DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL PARTIDO UNIDO DE LA
REVOLUCION SOCIALISTA DE CUBA y
PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA CLAUSURA DE LA PRIMERA
ASAMBLEA NACIONAL DE TRABAJADORES BANCARIOS, CELEBRADA EN EL TEATRO DE LA CTC
REVOLUCIONARIA, EL 4 DE FEBRERO DE 1964.
(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS
DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)
Compañeros
bancarios:
Aunque el tiempo no suele ser lo que más abunda para
nosotros, acepté gustoso la invitación a la clausura de esta asamblea en
consideración al brillante trabajo que se ha realizado en este frente de la
Revolución.
Por mi parte, es muy poco lo que puedo añadir a lo que
ha explicado aquí el compañero director del Banco Nacional, el compañero Marcelo
Fernández; creo que ha hecho una exposición muy ilustrativa y muy elocuente de
todo el gran proceso de cambio que ha tenido lugar en este sector de nuestra
economía, y sobre todo ilustra mucho acerca de las ventajas que posee una banca
socialista respecto a la banca capitalista; ilustra mucho las ventajas de una
economía planificada respecto a toda una serie de cuestiones, sobre todo en lo
que se refiere al uso racional de los recursos y de la fuerza de trabajo sobre
el sistema bancario privado. Y por eso
vale la pena que ese informe sea estudiado y sea analizado, pues contiene una
buena cantidad de detalles de todos los progresos que se han ido logrando —paso
a paso— en este campo.
Yo, por mi parte, estaba haciendo algunos cálculos de
lo que significa, por ejemplo, el ahorro logrado en las cuestiones del personal
al hacerse la racionalización de las empresas, y arrojaba una cifra de 5
millones de pesos al año. Una buena
parte de esos compañeros han ido a trabajar a otros organismos donde hacían
falta; otros están estudiando; otros, una parte pequeña, se han jubilado; y un
25% —como él decía— están por situar, y por eso hay que procurar situarlos allí
donde van a rendir una mejor labor.
Pero significa mucho y habla mucho de lo que está
progresando la administración revolucionaria, el hecho de que en un solo sector
se vaya a producir este ahorro de 5 millones de pesos por año. Y es que con 5 millones de pesos se pueden
hacer muchas cosas, con 5 millones de pesos se pueden costear los gastos, por
ejemplo, de 10 000 becados, de algo más de 10 000 niños en los círculos
infantiles; con 5 millones de pesos se pueden establecer 2 000 aulas nuevas;
con 5 millones de pesos se pueden fomentar 2 000 caballerías de caña, que bien
cultivadas, al precio de seis centavos, significan más de 30 millones de pesos
(APLAUSOS). ¡Y treinta millones de pesos
sirven para comprar muchas cosas!
Traducidos, por ejemplo, a tela, correspondería prácticamente cuatro
metros y medio de tela por persona (APLAUSOS); traducidos a juguetes, turrones,
vinos, pues significan fines de año como los que hemos tenido y aun
incomparablemente superiores; convertidos en maquinaria agrícola, significan
miles de equipos agrícolas. ¡Y eso es lo
que significa la racionalización del trabajo, eso es lo que significa la
utilización adecuada de los recursos! Y
eso se ha logrado en un solo sector.
Y por eso esto debe servir de ejemplo y debe servir de
pauta en el Año de la Economía. Y está
muy bien, desde luego, que este ejemplo lo hayan dado los bancarios.
El compañero Marcelo decía, con frases muy elocuentes,
que puede haber banco sin banquero, pero no sin bancarios. Y es verdad.
y ustedes no son
banqueros, ustedes son bancarios; pero para los que todavía estén
despilfarrando por ahí, ustedes tienen que ser banqueros (APLAUSOS), al efecto
de poder cumplir las funciones que el sistema bancario tiene dentro de nuestra
economía, y que eran las que el compañero Marcelo enumeraba en su informe.
Las perspectivas de nuestro país se presentan
brillantísimas; la posibilidad real de
llegar a producir dentro de 6 años 10 millones de toneladas de azúcar, los
precios que se han logrado, los mercados asegurados que tiene nuestro país y,
sobre todo, la posibilidad de hacerlo, con la solución del problema de la
mecanización del corte de la caña.
Esos dos hechos en sí: el convenio azucarero con la Unión
Soviética y la mecanización de la cosecha de la caña, son dos factores de
extraordinaria importancia para nuestra economía y para nuestro futuro, y que
deben alentarnos a todos. El poder
llegar a producir 10 millones de toneladas de azúcar, con buenos precios,
significa la base para que nuestro país se desarrolle todo lo que quiera,
significa la base para poder aprovechar nuestros recursos naturales y nuestros recursos
humanos.
La mecanización del corte, añadido a la mecanización
de la siembra y de los cultivos de la caña que tenemos que llevar adelante
también, significarían que en los terrenos llanos se podrían producir hasta 7
millones de toneladas sin emplear más de 15 000 trabajadores en los campos,
incluyendo la zafra y todo. Desde luego
que en los terrenos irregulares no se pueden emplear esas máquinas y hay que
establecer un sistema semimecanizado. Pero esto da una idea de lo que puede
significar en riquezas y en bienestar la utilización correcta de la fuerza de
trabajo, que ahora nos falta; todo lo que podemos dedicar a la economía del
país, a crear riquezas, empleando bien los hombres, la fuerza de trabajo, las
máquinas, que cuando no los necesitemos en la agricultura los necesitamos en
construcciones, los necesitamos en fábricas, los necesitamos en todos los
frentes. Nuestra economía mejora.
A raíz de nuestra visita a la Unión Soviética los
enemigos de la Revolución decían que uno de los propósitos de nuestro viaje era
plantear no cumplir los compromisos azucareros para poder disponer esa azúcar
para el mercado mundial. Tan despistados
estaban que, precisamente, una de las cosas que nosotros íbamos a plantear a la
Unión Soviética era la satisfacción nuestra por la seguridad de que podríamos
enviar este año más azúcar que el año pasado; el año pasado sí se desviaron
ciertas cantidades que iban destinadas a la Unión Soviética para poder cumplir
otros compromisos. Sin embargo, ya este
año con la Unión Soviética, que tenemos el mayor volumen de nuestro comercio,
pues hemos podido asegurar que enviaremos, no un millón como el año pasado sino
1 600 000 toneladas de azúcar.
Para nosotros es una gran satisfacción poder ir
cumpliendo todos nuestros compromisos económicos. Y, además, podremos cumplir los convenios
azucareros que hemos suscrito, los distintos compromisos de abastecimientos con
distintos países, como resultado de una mejora de la atención en la agricultura
y del trabajo en general.
Cuando creían que nosotros estábamos en una situación
de plantear desviar azúcar estábamos precisamente estableciendo las bases para
un comercio a largo plazo, de óptimos beneficios para nuestro país y que,
además, sienta pautas que interesan mucho a todos los países subdesarrollados,
a todos los países que tienen que estar vendiendo sus productos, que nunca han
tenido mercados seguros ni precios estables.
Las perspectivas para nuestra economía son magníficas,
no solo por esto sino porque tenemos recursos naturales por desarrollar, que
pueden significar ingresos para nuestro país aún superiores a lo que significa
una zafra de 10 millones de toneladas, cual sería si nosotros llevamos a cabo
el desarrollo máximo de nuestra ganadería.
Esto significarían recursos para todos los
demás planes que tiene la Revolución.
Hemos ganado en experiencia, se han ido formando
muchos cuadros, porque hay algo que no se ve —como se ve una edificación, como
se ve una fábrica— que es la experiencia que se acumula, los cuadros que se
forman.
De esta forma la Revolución ha ido venciendo los
obstáculos, ha ido venciendo el bloqueo.
Y en los últimos meses se han ido produciendo una serie de hechos que
demuestran que se desploma toda la política de bloqueo contra nuestro
país. ¿Cómo reaccionan los imperialistas
yankis? Pues como reacciona la gente
derrotada, como reacciona la gente impotente, como reacciona la gente
frustrada.
Ahora mismo, en estos días, han dado una buena prueba
de eso. Cuando todavía estaba fresca la
sangre derramada en Panamá cometen otra fechoría más, como fue la captura de
cuatro barcos pesqueros que no estaban en aguas jurisdiccionales
norteamericanas, que estaban pescando en una zona donde otras veces han pescado
nuestros barcos, por lo menos a dos millas de distancia de donde empezarían las
aguas jurisdiccionales, a cinco millas del cayito de tierra más próxima. Sin embargo, los abordaron, los capturaron;
38 compatriotas nuestros están presos allí, en un acto de fuerza arbitraria,
ilegal.
Pero esas son las cosas que hacen los imperialistas
con su política cada día más estúpida. Y
cuando uno ve hacer estas cosas piensa: "Es que esta gente no se han
leído siquiera ni a Maquiavelo, ni a Maquiavelo" (RISAS).
Porque Maquiavelo decía: "Cuando vayas a hacer daño, hazlo
de manera que no se puedan desquitar, o no lo hagas.” Y este es un daño que no nos hace a nosotros
ningún daño en el orden de nuestra economía; no va a detener el empuje de
nuestra economía, no va a detener el empuje de nuestra flota pesquera, es simplemente,
un acto provocativo, un acto irritante, pero un acto estúpido, que ya ellos
están cosechando —pero una abundante, una muy abundante cosecha—, de todas las
estupideces que han ido cometiendo en todas partes del mundo. Quien siembra estupideces recoge tempestades
también (APLAUSOS).
¿En qué han terminado los imperialistas? ¡De piratas, de secuestradores de barcos
pesqueros!, síntoma de un sistema completamente en decadencia. Porque a los imperialistas los están echando
a puntapiés de todas partes del mundo, y presenciaremos ese proceso
serenamente, tranquilamente, porque sabemos que ese es su destino
inexorable. Esto no hace mas que
cubrirlos más de oprobios, desprestigiarlos más, si fuera posible que el
imperialismo se desprestigiara más de lo que está.
Nuestro país ha protestado de este hecho arbitrario,
vandálico, piratesco, ha presentado una queja en el Consejo de Seguridad, se
dirigirá a la Secretaría General de las Naciones Unidas exigiendo la devolución
de los barcos y la libertad de esos compatriotas.
Pero con esos compañeros, humildes pescadores
secuestrados por los imperialistas —que no son por supuesto, los grandes
terratenientes, los grandes millonarios que ellos tienen allí albergados—, con
esos 38 pescadores, trabajadores del mar, que estaban allí pacíficamente
cumpliendo sus deberes para traer más pescado, más abastecimiento para nuestra
población —que es lo que les duele a los imperialistas—, está solidarizado en
este momento todo nuestro pueblo.
Y estamos seguros de que a los imperialistas no les
quedará otro recurso que ponerlos en libertad, estamos seguros de que no podrán
justificar ante la opinión mundial ese hecho propio de bandidos. Y por eso, una vez más, nosotros nos sentimos
con todo el derecho de decirles que son unos perfectos bandidos
(APLAUSOS). Y que con esto no nos hacen
ninguna mella, absolutamente ninguna mella, sino lo que hacen es ponerse cada
vez más en ridículo, y ponerse cada vez más en evidencia. Sus actos no han podido detener, y cada vez
podrán detener menos, el proceso victorioso de la Revolución, el auge de
nuestra economía, el triunfo de nuestro esfuerzo, el triunfo de nuestro
sistema; que al igual que se ve hoy su superioridad en los bancos, se irá
viendo también cada vez más en todos los frentes de trabajo.
Y es el premio legítimo al esfuerzo de un pueblo que
lucha, es el premio legítimo al esfuerzo de un pueblo que no le quita nada a
nadie, que trabaja honradamente, y que ha tenido la valentía y la decisión de
saber defender su derecho a un mejor porvenir, su derecho a un destino
mejor.
Por eso este acto, los resultados del esfuerzo en este
frente de trabajo, merece la felicitación de todo el pueblo, y merece ser
imitado por los demás sectores de nuestra administración y de nuestra economía. Y por eso, en nombre del Gobierno
Revolucionario y en nombre de nuestro Partido, felicitamos al sector bancario y
felicitamos a los dirigentes de este sector —tanto sindicales como
administrativos— y felicitamos al compañero Marcelo, que ocupó el lugar de otro
compañero también muy querido y muy recordado, que murió en cumplimiento de su
deber: el compañero Cepero
Bonilla.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)