DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL PARTIDO UNIDO DE LA
REVOLUCION SOCIALISTA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL SEGUNDO ANIVERSARIO DE LA VICTORIA
DE PLAYA GIRON, EN EL TEATRO "CHAPLIN" DE MIRAMAR, EL 19 DE ABRIL DE
1963.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Familiares de
los heroicos caídos de Girón (APLAUSOS);
Compañeros del
Partido y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (APLAUSOS):
Hoy conmemoramos el segundo aniversario de la victoria
de Playa Girón (APLAUSOS). Esta fecha
tendrá siempre gran trascendencia en la historia de nuestra Revolución. Fue para nuestra patria y para nuestra
Revolución una batalla decisiva; no ha sido la única batalla decisiva de la
Revolución; tal vez no sea la última, aunque ojalá fuese la última.
Esta fue la última de una serie de batallas por
nuestro país que se libraron a lo largo de este proceso revolucionario. Si las batallas de la lucha contra la tiranía
hicieron posible la conquista del poder revolucionario y cambiaron el curso de
la historia de nuestro país, la batalla de Playa Girón impidió que la historia
de nuestro país diese marcha atrás, y salvó la Revolución.
Sin embargo, esa victoria no fue un hecho casual, no
se trató de que la suerte nos favoreciera a nosotros, no era una cuestión de
suerte. La victoria se forjó antes de la
batalla; y para todos nosotros —sobre todo para los compañeros de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias (APLAUSOS)— es una lección importante.
El hecho de que la contienda se hubiese liquidado en
72 horas puede tal vez conducir al error de pensar que el peligro no fue
grande. La victoria fue fulminante, pero
el peligro fue grande para nuestro país.
Los que organizaron esa empresa no son tan tontos; los que organizaron
esa empresa no son unos ignorantes en cuestiones militares —en cuestiones
políticas sí, en cuestiones sociales sí, pero en cuestiones militares no son
unos ignorantes. Solo que la suerte de
las naciones y el destino de los pueblos no es un simple hecho de técnica
militar.
Claro está que la política de los atacantes era
una: destruir la Revolución. Los planes para destruir la Revolución no los
comenzaron a realizar desde aquel día, sino desde mucho antes; el esfuerzo por crear
las condiciones comenzó apenas triunfó la Revolución sobre la tiranía de
Batista. Nosotros sabemos que fue
exactamente después de haberse promulgado la Ley de Reforma Agraria; desde ese
instante comenzaron a preparar sus fuerzas, sus fuerzas militares. Y, desde el principio, habían tratado de
crear las condiciones políticas.
Y, naturalmente que aquel ataque militar estuvo
precedido de una serie de agresiones económicas, de una enorme campaña de
propaganda contra la Revolución en todo el mundo, y de una política tendiente a
dividir y a debilitar las fuerzas de la Revolución.
Por otra parte, trataron de hacer todo lo posible a
fin de que nuestro país no pudiese armarse.
La mayor parte de ustedes recuerda que al triunfo de la Revolución nos
encontramos unos pocos tanques, algunos eran Sherman, anticuados; otros eran
Cometas ingleses, que todavía no nos explicamos bien por qué ni siquiera los
sacó a pelear el señor Batista, ya que esos tanques nos los encontramos en el
antiguo campamento de Columbia, hoy Ciudad Libertad (APLAUSOS). Y recuerdo que habían también algunas
tanquetas y unos tanques muy ligeritos, que hoy parecen de juguete, llamados
General Stuart; una enorme diversidad de armas de distintos tipos y algunos
aviones también de distintos tipos.
Pero, como ustedes saben, todo ese equipo necesita
constante reparación, necesita piezas de repuesto y, sobre todo cuando hay que
entrenar un personal completamente nuevo.
Porque cuando la Revolución triunfó no teníamos un solo tanquista, no
teníamos un solo artillero, y pilotos militares solo algunos compañeros que,
por haberse unido a la lucha revolucionaria, se encontraban prisioneros en Isla
de Pinos. De hecho, no teníamos
técnicos. Y, como había que enseñar un
personal, personal que, en muchos casos, no había visto siquiera nunca un
tanque, aquellos tanques se desgastaban rápidamente; aquel equipo, al
transcurrir de unos pocos meses estaba prácticamente o estaría prácticamente
inservible.
Ya nuestros enemigos comenzaban a preparar esa expedición
y nosotros decidimos comenzar a adquirir algunas armas —que fueron las primeras
armas adquiridas en Europa, compradas a una fábrica belga. Nuestros enemigos comenzaron a hacer
presiones para evitar que nos armáramos:
por un lado preparaban su expedición y, por otro, trataban de impedir
que adquiriésemos armas. Como la fábrica
de armas resistió al principio las presiones, acudieron al sabotaje. De esa manera, estalló un barco en nuestros
muelles, en el momento en que comenzaba la descarga.
Después de eso, en nuestro país hemos descargado no se
sabe cuántos cientos de barcos (APLAUSOS), y ¡qué casualidad!, ninguno de esos
barcos ha estallado. En cambio, aquel
barco estalló. Era un barco que procedía
de un país de Europa Occidental, donde los agentes de la CIA trabajan
libremente.
Cuando todas las investigaciones y las deducciones
indicaban que aquel había sido un criminal acto de sabotaje, los imperialistas
lo negaron. Porque, incluso, como
ustedes recordarán, para saber si existía la posibilidad de explosión por
accidente, se lanzaron desde un avión varias de aquellas cajas. ¡Era imposible que estallaran! Pero no tenía nada de extraño que ellos
negaran.
Después, ya todos nosotros hemos tenido oportunidad de
saber cuán cínicos son nuestros enemigos.
Y hay cosas que enseñan, y los hechos enseñan más que las palabras y más
que los discursos.
Así nuestro pueblo se despertó un amanecer atacado por
diferentes puntos por aviones que llevaban insignias cubanas, hecho insólito,
piratesco y repudiable, además de cobarde y traicionero (APLAUSOS). Y ya vimos qué hicieron nuestros enemigos,
qué publicaron ante el mundo. ¿Qué
aparecieron publicados en todos los periódicos del mundo? ¿Qué se publicó? ¿Acaso que aviones yankis, equipados por
ellos y organizados por ellos desde bases centroamericanas habían atacado a
Cuba?
No. Cuando nosotros denunciamos que aviones yankis
habían atacado a Cuba, ellos dijeron que era falso, y que aquellos eran aviones
cubanos que se habían sublevado. Cuando
por aquellos mismos días nosotros dijimos que un piloto norteamericano había
sido identificado en uno de los aviones derribados, ellos dijeron que era
falso, se lo negaron a sus propios familiares.
Y el cadáver permaneció largo tiempo embalsamado en espera de la reclamación.
Ahora, casi al cabo de dos años, se sabe que cerca de
20 pilotos norteamericanos participaron en aquellos ataques. Entonces lo negaron.
Y quien quiera hacerse una idea real de hasta dónde
llega la falta de escrúpulos y la falta de moral y de veracidad de nuestros
enemigos, basta leer los cables internacionales con relación al primer día de
la invasión, lo que publicaron en el mundo:
que Santiago de Cuba estaba ya en poder de los invasores; que habían llegado
a Matanzas; que Isla de Pinos había sido liberada y, con ello, todos los
prisioneros; que el Puerto de Bayamo había sido tomado; que, por supuesto,
todos nosotros estábamos en embajadas.
Estas cosas ilustran y enseñan.
Por eso, nada tiene de extraño que cualquier día se
conozca cómo hicieron el sabotaje de La Coubre (APLAUSOS). Aquel hecho criminal y cobarde costó la vida
de innumerables compañeros del ejército y de igual número de trabajadores. ¡Holocausto de vidas que en nada hace temblar
la mano de los criminales! No les
importó siquiera la nacionalidad del barco que era francés, ni mucho menos les
importó asesinar a unos cuantos trabajadores franceses. A los imperialistas nunca les ha preocupado
moralmente asesinar trabajadores.
Pero su política era la de impedir armarnos, mientras
ellos iban preparando su expedición. Y
nosotros teníamos que armarnos, porque una cosa que caracteriza la Revolución
es que la Revolución nunca ha dejado de hacer lo que sea necesario hacer, nunca
ha dejado de tomar las medidas que sea necesario tomar para preservar al país y
para preservar los intereses de nuestro pueblo.
y así, solo de los países socialistas (APLAUSOS) vino la actitud amistosa, cuando todos los
países capitalistas, presionados por Estados Unidos, se negaron a vendernos
armas, los países socialistas estuvieron dispuestos a vendernos armas
(APLAUSOS), algo más que vendernos, a fiarnos armas (APLAUSOS). Y así se iniciaron las primeras adquisiciones
de armas en el campo socialista.
Claro está que para los imperialistas habría sido
fácil —y digo fácil desde cierto punto de vista—, habría sido fácil establecer
una cabeza de playa en nuestro país si nosotros no hubiésemos contado con
artillería ni tanques. No dominar este
país, que no es lo mismo. Y para lo
cual, para impedirlo, no necesitamos ni tanques ni artillería (APLAUSOS), porque una cosa era hacer una cabeza de playa
y otra cosa era dominar el país, aunque no tuviésemos más que fusiles. ¡Porque nosotros sabemos lo que puede hacerse
con fusiles! (APLAUSOS.) y
hasta los fusiles que tenía el antiguo ejército nos habrían sido a nosotros más
que suficientes para estar combatiendo contra los invasores 50 años
(APLAUSOS).
Pero claro, ellos tenían sus cálculos, sus
planes: establecer una cabeza de playa y
librar contra el país una guerra de desgaste.
Si nosotros no hubiésemos tenido artillería ni tanques, ellos,
apoderándose de una zona donde solo se podía ir por tres carreteras, separada
del resto del territorio por una ancha ciénaga, ancha y virtualmente
intransitable, ese ataque apoyado por una veintena de aviones, media docena de
tanques, 1 500 hombres con los equipos
más modernos, habrían podido establecer una cabeza de playa.
Y después de la cabeza de playa venía lo demás: un gobierno allí, que ya lo tenían en un
avión, "empaquetado" y todo, porque esos señores realmente viajaban
"empaquetados" como "bultos postales", con la factura y
todo afuera que dice: "made in
U.S.A.” Y detrás del gobierno
establecido en esa cabeza de playa, el apoyo de otros gobiernos reaccionarios
y, sobre todo, el apoyo del imperialismo, el reconocimiento y el apoyo.
Su plan se basaba en el supuesto de que no íbamos a
contar con equipos para impedir ese tipo de operación. Pero los equipos comenzaron a llegar algunos
meses antes de la invasión. Sin embargo,
había que resolver otro problema: no
teníamos tanquistas, no teníamos artilleros.
¿Qué hacer?
Los primeros técnicos que vinieron, y que era un grupo
muy reducido, comenzaron a entrenar una batería de cada arma, una batería de
cañón del 55 antitanque, otra del 76, otra batería del 85, otra batería de
morteros 120, y otra batería de obuses 122.
Total: 5 baterías. Y se suponía que aquellas primeras baterías
necesitarían meses.
Ya nosotros veíamos avanzar los preparativos
enemigos. Si hubiésemos esperado meses
habríamos tenido cinco baterías para esa fecha.
Los técnicos eran muy pocos y no podían enseñar a más artilleros. ¿Qué hacer?
Movilizamos a los milicianos, les preguntamos quiénes querían ser
artilleros, dentro de determinados requisitos de edad. Teníamos ya también un numeroso grupo de
armas antiaéreas, pero no teníamos personal.
Los más jóvenes fueron enviados para las armas antiaéreas, los demás para
los obuses, para los morteros y para los antitanques.
Miles y miles de jóvenes respondieron al
llamamiento. ¿Cómo entrenarlos? Los agrupamos en Ciudad Libertad, en Granma,
en la Cabaña, en Baracoa, y entonces, allí pusimos cada una de las baterías que
estaban siendo instruidas por los técnicos checos, y nosotros le pedimos a los
compañeros: lo que ustedes aprendan por
la mañana, se lo enseñan por la tarde a los demás (APLAUSOS).
Y así comenzó la instrucción masiva, los técnicos
cooperaron extraordinariamente, y a los pocos días todo estaba organizado,
porque era a fines del año 1960, apenas tres meses antes de la invasión. Ya teníamos muchas piezas, pero no teníamos
artilleros, y así se hicieron los artilleros; así se hicieron también los
tanquistas, con esos métodos, con toda urgencia. Y recuerdo perfectamente que la batería de
obuses del 122 y de cañones de ese calibre se terminó de organizar dos semanas
antes de la invasión, ya estaba lista (APLAUSOS).
Los enemigos hicieron planes de atacarnos desarmados,
pero nosotros superamos ese obstáculo y obtuvimos las armas.
Cuando el enemigo supo que teníamos las armas,
calcularon que no tendríamos tiempo de entrenar al personal; y, sin embargo, el
personal fue entrenado en unas pocas semanas, y cuando llegaron se encontraron
con más de 100 baterías de cañones (APLAUSOS) con personal entrenado.
Algo similar ocurrió con la aviación. Para nosotros era evidente que aun cuando
ellos sabían que teníamos muy pocos aviones, y menos pilotos todavía que
aviones —porque en aquel tiempo, compañeros, no teníamos pilotos—, solo siete pilotos
el día 17, el día de la invasión, porque uno había muerto el día 15. Aunque ellos sabían esas desventajas,
trataron de destruir esos aviones. ¿Para
qué? Para tener un dominio completo del
aire, y en esas condiciones, con un dominio completo del aire, con una fuerza,
con la fuerza de una brigada y el armamento que tenían, contra un enemigo que
supuestamente no habría podido movilizar tanques ni artillería, el plan de
ocupar un espacio del territorio nacional como cabeza de playa, para detrás
lanzar todos los recursos del imperialismo y de sus cómplices en este
continente, ese plan habría sido posible.
Pero, ¿qué le ocurrió con la aviación? Nuestro mando militar adivinó las intenciones
del enemigo, dispersó los aviones, les dio protección antiaérea, y cuando vino
efectivamente el ataque, apenas destruyeron dos o tres aparatos. Y a aquellos aparatos se les sacó el máximo
de provecho, porque téngase en cuenta que la mitad de la flota enemiga fue
hundida, su combustible de repuesto para el campo de aviación, y uno de los
batallones quedó fuera de combate, al ser atacado el Houston por uno de
nuestros aviones de combate (APLAUSOS).
Desde luego que la energía y el esfuerzo de nuestros
hombres se multiplicó; y el esfuerzo que hicieron ese reducido número de
pilotos, que después quedó más reducido todavía, a cinco, fue en realidad
extraordinario (APLAUSOS).
Por eso les decía que la casualidad no tuvo nada que
ver, sino que fue la voluntad y el espíritu de nuestro pueblo y de nuestra
Revolución lo que hizo posible la victoria.
Todavía ellos están averiguando qué pasó, todavía
aparecen escritos en los periódicos y en las revistas yankis preguntándose qué
pasó, cómo pudo haber sido posible, cómo se pudieron haber equivocado sus
mejores generales, sus mejores políticos, sus mejores estrategas, sus mejores
servicios de inteligencia; porque aparte de que ellos se creen infalibles e
invencibles, les resultaba difícil imaginarse que se hubieran equivocado. Y "el qué pasó" para nosotros es
muy claro.
Ellos todavía allá están diciendo, que si porque no
hicieron un ataque el día 17 al amanecer.
Bien, si lo hubieran hecho, el día 17 al amanecer estaban todos nuestros
aviones en el aire, y cargados de bombas (APLAUSOS). Así que si lanzan este ataque, que dicen que
lo suspendieron, no habrían hecho nada; y luego dicen: que si hubiese apoyado la aviación americana,
que estaba en uno de los portaaviones cercanos, habrían obtenido el
triunfo. Suerte para los pilotos de los
aviones de ese portaavión, que no los enviaron a combatir; porque podíamos
haber movilizado allí cientos y cientos de piezas antiaéreas (APLAUSOS), y
aunque no se movilizaron todas, sino una parte, habrían sido más que
suficientes para apoyar a nuestra infantería, a nuestros tanques y a nuestra artillería.
Por allá estuvieron volando los aviones yankis muy
alto, si hubiesen descendido a atacar, muchos de esos aviones habrían sido
derribados, y no habrían decidido la suerte de la batalla, porque ya desde el
día 17, mucho antes de que ellos supieran que estaban fracasados, ya nosotros
teníamos una cabeza de playa del lado de allá, y ya teníamos varios batallones
avanzando por todos los trillos para cortarles todos los caminos de
comunicación entre ellos. Y de esa
forma, ni con 100 ni con 1 000 aviones habrían podido mantener la cabeza de
playa (APLAUSOS).
Es decir que la cosa no tenía remedio ya para
ellos. Compañías enteras de bazookas ya
estaban situadas en disposición de emboscarse en las carreteras entre Playa
Girón y Playa Larga, entre Playa Girón y Cayo Ramona; de manera que, de día o
de noche, en cualquier instante en que hubiesen intentado realizar un
movimiento, habrían caído en mortíferas emboscadas. Y eso no lo habrían podido impedir, de
ninguna manera, con el apoyo de la aviación de los portaaviones. Puede ser que hubieran durado un poquito más,
porque no llegaron a las 72 horas, ellos quedaron fuera de combate a las
sesenta y tantas horas, y yo diría que tuvieron un poquito de suerte, que estuvieron
próximos a ser liquidados antes.
Pero de ninguna forma habrían podido triunfar, así que
bien pueden entretenerse otros 10 años averiguando qué pasó, porque en
realidad, nuestros enemigos tendrán que pasarse toda la vida preguntándose qué
pasó en todo (APLAUSOS), porque es posible, es posible que el señor Batista,
que era uno de los tantos gobernantes que tenían los imperialistas para
defender sus intereses, esté todavía en la isla de Funchal preguntándose qué
pasó (RISAS). Y los imperialistas se van
a pasar toda la vida preguntándose qué pasó, y mientras más traten de apartar a
nuestro país de su destino justo, tendrán que repetirse, incesantemente, qué
pasó (RISAS). Porque todos los planes
—todos— les han ido saliendo mal y mal y mal.
Así se podrían preguntar: ¿Qué pasó en el Escambray? (RISAS), ¿qué pasó en Girón? ¿Qué pasó con la contrarrevolución? Y, ¿qué pasó con todos sus planes? y
de tal manera es cierto que se lo están preguntando, que este segundo
aniversario ha coincidido con la crisis y el desbarajuste general de la contrarrevolución
(APLAUSOS), y con una verdadera "pelea de perros" entre ellos. Y dentro de unos días se preguntarán: ¿Qué pasó?
(RISAS.)
El hecho real, histórico, es que nuestro país, nuestro
pueblo, nuestra Revolución, han ido saliendo victoriosos, y los imperialistas
han ido saliendo derrotados en todos y cada uno de los frentes donde nos han
atacado (APLAUSOS). Porque ellos
pensaron que al quitarnos el petróleo, al quitarnos la cuota azucarera, al
establecer un embargo, nos arruinarían y nos rendirían por hambre.
Pensaron que cuando establecieran una serie de medidas
restrictivas contra los barcos para que no navegaran a Cuba, nos arruinarían
por hambre. ¿Y qué paso? (APLAUSOS y
RISAS.) Ahora leemos los cables y dicen
que están muy preocupados, porque cada vez son más los barcos que están
viniendo. ¿Qué pasó? (RISAS.)
Por eso les decía que la victoria que hoy conmemoramos
se forjó antes de la victoria, mucho antes.
Y eso es algo que debe enseñarnos, porque las victorias no se forjan en
el momento de la batalla, sino mucho antes de la batalla.
Y en esa ocasión nuestro país se libró de horas
difíciles, porque si efectivamente el enemigo hubiese instaurado una cabeza de
playa allí, con un gobierno provisional, ¿cuántas decenas de miles, o cientos
de miles de vidas, habría costado eso?
No se pueden calcular las bajas, porque ellos habrían tenido el apoyo
incesante, el suministro incesante de armamentos.
y de la misma manera que emplearon pilotos yankis
—aunque lo hayan estado negando casi dos años para reconocerlo ahora— habrían
empleado los aviadores yankis también; habrían estado atacando nuestras
carreteras, nuestras vías de comunicaciones; habrían paralizado la vida
económica del país; todos los planes de la Revolución habrían sufrido de manera
extraordinaria; y habría sido incalculable el número de víctimas de ese tipo de
guerra criminal y despiadada que ellos trataron de implantar aquí. Por eso, nunca debemos olvidar sus
intenciones.
Claro está que ellos les dijeron a los mercenarios que
la milicia, que el ejército, que todo el mundo se les unía; que ellos eran los
"libertadores". Les dijeron
eso a ellos, pero ellos, los jefes, no lo creían, porque si hubiesen creído eso
no desembarcan por una Ciénaga, donde era muy difícil llegar; desembarcan por
terreno firme, si todo el mundo se les va a unir. Pero desembarcaron en un lugar donde era muy
difícil llegar, porque sabían que no iban a llegar precisamente por allí gente
a unírseles, sino gente a destruirlos.
Una cosa es lo que les dijeron a los mercenarios, que
por cierto, les hicieron creer que era un paseo militar, y ya aquellos tipos se
veían desfilando por las calles de La Habana —es posible que se hubieran
imaginado hasta un desfile por la Plaza Cívica, todos aquellos gusanos, con sus
uniformes de "camouflage", o de gusanos, como quieran—; ellos se
imaginaron eso, pero los que prepararon el plan no creían eso, porque al
parecer conocían mejor las realidades, y tenían el plan de una guerra de
desgaste contra la Revolución, impedir que el pueblo progresara, impedir que el
pueblo avanzara, hacer correr ríos de sangre.
Esas eran las intenciones de nuestros enemigos.
A propósito de lo que les dijeron a los gusanos, algún
día se escribirán hasta comedias.
Todavía no, porque están muy recientes los hechos; pero algún día hasta
comedias, porque, ¡miren que hacerles creer a esos tipos —tipejos— (RISAS) que se iban a encontrar a las milicias y a
los soldados esperándolos en son de libertadores!
Desde luego, que a un gusano le pueden hacer ese
cuento, porque un gusano es, en primer lugar, un tipo subjetivista, ignorante,
sin noción de las leyes de la historia y de las realidades sociales. ¡Lo mismo le hacen creer en Satanás (RISAS),
que le hacen creer que es un libertador!
Pero hay que salir de un club de pepillos, de esos que nacionalizó la
Revolución, para llegar a creerse semejantes tonterías; hay que ser un
ignorante, no darse cuenta de la posición que ocupaba dentro de una sociedad en
que él era un superprivilegiado, frente a los superexplotados.
Y es que no hay más que agarrar los papeles, los
nombres, las listas (APLAUSOS), porque la Revolución habla con la verdad en la
mano, y podemos hablar con la verdad en la mano, porque conocemos esa gran
verdad de lo que era una sociedad capitalista, dividida entre explotadores y
explotados, entre parásitos que no trabajaban y la gran masa sacrificada a esos
privilegios; porque sabemos la gran verdad de que la sociedad capitalista es
una sociedad dividida en clases, entre explotadores y explotados.
Eso no lo saben los gusanos, porque ellos creen que
una sociedad es algo dividido entre gente infeliz y destinada a ser siempre
infeliz, y gente privilegiada, gente inteligente, gente "bicha"
(RISAS), destinada a vivir bien, sin importarles un comino cuántos se acuestan
sin comer, cuántos son analfabetos, cuántos están muriéndose sin tener un
médico (APLAUSOS).
Y esos señores de aristocráticos clubs, donde solo
ellos... Y no solo los ricos, porque no
solo discriminaban a los hombres por las riquezas, sino por el color de la piel
(APLAUSOS); y por eso a ellos les resultaba intolerable que un niño negro se
bañara en una de sus playas.
Unicamente gente salida de ese mundo de ignorancia,
pero naturalmente de una ignorancia interesada, de los que ignoran lo que no
les conviene, se podía imaginar semejante tontería.
En estos días hemos tenido oportunidad de ver muchas
veces los rostros queridos de numerosos compañeros que cayeron en aquellos
días. Los periódicos los han publicado y
la Comisión de Orientación Revolucionaria ha hecho un folleto con sus
fotografías y sus nombres, su edad, lugar donde trabajaban, origen.
Y así vemos —y voy a citar solo algunos casos—
compañeros muertos en Playa Girón, del Ejército Rebelde: Ramón Enrique Báez Vázquez, natural de
Calabazar de Santa Rita, Jiguaní, Oriente, agricultor, 21 años; Héctor Batista
Peña, natural de Velazco, Oriente, obrero agrícola, 19 años; Alejandro Beltrán
Mojena, natural de Baire, Oriente, obrero agrícola, 26 años; Ramiro Betancourt,
natural de Bacuey, San Luis, Oriente, limpiabotas y empleos varios, 19 años
(APLAUSOS).
(EL DOCTOR CASTRO SE DIRIGE A UNA DE LAS PERSONAS
ASISTENTES).
¡Hijo suyo, señora, y hermano de 7 millones de
cubanos! (APLAUSOS PROLONGADOS.)
Emilio Daudinot Pineda, natural de Guaibanó,
Guantánamo, Oriente, obrero agrícola, 20 años; Juan Alberto Díaz González,
natural de Zulueta, estudiante, 24 años; Nicanor Egozgue Rosas, natural de
Aguada de Pasajeros, carpintero, 37 años; Antero Fernández Vargas, natural de
Isabel María, Pinar del Río, minero de Charco Redondo, 30 años; José Ramón
Fuertes Cano, natural de Camajuaní, obrero agrícola, 27 años; Manuel Galán
Mora, natural de Palma Soriano, Oriente, obrero agrícola, 22 años; Enrique
Hernández Montes de Oca, natural de Alto Songo, Oriente, obrero panadero, 23
años; Diosmede Jiménez Palomino, natural de Estacadero, Niquero, Oriente,
obrero agrícola, 26 años; Osvaldo López López, natural del Naranjo, Pilón,
Niquero, Oriente, obrero agrícola, 33 años; Inocente Antonio Palacio Baro,
natural de Majagua, provincia de Camagüey, obrero agrícola, 24 años; Armando
Parra Góngora, natural de Holguín, Oriente, obrero agrícola, 25 años; Víctor
Manuel Reyes Pérez, natural del Caney, Oriente, mecánico de autos, 23 años;
Raúl Rojas Mendoza, natural del Caney, Oriente, dependiente de puesto de
frutas, 24 años; José Mariano Tamayo Rodríguez, natural de Bayamo, Oriente,
estudiante, 21 años.
De la Policía Nacional Revolucionaria: José Manuel Bañuls Perera, natural de
Santiago de Cuba, 23 años; Wilfredo Betancourt Arias, natural de Cayo de la
Jagua, Santa Lucía, Oriente, obrero agrícola, 21 años; Eusebio Cañer Enríquez,
natural de Santa Isabel de las Lajas, obrero agrícola, 21 años; Luis Artemio
Carbó Ricardo, natural de Sagua de Tánamo, Oriente, estudiante, 22 años; Rafael
Angel Carini Milián, natural de La Habana, antes empleado de periódico, 20
años; Efraín Israel Espinosa Pérez, natural de Las Bocas de Tanas, Niquero,
Oriente, antes obrero agrícola, 24 años; Adalberto Gómez Núñez, natural de La
Habana, empleado de periódico, 26 años; Wilfredo Gonce Cabrera, natural de
Caimanera, Oriente, 19 años (APLAUSOS); Rodolfo Fernández Alvarez, natural de
San Benito, Alto Songo, Oriente, 19 años; Rafael Izquierdo Ramírez, natural del
central Delicias, Oriente, cocinero, 24 años; Luis López Mustelier, natural de
Guantánamo, Oriente, obrero agrícola, 25 años; Alvaro Morales Hernández,
natural de Bayamo, Oriente, carpintero, 25 años; Tomás Palmero Vizcaíno,
natural de Tayabacoa, Sancti Spíritus, obrero agrícola, 30 años; Juan
Dioscórides Prieto Delgado, natural de Jovellanos, Matanzas, mecánico, 20 años;
Pedro A. Quintana López, natural de Guane, Pinar del Río, empleado de almacén,
26 años; Sofiel Riverón López, natural de Los Arabos, Matanzas, empleado de tintorería,
20 años; Roberto Rodríguez Sarmiento, natural de El Cristo, Oriente, obrero
agrícola, 25 años; Julián Sánchez Gómez, natural de Aguada de Pasajeros,
dependiente, 31 años.
Y así en
cualquiera de las páginas, bien en la de los compañeros de la marina que
cayeron, bien en la de los valientes compañeros de la escuela de responsables
de milicia, bien los de la base de Baracoa que manejaban los morteros 120, o
bien los niños, porque eran prácticamente unos niños los que manejaban las
antiaéreas de la Base Granma (APLAUSOS).
Base Granma:
Juan Domingo Cardona Bravo, natural de Santiago de Cuba, escolar
(APLAUSOS), aprendiz de zapatero, 17 años; Nelson Fernández Estévez, natural de
Catalina de Güines, obrero agrícola, 14 años (APLAUSOS); Hugo Rivero Alamo,
natural de San José de las Lajas, La Habana, obrero agrícola, 21 años; Rolando
Valdivia Fernández, natural de Florida, Camagüey, empleado, 16 años
(APLAUSOS).
y así los compañeros de la fuerza aérea, los compañeros
del Batallón 111 (APLAUSOS), del Batallón 116 (APLAUSOS), del Batallón 117
(APLAUSOS), del Batallón 123 (APLAUSOS), del Batallón 144 (APLAUSOS), del
Batallón 180 (APLAUSOS), del Batallón 219, Colón, del Batallón 227, Unión de
Reyes (APLAUSOS), del Batallón 326, Cienfuegos (APLAUSOS), Batallón 339,
Cienfuegos (APLAUSOS).
Los compañeros de las Milicias Territoriales y los
compañeros que perecieron en el ataque a la FAR, de la Batería de La Habana, de
la Batería de Camagüey y de la Batería de Las Villas, que hacen un total de 149
compañeros caídos; del Ejército Rebelde, de la Aviación, de la Marina, de la
Artillería, de los Batallones de Milicias (APLAUSOS). Porque en esta histórica batalla combatieron,
y también cayeron hombres de las distintas fuerzas que integran el aparato
armado de la Revolución. Victoria que
fue, por eso, sangre de todos, valor de todos, honra de todos, mérito de todos;
batalla del pueblo, que fue a combatir por la Revolución, y no por una
Revolución a medias, sino por una Revolución verdadera, por una Revolución
socialista (APLAUSOS).
Y he aquí al enemigo según los datos que nos entregara
la Sección de Información del Ejército cuando aun no estaban completos esos
datos. Latifundistas, 100, con 16 322
caballerías de tierra; propietarios medios, 24; casatenientes, con miles de
casas, 67; comerciantes, 112; industriales, 35; ex militares de la tiranía,
194; acomodados, 179; altos empleados, 89; empleados, 236; lumpen, 112.
Entre otras cosas tenían dos negocios de madera, El
Encanto de Camagüey, tres panaderías, La Casa Potín, tres compañías de
transporte por carreteras, ocho negocios de agencias accesorios de autos, una
imprenta, tres agencias publicitarias, tres bancos comerciales, cinco
farmacias, tres moteles, 46 negocios varios, una compañía de fumigación, tres
ferreterías, dos joyerías, siete almacenes de víveres, una compañía licorera,
cinco cafeterías restaurante, una estación de radio, cuatro garajes, dos
almacenes de pieles, dos granjas avícolas, cinco tiendas de ropas y
confecciones, dos night clubs, 10 bares, una compañía de seguros y fianzas, dos
tintorerías, una fábrica de mozaicos, seis industrias ganaderas, una fábrica de
refrescos, cuatro minas, siete centrales azucareros, ocho compañías
constructoras, un almacén de tejidos, una industria de pieles, una fábrica de
plásticos, una fábrica de ensamblaje de rastras, una galletería, una fábrica de
chorizos, un laboratorio, una marmolería, una industria de café, 80 casas de
apartamentos, una fábrica de cemento, incalculables miles de cabezas de ganado,
dos flotas navieras, una compañía de seguros, incalculables casas para
alquilar, una flota camaronera, un hotel, una clínica, un cine, dos clubs, un
edificio comercial, un molino de arroz, una nave gigante para fábrica, cinco
repartos, tres fincas de recreo, dos canteras, una fábrica de productos de
aluminio.
Y estos son los que vinieron en representación de los
demás, que eran los dueños de todas las demás cosas. Porque estos invasores mercenarios realmente
representaban a su clase.
¿Cómo no vimos a ninguno de esos tipos en la Sierra
Maestra luchando contra la tiranía sanguinaria?
¿Cómo no se conmovió ninguno ante aquellos asesinatos bárbaros, como
aquel de la Navidad sangrienta o aquel del Oro de Guisa donde en un solo día
asesinaron a más de 40 campesinos, o cuando las calles, las carreteras de
nuestro país amanecían todos los días con cadáveres de jóvenes acribillados a
balazos?
En los días del terror, de la tortura y del crimen, no
aparecieron por ninguna parte. Y era
entonces cuando estos soldados rebeldes, obreros agrícolas, gente humildísima
del pueblo, empuñaba las armas y combatía a los asesinos. ¡No!
Ellos se juntaron a los asesinos que no en balde había cerca de 200 ex
militares, y entre ellos tipos como Calviño, se juntaron para venir a hacerle
la guerra a los hombres humildes del pueblo.
¿Qué más prueba se quiere? ¿Qué mejor lección de historia, qué mejor
comprobación de la teoría marxista de la lucha de clases? (APLAUSOS.)
¿Y es que acaso creían que los soldados de incontables
batallas, los obreros agrícolas, los trabajadores, los proletarios, los iban a
recibir en son de libertadores a estos esclavistas, a estos discriminadores, a
estos explotadores, a estos miserables parásitos?
(ALGUIEN DEL PUBLICO LE GRITA ALGO SOBRE
AREVALO). Ese está desprestigiado hace
años ya, no lo tiene que desprestigiar nadie (RISAS y APLAUSOS).
Y aquí en los hechos reales es cuando se ve qué
defiende cada cual, por qué murieron ellos, los que murieron; por qué venían a
luchar; y qué defendían los nuestros, por qué morían los nuestros.
Porque del lado de allá se juntaron todos los pillos,
los esbirros, los corrompidos, los viciosos, los explotadores, para venir a
asesinar hombres humildes del pueblo, mujeres, niños.
¿Qué habría sido de este país en manos de esa
gente? ¡Con cuánta saña y con cuánto
odio habrían tratado de vengarse! Porque
nosotros los conocemos bien. Y qué
diferentes son de los revolucionarios, porque nosotros sabemos lo que le pasaba
a nuestros heridos cuando caían en manos de ellos en la guerra; nosotros
sabíamos lo que le pasaba a los prisioneros.
¡Qué distinta la Revolución que los aplasta como a cucarachas, y después
de rendidos no los asesina y les cura los heridos! ¡Qué distinto!
Y es lógico, porque la triste misión de asesinos se la
dejamos a ellos. Porque los
revolucionarios sabemos tener serenidad, temple, y hacer lo que hicimos,
obligar a los imperialistas a pagar la indemnización por los daños que
causaron, verlos pasar por la humillación que nos recordaba hoy ese documental,
y ver allí mismo, donde iniciaron su criminal asalto, posar los aviones
cargados de medicinas y de alimentos para niños (APLAUSOS), con lo cual quedó
culminada la victoria del pueblo.
¿Y cuál es la situación ahora de nuestros
enemigos? ¿Qué piensan? ¿Qué hacen?
¿Qué ocurre a los dos años de la batalla de Playa Girón? Están prácticamente liquidados.
Y hoy podemos contar con un testimonio muy importante
y muy útil de nuestros propios enemigos.
Porque, como han terminado con una pelea de perros, hemos podido contar
con el testimonio de quien fue el principal instrumento de los imperialistas y
que figuró a la cabeza del organismo contrarrevolucionario, y que en estos días
renunció dando a la publicidad ciertos detalles que son muy interesantes porque
ahora, una vez más, ante el mundo entero se demuestra que teníamos razón, y
ante el mundo entero se demuestra que hacíamos muy bien cuando nos preparábamos
para resistir nuevas agresiones del imperialismo.
y en la carta-renuncia del cabecilla contrarrevolucionario
Miró Cardona (EXCLAMACIONES), hay ciertos detalles como estos, en que se
descubren los planes de los enemigos de nuestro país. Dice:
"Dos días de importancia: 20
de abril y 4 de mayo de 1961" —dice este señor en carta... Y esto no lo decimos nosotros, porque siempre
terminan ellos diciendo lo que nosotros habíamos denunciado antes. Dice:
"El 20 de abril de 1961, el honorable presidente Kennedy, quien con
honestidad ejemplar de primer ejecutivo había asumido todas las
responsabilidades del desastroso experimento” —se refiere al experimento este—,
“también declaró su decisión de no abandonar a Cuba; y anunció al hemisferio
que si las otras naciones de América Latina no cumplían con su deber, Estados
Unidos actuaría de acuerdo con sus obligaciones bajo los Tratados y Convenios
Interamericanos.
"Catorce días después, el 4 de mayo, después de
mi regreso de un viaje a Nicaragua, Guatemala y la Isla de Vieques, por
sugerencia de él, acompañado por los doctores Maceo y Varona, en una ansiosa
búsqueda de sobrevivientes, el presidente Kennedy, en una entrevista, planeó
junto conmigo el futuro inmediato de Cuba." Y vean, además, qué cosa tan traidora de un
señor que está con una potencia enemiga del país, planeando con el Presidente
de esa potencia el futuro de Cuba.
"Sus ofrecimientos de cooperación fueron
definitivos, y su respaldo total y absoluto.
"En la misma forma, se procuró apoyo para las
fuerzas clandestinas en Cuba” —es decir, confesión por parte de ellos de la
injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de Cuba, y de la
subversión, por si hiciera falta una prueba más. "Y el primer programa de reclutamiento
de voluntarios cubanos en las distintas unidades militares de Estados Unidos
fue planeado para un período de entrenamiento de muy corta duración. Más adelante se agruparían con sus propios
oficiales en un cuerpo militar, en el momento en que decidiésemos era
oportuno." Otra denuncia más. Cuba denunciaba que estaban entrenando otra
vez a fuerzas mercenarias para un ataque.
"En su nombre, yo invité a los oficiales de las
Fuerzas Armadas de Cuba” —léase ex militares que integraban el ejército de
Batista— “a participar en cursos especiales en distintas escuelas de Estados
Unidos, y se les destinó a desarrollar una batalla en la isla de Castro. Se decidieron otras cosas” —¡se decidieron
otras cosas!— “que no es necesario mencionar en esta oportunidad".
Y continúa diciendo el señor Miró Cardona: "El período desde mayo hasta octubre de
1961 tuvo sus momentos duros. Ya el 31
de octubre de ese año todas nuestras diferencias habían sido zanjadas y los
acuerdos fueron reunidos en un convenio, el cual la historia en su momento
registrará" —y que registrará para clavarlos en la picota.
Así que hablan
de haber suscrito un convenio con ellos el 31 de octubre para la invasión de
Cuba. Y, más adelante, este señor
declara: "Entrevista de abril 10 de
1962” —fíjense la fecha, porque esto es muy importante—: “después de reunirme brevemente con el
procurador general, Robert Kennedy, a petición suya me invitó a ir con él a la
casa del Presidente. Fui como en
anteriores ocasiones, con el doctor Ernesto de Aragón. Richard N. Coodwin estaba allí. La entrevista con el Presidente duró una
hora; fue una reunión satisfactoria.
"En la reunión yo analicé la crisis interna de
Cuba, la crisis en el hemisferio, la crisis de descontento entre los exiliados
y la posición atormentada del consejo.
La reunión no fue impersonal, la conversación fue viva y el señor Kennedy
me aseguró que el problema es esencialmente militar y requiere seis divisiones”
—¡requeriría y hace tiempo de eso!— (RISAS), “que el consejo debía contribuir
con el mayor número posible de soldados, y que Estados Unidos no debía adoptar
una posición unilateral, porque esto provocaría graves críticas en el
continente".
Y dice:
"El honorable Presidente allí mismo dio órdenes de que se tomaran
medidas inmediatas para el reclutamiento masivo, eliminando todos los
requisitos posibles, así como que los funcionarios fueran invitados. La reunión, como es natural, abarcó también
otros aspectos que no me permito revelar" —si lo que revela es esto, ¡qué
sería lo que no revela!
Y dice más adelante:
"El general Lanz Daley vino a Miami a discutir conmigo ciertos
aspectos del problema militar, que no eran de solución fácil, y que implicaban
demoras inevitables." Es decir que
este señor, el jefe de los contrarrevolucionarios, declara públicamente que
existía un pacto entre ellos y el Gobierno de Estados Unidos para lanzar una
invasión contra Cuba, y que esos cubanos que estaban entrenando en las Fuerzas
Armadas de Estados Unidos, serían reunidos en un momento determinado para
formar parte de la fuerza de ataque. Y,
además, dice también que el ataque era de fuerzas de mercenarios y de soldados
norteamericanos.
¿En qué mes fue la última entrevista, donde se
ratificaron los planes? El 10 de abril
de 1962. ¡Pero otra vez los
imperialistas tendrán que preguntarse qué pasó!
(RISAS.) ¿y qué pasó? Que el
Gobierno de Cuba, al igual que el Gobierno soviético (APLAUSOS), estábamos en
conocimiento de estos planes de agresión contra Cuba, y así, en el mes de junio
—es decir, dos meses después de esta última entrevista— se iniciaron las
conversaciones entre los representantes del gobierno soviético y el gobierno
cubano respecto a esta situación y las medidas a tomar.
Y las medidas que se tomaron, los pasos que se dieron
ante la seguridad de una agresión contra nuestro país, fueron los pasos
relacionados con el fortalecimiento de nuestras Fuerzas Armadas y el envío de
los proyectiles estratégicos a nuestro país (APLAUSOS).
Ahora el mundo, ¡ahora el mundo sabrá quién fue el
responsable de la crisis del Caribe!, ahora el mundo entero puede conocer
quiénes fueron los culpables, quiénes eran los agresores, qué intenciones y qué
planes tenían. Y el mundo entero tendrá
que reconocer que Cuba actuó en legitima defensa, que las medidas que el
gobierno de Cuba
—conjuntamente con el gobierno soviético— adoptó, eran medidas justas y
medidas necesarias para frenar las aventuras guerreristas y agresivas. Y cuando los proyectiles estuvieron
instalados aquí, ya no era entonces un problema de seis o siete divisiones, ya
no era un problema de divisiones, sino el problema de tener que afrontar el
riesgo de una guerra termonuclear.
No han pasado muchos meses, han transcurrido apenas
siete meses de la crisis, y he aquí las pruebas de que Cuba tenía la razón, he
ahí las pruebas suscritas nada menos que por el cabecilla de la
contrarrevolución, de quiénes fueron los responsables de la crisis, y quiénes
fueron los culpables de haber puesto al mundo al borde de la guerra.
No ha transcurrido mucho tiempo, y una vez más la
razón queda demostrada en favor nuestro.
Ellos, naturalmente, están tratando ahora por todos
los medios de desmentir estas declaraciones; la desmiente el Gobierno
norteamericano y dice que no es cierto que hubiera ese convenio; algunos
contrarrevolucionarios la están desmintiendo, porque esto los desnuda ante el
mundo. Pero esto no lo escribe un amigo
de la Revolución Cubana, lo escribe un enemigo, lo escribe el cabecilla de
nuestros enemigos. No tenemos por qué
dudarlo y, además, porque los hechos que denuncia están a la vista.
Es lógico que este problema se convierta ahora en un
gran embrollo para el Gobierno de Estados Unidos. Y es lógico porque quienes practican una
política de agresión, de violación de las leyes internacionales, los que
practican una política sin moral y sin principios, tienen necesariamente que
caer en estos abismos de descrédito y en estos vericuetos insalvables. Porque así como Cuba ha ido demostrando en
cada caso su razón y Cuba ha ido venciendo, ellos en cada caso han ido
fracasando y se ha ido poniendo cada vez más al desnudo su política.
Este señor de Miró Cardona —que nosotros lo conocemos
demasiado bien—, aparentemente ha tomado en serio la comedia —la parodia que
los imperialistas crearon— tan en serio que ahora se insolenta contra los
imperialistas. ¿Cuándo ocurre este
problema? Cuando el problema de Cuba ya
no es un problema de divisiones más o menos, sino cuando un ataque a Cuba
desencadenaría una guerra mundial. ¡Y ya
eso es otra cosa! Porque no es lo mismo
para los imperialistas dar sin recibir, que recibir todo lo que se merezcan por
tratar de dar (APLAUSOS).
Y los problemas de Cuba son problemas ahora muy
delicados y muy complejos, que no se pueden manejar, desde el punto de vista de
los imperialistas, según el capricho de estos instrumentos. El problema de Cuba tiene que ver con la paz
o con la guerra, y los imperialistas han comprendido esa realidad y los
peligros que entraña un ataque a Cuba.
Pero esa situación, naturalmente, se le hace
insoportable a los contrarrevolucionarios.
No sin razón un senador norteamericano, presidente del Comité de Relaciones
Exteriores, que aparentemente perdió la paciencia y se decidió a decirle cuatro
verdades a este señor y a los contrarrevolucionarios, dijo una cosa que es
verdad. Dice: "un número sorprendentemente grande de
estos señores son oligarcas, batistianos y fascistas". Y al mismo tiempo dijo, declaró, que este
señor Miró Cardona no se conforma ahora con algo menos que con una guerra en la
cual se vea envuelto Estados Unidos, y no una guerra local, sino una guerra
mundial.
Y ante esta nueva situación creada y que fue creada
por las medidas que se adoptaron, por las medidas adoptadas entre Cuba y la
URSS, esta nueva situación obliga al Gobierno de Estados Unidos a poner a raya
a estos señores contrarrevolucionarios, porque se encuentran ante una situación
nueva y más difícil. Y ahora los
imperialistas reciben su merecido.
Los apuros en que el señor Kennedy se ve metido se los
merece, se los tiene más que merecidos.
¿Y quién le mete en apuros? Un
Miró Cardona. De donde la política de
agresiones contra Cuba ha significado una política de desastres para
Kennedy. ¿A quién puede chantajear un
Miró? A un Kennedy. ¿Y por qué?
Porque le ha creado las condiciones.
Es proverbial aquí entre los compañeros del Consejo de
Ministros, que el señor Miró no pudo ni chantajear al señor Urrutia, porque en
los primeros días del Gobierno, este señor Miró a quien le gustan las
"poses", un día llega y le presenta la renuncia al señor
Urrutia. Y entonces el señor Urrutia le
dice: "Ah sí, cómo no, está bien,
dame la renuncia, si nosotros habíamos creado este cargo para ti y ahora lo
vamos a suprimir". Y el hombre
salió insultado de allí, diciendo:
"Me han aceptado la renuncia, me han aceptado la
renuncia." No pudo chantajear a
Urrutia y ahora trata de chantajear a Kennedy, porque Kennedy le creó las
condiciones y le dio las armas.
Nosotros conocemos muy bien a este señor Miró
Cardona. Fue abogado de Casillas,
asesino de Jesús Menéndez; fue abogado de Grau en la causa 82 —creo que era la
82, ¿no?, si es que alguien se acuerda ya de aquellos tiempos. Pero como era un abogado de cierto renombre,
penalista y profesor universitario, ostentaba ciertos cargos en el Colegio de
Abogados, y como era, además, un señor ambicioso, realizó ciertas actividades
muy cómodas por cierto, y al triunfo de la Revolución el señor Urrutia lo
designó primer ministro. Posteriormente
consideró que era conveniente renunciar.
Más adelante —y esta es otra anécdota interesante—
cuando el señor Urrutia se lanzó por el camino de la reacción y de la traición
a la Revolución, por el camino del divisionismo, amenazando con crearle un
problema a la Revolución, el señor Miró Cardona estuvo de acuerdo con nosotros
en que este señor Urrutia era un incapaz, un imbécil y que había que buscar
alguna solución de esa situación. Y
entonces él expresó que estaba dispuesto a aceptar el cargo de Presidente de la
República. Es bueno que se sepa que en
aquellos días en que se produjo la crisis con el señor Urrutia, el señor Miró
Cardona estaba esperando en su casa que lo designaran presidente. ¡Y cuán grande fue su sorpresa al conocer de
que nadie lo había designado presidente, y que el Consejo de Ministros escogió
un verdadero presidente para nuestro país!
(APLAUSOS.)
Yo no tengo la menor duda de que si ese señor hubiese
sido escogido como presidente, estaría encantado de la vida e, incluso, se
habría declarado comunista (RISAS), porque nosotros lo conocemos bien, y que
tenía un tremendo afán de figurar. Y
decepcionado tremendamente en el fondo por aquel hecho fue que decidió desertar
e irse a vivir a Estados Unidos, donde lo designaron presidente del Consejo
Contrarrevolucionario.
Por aquellos días primeros de la Revolución, este
señor, cuyo padre había sido un combatiente del Ejército Mambí, un gran soldado,
un gran patriota, y un hombre muy progresista, que se podía considerar entre
los hombres más avanzados del Ejército Mambí, y ayudante de Maceo —cualidades que, por supuesto, no ha
heredado absolutamente su hijo, y menos su nieto que fue uno de los prisioneros
de Girón—, debido a esa relación familiar que tenía con uno de los ayudantes de
Maceo, conservaba el machete de Maceo. Y
claro, en aquellos días primeros de la Revolución, un día se presentó a nosotros
y nos obsequió el machete de Maceo.
Naturalmente, para nosotros, fue una gran emoción recibir aquella
reliquia, y con una gran devoción la hemos conservado. Y en días recientes, en que estuve examinando
ese machete, me decía para mis adentros:
qué suerte que en los primeros días de la Revolución, se presentaron
circunstancias en que a este señor se le ocurrió regalarme ese machete, porque
si no, se lo habría regalado a Kennedy, y el machete de Maceo estaría en estos
instantes en manos de Kennedy. Pero por
suerte, el machete se quedó aquí (RISAS), y naturalmente pertenecerá al museo
de la historia de nuestra patria.
Pero así es este señor, y así son todos ellos, por el
estilo. Ante la quiebra total y el
fracaso total de la política imperialista contra Cuba, decide armar un show, y
entonces renuncia, y naturalmente redacta este documento, un plan de chantaje
contra el Gobierno de Estados Unidos.
Pero era lógico que estos señores ahora traten de
chantajear al Gobierno de Estados Unidos, porque el Gobierno de Estados Unidos
les creó las condiciones y las oportunidades para que ahora puedan hacer
eso. ¿Y qué están haciendo los otros
llamados líderes de la contrarrevolución?
Empujando, cayó esta y están empujando; y hasta Sánchez Arango, del que
no se oía hablar hace más de un año, ha hecho una declaración apoyando a
Kennedy, diciendo que es correcto que Kennedy maneje esta situación con cuidado
porque entraña peligro de guerra.
Y un tal Collins, o no sé qué, ha hecho otra
declaración diciendo que hay que apoyar al señor Kennedy; y el señor Garcerán,
que también aspira a la presidencia por vía de que era el magistrado más
antiguo, y de acuerdo con la constitución burguesa de 1940, dice que Kennedy
tiene razón; y ahora, Tony Varona también apoyando a Kennedy. Entonces, están todos empujando a ver qué
sacan sobre los despojos del que fue hasta ayer su jefe.
Qué moral la de esta gente, y qué impudicia la de esta
gente. Pero es posible que el señor
Kennedy no sepa qué hacer tampoco, con Varona ni con Garcerán, ni con Collins,
ni con Aureliano ni con nadie. Porque el
lío más grande que se ha buscado en su carrera política, es este lío. Si precisamente sus enemigos lo acusan de no
tener una política contra Cuba. Y como
decíamos aquí recientemente, esa política no existe, no existe ni puede
existir. Porque, ¿cómo? ¿Con una política de guerra que sería la
destrucción del imperialismo? Entonces
acusan a Kennedy de no tener una política contra Cuba; y es que resulta que
todas le fracasan porque todas le tienen que fracasar.
Y la otra, la de la guerra, es muy peligrosa para
ellos.
Y esa es la situación.
¿Quién se ha buscado esos problemas?
El mismo, y la política agresiva de Kennedy contra Cuba y contra la
Revolución Cubana es la que le ha originado más problemas y más dolores de
cabeza, porque ha sido una política, sin duda de ninguna clase, torpe, no de un
político experimentado, sino de un novato en política. Porque, naturalmente, dentro de los círculos
imperialistas existen determinados intereses de un grupo o de otro, y a la
larga esa política de agresión se volvió contra él.
¿Qué fracasos le ha originado? En primer lugar lo de la invasión de la Bahía
de Cochinos, que ha sido uno de los episodios más desacreditadores para ningún
Presidente de Estados Unidos y para los propios Estados Unidos; fue un
descrédito para él y para Estados Unidos.
Cuando Kennedy asumió la presidencia, y hubo un cambio
de administración entre republicanos y demócratas, ustedes recordarán que
nosotros por aquellos días estábamos movilizados esperando una invasión, y
cuando asumió la presidencia el señor Kennedy, desmovilizamos los batallones
que teníamos cuidando las costas en espera de la política que este señor iba a
seguir; incluso, declaramos que el Gobierno de Cuba esperaba que abandonara la
política de agresiones que había seguido la administración de Eisenhower.
¿Qué hizo? Se
embarcó en aquella política; no tuvo ni siquiera la habilidad de
responsabilizar a la administración anterior con la política que se había
seguido, y seguir una política menos torpe contra Cuba; no hizo eso, redobló el
esfuerzo que venía haciendo la administración de Eisenhower. Bajo su administración se hicieron grandes
esfuerzos por organizar las bandas contrarrevolucionarias, los sabotajes, y por
último la invasión.
Y cuando viene la invasión, ¿qué hace? No rectifica, sigue por el camino de las
agresiones, como lo demuestran las declaraciones hechas por el cabecilla Miró
Cardona, ¿y en qué lío se mete?, pues sencillamente, pone al mundo al borde de
la guerra termonuclear; pone en peligro la existencia misma de Estados Unidos,
como consecuencia de esa política agresiva contra Cuba.
Se resuelve la crisis, y hoy el problema de Cuba es el
problema más utilizado por sus enemigos políticos para atacarle, exigiéndole
medidas más drásticas, es decir, medidas que conducirían a una guerra y que,
por lo tanto, no puede tomar sin exponerse a tremendos peligros. ¿Por qué?, ¿quién le dio las armas a los
enemigos internos? El mismo, su política
de agresión contra Cuba. ¿Quién le dio las
armas a los contrarrevolucionarios? El
mismo. ¿Por qué es víctima del chantaje
de los Miró Cardona y comparsa? Por su
propia culpa; y si en algún instante la administración del señor Kennedy ha
dado algunos pasos que se pudieran considerar cuerdos, han sido los pasos que
dio para poner fin a las correrías piratescas y descontroladas de los
contrarrevolucionarios.
Porque al menos, con esas medidas se disminuían los
riesgos de un conflicto. Y claro, está
recibiendo ahora su merecido, en que un descarado, un señor mediocre, inmoral,
ambicioso y corrompido como este Miró, se toma el lujo de chantajearlo, de
hacer estas acusaciones contra él, de publicarlas en la prensa de Estados
Unidos; porque de hecho el señor Miró ahora le hace el juego a los enemigos
políticos de Kennedy, a los que acusan a Kennedy de no tomar medidas más
drásticas, luego esa política de agresión ha llevado a la administración actual
de Estados Unidos a una serie de descréditos, de reveses y de situaciones
embarazosas.
¿Qué sería lo único que le evitaría todo ese
descrédito? Sencillamente, el abandono
de la política agresiva contra Cuba. Los
hechos han demostrado el fracaso de esa política; los imperialistas han
fracasado con sus agresiones contra Cuba.
Y en la situación actual, en las condiciones actuales, la única
alternativa sensata y cuerda que les queda, es el abandono de esa política
agresiva.
Los contrarrevolucionarios acusan a Kennedy de querer
coexistir con Cuba y de coexistencia pacifica con Cuba. Pero es que los contrarrevolucionarios han
sacado la conclusión de que la política agresiva ha fracasado, y que los
imperialistas estén en una situación difícil, que la política agresiva de
Estados Unidos contra Cuba está en bancarrota.
Y como olfatean eso, ven eso, comienzan a denunciar que quieren
coexistir.
Nosotros hemos sido las víctimas, nosotros hemos sido
los agredidos. Es posible que los
contrarrevolucionarios digan ahora que la Revolución Cubana está interesada en
coexistir.
La Revolución Cubana ha estado por la paz, la
Revolución Cubana lo que ha hecho es defenderse; nosotros no estamos por la
guerra. Ahora, la Revolución Cubana ha
derrotado la política agresiva de los imperialistas, la ha llevado a la
bancarrota (APLAUSOS), la ha llevado al descrédito; nuestra política ha
triunfado y la política de ellos ha fracasado, y los ha colocado en una
situación de escándalo internacional, de descrédito, altamente lesivo para
Estados Unidos.
Nosotros no estamos haciendo aquí campaña en pro de la
coexistencia; nosotros no queremos la guerra, nosotros queremos la paz,
nosotros no somos un obstáculo a la paz.
Pero eso no ha dependido nunca de nosotros; nosotros lo que hemos hecho
es defendernos, y saber defendernos, y defendernos con éxito. Y ellos han fracasado y, por lo tanto, no les
queda otra alternativa que renunciar a la política de agresiones contra
nosotros, renunciar a la política que han seguido.
¿Renunciarán?
No podemos saberlo. ¿Se
mantendrán en la estupidez y en el error, como hasta ahora? No podemos saberlo. Pero nuestra actitud es una: si hacen una política de paz, hacemos una
política de paz; si siguen una política de agresiones, ¡continuaremos
defendiéndonos por todos los medios y con todas las armas! (APLAUSOS), y seguiremos luchando con toda energía,
y seguiremos propinándoles reveses.
La situación actual, la correlación de fuerzas en el
mundo, el estado de nuestras relaciones con el campo socialista, y el
descrédito de la política agresiva contra Cuba, por otra parte, nos sitúa en
mejor situación que en ningún momento anterior para seguir librando con éxito
esta lucha.
Cuatro años y medio de hostilidad contra nuestro país;
cuatro años y medio obligándonos a invertir enormes energías y recursos en la
lucha por la supervivencia de la Revolución, en la defensa del país; cuatro
años y medio defendiéndonos contra el bloqueo económico y las agresiones de un
poderoso país contra nosotros. Haber
salido victoriosos, gracias al tesón de nuestro pueblo, a la energía de nuestro
pueblo y a la solidaridad del campo socialista (APLAUSOS), ha de ser para
nosotros un motivo de orgullo.
Pero no podemos dormirnos sobre los laureles. El enemigo no renunciará fácilmente a sus
planes agresivos; el enemigo no se resignará fácilmente y acudirá todavía a
nuevos medios, a nuevas tácticas, a nuevos planes.
Ahora, últimamente, están haciendo hincapié en la
necesidad de asesinar a los dirigentes de la Revolución; están haciendo
hincapié en la necesidad de practicar la sedición, comprar, sobornar, tantear
las filas de la Revolución para ver si localizan elementos débiles, elementos
traidores. Y hablan de dinero, y hablan
de invertir mucho dinero, hablan de sobornar, hablan de comprar.
Y esto nos recuerda los primeros días de la Sierra
Maestra cuando después de luchar infructuosamente durante un año, los soldados
de Batista no podían liquidarnos, y entonces, idearon un plan y llenaron la
Sierra Maestra con una serie de planfletos ofreciendo recompensa por nuestras
cabezas. Y así, ofrecían 100 000 pesos
por la cabeza mía (RISAS) —a cada rato
me llegaba un papelito de esos, me sorprendí de ver qué alto la había tasado—;
y ofrecían decenas de miles de pesos por la de otros compañeros, quien
entregara vivo o muerto, o quien diera informaciones que permitiera al ejército
la liquidación de cualquiera de estos compañeros.
Y no hubo un solo guajiro que diera una información,
no hubo nadie que se prestara a la traición, no hubo nadie que se dejara
sobornar. Y las polillas dieron cuenta
de los cientos de miles, y tal vez millones de papelitos que regaron por las
montañas en aquel intento tan ridículo como desesperado.
Porque hay una cosa que los imperialistas no saben, y
van a saber, van a aprender; y es la abismal diferencia que hay entre un
revolucionario y un mercenario. Ellos
resolvían sus problemas con los ejércitos profesionales, con las castas
militares. Y así, mantuvieron su
hegemonía, sobornando a algunos generales, apoyándolos; y así, instauraban
tiranías militares en América.
¿Cuál fue el hecho básico e indispensable para el
desarrollo de la Revolución? La
desintegración de la casta militar, de un ejército de casta al servicio de la
explotación y del privilegio, y su sustitución por unas fuerzas armadas
integradas por el pueblo e indisolublemente unidas al pueblo (APLAUSOS);
fuerzas armadas integradas por proletarios y por campesinos; pueblo armado,
porque aquí, con uniforme o sin uniforme, todo revolucionario es un soldado de
la patria (APLAUSOS); con uniforme o sin uniforme cada revolucionario es un
trabajador de la patria (APLAUSOS).
Y la Revolución ha creado fuerzas de combate de nuevo
tipo, enteramente nuevas, indisolublemente unidas al pueblo y a la Revolución,
como una sola cosa. Y aparentemente los
imperialistas no han comprendido eso, aparentemente los imperialistas no ven
esto.
Y, además, las Fuerzas Armadas de la Revolución son
unas fuerzas cuyas raíces están en la historia, cuyo aprendizaje lo hicieron
combatiendo. Y en el espíritu de esas
fuerzas armadas, en el espíritu de todos nosotros, está la historia que hemos
hecho juntos, desde que comenzamos con unos poquitos fusiles, viéndonos
reducidos a menos de 10 hombres, frente a fuerzas poderosas.
Y así surgió
del pueblo, de las filas más unidas del pueblo, de sacrificio en sacrificio, de
batalla en batalla, de victoria en victoria.
Y así hemos llegado a ser lo que la Revolución
es: un acontecimiento histórico en este
continente, un hecho que inspira la admiración y el respeto en todos los
rincones del mundo; una fuerza que no han podido vencer los imperialistas, al
que le hemos infligido numerosas derrotas.
Hoy tenemos muchas cosas que no teníamos antes: la técnica, la disciplina, los conocimientos
adquiridos, los equipos modernísimos con que contamos para defender a nuestro
país, el estudio, que ha sido el camino de la superación de tantos y tantos
compañeros, muchos de los cuales no sabían apenas leer ni escribir.
y si antes de la batalla de Girón, unos meses antes, no
teníamos nada más que siete pilotos, y no teníamos artilleros, ni tanquistas,
hoy tenemos personal técnico de sobra que ha adquirido enormes conocimientos,
que continúa adquiriéndolos, que está perfectamente equipado y en condiciones
de hacer frente a cualquier ataque.
Aquello de Girón, si se repitiera algo parecido, ¿cuánto
dura hoy? ¿Cuántas horas pueden resistir
el ataque de nuestras fuerzas, con la disciplina, la capacidad y los equipos
con que hoy contamos? Y eso lo sabe el
enemigo, y por eso, sus esperanzas son cada vez más vanas.
Compañeros: no
solo pueblo y Fuerzas Armadas Revolucionarias es la misma cosa, sino que es la
misma idea; pueblo y Fuerzas Armadas
—además de ser cada soldado un trabajador y cada trabajador un soldado—,
es la idea, la ideología, los principios revolucionarios que defendemos. Y a todos nos vinculará una fuerza
organizada, que es nuestro Partido, nuestro Partido Unido de la Revolución
Socialista (APLAUSOS).
Y al igual que en cada centro de trabajo hemos ido
organizando los núcleos revolucionarios, en cada unidad de combate iremos organizando
los núcleos revolucionarios, los miembros del Partido (APLAUSOS), escogiendo
siempre a los compañeros más abnegados, más sacrificados, a los compañeros
ejemplares, a los mejores combatientes de la patria. Y así iremos organizando la vanguardia de la
Revolución, el Partido marxista-leninista de la Revolución socialista
(APLAUSOS).
Y cada militante revolucionario no solo tendrá muchas
balas de cañón y muchas balas de ametralladora, y muchos equipos de combate; no
solo tendrá mucho parque militar, parque de guerra, sino que tendrá también
parque ideológico (APLAUSOS). Y avanzará
pareja la instrucción militar con la instrucción política.
Todos hemos aprendido lo que se puede lograr con el
estudio, todos hemos visto cuánto se han superado nuestros hombres, cuánto han
aprendido, cuánto se han desarrollado y cuánto les queda todavía por
delante. ¡Porque por delante nos queda
mucho!
Esta noche nosotros nos conmovíamos al escuchar los
cantos patrióticos, la sinfonía dedicada a nuestros héroes caídos; vibraban las
últimas fibras de cada uno de nosotros al rememorar, al ver, las escenas de
aquellos días. Infinita gratitud y
cariño sentíamos hacia nuestros compañeros, hondo y legítimo orgullo de
nuestras fuerzas, de nuestras victorias, de ver a un pueblo como este unido,
ver la Revolución más unida que nunca, más organizada que nunca, constituir una
impresionante fuerza social, política y revolucionaria, que es el patrimonio de
cada uno de los ciudadanos buenos y dignos de este país.
Sin embargo, cuando esto se contemple dentro de 20,
dentro de 30 años, la emoción de las generaciones futuras será
incomparablemente mayor, y aun las fotos de estos actos, el recuerdo de estos
actos, la presencia de cada uno de ustedes será motivo de emoción y de admiración
para las generaciones venideras, porque nos ha tocado vivir esta hora, ser
vanguardia de la patria en esta hora, fuerza creadora de la patria, ser una
Revolución en marcha, que todo lo ha cambiado, que echó abajo las murallas del
pasado.
Los castillos que parecían inexpugnables ayer fueron
demolidos. ¿Por quiénes? ¿Por los poderosos? ¡No!
¿Por los generales profesionales?
¡No! ¿Por los millonarios? ¡No!
Por los hombres y mujeres más humildes del pueblo, por los hombres y
mujeres más olvidados del pueblo (APLAUSOS), por los hombres y mujeres
explotados del pueblo, de puro pueblo.
Como les decía a los compañeros de la fuerza aérea, de las filas del
hambre, de las filas del "tiempo muerto", de las filas de los
explotados, de los discriminados, surgió la fuerza que ha hecho cambiar el
curso de la historia de nuestra patria, surgió la Revolución que ha conmovido a
todo un continente (APLAUSOS); surgió la lucha, el movimiento, que puso en
jaque al imperio burgués más poderoso del mundo, surgió el ejemplo y el
aliento, surgió el porvenir que está en nuestras manos.
Aquí se han reunido familiares que han llevado con
dignidad el dolor, no por eso menos profundo de los seres caídos, combatientes
de la Revolución, soldados de la patria, militantes del Partido, hombres y
mujeres de temple, hombres y mujeres probados en el dolor y en el
sacrificio.
Y nosotros sí tenemos derecho a saber que en nuestras
manos está el destino, y hemos sido siempre hombres de fe en el porvenir, de fe
en las masas, de fe en el pueblo; los que vivieron los días difíciles de la
Sierra Maestra, cuando no llegaba ni sal ni azúcar, ni ropas ni zapatos, cuando
no llegaba nada, y nos rodeaban batallones de soldados decididos a liquidarnos;
los que vivimos aquellos días y tuvimos fe, los que no se desalentaron nunca y
supieron comer una vez al día cuando comían, o no comer, y supieron lo que era
mojarse en una trinchera sin fumar, y sin frazadas, y marchar descalzos por las
montañas sin desalentarse; los que han pasado pruebas duras que nos ha impuesto
la Revolución por una causa o por otra, en el combate, en el trabajo, en el
dolor, sabemos que el porvenir está en nuestras manos y que tenemos derecho a
alcanzarlo, que tenemos derecho a crearlo, y que de nadie más que de nosotros
depende.
Cierto es que hemos recibido extraordinaria ayuda
solidaria que nos ha valido extraordinariamente en estos tiempos; cierto es que
hemos recibido mucho de fuera. Pero
también que nosotros tenemos que poner nuestra mejor parte. Ya no somos revolucionarios novatos, ya
tenemos la obligación de ir siendo revolucionarios experimentados y
responsables.
La dura lucha de la Revolución nos ha ido templando a
todos y ya es hora de que nuestro pueblo revolucionario, nuestras masas y cada
uno de los hombres y mujeres del pueblo comprenda sus responsabilidades,
comprenda las realidades, porque por delante tenemos grandes tareas.
Es verdad que nos hemos visto obligados a defendernos
como cuestión fundamental. Pero tenemos
por delante la tarea del desarrollo económico del país, la tarea de producir y
de crear bienes, de hacer avanzar con ritmo acelerado nuestra economía. Y debemos aprovechar para ello todas las
circunstancias favorables que hoy tenemos, ¡y marchar hacia adelante con el
esfuerzo de todos, en la producción como hemos marchado en la defensa! Y, así, si hay que producir azúcar, producir
azúcar, los millones de toneladas de azúcar que podamos producir aprovechando
hasta el máximo nuestras posibilidades, e impulsar el desarrollo económico de
la nación. Porque los revolucionarios
debemos luchar en todos los frentes y atender debidamente cada una de nuestras
obligaciones.
La necesidad de defendernos nos ha obligado a emplear
enormes contingentes de brazos vigorosos para empuñar las armas; los brazos no alcanzan. Hay que desarrollar las máquinas, hay que
mecanizar, racionalizar la producción. Y
a veces —y por eso hoy hablo de esto—, porque a veces hemos sido mucho más
entusiastas para empuñar las armas de lo que hemos sido para empuñar el
instrumento del trabajo. Y hemos sido,
hemos sabido ser como pueblo todo lo heroico que ha sido necesario en los
combates, y sin embargo no hemos alcanzado niveles similares de heroísmo en el
campo de la producción.
Y un día como hoy, cuando nosotros pasamos revista a
la historia y recordamos a nuestros caídos, pensamos en todas las causas por
las que ellos lucharon y cayeron. No
solo para mantener erguida la bandera de la patria, firme e invencible a la
Revolución; cayeron por el porvenir del país, cayeron por la felicidad del
pueblo, para que el pueblo tuviera derecho a construir ese porvenir para sí
mismo, ese bienestar.
Somos soldados porque hemos tenido que ser soldados
para defender el derecho a ser pacíficos trabajadores, el derecho a ser
pacíficos creadores de nuestro propio porvenir.
Por eso hemos tenido que ser soldados, por eso el pueblo ha tenido que
aprender a empuñar las armas. Pero eso
no es un objetivo sino un medio para conseguir un fin.
Es lo cierto que otros pueblos llevan decenas y
decenas de años defendiendo la Revolución con las armas en la mano, como el
pueblo soviético que durante cerca de 50 años ha tenido que montar guardia y
estar alerta frente a las asechanzas de los reaccionarios y de las potencias
imperialistas. A nosotros nos ha ocurrido
algo similar. Hemos tenido que estar
alerta y montar guardia frente a los imperialistas que están a 90 millas de
nuestras costas, frente a la reacción, frente a la contrarrevolución.
Y no hay duda de que hemos avanzado mucho, no hay duda
de que estos años han servido para demostrar la capacidad del cubano, su
espíritu creador, la capacidad de aprendizaje de nuestro pueblo, su disciplina,
sus facultades de organizador. Y
nuestras Fuerzas Armadas son una prueba de ello, el Partido que estamos organizando
es una prueba de ello.
Pero ese mismo espíritu debemos llevarlo a todas
partes, ese mismo espíritu debemos llevarlo a todos los frentes para que la
victoria de la Revolución sea completa.
Porque las victorias de las revoluciones no se logran solo en los campos
de batalla, las victorias de las revoluciones hay que ganarlas también en el
campo del trabajo y en la economía.
Que todos los sacrificios que hemos hecho, que todos
los hombres que han muerto desde que comenzó esta lucha, que todos los hombres
que se han sacrificado a lo largo de nuestra historia sirvan para que nos
obligue su recuerdo a esforzarnos, a cumplir el deber dondequiera que estemos,
en todos los frentes; para que saquemos el máximo de provecho para la patria de
los sacrificios que ellos hicieron.
El día de hoy es un día, fundamentalmente, de reunión
de los compañeros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y, por eso, hemos
visto que prácticamente esos compañeros colman una gran parte del teatro.
Pero no es solo de los compañeros de las Fuerzas
Armadas, es de todo el pueblo. Este día
se ha conmemorado en muchas partes del mundo, donde han recordado con júbilo la
victoria de nuestro pueblo. Es un día también
profundamente emotivo para los familiares de nuestros caídos, para todos los
compañeros revolucionarios, para todo el pueblo.
Por eso, aquí se han reunido hombres de todas las
armas, los familiares de nuestros compañeros, las madres que hemos aplaudido
aquí (APLAUSOS), los hijos que hemos recordado como a hermanos, los compañeros
de los núcleos revolucionarios.
Y así, para nosotros, este acto profundamente humano,
es como un símbolo de nuestra Revolución y de nuestro pueblo, de la hermandad,
de la unión, del espíritu revolucionario de nuestro pueblo, del invencible
espíritu de nuestro país, ¡un símbolo!
Y así los recordaremos siempre, porque los que estamos
aquí, que queremos entrañablemente la Revolución, hemos vivido distintos
momentos: momentos difíciles, momentos
críticos. A nuestra mente vienen
aquellos días en que todo el pueblo, con una impresionante serenidad, se
dispuso a resistir el ataque enemigo en el mes de octubre, se dispuso a pelear
y se dispuso a morir.
Este pueblo tiene una historia, está haciendo una
grande y hermosa historia que a todos nos une, que a todos nos hermana en un
mismo sentimiento, en un mismo ideal, en una misma veneración hacia los que han
luchado, hacia los que han caído.
Y eso es bueno, eso es alentador, y eso es fuerza de
la Revolución, ¡porque cada madre sabe que en cada soldado de la patria tiene
un hijo! (APLAUSOS), ¡y cada soldado de
la patria sabe que en cada madre de un compañero muerto tiene una madre!
(APLAUSOS.) Y así, las madres de
nuestros héroes pueden decir como dijo Céspedes: "que todos los cubanos son sus
hijos" (APLAUSOS), y pueden decir como Mariana Grajales, que a sus hijos
más pequeños, en medio del dolor, les dijo:
"empínate, para que des tu vida también por la patria si es
necesario" (APLAUSOS). Porque la
Revolución, ¡la Revolución nos ha enseñado eso:
no el egoísmo que separa, sino la solidaridad que une, el amor que
une! ¡Que el dolor de cada uno sea el
dolor de todos; y el dolor de todos, el dolor de cada uno! (APLAUSOS.)
¡Todos hermanos!
(APLAUSOS.) ¡Todas madres! (APLAUSOS.)
¡Todos hijos! (APLAUSOS.)
Y que esta sea como la mejor flor, que junto al
recuerdo de los caídos, de esta lista impresionante de hombres, de cubanos, de
hijos humildes del pueblo, podamos nosotros rendir en un día como hoy, y
duplicar nuestra fe en el porvenir, nuestra fe en la patria, nuestra fe en la
Revolución (APLAUSOS).
¡Lo que hemos hecho nos tiene que haber enseñado que
nada es imposible, porque lo que parecía imposible ayer ha sido posible
hoy! (APLAUSOS.) ¡Y por eso, nada nos parecerá imposible
mañana!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)