DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO Y PRIMER SECRETARIO DE LAS ORI, EN EL ACTO EN QUE LE FUERA ENTREGADO EL PREMIO “LENIN” DE LA PAZ, EN EL TEATRO “CHAPLIN”, EL 19 DE MARZO DE 1962.

 

(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS

DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)

 

Distinguidos miembros del Comité Internacional de Premios Lenin por la Paz (APLAUSOS);

Señores embajadores (APLAUSOS);

Compañeros y compañeras (APLAUSOS): 

 

Grande y profunda es la emoción para todos nosotros en este minuto, más, sobreponiéndonos a ese sentimiento, razonemos un poco acerca de la idea que nos congrega en esta noche, acerca de la paz, esa palabra que tanto significa, esa milenaria aspiración de la humanidad. 

Porque ha sido esa aspiración una aspiración que surgió en la humanidad desde que surgieron las guerras, y las guerras surgieron desde que surgió la explotación. 

He ahí el origen de la guerra:  la explotación del hombre por el hombre.  Por eso, cuando más se acerca la humanidad hacia la era en que ha de desaparecer la explotación del hombre por el hombre, más fundada es la esperanza de la humanidad por la paz, y más grandes son las ansias de paz de la humanidad. 

También es cierto que en ningún otro minuto de la historia humana la paz es tan necesaria, porque en ningún otro minuto de la historia humana la guerra significa tanta destrucción y tanta muerte.  En ningún otro minuto de la historia humana la idea de la guerra es tan terrible como en este momento. 

¿Quiénes son los que promueven las guerras?  ¿Quiénes son los que en este momento amenazan a la humanidad con el peligro de la guerra?  Los explotadores, los capitalistas, los colonialistas, los imperialistas. 

¿Quiénes luchan por la paz?  Los socialistas (APLAUSOS). 

Y es lógico, porque el capitalismo significa el saqueo, y el socialismo significa el trabajo; los capitalistas quieren vivir del saqueo, quieren vivir de la explotación del trabajo humano, quieren vivir de la explotación del trabajo de los pueblos; y los socialistas aspiramos a vivir del trabajo, de nuestro propio trabajo. 

El socialismo significa la abolición de la explotación del hombre por el hombre; por eso el socialismo significa la paz. 

Ningún sistema socialista se nutre de la explotación del trabajo de otros pueblos ni de la explotación de los recursos naturales de otros pueblos.  En un sistema socialista no existe la explotación del hombre por el hombre. 

El capitalismo, y su fase más desarrollada, el imperialismo, se nutre, en primer lugar, de la explotación del trabajo de otros pueblos, de la explotación de los recursos naturales de otros pueblos y de la explotación del trabajo de los obreros y de las clases humildes de los propios pueblos imperialistas. 

Para mantener ese despojo, para mantener esa explotación —tanto de su propio pueblo como del trabajo de los demás pueblos— los imperialistas necesitan de la fuerza; los imperialistas necesitan de los ejércitos, los imperialistas necesitan de las armas más destructoras; para mantener esa explotación, para mantener ese despojo, necesitan de la guerra, y, cuando menos, necesitan mantener a la humanidad bajo el peligro de la guerra. 

Ningún ciudadano de ningún país socialista posee bienes ni riquezas en el territorio de otros países; ningún estado socialista es poseedor de esos bienes o de esas riquezas en otro territorio.  En cambio, los monopolios de los países imperialistas son poseedores de cuantiosos recursos, de infinitas riquezas en el territorio de otros pueblos, que sirven para explotar el trabajo de los pueblos sometidos, de los pueblos colonizados, que sirven para saquear a los demás pueblos.  Para mantener ese saqueo, para mantener ese coloniaje, para mantener ese dominio, los imperialistas necesitan de las armas, de los ejércitos, de la fuerza, de las guerras, o de la amenaza de guerra. 

Eso explica el porqué el socialismo significa la paz y la lucha por la paz (APLAUSOS). 

El socialismo no necesita de ejércitos, no necesita de armas, no necesita de la fuerza, no necesita de la guerra, no necesita del peligro de guerra, porque el socialismo no significa explotación, el socialismo no significa dominio sobre otros pueblos, el socialismo no significa saqueo de otros pueblos. 

Por eso nuestro pueblo, nuestro pueblo socialista, nuestro pueblo revolucionario (APLAUSOS), está del lado de la paz (APLAUSOS). 

y bien sabemos por dura experiencia que los ejércitos y las armas constituyen algo que los imperialistas, los que nos explotaban antes y nos quieren volver a explotar, los que nos oprimían antes y nos quieren volver a oprimir, los que nos saqueaban antes y nos quieren volver a saquear, nos imponen esa necesidad de gastar en armas y de gastar en ejércitos, como le han impuesto a todos los demás países socialistas esa dura necesidad, la de distraer enormes recursos, enormes recursos y energías del trabajo creador, del desarrollo pacifico, distraer recursos y energías de los planes de industrialización, de los planes de educación, de los planes de elevación del nivel de los pueblos, para dedicarlos a esa necesidad de defenderse de las amenazas y de las agresiones de los imperialistas. 

Los imperialistas necesitan de la guerra.  “El capitalismo” —decía Marx— “ha rezumado sangre de los pies a la cabeza, desde sus mismos orígenes.”  El capitalismo ha significado para la humanidad sangrientas y bárbaras guerras, guerras coloniales, guerras mundiales, guerras locales, guerras para repartirse el mundo, guerras para esclavizar a los pueblos, guerras para volver a repartirse el mundo, guerras cada vez más sangrientas, guerras cada vez más destructoras, guerras que conllevan cada vez más víctimas, cada vez más sangre, cada vez más destrucción, y la destrucción cada vez más hacia la retaguardia, cada vez más lejos de los frentes de batallas, cada vez más sobre las indefensas poblaciones; guerras cada vez más terribles, guerras cada vez más inhumanas. 

El imperialismo significa hoy el peligro de guerra, la amenaza de guerra, de una guerra que haría palidecer a las guerras anteriores, una guerra que significaría la destrucción de cientos de millones de vidas, si es que puede alguien calcular la destrucción que ocasionaría una guerra atómica. 

Por eso la lucha por la paz significa luchar por salvar a la humanidad de una destrucción apocalíptica, significa luchar por salvar a cientos de millones de vidas de hombres, de mujeres, de jóvenes, de ancianos y de niños; para salvar a la humanidad de cientos de millones de inválidos, de mutilados, de lesionados por una guerra atómica; para salvar a la humanidad de incalculable destrucción. 

Eso es lo que significa la lucha por la paz, y esta es la importancia que tiene la lucha por la paz (APLAUSOS). 

Pero la lucha por la paz significa también la lucha por la independencia de los pueblos, significa la lucha por la libertad de las colonias, significa la lucha por el desarrollo económico de los países más pobres, significa la lucha por librar a los pueblos de la explotación y el dominio imperialistas.  La lucha por la paz, es decir, la lucha contra la guerra, la lucha por el desarme, significa no una actitud pasiva, sino una actitud activa en favor de la independencia y de la liberación de los pueblos.

El imperialismo necesita del peligro de guerra, entre otras cosas, para imponer a las masas de sus propios países enormes cargas en impuestos, a fin de mantener las elevadas y extraordinarias utilidades de los monopolios; necesitan los imperialistas del peligro de guerra para mantener su economía de guerra.  La economía de guerra significa que los obreros, los trabajadores de los propios países imperialistas, tienen que pagar decenas de miles de millones, cientos de miles de millones de dólares todos los años para mantener las ganancias de los monopolios, para mantener las ganancias de los explotadores. 

Los imperialistas necesitan del peligro de guerra para mantener la opresión sobre sus propios obreros, para mantener la represión sobre sus propias clases trabajadoras; los imperialistas necesitan del peligro de guerra para armarse, para justificar su carrera armamentista.  Y necesitan armarse hasta los dientes para mantener sus privilegios, para mantener su función de modernos filibusteros, de modernos piratas; necesitan armarse hasta los dientes para amenazar a los pueblos que luchan por su libertad, necesitan armarse hasta los dientes para amenazar y para reprimir la lucha de los pueblos en América Latina, en Africa y en Asia, para impedir la liberación de los propios trabajadores de los países donde rigen los monopolios imperialistas. 

Por eso, la lucha contra la carrera armamentista, la lucha por el desarme, es la lucha contra esa amenaza, la lucha contra ese chantaje, la lucha contra esa política intervencionista de los imperialistas en la vida política de los pueblos explotados y oprimidos de América, de Africa, de Asia, y los propios pueblos donde impera el sistema capitalista. 

Debemos comprender bien estas ideas:  la lucha por la paz significa eso, la lucha por el desarme significa eso, y los pueblos socialistas pueden luchar sinceramente por el desarme, porque no necesitan para nada las armas, sino para defenderse.

Y por eso los países imperialistas se resisten al desarme, porque necesitan las armas para chantajear, para oprimir, para intervenir y para saquear. 

Por eso, son los países socialistas los que luchan consecuentemente por el desarme y por la paz; son los países socialistas los que pueden convencer a la humanidad, los que cada día convencen más a la humanidad de que luchan sinceramente por el desarme y por la paz, mientras cada día se hace más evidente que los que resisten al desarme y a la paz son los explotadores, son los saqueadores, son los colonialistas y son los imperialistas (APLAUSOS). 

Por eso, esta es una batalla de todos los pueblos del mundo, de los pueblos de los países socialistas, de los pueblos de los países colonizados, de los países sometidos, de los países dominados por el imperialismo y de los propios obreros, de los propios pueblos de las metrópolis imperialistas. 

Y, por eso, vemos como en los propios Estados Unidos crece el movimiento por la paz, como en los propios Estados Unidos son cada vez más numerosas las manifestaciones populares en favor de la paz contra la política guerrerista de los imperialistas, contra la carrera armamentista, porque es un interés de toda la humanidad.  Y es por eso que toda la humanidad, de distintas formas, de las formas que sean necesarias, ha de contribuir a la lucha por la paz. 

Contribuyen las madres norteamericanas desfilando ante la Casa Blanca (APLAUSOS), contribuyen los comités de paz en todo el mundo, contribuyen los actos, contribuyen los llamamientos, contribuyen los escritos, contribuyen los esfuerzos que se realizan lo mismo en los países capitalistas que en los países socialistas, contribuyen los vietnamitas del sur combatiendo contra los imperialistas y contra los intervencionistas yanquis (APLAUSOS), contribuyen los heroicos combatientes del pueblo guatemalteco luchando contra el títere Ydígoras (APLAUSOS), contribuyen los angoleses luchando contra el imperialismo portugués (APLAUSOS), contribuyen los argentinos votando contra el régimen reaccionario de Frondizi (APLAUSOS), contribuyeron heroicamente los argelinos conquistando su independencia (APLAUSOS), contribuye la Unión Soviética haciendo estallar una bomba de sesenta megatones (APLAUSOS).  Y no hay en esto, no hay en esto ninguna contradicción, no hay en esto ninguna paradoja; hay una gran diferencia entre las bombas que hacen estallar los imperialistas y las que hacen estallar los soviéticos.  Es la diferencia entre la bomba que se hace estallar para advertir a los imperialistas lo que les tocará si desatan una guerra (APLAUSOS)  y las bombas que hacen estallar los imperialistas para chantajear, para amenazar, para amedrentar a los pueblos, para tratar de sembrar el terror y el miedo entre los pueblos que luchan por su independencia, por su soberanía, por su libertad. 

Así, cada cual lucha con lo que puede, cada cual aporta a la lucha por la paz lo que puede aportar.  Y así también nuestro pueblo aportó lo que pudo; así también nuestro pueblo dio su aporte a la paz cuando derrotó a los mercenarios antes de setenta y dos horas (APLAUSOS). 

Al librarse del dominio imperialista y al señalar con su ejemplo el camino a los demás pueblos hermanos de América Latina, nuestro pueblo ha hecho un gran aporte a la paz.  Al proclamar la Primera y la Segunda Declaración de La Habana (APLAUSOS), y exponer en esa Declaración nuestra experiencia, al exponer los métodos de lucha que llevaron al triunfo a la Revolución Cubana, nuestro pueblo ha hecho un aporte a la paz (APLAUSOS). 

Y así, los pueblos oprimidos luchan por la paz luchando por su independencia; los pueblos oprimidos, cuando tienen cerrados todos los caminos, luchan por la paz derrocando a los regímenes reaccionarios (APLAUSOS).  Los obreros de los propios países imperialistas pueden luchar y luchan por la paz, oponiéndose a los impuestos extorsionadores, oponiéndose al encarecimiento de la vida, oponiéndose a la carrera armamentista.  Y los científicos soviéticos luchan por la paz fortaleciendo el poderío técnico y militar de la Unión Soviética (APLAUSOS).

Cada cual debe luchar por la paz a su manera, cada cual debe luchar por la paz con lo que pueda y como pueda. 

Así, la América Latina, al enfrentarse cada vez más a los imperialistas, lucha por la paz.   Mientras más pueblos luchando por su libertad, más posibilidades de paz en el mundo, más maniatados estarán los imperialistas, más débiles serán los imperialistas para desencadenar la guerra. 

Por eso, los pueblos oprimidos pueden hacer un gran aporte a la paz, luchando contra el imperialismo, luchando contra los regímenes reaccionarios y tiránicos.  Véase como tiemblan ya, véase como se tambalean ya los títeres del imperialismo, véase como se tambalean ya los regímenes traidores en América Latina, véase como tiemblan ya los enemigos de los pueblos de América Latina.  ¡Y el temblor recorre la espina dorsal del continente; desde la Patagonia hasta Washington!  (APLAUSOS.) 

Y mientras el régimen revolucionario cubano es cada vez más firme, y será cada vez más firme en la misma medida en que sepamos vencer los obstáculos que nos pone el enemigo y los obstáculos que a veces nos ponemos nosotros mismos, los demás regímenes —los regímenes que han sido cómplices del imperialismo contra Cuba— se tambalean.  Y así, se tambalea el títere Ydígoras, en Guatemala (GRITOS); y en su desesperación, no se le ocurre otra cosa que acusar a Cuba y culpar a Cuba.  Sí, Cuba tiene una culpa:  ¡la culpa de su ejemplo!  (APLAUSOS.)  Pero la otra culpa, la culpa que engendran las revoluciones, la culpa que engendra la rebelión de los pueblos, esa culpa la tiene el imperialismo y la tienen los explotadores. 

¿Qué culpa tiene Cuba de esa explotación?  ¿Qué culpa tiene Cuba de ese dominio esclavizante del imperialismo?  ¿Qué culpa tiene Cuba de que esas causas originen la rebelión de los pueblos?, porque son los pueblos los que hacen las revoluciones, y así, es el propio pueblo de Guatemala, jóvenes guatemaltecos, jóvenes de orígenes militares, procedentes de las academias militares, muchos de los cuales estudiaron en los propios Estados Unidos, son los que encabezan la rebelión del pueblo guatemalteco.  No estudiaron en La Habana, no recibieron clases en nuestro país, sino que muchos de ellos estudiaron en las academias militares norteamericanas.  Y eso es suficientemente elocuente.  Si esos jóvenes hoy encabezan la rebelión, ¡significa que al imperialismo no lo salva nada!  (APLAUSOS), que contra el imperialismo, es decir, que por la liberación de sus pueblos están luchando hasta los propios alumnos salidos de sus escuelas militares (APLAUSOS).  Y eso quiere decir que muy bien pudiera ocurrir que muchos de esos oficiales que están entrenando para reprimir la lucha guerrillera, esos oficiales que en número de centenares están entrenando en Panamá, algunos de ellos, y hasta tal vez bastantes de ellos, puedan ser el día de mañana guerrilleros contra el imperialismo (APLAUSOS). 

Porque los pueblos de América están encontrando sus métodos de lucha, los pueblos de América están encontrando el camino de la liberación, los pueblos de América se yerguen cada vez más, y nos alegramos.  ¡No importa que nos culpen de sus culpas, es decir, de las culpas del imperialismo!  Ya eso lo sabemos de memoria, que todas las culpas de sus actos explotadores las querrán hacer recaer sobre nuestra patria; que por eso siempre penderá sobre nuestra patria la amenaza de la agresión imperialista.  Por eso estaremos en perenne peligro.  ¡Pero no importa, no nos asusta ese peligro, no temblamos ante ese peligro, mientras los reaccionarios tiemblan en toda la América; mientras los imperialistas tiemblan en toda la América ante el auge revolucionario de los pueblos! 

Los imperialistas quieren hacer ver que somos nosotros los que promovemos las revoluciones; ya lo dijimos en la Declaración de La Habana:  ¡Las revoluciones no se importan, las revoluciones las hacen los pueblos; las revoluciones no se inventan, las revoluciones las hacen los pueblos cuando existen las condiciones que engendran las revoluciones!  Y los imperialistas han creado en la América Latina esas condiciones. 

¿Qué les ocurrió en Argentina?, ¿qué les ocurrió, a pesar de su Alianza, cacareada, para el Progreso?, ¿qué les ocurrió, a pesar de sus medidas de chantaje, de presión militar para que rompieran contra Cuba, para obtener allí el dominio de la economía?, ¿qué les ocurrió?  ¡La derrota política en manos de las fuerzas populares!, ¡la derrota política más inesperada para ellos y más desalentadora!, ¡la necesidad de nuevas medidas represivas, de nuevos abusos contra el pueblo argentino, de nuevas contradicciones, de nuevas intervenciones militares y de más agudización de la lucha del pueblo argentino!  ¡La perspectiva de tener que reprimir a millones de trabajadores, que se disponen a resistir, que se disponen a declararse en huelga!  ¡La necesidad de emplear la fuerza y el terror que no sirve sino para acercar a los pueblos a la Revolución! 

Y cuando ese terror contra las fuerzas populares, cuando ese terror contra las clases obreras, contra millones de trabajadores, lleve al pueblo argentino a la lucha, lleve al pueblo argentino a la rebelión, y lleve al pueblo argentino, incluso, a la lucha armada, entonces, ¡no culpen a Cuba!  (APLAUSOS.)  Entonces, ¿cómo podrán culpar a Cuba, si son ellos los que llevan a los pueblos a esa situación, a esa necesidad de rebelarse, a esa necesidad de luchar? 

Y cuando el pueblo de Venezuela se lanza a la lucha; ¡cansado de matanza, cansado de crímenes y de torturas, cansado de cientos de muertos, cansado de miles de encarcelados inocentes, cansado de explotación, cansado de monopolios, cansado de saqueo imperialista, cansado de un régimen de traición y de entrega!, ¿qué culpa tiene Cuba, qué culpa tiene Cuba de los estudiantes que los títeres del imperialismo asesinan, de los obreros que los lacayos del imperialismo matan allí?, ¿qué culpa tiene Cuba de la explotación de los monopolios?, ¿qué culpa tiene Cuba de que los pueblos se lancen a la lucha, de que cada día más y más pueblos estén decididos a luchar y estén decididos a emplear los medios que sean necesarios, cuando todos los caminos se han cerrado? 

¡¿Qué culpa tiene Cuba?!  ¡Como no sea la culpa de habernos liberado nosotros mismos de la tiranía, de la matanza, del crimen, de la tortura, del saqueo!  (APLAUSOS.)  ¿Qué culpa tiene Cuba, sino la culpa de ser libre?  ¿Qué culpa tiene Cuba, sino la culpa de haber arrojado de su propio territorio a los monopolios yankis?  ¿Qué culpa tiene Cuba, sino la culpa de haber liquidado el terror y la tiranía, de haber derrotado las fuerzas de la tiranía, entrenadas y armadas por ese mismo imperialismo?  ¿Qué culpa tiene Cuba, sino la culpa de su propia libertad y la culpa de su ejemplo, la culpa de su dignidad, la culpa de su entereza, la culpa de su heroísmo, la culpa de su decisión de vencer o morir!  (APLAUSOS PROLONGADOS.)  ¡La culpa de haber derrotado a los imperialistas en Playa Girón (APLAUSOS), la culpa de estar dispuesta a derrotarlos cuantas veces nos ataquen y de resistir, de resistir hasta la última gota de nuestra sangre!

¿Qué culpa tiene Cuba de la historia?, ¿qué culpa tiene Cuba de que por ley de esa historia los pueblos hermanos de América estén llamados a ser libres?  ¿Qué culpa tiene Cuba de que los imperialistas no puedan impedirlo?, porque los imperialistas no podrán impedir la victoria de los pueblos. 

La América es demasiado grande y sus pueblos son demasiado numerosos y demasiado heroicos para que puedan impedirlo, por muchas escuelas que organicen, por muchos planes que hagan.  Y ya hoy mismo los cables traían la noticia de que seis oficiales de Fort Brack habían salido hacia Guatemala, sin duda de ninguna clase, para asesorar a las fuerzas represivas contra los patriotas guatemaltecos.  ¡Pero, qué ilusiones!  ¡Como si la libertad de los pueblos, la marcha de la historia la pudieran contener ni seis ni seis millones de oficiales yankis, ni seis millones de escuelas antiguerrilleras!  (APLAUSOS.)

¡Como si la lucha de los pueblos, la marcha de la historia, la pudiesen cortar los explotadores, la voluntad de un capitalismo decadente, de un imperialismo que huele ya a carroña en la historia!  (APLAUSOS.)

Esas son las realidades, nuestras realidades, las realidades de América, de Asia, de Africa, las realidades del mundo.  Esto señala la tarea ardua, la tarea difícil, la tarea dura que tienen los pueblos para erradicar el peligro de guerra, para erradicar las guerras de la historia de la humanidad, porque es precisamente el minuto en que cuando más oportunidad y más posibilidad tiene la humanidad de lograr esa aspiración, es también el minuto que coincide con el máximo peligro, con el máximo carácter destructor y horrible de las guerras.  Es el minuto de mayores esperanzas de la humanidad y el minuto también de mayores riesgos para la humanidad. 

Son estas ideas y estos pensamientos los que cruzaban por nuestra mente y embargaban nuestro ánimo en este acto de hoy, en este acto cargado de emoción, cargado de sentimiento; cargado, por un lado, de preocupación, y por otro lado de satisfacción, de orgullo; este acto entrañablemente humano, fraternal, donde todo es expresión de amistad entre los pueblos, de confraternidad entre los pueblos, de satisfacción por lo que se ha hecho y de consciente preocupación por lo que debemos hacer; de orgullo por lo que se ha hecho, porque, ¿quién de nosotros no sintió un hondo y profundo orgullo cuando el digno académico de la Unión Soviética pronunció aquellas palabras de “Cuba, territorio libre de América”?  (APLAUSOS.) 

¡Cuánta legítima satisfacción para todos nosotros!  Pero cuánta legítima preocupación por las tareas que tenemos por delante, por los deberes que tenemos por delante; el deber de luchar, el deber de trabajar, el deber de esforzarnos, el deber de superarnos. 

Nuestra Revolución marcha por caminos firmes; nuestra Revolución marcha con pasos firmes.  Nuestro pueblo se educa cada vez más; nuestro pueblo tiene que estudiar y educarse aún más; nuestro pueblo tiene trazado su camino; nuestro pueblo ha desplegado sus banderas; esas banderas no son otras que las banderas de la Revolución, ¡de la Revolución Socialista, de la Revolución proletaria, de la Revolución marxista-leninista!  (APLAUSOS.) 

Ilumina el camino de nuestro pueblo la ciencia del marxismo- leninismo.  ¡Estudiemos, estudiemos cada vez mejor el marxismo-leninismo!  (APLAUSOS); ¡entreguémonos con febril espíritu al estudio, al trabajo!; ¡esforcémonos por comprender cada vez más, y no solo más, sino también mejor!; ¡bebamos de esa ciencia y apliquémosla correctamente, que cuando se aplica correctamente las revoluciones son cada vez más firmes, son cada vez más fuertes!

Y, sobre todo, recordemos un principio fundamental del marxismo:  ¡Que son las masas las que hacen la historia!  ¡No nos desliguemos jamás de las masas!, ¡vayamos siempre, cada vez más, a las masas!, ¡tengamos cada vez más contacto con las masas!  (APLAUSOS), ¡perfeccionemos cada vez más nuestro engranaje con las masas!  Y ese engranaje fuerte y perfecto se logra en la misma medida en que sepamos reclutar a los mejores exponentes del espíritu de la clase obrera, a los mejores exponentes del espíritu de los trabajadores, en la misma medida en que sepamos reclutar a los mejores trabajadores, a los trabajadores ejemplares, en el Partido Unido de la Revolución Socialista (APLAUSOS). 

¿Y quiénes son los que tienen más autoridad entre las masas, en cualquier centro de trabajo?  ¡Los más trabajadores, los que son modelos en todo!; modelos en el trabajo, en primer lugar, modelos en el compañerismo, modelos en el espíritu de clase, modelos en el cumplimiento del deber; los primeros en el trabajo, los primeros en la defensa de la patria, los primeros en el trabajo voluntario, los primeros en el esfuerzo, los primeros en el sacrificio (APLAUSOS). 

Aquellos trabajadores de vida limpia, limpia de mácula en el pasado, que son modelos de su clase, que son orgullo de su clase revolucionaria.  ¡Reclutemos a todos esos obreros, a todos esos hombres y mujeres, y tendremos el mejor engranaje, de contactos con la masa!, ¡tendremos reclutados a los hombres y mujeres de más prestigio entre las masas!  (APLAUSOS.) 

Y por ese camino, no divorciados jamás de las masas, nunca a espaldas de las masas, sino cada vez más identificados con las masas, compañeros y compañeras, nuestra Revolución será cada vez más fuerte, nuestra Revolución será cada vez más invencible, nuestra Revolución será cada vez más ejemplo de América, nuestra Revolución será cada vez más útil y más fecunda en las aspiraciones de la humanidad, en la lucha de la humanidad por el progreso, en la lucha de la humanidad por la paz (APLAUSOS).  Y nuestro pueblo será cada vez más acreedor a los honores que reciba. 

Nosotros hemos sido honrados en la noche de hoy.  No yo, ¡yo llevo esta medalla sobre mi pecho en nombre del pueblo!  (APLAUSOS.)  No yo, ¡es el pueblo quien ha recibido esta medalla!, ¡es nuestra Revolución, es nuestra patria revolucionaria, marxista, la que ha recibido esta medalla que lleva el nombre de “Premio Lenin de la Paz”!  (APLAUSOS.)

La recibo, compañeros miembros del Comité Internacional de Premios Lenin, la recibo con profundo y legítimo orgullo, en nombre del pueblo, en nombre de los muertos, ¡en nombre de los que cayeron a lo largo de nuestra historia para hacer posible esta Revolución! 

¡Patria o Muerte! 

¡Venceremos! 

(OVACION)