DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL PARTIDO UNIDO DE LA
REVOLUCION SOCIALISTA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA INAUGURACION DE LA ESCUELA NACIONAL
DE SUELOS, FERTILIZANTES Y ALIMENTACION DEL GANADO, EL 1ro DE FEBRERO DE 1964.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros profesores;
Compañeros
alumnos;
Compañeros
invitados:
Yo no sé si estarán bravos los del teatro todavía,
pero yo estoy todavía riéndome de las cosas que aquí se presentaron.
La apertura ha estado muy simpática; ha habido cosas
muy naturales, espontáneas, sanas. La
crítica que yo les hice fue en broma, pues como el maestro de ceremonia
reclamaba tantos aplausos, había que decir también las cosas que vimos
mal. La parte intermedia de la obra
estuvo muy prolongada.
En realidad —como todo lo que empieza— había cosas que
no estaban bien coordinadas. El
compañero que anunciaba el programa se equivocaba a veces; dijo que venía la
antorcha y lo que venía era el acto cultural.
Han hecho discursos de todas clases; en cada número del programa un
discurso. Yo les decía a los compañeros
que estos muchachos iban a aprender a ser buenos agitadores, no a producir
carne y leche.
Pero bien: todo ha sido muy simpático. Pueden continuar haciendo sus obras,
mejorándolas, que con ello llegarán a hacer más agradable su estancia
aquí. Cuando vayan a hacer otros
programas no hagan tantos discursos, ¿o es que nos están adoctrinando a
nosotros?
Lo que más me gusta es la forma en que empieza a
funcionar esta escuela. Desde nuestra
llegada nos impresionó mucho el aspecto de la escuela, la disciplina, la
responsabilidad, la seriedad, el entusiasmo de los muchachos. Esta escuela nos parece que será lo que nosotros
pensamos que sería, o quizás será más de lo que nosotros pensamos.
Yo no voy a ser muy extenso. Ya hablé largamente con ustedes cuando el
reclutamiento. El número de los que se
presentaron fue superior al que nosotros esperábamos. Los aceptamos a todos pensando en que habría
algunos que después de ofrecerse verían que esa no era su vocación.
Es importante que se llegue a conocer el valor que
tiene la escuela, y eso no se logra hasta que se está en ella. El hecho es que en esta escuela hay más de
600 alumnos, y si nosotros logramos formar 500 técnicos del tipo que nos
proponemos, será un gran triunfo.
Esta será una escuela revolucionaria, incluso hasta en
los métodos de la enseñanza. Ustedes
darán estudios básicos, como lo son la física, la química, las matemáticas, que
son muy importantes. Sin estos
conocimientos los estudios posteriores que deben realizar se les harían más
difíciles. Es muy desagradable encontrarse,
por ejemplo, con una fórmula de la alimentación y no entenderla. Y ustedes van a estudiar botánica, van a
estudiar zoología y van a estudiar ya algunos libros que se refieren al trabajo
concreto de ustedes.
El nombre de esta escuela es un nombre un poco largo,
pero no queda más remedio de que sea así.
En realidad no debiera haber una escuela, debieran haber por lo menos
tres; lo que ocurre es que nosotros estamos haciendo de esta escuela un
combinado de conocimientos para un objetivo concreto. No hay especialistas en suelos. Ya una escuela de suelos de por sí es una
escuela que se justifica. Y la cuestión
de la fertilización de la tierra es un problema también que por su importancia
era como para organizar una escuela sobre este particular.
Aquí no tenemos especialistas en suelos, ni en
fertilización, ni en alimentación del ganado tampoco. Entonces, ¿qué objetivo se persigue? Se persigue desarrollar hasta el máximo la
producción de carne y de leche; carne y
leche quieren decir muchas cosas más: quiere decir zapatos, quiere decir
derivados de esos productos, quiere decir riquezas de todo tipo.
Pero para lograr ese desarrollo hay que obtener la
alimentación de la tierra. Hay muchas
cosas que hacer en ese campo, pero para nosotros todas las demás cosas que
estamos haciendo en la ganadería, como son los planes de genética, los planes
de desarrollo de determinado tipo de ganado, el desarrollo de la inseminación
artificial en gran escala, nada de eso tendría ningún resultado si no se
resuelve el problema de la alimentación del ganado.
En realidad, ya nosotros creemos que en este país no
hay problema que no se resuelva. Y ya
los hechos lo están demostrando. Por
ejemplo, nuestro país el problema económico, la base para la economía, lo tiene
resuelto, ya que hay la posibilidad de hacer 10 millones de toneladas de
azúcar. Pero para hacer 10 millones de
toneladas de azúcar hacían falta las máquinas.
Primero, mercado:
están los mercados; precios:
están los precios. Pero eso no
bastaba si no se resolvía el problema de la cosecha de la caña. Intentar, cortando con una guámpara, producir
10 millones de toneladas era una locura; y se ha resuelto también el problema,
un problema técnico que parecía muy difícil y se resolvió en tres meses —esa es
la técnica—, ¡se resolvió en tres meses!
Desde el momento en que se les dieron las instrucciones a los técnicos
en la Unión Soviética para desarrollar esa máquina, la hicieron en tres
meses.
Y nosotros vimos esa máquina hace unos días
trabajando, y parece increíble la eficacia que esa máquina posee.
Se resolvió el problema de la máquina. ¡Está resuelto el problema de los 10 millones
de toneladas! Resuelto el problema de
los 10 millones, porque lo más difícil no era ni siquiera sembrar esa caña y
que se produjeran los 10 millones; lo más difícil era cortar y alzar esa caña,
problema resuelto con las máquinas.
Todas esas cosas parecían muy difíciles, parecían, incluso,
increíbles. Ahora los
contrarrevolucionarios están aplastados por todas esas cosas, aplastados; las
perspectivas económicas del país los aplasta, la solución del problema de la
zafra mediante las máquinas los acaba de aplastar, a tal extremo que andaban
unas “cotorras” contrarrevolucionarias hablando desde Miami, diciendo que esas
máquinas, que no eran posible... ¿Que no
eran posible? ¡Hay que ver cómo cortan
las máquinas esas! Con unos cuantos
miles de hombres cortamos y recogemos caña para 5 ó 6 millones de
toneladas. Y donde no se pueda mecanizar
completamente porque sea un terreno irregular, se emplea entonces la
semimecanización con las alzadoras. El
hecho es que estamos en condiciones, mediante esto, de poder llegar a 10
millones de toneladas de azúcar.
Ahora bien, nosotros en materia de ganadería podemos
llegar a producir más riquezas todavía que lo que significa el valor de 10
millones de toneladas de azúcar.
Nosotros podemos estar produciendo para dentro de 10 años más de 30
millones de litros de leche diariamente, y sacrificar unos 4 millones de
cabezas de ganado anualmente. En nuestro
país hay condiciones para eso. Si
logramos esas metas, el valor de esa leche y de esa carne será superior a lo
que valgan los 10 millones de toneladas de azúcar a seis centavos incluso. Eso es lo que significa la ganadería.
(Se escucha el llanto de un niño)
Hasta ese muchacho va a tener leche en abundancia
(RISAS).
Ahora, sin embargo, es más fácil cumplir la meta de 10
millones de toneladas para 1970, que cumplir esas metas en ganadería para 10
años. Porque para cumplir estas metas en
ganadería hay que hacer un trabajo muy grande, muy serio, muy sistemático, muy
constante. Entre otras cosas hay que
transformar toda nuestra ganadería; todas las vacas Cebú que hay en la
república hay que convertirlas en tatarabuelas de vacas que sean capaces de dar
por lo menos 20 litros de leche. Fíjense
qué tareíta tenemos.
Por supuesto, seguir un plan muy sistemático en todo
el problema de la inseminación, y empezar de inmediato ese trabajo en gran
escala, sobre todo realizar trabajos de genética y también sobre una serie de
investigaciones. Pero en términos
generales nosotros tenemos que acabar con ese tipo de ganado que lo único que
da es un ternero al año y no nos da leche, y nosotros necesitamos unas vacas
que nos den el ternero —fíjense—, nos alimenten el ternero, y además nos den 8
ó 10 litros de leche todos los días. Y esas
vacas existen, yo tengo una vaca de esas (RISAS). Así que les estoy hablando con conocimiento
de causa.
Yo tengo una vaca que está criando su ternero y está
dando un promedio de nueve y medio litros de leche y ya lleva un mes en eso; y
pienso que cuando el ternero crezca un poquito más la vaca produzca un poco
menos de leche, pero a los 100 días espero que el ternero pesará 300 libras, ¡a
los cien días!, y entonces le quitaremos el ternero y la pondremos a ordeñar
dos veces. Le sacaremos entonces más
leche.
¿Pero saben cuánto se va a comer esa vaca de hierba
para producir unos 900 litros de leche, que a 10 centavos valen 90 pesos, y un
ternero de 300 libras, que como carne especial vale por lo menos otros 90
pesos? Vamos a calcularle un poquito menos
de litros de leche, 800 litros, suponiendo que baje un poquito el promedio
—ahora tiene un promedio de más de nueve—; pero suponiendo que creciera un poco
más el ternero antes de los 100 días y dé un poco menos de leche la vaca,
calculen 800 litros de leche —80 pesos de leche—, 90 pesos de carne.
¿Saben cuánto va a comer esa vaca, cuánto vale lo que
se va a comer? Catorce pesos de
pasto. Claro que hay que asignarle al
costo parte de la hierba que la vaca consume antes de que nazca el ternero,
porque ese ternero ya viene al mundo con 90 ó 100 libras; pero, en definitiva,
en esos 100 días de crianza esa vaca va a consumir 14 pesos de
alimentación.
No hay alimentación más barata en el mundo que la que
nosotros podemos producir en esta tierra.
Ahora, fíjense bien, esa vaca no ve ni un grano, ni un
gramo de pienso, ni una onza de pienso ha visto esa vaca; eso es sin
pienso. Y esa vaca, ni “piensa”, se
dedica exclusivamente a producir leche y a alimentar el ternero (RISAS).
Y lo interesante, señores —para que ustedes tengan una
idea de nuestras ventajas, de las ventajas de este país—, es que en cualquier
lugar del mundo, del mundo desarrollado que tuvieran esa vaca en este momento,
tendrían que estar alimentándola con granos y con heno cosechados en la
primavera y en el verano. Sin embargo,
esa vaca está comiéndose una hierba que la estamos cortando en el mes de enero,
en pleno mes de enero.
Las ventajas que nosotros tenemos son realmente
increíbles para eso, y es una verdadera pena que no se haya visto antes;
incluso no se podía haber visto antes, porque nuestro país no tenía mercados ni
para azúcar, ni para carne, ni para nada.
Y lo que había sobraba porque no había quien pudiera comprarlo. Solo con la Revolución es que surge la
posibilidad de descubrir esta oportunidad; y es realmente increíble que con
pastos cosechados en el mes de enero y febrero, en lo que por el mundo
desarrollado se llama invierno, donde están cubiertos de nieve los campos, se
le esté sacando 15 y 16 litros de leche a una vaca con pastos cosechados en ese
mes. Y esas son las características que
nosotros tenemos, fantásticas. ¿Pero
cómo han sido utilizadas por este país?
Horriblemente mal. De hecho no se
han utilizado, de hecho nuestro pueblo nunca tuvo oportunidad de aprovechar
eso.
¿Cómo es nuestra agricultura? Una agricultura antediluviana. Nuestros métodos de trabajo se puede decir
que en muchas cosas agrícolas, como en la caña y en otras muchas cosas, está a
la altura de los tiempos prehistóricos, de la época en que el hombre descubrió
un palo y con un palo hizo el primer instrumento de trabajo. Porque un azadón, señores, no es más que un
palo con un pedazo de metal en la punta.
En la época de Roma posiblemente tenían métodos más adelantados que
esos.
¿Conciben ustedes a un hombre cortando caña con un
machete? ¿Cuánta azúcar se puede
producir con eso? Bueno, no solamente la
falta de técnica, de máquina para eso, sino la falta de técnica para cultivar
la tierra.
En nuestra agricultura, por dondequiera que ustedes
van, se encuentran el fenómeno actualmente —y ustedes se van a poder
familiarizar con eso pronto... ¿Por qué
no hay leche en esta época? Bien
sencillo. ¿Por qué viene esa reducción
de la leche? En dos palabras: porque empieza a
pasar hambre el ganado. Y aquí se
estableció la costumbre de alimentar el ganado con pienso, cualquier individuo
en el patio de su casa podía tener 10 vacas; sembraba un poco de hierba de
elefante cerca de allí para darle relleno —como decía— al ganado. El país vendía azúcar, importaba pienso, eso
no le convenía a la economía; le podía convenir al individuo aquel que se
gastaba cinco centavos por litro de leche y después vendía el litro a 10
centavos. Pero se acostumbraron a
alimentar el ganado a base de pienso. El
resultado del pienso fue que todo el mundo piensa en el pienso, pero que en
realidad no saben ni dónde están parados, no piensan en nada.
Se creó la mentalidad de alimentar el ganado a base de
pienso, y resulta absurdo que a una vaca que da seis litros de leche le estén
dando 10 libras de pienso. Una vaca
pasando hambre produce, comiendo hierba, sin comer toda la hierba que se puede
comer, que le cabe en la panza —panza
es una palabra técnica (RISAS)—, produce seis litros
de leche. Incluso se acostumbró todo el
mundo, agricultores particulares, estatales, de todo tipo, que es mucho más
fácil que ponerse a trabajar la tierra en el campo esperar que venga un camión
con tantos sacos de pienso; eso es mucho más fácil que andar con el trabajo de
atender el pasto; entonces, no atendían el pasto. Llega esta época, seca, el ganado lo que está
es realmente pasando hambre cuando vienen estas temporadas, pasando hambre, y
resultado: no
hay leche. Porque aunque haya seca se
puede tener cierta reserva de heno; ese heno se puede producir en lugares como
la Ciénaga de Zapata, donde ya estamos llevando a cabo un plan de producción de
heno. En la ciénaga pensamos llegar a
producir, en un futuro, de medio millón a un millón de toneladas de heno por
año, y heno de un tipo de pasto que es prácticamente silvestre allí, típico de
aquel lugar, y que tiene un porcentaje de proteínas alto.
Entonces, en esta época, claro, baja la producción de
leche —la seca—, no hay comida para el ganado, y una vaca si no le dan
comida —excepto que fuera la vaca de
Aladino (RISAS)— no da leche, porque para que una vaca dé leche hay que darle
comida. Es inconcebible que una fábrica
de tejidos, si usted no le pone hilo, teja ni media vara de tela; y lo mismo
pasa con la vaca:
durante un tiempito sigue dando un poquito de leche, agotando su
reserva, y termina muerta de hambre la vaca.
Y esos son los problemas. De eso
no se sabe nada, prácticamente nada.
Y aquí nosotros podemos lanzarles un reto a los
famosísimos técnicos agropecuarios de Cuba, porque podemos decir que no sabían
nada de eso, solamente lo que se aprendieron en los libros americanos, y
entonces venían a aplicar en Cuba la técnica de Estados Unidos, que es la
técnica de un país frío. Claro, los
técnicos se ponen muy bravos cuando uno les dice estas cosas, pero ya a mí no
me importa realmente nada, porque nosotros hemos podido demostrar con los
hechos que estaban equivocados, y hay algunos problemas en los cuales se ha
gastado mucho dinero aquí, y sobre los cuales hay que discutir seriamente, como
es el problema del silo, y hay que acabar de estudiar si el silo como sistema
—y salvo excepción para determinados tipos de leguminosas que no se pudieran
henificar bien—, si el silo salvo excepción sirve para nada en este país y que,
sin embargo, es insustituible en un país frío.
Y aquí se ha gastado mucho dinero haciendo silo, que ni siquiera lo
sabían hacer bien, y guardando la hierba, que la guardaban bastante mal. Y todo ese problema tiene que discutirse
bien.
Pero aquí hay técnicos, y muy cabeciduros, que son
recalcitrantes a aceptar las verdades; pero las verdades están ahí y no les
quedará más remedio que aceptarlas. Y la
gran verdad es que nuestros técnicos se ponían a estudiar por unos libritos
americanos y lo que hacían era venir a aplicar aquí las técnicas
americanas. Nosotros también vamos a
estudiar por unos libritos americanos, y yo casi todo lo que sé de ganadería lo
he estudiado en unos libritos americanos, pero lo que no hago es imaginarme que
las técnicas que son buenas allí sean aplicables aquí. Y ustedes van a estudiar por libros casi
todos americanos, libros buenos; claro está que esos libros no son siempre los
libros ideales, porque a veces tratan de materias que no nos interesan, pero
son libros buenos, porque ellos tienen una buena técnica, bien desarrollada la
técnica de producción agrícola, de ganadería, y sobre todo son libros que hemos
podido tener al alcance nuestro porque están traducidos al español. Esos libros hay que estudiarlos con un
sentido crítico, para que no les pase lo que les pasó a los técnicos: veían el silo y
entonces se ponían a hacer un silo aquí; la alimentación fundamentalmente a
base de pienso, que es correcta allá, entonces venían a aplicar esos principios
aquí. Eso no quiere decir que nosotros
nunca debemos darle pienso a una vaca; puede ser que a partir de un momento
dado nos convenga darle pienso a las vacas de alta productividad, pero no a
toda la masa ganadera. Porque cuando
nosotros sustituimos el pasto por el pienso, ya tenemos que producir una leche
mucho más cara, ya tenemos que importar muchos de esos componentes; o ponernos
a producirlos aquí, cuando en la misma caballería donde nosotros sacamos 50 000
litros de leche a base de maíz, sacamos
200 000 a base de pasto. Y ese es
el problema.
Nosotros vamos a estudiar por libros americanos,
muchos libros americanos, algunos de ellos muy buenos, sobre todo en lo que se
refieren a los problemas de suelo, de fertilización; claro, ustedes se
encontrarán además que no todos los libros coinciden, ustedes se encontrarán
puntos de vista discrepantes. No crean
ustedes que en un libro van a hallar todos los conocimientos que necesitan y
que los mismos conocimientos que aparecen en los libros hay que
aplicarlos. Y hay una serie de
cuestiones y de principios generales y de conocimientos técnicos generales que
son muy importantes. Esos libros los
vamos a estudiar con un sentido crítico, recogiendo todo lo que tienen de útil
y de aprovechable para nuestras condiciones, y desechando todo aquello que no
sea adecuado a nuestras condiciones.
Decía que esto iba a ser una escuela revolucionaria en
todos los órdenes, en los métodos de estudio, en la organización, en el sistema
de vida. Ustedes aquí no solamente van a
adquirir conocimientos técnicos, ustedes van a adquirir una cultura lo más
amplia posible. Ustedes no solamente van
a estudiar: ustedes
van a trabajar, porque en el programa de la escuela hay tres horas de trabajo
diario, trabajo físico. ¿Con qué? A lo mejor con un azadón, incluso; en ese
caso no tendrá tantos fines productivos como fines pedagógicos. ¿Para qué?
Para que ustedes sepan lo que es el trabajo, porque si ustedes van a ser
técnicos y van a tener responsabilidades en el futuro, es muy conveniente y muy
necesario que ustedes sepan cómo es el trabajo y cuáles son los trabajos que
pasan los hombres que pueden estar a las órdenes de ustedes, y se ha
establecido eso como parte de la formación de ustedes. Pero, además, ustedes van a trabajar en los
centros de investigación, en algunos de los que están ya, en una serie de
experimentos que se están haciendo y en los que ustedes hagan, incluso en los
que hagan aquí mismo en esta finca.
Va a haber un programa de estudio, un programa de
trabajo; la recreación también va a estar considerada. Programas de tipo cultural, de cultura
general, conferencias sobre pintura, sobre música, sobre teatro; los sábados,
por ejemplo, por la noche, algunas películas de ese tipo, cine los domingos de
otro tipo, recreativo puramente. Pero,
además, ustedes no piensen que van a sentarse en una clase, como ha sido
siempre, sin saber una palabra de qué les van a hablar, a que el profesor les
explique la lección; no señor. A ustedes
se les va a indicar la lección y ustedes tienen que estudiarse la lección antes
de ir a clase, y en la clase el profesor se limitará a una explicación general
del tema que toca ese día; el resto del tiempo a responder preguntas sobre
dudas que ustedes tengan, y a discutir.
El profesor empleará 20 ó 25 minutos, y el resto del tiempo ustedes
preguntan, y ustedes discuten, y ustedes analizan, porque ustedes tienen que
ser autodidactas, y porque después ustedes tienen que seguir los estudios
solos, cuando no van a tener un profesor al lado que los enseñe, cuando ustedes
estén ya en la producción y que, sin embargo, van a seguir estudiando y van a
recibir los cursos para poder realizar estudios superiores. Y, además, las clases no van a ser clases
aburridas, la vida de ustedes no va a ser aburrida ni un solo minuto en esta
escuela; la instrucción revolucionaria, no vayan a creer ustedes que les van a
poner a un instructor revolucionario que les meta ahí un disco rayado, que les
dispare un mamotreto; no señor, no es ese el tipo de revolucionario que
nosotros queremos, ni es ese el tipo de instrucción revolucionaria, porque
ustedes van a ser otro tipo de revolucionarios.
Y lo que nosotros planteamos es que los sábados se
dedique el tiempo que se va a emplear en la instrucción revolucionaria, y en
vez de estar leyendo cosas que no sean cosas vivas, que estudien por ejemplo la
biografía de Marx, se escoja una de las mejores biografías de Marx —que las
hay, y muy buenas—, y entonces estudian la vida de Marx, la vida de los
fundadores del marxismo, cómo surgieron las ideas marxistas y contra qué ideas
se enfrentaron. Y entonces ustedes van a
tener una visión viva, amena, sobre esos problemas. Y después la vida de Lenin, el fundador del
primer Estado socialista del mundo. Y
entonces ustedes van a recibir una instrucción revolucionaria profunda y amena,
que no es esa instrucción en que se para un tipo y repite y repite y repite, y
aburre a toda la gente que lo está oyendo, porque hay un tipo de instrucción
revolucionaria que tenemos que aprender todos los días, y es la del trabajo, y
es la de la producción, y es la de la disciplina, y es la de la vida. ¡Esa es la escuela donde tienen que formarse
los más perfectos comunistas!
(APLAUSOS), porque hay gente que es capaz de recitar como un papagayo,
de memoria, los mejores trozos del marxismo, de la dialéctica marxista, del
Manifiesto Comunista, o de los escritos de Marx, Engels o Lenin y, sin embargo,
no son capaces de producir un boniato (RISAS); ignoran lo más elemental: que la vida nueva, la sociedad nueva que se
quiere crear, hay que edificarla sobre una base material, sobre la base de
bienes materiales y sobre la base de la abundancia. Y esos revolucionarios teóricos es la cosa
más cara que puede tener una sociedad, porque no producen nada y comen
mucho.
Y nosotros lo que tenemos que tener es revolucionarios
de cada día, de cada minuto y en la realidad de la vida, y sobre todo creando
las bases del socialismo y del comunismo, y que solo se pueden crear en la
abundancia, en la plena y absoluta abundancia que la humanidad lo puede lograr
hoy, ¿por qué? Plantearse esto en el año
1 500 era un absurdo, porque cuando un hombre tenía que andar con una guadaña
cortando la hierba, nadie habría podido plantear una meta de 30 millones de
litros de leche para un país con la superficie y población nuestra; pero cuando
podemos tener segadoras que cortan por 300 hombres, entonces sí, entonces sí
podemos plantearnos estos objetivos, y así en todos los frentes. Con la ayuda de la química, con la ayuda de
la técnica, con la ayuda de las máquinas, podemos plantearnos metas de
producción altísimas.
y ustedes van a ser los creadores de esas bases
materiales, ustedes van a llenar —en la realidad de la vida— una importantísima
función para la construcción de una sociedad nueva, en la producción. Naturalmente que ustedes necesitan una
preparación teórica sólida. Creo que
todo revolucionario debe aspirar a tener una preparación teórica sólida; lo que
ningún revolucionario se debe quedar en la teoría, en la sola teoría. Y nosotros hemos pensado que esta escuela se
caracterice por su espíritu revolucionario, y aquí no solo ustedes van a
estudiar, sino que ustedes van a investigar.
Esto va a ser un centro de estudio y un centro de investigación al mismo
tiempo. Y las posibilidades de llevar a
cabo este plan dependen en gran parte del éxito que tengamos en esta escuela y
de los cuadros que se formen en esta escuela; que dondequiera que estén sepan
distinguir qué tipo de suelo, cuáles son sus características, qué hay que
hacerle a ese suelo, todos los tipos de hierbas, la productividad del suelo con
respecto a cada tipo de hierba, los nutrientes, las proteínas. Todas esas cosas ustedes tienen que
estudiarlas. De ahí que por eso haya que
estudiar el suelo, porque sin conocer el suelo, ¿qué van a producir? No es lo mismo una arcilla de Matanzas que la
turba de la Ciénaga de Zapata; y no es lo mismo el pasto que se puede sembrar
allí que allá, no es lo mismo el pasto que se puede sembrar con agua o sin
agua, en terreno húmedo o en terreno no húmedo.
Y así, hay que adecuar el tipo de pasto al terreno; la
preparación del terreno también tiene que ser de acuerdo con sus
características; la fertilización del terreno, de acuerdo con lo que se quiere,
porque poseyendo todos estos conocimientos, se puede producir toda la leche y
toda la carne que se quiera, porque se aprende a producir los alimentos del
ganado, las proteínas, los nutrientes, los carbohidratos que hacen falta para
producir lo que se quiere. Y así ustedes
pueden lograr que una hierba tenga el 10% de proteínas en seco, ó el 12, ó el
13, ó el 15, según la fertilización.
El empleo del estiércol del ganado en la agricultura
es fundamentalísimo. Y a mayor cantidad
de ganado que nosotros alimentemos por hectárea, mayor cantidad de estiércol
para cada hectárea y, por lo tanto, mayor cantidad de alimentos por hectárea
recibiremos.
Nosotros vamos hacia la política de estabular el
ganado, y llevarle el alimento al ganado estabulado, cuando el animal está
cebándose o cuando la vaca está en producción. Y en ese sentido se han estado haciendo una
serie de experimentos también con una serie de resultados.
Todas esas técnicas tienen sus enemigos, es necesario
que lo sepan. Solo que los enemigos
tendrán que plegarse a la verdad.
Nosotros no nos apegamos a una técnica determinada de manera dogmática,
sino que la sometemos a la prueba de la realidad y nos atenemos a la prueba de
la realidad. Lo que no somos tan ciegos
que, frente a la realidad, sigamos tapándonos los ojos.
Y sin duda de ninguna clase que, segando la hierba
—por lo que nosotros hemos podido ver hasta este momento—, se produce más que
cuando el ganado está pastando. Y una
caballería de pasto produce mucho más cuando se cosecha la hierba que cuando pasta
el ganado allí. El ganado muchas veces
lo que hace es lo contrario del hombre.
El hombre arranca las malas hierbas para que crezca la hierba buena; y
en cambio, el animal se come las hierbas buenas y deja las malas hierbas, que
son las que crecen.
Sobre todo eso hay una serie de teorías —no solo aquí,
sino fuera de aquí—, y se encontrarán ustedes con libros de técnicos que son
partidarios del pastoreo y no de la siega.
Es decir, que sobre todas estas cosas se encontrarán ustedes puntos de
vista distintos; pero nosotros tenemos que atenernos a lo que nos diga la
realidad de nuestro clima, de nuestra tierra; a lo que nos digan los resultados
de nuestros experimentos. Y ellos son
los que dirán la última palabra.
Trabajaremos, naturalmente, con análisis, con
técnicos, con laboratoristas. Pero,
desde luego, quienes dirán la última palabra serán los propios animales. Porque yo, por ejemplo, tengo un método;
además de todos los exámenes de laboratorio y todos esos elementos de juicio,
el último técnico que analiza la calidad de un alimento es la propia vaca. Porque ya pueden los resultados del
laboratorio decir: “tal
y tal cosa”; que la última palabra la dice la vaca cuando usted la alimenta con
ese pasto. Y acuérdense que en la vaca
vamos a tener un gran auxiliar, vamos a tener un gran técnico; es decir, el
técnico que dice la última palabra.
Estamos proyectando construir también un laboratorio
de suelos, de análisis de los alimentos y de biología. Pero no nos vamos a conformar con hacer
análisis biológicos del suelo; vamos a procurar aislar distintos tipos de
bacterias, y vamos a la producción industrial de bacterias para el pasto, para
la tierra, para fines agrícolas. Porque
la biología tiene una importancia muy grande, y nosotros nos alegramos mucho de
que haya muchas compañeras aquí en este curso, porque pensamos que de ellas
podemos sacar algunos técnicos en cuestiones de biología muy buenos.
Y de la misma manera que los que se dediquen a la
tierra tendrán que seguir estudiando después, los que se dediquen a las
cuestiones de biología tendrán que seguir estudiando también.
Porque, ¿qué propósitos tenemos? Ustedes van a estudiar dos años una enseñanza
teórica y práctica intensa. Al cabo de
dos años estarán en condiciones de incorporarse a la producción, pero entonces
esta escuela seguirá funcionando a través de cursos por correspondencia;
recibirán ustedes todo el material necesario para continuar los estudios de
ingeniero agrónomo y de biología, o de cualquier otra rama que se considere
conveniente. De manera que ustedes,
dentro de dos años, estarán en la producción; pero dentro de seis o siete años
serán también profesionales universitarios.
Porque nosotros tenemos mucho interés en que ustedes continúen
estudiando, continúen desarrollándose; que no se vayan a limitar a los conocimientos
que van a recibir en esta escuela.
Entonces, todos los años habrá un cursillo por lo menos de 45 días hasta
que ustedes sean graduados universitarios.
Ese es el plan que tenemos.
Ahora: tengan la seguridad de que dentro de
dos años ustedes van a saber muchas cosas que muchos ingenieros agrónomos
ignoran hoy. Y lo digo en un buen
espíritu de reto a los ingenieros agrónomos, para que estudien y para que se
superen. Porque aquí teníamos muchos
ingenieros agrónomos que eran graduados en pavimento. ¿Comprenden?
(RISAS.) Claro, estudiaban en la
escuela de agronomía de la Quinta de los Molinos, entre Carlos III y Zapata. Y allí estudiaba un ingeniero agrónomo. Y resultaba que, incluso, hasta muy reciente,
en que se adoptaron algunas medidas, muchos de esos eran estudiantes de
ingeniería agronómica y trabajaban en distintas cosas que no tenían que ver
nada con la agronomía; unos en la compañía eléctrica, otros en una oficina
burocrática y otros en no sé qué cosa; algunos están por aquí, porque los hemos
rescatado ahora nosotros con un poco de esfuerzo (RISAS); ¡trabajito que nos
costó!, que tuvimos que discutir con muchas empresas, porque formar el grupo de
profesores era un problema serio.
Y se ha hecho un gran esfuerzo para dotar a la escuela
de profesores capacitados, y tendremos que seguir haciendo el esfuerzo. Y los profesores van a tener que estudiar,
porque ustedes los van a poner en apuros; no hay duda. Van a tener que estudiar, superarse. Estoy seguro de que les va a interesar muchísimo
esta escuela, toda esta materia. Hay un
buen número de ingenieros agrónomos de profesores, y también compañeros
estudiantes universitarios. Nosotros
tenemos mucho interés en tener un personal docente altamente capacitado,
aunque, naturalmente, eso también será cuestión de un proceso en que se irá
adquiriendo toda esa experiencia.
Pero bien: ustedes serán dentro de seis o siete
años ingenieros agrónomos, otros estudiarán biología; quizás haya alguna otra
rama que se considere conveniente estudiar.
Pero ustedes van a estar en el campo, y trabajando en el campo, y en los
centros de investigación y en los centros de experimentación. Y naturalmente, muchas de estas cosas están
empezando, muchas de estas cosas tendrán que hacerlas ustedes mismos.
Ya tenemos algunos centros de investigación muy
buenos, como la estación de pasto del central España; es un magnífico centro de
investigación. Y aquí, por los
alrededores, se están haciendo algunos experimentos sobre producción de carne y
sobre producción de leche.
Pero aquí mismo, aquí, tendrán ustedes también sus
experimentos, y tendrán que realizar los experimentos. Aquí tienen la lechería, aquí tendrán centros
de ceba, y aquí estarán ustedes teniendo oportunidad de apreciar los
resultados. Y aquí iremos aprendiendo
todos, iremos descubriendo cuáles son las técnicas mejores, las que más nos
convienen.
No partimos de ninguna posición dogmática, pero
nuestro objetivo es producir el máximo de leche, no por vaca, sino por hectárea
o por caballería; no el máximo de carne por toro, sino por hectárea de
tierra. Es decir que nuestra divisa es: máximo de
producción de leche y de carne por hectárea con mínimo de costo, máximo de
producción de carne y de leche por hectárea con mínimo de costo. Esta ha de ser la consigna de una revolución
que construye el socialismo.
Para un capitalista lo mejor es sacar el máximo de
leche por vaca, quizás pueda ser su negocio.
Pero recuérdense que el número de animales se puede multiplicar: lo que no se puede
multiplicar es la tierra, aunque la productividad de la tierra sí se puede
multiplicar. Y nosotros, multiplicando
la productividad de la tierra, buscaremos qué nos conviene más, si maíz o si
pasto. Y yo tengo mis conclusiones sobre
eso; no soy dogmático, si me convencen de otra cosa... ¡Ojalá me puedan convencer de otra cosa, pero
lo veo difícil por ahora! Porque todos
los experimentos están comprobando, demostrando este punto de vista. Y ahí están.
Nosotros hemos puesto, incluso, a competir el pasto
con la maloja de maíz, y el pasto ha dejado muy atrás al maíz, pero muy atrás
en producción de leche por vaca. Y
además, en costo, ¡ni se diga! Porque el
maíz hay que estarlo sembrando cada vez, mientras que el pasto puede estar de
tres a cuatro años con una alta productividad.
Hay ciertos problemas por resolver; por ejemplo: cuál será la productividad al quinto o
al sexto año; si pasa como con la caña, que a medida que se hace más vieja la
cepa es menor la productividad; cada cuánto tiempo tendremos nosotros que remover
la tierra; qué técnica aplicar; qué posibilidades hay de obtención, cuántas
libras se pueden obtener de pasto en una caballería al año.
Hay una cosa que nosotros hemos podido comprobar ya: la conversión del
pasto a leche; de que se puede producir —se puede producir, y es posible que
hasta se puede superar, incluso— un litro de leche por cada 10 libras de
hierba, de pasto. Y que se puede
producir una libra de carne por cada 30 libras de pasto.
Pregúntenle a alguno de los ingenieros agrónomos, técnicos
agropecuarios que había en Cuba, si sabían eso.
Y verán que ninguno lo sabía.
¿Qué les parece? y es una cosa sencillísima, y que para
averiguarlo no había nada más que poner una vaca a comer hierba y ordeñarla
todos los días, o poner un toro a comer hierba y pesarlo todas las semanas,
además de pesarle la hierba que se comía todos los días. ¿Comprenden?
Y ni eso, ni eso.
Es lógico que seamos críticos porque estamos abriendo
una nueva etapa. Cuando se abre la etapa
de la revolución técnica hay que ser muy críticos con los antidiluvianos —¿comprenden?— y con los prehistóricos. Hay que atacarlos duramente, porque si no no
seremos buenos revolucionarios técnicos.
Cuando se va a hacer la revolución social se empieza por criticar muy
duro a la sociedad capitalista; y así tenemos que hacer nosotros con las
técnicas viejas, para que se abran paso las técnicas nuevas, se despierte el
espíritu de emulación, se despierte el espíritu de estudio, de investigación,
se despierte el deseo de estudiar.
Porque si los ingenieros agrónomos que se gradúan en la universidad no
vuelven a abrir más nunca un libro, nos morimos de hambre con esos ingenieros
agrónomos.
No señor, hay que seguir estudiando; y a los
profesores hay que apurarlos, y los profesores de ustedes, que son compañeros
valiosos y compañeros nuevos, van a tener que estudiar muy duro. Aquí todo el mundo vamos a tener que
estudiar, empezando por mí, que me voy a quedar atrás a causa de tener muchas
actividades.
Pero bien, algo he ido estudiando estas cosas y algo
he ido comprobando de algunas de estas cosas.
Ahora, dentro de algunos meses, tengo que andar muy apurado con ustedes,
porque ustedes van a tener todo el tiempo aquí para estar estudiando. Así que voy a ver qué técnica utilizo para no
quedarme atrás.
Entre otras cosas, venir y conversar con ustedes a
menudo por aquí para que me cuenten todo lo que están comprobando, y discutir
con ustedes; vamos a discutir, vamos a discutir bastante, y vamos a investigar,
y vamos a descubrir cosas interesantes.
¿Qué les parece? Y ahora ya es
mejor, porque con tantos colaboradores yo no dudo de que va a marchar mucho
mejor todo.
Tenemos que conocer también los problemas del uso de
los equipos mecánicos, la mecanización; aquí tiene que llegar un día en que
toda la hierba, que sea en terreno que la geografía lo permita —no vamos a
decir que en las montañas del Escambray vamos a meter una segadora, porque se
va a matar el tractorista, se va a romper la segadora y no vamos a sacar ni un
litro de leche; pero ahí aplicaremos otra técnica, ahí aplicaremos otra técnica
de producción según el caso—, en el futuro, toda la hierba tendrá que ser
cosechada en máquina, igual que la caña:
cortada, cargada y transportada en máquina. Bueno, lo único que van a hacer los animales
es mascarla, y eso porque no hay una máquina para ayudarlos. ¿Comprenden?
Tenemos que mecanizarlo todo; y toda vaca tendrá que
ser ordeñada en máquina, en máquina también.
Porque eso de un hombre ahí ordeñando una vaca, es un trabajo duro, no es
tan higiénico y es menos la productividad; hay que acudir a la ayuda de las
máquinas, y así tendremos mecanizada también la producción de carne y leche;
totalmente mecanizada. Tenemos que ir a
esa meta.
Y tenemos un formidable campo, porque aquí en caña hay
bastantes conocimientos, bastante experiencia, está bastante desarrollado. Naturalmente que en caña tienen que abolir la
técnica que han usado hasta ahora, pero es mucho más fácil vencer las
dificultades que eso plantea. En la
ganadería es más difícil, pero mucho más difícil, y es un campo enteramente
nuevo, puede decirse; y es un campo que está completamente por desarrollar en
nuestro país, pero que puede ofrecer a Cuba tanta riqueza como le ofrece la
caña, que ha sido hasta hoy su principal industria; además, fuente de
alimentación de primera calidad para el pueblo y de materia prima, porque
también sirve para producir, por ejemplo, huevos, porque se utiliza el hueso,
se utiliza la sangre, se utiliza el desperdicio de res; para producir huevo, para
producir pollo, infinidad de cosas.
Pensamos desarrollar también la producción de
queso. Aquí había dos o tres tipos de
queso, y bastante regulares; nosotros tenemos que tratar de producir de 50 a
100 variedades de queso. Y eso es un
problema también de bacteria, un problema de bacteria; muchos de esos quesos,
el secreto consiste en aislar la bacteria, cultivarla, y que trabajen; las
bacterias trabajan, y eso sí que va a ser difícil sustituirlas por
máquinas. Porque en un tiempo trabajan
los bueyes, los caballos, pero, ¿qué resulta?
Ya los tractores los sustituyeron.
Hay otros animalitos que realizan un gran trabajo: algunos apenas visibles y otros
invisibles, que son los que producen el queso, los que producen el yogur, la
leche agria, todos esos derivados; son los que preparan en la tierra los
nutrientes para las plantas, son, incluso, los que en el intestino de los
animales preparan los alimentos para ser asimilados por la sangre y por el
organismo.
Y vamos a desarrollar también, vamos a poner una
escuelita pronto, de técnicos en quesos; todas estas cosas hay que
impulsarlas. Ya la escuelita la están
construyendo, ya los técnicos están siendo contratados, y pronto
seleccionaremos —no serán de entre ustedes, vamos a seleccionarlos en otra
cantera. Porque por ahí hay una escuela
de transformación de productos alimenticios, pero quisiera ir un día por allí a
averiguar si le están enseñando a alguien cómo se hace un queso. Porque las cosas hay que impulsarlas, si se
deja a la rutina, la rutina y la rutina...
Miren, el peor enemigo que puede tener la ganadería es el hombre
rutinario, el que no se le ocurre más que lo mismo de todos los días y no se
sale de ahí; ese es un enemigo del progreso humano, y hay que impulsar todas
estas actividades. Desde luego, en
materia de ganadería se van a encontrar mucha rutina, muchos prejuicios; no se
olviden de eso:
rutinas, prejuicios, contra los cuales hay que luchar, a los
cuales hay que vencer, y que desde luego, no tengo la menor duda de que
venceremos.
Ya se han encarrilado todas las perspectivas cañeras
en nuestro país, ahora hay que encarrilar todas las perspectivas ganaderas de
nuestro país, y ahí es donde van a cumplir ustedes una muy importante misión,
pero muy importante misión. Y nosotros
queremos hacer un tipo de técnico competente, disciplinado, responsable,
revolucionario, con una mentalidad abierta, con un espíritu de investigación,
de crítica, de análisis; y les puedo asegurar que ustedes nunca se arrepentirán
de haber ingresado en esta escuela, ¡nunca!; les puedo asegurar que las mayores
emociones las van a encontrar en este campo, en este campo de la producción, de
la creación, de la investigación, las mayores emociones; y les puedo asegurar
que ustedes se van a volver fanáticos de este trabajo y de estas
investigaciones.
En la misma medida en que ustedes estudien, en la
misma medida en que ustedes profundicen sus conocimientos, ustedes van a ir
desarrollando una vocación, un apego, un interés por todas esas cosas, que les
aseguro, por mi experiencia —que he conocido unas cuantas cosas—, que no
encontrarán cosa más interesante que esa, más interesante. Y ustedes ya tuvieron esa disposición, esa
inclinación y ese espíritu, los compañeros y las compañeras, y ustedes van a
recibir el premio de esa decisión de ustedes, en la medida en que
estudien.
No piensen que la escuela desde el primer día va a ser
perfecta, no piensen que desde el primer día vamos a tener todos los problemas
de textos resueltos; hemos resuelto una parte de los problemas de textos, otros
están en camino, otros están obteniéndose, pero se irán resolviendo. Todos los problemas de personal para la
enseñanza no están resueltos desde el primer día, todas las cosas no van a
marchar a la perfección desde el primer día; sepan eso, y sepan que nada en la
vida marcha desde el primer día a la perfección, pero que esta escuela está muy
bien encaminada, muy bien planeada, bien concebida, y que va a llegar a ser una
magnífica, una formidable escuela, y que esta escuela va a tener una gran
repercusión en la economía del país, y que esta escuela va a tener una gran
repercusión en el desarrollo de una técnica nueva para la producción, y que
esta escuela va a ser un baluarte de la revolución técnica; tengan la seguridad
de eso. Y ustedes se van a sentir
siempre muy contentos y muy orgullosos de ser alumnos de esta escuela.
y algún día ustedes van a tener la oportunidad de
comprender estas cosas que ahora les estamos diciendo, de las dificultades, de
lo que hay que luchar, de lo que hay que trabajar, de los prejuicios que hay
que vencer, de los caminos que hay que descubrir, porque hay muchas cosas,
incluso, que están todavía por resolver, de tipo práctico y de tipo técnico, y
que tenemos que resolverlas, que el trabajo es grande, que en la ganadería es
lo más difícil. Pero, sin embargo, no
debemos vacilar en emprender este esfuerzo y esta batalla seguros de que la
vamos a ganar. Porque, como les decía
cuando empezaba, qué cosa es lo que no se puede hacer en este país, y qué cosa
es lo que no puede llevar a cabo nuestro pueblo revolucionario si ha podido ya
crear estas condiciones, si ha podido abolir todo el pasado, aquel que impedía
avanzar; si ha podido enfrentarse al imperialismo, si ha podido surgir en su
vida revolucionaria en momentos propicios de orden internacional.
Se puede decir que nunca una revolución surgió en
momento más oportuno para un país, no voy a decir que sea la más oportuna de
las revoluciones, no, pero para un país pequeño como el nuestro sí, para un
país que estaba bajo las botas del imperialismo sí; en un momento de la
historia del mundo formidable. Y que
esta es la oportunidad de los pueblos, como el nuestro, de sacudirse el yugo y
de tener esa oportunidad fantástica que tiene nuestro país hoy. Porque ya se van desmoronando todas las
intrigas de los imperialistas, van rodando por tierra todas las intrigas de los
reaccionarios y de los contrarrevolucionarios, se van derrumbando como castillo
de naipes sus ilusiones ante la realidad de la Revolución, ante el avance de la
Revolución, ante las perspectivas económicas de la Revolución. Ni soñar, ¿qué pueden decir de nuestras
perspectivas de 10 millones de toneladas?, ¿qué pueden decir de la mecanización
del corte de la caña, de la liberación de cientos de miles de trabajadores de
ese trabajo duro?, ¿qué pueden decir, qué pueden ofrecer, volver a la época del
plan del machete, de la cosecha con la guámpara, del tiempo muerto?, ¿qué nos
pueden hablar de aquellas cosas absurdas?, que a ningún individuo racional se
le ocurriría pensar que habrían de volver, que podrían volver alguna vez a
nuestra tierra, ante las perspectivas formidables, sin tiempo muerto, abolida
aquella causa de miseria, aquel mal, sin analfabetismo, abolido todo aquello,
sin restricciones a nuestra producción, abolidas todas aquellas
restricciones.
Tenemos ahora que abolir todos los métodos artesanales
y prehistóricos en la producción, y llegaremos muy lejos; y por eso es que
están cada vez más desmoralizados los contrarrevolucionarios, cada vez más aplastados,
cada vez más derrotados, juntos con sus amos imperialistas que están viendo
también cómo se les desmorona su imperio, que están viendo su crisis, la crisis
de su política guerrerista, de su política estúpida, de su política
colonialista, de su política de fuerza en todas partes del mundo, y que están
viendo surgir en el mundo condiciones enteramente distintas y enteramente
nuevas. Y mientras ellos se hunden,
nosotros nos levantamos, nosotros subimos.
Ellos viven aterrorizados del futuro y nosotros, en cambio vivimos
llenos de esperanzas en el futuro, en ese futuro que estamos construyendo con
entusiasmo, y en ese futuro donde ustedes tienen que marchar como una columna,
disciplinados, capacitados, combativos.
En ese futuro donde ustedes van a ser una de las columnas de
vanguardia.
Quiero por eso expresar aquí nuestra alegría porque
haya empezado la escuela y reiterar nuestra confianza, nuestra fe, en la
escuela, en los compañeros que están de profesores de la escuela, en los
alumnos de la escuela, en la calidad de todo el personal de esta escuela, y que
harán que sea la escuela que hemos deseado y que esperamos que sea.
Así que, ¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)