DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO DE
CUBA y SECRETARIO DE LAS ORI, EN
EL ACTO CELEBRADO CON MOTIVO DEL SEGUNDO ANIVERSARIO DE LA CREACION DE LOS
COMITES DE DEFENSA DE LA REVOLUCION, EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION, EL 28 DE
SEPTIEMBRE DE 1962.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros de la tribuna;
Compañeros de
los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS):
Arribamos a este segundo aniversario con una poderosa
organización de masas, digna de la esperanza que la Revolución puso en
ella. Ese desarrollo rápido de una
organización de este tipo es una prueba elocuente del poder revolucionario de
las masas, de la capacidad del pueblo para organizarse.
Los Comités de Defensa de la Revolución se han
convertido en una fuerza importante de la Revolución y en una trinchera que
infunde respeto a los enemigos de nuestra patria. Los Comités de Defensa de la Revolución se
han convertido, además, en una institución nueva, en un aporte de la Revolución
Cubana a la experiencia cada vez más rica de la humanidad.
El éxito de los Comités de Defensa de la Revolución ha
hecho que en otros pueblos del mundo se hayan interesado por las
características, la estructura y el funcionamiento de una organización de masas
de este tipo. Y no sería extraño que
otros pueblos revolucionarios, en su oportunidad, crearan también para combatir
a la contrarrevolución los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS).
Al cumplirse este segundo aniversario, podemos decir
que los Comités de Defensa no solo han cumplido la tarea para las cuales fueron
creados, sino que los Comités de Defensa rebasaron el marco de las funciones
que en un momento dado inspiraron su creación, puesto que los Comités de
Defensa de la Revolución no solo han defendido a la Revolución con su acción y
con su vigilancia, sino que los Comités de Defensa de la Revolución han
resultado ser instrumentos también de otra serie de actividades sociales.
Los Comités de Defensa de la Revolución han realizado
otras muchas tareas, además de actuar y de vigilar; los Comités de Defensa han
realizado tareas en el campo de la educación; los Comités de Defensa han
realizado tareas en el campo de la salud pública; los Comités de Defensa han
realizado censos de viviendas; los Comités de Defensa han organizado el
abastecimiento. Y así, se ha descubierto
la virtud de esta organización para realizar una serie de trabajos
administrativos, económicos, y, en fin, para realizar un esfuerzo creador que
se va más allá de sus objetivos iniciales.
El entusiasmo de los compañeros de los Comités de
Defensa de la Revolución es proverbial.
Cualquier tarea que se les asigne la emprenden inmediatamente y se puede
contar con el éxito de cualquier gestión que realicen.
El mérito grande de este éxito estriba,
fundamentalmente, en el hecho de que esta organización ha ido extrayendo sus
cuadros de las propias masas. No es que
se contara desde el principio con un gran número de cuadros, no es que se
contara desde el principio con compañeros experimentados en organización, sino
que sobre la marcha esta organización ha ido formando cuadros, sobre la marcha
esta organización ha ido destacando miles y miles de hombres y de mujeres de la
masa, descubriendo sus cualidades de organizadores.
Por eso, si hasta este momento ha podido trabajar
exitosamente, es de esperar que todavía esta formidable organización de masas
pueda prestar servicios aun más útiles al país.
Y para ello, tanto la organización política de la Revolución, como el
Gobierno Revolucionario, se han interesado por la formación de cuadros para
esta organización de masas. Y así, se
organizó ya la primera escuela de cuadros (APLAUSOS) de los Comités de Defensa de la Revolución,
que tiene 215 alumnos. Eso significa que
la organización está promoviendo cuadros experimentados y capaces que mejorarán
extraordinariamente su estructura y su rendimiento.
Tan pronto termine este curso, otra promoción de
cuadros se irá realizando en esa escuela.
No tenemos la menor duda de que en los meses venideros
ese esfuerzo se hará sentir, y la efectividad de esta organización será cada
vez mayor; lo que unido a los esfuerzos de las demás organizaciones de masas,
los sindicatos obreros, la Federación de Mujeres, las organizaciones
campesinas, las organizaciones estudiantiles, y, además, la pujante
organización política de la juventud (APLAUSOS), así como el avance de los
trabajos hacia la formación del Partido Unido de la Revolución Socialista
(APLAUSOS), implica que al entrar la Revolución en su quinto aniversario
—¡quinto aniversario, sí, por mucho que les duela a los reaccionarios y por
mucho que les duela a los imperialistas!
(APLAUSOS)—, al entrar en su quinto aniversario, es decir, el primero de
enero de 1963, puesto que nuestra Revolución marcha con el año, tendremos
condiciones muy superiores a las que hemos tenido este año, porque tendremos un
partido fuerte y bien organizado (APLAUSOS), apoyado por un conjunto de
organizaciones de masas que agrupan a la inmensa mayoría de nuestro pueblo, que
con esa fuerza desarrollada y organizada estará en condiciones de darle a la
Revolución un gran impulso.
Mas, no solo tendremos esos factores a nuestro favor,
sino que también el plan económico del año 1963, basado en las experiencias
adquiridas este año, será un plan más completo y, al mismo tiempo, podrá contar
con el cúmulo de conocimientos, el gran aprendizaje que en el campo económico
hemos ido adquiriendo durante este año.
Esto, unido al hecho de que esperamos también que para 1963 estén
establecidas las normas de trabajo, las escalas de salario y los métodos de
control de la producción económica, nuestro país entrará en su quinto
aniversario revolucionario (APLAUSOS) en
mejores condiciones que en ninguno de los años anteriores.
La Revolución ha hecho muchas cosas en estos cuatro
años, producto del dinamismo del pueblo, de su entusiasmo; ha hecho muchas
cosas; a pesar de las circunstancias adversas, de la agresión constante y de
todos los obstáculos que han tratado de poner sus enemigos en su camino.
Pero, sin embargo, lo que aun nuestro pueblo puede
hacer, es mucho más que todo eso.
Nuestro pueblo comienza a tener algo que no tenía el primer año, en los
primeros tiempos de la Revolución: nuestro pueblo comienza a tener
experiencia.
Al principio era el entusiasmo, el dinamismo; pero
entusiasmo y dinamismo no significa todo.
Se hicieron grandes cambios, se hicieron muchas leyes
revolucionarias, pero los cambios de estructura y las leyes revolucionarias no
operan por sí solas. Los problemas no se
resuelven por generación espontánea; las cosas hay que hacerlas, los problemas
hay que resolverlos.
Y si al entusiasmo y al dinamismo unimos la
organización, unimos una conciencia superior de nuestros deberes y unimos la
experiencia, los avances de la Revolución serán más sólidos y aun más
rápidos.
A medida que transcurren los años, a medida que
comprendemos mejor nuestras obligaciones y nuestras tareas, nuestra seguridad
crece, nuestra confianza en el porvenir crece, nuestras esperanzas de éxito son
aun mayores.
Y nuestro pueblo, un pueblo ya más aguerrido, un
pueblo más consciente, un pueblo más maduro, un pueblo más organizado, un
pueblo más experimentado, puede marchar hacia un futuro de bienestar y de
progreso con pasos más firmes y aun más rápidos.
Y el quinto año de la Revolución debe caracterizarse
por eso, el quinto año de la Revolución debe implicar un salto de la
Revolución.
Es una cuestión más que de discursos, más que de
palabras, de hechos. Y deben ser los
hechos los que respondan a nuestras aspiraciones. Y nosotros estamos seguros de que los hechos
responderán (APLAUSOS).
Desde el punto de vista de nuestras dificultades
económicas, hemos estado atravesando, y vamos dejando atrás, las etapas más
difíciles. No quiere decir que, de
repente, vayan a desaparecer nuestras dificultades; pero sí podemos decir que
de ahora en adelante nuestras dificultades económicas serán menores, y que
nuestro país inicia un proceso de ascenso en su economía (APLAUSOS). No quiere decir que de inmediato tendremos
todo lo que necesitamos, pero sí que día a día iremos teniendo cada vez más de
lo que necesitamos (APLAUSOS).
Y el hecho de que nuestro país haya atravesado
victoriosamente estos tiempos difíciles frente al esfuerzo de sus enemigos,
habla mucho en favor de nuestro pueblo, y habla mucho en favor de la
solidaridad internacional de los pueblos (APLAUSOS).
Es preciso que nosotros comprendamos que la Revolución
significa no el auge del lujo, no el auge de los gastos innecesarios, no el
auge de los privilegios de minorías; la Revolución tiene que trabajar para las
masas, y el auge debe ser el auge de las masas.
No quiere decirse que en nuestro país tengamos en los
años venideros más automóviles. Lo que
nuestro país tendrá en los años venideros, será mucha más maquinaria agrícola
(APLAUSOS), mucho más equipos de construcción (APLAUSOS), muchos más camiones
(APLAUSOS), muchos más barcos pesqueros, (APLAUSOS), muchos más barcos
mercantes (APLAUSOS); porque lo que nuestro pueblo necesita hoy no son
artículos de lujo, no son artículos para minorías (APLAUSOS). Lo que nuestro país necesita son instrumentos
de trabajo, muchas más fábricas (APLAUSOS), porque esos instrumentos de trabajo
son los únicos que pueden garantizar el progreso no de una minoría, sino el
progreso de las masas (APLAUSOS).
Cuando el trabajo y los instrumentos de trabajo de un
país producen para una minoría, esa minoría puede ver crecer rápidamente sus
recursos y su bienestar; pero cuando los recursos humanos y los instrumentos de
trabajo de un país trabajan para toda la nación, y cuando los que avanzan no
son unos pocos sino todos, y cuando lo que hay se les reparte no a unos pocos
sino a todos (APLAUSOS), entonces ese auge será paso a paso, pero todos serán
acreedores a sus beneficios.
La sociedad que nosotros conocíamos no era así; era la
sociedad en que el pueblo trabajaba para unos pocos, y esos pocos progresaban y
tenían de todo. Construyeron unos
cuantos miles de palacios, adquirieron decenas de miles de lujosos coches de
paseo, consumían lo mejor del mundo; uno de esos no se sentiría bien ahora, eso
lo comprende cualquier hombre o mujer del pueblo. No se sentirá como el campesino que andaba
descalzo, que no sabía leer ni escribir, que no tenía —no ya un automóvil— ni
siquiera un bombillo encendido en su casa, ni un médico, ni un camino, ni una
ayuda.
No es el caso del obrero de familia numerosa que vivía
en un barrio de indigentes, y hoy puede vivir en un apartamento de tres o cuatro
habitaciones, pagando muy poco.
Es decir que aquellos de la minoría que lo tenían
todo, no se pueden sentir bien en medio de un proceso revolucionario como
este. Los que no tenían nada y hoy
tienen algo, y saben que cada día tendrán más, piensan muy distinto
(APLAUSOS). Para ellos se hace la
Revolución, por ellos lucha y trabaja la Revolución.
Y hay que decir que esa mayoría ha tenido una fe
indestructible en la Revolución (APLAUSOS); hay que decir que esa mayoría ha
sabido pasar por las pruebas difíciles de la Revolución (APLAUSOS); hay que
decir que esa mayoría no se desalentó nunca, ni se acobardó nunca; hay que
decir que esa mayoría se mantuvo firme (APLAUSOS).
La minoría flaqueó, tembló, huyó en buena parte. Hubo quienes fallaron en su fe, hubo los que
se desalentaron, los que se acobardaron.
A esos no pertenece, ni pertenecerá jamás el porvenir (APLAUSOS). A esos no pertenece, ni pertenecerá jamás la
victoria. Esos no cuentan en la historia
(APLAUSOS). La victoria es de los firmes
(APLAUSOS), de los valerosos. La
victoria es y será siempre de las masas (APLAUSOS).
Se puede hablar así.
Y tenemos pruebas de nuestros éxitos, y esas pruebas nos las están dando
nuestros enemigos.
Después de aquel ataque cobarde que tuvo lugar en el
mes de abril del año pasado, los imperialistas pusieron toda su fe y todas sus
esperanzas en las consecuencias del bloqueo económico. Como a nuestro país lo habían privado de sus
mercados tradicionales, como repentinamente nuestro pueblo se vio ante el hecho
de que se habían tomado brutales medidas económicas contra él, y no solo en los
mercados de un país, sino que se hizo todo lo imaginable para privarle el
mercado de otros países, al mismo tiempo que se prohibió terminantemente la
exportación de toda pieza de repuesto o materia prima para industrias que
tenían que funcionar con esas piezas, para un transporte que tenía que
funcionar con esas piezas, y en ocasiones, materias primas insustituibles dada
la estructura de la fábrica, ellos pusieron toda su esperanza en que nos
derrotarían, en que nos doblegarían, en que el hambre haría mella, que la
enfermedad y la pobreza se apoderarían de nuestro país, y que en consecuencia
nuestro pueblo, lejos de afrontar con toda la dignidad esas agresiones, se
volvería, no contra los agresores, sino contra los que luchan por su destino y
por su suerte (APLAUSOS); que se volvería contra una revolución que se ha hecho
con la sangre y el heroísmo de sus mejores hijos (APLAUSOS), y que ha redimido
la patria de las cadenas oprobiosas.
Imaginaron que ese pueblo se volvería no contra los
que lo tenían encadenado y quieren volver a encadenarlo, sino contra la
Revolución que ha roto esas cadenas.
Creyeron que esa táctica cobarde, esa estrategia inhumana de rendir a un
pueblo que no ha cometido otro delito que desear la justicia (APLAUSOS), que
desear su progreso, que ser dueño de sus propios destinos, que barrer del suelo
de la patria la miseria, la incultura, el vicio y la explotación inhumana en
que vivía, la sociedad repugnante de privilegios en que vivía (APLAUSOS),
creían que esa estrategia inhumana que de tal manera se ensañó contra un pueblo
pequeño, creían que esa estrategia los conduciría al éxito.
Ha transcurrido casi año y medio de aquella criminal
invasión. Y sin embargo, el cerco
económico, la estrategia del hambre, no arrojaban resultado alguno. Por eso, los enemigos de nuestro pueblo
comenzaron a desesperarse.
Al fallar la esperanza de destruir a la Revolución por
hambre y por cerco económico, renacían de nuevo los peligros del ataque
armado. Pero como ya el ataque armado no
podía ser el ataque de mercenarios, puesto que la capacidad de combate de
nuestro pueblo había crecido de tal modo que cualquier invasión de mercenarios
sería barrida en cuestión de minutos (APLAUSOS), el peligro que se acentuaba no
era el peligro de invasiones mercenarias, sino el peligro de ataque
directo.
Puesto que los imperialistas se desesperaban cada vez
más ante el fracaso de su estrategia de hambre, después la estrategia de
subversión y de ataque directo que habían empleado, el peligro de ataque
directo se acentuaba, puesto que al fracasar todas las medidas anteriores, ya
les quedaba la última y desesperada medida de atacarnos directamente.
Ante ese hecho, ¿qué querían los imperialistas? ¿Que nos cruzáramos de brazos? ¿Qué querían los imperialistas: que hiciésemos el
papel de mansos corderos?, ¿que permaneciésemos desarmados?
¿Quién no sabe que los imperialistas intentaron, desde
el principio, que no pudiéramos armarnos?
¿Quién no sabe que, mientras preparaban a sus mercenarios en Guatemala,
hacían estallar el vapor “La Coubre” para que no pudiéramos recibir armas,
asesinando allí a 80 trabajadores y soldados?
(APLAUSOS.)
Es lógico que los que están pensando en atacar a un país
no desean que ese país se arme.
¿Por qué decía que nuestros enemigos, con sus hechos y
sus palabras, están reconociendo nuestros éxitos? Porque si los imperialistas creyeran que iban
a ahogar a la Revolución por el hambre, si los imperialistas creyeran que la
Revolución iba a fracasar, si los imperialistas creyeran que la Revolución se
hundía ante los obstáculos, no estarían hablando tanto de invasiones, no
estarían proclamando tanto sus intenciones belicistas, porque cuando piden y
reclaman que se nos agreda y se nos ataque, están reconociendo que la
Revolución marcha adelante, que la Revolución triunfa (APLAUSOS), que la
Revolución progresa; porque si creyeran en lo que afirmaban, si creyeran que la
Revolución se hundiría ante el impacto de las agresiones económicas, entonces
¿para qué enviar soldados, para qué enviar barcos de guerra, para qué
establecer un bloqueo naval? ¿Para qué,
si la Revolución fracasaría, si la Revolución se hundiría?
La tremenda algarabía que han formado, la histeria que
se ha desatado en los círculos gobernantes de Estados Unidos demuestran, mejor
que ninguna otra cosa, que ellos no creen en eso ya, demuestran que están
convencidos de que la Revolución Cubana ha atravesado con éxito sus mayores
dificultades, y que la Revolución Cubana marcha adelante (APLAUSOS).
y claro que ellos ya venían comprendiendo eso, y claro
que esa realidad era para ellos muy dolorosa, y nos acercaba, por tanto, a
nosotros, al peligro de que en un acto desesperado, fracasadas sus campañas de
subversión, sus ataques indirectos, sus agresiones económicas, cometieran el
disparate de invadir militarmente a nuestro país.
Y ante eso, al parecer los señores imperialistas —que
tienen una lógica muy propia y muy peculiar— pensaron que frente a sus intenciones
agresivas nuestro deber era bajar la guardia y desarmarnos.
¿De qué se indignan los imperialistas? Se indignan, sencillamente, de que nuestro
pueblo se arme y que nuestro pueblo tome todas las medidas para defender su
seguridad (APLAUSOS) .
Creo que no vale la pena hablar de lógica, no vale la
pena hablar de razones. Cualquiera
comprende que los hechos y los actos de los imperialistas no se ajustan a
ninguna lógica, no se ajustan a ninguna razón, no se ajustan a ningún
derecho. Ellos hablan de su seguridad, y
¿será posible?, ¿tiene sentido que ese país hable de nuestro país como de un
peligro respecto a su seguridad? ¿No es,
aparte de un argumento ridículo, un argumento cobarde? ¿No es una vergüenza que esos señores
senadores, gobernantes de un país poderoso que mantiene fuerzas militares en
decenas de sitios del mundo y que gasta 55 000 millones de dólares en armas,
hable de que nuestro país constituye un peligro para su seguridad; y que,
además, amenace con atacar a nuestro país por esa razón, es decir, por el hecho
de que nosotros —hablando de nuestra seguridad con mil veces más derecho que
ellos— nos armemos? (APLAUSOS). Porque nosotros no gastamos 55 000 millones
de dólares en armas y en ejércitos.
¿Cómo es que ellos, que gastan cientos de veces más que nosotros, pueden
hablar de que nuestro país constituye un peligro para su seguridad? Eso, desde luego es tan absurdo y tan
ridículo que únicamente cabe en la mente de esos señores. Su falta de argumentos y de razones es tal,
que nada menos que enarbolan semejante argumento.
¿Qué es lo que les duele? ¿De qué protestan?, ¿acaso porque haya
realmente algún peligro para la seguridad de ellos? ¡No!
Lo que les duele y por lo que protestan es de que
nos armemos. Pero, ¿por qué? Porque sus intenciones eran las intenciones
de agredirnos. Y, entonces, solo quien
se propone agredir a un país puede protestar de que ese país se arme para
defenderse y tome las medidas necesarias para defenderse (APLAUSOS). Protestan de que
estemos dispuestos a defendernos.
Pero, además, aparte de que el derecho más legítimo
que puede tener cualquier pueblo es el derecho a tomar todas las medidas
necesarias para preservar su integridad, ¿quiénes son los imperialistas para
decir si nosotros tenemos o no derecho de armarnos? (APLAUSOS)
¿Quiénes son los imperialistas para tener que decidir sobre esa cuestión
nuestra? ¿Acaso no acaban de entender
los imperialistas que Cuba no forma parte del territorio de Estados Unidos
(APLAUSOS), y que aquí, en este país, sus leyes no tienen ninguna validez, y
sus acuerdos no tienen ninguna validez?
¿Desde cuándo el Senado de ningún país, ni el Congreso de ningún país,
ni el Gobierno de ningún país, le pueden decir a un país libre y soberano qué
es lo que deben o no deben de hacer?
(APLAUSOS.)
¿Y qué derecho tiene un país agresor a decidir sobre
las medidas que un país agredido tenga derecho a tomar para defenderse del
agresor?
Indiscutiblemente que el mundo que se encierra en el
cerebro de un senador o un representante yanki no es un mundo redondo; es un
mundo que tiene forma de embudo, en que lo ancho es de ellos y lo estrecho es
de los demás.
¿Es posible que la incultura, la ignorancia, la
irresponsabilidad...? Porque esos
señores, además de ser reaccionarios, imperialistas, belicistas, usureros,
traficantes de muertes (EXCLAMACIONES), son, además, unos irresponsables; son,
además, unos archiirresponsables. Y
claro que como hay unas elecciones próximas en Estados Unidos, la politiquería
ha entrado en juego allí. Entonces, ¿qué
hacen los politiqueros? Tratar de azuzar
el odio y la histeria, tratar de empujar al país hacia una agresión, al efecto
de sacar dividendos políticos, es decir, unos partidos contra otros. Y entonces allí, en la Cámara y en el Senado,
hay una verdadera competencia de irresponsabilidad a ver quién grita más, quién
es más histérico, quién hace más “papel de oso” con respecto a la Revolución
Cubana (APLAUSOS), y en gran parte influidos por el hecho de que tienen unas
elecciones en noviembre.
Y no les importa jugar con lo que están jugando, no
les importa jugar con la paz del mundo, no les importa jugar con los destinos
de su pueblo y juegan a la guerra; bailan una danza al borde mismo de la
guerra, al borde de un precipicio, precipicio que si fueran ellos los que se
fueran a arrastrar por ahí... Pero el
problema es que al borde de ese precipicio ponen a bailar a su propio
país.
¿Peligro nosotros para la seguridad de Estados
Unidos? ¡No! Eso, de tan ridículo que es, no vale la pena
ni comentarlo. Los que constituyen un
peligro para la seguridad de Estados Unidos son esos señores que están
promoviendo el juego de la guerra, los que están promoviendo la histeria contra
Cuba (APLAUSOS), y los que quieren empujar al gobierno de ese país a una
aventura belicista; porque esos, esos sí constituyen un peligro para la
seguridad de Estados Unidos. El peligro
lo constituyen su política, sus agresiones, sus fechorías y sus intenciones
agresivas. Ese es el verdadero peligro,
el único peligro que puede existir para la seguridad de Estados Unidos. Todo lo demás es tontería, todo lo demás es
ignorancia, todo lo demás es pura irresponsabilidad.
Nosotros, como hombres conscientes, como pueblo
consciente, no podemos desear de ninguna manera una guerra. Nosotros, como pueblo que se dedica a
trabajar por su destino y por su futuro, lo que necesitamos es paz, lo que
necesitamos es disponer de nuestras energías y de nuestro tiempo para trabajar,
para producir, para estudiar, para progresar.
Nosotros, además, no solo por nuestros propios
intereses, sino por los intereses de toda la humanidad, nunca podremos ser
causantes de ningún conflicto, de ninguna guerra, nunca agrediremos a
nadie. Eso es tan lógico..., eso sí es
lógico (APLAUSOS), y eso cualquier persona consciente lo comprende, cualquier
persona que discurra lo comprende.
Además, comprende también cuáles son los derechos de
nuestro pueblo y comprende que el mundo no tiene forma de embudo, sino que es
redondo, y que, por lo tanto, nuestros derechos no pueden ser menos que los
derechos de ningún pueblo, de ningún país soberano; los derechos de nuestro
país no pueden ser menos que los derechos de Estados Unidos.
Si ellos creen que tienen más derechos que nosotros,
es únicamente porque se sienten un país más poderoso; es decir, con más
ejércitos, con más armas, con más recursos para invertir en cuestiones
militares. Es decir, un derecho de
fuerza.
Todo lo que dicen y todo lo que hacen demuestra que la
mentalidad de los gobernantes de Estados Unidos está inspirada en la
fuerza. Ya hoy se han quitado la careta
completamente. Ya nosotros no tenemos
que denunciar los peligros que se ciernen sobre nuestra patria, porque ellos se
han encargado de probar, ante el mundo entero, toda la razón que teníamos
nosotros.
¿Qué han hecho, entre la histeria y la vocinglería en
estas últimas semanas? Una serie de
medidas descabelladas, una serie de declaraciones que constituyen un verdadero
maratón de irresponsabilidad, presiones sobre numerosos países del mundo para
que sus barcos no transporten mercancías a Cuba. ¡Qué mérito, qué gloria, qué honor para un
país grande, para un país poderoso, andar trotando por el mundo, de gobierno en
gobierno, exigiéndole a las compañías mercantiles que no hagan negocio,
entorpeciendo un derecho y una norma y un interés de la humanidad! Porque es interés de la humanidad mantener
relaciones comerciales entre los pueblos, es interés de la humanidad el tráfico
comercial, es interés de todas las naciones comerciar. Muchos países tienen en la marina mercante
una de sus principales fuentes de ingreso.
Y así los representantes del gobierno yanki trotan por
el mundo presionando a las compañías para que no traigan alimentos a Cuba. ¡Cuánta gloria están
llamados a ganar con esas acciones!
¡Cuánto prestigio!
Además, han convocado a los cancilleres de América
Latina, a puertas cerradas, en el Departamento de Estado, en conciliábulo
secreto. ¡Se han quitado la careta!
Han aprobado en la Cámara y el Senado una resolución
conjunta agresiva, cínica, intervencionista, en la que, entre otras cosas,
dicen de manera abierta y descarada que ayudarán a los
contrarrevolucionarios.
Desde luego, no es nada nuevo; eso es lo que estaban
haciendo. Eso es lo que decíamos
nosotros y ellos se presentaban como que no, que esas eran calumnias
nuestras. Lo que han hecho es decir, de
una manera cínica y descarada lo que han estado haciendo hasta ahora
(APLAUSOS). Eso es lo que han hecho.
Desde luego, todo es, o todo está rodeado de la
atmósfera de desequilibrio mental, de politiquería, de irresponsabilidad y de
ignorancia. Esos señores no saben en qué
mundo están viviendo ni en qué hora están viviendo. Hay algunos de esos señores que creen que
están viviendo hace 80 años, hace 60 años.
No se han enterado ni siquiera los años que han pasado
y los cambios que han ocurrido en el mundo.
¿Ellos creen que están viviendo a principios de este siglo cuando
comenzaba el gran auge del imperialismo, la época en que desembarcaban sus
marinos, sus soldados en cualquier país de América Central o en cualquier isla
del Caribe sin más consecuencias?
¿Acaso sueñan, sueñan esos señores delirantes que
están viviendo en la época de la colonia española? ¿Se imaginan acaso aquellos tiempos? ¿Añoran aquellos tiempos en que podían hacer
y deshacer, aquellos tiempos en que traidoramente le arrebataron a nuestro país
su soberanía, el fruto de 30 años de luchas heroicas, aquellos tiempos en que
humillaron a nuestros gloriosos generales mambises, en que nos impusieron la
Enmienda Platt? ¿Acaso añoran aquellos
tiempos en que la palabra del embajador hacía temblar a los políticos y a los
gobernantes?
Antes hablaba el embajador yanki y temblaban los
políticos. Ahora habla, no ya el
embajador —que no hay, se lo llevaron, era inútil ya puesto que no daba
órdenes—, hablan todos los senadores juntos, todos los representantes, todos
sus generales, y nadie tiembla, nadie se asusta por eso. Para nosotros es algo tan claro y tan
evidente la sinrazón de esos señores, la ausencia total de razón, es algo tan
evidente toda la razón histórica moral y legal que nos acompaña, que a ninguno
de nosotros nos hace la menor mella los acuerdos, las palabras y las amenazas
de esos señores.
Esos señores son algo así como una especie de plaga,
una especie de enfermedad. El
imperialismo es la enfermedad del mundo contemporáneo.
Los peligros que la política guerrerista de los
imperialistas implica, constituyen el más serio problema para todos los pueblos
en estos tiempos contemporáneos; son algo así como una plaga, una
enfermedad.
En el mundo hay enfermedades de todas clases: plagas, peligros
naturales; y la humanidad lucha contra eso, no se acobarda por eso.
Sería una desgracia para la humanidad que el juego a
la guerra, la política de guerra de esos señores, la política de chantaje,
condujera al mundo a una guerra. Es de
lamentar, sería de lamentar no solo por nosotros, sino por toda la humanidad,
sería de lamentar no solo por nuestro propio pueblo y los demás pueblos del
mundo, sino hasta por el propio pueblo de Estados Unidos.
Porque esos señores irresponsables, inconscientes, que
no comprenden la época que vive el mundo, que tienen conceptos tan anacrónicos
del derecho internacional, constituyen un peligro para la humanidad y un
peligro para el propio pueblo de Estados Unidos, que puede ser víctima de esa
política estúpida, de esa política irresponsable.
Ahora bien, nosotros ante ese peligro, ante ese hecho
real que amenaza a la humanidad, ¿cuál ha de ser nuestra actitud? Nuestra actitud, naturalmente, no es la de
promover incidentes, no es la de echar leña en el fuego, esa no es nuestra
actitud. Nuestra actitud es
sencillamente vivir en paz, vivir en paz con todos los pueblos y trabajar por
el progreso de nuestro país (APLAUSOS).
Pero, cuán absurda es una situación, cuán absurda es
la política de esos señores, que en el mismo momento en que nuestro país
suscribe un convenio comercial, un acuerdo científico y de colaboración con la
Unión Soviética para desarrollar nuestra flota pesquera (APLAUSOS), esos
señores se halan de los pelos, y mientras ya nuestro pueblo prácticamente
empieza a consumir el producto de esos acuerdos, es decir, cuando ya nuestro
país empieza a consumir más pescados, los imperialistas se ponen más
histéricos. Y comienzan, o continúan su
agitación, en su irresponsabilidad y en su histeria. ¡Ya los asustan hasta los barcos de
pesca!
Viven, en realidad, en un estado de histeria, de
miedo, intoxicados en sus conceptos reaccionarios y desesperados ante la
realidad de los pueblos que despiertan, y que no se resignan a ser
esclavizados. Constituyen un peligro,
constituyen un foco de riesgos para toda la humanidad.
¿Cuál debe ser nuestra actitud? Muy serena, pero muy firme (APLAUSOS) ¿Bajar la guardia? ¡No!
(EXCLAMACIONES DE:
“¡No!”) ¡Levantar la
guardia! (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Desarmarnos?
¡No! (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¡Armarnos más! (EXCLAMACIONES DE: “¡sí!”) ¿Cruzarnos de brazos? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¡Tomar todas las medidas necesarias (EXCLAMACIONES
DE: “¡Sí!”)
para frenar a los imperialistas, para contener el ataque imperialista!
Si los imperialistas creen que sus amenazas hacen
mella, les decimos sencillamente: “señores, déjense de dormir de ese
lado, despierten de sus ilusiones, están perdiendo el sueño”. Al amenazarnos, lo que consiguen es que
nosotros estemos más en guardia y nos pongamos más en guardia (APLAUSOS), y
tomemos más medidas. Al amenazarnos, lo
que hacen es justificar nuestro derecho y darnos la razón. ¿Creen acaso esos señores, que hoy se dedican
a reclutar gusanos descaradamente en el ejército regular de Estados Unidos, que
se van a encontrar frente a un pueblo acobardado? ¡No!
Si ellos están asustados, si ellos ven fantasmas, nosotros que no vemos
fantasmas, que los vemos a ellos, que son algo más que fantasmas, sin embargo,
no estamos asustados (APLAUSOS). Lo que
van a encontrar es un pueblo decidido a defenderse, lo que van a encontrar es
un pueblo que no va a tener la guardia baja.
Porque, señores, frente a esa concepción del derecho basado en la
fuerza, nosotros tenemos la concepción del derecho basado en la justicia y en
la dignidad (APLAUSOS); frente a los designios agresivos de nuestros enemigos,
la firme e inconmovible decisión de defendernos. Este pueblo no permitirá que la libertad y la
soberanía que ha adquirido a tan alto precio se la puedan arrebatar
(EXCLAMACIONES DE: “¡No!“). Este pueblo, que se ha sentido dueño de su
destino y que vive enamorado del porvenir, no renunciará a ese porvenir
(APLAUSOS); este pueblo no renunciará a su dignidad, antes, por el contrario —¿no lo saben esos señores?—, ¡que todo hombre digno y toda
mujer digna de nuestra patria antes renunciarían mil veces a la vida que a la
dignidad! (APLAUSOS.) ¡Antes renunciaría mil veces a la vida que a
la patria libre! ¡Antes renunciaría mil
veces a la vida que al derecho a llevar por el mundo la frente en alto! (APLAUSOS.)
¡Antes renunciaría mil veces a la vida que resignarse a vivir
esclavizado, y preferiría mil veces la muerte a la vida de perros
esclavos! (APLAUSOS.)
Como eso es lo que sentimos, es lo que
proclamamos. ¿Y, acaso, ya desde el
siglo pasado, nuestros mambises no escribieron en el himno de la patria “que
vivir en cadenas, era vivir en oprobios y afrentas sumidos, y que morir por la
patria es vivir”? (APLAUSOS.) Esta patria nuestra —¡nuestra
sí!—, estamos decididos a defenderla con nuestra sangre, con nuestra vida! (APLAUSOS); ¡estamos dispuestos a defenderla
hasta el último aliento!; ¡estamos dispuestos a defenderla cueste lo que cueste: el pueblo, y junto
al pueblo, el Gobierno Revolucionario!
(APLAUSOS.)
¡Y todos afrontaremos los riesgos que sean necesarios,
conscientes de la razón que nos asiste y de la honra que nos acompaña!; ¡porque
soldado yanki que muera invadiendo esta tierra, morirá como criminal, morirá
como invasor, morirá como pisoteador de los derechos de un pueblo! (APLAUSOS); ¡y cubano que caiga morirá como
patriota, morirá como héroe, morirá defendiendo su tierra! (APLAUSOS y
EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel,
Fidel!”)
¡Yanki que muera invadiendo esta tierra, morirá como
pirata ante los ojos del mundo, morirá como bandido! ¡Cubano que muera defendiendo su tierra, ante
los ojos del mundo morirá aureolado por la gloria, acompañado por el derecho y
por las simpatías de todos los pueblos del mundo! (APLAUSOS.)
¡Y si vienen, y si vienen (EXCLAMACIONES DE: “¡Quedan!”)
... muchos yankis van a morir,
porque no nos van a sorprender con la guardia baja (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), no nos van
a sorprender desarmados, no nos van a sorprender descuidados!
Mañana responderemos a su resolución, y el Gobierno
Revolucionario dará cabal respuesta a la cínica resolución del Gobierno de
Estados Unidos (APLAUSOS y
EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel,
seguro, a los yankis dales duro!”).
Si los imperialistas atacan, ¡encontrarán cada fusil,
cada cañón, cada antiaérea y cada tanque listos para responder el ataque! (APLAUSOS.)
¡Y en todos, en todos los rincones de la patria, los hombres y mujeres
de nuestro pueblo se levantarán contra los agresores y lucharán hasta
exterminar a los agresores!
(APLAUSOS.)
¡Para los invasores de la patria cubana no habrá paz
ni habrá tregua, porque en la conciencia de cada hombre, de cada mujer, de cada
joven, de cada viejo, estará el deber, el único deber: exterminar a los agresores! (APLAUSOS.)
Si los imperialistas atacan, si los imperialistas
atacan los cubanos cumpliremos nuestro deber.
Si nos toca ser víctimas de la agresión, sabremos estar a la altura de
esta hora, y sabremos escribir la página de la historia que nos corresponda
escribir. ¡Los cubanos haremos nuestra
parte, y sabemos que las fuerzas que defienden la paz, las fuerzas que hoy
resisten y frenan las locas aventuras belicistas, estarán con nosotros! (APLAUSOS.)
Si los imperialistas creen que son meras palabras las
advertencias del Gobierno soviético (APLAUSOS); si los imperialistas no creen
—¡y ojalá crean!—; si los imperialistas desestiman la solidaridad de la Unión
Soviética con Cuba; si se equivocan —¡y ojalá no se equivoquen!—; si ellos no
creen, si ellos no saben, ¡nosotros sí sabemos hasta donde alcanza esa
solidaridad!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)