DISCURSO
PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO
REVOLUCIONARIO, EN LA CLAUSURA DE LA PRIMERA PLENARIA ESTUDIANTIL DE JÓVENES
REBELDES, EN EL TEATRO PAYRET, EL 27 DE MARZO DE 1961.
(DEPARTAMENTO
DE VERSIONES TAQUIGRÁFICAS DEL
GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros
estudiantes:
Es imposible, en un acto como este de
hoy, dejar de recordar los años pasados en nuestra época de estudiante.
Ustedes han tenido una suerte que no
tuvimos nosotros, y nosotros tuvimos una suerte que no tuvieron ustedes. En realidad, nosotros habríamos preferido la
suerte de ustedes.
Muchas veces nos reunimos los
estudiantes, en muchas ocasiones, y siempre teníamos el mismo problema: siempre estábamos
combatiendo al gobierno. Entonces se
decía que los estudiantes eran irresponsables, que los estudiantes eran unos
agitadores y unos agitados, que eran oposicionistas sistemáticos, en fin, todos
los estudiantes nos sentíamos con la obligación de combatir a los gobiernos, y
todos aquellos actos eran eso, actos de oposición a los gobiernos. Y a aquella oposición se sumaba, por lo
general, la mayor parte del estudiantado, menos los que tenían un puesto en el
gobierno, una “botella”, o los familiares en el gobierno.
Nunca ningún gobierno en nuestro país contó
con el apoyo siquiera de una parte de los estudiantes. Por lo general acudían al procedimiento de
corromper a los dirigentes:
los compraban mediante prebendas y mediante favores, y cuando no
podían comprar a los dirigentes, los perseguían y hasta los asesinaban.
Por eso tiene un gran significado este
acto de hoy, y tiene un gran significado el apoyo de los estudiantes a la
Revolución. Siempre entre nosotros
tenemos un grupo numeroso de visitantes de todos los países y muy especialmente
de la América Latina. Para quien visite
este país y para los que dentro de nuestro país todavía no comprendan bien el
fenómeno de la Revolución, tiene que ser muy significativo el hecho de que la
juventud, y en esa juventud el estudiantado...
porque cada día más, estudiantado y juventud quieren decir una misma
cosa, porque si antes había jóvenes que no eran estudiantes, se debía
precisamente a la injusticia que hacía que muchos jóvenes no tuviesen siquiera
la oportunidad de estudiar. Y a medida
que la Revolución avance, joven y estudiante será siempre la misma cosa; porque a medida que la Revolución avance, se
hará cada vez más realidad el derecho de cada niño y de cada joven a estudiar.
Y el hecho de que esa juventud y ese
estudiantado respalde a la Revolución, dice mucho; el hecho de que la Revolución cuente con ese
apoyo, el apoyo de la gente joven, es decir, de la gente sana; el apoyo de la gente joven, es decir, de la
gente rebelde, es lo que más puede decir en favor de la Revolución. Porque la gente joven siempre ha sido rebelde
y la gente joven siempre ha sido desinteresada y sana. Quien no es sano ni es desinteresado en sus
años juveniles, difícilmente pueda ser desinteresado o sano en la edad madura.
¿Quiere decir acaso que la juventud de
nuestro país ha dejado de ser rebelde? No. La juventud de nuestro país sigue siendo
rebelde, y es más rebelde; la juventud
de nuestro país no era rebelde contra la justicia, la juventud de nuestro país
era rebelde contra la injusticia. Y esta
juventud sigue siendo rebelde contra la injusticia, esta juventud está con la
Revolución, porque la Revolución en sí misma es la rebelión contra toda
injusticia (APLAUSOS), es la rebelión contra todo abuso y contra toda opresión,
es la rebelión contra la explotación y es la rebelión contra todos los males
que puedan azotar a una sociedad humana.
Por eso se identifican tanto la
juventud y la Revolución; si alguna duda
pudieran albergar los que se han dejado confundir, baste el hecho de que los
corazones juveniles estén apoyando enteramente a la Revolución, para que si
todos los demás datos no fuesen suficientes se convenciesen de que la
Revolución es justa.
No apoya ninguna juventud un régimen
político si no es desinteresadamente, si no es limpiamente. Ningún régimen político de América que no
fuese un régimen político revolucionario tendría el respaldo de los estudiantes. Y tenemos la seguridad de que ningún gobierno
de ladrones, ningún gobierno de oligarcas, ningún gobierno pro imperialista
tendrá jamás el apoyo de los estudiantes en ningún país de América Latina
(APLAUSOS).
Y lo que nosotros leemos en los
periódicos con las noticias que llegan de distintos países de América Latina,
es que el estudiantado está contra esos regímenes antisociales, explotadores y
proimperialistas; y que ningún gobierno de América Latina tiene tal respaldo de
la juventud y tal respaldo del estudiantado, como lo tiene el Gobierno
Revolucionario cubano (APLAUSOS).
Y difícilmente los hombres de muchos
gobiernos de América Latina puedan reunirse con los estudiantes como estamos
reunidos aquí esta noche.
Los estudiantes de nuestro país
combatían los vicios y los males de nuestra política, combatían el robo,
combatían el crimen, combatían el abuso, combatían el entreguismo a los
intereses extranjeros. Y al lado de toda
causa justa estaba siempre el estudiantado cubano: al lado de los pueblos oprimidos, al
lado de los pueblos explotados, siempre defendiendo una noble causa, y cuanta
noble causa había en el mundo tenía el apoyo espontáneo de los estudiantes.
Y es significativo el hecho de que los
estudiantes apoyen a la Revolución, porque se trata aquí de una profunda
revolución social. ¿Qué es una
revolución social? ¡Cuánta curiosidad se
despertaba en nosotros cuando comenzábamos a adquirir las primeras nociones de
las grandes revoluciones sociales! ¡Cuánta
avidez por desentrañar aquellos acontecimientos históricos!, ¡con cuánto
interés leíamos los libros que nos hablaban de las revoluciones!, tratando de
comprenderlas, tratando de penetrar en ellas.
Y así también, el libro de la realidad de nuestra patria se abre ante
los ojos de todos ustedes para decirles qué es una revolución social.
Y una revolución social es, sobre todo,
un tremendo choque de intereses sociales, es una tremenda lucha entre clases sociales. Y esa lucha, en nuestro país toma caracteres
cada vez más enconados, a medida que la Revolución profundiza.
Los anteriores gobernantes tenían
contra ellos a los estudiantes, porque eran ladrones, porque eran entreguistas,
porque eran traidores, porque eran politiqueros, o porque eran criminales. Y es lógico que cualquier joven, de cualquier
sector social, esté contra ese tipo de gobernante, sobre todo jóvenes de los
sectores humildes del pueblo.
En una revolución social, es lógico que
una parte de los estudiantes esté contra el régimen revolucionario. ¿Cuál?
La parte de los estudiantes que procede de las clases adineradas del
país. Es lógico que, educados en el seno
de esa clase; es lógico que, influidos por el resentimiento de esa clase, una
parte de los jóvenes se deje arrastrar hacia la lucha contrarrevolucionaria. Y el estudiantado de nuestro país ―y
esto es muy significativo―, el estudiantado de nuestro país, en una parte
considerable procedía de las clases altas y de la clase media. Y, sin embargo, una parte mayoritaria,
absolutamente mayoritaria de los estudiantes, apoya a la Revolución. Y eso significa que la Revolución ha
penetrado profundamente en la conciencia de los estudiantes cubanos, y que una
gran parte de los estudiantes ha avanzado grandemente en este proceso
revolucionario, sobreponiéndose incluso a los intereses y a los prejuicios de
clases que combaten a la Revolución (APLAUSOS).
Es decir que han reaccionado como jóvenes, han reaccionado como
patriotas, han reaccionado como cubanos.
Y, por eso, la Revolución cuenta con un respaldo tan grande en la
juventud estudiantil.
¿A qué juventud estudiantil nos
referimos fundamentalmente? A los
sectores estudiantiles que siempre se manifestaron en la vida pública. Sabido es que en las épocas de grandes
convulsiones políticas, la oposición a los gobiernos no venía fundamentalmente
de los centros de enseñanza privada. En
los centros de enseñanza privada reinaba la conformidad y reinaba el orden, es
decir, el orden de las inmoralidades imperantes ―me refiero a las
inmoralidades públicas.
Desde luego, a los centros secundarios
públicos van fundamentalmente los hijos de familias más humildes; pero también es cierto que ni siquiera a
estudiar en un centro de enseñanza secundaria, ni a estudiar en la universidad,
podían ir los hijos de muchas familias humildes; y aun en los centros de enseñanza públicos
había muchos hijos de la clase media y de la clase alta.
También era lógico que la reacción y la
protesta se observara menos en los centros de enseñanza privada, porque
aquellos gobernantes no afectaban los intereses de las familias de donde
procedían aquellos estudiantes.
La actitud de los jóvenes en los
centros de enseñanza pública y en los centros de enseñanza privada se puede
comprender perfectamente bien. Nosotros
ponemos como ejemplo de la evolución de la juventud estudiantil el caso de la
Universidad de La Habana, que siempre fue el centro donde tomaban más alta
expresión las manifestaciones de rebeldía y de protesta de los estudiantes. Y a la Universidad de La Habana, hasta que se
establecieron algunos centros de enseñanza universitaria muy aristocráticos y
muy americanos —es decir, muy yankis— (ABUCHEOS), y aun después de establecidos
esos centros, seguían yendo estudiantes procedentes de todos los sectores
sociales, pero principalmente de las clases medias y altas.
Es allí donde se puede observar más
claramente el avance de las ideas revolucionarias en nuestra juventud, porque
ahí, en esa misma universidad, y aun antes de que hayan arribado a ella los
miles y miles de estudiantes becados, procedentes de familias humildes, ¡una
mayoría franca de estudiantes universitarios apoya a la Revolución! (APLAUSOS.)
La lucha de clases de la Revolución se
observa, sobre todo, en la actitud de los estudiantes de las escuelas privadas. Sobre todo, en la misma medida en que en esos
centros de enseñanza privada van a estudiar los hijos de las familias ricas. No a todos los centros de enseñanza privada,
porque hay muchos centros de enseñanza privada, sobre todo de carácter laico,
en que los jóvenes de familias de un nivel de ingreso más humildes, y cuyos
directores y cuyos profesores han mantenido una actitud positiva con respecto a
la Revolución.
Pero en aquellos colegios donde
tradicionalmente iban los hijos de las familias más ricas del país, hemos
observado el hecho de que allí, donde nunca se agitó una bandera política, de
que allí, donde nunca brotó una rebeldía en favor del pueblo y contra los
vicios y las inmoralidades de a vida pública, es donde hoy se gestan los
movimientos contrarrevolucionarios de una minoría de la juventud. Es allí donde se trata de organizar
movimientos contrarrevolucionarios, con la vana pretensión de que se extiendan
a los demás sectores estudiantiles, en la ignorancia de que pretenden
precisamente llevar a la inconformidad a aquellos sectores de estudiantes que,
por ser de familias mucho más modestas y de familias humildes del país, ¡jamás
comulgarán con los intereses de aquellos sectores cuyos hijos promueven esas
campañas! (APLAUSOS.)
Este libro abierto del proceso
revolucionario nos enseña bien a las claras cuál es la actitud y el porqué de
la actitud que cada cual adopta en medio de este proceso. Es posible que muchos de esos jóvenes,
procedentes de familias adineradas, pudieran salvarse para la Revolución y para
la patria por encima de los resentimientos de las clases sociales de donde
proceden, si no fuese porque al resentimiento de esas clases se une el factor
de los directores intelectuales y de los cómplices espirituales de esa clase
explotadora; si no fuese porque ahí, en
esos mismos colegios a donde van los hijos de las familias acaudaladas una
plaga de profesores reaccionarios y de esbirros con sotanas (EXCLAMACIONES Y
ABUCHEOS) se dedican a inculcarles a esos jóvenes el odio a la Revolución y el
odio a la patria, y el apego a los intereses y a la dominación extranjera en
nuestro país; se dedican a la tarea no
de prepararlos para la sociedad, no de prepararlos para ser útiles a la
sociedad, que debiera ser el objetivo fundamental de la educación de todo
joven, porque a todo joven hay que enseñarle primero que nada la verdad de que
es un deber para todo hombre no ser un parásito miserable, sino ser un ser útil
(APLAUSOS), sino ser un hombre o una mujer útil a sus semejantes.
Y es criminal enseñar al ser humano a
ser parásito; es criminal acostumbrar al ser humano a la idea de que los demás
tengan que trabajar para él, y que la ropa que él vista, los zapatos que calce,
y el pan que coma, no se lo gane con el sudor de su frente, sino con el sudor
de la frente de los demás (APLAUSOS).
Y esos que explican que según la Biblia
el hombre fue condenado a vivir en un valle de lágrimas y a ganarse el pan con
el sudor de su frente, se dedican precisamente a enseñar a los jóvenes a burlar
aquello que según afirman fue un mandato de Dios, es decir, enseñar a los
jóvenes a no ganarse el pan con el sudor de la frente (APLAUSOS).
Y para eso los educan allí. Empiezan a elevar el concepto de la propia
estimación del joven, por encima de los demás;
preparan su mente en la idea de la explotación de los demás; preparan su mente a la idea de que ellos son
los señores y los demás son los criados;
preparan su mente a la idea de que debe existir una clase social
poseedora de todas las riquezas del país, y que las demás clases sociales están
o existen para trabajar para ellos.
Los preparan en la idea de que el
latifundio es una cosa justa; los
preparan en la idea de que la posesión privada de los recursos de la nación y
de las grandes industrias nacionales es una cosa justa; los preparan en la idea de que el país debe
depender enteramente del capital financiero del poderoso vecino del norte, y
que este país estaría condenado al hambre y a la ruina si no vende sus recursos
a esos intereses, si no pone esos recursos en manos de los monopolios
extranjeros, y, con los recursos, la dignidad, el honor y la soberanía del país
(APLAUSOS).
Y nunca faltaron, en la historia de la
humanidad, los santificadores de los peores crímenes; los que santificaban a los primeros
colonizadores que convirtieron a los indios en esclavos y perpetraron horribles
matanzas contra aquella población natural de nuestra isla, en nombre de la
civilización y en nombre del progreso.
Y no faltaron los que continuaron
santificando durante siglos la esclavización del hombre. Y si arrancar del corazón de su tierra y de
su familia a un ser humano y traerlo de un continente a otro, donde los
condenaban a vivir a ellos en la esclavitud, a sus hijos y a sus nietos; si eso hoy nos espanta y se nos hace difícil
comprenderlo, porque hemos progresado, no olviden que aquel crimen del siglo
tuvo sus eternos santificadores: son los
que después santificaron la intervención extranjera; son los que santificaron
el hambre en nuestros campos, la miseria y la pobreza de nuestro pueblo
(APLAUSOS); son los que santificaron los crímenes innumerables que se cometían
con nuestros niños.
Y crimen no es solo matar con un fusil,
o con un puñal; ¡crímenes son también
los cientos de miles de crímenes que cometieron con esos niños que se morían,
sencillamente, porque no tenían comida en sus casas!
Si se hiciera una estadística de la
mortalidad infantil a lo largo de
60 años, podríamos comprobar qué diferencia tan extraordinaria habría entre la
mortalidad infantil de esas familias ricas y la mortalidad infantil en los
bateyes y en los barracones de nuestros campos.
Y entonces, con toda razón podríamos decirles a esos santificadores y a
esos señores, que poseían y explotaban en su beneficio los recursos de nuestro
país: ¡Ustedes
eran los que asesinaban a esos niños;
ustedes fueron los que los mataron de hambre; ustedes son los culpables no solo de que
nuestro país hoy no sea un país mucho más rico, sino también de que nuestro
país no tenga 10 ó 12 millones de habitantes!
(APLAUSOS.)
Y como ayer la esclavización y la
matanza de los indios, y como después la esclavización de los africanos, hoy
también tratan de defender sus privilegios sociales, y los tratan de defender
con los mismos argumentos con que ayer defendían aquellos crímenes que la
historia ha superado. Y son esos guías
intelectuales, o cómplices de esas clases, los que siembran el espíritu
contrarrevolucionario y la traición en la mente y en el corazón de esa juventud.
Son los que han promovido los actos de
terrorismo en las propias escuelas; los que han llevado a jóvenes, incluso, al
monstruoso y absurdo crimen de poner una bomba en medio de una clase
(EXCLAMACIONES DE: “¡Paredón!”) Y el problema es mucho más complejo, porque,
¿cómo vamos a aplicarle paredón a un joven de 15 ó 16 años? ¿Y qué culpa es, que culpa es la que tiene
ese joven? ¡Mucho más dignos del paredón
son los que inculcaron el veneno en la mente de ese joven! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Paredón!” y “¡Fidel,
seguro, a los curas dales duro!”)
El problema es mucho más complejo. Y a nosotros nos toca también, en parte, la
responsabilidad.
El libro abierto de la Revolución tenía
que enseñarnos mucho, y sobre todo, tenía que enseñar al pueblo. La Revolución no había tomado ninguna medida
contra ese tipo de instituciones seudoeducacionales.
¿Libertad de creencias? Perfectamente bien. La Revolución no tenía por qué interferir con
las creencias particulares de nadie. ¿Libertad
de enseñar? Sí, libertad de enseñar a
los jóvenes a ser socialmente útiles, a ser útiles a sus semejantes, a ser
útiles a su país. ¿Libertad de enseñar a
los jóvenes a ser contrarrevolucionarios?
No. ¿Libertad de envenenar la
conciencia del joven con el odio a su pueblo y a su patria, con la idea de la
traición? (EXCLAMACIONES) No. La
Revolución no tomó ningún tipo de medida restrictiva. Y, ¿cuál ha sido la respuesta? Utilizar esa actitud de la Revolución como
una patente de corso para hacer contrarrevolución en los colegios de enseñanza
privada, y también para hacer contrarrevolución en los templos, porque en los
templos todo el mundo sabe que se ha hecho mucha contrarrevolución
(EXCLAMACIONES). Y, sin embargo, lo que
no se puede decir es que el Gobierno Revolucionario haya clausurado un solo
templo, ni haya siquiera tomado las medidas que la Revolución tenía derecho a
tomar (APLAUSOS), porque la Revolución no reconoce fueros ni privilegios de
nadie, ¡y la Revolución no reconoce más mandato ni más obligación que los que
emanan de los intereses sagrados del pueblo!
(APLAUSOS.)
Y para nosotros hay un gran templo,
¡que es el templo sagrado de la patria! (APLAUSOS); y para nosotros hay un gran culto, ¡que es el
culto a la justicia! (APLAUSOS); y para nosotros hay un gran deber, ¡que es el
deber de conducir al pueblo hacia la victoria!, ¡que es el deber de salvar al
pueblo del regreso de la explotación y el crimen! (APLAUSOS), ¡el deber de salvar al pueblo de
la tragedia de tener que volver a vivir bajo las garras del imperialismo! (EXCLAMACIONES DE: “¡Nunca!”), donde las madres ni
siquiera tenían la seguridad de que sus hijos volverían en la noche; o que entre las docenas de jóvenes
acribillados no estuviesen sus hijos; y
a tener que vivir sufriendo cada día la incertidumbre y el dolor; a tener que guardar luto cada nuevo día por
sus hijos, o por los hijos de otras madres cubanas.
Ese es el deber más sagrado de la
Revolución y de los hombres de la Revolución.
La Revolución no puede subordinar ningún otro interés a ese interés
supremo de la patria. Y el libro abierto
de la Revolución nos ha enseñado a diferenciar entre las dos conductas: la conducta nuestra, que hemos sido
respetuosos hasta la tolerancia, y la conducta de los que, tal vez porque se
creen poderosos, pero poderosos sobre todo como arma de descrédito fuera de las
fronteras de nuestro país, como arma de difamación, como arma de engaño fuera
de las fronteras de nuestro país, han respondido con un reto insolente a los
intereses de la nación, pensando en el daño, sobre todo, que le pueden hacer a
la Revolución fuera de aquí, no aquí. Aquí,
afortunadamente no nos enteramos de los problemas por la UPI y la AP, ni por
las revistas americanas (EXCLAMACIONES);
aquí nos enteramos de los problemas porque los estamos viendo día a día; aquí no engañan a nadie, pero
desgraciadamente engañan a una parte del pueblo en otros países donde las cosas
las conocen por las agencias noticiosas y las revistas de los monopolios
americanos (EXCLAMACIONES DE:
“¡Fuera!”).
La Revolución ha sido respetuosa y eso lo
sabe el pueblo, lo sabe nuestro pueblo, y algún día lo sabrán también, cuando
tengan acceso a la verdad, todos los demás pueblos de América (APLAUSOS), que
la Revolución ha estado muy lejos de perseguir a nadie por sus creencias
religiosas, que la Revolución no le ha declarado ninguna guerra a ninguna
religión, y lo que sí sabe el pueblo es de aquellos que, invocando
hipócritamente los principios religiosos, hace rato que le vienen haciendo la
guerra a la Revolución (APLAUSOS).
Por eso, el problema es un problema
complejo, y a nosotros también nos toca una parte de la responsabilidad por
cada joven hijo de este país, hijo de familia rica o de familia pobre, al que
puedan desviar del camino de la lealtad a su pueblo y a su patria en esta hora
decisiva de Cuba.
Dirigir un país no es fácil y menos
fácil dirigirlo en medio de un proceso revolucionario; y las responsabilidades
de todos nosotros son grandes. Nosotros
creemos que hemos cumplido con nuestro deber en la línea que hemos seguido
hasta aquí, y el pueblo ha tenido más de dos años para aprender y para
comprender; mas, situados ya en la disyuntiva de adoptar medidas o permitir que
una plaga de reaccionarios, extranjeros la mayor parte, sigan envenenando el
corazón de nuestra juventud, la Revolución no vacilará en tomar las medidas que
estime pertinentes (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel, que los curas corten caña y,
si no quieren cortarla, que se vayan para España, que tienen que ser acallados
con las notas del himno de las Milicias Nacionales Revolucionarias).
Debemos siempre cumplir nuestro deber y
hacerlo de manera que nos comprendan, debemos tratar de que nos
comprendan; mas, si cumplir el deber nos
arriesga a que una parte de los pueblos sepultados todavía en la ignorancia y
en la mentira no nos comprendan, ¡no importa, debemos saber cumplir el deber! (APLAUSOS.)
La Revolución ha librado grandes
batallas, la Revolución libra grandes batallas y la Revolución no debe vacilar
en librar las batallas que sean necesarias (APLAUSOS).
Es curioso cómo la reacción, es decir,
las clases explotadoras, al carecer de una ideología para combatir a la
Revolución, es decir, al carecer de base y de argumentos para combatir a la
Revolución, y sabiéndose, además, una clase absolutamente minoritaria, porque,
¿quién va a respaldar los intereses de los monopolios extranjeros? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nadie!”), ¿o quién va a sufrir aquí
las calenturas de los latifundistas? (EXCLAMACIONES
DE: “¡Nadie!”);
¿quién va a sufrir aquí las penas de la minoría rica de la nación? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nadie!”) Ellos se saben minoría.
¿Qué ha solido
hacer la reacción en las revoluciones? Sabiéndose
clase minoritaria, sabiéndose sin apoyo del pueblo, ¿qué trata de hacer para
tratar de aumentar sus huestes? Por
supuesto que trata de dividir; pero, además, trata de esgrimir otras banderas. Ellos saben que su base social es pobre,
tratan por eso de buscar la alianza de otras fuerzas, que por otros medios
puedan enrolar a una parte del pueblo a su lado. Por ejemplo, la religión. La religión que es un sentimiento o una
creencia de la que suele participar una parte del pueblo, más o menos amplia.
Es cierto que en materia religiosa los
pueblos no suelen tener un cuerpo de doctrina, y existen multitud de creencias
que están dentro o fuera de la doctrina de algunas iglesias. Y la experiencia nos enseña cuáles son las
reacciones religiosas de los pueblos.
Mucha gente del pueblo tiene sus
creencias. La reacción, sabiéndose sin
base de apoyo social, trata de presentar a las revoluciones como enemiga de las
creencias religiosas de las personas, trata de buscar la alianza de alguna
iglesia, en todas las revoluciones de la historia. La reacción romana era, por cierto, aliada de
la iglesia pagana frente a los primeros cristianos revolucionarios, porque
aquella era la religión de los esclavos y de los pobres de Roma (APLAUSOS).
Después, a medida que fue
desarrollándose, también en parte fue paganizándose, hasta llegar un día en que
los jefes de aquella iglesia llegaron a tener tanto poder material, y a veces
su poder político y material estaba por encima de los reyes y de los
emperadores. Cuando surge la Revolución
Francesa, la revolución de la burguesía contra la monarquía feudal y contra el
sistema feudal que imperaba en la sociedad europea, la Iglesia estaba al lado
del feudalismo y de la monarquía, y contra aquella burguesía de comerciantes y
de capitalistas que deseaban romper las trabas del feudalismo. Y así surgió el capitalismo, luchando contra
el feudalismo, y luchando contra la Iglesia (APLAUSOS).
Hoy, capitalismo y alta jerarquía
católica, en nuestro país, es la misma cosa (APLAUSOS). Hoy el capitalismo, que un día luchó contra
el feudalismo, frente a la Iglesia, busca la alianza de la Iglesia, para luchar
contra las nuevas ideas revolucionarias (APLAUSOS).
Y ahí tenemos el caso de España. ¿Qué es España, el gobierno español, en este
momento? Una alianza de militarismo,
feudalismo, clericalismo, capitalismo e imperialismo, ese es el gobierno de
España. Lleno de bases militares yankis,
lleno de curas y de arzobispos reaccionarios (ABUCHEOS), lleno de generales,
lleno de condes y marqueses (ABUCHEOS), y lleno de latifundistas y capitalistas
nacionales y extranjeros (ABUCHEOS).
Y lo mismo ocurre en otros muchos
países del mundo, en que los pueblos se mantienen en la ignorancia y en el
hambre mediante la más sólida alianza de la oligarquía que controla los
recursos económicos, de la casta militar y de la jerarquía reaccionaria de la
iglesia católica (APLAUSOS).
Esa es la alianza en Guatemala, esa es
la alianza en Nicaragua, y esa es la alianza ―para no ir más
lejos―, a 90 millas de aquí, entre Spellman y
Kennedy (ABUCHEOS). Los dos son padrinos
de los criminales de guerra. Y vean
ustedes: Masferrer, Ventura, Sánchez Mosquera (ABUCHEOS), son
los ahijados del cardenal Spellman, y, ¡qué cosa tan
absurda la de un ilustre arzobispo yanki apadrinando los peores criminales que
ha conocido un país! ¡Claro! Cuando un obrero era asesinado aquí por los
esbirros al servicio del imperialismo, el cardenal Spellman
no se acordaba siquiera de dedicar una oración por él (ABUCHEOS); cuando aquí se cometía todo género de
crímenes contra los campesinos, y cuando ese mismo Sánchez Mosquera asesinaba
en unos meses a 400 campesinos en las Minas de Bueycito, el cardenal Spellman no elevaba siquiera una oración al cielo; y cuando tenían que emigrar por las tierras
de América los dirigentes obreros y campesinos, perseguidos por los esbirros al
servicio del imperialismo, el cardenal Spellman no se
acordaba ni de recoger una limosna para ellos.
Hoy, que se refugian allá los
criminales de guerra, los asesinos, los grandes ladrones y los grandes
acaudalados... (EXCLAMACIONES DE: “¡Y los cobardes!”)
y los grandes ratones (APLAUSOS), ¿qué necesidad tenía
el cardenal Spellman de pedir una limosnita para
ellos? Si todo el dinero de este país se
lo llevaron, si el tesoro público lo saquearon, uno tras otro, los que están
allá, si la riqueza del país la saquearon, si el dinero se lo llevaron de aquí,
¿qué necesidad tenía el cardenal Spellman de pedir
una limosnita para ellos? (RISAS Y
APLAUSOS) Sencillamente, está brindándole apoyo a su gente. Alto jerarca de la iglesia católica en
Estados Unidos, aliado con el millonario presidente de ese país, alto jerarca
de los monopolios imperialistas; y
entonces, piden una limosnita para los malversadores que se fueron de aquí,
para los grandes industriales que se fueron de aquí, para los grandes
latifundistas que se fueron de aquí, y que, por supuesto, tienen plata guardada
allá.
El interés de la reacción en buscar la
alianza del clero reaccionario se debe a que, sabiéndose sin argumentos,
sabiéndose sin base social, tratan de buscar el apoyo de instituciones que por
cuestiones de sentimientos no políticos precisamente, arrastren a una parte del
pueblo a la lucha en favor de los intereses de esa clase. Es decir que quieren llevar a un obrero
pobre, o a un campesino pobre, o a un cubano negro al que han estado
discriminando (APLAUSOS), y convertirlo en enemigo de la Revolución, por el
hecho de que sea creyente.
Ellos saben que no podrían tener ningún
argumento ni ningún medio de arrastrar a un pobre, pero dicen: “Hay pobres que creen en dios;
¿estos señores son los que se dicen aquí la representación de dios?
Vamos a aliarnos a estos señores, para que estos señores arrastren junto
a nosotros, clase social explotadora cuyos privilegios los hemos perdido aquí,
a que luchen con el imperialismo, frente a los revolucionarios cubanos, es
decir, a que luchen frente a los otros pobres, los otros negros y los otros
campesinos.” (APLAUSOS) Carecen de razón, y tratan de aferrarse por todos los
medios a cuantos hilos puedan servir para arrastrar hacia su mala causa a
gentes del pueblo.
Esa es la maniobra que tejen estos
poderes materiales ―porque de cuestiones espirituales no se está
discutiendo absolutamente nada, se están discutiendo cuestiones absolutamente
materiales, intereses de tierras, intereses de minas, intereses de fábricas,
que no tienen que ver absolutamente nada con las cuestiones de tipo espiritual.
Pregúntenle a un reaccionario si cree
que la reforma agraria es justa o no, y les dirá que sí. “¿Usted está de acuerdo con la reforma
agraria?” “Sí.” “¿Usted está de acuerdo
con la nacionalización de los monopolios?”
“Sí, eso es muy bueno.” “¿Usted
está de acuerdo con que se conviertan los cuarteles en escuelas?” “Sí, eso es magnífico.” “¿Usted está de acuerdo con que todo el mundo
tenga oportunidad de estudiar?” “Sí.” “¿Usted está de acuerdo con que todo el mundo
tenga empleo?” “Sí.” “¿Usted está de
acuerdo con que los campesinos tengan pan, y no estén viviendo en las
guardarrayas, y tengan casas?” “Sí”, le
dicen, pero... eso es comunismo (RISAS). Bueno, señor, si eso es comunismo, ¡estamos
de acuerdo con el comunismo! (APLAUSOS
PROLONGADOS.)
No tienen argumentos, y nos vienen a
asustar con las palabras. Al menos, ¡no
podrán negar que cumplimos con aquel mandato de la Biblia de que “cada cual se
gane el pan con el sudor de su frente”! (RISAS
Y APLAUSOS), y no he visto nada más parecido que ese mandato de la Biblia y
aquella consigna de la Revolución rusa: “El que no trabaja, no come” (APLAUSOS
PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel,
Jruschov, estamos con los dos!” y “¡Pin, pan, pun, que viva Mao Tse Tung!”, que solo son acallados con las notas del Himno
Invasor y del Himno Nacional).
Antes aquí no leíamos más que revistas
americanas (EXCLAMACIONES y
ABUCHEOS), libros yankis (EXCLAMACIONES Y ABUCHEOS), agencias de noticias
yankis (EXCLAMACIONES Y ABUCHEOS), periódicos yankis (EXCLAMACIONES Y
ABUCHEOS), muñequitos yankis (EXCLAMACIONES Y ABUCHEOS), música yanki
(EXCLAMACIONES y ABUCHEOS); los hijos de las familias ricas se iban a
estudiar a yankilandia (EXCLAMACIONES Y ABUCHEOS),
películas yankis (EXCLAMACIONES Y ABUCHEOS)...
¿Y qué nos enseñaban esas películas? Nos enseñaban que el norteamericano blanco
era un héroe matando indios (EXCLAMACIONES Y ABUCHEOS); que el norteamericano
en África era otro héroe matando negros africanos. Todos recordarán aquellas películas... ¡Vaya manera de presentarse la filosofía del
imperialismo, pintando al África como una agrupación de pueblos salvajes, sin
ropa, con arcos y flechas, y que a mayor número de salvajes que asesinara el
héroe yanki, más héroe era!
¿Qué nos enseñaban aquellas películas? El juego, el gangsterismo; el señor que se
hacía millonario, ese era un gran héroe.
En fin, que aquello era la expresión de toda la podredumbre del imperio
en todos sus aspectos.
Nosotros nos teníamos que desayunar con
eso, almorzar con eso, merendar con eso y comer con eso. ¿Y de qué les han valido 60 años de mentiras? ¿Qué es lo que ha llevado al pueblo al
convencimiento de la verdad? Los hechos,
los hechos de la Revolución (APLAUSOS).
¡Y como hemos aprendido en tan poco
tiempo! (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Y lo que falta
todavía!”) Pero vamos rápido (APLAUSOS). Por lo pronto, hemos abierto bien los ojos, y
estamos marchando con nuestros propios pies.
Sobre todo, hemos aprendido a conocer lo “bueno” que eran los yankis, lo
“santo” que eran los yankis. ¡Y pensar
que nunca les habíamos encendido siquiera una vela! (RISAS
Y APLAUSOS)
¡Qué gente tan noble y tan buena! Vean, si no, cómo a raíz de un brote de
epidemia, ¡qué pronto nos mandaron unas vacunas que estaban vencidas hacía
cuatro meses! ¿Que respetan la soberanía
de los pueblos?, ¿que respetan el derecho internacional los gángsters esos que
gobiernan en Estados Unidos? ¡Que nos
vengan a contar eso a nosotros! ¡Que nos
vengan a contar lo respetuosos que son los gobernantes de ese país de la
soberanía y de los derechos de los demás pueblos! ¡Que si lo sabremos nosotros, o no lo
sabremos!
Y lo bueno no es que lo sepamos, sino
que se lo vamos a enseñar a los demás pueblos (APLAUSOS). Nosotros esperamos que a costa nuestra
aprendan los demás pueblos también, sobre todo los pueblos de América Latina
(APLAUSOS). Nosotros somos el “conejillo
de Indias”.
Dicen que queremos promover
revoluciones. ¿Nosotros? ¡Ellos son los que promueven las revoluciones! ¡Ellos son los que forjan las revoluciones! Es el
imperialismo, no la Revolución Cubana. ¿Quién
hizo la Revolución cubana? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) No, no, no: los monopolios, los
monopolios ayudaron grandemente a hacer esto.
Si no hubiera existido tanta explotación, si no hubiera existido aquí la
explotación imperialista, el subdesarrollo, la miseria y el hambre que había en
nuestro país, ¿podía haber alguna revolución?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) ¿Por qué ha habido revolución? Por el hambre, ¿no? Bueno, pues hay más hambre en el resto de
América Latina (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Revolución, revolución!”).
Y les aseguro, les aseguro que aquí
había más mentiras de las que hay en el resto de América Latina, porque a
ningún pueblo lo tenían tan inundado de falsa propaganda como a nuestro país. ¡Pero si donde más difícil parecía una
revolución era aquí, donde más difícil parecía!: Más cerca de ellos, más inundados de
propaganda imperialista; más controlada
aquí la prensa, los centros de divulgación de cultura, los sindicatos, todo. Donde parecía más difícil era aquí, y ya
ustedes lo ven, cómo está la Revolución aquí, marchando (APLAUSOS).
Entonces, si aquí, que parecía más
difícil, ha sido posible la revolución y está fuerte, es lógico pensar que
también es posible, perfectamente posible, la revolución en otros países donde
hay menos mentiras y más hambre. Además,
una cosa: en
muchos países de América hay una conciencia revolucionaria más alta actualmente
de la que había en Cuba cuando empezó la lucha contra la tiranía de Batista. En el movimiento estudiantil, el movimiento
obrero, el desarrollo político en muchos pueblos de América Latina, es hoy
mucho más alto del que fue en nuestro país en aquellos días en que comenzó la
lucha.
Nosotros parecíamos más lejos de la
revolución y hoy marchamos a la vanguardia de la revolución en América Latina
(APLAUSOS).
Estos son hechos históricos, estos son
hechos históricos. Así empezó también la
independencia de América Latina, cuando parecía que el imperio español era
inconmovible: empezó
la revolución por un país y terminó en todos los países, la independencia de
América Latina (APLAUSOS).
Hoy es el imperio yanki, que trata
inútilmente de impedir también la revolución en América Latina. ¿Qué se le ocurre? Por lo pronto, se le ocurre proclamar que
cualquier revolución la van a combatir. Es
decir, ellos dicen que “cuando se vea amenazada la independencia” ―claro,
una revolución ya es una “amenaza” para esa independencia― van a mandar
sus “marines”. Y los 500 milloncitos de
pesos esos, que se van a quedar entre los dedos de los politiqueros ladrones de
una buena parte de países de América Latina.
Es que no les alcanza para comprar ―los 500 millones de
pesos―, la gente que andan comprando, para pagar espías, para pagar
prensa mercenaria en la que nadie cree, ¡en la que nadie cree!
A la “cotorra” la compraron... (EXCLAMACIONES), a la “cotorra” la compraron
con el menudito que se les quedó encima de la mesa a los imperialistas... (EXCLAMACIONES) Y que es positivamente cierto que ese señor
se ha vendido por dinero, por dinero contante y sonante.
Nosotros esperamos que el compañero
Javier Lezcano, que estuvo en México a investigar qué
era lo que había pasado allí, cuando se decía si estaba secuestrado o no, que
él relate la historia minuciosa de todo lo que pudo comprobar cuando fue allí a
investigar, porque él era amigo de ese señor y fue a cerciorarse qué era lo que
había pasado. Y, realmente, la narración
vale la pena que todo el pueblo la lea. Con
qué cinismo... (EXCLAMACIONES) La deben publicar en los periódicos. Seguramente que va a aparecer publicada en
los periódicos... Con qué cinismo... (EXCLAMACIONES DE: “¡Que la cuente!”) Sí, pero no la va a
contar ahora: yo
no, yo no, porque yo no me acuerdo de todos los detalles, y de todos los... (EXCLAMACIONES) No, él la contará, él que fue el testigo
presencial, él la contará.
Bueno, eso es otra cosa que enseña. Para que ustedes vean: ¿Quién tiene que defender a esos
señores? Como compran a cuanto miserable
y a cuanto traidor hay... ¿Ustedes
conciben que la Revolución compre una pluma y se ponga aquí a defender la
Revolución? ¡Hombre! ¡Qué diferencia moral hay entre nuestros
enemigos y nosotros, que todo es a base de oro, oro y oro! Esa es la filosofía, ese es el dios, eso es
el todo de los imperialistas:
esa es toda su creencia, y esa es su bandera, esa es su patria... Ellos no tienen patria de ninguna clase; a ellos les da lo mismo tener el oro allí en Wall Street, que en Arabia
Saudita, que en el Congo Belga, que en Asia, que en cualquier país de América
Latina; esa es su patria. Ellos llevan consigo su patria, es decir, su
oro. Y más nada.
¿Moral?
¿Qué moral es la que tienen esos señores? En el mundo no hay gente más mentirosa que
esa gente; en el mundo no hay gente más corrompida; en el mundo no hay gente
más cínica; en el mundo no hay gente más asesina. Y fueron ellos los que asesinaron a Sandino,
fueron los que asesinaron a Lumumba, fueron los que
asesinaron a todos los revolucionarios. Han
perseguido infatigablemente, en toda la América y en todo el mundo a los
revolucionarios para asesinarlos.
¡Ellos no pueden matar las ideas, pero
matan a los hombres que representan esas ideas!
¡Ellos no pueden comprar a un verdadero revolucionario, pero compran a
cuanto traidor y a cuanto villano hay en el mundo, y lo tienen reclutado!
¿Ese imperio se puede mantener? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Ese mundo que han erigido
sobre tanta suciedad, se puede mantener?
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) ¿Podrán comprar la conciencia de los pueblos con su oro
miserable? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Entonces,
están irremisiblemente perdidos. Mientras
pide una limosnita el cardenal Spellman para los
criminales de guerra y los latifundistas, y mientras invierten dinero en
comprar traidores, en pagar terrorismo; y mientras invierten millones, en
cambio a nuestro pueblo lo agreden económicamente y lo quieren doblegar por
hambre. Así que mientras ellos piden la
limosnita allá para los siquitrillados aquellos, en cambio quieren que nosotros
estemos aquí pasando hambre.
¡Qué generosos y qué caritativos son
esos señores! Es decir: bueno, ustedes se han sublevado contra
el imperialismo, los vamos a matar de hambre.
Suprimida toda la cuota azucarera;
suprimidos los envíos de materia prima, de piezas, en fin, ¿para qué? Esa buena gente cree que ha descubierto un
remedio para destruir revoluciones, es decir: privar a un pueblo de las materias
primas más esenciales, privar a un pueblo de su mercado, mercado del que
dependía como consecuencia del monocultivo que existía en nuestro país. Es decir, esos señores creen haber
descubierto un procedimiento para destruir revoluciones, es decir, llevar el
hambre, la miseria.
Nosotros no vamos a pasar hambre, por
supuesto; nos vamos a ver privados de
muchas cosas, y nos vamos a ver obligados a hacer sacrificios, lógicamente. Hambre no vamos a pasar, porque para eso
tenemos bastante tierra donde sembrar los alimentos que el pueblo necesita
(APLAUSOS).
Pero ellos, mientras invierten sus
recursos en pagar conciencia y alimentar alimaña, quieren que nuestros obreros,
nuestros campesinos, nuestros niños, nuestros jóvenes, nuestras mujeres pasen
hambre. Es decir, a los criminales un
pedestal, un pesebre; para el pueblo
laborioso y trabajador, para el pueblo honrado, hambre. Así actúan los enemigos de la humanidad.
Y una vez más se equivocan esos señores. ¿Saben por qué? ¡Porque nosotros estamos dispuestos aquí a
pasar hasta hambre! (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES DE: “¡Malanga
sí, chicles no!”), y las privaciones que sean necesarias las vamos a afrontar. Ellos no van a conseguir doblegar a nuestro
pueblo; ellos no van a conseguir doblegar una sola frente que se haya erguido
aquí con orgullo. ¡Nuestras frentes no
se doblarán!, sobre todo, cuando hemos tenido el orgullo de vivir
verdaderamente libres; cuando aquí, en este continente donde ellos imperaban,
podemos decir que somos libres; que no hemos medido el tamaño de su poderío,
¡hemos medido el tamaño de nuestra razón!, ¡hemos medido el tamaño de nuestra
moral!, ¡y hemos medido la dignidad de nuestro pueblo!
Ya veremos, ya veremos, ¡ya veremos
quién dice la última palabra! ¡La última
palabra la va a decir América! (APLAUSOS.)
Nosotros aquí somos los abanderados, y por muchos millones de toneladas de
papel que gasten contra nosotros, todas las plumas mercenarias de este
continente, el gobierno imperial se desprestigia frente a nosotros; el gobierno imperialista de Estados Unidos se
desacredita cada vez más frente a nosotros (APLAUSOS), porque lo que no podrán
ocultarles a los pueblos hermanos de América es que este país pequeño se ha
sabido erguir frente al gigante; que este país pequeño se ha mantenido firme
frente al gigante; que este país pequeño no se ha acobardado ante el gigante, y
que este país pequeño se ha hecho acreedor a la fe que hoy tienen en él los
pueblos de América Latina... (APLAUSOS),
y que esa bandera, esas banderas que ustedes tremolan, esas banderas que vibran
junto con nuestros corazones, ¡esas banderas no las dejaremos caer! (APLAUSOS.)
Esa bandera que ayer fue burla y hoy es orgullo; que ayer lucía desteñida bajo la sombra de
los amos extranjeros, y que hoy es guía de toda la América; esa bandera donde los pueblos ven el símbolo
de la lucha por la justicia, donde los pueblos ven el símbolo de la lucha
contra los que los humillan, los esclavizan y los explotan; ¡esas banderas no
las dejaremos caer de nuestras manos!
Y no conocen a nuestro pueblo, no
conocen al pueblo heroico que durante 10 años se enfrentó al imperio
español; no conocen al pueblo heroico,
que cuando estaba mucho menos integrado, mucho menos unido, mucho menos desarrollado,
fue capaz de soportar incalculables sacrificios y privaciones. Ignorantes como son no han leído la historia,
la historia no les dice nada:
ni la historia de los pueblos ni la historia de la humanidad. Y por eso creen que nos van a rendir, por eso
creen que con su agresión económica nos van a derrotar.
¡Cuánta energía y cuánto tiempo
invierten inútilmente! Y qué vergüenza
que un país tan poderoso tenga que descender tan bajo; qué vergüenza que un
país tan poderoso tenga que enfrascarse con nuestro pueblo en esta lucha histórica
donde los vencidos no seremos nosotros, los vencidos serán ellos (APLAUSOS).
Tal es el minuto que ustedes están
viviendo. Nosotros tuvimos la suerte que ustedes no tuvieron, y
ustedes tienen la suerte que nosotros no tuvimos (APLAUSOS). Y pueden considerarse verdaderamente
afortunados los jóvenes a los que les toque vivir un minuto como este; pueden
sentirse verdaderamente dichosos de poder ser no solo espectadores de la
historia, sino hacedores de la historia misma (APLAUSOS). Y, sobre todo, de eso tienen que estar
conscientes ustedes. Todo lo tienen por
delante: tienen
por delante la lucha y tienen por delante el porvenir.
Y esta juventud ya tiene garantizado un
derecho por encima de todas las contingencias.
Tiene, en primer lugar, garantizado el derecho a estudiar. Ya no puede haber un solo joven en toda Cuba
que tenga que dejar de ir a la escuela porque no tenga maestro, o que tenga que
dejar de ir a un instituto porque no tenga recursos, o que tenga que dejar de
ir a la universidad porque sus padres no le puedan costear los estudios.
La Revolución ya cuenta con la
posibilidad de sufragarle los estudios a todo hijo de familia humilde cuyos
padres no le puedan pagar esos estudios (APLAUSOS). Y en el próximo curso, solamente en la zona
occidental de la isla, sin contar el centro y oriente, se concederán
10 000 becas a estudiantes de segunda enseñanza (APLAUSOS), a partir del
15 de noviembre, tan pronto termine la campaña de alfabetización (APLAUSOS).
Antes para ir a especializarse en
cualquier carrera había que ser hijo de rico y hoy cualquier joven del pueblo,
por muy humilde que sea su economía, tiene la oportunidad de ir a
especializarse en cualquier carrera; no solo la oportunidad de estudiar aquí en
Cuba, sino la oportunidad de estudiar también en el extranjero (APLAUSOS), sin
otro requisito que ser un joven aplicado y competente, sin que necesite tener
padrinos, recomendaciones ni cuenta de ahorro en el banco.
¿Y no es ya una gran cosa para la
juventud poder garantizarles a todos los jóvenes de nuestro país el derecho a
adquirir una enseñanza básica, una enseñanza universitaria y una
especialización? ¿Poder garantizar que
no se pierda una sola inteligencia, ni en el campo ni en la ciudad? ¿Y no es realmente justa la sociedad que tal
derecho puede garantizar? ¿Y no es
realmente injusta y bochornosa la sociedad que tal derecho no podía garantizar?
No hablemos de todos los derechos que
una sociedad justa puede garantizar y que una sociedad injusta no garantizaba,
porque lo que teníamos garantizado aquí era el privilegio de unos cuantos, lo
que teníamos garantizado era la humillación, la discriminación, el
escepticismo; lo que teníamos garantizado aquí era la injusticia. Como hombres, como seres humanos, teníamos
derecho a luchar por un mundo mejor (APLAUSOS), teníamos derecho a luchar por
una sociedad justa, teníamos derecho a emplear toda la fuerza de esa sociedad y
todos los recursos de esta nación para garantizarles a todos los hijos de este
país esos derechos (APLAUSOS); teníamos
derecho a hacer lo que estamos haciendo, ¡y tenemos derecho y deber de luchar y
de morir por lo que estamos haciendo! (APLAUSOS.)
¡Y qué importa que no le podamos
garantizar a nadie el derecho a hacerse millonario!; ¡qué importa que no le podamos garantizar a nadie
el derecho a explotar a los demás!; ¡qué
importa que no le podamos garantizar a nadie el derecho a vivir de parásito, si
le podemos garantizar a cada cubano el derecho a ganarse la vida honradamente! (APLAUSOS), ¡si le podemos garantizar a cada
cubano el derecho a trabajar para sí y para su pueblo! Y aquí
los únicos que tendrán derecho a vivir sin trabajar, serán los ancianos, los
inválidos (APLAUSOS), aquellos que no puedan trabajar.
¡Qué importa el disgusto y la
irritación de los parásitos! ¡Qué
importa el desconsuelo de los perezosos y de los holgazanes! ¿Qué le importa eso al pueblo? ¿Qué le importa al pueblo la tristeza de los
que lo explotaban? ¿Qué le importa al
pueblo su suerte? ¡Si su suerte es dura
ellos han tenido la culpa, si su suerte es más dura ellos tendrán la culpa! Y al pueblo, al pueblo por el que nunca se
preocuparon, al pueblo cuyos dolores no les dolieron a ellos jamás, ¿qué les
importa la suerte que ellos corran? ¿Hemos
querido nosotros que sea dura esa suerte?
No. Habríamos deseado para ellos
mejor suerte. ¿Cuál habría sido mejor
suerte para ellos? Pues, sencillamente,
comprender que el pueblo tenía razón, y que lo que el pueblo hace es justo. Era muy difícil que lo comprendieran, pero de
todas formas los únicos culpables de no comprenderlo son ellos, no el pueblo.
Y ustedes, compañeros estudiantes,
ustedes que tienen delante de sí un libro abierto, ustedes que no tienen que ir
a la biblioteca a estudiar la historia de las revoluciones; ustedes, que tienen delante de sus ojos una
revolución, a ustedes les toca jugar un rol muy importante, nosotros creemos
que les corresponde jugar un gran rol. Ustedes
deben ser los abanderados; ustedes deben
ser los más esforzados defensores de la Revolución; ustedes son la parte del pueblo más sana, más
llena de energía, más llena de vida;
ustedes, ustedes deben ser los mejores soldados de la Revolución
(APLAUSOS); ustedes deben dar el ejemplo
en todas partes.
Cuando nosotros hablamos de
sacrificios, pensamos que ustedes deben ser los abanderados del sacrificio; ¡ustedes deben ser los más ardientes defensores de la
Revolución, en cada centro de enseñanza (APLAUSOS), en la escuela, en el
instituto, en la universidad, en el barrio, en el pueblo, en la ciudad... (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Y en las colas!”), en las colas, sí
señor, ustedes tienen que ser allí los defensores primeros de la Revolución!
Allí donde va alguno que otro esbirro,
allí donde va alguno que otro siquitrillado a hacer campaña
contrarrevolucionaria, allí hay que decirle: “¡No me venga con cuento, que usted es
cómplice de eso, y todos los cómplices del imperialismo son los culpables de
las colas! (APLAUSOS PROLONGADOS Y
EXCLAMACIONES DE CONSIGNAS REVOLUCIONARIAS.)
¡Preferible es hacer cola para comprar
una pastilla de jabón que tener que hacer cola delante de los montones de
cadáveres, para ver si alguno de ellos es nuestro hijo! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”); o hacer colas frente a la
casa de un político para mendigar favores; o hacer colas en las puertas de los
prostíbulos, donde muchas jóvenes humildes tenían que ir a vender su cuerpo,
porque no tenía un trabajo decoroso (APLAUSOS); o no poder hacer cola a la
entrada de un centro social, porque se era negro y no le permitían entrar
(APLAUSOS); o hacer cola en las filas de los que van a pedirles limosnas a los
imperialistas, a cambio de su alma. Haremos
todas las colas que nos exija nuestra dignidad, y que nos exija nuestra
decisión de defender a la Revolución contra los cobardes ataques del imperialismo
(APLAUSOS).
Y allí, en las colas, debemos ir a
defender también la Revolución; en todas partes tenemos que dar fe de vida,
saliéndoles al paso a los escépticos, saliéndoles al paso a los sembradores de
rumores y de descontento. Porque algún
día, muchos de nosotros nos vimos obligados a hacer colas a las entradas de las
cárceles, nos vimos obligados a hacer colas en el camino del exilio, ¡y muchos
compañeros heroicos tuvieron que hacer colas en el camino de la muerte! (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE
CONSIGNAS REVOLUCIONARIAS.)
Ustedes, estudiantes, jóvenes rebeldes,
deben constituir en cada centro escolar el núcleo más firme y activo de la
Revolución, con esa moral de saber que están escribiendo una página gloriosa en
la historia de la patria, con esa moral de saber que tienen la razón, con esa
moral de saber que están defendiendo lo noble, lo bueno y lo justo.
Y, sobre todo, algo que muy
especialmente queremos pedirles: uno de
los esfuerzos más hermosos de esta Revolución, una de las batallas más
gloriosas en esta lucha que se libra en todos los campos, que se libra con el
libro y con el fusil; en esta lucha, que
es de hombres y mujeres armados, en defensa de la patria, en defensa de la
soberanía, en defensa de la Revolución, de hombres y mujeres jóvenes,
constituyendo otro ejército: el ejército
de la cultura (APLAUSOS).
Ellos no quieren que enseñemos. Los enemigos de la verdad tratan de mantener
a los pueblos en la ignorancia, para que nunca aprendan, para que nunca sepan. Masas de indios analfabetos, masas de obreros
y campesinos que no sepan leer y escribir es precisamente lo que necesitan los
explotadores de los pueblos; masas de
obreros y campesinos, masas de pueblo que sepa leer y escribir hasta el último
de ellos es lo que necesitan las revoluciones reveladoras de las grandes
verdades (APLAUSOS).
Por eso el tesón que ponemos en que no
quede un solo cubano que no sepa leer ni escribir, para llevar la verdad, para
llevar la verdadera luz a las inteligencias, para barrer la mentira. Ese es el reto que hemos lanzado, frente a
los que no quieren que aprenda el pueblo, frente a los que asesinan a los
maestros, frente a los que quieren que nuestro pueblo permanezca en la
ignorancia.
He ahí un enemigo, he ahí un aliado de
la contrarrevolución: la
incultura, la ignorancia. Si nosotros
hemos podido ver más que otra parte de nuestros compatriotas, debemos llevarles
a ellos la verdad, debemos llevarles a ellos la luz. ¿Que viven en apartados rincones del país, en
un bohío pobre? No importa. ¿Que viven en las montañas, que viven entre
ciénagas, que viven entre bosques? ¡No
importa! Si allá está la ignorancia,
allá debemos ir a combatir la ignorancia.
Y si hemos sido capaces de movilizar ejércitos de milicianos para ir a
combatir a los mercenarios del imperialismo, ¿por qué no hemos de ser capaces
de organizar un ejército todavía mayor de alfabetizadores, capaz de ir a
destruir hasta el último átomo del analfabetismo en nuestro país? (APLAUSOS.)
Los contrarrevolucionarios están empeñados
en hacer fracasar esta campaña; los
contrarrevolucionarios se dedican a sembrar rumores, para tratar de atemorizar
a los padres, de manera que sus hijos no vayan a enseñar. Son, como todos los rumores malintencionados
y cada día más desacreditados de los enemigos de la Revolución; como aquel rumor famoso de que les iban a
quitar la patria potestad a los padres, como si no se hubiesen detenido a
pensar que solamente para lavar los pañales de todos los muchachos hace falta
medio millón de mujeres (APLAUSOS).
Y así, han tratado de sembrar el miedo. Peligro no hay para ningún alfabetizador,
porque para eso está la poderosa organización militar que la Revolución ha
formado con los obreros y los campesinos.
Pero, además, ¿qué puede ocurrir? ¿Que agredan a un alfabetizador? Pues
bien, sí puede ocurrir, excepcionalmente, que un alfabetizador sea agredido,
porque ellos son capaces de cualquier cosa.
Serían capaces de hacer cualquier crimen tan monstruoso como ese, igual
que asesinaron al maestro voluntario (APLAUSOS).
Pero a nuestros jóvenes no les
atemoriza esa posibilidad; a nuestros
jóvenes no les asusta ningún riesgo. Y
bien poca cosa seríamos si un grupito de criminales, o cualquier criminal,
fuese capaz de entorpecer una obra tan grande como esta.
La Revolución necesita de los
estudiantes, necesita del patriotismo de sus padres y necesita del patriotismo
de los jóvenes. Hay que despertar en
todos los centros de enseñanza el entusiasmo por el ejército de alfabetización
que se está organizando; hay que recoger
a los mejores compañeros y llevarlos a constituir las brigadas de
alfabetización.
Cuanto joven desee servir a su país,
debe enrolarse en las brigadas; cuanto padre quiera que su hijo aprenda, cuanto
padre quiera que su hija aprenda mucho más que en años de escuela; cuanto padre quiera que su hijo aprenda mucho
más de lo que le van a enseñar al campesino, ¡que envíe a su hijo a alfabetizar
(APLAUSOS) y verá que ese hijo se lo va a agradecer eternamente; igual que le
reprocharía eternamente que le impidiese el honor y el orgullo de participar en
una tarea tan hermosa y tan honrosa como esa!, ¡igual que le reprocharía el
egoísmo de que le negara la felicidad de ir a enseñar a otros niños y a enseñar
a otros padres!
La campaña de alfabetización avanza,
avanza de manera extraordinaria, pero el éxito de esa campaña dependerá de la
movilización de los estudiantes. Y ya el
día 5 de abril marchan los primeros contingentes, que son los alumnos de las
escuelas de maestros primarios (APLAUSOS);
y el día 15 marcha el segundo contingente, que son alumnos de
preuniversitario. Y así, entre los meses
de abril y mayo, se pondrá en marcha todo el ejército de alfabetización, y
llevaremos un alfabetizador hasta el más apartado rincón de las montañas
(APLAUSOS), organizados en compañías, en batallones y en brigadas. Ya tienen sus equipos, sus mochilas, sus
uniformes listos, para ponerse en marcha.
Los jóvenes, los varones, serán
distribuidos en las montañas:
las jóvenes estarán en las aldeas, realizando su trabajo en las
zonas más próximas. Sí, nosotros sabemos
que pueden ir, y ya hemos mandado algunas brigadas piloto, y han realizado el
trabajo perfectamente bien. Nosotros
sabemos que nuestras jóvenes pueden ir a cualquier parte (APLAUSOS); se trata, sencillamente, de que debemos
organizar esta campaña de manera que hasta las personas más vacilantes, los
padres más vacilantes, comprendan la seguridad de sus hijos.
Cada unidad tendrá persona responsable
al frente de ella, y todo se desarrollará perfectamente, conforme a lo planeado. La campaña no la vamos a suspender por
ninguna razón; está en marcha. Aunque vinieran expediciones y ataques
contrarrevolucionarios e invasiones, la campaña no se detendrá (APLAUSOS).
Es y debe ser el más firme propósito
que nada pueda interrumpir la campaña de alfabetización. Esto será, para todos nosotros, una prueba de
la fuerza de la Revolución; será una
prueba de la energía de la Revolución;
y, sobre todo, será una prueba para ustedes. Y recuerden que serán cientos de miles de
personas, más de un millón de personas, que podrán enrolarse en las filas de la
verdad y de la luz; y que eso va a
fortalecer la Revolución, que eso va a ser un golpe para el imperialismo, que
eso va a ser una lección para América Latina y, sobre todo, una réplica para
los que ofrecen limosnas a los pueblos, para los que quieren comprar la
conciencia de los pueblos de América, y les hablan de tantos millones, para
hacer un programa en 10 años y algunas escuelas y algunos caminos, como una
revolución. Movilizando sus recursos
humanos, movilizando su juventud y movilizando su pueblo, puede hacerse, sin un
solo dólar imperialista, lo que todos los dólares imperialistas no podrían
hacer en ningún país de América (APLAUSOS).
Nos falta pedirles una sola cosa, para
finalizar, y es que no solamente... ―y
vamos a aprovechar esta oportunidad―, además de alfabetizadores, además
de alfabetizadores necesitamos otras cosas.
Nosotros necesitamos otros tipos de defensores de la Revolución: pues,
sencillamente, necesitamos pilotos (APLAUSOS).
Entonces, les vamos a encargar a
ustedes una tarea: que
de cada centro secundario nos manden dos de los mejores muchachos
―fíjense bien―, dos de los mejores muchachos que quieran estudiar
aviación (APLAUSOS); y que, al mismo
tiempo, los trabajadores de cada centro de trabajo importante nos envíen dos de
los mejores jóvenes obreros que quieran estudiar aviación (APLAUSOS). Tienen que venir con el informe del
sindicato, y tienen que venir ―cuando son estudiantes― con el
informe de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (APLAUSOS); dirigirse a la dirección provincial y de ahí
a La Habana. Entre 17 y 22 años, que por
lo menos ―los demás ya tendrán tiempo de llegar a esa edad― estén
en séptimo grado, por lo menos; para
hacerles los exámenes de vista, examen físico, todo tipo de examen, porque de
esos que ustedes envíen hay que hacer una selección rigurosa, y que una vez
seleccionados... (DEL PUBLICO LE DICEN: “Sobre las jóvenes”)... Las muchachas tienen que ayudar a escoger a
los mejores muchachos para pilotos allí (APLAUSOS)... y después que hayan sido seleccionados y
hayan pasado los exámenes, van a pasar pruebas bastante duras: unos cuantos picos, y unos cuantos...
Es decir que una vez que hayan pasado
todas esas pruebas, tienen que pasar otras pruebas de voluntad, de perseverancia,
de energía física. Pero es necesario
apelar a la cooperación de ustedes para escoger esos compañeros, bajo la
responsabilidad de cada asociación y bajo la responsabilidad de cada sindicato. Vamos a ver si antes de 15 días ya todos esos
compañeros están seleccionados y se han trasladado aquí para pasar los exámenes
(APLAUSOS).
Y nada más... (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”). Bueno, veo que ustedes tienen mucho
entusiasmo (EXCLAMACIONES DE:
“¡Sí!”) ¡Vamos a ver si les dan clases a los guajiros también
hasta las 2:00 de la mañana todos los días!
(EXCLAMACIONES DE:
“SÍ”!)
Bueno, ¡nos volveremos a reunir el día
20 de noviembre, aquí en La Habana, con todos los alfabetizadores de toda la
isla, una vez que haya culminado la campaña de alfabetización!
¡Muchas gracias!
(OVACION)