cuanto la Revolución entra en etapa de lucha enconada, de lucha
enconada contra los privilegios que no se resignan a su desaparición, de lucha
enconada contra el imperio que tampoco se resigna a su desaparición. Y cuando se entra en esa etapa hay que
alertar los espíritus, hay que alertar los ánimos, hay que levantar más la
guardia, hay que elevar la conciencia revolucionaria, hay que aumentar la
vigilancia, hay que acerar el espíritu, hay que prepararse a dar la batalla
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Venceremos,
venceremos!”).
Y cuando hablamos de
sacrificios, no hablamos de que al pueblo le faltará la alimentación, al pueblo
no le faltará la alimentación; cuando hablamos de sacrificios no hablamos de que
al pueblo le faltará vestido, al pueblo no le faltará vestido, al pueblo no le faltará
escuelas, al pueblo no le faltará casas, al pueblo no le faltará hospitales, al
pueblo no le faltará trabajo (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: “¡Venceremos, venceremos!”). No, al pueblo no le faltarán esas cosas, y no
le echará de menos absolutamente a nada, aquel que no tenía trabajo, ni tenía
casas, ni tenía escuelas para sus hijos, ni tenía medicinas, ni tenía
alimentos; soportará las horas difíciles mucho mejor aquel que nada tenía; lo
esencial no le faltará al pueblo, pero lo que importa saber es si los
explotadores de ayer nos van a influir porque carezcamos de aquellas cosas que no
son indispensables (APLAUSOS). Porque sin
lo indispensable podemos vivir, sin lo indispensable podemos seguir adelante.
La agresión y el bloqueo
económico pueden privar al pueblo de muchas cosas que no son indispensables; la
agresión y el bloqueo económico pueden privar a la nación, momentáneamente, de
algunas cosas que sí son indispensables para la industria, por ejemplo. Y es claro, ¿qué quieren los enemigos de la
Revolución? ¿Quieren acaso facilitar su
triunfo?, ¿o quieren llenar su camino de obstáculos? Los enemigos de la Revolución lo que quieren
es el fracaso de la Revolución. ¿Para
qué? Para volver al ayer, para volver a
aquella época en que unos cuantos lo tenían todo y nadaban en la abundancia,
mientras millones de cubanos carecían de todo y nadaban en la miseria
(APLAUSOS).
Cuando el gobierno
imperialista decretó la supresión de nuestras cuotas azucareras, ¿qué quería? Cuando el gobierno imperialista decidió
prohibir el envío de piezas de repuesto de industrias y de maquinarias a Cuba,
¿qué quería? Quería traer el hambre,
quería dejarnos sin recursos económicos, quería paralizar nuestro transporte,
quería paralizar nuestras industrias. ¿Y
por qué quería paralizar nuestro transporte, paralizar nuestras industrias y
privarnos de recursos económicos? Para
hacernos fracasar. ¿Y por qué nos
querían hacer fracasar? Sencillamente
porque pusimos fin a los abusos que cometían con nuestro pueblo (APLAUSOS),
porque pusimos fin a la explotación que realizaban con nuestro pueblo, porque
rescatamos las tierras de la nación que estaban en manos extranjeras, porque
rescatamos la industria de la nación que estaba en manos extranjeras, porque
rescatamos los servicios públicos de la nación que estaban en manos
extranjeras, porque rescatamos los bancos de la nación que estaban en manos
extranjeras, porque rescatamos la producción azucarera de la nación que estaba
en manos extranjeras (APLAUSOS), porque rescatamos la soberanía de la nación
que estaba en manos extranjeras, porque hemos rescatado para el pueblo, lo que ayer
era patrimonio de los monopolios extranjeros.
Por eso, y para que en
América los pueblos hermanos no hagan lo mismo, por eso, y para evitar que
ocurra lo mismo a los monopolios en otras partes de América, quieren que la Revolución
fracase; porque no quieren perder las minas, y las tierras, y los bancos, y las
industrias y los negocios que tienen en todas partes del mundo. Por eso quieren que la Revolución fracase, y
porque hemos sido los primeros en hacer lo que todos los pueblos de América querrían
hacer (APLAUSOS), y porque hemos decidido gobernarnos por nosotros mismos, y porque
hemos reivindicado la independencia y la soberanía de la nación, y porque somos
un pueblo libre que no tenemos que pedir le permiso a nadie (APLAUSOS). ¡Y porque somos un pueblo decidido y firme
que ha tenido el valor de enfrentarse al coloso imperialista! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Cuba sí, yankis no”, “pin pon, fuera, abajo Caimanera!”,
etcétera)
Porque no encuentran aquí
ya gobernantes arrastrados y sumisos, por eso quieren que la Revolución
fracase; porque el pueblo de Cuba está enseñando a los demás pueblos de América
el camino verdadero de la liberación (APLAUSOS), liberación que no habrán de
esperar jamás, ¡liberación que no podrán esperar jamás de las manos impúdicas
que con unos cuantos millones de dólares quieren comprar la conciencia de América!
(APLAUSOS)
Porque estamos enseñando a
los pueblos de América el camino verdadero de la justicia y de la liberación,
que no podrán esperar jamás de los mismos que solo persiguen un propósito: mantener su dominio
colonial sobre el continente, mantener la posesión natural de los recursos del
continente y mantener los mercados donde invertir sus dólares usureros y lograr
ganancias fabulosas a costa de las miserias de los pueblos.
Era como el campesino que
se pusiera a esperar del latifundista que le diera la tierra; era como el
esclavo que se pusiera a esperar de los amos que le diera la libertad; era como
el pobre que se pusiera a esperar del rico que le diera pan.
Y nosotros estamos
enseñando a la América el camino verdadero; que es por Cuba, y solo por la
Revolución Cubana, que el gobierno imperial se ha venido a llenar de
preocupaciones y recordarse ahora de que la América Latina existe. Hasta hace apenas dos años, el imperio yanki
no se acordaba de que América existía. Y
como el caso de Cuba ha venido a enseñarles que América existe, hoy se llenan
de inquietud, pero no por el bienestar de América, sino por el temor de perder
a América (APLAUSOS).
¿A quién pueden hacer creer
que los consorcios financieros, que los avaros sedientos de oro, que los
millonarios yankis estén preocupados del progreso de América? Los millonarios yankis y quienes los
representan en el gobierno de ese país no tienen otra preocupación que el temor
de perder sus negocios en América, que el temor de perder sus pozos de petróleo
en América, que el temor de perder sus latifundios en América (APLAUSOS), que
el temor de perder los obreros que trabajan barato para ellos en América, que
el temor de perder su mercado de capitales.
Y es una verdadera tomadura
de pelo histórica que intenta ser tornadura de pelo continental, esa supuesta “Alianza
para el Progreso” de la cual habló hoy el millonario Kennedy (EXCLAMACIONES y
SILBIDOS). ¡Alianza para el progreso! ¿Y de qué les habla? ¿Les habla de reforma agraria? ¡No!, porque Kennedy sabe que sus aliados y
sus amigos en la América Latina no son los campesinos pobres, no son los indios
sin tierra; no, Kennedy sabe que sus aliados y sus amigos en la América Latina
son los grandes latifundistas.
¿De qué les habla? ¿Les habla, acaso, del desarrollo industrial
de los países de América Latina?, ¿del aprovechamiento de sus grandes recursos
naturales? ¿Les habla acaso de la
independencia económica? ¡No! ¿Y de qué
les habla? Les habla de casas, de
escuelas, les habla de caminos, es decir, habla de facilitar 500 millones de
pesos, pero no para hacer industrias, no para hacer reforma agraria, ¡no! ¿Y no
por qué? Porque Kennedy es representante
de los millonarios americanos, y los millonarios americanos no quieren en
América Latina industrias nacionales; los millonarios americanos ven que
pierden sus mercados de capitales de Asia; los millonarios americanos ven que
son desplazados de otros sitios del mundo, y los millonarios americanos no quieren
industrias nacionales en los pueblos de América Latina, sino industrias yankis
en los pueblos de América Latina.
Y por eso, cuando habla de
la limosna, de la limosna de 500 millones con los cuales quiere comprar la conciencie
de América, no se atreve a mencionar la palabra “fábrica”, no se atreve a
mencionar la palabra “industria nacional”, no se atreve a mencionar ninguna de
las medidas con las cuales sí resolverían los pueblos sus problemas.
Kennedy no puede hablar de
desarrollo económico, porque se lo prohíbe su complicidad con los grandes
monopolios, con los grandes millonarios.
Y los millonarios, si dan una limosna, es a condición de que sea para
gastarla en cosas que no signifique desarrollo de la economía nacional, que no signifique
independencia económica, porque los consorcios financieros no estarían
dispuestos a aceptar ninguna política que significara desarrollo económico de
América Latina. Esto, sin contar con que
la limosna se quedaría siempre en manos de aquellos que, por lo general, no
dejan ni los clavos; de aquellos que los dólares entran por aquí y ellos los
sacan por otro lado para Europa o para los propios Estados Unidos.
Y por eso, ¿de qué hablan? De escuelas.
Para resolver los problemas escolares no hacen falta los 500 millones de
Kennedy. Cuba es el primer país de
América Latina que ya tiene el número total de maestros que necesitaba para la
instrucción primaria (APLAUSOS); Y Cuba es el primer país de América, incluyendo
Estados Unidos, que erradicará totalmente el analfabetismo (APLAUSOS). Y Cuba será, a fines de año, el único país de
toda la América que pueda pintar en sus aeropuertos, aquella exclamación de que
“aquí todo el mundo sabe leer y escribir” (APLAUSOS).
Para resolver los problemas
de la vivienda, no hacen falta los 500 millones de Kennedy; la Revolución le ha
dado a cada familia la casa donde vivía (APLAUSOS). Y, además de eso, en Cuba este año, solo en
el campo, se están construyendo 25 000 viviendas (APLAUSOS).
Para hacer caminos, no
hacen falta los 500 millones de dólares yankis, porque en Cuba estamos
comunicando hasta las regiones más apartadas del país, y hasta sitios que
estuvieron incomunicados durante siglos, como la península de Zapata, hoy tienen
magníficas carreteras, en solo dos años de gobierno revolucionario (APLAUSOS).
Para resolver los problemas
de construcciones escolares, no hacen falta los 500 millones de dólares de
Kennedy; ahí está desde la ciudad escolar, hasta los cuarteles más pequeños, convertidos
todos en escuelas por la Revolución (APLAUSOS).
Es decir que, para resolver
esos problemas, no hace falta la limosna de los 500 millones, lo que hace falta
es otra cosa: rescatar
las riquezas nacionales de manos extranjeras.
¿Y por qué nosotros, sin
los 500 millones, y sin un millón —que ni lo necesitamos ni lo queremos
(APLAUSOS)—, por qué nosotros, a pesar no ya de que ni pedimos ni necesitamos,
sino aun habiéndonos quitado, como nos han quitado, cientos de millones de
dólares, criminalmente, en un acto de agresión infamante, en un acto de
agresión incalificable, a un país cuya economía dependía totalmente del mercado
que ellos habían creado, en un país cuya economía había sido moldeada por
ellos, de acuerdo con sus intereses, aun habiéndonos quitado cientos de millones
de dólares, habernos suprimido totalmente la cuota azucarera, en un acto
incalificable de agresión, que solo se puede esperar de los bandidos
imperialistas (APLAUSOS), en un acto de piratería internacional, que solo podía
esperarse de los filibusteros imperialistas, arrebataron millones de dólares de
nuestra economía, y cómo a pesar de la feroz agresión podemos tener maestros,
podemos tener escuelas, podemos tener casas, podemos tener caminos y podemos
tener hospitales?
¿Cómo, a pesar de la feroz
agresión, hay 200 000 cubanos más trabajando?; ¿cómo, a, pesar de la feroz
agresión, hay 1 000 becados estudiantes ya en la universidad de La
Habana?; ¿cómo a pesar de la feroz agresión, estamos desarrollando un programa
de 80 000 créditos a los pequeños agricultores? (APLAUSOS); ¿cómo a pesar de la feroz agresión,
hemos aumentado extraordinariamente la producción nacional? ¿Cómo, sin limosnas, y aun arrebatándonos lo
que nos correspondía, aunque solo no fuera más que porque nuestra economía era
una economía que ellos habían forjado a la medida de sus intereses, una
economía de monocultivo, una economía que dependía de un solo mercado,
contraviniendo todos los preceptos martianos, cómo hemos podido dar ya, en dos
años, lo que el señor Kennedy ofrece a la América Latina para las “calendas
griegas”? ¿Cómo?, y, ¿por qué? Sencillamente, porque hemos desalojado de
aquí a todos los monopolios yankis (APLAUSOS); sencillamente, porque hemos
hecho una revolución y hemos rescatado para el pueblo sus riquezas fundamentales.
Y eso es lo que no se puede
contrarrestar con limosnas, eso es lo que no se puede conquistar con dólares
usureros, eso es lo que nunca podrán ofrecerle a nuestra América. Y nuestra América no podrá ser comprada con
500 millones de dólares, y nuestra América no podrá ser comprada de ninguna
forma; porque la independencia económica no se vende, la dignidad nacional no
se vende, ¡el porvenir de los pueblos no puede venderlo nadie, y quien lo venda
estará engañando al comprador!
(APLAUSOS.)
Y Kennedy quiere comprar lo
que nadie podrá venderle; y por eso, ante la acción de un pueblo pequeño, de
uno de los pueblos más pequeños del continente, el “gigante todopoderoso” del continente
se agita, y se llena de preocupaciones y de miedo, y dice que el problema de
Cuba no es ya el problema de él, el del gigante, con el país pequeño; el
gigante, acobardado, se siente débil frente a la moral, y a la razón, y al
prestigio, del pueblo pequeño (APLAUSOS), y dice que Cuba no es un problema de
Estados Unidos con Cuba, sino un problema de toda la América con Cuba; y
nosotros podemos decir que el problema de Cuba con Estados Unidos no es un
problema de Cuba con Estados Unidos, ¡sino es un problema de toda la América
Latina con Estados Unidos! (APLAUSOS
PROLONGADOS.)
Con razón el distinguido
líder revolucionario mexicano Lázaro Cárdenas (APLAUSOS) ha declarado que si a
Kennedy se le ocurriera hacer una visita por América del Sur, iba a tener un
recibimiento muy parecido al del señor Nixon (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”); es decir,
que lo iban a recibir con aquellas muestras con que recibieron al anterior
vicepresidente.
Y es que la América Latina
está despertando. ¿Por qué esa reunión
apresurada con los embajadores latinoamericanos?, ¿por qué ese anuncio de “importantes
declaraciones”?, ¿por qué? Pues, porque
notan que América despierta, y porque los planes van fracasando.
Las victorias populares de
los sectores de izquierda, en varios países de América Latina, son más que
suficientes para preocupar muy seriamente al imperialismo yanki; la digna actitud
asumida por el Presidente del Brasil (APLAUSOS), y el Presidente de Ecuador
(APLAUSOS) en defensa de la Revolución Cubana, es decir, en defensa de la libre
determinación de los pueblos y en contra de la intervención unilateral o colectiva
en otro pueblo; las declaraciones del actual Presidente del Consejo de Gobierno
de Uruguay (APLAUSOS); la victoria de Palacios en Argentina (APLAUSOS); las
victorias de los candidatos del Partido Socialista y del Partido Comunista en
Chile (APLAUSOS), donde los tres candidatos del Frente Popular conquistaron
formidable victoria; la extraordinaria significación de la Conferencia Latinoamericana
por la Emancipación Económica, la Soberanía y la Paz, que acaba de celebrarse
en México (APLAUSOS); la actitud del Gobierno de México con respecto a Cuba
(APLAUSOS), y el apoyo decidido de una figura política tan querida y de tanto prestigio
en México, y en el continente, como Lázaro Cárdenas (APLAUSOS), son motivos más
que suficientes para preocupar al imperialismo.
Y estuvieron a punto de herir profundamente el sentimiento nacional
mexicano, al proponer uno de esos senadores absurdos, que tanto abundan allí en
el Senado norteamericano, nada menos que una investigación, ¡nada menos que una
investigación en el Senado americano!, sobre una conferencia que habría de
celebrarse en México. Pero parece ser
que el tremendo prestigio y la personalidad de Lázaro Cárdenas... (APLAUSOS) los impresionó.
Y véase la actitud que la
prensa imperialista ha asumido con respecto a Janios Quadros (APLAUSOS), véase cómo
reacciona invariablemente el imperialismo.
Quadros ha proclamado una política de plena soberanía nacional; Quadros
ha proclamado el derecho de Brasil a mantener relaciones y a comerciar con todos
los pueblos del mundo (APLAUSOS); Quadros ha proclamado su apoyo al ingreso de
la República Popular China en las Naciones Unidas (APLAUSOS); Quadros ha
proclamado el principio de no intervención; frente a los planes yankis de
formar un bloque contra Cuba, Quadros ha dicho: “No” (APLAUSOS). Son manifestaciones absolutamente soberanas
de un país de América.
Parte hacia
Brasil un enviado extraordinario, y ¿a quién envían? ¡Ah, milagro de la
inteligencia yanki; envían nada menos que a un ex embajador que en otra ocasión
había actuado allí con absoluta falta de respeto a la soberanía brasileña, y es
natural que el Presidente brasileño lo recibiera cortésmente, desde luego; a su
debido tiempo, desde luego, pero sin ir allí reptilmente a doblegarse, como han
hecho en otras ocasiones otros gobernantes en América Latina.
Simplemente mantiene una
digna actitud, mantiene la compostura y la dignidad de un presidente, y eso
solo, eso solo ha bastado para que desaten contra el Presidente de Brasil una
feroz campaña de propaganda en los periódicos imperialistas. ¡Cómo nos recuerda eso la actitud de esa
misma prensa hacia nosotros!
No se han tratado de
medidas de orden económico y social; simplemente medidas de carácter
internacional, y ya el imperio se siente ofendido, y de nuevo el imperio
expresa ante la faz del mundo que no está dispuesto a tolerar política
independiente en América Latina, que no está dispuesto a tolerar posturas
dignas en América Latina. Y ya, incluso,
hay algún periódico yanki que amenaza a Quadros. Y así, por ejemplo, vean con qué falta de
respeto uno de estos libelos imperialistas se expresa del Presidente de Brasil.
El “Diario de New York”, que publicó
íntegramente la entrevista exclusiva concedida por Janios Quadros al director
general de Prensa Latina, Jorge Ricardo Masetti, ataca posteriormente en un
editorial al Presidente de Brasil y a la agencia de noticias latinoamericana. “Faltó poco para que Quadros rehusara hablar
la semana pasada con el enviado del presidente Kennedy, el exembajador en
Brasil A. Berle, y sin embargo recibió especialmente al Director General de
Prensa Latina para proclamar su apoyo a la China Popular, a la Unión Soviética
y al Gobierno de Cuba” (APLAUSOS), añade el “Diario de New
York”.
Por último, el “Diario de New York” amenaza al Presidente
de Brasil, afirmando que “si Quadros sigue por esa
línea, que no durará mucho en el poder del país más grande del hemisferio. El ejército brasileño —véase como comienzan a
hablar ya del ejército—, a pesar de estar minado en altos e insospechados
lugares por comunistas profesionales, no es comunista, ni tolerará un régimen fidelista” (EXCLAMACIONES).
Es decir, que ese libelo yanki amenaza ya con el golpe de Estado al
Presidente de Brasil; ese libelo yanki habla ya del ejército; ese libelo yanki,
ante una simple manifestación de soberanía, declara que si sigue por ese camino
no durará mucho tiempo, que si sigue por ese camino será derrocado, ¡simplemente
porque ha hecho manifestación de soberanía!
Y el imperialismo no
tardará mucho en pasar de la crítica a la conjura, es decir, de la palabra a
los hechos, para realizar lo que han hecho siempre cuando un gobierno se ha
proclamado independiente, cuando un gobierno se ha proclamado soberano: el golpe de Estado,
la conjura contrarrevolucionaria, como lo han hecho tantas veces en tantos
países de América, y como lo tratan de hacer ahora aquí, ¡pero sin la más
remota posibilidad de lograrlo! (APLAUSOS.)
Nosotros estamos seguros de
que frente a las campañas de descrédito de la prensa imperialista, frente a las
amenazas del imperialismo, lo único que sucederá es que el pueblo de Brasil se
unirá, como se unió el pueblo de Cuba, junto al Presidente que mantenga la
línea de la independencia y de la soberanía nacional (APLAUSOS).
Y no tardarán mucho en
empezar a acusar de comunista al presidente Janios Quadros; y no faltan ya
algunos periódicos que comienzan la campaña.
Ya en Ecuador, el propio Presidente declaró, con extraordinario valor,
que le ofrecían ayuda económica a cambio de que rompiera relaciones con Cuba. Véase qué política tan corrompida y tan
desvergonzada la política imperialista, qué política tan corrompida la política
de los millonarios usureros, que se presentan con un manojo de dólares a
proponer indignidades a los gobernantes de América. Esa es la alianza para el progreso de que
hablaba el señor Kennedy.
Pero vamos a ver qué ocurre
en América Latina, vamos a ver si el imperialismo tiene razón, o Cuba tiene
razón; vamos a ver si se puede comprar la conciencia de América como cree
Kennedy, y vamos a ver si no se puede comprar la conciencia de América como
creemos nosotros (APLAUSOS). Y, desde
luego, no faltó la alusión a Cuba, no faltó su alusión a las “grandes simpatías”
que siente por el pueblo de Cuba; simpatía por los latifundistas, ¡sí!; simpatía
por las compañías yankis que había aquí, ¡sí!; simpatías por los que
controlaban los bancos, ¡sí!; simpatías por los gangsters que controlaban el
juego y el contrabando, ¡sí!; simpatía por los esbirros y los criminales de
guerra, ¡sí!; simpatía por los traidores, ¡sí!; simpatía por los
discriminadores, ¡sí!; simpatía por los explotadores, ¡sí! Pero simpatías con el obrero, ¡no!; simpatías
con el guajiro, ¡no!; simpatía con el negro, ¡no!; simpatía con el humilde, ¡no!;
simpatía con el explotado, ¡no!; porque los millonarios usureros simpatizan con
los usureros como ellos, pero son incapaces de simpatizar con los pueblos
(GRANDES APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Pin pon,
fuera, abajo Caimanera!”).
Y no es la primera vez que
el señor Presidente de Estados Unidos hace manifestaciones de este tono
hipócrita con respecto a nuestro país. En
días recientes ocurrió un episodio que a nosotros nos reveló mucho sobre la
verdadera personalidad del nuevo Presidente de Estados Unidos; un incidente
significativo.
Ocurrió que en la ciudad de
Guantánamo se produce un brote de poliomielitis. De momento no había allí vacunas, y el
funcionario de la Cruz Roja, en vez de comunicarse inmediatamente con la Cruz
Roja Nacional, a fin de que en avión les enviasen vacunas inmediatamente,
quizás por impaciencia, quizás por ingenuidad, o hasta quién sabe si por
nobleza, se decide de su propia cuenta a solicitar de la Cruz Roja de la Base,
sin consultar a nadie, algunas vacunas. Ni
la Cruz Roja Nacional, ni el Ministerio de Salubridad, sabían nada.
Ante aquel hecho, ¿qué
hicieron los de la Base?; ¿actuaron como se debe actuar en esas circunstancias,
si alguien por cualquier motivo llega a pedir unas vacunas para prevenir una epidemia
entre los niños?; ¿entregaron discretamente las vacunas y guardaron digna
reserva frente a eso? No. Inmediatamente acudió allí, donde estaba el
funcionario, a la entrega de la vacuna una plaga de reporteros y de fotógrafos,
y con mucha ceremonia y mucha solemnidad levantaron acta, e hicieron una gran
bulla en torno a la vacuna. Eso, desde
luego, estaba mal. Pero lo increíble es
que apenas habían pasado 48 horas, y nada menos que en una conferencia de
prensa, el propio Presidente de Estados Unidos, a tal extremo al parecer lleva
su odio y su intranquilidad con respecto a Cuba, que haciendo un uso indigno y
politiquero de aquel hecho, declara que él —¡oh, santo de Kennedy!— tenía una
gran simpatía por el pueblo de Cuba, como lo demostraba esas vacunas que había
mandado allí; ciento sesenta y tantas vacunas, solicitadas innecesariamente e
inconsultamente.
Y esto nos enseña, nos
enseña que todos no son iguales que nosotros, nos enseña que todos no saben
distinguir entre lo que es el hecho político y el hecho humano; hasta a un
enemigo se le puede hacer un servicio. Y
si a nosotros algún día esos mismos imperialistas vinieran a pedirnos una ayuda
para salvar a unos niños norteamericanos, nosotros, sin publicidad y sin
politiquería, les daríamos las vacunas (APLAUSOS).
¿Cómo actuar como habría
actuado un vulgar politiquero de barrio, como habrían actuado esos sujetos que
nosotros tanto conocimos aquí: el politiquero? y lo ridículo de todo eso fue que, entretenidos
en politiquear con aquellas vacunas, no se dieron cuenta, o no se quisieron dar
cuenta, que habían mandado unas vacunas que estaban vencidas hace tres meses.
Y ese hecho nos dijo mucho
sobre el carácter de ese señor, y siempre aprovechando para regar detrás su
insidiosa afirmación de que él quiere al pueblo, pero no quiere al Gobierno
Revolucionario. Pues bien, sepa el señor
Kennedy que el Gobierno es el pueblo (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”); sepa el señor Kennedy que
él no puede separarnos del pueblo, como nosotros no podemos separarlo a él de
los monopolios y de los millonarios (APLAUSOS); que pueblo y Gobierno Revolucionario
es en Cuba hoy una sola cosa, como millonarios, usureros y Gobierno es hoy en Estados
Unidos una sola cosa (APLAUSOS); que este no es Gobierno de casta enriquecida,
que este no es Gobierno de ladrones, que este no es Gobierno de explotadores,
que este no es Gobierno de politiqueros, que este no es Gobierno de espadones,
¡que este es un Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo! (APLAUSOS); ¡la Revolución de los humildes,
por los humildes y para los humildes! (APLAUSOS) Y gracias por todo lo que le
están enseñando al pueblo de Cuba; gracias, por todo lo que ha aprendido el
pueblo de Cuba; gracias, por lo mucho que ha abierto los ojos el pueblo de
Cuba.
Gracias, por lo que le han
enseñado al pueblo a distinguir entre la verdad y entre la mentira; entre la
esencia de los derechos y las libertades del hombre, y la máscara de los
derechos y las libertades del hombre.
Gracias, por haberle
enseñado a este pueblo que el “mundo libre” de los imperialistas es el mundo
libre de la España de los 2 millones de asesinados por el franquismo
(APLAUSOS); que ese mundo libre es el mundo libre de los guerreristas y
militaristas alemanes, de la oligarquía guerrerista del Japón; el mundo libre
de los Chiang Kai-Shek (EXCLAMACIONES Y SILBIDOS); el mundo libre de los
asesinos de Lumumba; el mundo libre de los asesinos de Sandino; y, sobre todo,
el mundo libre de los criminales que asesinaron a cerca de 100 obreros y
soldados en el vapor “La Coubre”; el mundo libre de
los que armaron las manos asesinas de los esbirros; el mundo libre de los que
se apoyan en los explotadores, en las oligarquías egoístas que nadan en la
abundancia mientras los pueblos nadan en la miseria; el mundo libre de los
monopolios y de los trusts; el mundo libre de los hipócritas; el mundo libre de las máscaras que hablan descaradamente de
libertad y que ofenden el nombre de la libertad, y que ofenden el nombre de la
dignidad humana, ¡porque quieren tener a los pueblos convertidos en esclavos
para trabajar por los usureros y los holgazanes! (APLAUSOS.)
Y hemos aprendido de ellos,
en muy poco tiempo, de lo que es el imperialismo, de cómo no tolera la menor
manifestación de libertad; cómo es un mundo sin ideología y sin principio; que
practica, que rinde culto al crimen y a la violencia, a la agresión; que rinde
culto a la guerra; que rinde culto al oro.
Y ese es su único ideal, su
única meta: el
oro, aunque sea oro ensangrentado; de oro, aunque sea oro amasado con el sudor
de millones de hombres de todos los pueblos del mundo. Y esa es también su única religión. ¿Que creen en Dios? ¡No!; para ellos no hay más Dios que el oro. ¿Que creen en la libertad? ¡No!; para ellos no hay más libertad que el oro. ¿Que creen en la democracia? ¡No!; para ellos no hay más democracia que el
oro. ¿Que creen en la dignidad? ¡No!; para ellos no existe ninguna dignidad
que no se pueda comprar con oro, ni tienen ni son capaces de concebir una
dignidad propia que no se venda por oro.
¡Y no tienen ideales que no sean capaces de vender o de cambiar por
oro! ¡Y no tienen principios que no sean
capaces de cambiar por oro! ¡Oro, oro y
oro, esa es la filosofía del imperialismo!
(APLAUSOS.)
Y eso es lo que hemos
aprendido. Y si eso no lo sabe el pueblo
norteamericano es porque no se lo dejan saber los magnates que controlan las
revistas, la televisión, los periódicos, el cine y todos los medios de
divulgación de las ideas. Y son hasta
capaces de llevar a todo ese pueblo a la catástrofe sin que ese pueblo siquiera
se dé cuenta. Porque si estas verdades
no las comprende el pueblo americano es porque existe toda una maquinaria para
engañarlo, para hacerlo mirar las cosas más esenciales de la política nacional
e internacional con el mismo criterio por el cual comprarían una botella de
Coca-Cola o una marca de cigarros.
Le inculcan las mentiras
con los mismos métodos que le inculcan la propaganda comercial. Y al que escriba lo persiguen; y si hay un
escritor o un artista que se rebele contra ese mundo de mentiras, lo proscriben
y hasta lo encarcelan. Y ejercen un
monopolio absoluto sobre todos los medios de divulgación de las ideas.
Y por eso aquel pueblo no
ve; aunque tal vez esté próximo el día que el pueblo aprenda, y aprenda mucho
el pueblo norteamericano, en la misma medida en que aumenten los millones de
desempleados, en la misma medida en que aquella economía artificial y en tren
de guerra entre en crisis; algún día aprenderá el pueblo de Estados Unidos,
algún día se despertará el pueblo de Estados Unidos.
Y algo sí podemos
comunicarle al señor Kennedy:
que primero verá una revolución victoriosa en Estados Unidos, que
una contrarrevolución victoriosa en Cuba (APLAUSOS). Porque este régimen se asienta sobre bases
sólidas; este régimen revolucionario se asienta sobre bases de justicia. Y aquel régimen, en el orden nacional como en
el internacional, se asienta sobre bases de injusticias, y se asienta sobre
bases que están llamadas a desaparecer, como está llamado a desaparecer el
colonialismo y el imperialismo (APLAUSOS).
Por eso nosotros podemos
pensar en una vida nueva que nace, mientras ellos viven en la obsesión de una
vida vieja que perece. Nosotros podemos
pensar en el futuro, y luchar por hacer un futuro mejor, mientras los
imperialistas tendrán que vivir añorando la época de los grilletes, y tendrán
que vivir angustiados tratando de contener un mundo mejor para el mundo y para
los propios Estados Unidos.
Esa es la gran diferencia. La otra es una diferencia de poderío. ¿De poderío material? Bien, nosotros tenemos otro poderío, que es
el poderío de la razón; y tenemos otro gran poderío: el poderío de la justicia; y otro gran
poderío: la sed de justicia, y de
derecho, y de vida mejor de 200 millones de latinoamericanos (APLAUSOS). Y por la fuerza no podrán impedirlo,
decididos los pueblos de América a ser libres y a tener un mundo mejor; no
alcanzarían todos los millones de soldados de infantería de marina para
impedirlo; no alcanzarían todos sus soldados y todos sus aviones, ni siquiera
todas sus bombas atómicas. Porque cuando
los hombres dispersos por el continente, los hombres hambrientos del
continente, sepan lo que pueden hacer por ser libres, todo el poderío del
imperio se volverá nada frente a eso.
¿Qué puede un imperio
frente a un mundo? ¿Qué pudieron los nazis
cuando dominaban la mayor parte de Europa?
Los pueblos se sublevaban y combatían; la resistencia crecía, y en toda
Europa los grupos de patriotas combatían por las armas a los invasores nazis.
¿Son feroces los
imperialistas, tan feroces como los nazis?
Sí, es que el nazismo no era más que una consecuencia del imperialismo;
el nazismo, como el fascismo, son la meta o el fin de los regímenes
imperialistas; y lo que alimentó aquella sed de sangre, aquellos crímenes
espantosos, aquel exterminio de pueblos enteros, era el mismo afán de dominio,
de explotación y de riquezas que domina los cerebros morbosos de los
guerreristas yankis.
¿Que son, o pueden llegar a
ser, tan feroces como los nazis? No
importa, difícil es que puedan superarlos, y los nazis no pudieron dominar
Europa; mucho menos ellos, por más que organicen escuelas para entrenar
oficiales de las oligarquías, por mucho que se rompan la cabeza ideando
tácticas para combatir revoluciones, están condenados al fracaso, y la historia
enseñará como todas sus tácticas, todas sus tácticas, y todas sus escuelas, y
todas sus medidas preventivas, no impedirán el destino de América.
Frente a su poderío
material, está el poderío de nuestra razón; pero es que además no solo tenemos
el poderío de la razón, el mundo no es solo Cuba, Cuba no es el único pueblo
colonizado, Cuba no es el única pueblo explotado por el imperialismo; el mundo
es, afortunadamente, mucho más grande, el mundo es grande, y el mundo de los
pueblos que se han liberado de la explotación, del colonialismo, del
imperialismo, y del capitalismo, ¡es un mundo también poderoso! (APLAUSOS.)
Y la ciencia al servicio del hombre, la ciencia al servicio de la
justicia, ha desarrollado fuerzas mucho más poderosas que las que ha
desarrollado la ciencia al servicio de la explotación; y por eso, vista la
cuestión de fuerza a fuerza, ¡el poderío del imperialismo es un poderío
decadente frente al poderío de la Unión Soviética, de la República Popular
China y de los países socialistas! (APLAUSOS
PROLONGADOS.)
Luego, los señores imperialistas
no pueden campear por su respeto en el mundo, como campeaban en décadas
pasadas, y sus posibilidades de maniobra están muy reducidas; y lo que tienen
por delante, inexorablemente —y es bueno que meditemos sobre eso—, es que
dentro de 10 años la capacidad de producción, y la producción efectiva, de la
Unión Soviética estará por encima de la capacidad de producción y de la
producción de Estados Unidos (APLAUSOS); y lo que ocurrirá, inexorablemente, es
que el standard de vida de la Unión Soviética sobrepasará el standard de vida
de Estados Unidos (APLAUSOS). Y cuando ese
país, país que fue devastado por la guerra civil que lanzaron contra la
Revolución de Octubre, guerra civil fraguada en el extranjero, país invadido
por 13 ejércitos y casi destruido, país que de una economía semifeudal se desarrolla
y vuelve a ser arrasado por la agresión imperialista... Recuerden que, cuando finalizó la guerra pasada,
decenas de miles de fábricas habían sido destruidas en la Unión Soviética, decenas
de miles de pueblos, los campos arrasados, los rebaños de ganado aniquilados;
mientras toda la instalación industrial de Estados Unidos permanece intacta, ni
una bomba estalla sobre una fábrica yanki, ni un tornillo pierde una sola
fábrica yanki.
Quince años han
transcurrido. En el llamado “mundo libre”,
hay más hambre, más miseria. ¿Quién lo
reconoce? ¡Ah!, lo reconoce el propio
Kennedy, y lo reconoce hoy mismo (LEE) :
“El crecimiento de la población
está aventajando al crecimiento económico; los bajos niveles de vida amenazan
bajar aun más —¡en el “mundo libre”!— y el descontento
de un pueblo que sabe que la abundancia y los instrumentos del progreso por fin
están a su alcance, ese descontento crece...” Lo que no dice Kennedy es el por
qué, el por qué la capacidad industrial instalada en ese país ha producido
mucho menos de lo que podía producir; lo que no dice es que esa crisis de
hambre, ese aumento de la pobreza, es sencillamente consecuencia del
imperialismo; y no vemos de qué manera se puede resolver el problema, si el
imperialismo no desaparece.
Y estas son verdades que
están a mil leguas de poder ser alteradas por mentiras de ninguna índole; son
verdades tan irrebatibles que no las va a alterar ningún sermón de clérigo
reaccionario (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”) , ningún editorial de periódicos
reaccionarios; son estas verdades: que
en Estados Unidos quedó una capacidad industrial enorme después de la guerra,
capacidad desaprovechada para la humanidad.
Han pasado 15 años, y el país arrasado por los nazis, el país dos veces
arrasado en 40 años, avanza a pasos tan acelerados que muy pronto estará por
encima del país que no ha perdido un solo tornillo en los últimos 50 años, ¡como
no sean los “tornillos” de los dirigentes de ese país! (APLAUSOS.)
Y esas son verdades
irrebatibles. Y, ¿cómo impedir que el
mundo siga esa marcha?, ¿cómo impedir que el imperialismo marche hacia esa
derrota? Solo una fórmula: la guerra, la guerra de exterminio, la
destrucción de los países que avanzan; y esa es la filosofía de los que se
saben derrotados, porque no tienen más que sacar números, no tienen más que
sumar y que restar. El imperialismo
tiene además, ahora, la competencia de sus propios aliados, los demás países
colonialistas, los demás países imperialistas, compitiendo entre sí, luchando por
un mercado cada vez más pobre, y abatido cada vez más por las contradicciones.
Por eso, no hay más que
razonar lógicamente, y se comprenderá el fracaso de los enemigos del progreso
de la humanidad; y que fracasen, que se vayan con sus mentiras, que se vayan con
su filosofía de oro, que se vayan con su sistema inhumano, su sistema de hambre
y de miseria; que se marchen, y que dejen de tener vigencia en la historia de
la humanidad, que vayan a refugiarse a donde les corresponde: al pasado.
La humanidad avanza; del
continente africano se reclutaban esclavos hace apenas un siglo, y ya de Africa
no salen esclavos; del continente asiático se reclutaban esclavos, y ya de Asia
no salen esclavos.
La humanidad avanza, la
humanidad rompe las cadenas de la esclavitud, la humanidad marcha hacia la
justicia; el mundo avanza, y el final, ¿cuál puede ser el final si no el
triunfo de los pueblos? ¿Cuál puede ser
el final si no la libertad de las colonias?
¿Cuál puede ser el final sino la plena soberanía de las naciones, la
independencia económica de las naciones, el desarrollo de las riquezas de las
naciones, el desarrollo de la cultura de las naciones? (APLAUSOS) El final no puede ser la
esclavitud de nuevo, la colonia de nuevo, la dominación económica de nuevo.
Y a la humanidad los
colonialistas no le pueden enseñar nada; a la humanidad los imperialistas no le
pueden enseñar nada. En nombre del
futuro no pueden hablar los que llevan sobre sus conciencias millones de
hombres esclavizados; los que llevan sobre sus conciencias la historia de un
continente, como el africano, de donde extrajeron millones de hombres, y los
vendieron como bestias (APLAUSOS); a la humanidad no le pueden enseñar nada los
que vendieron a los nativos del Asia; a la humanidad no le pueden enseñar nada
los que han mantenido en el atraso y en el hambre a la América Latina; a la
humanidad, Kennedy, no le podrás enseñar nada.
A la humanidad le pueden enseñar los pueblos como nosotros, como el
pueblo chino, el pueblo soviético, el pueblo checo, y todos los pueblos
socialistas (APLAUSOS); a la humanidad le pueden enseñar el pueblo egipcio, el
pueblo de Indonesia, el pueblo del Congo, ese pueblo que está allí luchando
junto a los dirigentes nacionalistas y revolucionarios; a la humanidad le
pueden enseñar los pueblos que han roto las cadenas; a la humanidad no le
pueden enseñar nada los que han forjado, durante siglos, las cadenas de la
humanidad.
Y para concluir... (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), una breve referencia a un episodio,
a un episodio que habla mucho de la alianza para el progreso, ¡la alianza civilizada
para el progreso de que hablan o que predican estos señores!: el hecho de que en el día de hoy, en un país
que está dedicado al trabajo, que no se sabe que esté en guerra con nadie, en
la segunda ciudad de Cuba, en plena madrugada, haya penetrado una nave de
guerra artillada a ametrallar una industria nacional, en un acto insólito.
Yo no sé cuál habrá sido el
eco de esta noticia en el mundo, pero es verdaderamente increíble, y es muestra
de un cinismo del imperialismo, de la desfachatez de los gobernantes de Estados
Unidos, el que nuestro país pueda ser atacado de esa manera cobarde y criminal,
que una ciudad de un pueblo de este continente, y que una industria de un
pueblo de este continente, mientras se está hablando de seguridad continental,
mientras se está hablando de que Cuba constituye un peligro para la seguridad
del continente, una nave militar, entregada por los únicos que podían entregar
esa nave militar a los contrarrevolucionarios, es decir, entregada por el
Gobierno de Estados Unidos (EXCLAMACIONES), y partiendo de las únicas bases de
donde puede partir: de las bases
organizadas por el Gobierno de Estados Unidos a los contrarrevolucionarios,
haya realizado ese hecho escandaloso, que sería como motivo de escándalo,
motivo para que la América protestara indignada si no se hubiera hecho ya como
una ley de este continente, que nosotros estamos condenados a que en los
puertos nos asesinen cientos de obreros, a que nos quemen nuestras cañas, a que
violen constantemente el espacio aéreo nacional, a que envíen cargamento tras
cargamento de explosivos para sabotear nuestras industrias; sería como motivo
para que la América se levantase indignada, si el imperialismo no hubiese
convertido en una ley de este continente el derecho a violar nuestro
territorio, el derecho a matar a nuestros obreros, el derecho a asesinar a
nuestros niños, el derecho a quemar nuestras cañas, el derecho a destruir ya a
cañonazos nuestras fábricas.
Y ese es el caso que hemos
presenciado hoy. ¿Qué quiere decir eso? Que sube de grado la agresión, sube de grado la
desfachatez de los enemigos del país, y así como vienen los aviones lanzando
armas o lanzando proclamas, nadie puede sentirse seguro de que cualquier día
nos lleguen lanzando bombas.
Y de la misma manera que
hoy atacaron una industria y asesinaron a un marino e hirieron a un miliciano,
¿no están expuestos igualmente al ataque como en los peores tiempos de la piratería
y el filibusterismo, los puertos de nuestro país y los pueblos de nuestro país,
por aviones piratas y naves piratas organizadas por la Agencia Central de
Inteligencia yanki?, porque todo el mundo sabe que son ellos los que les han
entregado esas armas, los que les han entregado esos aviones, los que les han
entregado esas naves. Y nuestro pequeño
pueblo se ve incesantemente acosado y hostigado por los que fracasados en sus
campañas contrarrevolucionarias, fracasados en sus planes de bandas
mercenarias, fracasados en sus planes de extensión, fracasados en sus
agresiones económicas, viendo que la Revolución se mantiene firme, viendo que
la Revolución se mantiene, sigue adelante, se desesperan, y ya quieren destruir
a bombazos y a cañonazos nuestras industrias.
Y este hecho debe servir
para enseñar a América lo que es el imperialismo; lo cínicos y lo criminales
que son sus actos; la falta de respeto absoluta por el derecho de los demás
pueblos; la falta de respeto absoluta por la vida de los ciudadanos de otro
pueblo. Y nosotros, aquí mismo tenemos
uno de los proyectiles lanzados sobre la refinería de Santiago de Cuba, un
proyectil de cañón 57 milímetros, de fabricación norteamericana... (EXCLAMACIONES).
Y nosotros nos preguntamos
si nuestro país va a continuar siendo víctima de estos ataques, recrudecidos
desde que ese señor está ahí. En
realidad nosotros no lo sabemos, pero debemos tener los ánimos preparados para
esto, y para todo. Si nos hacen guerra,
resistiremos la guerra; si se empeñan en someternos durante muchos años a estos
actos vandálicos y de piratería, que no tienen lugar en ningún lugar del mundo
nada más que en Cuba, en virtud de ley del imperio; si tenemos que ponernos a
construir morros y fortalezas en todos los puertos, los construiremos
(APLAUSOS); si tenemos que defendernos de estos ataques filibusteros, nos
defenderemos; de las agresiones físicas, como de las agresiones económicas, nos
defenderemos.
Por eso les decía al
comenzar a hablar, que debemos templar nuestros ánimos para el sacrificio. Y lo digo, porque nosotros no debemos
permitir que penetre la influencia de los afectados por la Revolución, y las
quejas de los afectados por la Revolución, en el pueblo. Nosotros debemos estar dispuestos a todo. No seríamos un pueblo grande, no seríamos dignos
de la empresa que estamos realizando, no seríamos abanderados de la Revolución
de nuestra América, si no tuviésemos ese temple, ese temple que han tenido
otros pueblos, y que nosotros no hemos tenido todavía oportunidad de probar,
porque aquí hay quien se queja cuando no puede ver una película de Gary Cooper
(RISAS); y aquí hay quienes se quejan cuando falta un artículo baladí, y
nosotros debemos desterrar de nuestro carácter la queja, nosotros debemos
desterrar de nuestra condición revolucionaria la queja. Cuando un pueblo tiene que vivir en pie de
guerra como nosotros, cuando un pueblo tiene que vivir bajo el hostigamiento en
que vivimos nosotros, debemos de hacernos a una idea, la idea que corresponde a
un pueblo, cuando un pueblo, sus fábricas, pueden ser atacados en cualquier
momento, y asesinados sus obreros en cualquier momento; la idea de los pueblos
cuando están luchando, la idea de los pueblos cuando están en guerra, la idea
de los campesinos en la Sierra Maestra, la idea de nuestros soldados en la
Sierra Maestra.
No le echamos de menos a
nada y, además, debemos prepararnos para resolver con inteligencia nuestros
problemas, debemos combatir ciertas manifestaciones inciviles que a veces se
observan.
Cuando se habla de la
escasez de algún artículo, inmediatamente sale mucha gente a comprar ese
artículo y produce una escasez artificial, los acaparadores que se llevan esos
artículos, los “guardadores” que quieren guardar para ellos. Y así ha pasado con algunos artículos, entre
ellos el jabón, y entre ellos el “Fab” y otros
artículos. Si un artículo va a faltar que
falte, pero que el artículo no falte porque vaya una plaga de especuladores a
comprar esos artículos para venderlos más caros (APLAUSOS). Y el pueblo debe ser el principal encargado
de combatir esas actividades, y los agentes del orden público deben colaborar
con el pueblo en combatir esas actividades.
Antes teníamos la especulación de los almacenistas, la especulación de
los grandes negociantes, cómo vamos a caer ahora bajo la especulación de una
serie de gente que se dedica a estar comprando esos artículos para después venderlos
en el mercado. Debe desaparecer el
comercio ilegal de todos esos artículos indispensables (APLAUSOS).
Hay una plaga de gente que
corre detrás del carro, y virtualmente asalta las bodegas. Y ese espectáculo no debemos permitirlo
nosotros; si falta, que falte, pero esos hechos inciviles no deben ocurrir, y
el pueblo no debe permitir que salga por ahí el lumpen al peculado; ya ha
desaparecido la especulación de los grandes agiotistas, y no debe aparecerse la
especulación de esa gente que actuando como delincuentes se ponen a estar
robándole al pueblo (APLAUSOS).
Son manifestaciones de
incivilidad, de falta de honradez y de falta de conciencia que el pueblo debe
combatir.
Ha habido otras cosas, que
han constituido motivo de quejas, que nosotros habíamos oído decir de ciertas
medidas en las paradas de los ómnibus. Investigado
ese problema, los compañeros que están al frente del transporte, que están dentro
de eso, informaron que esa medida se debe al problema de las piezas y del
desgaste de los ómnibus; que no se trata de una medida dictada por el capricho,
sino de que fue necesario a fin de poder sobrepasar una crisis de piezas de repuesto,
que el embargo impuesto por Estados Unidos trae consigo, desde el momento en
que muchas de esas máquinas son norteamericanas y hay que hacer un gran ahorro
de piezas. Quizás el error de los
compañeros fue no haber explicado estas cosas.
Nosotros creemos que el
pueblo es capaz de colaborar lo indecible y de hacer lo indecible, y que solo
hace falta que se le explique. Y debe
ser una norma de todos nosotros nunca dictar medida sin explicar el porqué;
debe ser una norma de todos los funcionarios del Gobierno, trabajar siempre con
el pueblo, explicarle al pueblo, que nosotros estamos seguros de que el pueblo siempre
cooperará; el verdadero pueblo, el que defiende la Revolución como cosa suya,
el que sabe que los reveses de la Revolución son sus reveses, que el prestigio
de la Revolución es su prestigio, que la victoria de la Revolución son sus
victorias y que los defectos de la Revolución son sus defectos (APLAUSOS).
Y, por lo tanto, debemos
siempre buscar soluciones prácticas en todas las actividades, en cualquier
orden, incluso cuando nos vemos obligados a tomar medidas, como las medidas
tomadas contra saboteadores.
Los centros de trabajo se
vieron en la necesidad de “sacudir la mata”, en algunos centros de trabajo. Eso fue consecuencia de determinados
sabotajes; sin embargo, nosotros sabemos que los propios dirigentes obreros
están considerando hacer una revisión cuidadosa de todos esos casos para
rectificarse cualquier injusticia que pueda haberse cometido.
Los enemigos de la Revolución
tienen, aunque muy escasos, ciertos contactos con determinados sectores de
trabajo. La lucha contra los
saboteadores debe ser, sobre todo, producto de la vigilancia, producto del
trabajo entre los propios obreros, producto del esfuerzo por hacer les
comprender la verdad. Es muy triste
cuando un obrero sirve a la causa de los explotadores, es muy triste cuando un obrero
se pone de parte de los monopolios, cuando un hombre humilde se enrola en las
filas de sus enemigos, de los que lo han explotado siempre.
Es cierto que hay
mentalidades que resultan imposibles ya de cambiar, hay cerebros tan
acondicionados y tan corrompidos, que son insalvables. Pero en el seno de los sectores obreros
nuestra lucha debe ser por conquistar cada obrero para la Revolución, porque
salvo que se trate de un cerebro perdido, salvo que se trate de un cerebro
corrompido, ese obrero tiene que comprender sus propios intereses, tiene que
comprender la justicia de la causa que defiende a los obreros. Hay que luchar frente a la contrarrevolución
y el sabotaje, con la vigilancia y con el trabajo revolucionario (APLAUSOS);
conquistar a los obreros. Cuando un
obrero por su actitud no se siente seguro en un punto clave de una industria,
trasladarlo a otro punto; y cuando resulte imposible, entonces sustituirlo de
ese trabajo. Pero la Revolución proclama
el derecho y el deber de trabajar a esos que han sido rebajados del servicio, a
esos también estamos dispuestos a darles oportunidad de trabajar, no allí donde
podrían hacer daño, pero sí en otro sitio, en una fábrica o en la agricultura.
La Revolución proclama el
derecho de cada ciudadano al trabajo, la Revolución está en el deber de
defenderse de los saboteadores, pero debe defenderse manteniendo ese principio;
el que no trabaje aquí, solo puede ser un vago empedernido, solo quien sea un
mercenario (APLAUSOS), porque todo el que desee rectificar y todo el que desea
trabajar, que tenga trabajo; porque la Revolución se propone dar vigencia a ese
derecho, el más sagrado de cada ciudadano, el derecho a trabajar.
Y para que la Revolución no
se vea obligada a tomar medidas drásticas; aumentar la vigilancia, aumentar el
trabajo revolucionario, convertirnos cada uno de nosotros en un militante de la
Revolución, en un guardián de la Revolución dondequiera que estemos; en las
fábricas, en las escuelas.
Hablábamos hoy y alguien
gritó de limpiar las escuelas, las escuelas no las podemos limpiar; al
contrario, nosotros queremos cambiar la dirección de las escuelas; nosotros podemos,
o debemos adoptar, las medidas que garanticen que nadie podrá inducir a la
contrarrevolución a un joven o a un niño (APLAUSOS). Pero la Revolución no puede limpiar las escuelas,
porque la Revolución está en el deber de enseñar y de educar. ¿Y cómo vamos a permitir que se pierda una inteligencia
joven?, ¿cómo permitir que a un joven lo arrastren por los caminos antipatrióticos?,
¿o cómo abandonarlo a su suerte? ¿Qué
creen esos niños? Creen en las mentiras
que les han inculcado; creen las leyendas hechas por ellos, falsas, que allí
han repetido todos los días contra la Revolución.
Y lo mismo que un niño con
un maestro revolucionario puede ser un niño bien orientado sobre las cuestiones
de su patria, un niño con un maestro contrarrevolucionario puede sufrir un gran
daño en su mente. Y ese niño no tiene la
culpa. ¿La culpa, saben, a última hora,
quién la tendría? Nosotros, por permitir
que haya inteligencias en manos de criminales que son capaces de convertirlo en
un contrarrevolucionario (APLAUSOS). La culpa
sería de nosotros.
Y los niños deben tener
siempre nuestra mayor consideración. Y
nosotros somos los primeros en lamentar la situación de muchos de esos niños
que se entusiasmaban por las cosas de la Revolución, que simpatizaban con la
Revolución, y cuyos padres se los han llevado al extranjero. Y nosotros pensamos en la suerte de esos
niños, que los han sacado de este ambiente de leyenda en que vivían, y se los
han llevado a otro país extraño.
¿Qué será de esos niños? ¿Qué será de los hijos de quienes cegó la
ambición y se marcharon a vivir al norte?
Esos niños son, en realidad, víctimas.
Por eso debemos ayudar a los niños, y el Gobierno Revolucionario, en su
hora, tomará las medidas que estime pertinentes, porque la Revolución no se va
a detener. Se engañan los que creen que
con actos de piratería, de agresión, de amenaza y de terror, van a detener la
Revolución. A la Revolución no la van a
detener, todo lo más que conseguirán es radicalizar la Revolución; eso es todo lo
más que conseguirán (APLAUSOS); haciéndole la guerra a la Revolución, todo lo
más que conseguirán es que la Revolución profundice.
La Revolución va a seguir
adelante, victoriosamente e inconmovible, ¿con quién?: con los buenos, con los mejores, con los
firmes, con los verdaderos revolucionarios; los que van a templar su espíritu
para una verdadera revolución; los que no se acobardan, los que no se venden y
los que no se rinden. Con esos
seguiremos adelante, luchando; luchando contra nuestros enemigos, luchando
contra nuestros propios errores, rectificando nuestros errores, tratando de
fortalecer la Revolución por todos los medios, tratando de ganarle terreno al
enemigo, tratando de defender cada conciencia, tratando de defender cada hombre
y cada mujer, tratando de convencer, de persuadir, a los que podamos persuadir
y convencer; a los que no podamos convencer y persuadir, neutralizar; y a los
que no podamos convencer ni persuadir ni neutralizar, a los que nos combatan, a
los que nos hagan la guerra, sencillamente hacerles la guerra (APLAUSOS); a los
contrarrevolucionarios activos, como parásitos que son (EXCLAMACIONES DE: “¡Paredón!”), como gusanos que son
(EXCLAMACIONES DE: “¡Paredón!”), como
servidores del imperialismo que son (EXCLAMACIONES DE: “¡Paredón!”), exterminarlos.
La Revolución debe ser dura
con sus enemigos; la Revolución debe ser enérgica con sus enemigos. Repito aquí y recuerdo de nuevo lo que
dijimos el 2 de enero, que la Revolución es una lucha a muerte entre intereses
del pueblo, e intereses antipueblo; entre los revolucionarios y los contrarrevolucionarios. Y que si la Revolución no aniquila a la
contrarrevolución, la contrarrevolución aniquila a la Revolución.
Y la contrarrevolución no
tendría aquí fuerza, la contrarrevolución sería sumamente débil; la única
fuerza con que cuenta la contrarrevolución es la gran fuerza del imperio, la
gran fuerza del extranjero poderoso; esa es la fuerza. Por ello se envalentona, por ello se alienta,
de ellos obtienen los recursos, los explosivos, las armas, los aviones, los
barcos piratas. Esa es la única razón
por la que la contrarrevolución puede contar con una fuerza: la fuerza del exterior, la fuerza de
los enemigos de nuestro país, los enemigos de la nación.
Por eso, porque no
combatimos sino contra enemigos poderosos, y por cuanto los
contrarrevolucionarios son agentes de ese enemigo y son mandados por ese
enemigo, nosotros lo sentimos, pero nos vemos en la necesidad de ser
implacables, de ser duros y de ser enérgicos (APLAUSOS).
Las puertas de la
Revolución han estado abiertas para todos.
Aquí a nadie se le ha negado el derecho a servir al país. Hay que ser duros contra los que se ponen
contra el país y se venden a los enemigos del país. Nosotros no le hemos negado ni siquiera el
derecho a vivir, y a vivir en ciertas comodidades, a los explotadores del
pueblo. Por eso debemos ser duros con
los que desconociendo la generosidad de la Revolución, se unen al extranjero
para tratar de explotar otra vez al pueblo.
Nosotros fuimos generosos
hasta con los politiqueros; hubo un olvido al pasado. De antes del 10 de marzo no se contaron los
pecados; y sin embargo, vemos a los pecadores reincidentes que volvieron a las
andadas y se pasaron con el enemigo imperialista. Hay que ser duros e implacables con los reincidentes
que se pasaron al enemigo imperialista. Hemos
visto cómo se envalentonaron los terroristas y los criminales; y la Revolución,
incluso, había suspendido los tribunales revolucionarios, la Revolución había
suspendido la pena de muerte.
Sirva esto para demostrar
cómo ha actuado la Revolución y cuáles han sido las intenciones de la Revolución. Sin embargo, la Revolución ha tenido que
responder a los que asesinan obreros, a los que asesinan niños, a los que
destruyen fábricas, a los que arrancan vidas de obreros honrados, ¡solo porque
vista una camisa de miliciano, que no es camisa de mercenario, sino camisa de
obrero, que sin que le paguen por las horas que tiene que invertir defendiendo
las fábricas, las defienden! (APLAUSOS.)
Los esbirros, los verdugos,
los terroristas, obligaron a la Revolución, muy a su pesar, a implantar los tribunales
revolucionarios y las sanciones severas, porque nosotros sentimos el que la
Revolución se vea necesitada de adoptar esas medidas, pero la Revolución no
tiene la culpa: la
culpa la tiene la contrarrevolución, la culpa la tiene el imperialismo, la culpa
la tienen los esbirros que aquí quieren volver a enlutar la familia, que hoy
quisieran volver a segar vidas.
¿Y qué quieren? ¿Que la Revolución se cruzara de brazos? No, ¿para que de nuevo las calles amanecieran
repletas de cadáveres, para que de nuevo los estudiantes fueran torturados y
asesinados? No. ¿Qué querían, que la Revolución se cruzara de
brazos para que los asesinos y los ladrones volvieran? No. Los
obreros, los estudiantes, los campesinos, el pueblo, que fueron testigos de
aquel pasado de horror y de miedo, porque hoy los que tienen miedo son los
traidores, hoy, los que tienen que vivir preocupados son los conspiradores, y
los terroristas, pero el obrero que trabaja, el estudiante que estudia, el
campesino que cultiva la tierra, el pueblo laborioso, el pueblo luchador,
testigo de aquel pasado de terror en que los asesinaban por ser estudiante, por
ser obrero o por ser campesino, el pueblo testigo de aquel pasado, no se
cruzará jamás de brazos.
Ya sabemos qué manos son
las que mueven a los criminales: manos
yankis fueron las que forjaron la tiranía y la mantuvieron; balas y bombas
yankis fueron las bombas que asesinaron tantas vidas; explosivos yankis y
agentes yankis fueron los que promovieron el sabotaje de “La Coubre”; explosivos yankis son los que han estallado en
tiendas, en escuelas y en fábricas; armas yankis son las armas de los mercenarios;
aviones yankis son los aviones que han violado nuestro territorio; barcos
yankis son los barcos que realizan actos de filibusterismo contra nuestras
ciudades; oficiales yankis son los que entrenan a los mercenarios; y manos
yankis fueron las que colonizaron nuestra economía, manos yankis fueron las que
nos impusieron la Enmienda Platt; manos yankis fueron las que impidieron el
triunfo del ejército libertador en las luchas por la independencia (APLAUSOS).
Esas manos quieren volver y
los que sirvan esas manos, y los que se presten de tentáculos a ejecutar la
voluntad de los enemigos de la patria, de los que impidieron la feliz culminación,
en épocas pasadas, del triunfo del pueblo, esos, contra esos, tenemos que ser
duros y ser implacables.
Por lo demás, ya veremos si
continúan las violaciones, ya veremos si continúan los ataques piratas, ya
veremos si piensan hacer vivir al país en un estado de guerra, de constante
agresión, de destrucción, ya veremos. Porque
los pueblos de América reaccionarán, los pueblos de América darán su lección a
los enemigos de nuestro pueblo.
Nosotros estamos aquí
dispuestos a resistir, y nadie duda de que resistiremos; nosotros estamos
dispuestos a mantenernos firmes, y nadie lo duda; nosotros estamos dispuestos a
avanzar, y nadie lo duda; la Revolución seguirá adelante, ¡y nadie lo duda! (APLAUSOS.) Nosotros nos defenderemos, y nosotros sabremos
defendernos; nosotros sabremos movilizar los recursos necesarios para
defendernos; y frente a la hostilidad y la agresión, lo que dijimos hace poco: nos seguiremos
armando, seguiremos comprando armas, ¡seguiremos trayendo montones de armas! (APLAUSOS.)
Y, si nos hostigan con barcos
filibusteros, ¡compraremos barcos, para perseguir a los barcos filibusteros! (APLAUSOS); y si nos hostigan con aviones
piratas, ¡compraremos aviones, para perseguir a los aviones piratas! (APLAUSOS); y si promueven la revolución
contra nosotros, ¡promoveremos la revolución contra los gobiernos que promuevan
la revolución contra nosotros! (APLAUSOS.)
Y nos armaremos, y nos prepararemos.
Y, además, sepan los
esbirros, sepan los mercenarios y sepan los imperialistas ¡que no estamos solos! (APLAUSOS PROLONGADOS.) ¡Y que midan sus actos, que midan sus pasos, y
que el fracaso tras fracaso no los lleve a estupidez tras estupidez!
Ya parece que ni sueñan
siquiera en un gobiernito por aquí, y piensan ponerlo en el exilio (RISAS). ¡Muy bien!, que nombren el gobierno en el
exilio cuando quieran los yankis, que nosotros nombraremos aquí muchos
gobiernos en el exilio, y en primer lugar, ¡el Gobierno de Puerto Rico libre en
el exilio! (APLAUSOS.) Y tan pronto el imperialismo forme un gobierno
contrarrevolucionario en el exilio, ¡vamos a formar muchos gobiernos
revolucionarios en el exilio! (APLAUSOS
PROLONGADOS.)
¿Qué ocurre? Que no se han atrevido a desembarcar. ¿Qué ocurre?
Que saben que no pueden apoderarse ni de un pedacito, ni de un pedacito,
del territorio nacional; ni pueden durar mucho tiempo en ningún lugar que
desembarquen. Y ahora, la desesperación
los lleva a crear un gobierno en el exilio.
¡Muy bien, esperemos si lo forman!
Y recuerden que cada derecho que ellos se atribuyan aquí en este continente,
es otro derecho que nosotros nos atribuimos en este continente (APLAUSOS); que
al imperialismo no le tenemos ¡absolutamente ningún miedo! (APLAUSOS), y esperamos que el imperialismo sepa
que nosotros responderemos hecho por hecho, que el imperialismo sepa que la
Revolución no se amilana, ni le terne.
Y ahora, vamos a ver cómo
responden ante la ONU de las denuncias de Cuba, vamos a ver cómo responden ante
la ONU del acto filibustero de hoy, vamos a ver qué dicen. ¡Son tan descarados que no dicen nada! (RISAS.) Nosotros nos recordamos cuando
estuvimos allí en la ONU y le dijimos las verdades allí al delegado de Estados
Unidos, y nos quedamos esperando a ver qué decía; pues, sencillamente, ¡no dijo
nada! Son tan descarados que, ante la
verdad, hasta se callan; porque no hay cosa más fácil que desenmascarar allí a
un delegado del imperialismo y decirle verdades que no puede rebatir.
Y así andan por el mundo: de descrédito en descrédito, de ridículo en
ridículo, de papelazo en papelazo (RISAS), sin comprender que no tienen más que
un camino inteligente, los muy brutos (RISAS), y es, sencillamente, dejar en
paz a Cuba; que mientras menos dejen en paz a Cuba, peor para ellos; que
mientras más hostiguen a Cuba, con más energía Cuba se defenderá; que mientras
con más fuerza traten de producir la contrarrevolución, con más fuerza ganará
simpatías la Revolución en toda la América Latina (APLAUSOS). Si comprendieran eso, harían lo más
inteligente; pero no son inteligentes, son torpes, y como tales, así debemos
esperar que actúen.
Mientras, seguir, y seguir;
seguros de una cosa: de
la victoria. Mucho más lejana estaba la
victoria en otros tiempos; mucho más lejana estaba aquel día en que, mientras asesinaban
al compañero José Antonio en La Habana, sacrificaban su vida otros compañeros
del Directorio Revolucionario, nosotros contamos a nuestros hombres, aquel 13
de marzo, y ¿saben cuántos éramos?: ¡Eramos
doce!, hace cuatro años solamente (APLAUSOS).
Y hoy, hoy, somos 12 veces
500 000 (RISAS); y hoy somos muchas decenas de miles de 12 fusiles
(APLAUSOS); y hoy es un pueblo, y hoy la Revolución se presenta, no como una
promesa, sino como una obra realizada. Y
¿qué ha prometido la Revolución que no haya cumplido?, ¿podría alguien acusar a
la Revolución de una sola promesa que no haya cumplido? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Y, si las promesas principales se cumplieron,
¿qué hay que hacer?, ¿qué hay que proponerse?: ¡Nuevas promesas! Y, cuando se hayan cumplido nuevas promesas,
¿qué hay que proponerse?:
¡Nuevas promesas!
Y eso es lo que ocurre: la Revolución cumplió
sus primeras promesas, y la Revolución se propone nuevas promesas, la Revolución
se propone cumplir los principios que un millón de personas apoyó en aquella
gigantesca asamblea del pueblo.
¿Qué pueden decir frente a
eso los que van allí a llorarle al FBI, y al CIS, y a las agencias de
inteligencia?, los que van a llorarle al Pentágono, ¿qué pueden decir de esto?,
¿qué moral tienen para combatirnos?, ¿qué razón pueden esgrimir? ¡Ninguna!, sino la razón de los traidores, la
razón de los cobardes, la razón de los vacilantes, la razón de los desertores.
¡Adelante, pues, siempre
adelante!, ¡eso es lo que nos corresponde!
¡Siempre firmes, siempre decididos, siempre dispuestos a afrontar los
sacrificios! Los sacrificios, hasta
ahora, han sido pocos, ¡nosotros tenemos temple y tenemos valor para soportar
sacrificios mil veces mayores, para que se cumpla el principio de que la
Revolución vencerá!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)