DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL PARTIDO UNIDO DE LA
REVOLUCION SOCIALISTA y PRIMER
MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA INAUGURACION DE LA CIUDAD
UNIVERSITARIA “JOSE ANTONIO ECHEVERRIA”, EN LOS TERRENOS DEL CENTRAL “MANUEL
MARTINEZ PRIETO”, ANTIGUO “TOLEDO”, EL 2 DE DICIEMBRE DE 1964.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros y
compañeras:
En realidad, más que una ciudad universitaria –porque
no puede hablarse de ciudad universitaria– hoy se inaugura la primera facultad
de esa ciudad universitaria; incluso, todavía hay obras por terminar, trabajos
que hacer. Este mismo futuro anfiteatro,
donde estamos reunidos, está por terminar, y muchos edificios más, o varios
edificios más están en construcción.
.Pero ¿por qué nos vemos en la necesidad de adelantar
–puede decirse– esta inauguración? ¿Es
acaso un acto demagógico? No. En general, la Revolución, puede decirse que
hace mucha menos propaganda de sus obras que la que se ha hecho nunca. Y hay infinidad de obras que se van haciendo
en todas direcciones y muchas de ellas incluso se ignoran; y, en definitiva,
eso no es lo más importante, la propaganda que se haga de las obras de la
Revolución. En realidad, la razón
fundamental por la cual se hace esta inauguración, es que surgió la necesidad
de hacer uso de los edificios que estaban terminados ya; es decir, que nos
vimos en la necesidad de empezar a utilizar estas edificaciones. De hecho comenzó a funcionar ya la facultad
de tecnología con varios cientos de estudiantes, entre ellos los
“colonizadores” –como se llaman ellos mismos– de arquitectura; porque esa
necesidad surgió del impetuoso desarrollo de la educación en general en nuestro
país, que ya se empieza a manifestar también –en forma igualmente impetuosa– en
la Universidad de La Habana.
Y como fue necesario comenzar a trabajar aquí ya, como
había un número de edificios terminados en condiciones adecuadas para poder
empezar, es por eso que si la institución en sí, si la facultad comenzó ya en
lo que está hecho, era correcto que de una forma o de otra se hiciera también
esta ceremonia de inauguración.
Pero más que a inaugurar una ciudad universitaria,
venimos más bien a ratificar el propósito de hacer esa ciudad universitaria,
venimos a ratificar ese compromiso, a fortalecer esa voluntad de seguir
adelante en esta magnífica obra, como se ha venido haciendo hasta ahora,
dedicándole los recursos que ha sido posible dedicarle en medio de un sinnúmero
de necesidades de todo tipo que tiene la nación.
El concepto de ciudad universitaria va cambiando. Los conceptos cambian con las
realidades. En el pasado la idea de una
ciudad universitaria habría consistido esencialmente en una zona donde se
reunieran todas las edificaciones correspondientes a una universidad; en la
actualidad y en el futuro realmente será imposible limitar de esa forma el
concepto de una ciudad universitaria o de una universidad. Es decir, en el futuro no habrá ciudad capaz
de albergar una universidad; en el futuro el concepto de universidad será
demasiado grande para que pueda estar contenido en un número de
edificaciones. El concepto de
universidad será demasiado dinámico, a la vez que demasiado real, demasiado
práctico, para que se pueda situar en un conjunto de edificios. En primer lugar, ya el país no tiene una sola
universidad; el país tiene ya dos universidades más; y esto no es el resultado
de una política, ni consecuencia de presiones locales, ni consecuencia de
demagogia de politiqueros, sino consecuencia de la necesidad que ha hecho
surgir, con seriedad, con buena organización, con nivel satisfactorio y
creciente, y con rigor científico, dos universidades, que crecen y se
desarrollan, y cuya importancia y cuyo peso se palpan cada día más, que son las
universidades de Las Villas y de Oriente.
Y también allí en las universidades de Las Villas y Oriente hay que
hacer albergues, hay que hacer edificaciones.
Es decir que de hecho se está trabajando en
edificaciones en tres universidades.
Pero el concepto mismo de la función de la universidad
se amplía, y cada vez comprendemos mejor que una universidad tiene que ser algo
más que un centro donde unos van a enseñar y otros van a aprender en los libros
o en los laboratorios; que el concepto de universidad tiene que ampliarse, y
tiene que ser algo más que ese sitio donde se reúnen unos a enseñar y otros a
aprender. Es que el concepto de
universidad tiene que entrañar la investigación; pero no la investigación que
se hace solamente en un aula o en un laboratorio, sino la investigación que hay
que realizar a lo ancho y largo de la isla, la investigación que hay que
realizar en la calle. Además, la
práctica, el trabajo, como parte de la formación, puesto que aspiramos en el
futuro no a lo que tenemos hoy que vivimos una etapa de transición. Aspiramos en el futuro no al estudiante que
comparte el estudio con el trabajo como una actividad profesional. Eso es sencillamente el resultado de los años
vividos en el pasado, y es el resultado del carácter de tránsito que tienen
determinados períodos, y que debe tener necesariamente ese período que hay que
llenar de un sistema a otro, de un método a otro, de una etapa a otra; como
resultado, en primer lugar, de la paralización de la universidad durante varios
años, y que obligó a muchos estudiantes a encontrar una ocupación; y como
resultado, al mismo tiempo, de la situación económico-social del país, que
convirtió la cuestión de encontrar un empleo en una cuestión vital para un
joven, y que influyó en los primeros tiempos de la Revolución; como
consecuencia también de la participación del estudiantado en el proceso
revolucionario, que a su vez lo llevó a responsabilizarse con tareas fuera de
la universidad; como resultado a la vez de la reincorporación de muchos
jóvenes, que prácticamente habían olvidado la idea de estudiar, a la actividad
universitaria.
Ha sido necesario, sencillamente, incluso encontrar
muchas fórmulas, y tener que afrontar muchos problemas derivados de la
contradicción entre el tiempo que dedican los estudiantes al trabajo y el
tiempo que deben dedicar al estudio.
De ahí han surgido una serie de iniciativas,
conflictos de intereses, entre los intereses de la producción y los intereses
de las empresas –que son de distinta índole y naturaleza– donde trabajan los
estudiantes, y los intereses de la docencia, los intereses de la
universidad. Y que ha obligado a estar
constantemente discutiendo fórmulas de un tipo o de otro tipo, y que aún se
discuten: si en
tal lugar le dan más o le dan menos, si es suficiente el tiempo o si no es
suficiente.
Y nosotros, que muy a menudo conversamos con los
estudiantes y escuchamos sus preocupaciones en ese orden de cosas, nos damos
cuenta y pensamos que tiene que llegar el día en que realmente no sea así, en
que realmente esos problemas no se planteen.
Creemos que todo esto es transitorio y es resultado de
la necesidad. Pero debemos proponernos
muy firmemente superar esta etapa, debemos proponernos muy firmemente crear
condiciones futuras para el estudio, y debemos preocuparnos firmemente en
desarrollar el concepto de que a determinada edad, en determinada etapa de la
vida del joven, el trabajo no debe ser una actividad profesional, el trabajo no
debe ser un medio de vida, sino que el trabajo debe ser parte de la formación,
es decir, de la educación del joven.
Hay ya una serie de centros que están organizados
sobre esa base. Tenemos, por ejemplo, el
instituto pedagógico, que realmente funciona sobre ese principio (APLAUSOS), en
que los estudiantes los dos últimos años comparten el trabajo con el estudio,
llenan una función social importante. Ya
más de 1 000 alumnos –y este año posiblemente se acerquen a los 2 000 el número
de alumnos– de este instituto pedagógico estarán enseñando en aulas de primaria,
facilitando así la posibilidad de que muchos de los actuales maestros de
primaria se superen y a la vez se conviertan en profesores de enseñanza
secundaria o enseñanza preuniversitaria (APLAUSOS).
Con el mismo concepto se ha organizado o se concibió
la ciudad escolar “Camilo Cienfuegos”; sobre la misma idea se han estado
organizando una serie de institutos tecnológicos, como es el Instituto de
Suelos y Fertilizantes, otros institutos que comienzan a funcionar en el mes de
enero, y otros institutos tecnológicos obreros, todos organizados sobre esa
concepción.
Y en otros casos ya van a llenar una tercera función
social, porque algunos de esos institutos serán, además de centros de
educación, centros de trabajo y unidades militares para defender la Revolución
(APLAUSOS).
Y podría decirse que esa es una dimensión nueva de la
actividad del joven, que la Revolución ha introducido, y con lo cual puede
decirse que se redondea, se completa, se perfecciona el papel, la función de un
joven en nuestra sociedad, en que, a la vez que se prepara, produce, trabaja
como parte de su formación, y le presta, además, su colaboración y su esfuerzo
a otra necesidad que el país debe llenar fundamentalmente.
Es decir, que con todo el contingente más nuevo, ya se
va organizando la enseñanza sobre ese concepto.
Y, lógicamente, tendrá que llegar la oportunidad –a medida que ese
contingente nuevo avanza hacia las universidades– en que en la universidad se
aplique también ese concepto de que el estudiante trabaja no como un medio de
vida, sino que trabaja como parte de su formación, y trabaja en aquellas tareas
que están relacionadas con esa misma formación.
Y no se producirán esas cosas paradójicas de un
estudiante de agronomía trabajando en una empresa telefónica, o uno de economía
trabajando en un laboratorio de veterinaria, o uno de veterinaria trabajando en
el comercio exterior. Es decir, que
todas esas incongruencias deberán ser superadas.
Y en el futuro la actividad, el trabajo del estudiante
será no como una profesión, sino como un medio de formación.
Porque, además, ha de ser el trabajo el gran pedagogo
de la juventud. Y, sencillamente, es lo
que desde el primer instante puede capacitar al hombre para entender sus
deberes, sus obligaciones, las realidades de la vida. Y eso hay que tratar de aplicarlo, incluso de
hecho, a la más temprana edad: tal como hacemos ya en determinadas
instituciones, cuales son las granjas infantiles.
Desde luego, que eso no es una tarea fácil. En ese mismo problema de las granjas infantiles,
nosotros nos encontrábamos con que una de las cosas más difíciles era encontrar
un director para una granja infantil que comprendiera eso y que fuera capaz de
orientar a los muchachos sin hacer 25 disparates. A tal efecto, se trató –y digo trató, porque,
infortunadamente, esa idea un poco quedó en el vacío, esa idea no recibió toda
la atención y todo el calor que debió haber recibido– de organizar una escuela
de directores de granjas infantiles, y sencillamente no se trabajó como debía
haberse trabajado, porque es preciso tener en cuenta que muchas de estas ideas
necesitan los hombres que las lleven a cabo, necesitan los cuadros que las
lleven adelante. Y, desde luego, estos
primeros tiempos sobre todo se caracterizan por una ausencia, por una pobreza,
por una verdadera miseria en cuadros de todos los niveles y de todos los
tipos.
Pero el tipo de escuelas que son esas granjas
infantiles se concibió también sobre esa idea de que ya los muchachos
realizaban determinadas tareas: las que estaban al alcance de su
inteligencia, las que estaban al alcance de su desarrollo físico.
Y así debiéramos concebir la enseñanza prácticamente
desde el primer grado hasta el último año en la universidad. Es decir, esa debe ser una aspiración de la
pedagogía en la Revolución, en el socialismo, en el comunismo.
Pero hoy estamos en este tránsito en que se han
presentado todos los inconvenientes de todo tipo, y no hay dudas de que esas
cosas afectan la formación. No hay dudas
de que el joven que tiene que emplear seis o siete u ocho o cinco horas, varios
días a la semana, en una actividad que en muchas ocasiones no se relaciona con
sus estudios, para dedicarlas a esta actividad se las tiene que quitar al
estudio. Y eso lo vemos, esa angustia
que muchas veces se refleja, esa contradicción, esa preocupación con el trabajo
profesional.
Nosotros decíamos recientemente que en el pasado la
preocupación que se exhibía, que se evidenciaba, era la de que tantos miles de
jóvenes arribaban a la mayoría de edad y que se necesitaban tantas plazas,
tantos empleos todos los años.
Hoy ese no es nuestro problema. Hoy, incluso, nosotros orientamos en el
sentido de que más bien se incline al joven hacia el estudio y no hacia un
empleo. Porque nuestro problema hoy no
es ese. Hoy la cuestión del desempleo no
es lo más presionante. Y si aun presiona
cierto tipo de desempleo, es por la falta de capacitación de esos sectores que
presionan. Porque puede haber
determinadas demandas de trabajo por un lado que no coinciden realmente con la
demanda que hay de técnicos, con la demanda que hay de determinado personal
capacitado.
Es decir que la falta de capacitación es todavía un
factor que debe impedir que se resuelva en un ciento por ciento el problema del
empleo. Incluso, la preocupación por
estas cuestiones nos llevó a la idea de adoptar ciertas medidas, a fin de que
las empresas no contrataran estudiantes, porque las empresas, naturalmente, se
preocupan de su trabajo, las empresas se preocupan de sus obligaciones
sectoriales; mas la Revolución, que no puede ser sectorial, y que tiene que
preocuparse por el conjunto y que tiene que preocuparse sobre todo por el
futuro, debe defender a los jóvenes, debe defender los programas de formación
de la juventud de esas presiones de tipo sectorial que arrancan a lo mejor y a
veces pagando un sueldo elevado, y en ocasiones un sueldo no necesario, a un
muchacho que ante la oportunidad de irse a ganar 150 pesos abandona la
preuniversitaria, abandona los estudios y realmente no le ofrece a su patria, no
se ofrece a sí mismo, no le ofrece a nadie todo lo que de otra forma, si
continúa estudiando, le puede ofrecer.
De ahí que se adoptaran medidas para proteger a los
centros estudiantiles de las contrataciones de trabajo, en cierto sentido, del
pirateo de los jóvenes, porque también es una forma de pirateo, forma que
todavía no ha sido superada completamente, porque todavía hay organismos que,
incluso, están cazando al estudiante, y si ellos tienen una demanda de
economistas de tal tipo, o de técnicos de tal tipo, ya están en plano de
ofrecerle hasta un trabajo de portero allí en el organismo aquel, a fin de
tenerlo comprometido. Y esas prácticas
todavía existen, y contra esas malas prácticas, esas viciosas prácticas, hay
que luchar.
Pues bien, ¿qué creemos nosotros? Que debe existir una autorización previa del
centro educacional en el caso en que se desee contratar a un joven
estudiante. Y, además, ese caso solo
puede surgir por necesidad, por necesidad real, porque hay ocasiones en que en
el seno de una familia surge para un joven una necesidad real, vital, de
trabajar. Pero para darle a la educación
la alternativa de poder escoger entre la autorización para el trabajo de ese
joven, en virtud de las circunstancias, o la alternativa de concederle a ese
joven un subsidio. Eso sería en los
casos realmente justificados ante una necesidad real, para que ese joven siga
estudiando.
Nosotros creemos que cuando en el seno de una familia
surge una real, una verdadera necesidad, no cualquier necesidad, sino una
necesidad vital, y puede afectar a un joven que por su espíritu, por su
vocación por el estudio, por su capacidad, puede prometer algo más y sería
interés de la sociedad de continuar estudiando, que la sociedad se hiciera
cargo de su problema y él pudiera seguir estudiando.
Naturalmente ese joven después puede trabajar en
determinadas actividades, no como un medio de vida, sino –repito– como una
parte de su formación. Y nosotros
debemos ir en pro de esa aspiración.
También surgió la necesidad de conciliar el estudio
con el servicio militar y se idearon los centros militares de enseñanza
preuniversitaria y de enseñanza tecnológica, de manera que los años de servicio
militar no impliquen una suspensión de la preparación del joven, de manera que
puedan las dos cosas marchar juntas: el
estudio y el servicio militar.
Y ha de llegar el día en que la totalidad de la
juventud tenga que estar estudiando, ha de llegar el día en que sea obligatoria
—si es que todavía este concepto no es totalmente obligatorio— la enseñanza
secundaria, al igual que la enseñanza preuniversitaria; ha de llegar el día en
que nadie tenga derecho a quedarse bruto dentro de la sociedad, porque un bruto
dentro de la sociedad es una carga para toda la sociedad y, por tanto, la
sociedad tiene el derecho de exigir que nadie pueda ser una carga para esa
sociedad.
Y, por tanto, el concepto del deber de estudiar en
todo niño, e incluso, en todo joven, hasta por lo menos la enseñanza media,
puede que llegue un día. Y sin duda que
la vida nos planteará la necesidad y, por tanto, la obligación de estudiar, de
que todo joven estudie incluso hasta la enseñanza preuniversitaria. Al igual que tendrá que llegar el día,
naturalmente, en que la masa sea gigantesca de estudiantes, en que ya los
estudios superiores se realicen en virtud de una selección, aunque ese día yo
no lo veo sinceramente por ninguna parte, porque lo que todos los días vemos,
cada vez más y más, es que las necesidades crecen hasta límites insospechados
en materia de técnicos y en materia de personal preparado.
Se puede decir que el límite, hoy por hoy, de nuestro
desarrollo no está en los recursos económicos; el límite fundamental de nuestro
desarrollo, hoy por hoy, está en el factor humano, está en el grado de
capacitación técnica, porque se dan ya casos de fábricas que se han construido
y que no están funcionando ni mucho menos a plenitud, que no están funcionando
al máximo de su capacidad por falta de personal técnico. Adquirimos barcos —por ejemplo— mercantes, y
nos encontramos con el tremendo problema de las necesidades de ingenieros
mecánicos para estos barcos, de oficiales, de capitanes, de personal
capacitado; se hace una fábrica nueva, ocurre lo mismo, de donde se puede decir
que el límite fundamental de nuestro desarrollo no está en los recursos
económicos, sino en los recursos humanos.
Y podría afirmarse que con un nivel de preparación
superior al que tenemos hoy, nuestra producción podía ser muy superior. Y está a la vista de cualquiera
cuántos recursos subutilizados, cuántos recursos mal utilizados en los campos,
en las fábricas, en dondequiera, por falta de personal suficientemente
capacitado, pero capacitado en todos los órdenes. Se necesitan especialistas, puede decirse, en
infinidad de cosas, que van desde un especialista en normación de trabajo,
hasta un especialista en organización de un departamento administrativo, hasta
un especialista en cuestiones de planificación, especialista en cuestiones
económicas y, en fin, especialistas en toda una serie de cuestiones que tienen
que ver con las necesidades de la sociedad y, que si no existen, tendremos
–como tenemos– infinidad de problemas.
Se puede decir que mucha gente incurre a diario en un
subjetivismo –y yo me doy cuenta de eso conversando en la calle y conversando
con los estudiantes–, en un cierto idealismo, y es el siguiente: que muchas personas
creen que tal cosa puede marchar mejor, o tal otra cosa, y que no marcha mejor
como resultado, quizás, de la mala fe de alguien, y en la mayor parte de los
casos no es así.
Incurrimos en el subjetivismo de creer que un pueblo impreparado pueda afrontar las complejas tareas y los
complejos problemas de una sociedad moderna; incurrimos en el subjetivismo de
olvidar que para el enfrentamiento eficaz de todas esas tareas y de todas esas
actividades es necesario un nivel de capacitación que no tenemos.
En ese subjetivismo no solo han incurrido las masas,
en ese subjetivismo han incurrido los dirigentes revolucionarios, prácticamente
hemos incurrido todos; ese subjetivismo entraña la subestimación de la técnica,
el creerse que cualquiera puede dirigir tal departamento, que cualquiera puede
dirigir tal fábrica, que cualquiera puede dirigir tal empresa, que cualquiera
puede realizar tal actividad. Y lo que
ocurre es que infinidad de gente dirigiendo infinidad de cosas, cosas
complejas, gente impreparada, por mucha buena
voluntad, por mucho interés que tengan, no resuelven.
Claro está que hay determinadas circunstancias en que
influye también la negligencia, la abulia, la mala selección. Pensamos que cuando la selección se haga
sobre la base de un expediente, que cuando la selección de cada hombre para
cada sitio se haga sobre la base de su capacitación, las dificultades serán
mucho menores, las selecciones serán muy superiores y por lo tanto el problema
que nosotros consideramos esencial: la falta de capacidad, no estará
gravitando.
A nadie, por ejemplo, en determinadas cosas se le
ocurriría llamar a un ignorante. Por
ejemplo, a nadie se le ocurriría llamar a alguien que no hubiera operado nunca
a nadie para que realizara una operación quirúrgica y le salvara la vida a un
familiar. Cualquiera comprende que es un
absurdo llamar, digamos, a un carnicero para hacer una operación de cualquier
índole. Como sería absurdo llamar a un
médico para llevarlo al matadero, allí, a realizar las tareas del
carnicero. Pero, sin embargo, a mucha
gente le ha parecido, o le pareció lo más natural del mundo que un individuo
que no había visto nunca una vaca, administrara una lechería o administrara una
granja, o un individuo que administrara un central azucarero, una empresa que
requiere verdaderos conocimientos técnicos acerca del proceso de
producción.
En ese subjetivismo se incurrió mucho en los primeros
tiempos de la Revolución. Pero no era ni
siquiera un subjetivismo en muchas ocasiones, sino una necesidad. Y desde luego, en muchas cosas el nivel
técnico que tenemos todavía es bochornoso.
Aquí, por ejemplo, están los alumnos, creo que de la
facultad de veterinaria, de agropecuaria, los que están estudiando la rama de
veterinaria, y les podemos decir que en ese sector nuestro nivel técnico es
ínfimo. De manera que yo he dicho muy
seriamente que la mayor parte de nuestros veterinarios estudiaron realmente
para atender perros y atender gatos. Por
eso ustedes veían muchos de nuestros llamados médicos veterinarios que tenían
un perrito en la puerta de su casa (RISAS), porque se concebía la medicina
veterinaria no como una actividad de primordial importancia para la producción,
se concebía la medicina veterinaria como un medio de vida para atender los
perritos chiguagua, fox-terrier (RISAS), y todas esas
especies de perritos, de las familias que podían tener perros.
Esto no quiere decir que nosotros seamos unos enemigos
de los perros, de veras que no sentimos ninguna enemistad hacia los perros y
creemos sinceramente que los perros deben ser atendidos también; así que no
tenemos ninguna fobia contra los perros.
Pero yo me pregunto que qué leche y qué carne –para aquellos que amen
mucho a los perros–, ¿qué leche y qué carne le vamos a dar a los perros si no
hay ganadería, si no hay veterinarios que atiendan la ganadería? (APLAUSOS)
A no ser que se aplique la fórmula de antes, que había leche y carne
para los perros y no había leche ni carne para los niños, no había leche ni
carne para el pueblo.
Pues bien, esa era la sociedad aquella, formó ese tipo
de técnicos. Los formaba en el centro de
La Habana. Todavía quedan,
desgraciadamente, algunas clases en el centro de La Habana que tenemos que
superar también.
Incluso, aquí con toda sinceridad y con toda franqueza
les digo a los compañeros de veterinaria, que tenemos que discutir dónde debe
estar la facultad de veterinaria. Eso
tenemos que discutirlo (EXCLAMACIONES), nosotros tenemos que discutirlo si debe
ser o no en la ciudad universitaria, y dónde debe ser. Y, desde luego, cosas prácticas, cosas
posibles, no cosas absurdas.
Pero el nivel de nuestros técnicos en veterinaria es
ínfimo, pobrísimo. De verdad que los
animales aquí reciben un tratamiento inhumano.
Y sin embargo tenemos que cuidarlos porque son los que nos alimentan,
son los que alimentan los enfermos, los animales son todo. Tienen un papel fundamentalísimo en la salud
humana. ¿Qué medicina, incluso, puede
existir para el ser humano que no se preocupe, por ejemplo, de la
alimentación? Simplemente una medicina
terapéutica. Y tenemos que curar a las
personas, es decir, evitar que se enfermen, tenemos que evitar que vayan a los
hospitales. No hacemos nada... Debemos tener, desde luego, magníficos
hospitales, pero debemos tratar cada vez, de hacer una medicina de otro tipo,
evitar que se enferme el ciudadano. Y
sin una alimentación adecuada, pues no podría ser. Quiere decir esto que una falta de atención
en los animales incide sobre la salud humana.
Y los animales son tratados de una manera inhumana, inhumana para el
hombre, inhumana para el animal.
¿Nivel técnico de nuestros veterinarios? Pobrísimo, pobrísimo. Creo que es un sector que realmente tiene que
preocuparse, tiene que superarse, y tiene que ponerse a estudiar. Y el colegio o la asociación de los médicos
veterinarios tiene que adoptar las medidas a fin de ayudarlas, a fin de obtener
material, libros, organizar cursos, conferencias, en fin, tienen que hacer un
esfuerzo en ese sentido, porque lo necesita nuestra economía, porque ellos
tienen que jugar un papel importante en la formación de los nuevos técnicos
veterinarios; no sea que los compañeritos y las compañeritas vayan a salir con
un nivel técnico muy pobre también y vayan a salir con una preparación
insuficiente. Y creemos, esto no quiere
decir que no tengamos buenos veterinarios, reducido el número: desde luego, buenos profesores;
incluso esto no se refiere a la voluntad de muchos técnicos veterinarios que
están trabajando con entusiasmo, algunos de los cuales conocemos nosotros y
están trabajando y participando en toda una serie de planes.
Pero, pongo un ejemplo: el nivel técnico en materia de
economía y planificación, bajísimo.
Realmente no tenemos técnicos de esa naturaleza, y es una necesidad
tremenda que se nota en los planes, se nota en el trabajo revolucionario, se
nota en todo, de técnicos experimentados en cuestiones de comercio exterior, y
en fin, quiero decirles que las necesidades abarcan todos los frentes.
Desde luego, hay algunas ramas de la ciencia,
afortunadamente más desarrolladas. Puede
decirse que la medicina, por ejemplo, en nuestro país está bastante
desarrollada (APLAUSOS y
EXCLAMACIONES), aunque yo diría que la medicina terapéutica, la otra medicina,
la preventiva, no; en las investigaciones médicas, pobre, como en general,
prácticamente en todas las investigaciones.
En otras actividades, por ejemplo, la arquitectura, hay que decir que está
avanzada en nuestro país (APLAUSOS y
EXCLAMACIONES). No estoy capacitado,
porque no resulta tan fácil de ver o de apreciar qué nivel tienen otras ramas
de la tecnología, qué nivel tiene la ingeniería civil. Pienso que estamos pobres y la mejor prueba
es que cuando se hizo el plan hidráulico de Oriente, no teníamos prácticamente
ningún... teníamos muy pocos técnicos
que conocieran, y para realizar el plan de Oriente tuvimos que ir al último año
de la universidad a conquistar un número de jóvenes que se iban a graduar e
inclinarlos hacia la ingeniería, hacia esa especialidad de la construcción
hidroeléctrica.
Creo que tenemos pocos, que el nivel en algunos
cuadros puede estar muy desarrollado, pero en general es pobre. La ingeniería industrial y la ingeniería
química, en toda esa rama puede decirse que estamos realmente muy
atrasados. Sinceramente que sí. Estamos atrasados y hay que comprenderlo, si
no empezamos por comprenderlo estamos “fritos”.
Si no empezamos a comprender nuestras debilidades, nuestras
deficiencias, nuestros fallos, estaríamos tomándonos el pelo, todos; estaríamos
autoengañándonos.
Y creo que una de las cosas que debemos superar –ya llevamos unos
cuantos añitos de revolución– es superar todos los autoengaños, los
subjetivismos, los idealismos, la falta esa de comprensión de las
realidades. Tenemos que aprender, porque
si la Revolución no nos enseña nada, entonces de verdad que somos
incompetentes, la vida tiene que darnos un suspenso a todos nosotros
(EXCLAMACIONES). Y creo que sí que
enseña y que se aprende mucho, pero en muchas cosas tenemos niveles muy
bajos.
Y ahora vuelvo –y no tengan el temor de que vaya a
extenderme demasiado–, vuelvo a la idea aquella del concepto de universidad, en
la otra dimensión: la
investigación, porque en la universidad no hay que ir a enseñar unos y a
aprender otros, a la universidad tienen que ir a aprender todos. Y a la universidad no hay que ir como en el
kindergarten, ni hay que ir como en el 1ro y 2do grados, en que todavía hay que
enseñarles el a b c, la gramática, las reglas más elementales de la aritmética
a los muchachos; en la universidad hay que aprender muchas cosas que no son del
libro, que son de las realidades de la vida; en la universidad hay que
investigar la realidad de la vida, y la realidad de la vida concreta de cada
país, porque hay conocimientos que pueden llamarse universales y hay
conocimientos que no pueden ser universales; hay conocimientos que deben
consistir en la aplicación de aquellos que son universales a determinadas
realidades concretas. Y en muchas cosas,
en algunas cosas se puede ver claramente eso.
La técnica de producción agropecuaria de un país frío
no puede ser la técnica mejor de producción agropecuaria en un país de nuestro
clima, si bien en esa materia hay ciertos principios universales. Las enfermedades aquí empiezan por ser
diferentes, los parásitos diferentes, en casos de veterinaria; en la
alimentación, también las especies de animales, las posibilidades de nuestro
clima, que nos permiten otras alternativas muy superiores a las que tienen en
esos países, indican de una manera clarísima que aplicar aquella técnica a
nuestro país sería un error.
¿Qué quiere decir eso?
Si además nosotros somos un país situado en una zona tropical, donde
están prácticamente situados la mayor parte de los países subdesarrollados,
donde no podemos aprovechar mucho, en algunas cosas, digamos la caña, por
ejemplo, se pueden aplicar muchos conocimientos. Pero aun así hay cuestiones específicas de
nuestro clima, de nuestro grado de humedad, de nuestras máximas y mínimas de
temperatura, de toda una serie de factores que entrañan la necesidad de
investigar también en la caña, no obstante ser un tipo de cultivo desarrollado
en climas similares a los nuestros. Pero
en otros muchos aspectos de la agricultura, y de la medicina veterinaria, y
pienso que incluso de la medicina humana, en infinidad de cuestiones, nosotros
no podemos aplicar las experiencias que se tienen en otros climas, que se
tienen en otras condiciones.
Entraña la necesidad de investigar. Por eso tenemos que investigar en todo. Tenemos facultades de humanidades, alumnos de
ciencias políticas, alumnos de ciencias económicas; pues bien, yo he visto a
los alumnos de ciencias económicas muy preocupados por la cuestión de los
textos, los libros, las enseñanzas y, además, pues preocupaciones de todo ese
tipo; además, con la creencia de que hay grandes expertos en planificación en
nuestro país, de que hay grandes economistas en nuestro país, con la creencia
de que en el organismo talo en el organismo cual lo van a enseñar a planificar
y le van a enseñar economía. Y eso es
realmente un error, porque los organismos todos están necesitados de
economistas y de planificadores que los ayuden, y si nos ponemos a esperar y a
pensar que allí vamos a aprender, estamos incurriendo en un error, porque
entiendo que en ese aspecto hay que analizar mucho, estudiar, y también
investigar sobre los problemas concretos que tenemos.
Luego, hay que ir cambiando algunos conceptos y
algunos métodos de estudio de tipo académico puramente, en los libros de texto,
puramente teóricos, por métodos más prácticos.
La organización y la constitución de equipos de estudio, que en cada una
de las ramas vayan a investigar los problemas que tenemos porque, en dos
palabras, son cosas que tenemos por desarrollar, ciencias que están por
desarrollar en nuestro país. Y,
realmente, si tuviéramos muchos economistas no tendríamos la tremenda necesidad
de una escuela de economía, y de que esta escuela de economía funcione como
debe funcionar.
Luego, la universidad tiene que proyectarse hacia los
problemas, la universidad debe realizar sus actividades en la calle, de
investigación sobre todo.
Luego, la universidad es una institución cuyo concepto
se amplía más y más, y de hecho la universidad tiene que abarcar todo el
territorio nacional.
Al principio se decía la ciudad universitaria, pero
como el concepto de universidad se desarrolla, ya no podemos pensar por ejemplo
en situar aquí a los estudiantes de medicina.
¿Por qué? Puesto que los hospitales
todos están muy distantes de esta zona y, sin embargo, la medicina tiene que
ser no solo teórica, en una parte esencial tiene que ser práctica también. Y gran parte del aprendizaje, los estudiantes
de medicina deben hacerlo con sus profesores en los hospitales, ayudando en los
hospitales, al mismo tiempo que recibiendo los conocimientos prácticos del
personal técnico más capacitado que está desarrollando esas funciones. Luego, no sería correcto situar aquí la Facultad
de Medicina: por
eso se ha desarrollado allá la facultad de ciencias básicas o la escuela de
ciencias básicas, que son propiamente los dos, no sé si llegarán a los tres
primeros años de medicina, allá donde también se han hecho magníficas
edificaciones, que es en el Instituto de Ciencias Básica Victoria de Girón
(APLAUSOS).
Al lado de ese instituto se está levantando un centro
de investigaciones científicas, y en ese centro de investigaciones científicas
se prepararán los profesores de ciencias básicas, que tenemos una tremenda
necesidad de profesores de ciencias básicas; en ocasiones los alumnos de los
años superiores han tenido que estar llenando esas funciones, cuando en
realidad necesitamos especialistas altamente calificados, de hombres que
dediquen años al estudio. Y en aquel centro
de investigación se van a formar los profesores de ciencias básicas, centro de
investigación situado allí al lado de aquel instituto.
Y la escuela de medicina estará en la zona donde estén
los hospitales. Es decir, que sería un
error de concepción situar aquí la escuela de medicina.
Y de la misma manera que la facultad de medicina debe
estar cerca de los hospitales, y la facultad de tecnología debe estar situada
cerca de una gran urbe con alguna industria, como es nuestra capital, la
facultad de ciencias agropecuarias no debe estar al lado de donde están las
industrias, la facultad de ciencias agropecuarias debe estar donde está el agro
y donde están los animales; es decir, allí es donde tiene que estar, en el
campo, la facultad (APLAUSOS).
También donde hoy está ya la escuela de agronomía, los
cursos superiores, ya se están terminando los proyectos y se va a levantar allí
un instituto de nutrición animal, que será un centro de investigaciones en ese
sentido también de muy alto nivel.
Y así se irán situando los centros de investigaciones
que van a ayudar a la economía general del país, cerca también de las
facultades donde se están formando determinados técnicos.
(LE DICEN ALGO DEL PUBLICO)
Bueno, yo no he citado más que algunos aspectos; pienso
que en los demás hay que seguir pensando.
No se puede aplicar la misma fórmula general a cada una de las
facultades; hay que ir estudiando la naturaleza de cada una de ellas, para ir
resolviendo los problemas de cada una de ellas.
Pero es muy correcto aquí las
facultades de tecnología y de ciencias, de donde medularmente, en esta ciudad
universitaria “José Antonio Echeverría”, estarán situadas las facultades de
tecnología y de ciencias. Pero las
facultades de tecnología y de ciencias no serán poca cosa en nuestra
universidad: las
facultades de tecnología y de ciencias deberán ocupar un papel importantísimo y
deberán alcanzar una magnitud considerable.
Actualmente entre los matriculados en tecnología y
nivelación hay cerca de 4 000; en los de ciencias habrá otros 2 000 y realmente
que son cantidades que están lejos todavía de representar nuestras aspiraciones
y nuestras necesidades en ese orden, que nadie, incluso, podría decir hoy
cuáles son. Porque hoy podemos hacer un
cálculo de esas necesidades y dentro de 10 años tener que rectificar ese
cálculo, y decir, necesitamos muchos más.
La tendencia general en el mundo es hacia el aumento
de las necesidades de técnicos cada vez más, en la misma medida en que se
desarrolla la ciencia. Luego, la dimensión
que tendrá esta ciudad universitaria en el año 1980 nadie podría decirlo con
exactitud. Hoy tiene una dimensión. ¿Cuál es esa dimensión? La que nos permite nuestros recursos; de
todas formas se ha hecho un esfuerzo, de todas formas ya hay albergue para 700;
esa capacidad de albergue irá creciendo y de todas formas se continuará
desarrollando este centro y trataremos que se desarrolle al máximo. El límite hoy son los recursos que se
disponen para eso. Pero las necesidades
reales, creo que nadie absolutamente en este momento podría decir cuántos
químicos vamos a necesitar en el año 1980, se puede tener una idea
general. Qué tipo de químico
especializado, todavía no lo puede decir nadie, es decir, las proporciones. Podría decirse que el país en general hoy
puede estimar sus necesidades de médicos, sus necesidades de profesores, sus
necesidades de maestros, sus necesidades de ingenieros de distintos tipos en
general; pero nadie realmente podría dar la respuesta, porque será el mismo
desarrollo, la misma experiencia que se vaya adquiriendo, en la medida que
avancen nuestros conocimientos sobre economía; porque es imposible decirlo, si
en cuestiones de planificación y en cuestiones de economía no alcanzamos
también el nivel que nos permita la capacidad de planificar, no digo yo hasta
el año 1970, hasta el año 1980, hasta el año 1990, incluso hasta el año 2000;
es posible que nuestros planificadores físicos tengan qué estar contemplando
cómo van a hacer las ciudades y dónde deben estar situadas. En definitiva aquí vamos de la no existencia
de ningún plan, de una verdadera anarquía, que fue como se desarrolló nuestra
sociedad en el pasado, a un desarrollo previsto, a un desarrollo racional, a un
desarrollo planificado. Pero los
hombres, los cuadros, los técnicos que tienen que trabajar en ese plan, que
tienen que elaborarlo, muchos de ellos están por formarse y de ahí las
deficiencias que tenemos en cuestiones de planificación económica y en mucho
las deficiencias que tenemos en la elaboración de los planes perspectivos.
Incesantemente, incesantemente chocamos con esa
realidad, incesantemente palpamos esa realidad.
Por eso la importancia fundamental que tiene la educación; por eso la
importancia grande, el hecho alentador que significa el que hoy se pueda inaugurar
de una manera oficial el esfuerzo que se ha 'hecho en esta ciudad
universitaria.
Hay que decir que ya se ve aquí una concepción del
centro de estudio diferente, hay que decir que ya aquí se ven áreas verdes, hay
que decir que aquí se ven árboles, hay que decir que aquí se ven condiciones
agradables para la vida del joven, hay que decir que aquí se ven facilidades
para el estudio. Porque, naturalmente,
la vida del estudiante debe estar rodeada de todas las facilidades para el
estudio, para la investigación; debe estar dotado este centro de todos los
laboratorios que sean necesarios para fines educacionales, de todas las
facilidades; o sus bibliotecas deben contener todos los libros más modernos y
estar completamente al día en todas las ramas de las ciencias que se estudian
en esta universidad.
Y ya ustedes ven que esta universidad es muy distinta
de aquella universidad que conocimos.
Aquella universidad que llena de historia, que llena –se puede decir– de
gloria, era, sin embargo, una universidad que para el estudio estaba muy mal
dotada. Aquella universidad nuestra del
pasado se puede decir que ganó fama como centro revolucionario, como centro que
se proyectó en el país, pero que en sí misma, desde el punto de vista técnico,
desde el punto de vista docente, era una verdadera miseria. Las condiciones de vida del estudiante allí
entre cemento, las condiciones del estudio no existían, ni sociales fuera de la
universidad, ni técnicas y docentes dentro de la universidad.
Claro está que ahora, que ya estamos inaugurando
algunos edificios, tenemos que aspirar al día en que tengamos el número de
profesores que necesitamos, de que cada uno de esos profesores tenga el nivel
técnico que necesitamos, que el nivel técnico de todos los profesores se supere
también año por año (APLAUSOS). Pero sin
duda que tendremos un magnífico centro en este sitio, sin duda que no debemos
desmayar en el esfuerzo de seguir desarrollando esta obra.
Actualmente estamos rodeados todavía de caña y eso no
es malo, porque no debemos tumbar una sola de esas cañas porque necesitamos,
por el contrario, cultivar esa caña, porque de esa caña van a salir los
recursos con que vamos a poder seguir desarrollando este centro
universitario. Y quitaremos esta caña de
aquí cuando ya se haga un edificio más, a medida que surjan y a medida que
tengamos plantada esa misma superficie y superficies mayores en otro sitio, con
rendimientos superiores a los que puede tener esta caña.
Pero se ha escogido un sitio amplio, tiene terreno
donde desarrollarse esta universidad, llegará a ser un centro verdaderamente
ideal para el estudio, tendrá las condiciones óptimas y sin duda que todos
debemos sentirnos muy satisfechos al pensar cómo ha de ser la vida del
estudiante futuro, al pensar cómo ha de ser la vida de estudiante, de mucho, de
los jóvenes que hoy están ya en la secundaria o en la primaria, y que un día,
en número de miles, de 10 000, de 15 000, tal vez de 20 000, estudien aquí, se
preparen aquí, se formen aquí, en medio de condiciones realmente
envidiables.
En estas edificaciones se ha manifestado algo también
digno de resaltar: una
técnica nueva de construcción. Ustedes
habrán podido observar la distancia de viga a viga; los que no conocemos de
estas cuestiones de ingeniería, desde luego, no estaremos en las mejores
condiciones para apreciarlo, pero nos llama la atención la distancia, el ancho
que tiene esta sala, este techo; y ese piso, por ejemplo, se levantó desde el
suelo, se prefabricó y se levantó. Y así
se han construido todos los demás edificios, es decir, aquí se está utilizando
una técnica avanzada de construcción; y hay que decir que los compañeros que
han trabajado aquí han logrado conciliar la técnica del prefabricado, la
eficiencia, la funcionabilidad, en tanto no descubramos otra cosa, porque puede
ser que sobre la marcha descubramos que todavía algunas cosas se podían haber
hecho más perfectas, pero hasta ahora luce así, como algo que es evidente, con
la belleza de este sitio.
Es decir, que han conciliado la imaginación, la inteligencia
de los compañeros que han trabajado en estos proyectos, han logrado conciliar
esas cosas que es indispensable que las conciliemos; porque hay que construir
de manera que sea bueno, económico y al mismo tiempo estético; no podemos
olvidarnos de esto (APLAUSOS). Y de
ninguna manera pensemos que la estética esté reñida con la economía (APLAUSOS);
y de ninguna manera consideramos que la estética no forma parte de los bienes
indispensables al hombre y a la sociedad (APLAUSOS), porque ayuda a crear las
condiciones de vida, eleva y mejora las condiciones de vida. No es lo mismo estudiar en esos edificios, no
es lo mismo estudiar en esas condiciones, que estudiar en otras condiciones,
que estudiar en una prisión, que estudiar en un lugar desprovisto de
vegetación, que no es bueno ni para el espíritu ni para la salud.
Y no hay que confundir la estética con el lujo, que es
otra cosa muy distinta. Porque, señores,
queremos ahorrar, hay muchas maneras de ahorrar. Si yo veo que quieren ahorrar quitándole una
traza al edificio para hacer una economía de ese edificio, yo diría: hay unas mil cosas
donde pudiéramos ahorrar de una manera más inteligente. “Porque a los ahorradores enemigos de la
estética les pregunto si no se han preocupado por la burocracia, que cuesta
mucho más cara que la estética (APLAUSOS).
Y, señores, tenemos derecho a reclamar, a reclamar que
se empleen los recursos de una manera inteligente y con vistas a una vida mejor
para el pueblo, de una vida mucho más agradable para todos los ciudadanos. Y a veces despilfarramos por aquí a montones
y por allá andamos con una tacañería insólita.
¿Y por qué? ¿Quién ha dicho que no
puede haber una solución correcta a esas contradicciones? Entonces, ¡cero burocratismo!, combatamos el
mal del burocratismo, combatamos el despilfarro, porque hay infinidad de
manifestaciones de despilfarro invisibles; porque ocurre que no sería difícil
apreciar en una carretera un
despilfarro, o en una construcción digamos, pero el despilfarro porque hicieron
un vuelo por aquí y otro vuelo por allá, y todo se moja cuando llueve, en dos
palabras, no sirve. Y, además, hayan
empleado... (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO)
Ya veo que los estudiantes de arquitectura están
haciendo sus primeras críticas de las edificaciones aquí; eso no es malo. Pero que discutan con los que están
trabajando, para que las cosas que no estén perfectas en una parte las
perfeccionen en otras.
Pero bien: es
más fácil ver una manifestación de despilfarro material, que esas
manifestaciones de despilfarro que no se ven, cuando sobre todo se pasa por un
edificio y se puede apreciar cuánto costó, pero no se aprecia cuántos millones
cuesta la gente que innecesariamente está allí llenando papeles dentro del
edificio; eso no se ve (APLAUSOS).
Y vuelvo a repetir —porque siempre es necesario
repetir para que no se confundan— que no es lo mismo el burocratismo que la
administración; la lucha ha de ser para que no se confundan esas cosas, la
lucha ha de ser para que las necesidades administrativas que existen, y que
debemos perfeccionarlas, no se conviertan en el canal por donde creamos una
especie de gigantesco subsidio, un salidero interminable de fondos.
Pero las necesidades van surgiendo. Algunos compañeros me preguntaban cómo íbamos
a llevar a cabo esa lucha contra ese mal, cómo un individuo podía actuar;
porque oían nuestras manifestaciones.
Nosotros les decíamos:
lo primero para realizar algo es hacer una conciencia en la
masa. Es decir, hay que hacer una
conciencia; de cualquier mal, si se quiere superar, es necesario hacer una
conciencia en la masa de ese mal para empezar a superarlo. Y de ahí trabajar organizadamente. ¿Cómo?
A través del Partido y de las organizaciones de masas. Ciertamente, yo lo digo –y lo digo con toda
franqueza–, no confío en el aparato administrativo en materia de lucha contra
la burocracia. Porque el aparato y los
organismos administrativos son esencialmente quienes han creado el mal de la
burocracia. No hay que olvidarse de
eso. No han sido capaces de evitarlo y
no pueden evitarlo, porque muchas veces en un lugar, como no puede ser un
Ministro todo ojos y todo oídos y estarlo viendo todo, en muchas fábricas, en
muchas empresas, por una vía o por otra, ha penetrado personal en las oficinas,
personal innecesario, y no han podido controlarlo.
Entiendo que esa es una batalla política, y esa
batalla tiene que darla el aparato político.
Muchos más males han ocurrido: trasiego de hombres del campo a la
ciudad. Y entonces mucha gente ha ido a
buscar un empleíto en una playa; ustedes van a una
playa pública y se encuentran muchos trabajando en una playa pública que eran
obreros agrícolas. Desde el momento en
que tuvieron una magnífica oportunidad de ir allí a trabajar en un trabajo más suave,
es lógico, es humano; ese ciudadano no tiene la culpa, la culpa la tiene quien
organizó aquello, la culpa la tiene quien seleccionó los empleados de aquel
centro.
Y, señores, esa política de que hay que ir
estableciendo ciertos tipos de trabajos en que debemos procurar que no vayan
hombres a ese tipo de trabajo, puesto que la sociedad tiene infinidad de
actividades, unas más idóneas para los hombres, otras más aptas para las
mujeres. Y esto no significa ningún
género de discriminación, porque la verdadera discriminación está cuando un hombre
quiere estar en una tiendecita de ropas despachando bloomers (RISAS) y
la mujer sin trabajo. Tenemos infinidad
de necesidades y, sinceramente, parece más apto el trabajo para la mujer en la
tienda de ropas que una mujer en una grúa levantando un piso de esos
(APLAUSOS), o que una mujer en un barco pesquero. Hay infinidad de actividades que son más
idóneas para el hombre. Y entonces
cuando realmente discriminamos a la mujer es cuando la dejamos sin trabajo en
la sociedad; y la dejamos sin trabajo en la sociedad porque el hombre está
realizando determinado tipo de actividades que perfectamente pudieran
realizarlas las mujeres. Ahí es donde
está la discriminación, y no en reconocer la realidad de que hay una enorme
variedad de funciones sociales, y que hay más o menos aptitudes en los hombres,
más o menos aptitudes en las mujeres. Lo
correcto es estudiar todas estas cosas y todos estos problemas, y en el futuro,
realmente, darle empleo a la mujer en infinidad de esas actividades, mientras
los hombres desarrollan otras actividades en la producción.
Y tenemos que preocuparnos por todas esas cosas,
tenemos que estar alerta, tenemos que estar vigilantes. Esto no quiere decir ahora que se tenga que
sentir deprimido ningún trabajador de una tienda de ropas. Vale la pena, lo voy a decir, porque en
realidad él no tiene la culpa; mucha gente entró a trabajar en eso cuando había
un desempleo tremendo, y luego muchos administradores no se preocupaban por
esas cosas también.
Y tenemos que hacer un uso racional de los recursos
humanos del país, tenemos que aspirar a que el máximo de población
trabaje. Máximo de población trabajando
de una manera racional y productiva, máximo de bienes materiales y de servicios
para distribuir entre toda la población.
No hay que saber matemática universitaria para eso, ese cálculo lo puede
hacer un alumno de segundo o de tercer grado de que esta es una verdad.
Luego, las organizaciones políticas deben estar
alertas, y ya en ese sentido están trabajando los compañeros del Partido, sobre
todo en el interior. .
Nosotros debemos hacer el esfuerzo en dos direcciones: por un lado,
racionalización del trabajo, ir eliminando todo tipo de desperdicio de fuerza
de trabajo; y el estudio por otro lado.
Si hacemos nuevas fábricas darle empleo no a la gente nueva, a la gente
nueva darle becas, a la gente nueva brindarle la oportunidad de prepararse, y
eso nos permite disponer de tiempo para darle un uso y un empleo absolutamente
racional a nuestra actual fuerza de trabajo.
Pero es increíble cómo se han manifestado ciertas
tendencias al despilfarro en esos hechos, es increíble cómo a veces se han
acumulado hasta cientos de hombres, que están luego “matando el tiempo”, que
están sin hacer nada en muchos sitios.
Bueno: hay que crear conciencia de esos
males, y, además, hay que luchar organizadamente, no a través del aparato
administrativo, sino a través del aparato político, y entonces de una manera
consecuente.
Nosotros hemos planteado que para racionalizar no hay
que dejar a nadie en la calle, sino que es preferible para la economía que a
ese hombre al que se le está pagando un sueldo para “matar el tiempo”, pagarle
un sueldo para que estudie; decir: mire,
vamos a organizar una escuela para que se capacite, para que trabaje. Esas cosas debemos hacerlas, y hay que
hacerlas creando conciencia y con el trabajo de las organizaciones políticas y
de las organizaciones de masas.
En fin, ahí es donde tenemos que centrar nuestro
esfuerzo: luchar
contra esos vicios, luchar contra esos males, utilizar racionalmente nuestros
recursos humanos, nuestros recursos materiales, los recursos financieros del
país. Ahí es donde debemos ahorrar
esencialmente, porque todo lo que por ese lado ahorremos podremos invertirlo en
crear mejores condiciones materiales y espirituales de vida para el pueblo,
podremos invertirlo en elevar los niveles de vida, en desarrollar nuestra
economía, en hacer obras como esta.
Y todo este razonamiento lo hice con relación a este
concepto: que
lo estético forma parte también de las necesidades del hombre, que forma parte
de las necesidades del ser humano, porque un día no tendremos estos líos de
racionamiento que tenemos hoy, ni estará el problema de si falta la leche, o
falta esto, o falta lo otro; habrá abundancia de todo eso. Y ustedes lo saben, que a medida que una
necesidad se satisface, surge otra; primero las más vitales, las más
esenciales, y después van surgiendo otras.
Y por eso debemos conciliar esos dos criterios. Y aquí se ha conciliado el criterio económico
con el criterio estético, el criterio funcional. No sé qué piensan los estudiantes de
arquitectura, pero me imagino que a lo mejor siempre alguna faltica
les van a encontrar a los edificios, y si tienen razón
la pueden discutir con los compañeros que están trabajando en eso. Pero hay que decir que creo, sinceramente,
que el compañero soto, el compañero Blanca, los demás compañeros que han
trabajado aquí, merecen una sincera felicitación por lo que han hecho
(APLAUSOS). Han trabajado con
entusiasmo, han trabajado con fervor, con verdadera pasión en esto; y en gran
parte la obra es producto del interés que ellos se tomaron en esta obra. Y debemos estimularlos a que sigan
trabajando.
Hay que decir que en ellos siempre estuvo muy presente
el sentimiento revolucionario, el sentido del deber y de la devoción. Y algo que para ellos y para todos nosotros
significa mucho, que es el nombre de esta obra, que lleva con toda
justificación y con toda razón el nombre del compañero José Antonio Echeverría
(APLAUSOS PROLONGADOS).
Todos los que conocieron al compañero José Antonio
Echeverría, tanto como revolucionario, como persona, joven, estudiante, su
carácter bondadoso, alegre, todas las características que hacen de su persona
el recuerdo de un joven realmente generoso, valiente, desinteresado, y que dio
su vida por su país, que dio su vida por la Revolución, símbolo de la
abnegación y del sacrificio y de la historia de nuestros estudiantes, de su
participación en la Revolución... Y es
para todos nosotros una gran satisfacción eso, y una gran satisfacción que
—aunque, como decía antes, impelidos por la necesidad de utilizar este
edificio, se haya adelantado— la inauguración haya coincidido felizmente con
esta fecha, 2 de diciembre, que nos trae también a todos el recuerdo de los
demás compañeros de la juventud cubana, de los demás compañeros que, junto con
los estudiantes, se empeñaron en la lucha revolucionaria, se empeñaron en
aquella batalla por el porvenir de su país, que felizmente hoy va culminando ya
en obras materiales de este tipo, pero sobre todo en obras espirituales de este
tipo. Porque podría decirse que lo más
impresionante de todo no es lo que se ve en piedras, sino lo que se ve en
conciencia, lo que se ve en sentimiento, lo que se ve en actitud, lo que se ve
en promesa en esta juventud.
Porque debo decirlo:
sinceramente creemos en un futuro mejor, sobre todo porque vemos a
nuestra juventud, porque vemos a nuestros estudiantes de hoy, porque vemos a
nuestros técnicos que realmente satisfacen de una manera plena, compensan de
una manera cabal lo que ha costado esto.
Porque para que nuestra juventud de hoy tenga esto que tiene, no hay que
olvidar cuánto costó, no hay que olvidar cuántos golpes sufrieron nuestros
jóvenes, no hay que olvidar cuántos atropellos, cuántas manifestaciones
disueltas por la policía a tiros, a golpes.
Porque antes, en aquellos tiempos, los estudiantes no estaban por
entero, en cuerpo y alma, dedicados al estudio, dedicados a la ciencia, dedicados
a trabajar por el porvenir; de hecho, en cuerpo y alma tenían que estar
luchando contra toda aquella corrupción, contra todas aquellas injusticias,
contra todos aquellos vicios. Y costó
mucho trabajo.
y cuando vemos cómo todo esto ha florecido, ha
germinado en una generación masiva, creciente, cada vez más consciente, cada
vez más enamorada de sus estudios, cada vez más enamorada de su profesión, cada
vez más enamorada del trabajo, creemos que eso compensa los sacrificios que
costó, compensa con creces esos sacrificios.
El compañero RebelIón
hablaba aquí –impresionado por esto– de lo que algún día otros pueblos, como el
pueblo de Venezuela, el pueblo de Guatemala, el pueblo del Congo, el pueblo de
Viet Nam (APLAUSOS PROLONGADOS), tendrán también oportunidad de hacer. El decía, no importan los sacrificios. Y hay que decir que sí importan los
sacrificios. Los sacrificios hay que
hacerlos, y son dolorosos, pero importan, duelen esos sacrificios; duele que
los pueblos tengan que pagar un precio tan alto, algunos
pueblos más alto que otros. Tal
es el caso, por ejemplo, de Viet Nam, los enormes sacrificios, enfrentados
directamente contra el imperialismo yanki, que prácticamente derrotado allí
habla de una manera chantajista y agresora de extender la guerra, jugando allí
con fuego, en ese propósito incalificable e injustificable de mantener su
dominio colonialista, su dominio imperialista sobre los pueblos: tal como trataron
de mantenerlo sobre nosotros, se ensañan con sus calumnias frente a la
Revolución.
Pero no hay que olvidarse que casi 60 años vivimos
bajo su égida, ¿y qué nos dejaron?, ¿qué desarrollo económico?, ¿qué desarrollo
cultural?, ¿qué desarrollo técnico?, ¿qué niveles de vida en 60 años? Con bloqueo y todo, con agresiones y todo, no
60 años, en el curso de unos pocos años hay que ver lo que avanza un pueblo
libre, lo que avanza un pueblo dueño de sus destinos. En 60 años...
¡De aquí a 60 años quién sabe lo que este país haya podido hacer!
Desde luego que el papel de los revolucionarios no es
el de profeta ni mucho menos. Pero en 60
años, ¡vaya basura la que nos dejaron los imperialistas en este país!, ¡vaya
corrupción la que nos dejaron!
(APLAUSOS), ¡vaya inmoralidad y vayan vicios! Porque no era un pueblo fuerte, unido,
luchando por una causa, no era un pueblo que se hubiera elevado a los niveles
de conciencia y de patriotismo que se ha elevado nuestro pueblo, sino un pueblo
dividido en que hacían de cada hombre y de cada mujer prácticamente una fiera,
enemigos todos unos de otros. ¿Para
dejarnos qué? La pobreza, el atraso.
Eso es lo que ellos defienden en todos esos países: el dominio
imperialista 60 años allí para que sufran lo que sufrimos nosotros. Y contra eso luchan los pueblos, pueblos
hermanos de América latina, pueblos de Africa, pueblos de Asia.
Y, en realidad, nos duelen esos sacrificios, esos
grandes sacrificios que tienen que pagar los pueblos.
Y lo correcto no es que no importe, lo correcto es que
a pesar de ese sacrificio no se detendrán los pueblos; que los pueblos no miden
el costo de sangre que tiene su derecho a la vida, su derecho a la libertad, su
derecho a vivir mejor, ¡no lo miden! Y
en ocasiones les hacen pagar un precio muy alto.
Nosotros ayudamos a los pueblos que luchan, con
nuestra solidaridad, con nuestro estímulo, con nuestra solidaridad militante, y
también con nuestra obra revolucionaria.
Porque hay que decir que la obra revolucionaria es un factor importante,
un factor de aliento, un factor de estímulo.
Y la obra revolucionaria es lo que contrarresta las campañas de los
enemigos, las calumnias de los enemigos: sirve de ejemplo, sirve de estímulo,
todo eso.
y así, cuando a oídos de los estudiantes en este
continente llegan las noticias de Cuba, o cuando visitantes del continente
vengan aquí y vean lo que es, cómo vive nuestra juventud, cómo trabaja, cómo
actúa; vean cómo se desarrollan nuestras tres universidades; vean el imponente
avance de la ciencia y de la cultura, garantía segura de un porvenir formidable
para nuestro pueblo, les sirva a ellos de estímulo, les sirva de aliento.
Por eso, en cada cosa que hacemos, en cada éxito que
logramos, estamos combatiendo a los enemigos de los pueblos, estamos ayudando a
los que luchan, estamos alentando a los que luchan. Porque con seguridad que, si fueran muchos
más los pueblos luchando –y en la medida en que aumente el número de pueblos
que luchan por su independencia– menos cara y menos sangrienta será esa lucha,
y más difícil será al imperialismo detenerla.
Un día tienen que estar interviniendo en el Congo,
otro día tienen que estar amenazando de intervenir en Viet Nam del Norte,
mientras llegan las noticias de la lucha que crece por parte del heroico pueblo
de Venezuela (APLAUSOS), llegan las noticias de que el ejército dice —después de haber bombardeado,
desalojado y haber perpetrado toda clase de horrores— que las lluvias, que la
niebla había favorecido a los guerrilleros venezolanos. Esa historia la conocemos nosotros demasiado
bien; esa historia de nieblas, de lluvias, de que los guerrilleros no presentan
batalla, etcétera, etcétera, es porque se cansaron de bombardear y de
desalojar. Y eso no es más que la
confesión de su fracaso. Como estarán
llamados a fracasar los ejércitos mercenarios en su lucha por defender los
intereses del imperialismo, derramando la mejor sangre del pueblo, como allí
derraman la sangre de los estudiantes,
la sangre de los campesinos, la sangre de los trabajadores, la sangre de
los combatientes y los revolucionarios.
Pero crece la lucha de los pueblos contra el
imperialismo, crece, se extiende. Y
puesto que esa es una ley de la historia, esa ley se cumplirá.
Y los pueblos, de una forma o de otra, nosotros hoy
pacíficamente, mañana –si nos atacan– con todas las armas (APLAUSOS)... Si un día nos atacaran, entonces nos tocaría
a nosotros pagar el precio alto; pero sin duda
que es mucho más alto el precio que les vamos a hacer pagar a ellos
(APLAUSOS). Porque hemos tenido
oportunidad de aprender; han aprendido hombres y mujeres el manejo de las
armas; ha crecido nuestro stock de armas.
Y con seguridad de que sabremos usarlas, sabremos emplearlas
adecuadamente. Y si un día se dejaran
arrastrar también por esos ímpetus agresivos, con seguridad que aquí no van a
“coger mangos bajitos” en este país.
Pero bien: nos sentimos solidarios con todos los
pueblos, y trabajamos, aspiramos a poder trabajar en paz, aspiramos a poder
seguir desarrollando esta obra en paz.
Pero eso no se logra con buenas razones, simplemente
con las palabras. Es necesario que el
enemigo tenga la convicción de lo que le cuesta cada una de sus fechorías, cada
uno de sus actos de bandidaje. Y es por
eso que debemos estar siempre preparados para defendernos.
Les decíamos a los compañeros que ya los hemos visto
emulando aquí entre facultades, los de una, los de otras. Pues que ese espíritu de estudio, de
emulación en el estudio, crezca y se desarrolle; y que todas estas cosas que
hemos expresado –que son preocupaciones de la Revolución– las analicen y luchen
por ellas. Porque, en realidad, muchas
veces se acercan los jóvenes y nos preguntan.
Y yo quiero decirles que la tarea no es una tarea de nosotros, no es una
tarea solo de los dirigentes de la Revolución; es una tarea de todos. Y que la solución de los problemas nadie solo
la puede encontrar, ningún hombre solo, ningún grupo de hombres; solo el
pueblo, solo las masas, solo con el esfuerzo de todos podrán superarse.
Y en ese esfuerzo, ustedes, los jóvenes que hoy están
en las universidades, tendrán un papel fundamental. Tienen que estar conscientes de que ustedes
tendrán sobre sus hombros una parte muy importante en el esfuerzo de resolver
todos esos problemas y todas las cosas por las que se preocupan.
Porque vemos cómo cada ciudadano se preocupa, se
pregunta por esto, por lo otro, y en fin tiene, además, que decir; no solo
inquietarse, sino pensar que a él le corresponderá una parte importante en la
solución y en los logros de todas aquellas cosas que le preocupan.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)