DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL PARTIDO UNIDO DE LA
REVOLUCION SOCIALISTA DE CUBA y
PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO
COMUNISTA DE UZBEKIA, TASHKENT, URSS, EL 9 DE MAYO DE 1963.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros:
Para nosotros es sumamente interesante la información
que nos acaba de brindar el Presidente, aun cuando nosotros ya nos hemos ido
acostumbrando a los éxitos que ha ido alcanzando la Unión Soviética en todos
los órdenes. Cada nueva visita que
nosotros hacemos, las nuevas informaciones que obtenemos, van
enumerando una serie de cosas que son muy instructivas también. Además de instructivas son muy emocionantes.
La Unión Soviética es en realidad un país vastísimo y,
en realidad, cuando uno la visita la encuentra más vasta todavía de lo que la
imagina cuando la ve en los mapas. En
realidad, mientras más se conoce la Unión Soviética, más admira uno la obra que
inició Lenin y que ha llevado a cabo el Partido Comunista de la URSS.
Nosotros lo podemos comprender bien porque en cierto
sentido nos enfrentamos a algunos problemas políticos, sociales y económicos,
dentro de un ámbito muy pequeño que es nuestro país.
Yo dije algunos, pero debía haber dicho muchos; en un
país realmente pequeño que no tiene el problema de las nacionalidades, no tiene
el problema de tan distinto número de regiones como los que tiene la Unión
Soviética. Y por eso podemos darnos
cuenta de la magnitud de la tarea histórica que han realizado, y admiramos la
solución tan inteligente que le han dado.
En realidad, nosotros todavía tenemos muchas cosas más
que conocer de la URSS. Entre otras
cosas, cómo le dieron solución en la práctica a tan diversos problemas; cómo
está organizado todo el país, cómo están organizadas las repúblicas.
Ahora mismo nosotros estamos familiarizándonos con la
nueva reestructuración que ha hecho el Partido.
Yo le decía a un compañero dirigente de un partido latinoamericano: "No vayan a
hacer lo mismo; no vayan a dividir el partido.
Ustedes tienen que tomar el poder y construir el socialismo."
La Unión Soviética es una fuente infinita de
enseñanzas, en la práctica, de la construcción del socialismo. Además, es una fuente de optimismo y de fe en
la construcción del comunismo.
Nuestro país en este momento está atravesando por la
etapa inicial y, naturalmente, la etapa más difícil de toda revolución, porque
no solamente nos encontramos con los problemas de que es un país
subdesarrollado económicamente, con pocas industrias, que la mayor parte de las
materias primas había que importarlas; la dependencia de un solo producto
agrícola, incluso la dependencia de un solo mercado, que era realmente el que
controlaba la economía de nuestro país.
No nos enfrentamos solo con eso, sino también nos
enfrentamos con la inexperiencia de los pocos años, la falta de cuadros, tanto
organizadores como técnicos. Los que
tenían la experiencia principalmente de la organización de la economía eran los
burgueses. Los técnicos, los
intelectuales, pertenecían también a la burguesía. Esas gentes no iban a colaborar con la
Revolución. Algunos por excepción sí,
pero la mayor parte abandonaron el país.
Con todos esos problemas, además con la hostilidad del
imperialismo, nos obligó a invertir mucho tiempo en la defensa del país, en la
lucha contra la agresión. Hemos tenido
necesidad de un ejército grande, con una economía débil. Ese es uno de los problemas que nos ha creado
el imperialismo.
El bloqueo económico, el sabotaje a las ventas de
nuestros productos, la adquisición, incluso, de piezas en países capitalistas,
pues, crea un inconveniente. Porque la
mayor parte de nuestras fábricas y de nuestros transportes eran de fabricación
norteamericana. Y ustedes comprenderán
perfectamente las dificultades que eso origina, si se tiene en cuenta que, por
ejemplo, una termoeléctrica necesita miles y miles de piezas de repuestos de
distintos tipos, un catálogo enorme.
Todo eso nos ha obligado a hacer grandes
esfuerzos. Pagar más caro y adquirirlos
también indirectamente. En fin, hemos
tenido muchos problemas de ese orden.
Nosotros tenemos la costumbre de no hacer mucho
hincapié en eso en nuestro país, para no crear en los cuadros la tendencia a
echarle la culpa de todo al bloqueo imperialista. Más bien estamos haciendo hincapié en los
errores de la deficiencia de organización, en la administración y, en realidad,
estamos librando una lucha muy dura en este sentido.
Actualmente nuestro país está entrando en una etapa en
que cuenta con mejores condiciones para desarrollar su trabajo en el frente de
la economía.
Nuestros compañeros tienen ya más experiencia, más
sentido de la responsabilidad, más comprensión de que en el socialismo no se
resuelve nada por generación espontánea, sino que todo tiene que organizarse
muy bien.
Hay otros males: el burocratismo, tendencia al
derroche, indisciplina en los cuadros administrativos. Estamos combatiendo otros vicios también de
los propios trabajadores, haciéndoles ver la importancia que tiene la
producción; que el socialismo no significa ya la conquista del paraíso ni mucho
menos, sino la oportunidad para construirlo.
Estamos luchando contra la indisciplina en el trabajo; estamos
estudiando nuevas normas. Las escalas de
salarios y todos esos procedimientos que sustituyen en la producción los
métodos capitalistas, que hacían producir a los trabajadores mediante la
amenaza del hambre, el despido, y en fin, una serie de resortes que nosotros
tenemos que sustituirlos por otros resortes: la emulación, los estímulos materiales
unidos también a los estímulos de tipo moral, destacando los trabajadores más
avanzados. Todas esas cosas estamos
haciendo que, en realidad, han llevado mucho tiempo y llevarán algún tiempo
más.
También hemos estado creando cuadros para la
planificación de la economía y hemos hecho el primer plan que estuvo lleno de
errores, subjetivismos, idealismos, y todas esas cosas. Ahora estamos tratando de ser mucho más
realistas, más exactos, y establecer las prioridades de los productos. Y, en fin, ustedes comprenderán que nosotros
estamos aprendiendo poco a poco, porque lo que tenemos que hacer nos lo enseña
la vida.
En ciertos aspectos la Revolución ha logrado grandes
éxitos. En el campo de la educación, por
ejemplo, nuestro país ha erradicado el analfabetismo que era de cerca del 25%
de la población y ha llegado a satisfacer todas las necesidades de la
educación. Para ello fue necesario movilizar
a la juventud; nosotros movilizamos 100 000 estudiantes para realizar la
campaña de alfabetización.
Era difícil también encontrar maestros para enviar a
las montañas. Los maestros eran de las
ciudades y además de la clase media. Fue
necesario movilizar a la gente joven que estuviera dispuesta a ir a enseñar a
las montañas. Y de esa manera hicimos
una gran movilización no solo entre los niños y jóvenes, sino entre los
trabajadores, haciendo una gran campaña para llevar hasta el 6to grado como el
nivel mínimo. Esa campaña ha tenido una
gran acogida.
También a ciertas ramas de la producción las estamos
racionalizando ahora, como la de los zapatos.
En Cuba se producían zapatos entre varias grandes fábricas y miles de
pequeños talleres. Lo mismo ocurría en
la confección de ropa, la elaboración del tabaco. De manera que, con esta racionalización de
estos sectores de la producción, hay un excedente de 40 000 obreros que en este
momento está recibiendo una preparación técnica para trabajar en otras
ramas. Y todo eso va elevando el número
del personal calificado.
Sobre educación recuerdo algunos datos. Por ejemplo, el número de escuelas primarias
se elevó de 600 000 alumnos a 1 200 000.
Nosotros tenemos cerca de un tercio menos que ustedes, porque ustedes
tienen 1 800 000. Los estudiantes secundarios se han elevado de
120 000 a 240 000. Nosotros también tenemos un gran número de
estudiantes hijos de obreros y campesinos en las escuelas medias y en las
universidades.
Las grandes casas de los burgueses de Cuba —los
burgueses construían muchos palacios— hoy son residencia de estudiantes. En fin, estamos haciendo o dando un gran
impulso a la formación de técnicos.
Y en el campo de la salud también, prácticamente,
hemos casi triplicado el número de camas.
No recuerdo exactamente el número, pero estoy seguro de que más o menos
es ese. Hemos llevado dispensarios a las
montañas, al campo. También tuvimos
problemas con los médicos porque muchos de esos médicos eran de la clase media
y se fueron también. Teníamos unos 5 000
médicos cuando la Revolución triunfó, pero aparte de que un número grande era
de la burguesía, la mayor parte estaba en la capital. Hemos establecido la obligatoriedad de
prestar atención médica en el campo, y estamos ahora en este momento con varios
miles de estudiantes de medicina y a partir del año 1965 ingresarán 2 000
más. De todas formas, el presupuesto que
le estaba dado a la salud pública, se elevó de 20 millones a 100 millones.
Cuando hablaba de educación, se me olvidó decir
algunas cosas. Nosotros en la
preparación de los maestros, todos los que empiezan a estudiar para maestros
tienen que empezar por las montañas. Un
año en las montañas y cuatro años en las escuelas internas. Prestamos mucho interés a todos estos
problemas. Pensamos que el socialismo y
el comunismo solo pueden ser posibles mediante bases materiales más la
educación.
Ya lo que me ha llamado mucho la atención en
Uzbekistán son los muchachos, saludables, bien alimentados, alegres,
felices. Se ve que precisamente esa es
la generación que va a recibir los frutos del comunismo.
No hay que sentir envidia, porque —como escuchamos en
días recientes, en el Salón de Conferencias de Moscú, una frase muy bonita—
será una gran felicidad vivir en el comunismo; al resto le queda una felicidad
mayor: construirlo.
Para terminar, voy a decir algunos detalles sobre la
agricultura, aunque supongo que el compañero les habrá hablado. Nosotros durante muchos años, tendremos que
depender principalmente de la caña. Es
nuestro principal producto de exportación y es donde tenemos más experiencia,
aunque todavía es atrasada la técnica.
Hubo muy poco trabajo de investigación en los años pasados y los
centrales son un poco anticuados.
También actualmente estamos suprimiendo las fábricas de azúcar más
pequeñas que son incosteables. Dejaremos
unos 120 centrales y aspiramos a producir 7 millones y medio de toneladas para
fines del año 1965. En el futuro
esperamos, de ser posible, mejorar las variedades de la caña, mayor
productividad de la tierra. Esperamos,
si pudiéramos, elevar esa producción.
Nosotros rebajamos la producción azucarera cuando
Estados Unidos nos suprimió la cuota. En
realidad, en ese momento, nos imaginamos que nuestra azúcar dejaría de ser
nuestro artículo principal.
Desde el año pasado estamos haciendo un gran esfuerzo
sembrando nuevas áreas cañeras. El año
pasado se sembraron cerca de 100 000 hectáreas; esa se corta en el año
1964. Este año no contaban para el
aumento de producción, había que esperar 18 meses; ya para el año que viene
habrá considerable aumento.
Además, también en la ganadería hemos estado
resolviendo algunos problemas acerca del sistema de alimento del ganado para
abastecerlo de productos que podamos producir.
Los métodos que se implantaron son métodos consecuentes con la política
que llevaba Estados Unidos de vendernos los excedentes a nosotros.
En cuanto al régimen de propiedad de la tierra,
aproximadamente el 50% de la tierra pertenece al Estado en este momento. Las condiciones en que el pueblo ve la Revolución
en nuestro país, nos permitió mantener sin dividir la tierra que en el
capitalismo era propiedad de empresas agrícolas capitalistas. Nosotros hemos mantenido esas empresas y las
hemos estatalizado; en tanto, nosotros tenemos unas 900 granjas agrícolas, el
resto de la tierra está entre agricultores pequeños y medios.
Nosotros tenemos agricultores medios. Cuando se hizo la ley agraria, en el tiempo
que se hizo, era muy radical. Por
ejemplo, se estableció un máximo de 30 caballerías, que vienen a ser unas 400
hectáreas; pero cuando se hizo la ley, había compañías americanas que tenían
200 000 hectáreas, es decir que fueron reducidas a 400 en vez de las que
tenían; pero en las condiciones actuales esa ley no es adecuada. Nosotros, antes de dar nuevos pasos, hemos
esperado primero organizar bien la agricultura estatal y formar cuadros, porque
no queremos contar en adelante con los problemas que tuvimos, que la gente no
sabía.
Luego, están los pequeños agricultores con los cuales
seguimos una política muy cuidadosa y tratamos de llevarlos a la cooperación,
pero muy cautelosamente para que no se asusten.
Los reaccionarios dicen: eso es socialismo y te van a
socializar la tierra; nosotros decimos:
esto es socialismo y, por eso mismo, no te vamos a socializar la tierra,
porque esta es la alianza para con el obrero.
Por eso la Revolución socialista te libró del pago de la renta, te paga
un buen precio por tu producto, te da créditos, te manda maestros, médicos, y
la asociación será voluntaria; hemos ido creando pequeñas asociaciones con los
pequeños agricultores. El pequeño
agricultor nuestro es deficiente, siempre fue deficiente y además, nosotros
conocemos bien todas las dificultades para comercializar sus productos. El pollo y el huevo que se venden barato a
los obreros de la ciudad, vienen de las granjas del pueblo; el pequeño
agricultor que vive cerca de la ciudad, se para en la carretera y vende un
pollo a 20 pesos.
Si se dictan leyes, se crean muchos conflictos. La medida que hicimos fue permitir que
vendieran libremente sus productos y desde luego, prohibir que ningún automóvil
pueda cargar más de 25 libras. Los
burgueses salían en los automóviles al campo y traían quintales. Claro que los pequeños agricultores que
producen café, tabaco, con esos artículos no hay problema, ni con los que
producen caña, porque eso no se puede vender en la carretera, hay que mandarlo
al central. Hemos estudiado muy
cuidadosamente el problema de los pequeños agricultores nuestros. Nos parece que es uno de los problemas más
complejos con que tiene que tratar el socialismo.
Cuando nosotros vemos que en América Latina ellos
proponen una reforma agraria dividiendo la tierra, creando minifundio... En las actuales condiciones de la América
Latina, hay que distinguir del caso nuestro y del caso de la URSS.
Nosotros vemos con toda claridad que en la URSS, no
había otro remedio sino repartir. Si no
repartían se hundía la Revolución de Octubre; y, sin embargo, en el caso
nuestro, si hubiéramos dividido, arruinábamos la Revolución en Cuba, porque si
hubiera producido en pequeña escala, no habría manera de abastecer a la
población y habría que pararse en la carretera.
Y si América Latina sigue esa política económica, va a llevar una
economía de mero subdesarrollo; para los campesinos no tiene porvenir
ninguno.
Nosotros, que tenemos casi el 50% de la tierra, muchos
de los problemas de abastecimiento los resolvemos con la producción del Estado
y la otra parte, haciendo una política con los campesinos.
Ahora estamos dándole forma, porque hemos tenido
muchos problemas con la comercialización, porque a veces se podrían las
naranjas y las frutas y no las iban a comprar.
El otro problema es que un organismo le compraba, otro
organismo le prestaba el dinero y otro organismo le vendía la mercancía. El que compraba los productos no le importaba
si los pagaba al otro organismo; el campesino muchas veces vendía, cobraba el
dinero y no pagaba los créditos. Ahora
estamos ensayando un nuevo procedimiento que es unir el acopio con los
créditos, con la venta de los abonos, las semillas y los insecticidas.
Pero además, también, hay otras cosas que hemos
aprendido: que
no se pueden estar haciendo cambios de un día para otro, sin estudiarlos
bien. Un día estaba proponiendo ciertos
ensayos en el campo y yo vi que mis compañeros estaban preocupados. Yo les dije: bien, yo estoy proponiendo un cambio
en una localidad pequeña; si me equivoco, no lo sigo. Y yo he visto que aquí a veces han aprobado
leyes en el Consejo de Ministros, aplicables a todo el país, y han creado
rollos nacionales.
Pero en fin, esto no tiene más que un interés limitado
para ustedes, por la curiosidad histórica y sirve solo para darles una idea de
la etapa que estamos viviendo.
Nosotros tenemos que aprender todo lo que podamos de
sus experiencias, sobre todo, del cultivo, en el que tienen más técnica.
El problema que tuvimos en el algodón este año, es que
se hizo una buena cosecha, pero no se pudo recoger, no alcanzaban los brazos
que había y entonces no hubo suficiente algodón, pese a que la Revolución
produjo la siembra de algodón; ya hemos logrado cultivos con bastante
éxito. El problema lo tenemos en la
recogida y estamos tratando de resolver ese problema. No quiero hablar de eso aquí, porque ustedes
están muy preocupados con las máquinas de recoger el algodón, y con los planes,
y a lo mejor se van a preocupar mucho de nuestro problema, de que necesitamos
unas máquinas.
Eso es fundamentalmente en lo que se refiere a la
situación general, muy por arriba; algunas anécdotas y más nada porque me
dijeron que era una hora (APLAUSOS).