DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO y PRIMER SECRETARIO DE LAS ORI, EN EL
ACTO DE HOMENAJE A LAS MADRES DE LOS BECADOS, EN CIUDAD LIBERTAD, EL 13 DE MAYO
DE 1962.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Madres cubanas;
Compañeros y
compañeras estudiantes:
Siento mucho que esta tribuna esté tan bajita que
apenas nos podamos ver. Siempre hay
alguna deficiencia, y en este caso la deficiencia fue que hicieron la tribuna
muy chiquita, y resulta que no es suficientemente alta para poder hacer más
cómoda esta reunión entre nosotros.
Hacía tiempo que teníamos la idea de efectuar esta
asamblea con los estudiantes becados. Al
principio, cuando comenzaron las clases, la idea era reunirnos por aquellos
días, pero resultaba muy difícil, en primer lugar, porque estaba todo por
organizar y, en segundo lugar, compañeros, porque ustedes son bastantes, son un
número considerable y no resulta fácilmente movilizable.
Pero era necesaria la reunión, y los compañeros y las
compañeras que están dirigiendo el plan de becados, consideraron que el mejor
día para efectuar esta reunión era precisamente hoy, el Día de las Madres, para
efectuar una reunión entre ustedes y los familiares de ustedes, con un acto
quizás más bien simbólico, porque naturalmente que muchos, la mayor parte de
los familiares de ustedes se encuentran en el interior de la república, y no
era posible que se reuniesen aquí todas las madres y todos los familiares. Hay una representación de aquellas familias
de la capital, o de los lugares más próximos a la capital, pero en el recuerdo
de todos nosotros, en el pensamiento de todos nosotros están presentes todas
las madres y todos los familiares de los compañeros becados.
Naturalmente que cuando se dice los familiares de los
compañeros becados, prácticamente se está hablando de todo el pueblo, puesto
que es difícil que haya hoy una familia, haya una persona que no tenga un
hermano, un hijo, un primo, algún familiar allegado entre ustedes. Para nosotros ha sido de mucha satisfacción
en algunas ocasiones llegar a un centro de trabajo, a un edificio en
construcción, por ejemplo, reunirnos con los trabajadores y preguntarles si ellos
tienen familiares aquí entre los becados, y ver que la mayor parte de los
trabajadores señalan que tienen familiares.
Lo mismo trabajadores de la construcción, pescadores, en fin, de los
sectores más humildes del trabajo nos hemos encontrado con que tienen
familiares entre los estudiantes.
Eso quiere decir que este programa de educación ha
venido a significar la oportunidad de estudiar para los hijos de nuestras
familias más humildes.
Es en realidad impresionante, compañeros y compañeras,
una multitud de estudiantes como la que se reúne aquí en el día de hoy. Es posible que muy pocas veces se haya visto
un espectáculo semejante, es posible que nuestra Revolución se pueda considerar
Revolución afortunada, desde el momento en que puede llevar adelante un plan de
educación tan gigantesco como este, pero también debe decirse que eso significa
que nuestro pueblo se puede considerar por eso también un pueblo afortunado,
porque ninguna otra cosa puede dar idea del porvenir de nuestra patria, que un
hecho como este, que una concentración como esta.
Esta concentración, por su magnitud, revela la pujanza
de la Revolución, la fuerza de la Revolución, las energías que la Revolución
está acumulando para el futuro, los valores que la Revolución está creando para
el mañana.
Para nosotros, hombres del Gobierno Revolucionario,
que sabemos que la tarea de hacer una revolución es una tarea difícil, que
sabemos que el camino de una revolución es un camino largo y duro, que sabemos
cómo es el presente y sabemos cómo será el futuro, comprendemos bien que el mañana
será distinto, comprendemos bien que lo que hoy nos falta mañana nos sobrará,
comprendemos que las angustias de hoy cuando necesitamos técnicos, cuando
necesitamos médicos, cuando necesitamos ingenieros, arquitectos, cuando
necesitamos obreros altamente calificados para nuestras industrias,
comprendemos que mañana no será así, comprendemos que mañana —y en un mañana no
muy lejano— los técnicos que nuestro país necesite se contarán por decenas de
miles y algo más, se contarán por cientos de miles.
Mañana nuestra patria tendrá lo que no tiene hoy,
mañana los gobernantes tendrán lo que no tenemos hoy, mañana nuestro pueblo
tendrá lo que no tenemos hoy.
Mas, sin embargo, para nosotros es un motivo de íntima
satisfacción pensar que aunque no somos, no tenemos hoy en nuestras manos lo
que tendrá mañana la patria, sin embargo, nos compensa íntimamente saber que
sin embargo estamos haciendo hoy lo que mañana tendrá nuestro pueblo, estamos
haciendo hoy lo que mañana tendrá la patria.
Nosotros en este caso estamos trabajando
principalmente para el porvenir, nosotros sabemos que el presente es de
trabajo, sabemos que el presente es de lucha, sabemos que el presente es de
sacrificio; no estamos recogiendo hoy los frutos, sino que hoy estamos
sembrando la semilla, estamos arando sobre la tierra de la patria y estamos
sembrando el mañana de la nación cubana (APLAUSOS).
Por eso, no importa lo que cueste, ¡no importa!, no
importa los sacrificios. Allá los
impacientes, allá los que creen que una revolución es la conquista del paraíso
desde el primer día y no comprenden que la revolución es simplemente el derecho
a comenzar a construir un paraíso para el pueblo, un paraíso para la sociedad
humana.
Hay los impacientes, pero los impacientes son antes
que nada ignorantes, antes que nada ignorantes. Hay dos clases de impacientes: el impaciente de
mala fe...; o si se quiere dos clases de impacientes de mala fe, o dos clases
de impacientes en cuestiones de fe: una
clase, el impaciente que tiene mala fe, que odia a la Revolución, que añora los
privilegios abolidos por la Revolución; y otra, el impaciente que no tiene fe,
es decir, de que no por maldad, sino por pobreza de espíritu le falta fe y le
falta valor. Y hay el impaciente por
ignorancia, que no es ni malo... pero
tampoco puede decirse que sea bueno bueno, puesto que por ignorancia, por no
comprender lo que es una revolución, se impacienta.
Y hay los que tienen fe, hay los que comprenden, hay
los que saben qué es una revolución, y esos son naturalmente los que hacen las
revoluciones.
Ustedes, jóvenes, ¿quieren saber quiénes son los que
hacen las revoluciones? Son los hombres
que tienen fe, son los hombres que creen en el hombre, son los hombres que
creen en los pueblos, son los hombres que creen en las masas (APLAUSOS), son
los hombres que creen que la humanidad progresa, son los hombres que creen que
los pueblos pueden redimirse, son los hombres que creen en las virtudes de los
pueblos, en el valor de los pueblos, en el espíritu creador de los pueblos, en
el heroísmo de los pueblos y en la grandeza de los pueblos (APLAUSOS). Y esos son los hombres que marchan a la
vanguardia de las revoluciones.
Los que no creen, los que son débiles de espíritu, o
les falta fe por ignorancia, o los de mala fe, esos son rémoras para el avance
de los pueblos, son como anclas lanzadas en las profundidades del pasado que
tratan de detener la nave de los pueblos para que no avance, para que no
progrese.
A los que se desalientan por las dificultades
presentes, a los que no tienen fe, que miren hacia esta muchedumbre de jóvenes
y se pregunten a sí mismos qué les dice esto (APLAUSOS), que se pregunten qué
quiere decir esto. A los que añoran el
pasado, a los que añoran el yugo, a los que añoran a sus amos, que se pregunten
qué quiere decir esto. A los que creen
que el pasado pueda haber ofrecido más que el porvenir, a los que piensen que
aquel pasado miserable pueda ser añoranza de todo ciudadano digno, que se
pregunten qué quiere decir esto.
La Revolución lleva apenas tres años y medio en el
poder, ¡tres años y medio! ¿Qué habría
sido de nuestra república, si con los inicios de la república se hubiera podido
comenzar una obra como esta? Sesenta
años padeció nuestra patria de opresión, de explotación, de privilegios
irritantes; 60 años de pobreza, 60 años de ignorancia, 60 años de
subdesarrollo, 60 años de discriminación, 60 años de explotación.
¿Qué será nuestra patria, sin embargo, dentro de 10
años? ¿Qué será dentro de 20 años? ¿Y qué será de esta tierra y esta patria y este
pueblo nuestro, cuando hayan transcurrido 60 años a partir del 1ro de Enero de
1959? (APLAUSOS.) Con seguridad que no será esto que nos
dejaron, con seguridad que no será el país pobre que nos dejaron que no
producía más que azúcar y que tenía que importarlo todo, que no será el país
sin fábricas, que no será el país sin industrias básicas, que no será el país
de un millón de analfabetos, que no será el país sin técnicos, sin
profesionales suficientes, sin economía, como ha sido el país que nos dejó la
explotación durante 60 años. Porque ya
hoy, hoy mismo, a los tres años y medio podemos decir que no es el país del
millón de analfabetos sino el país sin analfabetos (APLAUSOS), es el país donde
ya se están formando decenas y decenas de miles de técnicos, el país que lleva
adelante con mayores o menores obstáculos, ¡pero lleva adelante!, su programa
de desarrollo económico.
A esos que añoran el pasado de esclavitud y de
injusticia, de privilegio y de explotación, a esas rémoras de la historia, a
esas anclas, nosotros los revolucionarios les presentamos el país del
mañana. ¡Y el país del mañana es
este! ¡El pueblo del mañana es
este! (APLAUSOS.) ¡La visión del mañana es esta!
Pero hay algo más y más hondo en todo esto, hay algo
más emocionante todavía:
¿Quiénes son los que se reúnen aquí hoy? ¿Quiénes habrían sido si en el pasado se
hubiesen reunido los que estudiaban en esas escuelas, en esas escuelas
representadas aquí por cada uno de los letreros y de los carteles que se
levantan, y que llevan los nombres de patriotas ilustres o de hombres ilustres
de la humanidad? ¿Quiénes habrían
sido? Se habrían reunido los hijos de
los ricos, se habrían reunido los hijos de los millonarios, se habrían reunido
los hijos de los privilegiados, porque esos eran los que podían ir a esas
escuelas, esos eran los que tenían el privilegio de poder estudiar.
Y hoy los que se reúnen aquí son los hijos de los
pobres de la patria, son los hijos de los humildes de la patria
(APLAUSOS).
Y ese es el odio, compañeras y compañeros, ese es el
odio que hacia la Revolución sienten los explotadores de ayer, los
privilegiados de ayer. Eso es lo que no
pueden sufrir los que ayer tenían colegios de millonarios, colegios de
privilegiados, colegios donde a un niño negro no se le podía dar ingreso, no se
le permitía estudiar. Y ese es el odio
que sienten hacia el pueblo, ese es el odio que sienten hacia la Revolución de
los trabajadores, hacia la Revolución de los humildes.
Pero no es que nosotros les hayamos negado el derecho
a estudiar a los hijos de los pocos ricos que aquí había. No, la Revolución no le ha negado ese derecho
a ningún niño, a ningún niño le ha negado ni le negará jamás ningún derecho,
independientemente de su procedencia social (APLAUSOS).
¿Pero qué prefirieron esos aristócratas
paniaguados? ¿Qué prefirieron esos
privilegiados? ¿Qué prefirieron esos
parásitos, esos que vivían ahí por todas esas casas que ustedes tan bien
conocen porque son las casas donde están viviendo ustedes ahora? (APLAUSOS.)
¿Qué prefirieron los aristócratas de Atabey, de Siboney... —y antes no se llamaba Siboney, sino Country
Club, o Country, Miramar, y una serie de nombres, que muchas veces eran nombres
americanos; igual que los colegios: "Ruston", "Merici"
(EXCLAMACIONES), eran nombres yankis?
¿Qué hicieron?
Esos no querían que sus hijitos o sus hijitas se
juntaran en una misma escuela con muchachas y muchachos del pueblo, esos no
querían que sus hijitos fueran a una escuela donde estudiase también un niño
negro. ¿Qué hicieron? Mandaron a sus hijos a estudiar allá con los
yankis, para que sus hijos siguieran estudiando en escuelas que tienen nombres
extranjeros; mandaron a sus hijos allá, a estudiar en la Florida, donde hay
sitios en los ómnibus para blancos y sitios en los ómnibus para negros, donde
hay restaurante para blancos y restaurante para negros, donde hay parques para
blancos y parques para negros, escuelas para blancos y escuelas para negros,
hospitales para blancos y hospitales para negros, donde hay cines para blancos
y cines para negros, barrios para blancos y barrios para negros.
Y esa es la sociedad que ellos añoran. Lo que ellos sienten es que en nuestra patria
no haya, como allá, barrios para blancos y barrios para negros, hospitales para
blancos y hospitales para negros, parques para blancos y parques para
negros. Ellos sienten eso, pero no
sienten eso solamente, eso no es más que una manifestación de otra cosa que
ellos sienten más todavía:
ellos sienten que aquí no haya, como allá, una sociedad de explotadores
y de explotados; ellos sienten que no haya, como allá, trabajos para negros y
trabajos para blancos, señoras de mucha alcurnia, y criaditas muy pobrecitas y
muy humilditas que tengan que hacerlo todo, desde trapear el suelo hasta
abrocharle los zapatos a la señora (APLAUSOS).
Y entonces dicen que "¿cómo vamos a poder vivir en ese país que es
Cuba, donde la que yo iba a tener de criada la voy a tener de médico o la voy a
tener de ingeniero, o la voy a tener de arquitecto?" (APLAUSOS.) "¿Quién friega el piso y quién me
abrocha los zapatos?", se preguntan las señoras. "En ese país no podemos vivir, vámonos
para Miami; vamos a vivir en aquel mundo de explotadores y de explotados, de
discriminadores y de discriminados, de señoras millonarias de alta alcurnia y
de hombres del pueblo maltratado."
Pero, bien, si aquellas señoras se hubiesen conformado
con irse a vivir a Miami, ellas y sus ilustres esposos, ellas y sus ilustres
parásitos explotadores, ellas y sus ilustres maridos capitalistas, si todavía se
hubieran conformado con eso, bien, allá ellas, pero el problema no consiste en
eso, sino que ellos y ellas, con la ayuda de los explotadores de allá, de los
discriminadores de allá, quieren volver a traer a nuestro país una sociedad de
explotadores y de explotados, una sociedad dividida en gente aristocrática y
"rebaños" de trabajadores trabajando para ellos.
El problema es que quieren volver; ellos quieren
recuperar otra vez sus casas, ellos se saben el número, la calle y el barrio
donde están sus casas, y ellos sueñan con volver, y, a punta de bayoneta, a
punta de bayoneta de mercenarios, y a punta de bayoneta de marinos yankis,
sacar de todas esas casas a los muchachos y a las muchachas del pueblo, a punta
de bayoneta sacarlos de las escuelas y mandarlos otra vez a pasar trabajos, y
poner allí a sus hijos que están en los "colleges" de Miami, y volver
a tener niñera, cocinera, moza de limpieza, sirviente, en fin, cuatro o cinco
muchachas trabajando para ellas.
Eso es lo que quieren los imperialistas; eso es lo que
quieren los reaccionarios explotadores.
Claro que tratan de obstaculizar nuestro camino por todos los medios;
claro que no descansan en organizar agresiones contra nuestra Revolución, pero
somos dos cosas muy distintas, somos dos mundos muy distintos. Ellos representan el mundo de la explotación,
ellos representan el mundo de la injusticia, ellos representan el mundo de la
discriminación, ellos representan esa sociedad que nosotros hemos descrito, con
escuelas para blancos y escuelas para negros, etcétera, etcétera.
y nosotros representamos el mundo de la justicia, el
mundo de la igualdad, el mundo de los derechos (APLAUSOS), la redención de los
humildes, la sociedad sin explotadores ni explotados; eso es lo que representa
la Revolución. Ellos están educando a
sus hijos en esas mismas ideas de explotadores, en esas mismas ideas de
discriminadores, en esas mismas ideas de injusticia. Y, sin embargo, nosotros educamos a la
generación joven en la idea de la justicia, en la idea de la igualdad, en la
idea de los derechos, en la idea del trabajo, en la idea de la honradez y de
ganarse la vida con el trabajo honrado (APLAUSOS), y no en la idea de poner a
las masas a trabajar para las minorías de privilegiados.
¡Por eso aquel mundo no puede volver ni volverá jamás
(APLAUSOS PROLONGADOS), cueste lo que cueste defender esta Revolución, cueste
lo que cueste defender este mundo nuevo, cueste los sacrificios que cueste,
cueste el trabajo que cueste o la lucha que cueste; porque esta Revolución la sabremos
defender, no importa cuán poderosos sean los enemigos (APLAUSOS), no importa
cuán poderoso sea el imperio yanki, no importa cuán grandes sean sus
recursos!
¡Mientras mayor sea el enemigo, mientras más grandes
sean los obstáculos, más se crecerá nuestro pueblo (APLAUSOS), más luchará
nuestro pueblo, y con más decisión le diremos al imperio yanki: “¡No podrás contra nosotros (EXCLAMACIONES
DE: "¡Nunca!"), no podrás
contra nosotros, no importa que nuestro pueblo sea pequeño!; ¡yanki, yanki
imperialista, yanki imperialista, no importa cuán pequeño sea nuestro pueblo,
no podrás destruir su decisión, no podrás destruir su porvenir, no podrás
destruir su Revolución!"
"¡Yanki imperialista, no te alientes por los lamentos de los
cobardes y de los pobres de espíritu, porque los que no tienen valor para
marchar con la Revolución, los que no tienen valor para hacer y soportar los
sacrificios que la Revolución entraña, no tendrán valor, ni tendrán coraje,
para destruir esta Revolución!"
(APLAUSOS.) Porque esta
Revolución la defiende el pueblo, la defienden los hombres y las mujeres que
tienen valor para marchar con ella, que tienen fe para marchar con ella, que
tienen espíritu de hierro para marchar con ella, para luchar junto a ella, para
librar las batallas que sean necesarias junto a ella.
Jóvenes estudiantes, dentro de esa batalla, dentro de
esa lucha, el deber de ustedes es...
¿Cuál es el deber de ustedes? (LE
CONTESTAN A CORO:
"¡Estudiar!")
Estudiar, estudiar, y estudiar (APLAUSOS), ese es el primer deber de
ustedes. Para que ustedes estudien se
han sacrificado legiones de cubanos, para defender el derecho de ustedes a
estudiar, es decir, para defender el derecho de ustedes a la patria de mañana,
están dispuestos a morir nuestros trabajadores (APLAUSOS), están dispuestos a
morir nuestros milicianos, están dispuestos a morir nuestros soldados, para
defender el derecho de ustedes a estudiar (APLAUSOS) han luchado y han muerto miles de cubanos;
para defender el derecho de ustedes a estudiar cuando estaban ustedes
alfabetizando, aquí mismo, en este mismo sitio, una mañana nuestros hombres se
enfrentaron a los aviones de bombardeo enemigo, para defender el derecho
(APLAUSOS PROLONGADOS), para defender el derecho de ustedes a estudiar, aquí
mismo un cubano joven escribió con sangre nuestro nombre, no por ser el nombre
nuestro, sino por querer expresar con ello su protesta y la idea (APLAUSOS), la
idea de nuestras aspiraciones y de nuestras luchas. Por defender el derecho de ustedes a
estudiar, más de 100 cubanos murieron combatiendo las hordas mercenarias del
imperialismo, que desembarcaron por la Ciénaga de Zapata (APLAUSOS).
Y por eso, porque el enemigo no ha podido aplastarnos,
están ustedes estudiando; por eso, porque el enemigo no ha podido destruirnos,
se reúnen aquí 60 000 jóvenes becados en la mañana de hoy; por eso, porque el
enemigo no ha podido destruirnos, sigue adelante la Revolución cargada de
esperanzas, cargada de promesas en el porvenir (APLAUSOS).
¡No importa, no importa lo que hoy nos falte, lo que
importa es lo que tendremos mañana, lo que importa es lo que sobrará
mañana! (APLAUSOS.) El que siembra, el que siembra piensa en la
cosecha, pero en el momento de sembrar lo que hace es trabajar, depositar las
pocas semillas que tiene sobre la tierra, pensando en la abundante cosecha de
mañana; por eso, con los ojos puestos en el surco del trabajo de la Revolución
y con la esperanza puesta en la cosecha de mañana, ¡no importan los sacrificios
de hoy, no importan los cobardes (APLAUSOS), no importan los vacilantes ni los
pobres de espíritu, esos no hacen la historia, esos no hacen revoluciones, pero
también son incapaces de hacer contrarrevoluciones, por eso, porque son
cobardes, porque son pobres de espíritu, porque no creen ni pueden creer en las
masas, porque creen solo en las minorías de los privilegiados! ¡Con la mayoría de los humildes, con los
trabajadores, que son la mayoría, con los campesinos humildes, que son con
ellos la mayoría, seguiremos adelante, seguiremos luchando!
¡Ustedes a estudiar!
Pero estudiar no quiere decir estudiar con el libro, sino hacer todo
aquello que contribuya al estudio, que ayude a los maestros, que ayude a las
compañeras y los compañeros que trabajan con ustedes, que se desvelan por
ustedes, que no descansan trabajando para ustedes (APLAUSOS); quiere decir
disciplina, quiere decir buen comportamiento, quiere decir honradez en todo,
pero honradez no es solo no robar, honradez no es solo el no hacer una serie de
cosas mal hechas. Honradez es también
siempre decir la verdad, nunca inventar pretexto para salir cuando no hay días
de salida (APLAUSOS). En eso tienen que
ayudar los familiares, porque los familiares a veces enferman a una abuelita
para que le den salida al muchacho y con eso no ayudan; ¡tienen que ayudarnos
los padres, tienen que ayudarnos los compañeros estudiantes!, y las compañeras
tienen que pensar que si hay disciplina es por algo. Porque el Gobierno Revolucionario tiene la
responsabilidad de todos ustedes, tiene la responsabilidad que le han confiado
los padres de ustedes, por eso no puede haber salida todas las semanas, no
puede haber salida todos los domingos (APLAUSOS), por eso, para que haya
disciplina no se deben inventar pretextos para salir.
El Gobierno Revolucionario ha puesto al servicio de
este plan enormes recursos, cientos de ómnibus están al servicio de este plan,
un teatro inmenso, tres de los círculos sociales más grandes de nuestra
capital, tiene decenas y tendrá cientos de profesores de educación física, está
construyendo campos de deportes, tiene clínicas especialmente destinadas a los
compañeros, tiene agrupaciones de producción agropecuaria especialmente
destinadas a producir los alimentos de ustedes.
El pueblo hace grandes sacrificios, hace grandes esfuerzos para facilitarles
a ustedes todo:
estudio, salud, buena alimentación, deportes, diversiones sanas,
una educación completa; lo tienen todo, lo que no tienen incluso muchas veces
en el lugar donde residen; las mejores películas seleccionadas, los mejores
actos artísticos. Es verdad que todavía
no está ciento por ciento funcionando todo, porque los primeros meses ha sido
necesario un enorme trabajo para distribuirlos, asentar los a ustedes,
organizarlos, fomentar el espíritu de la autodisciplina, porque eso es muy importante: la autodisciplina, que ustedes se porten bien
no porque se lo exijan, sino porque ustedes estén conscientes de que deben
portarse bien y que los que juzguen los actos de indisciplina no sean los
maestros, sino que sean ustedes mismos en los consejos de disciplina de las
casas, para que aprendan a vivir con una mentalidad nueva, con un sentido
consciente del deber, no como antes que el ciudadano tenía que portarse bien,
porque tenía un policía al lado, o un soldado o un juez.
En la sociedad de mañana no tiene que ser así, no
harán falta policías, no harán falta jueces, solo para aquellos elementos
absolutamente antisociales.
La sociedad nueva no tiene que ser una sociedad basada
en el miedo, en el comportamiento por miedo a la ley, en el buen comportamiento
por miedo al castigo, sino en el buen comportamiento por amor a las buenas
relaciones, por respeto a las relaciones que tiene que haber entre los hombres,
entre los seres humanos que viven en sociedad.
Y por eso, desde ahora nosotros queremos estimular en ustedes ese
sentido consciente del deber, del comportamiento bueno por convicción, de que
ustedes mismos sean los que critiquen las faltas de sus propios compañeros y
los que apliquen sanciones sencillas para las faltas que cometan los compañeros. Porque ese es el pueblo que nosotros queremos
hacer en las escuelas, así queremos educar a los 512 000 niños que este año
tenemos en el primer grado, a los que tenemos en la enseñanza primaria y a los
que tenemos en todos los centros, porque lo más importante de todo es la
educación, cómo orientar a la juventud, cómo prepararla para la vida de
mañana.
Y por eso, los padres deben ayudarnos, los padres
exhortando a los hijos a decir la verdad, los hijos exhortando a los padres
también a decir la verdad y a que colaboren, a que ayuden (APLAUSOS). Que los padres comprendan la responsabilidad
que nosotros tenemos por cada muchacho y por cada muchacha, la necesidad de que
haya disciplina, la necesidad de que haya la mayor seriedad en todo, porque así
nos ayudarán a nosotros a cumplir con esas responsabilidades que tenemos.
Estudiar no es solo buen comportamiento, es también
tener la casa en orden, limpia, cuidar los jardines, cuidar los muebles, cuidar
los bienes; es cumplir todas las normas de aseo y de sanidad que les dan
nuestros médicos (APLAUSOS), es superar todas las deficiencias que todavía nos
quedan. Hay deficiencias todavía, lo
sabemos, pero no es fácil organizar la vida de más de 50 000 jóvenes, organizarlo
todo al detalle de manera que no falte nada, de que todo marche perfectamente
bien. Y vamos a eso, a que cada día todo
marche mejor. Necesitamos la ayuda de
ustedes y necesitamos la comprensión de los padres y nosotros esperamos,
¿verdad compañeros?, que ustedes nos ayuden en todo esto (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES DE:
"¡Sí!"), compañeros, nosotros esperamos que ustedes nos
ayuden a hacer posible ese programa, esperamos, compañeros, que ustedes nos
ayuden y sobre todo que siempre tengan presente todos los sueños, todas las
ilusiones y todas las esperanzas que nosotros, los revolucionarios, tenemos en
ustedes.
Queremos que ustedes siempre recuerden a los que se
han sacrificado, a los que han caído; que tengan presente, las madres que están
aquí presentes y los hijos que están aquí presentes, a las madres aquí
presentes de los compañeros que no están aquí presentes. ¡Que recuerden hoy a las madres de todos los
combatientes de la Revolución que han caído!; que recuerden siempre y tengan
presente ese deber sagrado, que tengan presente esa obligación sagrada.
Con el pensamiento puesto en nuestro deber hacia los
caídos, con el pensamiento puesto en la patria del mañana, en la extraordinaria
patria del mañana, ¡adelante, compañeros, con la Revolución, junto a la
Revolución, cualesquiera que sean los sacrificios! ¡No importa el precio, no importa la lucha,
que el mañana que tenemos delante bien vale esos sacrificios, bien vale esa
lucha!
¡Adelante, con el pueblo! ¡Adelante, con los valientes! ¡Adelante, con los hombres que tienen fe!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)