DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL
ACTO DE CLAUSURA DEL XI CONGRESO NACIONAL DE LA CTC-R, CELEBRADO EN EL TEATRO
“CHAPLIN”, EL 28 DE NOVIEMBRE DE 1961.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros
trabajadores:
En el día de hoy hemos recibido la noticia de que un
joven brigadista alfabetizador, de 16 años de edad, fue asesinado por elementos
contrarrevolucionarios en la finca Palmarito, barrio
Río de Ay, término municipal de Trinidad, Las Villas.
El joven se nombra, o se nombraba, o se nombra y se
seguirá nombrando siempre (APLAUSOS),
Manuel Ascunce Domenech; estudiaba en la escuela secundaria básica América, de
Luyanó; terminó el segundo año y comenzaría en enero el tercer año; el nombre
de su padre, Manuel Ascunce Hernández, técnico laboratorista de la productora
de superfosfatos de Regla. Junto con él
fue igualmente asesinado un campesino, en cuya casa enseñaba el brigadista,
cuyo nombre es Pedro Lantigua Ortega; deja siete
hijos.
Según el informe recibido en la provincia de Las
Villas, los hechos ocurrieron así:
El campesino Pedro Lantigua
fue un revolucionario de siempre; por ello, al advenir la actual Revolución se
integró a ella totalmente. Pertenecía,
además, a las Milicias Nacionales Revolucionarias. La tarde de los hechos, es decir, en la noche
de antier, a eso de las 6:00, se presentó a la puerta del bohío un individuo
que le dijo a Pedro: “Tengo
que hablar contigo, sal un momento.” El
campesino salió al encuentro del que así lo requería: tras de él salió el brigadista, y
después la esposa y un hijo de 14 años.
Al llegar todos afuera, vieron que allí había un grupo
de individuos armados; el que había hablado con el campesino se dirigió ahora
al brigadista y le preguntó quién era.
Aunque la campesina, comprendiendo el peligro, trató de hacerlo aparecer
como hijo de ella, este respondió que era el maestro. El facineroso entonces agregó: “Tú eres
brigadista, ven también.”
En esos momentos el campesino parece que intentó hacer
uso de su arma, pero todo fue inútil por la superioridad numérica de los
asaltantes. Emprendieron la marcha, y la
campesina con su menor hijo trató por tres veces de seguirlos. Una de las veces maltrataron al niño y en la
tercera la amenazaron que si volvía le entrarían a tiros. La campesina esta vez permaneció un rato en
la casa, y una vez que se hubieron alejado los asaltantes con los dos hombres
de la casa, ella se dirigió al lugar de vivienda más cercano, a dos o tres
kilómetros, y pidió ayuda narrando lo sucedido.
Al acudir vecinos del lugar al sitio donde ella vio
alejarse a los hombres, encontraron colgados de un árbol al campesino y al
brigadista.
Se me hacía difícil comenzar mis palabras de hoy sin
exponer este hecho indignante y repugnante.
Era, por otra parte, un poco ocultar el ánimo que nos puede embargar
ante hechos de esta índole empezar hablando de otras cosas. Y, además, porque este hecho no es ajeno a
los intereses de la clase obrera; este hecho, por lo que significa y simboliza,
interesa especialmente a la clase obrera.
La campaña de alfabetización llegaba ya a su
término. ¿Qué explicación puede tener
semejante barbaridad? ¿Qué sentido puede
tener semejante crimen? ¿Qué explicación
al hecho bárbaro, inhumano, demostrativo de la más absoluta ausencia de
sensibilidad, de asesinar prácticamente a un niño de 16 años, así, a sangre
fría? A un niño que, además, había
sacrificado sus vacaciones; que estaba allí, igual que otros 100 000 jóvenes,
igual que otras decenas y decenas de miles de niños y de jóvenes, hijos, por
supuesto, de decenas y decenas de miles de familias, muchos de ellos —la
inmensa mayoría— hijos de la clase obrera.
Muchos de ustedes posiblemente tengan a sus hijos
entre esos 100 000; jóvenes que se
fueron a cumplir una tarea tan honrosa y tan noble, que se decidieron a
separarse de sus familiares y ausentarse de sus hogares para ir a convivir con
campesinos humildes, que viven en lugares apartados y aislados; que fueron allí
a reparar una de las injusticias más grandes de nuestra sociedad; que fueron
allí a reparar el crimen de que un millón de ciudadanos adultos ignorasen el
alfabeto y no supieran siquiera escribir su nombre; que fueron a realizar un
esfuerzo que ha causado la admiración y el reconocimiento del mundo entero, y
que ha hecho posible que en reuniones internacionales de educación se mencione
el caso de Cuba como edificante ejemplo.
¿Qué explicación puede tener el hecho de que a un niño
así se le asesinara, se le ahorcara, se le aplicara una muerte tan cruel y tan
inmerecida? Ya había ocurrido con un
maestro voluntario, pero nos resistíamos a creer que pudiera llegar a ocurrir
con un joven alfabetizador, por la condena unánime de la nación cubana a aquel
hecho, y porque a más de repugnante y cobarde es, además, tan estúpido. Y hasta una mala causa, como la que defienden
los enemigos de la patria, hasta una mala causa como esa se le defiende muy mal
con semejante salvajismo. Y nos
resistíamos a pensar que fuesen capaces de cometer un hecho como ese.
¿Y cuándo lo hacen?
Lo hacen cuando tan solo faltan 20 días para finalizar la campaña;
cuando uno tras otro empiezan los municipios de Cuba a elevar las banderas que
los señalan como territorios libres de analfabetismo; cuando una tras otras las
fábricas y los centros de trabajo levantan las suyas; cuando el país hace el
esfuerzo final, que por ser el esfuerzo final tiene que ser el esfuerzo más
tenso y más arduo; cuando toda la población cubana ha hecho suya la campaña; cuando
todas las organizaciones de masa, cuando todas las instituciones han tomado en
sus manos el problema, para poder cumplir la meta señalada; cuando se hace el
esfuerzo decisivo.
¿Qué puede haber sido la causa, el móvil de esa
acción? ¿La irritación de los enemigos
de la Revolución, ante el hecho de que se hayan anunciado las cifras de los
cientos de miles de alfabetizados? ¿Qué
los ha movido?, ¿la impotencia, la irritación y el odio?, ¿o los ha movido el
deseo de obstaculizar y perturbar ese esfuerzo final, de sembrar el terror
entre las decenas de millares de familias que tienen a sus hijos alfabetizando,
a fin de debilitar y frustrar el tremendo esfuerzo de la última etapa de la
campaña?
Porque para nosotros, a más del dolor y la indignación
que esto significa, significa también una preocupación seria, la preocupación
de que el hecho en sí pueda impresionar profundamente el ánimo de los
familiares de los brigadistas alfabetizadores, de que pueda sembrar el pánico y
el temor en numerosas familias, y que ese temor pueda más que cualquier
razonamiento, y que en consecuencia numerosas madres se desesperen y comiencen
a traer a sus hijos de los campos.
Ya casi desde el principio, los contrarrevolucionarios
trataron de intimidar a los familiares, trataron de hacer circular rumores
acerca de supuestos peligros para los alfabetizadores, pero la campaña de
intimidación y de rumores fracasó. Esta
vez no se trata de un rumor, esta vez se trata de un hecho.
El Gobierno Revolucionario tomó todas las medidas
imaginables para garantizar la seguridad de los brigadistas alfabetizadores, y
en todos los sitios donde pudiese haber para ellos algún riesgo tomó medidas
especiales a fin de protegerlos. Sin
embargo, cuando todo parecía indicar que la campaña de alfabetización finalizaría
felizmente, sin tener que lamentar un suceso de esta índole, hoy nos vemos en
la amarga realidad de tener que afrontar el hecho.
No era posible ocultarlo a la opinión pública, no era
posible guardar silencio, porque un hecho así hay que afrontarlo con la verdad,
hay que afrontarlo con la condenación del pueblo todo, porque un hecho así hay
que afrontarlo con valor, y las madres, sobre todo las madres, tienen que
afrontarlo con valor.
Precisamente, en solidaridad con los familiares del
joven asesinado, en solidaridad con el esfuerzo de sus hijos, para que el
esfuerzo que han hecho durante tantos meses, el sacrificio con que han
contribuido a una de las páginas más hermosas de la Revolución, la gloria, el
prestigio, y el reconocimiento que nuestra juventud se ha ganado con su
esfuerzo, no quede trunco. ¡Que las
madres lo sepan afrontar con valor, precisamente para que no se cumplan los
designios de los enemigos de la patria, para que no se cumplan los designios de
los enemigos, para que los asesinos vandálicos e insensibles no puedan recoger
el fruto de su crimen!
¡Retirar a un solo joven es hacer precisamente lo que
querían los asesinos! ¡Recoger a un solo
joven es complacer a los asesinos de ese joven!
¡Recoger a un solo joven sería, en estos instantes, una falta de
solidaridad con los familiares del joven asesinado, sería una falta de
solidaridad con todas las demás madres!
Porque nosotros sabemos que las madres van a tener valor, que las madres
van a confiar en la vigilancia de todo el pueblo, y en el esfuerzo de la
Revolución, para evitar que vuelva a ocurrir, para evitarlo en la medida de las
fuerzas de la Revolución, movilizando los recursos que sean necesarios.
¿Y qué nos enseña este hecho? Este hecho implica una lección para todos,
este hecho implica una profunda enseñanza, especialmente para la clase obrera,
y significa una enseñanza para todos nosotros.
Más que una enseñanza, significa, sobre todo para nosotros, la
comprobación de lo que pensamos y de lo que creemos.
Este hecho confirma nuestra concepción revolucionaria,
comprueba lo que sabemos, lo que sabemos que es una revolución, como cambio
profundo, con su secuela de luchas profundas, con su antagonismo de intereses
de clases profundo. Y nos enseña lo que
otras veces hemos afirmado, que la Revolución es una lucha a muerte entre la
Revolución y la contrarrevolución, y que en esa lucha, o los revolucionarios
exterminan a los contrarrevolucionarios, o la contrarrevolución extermina a los
revolucionarios. Nosotros, ustedes, y
todos, sabemos que nunca, ¡y sabemos que es precisamente la Revolución la que
exterminará a los contrarrevolucionarios!
(APLAUSOS PROLONGADOS.)
Pero la verdad, para que se comprenda bien, hay que
plantearla así, como una disyuntiva, sin alternativa posible.
(LE ENTREGAN UNA NOTA AL DOCTOR CASTRO) Un obrero dice: “Propongo que de este Congreso
salgamos un batallón para capturar a esos asesinos (APLAUSOS PROLONGADOS) en nombre de todos los delegados al Congreso,
y deseo ir en primer lugar, pues tengo un hijo brigadista y además yo participé
en el batallón de la 'limpieza del Escambray' y conozco algo la zona” (MUESTRAS DE APROBACION). Por lo menos, si no un batallón, una
representación que recoja el sentimiento de este Congreso; bastaría con una
representación, pues todos ustedes comprenden perfectamente que tienen
importantes obligaciones en sus centros de trabajo. Y sería, por eso, mejor que fuera un pelotón
integrado por ustedes (MANIFESTACIONES
DE APROBACION). Que sea escogido, puesto
que todos se ofrecen, por los compañeros del Comité Ejecutivo de la CTC (APLAUSOS).
Les decía que era necesario expresarlo con esa
disyuntiva, sin otra alternativa, la lucha entre revolución y
contrarrevolución. Pero es esta una de
esas verdades en la que se cree y que, sin embargo, se hace necesario que todos
la crean. Es una de esas verdades que
por tratarse de problemas tan serios, como los que atañen a los medios de esa
lucha, que es necesario a los pueblos aprenderla, no por simples razonamientos,
sino que es necesario aprenderla de la propia experiencia que emana de la
Revolución.
Y son estos hechos los que nos enseñan; son estos
hechos los que enseñan a todo el pueblo; son estos hechos los que confirman
nuestras ideas. ¡Y cuánto han acusado en
el exterior a nuestro país los enemigos de la Revolución!
¡Cuánto han acusado a la Revolución! ¡Cómo han tratado de pintarnos de crueles,
cómo han inventado cuantas cosas se puedan imaginar para confundir a los
pueblos, para herir la sensibilidad de los pueblos! ¡Cómo han tratado de pintar a nuestra
Revolución, como una revolución cruel e inhumana, como han hecho siempre los
reaccionarios de todo el mundo contra todas las revoluciones! Y, sin embargo, qué ecuánime ha sido nuestra
Revolución, cómo ha evitado nuestra Revolución excederse en sus medidas, y cómo
nuestra Revolución, antes de excederse en las medidas necesarias, ha sido
cautelosa, ha sido cuidadosa y ha sido corta; sino por defecto.
Estos hechos vandálicos, como el asesinato del maestro
Conrado Benítez, ocurrió también por una época en que se hablaba de invasiones
mercenarias, en que se hablaba de agresiones extranjeras. Y cómo cuando se habla de amenazas de
agresión, cómo cuando se organizan esas agresiones, y los contrarrevolucionarios
se alientan, empiezan a ocurrir esos hechos.
Recuerden la otra vez, antes de la invasión, el
asesinato del maestro; recuerden la otra vez numerosos actos de sabotaje, el
incendio de varias tiendas, el auge de la actividad de los elementos pagados y
organizados por el imperialismo, como son dos cosas que marchan parejas; cómo
después de la aplastante derrota se desalentaron y no movían una piedra, y cómo
cuando se vuelve a hablar de las posibilidades de la agresión imperialista, se
alientan, se animan, y de tal manera se atreven a desafiar al pueblo, de tal
manera se atreven a desafiar la sensibilidad del pueblo y herirla lo más
profundamente.
Es la gran realidad de que solo en la fuerza del
imperialismo y solo en las agresiones del imperialismo, los reaccionarios y los
explotadores tienen puestas sus esperanzas.
Y, sin embargo, ¿cuál ha sido la conducta del Gobierno
Revolucionario? ¿Cuánta ha sido la
ecuanimidad del Gobierno Revolucionario?
La otra vez envió el Gobierno Revolucionario las fuerzas necesarias,
movilizó en la zona del Escambray el número de batallones necesarios, y en unas
pocas semanas el Escambray quedó limpio, en unas pocas semanas cerca de 500
contrarrevolucionarios fueron capturados.
Y, sin embargo, ni uno solo ha sido llevado a juicio, ni uno solo ha
sido fusilado.
Días después vino la invasión de los mercenarios
traidores. En tres días fueron
liquidados. Unos pocos días más, 100 de
ellos, mil ciento y tantos de ellos capturados; prácticamente, la totalidad de
los de la expedición invasora con muy pocas excepciones. Y, sin embargo, excepto los criminales de
guerra de épocas anteriores, los convictos de asesinato en épocas anteriores,
solo esos fueron llevados a juicio.
¡Qué ecuánime y qué cuidado ha tenido la Revolución en
no excederse! ¡Qué ecuánime y qué serena
ha sido la Revolución! Como, tal vez, en
circunstancias similares, lo hayan sido pocas o ningunas revoluciones.
Y a pesar de que nosotros sabemos cómo piensa el
pueblo, a pesar de que nosotros escuchamos cómo piensa el pueblo, a pesar de
que nosotros comprendemos la indignación justa del pueblo, sin embargo, ¡qué
ecuánime, qué sereno ha sido nuestro pueblo!; ¡qué lección, qué enseñanza, qué
confirmación de lo que nosotros debemos saber que es una revolución! ¡Y de qué poco sirve en una revolución esa
generosidad de los revolucionarios, de qué poco sirve ese exceso de cuidado y
esa extraordinaria preocupación de no excederse!, lo que sabe bien el pueblo,
lo que saben hasta los propios enemigos de nuestra Revolución, porque en más de
una ocasión no han podido siquiera disimular lo que piensan, cuando el odio no
los ciega de manera absoluta.
¡De qué poco vale, en una revolución, lo que nosotros
hemos hecho para no excedernos! Pero,
sin embargo, vale como enseñanza, vale como confirmación de una verdad histórica
universal, vale como enseñanza de lo que es una revolución, y vale como
enseñanza al pueblo.
y si el exceso de precaución, si la generosidad
excesiva ha servido tan siquiera para enseñarnos y para confirmar lo que
sabemos, ¡está bien que hayamos sido generosos con exceso, están bien las
precauciones que hemos tenido, está bien como hemos tratado a las bandas de
criminales y a las bandas de mercenarios!
¡Pero hemos aprendido la lección!
Está bien, sobre todo porque hemos aprendido la lección (APLAUSOS)
de cómo debemos tratar a los enemigos de la clase obrera, de cómo
debemos tratar a los agentes de la reacción, de cómo hemos de tratar a los
agentes del imperialismo, de cómo hemos de tratar a nuestros enemigos!
Y nuestros enemigos saben —lo saben de sobra—, que
cuando la Revolución moviliza sus fuerzas, los barre; nuestros enemigos saben
que aquello de que hasta una aguja encontrábamos, se cumplió. Pero no hay dudas de que se sienten
alentados. ¡¿Cómo no se van a sentir
alentados, si no tienen problemas?!
¡¿Cómo no se van a sentir alentados, si creen que el imperialismo
vencerá a la Revolución?! ¡¿Cómo no se
han de sentir alentados, si creen que los van a sacar, como héroes de las
cárceles, los imperialistas, para pagarles el oro y las prebendas con que
aspiran a recibir el premio de sus fechorías, de sus crímenes y de sus
traiciones?! ¡¿Cómo no se van a sentir
alentados, si la Revolución es buena, si la Revolución es excesivamente
decente, si la Revolución incluso ha llegado a hacer centros de rehabilitación
—como el de la provincia de Oriente, donde más de 100 contrarrevolucionarios
fueron rehabilitados—?! ¡Como si fuera
posible hacer al mismo tiempo las dos cosas: luchar contra los
contrarrevolucionarios y, al mismo tiempo, rehabilitarlos!; dos cosas tan
difíciles, que son imposibles, porque, ¡la gran verdad, la única verdad, es que
primero hay que aplastar hasta el último vestigio de contrarrevolución! (APLAUSOS), aplastar primero hasta el último
vestigio, y después ensayar rehabilitaciones, cuando la lucha —que es una lucha
larga, sobre todo cuando se tiene al imperialismo yanki al lado— haya cesado;
la gran verdad real y realista, es que rehabilitar, mientras hay que luchar
contra ellos, es un sueño, una ilusión utópica, ¡y que a ese enemigo lo que hay
que mostrarle es la fuerza de la Revolución!
(APLAUSOS.) A ese enemigo, a ese
enemigo que trata de sembrar el terror en el pueblo, y que por eso pone bombas,
y que por eso asesina obreros y milicianos, y que por eso asesina brigadistas
—porque también, semanas atrás, un brigadista obrero “Patria o Muerte” fue
asesinado, de manera igualmente vil, porque ya ni siquiera es este el primer
caso, pero este caso colma la copa, por las circunstancias de tratarse de un
jovencito de 16 años— ¡a ese enemigo lo que hay que mostrarle es el puño fuerte
de la Revolución! (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES DE: “¡Paredón,
paredón!”)
¡Y frente al terror contrarrevolucionario aplicar, en
la medida que sea necesario, el terror revolucionario! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Paredón,
paredón!”)
Eso es, al fin y al cabo, lo único correcto, y lo
único real. No quiero decir, por eso,
que nos vayamos a convertir en asesinos o en torturadores, ¡no!, pero vamos a
acudir, ¡sí!, a la ley; vamos a acudir, ¡sí!, a las medidas a que la Revolución
tiene derecho. Y la ley por delante,
vamos a reunir mañana mismo el Consejo de Ministros (APLAUSOS), y proponer que mientras duren las
amenazas de agresión, y mientras se realicen en el país actividades promovidas
por el imperialismo, todo individuo que sea capturado en armas, es decir,
alzado contra la Revolución, independientemente de que sea jefe o soldado de
fila, ¡aplicarle, sin otra alternativa, inexorablemente, la pena capital! (APLAUSOS), por un trámite sencillo y
rápido, de manera que en término no mayor de 48 horas se cumplan las
sentencias; ¡lo mismo que empuñen las armas aquí, o que vengan del
extranjero! (APLAUSOS PROLONGADOS),
¡vengan infiltrados o vengan en expedición!, ¡sean nacionales, o sean
extranjeros! (APLAUSOS.) De manera que ya queda advertido, ¡ya queda
advertido y bien advertido!, para que si vuelven a repetir la felonía de la
otra vez, no se le ocurra a nadie pensar siquiera en clemencia. Porque a las tropas en operaciones, ¡a las
tropas en operaciones —si la historia la intentan repetir— las acompañarán los
tribunales revolucionarios! (APLAUSOS
PROLONGADOS.) Y la medida, igual se
aplicará de sanción capital ineludible, ¡a todo el que sea sorprendido convicto
de quema de caña o de destrucción de cualquier riqueza nacional! (APLAUSOS PROLONGADOS.) Y que el imperialismo haga todas las campañas
que le dé la gana, que nosotros sabemos que en esta lucha, al final, ¡el
imperialismo quedará también en el camino!
(APLAUSOS.)
Promulgaremos la ley, y no solo la promulgaremos, sino
que ¡la cumpliremos! (APLAUSOS.) Ya saben, pues, nuestros enemigos, la suerte
que les toca y la suerte que van a correr, ¡sin mucha publicidad siquiera! (APLAUSOS), para que sepan el destino que
les espera a los traidores; y sería bueno que se acordaran también que cuando
la Revolución moviliza sus recursos, no escapa ninguno.
Y los contrarrevolucionarios, en vista de que los
Comités de Defensa les han hecho la vida imposible en las ciudades tratan de
desplazarse hacia los campos, donde, por vivir disgregada la población, piensan
que escapan mejor a la vigilancia revolucionaria. Se desplazan hacia los campos para quemar
cañas, para tratar de quemar las granjas avícolas y centros de producción, como
ocurrió en días recientes en Aguada de Pasajeros, donde quemaron cuatro naves
que contenían, en total, cerca de 40 000 aves que se perdieron. Es decir, no es solo la batalla del enemigo
por impedir la educación del pueblo, por impedir que el pueblo aprenda a leer y
a escribir, es el esfuerzo por evitar que el pueblo se abastezca, que el pueblo
gane también la batalla económica.
Los enemigos saben que cuando se movilizan los
recursos del pueblo no escapa ninguno.
La Revolución, naturalmente, no moviliza todos sus recursos sino cuando
las circunstancias lo exigen; no va a movilizar todos sus recursos por unos
cuantos saboteadores o por unos cuantos asesinos, pero ellos saben que cuando
las circunstancias lo exigen, y los recursos de la movilización se emplean, no
escapa ninguno. Nosotros no andamos
movilizando a la fuerza revolucionaria por cualquier cosa, porque los que
combaten a los enemigos de la patria son los mismos que hacen marchar a
nuestras fábricas y hacen producir a nuestra tierra, porque son, precisamente,
los obreros, los que constituyen el grueso de la fuerza revolucionaria, y
cuando movilizamos a los obreros, cada batallón movilizado es un batallón de
obreros fuera de la producción; y cuando decenas de miles de obreros están
movilizados en la alfabetización, igual que decenas de miles de jóvenes, y por
cuanto el país tiene un extraordinario interés en ganar su batalla por la
producción, no por cualquier cosa, es decir, no por un grupito o por unos
grupitos la Revolución moviliza sus recursos, sino cuando las circunstancias lo
exigen. Pero los recursos no los
movilizaremos cuando los movilicemos para capturar a esos cobardes que tan
fácilmente se rinden, porque lo mismo se trate de bandas contrarrevolucionarias
que de mercenarios, son extraordinariamente ágiles en levantar las manos.
No vamos a movilizar esas fuerzas para que los
individuos puedan girar contra la seguridad y la falta de riesgo con que han
perpetrado esas fechorías. No quiero
decir con esto que vayamos a matar a nadie allí con los brazos en alto, ¡pero
sí que de allí van de cabeza para el tribunal revolucionario, y que del
tribunal, de acuerdo con la ley, irán de cabeza al paredón revolucionario! (APLAUSOS PROLONGADOS.)
Y a los que colaboren con los contrarrevolucionarios,
esos que todavía quedan por nuestros campos, siquitrillados o semisiquitrillados, o demasiado confusos, que le lleven la
comidita a los contrarrevolucionarios, o no se enteren de que los
contrarrevolucionarios estaban acampados por allí, ¡que sepan que pierden la
finquita! (APLAUSOS); ¡que sepan que
perderán, inexorablemente, la finquita, allí donde aparezca un campamentico de contrarrevolucionarios, allí donde le hayan
estado llevando la comidita! Que sepan
que esa norma la aplicará también, inexorablemente, la Revolución. Creemos que con esta advertencia los
contrarrevolucionarios sepan ya a qué atenerse
(APLAUSOS).
A la clase obrera esto la enseña. Mucho ha aprendido la clase obrera y mucho
irá aprendiendo cada día más la clase obrera cubana, y podemos afirmar que
nuestra clase obrera aprende rápido y aprende bien.
Esta Revolución es el gobierno de la clase obrera y de
la clase campesina; esta Revolución, que se dijo era la Revolución de los
humildes, por los humildes y para los humildes, es la Revolución de los obreros
y de los campesinos, y de los trabajadores, es decir, de los humildes, porque
ni los dueños de bancos, ni de fábricas y ni de latifundios jamás fueron
humildes. Por eso es tan importante que
la clase obrera aprenda y se supere.
Y mucho tiene todavía que aprender nuestra clase
obrera, no a aprender a querer esta Revolución, a la que ha dado pruebas de
querer entrañablemente y defenderla con su sangre y con su vida; no a sentir
entusiasmo por la Revolución, porque entusiasmo le sobra y le ha sobrado desde
el primer momento, y es cada día mayor, como lo demuestra este congreso, como
lo demuestran estos eventos donde se han reunido cerca de 10 000 delegados,
cifra verdaderamente impresionante y demostrativa del entusiasmo y del impulso
del movimiento obrero; demostrativa de lo que ha crecido ese movimiento a
medida que se depuró y se unió; demostrativa de lo que ha avanzado la clase
obrera.
La clase obrera tiene que aprender en un terreno
todavía más amplio y más profundo, no solo en el campo de sus sentimientos, de
sus simpatías y de su adhesión; tiene que penetrar a fondo en las leyes de la
economía, tiene que penetrar a fondo en los conocimientos de la historia, en
los conocimientos de la planificación; tiene que ir conociendo cada vez más,
porque ese conocimiento cada vez mayor le dará cada día más convicción, le dará
cada día más seguridad, le dará cada día más fe en el porvenir.
La clase obrera tiene por delante toda una ciencia en
política y en economía que estudiar, ciencia que está al alcance de la clase
obrera y de la inteligencia obrera más que de nadie. Aprender, para ser cada día más soldado
consciente y más constructor consciente del socialismo, y en la seguridad de
que cuanto más aprende mayor será su entusiasmo, mayor será su orgullo, mayor
será su comprensión del papel histórico que está jugando en su patria y en
América, mayor será su satisfacción.
Pero basta saber lo que ha aprendido la clase obrera;
para saberlo, basta ver cuáles son los acuerdos de este congreso, el entusiasmo
con que han sido aprobados por un congreso tan representativo como este, porque
donde se han reunido 10 000 delegados, se ha reunido la médula activa y
pensante de la clase obrera. Y cuando se
sabe que entre esos delegados no puede haber ningún tránsfuga, ningún
corrompido, ningún claudicante, ningún traidor, porque ningún centro de trabajo
habría admitido que lo representase una persona indigna; cuando un congreso tan
numeroso y tan representativo ha tomado los acuerdos que ha tomado, enseña al
mundo, enseña a todos los delegados que nos han hecho el honor de acompañarnos,
a todos los delegados extranjeros, a todos los hermanos de la clase obrera,
porque esa palabra de extranjeros ya va cayendo un poco pesada (APLAUSOS), a los hermanos de la clase obrera
cubana les enseña lo que ha adelantado nuestra clase obrera, más que ninguna
palabra, más que ningún discurso, más que ninguna obra de la Revolución, porque
las obras se hacen con cemento y con acero; más que ninguna granja y ninguna
cooperativa; más que el cambio de cuarteles en escuelas, porque los cuarteles
en escuelas se cambiaron a tiros, se cambiaron combatiendo; más que los planes
formidables de educación, incluyendo la alfabetización total en un año; más que
todo eso enseña lo que ha avanzado esta Revolución los acuerdos de la clase obrera.
Porque una Revolución como la nuestra no se edifica
sino sobre una clase obrera sólida; una Revolución como la nuestra no se
levanta sino sobre los hombros de una clase obrera consciente. Y si los cimientos fallan, el edificio se
derrumba; si las espaldas de la clase obrera no fuesen sólidas, la edificación
se pierde.
Y toda la obra que la Revolución está haciendo la
puede hacer solo porque ha cambiado la estructura económica de nuestro país,
porque ha desarraigado los intereses imperialistas y capitalistas y porque las
medidas tomadas implican lucha muy dura contra esos intereses, implican
enfrascarse en batallas muy serias. Y
batallas como esas no se libran ni se ganan si no las libra una clase obrera
consciente, revolucionaria y firme.
Y saber que tenemos esa clase obrera por eso enseña
más, porque lo primero que preguntaría aquí cualquier visitante sería: “¿Con qué cuentan ustedes para hacer lo que
están haciendo?, ¿con qué cuentan para haber cambiado la estructura económica?,
¿con qué cuentan para haber convertido estos cuarteles en escuelas, haber hecho
esta reforma agraria, haber organizado esas granjas y esas cooperativas, haber
nacionalizado los trusts y los monopolios
extranjeros?, ¿con qué cuentan para haber realizado tantos avances en tan breve
tiempo?” Y si nosotros no les pudiésemos
responder que para hacer eso contamos con la clase obrera cubana (APLAUSOS), sino contamos con eso, nuestros
visitantes podrían decir que no hemos hecho nada y que lo que hemos hecho lo
hemos hecho en balde.
Pero no es si contamos solo con la simpatía y el
entusiasmo, como contaba la Revolución desde el primer momento, no, sino se
cuenta con el apoyo consecuente y consciente, educado y preparado en todos los
órdenes, para llevar adelante la Revolución.
Y eso es, precisamente, lo que ha demostrado nuestra clase obrera en los
acuerdos tomados, porque, ¿quién no recuerda la distancia entre los primeros
tiempos y hoy?; distancia lógica por dos razones: porque la clase obrera rompía las cadenas que
amordazaban su libertad de expresarse y de actuar frente a los explotadores, y
porque la Revolución tenía que marchar cautelosamente en la primera etapa,
cuando la correlación social de fuerzas era muy distante, cuando la correlación
de fuerzas implicaba una posición peligrosamente débil para la clase obrera,
frente a un enemigo que asociaba todas las fuerzas del imperialismo, todas las
fuerzas de la reacción, de los explotadores, de los industriales, de los
terratenientes; controladores de todos los recursos económicos, de toda la
prensa, de toda la radio, de toda la televisión; y, más peligroso que todo
eso: usufructuarios de todas las
mentiras que habían estado sembrando, beneficiarios de la falta de una cultura
política mayor, beneficiarios de la confusión y de la mentira, porque en su
haber no tenían solo los medios materiales y los medios de divulgación, en su
haber tenían la cosecha grande de mentiras que habían estado sembrando desde el
principio mismo de lo que se llamó república, mentiras enseñadas hasta en los
libros de texto de las escuelas. Y por
eso la correlación de fuerzas era distinta, había que marchar con cautela.
Y, ¿cómo conciliar la comprensión de una clase obrera
que acababa de romper las cadenas y el futuro luminoso que se le
presentaba? De ahí que fuera difícil
para muchos ver en aquel momento que las conquistas de los primeros días podían
hipotecar ese futuro luminoso, y que una clase obrera que en los primeros
tiempos se contentara con arrebatar conquistas a los patronos, estaba
renunciando a eliminar a los patrones, estaba renunciando a sustituir a los
patronos en la dirección del país.
Y, por eso, ¡qué admirable fue el instinto de esa
clase, que comprendió al gobierno revolucionario y tuvo fe, tuvo fe cuando el
gobierno le dijo: “No,
no lleven adelante esa demanda de cuatro turnos en los centrales azucareros,
porque eso es absurdo, porque esa no es solución, porque eso es dividir el poco
empleo que tenemos, eso es hipotecar el futuro!” Y, ¡qué admirable que los obreros
comprendieran eso, cuando incluso esos centrales no estaban nacionalizados,
solo sobre la base de que el ahorro nacional no podía repartirse, y que aun
cuando el ahorro nacional estaba todavía en manos de la burguesía, esa
burguesía ya no podía sacar del país ese ahorro, y si esa burguesía no lo
invertía lo invertiríamos nosotros, lo que queríamos decir que nosotros
pensábamos invertir esos ahorros de la burguesía cuando todavía no se podía
lanzar la consigna de la nacionalización, porque no era suficientemente fuerte
la Revolución, porque no estaba suficientemente organizada, porque el
imperialismo era todavía demasiado poderoso en nuestro país, porque había que
saber esperar, porque había que promover primero un cambio en la correlación de
fuerzas sociales antes de librar futuras batallas! Y, sin embargo, la clase obrera lo comprendió
y confió.
¿Qué habría sido hoy si muchas de aquellas medidas se
llevan adelante? ¿Adónde habría ido a
parar nuestro país? ¿Qué fuerzas habría
tenido para enfrentarse al imperialismo, si todas aquellas medidas se
aprueban? Tan débil habría sido nuestra
actual posición, tan precaria, que la lucha se habría hecho extraordinariamente
difícil, porque habríamos hipotecado con eso la Revolución.
Afortunadamente, nos libramos de las grandes
hipotecas, pero no nos pudimos librar de pequeñas hipotecas, y hubo pequeñas
hipotecas; no fundamentales, no decisivas, pero sí importantes. Producto de los primeros tiempos, amén de las
hipotecas que traemos detrás, que sí son muchas hipotecas y difíciles de
librar. Eso lo explicaron aquí los
dirigentes obreros, en sus informes sobre las tácticas de la burguesía, sobre
las tácticas del imperialismo, a base de concesiones privilegiadas para dividir
y debilitar al movimiento obrero.
Hay las hipotecas del pasado y las propias hipotecas
nuestras de los primeros tiempos, y solo una clase obrera que ha adquirido un
grado tan extraordinario de conciencia política, en un congreso tan
representativo como este, apoya con tanto entusiasmo las medidas
rectificadoras, algunas de las medidas rectificadoras, ya que todas las medidas
no eran propiamente rectificadoras, otras eran expresión de su entusiasmo por
la Revolución.
Y así, una de las cosas más difíciles cuando la clase
obrera está en el poder, cuando en nombre de la clase obrera y en interés de la
clase obrera marcha hacia adelante un país, es la comprensión dialéctica del
proceso, y cómo la conquista del poder y las medidas de un gobierno
revolucionario en el poder, en representación de los obreros y campesinos, es
la síntesis de una gran antítesis, de aquella antítesis que surge de la lucha
de los trabajadores cuando es la clase explotadora la que está en el poder; y
cómo esa clase obrera tiene que luchar incansablemente por arrebatar migajas,
tiene que luchar incansablemente por arrebatarlas los explotadores lo que se embolsillan del esfuerzo de los trabajadores, arrebatarles
una parte de lo que le roban; cómo tiene que lucrar por centavos, porque son
centavos que arrebata al bolsillo de los explotadores, aunque muchas veces esas
conquistas se volvieran ilusiones porque los explotadores, por un lado
concedían esos centavos, y por otro lado se los quitaban al pueblo a través de
los precios o de otros procedimientos.
Así empieza el proceso. Y cómo después que la clase obrera está en el
poder, cómo después que los explotadores, y su gobierno, y sus instituciones
han sido barridas, entonces la clase obrera tiene que actuar de modo
radicalmente distinto, dejar de librar aquella batalla económica, sencillamente
porque ya la economía no es de su antítesis, es decir de los explotadores, sino
que es suya, y que en su nombre se manejan todas aquellas riquezas y, en
consecuencia, hay que hacer lo que ustedes tan admirablemente han hecho: las medidas y los renunciamientos que sean
necesarios. ¿Para qué? Para desarrollar esas riquezas, que ya no son
de los enemigos explotadores, sino que son de la clase obrera (APLAUSOS).
Comprender ese proceso, comprender esa verdad,
significa una gran madurez, y es muchas veces difícil, difícil porque hay que
superar hábitos, costumbres, reflejos condicionados; hay que penetrar
profundamente, comprender; hay que haber alcanzado un grado de conciencia
revolucionaria.
Ahora, vendrán nuestros enemigos, y dirán: “Les han quitado a
los obreros los nueve días, les han quitado el plus”, porque no dirán cómo ha
surgido esa iniciativa, no dirán del entusiasmo con que la han aprobado los
trabajadores, y dirán: “Les han quitado
a los obreros, los que se dicen 'gobierno de los obreros' les han quitado a los
obreros, los nueve días, el plus, utilidades, el 4%.”
Dirán eso. Lo
que no dirán es: “Los
obreros no tenían nada, los obreros hoy lo tienen todo; los obreros eran antes
explotados por los dueños, ¡los obreros ahora son los dueños! (APLAUSOS); las trabas que los obreros les
ponían a los dueños, las piedras que los obreros les ponían en el camino a sus
enemigos, ¡son trabas y son piedras que los obreros quitan ahora de su camino,
cuando ellos son los dueños!”,
Lo que pretenderán ignorar, e ignorar lo que resulta
imposible de ignorar, es que la Revolución a quienes les ha quitado todo es a
los dueños que explotaban a los obreros.
Y, si se quiere mejor prueba, pregunten quién vive todavía por el
reparto Siboney, de los latifundistas, de los grandes burgueses. Lo que pretenderán ignorar es que es a ellos
a quienes la Revolución les ha quitado todo, y que quienes se los han quitado
son los propios obreros, y que por eso los grandes burgueses están en Miami, ¡y
los obreros están aquí, reunidos esta noche en representación de su clase! (APLAUSOS PROLONGADOS.)
Dentro de una sociedad no se les puede quitar a los
dos, es decir a los explotadores y a los explotados. Dentro de un régimen social, o los
explotadores les quitan a los explotados, o los explotados les quitan a los
explotadores.
Los que quitaban aquí a los obreros eran los
explotadores; es imposible que los obreros se quiten nada a sí mismos. Los obreros lo que hacen es limpiar el camino
de las piedras y de las trabas que, cuando eran explotados, les pusieron a los
explotadores.
Los obreros saben que ya no son un sindicatico,
que ya no es el sindicatico tal que libraba él solo
una gran batalla por los 60, los 100, o los 1 000, o los 2 000, o los 5 000 de
su sindicato si era muy grande; libraba la batalla no por su clase, sino por su
grupo sindical. No tenía otro
camino. Declaraba una huelga hasta
lograr un aumento; el patrono concedía y después les aumentaba a todos los
demás sectores; después venían los sectores, daban otra huelga, lograban un
aumento, y venían los patronos y se lo cargaban a los demás, incluso a aquellos
que ya habían obtenido mejoras de salarios.
Y era un entretenimiento, una burla. Los obreros hoy saben que no constituyen un
sindicato, sino una clase, ¡una clase!; que ya no lucha por los 2 000, sino que
lucha por los 6 millones, descontando a los explotadores, que eran pocos, por
suerte (APLAUSOS).
Esto quiere decir que ya los obreros no piensan como
grupo dentro de su clase, sino que piensan como la gran clase obrera, y quieren
conquistas no para 2 000, quieren conquistas para todos; no quieren conquistas
para el grupo que está trabajando que, a veces, incluso tenía salarios no de
los más bajos y, sin embargo, luchaba, olvidándose tal vez de cientos de miles
de obreros que no tenían trabajo. Luchar
por el grupo no era lo más correcto, aunque en aquellas circunstancias había
que luchar por el grupo, si se tenía en cuenta que había que luchar por tener
el poder algún día.
Hoy la clase piensa en el obrero que trabaja y en el
obrero que no trabaja, o no trabajaba; piensa en el obrero que tiene más bajos
ingresos. Y lo que ha hecho la clase
obrera es ampliar las fronteras de los intereses que defiende. Y dejó de ser sindicato solo, y sindicato
débil, para constituir la gran clase obrera poderosa al frente del país, para
lograr conquistas, es decir, elevación del estándar de vida, de condiciones de
vida, de elevación material y cultural de toda la clase, como si toda la clase
y toda la nación fuera el gran sindicato nacional que comprendiera a todos los
obreros.
Eso es lo que ha hecho la clase: ampliar las fronteras de sus luchas, y
no solo en el campo nacional, sino en el campo internacional, porque lucha por
los intereses de ella y lucha por los intereses de los obreros en todo el
mundo, y se abraza a la gran causa de los trabajadores de todo el mundo (APLAUSOS).
Los enemigos se desgañitarán, pero, ¿por qué se
desgañitarán los enemigos? Por muchas
razones. Una de las razones, por
desgañitarse de todas maneras; y otra de las razones, por rabia. Porque saben que esos acuerdos fortalecen la
Revolución, fortalecen la fuerza de la clase.
Ellos preferirían que no hubiera esos acuerdos, o que
los acuerdos fuesen equivocados, porque la clase se debilitaría. Pero cuando una clase obrera toma esos acuerdos
en aras del desarrollo económico, en sus momentos más difíciles, que son los
primeros años, los primeros años de la Revolución que son los más difíciles
siempre, donde se produce un aumento brusco en el poder adquisitivo mucho mayor
que el aumento en la propia producción de artículos, o en los artículos que se
puedan disponer; porque, también, los primeros momentos son los momentos de la
agresión económica de los imperialistas, en que los imperialistas tratan de
estrangular la Revolución por hambre, con medidas económicas, privando al país
de sus mercados, privando al país de sus recursos. Y, por eso, los primeros momentos son los más
difíciles.
Dentro de 10 años nos reiremos cómodamente de todos
los problemas de hoy, de todas esas agresiones.
Es en estos primeros tiempos donde hay que tener conciencia de la
importancia de lo económico, de la importancia del desarrollo, de la
importancia de renunciar a ventajas presentes a cambio del triunfo seguro y de
las grandes ventajas en el porvenir.
Y, por eso, los obreros que ven que, por ejemplo, los
nueve días constituía muchas veces un pretexto para no ir al trabajo, o los
nueve días eran, incluso, como institución algo ridículo y absurdo, porque lo
lógico no es que se garantice el sustento de un obrero enfermo por nueve días,
sino que se garantice el sustento de un obrero verdaderamente enfermo por los
días que sean necesarios (APLAUSOS).
Fórmulas que eran completamente desiguales y no tenían arreglo, como el
caso del plus, propuesto para el próximo año, es decir, no este, sino el
próximo año renunciarlo: porque, en
realidad, resultaba que unos recibían una insignificancia y otros recibían
incomparablemente más. No era posible
equiparar porque no hay recursos, no hay recursos para eso; sería renunciar al
porvenir. Y la alternativa era dejar la
situación como estaba, fuente de descontento, fuente de disgustos, o lo que han
hecho los trabajadores, lo que han hecho los trabajadores en beneficio de su
clase y en aras del porvenir, en estos tiempos que son los más difíciles, como
los tiempos que han atravesado todas las revoluciones.
Piensen ustedes: ¿Cómo mirarán hoy los soviéticos
aquellos años difíciles del 20 al 30, aquellos primeros años? Habrán de mirarlos,
realmente, casi con risa porque de tal modo han superado todos esos problemas,
que en el pasado no se fijan sino para hacer el recuento de lo que han
adelantado.
Si se tienen en cuenta ciertas cifras, como es el
hecho de que en la producción de energía eléctrica hoy producen ciento sesenta
veces más que en el año 1913, y, por supuesto, unas seiscientas veces más que
en el año 1919 —esto es con relación a 1913, que era superior al momento en que
ellos toman el poder. Y han elevado la
producción de energía eléctrica en ciento sesenta veces; y han elevado la
producción de maquinaria en trescientas cincuenta veces con relación al año
1913.
Y una gran parte de lo que han producido, lo han
invertido además para poder contar hoy con la base mediante la cual lanzan el
nuevo programa, que implica un progreso precisamente porque ya tienen la base,
porque ya tienen de donde sacar para invertir sin sacrificio ninguno, y que
permitirá en un programa de 20 años —programa, además, científico, estadístico,
calculado con números porque ya allí los cálculos son dominados de manera casi
absoluta, y que les permite decir año por año lo que van a obtener de progreso,
con la diferencia de que probablemente siempre obtengan un poco más como ha
ocurrido hasta hoy. Y de donde resultará
que, dentro de 20 años, la Unión Soviética estará produciendo dos veces más que
todo lo que produce hoy el mundo no socialista
(APLAUSOS).
Calculen lo que produce hoy todo el mundo capitalista: Estados Unidos,
Inglaterra, Francia, Alemania Occidental, todos los países capitalistas más
desarrollados o menos desarrollados —yo no sé si cuando hicieron el cálculo nos
contaron o nos descontaron a nosotros, pero si no nos contaron tendrán que
hacer algunas rectificaciones (APLAUSOS).
El hecho es que producirán dos veces más, dentro de 20 años, de todo lo
que produce hoy el mundo capitalista.
Calculen la cantidad de bienes de que dispondrán,
cuando esa será la producción industrial de la Unión Soviética. Calculen si podrán o no podrán establecer una
sociedad en que cada cual recibirá según sus necesidades.
Y ese asombroso ejemplo, es algo que a los pueblos
revolucionarios contemporáneos los tiene que alentar, porque no es como cuando
ellos solos y sin ayuda exterior, batidos e intervenidos por los imperialistas,
país subdesarrollado, tuvieron que hacer aquel gigantesco esfuerzo que los
condujo al éxito, para ver al cabo de los primeros frutos, al cabo de las
primeras dos décadas nuevamente invadido y destruido el fruto de su trabajo, y
volver a empezar de nuevo para situarse, en apenas 15 años, en la situación en
que se han situado hoy.
Ellos avanzaban por un camino desconocido. Nosotros tenemos la suerte de avanzar por un
camino conocido. No estamos
experimentando. Ya la experiencia se ha
hecho, y los resultados son fantásticos.
De ahí que nosotros tengamos en eso una ventaja más: la experiencia de
la construcción del socialismo que ha heredado la humanidad del esfuerzo
soviético (APLAUSOS), a lo que se suma
el esfuerzo y la experiencia de los países socialistas, que iniciaron la
construcción del socialismo en los últimos tres lustros; y, además, la ventaja
de la ayuda técnica y material que nos han brindado y nos están brindando.
Incuestionablemente, que lo más difícil de nuestra
Revolución es la circunstancia de tener ese vecino a 90 millas de nuestras
costas, ¡y no querer mudarse! Aunque, a
la larga, el imperialismo tendrá que mudarse, no de las proximidades de Cuba,
sino que el imperialismo tendrá que mudarse del pueblo de Estados Unidos algún
día (APLAUSOS).
Es por eso de tanta importancia que los trabajadores
estudien, que estudien toda la experiencia soviética, que estudien todas las
obras, todos los libros. Y les puedo
asegurar que hemos sido, más de una vez, sorprendidos por los adelantos que en
el estudio de estas cuestiones han logrado, en brevísimo espacio de tiempo,
algunos compañeros; y es verdaderamente impresionante el júbilo, el entusiasmo
que se despierta en ellos, como quienes han descubierto una gran verdad, con
esos nuevos conocimientos adquiridos.
Y así se sentirá cada obrero, se sentirá como que ve
mucho más, que sabe mucho más, que comprende mucho más, y como si pudiera
mirar, y ver y descubrir el porvenir a través de las cortinas del tiempo. Eso es lo que siente un obrero cuando estudia,
esa sensación de un porvenir seguro y una conquista grande; que le hará
apreciar, cada vez más, lo que hoy tiene en sus manos, los recursos con que hoy
cuenta, y los hará trabajar con más entusiasmo.
En esta época grande de aumento de consumo, en que no
todas las necesidades pueden ser satisfechas hay, sin embargo, una necesidad
que podemos satisfacer sin racionamiento alguno: la necesidad de estudiar y
aprender. Y así, la doctrina política y
revolucionaria la tenemos tanta y tan abundante, que podemos brindar, que
podemos recibir toda la que queramos. Y
disponer de doctrina política y revolucionaria, tengan la seguridad que es
disponer de lo más importante que necesita un pueblo en una revolución (APLAUSOS).
Por eso, la importancia de los estudios; por eso, ese
gran movimiento cultural; por eso que nadie quiere quedarse atrás; por eso que
todo el mundo pide una escuela de instrucción revolucionaria; por eso encontró
tanta acogida entre ustedes la idea de organizar, inmediatamente, una escuela
sindical, precisamente para que los líderes sean cada vez más conscientes, para
que los líderes estén cada vez más preparados.
Pero lo extraordinario no es que aquí se proponga y se
apoye la formación de una escuela; lo importante es que una escuela de
instrucción revolucionaria era lo que solicitaba también un grupo de pequeños
agricultores en la provincia de Camagüey; y eso sí es extraordinario: que a los
directores del INRA en la provincia, lo que le pidieran en una zona campesina
fuera una escuela de instrucción revolucionaria; ¡porque ellos también querían
aprender! (APLAUSOS.)
Y ese movimiento de estudios, de estudios
revolucionarios, de estudios políticos, de estudios económicos, es lo que está
haciendo cada vez más recia y cada vez más fuerte a la Revolución; movimiento
que debe ir parejo con el gran movimiento de estudio de nuestra juventud y de
nuestros trabajadores.
Nosotros no queremos extendernos. Nos faltan dos o tres temas, y queremos ser
breves. Lo que queremos, eso sí, es
recalcar la importancia de los planes de educación, para la juventud, para los
niños, es decir, los hijos de ustedes; y los planes de superación y de
preparación de la propia clase obrera, a través de los medios más modernos, a
través de la radio y a través de la televisión, para los trabajadores, de
manera que podamos elevar constantemente el nivel de preparación y de
instrucción de los trabajadores; apoyar esos proyectos con todo entusiasmo,
apoyar el gran movimiento educacional del país, aprovechar las ventajas con que
hoy cuenta la clase obrera. Fruto de la
Revolución, conquista de las más importantes para todos ustedes, saber que ya
el estudiar en un instituto tecnológico o en una universidad no es privilegio
de minorías; saber que los hijos de todos ustedes, de todas las familias
trabajadoras del país, tienen garantizada la oportunidad de estudiar en los
institutos, la oportunidad de estudiar en las universidades; saber que 20 000
becas de secundaria básica serán concedidas; saber que todos los jóvenes de los
centrales azucareros, y de aquellos pueblos donde no hay secundaria básica,
tienen asegurada una beca para venir a estudiar a la capital de la república,
lo cual ha despertado un gran entusiasmo entre la juventud.
Nosotros no queremos hacer recuento de otras
conquistas. Los dirigentes han hablado
de todos esos problemas. Sí queremos
insistir en la importancia del movimiento educacional, del movimiento cultural,
del movimiento deportivo. Y que eso se
suma, en el ánimo de ustedes, a la importancia de la planificación —que debe
ocupar, por supuesto, el primer lugar—, a la importancia del aumento de la
productividad del trabajo, a la importancia del desarrollo económico, unido a
la otra gran tarea de la clase obrera:
la importancia de defender a la Revolución.
A eso le podemos añadir la importancia de que los trabajadores
vayan organizando su trabajo por año, de manera que todos los años también
puedan disfrutar de sus vacaciones, no como un lujo, sino como una necesidad
para reponer las energías gastadas en el trabajo (APLAUSOS).
Al país, a la economía del país y al desarrollo del
país, les interesa que los trabajadores tengan sus
vacaciones. Y hay que insistir también
en ese aspecto, y organizarlas debidamente, brindando todas las
facilidades. Ya se han creado centros de
descanso y de restablecimiento para obreros convalecientes; ya en manos del
Ministerio de Industrias hay uno de esos centros, con capacidad amplia, para
enviar allí a los obreros convalecientes.
Pero el descanso todos los años debe
organizarse; y eso siempre será útil a la clase obrera, y será útil al país, y
será útil a nuestra economía, porque es inconcebible el desgaste de un obrero
día tras día y año tras año sin descanso, por el hábito del cobro de vacaciones
y trabajar.
Nosotros queríamos aquí comunicar otra noticia a los
trabajadores, y es una nota diplomática recibida por nuestro país, del gobierno
de Panamá, dirigida al Ministro de Relaciones Exteriores, que dice:
“Señor Ministro: Tengo el honor de comunicarle que el
gobierno de la República de Guatemala, cuyos intereses representamos, ha
solicitado de nuestro gobierno que se haga saber al ilustrado Gobierno
Revolucionario que el gobierno de Guatemala permitirá en su territorio el
establecimiento del gobierno cubano en el exilio, a menos que el doctor Fidel
Castro saque de Cuba al coronel Jacobo Arbenz
Guzmán (APLAUSOS).
“Hacemos saber a Su Excelencia que este oficio se
realiza por petición expresa del gobierno de la República de Guatemala.
“Aprovecho la oportunidad para reiterar a Su
Excelencia el testimonio de mi más alta y distinguida consideración, etcétera.”
Esta nota, por supuesto, no merece respuesta
diplomática ni respuesta de ninguna índole
(APLAUSOS). Este tipo de chantaje
cínico y desvergonzado del llamado gobierno de Guatemala, y que es en realidad
el gobierno de la United Fruit
Company, no merece respuesta de ningún tipo; chantaje
semejante no merece respuesta.
Simplemente, comunicar al pueblo esto, porque esto indica, en primer
lugar, la desvergüenza de esos señores.
¡Que le plantee semejante exigencia al gobierno de Cuba,
allí, un gobierno que organizó la expedición contra nosotros, un gobierno en
cuyo territorio se organizó la expedición de los mercenarios, no ya un gobierno
en el exilio! ¡Qué nos importan a
nosotros uno o setecientos mil gobiernos en el exilio! (APLAUSOS.)
¡Promover una exigencia chantajista, que saben que el
Gobierno Revolucionario jamás aceptará, porque nos conocen demasiado bien para
suponer que vamos a plegarnos a semejante chantaje de semejante monigote!
Pero, sin embargo, ¿qué significa eso? Que el imperialismo está maniobrando a través
de Centroamérica. Esto viene a explicar
hacia donde se orienta el imperialismo.
El imperialismo, por supuesto, ha tenido grandes dificultades en sus
planes, todo le está saliendo mal; mal lo de Brasil; mal lo del Ecuador; mal lo
de Argentina, con sus documentos falsos; mal lo de Perú; mal lo de Colombia;
mal lo de Venezuela, donde el otro monigote ha tenido que asesinar estudiantes
y trabajadores por la repulsa del pueblo venezolano a su política traicionera.
Al imperialismo le han estado saliendo las cosas
mal. Después voy a hablar de Santo
Domingo; Santo Domingo es el colofón de los fracasos yankis... mal lo de Girón, que fue, como bien dice el
compañero, lo más malo de todo, y por eso se le dificultan los planes, avanzan
con muchas dificultades y muchos tropiezos en sus planes de agresión. Y fue Stevenson a
Trinidad y parece que ha salido mal también; me imagino que eso satisfaga a los
compañeros de la delegación argentina, a quienes preocupaba seriamente ese
problema (APLAUSOS), porque yo sé que la
delegación argentina expresó su preocupación por la conferencia de ayer en
Trinidad, y, sin embargo, parece que también el imperialismo salió mal en
Trinidad, según las noticias que sabemos.
Es decir que todo, todo, todo, todo, le está saliendo
mal al imperialismo; está “salado” el imperialismo; podría decirse que el
imperialismo necesita un buen “despojo”
(RISAS).
Esa es la verdad; parece que se cumplen
inexorablemente las leyes de la historia; esa es la “salazón” que tiene el
imperialismo, la historia, que lo condena a su desaparición, la “bruja”
historia, que lo ha maldecido y lo ha condenado a desaparecer, las leyes de la
historia; y por eso encuentra dificultades, pero
insiste y persiste. Todo parece indicar
que se orienta hacia un tipo de provocación con algún títere; todo parece que
se orienta hacia la utilización de los títeres centroamericanos contra Cuba, y
eso lo prueba esta carta, porque este señor, tan descarado, ¿a qué tiene que
venir a chantajear y a amenazar, si cuando la invasión no dijo una
palabra? ¿Qué necesidad tiene de buscar
estos pretextos? Es evidente que están
elaborando provocaciones, y esto los delata, ¡porque esta gente fabrican una
autoprovocación en cualquier momento, tranquilamente, con el mismo cinismo con
que atacaron nuestras bases con aviones pintados, y después lanzaron al mundo
la versión de que eran aviones sublevados de Cuba!, y a pesar de que el mundo
sabe que son unos descarados, unos mentirosos y unos chantajistas, se hacen de
la vista gorda y repiten una y otra vez sus mentiras, sus truculencias y sus
chantajes (APLAUSOS).
Simplemente hacemos constar que el imperialismo está
agitando y maniobrando a sus títeres centroamericanos en sus planes de agresión
contra nosotros. Pero no por eso
perdemos el sueño, el sueño lo han perdido ellos hace rato; nosotros estamos
tranquilos, porque nosotros sabemos lo que les va a pasar, ¡vengan de donde
vengan, vengan cuantos vengan, y vengan quienes vengan! (APLAUSOS.)
Por eso estamos tranquilos, porque estamos curtidos, estamos curados ya
de todas las aventuras y de todas las amenazas yankis: estamos curtidos de todas sus locuras y de
todos sus cinismos, y estamos tranquilos, porque sabemos, además, que con todas
esas cosas y con todo lo que hagan, no podrán impedir la gran revolución de
América Latina, que es la que no los deja dormir, porque, ¡al fin y al cabo,
ellos podían resignarse a la Revolución Cubana en sí misma, ya como hecho
irrevocable!, perder los millones de aquí, pero no es eso lo que les preocupa
fundamentalmente, lo que les preocupa es perder el petróleo de Venezuela, los
minerales de la América Latina, los miles de millones de dólares de que despoja
a los trabajadores de América Latina. Y
por eso, porque no se resignan a esa idea, idea que será realidad algún día, es
por lo que no descansan y no duermen en sus planes contra nosotros; mas
nosotros sabemos que sus agresiones a Cuba solo servirán para acelerar el curso
de la revolución latinoamericana (APLAUSOS).
Y ahí tenemos la prueba: Santo Domingo (APLAUSOS), un pueblo oprimido durante 32
años; 32 años de tiranía impuesta por el imperialismo con sus intervenciones en
Santo Domingo. Cómo las contradicciones
del imperialismo con los títeres de nuevo cuño, porque los títeres de nuevo
cuño han preferido vestir su dictadura de clase explotadora, no con el uniforme
de los generales, sino con el uniforme y la máscara de la seudodemocracia,
con la cual son, incluso, más débiles que los propios tiranuelos militares;
cómo las contradicciones del imperialismo lo llevaron a las maniobras en Santo
Domingo, en el tren de cambiar el uniforme del trujillismo, quitarle aquel
uniforme de plumas y de oropeles del difunto Trujillo, y en su lugar vestir
este monigote también, es decir, vestir el trujillismo con trajes de
“democracia representativa”, y ¡eso era lo único que faltaba para acabar ya de
ridiculizar la política imperialista en este continente! ¡Qué cuento podrán hacerle
a los pueblos de América, después que han querido vestir de “democracia
representativa” el trujillismo!
Y cuando el pueblo dominicano daba al traste con toda
la maniobra, el imperialismo envió tranquilamente sus acorazados y sus portaaviones frente a ese país, en actitud de chantaje y de
intimidación, acompañado de la declaración pública de que estaban
dispuestos a intervenir si el títere Balaguer lo pedía. Pero lo absurdo de ese propósito declarado es
que Estados Unidos no tenía ni siquiera relaciones diplomáticas con Balaguer;
Balaguer no podía representar jamás al pueblo, había sido un “mingo” de
Trujillo durante muchos años; Trujillo lo dejó allí, en nombre, única y
exclusivamente de su imperio de terror, de reacción y de crimen.
Sin ninguna relación de Estados Unidos con Santo
Domingo, estos desvergonzados declaran que estaban dispuestos a enviar a sus
marinos si Balaguer lo pedía, y, ¿quién era Balaguer?, ¿a quién representaba
Balaguer? ¿Qué derecho tenía Balaguer a
pedir marinos y ellos a enviar marinos si Balaguer lo pedía? ¡Ah, fariseos que son estos yankis! Declaraban que era para defender la
constitución de Santo Domingo frente a un golpe de militares reaccionarios, es
decir, para defenderlo del trujillismo, de los hermanos de Trujillo, pero, ¿qué
resultó? Que los hermanos de Trujillo se
largaron también y entonces quedó el pueblo en la calle, y si ya no están los
hermanos Trujillo, y si quienes están en la calle son los ciudadanos
dominicanos, y quien está en la calle es el pueblo dominicano, ¿qué hacen allí
los barcos yankis?, ¿a quién defienden?, ¿a quién amenazan?, ¿contra quién
están?
Perdieron la hojita de parra del trujillismo, y ahora,
ante América aparecen allí con sus barcos y sus portaaviones, no contra
Trujillo, sino contra el pueblo, y en defensa del apéndice del trujillismo
allí, en defensa de Balaguer. Más
desnudos, más desenmascarados no han podido quedar. Sin embargo, el pueblo dominicano resiste
heroicamente, el pueblo dominicano, con admirable entusiasmo, se lanza a la
calle defendiendo su soberanía y defendiendo su derecho a la revolución y a la
libertad.
Cuba, cumpliendo su deber de solidaridad, se presentó
en las Naciones Unidas y en la Organización de Estados Americanos, a denunciar
las amenazas descaradas de intervención yanki en Santo Domingo (APLAUSOS).
Cuba elevó su voz, Cuba elevó su voz en defensa de la
soberanía del pueblo dominicano y de la soberanía de todos los pueblos de
América Latina, porque el imperialismo pretendía tranquilamente volver a los
tiempos en que sus marinos desembarcaban en cualquier costa de América Latina.
¿Y qué habría significado y qué significaría un
desembarco yanki en Santo Domingo?
Significaría adiós a la soberanía de los pueblos; significaría que,
incluso, la ficción de dominio desaparecía y que de nuevo ya no sería solo el
dominio de los monopolios, el dominio de la economía del país, y a través de la
economía de la política, sino el dominio “manus militari” de los pueblos de América Latina. Significaría que para México, para América
Central y para América del Sur volverían los tiempos de los desembarcos de
“marines”, porque un Balaguer cualquiera solicitara su intervención. ¡Y nunca faltará un Balaguer en ningún pueblo
de América Latina!
Eso es lo que significaban las declaraciones del
Departamento de Estado yanki, y esa actitud tuvo la respuesta enérgica, pronto
y tal vez inesperada de Cuba ante los organismos internacionales, situando una
vez más en posición ridícula a los imperialistas, que ya no saben cómo decir ni
cómo desdecir ante esos organismos.
Porque, al mismo Stevenson, ¿quién le hace
caso? ¿Quién le hace caso allí, después
de todas las mentiras que ha dicho?
¿Quién le hace caso al imperialismo en la OEA, donde no han hecho más
que mentir y contradecirse, y donde ya no tienen ni la menor creencia, ni el
menor respeto por parte de nadie?
Y Cuba ha contribuido a ponerlo en evidencia; Cuba ha
hecho un llamamiento a los gobiernos de América Latina para que impidan la
intervención yanki en Santo Domingo. Y
Brasil ha declarado que se opone a esa intervención, y Ecuador ha declarado que
se opone a esa intervención (APLAUSOS), y otros varios gobiernos de América
habían declarado que se oponían a toda intervención. De esa forma, el pueblo revolucionario de
Santo domingo ha situado al imperialismo en una dura encrucijada. ¿Por qué?
Porque el pueblo ha persistido y ya ayer el pueblo dominicano lanzó la
demanda de la renuncia de Balaguer, y promulgó una huelga general hasta que esa
renuncia no se produjera (APLAUSOS). La
huelga persiste, y estamos seguros de que el pueblo dominicano verá sus
esfuerzos coronados por el éxito.
Y el pueblo dominicano ha presenciado de muy cerca la
experiencia de Cuba, de muy cerca el ejemplo de Cuba. Y es curioso que los propios cables de la UPI
comuniquen que aparece un elemento nuevo —porque la UPI dice que las “turbas”
están en las calles, para el imperialismo el pueblo es “turba”— pero la propia
UPI reconoce que hay un ingrediente nuevo, que es el antinorteamericanismo
del pueblo. Es decir que el pueblo dominicano ha
aprendido mucho, el pueblo ha aprendido a conocer esas maniobras y por eso se
resiste a aceptar las maniobras. Sabe
que el imperialismo quiere conservar el aparato militar del trujillismo; sabe
que el imperialismo quiere conservar la fuerza militar.
Eso lo sabe el pueblo dominicano y saca de ello las
conclusiones pertinentes; sabe que el imperialismo está dispuesto, forzado por
las circunstancias a ceder, pero quiere mantener el aparato militar
trujillista, los mismos policías trujillistas, los mismos oficiales
trujillistas, los mismos soldados trujillistas.
Y el pueblo dominicano sabe, por la experiencia de Cuba, lo que es eso;
sabe la historia del 33, en que el ejército machadista
se quedó, en que surgió un seudorrevolucionario de
las filas del ejército, se apoderó del mando del ejército, y con los mismos
soldados y con los mismos esbirros después oprimió a nuestro país, incluso
aprovechándose para presentarse como revolucionario en aquellos tiempos.
El pueblo dominicano sabe que, sin embargo, eso no
pudo ocurrir en el año 1959. ¿Por qué? Porque las fuerzas armadas de la tiranía
volaron, porque el pueblo penetró en los cuarteles y se apoderó de las armas,
es decir, que el pueblo desarmó el aparato militar que había sustentado la
opresión.
Y cuando el aparato militar queda intacto, cuando los
mismos esbirros siguen con las armas en la mano, digan lo que digan no hacen
más que esperar la oportunidad en que el pueblo esté aplacado para imponerse
otra vez por la fuerza, para clavarle el puñal por la espalda, para traicionar
al pueblo.
Y eso lo sabe el pueblo dominicano. Por eso no acepta a Balaguer, por eso no
acepta títere de ninguna clase, por eso está en la calle, porque está dispuesto
a que después de 32 años de tiranía no vengan a burlarle la conquista de la
libertad, no vengan a burlarle su derecho a la revolución. Y ha tenido como estímulo el ejemplo de Cuba.
Y de ahí que el imperialismo esté en una situación
cada vez más precaria, cada vez más difícil, y cada vez más a punto de lanzar
sus hordas de infantería de marina sobre los pueblos, y que nosotros no dudamos
que llegará el día en que esos marinos desembarquen en otros pueblos de América
para aplastar la Revolución. Pero ese
será, además, el día que marque la decadencia definitiva y la desaparición del
imperialismo, porque cuando el imperialismo se enfrasque en una guerra
colonial, como ya el imperialismo europeo está enfrascado en Africa, el único
desenlace de esas guerras coloniales son las derrotas de los imperialistas,
como fueron derrotados también en Asia.
También allí el imperialismo trata de meter sus narices en Viet Nam del
Sur, donde asesinan a decenas de miles de vietnamitas, sin poder lograr
aplastar la resistencia de los pueblos.
Y ya los yankis no hallan qué hacer, ya no hallan qué hombres mandar, ni
a quiénes mandar, ni qué tropas mandar.
Y así, en todas partes del mundo se ven enfrascados en una lucha sin
gloria, sin honra, en una lucha colonialista vergonzosa, lucha colonialista que
le impondrán a la América para ser vencidos al fin y al cabo. Ese es el panorama exterior, y así se
vislumbran las acciones agresivas, y al mismo tiempo cada vez más erróneas, al
mismo tiempo cada vez menos exitosas de los imperialistas.
Trabajadores, en manos de ustedes está el destino de
la Revolución Cubana. La clase obrera,
como la clase más revolucionaria, al frente del pueblo, estrechamente aliada a
los campesinos, a los trabajadores intelectuales y a los estudiantes,
afrontando los obstáculos, enfrentándose decididamente al imperialismo,
conscientes de que será derrotado por el esfuerzo de los pueblos; conscientes
de que los pueblos obtendrán la victoria; conscientes de que tenemos la
solidaridad de los pueblos.
La clase obrera a la vanguardia, por ley también de la
historia, por su mentalidad revolucionaria, derivada de su condición de
proletarios, su unión, su mayor cultura política y su mayor preparación para el
socialismo. La clase obrera se sitúa a
la vanguardia, y la clase obrera ha hecho ya grandes sacrificios, la clase
obrera ha derramado su sangre; la sangre obrera estuvo allí a la vanguardia, en
el contraataque revolucionario contra los mercenarios del imperialismo en la
Ciénaga de Zapata (APLAUSOS). Y en la lista de los caídos, de los muertos heroicos
de aquellos combates, aparecen unos tras otros los compañeros trabajadores que
se inmolaron.
Obreros han sido asesinados; una obrera
revolucionaria, Fe del Valle, murió en el incendio de El Encanto, atrapada por
las llamas; sobre los milicianos obreros se ensaña cada vez más el odio de la
clase explotadora. Y en esta lucha, que
ha de caracterizarse por los profundos antagonismos de clases, porque la
Revolución socialista se lleva “adelante en medio de una fuerte lucha de
clases; lucha de clases dentro de las fronteras, lucha de clases fuera de las
fronteras, porque es lucha contra las clases explotadoras del imperialismo, en
esa revolución, el papel de los trabajadores es un papel decisivo.
Los trabajadores hoy construyen la historia de nuestra
patria. Y así, en nuestra historia el
primer movimiento nacional fue un movimiento de criollos ricos, en lucha contra
el poder colonial, defendiendo los justos intereses nacionales. La guerra del 95 fue ya una guerra con amplia
participación de las masas trabajadoras del país. La lucha contra el machadato fue ya decidida
por la clase obrera. Y hoy, ya una clase
obrera desarrollada, que crece, que tiene cada día más conciencia, enarbola la
bandera de la Revolución y marcha adelante por los caminos de la historia.
El triunfo del primero de enero significó que la
historia de la patria la están escribiendo ya los trabajadores, ¡y que la
historia gloriosa de la patria la seguirán construyendo para siempre los
trabajadores, y que en el futuro ya no se podrá hablar de los trabajadores como
una clase! A medida que la Revolución se
desarrolle, a medida que avanza, el día llegará en que ya no se pueda hablar de
explotadores, el día llegará en que nada más se pueda hablar en nuestra patria
de trabajadores, porque cada día será más nuestra patria un país de
trabajadores y de estudiantes construyendo un luminoso porvenir.
En el día de hoy, hemos tenido que beber la copa de la
amargura, con las noticias y los hechos a que nos referíamos al principio de
nuestras palabras. Hemos tenido que
hacer el recuento de esos hechos tristes, porque la Revolución es algo donde se
comparte continuamente el júbilo de la victoria, la alegría de los triunfos,
con el dolor de los sacrificios; porque no hay triunfo de pueblo sin sangre, no
hay triunfo de pueblo sin dolor y sacrificios de pueblo. Y la historia les ha impuesto a los pueblos
esa ley dura, esa ley de hierro, de tener que conquistar a sangre y “fuego,
como la conquistan los vietnamitas del sur, como la conquistan los argelinos, a
sangre y fuego frente a los imperialistas, su libertad (APLAUSOS).
Por eso el dolor con que cada victoria se va pagando,
por eso el deber de solidaridad con los caídos, el deber de solidaridad con los
familiares del caído. Y, además, el
deber de condenar de manera enérgica y aplastante a los asesinos.
El joven asesinado en Las Villas es un joven de La
Habana, vecino de Luyanó, y su cadáver recibirá sepultura mañana a las 10:00 de
la mañana, partiendo de la funeraria Caballero.
¡Allí, desde la funeraria, desde L y 23, el pueblo entero, como condena
a los criminales, como denuncia ante el mundo y como ha hecho cada vez frente
al crimen, frente al bárbaro sabotaje de “La Coubre”, frente al bárbaro y
criminal bombardeo contra nuestras bases por aviones extranjeros, reunámonos
mañana también tras el féretro de ese joven héroe, de ese joven que cayó por
defender el derecho de los humildes a la cultura, el derecho de un millón de
cubanos a aprender a leer y escribir!
¡Como póstumo homenaje al héroe caído, a sus familiares, como condena
enérgica y como denuncia al crimen, marche el pueblo mañana, y con el pueblo,
delante, los 10 000 delegados representantes de la clase obrera que han venido
a este congreso! (APLAUSOS
PROLONGADOS.)
¡Démonos cita mañana, démonos cita mañana, desde
nuestros centros de trabajo! ¡De
nuestros centros de trabajo, marchemos a L y 23, marchemos todos, para
acompañar al héroe caído en Las Villas, para condenar el crimen y para
demostrar la disposición del pueblo de seguir luchando, demostrar que el pueblo
responde al crimen con más espíritu revolucionario, con más valor, con más
decisión, y que siempre frente al crimen el pueblo se animará, siempre frente
al crimen el pueblo se consolidará, se unirá más, para combatir a los
imperialistas, para combatir a los asesinos, que nos han enseñado con eso qué
es lo que quieren, qué es lo que son, qué es lo que harían con nuestra
patria! ¡Si a un joven que enseña, a un
joven inocente, en la flor de la vida, lo tronchan, lo asesinan, lo ahorcan,
qué no harían, cómo no habrían de dejar chiquitos a los Ventura, a los Carratalá!
¡Por eso, nuestro pueblo, consciente de eso, se
dispone a darles castigo ejemplar, se dispone a decir presente!
¡Viva la Revolución Socialista!
¡Viva la clase obrera!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)