DISCURSO
PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO
REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO DE GRADUACIÓN DE LOS MAESTROS VOLUNTARIOS, EFECTUADO
EN EL TEATRO DE LA CTC REVOLUCIONARIA, EL 23 DE ENERO DE 1961.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES
TAQUIGRÁFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Maestras y maestros voluntarios:
Como resultado
de aquel llamamiento que se hizo un día para resolver un problema que parecía
difícil, llevar los maestros a las montañas, es esta la segunda vez que se
gradúa una legión de maestros.
Surgió de la
necesidad esta solución; no había maestros para las montañas, y no era fácil
resolver el problema. La vida de las
montañas es dura, no es fácil adaptarse a la vida de las montañas, para quienes
no han vivido nunca en las montañas.
La clave del
problema es esta: para
las montañas no había maestros, o había maestros que no estaban adaptados a las
montañas. Ocurría muchas veces que se designaban maestros para las montañas, y
llegaban los miércoles y se marchaban los viernes. Esa era una realidad que no debe ocultarse: la república no
preparó maestros para enseñar en el campo; los maestros eran escogidos,
fundamentalmente, en las ciudades, cuando un verdadero programa de formación de
maestros debió procurar escoger también maestros en los campos.
Nuestras
escuelas de formación de maestros estaban en las ciudades, podían estudiar jóvenes
procedentes de las ciudades y, sin embargo, una parte grande, casi el 50% de
nuestra población, es campesina. Las
consecuencias eran lógicas: en la ciudad se podía aprender a leer y
a escribir; en la ciudad, por lo general, no faltaba una escuela o un maestro. Más todavía: en la ciudad de La Habana, por ejemplo,
sobraban maestros. Y después de la
reestructuración que se hizo en el Ministerio de Educación, se demostró que
había en la capital 1 000 maestros más de los que se necesitaban y, en cambio,
en los campos faltaban 10 000 maestros. Era un estado verdaderamente irregular; la
república no podía desentenderse de ninguna forma, es decir, la Revolución no podía
desentenderse de esa grave irregularidad, la Revolución no podía dejar en el
olvido a esos niños —más de medio millón— que no tenían maestros.
Pero el campo
no es solamente la región llana del país. Es más fácil llegar al llano que a las
montañas; las comunicaciones en las montañas son más difíciles. Puede hacerse un camino en las montañas que,
sin embargo, no les es de utilidad para vecinos que están a dos kilómetros del
camino, porque entre ellos y el camino se interponen elevadas montañas; y
mientras en el llano un camino puede beneficiar a todas las familias que viven
hasta 10 y 12 kilómetros de la vía, en las montañas es muy distinto y, además,
la vida en las montañas es dura.
La república
no tenía maestros para las montañas; los maestros de nuestro país no recibieron
una educación apta para enseñar en las montañas. Nosotros no queremos hablar en detrimento de
los maestros. Hay maestros muy buenos, aunque haya maestros muy mediocres,
también; hay incluso maestros contrarrevolucionarios, y eso es verdaderamente
triste.
¿Por qué hay
algunos maestros contrarrevolucionarios? Primero: porque había personas de posición
acomodada que escogían para sus hijas la profesión de maestras. Segundo: porque había 10 000 maestros sin
empleo en nuestro país, y adquirir un aula se había convertido en una tarea muy
difícil; adquirir un aula era algo que muchas veces solo podía lograrse
mediante influencias políticas, mediante amigos en el ministerio o en el
gobierno. De esa forma, muchas veces el
maestro tenía que prostituirse antes de empezar a ser maestro. Tercero: porque en el ambiente asfixiante y
moralmente corrompido en que vivía nuestro país, era difícil que florecieran
las virtudes del maestro. Cuarto: porque a los
maestros no se les hacía pasar por verdaderas pruebas de vocación y de amor a
la enseñanza.
Nosotros no
podemos por eso conceptuar mal a la gran masa de maestros de nuestro país; más
bien, entendemos que debemos trabajar muy duro entre la gran masa de maestros
del país, ya que nosotros creemos que como obreros intelectuales que son los
maestros, como sector, al fin y al cabo, modesto de nuestro país, que son los
maestros, aunque por excepción haya también maestros procedentes de familias
acomodadas, porque la Revolución ha ayudado al maestro, porque la Revolución ha
empleado a 10 000 maestros; aunque haya reducido el número de inspectores,
aunque haya puesto fin a todas las prebendas en el Ministerio de Educación,
aunque haya hecho trabajar al maestro, la Revolución resolvió, para siempre, el
terrible dilema del maestro, y lo liberó de la amarga necesidad de tener que
mendigar un aula, de la terrible necesidad de tener que prostituirse para ser
maestro; la Revolución ha elevado las condiciones morales de la enseñanza y ha
elevado también las condiciones materiales de los maestros; y la Revolución,
sobre todo, ha prometido a todos esos maestros que les reintegrará con creces
el sacrificio que hacen hoy, cuando en las nuevas aulas creadas por la
Revolución aceptaron recibir un módico sueldo, que paulatinamente irá
aumentando todos los años, hasta llegar, en siete años, a la cantidad de 200
pesos mensuales (APLAUSOS).
La Revolución
ha hecho por el maestro lo que no se había hecho en 58 años de república. Y los maestros respondieron, porque aquí, en
este mismo teatro de la CTC, la masa de maestros, esa masa sobre la que la
Revolución debe trabajar, porque es una masa buena, aceptó unánimemente y con
entusiasmo aquel sacrificio en bien de la educación, porque en aquellos
momentos se contaba con recursos para crear 5 000 aulas y, sin embargo, hacían
falta 10 000. Y los maestros
aceptaron crear las 10 000 aulas con el mismo presupuesto que había para
5 000.
Pero ya el
maestro no tiene que buscar influencias políticas; ya el maestro no necesita
padrino; ya no hay discriminación ni privilegios en el trabajo del maestro. Y la Revolución no solo dio empleo a aquellos
10 000 maestros, sino que la Revolución, a la vez que resolvía este problema,
un problema que se agravaba de año en año, porque de año en año eran más
maestros sin empleo, de año en año aumentaba el número de los que se graduaban
y no tenían trabajo, a la vez que resolvió ese problema, ha creado 2 500
maestros más para enseñar en las montañas, es decir, ha creado, ha preparado 2 500
maestros más (APLAUSOS).
Pero no
debemos limitarnos a esto. Hay que hacer
un trabajo revolucionario entre los maestros, hay que elevar el nivel
revolucionario entre los maestros, hay que capacitar a los maestros. Y vamos a comenzar por los inspectores,
iniciando un curso de preparación de inspectores de seis meses, a fin de
preparar una legión de inspectores que sean capaces de fiscalizar ciertamente
el trabajo de los maestros en las ciudades y en los campos (APLAUSOS). Vamos a iniciar cursos de capacitación de los
maestros, pero, además, vamos a introducir métodos verdaderamente nuevos y
revolucionarios en la formación de los maestros. Y para eso, nos han servido mucho los cursos
organizados en la Sierra Maestra. Vamos
a darles una oportunidad a todos los jóvenes que actualmente están estudiando
en las escuelas de maestros, es decir, que todos los que hasta este momento han
ingresado en las escuelas de maestros tendrán su oportunidad, porque son
derechos adquiridos.
Pero la
Revolución tiene un deber, a veces difícil, o, mejor dicho, duro de cumplir. La Revolución tiene el deber de buscar
soluciones verdaderas a los problemas; la Revolución tiene el deber de liquidar
todo lo que el pasado nos dejó de torcido o de insuficiente. Aunque cumplir el deber muchas veces lesiona
intereses; aunque cumplir el deber muchas veces a nosotros, los que lo
cumplimos honradamente, nos granjee enemigos y antipatías. Mas, si nosotros no aprovechamos este minuto
de la patria para edificar sobre bases verdaderamente nuevas, si nosotros no
aprovechamos este minuto de la patria para hacer un país enteramente nuevo, las
generaciones venideras nos reprocharán hasta el menor átomo de oportunidad que
perdamos hoy, ¡las generaciones venideras nos reprocharían mañana como una cobardía
lo que por temor a lesionar intereses dejáramos de hacer hoy! (APLAUSOS.)
Algunas de
nuestras medidas revolucionarias no gustan; algunos de los proyectos de la
Revolución no gustan. No gustan a
determinados sectores o no gustan a determinados intereses. Más aún: los escépticos a veces han visto como
cosa imposible de realizar muchos de los empeños de la Revolución que hoy son
realidades palpables e indiscutibles. Las
cosas difíciles de la Revolución han parecido imposibles para los escépticos, y,
sin embargo, los hechos han demostrado que nada es difícil; los hechos han
demostrado que todo es posible.
Así, por
ejemplo, cuando hablábamos un día de organizar las Brigadas Juveniles de
Trabajo Revolucionario y poníamos como prueba el escalamiento del Turquino
cinco veces, y la permanencia en la Sierra Maestra durante tres meses, a
algunos parecía aquello imposible, parecía demasiado dura esa empresa para jóvenes
de 13, 14 y 15 años. No han pasado siquiera seis meses, y ya hay jóvenes de
esos que hace menos de seis meses vagaban sin trabajo por las calles, o
limpiaban zapatos, o vendían periódicos, y que hoy están estudiando en las
escuelas tecnológicas, o en las escuelas de aviación, o en las escuelas de
marina, o en escuelas que los capaciten para servir el día de mañana en la
carrera diplomática y en otros muchos campos...
(APLAUSOS).
La
organización de un ejército de obreros y campesinos parecía también muy
difícil; parecía tarea increíblemente difícil a un pueblo al que sus
detractores se habían complacido en señalar como pueblo anárquico e
indisciplinado, sin sentido del orden y sin sentido del esfuerzo tenaz y
constante. Sin embargo, las semanas
recientes han demostrado que la formación de ese formidable ejército se logró
solo en el curso de algunos meses, y se evidenció de manera irrebatible que
nuestro pueblo no solo tenía virtudes para la vida cívica, no solo tenía
virtudes para tareas fáciles, sino que nuestro pueblo tenía también grandes
virtudes para la lucha en defensa de su patria y que tenía las virtudes
necesarias, capaces de constituir una fuerza que por sí solo inspirase temor y
respeto a los que se proponían atacarla (APLAUSOS).
...Parecía difícil
hacer maestros. Se hizo el llamamiento,
y acudieron a ofrecerse cerca de 5 000 jóvenes; se hizo el llamamiento, y,
al cabo de seis meses apenas, la república cuenta con 2 500 nuevos
maestros (APLAUSOS), que sí fueron preparados en el espíritu de las montañas,
que sí se familiarizaron con las montañas, y que sí se propusieron desde el
primer momento ir a enseñar en los más apartados rincones del país (APLAUSOS).
Y no solo la
Revolución preparó 2 500 maestros, sino que esos maestros han dado un
resultado formidable. Esos maestros se
han ganado la simpatía y el respeto de todos los sectores del país; y de esos
maestros y de su tarea en las montañas hemos escuchado los mejores elogios. Y no solo como maestros, como maestros de los
campesinos, sino también como maestros de los soldados del Ejército Rebelde, y
como maestros de las Brigadas Juveniles de Trabajo Revolucionario (APLAUSOS).
Habíamos
escogido 50 maestros voluntarios, con nivel de estudio universitario, a fin de
ingresarlos en el Instituto de Política Exterior y Comercio Internacional. Mas un día fue necesario nacionalizar las
empresas, fue necesario encontrar administradores. Llamamos a esos 50 maestros y llamamos a cerca
de 100 maestros más, con el fin de designarlos administradores de empresas. Y esos maestros partieron hacia sus
respectivos destinos; sabían que no iban a convertirse en administradores de
empresas; se les dijo que ellos eran maestros, que iban a realizar aquel
trabajo provisional mientras se preparaban especialmente los administradores; y
se les dijo, además, que ellos no ganarían sueldos altos, sino que ganarían lo mismo
que estaban ganando los maestros en las montañas. Y así, ¡más de 100 maestros se convirtieron
en administradores de empresas y han estado desempeñando ese cargo con 100
pesos de sueldo, durante muchos meses! (APLAUSOS.)
Y algunos de
ellos resultaron... más bien que algunos, muchos de ellos dieron una talla
extraordinaria como administradores. Y los
compañeros que dirigen la organización de las industrias deseaban que esos
maestros continuasen como administradores; mas, no fue posible complacerlos, al
menos con los 50 compañeros de nivel universitario, que si habían sido
competentes para dirigir empresas debíamos continuar trabajando con ellos, a
fin de capacitarlos para que pudieran desempeñar otras tareas más útiles e
indispensables todavía a nuestra Revolución y a nuestro país.
Luego, lo que
parecía difícil fue posible, y podría añadirse que fue fácil; porque, en medio
de una revolución, las cosas al parecer más difíciles resultan fáciles (APLAUSOS).
Por eso, la
oportunidad de una revolución no debe perderse; por eso, la Revolución debe
edificar cuanto sea necesario sobre bases nuevas; la Revolución debe
transformar todo lo que sea posible transformar, y así la Revolución va a
transformar el método de preparación de maestros. Y a partir de ahora, no ingresarán nuevos
alumnos en las escuelas de maestros de las ciudades. Los alumnos que están, terminarán sus
estudios; pero los primeros cursos, es decir los alumnos que se inicien, no
vendrán a estudiar en las ciudades. La
Revolución se propone someter a pruebas a los que deseen ser maestros. El país remunerará generosamente a los
maestros, pero ser maestro requerirá verdadera vocación, ser maestro requerirá
verdaderas pruebas de amor a la enseñanza (APLAUSOS). Y los maestros no se prepararán en las ciudades;
podrán ser maestros del campo, o podrán proceder de las ciudades, pero las
escuelas de maestros, todas, estarán en las montañas (APLAUSOS PROLONGADOS).
Se crearán
tres grandes escuelas de maestros: una en la Sierra Maestra (APLAUSOS),
otra en las montañas en el noroeste de Oriente (APLAUSOS), y otra en las
montañas del centro de la isla (APLAUSOS). Se edificarán verdaderos centros, en lo más
alto de las montañas (APLAUSOS), en medio de los campesinos, y todos los
estudiantes que deseen ser maestros recibirán becas para estudiar.
El acceso,
pues, a la carrera del magisterio estará al alcance de todos los que tengan
vocación, cuenten o no con recursos económicos. Demasiado miserable era el
sistema en que para adquirir una profesión era necesario tener dinero;
demasiado miserable era el sistema que impedía a las inteligencias ser útiles a
la patria si no contaban con recursos necesarios: ¡Es deber del pueblo, es deber de la
Revolución, es deber de la patria, abrirle paso a la inteligencia, abrirle oportunidad
a la inteligencia (APLAUSOS PROLONGADOS), abrirle paso a la vocación, abrirle
paso a la virtud y al mérito!
Nosotros
sabemos que esta no es una tarea fácil; más aún: nosotros sabemos que nos ganaremos la
enemistad de unos cuantos profesores de las escuelas de maestros; nosotros
sabemos —y lo decimos sin desprecio ni desdén, pero con toda honradez— que no será
fácil encontrar a los profesores de las escuelas de maestros de las montañas. De todas formas, algún trabajo les buscaremos
a esos profesores, no los vamos a obligar a ir a las montañas; pero nosotros
esperamos que una parte del profesorado, nosotros esperamos que de las filas de
los pedagogos, surjan los maestros que necesitamos para enseñar en las
montañas; ¡surjan los forjadores de esas escuelas! Nosotros sabemos que aparecerán profesores
deseosos de ser los fundadores de ese nuevo método de enseñanza que nuestro país
tiene el privilegio de implantar como una verdadera innovación.
Y así, el
estudiante que empiece por estudiar en las montañas, es decir, empiece por lo más
difícil, el estudiante que empiece por enseñar en las montañas, y que una parte
del tiempo de su aprendizaje lo dedique también a la práctica de enseñar, ese
maestro que empiece por lo más difícil, será un maestro hecho a la medida de
las necesidades de nuestro país, un maestro que irá a enseñar gustosamente a
los rincones más apartados, un maestro que en la medida que vaya desempeñando
su profesión tendrá por delante todas las oportunidades necesarias, y que
cuando venga a enseñar en el llano sea un maestro veterano de las montañas, y
cuando venga a enseñar en la ciudad con todas las comodidades, ¡sea un maestro
veterano de la enseñanza en el campo! (APLAUSOS.)
Nosotros
aprovechamos esta ocasión de hoy para expresar este propósito del Gobierno
Revolucionario. Y estamos seguros de que
el pueblo nos dará la razón; estamos seguros de que las madres y los padres nos
darán la razón (APLAUSOS); estamos seguros de que ese 50% de familias que viven
en el campo nos darán la razón, y que el otro 50% de familias que viven en las
ciudades y que desean para sus hijos el más vehemente esfuerzo, que desean para
sus hijos las mejores escuelas, porque nosotros dijimos que algún día la
pobrecita escuela pública, que algún día la relegada escuela pública, que algún
día la menospreciada escuela pública sería incomparablemente superior a las
mejores escuelas privadas (APLAUSOS). Lo
cual quería decir que las escuelas de los hijos de los campesinos y de los
obreros, que las escuelas de los hijos de las familias humildes, llegarían a
ser incomparablemente superiores a las escuelas de las familias de mejor situación
económica y de las familias acomodadas.
Incluso, era
tan mala la enseñanza y tan absoluta la carencia de medios de educación en
algunas escuelas que había casos de obreros y empleados que se veían en la
necesidad de enviar a sus hijos a escuelas privadas. En el futuro no será así, en el futuro
nosotros contaremos con magníficas escuelas, en el futuro el cuerpo de maestros
será todo lo preparado para la tarea que ha de desempeñar como las
circunstancias lo van a exigir, en el futuro el cuerpo de maestros será mejor: de los maestros futuros y de los maestros
presentes, los de mañana estudiando en condiciones distintas, los de hoy
capacitándose, superándose y preparándose, para lo cual el Gobierno
Revolucionario les brindará todas las facilidades (APLAUSOS).
Y el pueblo
estará de acuerdo con este propósito del Gobierno Revolucionario. Ningún ciudadano honrado y consciente dejará
de estar de acuerdo, aunque algunos cientos de personas están en desacuerdo,
aunque el número de los que se pongan contra la Revolución pueda aumentar algo,
pero son las cosas inevitables de las revoluciones. Es decir que las medidas rectificadoras, las
medidas justas, las medidas que innovan y moralizan la vida de un país, chocan
contra los intereses creados, chocan contra los mediocres, chocan con los
adaptados a la fétida situación en que vivía nuestra república.
Y así cada
obra de la Revolución muchas veces concita enemistades, pero también es muy
cierto que cada obra de la Revolución, cada obra justa, profundiza el amor del
pueblo hacia su Revolución (APLAUSOS); profundiza el fervor de los hombres y
mujeres honestos de nuestro país, y afianza más la Revolución.
La Revolución
no es una tarea de los peores, la Revolución es una tarea de los mejores, la
Revolución es una verdadera lucha entre los mejores y los peores; con la
Revolución estarán siempre los mejores, y con la contrarrevolución estarán
siempre los peores (APLAUSOS).
Y no solo se
ha estado preparando maestros; han proliferado las escuelas de todo tipo. Y no solo se ha estado preparando artilleros y
oficiales revolucionarios; una serie de cursos se han iniciado en todo el país: cursos de administradores
de empresas, cursos de numerosos tipos de técnicos, cursos para las brigadas
juveniles, cursos para directores de círculos infantiles. Y, en conjunto, en las nuevas escuelas se
incluyen técnicos en agricultura, técnicos en educación física, técnicos en
contabilidad, técnicos en inseminación, maestras de corte y costura para el
campo; y sin contar los becados para las escuelas universitarias, el número de
los que estudian en esos cursos y de los que van a estudiar, dentro de un mes
pasarán de 12 000. No incluimos,
por supuesto, los que estudian en las escuelas militares.
Se va a
iniciar un curso, muy brevemente, para capacitar, por ejemplo, maestros y
maestras de arte dramático (APLAUSOS); estarían mejor de instructores de arte
dramático, instructores de canto, instructores de música, en general, de danza,
instructores de idiomas, instructores de educación física, directores de las
granjas infantiles y, en fin, la capacitación de todo el personal que
necesitamos para llevar a cada uno de esos centros escolares de las granjas del
pueblo, dondequiera que la Revolución ha erigido un pueblo nuevo con un magnífico
centro escolar, para que en los campos, en cada centro escolar donde estudian
200 y 300 niños, hayan instructores de educación física, instructores agrícolas
que lleven a los niños a las granjas infantiles a aprender a cultivar y a
producir; mas no solo instructores de educación física y de cultivo, sino también
instructores de música, instructores de danza, instructores de arte dramático,
e instructores de idiomas.
De manera que
podremos ir descubriendo, en cada centro escolar, aquellos niños que tengan
vocación para el arte, aquellas inteligencias vírgenes que necesiten una
oportunidad, y todos esos niños que demuestren mayor talento artístico, serán
escogidos y traídos a la gran Academia Nacional de Arte que va a crear la
Revolución (APLAUSOS). Esa gran Academia
Nacional de Arte constituirá una verdadera ciudad, pero no una ciudad que vamos
a hacer, sino una ciudad que está hecha, y tomando por centro campos
deportivos, es decir, los dos campos de golf que están situados en los lugares más
aristocráticos de esta ciudad de La Habana (APLAUSOS), donde se instalarán
las aulas, los talleres de trabajo y los escenarios, y teniendo por lugar de
residencia más de 200 casas de las más lujosas (APLAUSOS), 200 palacetes donde vivían
familias acomodadas, a las que no se les privó de sus casas, sino que incapaces
de vivir en un país donde había una revolución, incapaces de vivir en un país
donde se acabó el latifundismo, la explotación y todas las formas de injusticia
social, se marcharon del país en espera, quizás, de que los extranjeros
vinieran a devolverles sus cuantiosos privilegios; y sin que nadie las
conminara abandonaron el país y nos dejaron extraordinario número de palacetes,
los lugares más hermosos de la ciudad, los sitios más bellos, donde se combina la
arquitectura con las áreas verdes y los jardines; verdaderos paraísos que
crearon para disfrutar de sus privilegios, verdaderos paraísos que fundaron a
costa del infierno en que vivían los humildes y los pobres; casas de muchas
habitaciones donde vivían y holgaban unos pocos, a costa de que en barrios como
el barrio de Las Yaguas, o en los solares de las ciudades de la capital,
vivieran hasta dos y tres familias hacinadas en una sola habitación (APLAUSOS).
En aquel lugar
vivieron para llevar una vida de esparcimiento y de ocio y ha quedado de
herencia como el lugar ideal para los pintores, para los artistas en general,
para los espíritus creadores en todos los órdenes del arte, incluso en las
artes manuales. Porque no vamos a
preparar solamente músicos o pintores, vamos a preparar también en artes
manuales a miles de niños, a los que vamos a tratar de preparar lo mejor
posible en la técnica de producir infinidad de objetos útiles por los cuales
admiramos a otros países, y que algún día serán también motivo de admiración.
Y así nuestro país
contará con una magnífica academia de arte, que será una ciudad que
virtualmente se extenderá desde el Country Club hasta el Cubanacán (APLAUSOS).
Por eso, todos
los jóvenes que deseen ser instructores de música, de arte dramático, es decir,
de canto, de danza, o de artes dramáticas, tienen una oportunidad, y deberán
inscribirse también en el Departamento de Formación de Técnicos del INRA,
porque van a ser instructores para las granjas del pueblo; también los que
deseen estudiar idiomas. Y necesitamos, por lo menos, preparar 1 000
instructores en cada uno de los órdenes, es decir, necesitamos, por lo menos,
5 000 jóvenes que deseen aspirar a esos cargos de instructores.
Esos
compañeros para enseñar en las granjas del pueblo; así también deseamos de los
dirigentes del magisterio y de los compañeros del Ministerio de Educación, que
vayan ideando la forma de seleccionar en todos los rincones del país, campo o
ciudad, no menos de 5 000 niños con vocación artística, para integrar el primer
conjunto de alumnos que en la Academia Nacional de Arte, irán a recibir una
educación integral y a desarrollar plenamente sus vocaciones.
Debe ser esa
tarea de los maestros, para sugerir aquellos niños que, a su juicio, deban
merecer una beca para ingresar en la Academia Nacional de Arte. Mientras tanto, en algunas de esas 200 casas... Ya tenemos, por ejemplo 10 de ellas dedicadas
a 300 compañeras de ustedes que van a recibir un curso, de un año, de
instructoras revolucionarias de los 200 centros escolares nocturnos para empleadas
y empleados de servicio doméstico (APLAUSOS) que vamos a establecer en la zona
metropolitana, y que después iremos estableciendo en las demás ciudades del país,
alumnos que, como ustedes saben, recibirán de la nación una ayuda mensual para
estudiar.
También, como
saben, en días recientes fue nacionalizado el Instituto Cubano Americano, y
constituido en ese local el Instituto Lincoln de Idiomas (APLAUSOS). Ese local era un centro dominado por intereses
antinacionales, y se convertirá en un centro más de educación nacional, y donde
las alumnas y los alumnos adelantados en idiomas, de las centros nocturnos, tendrán
allí su escuela superior, y donde recibirán también un subsidio todavía mayor,
es decir, una ayuda de 10 pesos para estudiar idiomas (APLAUSOS).
La Revolución
obra el milagro de ayudar económicamente al sector más humilde, si desea
estudiar; la Revolución, alterando totalmente los viejos sistemas, ayuda al
empleado doméstico que quiere estudiar idiomas, que tiene facilidad para los
idiomas, y no solamente le brinda gratuitamente toda la enseñanza sino, que,
además, lo ayuda económicamente con 10 pesos, que es lo que costaría, quizás,
el recibir un curso en cualquier academia de idiomas, pero a la que
naturalmente no podía asistir una humilde empleada que ganaba 15 ó 20 pesos; la
Revolución, que ha suprimido los privilegios de unos pocos, tiene, por eso, recursos para establecer los derechos de
millones de cubanos. Y así, en todos los
órdenes se ven los extraordinarios frutos de las medidas revolucionarias.
Y en cada uno
de esos 200 centros nocturnos habrá una de ustedes encargada de la tarea de
enseñar y de organizar a ese sector humildísimo de nuestro país; y, además,
esas maestras que recibirán un curso de capacitación durante un año, tendrán también
otras tareas importantes.
En otras 10
casas ya han comenzado a capacitarse 300 directoras de los círculos infantiles;
y en otras dos casas, 30 jóvenes de la Ciénaga de Zapata vendrán a estudiar
cuestiones de alfarería, para crear ahí un centro en la propia Ciénaga, donde
van a producir para satisfacer la demanda de todos los que visiten el parque
nacional de la Ciénaga de Zapata, lugar maravilloso que no solo será un emporio
de belleza, sino también un emporio de riqueza para nuestro país, que habrá de
darle fama en el mundo entero.
Así, tendremos
630 personas estudiando en 22 palacetes, y si en 22 podemos poner a estudiar cómodamente
630 personas, calculen ustedes las que podremos poner a estudiar en 200
palacetes (APLAUSOS).
No solo
estudiarán las maestras y los directores o directoras de los círculos
infantiles, sino que en Ciudad Libertad, centro adaptado para recibir a 1 500
estudiantes becados; mas, es tal el espacio con que se cuenta hoy para los
estudiantes becados, ¡que hay más espacio que estudiantes con necesidad de
beca!
Es decir, hay
cerca de 1 000 estudiantes, llegarán a ser 2 000 antes de finalizar este
curso, mas, hay sitio virtualmente adaptado para recibir cerca de 5 000 becados
universitarios.
Es decir que
lejos de faltar, abunda extraordinariamente, abundan los recursos que se
necesitan para preparar nuestros técnicos, técnicos verdaderamente
revolucionarios que sirvan a su patria y no aquellos que a la primera de cambio
se marchan, cobarde y miserablemente, a lavar platos allí a los yankis (APLAUSOS);
médicos e ingenieros que prefirieron lavarles los platos a los millonarios
yankis, antes que salvar vidas de sus compatriotas y construir para su patria (APLAUSOS).
¡Nuestra pena para los que tales
hicieron, porque nosotros sabemos, de seguro, que tiempo sobrado, y muy
sobrado, tendrán para arrepentirse y rumiar mil veces el momento maldito en que
la traición y la cobardía pudieron más que sus deberes para con Cuba! (APLAUSOS
PROLONGADOS.)
Y mientras los
hermosos pabellones de Ciudad Escolar Libertad, antiguo campamento militar, se
llenan de becados universitarios, irán allí a recibir un curso de preparación para
trabajar en los circulas infantiles 1 000 jóvenes empleadas del servicio
doméstico, de las que hoy ganan 15, 20, 25 ó 30 pesos, a capacitarse para
atender a los hijos de los obreros que estarán en los círculos mientras sus
padres van al trabajo; 1 000 jóvenes humildes, de esas jóvenes pobrecitas del
campo o de la ciudad, que arrojadas por el hambre caen en la ciudad
desconocida, caen en la ciudad que fue cruel para ellas, caen en duro trabajo y
humillante servidumbre; 1 000 de esas jóvenes, para empezar, irán a
recibir un curso de preparación que durará seis meses, y durante el cual seguirán
percibiendo por la escuela el mismo sueldo que estaban percibiendo mientras
trabajaban (APLAUSOS).
Es decir que
la Revolución las llevará a ese centro a estudiar, las preparará para recibir
un trabajo mejor, y mientras estudian, porque la Revolución sabe que tienen
hermanos, o tienen familiares a los que ayudar, las remunera con lo mismo que
percibían en su trabajo. Y, después,
les dará un empleo mejor y más retribuido, para que atiendan amorosamente a los
niños de las familias humildes como ellas.
Y en ese mismo
centro con capacidad para 1 500 becados, simultáneamente estarán recibiendo sus
cursos los inspectores del Ministerio de Educación; mientras en otro sitio, 1 000
campesinas de las cooperativas cañeras estarán convirtiéndose en maestras de
corte y costura; y en otro sitio, 1 200 jóvenes de las cooperativas
cañeras estarán aprendiendo la técnica de la inseminación artificial, a fin de,
en este mismo año, aplicar este método a todos los centros de producción
ganadera de las granjas del pueblo y de las cooperativas, de manera que
constituirá una verdadera revolución en la calidad de toda nuestra ganadería de
carne o de leche.
Simultáneamente,
1 000 jóvenes en el centro tecnológico de Matanzas estarán estudiando para
directores de las granjas infantiles e instructores de educación física; y,
simultáneamente, en el centro tecnológico de la ciudad de Holguín, 1 200
jóvenes estudiantes de comercio y de bachillerato estarán recibiendo un curso
de seis meses para trabajar como contadores en las granjas del pueblo en todo
el país (APLAUSOS).
Y aprovechamos
esta ocasión, precisamente, para hacer un llamamiento a todos los jóvenes
estudiantes de segundo año de bachiller en adelante, o de segundo año de
comercio en adelante, varones —dado el tipo de trabajo que van a desempeñar—,
que deseen recibir ese curso intensivo de seis meses, con marchas también a la
Sierra Maestra todos los meses (APLAUSOS), con lo cual el curso podrá llegar a
ser de siete u ocho meses, con maestros en cuestiones de contabilidad y de
presupuestos, y al cabo del cual irán a trabajar en las granjas del pueblo,
para empezar ganando un sueldo de 90 pesos todos los meses. He ahí una buena oportunidad para los jóvenes
estudiantes de bachillerato y de la escuela de comercio, de adquirir una buena
capacitación, empezar a trabajar y abrir para él cuantas oportunidades le
puedan brindar su talento y su mérito. Inscribirse
también todos los que deseen en el departamento de asistencia técnica, cultural
y material del INRA. Vamos a ver si
acuden todos los jóvenes que necesitamos.
Y, simultáneamente,
será necesario comenzar otro curso de maestros voluntarios en la Sierra Maestra
(APLAUSOS), por cuanto necesitamos más maestros todavía para las montañas, más
maestros para las brigadas juveniles de trabajo revolucionario, más maestros
para el Ejército Rebelde, más maestros para los campesinos de las montañas, o
de la Ciénaga de Zapata y de los lugares más apartados del país, más maestros
para instructores revolucionarios (APLAUSOS), más maestros para las mil y una nuevas
actividades que la Revolución crea y para las cuales necesitamos personas de
voluntad, personas de vocación, personas de espíritu patriótico y revolucionario.
Por eso, es
necesario que, siguiendo el ejemplo de los miles de compañeros que han pasado
por la Sierra, se inscriba una nueva legión, para sacar un tercer grupo, que ya
será el último grupo de maestros voluntarios que formemos, porque como les decía,
en lo adelante, los futuros maestros serán los maestros que ingresen en las
escuelas de las montañas, para recibir allí su capacitación (APLAUSOS). Inscribirse también en el INRA los que lo
deseen.
¿Tuvo alguna
vez nuestra juventud oportunidades mayores?, ¿se abrieron alguna vez de par en
par las puertas a nuestra juventud, para dedicarse de tal manera a un trabajo
útil a su patria, a ellos mismos, a sus familiares?; ¿se abrieron alguna vez
tan de par en par las puertas al trabajo decoroso, al trabajo honesto, al
trabajo que puede satisfacer —por la satisfacción moral que entraña— a los espíritus
más inquietos?; ¿se abrieron de par en par las becas de las universidades para las
familias humildes?, ¿se abrieron de par en par tantas y tantas escuelas que apenas
alcanzan los jóvenes para ingresar en ellas...?
Solo la
Revolución pudo traer a nuestro país las condiciones mediante las cuales los
privilegios desaparecieran, las oportunidades se presentaran con absoluta
igualdad para todos aquellos que lleven dentro una inquietud, para todos
aquellos que lleven dentro un propósito moral, para todos aquellos que lleven
dentro el deseo de vivir siendo útiles y siendo dignos.
Solo la
Revolución ha hecho posible que muy pronto comiencen a faltar los brazos para
las grandes tareas que tenemos delante; solo la Revolución ha hecho posible la
oportunidad de que nuestro país deje de vivir con miedo, deje de vivir con
temor al hambre, deje de vivir con temor al desempleo; solo la Revolución ha
hecho posible que la juventud encuentre sus caminos, ha hecho posible
circunstancias como estas en que hemos visto aquí contraer matrimonio a jóvenes
que, gracias a su esfuerzo, pueden contar ya con el trabajo digno para poder
sostener sus hogares, para poder atender a sus hijos (APLAUSOS).
Solo la Revolución
ha hecho posible esta vida nueva, esta extraordinaria oportunidad que solo la
pueden perder los mediocres, que solo la pueden perder aquellos espíritus ruines
cuyos ojos sean incapaces de abrirse a estas hermosas realidades, los gusanos
acostumbrados a vivir en la podredumbre, los que se adaptaron al ambiente fétido,
corrompido e inmoral de ayer, al ambiente de privilegios, al ambiente de
injusticias, al ambiente de favores, al ambiente aquel en que se obligaba al
ciudadano a trepar en vez de andar, a arrastrarse humillantemente, en vez de
poder marchar de pie y con la frente en alto (APLAUSOS), a vivir de rodillas
miserablemente, y no pueden acostumbrarse a erguirse para afrontar la
existencia con dignidad, para darle un sentido a la vida, para cumplir el deber
de ser útiles a los demás y con lo cual somos útiles a nosotros mismos, a vivir
del trabajo y no del parasitismo, a vivir creando y dando, en vez de vivir
destruyendo y mendigando.
La Revolución
ha hecho posible esa oportunidad para todo el pueblo, pero, sobre todo, para la
juventud, de tal forma que hemos escuchado de labios de compañeros nuestros la
expresión de un sentimiento de nostalgia por no ser ahora jóvenes, por no poder
disfrutar hoy de esas magníficas oportunidades, que no tenían ayer cuando eran
estudiantes de familias pobres y que con grandísimos trabajos pudieron hacer su
carrera, y añoran el no haber tenido en aquellos tiempos estas oportunidades de
hoy.
Lo hemos
escuchado más de una vez. Y no les falta
razón, porque, ¡quién sabe cuántas inteligencias se perdieron!, ¡quién sabe cuántos
genios se desperdiciaron por falta de oportunidad!, ¡quién sabe cuántos
talentos brillantes pasaron sin dar luz, pasaron sin ser útiles, pasaron sin
traer al mundo todo lo que inteligencias fecundas pueden dar para el bien de
sus semejantes!, ¡quién sabe cuántas inteligencias se perdieron y que mañana no
se perderán!, ¡quién sabe cuántas luces dejaron de alumbrar!, ¡quién sabe cuánta
llama dejó de prenderse, y que, sin embargo, mañana arderán con toda la luz de
que son capaces, en las nuevas inteligencias que tuvieron la fortuna de surgir todavía
suficientemente jóvenes como para aprovechar estas oportunidades
extraordinarias! Como ustedes, que hoy
se han convertido en maestros; como los maestros, que se convirtieron en
administradores; como los maestros, que se convirtieron o se convertirán en
embajadores; como los maestros, que se convertirán en hombres prominentes de su
pueblo, tanto como su mérito y su talento lo permitan. Oportunidades imposibles ayer, oportunidades
antes solo para unos pocos privilegiados, oportunidades hoy para todo el
pueblo.
¡Esta es la
Revolución que se está haciendo en nuestro país!, ¡esta es la Revolución a la
que ustedes se han incorporado!, ¡esta es la Revolución por la cual ustedes van
a luchar, dondequiera que se encuentren!, ¡esta es la Revolución que ustedes
van a hacer y van a enseñar!, ¡esta es la Revolución por la cual el pueblo se
yergue!, ¡esta es la Revolución que quieren destruir los miserables, y que sabrán
defender hasta la última gota de sangre los valientes! (APLAUSOS.)
Hemos tenido
hoy escenas hermosas y alegres; hemos vivido momentos de júbilo; hemos
escuchado cantar; hemos escuchado reír; hemos escuchado el rumor de la alegría
y de la sonrisa. Pero también recuerdos
tristes han invadido nuestro ánimo, y cuando veíamos casarse a los maestros,
cuando oíamos entonar el himno de los maestros, en que decían que “las aulas de
los montes nunca más se cerrarán”, recordábamos también algo de lo cual quería
hablar hoy. Recordábamos también algo
muy doloroso y muy triste, idea que esbozamos en días recientes y que no habíamos
comunicado hasta hoy porque no queríamos tampoco amargar a los maestros que
hace unos días, después de la movilización, se marcharon a sus casas. Hablábamos de casos de maestros asesinados por
bandas de contrarrevolucionarios... (EXCLAMACIONES DE: “¡Paredón!”).
Y le
correspondió ese duro pero heroico fin precisamente a un maestro voluntario del
grupo anterior, un maestro jovencito, que enseñaba cerca de Sancti Spíritus a
44 niños campesinos y a un número igualmente considerable de adultos; un
maestro de los que, como ustedes, pasó por los campamentos de las montañas; un
maestro de los que, como ustedes, acudió al llamado de enseñar a los niños del
campo; un maestro de los que, como ustedes, pasó los días de lluvia y las
noches de frío; un maestro de los que, como ustedes, pasó por todas las
privaciones de las montañas en el noble afán de enseñar; un maestro humilde, un
joven de solo 18 años. Limpiabotas
primero, panadero después, y que, por la noche, estudiaba; y, en el estudio,
continuaba su fatigosa tarea de todos los días. Un joven de Matanzas,
estudiante de bachillerato ya, gracias a su esfuerzo; que marchó a la Sierra,
estudió, se graduó, vivió como ustedes momentos de júbilo, momentos de
optimismo. Fue enviado a la zona
montañosa de Las Villas, a enseñar. Abrió
su escuela, educó durante varios meses, enseñó las primeras letras a numerosos
niños y a adultos...
Era el mes de enero.
Para él las clases habían empezado antes
del día de reyes. Era el Año de la
Educación y, al parecer, no quería perder un solo día del año. Marchó a su escuela; no llevaba armas. Los maestros voluntarios que están en las
escuelas, enseñando, no llevan armas; cuando alguno de ellos ha solicitado
armas, se le ha dicho: “Tú eres un hombre solo; solo, difícilmente
te podrías defender; mientras das clases, mientras duermes, nadie podría velar
por ti; tú eres maestro, cuando estés en la escuela, y debes estar sin armas; así
ningún malvado tendrá la tentación de arrebatarte el arma; ningún malvado tendrá
justificación para agredirte.”
Mas, los
malvados no respetaron ni eso siquiera; y un grupo de pandilleros
contrarrevolucionarios, de los que en días recientes, ante la esperanza de que
el imperialismo mandara sus ejércitos, y mientras los hombres en las ciudades
tomaban sus trincheras, y mientras el pueblo se preparaba para defender su
patria, se fueron ellos a las montañas, en la esperanza de que solo era cuestión
de unos días y que muy pronto las fuerzas mercenarias invasoras destruirían la
Revolución y ellos podrían medrar a costa de nuestra patria, para lo cual al
parecer se propusieron hacer méritos contrarrevolucionarios. Y numerosos elementos de esos que constituyen
lo peor de la sociedad: esbirros y
traidores, lumpen puro, aprovecharon esos días; alentados por el imperialismo,
alentados por los constantes envíos de armas —algunas de las cuales llegaron a
sus manos— se dedicaron a perpetrar crímenes de esa naturaleza, aprovechando
esa esperanza, esperanza que a estas horas se les habrá desvanecido
efectivamente, cuando en vez de las fuerzas yankis vean llegar las fuerzas de
las milicias revolucionarias (APLAUSOS), que han partido para demostrar una vez
más lo absurda que es la aventura de intentar alzarse contra la Revolución
apoyados en los privilegios y apoyados en el extranjero, e irán a darles la
lección que merecen, sin que, desde luego, se pueda con ello reparar el crimen
monstruoso que cometieron con ese joven que cuando se encontraba en su escuela lo
secuestraron, juntamente con un campesino y un miliciano que había ido a ver a
su familia, y sin que las milicias pudieran llegar con suficiente tiempo para
impedirlo, fueron privados cruelmente de la vida; y aparecieron ahorcados en un
bosque el maestro voluntario de 18 años a que me refiero, un miliciano campesino
y un miliciano obrero... un campesino,
mejor dicho, y un miliciano obrero.
Las fuerzas de
la milicia que salieron a interceptar esa banda de criminales pronto dieron con
uno de sus campamentos, y allí ocuparon el carné del joven maestro, y allí
encontraron un acta, firmada por los contrarrevolucionarios, que nosotros vamos
a leer, ¡y que quedará como constancia de uno de los crímenes más monstruosos
que se han cometido en nuestro país!, ¡y como prueba irrefutable de lo que
persiguen los enemigos de la patria, de la manera de actuar y de sentir de los
agentes del imperialismo, que con armas yankis asesinan a los maestros que van
a enseñar a los campos!
Y dice así el
acta ocupada a los contrarrevolucionarios, el acta del secuestro del maestro;
dice así el acta suscrita por ellos:
“En un lugar
del Escambray, a los cinco días del mes de enero de 1961, siendo la 1:30 horas
de la tarde, se procede a levantar acta relacionada con la detención de un
individuo que según identificaciones halladas en su poder corresponde a la
siguiente descripción: Conrado Benítez
García, mestizo, 18 años, natural de Matanzas, provincia de Matanzas, nacido el
día 18 de febrero de 1942, de profesión maestro comunista; y a quien hubo de
ocupársele los siguientes efectos: una
billetera de hule azul, conteniendo la suma de 4.00 pesos en efectivo, un carné
del centro de capacitación comunista de las Minas del Frío, en la provincia de
Oriente; un retrato del detenido, un retrato de una joven dedicado al detenido,
un papel con una dirección: Juan Inedarity Ariosa, Luz Caballero 157, Camajuaní; un carné de
la Asociación Nacional de Porteadores de Pasajes, a favor del detenido, para
viajar gratis en ómnibus; un libro de aritmética, un libro de ejercicios de
lenguaje, un libro de fisiología, gran cantidad de propaganda comunista y periódicos
gubernistas. El detenido quedó preso
bajo vigilancia, en espera de la determinación del tribunal militar. Y para constancia de lo antes expuesto, se
firma la presente en un lugar del Escambray, a los cinco días del mes de enero
de 1961. Firmado: capitán ayudante Merejo Ramírez,
Ejército de Liberación Nacional; soldado actuante: Jesús Hernández; soldado
actuante: Leonel Martín Fernández.” ¡Y no tuvieron ni siquiera el pudor de
ocultar sus nombres!, ¡y tuvieron la impudicia de consignar sus nombres en
semejante documento, que fue preámbulo del espantoso crimen!
He aquí el
carné de la Asociación Nacional de Porteadores, y el carné de “maestro
comunista”, el carné que han recibido todos los maestros del ministerio por su
curso de capacitación; la “escuela de
capacitación comunista”, la escuela de los campamentos por donde han pasado
todos ustedes; y el “maestro comunista”, el joven, entre los miles de jóvenes
que acudieron al llamado del Gobierno Revolucionario, sin que nadie les
preguntara cómo pensaban, sin que nadie los investigara, sin que a nadie se le
pusiera condición alguna, que no fuera la de pasar por las pruebas e ir a
enseñar a las montañas.
Y este hecho
monstruoso revela toda la entraña de la campaña de los enemigos de la Revolución,
¡revela incluso la entraña de esas pastorales de los esbirros con sotana que
han estado predicando! (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”)
¡Culpable de
ese crimen monstruoso no es solo el imperialismo, que envía armas homicidas
capaces de semejante barbaridad, culpables son también los filósofos de la
reacción; culpables son los que han estado haciendo una campaña incesante
contra la Revolución; culpables son los que les han dado esas armas
ideológicas! Y ved qué armas: el arma de acusar de comunistas a todos; es
decir, el arma doblemente infame: el
arma ideológica en virtud de la cual se consideran con derecho a asesinar a un
joven porque sea comunista; culpable de la infamia de asesinar a un ser humano,
sin otra acusación que hacerle; y culpable, además, de calificar tranquilamente
de comunista, y de carné de maestro comunista, el carné que han recibido todos
los maestros voluntarios; y escuela de capacitación comunista, la escuela donde
estudiaron esos maestros.
Primero llegan
a la conclusión de que hay que asesinar a los comunistas; ese es el fruto de
las campañas anticomunistas del imperialismo, de los reaccionarios, de los
enemigos de la Revolución, de los clérigos franquistas y fascistas (ABUCHEOS);
es decir que han convertido en virtud del asesinato, han convertido el crimen
en su conducta, han inventado la justificación, y en ella se basan para perpetrar
este bárbaro hecho.
Sirva de
ejemplo imperecedero este hecho repugnante. ¿Quién era este joven? Era, sencillamente, un hombre humilde del
pueblo, limpiabotas, panadero, estudiante de las escuelas nocturnas, porque de día
trabajaba; no era el hijo de un terrateniente, no era el hijo de un industrial,
no era el hijo de un gran comerciante; este joven no iba a Miami, este joven no
iba a París, este joven no tenía Cadillacs; era un hombre joven de 18 años que
solo conocía del sudor honrado, que solo conocía de la pobreza, que solo conocía
del sacrificio; era un joven humilde, y un joven negro, por lo cual conoció también
de la discriminación cruel e injusta; era pobre, era negro y era maestro. He ahí las tres razones por las cuales los
agentes del imperialismo lo asesinaron; era joven, era negro, era maestro; era
pobre y era obrero. He ahí dos razones
más por las cuales los agentes del imperialismo lo asesinaron.
No le
encontraron armas. ¿Qué acusación pesaba
sobre él? Tenía un carné de “maestro
comunista”, tenía un carné del “centro de capacitación comunista”, tenía un
libro de aritmética, tenía un libro de ejercicios de lenguaje y tenía un libro
de fisiología. Y por eso los agentes del
imperialismo lo asesinaron: porque llevaba libros para enseñar a
los campesinos, porque llevaba libros, por eso, lo asesinaron.
Esa es la
contrarrevolución, ese es el imperialismo. Y así todos ustedes estarían condenados a
morir ahorcados, todos los maestros estarían condenados a morir ahorcados,
todos los que llevasen un carné de maestro y un libro bajo el brazo estarían
condenados a morir ahorcados; o por ser maestros, o por ser pobres, o por ser
obreros, o por ser negros; por cualquiera de esas razones, porque no son otras
las razones por las cuales asesinaron ayer, y por las cuales cometen asesinatos
más bárbaros todavía hoy.
Ese es el
imperialismo, esa es la reacción, esa es la contrarrevolución:
su odio a la cultura, su odio al
humilde, su odio al maestro, su odio al negro, su odio, en fin, al pobre; su
odio a los libros, su odio al mérito y su odio a la virtud.
Difícil es
poder arrancarse de la mente la imagen que nos evoca este crimen. Y nos evoca las libretas que se quedaron
abiertas, las lecciones inconclusas, las palabras y las letras que no terminó
de enseñar este maestro; y cuando pienso en un maestro enseñando en los campos
a los niños, y llevándoles su índice por encima de las letras, enseñándolos a
pensar y enseñándolos a ver, y pensamos en el espectáculo de aquel maestro
suspendido en una soga; cuando pensamos en una escuela, cuando nos viene a la
mente la idea de una escuela, y la idea de aquel joven de 18 años, humilde y
maestro, arrancado de su escuela para ser colgado de un árbol, no podemos menos
que sentir la más profunda indignación ante un hecho que por lo bárbaro y lo
incivilizado, no puede menos que impresionarnos profundamente. Ante un hecho que es de por sí la justificación
plena del castigo que se merecen los criminales, y el porqué la Revolución debe
ser severa con sus enemigos, el porqué la Revolución debe ser y va a ser dura
con sus enemigos (APLAUSOS PROLONGADOS).
He aquí el
fruto de las campañas contrarrevolucionarias, he aquí el fruto del
anticomunismo, he aquí el fruto de la filosofía de la contrarrevolución, he aquí
el fruto de las pastorales, que solo faltó que estos criminales dijeran que
asesinaban al maestro en nombre de Dios (APLAUSOS). Porque a tales extremos llega la desvergüenza
y a tales extremos llega el crimen, cuando no tiene razón; asesinar a quien
llevaba un libro de aritmética, de fisiología y de ejercicios de lenguaje, he
ahí los frutos, he ahí la justificación para asesinar a todos los maestros, he
ahí la justificación para asesinar a todos los obreros, he ahí la justificación
para asesinar a todos los humildes, he ahí la justificación para asesinar a
todos los negros. Y los despiadados no
se detuvieron siquiera en la idea de la juventud de ese maestro, y consignan
que llevaba 4.00 pesos, el retrato de la novia y los libros de enseñar bajo el
brazo.
De esta banda
de asesinos ya las Milicias Nacionales Revolucionarias han capturado a más de
20 (APLAUSOS PROLONGADOS). Y sobre todos ellos, sobre todos ellos,
que esperaban a los invasores extranjeros, caerá una persecución tan tenaz e
implacable como nunca se la pudieron imaginar, y sobre ellos caerá el peso de
la fuerza de la Revolución, y sobre ellos caerán las unidades de combatientes
revolucionarios, a enseñarles una vez más la lección inolvidable que se han
llevado y se llevarán los traidores, los esbirros y los verdugos (EXCLAMACIONES
DE: “¡Paredón!”), sin que los puedan salvar los mercenarios que esperaban, sin
que los pueda salvar el imperialismo, sin que los puedan salvar sus amos, sin
que los pueda salvar absolutamente nada, ¡porque han cometido el crimen que un
pueblo indignado sabrá castigar! ¡Y
nosotros sabemos que ni uno solo escapará, y nosotros sabemos que para tan
feroces criminales el pueblo entero pedirá un solo castigo! (EXCLAMACIONES.)
Era el Año de
la Educación, millones de cartillas se imprimían, millones de lápices se
preparaban, decenas de miles de analfabetos, era el año de erradicar el
analfabetismo, era el año de destruir el mejor aliado de la explotación, el
mejor aliado del colonialismo, el mejor aliado del imperialismo, que es la ignorancia,
que es la incultura; y mientras una nueva legión de maestros se disponía a
marchar a su trabajo, mientras jubiloso celebraba el pueblo el inicio del año
glorioso en que nuestro país, realizando una proeza sin precedente en la
historia de los pueblos, se había comprometido a erradicar en el solo plazo de
un año el analfabetismo, cuando todo el pueblo se entregaba con entusiasmo a
esa tarea, en el Año de la Educación, como para rubricar con sangre de mártir
este año glorioso de la patria, los agentes del imperialismo asesinaron a un
maestro, y con él asesinaron a un obrero, y a un campesino, como para decir de
una sola vez las entrañas criminales que se agitan en el seno de los enemigos
de nuestro pueblo. Y ellos iniciaron el
año del asesinato de los maestros, ellos iniciaron el Año de la Educación
asesinando un maestro, lanzando un reto sobre la patria cubana, como diciendo: “Ustedes se
proponen enseñar a leer y a escribir hasta el último analfabeto, y nosotros nos
proponemos asesinar hasta el ultimo maestro.” Pero como el desenlace ha de ser,
inevitablemente, el triunfo de la razón, el triunfo de los que quieren educar,
y la destrucción de los que quieren asesinar maestros; como las fuerzas del
pueblo, apoyadas en su derecho y en su razón, son mil veces superiores a las
fuerzas de los criminales y de los mercenarios, ¡ya veremos cómo no asesinarán más
maestros, y ya veremos cómo enseñamos hasta el último analfabeto, y ya veremos cómo
aniquilamos hasta el último criminal contrarrevolucionario! (APLAUSOS.)
Duro es tener
que consignar este crimen en el día de hoy, pero ese maestro, que murió cruelmente
asesinado, no será como una luz que se apague, será como una llama de
patriotismo que se enciende. ¡Ese
maestro después de muerto seguirá siendo maestro! (APLAUSOS); ¡ese joven
asesinado seguirá siendo eternamente joven!; ¡ese hombre del pueblo, humilde, y
negro, de los que han padecido el hambre y la discriminación, y que reaccionó queriendo
ser maestro, reaccionó queriendo enseñar, ese obrero, que trabajaba por el día
y estudiaba por la noche, quedará como símbolo imborrable y como ejemplo de
nuestro pueblo, como héroe que murió cumpliendo el deber, como maestro que
estaba allí enseñando desde antes del día de reyes, como revolucionario que
supo cumplir, que fue con sus libros a enseñar sin importarle el riesgo, ese
maestro será como un símbolo, ese maestro será como un héroe al que su pueblo
no olvidará! (APLAUSOS); ese maestro es el mártir cuya sangre servirá para que
nosotros nos propongamos, doblemente, ganar la batalla que hemos emprendido
contra el analfabetismo; es un mártir cuya sangre servirá para borrar para
siempre la ignorancia y la incultura en nuestro pueblo, el mártir del Año de la
Educación, el mártir de los maestros, el héroe anónimo del pueblo, ¡y allí
donde enseñó se erigirá una escuela!, ¡y allí donde murió se erigirá un
monumento que será de eterno recuerdo a su memoria (APLAUSOS) e índice acusador
que estará señalando hacia el imperialismo y sus agentes la ignominia eterna de
haber asesinado a un joven maestro de 18 años, que llevaba bajo sus brazos un
libro de aritmética, un libro de fisiología y un libro de lenguaje!
¡Gloria eterna
al maestro mártir!
¡Patria o
Muerte!
¡Venceremos!
(OVACIÓN)