DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO DE
CUBA, EN EL ACTO CONMEMORATIVO DEL PRIMERO DE MAYO, EN LA PLAZA DE LA
REVOLUCION, EL 1º DE MAYO DE 1962.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Visitantes que
nos honran con su presencia;
Trabajadores:
Lo que ocurre el primero de mayo sirve para definir
cuál es la política de un país. Allí
donde los trabajadores están oprimidos, allí donde la clase obrera es víctima
de la explotación más feroz, del Primero de Mayo no puede ni siquiera hablarse;
dondequiera que el imperialismo, y los regímenes explotadores que lo apoyan,
deciden en la política de cualquier país del mundo, los trabajadores no pueden
siquiera reunirse el Primero de Mayo.
El Primero de Mayo, Día Internacional de los
Trabajadores, sirve, pues, para definir la política económica y social de
cualquier país. En Argentina, por
ejemplo, bajo la férula de los militares reaccionarios, hoy los trabajadores no
pueden celebrar el Primero de Mayo; en Guatemala, víctima el pueblo de feroz
tiranía, los trabajadores no pueden conmemorar el Primero de Mayo; en El
Salvador, donde la oligarquía más reaccionaria gobierna, los trabajadores no
pueden celebrar el Primero de Mayo; en Estados Unidos, donde los monopolios
extraen a la clase obrera decenas de miles de millones de dólares todos los
años, donde aparecen publicadas las listas de las fabulosas ganancias de cada
una de las corporaciones —¿y de dónde salen esas ganancias sino del sudor y de
la explotación de los obreros?—, en Estados Unidos ni siquiera se puede tomar
el día primero de mayo como el día de los trabajadores. Durante los siete años que vivió nuestro país
bajo la tiranía de Batista, a los trabajadores no les era permitido salir a la
calle; la clase obrera tenía que conmemorar ese día internacional en local
cerrado, sin que se le permitiera ningún tipo de acto público.
¿Qué significa, pues, el júbilo y la concurrencia
multitudinaria de la clase obrera un día como hoy, a un acto como este, en un
desfile como el que acabamos de presenciar en nuestro país? Significa la gran realidad, la hermosa
realidad, la realidad de que los trabajadores amanecen jubilosos con las
primeras luces de la mañana; haciendo silbar las sirenas de todas las fábricas
comienzan la conmemoración de este día de la clase obrera; y los trabajadores
todos se movilizan, desde semanas atrás vienen movilizándose y preparándose,
para hacer más hermoso y más lucido este día.
Eso quiere decir la realidad hermosa de que nuestro
país es un país donde ha cesado la explotación imperialista, donde ha cesado la
explotación capitalista, y donde tiene lugar una profunda revolución social
(APLAUSOS); en que los trabajadores dejaron de ser la clase oprimida y la clase
explotada, para ser la clase que rige los destinos de la nación cubana
(APLAUSOS).
Mas esto se ve no solo por el hecho de que está en la
calle la clase obrera, no solo por el hecho de que se congrega la clase obrera,
sino que se congrega la clase obrera convertida en movimiento revolucionario,
la clase obrera convertida en vanguardia de la patria, la clase obrera
convertida en constructora de la patria nueva, la clase obrera convertida en
Estado revolucionario, la clase obrera convertida en vanguardia de la patria,
la clase obrera convertida en constructora de la patria nueva, la clase obrera
convertida en defensora de la patria (APLAUSOS). Porque no se reúne simplemente el obrero como
obrero, se reúne el obrero también como miliciano, se reúne el obrero también
como soldado de la patria (APLAUSOS).
Basta ver lo que es esta multitud para tener idea de lo que es una
revolución.
¿Quiénes se reúnen aquí? ¿Quiénes se encuentran aquí
presentes? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) El pueblo, como responde el pueblo. ¿Y qué es ese pueblo? Un pueblo de trabajadores. ¿Quiénes se reúnen aquí? Los trabajadores (APLAUSOS). Pero no solo vemos trabajadores vestidos de
trabajadores, no solo vemos trabajadores
llevando sobre sus cabezas las gorras de los talleres, vemos infinidad
de cabezas de trabajadores que llevan la boina miliciana (APLAUSOS) y, con la
boina, el símbolo que acredita que forman parte de los batallones de milicia
que defienden la Revolución (APLAUSOS);
el símbolo que acredita haber pasado la instrucción militar, pero, sobre todo,
el símbolo que acredita a las fuerzas que limpiaron de bandas
contrarrevolucionarias las montañas del Escambray (APLAUSOS); el símbolo,
más hermoso todavía, por haber proclamado con los rifles en alto
—cuando fueron a enterrar a los
compañeros caídos víctimas del criminal ataque—(APLAUSOS), los obreros, repito,
que con los brazos en alto proclamaron el carácter socialista de nuestra
Revolución (APLAUSOS); el símbolo, en fin, de los batallones proletarios que
derrotaron a los mercenarios del imperialismo en los combates de Paya Girón
(APLAUSOS).
Y entre el pueblo vemos trabajadores vistiendo el
uniforme verde olivo, el uniforme de las divisiones, de los ejércitos y de las
unidades permanentes de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias, el uniforme
cuyo color llenaron de prestigio los soldados del Ejército Rebelde (APLAUSOS).
y entre el pueblo no solo vemos milicianos, vemos
también milicianas (APLAUSOS); y no vemos solo a los combatientes de las
distintas fuerzas permanentes, vemos también los batallones de la defensa
popular (APLAUSOS), integrados por los obreros, integrados por los
trabajadores, cuya presencia es indispensable en las industrias y centros donde
trabajan, pero que constituyen la gran reserva de la clase obrera para llenar
las bajas que en cualquier lucha se hicieran en las filas de las unidades
regulares.
Vemos no solo boinas y gorras militares, vemos también
—en número extraordinario— los pañuelos que adornan las cabezas de nuestras
trabajadoras, los sombreros de nuestros campesinos, los gorros de nuestros
obreros industriales y los cascos de nuestros mineros. En fin: que esta multitud lleva sobre sus
cabezas su propia historia. Es una
multitud —es decir: es
un pueblo— que tiene historia, es un pueblo que con el esfuerzo y el valor de
sus hijos está escribiendo la historia.
Historia que escribe con sudor de su frente y con sangre de su corazón,
la sangre de los obreros que han caído ya luchando, la sangre de los mártires
que han dado sus vidas. Es un pueblo que
lleva en sus ropas y en sus vestidos su propia historia. Que tiene historia y que tiene también
cicatrices, las cicatrices de la lucha
(APLAUSOS).
¿Y qué es ese pueblo trabajador sino la más
extraordinaria y hermosa unión, la más extraordinaria y entrañable
hermandad? ¡Rostros de blancos y rostros de negros que se unen y
se confunden en verdadera y profunda hermandad!
¡Rostros de hombres y mujeres, de jóvenes y de adultos! ¡Rostros de pueblo, de pueblo humilde, de
pueblo trabajador! (APLAUSOS.)
Y eso es lo que se reúne aquí hoy par conmemorar su
día internacional, para conmemorar su fiesta del Primero de Mayo
(APLAUSOS). Eso es lo que se reúne aquí
hoy: lo más
puro, lo más limpio y lo más honesto de la patria (APLAUSOS); lo más digno, lo más
abnegado y lo más fecundo de la nación:
los que hacen la nación, los que crean todas las riquezas y todos los
bienes de la nación. Los que construyen,
sobre las ruinas del sistema abolido de la explotación y el privilegio, la
sociedad nueva, la patria nueva. No se
reúnen parásitos (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), no se reúnen explotadores
(EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), no se reúnen
ladrones (EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”). ¡No! Se reúnen trabajadores, se reúnen forjadores,
se reúnen creadores, se reúnen los que con sus brazos y con sus energías hacen
posible la vida de la nación. ¿Y por qué
se reúnen en tan grandiosa magnitud, y se reúnen con tan conmovedor entusiasmo
en medio de la lucha y en medio de los sacrificios? (APLAUSOS.) Porque este es su régimen, esta es su
Revolución, este es su sistema y este es su Estado proletario (APLAUSOS).
Y Estado proletario quiere decir trabajadores al
frente de los destinos del país, trabajadores con las armas en las manos. Y cuando se quiera tener una definición
comprensible, sencilla y clara de lo que es un Estado proletario, la respuesta
es bien sencilla:
Aquel Estado donde la fuerza es la fuerza de los trabajadores,
aquel Estado donde las armas están en manos de los trabajadores (APLAUSOS).
Y puesto que el Estado de los capitalistas, el Estado
de los explotadores se sustentaba sobre la fuerza de las armas, sobre la
violencia y la represión, sobre ejércitos mercenarios, el Estado proletario se
sustenta sobre la fuerza de las armas que empuñan los trabajares (APLAUSOS). Y es este nuestro Estado proletario, el
primer Estado proletario de América Latina (APLAUSOS). Contra ese Estado proletario conspiran los
imperialistas yankis; contra ese Estado proletario conspiran los reaccionarios
de todo el continente, contra ese Estado proletario conspiran las clases
esclavizadoras desalojadas del poder en nuestra patria, porque revolución quiso
decir desaparición total del poder de los monopolios yankis, del poder de los
terratenientes, del poder de los burgueses explotadores, para ser sustituidos
por el poder de los trabajadores (APLAUSOS).
Y eso es nuestra Revolución, el poder de los
trabajadores. Y así como los
explotadores querían el poder para esclavizar a los obreros, los obreros
quieren y necesitan el poder para librarse de los esclavizadores, llámense
esclavizadores extranjeros, o esclavizadores criollos. Para eso quieren y para eso necesitan el
poder los trabajadores, pero por eso también contra el poder de los
trabajadores conspiran los imperialistas, contra el poder de los trabajadores
luchan los imperialistas, para destruir el poder de los trabajadores se empeñan
en tenaz lucha contra nuestra Revolución los imperialistas. ¿Apoyados por quiénes? ¡Por los renegados de la patria! ¿Y quiénes son los renegados de la patria? ¡Los explotadores de ayer, los esclavizadores
de ayer, los dueños de las tierras de ayer, los dueños de las fábricas
(APLAUSOS), los que explotaban a sangre y fuego el esfuerzo de nuestro pueblo,
de nuestros trabajadores!
Contra el poder de los trabajadores conspiran los
reaccionarios, conspiran los que piensan con los intereses de los explotadores,
con los intereses de los imperialistas.
Contra el poder de los trabajadores, que quiere decir contra el derecho
de los trabajadores a hacer un mundo mejor para ellos, a construir una sociedad más justa para ellos,
que quiere decir contra la libertad, la esperanza y el porvenir de los
trabajadores, contra ese poder y para destruir ese poder conspiran los que
quieren volver a recuperar sus tierras, sus edificios, sus casas, sus fábricas,
sus bancos, sus grandes negocios, contra el poder de los trabajadores conspiran
los parásitos y los aspirantes a parásitos (APLAUSOS). Contra el poder de los trabajadores conspiran
los que sienten fobia por el trabajo, los que quieren que otros trabajen para
ellos. Contra el poder de los
trabajadores conspiran los esclavizadores, los discriminadores, los corrompidos
de ayer, los viciosos de toda laya, los criminales, los sanguinarios, los
vendepatrias, los traidores.
Contra el poder de los trabajadores —es decir: contra el poder de lo más digno y lo
más fecundo de la nación conspira lo más corrompido, lo más indigno, lo más
inmoral, lo más depravado que había en el país o hay alrededor de nuestro
país. Eso es lo que significa,
trabajadores de Cuba, la conjura del imperialismo contra la patria, la conjura
del imperialismo contra el poder de los trabajadores: quitarles esas fábricas que son hoy
del pueblo, que producen para el pueblo y que rinden para el pueblo (APLAUSOS),
quitarle al pueblo sus riquezas.
Contra el poder de los trabajadores lanza todos sus
recursos el poderoso imperio yanki.
Contra ese imperio poderoso. A pesar de su hostilidad hacia nosotros, se
desenvuelve el poder de los trabajadores.
Porque allá gobiernan los monopolios, los monopolios a ese país, y
quieren que los monopolios gobiernen en toda la América. Allá gobiernan los reaccionarios y los
discriminadores, y quieren que los reaccionarios y los discriminadores gobiernen
en toda la América. Por eso quieren
fulminar a nuestra Revolución proletaria, por eso quieren destruir el poder de
nuestros trabajadores.
Grande, grande e histórica es, pues, esta lucha,
trascendental es esta lucha, porque la Revolución proletaria, la Revolución
socialista, el poder de los trabajadores a 90 millas del imperio yanki es un
reto al poder y a los recursos del imperio. Es uno de los retos más valientes y
más gloriosos que un pueblo pueda lanzar a un enemigo poderoso (APLAUSOS).
Ellos, ellos han empleado todos sus recursos para
destruir a esta Revolución. Los
imperialistas yankis siempre habían destituido y derribado gobiernos cuantas
veces lo desearon en América; los imperialistas yankis aplastaron movimientos
revolucionarios cuantas veces se lo propusieron. Sin embargo, se propusieron derrocar al
régimen revolucionario y no lo han conseguido, se propusieron aplastar a
nuestra Revolución proletaria, ¡y nuestra Revolución proletaria sigue en pie,
sigue adelante! (APLAUSOS.)
Contra nuestra Revolución proletaria, contra el poder
de nuestros trabajadores, han empleado todas las armas, y empezaron por las
armas económicas, cebándose sobre la economía subdesarrollada de nuestro país y
dependiente por entero del mercado yanki.
Así suprimieron nuestras cuotas azucareras, suprimieron
todas nuestras exportaciones, lanzaron contra nuestra patria un boicot en todo los países donde ellos influyen. Y creyeron que con eso sería suficiente,
creyeron que al arrebatarnos tan brutalmente nuestros mercados nos destruirían,
nos harían poner de rodillas y nos rendirían.
Sin embargo, este es el cuarto Primero de Mayo que nuestros trabajadores
celebran en nuestra patria (APLAUSOS).
Mas no les bastaba, no se sentían satisfechos ni
seguros solo con la agresión económica, y comenzaron su campaña de aislamiento
y de cerco internacional, comenzaron las maniobras de cancillerías. Y así reunieron a los cancilleres en Costa
Rica, como después los reunieron dos veces en Punta del Este, para aislar y
estrangular política y económicamente a nuestro país. Mas no les satisfizo solo el empleo de las
armas económicas, el cerco y el aislamiento político, movieron su aparato de
espionaje, movieron sus fabulosas sumas de millones, y se lanzaron a organizar
bandas de criminales, que asesinaban a nuestros maestros, a nuestros
brigadistas, a nuestros campesinos, a nuestros trabajadores; lanzaron sus
planes de sabotaje para destruir nuestras fábricas, para destruir nuestros
centros de trabajo, para destruir nuestras riquezas. Mas no les bastó tampoco con esto, y al fin
organizaron ejércitos de mercenarios y los lanzaron contra la patria, frente a
los cuales salieron a combatir nuestros batallones de trabajadores,
derrotándolos también (APLAUSOS).
Acudieron, pues, a todas las armas: la agresión económica, el bloqueo, el
aislamiento político, el sabotaje y las agresiones militares. Sin embargo, no han podido destruir el poder
de los trabajadores. Contra el poder de
los trabajadores se han estrellado. Nos
han impuesto sacrificios, sí, ¿cómo podía ser de otra manera? Si nuestra economía era pobre, si nuestro
país era un país subdesarrollado y lo agredieron brutalmente, prohibieron la
exportación de piezas de repuesto de fábricas que tenían origen en aquel país,
de materias primas. ¿Cómo no habían de
imponernos sacrificios, si nuestro país había sido una colonia yanki, donde
todo dependía del yanki y donde todo iba a parar al yanki?
Nos han impuesto sacrificios, sí, y nos impondrán más
sacrificios, es posible, todavía. Ellos,
que han hecho lo imposible por destruirnos, lanzan al mundo sus campañas
diciendo que en Cuba hay escasez, diciendo que en Cuba hay racionamiento;
ellos, que son los causantes de nuestras dificultades presentes, ellos que son
los que nos han puesto tantos obstáculos en el camino, pregonan ante el mundo
que los sacrificios nuestros no son producto, no, de las agresiones yankis, del
bloqueo yanki, de la guerra no declarada yanki contra nosotros, que nos obliga
a hacer en la defensa militar incluso grandes gastos y grandes sacrificios. Pregonan ante el mundo que nuestros
sacrificios son consecuencia del fracaso de la Revolución, que nuestros
sacrificios son consecuencia de las deficiencias del socialismo.
Eso es lo que pregonan por la América para engañar a
los pueblos de América, para confundir, para engañar al mundo. Nuestros sacrificios son, en primer lugar,
consecuencia de que hay una distribución mucho más equitativa, y que cientos de
miles de cubanos que no tenían antes un bocado que llevar a la boca, hoy tienen
un bocado que llevar a la boca, hoy tienen un pan para sus hijos, o un vaso de
leche. Hoy tienen un salario para llevar
al hogar.
Pero solo en parte es consecuencia de eso, en parte es
también producto de nuestras deficiencias, en parte es también producto de
nuestra inexperiencia; pero en parte fundamental, en parte principal, es
producto de las agresiones económicas y militares yankis, es producto de los
bloqueos yankis, es producto de las brutales medidas tomadas contra nosotros.
Por eso nosotros podemos proclamar al mundo que
nuestros sacrificios de hoy no son consecuencia de deficiencias de la
Revolución, no son consecuencias de la Revolución en sí misma, sino que son
consecuencia de las agresiones imperialistas.
Pero al mismo tiempo podemos decir también, y pregonar con orgullo ante
el mundo, que por
nuestros sacrificios de hoy, porque los hemos
sabido hacer y porque estamos dispuestos a hacerlos, el imperialismo no ha
podido destruir a la Revolución (APLAUSOS).
Y que esos sacrificios, esos sacrificios no son originados en las leyes y
en la transformación revolucionaria, sino que, en cambio, esos sacrificios
significan la victoria de nuestro pueblo sobre el imperialismo. Sacrificio no es, pues, fracaso. Sacrificio es triunfo, sacrificio es victoria
(APLAUSOS).
Sí, es que no queremos volver a ser esclavos, y no
volveremos a serlo jamás. Los que tengan
cuello para llevar yugo, que se lo pongan, que se vayan a servir a los
enyugadores y a los explotadores; que los que no tenemos tobillo para llevar
grilletes de esclavos, ni nuca para llevar yugo, jamás volveremos a ser
esclavos, y el precio de la libertad lo pagaremos al precio que tengamos que
pagarlo (APLAUSOS).
Para hombres libres y por hombres libres se hacen las
revoluciones; por hombres que no quisieron seguir explotados y para hombres que
no serán jamás de nuevo explotados, se hacen las revoluciones.
Y así, nosotros, por nuestra parte, que tenemos en
nuestras manos los recursos, que tenemos en nuestras manos todas las riquezas
de la nación, debemos hacer lo necesario para emplearla de la mejor manera y en
la mejor medida. Nosotros debemos hacer
nuestro gran esfuerzo por mejorar nuestro trabajo en todos los frentes y en
todos los órdenes.
Por un lado, debemos hacer eso, por un lado debemos
trabajar mejor; mas, por otro lado, debemos templar el espíritu, debemos
templar los corazones en esta lucha, que será lucha larga y que será lucha dura. El camino es
largo, el camino es duro, pero no importa.
¡Ni la lucha larga ni el camino duro nos asusta! (APLAUSOS), porque sabemos que al final está
el premio, que al final está la victoria.
¡Allá ellos, con sus repúblicas de burgueses, de
capitalistas y de explotadores, con sus repúblicas de corrupción y de vicio, de
robo y de juego! ¡Allá ellos, con sus
repúblicas de privilegios, de señoritos, de discriminadores, de amos y de
esclavos! ¡Allá ellos, que los propios
pueblos se encargarán de liquidar ese sistema!
¡Que nosotros seguiremos adelante con nuestra república de proletarios,
con nuestra república de trabajadores (APLAUSOS), con nuestra república de
hombres abnegados, de hombres dignos, de hombres y mujeres heroicos,
hombres y mujeres limpios, hombres y mujeres trabajadores!
¡Que nosotros seguiremos adelante, sin que puedan
volver jamás a instaurar su régimen de explotación, de crimen, de injusticias,
de abusos y de saqueos! ¡Que jamás
volverán a instaurar sobre el suelo de nuestra patria su criminal y odioso
régimen de explotación! ¡Que jamás
volverán a explotar a nuestros guajiros y a nuestros obreros!
¡Seguiremos adelante, con este pueblo que ya tiene
historia y que sigue escribiendo la historia!
(APLAUSOS.) ¡Seguiremos adelante,
seguiremos adelante con este pueblo, con este poder de los trabajadores, que al
cuarto Primero de Mayo puede proclamar que ha erradicado ya no solo el robo, el
vicio, el juego, la corrupción, la explotación y tantas cosas; ha erradicado el
analfabetismo y decenas de miles de obreros estudian en los centros de
seguimiento y de superación!
¡Seguiremos adelante, con la Revolución proletaria,
donde los obreros tienen a sus hijos estudiando ya en las universidades, en las
escuelas tecnológicas, en los institutos y en los centros de enseñanza!
(APLAUSOS.)
¡Seguiremos adelante, con nuestra Revolución
proletaria, que al cuarto aniversario puede decir que tiene ya 200 000 niños
más en primer grado de los que había antes del triunfo de nuestra Revolución!
(APLAUSOS). ¡Con nuestra Revolución
proletaria, que tiene 512 000 niños en primer grado! Y hemos hecho énfasis en esto más que en
nada, porque esto significa el porvenir, el grandioso porvenir de la patria,
con este paso de carga hacia la superación, hacia la preparación del pueblo,
con este paso de carga hacia la forja de un pueblo nuevo de cientos y cientos
de miles de técnicos que elevarán la productividad del trabajo, y con ello
aumentarán las riquezas de la nación y el estándar de vida de todo el pueblo,
porque ya no hay explotadores que se echen en el bolsillo y menos los habrá mañana, que se echen en el
bolsillo el fruto del trabajo del pueblo.
¡Y el fruto del trabajo del pueblo —y eso lo comprende el pueblo, y eso
no se lo podrá arrancar nadie de la mente ni del corazón del pueblo—, el fruto
del trabajo del pueblo es del pueblo y para el pueblo! (APLAUSOS.)
¡Allá ellos, allá ellos con sus repúblicas corroídas y
corrompidas, que seguiremos adelante con nuestra Revolución proletaria; esta
Revolución que un día como hoy puede proclamar que un grupo de muchachas, que
trabajaban hace apenas unos meses en el servicio doméstico, hoy están tomando
taquigráficamente este discurso desde esta tribuna! (APLAUSOS.)
¡Seguiremos adelante, seguiremos adelante con esta
Revolución proletaria que sienta en la tribuna a los obreros premiados como
obreros ejemplares, por su conducta admirable en el centro de trabajo! (APLAUSOS.)
¡Seguiremos adelante con nuestra Revolución
proletaria, que en la primera fila de la tribuna sienta al mejor obrero del
año! (APLAUSOS.)
¡Seguiremos adelante con nuestra Revolución,
seguiremos adelante con nuestra Revolución proletaria que dignifica el trabajo,
que suprime privilegios, que suprime desigualdades, y que convierte al
trabajador en el centro de la nación, y que convierte el trabajo en la
dedicación más honrosa y más digna del hombre; que convierte al trabajador en
el héroe de la sociedad; que dignifica y eleva y elevará cada vez más al
trabajador!
¡Seguiremos adelante con nuestra Revolución
proletaria, porque jamás volverán repúblicas burguesas, sistemas burgueses,
sistemas de explotadores (APLAUSOS); porque jamás —¡jamás!—,
jamás las madres proletarias volverán a parir hijas para criadas de los
señoritos y de los explotadores (APLAUSOS), jamás! ¡Jamás las madres proletarias volverán a
parir hijas para los prostíbulos de una sociedad corrompida y miserable! (APLAUSOS.)
¡Jamás las madres proletarias, jamás las madres proletarias volverán a
parir hijas o hijos para la humillación, para la discriminación, para la
esclavitud, para la explotación, porque de ahora en lo adelante, y siempre en
nuestra patria, nacerán hombres y mujeres
para la justicia, hombres y mujeres para la libertad, hombres y mujeres
para la igualdad! (APLAUSOS.)
¡Viva la Revolución proletaria!
¡Viva el poder de los trabajadores!, que por eso
decimos, afirmamos y juramos:
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACIÓN)