DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL PURS y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CLAUSURA
DEL ENCUENTRO TECNICO NACIONAL SOBRE HENO, ENSILAJE y PASTOREO INTENSIVO, CELEBRADO EN EL SALON DE ACTOS DEL EDIFICIO
SIERRA MAESTRA (INRA), EL 20 DE JULIO DE 1963.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros:
Fuimos informados de esta reunión por los compañeros
Carlos Rafael y Severo.
Precisamente en estos días habíamos tenido ya algunas
conversaciones con los compañeros dirigentes del INRA, con el compañero Carlos
Rafael fundamentalmente, y el compañero Severo, respecto a tareas a realizar en
el campo de la agricultura; al esfuerzo grande de organización que es necesario
hacer, y que viene a culminar ya toda una serie de estudios que el INRA ha
venido realizando desde hace muchos meses, a los efectos de darle una
estructura adecuada de organización que responda a la etapa actual de la
Revolución y del desarrollo agrícola; ya que, naturalmente, este es un proceso
muy agitado desde que se hizo la Ley de la Reforma Agraria, y que muchas de las
características hoy de la organización están originadas en el proceso que ha
transcurrido, y que cada una de las etapas de ese proceso fue dejando algo en
la organización: cosas buenas y cosas no
buenas.
En estos mismos días en que precisamente nosotros
estábamos haciendo ciertas consideraciones de tipo general respecto a la caña y
a la ganadería tuvo lugar esta reunión, por lo cual puede decirse que fue una
reunión muy oportuna.
Naturalmente que aquí solo me corresponde exponer
algunas ideas, resaltar la importancia que tiene la ganadería para nuestra
economía, no entrar en detalles, y tampoco podría hacer ninguna conclusión —que
ya la hizo el compañero Carlos Rafael—, ni siquiera sacar algunas conclusiones
provechosas para nosotros mismos, es decir, yo sacar algunas conclusiones
provechosas hasta que no lea todo el material —que por cierto, he visto la
prontitud con que ya han impreso todo lo que aquí se discutió y eso es una
buena cosa de que ya se pueden llevar el material, los distintos planteamientos
que han hecho los compañeros aquí— puesto que nosotros no hemos participado en
las reuniones.
Nosotros sabemos que algunos de los problemas que
tienen, los mismos problemas de que hablaba el compañero Carlos Rafael,
relacionados con la subestimación que ha habido para el pasto y para la siembra
de forrajes, el incumplimiento de las metas, muchos de esos problemas no los
vamos a resolver simplemente conque nos hagamos el propósito de que esas cosas
no ocurran, y que tengamos todos el más sincero propósito de rectificar; sino
que hacen falta, además, ciertas cuestiones relacionadas con la organización
que en tanto el organismo no se haya reestructurado adecuadamente siempre se
encontrarán con muchos de esos problemas que, indiscutiblemente, no podrán ser
nunca problemas del futuro.
En la agricultura hay que definir cuál es la dirección
principal del esfuerzo. En realidad
puede decirse que dentro de la Revolución, dentro de la Revolución no sabía
absolutamente nadie, durante una etapa, cuál seria la dirección principal del
esfuerzo; porque durante una etapa del proceso revolucionario la tarea
fundamental fue la de sobrevivir, la de resistir las agresiones del
imperialismo, la de resolver problemas sociales, tales como el desempleo. Y estábamos, al mismo tiempo, bajo la
influencia de una serie de ideas relacionadas con los vicios de nuestra agricultura,
ideas que correspondían a una etapa ya pasada, pero que continuaron gravitando
durante largo tiempo en la etapa presente.
Y así, con el problema de la caña, había la situación
de que faltaban mercados, y las restricciones de la zafra originaban en la
mente de todo ciudadano una actitud con respecto a la caña, y una actitud
respecto a la búsqueda desesperada de otros productos en vista de que los
mercados estaban restringidos.
Al mismo tiempo el desempleo que existía en el campo
con motivo de la falta de diversificación, de la falta de desarrollo económico
del campo, y la falta de desarrollo de la economía en general, de manera que no
había empleo ni en el campo ni en la ciudad, originaba también una actitud
mental en cada ciudadano respecto a la necesidad de hacer algo para encontrar empleo.
Esas causas que originaron una mentalidad en el
presente han desaparecido. El azúcar
tiene, por ejemplo, mercados prácticamente ilimitados para Cuba; y el
desempleo, lejos de ser un problema, lo que hay es, a la inversa, un problema
de falta de brazos.
Son situaciones enteramente nuevas que al hacerse
evidentes, al hacerse muy claras, al descubrirse las perspectivas que tiene,
por ejemplo, el azúcar, digamos —aunque aquí no estamos hablando de azúcar,
sino que tenemos que hablar de ganado— nos permiten ya saber qué podemos hacer
con el azúcar y trazar una política.
Esto se vio muy afectado cuando la agresión económica,
la supresión de la cuota acabó de consagrar esa mentalidad de que la caña era
nuestra desgracia. Sin embargo, hoy
tenemos que aprender a ver, en las nuevas condiciones, y ante la existencia de
un mercado prácticamente ilimitado, la suerte que es tener una industria cañera
de gran volumen, una experiencia en los cultivos de caña, y un magnifico clima
para producir azúcar.
Les hacía esta introducción porque con esto les quiero
decir que, en este momento como en ningún momento anterior, la Revolución sabe
cuál es la dirección principal del esfuerzo en la agricultura. Claro que la dirección principal del esfuerzo
no es una sola, hay varias direcciones importantes.
La dirección principal, la más importante de todas, es
la caña. Y después de la caña, y en un
grado que algún día llegará a ser tan importante como la caña o se le acercará
a la caña, es la ganadería. Son las dos
direcciones en qué nosotros tenemos que hacer el esfuerzo fundamental de la
agricultura: la
caña y la ganadería. Eso no significa,
desde luego, ni mucho menos, el abandono de otros renglones de la producción
agrícola; no se abandonará ningún renglón de la producción agrícola. Solo quiere decir donde están nuestras
mayores posibilidades económicas, donde están nuestras mayores posibilidades
económicas.
Se sabe que nosotros podemos producir vegetales,
incluso los vegetales implican divisas.
Y los producimos, todo lo que podemos producir, todo lo que nos
compran. El tabaco es un artículo muy
importante también que nos aporta cantidades grandes de divisa y que tenemos
que atender. Pero si nosotros nos
preguntamos de todos los cultivos cuáles son los que ofrecen una mayor
perspectiva económica de largo alcance, entre todos los cultivos, nos
encontramos que, desde luego, el tabaco tiene un límite, los vegetales tienen
un límite, otros cultivos difícilmente, incluso, pueden llegar a abastecer
nuestras necesidades nacionales; tienen un límite de perspectiva
económica. Desde luego, algunos de ellos
son muy rentables, aunque también exigen mucha mano de obra y todas esas cosas
hay que tenerlas en cuenta.
Y en la agricultura tenemos que pensar con un criterio
económico. Y todo el desarrollo de la
economía nacional tiene que estar planteado también sobre bases económicas,
sobre bases realistas, no sobre ilusiones.
Y tiene que tener en cuenta, fundamentalmente, el problema de los
costos.
De los principios puramente económicos no se debe
salir nunca sino por razones que ya nada tienen que ver con la economía como
es, por ejemplo, una necesidad militar, un problema estratégico; un bloqueo que
impida obtener un producto determinado que solo se da en determinado mercado y
lo tenemos que producir aquí aunque nos cueste tres, cuatro, cinco veces más
que comprándolo.
Pero aparte de esas causas que no tienen que ver con
la economía, los principios que deben regir en nuestro desarrollo económico
tienen que ser principios estrictamente económicos.
Para todos ustedes —que habrán pasado mucho trabajo
para obtener algunas cosas—, es posible que sientan por la planificación una
cierta desconfianza y una cierta reserva.
Y, sin embargo, la planificación es extraordinariamente importante,
sobre todo, cuando hay un plan real, un plan realista, un plan bien estudiado,
una perspectiva; como ya podemos empezarnos a trazar en caña, como ya podemos
empezarnos a trazar en el ganado; partiendo de bases realistas, obtener
determinadas metas en determinados años, con determinadas inversiones por año y
con una política específica.
Entonces, cuando toda la economía nacional con todos
sus recursos se pone en función de un plan bien hecho y realista, entonces, los
beneficios que de ello se logran son extraordinarios. Lo malo es no tener plan; y muchas veces es
peor todavía tener planes cuando los planes no son planes realistas, o cuando
los planes no se basan en los recursos reales para lograr determinados
objetivos, o cuando los recursos no están bien distribuidos. Pero si los recursos se distribuyen bien de
acuerdo con los objetivos que se persiguen, y se sabe cuáles son los recursos
con que se cuenta y adónde van, entonces muchos de los problemas no existirán.
Si se hace un plan ganadero y se sabe cuántos pelos de
alambre, o kilómetros, o miles de kilómetros de alambre hacen falta por año, y
cuántas máquinas cortadoras hacen falta por año, y cada una de las cosas que se
necesitan, y cuánta soga, entonces no habrá los tremendos problemas esos en que
a veces les piden: “Produzcan”, y no
está la comida, no está la maquinaria, o no está la soga, o no está el abono,
no está el pelo de alambre, no está absolutamente nada.
Y la planificación tiende precisamente a evitar todos
esos problemas.
Entonces, cuando ya se sabe lo que se quiere hacer, y
se sabe con qué se cuenta, es perfectamente posible distribuir todos esos
recursos.
Pero el problema no es solo un problema de
planificación. Aun teniendo un gran
plan, sabiendo lo que queremos hacer y teniendo todos los recursos, es
necesario una actitud mental frente a las tareas que hay que realizar. De manera que en la imaginación, en la
inventiva, en la iniciativa de cada hombre que está en la trinchera de la
producción, la actitud mental que ese hombre tenga es importante, la capacidad
técnica que ese hombre tenga es muy importante, el amor al trabajo que ese
hombre sienta es realmente muy importante.
A ustedes les pueden dar todo el pienso que quieran
que si lo van regando por el camino, o ya pueden tener todas las medicinas que
quieran, que si no se toman las más elementales medidas de tipo higiénico en
una granja de cerdos, en una granja de aves, no se resolverá
ningún problema.
Entonces, ya nosotros sabemos perfectamente a dónde
tenemos que dirigir el esfuerzo principal, y dónde existen grandes
perspectivas. Los dos renglones de la
producción que ofrecen mayores perspectivas económicas para el país son, en
primer lugar, la caña y, en segundo lugar, la ganadería. Aunque, a medida que la ganadería se
desarrolle, es posible que su importancia se eleve —respecto a la importancia,
la proporción de importancia que tiene, el tanto por ciento de importancia que
tiene para la economía nacional—, se eleve casi a los niveles que tenga la
caña. Aunque eso no se puede predecir,
porque el desarrollo de los derivados de la caña puede un día, pues, hacer que
los ingresos que el país obtenga por vía de caña sean tan altos como quizás no
nos lo imaginemos ahora.
Pero también puede ocurrir con la ganadería el
desarrollo, también, de una serie de derivados.
Aunque yo no creo que en el campo de los derivados ofrezca de ninguna
manera la cuantía de los de la caña, porque los de la carne están descubiertos
por lo general, y los de la caña están por investigar.
Ahora bien, la carne puede llegar a significar un
volumen extraordinario en la economía nacional; ahora, como un problema de
satisfacción de nuestras necesidades, que es lo más urgente; y en el futuro
como un artículo de exportación.
Para nosotros es muy bueno, pero nosotros hemos
descubierto bajo el socialismo una cosa, y es que jamás sobra nada, puesto que
el consumo aumenta incesantemente en todo el campo socialista. Y todo el campo socialista necesita lo mismo
azúcar que carne que leche, infinidad de productos; y cuando tengan más
consumirán más, en la misma medida en que nosotros necesitamos cosas que el
campo socialista tiene más facilidades que nosotros para producir.
Porque hay que partir del hecho de que tanto en caña
como en ganado está por ver si existe algún país que tenga más facilidades
climatológicas y naturales que Cuba.
Otros países tienen mucha más técnica, pero, ¿condiciones
naturales...? Eso es lo que está por
probar.
Porque nosotros en la ganadería, partiendo del ejemplo
de Holanda, yo estoy absolutamente convencido —y me atrevo a decirlo aquí sin
miedo a decir ninguna barbaridad, y que me juzgue la historia por lo que voy a
decir— de que nosotros podemos llegar a producir tanta leche como Holanda,
tanta leche como Holanda; no digo más, porque lo demás se lo dejo a los nuevos
zootécnicos y a los nuevos impulsores de la producción, que es posible que un
día sobrepasen.
Me contaba el embajador holandés que en Holanda se
consumen dos litros de leche per cápita; tienen 12 millones de habitantes. Ahora bien, Holanda exporta, además, 400
millones en productos lácteos
—según nos informaba el embajador también. Pueden estas cifras ser rectificables en más
o en menos, pero se sabe que tradicionalmente es un país que exporta enormes
cantidades de productos lácteos. Pero,
además, en Holanda hay unas 30 reses por cada cien habitantes, mientras
nosotros debemos estar por encima de 80 reses por cada 100 habitantes. Además, en la provincia que más leche se
produce en Holanda —que es la provincia donde se han dedicado a la ganadería
256 000 hectáreas y donde producen 1 000 millones de litros al año, es decir,
un millón de toneladas de leche, dedicando 256 000 hectáreas— tienen un
aproximado de 28 reses por caballería, entre grandes y chiquitas.
Y en el experimento que los compañeros Curbelo, Porras
y otros compañeros están realizando allá por Bauta, en una caballería tenían 60
vacas, vacas adultas produciendo leche; en una caballería estaban sacando 720
litros de leche, una caballería con regadío.
Nosotros, en el desarrollo de nuestra agricultura,
donde está hoy la base de nuestro desarrollo económico, tenemos que tener en
cuenta una serie de factores. Primero,
nosotros tenemos que buscar cuál es el cultivo que nos produce mayores valores
económicos por unidad de tierra, por una caballería de tierra; claro, ese es un
factor muy importante, no es el único.
Hay veces que un cultivo que produce mucho por unidad
de tierra tiene un mercado limitadísimo dentro o limitadísimo fuera, y no tiene
más perspectivas; y con 100, 200, 300, 500 ó 1 500 caballerías, resuelto el
problema. Hay otro mercado, por ejemplo,
digamos los vegetales, algunos tipos de cultivos industriales; el tabaco mismo,
tiene un límite determinado de mercado, aunque una caballería de determinado
tipo de tabaco produzca un rendimiento muy elevado.
Hay que tener en cuenta, es decir, cuál es por unidad
de tierra la mayor producción, pero no es el único factor; debe tenerse en
cuenta el factor de los mercados, debe tenerse en cuenta el factor de la mano
de obra, cuál es la que produce más con menos mano de obra, porque la mano de
obra es un problema que nosotros ya no podemos olvidar nunca más; un factor que
siempre estará presente:
¿Con cuánta mano de obra contamos para nuestros planes? Si hay un cultivo que nos deja 15 000 pesos
por caballería y tiene mercado, y emplea un hombre por caballería, sería
naturalmente preferible al cultivo que produce 20 000 por caballería, pero
emplea tres hombres.
No solamente el factor valores por caballería, también
mercado, hombres por caballería, inversiones por caballería, rentabilidad por
caballería, e incluso agua por caballería, cantidad de agua que necesita.
Desde luego, partiendo de todos estos principios,
tenemos un cultivo que aparece en primer lugar:
la caña de azúcar, que tiene para nosotros mercado ilimitado y es la
fuente fundamental de nuestras divisas hoy por hoy; cultivo en el que hay más
experiencia, que hay grandes inversiones industriales realizadas, y cultivo, además,
que muchas veces nos permite producir valores que intercambiados por productos
en el extranjero significan mucho más que lo que nos produciría aquí sembrando
una caballería de ese producto.
Puede ocurrir que una caballería de caña,
intercambiada por productos que tienen más facilidades para producirse en otro
sitio, signifiquen el equivalente de dos o tres
caballerías de caña sembrada aquí. De la
misma manera que en otros países les signifique mucho más producir otra cosa
que producir azúcar.
La caña es un cultivo importante. Desde luego, una caballería de caña con
regadío y abono deja una elevada cuota de ingreso por caballería. Claro que tenemos el problema de los precios
fluctuantes, pero, partiendo de un precio de cuatro centavos, el valor del
azúcar que sale de una caballería —aunque hay que contar también la parte
industrial— puede ser entre 13 000 y 15 000 pesos.
Eso se puede ir elevando a medida que se van
desarrollando los derivados del azúcar y se emplea el bagazo, porque, por
ejemplo, el valor de todo el bagazo convertido en pulpa valdría 400
millones. Hoy se invierte como
combustible, y vale 40. Es decir que en
la medida en que los derivados se desarrollaran y se extrajeran muchos
derivados, puede ser que lo que una caballería sembrada de caña nos deje —sus
productos industriales— sea 15 000, 20 000, 25 000; eso todo depende del
desarrollo ulterior. Pero a un precio de
cuatro centavos ya tiene un ingreso alto, posiblemente mucho más alto que sembrado
de frijoles, aunque nosotros tengamos que sembrar frijoles porque nos cueste
trabajo conseguirlo en los mercados donde antes los conseguíamos.
Todas esas cosas deben tenerse en cuenta. Pero, ¿ventajas que tiene la caña? Que cuanta caña sembremos tiene mercado. No es así con el tomate, ni con el tabaco, ni
con otros muchos productos.
Respecto al ganado, en cuanto al mercado interno,
cuanto ganado de leche produzcamos —por un margen que ni siquiera se puede
sospechar en este momento— tiene mercado.
Pero, además, estoy seguro de que productos como leche y carne tendrían
mercado como el azúcar, absolutamente seguro de eso. Más que hay ciertos problemas relacionados
con el aumento del consumo, derivado de la elevación de los niveles técnicos de
producción, el desarrollo de la riqueza de los países, gran número de pueblos
que se han liberado y que empiezan a ser consumidores, productores y a la vez
consumidores de una serie de artículos.
Pero, después de la caña, es el producto que tiene
posibilidades, primero de mercado interno grande. Pero no solamente posibilidades de mercado,
sino posibilidades de producción. Porque
el arroz tiene también posibilidades de mercado interno, pero tenemos que
analizar en el arroz cuántos hombres por caballería emplea, qué inversión, qué
cantidad de territorio disponemos para ello y, en fin, todos los factores que
tenemos que atender con cada cultivo; incluso, cuánta agua lleva el arroz con
respecto a la caña, porque es sabido que con lo que se riega una caballería de
arroz se pueden regar dos de caña por lo menos, y cinco de pastos, ¡cinco! Y yo les saco este ejemplo para que ustedes
piensen en algo con respecto al regadío y al ganado.
Ahora, una caballería de arroz, con 1 000 quintales,
en valores económicos, para la agricultura significa, con un porcentaje de
rendimiento muy alto, unos 7 000, 8 000, 9 000 pesos, suponiendo que produzca
los 1 000 quintales, y que por su
calidad se los paguen a ocho o a nueve —y en algún arroz creo que se lo pagan a
10, pero lo que no aparecen son los 1 000 quintales muy frecuentemente, sino
por excepción.
Es decir que la agricultura significa, una caballería
con regadío de arroz, de 7 000 a 8 000 pesos, con un cálculo muy
optimista. Sin embargo, la caballería
que tienen en la granja El Pilar a base de 60 vacas por
caballería, al precio que tiene la leche —que le pagan la leche a la unidad—
significan 30 000 pesos en un año.
Es decir, si allí tuviéramos arroz en vez del
experimento lechero, se producirían 1 000 pesos. Hay que ver también cuál es el estudio comparativo
de inversiones; allí hay una inversión en ganado, las 60 vacas las tienen
tasadas creo que a 600 pesos cada vaca.
Son vacas de importación, pero aquí se pueden producir vacas como esas
por 150 pesos, las hijas de esas, entre otras cosas (RISAS). Así que puede ser que con 10 000 pesos
tengamos una inversión en ganado allí para tener 60 vacas en una caballería por
regadío —hay que tener en cuenta también la inversión—; número de hombres que
necesita esa caballería. Pero en valores
económicos, sin contar que le pueda dejar algún ingresito al consolidado
lácteo, a la agricultura le deja esa caballería 30 000 pesos.
Ahora, otra cuenta: con el agua que necesita aquella
caballería nada más se puede regar un quinto de caballería de arroz; con el
agua con que se riega una caballería de arroz se riegan cinco de pasto. Y multipliquen cinco por 30: 150 000. Así que agua que invertida en arroz nos deja
valores para la agricultura por 8 000 pesos, invertida en pastos nos deja 150
000 pesos; la misma cantidad de agua, porque podemos regar cinco
caballerías.
¿Les parece a ustedes interesante esto? Bueno, pues yo quiero que ustedes sepan que
esta es una cosa que empezamos a comprender, y que al principio, en la época de
“palos de ciego” no se le ocurría pensar a nadie; pero como ya estamos
aprendiendo a pensar con criterios estrictamente económicos y criterios
técnicos y a racionalizar los recursos y a buscar el máximo del esfuerzo de
nuestro país, y a explotar al máximo las posibilidades naturales de nuestro
país, entonces todas estas cosas son factores en los cuales hay que pensar a la
hora de estudiar el estudio perspectivo de nuestra agricultura. ¿Y en qué lugar? Claro que hay tierras mejor para el
arroz... ¿Dónde nos sobra el agua? Porque puede haber una esquina donde nos
sobre el agua, barata, por gravedad; bueno, esa es el agua ideal para el arroz,
porque es la más barata; si no tiene que traerla de lejos, y cargarla y
ponerla, y luego se encuentra 10 caballerías de arroz aquí, 50 caballerías de ganado
muriéndose de hambre al lado.
Claro está que hay que producir arroz; esto no puede
significar abandonar los cultivos de arroz.
Claro está que si nosotros pudiéramos cambiar algunas cosas que nos
rinden más que el arroz por arroz, es mejor.
Cuando nosotros hacemos un intercambio de azúcar por arroz con Uruguay,
es mejor que sembrar el arroz.
Antes había que hablar de la diversificación porque el
desempleo, porque el monocultivo, y hoy no tenemos esos problemas. Hoy la caña tiene mercado, no tenemos
desempleo y lo que tenemos que ver de la manera que le rinda más a la economía
del país cada hombre:
ese intercambio con países que no pueden producir azúcar... que a ellos producir azúcar les cuesta tres
veces más. Es lógico que cuando un país
cualquiera produce el azúcar a 12 centavos libra, le convenga comprar esos
artículos, y sea lógico comprar esos artículos por la mitad del precio, y dar a
cambio de ellos artículos que pueden producir mucho más baratos, para los
cuales tienen grandes facilidades.
Pero como hay problemas de mercado, nosotros tenemos
que tener unas cantidades de arroz que producir. Nosotros plantearíamos posiblemente el
congelamiento de las cantidades existentes y su ulterior desarrollo sobre la
base de aquellas tierras que no sirvan para otra cosa que para arroz, y donde
abunde el agua; y entonces en todos los trabajos que se van a hacer en la
agricultura, relacionados con la estructuración que va a tener el organismo en
definitiva, pues además se va a trabajar en todos los planes perspectivos de la
agricultura teniendo en cuenta todos estos criterios y todas estas bases. Hay veces que no se puede ajustar por un
criterio de estos estricto, ya les digo, porque hay que producir algo que a lo
mejor está dando 2 000 pesos por caballería, pero que si no lo producimos no
hay manera de conseguirlo; o por el cual tenemos que pagar unos dólares que no
tenemos, o que hay que comprarlo en un país que lo que nosotros le podemos
mandar lo tienen también; y entonces en ese caso por un problema de divisas hay
que producir un artículo. Entonces se
sale ya de las razones netamente económicas y se entra
a producir por otras causas esos artículos.
Pero, claro está, para saber qué es lo que debemos
hacer todo hay que sopesarlo bien, estudiarlo bien y analizarlo bien.
Ese ejemplo del experimento que se está haciendo allí,
demuestra cuáles son nuestras posibilidades para la ganadería, si nosotros
podemos o no podemos llegar a producir cantidades infinitamente superiores a
las que tenemos hoy en leche y en carne.
Desde luego, no basta tener la caballería regada y
abonada, hace falta una vaca que dé leche.
Porque no es lo mismo una vaca de cinco litros que de 15 litros; y la
diferencia está en que mientras una le da un rendimiento diario de 50 ó 60
centavos, la otra le da un rendimiento de un peso 50 centavos diario,
prácticamente comiendo la misma comida.
Es decir, hace falta, primero, un ganado de calidad,
eso es imprescindible; y, segundo, el problema que se planteó aquí de los
alimentos para el ganado.
¿Pero qué ventajas tiene hoy por hoy la ganadería
sobre otros tipos de carne que nosotros tenemos que producir? Es la que permite mayores posibilidades de
aumento de producción sin que tengamos que importar enormes cantidades de
pienso. Porque mientras todavía está por
resolver el problema de un pollo que no requiera pienso, hay experimentos allí
de vacas que están dando 10 litros sin pienso, y posiblemente el experimento
esté en una etapa, esté empezando; hay que ver qué tipo de leguminosa puede
llegar a sustituir el pienso.
Es decir que la ganadería nos permite elevar
extraordinariamente las cantidades de leche, de carne, de grasa, de pieles
—todo lo que se deriva de la ganadería—, sin que nos plantee el problema de los
piensos, porque es un tipo de producción que podemos llegar a desarrollar
extraordinariamente, principalmente a base de pastos y forraje.
Con el pollo, en cambio, tenemos un tremendo
límite. Ya actualmente en pollo se han
ido superando muchos problemas; actualmente se está creando una base técnica
para la producción avícola, que de verdad podemos decir —sin exageración— que
será una de las mejores del mundo; una de las mejores del mundo por la base
técnica, el linaje de los animales, sobre el cual se está elaborando ese plan,
la capacidad técnica de la gente que está trabajando en el plan, de toda la
gente que está trabajando en cada una de esas unidades; y ya nosotros hemos
visto algunas de esas unidades y son realmente impresionantes. Se pueden exhibir con orgullo a cualquier
visitante esas unidades avícolas, para producir un pollo, gallinas que pongan
el máximo posible y aves y pollos que engorden el máximo posible con el mínimo
de comida, que es lo que se busca. Pero
el que usted tenga un pollo que sea capaz de convertir tres libras o cuatro
libras de pienso en una de carne, si usted no tiene el pienso de nada le vale
tener ese pollo. Y nosotros tenemos
ciertos problemas relacionados con la alimentación de las aves, como es la oleaginosa,
como la soya —por ejemplo— y el maní, que también tiene que ver con las
cuestiones de la grasa, y aún el maíz, donde se han dado grandes pasos pero que
todavía está en desarrollo la técnica de los cultivos de maíz y los híbridos,
son problemas no resueltos todavía. Y
que cuando se van a importar requieren dólares; y dentro de una situación de
bloqueo económico en que el enemigo trata de privarnos de las divisas del área
dólar, y además de obstaculizarnos las compras, lo cual nos obliga muchas veces
a traerlo de más lejos y pagar más caro algunos de esos productos, nosotros en
pollos estamos limitados, a no ser que inventemos un pollo que paste —y no
vayan a pensar ustedes que sea una broma—; pero aquí se han probado algunas
gallinas que pastan y ponen huevos, porque la pangola sirve hasta para producir
huevos, quiero que lo sepan. Y se hizo
un experimento con un número de gallinas, unas tenían cuatro onzas de pienso
sin más nada, y otras tenían dos onzas de pienso y pasto; y al cabo de tres
meses la gallina que tenía dos onzas de pienso y pasto, empezaron a producir
más que las que tenían cuatro onzas de pienso solo. Quiero que sepan eso; y de eso puedo dar una
información absolutamente verídica, porque ese experimento lo hice yo
personalmente (APLAUSOS). Eso no me lo
dijeron, sino que lo vi. Y todavía anda
el experimento, ahora están en el experimento comiendo alfalfa y sus dos onzas
de pienso para probar. Es decir que hay muchas cosas por ver; podría eso
influir en la vida de la gallina, duración, salud, toda una serie de
cuestiones. Nosotros tenemos que seguir
investigando, pero son problemas que están por resolver; con respecto al propio
cerdo, todavía tenemos problemas de alimentación que resolver; pero, sin
embargo, en materia del ganado vacuno, tenemos ese problema que es muy conocido,
que hay ciertos pastos, cuyos resultados son muy conocidos. De manera que si en algún renglón tenemos la
posibilidad de aumentar la producción de alimento, sin gastar divisas, es en la
ganadería. Y ese detalle, compañeros,
hay que tenerlo en cuenta; en pollos organizaremos nuestra base, la tendremos;
hay que tener esa base y el personal técnico, cada vez capacitándolo más
llegaremos a 4 millones, 5 millones de pollo por mes, a lo que podamos, y
quedará la base. Un día si podemos
cambiar azúcar en buenas condiciones, por soya o por otras cosas; o si un día
resolvemos el problema de la soya o del alimento de las aves, pues elevamos esa
producción. También un día podemos hasta
importar materia prima para exportar huevo y pollo. Y yo creo que podemos exportarlo más barato
que nadie, porque se ha hecho una organización, que ninguna organización
capitalista la puede superar, por la concentración de recursos que hay, ya que
no es una producción en pequeño, sino en gran escala y sobre bases muy técnicas. Puede ser que un día a nosotros nos convenga
cambiar azúcar por determinados productos, o importar alimentos para aves, y
exportar aves y huevos. Eso también, por
ejemplo, lo hace Holanda; Holanda exporta mucho huevo, exporta aves, importa,
todo depende de tener la organización de la producción, la capacidad de la
producción y la base para la producción.
Pero en la ganadería está esa posibilidad, sin divisa
porque yo les decía a los compañeros que están en el experimento de El Pilar,
¿cuántas libras de pienso están dando?, bueno, están dando cinco, o cuatro, o
tres; es decir, a partir de 10 litros; muy bien, muy bien, en primer lugar,
porque a partir de 10 litros es cuando se justifica darle a una vaca algo de
pienso.
Ahora bien, yo decía: Ahora lo que hay es que ver cómo se
sustituye ese pienso, qué leguminosa les dan ustedes a esas vacas para que no
les tengan que dar ese pienso y les sigan produciendo 12 y 13 y 14 litros de
leche. El problema que a todos los
investigadores se les plantea, a ellos allí, y a Rolando allá, en la estación
de pastos es la sustitución del pienso, y el día que hayamos resuelto el
problema del pienso, y no tengamos que importar pienso, y a base de pasto y
forraje y de cosas que sembremos en las granjas, podamos alimentar el ganado,
nos habremos quitado un gran problema, y habremos dado un gran paso de avance,
y tendremos posibilidades ilimitadas de desarrollo.
Esos son los problemas a resolver. Y otra cosa: conseguir vacas que den leche,
digamos, o carne, porque no es lo mismo la que da cinco que la que da
quince. Y no es difícil obtener vacas
que den 15. Cuando se terminó la lucha
contra Batista y se instaló el Gobierno Revolucionario, al llegar nosotros a la
capital, alguien —que tengo que averiguar quién es— me regaló una ternera, la
ternera se puso en Cojímar, creció hasta que, un día, tuvo un ternerito, la
vaca aquella había crecido, a los dos o tres años, y da de 14 a 15 litros de
leche; eso tiene una cosa mejor que las que tiene allí Parras porque esa se
come nada más que una libra de pienso por la mañana y otra por la tarde. Hasta que yo se la ofrecí: “Mire, esta vaca tiene tan buenas
condiciones que valdría la pena incluirla aquí en el centro genético
este.” (RISAS) Porque es una vaquita, hija de una vaca nacida
aquí, que da 15 litros, y ahí tienen vacas de 30 y de 35 litros.
Nosotros lo que tenemos es que recoger a todos esos
fenómenos y juntarlos y seguirlos desarrollando; nosotros tenemos que ir a
buscar un promedio de producción mayor cada año por vaca, desde luego, es un
capital lo que vale una vaca que da 30 litros de leche; pero si además los
diera sin consumir pienso, esa vaca vale, lo de vaca en oro, como si fuera de
oro.
Y esos son los problemas a resolver. Ahora bien: aquí se discute el problema de la
alimentación del ganado, que es uno de los problemas que se está luchando por
resolver, y el problema de la selección del ganado, la mejora del ganado; y los
podemos resolver, todos los problemas que se refieren a la alimentación. Pero si abandonamos el problema de la mejora,
estaremos igual. Y sobre eso tenemos por
delante la necesidad de hacer un estudio.
Pronto los compañeros que más conocen sobre cuestiones de ganadería
volverán a discutir, para saber hacia qué dirigimos nuestra masa ganadera.
Yo recuerdo que hace un año y medio, yo tenía algunas
dudas sobre eso, y hasta creía en la conveniencia de que se hiciera, parte de
ganado especializado en leche, y parte especializado en carne. Y pensaba que en el problema de la carne
había que hacer un poco más de mercado para la carne que para la leche, y en
todos esos problemas estábamos pensando; y hoy que tenemos una perspectiva más
clara sobre los problemas de mercado, tendremos que empezar a analizar otros
factores como es el de productividad por unidad de tierra. Entonces nosotros tendremos que considerar
cuánto nos produce más una caballería de tierra destinada a producir leche,
como producto principal, y la carne como subproducto, y cuánto nos produce esa
caballería en Turiguanó a base de toros puros de raza de carne.
Y señores, mientras más ahondamos nosotros y, mientras
incluso, más ahondamos en lo que han hecho otros países —y yo ando ahora
revisando un poco de cuestiones de ganadería (RISAS), me he conseguido unos
cuantos libros, cosa que les recomiendo también a ustedes, puesto que la
ignorancia es uno de nuestros más terribles enemigos—, nos damos cuenta de que
fueron hacia la leche. ¿Por qué? Porque los que se dedicaron a carne eran los
que tenían enormes extensiones de pasto, cientos de miles de caballerías de
tierra donde podían tener rebaños enormes, Uruguay, Argentina, Nueva Zelandia,
Australia, no había quien ordeñara todos aquellos rebaños, imposible. Y se producía la carne barata en praderas de
pasto. Pero todo país que tuvo un
problema de límite de territorio, y problema de población, ninguno se dedicó a
producir un ganado de carne, se dedicaron a producir un ganado de leche. Y nosotros tenemos un límite de territorio y
una población que crece, no tenemos las enormes Pampas donde pudiéramos
producir una carne muy barata, y nuestras mejores tierras tenemos que
dedicarlas a nuestro producto fundamental que es la caña; no tenemos enormes
zonas donde sembrar forraje, para convertirnos en unos competidores de
Argentina en carne; ¿cómo vamos a competir con los argentinos en producción de
carne?, se hace difícil.
Y no tenemos esas condiciones naturales, y eso es lo
que a mi entender, aunque esto está pendiente de analizar profundamente, y
entre distintos organismos, incluyendo los organismos de Comercio Exterior, nos
indica a nosotros que debemos dedicarnos a la leche, como producción principal
y a la carne como un subproducto. No
quiere decir que no produzcamos carne, no, sino que en vez de tener un ganado
de carne puro, ganado de leche y carne, tengamos una ganadería de leche, al
cual le saquemos un ternero de carne.
Y los compañeros me han hablado de toros Holstein de
18 meses con 1 100 libras. Pero lo
importante es esto: ¿Qué ventajas tiene
el poseer una masa ganadera de leche, que una vez que ya tiene estabilizada esa
masa, 2 millones, 3 millones de vacas, dedique una parte a la reproducción de
pie de cría fino y el resto de la masa lo cruza con un Aberdeen Angus, Red
Polled, un Santa Gertrudis, un Cebú, lo que quiera, que hay que probarlo, y
ellos van ahora a hacer ese experimento:
van a cruzar el Holstein con Cebú, con Aberdeen, con las razas de carne,
para lo cual van a tener pie de cría; y entonces ya esa vaca Holstein, que
produce quizás 20 litros de leche, le pare un ternero 50% Aberdeen Angus, o Red
Polled, o Santa Gertrudis, que ya es un animal de carne. Y en nueve meses esa vaca nos da un ternero
de carne, lo que es muy difícil es que una vaca de carne nos dé a los nueve meses
una vaca lechera, ¿comprenden?; porque conviertan ese Cebú que tenemos que
convertirlo en lechera, y tenemos que empezar por cruzarlo con un Holstein, con
un Brown Swiss, y entonces esperar que nazca el ternero, y después que tenga
dos años y medio, por lo menos, que salga cargada y que para esa hija de esa
vaca Cebú, se tardan cuatro o cinco años.
Es decir que usted tiene un híbrido que lo pone a producir en cinco
años, entonces tiene una vaca Holstein que le saca un ternero híbrido a los
nueve meses, que al cabo de otros 12 ó 14 meses está en el mercado.
Es decir que aun teniendo una masa lechera, si tenemos
2 millones de vacas, decimos:
500 000 para producir reemplazo.
Y claro, esas 500 000 que una
parte parirá hembra y otra macho, a esos machos los cebamos también porque aquí
no se puede nunca más volver a asesinar un ternero, señores, porque matar un
ternero es cometer un asesinato, realmente, un asesinato económico. Engordamos ese ternero, a las otras, al
millón y medio si las tenemos por inseminación, o como sea, nos da un híbrido
de un animal de carne que vamos a probar cuál es el mejor; de ese experimento
vamos a saber cuál es el mejor cruce con el Holstein. Y ya sabemos que la Holstein está en primer
lugar en leche, a pesar de que hay simpatizantes como en todo, como los hay en
la pelota también; pero los datos estadísticos mundiales y de todo tipo están
ahí. Y hay que ir siempre a los datos
estadísticos, señores, porque a veces hasta miramos las cosas con prejuicios. Aquí se hicieron barbaridades tales, como
convertir una lechería Brown Swiss en Cebú, en vez de ir a convertir el Cebú en
Brown Swiss, allá en San Francisco fueron a convertir el Brown Swiss en Cebú,
es decir, que cruzaron el Brown Swiss con Cebú.
Aquí lo que hay es que cruzar el Cebú con Brown Swiss para mejorar el
Cebú.
Entonces nosotros tenemos una enorme masa ganadera por
ahí, que ni se ordeña. Y ese lujo, ¿por
qué?, ¿por qué vamos a tener en este país una sola vaca que no se ordeñe?, ¿por
qué? ¿Somos millonarios o qué
ocurre? ¿Sobra la leche y la mantequilla,
y el queso?.. ¿Y cómo aquí no se puede
comprar una libra de queso, ni una libra de mantequilla, ni muchas veces uno se
puede tomar un buen helado hecho de crema?
Que todo el mundo quiere porque el fenómeno universal es “todo el mundo
quiere”, pero no es universal el fenómeno de que todo el mundo quiera dar de sí
lo que puede; y dondequiera se encuentra la gente pidiendo, y no se encuentra
en todas partes la gente dando, ¿comprenden?
( APLAUSOS.)
Entonces, el día que logremos emparejar la conciencia
de dar y de producir, al nivel que cada conciencia ha de exigir, habremos
resuelto todos los problemas.
Pero nosotros, que no encontramos esas cosas por
ninguna parte —excepto la que llegue
por el racionamiento—, ¿por qué debemos permitir el lujo de tener una sola vaca
sin ordeñar? Pero, claro está, nos dicen: “Es que esa vaca no
da ni dos litros”; y, efectivamente, si van a amarrar una Cebú y la van a
amansar para que la Cebú dé dos litros de leche, se encuentran con ese
problema. Entonces, ¿por qué tenemos que
tener una Cebú, excepto que no sea en un pie de cría o en un lugar donde no
pueda resistir otra raza de animales?
Nosotros tenemos que discutir hacia dónde va nuestra
masa ganadera; es una discusión de nivel técnico y económico que tenemos que
sostener, pero una vez que lo hemos decidido, diremos: “Por aquí”, y por ahí debe ir todo el
mundo, entonces se hará la cartilla de la genética o del mejoramiento de la
raza, pero tendrán pie de cría, si se decide que sea de leche, pues existirán los
pie de cría, de las razas puras, y la conversión hacia ganado de leche.
En cierto sentido, en el plan lechero de la Sierra
Maestra —al sur de la Sierra Maestra, para abastecer a Santiago—, se han
enviado unos 400 toretes, así que ese experimento, antes de que este problema
se planteara se empezó ya casi a realizar.
Hay que ver los cruces, cuáles son los mejores; pero no solo tenemos que
tener en cuenta eso, sino qué ganado tenemos también de base aquí para hacerlo,
en Brown Swiss tenemos desgraciadamente, muy poco. Sin embargo, alguna región debemos dedicarla
a Brown Swiss y concentrarla allí. A mí
me parece que una de esas regiones puede ser la del Cauto, la zona del Cauto,
porque allí ya tienen cierta base de Brown Swiss.
¡Señores, pero que aquella agrupación, que tiene 12
000 caballerías de tierra, solo esté en este momento recogiendo 25 000 litros
de leche, para una industria que allí tiene capacidad para 180 000 litros! ¡Así no resolvemos los problemas! Claro, en esas condiciones, eso es lo que
había, eso es lo que había. Pero tenemos
que saber qué debemos hacer. Y aquí
tenemos que llegar al nivel de planificación, que cada unidad sepa lo que va a
hacer, cada agrupación sepa lo que va a hacer; incluso, saber que los recursos,
en lo adelante, no se van a distribuir equitativamente, y que habrá
agrupaciones que habrá que decirle: “Quieto en base, con lo que tiene vaya
haciendo esto y lo otro, porque los tractores van para tales tierras de
regadío, para tales regiones.” Porque
hay que ir al desarrollo por regiones, donde sean mejores las condiciones
naturales.
Y en el futuro no se puede distribuir un solo tractor
que no esté regido por el imperio de la ley de la racionalización allí donde va
a producir más. Porque ya no es: “Manda un tractor
para acá, porque tengo gente sin trabajo”, ya no es ese el problema.
Y cada tractor debe ir, y los recursos deben ir al
desarrollo por regiones. Si determinadas
regiones son de magníficas condiciones naturales, para qué demonios vamos a
estar arando, desmontar tierras que no sean de regadío hoy, cuando hay tierras
de regadío no desmontadas, es incorrecto.
Romper tierras, ¿cuál?, la de regadío —¡primero
que nada, primero que nada!—; claro, habrá excepciones, porque habrá una meta
de algo, alguna cosa que cumplir, eso no se puede hacer de un día para otro
tampoco. Pero en el futuro, toda la
política de planificación agrícola deberemos hacerla sobre la base de la
utilización racional de los recursos. A
romper tierras, ¿dónde?, a concentrar los equipos, ¿dónde?, a concentrar las
inversiones, ¿dónde? Y si alguien está
en una zona que la tierra es muy pobre y no hay posibilidad de regadío, allí
tiene que producir algo, lo que tiene y más de lo que tiene, incluso; pero no
podrá aspirar a que allí se hagan grandes inversiones. Porque las inversiones que se hicieron,
incluso, en otro tiempo, por razones políticas y sociales, ya cada vez se
justifican menos; ya no existen esos problemas sociales.
Y entonces, habrá que ir a base de las agrupaciones, de
acuerdo con la línea que está siguiendo y los estudios que están haciendo en el
INRA. Ahora, en ese momento nos
libraremos de uno de los males de atrás, originados en el proceso, y que dio
lugar a crear aquí agrupaciones de un tipo, agrupaciones de otro, finca
administrada, finca intervenida, finca de otro tipo, y esa es la locura, y una
de las razones por las cuales mucha gente no puede resolver su problema porque
el vecino no le ayuda, y porque no hay una autoridad inmediata superior que
distribuya la fuerza de trabajo. Y así
pasa, que a lo mejor sea muy urgente limpiar la caña en un lugar y haya un
vecino haciendo una cosa que puede hacer un poco más tarde —esté chapeando un
potrero—, y eso, acompañado del problema de las normas, que habrá que establecer
estrictamente, al pago de determinados salarios, según el trabajo que se esté
haciendo, irá a ir a encontrar una solución a la agricultura, a la que nosotros
debemos aspirar como base de nuestro desarrollo económico.
Una situación, que ha ido mejorando, pero que debe
empezar a mejorar ya, no gradualmente, sino prácticamente, por salto; ¡hay que
lograr un salto de calidad en la agricultura, para que la agricultura no sea un
sector de la producción que no aporte a la economía, que incluso le esté costando
a la economía, y se convierta la agricultura en un sector de la economía
nacional que aporte al país! Hoy la
agricultura le cuesta decenas de millones de pesos al país y la agricultura
debe aportar rentas por cientos de millones de pesos, por cientos de millones;
y claro, para lograr eso hay que cumplir todos los requisitos económicos y
técnicos de la organización de la producción y la planificación de la
producción.
Porque si en la agrupación básica del Cauto se
produjeran por unidad de tierras valores en bruto de 6 000 millones, 6 000
pesos por caballería, la producción sería entre 70 y 80 millones de pesos. Y hoy la producción no llega a 15 millones de
pesos allí. Hoy la producción por unidad
allí es escasamente de 1 000 pesos por caballería, pero allí no se pueden estar
cebando toros para que vengan para La Habana.
Efectivamente, son tierras magníficas en las cuales se
pueden desarrollar equis planes, allí hay que racionalizar los cultivos todos y
hacer un plan para toda esa agrupación, o para toda esa región. Diecisiete mil trabajadores podían producir
allí —y es una meta que tenemos que proponernos—, valores, producción en bruto
de 80 millones de pesos, por lo menos.
Cuando sea así y no sea una producción inferior a 15, entonces no se
perderán 3 millones, sino que ingresarán en el país 30 ó 40 millones de pesos
por año. Y nosotros tenemos la
aspiración de que al cabo de todo el esfuerzo que se va a hacer, que el país va
a hacer en la agricultura, la agricultura llegue un momento en que esté aportando
cientos de millones de pesos a la economía nacional. Esto aparte de resolvernos todas las
necesidades de consumo que puede resolver, tanto de la población como
industrial.
Y a esa agricultura tenemos que ir; a la superación de
todos los problemas. Es natural que el
dividir un montón de agrupaciones, un montón de autoridades, un montón de
administraciones, resulte más difícil resolver los problemas. Que tengamos unidades gigantescas como
de 1 000 caballerías, administradas
por un individuo, ¡hace falta un genio para administrar 1 000 caballerías de
tierra! Y por eso tenemos que ir a
descubrir cuál es la cantidad máxima, y cómo tiene que estar organizada cada
unidad según se trate, de ganado, de arroz, de leche, de caña, de lo que sea,
cuál debe ser el promedio de extensión de cada unidad, y cómo tiene que estar
organizado, y cómo tiene que estar organizado el equipo, cómo tiene que estar
organizado a nivel de la agrupación, qué puede haber a nivel de la unidad,
incluso, su empleo de oficina; porque, señores, hasta en el campo se ha
introducido el fenómeno de la burocracia y de oficinistas en exceso, y yo sé de
trabajadores agrícolas que sin saber nada absolutamente de oficina, están en
una oficina, y ustedes deben saberlo más que yo, porque ustedes están por allá
(RISAS y APLAUSOS).
Nosotros sabemos las cosas que andan mal, es una
suerte empezar a saberlo; y nosotros sabemos que muchas cosas andan mal; pero
es una suerte saberlo. Como también
sabemos que muchas cosas más andaban mal, y ahora son menos las que andan mal
—en todo, hablo del conjunto, de toda la economía de todo el país—; muchas
andaban mal, ahora andan menos mal, pero no podemos tener tregua con las que
nos queden, porque son muchas y muy importantes. ¡Y muy importantes!
Ahora, esa pelea hay que ganarla. Y con toda la autoridad y toda la moral que
tiene la Revolución para librarla y ganarla.
¡La va a ganar!, porque tiene una tremenda fuerza (APLAUSOS), la batalla
contra los vicios que subsisten, que nos obstaculizan el desarrollo del país y
el futuro del país hay que ganarla, esas batallas hay que ganarlas.
Y el problema de la productividad del trabajo, la
disciplina en el trabajo, la organización del trabajo, son problemas a resolver
porque el individuo que pierde el tiempo, que no hace nada, le está robando al
pueblo. Y aquí hay que mirar más lejos
aún, preocuparnos cómo se impide que ni una sola fuerza de trabajo más del
campo emigre, cómo, incluso, podemos reintegrar alguna fuerza de trabajo al
campo, cómo, incluso la educación en el campo tenemos que hacerla para el campo
y solo, por excepción, a los genios los sacaremos del campo para que estudien
otras cosas que no tengan que ver con el campo, porque genio no podemos dejar
perder ninguno, aunque sea un genio no productivo de bienes materiales, que sea
genio para producir bienes espirituales, lo sacamos del campo, porque también
la sociedad necesita esos bienes espirituales.
Pero, ¿cómo preservamos la fuerza de trabajo en el campo, cómo sabemos
cuál es, cómo la organizamos, cómo logramos la disciplina en el trabajo y la
alta productividad en el trabajo, cómo racionalizamos el trabajo?
Y llegará el día en que se vaya unidad por unidad; no
solo una vez dictada la estructura, las normas, la cartilla, el catecismo de la
agricultura si ustedes quieren, sino que habrá que comprobar uno por uno a ver
qué hay aquí, el señor administrador quién es, qué hace, cómo se llama, qué
sabe, cómo trabaja, qué hace el lunes, el martes, el miércoles, el viernes, el
sábado y el domingo; a ver aquella oficina, cuántos hay en la oficina, qué
hacen en la oficina, qué equipo, cómo se utilizan, cuántas horas.
Entonces, cuando las cosas estén situadas de manera
racional y las unidades distribuidas racionalmente, la organización
funcionando, la comprobación, estoy seguro de que daremos un triple salto —no
un salto, sino un triple salto— de calidad.
Es muy difícil, porque el trabajo en la agricultura es
extraordinariamente difícil, pero afortunadamente la Revolución cuenta con
posibilidades que ninguna otra revolución contó, en recursos y en régimen de
propiedad de tierras. ¿Por qué? Porque disponemos de las mejores tierras del
país como propiedades de la nación y en condiciones de hacer una
racionalización en la producción agrícola como no se había hecho nunca antes en
ningún otro sitio:
tenemos esa ventaja.
La ventaja incluso de aplicarle la ley agraria a todos
aquellos propietarios medios que estén bobeando (APLAUSOS), es decir que estén
dejando crecer el marabú, que no carguen el ganado, que no cultiven las
tierras.
Si tenemos esas posibilidades, bien empleadas,
entonces daremos un gran salto. Ya
estamos en condiciones, porque todo este tiempo ha sido un tiempo de
experiencia, de información, de investigación, de reorganización, de estudio de
las organizaciones y de las formas definitivas y de conocimiento cabal de
nuestras realidades y, al fin, de una orientación, de una orientación acerca de
lo que debemos hacer. Todo esto, unido,
incluso a planes, a la técnica; los planes de regadío, las obras hidráulicas,
porque vamos al aprovechamiento hasta la última gota de agua. Vamos a empezar a construir obras hidráulicas
hasta el día en que aquí no se escape al mar una gota, el mar no podrá contar
con agua dulce que caiga aquí en tierra del país, porque tenemos que llegar al
día en que no perdamos una gota, señores, porque la diferencia es del ciento
por ciento entre tierra con riego y tierra sin riego; y en cuanto a seguridad,
la seguridad es total, total. Puede
venir un ciclón, algo de eso, pero vamos a planes serios, muy bien estudiados,
de tipo hidráulico y al estudio de todas las formas de conservar agua, desde la
laguna, la represa, el embalse, los depósitos de todo tipo, al estudio de todas
las posibilidades para hacer una agricultura a base de agua, y a la
técnica.
Conversaba con el compañero Severo que a nuestro
entender, con vista a lo que se va a hacer en la ganadería, tenemos que aplicar
algo que hicimos con el problema de las aves.
Cuando se empezó a hacer el plan avícola, se organizó una escuela, y ya
todos los muchachos que están en las primeras unidades salieron de la escuela,
y hay que ver cómo trabajan. Porque la
ignorancia —les decía— es nuestro principal enemigo; no somos capaces de
imaginarnos hasta dónde somos todos ignorantes, sin excepción, y lo peor es que
no lo sabemos. Hay compañeros que casi
se les empieza a hablar de una cosa y no están en plan de oír, están con lo
suyo y dan vuelta, son caprichosos en opiniones, no están basados en datos ni
en estadísticas ni fundamentados en nada.
Y todos tenemos que estudiar mucho, porque eso que yo hice de comprarme
unos cuantos libros de ganadería se lo recomiendo a todos ustedes; se lo
recomiendo porque es posible que muchos de ustedes no tengan ni un folleto de
ganadería; y no queda más remedio que, si no lo tienen, una de las cosas que
puede hacer el departamento agropecuario es conseguir un poco de libros que
sean útiles para todos ustedes, sobre todo los que se refieren a la
alimentación del ganado, porque nos abre perspectivas, abre perspectivas; como eso que se hizo hoy de llevarlos a
ustedes allí a donde se está haciendo el experimento, abre perspectivas.
Porque hasta cuando uno ve por primera vez una cerca
eléctrica, es cuando se da cuenta de la importancia de la cerca eléctrica;
cuando uno ve que para dividir una caballería en cuartones hay que gastarse
kilómetros y kilómetros de pelo de alambre y que usted con una sola cerca de
unos cuantos cientos de metros de un solo pelo de alambre puede manejar a su
antojo y distribuir la alimentación allí para el pastoreo intensivo, entonces
es cuando surge la idea de estudiar, incluso, qué posibilidades tenemos de
fabricar estas pilas aquí. También
cuando se va allí y se ve la máquina chapeadora, y después la máquina que va
trazando las líneas, la viradora de heno, y al lado de eso ve después los
tractores parados esperando que unos hombres anden allí con una trilladora
recogiendo a mano aquel heno y cargándolo para un bulto, es la mezcla de la
prehistoria con la edad moderna en la agricultura, porque a aquello allí le
falta el complemento de una máquina que empaque, y entonces tener los tractores
trabajando. Entonces es cuando se ve la
posibilidad y la necesidad de la industria mecánica, del desarrollo de la
industria mecánica, porque nosotros, no los equipos automotrices, pero una gran
cantidad de todos esos equipos tenemos que producirlos.
Si vamos al desarrollo en gran escala de la caña y del
ganado, entonces es necesario mecanizarse.
Entonces no habrá un tractor parado, no se necesitarán montones de
hombres para estar allí recogiendo aquello, y un hombre podrá hacer el trabajo
de muchos hombres. Cuando se va a un
sitio de esos surgen entonces las perspectivas, y así nosotros tenemos que
plantearnos el problema de la cerca de alambre.
¿Cómo lo resolvemos? Del uso del
alambre eléctrico. ¿Cómo resolvemos lo
de las pilas, cuántas vamos a necesitar para tantos miles?, y hacer un estudio
económico y técnico del problema.
Y, ayer mismo, se acordó designar una comisión para el
estudio del desarrollo de la mecánica.
Hay que conocer, ver y estudiar para que las perspectivas se abran; y
eso tenemos que hacerlo y, además, organizar la escuela. Se hizo con magnífico resultado el día que
nos propusimos hacer un plan serio en avicultura; si ahora la ganadería se va a
impulsar sobre bases técnicas, llevando hacia adelante todos los factores
relacionados con la alimentación, el mejoramiento y los métodos de explotación,
pues hay que formar cuadros.
De los 350 alumnos que están en la Escuela de
Auxiliares de Administración, se van a mandar al centro experimental del
central España 60, para que allí vayan aprendiendo sobre cosas, se especialicen
en cuestiones de ganadería, igual que se van a mandar 60 para la estación de la
caña. Pero no basta eso, porque esa es
una escuela más bien de cuadros de administración, ahora tenemos que hacer una
de cuadros técnicos, en cuestiones de ganadería, en lo que se refiere a la
alimentación y a la selección, al mejoramiento del ganado, a los métodos de
explotación, y pensábamos que esa escuela tenía que ser por lo menos de 1 000
alumnos.
Todo el plan ganadero, que todavía hay que elaborar,
porque se han discutido aquí aspectos que se refieren a la alimentación y a
otras cuestiones, pero tenemos todavía que decidir el problema de hacia dónde
vamos a llevar la masa ganadera.
Entonces hacer la elaboración del plan perspectivo de desarrollo de la
ganadería y empezar a trabajar en ese sentido con toda la fuerza, tanto en la
base —que es donde está la producción—, como en la técnica, como en los centros
genéticos y la escuela. Hacer una
escuela, por lo menos, que debemos hacerla de muchachos del campo, de granjas,
incluso de familias de pequeños agricultores que quieran dedicarse a eso; esos
muchachos dan muy buenos resultados.
Claro, si usted no los cuida, yo no sé si los podrán piratear, porque a
veces hay la piratería, la maldita piratería, que es otro de los males que hay
que erradicar aquí, que se prepara un muchacho en la escuela para algo y llega
otro y le ofrece un sueldo más alto y se lo lleva. Pasó con unos tripulantes de los dos barcos
pesqueros, les ofrecieron para otro barco con otro sueldo, el doble, y se los
llevaron y dejaron a dos barcos pesqueros sin tripulantes. Cosas de esas que pasan aquí.
Pero esos muchachos que estudiaron en la escuela
avícola han dado un magnífico resultado.
Entonces, los compañeros que están en todas esas cosas de la genética y
de los experimentos de investigación, los mejores cuadros técnicos que tenemos,
apoyan la escuela; incluso, organizan una clase cuando pueden, discuten sobre
los programas que debe tener la escuela, se está con los muchachos, se les
atiende, hay que prestarles a esas escuelas todo el interés. Son compañeros que hay que escogerlos de determinado
nivel, de determinadas edades, de manera que puedan estarse por lo menos un
año, el primer curso, y entonces allí se sacan ya algunos cuadros con una buena
disciplina, una buena conciencia del trabajo, con conocimiento, sin lo cual no
podemos ir haciendo el plan.
Acuérdense que muchos de los problemas que hemos
tenido en cerdos, en aves y en todo, se derivaban de que cualquiera que en su
vida había visto un pollo se ponía a criar el pollo; y que cualquiera que en su
vida había visto un cerdo de raza se ponía allí a criar el cerdo ese de raza y
hacía barbaridad y media. Eso ya no pasa
ahora con la avicultura, porque cada cosa debe ir acompañada de la preparación
técnica pertinente. Así, en muchos
lugares donde crían los cerdos y los cuidan bien, se multiplican bárbaramente;
y en otros lugares no se preocupan por eso y se mueren los cerdos. Y lo mismo pasa con todo.
Señores, mucha gente que no sabía absolutamente nada,
llenos de buena fe se pusieron a hacer cosas y a experimentar, experimentar no,
porque cuando se les ha dicho: Traten de experimentar de otra forma,
porque cuando se experimenta es cuando se experimenta en chiquito, en una
caballería; aquí hay gente que ha experimentado en 1 000 caballerías (RISAS),
como aquel que se puso a convertir el ganado Brown Swiss en Cebú, y destruyó
prácticamente la mejor lechería.
Hay gente que a todo nivel se ha puesto a meter las
ideas que sacó quién sabe de dónde. Y
eso ha pasado, que no saben, señores, que no saben. Hay mucha gente que no solo le faltan
conocimientos técnicos; le falta el más elemental sentido económico y le
importa un bledo lo que gasta, no calcula nunca ni lo que gasta ni calcula lo
que recoge. La plata le llega
cómodamente, tiene con qué pagarle a todo el mundo, nadie lo agita, nadie lo
asesina allí por no pagarlo. No se
preocupa cuánto produce y cuánto vende, y en muchos casos no tienen
perspectivas. Desgraciadamente eso pasó,
y tenemos que comprenderlo. Además no
podía ser de otra manera porque, en realidad, era el pueblo; la gente que no
había tenido oportunidad de ir a escuelas, ni de estudiar, lo que tuvieron fue
que ponerse a hacer muchas cosas. Pero
ya no estamos en ese caso; ya la época de las malacrianzas y los caprichos pasó,
hubo una época en que cada cual hizo lo que le dio la real gana, ya esa época
pasó, debemos saberlo. Y que había que
tolerarle a este por aquí, al otro por allá, a todo el mundo. Todos esos vicios han pasado. Y tenemos de todas maneras que hacer que
estos vicios pasen, porque, ¿cómo vamos a estar?, ¿viviendo en una perenne
escasez? ¡No!
Nosotros tenemos que demostrar de qué somos capaces
como pueblo, como nación. El cubano
tiene que demostrar de qué es capaz. Y
no vamos a dejar que el espíritu de los vagos y de los ignorantes sea el que
impere, el espíritu de los irresponsables sea el que impere, el espíritu de los
apáticos, de los indolentes y de los pesimistas sea el que impere, porque ese
espíritu no va a imperar aquí. Aquí
tiene que imperar el espíritu de la gente responsable, trabajadora que tiene
conciencia, que sabe lo que hace, que tiene disciplina, que sabe que hay que
aplicar la técnica. Y por eso, siempre
la escuela, la escuela junto con cualquier plan, paralelamente. Y eso lo hemos visto en muchas cosas, hemos
tenido experiencia de todo tipo con respecto a eso. Nosotros hemos tenido a veces que una
organización ha tenido que atender equis miles de estudiantes, pero que los
cuadros los saca de aquí y de allá, no tienen uniformidad de método. Y hemos visto, por ejemplo, ocurre que miles
de estudiantes son atendidos por una escuela, digamos.
Ustedes se van por Miramar, y se encontrarán que allí
hay como 10 000 campesinas, no las
oyen ni hablar. Si investigan lo que han
aprendido, se asombran. La disciplina
que tienen, se admiran. ¿Y quiénes las
organizaron y las han instruido?
Muchachitas de 15 y 16 años que están en una escuela.
Y lo que hace falta es llevar a la escuela, es decir
los métodos uniformes, los métodos de trabajo, el estilo de trabajo, a la
producción, de manera que en cada lugar no sea lo que se le ocurre a cada cual,
sino hombres que saben lo que tienen que hacer, que ya tienen un estilo de
trabajo, lo que le han inculcado, que tienen una mentalidad técnica, un sentido
de responsabilidad, de disciplina.
Y por eso debemos hacer una escuela para el desarrollo
del plan ganadero de por lo menos 1 000 alumnos, con cursos de por lo menos un
año. Bien organizada,
con el apoyo de los compañeros más experimentados en estas cuestiones
ganaderas. A esa escuela se le dota de
recursos, de equipos, para que no solamente tengan enseñanzas teóricas,
enseñanzas prácticas, que trabajen hoy, visiten un día una granja experimental,
otro día otra, un tipo de experimento aquí, otro allá, y vayan cumpliendo su
programa de manera que todas las unidades de producción de ganado vayan
recibiendo esos cuadros técnicos, que saben la política que tienen que
seguir. Y el día que se decida a qué va
la masa ganadera, se hará entonces aquí la cartilla y se enviará, y eso será lo
que todo el mundo tendrá que ponerse a hacer.
Y cuando a alguien se le diga: Usted cruza el Cebú ese con tal ganado
de tal raza, ¡lo cruza!, ¡lo cruza!
(APLAUSOS.)
Porque eso se decidirá sobre bases técnicas, sobre
bases económicas. Como toda decisión que
se tome, podrá tener “peros”, se le podrá poner “peros”, podrá entrañar algún
riesgo de error mayor o menor, pero una vez tomada la decisión, esa es la
decisión que se sigue.
Cuando aquí se diga: Hay que sembrar pangola, tantas y
tantas caballerías, se siembra la pangola.
Porque cuando se le diga ya, se le dirá: Hay para sembrar pangola en tales
extensiones con tales equipos, con tales recursos.
Aquí ocurre hoy que los cañeros no apoyan a los
ganaderos; los ganaderos no apoyan a los cañeros: los arroceros no apoyan ni a los
cañeros ni a los ganaderos, y así, porque todo el mundo aquí es una cosa
sectorial.
Cuando estén ustedes con la nueva organización que se
está estudiando, no habrá ni ganadero ni cañero, porque serán las agrupaciones,
que puede tener arroz, y puede tener caña y puede tener ganado, y estarán las
metas y las metas serán las que dirán lo que hay que hacer, y tendrán que
cumplirlas. La de caña y la de ganado, y
la de pangola y la de arroz y las metas que se les señalen.
Porque entonces habrá un responsable allí que no podrá
hacer cuentos de ninguna clase, porque al frente de cada una de esas
agrupaciones tendrá que haber un responsable principal, y tendrá que ser
escogido entre los mejores cuadros, y no habrá amistad que lo salve si no
trabaja bien (APLAUSOS).
Porque las normas y los números responderán por él, y
las cuentas responderán por él. Y desde
luego que yo estoy seguro de que hay muchos compañeros, muy valiosos y muy
competentes, con los que se puede contar para lograr eso, y entonces la fuerza
de trabajo se moverá, y los recursos y los equipos, hacia donde haga
falta.
Y habrá que ir llevando cada vez más y más cuadros
técnicos a la agricultura.
Desgraciadamente ahora es que empieza a hacerse un curso de nivelación
para estudiar agronomía en esta escuela de agronomía urbana de nuestra ciudad
de La Habana. Porque el invento más
absurdo que se pudo haber imaginado nunca, era una escuela en el medio de la
ciudad de La Habana. Esa es la agronomía
de antes, pero eso no corresponde a la agronomía de ahora.
Y claro, ahora empieza un curso de nivelación, porque
aquí había otra cosa, que ustedes habrán oído decir, que había como 4 000
aspirando a ingresar en la carrera diplomática, y menos de 100 que querían
estudiar ingeniería agronómica. ¿No
sabían eso? Bueno, pues les voy a decir
que muchos de esos 4 000 están en la agricultura. Algunos incluso de aquellos contadores que se
mandaron a los campos, y a otros de otras cosas; mucha gente de procedencia
agrícola, aspirando a ser embajador aquí, o cónsul o algo por el estilo
(RISAS). ¿Podíamos tolerar eso, muertos
de risa, tranquilamente? Y la gente: ¡Más carne, más
leche, más malanga, más vianda, más esto, más lo otro, más pollo! (APLAUSOS.)
Si nosotros nos desvelamos por cumplir, hay que
exigirles a los demás que se desvelen por cumplir también. Si nosotros vivimos en la obsesión de cumplir
el deber de satisfacer todas las necesidades, de mejorar las condiciones de
vida del pueblo, hay que exigir parejamente.
Y afortunadamente, hay conciencia en el pueblo, en el pueblo se han
producido saltos de calidad en la conciencia.
Y uno lo nota hablando con la gente.
Y ya todo el mundo está aprendiendo a ver en el vago al peor enemigo, en
el parásito al peor enemigo.
Y yo les digo que aquí no hay solo una conciencia
antimperialista y antiburguesa, hay incluso una conciencia antipequeñoburguesa
ya, que es más, porque ya un hombre sabe distinguir la ventaja entre el
privilegio de aquel que se para en la carretera y vende un pollo a tres pesos: ¡Bueno, ese pollo
más nunca llega a mí a tres pesos la libra!, ¿no? ¿Y quién se lo compra? Pues se lo compra aquel que es dueño de un
negocio de tal y más cual. O aquel que
tiene un camión y gana 40 pesos. Y la
realidad de la vida ha ido enseñando al pueblo a adquirir una conciencia,
incluso, antipequeñoburguesa.
Y entonces el trabajador, el hombre que recibe su
cuota de ingreso, se ve privado de todo aquello y comprende que la solución no
es pagarle más, porque cada día son menos los que dicen “páguenme más”, porque
cada día son más los que comprenden que el problema no es de papeles en la
calle y que hay que acabar con esa política inflacionaria.
Y no solo hay la ignorancia —les decía— de la cosa
económica, técnica, hay ignorancia de la cosa económica, hay mucha gente que no
le duele cuando va a gastar algo, señores...
Y ese es un problema aquí que va de los niveles más altos hasta los
niveles menores. ¡Está en todas las
escalas la despreocupación por el dinero!
¡Es espantosa!
¡Lo difícil que es aumentar la producción de bienes
materiales y lo fácil que es regar millones para la calle! Y por eso ustedes se encuentran ese problema
de que cualquier administrador mete 25 en una oficina... Y no todo el mundo hace lo que hace la empresa
del azúcar, que ha ido racionalizando, que ha ido amortizando plazas de acuerdo
con las organizaciones sindicales, porque había, incluso, muchos que antes
vivían en una provincia, trabajaban en la zafra en otra. Hoy ese hombre está haciendo un trabajo
productivo, manejando un camión, tiene un trabajo todo el año, aquella plaza se
amortiza. Hay una preocupación seria en
amortizar plazas, en elevar la productividad del trabajo y no elevar el fondo
salarial. No podemos estar elevando el
fondo salarial, lo que hay que elevar es la producción de bienes materiales,
porque toda otra cosa es una estafa económica.
Y el problema aquí es elevar la producción y no el
fondo salarial. Y hay empresas que
elevan sin control el fondo salarial, es otro problema al que tenemos que
enfrentarnos y establecer la cartilla también del administrador de cada
empresa, y los métodos para ingresar mano de obra nueva, y los métodos para
acabar con la piratería, porque aquí, incluso, hasta a los estudiantes de las
escuelas se los llevaban para la producción, ofreciéndoles sueldos y
ofreciéndoles cosas; y nosotros tenemos que saber enfrentarnos a esos problemas
en la construcción de la economía de nuestro país, porque desgraciadamente esos
problemas existen en amplia escala.
Y no le duele a la gente el dinero que gastan, y están
girando contra los bolsillos del pueblo; pagando en papeles, quitándoles a los
demás; cada peso que botan es un peso que le quitan a todo el pueblo. Y no hay conciencia de eso, y esa conciencia
hay que hacerla, pero de todas maneras hay que hacerla y se va a hacer, porque
es una necesidad vital de la Revolución.
Esos son los problemas que nos van quedando, que nos van quedando; son
menos que antes, pero quedan todavía muchos y muy importantes problemas.
Los problemas relacionados con las inversiones
también. Muchas veces se presentan
proyectos de inversiones, planes de inversiones sin proyectos, sin saber dónde
se va a ejecutar la inversión, sin saber el lugar exacto, lo que se va a hacer
con ella. Y eso no puede ser.
Entonces, en todos esos frentes tenemos que mejorar
nuestro trabajo: en
la planificación, en la organización de la producción. Y a la agricultura tenemos que dedicarle
atención preferente, atención preferente a la agricultura; se la tiene que
dedicar el Partido, el Gobierno; todas las organizaciones, sabiendo que en la
agricultura tenemos la base de nuestro desarrollo económico, y en la
agricultura tenemos que poner nuestro principal esfuerzo.
Se ha ido trabajando, se ha ido adquiriendo
experiencia, se han ido reuniendo una serie de cuadros que ya tienen
conocimientos, una serie de compañeros competentes han ido surgiendo por todas
partes, y creo que tenemos ya los elementos necesarios para proponernos hacer
este esfuerzo. Y al lado de eso,
concretamente en la ganadería, la formación de cuadros; la escuela, a ver si en
un periodo de 90 días nosotros hemos organizado un programa, localizado un
sitio, estudiado el problema de los maestros, estudiado la selección y los
requisitos que vamos a exigir al personal, para que ustedes vayan teniendo cada
vez un mayor número de cuadros técnicos.
Estos son los problemas, las ideas fundamentales que
les quería exponer aquí, y con la esperanza de que ustedes... A mí me decía Severo: Lo invito a la reunión esa de
ganadería; y le digo: “Mira, Severo, ¿tú
crees que vale la pena? No es por nada;
si yo me he cansado de hablar, chico, de decirle cosas a la gente y luego no se
hace nada; mucha gente oye las cosas por aquí, le entra por aquí y le sale por
acá.” Esa es la verdad, esa es la
verdad. Yo lo decía un poco así... no es que tuviera esa mala opinión de
ustedes, ni mucho menos. Yo le decía: “Bueno, yo voy, voy
a decir algunas cosas, pero, ¿prestarán atención, se preocuparán de eso,
comprenderán eso?” Ya no estamos en la
etapa aquella de palos de ciegos, ya no estamos en la etapa aquella de las
malacrianzas y de los caprichos, ya no estamos en la etapa de la anarquía, ya
no estamos con pantalones cortos en la Revolución. Porque aquí al principio de la Revolución
había tal cantidad de problemas y de malacrianzas, y de caprichos, y de
anarquías que eran terribles, y había que tener una paciencia tremenda.
Ya la Revolución va a cumplir su quinto año; ya a
estas horas no hay por qué tolerarle a nadie ni la malacrianza, ni el
infantilismo, ni la ignorancia, ni la irresponsabilidad, ni el no rendir cuenta
de lo que hace, ni el desbarajuste, ni el despilfarro. Ya no tenemos, la sociedad cubana, el pueblo
cubano, no tiene obligación ya a estas horas de tolerar ninguna de esas
cosas. Pero aquí muchos se han
arreglado, muchos; hay mucha gente que al principio eran unos locos consumados,
y son gente seria, que trabajan, que se puede contar con ellos. Ya ha pasado aquella etapa,
afortunadamente.
¡Oigame, y qué tiempos esos, los tiempos primeros, en
que la gente no sabe! Y lo peor es que
no es por malas intenciones. Aquel que
dijo que de buenas intenciones estaba empedrado el camino del infierno dijo una
gran verdad, porque de buenas intenciones puede empedrarse el camino del hambre
y de la ruina. Y no bastan las buenas
intenciones, señores, no bastan; hay que saber lo que hay que hacer; y cuando
se sabe lo que hay que hacer, hay que hacerlo de una manera consecuente. Claro está que hay que tener mucha
comprensión, paciencia, saber que hay dificultades, problemas, no desesperarse,
porque a veces la gente se desespera.
Tampoco querer hacer en un día lo que hace falta un mes, ni en un año lo
que hace falta tres; pero tampoco pensar hacer en 30 años lo que se puede hacer
en dos, saber encontrar ese tipo de hombre consciente, inteligente, que es la
síntesis entre el hombre que no se desespera y el hombre que, además, se apura
y que con un criterio inteligente va resolviendo todo y cuando no puede hacer
una cosa, no sabe hacer una cosa, la pregunta, y cuando no puede hacer algo
dice: no puedo hacerlo, mándenme a hacer
otra cosa.
Porque es que al país le conviene, es preferible un
hombre que no sabe hacer algo tenerlo haciendo otra cosa, hasta pagarle por no
hacer nada, antes que estar haciendo mal las cosas. No se obliga a nadie a ocupar un cargo; aquí
no existe el funcionario público obligatorio o el servicio público obligatorio,
no existe aquí. Nadie está obligado a
tener un cargo, ocupar una posición, ocupar nada, no se le obliga, no se le va
a maltratar si dice que no puede, que no sabe.
Luego, se le puede exigir a la gente que cumpla, y podemos, la
obligación nuestra es ver todos estos problemas, hacer lo que esté a nuestro
alcance por superarlos, mejorar las formas de organización, crear las formas de
organización, porque todavía estamos, incluso, en muchas cosas en una búsqueda
desesperada de formas de organización; en algunas cosas las hemos encontrado,
en otras no las hemos encontrado todavía, vamos tanteando, tanteando. Y hay cosas todavía que las vemos tan
enredadas que no las acabamos de entender.
A veces nos encontramos ciertas rigideces, ciertos
centralismos, ciertos enredos. A veces
nos encontramos organismos que decimos: ¿Qué papel juega este organismo aquí?,
metido en el medio incluso, mucha veces, entre la producción y el consumo; y
hay veces trabazones infernales, burocratismos infernales. Pero nosotros tenemos que seguir en la
búsqueda de las formas, de manera que nos permitan tener una gran organización
pero al mismo tiempo una organización idónea, eficaz, eficiente, adaptada a las
realidades de la vida. Porque, ¿qué
ocurre muchas veces? Que los que idean
algo no parten de las realidades, sino que parten de su imaginación, de su
mente, inventan algo y entonces quieren que la vida se ajuste a eso. Y en realidad, cuando se organiza, cuando se
idea algo, hay que meditar para que eso surja de las realidades de la vida y
darle forma de organización inteligente.
Y eso pasa.
Todavía nosotros, en muchas cosas, tenemos que
encontrar las formas mejores. Habrá
método que cambiar, organizaciones que cambiar, sistemas que cambiar, todavía
tendremos que hacerlo. Por eso no hay
que desesperarse, no hay que ser pesimista; por el contrario, hay que ser más
optimista, porque se empiezan a ver las cosas más claras que en ningún otro
momento. Y todas esas cosas de que aquí
hablaba el compañero Carlos Rafael, de problemas, de incompatibilidades; que unos
querían resolverlos por una vía, como cuando se planteaba la cuestión del
pienso; otros querían someterlo por otra vía, como cambiar de un departamento a
otro a los funcionarios. Esos problemas
se resolverán cuando se cree la nueva estructura, que tiene que ser una
estructura simple, sencilla, eficaz, que funcione; y sobre eso se va a trabajar
seriamente en las próximas semanas, para que cuanto antes esté esa
organización, que comprenda todos los niveles de organización hasta la unidad
de producción, las formas de trabajo.
y muchos de esos problemas entonces yo estoy seguro de
que no existirán, y las metas se cumplirán, y no habrá antagonismo entre caña y
ganado, y ganado, caña con el arroz y con el algodón, porque todas las cosas se
tendrán que hacer de una manera racional y partiendo de la base de lo que se
tiene, porque debemos hacer todo lo más que podamos hacer, no querer hacer más
de lo que podemos hacer, porque entonces es cuando vienen los errores; no
quedarnos nunca por debajo de lo que podemos hacer, pero tampoco trabajar con
ilusiones y creer que nos vamos por encima de lo que podemos hacer según
recursos, según posibilidades, no querer hacer en dos años lo que podemos hacer
en tres, o en cuatro lo que podemos hacer en cinco. Muchas veces hay esa desesperación; eso
enseguida, inmediatamente. Pero no puede
ser inmediatamente, no puede ser en un año, se puede esperar dos, se puede
esperar tres, lo que importa es que se haga, que se haga bien.
Y nosotros podemos tener enormes posibilidades. Baste decir que tenemos una masa ganadera de
cerca de 6 millones de cabezas, aunque desgraciadamente no sabemos con
exactitud cuántas son, que es una cosa que tenemos que acabar de saber con
exactitud, y de qué tipo son, y de qué edades son. Pero tenemos una gran masa ganadera; hay más
ganado vacuno en Cuba que en España, que tiene una población como de 30
millones de habitantes. Y cualquiera de
esos países europeos, como Holanda, ya les dije que tenía unos 3 millones, 3
millones y medio. En el año 1958, en una
estadística que se hizo, eran 2 millones y medio; eran 24 por cada 100, yo
calculaba unos 30 por cada 100 que puedan tener. Y vean todo lo que producen, y en esos países
no pueden meter 60 vacas por caballería, en ninguno de esos países se pueden meter
60 vacas por caballería; tienen inviernos fuertes, una parte del tiempo que no
pueden aprovechar los pastos; en muchos casos tienen menos lluvias que
nosotros. ¿Por qué nosotros no podemos
lograr esa producción? ¿Por qué
nosotros, con una masa ganadera que hoy es de seis y que puede llegar a ser en
el término de seis a ocho años, puede llegar a ser de 12 millones...? Doce millones que pueden ser de un ganado
mucho mejor en calidad del que tenemos ahora; si se ha demostrado que con una
caballería con regadío se pueden poner 60 animales, ¿por qué no vamos a aspirar
a tener una industria ganadera tan grande como la industria cañera, como sector
de la economía capaz de abastecer nuestras necesidades y de exportar grandes
cantidades de ese producto, en un mundo donde la demanda de alimentos crece,
donde las necesidades de alimentos crecen?
¿Por qué nosotros no hemos de aprovechar esta oportunidad? La oportunidad que ahora nos da una
Revolución donde los intereses antagónicos de clases han desaparecido, donde
todos los recursos de la nación se pueden manejar planificadamente, y se pueden
llevar en una dirección, donde podemos preparar todos los cuadros, todos los
técnicos que necesitamos.
Estamos en condiciones sociales superiores a
cualquiera de esos países capitalistas para lograr estas metas. ¿Por qué no las vamos a lograr, si vamos
haciendo la organización que se necesita para ello, creando la conciencia que
se necesita para ello, el sentido de la responsabilidad, el sentido de la
disciplina, y la técnica que se necesita para ello? ¿Podemos o no podemos? ¿Están o no están ustedes seguros de que
podemos? ¡Podemos! (EXCLAMACIONES y APLAUSOS.) Pues
entonces, lo vamos a hacer, ¡lo vamos a hacer!
(APLAUSOS.) Y lo vamos a hacer,
compañeros, porque sabemos que lo podemos hacer, y sabemos cómo podemos
hacerlo, compañeros (APLAUSOS), y vamos a tener todos los medios necesarios
para hacerlo.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)