Discurso pronunciado por el
Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del PURS y Primer Ministro del
Gobierno Revolucionario, ante los miembros del PURS de las provincias de Pinar
del Río, La Habana y Matanzas, efectuado en el teatro “Chaplin”, el 22 de
febrero de 1963.
(Departamento de Versiones Taquigráficas del
Gobierno Revolucionario)
Compañeros
del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (Aplausos):
Desde hace varios meses, compañeros,
habíamos tenido la idea de celebrar esta reunión. Iba a ser una reunión de masas con los
miembros de nuestro Partido. Por una
serie de circunstancias no pudo realizarse antes y, desde luego, en el
transcurso de estos meses fue creciendo la Organización, de manera que
prácticamente para la reunión que habíamos ideado de los militantes de las tres
provincias occidentales no era suficiente siquiera este teatro.
Al principio habíamos pensado en una
reunión más íntima, pero después surgió la idea de que fuera pública, que se
trasmitiese por radio y televisión; surgió el interés de los compañeros de la
Revolución, y se nos fue convirtiendo cada día en algo más solemne. Es decir, se ha convertido en un acto grande,
en un acto importante, y en un acto que ha tenido la virtualidad de despertar
el interés de todos los compañeros de la Revolución y el interés de todo el
pueblo.
Ha servido, ya desde su propia
convocatoria, para ir palpando el prestigio y la seriedad del trabajo que en
torno a la organización del Partido de vanguardia de nuestro pueblo se ha ido
despertando en la nación. Y para
nosotros es un motivo de aliento ver ese extraordinario interés, porque
contribuye a ir situando a nuestra organización en el papel y en el lugar que
debe ocupar dentro de la Revolución.
Todos nosotros debemos impregnarnos de la
convicción, de la conciencia de la tarea que tiene nuestro país por delante y
de nuestras obligaciones. Sabido es que
una revolución es, antes que nada, un proceso nada fácil; es un proceso
complejo, un proceso duro y un proceso difícil.
En los primeros meses de la Revolución
mucha gente sentía entusiasmo por la Revolución y, sin embargo, no sabía qué
era la Revolución. Cualquiera se llamaba revolucionario y, sin embargo,
cualquiera no es revolucionario. En
aquellos primeros tiempos observábamos un fenómeno que consistía precisamente
en una ola de gran entusiasmo y, sin embargo, poca solidez en la cultura
política de las masas.
Es solo en esas circunstancias en las que
cualquiera se puede hacer pasar por revolucionario. Los tiempos de hoy no son
aquellos tiempos. Cualquiera de ustedes comprende perfectamente que los tiempos
de hoy no son aquellos tiempos.
Nosotros nos sonreímos porque, en
realidad, muchas veces en aquellos idas, nosotros explicábamos ese fenómeno
propio de ciertas etapas de los procesos sociales y políticos, recordando cómo
en los primeros meses de la lucha, de la lucha por la conquista del poder,
había un número relativamente pequeño de luchadores y cómo, sin embargo, cuando
la Revolución había triunfado, entonces se veía una ola inmensa,
gigantesca. Desde luego, nosotros
siempre pensábamos: “Si los tiempos se
pusieran difíciles, si volvieran los idas de la lucha dura, muchos de los que
van en esa ola no se moverían al conjuro de la Revolución.”
Es decir, eran los tiempos del oportunismo;
pero nosotros sabemos cómo son las circunstancias, y cómo en unas
circunstancias difíciles hay menos; en unas circunstancias fáciles hay muchos.
Desde luego que todo proceso
revolucionario va ascendiendo escalonadamente, y el número de los combatientes
de experiencia, el número de los combatientes probados va creciendo de escalón
en escalón. Porque si bien puede decirse
que en las circunstancias difíciles en que hay que dar pruebas de espíritu
verdaderamente revolucionario, muchos se ponen en evidencia, también es cierto
que en esos momentos de lucha y momentos difíciles, es también la oportunidad
en que los que valen, los que tienen condiciones, también se dan a conocer.
Y lo que vale de nuestro pueblo, lo que
lucha de nuestro pueblo hoy, la parte del pueblo que participa de manera activa
en la lucha, y que en circunstancias difíciles lucharía, es infinitamente mayor
de la parte del pueblo que luchaba al principio; porque es, sencillamente, que
la Revolución ha ido engrosando sus filas de la masa del pueblo, y por eso
puede avanzar ya como una masa combatiente y depurada.
Lo que más ha depurado la Revolución, lo
que más ha depurado a las masas revolucionarias, son precisamente estos cuatro
años de Revolución. La lucha, la lucha
de clases, la profundización del proceso revolucionario, ha hecho que lo mejor
de nuestro pueblo se haya ido agrupando, se haya ido fortaleciendo, y todo lo
que no valía nada y pretendía figurar en las filas de la Revolución como
revolucionario ha ido abandonando la columna revolucionaria. Pero la columna revolucionaria es hoy ya una
aguerrida columna revolucionaria, una aguerrida fuerza revolucionaria donde,
como en la guerra, van quedando los más firmes.
Nosotros recordamos algunas etapas de la
lucha armada. Había ciertos instantes,
cuando obteníamos una victoria, cuando ocupábamos un cuartel, cuando
disponíamos” de un número grande de armas, mucha gente se enrolaba, aparecían
20, 30, 40. Al calor de la victoria se
entusiasmaban, pedían un fusil, se unían a nuestra columna; pero cuando venía
la persecución, cuando venían los días de caminatas largas, de hambre, de frío,
de lluvias, alguna de aquella gente empezaba a desertar con cualquier
pretexto. Había un pretexto muy simpático,
que yo no sé si el Che lo habrá contado en sus crónicas —que no he leído
todas—, pero que a fuer de hombre sincero podía haberlo incluido. Y era alguna
gente que cuando marchábamos por los firmes de las montañas en aquellos días
difíciles, pedían permiso un momentico, que tenían algunas necesidades; su
pelotón se paraba, se ponían a esperarlo, pasaban 10 minutos, pasaban 20
minutos, pasaba media hora, y el hombre no volvía. Por lo general, dejaban el fusil; a veces, a
veces había quienes se llevaban el fusil.
Esos eran los que más nos dolían.
Y no tenía nada de extraño que a la
vuelta de los meses, cuando la Revolución había avanzado y su fuerza se había
vuelto a hacer sentir, apareciera enrolada en alguna guerrillita por el llano,
o por cualquier zona donde ya no iban soldados, alguna de aquella gente que
desertaba en aquella etapa.
Dentro de la Revolución, cuando en los
primeros días comenzó a hacerse evidente la oposición de los sectores
reaccionarios del país, nosotros dijimos que la Revolución iba a disminuir en
extensión y a crecer en profundidad. Era
evidente y lógico que las medidas de beneficio popular que la Revolución
dictaba, afectando los intereses de minorías privilegiadas y explotadoras, iba
a desatar con toda su fuerza la lucha de clases, y la Revolución iba a comenzar
a decrecer en extensión, pero al mismo tiempo a crecer en profundidad.
Fue la lucha contra los monopolios, la
lucha contra los grandes propietarios de viviendas, los grandes propietarios de
fincas, los grandes importadores, y en fin todo aquel sector social que en
nuestro país constituía la clase explotadora, y que dominaba todos los medios
del poder antes del triunfo de la Revolución, que monopolizaba la cultura,
monopolizaba —prácticamente— la alta instrucción, que monopolizaba los medios
de divulgación de las ideas, todo aquel sector con que comenzó a chocar la
Revolución.
En aquel instante empezó la lucha, una
lucha que no ha terminado, y que pudiera decirse que está comenzando. Esta es una lucha larga, y esta va a ser una
lucha larga; esta es una lucha dura y difícil, y va a ser una lucha larga, dura
y difícil.
La Revolución cuenta, de antemano, con la
victoria. De eso no le puede caber duda
a nadie, pero nosotros debemos saber que esta es una lucha larga, dura y
difícil, porque esto es una Revolución (Aplausos).
Al principio no se habría podido decir
esto, porque habrían aparecido personas que dijeran: ¿Por qué va a ser una lucha larga, dura y
difícil, si ya se acabó la lucha, si ya fue derrocado Batista? Ni siquiera se imaginaban que entonces era cuando
la lucha empezaba.
Hoy sí se puede decir, hoy se puede
comprender, y es posible que entre las cosas, las ideas, los idealismos, los
subjetivismos que nosotros no hemos erradicado suficientemente, está este de
creerse que la Revolución es una tarea fácil.
Y por eso, lo primero que un militante revolucionario debe saber, debe
llevar bien aprendido es que la Revolución es una tarea difícil.
Y si cualquier revolución en cualquier
época de la historia podría calificarse como de una tarea difícil, la más
difícil de todas las revoluciones, puesto que es la más radical y la más
profunda en la historia de la humanidad, es la Revolución socialista
(Aplausos).
La Revolución socialista tiene alcances
mucho más amplios que ninguna de las revoluciones anteriores en la historia de
la humanidad, porque es precisamente con la Revolución socialista que las
clases sociales, la diferenciación entre explotadores y explotados desaparece
por primera vez desde que surgió también un día en la historia de la humanidad.
En las anteriores revoluciones, como
fueron las revoluciones burguesas, el dominio de determinadas clases fue
abolido para implantarse en su lugar el dominio de otras clases revolucionarias
en ese momento histórico, progresistas en ese momento histórico, que implantaron
un régimen social superior con respecto al régimen social anterior, pero
régimen social basado todavía, y fundamentalmente, en la explotación del hombre
por el hombre.
Primero fueron los regímenes esclavistas,
después los regímenes feudales, después los regímenes burgueses; cambiaba la
forma de explotación, cambiaba, incluso, el grado de la explotación, pero la
explotación se mantenía, y en formas siempre crueles; porque aun en los países
capitalistas más desarrollados, por el elevado desarrollo de la técnica y de la
industria que han alcanzado, aún en esos países siempre nos encontramos con el
hombre abandonado a su suerte, el hombre víctima de mil y una explotaciones, el
hombre sin trabajo, el hombre acorralado, porque es una lucha feroz, una competencia
feroz del hombre contra el hombre.
Y bajo el pretexto de la defensa del
individuo, lo que hacen es liquidar al individuo, acorralar al individuo y
abandonar a su suerte al individuo; el individuo despedido de la fábrica, el
individuo accidentado o enfermo, sin recursos, sin medios de subsistencia para
su familia, sin medios de subsistencia para atenderse, para satisfacer sus
necesidades más elementales. Porque aun
en esos países que han podido lograr una alta producción nacional, al lado del
millonario vemos al pordiosero, porque esa es esa sociedad.
Para comprender la sinrazón histórica, o
la condena de la historia a semejante sistema social, hay que empezar por
comprender y por conocer el punto de vista marxista, la afirmación marxista de
que al romper las cadenas del feudalismo, las fuerzas productivas se
desarrollaron de manera extraordinaria, hasta que en un momento dado de su
desarrollo comenzaron a chocar con el sistema social en el seno del cual se
habían desarrollado. Pero habiendo alcanzado
un alto grado de desarrollo, pudiendo producir elevadas cantidades de bienes
materiales, cuán absurda es una sociedad donde al lado del millonario aparece
el pordiosero. Es cuando se hace evidente la necesidad de cambiar ese orden
social, puesto que es un orden social inadecuado para el grado de desarrollo de
los medios de producción y de la técnica que el hombre ha creado.
Estados Unidos, que alardea
incesantemente de su capacidad de producción, es un ejemplo de cómo al lado de
los Rockefeller y los Morgan y los Ford, están los pordioseros que existen en
todas las ciudades de Estados Unidos, los barrios inhóspitos, las zonas de
hacinamiento; está el hecho real de que una gran parte, una parte considerable
de su capacidad de producción, está subutilizada, trabajando al 60%, al 65% de
su capacidad; está el hecho de que inviertan más de 50 000 millones de dólares
en armamentos, en gastos militares.
Solamente el hecho de que una sociedad
humana gaste anualmente en servicios militares recursos tales, que distribuidos
entre los pueblos subdesarrollados y pobres del mundo bastarían para llevar un
alivio infinito a sus necesidades; y comprender que esos gastos militares
tienen el único y exclusivo propósito de mantener la dominación sobre otros
pueblos, de subyugar y explotar el trabajo y las riquezas de otros pueblos,
bastaría comprender eso, y ser un ser consciente, para condenar a semejante
sociedad, condenarla desde el punto de vista moral, y comprender, desde el
punto de vista histórico y científico, que está llamada inevitablemente a
desaparecer (Aplausos).
En nuestro país, a pesar de ser un país
subdesarrollado, había fábricas subutilizadas.
Y todos los aquí presentes, cualquiera de los aquí presentes, que son
obreros, saben que si hoy hay alguna fábrica subutilizada es única y
exclusivamente cuando falta la materia prima, cuando por motivo de las
dificultades que nos crea el bloqueo económico del imperialismo yanki, no
podemos obtener esas materias primas.
Porque desde el momento en que los medios
fundamentales de producción pasan al pueblo y desaparece semejante sistema de
explotación, entonces no se produce para el mercado, se produce para las
necesidades. Y las necesidades estaban
presentes en todas partes. Lo que más
abundaba en nuestro país, como país subdesarrollado, era la necesidad,
necesidad de todo: necesidad de empleos,
en primer lugar; necesidad de escuelas, necesidad de hospitales, necesidad de
casas; necesidades materiales y culturales de todo tipo.
Al capitalista no le importaba resolver
ninguna de esas necesidades; al capitalista le importaba ganar dinero. Al Estado socialista le importa satisfacer
necesidades. El capitalista no tiene
alma, no tiene entrañas; cuando imagina y organiza un negocio, lo hace para su
único y exclusivo provecho, para él y para su clase.
Claro está que la clase explotadora no
carecía de nada; para ellos no había necesidades. Necesidades había para las masas.
¿A qué capitalista le faltaba un
magnífico hospital? ¿A qué capitalista le faltaba un brillante médico? ¿A qué
capitalista le faltaban los mejores recursos de la medicina cuando se
enfermaba? ¿Y a qué hijo de capitalista le faltaba una magnífica escuela, una
magnífica casa, una magnífica playa y una abundante cuenta en el banco para
comprar de todo, desde Cadillacs hasta joyas?
A la hora de gastar 5 000 dólares en un Cadillac, a la hora de gastar
las divisas en un Cadillac, él no pensaba, ni le interesaba pensar, que en
algún lugar de tierra adentro los campos estuviesen cubiertos de marabú y los
brazos cruzados; a él no podía importarle un barrio de indigentes.
Para ellos las necesidades no existían;
las necesidades existían para las masas.
¿A qué hospitales iban las masas? Porque
se vivía en una sociedad tan inhumana que hasta para ir a un hospital había que
llevar una recomendación de un político. Y en los pocos y mal atendidos
hospitales se almacenaban los enfermos, y muchas veces dormían en el suelo.
La Revolución llega al poder en un país
subdesarrollado, que era paraíso de una minoría de explotadores e infierno de
las grandes mayorías de las masas. Ese
fue el estado de cosas. Y la Revolución
expropió a los del paraíso, liquidó los privilegios de aquellos señores para
aliviar las necesidades de los explotados.
Eso, desde luego, puede ser fácil
decirlo, lo difícil es hacerlo, porque para hacerlo hay que enfrentarse a la
internacional de los explotadores; hacerlo en un país pequeño como este, que
era casi propiedad del más poderoso bastión de la reacción en el mundo, no era
fácil. Y, sin embargo, lo estamos
haciendo (Aplausos).
¿Podían satisfacerse las necesidades de
las masas por el solo hecho de expropiar a los explotadores? ¡No!
Expropiar o confiscar a los explotadores, era simplemente el comienzo. La falta de bienes materiales suficientes
para satisfacer las necesidades de las grandes masas tiene su causa fundamental
en la falta de técnica y de los medios de producción necesarios, en lo que se
llama el subdesarrollo económico.
Antes, a pesar de ser un país
subdesarrollado, una minoría vivía muy bien, muy bien, porque había toda una
mayoría trabajando para ellos; con los medios de producción con que contamos,
con que contaba ese país subdesarrollado, no era posible satisfacer las
necesidades de esa mayoría. Esto independientemente de otros factores.
Nosotros sabemos cuál es uno de los
factores que más dificultan, que más entorpecen, que más sacrifican a nuestro
pueblo, y es la enemistad, la hostilidad y la agresión del más poderoso bastión
de la reacción mundial. Pero aun sin eso, nuestro pueblo necesitaba de medios
de producción y de técnica.
Cualquiera que ha leído los periódicos, y
ha visto que una máquina de cortar caña realiza el trabajo de 30 hombres,
quiere decir que una máquina de cortar caña multiplica por 30 la productividad
de un hombre; como una máquina de hacer tabacos multiplica la productividad de
un tabaquero; como una máquina agrícola, un tractor, multiplica la
productividad de un obrero, de un agricultor.
Y por eso, nuestro país tenía que emprender el camino del desarrollo
económico, es decir, del desarrollo de una industria, de los medios y de la
técnica de producción.
Lo que un revolucionario no debe nunca
olvidar, es que solo el trabajo, y el trabajo con los medios adecuados y la
técnica adecuada, es lo único que puede crear los bienes materiales que el
hombre necesita. Ese principio económico fundamental es base de la sociedad
humana. Eso nunca debe olvidarlo un revolucionario.
El enemigo hace una propaganda, una
propaganda realmente cínica. Nosotros constantemente vemos cómo el imperialismo
basa su propaganda contra la Revolución Cubana en la idea de las
dificultades por que atraviesa la
Revolución. Y ahora mismo, en estos días, en que han recibido con todos los
honores a ese gran traidor que tiraniza al pueblo hermano de Venezuela
(Abucheos), socio de títeres colonialistas como Muñoz Marín (Abucheos), y que
pretenden presentar como ejemplos de gobernantes, porque han entregado hasta su
alma a los monopolios yankis, es frecuente oír los argumentos imperialistas diciendo
que ya la Revolución Cubana no puede ser
atractivo, por los problemas económicos que atraviesa, por el hambre que hay.
Digo que el argumento es cínico, porque eso
equivale a lo siguiente: invertir todo el poderío, toda la hostilidad y toda la
influencia en bloquear a un pequeño país subdesarrollado, y después decir: “Vean, tienen dificultades.”
Precisamente el mérito de esta
Revolución, que los pueblos de América están observando, es que a pesar de eso
la Revolución se mantiene y sigue adelante (Aplausos).
¿Qué derecho tienen los imperialistas de
enjuiciar nuestras dificultades, si ellos son los causantes con sus hechos y
han empleado todo su poderío en crearnos dificultades? Pero lo hacen tan tranquilamente y utilizan
ese razonamiento tramposo, como es el pretender ignorar que esta Revolución se
lleva adelante a pesar de los extraordinarios esfuerzos que han hecho por
ahogarla en hambre, o ahogarla en sangre (Aplausos).
Y, sin embargo, donde hay hambre, donde
hay espantosa miseria, incultura, desatención, es en numerosas regiones de
América, que no podrán remediar los explotadores imperialistas. Mas nosotros
podríamos hacerles una pregunta a los gobernantes yankis, a los senadores
yankis: Si Cuba no puede ser atractivo, si el ejemplo de Cuba no puede ser
atractivo, ¿por qué se preocupan tanto por Cuba? (Aplausos) Si el ejemplo de Cuba no es atractivo, ¿por
qué le tienen tanto miedo a Cuba? (Aplausos)
Si el ejemplo de Cuba no fuera atractivo, ¿por qué esa histeria desatada
en el Senado y en la prensa yanki, por qué esa gritería descomunal acerca del
peligro de subversión que dicen representa Cuba? ¿Por qué tanto miedo? ¿Es que no basta mirar
el mapa de este hemisferio para ver el tamaño de Cuba, la geografía de Cuba,
isla pequeñita, territorio minúsculo, en medio de un inmenso continente, en una
de cuyas partes se asienta el más poderoso país capitalista? ¿Por qué les
atemoriza tanto Cuba?
Dicen que nosotros promovemos la
subversión y se asustan. Pero, ¿cómo podríamos nosotros promover la subversión
y desarrollar revoluciones, si está probado que la subversión no puede
triunfar? Porque los imperialistas y los reaccionarios de América lo que han
estado empleando contra nosotros durante cuatro años es subversión. Y sin
embargo, no tenemos miedo; sin embargo,
no nos asusta. ¡Los hemos aplastado y
los aplastaremos cien veces! (Aplausos.)
Y, entonces, ¿cómo es posible que cuando
el estado poderoso aplica la subversión contra el país pequeño, y las
oligarquías reaccionarias de América aplican la subversión y fracasan... ¿Por
qué le tienen tanto miedo a la subversión entonces, si según su experiencia la
subversión es inútil?
Es natural que los imperialistas estén
usando ahora estos argumentos contra Cuba.
Pero, al parecer, lo que dicen es lo que piensan: ¡Contra una
revolución, la subversión fracasa!
¡Contra la explotación, la subversión —que ya no sería subversión sino
revolución— triunfa! (Aplausos.)
Nosotros, desde luego, no practicamos la
subversión ni exportamos revoluciones.
Entre otras cosas, pueden tomarse lujo de ese tipo los imperialistas;
los imperialistas tienen infinitos recursos.
Solo en la expedición de Girón se gastaron como 40 millones de dólares,
más los que tuvieron que gastarse después en indemnización (Aplausos).
¿Podríamos gastarnos nosotros 40 millones
de dólares en organizar una expedición contra un gobierno reaccionario? No.
Pero lo curioso de todo es ver cómo tan tranquilamente hacen esas
acusaciones contra nosotros, cuando son ellos los que han estado haciendo
eso. Y en una sola de las acciones
contra nosotros se gastaron 40 millones.
Y, además, porque no solo es una cuestión
de principios, sino, además, una cuestión innecesaria. Porque el virus de la revolución no se
transporta en submarino ni en barcos. Son
las ondas etéreas de las ideas las que transportan el virus revolucionario
(Aplausos), y prosperan allí donde hay caldo de cultivo abundante. ¡Y en América Latina hay abundante caldo de
cultivo revolucionario! (Aplausos.)
¿Qué es Cuba? Cuba es el ejemplo, Cuba es la idea. La fuerza de Cuba es la fuerza de sus ideas
revolucionarias, la fuerza de su ejemplo (Aplausos). Y, desde luego, ¿cómo se pueden aislar las
ideas?
Claro está que los imperialistas gastan
miles de millones en propaganda. Pero
es que el hambre, la explotación, la miseria, es un hecho tan real frente a las
mentiras de los imperialistas, que toda su propaganda no les valdrá de nada.
Así, los imperialistas han estado
escenificando en América Latina hechos bochornosos. Ejemplos:
las elecciones en Nicaragua con un solo candidato, las elecciones en
Paraguay con un solo candidato. Es la
democracia representativa del monocandidato (Risas).
¿Qué ejemplo, qué fuerza pueden tener
esas ideas ante un continente que sabe que al Somoza (padre) lo instalaron allí
los marinos yankis hace 30 años, que el Somoza (hijo) heredó la colonia de su
padre, y el secretario de los Somoza es el monocandidato del imperialismo? ¿A quién pueden conquistar con eso? Desde luego, ese heredero del Somoza (padre)
y que heredó la presidencia en el oprimido pueblo de Nicaragua cuando una mano
justiciera castigó al tirano, se tomó en días pasados —mientras se escenificaba
esa farsa— la libertad de hacer una declaración diciendo que se iba a dedicar a
organizar una expedición contra Cuba, siendo presidente de ese país.
Ellos pueden declarar esas cosas
tranquilamente, y el Departamento de Estado sonríe, los imperialistas yankis
sonríen, su prensa les dedica un editorial. ¡Ah, si Cuba declarara que se va a dedicar a organizar una expedición
contra cualquiera de esos tiranuelos, qué escandalera universal, qué
movilización de fuerzas, cuántas reuniones en la OEA y en el State Departament
y en el Pentágono! Es decir, ellos
pueden declarar esas cosas tranquilamente, mientras nos acusan a nosotros de
subvertir; ya no hablan ni de subversión, sino de expediciones.
¡No, señores imperialistas. Nosotros sabemos lo que somos y sabemos que
somos una idea y que tenemos la fuerza de una idea, idea que ustedes —señores
imperialistas— no podrán derrotar! (Aplausos).
Y nuestra columna marcha en esa ardorosa
lucha, nuestra columna marcha por los firmes de la historia. Es verdad que de esa columna, cuando vieron
que la lucha era dura, hubo unos cuantos que pidieron permiso. Pero esos, esos que pidieron permiso, son los
cobardes, los vendepatrias; esos no pueden marchar con la columna de su pueblo
y de su patria por los firmes de la historia, porque esos caminos solo los
pueden recorrer los que tienen condiciones, los que tienen calidad.
Y es precisamente la vanguardia de esa
columna lo que estamos organizando, y es precisamente la vanguardia de esa
columna la que se reúne aquí esta noche (Aplausos prolongados).
Y volviendo a recordar nuestra
experiencia de los años de lucha en las montañas, nosotros siempre nos
preocupábamos mucho por nuestra vanguardia, y la vanguardia de nuestra columna
tenía tareas muy especiales y muy importantes:
la primera unidad en chocar con el enemigo si se emboscaba en los
caminos, cuidar la ruta, montar guardia permanentemente. ¡Y así, en el pelotón de la vanguardia de
nuestra columna, estaba Camilo!
(Aplausos.)
Y eso es el Partido: la vanguardia. Y por eso nos esforzamos en que esa
vanguardia esté integrada por los mejores revolucionarios.
En una reunión como esta, compañeros, de
muchas cosas podría hablarse; son tantas y tantas las cuestiones de interés,
son tantos y tantos los frentes de lucha y es tan ardorosa esa lucha, que
muchos temas podrían ocupar nuestra atención, porque estamos en el fragor de la
lucha contra los imperialistas, estamos en lo profundo de esta histórica
batalla, de esta larga batalla.
Pero hay algunas cosas, cuestiones de
conceptos, que en la reunión de hoy es necesario aclarar, ciertas cuestiones
fundamentales de conceptos que es necesario exponer para la marcha del esfuerzo
de la organización de nuestro Partido.
Se ha marchado despacio, pero se ha ido
realizando un buen trabajo. Algunos se
impacientan, algunos se preguntan:
“¿Cuándo vamos a organizar el Partido aquí, allá?” Algunos dicen: “Si tuviéramos organizado el Partido
podríamos resolver aquí tales problemas en algunas instituciones, en algunos
frentes de trabajo.” ¡Y es verdad! Pero también es verdad que la cuestión
fundamental no es tener organizado el Partido, sino organizarlo bien,
¡organizarlo bien!
Nos hemos propuesto que la tarea de
organización se realice a cabalidad y se haga un trabajo de la mejor calidad.
Los días de la Crisis de Octubre, y los
problemas subsiguientes, en cierto sentido interrumpió este trabajo de
organización, lo retardó algo. Sin
embargo, ha marchado, ha marchado lento, pero seguro; despacio, pero bien. Hemos empezado por los centros de trabajo,
hemos empezado por las fábricas, por los centros proletarios. Ya se han ido realizando trabajos en otros
frentes. Pero prueba del trabajo
realizado, cuyos métodos ustedes los conocen, es que hay ya —en los núcleos
organizados de las provincias occidentales— 10 000 militantes aproximadamente
del Partido Unido de la Revolución Socialista (Aplausos).
En la provincia de Oriente ya se ha
extendido el esfuerzo de organización a otro sector: a las montañas. ¿Y qué método se ha empleado allí? ¿Qué método han empleado los compañeros de
Oriente?
En las montañas de Oriente la Revolución
tiene 30 000 milicianos organizados y entrenados (Aplausos), obreros agrícolas
y campesinos pobres fundamentalmente, de una composición social realmente
revolucionaria.
¿Cómo han organizado los compañeros de
Oriente el Partido en las montañas? Lo
han organizado en las compañías serranas. Como cada zona tiene su unidad
militar de milicianos, la base fundamental para organizar el Partido en las
montañas ha sido esas compañías, donde también en asambleas se ha discutido el
mérito y la calidad de los compañeros llamados a formar parte del Partido, con
excelentes resultados.
Hemos avanzado y, sin embargo, nos queda
un largo trecho. Tenemos que organizar el Partido en la administración, tenemos
que organizar el Partido en el campo, tenemos que organizar el Partido en los
barrios, y tenemos que organizar el Partido en nuestras Fuerzas Armadas
Revolucionarias (Aplausos).
Pero hemos comenzado bien: hemos ido a los centros proletarios, hemos
aplicado un método de masas, y hemos descubierto y reclutado para esa
vanguardia revolucionaria infinidad de valores, nuevos valores, porque en esa
vanguardia tiene que estar lo mejor de la patria, los hijos más abnegados,
firmes y valerosos de la patria (Aplausos).
Y aunque vayamos despacio, no importa, con tal de que apliquemos un
método correcto y con tal de que al final podamos decir que contamos con un
formidable Partido, un Partido que esté a la altura de la tarea histórica de
nuestro pueblo y de nuestra Revolución (Aplausos).
Y así llegaremos a todos los sectores. Y
cuando esté organizado, tendrá el apoyo de las masas, porque las masas sabrán
quiénes son los que integran su vanguardia.
Y detrás de esa vanguardia marchará el pueblo; y con esa vanguardia
organizada estaremos en mejores condiciones de librar nuestra batalla; y a esa
vanguardia hay que defenderla, no solo organizarla, sino defenderla.
En una serie de discursos, que han sido
recogidos por nuestra Comisión de Orientación Revolucionaria, hemos expuesto
una serie de ideas acerca del papel del Partido y, al mismo tiempo también,
todas las críticas que se hicieron oportunamente acerca de vicios, de métodos
erróneos. Pero siempre hay cosas
nuevas. Un vicio que fue necesario
combatir fue el vicio de llevarse los cuadros políticos y los cuadros de las
organizaciones de masas para la administración.
¿Había un buen dirigente sindical?
Pues bien, terminaba en un consolidado; ¿había un buen cuadro político?
Terminaba en una administración.
Resultado: la anemia progresiva
del aparato político y de las organizaciones de masas. La administración sin
duda que es muy importante, pero más importante que la administración es el
Partido (Aplausos).
Se planteó que el Partido desarrolla sus
cuadros y defiende sus cuadros, y la administración desarrolla sus cuadros,
ayudada por el Partido.
Estas cuestiones son fundamentales. Un buen cuadro político no se le debe quitar
al Partido; un buen cuadro de las organizaciones de masas no se les debe quitar
a las organizaciones de masas, porque si no, siempre tendremos débiles aparatos
con esa política. Esa podía llamarse la
política del “culto a la administración”.
Esto independientemente, compañeros, que
convertía al Partido en un trampolín y, por lo tanto, creábamos el caldo de
cultivo —repito la palabra— del oportunismo, puesto que si cada vez que se iba
a seleccionar un administrador, un trabajo mejor remunerado, tenía que salir de
allí del núcleo y este se convertía en el camino, íbamos a tener los
oportunistas a las puertas del núcleo, como un camino cómodo para mejorar.
¿Cómo nos libraremos de los
oportunistas? Cuando el núcleo entrañe,
al mismo tiempo que una gran responsabilidad y un gran honor, un puesto de
sacrificio (Aplausos).
En aquella ocasión nosotros planteamos
que la organización política se estaba convirtiendo en una especie de coyunda,
porque no era solo el trampolín para la administración sino, al mismo tiempo,
una intervención constante en la administración, una suplantación constante de
la administración.
El núcleo pretendía, o el secretario del
núcleo pretendía sustituir al administrador, sustituirlo no en el cargo sino
dictaminarle lo que tenía que hacer; y nosotros planteamos que la
administración era responsable y que para exigírsele responsabilidad debía
tener atribuciones. Eso era muy correcto.
¿Pero qué ocurrió? ¿Qué ha ocurrido en
este proceso, una vez que se aclaró ese problema y se aclaró de una manera
correcta, cuando se estableció cuáles eran las funciones del núcleo? Que algunas administraciones pretendieron
convertirse en coyundas del Partido. Es
decir, aplicarle al Partido métodos también equivocados. ¿Con malas
intenciones? No. ¿Por tener un mal
concepto de los núcleos? No. Lo curioso
es que era por todo lo contrario: por
tener un buen concepto de los núcleos.
Nuestras comisiones llegaban a un centro
de trabajo, organizaban un núcleo, y a los pocos días el administrador de la
empresa o del consolidado sacaba un obrero de aquel núcleo y lo mandaba de jefe
de una unidad, y le daba tal cargo; y empezaron a desbaratar núcleos. Entonces,
nosotros discutimos, y se estableció que los administradores no podían disponer
de un miembro del Partido de esa forma, ni para nombrarlo administrador ni para
trasladarlo, sin discutirlo con la seccional (Aplausos).
Es decir que en una ocasión fue necesario
defender la administración contra métodos erróneos, y ahora hay que defender al
Partido contra métodos erróneos de la administración. ¡Bonita cosa!, y además hecha con gran
cariño, y en virtud de ese gran cariño haciéndonos un gran daño. Por aquí tengo la lista —no la voy a leer
porque es muy larga— de administradores que se llevaron a los del núcleo; y
aquí estamos hablando para los administradores, no solo para los compañeros del
Partido, que los compañeros del núcleo no pueden ser ni ascendidos a otro
trabajo fuera de su centro, ni trasladados sin discutir con el Partido
(Aplausos).
De los administradores hay que
defenderse, incluso de los buenos administradores, a veces por ser, incluso,
demasiado buenos. Aquí hay que defender
a muchos frentes de trabajo de otros frentes de trabajo.
Quizás ustedes no se imaginen cuánta
lucha tenemos que librar. Aquí hay empresas que tratan de llevarse empleados de
otras empresas del Estado, del Estado socialista. Y se encuentran un buen técnico, un buen
contador, cualquier cosa, entonces le ofrecen un sueldo mejor. Eso se llama piratería de técnicos y de
obreros.
Hay empresas que practican esa piratería
—ese es uno de los problemas—, y no solo le piratean al Partido un militante, a
veces le piratean a otra empresa un técnico. ¿Qué otro acto de piratería
realizan algunas empresas? Uno que
realmente nos duele mucho, pero mucho: piratean estudiantes y quieren llevarse
a los estudiantes de una escuela técnica, o de una secundaria. La Revolución, por un lado, haciendo un
enorme esfuerzo en la educación para preparar técnicos, y un administrador que
se lleva un estudiante de una escuela tecnológica.
Hacemos una escuela de pescadores para
preparar a los futuros navegantes con una técnica mucho más moderna, los
futuros tripulantes de barcos que tendrán una capacidad de producción
incomparablemente mayor, y cuando se van de vacaciones hay administradores de
cooperativas pesqueras que contratan a algunos de esos estudiantes, por lo
general a los mejores. Pirateo de
estudiantes.
Todos estos actos de piratería dentro del
Estado socialista nos obligan a tomar medidas:
Tenemos que proteger a los estudiantes.
Se ha dado el caso de llegar una madre muy disgustada, muy triste,
porque a su hijo que estaba en una beca le han ofrecido un trabajo de ciento y
tantos pesos y se fue de la beca.
Estamos estudiando una ley para prohibir
la contratación de estudiantes (Aplausos), de estudiantes secundarios,
tecnológicos, incluso de primer y segundo años universitarios.
¿Qué descubrimos? De 500 estudiantes de primer año de
tecnología, 300 trabajando con un sueldo promedio de 180 pesos, porque algunas
empresas pagan, pagan duro. Y poner
limitaciones a la contratación cuando están en los demás años universitarios.
¿Qué hemos hecho ahora con los estudiantes
de medicina? Subsidiar a los que estaban trabajando para que pudieran disponer
de todo su tiempo para estudiar; y, por otro lado, nos llevan a los estudiantes
a trabajar.
Son una serie de cuestiones que tienen
que ver con la educación. Claro que estamos en una etapa de tránsito. En el futuro tendremos que complementar la
docencia con el trabajo, pero trabajo como parte de la docencia. Y entonces considerar los casos especiales en
que se le pueda presentar una verdadera necesidad a un joven de trabajar,
porque hay casos de compañeros que tienen el infortunio de perder el padre y se
tienen que responsabilizar con la familia; estudiar esos casos. ¿Que es un buen
estudiante, un estudiante que el país tiene interés en que se prepare? Ayudarlo de alguna manera y que siga
estudiando (Aplausos). ¿Que no es un estudiante muy destacado pero tiene
necesidad? Se le puede autorizar. Todas esas cosas organizadas.
Creo que era imprescindible ponerle el
Año de la Organización a este; no es porque no hayamos avanzado en
organización, sino porque tenemos muchas cosas que organizar: el problema de los empleos, del control de
los empleos. Tenemos dos males: uno, el
empleo por la libre; otro, las trabazones todavía, las imperfecciones de
nuestro aparato encargado de organizar el control de los empleos. Y estamos estudiando, precisamente, cómo
establecer un método flexible, práctico, que implique algún control y, al mismo
tiempo, no se convierta en un control excesivo. Un método flexible, pero se dan
todos esos casos.
Nosotros hemos discutido con los
compañeros jóvenes comunistas también un método, a nuestro entender
erróneo. En primer lugar, el número de
cuadros en la organización juvenil en la provincia de La Habana eran 600; los del
Partido doscientos y tantos. Un número
realmente desproporcionado de cuadros en la organización juvenil. Eso es erróneo. Pero, sin embargo, había algo
que nos preocupó más, realizado también con magníficas intenciones, pero
equivocado. ¿Qué era? El reclutamiento para cuadros de la juventud
de los mejores estudiantes, de donde en un centro hacían joven comunista a un
gran muchacho, pero al mismo tiempo se lo llevaban después para convertirlo en
cuadro. La intención es muy buena, pero
el método —a nuestro juicio— equivocado.
Lo que tiene que hacer un joven antes que
nada es prepararse, adquirir una capacidad para prestar servicios útiles a su
país o producir bienes materiales. Cómo
vamos a convertir a un joven de 16 años en cuadro profesional, sin que llegue
nunca a ser trabajador, sin que llegue a saber, a adquirir una capacidad para
producir, o para servir a su país. Y si
resulta que al cabo de dos años se considera que no es bueno para cuadro
político, entonces no es cuadro político, ni tiene capacidad alguna para servir
al país. Y, además, ¿cómo vamos a
convertir a un joven en un cuadro profesional a los 16 ó 17 años? No puede ser.
Y la primera obligación del joven es capacitarse, prepararse, que sea
joven comunista, que sea un cuadro de los jóvenes comunistas, pero que siga en
el centro de estudio y, además, que estudie —no sea que se pase todo el día en
reuniones—, que estudie y que se desarrolle como técnico; después que se
desarrolle como obrero, que deben ser los requisitos indispensables para ser un
cuadro de los jóvenes y del Partido en el futuro. ¿Por qué lo vamos a frustrar?
(Aplausos.)
Según nuestra opinión, a esos jóvenes les
estaríamos haciendo un gran daño. Por
eso hay que defender también a esos buenos estudiantes de ese método. Y el número de cuadros profesionales, tanto
del Partido como de las organizaciones de masas, debe ser el mínimo, porque
mientras más a consumir y menos a producir, menos bienes materiales para el
país.
Los cuadros son imprescindibles; las
organizaciones, y, sobre todo, el Partido, los necesitan. Pero debe siempre
seguirse el criterio de tener el mínimo de cuadros para el trabajo de las
organizaciones de masas y para el Partido, porque tenemos muchas organizaciones
de masas.
Si hipertrofiamos la institución del
cuadro profesional, les estaremos haciendo un daño a las organizaciones y le
estaremos haciendo un daño al país. Ese
es el criterio que debemos seguir.
Hay ciertos problemas que se han
suscitado, porque mientras hemos estado en este período de reorganización,
naturalmente que el Partido no ha podido estar asumiendo las tareas que le
corresponden, y ha habido cierta tendencia a la autodeterminación de las
organizaciones de masas. Y esta cuestión debe comprenderse bien.
Nosotros hemos dicho que el Partido
gobierna, pero el Partido no gobierna en todos los niveles. El Partido gobierna a través de su dirección
nacional, y por medio de la administración pública. Es decir que el Partido, a
nivel provincial, no puede tomar una decisión que se refiera a una organización
administrativa o de producción de carácter nacional. No puede el Partido en la provincia alterar
la decisión de un ministerio; puede discutir, puede plantearle al ministro
correspondiente, por medio del Partido o directamente, un punto de vista.
La administración pública es un aparato
de la vanguardia revolucionaria. El
Partido dirige las organizaciones de masas en los distintos niveles, es decir,
dirige nacionalmente. Y en las
provincias el Partido dirige también las organizaciones de masas, sin
interferir las funciones de tipo nacional, que se le asigne nacionalmente a una
organización de masa, sin desconocer a la organización de masa, ni a la
jerarquía dentro de la organización.
Se daba el caso, por ejemplo, que en un
municipio el Partido consideraba que un cuadro de una organización de masa no
era bueno, y sin contar con la organización de masa sustituía al cuadro. El Partido debe discutir con la organización
de masa, al nivel local o al nivel superior, pero no debe suplantar.
Ahora, el Partido dirige en esa
localidad, para las tareas que le correspondan al partido, a las organizaciones
de masas y fiscaliza su trabajo a nivel local y a nivel provincial y a nivel
nacional. Ahora bien, el Partido procura
que las organizaciones de masas se desarrollen; no raquitiza las organizaciones
de masas, no las anemiza, no las disminuye, sino que procura su desarrollo.
Igual ocurre con la administración
pública. El Partido ayuda a la
administración, trata de hacer desarrollar sus cuadros, y los cuadros
administrativos. A veces un buen
administrador requiere características distintas de un buen cuadro
político. Por eso es erróneo.
¿Qué hacen los capitalistas? Los capitalistas, velando por sus intereses,
tratan de escoger entre la gente que conocen, y a veces de entre los mismos
obreros, a aquel que tenga determinados requisitos que a él le interesan. Desde luego, hay una cuestión, y es que en el
capitalismo muy desarrollado, es decir, en su fase imperialista, como dice
Lenin, ya la producción es social, aunque la apropiación es individual. ¿Qué
quiere decir? Que ya operan a través de
enormes empresas.
Cualquier empresa monopolista
desarrollada tiene cientos de miles de obreros; no se diferencia de una empresa
socialista más que en una cosa: que la
empresa monopolista es propiedad privada de un grupo de individuos, y la gran
empresa estatal es propiedad del pueblo, es nacional, no es privada.
Nadie crea que hoy los capitalistas,
ellos mismos, dirigen directamente sus empresas; tienen empleados, los
capitalistas están paseando por Europa, por los casinos, gastando el
dinero. Los accionistas, los grandes
accionistas ni siquiera ven las fábricas.
No crean ustedes nunca que los accionistas de la United Fruit venían a
ver cómo molía el antiguo central “Preston”.
Ellos nunca venían a Cuba; ellos tenían administradores.
El pueblo debe tener sus administradores,
y buenos administradores, administradores responsables. Tiene que saberlos
escoger de entre la masa de los trabajadores, por sus cualidades
(Aplausos). El Partido no suplanta a la
administración pública, sino que la ayuda, la apoya; facilita el desarrollo de
sus cuadros. El Partido no debe
sustituir la función ni de la administración ni de las organizaciones de masas.
Y eso es muy importante, que tengamos
estas ideas claras, porque si no se produce la suplantación y la consiguiente
anemización de esas organizaciones. Y el
Partido no administra directamente. Es
la vanguardia, la organización que reúne a los obreros más avanzados, más
revolucionarios; la espina dorsal de la Revolución.
Si un secretario de una seccional se
dedica a administrar, a realizar funciones que corresponden a la
administración, abandona el Partido, las tareas que tiene que realizar dentro
del Partido incesantemente. Y la más
importante tarea es la política, no se olviden de eso. La experiencia nos lo enseña en todas partes.
A veces en una zona se ha hecho un gran
esfuerzo de trabajo, de desarrollo económico; no hay un buen aparato político,
y la zona es débil. Y dondequiera vemos
incesantemente que hace falta el revolucionario, que hace falta la organización
política. Y donde hay una buena
organización política todo marcha.
Ahora, nosotros no podemos permitirnos el
lujo de no tener una buena organización política en cualquier rincón del
país. Y el cuadro político está siempre
alerta, estudiando, analizando, explicando.
¿Que hay un problema que no se puede resolver? Se explica, se le explica a la masa, porque
el pueblo entiende.
¿Qué les va a pedir el pueblo a los
revolucionarios? ¿Que hagan lo que no
pueden? ¡No! Les pedirá que hagan lo que sí pueden. Y
cuando al pueblo se le explica una dificultad razonada, justa, lo entienden las
masas inmediatamente.
Y el cuadro político debe estar para
resolver lo que se pueda resolver, para explicar lo que no se pueda resolver,
para gestionar, para hablar, para alertar.
Si en un rincón del país hay una mala distribución, o una mala
producción, o cualquier problema, la dirección política no tiene que enterarse
porque venga un vecino de allí y lo diga.
Para eso está el Partido, ojo atento a todos los problemas, trabajando
con las masas, impulsando todo lo que pueda impulsar, explicando, resolviendo,
gestionando, advirtiendo a los organismos superiores.
Y por eso la función del aparato político
de la Revolución es fundamental. Pero
ese aparato es un aparato que es producto de la selección, es una organización
de selección; no es cuestión de cantidad, sino de calidad. Y si no es una cuestión de números, sino de
calidad, ¿cómo van a mover a las masas?
Precisamente, a través de las organizaciones de masas, porque nosotros
hemos desarrollado poderosas organizaciones de masas.
He ahí el interés del Partido en que las
organizaciones de masas se desarrollen, porque el Partido se apoya en las
organizaciones de masas, y por eso procura que las organizaciones de masas
estén bien, que funcionen bien los sindicatos, la Federación de Mujeres, los
Comités de Defensa, los estudiantes, las organizaciones campesinas, porque se
apoya en esas organizaciones para su trabajo. Si una organización está débil, el Partido
tendrá un brazo débil.
Los jóvenes, ¿qué son? ¿Una organización de masa? No, son también una organización de
selección; los jóvenes son la organización donde se preparan los futuros
militantes del Partido. Luego, los
jóvenes no son autónomos, tienen su organización nacional, sus tareas
nacionales, pero el Partido a nivel provincial, a nivel local, fiscaliza el
trabajo de los jóvenes y dirige el trabajo de los jóvenes.
Porque es lógico que sea así, puesto que la
máxima autoridad política es el Partido con las organizaciones de masas, y
con tanta mayor razón con respecto a los
jóvenes. Los jóvenes se disgustan, son un poco celosos de sus prerrogativas,
protestan, discuten. Pero, bueno, al fin
y al cabo, ¿quién puede decir aquí que es más viejo que los demás o más joven
que los demás? En definitiva, esta
Revolución es joven. No podemos crear un
grupo aparte, exclusivo (Aplausos).
Estas cuestiones de conceptos hay que
aclararlas bien. Muchas veces más
tendremos que discutir sobre todos estos problemas.
¿Qué hemos procurado hacer? Hemos procurado ir despacio, ensayar, no
inventar métodos en un buró y después llevarlos a una realidad a la cual no se
ajusta. Hemos procurado aprender del
trabajo diario. La Revolución tiene
muchos asuntos que resolver todavía, muchas cosas; nuestra Revolución ha
procurado no ser formalista. ¿Qué quiero
decir? No resolver las cosas por razones
meramente formales, sino atender las realidades, y que cada institución y cada
forma responda a las realidades.
¿Qué tareas nos quedan por delante? Infinidad de tareas. Por ejemplo:
el poder local. La Revolución tiene que organizar el poder local, es
importantísimo, y eso no está resuelto.
Hay que resolverlo.
¿Cómo lo vamos a hacer'? ¿Se van a sentar un grupo de juristas y de
filósofos a discutir cómo debe estar organizado el poder local, hacer una ley y
decretarla? No. Estamos haciendo un ensayo. Y el Partido en la provincia de La Habana, en
el término municipal de Güines, está realizando un ensayo de organización de
poder local, estructura, formas de elección; lo vamos a hacer en una
localidad. ¿Para qué? Para ver sus defectos, para mejorarlo, y con
la experiencia que obtengamos irlo aplicando a otras regiones. De manera que esas organizaciones respondan a
las realidades y no a las ideas subjetivas, que no salgan de la cabeza de
nadie, sino que salgan de la realidad. Y
la realidad enseña, ustedes lo saben por experiencia.
Ocurría a veces, como el caso de Baracoa,
donde el INIT tenía un bar. Entonces,
desde luego, no sé si allí o en otro lugar, porque no quiero hacer ninguna
imputación de la que no esté muy seguro..., pero no sé si era en Baracoa, o el
administrador de otro bar en otro lugar solitario, que estaba borracho todo el
día. Entonces, nadie tenía que ver con
eso. El INIT estaba en La Habana,
ninguna autoridad local podía decidir nada. Hay una serie de empresas
artesanales que no se pueden meter en un consolidado, porque los consolidados a
veces son barriles sin fondo donde se pierden las empresas artesanales
(Aplausos).
Hay que tener en cuenta el consolidado la
función que llena, en qué tipo de empresa.
Consolidado de industria azucarera, perfecto, porque es un tipo de gran
empresa, que tiene una serie de problemas técnicos similares. Pero ahora
resulta que una fabriquita de ladrillo, un “timbiriche”, un puesto de fruta
—porque en este país había muchas empresas artesanales correspondientes a su
estado de subdesarrollo—... Naturalmente que las empresas artesanales de
zapatos, de confecciones, de tabaco, van desapareciendo producto de la
racionalización. Que, por cierto, al
racionalizar esas empresas, hay 40 000 obreros disponibles para otras
industrias; que el Ministerio de Industrias tiene un plan de preparación tecnológica
de esos obreros, y que serán los que empezarán a ocupar los puestos en las
nuevas industrias que se están construyendo. Eso es muy correcto. Pero la racionalización deja 40 000 obreros
libres para otras industrias, 40 000 obreros, porque el trabajo que ellos
hacían en un “chinchalito” lo hace una máquina, lo hace una fábrica más
moderna.
Pues hay infinidad de “chinchales”
todavía. Que se fue un bodeguero de tal
pueblecito, entonces lo metieron en un consolidado de esos. Otra cosa, Varadero. Allí había 12 consolidados mandando. Entonces
se hizo un combinado, es decir, una sola autoridad que tuviera autoridad sobre
todas las empresas, porque si no había 12 autoridades con mandos, con
jurisdicción superior en la capital.
Son una serie de cosas que la vida
práctica nos tiene que ir enseñando cómo resolverlas de manera inteligente y de
manera correcta. Entonces, nosotros estamos haciendo un experimento. ¿Qué vamos
a poner allí? Las empresas pequeñas: un cine, un bar, una cafetería, una empresa
pequeña, administrados por la localidad; no las fábricas grandes. Y, desde
luego, estando conscientes de que este tipo de empresa desaparecerá con el
desarrollo; y, entonces, en vez de 20 “timbiriches” habrá un gran centro o dos
centros grandes, que pueden ser administrados de otra manera. Y no para desarrollar esas empresas
artesanales, sino para administrar las que hay y que prestan algún servicio.
Se cae un poste eléctrico, atraviesa una
calle en un pueblecito, y no hay quién resuelva el problema, porque no hay
ninguna autoridad allí. ¿De quién es eso?
De obras públicas, pero es que tiene que haber un poder local y una
organización local que atienda los problemas y los intereses de la localidad y,
al mismo tiempo, administre esas empresas de tipo artesanal (Aplausos).
Similares medidas se están tomando en las
montañas, sobre todo en las montañas de Oriente, y se van a organizar los JUCEI
de las montañas, que van a atender ciertos servicios que solo los puede atender
un organismo que esté allí mismo y que el nivel de decisión esté allí.
Porque se cae un palo por donde los
guajiros atraviesan un río, y no nos vamos a poner a esperar que la Junta de
Planificación decida cuándo hay que poner el palo aquel otra vez allí
(Aplausos). Porque, señores, yo he visto
que hay organismos nacionales que ni siquiera saben que una región existe a
veces; y a veces se queda un rincón olvidado del mundo.
Ejemplo:
Pilón, en Oriente. Tenía un
matadero, pero consolidaron los mataderos y lo llevaron para Niquero; tenía una
cooperativa pesquera, pero consolidaron la cooperativa y se la llevaron para
Manzanillo; tenía almacenes, pero consolidaron los almacenes y se los llevaron
no sé para dónde. Entonces allí no había
ni matadero, ni cooperativa, ni nada; olvidado el pueblo por allá. Entonces nos enteramos. ¿Por quién?
En este caso no nos enteramos por el Partido, es la realidad. Cuando llamamos a los compañeros del Partido,
nos dijeron: “Ahora estamos discutiendo
eso.” Pero llegó la noticia aquí primero
por compañeros que habían ido de visita, que por el Partido; e inmediatamente
los compañeros mandaron dos cuadros políticos allí para que impulsaran el
deporte, atendieran todos los problemas, porque se queda un lugar olvidado...
De ahí la importancia de que exista el Partido en todas las localidades,
organizaciones para atender problemas locales.
¿Qué les quiero decir con esto? Que hay muchas cosas por organizar. Es una suerte que no lo hayamos organizado,
porque para haberlo organizado desde un buró, sin saber las realidades, que
después se hace una ley, y cuando se va a aplicar en la realidad encuentra mil
problemas, porque no se ajusta a las realidades.
Tenemos que organizar el Estado
socialista, la primera constitución de nuestro Estado socialista
(Aplausos). Podíamos haber llenado ese
vacío con un acto formal, una constitución formal. No queremos eso. Por eso tenemos que organizar el Partido
primero que nada, y después la organización del poder local y de todas las
lagunas que nuestra Revolución está por llenar y que no ha podido llenar en
cuatro años; mas cuando aquí todo el mundo ha tenido que invertir un buen
tiempo en aprender a ser miliciano, entrenarse, estar en la trinchera, hemos
tenido que vivir... El imperialismo nos
impuso la necesidad de armarnos para existir; hemos tenido que defender la
existencia. Y, claro, hemos tenido que dedicar a eso recursos, energías,
hombres.
Ahora mismo tenemos un problema, una
enorme cantidad de equipos, magníficos equipos que tenemos —ustedes vieron
algunos desfilar por allí—, pues tenemos que encontrar el personal
técnico. A veces se necesita
un bachiller, y entonces no sabemos qué hacer, si sacarlo de una escuela
tecnológica. Entonces, si lo sacamos de
la escuela tecnológica, ¿cómo nos las
arreglamos para que forme parte de aquella unidad y, al mismo tiempo, pueda
seguir estudiando? Buscar la unidad de
los contrarios de una manera dialéctica, esos son problemas que se nos
presentan todos los días.
Necesitamos un buen técnico para que
maneje un cohete tierra-aire, pero, al mismo tiempo, tenemos que sacarlo de una
escuela. Nos duele perder un técnico,
¿qué hacer? Entonces, hay que buscar una
fórmula que solucione y satisfaga las dos aspiraciones.
Y sobre todo, no estamos pensando,
compañeros, para ahora, estamos pensando para mañana. Y una de las cosas que
quiero decirles de corazón a ustedes aquí, es que no pensemos en el presente,
el presente es de lucha; hay que trabajar para el futuro (Aplausos). Los revolucionarios tienen sus ojos puestos
en el futuro. Lenin y sus compañeros de
revolución, cuando comenzaron la lucha en la Unión Soviética, allí no se
fabricaba ni un tractor en aquella época, posiblemente no tenían ni un
avión. Pero fueron los que crearon la
posibilidad de todo lo que hoy tienen.
No llegaron a ver los sputniks, ni una estación o una nave rumbo a
Marte, pero trabajaron para eso.
Los revolucionarios —y aquí estamos entre
revolucionarios— trabajamos para el futuro.
Por eso nos preocupamos tanto por preparar maestros, por preparar técnicos.
Y hacemos la lucha.
Sabemos nuestras deficiencias —hay que
saberlo— el valor de saberlo y de verlas, y de luchar contra ellas. Claro, el enemigo trata de aprovecharse de
las deficiencias. Al enemigo hay que
decirle: “Usted no tiene derecho a
criticar.” Puede criticar el
revolucionario, que está luchando por hacer esta patria mejor (Aplausos). La gusanera contrarrevolucionaria (Abucheos),
cuando critica, critica por hacer daño a la Revolución.
No olviden ustedes que una de las razones
por las que les decía que una revolución es un proceso muy difícil es porque la
lucha seria comienza cuando, precisamente, el proletariado está en el
poder. Entonces, las clases que
monopolizaban el dinero, la cultura, pues, se valen de todos los medios,
incluso de todos los vicios que crearon.
Los lumpen —por ejemplo—, que son producto de esa sociedad, terminan en
contrarrevolucionarios. Que, muchas
veces se dice, ¿quiénes integraban esa banda?
Se encuentra elemento lumpen.
El capitalismo dejó todo tipo de vicio,
juego, jugadores de todas clases, gente vaga, holgazana, por dondequiera. Luego, usted llega a un pueblito y se
encuentra a 10 mozalbetes jugando billar allí.
¿De qué viven? ¡De su papá! Y unos cuantos pepillos hijos de burgueses;
no hacen nada. Porque el caldo de
cultivo del vicioso es el capitalismo.
Bajo el capitalismo el jugador está bien, el mariguanero está bien, el
vago está bien. Ese es su medio. El proxeneta y toda esa clase de elemento...
Vino la Revolución y, como les priva de
su manera de vivir, reaccionan como los latifundistas. Pero eso no es solo. No olviden que los monopolios imperialistas
trataban de sembrar su ideología en ciertos tipos de empleados privilegiados
que tenían con ellos. No solo está en el
lumpen el apoyo de la reacción y de la contrarrevolución cuando intenta
aplastar a las revoluciones proletarias, no solo está en los grandes burgueses;
está en cierto tipo de privilegiados, en el lumpen, en el pensamiento pequeño
burgués. Porque hay gente que no rebasa
el marco ideológico de su clase. Hay
gente que lo rebasa, y así hay muchos que lo han rebasado y que son magníficos
luchadores revolucionarios.
Pero el enemigo del proletariado se apoya
en todos esos sectores, desde el
proxeneta hasta el gran burgués, el vago, el vicioso; toda esa gente son
reclutadas por la contrarrevolución y están en todas partes aprovechándolo
todo.
Por eso el revolucionario tiene que estar
también en todas partes, luchando contra todos los vicios (Aplausos),
haciéndoles frente sin temor a los reaccionarios, y combatiéndolos en los
frentes que sean necesarios, lo mismo en la discusión que en el campo de
batalla, ¡venciendo contra ellos! (Aplausos)
Al revolucionario no le atemoriza la lucha porque es en la lucha donde
se desarrollan los combatientes.
Y, volviendo a recordar nuestra
experiencia de la guerra, nuestros oficiales, nuestros jefes, se hacían en la
acción, en la lucha.
Si el imperialismo quiere presentar
batalla, movilizar su gusanera, promover la subversión, no importa. Eso tiene también una virtud y es que
vigoriza al revolucionario, lo enardece, le despierta su espíritu de pelea. Y
eso lo hemos visto una y mil veces: una
unidad que está sin hacer nada, que apenas viene un enemigo se porta distinto,
reacciona distinto. La Revolución
necesita al enemigo, el proletariado no rehuye al enemigo, necesita al enemigo
(Aplausos). El revolucionario para
desarrollarse necesita su antítesis, que es el contrarrevolucionario
(Aplausos). Y ese es el espíritu que deben tener los revolucionarios.
Seguro que en las masas están los
valores, que la columna es grande, que la columna es poderosa, que la columna
del pueblo en marcha es invencible.
Cualesquiera que sean los obstáculos, nosotros sabemos que los tenemos;
cualesquiera que sean nuestras deficiencias, sabemos que las tenemos, muchas
cosas por superar en todos los campos.
Y en el campo de la producción, es verdad
que se nota el esfuerzo de la organización en nuestros frentes de la
producción, se nota. Estamos avanzando,
pero sabemos que hay que avanzar mucho más, que hay que resolver muchos
problemas, los problemas relacionados con las normas de trabajo, con las
escalas de salario, con un sinnúmero de cosas para las cuales hay que trabajar
duro y buscar fórmulas adecuadas, fórmulas inteligentes, todas las que
conduzcan al desarrollo de nuestra economía, al aumento de nuestra
productividad, a la seriedad de nuestro trabajo, a la calidad de nuestro
trabajo. Lo sabemos, son muchas pero
podemos afrontarlas, podemos resolverlas.
Y, ¿que las tenemos que resolver bajo la
“espada de Damocles” de los imperialistas?
Bien, no importa. Mejor, más
honra, más gloria para nuestro pueblo, más influencia. Porque una de las cosas que más hace influir
a Cuba es que tiene una antítesis tan grande como los imperialistas y, sin
embargo, no pueden contra ella. Y los pueblos de América Latina se preguntan:
¿Por qué, por qué? (Aplausos.)
Compañeros y compañeras: estas cuestiones no abarcan todos los temas,
ni muchas cosas más que son de interés para los militantes revolucionarios,
pero eran cuestiones esenciales que no queríamos perder la ocasión, en el día
de hoy, de expresarlas.
Quiero hacer —para finalizar— una breve
incursión en el campo de la situación internacional (Aplausos). Sabido es que los imperialistas intentan,
persisten en sus propósitos de destruir nuestro país, nuestra Revolución. Lo sabemos.
¿Podemos defendernos? Sí, eso lo sabemos.
No vamos a hablar de hechos recientes que
ustedes han leído en la prensa, entre otras cosas: el que hayamos sorprendido “in fraganti” a un
grupo de piratas (Aplausos) enviados por la CIA; las amenazas de los
imperialistas con motivo del reconocimiento que hicieron dos aviones nuestros
sobre un barco pesquero que ni siquiera tenía bandera, y que fue reconocido por
aviones nuestros buscando los barcos que se habían llevado los piratas,
situación —desde luego— que es consecuencia del estado de caos que han creado
los imperialistas en nuestros mares, de inseguridad promovida por ellos contra
la navegación. Han cometido infinidad de
fechorías, de actos de vandalismo.
Descaradamente, después, publican en
Estados Unidos lo que hacen. Practican
la piratería, y cuando nuestro país toma medidas contra ella, salen los
imperialistas con sus amenazas cínicas.
Pero yo no sé cuándo van a aprender los imperialistas que no sentimos
por ellos ningún respeto, absolutamente ningún respeto (Aplausos).
Desde que nuestro pueblo dijo Patria o
Muerte, ya se quedó bien convencido de que sabía que cualesquiera que fuesen
las consecuencias de su digna actitud se mantendría en su posición
revolucionaria. Patria o Muerte quiere
decir también aquello que dijo Marx a los proletarios cuando les dijo: “No tienen otra cosa que perder que sus
cadenas.” Y nosotros no teníamos otra
cosa que perder que nuestras cadenas (Aplausos). Y los imperialistas tienen mucho que perder
porque tienen un imperio que perder. Y
esta es la lucha entre los que solo pueden perder sus cadenas, cadenas que ya
hemos roto y que no estamos dispuestos a que las fundan otra vez sobre nuestros
hombros (Aplausos), no estamos dispuestos a que nos aten otra vez con
ellas. Y los imperialistas tienen un
imperio que perder, y por eso entendemos que nuestra actitud es por eso más
firme y más decidida que la de ellos.
No les tenemos miedo, y creo —creo— que
lo saben (Risas), aunque se hacen los bobos (Risas). Ellos tienen miedo, porque ellos tienen miedo
hasta de su propia sombra, y nosotros no sentimos hacia ellos ningún respeto,
ningún miedo.
Hoy, al llegar aquí, llegó un cablecito
de la UPI —porque tengo dos cables que leer aquí. El de la UPI dice:
“El secretario de defensa, Robert S.
MacNamara, declaró hoy ante la Comisión de Servicios Armados del Senado, que es
política de Estados Unidos la eliminación de Cuba tanto del castrismo como del
comunismo.” No sé por qué establecen esta diferencia (Aplausos).
Así que “que es política de Estados
Unidos”, que esa es la política.
“MacNamara hizo esta declaración al
término de cuatro días de sesiones secretas para discutir cuestiones
relacionadas con la defensa de la nación.
Parte de sus observaciones fueron reveladas a la prensa por el senador
Richard B. Russell, presidente de la aludida comisión.
“Por su parte...” ‘mutilado’, dice aquí
el cable. “En el futuro nuestros aviones
devolverán cualquier ataque de que se haga objeto a la navegación
norteamericana en aguas internacionales.” Una amenaza.
“El secretario MacNamara dijo, bien
aclarado, que seguiremos una política que tendrá por resultado la eliminación
de Cuba del castrismo y del comunismo, ocupándonos, al mismo tiempo, de que el
comunismo no sea exportado de la isla a otros países de la América Latina.
“Interrogado sobre si MacNamara había
discutido los métodos que se utilizarán para llevar a la práctica esa política,
Russell respondió que el Secretario de Defensa se refirió a distintas
cuestiones específicas.” No dijo cómo.
“Interrogado sobre si MacNamara había
discutido los métodos que se utilizarán para llevar a la práctica esa política,
Russell respondió que el Secretario de Defensa se refirió a distintas
cuestiones específicas. Pero esas
cuestiones son secretas, dijo.” Para nosotros no hay secreto; nosotros sabemos
cómo piensan esos bandoleros (Risas).
Entonces dijo:
“Estoy seguro de que nuestros aviones
derribarán cualquier aparato de diseño ruso que parezca” —que parezca— “estar
atacando nuestra navegación en aguas internacionales” —vean cómo los
imperialistas cínicos fabrican esa leyenda— “aun cuando la nacionalidad del
buque atacado no sea establecida positivamente de inmediato.” Es decir, puede ser un buque pirata de los
que ellos mandan aquí. Dice: “Y luego empezaremos a preocuparnos sobre si se
cometió algún error.” ¡Habrán oído una
declaración más cínica! ¡Qué cínicos y
qué descarados son! Bueno, ¡veremos a cómo tocamos! (Aplausos.)
Todo el mundo sabe —lo sabe todo el
mundo, los únicos que pretenden ignorarlo son estos descarados— cuál ha sido la
política de Cuba, que Cuba nunca ha realizado actos de hostilidad contra ningún
barco, que Cuba nunca ha obstruccionado los mares; ellos son los que han
perpetrado todo tipo de vandalismos y fechorías, decenas de barcos nuestros han
sido atacados, se han cometido crímenes de todo tipo, vuelan rasantes,
provocadoramente, sobre cuanta embarcación surca los mares, embarcaciones
desarmadas. Han cometido todo tipo de
violaciones, y luego hacen declaraciones de este tipo, amenazadoras. ¡Siempre
con la amenaza, siempre con la amenaza; pero esa amenaza es hija de la
impotencia!
Nosotros no amenazamos porque no tenemos
necesidad de amenazar, simplemente nos defendemos, y nos defendemos por todos
los medios posibles, ¡nos defenderemos por todos los medios posibles!
(Aplausos) ¡Y todo el daño que traten de
hacernos, será el daño que trataremos de hacerles a ellos también! (Aplausos.)
No somos nosotros los que provocamos, son
ellos; no somos nosotros los que tengamos una guerra contra ellos, sino ellos
los que tienen una guerra contra nosotros, guerra cobarde, guerra criminal,
guerra bochornosa, guerra histérica, guerra impotente. Porque los hechos son los hechos, y aquí
estamos y estaremos, ¡aquí está y estará este pueblo! (Aplausos.)
Bien:
acabo de leer lo que dijo MacNamara.
Bien, aquí hay otro cable: lo que
dijo en nombre del gobierno soviético el mariscal Rodion Malinovski, ministro
de Defensa de la URSS (Aplausos y Exclamaciones de: “¡Fidel, Jruschov, estamos
con los dos!”), en un discurso pronunciado con motivo del 45 aniversario de la
fundación de las fuerzas armadas soviéticas, cuyo texto será publicado íntegramente
en nuestra prensa.
Dice, refiriéndose al problema de Cuba:
“La amenaza de la guerra termonuclear
quedó conjurada, pero ello no debe inducirnos a quedarnos tranquilos y menguar
la vigilancia. El imperialismo
norteamericano continúa con su pérfida política; él quisiera imponer su
voluntad a todo el mundo, atropella el derecho internacional, la Carta de la
Organización de las Naciones Unidas, se entromete descaradamente en los asuntos
internos de otros países. Esto se pone
particularmente de relieve, con toda nitidez, en relación con la República de
Cuba, Estado independiente y soberano, miembro de la Organización de las
Naciones Unidas. Pese a que el pueblo de
cada país tiene derecho a elegir él mismo la forma de Estado que convenga a sus
intereses, el imperialismo norteamericano no quiere, evidentemente, conformarse
con que el pueblo de Cuba haya elegido la senda de la construcción de una nueva
vida, la senda del socialismo.
“No podemos ser ingenuos y creer que los
imperialistas han depuesto las armas.
Los acontecimientos que hoy observamos demuestran a todas luces que no
todos han aprendido aún a calibrar serenamente la correlación de fuerzas
existente en el ámbito internacional.
“Los círculos reaccionarios más
desenfrenados de Estados Unidos, a los que los propios norteamericanos
califican de frenéticos, continúan caldeando la tirantez en la prensa y en el
congreso, y exigen una política dura; sus declaraciones son a cual más
absurdas. Senadores como Goldwater,
Keating, Steaning, algunos miembros de la Cámara de Representantes y las
fuerzas más agresivas que los apoyan, han levantado una algarabía histérica en
torno de Cuba, y exigen del gobierno de Estados Unidos que intervenga más
brutalmente en los asuntos de la República de Cuba, hasta llegar al
desencadenamiento de una guerra agresiva.
“El gobierno norteamericano estimula, de
hecho, esta desenfrenada campaña. En
todo caso, no disponemos de hechos que demuestren que los círculos
imperialistas de Estados Unidos se apartan de la política guerrerista.
“Por si esto fuera poco, han emprendido
la senda de nuevas provocaciones: envían
sus submarinos contra nuestros pacíficos buques mercantes y, recurriendo a todo
género de tretas peligrosas, se interponen en sus rutas, lo que puede resultar
en extremo peligroso. Estas vilezas
infringen las normas más elementales del derecho internacional y la libertad de
navegación en mar abierto.
“Estas acciones van cargadas de graves
consecuencias, y no se sabe como pueden terminar. La responsabilidad será de Estados Unidos de
América y solo de ellos.
“Quisiéramos prevenir a los círculos
agresivos de Estados Unidos que la agresión a la República de Cuba significaría
el comienzo de una Tercera Guerra Mundial (Aplausos).
“Las fuerzas pacíficas del mundo entero no
se limitarán a mandar protestas y organizar manifestaciones, ellas se alzarán
en defensa del país agredido, y la Unión Soviética se encontrará en las
primeras filas de los que acudan en su ayuda (Aplausos).
“Las fuerzas pacíficas acudirán en ayuda
de la República de Cuba, porque verán en esa guerra una guerra contra todos los
amigos de la paz y de los derechos soberanos de los pueblos. Si las esferas agresivas del imperialismo no
quieren respetar los principios de la ONU y desencadenan la guerra, esta guerra
no se librará únicamente en territorio de Cuba, sino también en territorio de
Estados Unidos de América (Aplausos).
“La política de Estados Unidos con
relación a Cuba, es parte de su política general agresiva. Nosotros no nos olvidamos de la declaración
del presidente de Estados Unidos, Kennedy, de que en ciertas circunstancias es
posible que Estados Unidos tome la iniciativa en un conflicto nuclear con la
Unión Soviética. La 'guerra preventiva'
siempre ha figurado entre las posibilidades previstas por el Pentágono.”
Y aquí, en otro cable que continúa en
parte, dice:
“Sostengo categóricamente que como
respuesta a los 344 proyectiles, con los cuales nos amenaza el señor MacNamara,
lanzaremos un golpe simultáneo de muchos más proyectiles, y con una fuerza
nuclear tan devastadora que eliminará de la faz de la Tierra todos los
objetivos, los centros industriales y político-administrativos de Estados
Unidos (Aplausos), y destruirá completamente los países que han cedido sus
territorios para instalar bases norteamericanas.
“Una vez más recordamos firmemente a los
líderes occidentales que la Unión Soviética no puede ser intimidada. La potencia de nuestro golpe de represalia
será más que suficiente como para carbonizar a los agresores en las primeras
horas de la guerra” (Aplausos).
Nosotros consideramos que ningunas
palabras más adecuadas para responder a las declaraciones del señor MacNamara,
que estas declaraciones hechas en nombre del gobierno soviético (Aplausos).
Compañeras y compañeros: Este será para nuestro Partido un día
histórico: el día de la primera reunión
de masas de nuestro Partido Unido, producto de la más estrecha hermandad y
unión de todas las fuerzas revolucionarias, de todos los revolucionarios, cada
vez más y más identificados en la causa que defendemos.
Muchos de nosotros, años atrás,
marchábamos en distintas organizaciones; hoy marchamos en una sola
organización. Tuvimos nuestra historia
individual, nuestras participaciones pasadas, hasta un día en que empezamos todos
juntos a hacer la gran historia de la patria.
El tiempo nos unirá cada vez más y
más. ¿Por qué? Porque los años que tenemos por delante, y
los años de Revolución que tendremos por delante, serán muchos más que los años
de Revolución que tenemos por detrás.
A veces nos separaba: “Yo estuve en tal punto”, “yo estuve en el
llano”, “yo estuve en la sierra”, “yo era de tal organización”, “yo era de más
cual organización”, refiriéndonos a nuestras historias de atrás. Lo que hay que ver es la gran historia que
estamos haciendo todos juntos; la gran historia que tenemos por delante, su
magnitud, su importancia supera a todo lo de atrás. Y dentro de 10, de 20, de
30 años, no se hablará de los que estuvieron en tal o cual organización, sino
se hablará de los que se unieron, y se hablará de la grande, la formidable
organización que une a todos, que agrupa a todos y que marcha al frente de la
columna; se hablará de los hombres y mujeres que organizaron el Partido Unido
de la Revolución Socialista de Cuba (Aplausos).
Compañeros y compañeras: la Revolución les ofrece trabajo, sacrificio,
lucha. La Revolución al revolucionario
no ofrece privilegios; los privilegios son para los blandos. Para los revolucionarios, la historia solo
tiene una cosa que ofrecer, la patria solo tiene una cosa que ofrecer:
¡Sacrificio, lucha!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos! (Aplausos)
¡Viva el Partido Unido de la Revolución
Socialista de Cuba! ((Exclamaciones de: “¡Viva!”)
(Ovación)